I*amploiia '¿ h de meioiiibre ele 1 8 9 6 . / * , ' • : ' - Se pvLlollca* 37- reparte gratis dos Treces al m e s . DIRECCIÓN Y ADMINISTRACIÓN: /cÑO II. BIBLIOTECA QATOLICO-PROPAGANDISTA JS].° 4 3 . Tejería, 24, PAMPLONA. SOCIALISTAS MILLONARIOS. de Dios, lector amado y pacientísimo, que lie de tropezar con un título para mis arculos desaliñados que no parezca á primera -vista un contrasentido. Pero no es mi a la culpa s¡ no de este fin de-siglo en que escribo y en el que abundan las aberraciones y la confusión en todos los órdenes de la vida. Ni puede ser tampoco de otra manera, pues todas las cosas obedecen á la ley de su naturaleza y el error, y el socialismo es uno de los mayores errores de los tiempos presentes, no solo va contra las leyes divinas, sino contra la ra?:ón humana, contra el sentido común, y de aquí que todo error sea por ley de necesidad un evidente contrasentido. • — Pero eso de suponer que haya socialistas millonarios—dirá el lector—ya pasa de la raya; porque siendo el socialismo, según sus partidarios, la negación de toda fortuna individual y consistiendo el sistema socialista en trabajar cada uno lo que puede haciendo un fondo común de lo que se produzca para que el Estado se encargue de distribuir el producto del trabajo colectivo entre todos los individuos trabajadores, de una manera equitativa para la satisfacción de las respectivas necesidades, no se concibe que haya socialistas que, imitando á los burgueses, acaparen inmensos bienes de fortuna, mientras una gran parte, y aunque fuera pequeña, de sus correligionarios, no tienen, como vulgarmente se dice, sobre qué caerse muertos. —Kso querido lector—digo yo—es el socialismo teórico, pero según enseña el refrán, del dicho al hecho hay mucho trecho y eso de que las obras se acomodan á las palabras se queda para Nuestro Señor Jesucristo que para predicar la pobreza, comenzó por nacer en un pesebre y siendo, como I lijo de Dios, Señor de todo lo criado, se acomodó en su niñez á la condición de un pobre aprendiz de carpintero y vivió del trabajo de sus manos como un humilde menes- tral y sujeto siempre ú todo género de privaciones. Y para enseñarnos la humildad y la mansedumbre, se hizo humilde entre los humildes; y no así como se quiera, sino hasta el extremo de sufrir sin quejarse, TIKSIÁ t o DON JULIÁN G A Y A R R E f •> a- En TU LA AVALANCHA. 134 * .. •• '•-., ; . las bofetadas, los salivazos, los azotes y demás denigrantes tratos de que fue objeto durante su santísima Pasión. Pero en el socialisnto, no ocurre nada de eso. I lay, es verdad, pobres trabaj'adores que apenas ganan el pan necesario para saciar su hambre; pero en rigor de verdad no son socialistas, son, entiéndanlo bien los interesados, las primeras víctimas del socialismo, Eso sin contar que entre los trabajadores aliliados al socialismo no hay uno que no desee, como cada hijo de vecino, ser-rico, antes hoy que mañana, sin que se le dé un ardite, cuando experimente semejantes deseos, de todas las doctrinas colectivistas con que le aturden los oídos los corifeos de su secta. De esto hay un ejemplo muy reciente; el de Ascheri, autor del horrendo crimen cometido por medio de la dinamita en la calle de los Cambios de Iíarcelona. Hace un mes, próximamente, que el juez que le forma causa, le preguntó, por fórmula, pues harto conocía su insolvencia, si estaba dispuesto á entregar las cien mil pesetas que el juzgado le exigía para responder á las resultas del proceso. Y Aschen respondió: —Si yo tuviera esos veinte mil duros no estaría en la cárcel. No hay, pues, en las clases trabajadoras tales socialistas, ni anarquistas, sino hombres que desean mejorar su posición personal y que engañadas por los jefes del socialismo creen que habrán de conseguirlo por los procedimientos de la huelga hasta que llegue el momento de apelar á los revolucionarios. En cuanto á los jefes del socialismo ya es otra cosa. Predican las doctrinas socialistas, encomian las excelencias del trabajo colectivo y del reparto equitativo de sus productos por el Estado, alientan las' huelgas, arrastran a las muchedumbres á la revolución social y viven de sus rentas, íosque no viven del producto de las cuestaciones que se hacen entre las clases trabajadoras. —¿Cómo de sus rentas?—exclamará el lector-» pues qué, eso de tener rentas {no es contrario á los fines del socialismo? — Si que lo es si fuéramos á creer lo que dicen los propagandistas de las ideas socialistas. Pero ya lo dijo Ayala en su comedía Kl tanto por ciento; Una cosa es Li amistad V el negocio es oirá cosa. Y por eso, aunque las doctrinas del socialismo '- excluyen toda idea de propiedad individual y por lo tanto, toda idea de rentas, los principales jefes del • socialismo tienen rentas y no rentas así como se :'. quiera de tres al cuarto, sino aquellas rentan cuantiosas que corresponden ú un capital de millones. Este descubrimiento ó, por mejor decir, esta observación acaba de ser hecha por un periódico francés La Corporation del que entresaco los datos siguientes: ¡Oído socialistas de íila! Engels, jefe del socialismo alemán, dejó al morir . una fortuna de 600.000 francos y contra lo que preceptúan las doctrinas socialistas, contrarias al derecho . de herencia, dispuso de su fortuna entre sus herederos naturales y varios amigos. A los trabajadores por él seducidos no les dejó un cuarto. Carlos Marx, también murió rico y su herencia pasó á sus hijas, casadas con dos jefes socialistas, pero á la colectividad socialista no llegó ni un céntimo de su fortuna. Ricos son también Julio Guesde, Laforgue y í)efuísseaux jefe este último del socialismo belga, y muy #, 'rico es Taurés, uno de los jefes del socialismo fran... cés. Promovió las famosas huelgas de Carmaux, pero ' ',no hay noticia de que con su dinero haya socorrido á los huelguistas. Bleichroeder, otro jefe del socialismo alemán, murió hace poco millonario, y millonarios son también Arons, Síngery Eriendlander que hoy capitanean á -los socialistas de Alemania. ......... Hay también quien entró pobre en el partido socialista, como ISacy y Longuet, pero así que el gobierno francés les dio sendos y bien retribuidos em- pleos, abandonaron el socialismo y se hicieron oportunistas. Y como oportunos nadie puede negar que lo son, pues no hicieron más que llegar y besar... la nómina del presupuesto. Esos y otros son los que lanzan á las clases trabajadoras á las huelgas, los que predican la revolución social, los que proclaman como medicina para los males que sufren los pobres el exterminio de los ricos. , — ¡Su propio exterminio!—exclamará el inocente \ lector—¡Qué aberración! —Aberración no—digo yo---cálculo inlernal, y' ' maquinación tenebrosa. Porque la mayor parte de los ', jefes del socialismo son judíos y los judíos de estos ". tiempos toman los treinta ó los treinta mil dineros, pero no se ahorcan; por el contrario, tiran de la cuerda que está ahorcando á los pueblos cristianos. Y por eso predican el socialismo. Porque saben que el socialismo conduce al desquiciamento social. Y la historia lo enseña: Cuando los pueblos se despedazan, los judíos se reparten sus despojos. Así se enriquecieron siempre. _ •;¡Sabedlo clases trabajadoras! DIONISIO. EL SANTO CRISTO DEL SOLDADO. . • • . ••• • .•• . r . Ea realidad de la vida ofrece al mundo muchas veces asuntos tan nuevos, hechos tan sorprendentes, que no los han imaginado aún en su delirio los novelistas y los poetas más fecundos. Voy, con vuestra venia, á contaros un caso nuevo que prueba cuan hermosa es la Féen Jesucristo Dios nuestro. Acaso creáis que voy á inventar un cuento, pero lo que voy á referiros es real, es histórico. En estos días en que los nobles hijos del pueblo español van á defender con varonil arrojo esas posesiones que alguien trata de arrancar de manos de España, de la España netamente católica, que no ha degenerado, sino que vive con alientos cada vez más firmes; en estos días en que los malditos sectarios ^ue se nos han introducido dentro de nuestra propia casa van dejando por ahí hecha girones la hacienda y la honra nacional, quedan aún esos soldados educados á la sombra del templo católico, á la sombra de la Parroquia en la que han aprendido la mejor de las sabidurías: á amar y temer á Dios. • • . . - • * No diré el pueblo, básteos saber que era aquí, en Xavarra. Un mozo robusto, alto, rubio; del que decía su madre que era un rollo de oro. ¡Qué cosas dicen las madres! Diestro en su oficio de cantero en el que no le faltaba ocupación por su bondadoso carácter, por su laboriosidad y buenas costumbres. ¡Ay, amigos! ¿Creéis que los amos no aprecian la prudencia, la honradez y buena nota de sus trabajadores? ¡Ya lo creo que aprecian! Como íbamos diciendo, en uno de estos últimos reemplazos dijo la patria á nuestro paisano: — I lijo, contigo cuento.— Y sin más que confesarse devotamente para quitar el remordimientillo de algunas faltas que le escarabajeaban en las interioridades de su escrupulosa conciencia dijo: —Allá voy. •_ LA AVALANCHA. II. < • . - . • • - . ' Por llevar un poquitín de consuelo á aquella familia que tan atribulada estaba desde que el hijo se marchó al ejército; á paso mesurado, con el breviario bajo el brazo, llegóse el señor cura á aquella honrada y humilde casa, antes tan alegre con los cantares del muchacho, hoy tan triste, con su ausencia; —Buenos días, hijos, y el Señor os bendiga— dijo el cura á los viejecítos: Y sin apenas darles tiempo á contestar al saludo preguntó: —iQut tal, hay noticias del hijo? — Si señor,—contestó la madre, ayer tuvimos carta de Barcelona en la que nos dice que estando ya destinado para ir ú Cuba, se han insurreccionado en Filipinas y ha embarcado con destino a aquellas islas, porque se conoce que hacen allá más falta que en Cuba las tropas. ¿Qué va á ser esto, Dios mío, dijo la mujer; también por Filipinas hay masones? —Por desgracia nuestra, contestó el cura, también por allí hay masones, hombres sin conciencia ni decoro que haciendo traición á la patria y con odio verdaderamente infernal se valen para herir á la patria, en lo más sanode su corazón, que son estos soldados, y estos religiosos que fueron á evangelizar á los indios, se valen digo del prestigio que la nación puso en sus manos. ¡Oh qué malvados! ¡Qué infames! ¡Cómo hacen correr la sangre de los hijos de la Religión y de la patria! Y qué castigo les reservará Dios nuestro Señor no solo en la otra vida, sino en esta. — Sí señor, dijeron los viejos dando su aquiescencia al señor cura. Mire usted, agregó la madre, yo tengo confianza en que mí hijo ha de volver, porque cuando marchó, después de darme aquel abrazo que me dio me dijo: —.Madre, no llore usted; el santo Cristo me hará volver, se lo aseguro. ¡Y me dijo esto con una firmeza, con una seguridad que yo me quedé mirándolo! , —Y ¿qué santo Cristo es ese?—preguntó el cura. ¿Qué, no lo sabe usted? Pues si el chico estaba, labrándolo en piedra y está tan bien trabajado como si fuera de plata. Así diciendo fue y sacó de un cajón de la cómoda una imagen del crucificado labrada hasta medio cuerpo, quedando sin terminar de medio cuerpo para abajo con las tosquedades de una piedra granítica, blanca y fuerte. —¿Vé usted qué cabeza de nuestro Señor tan bien modelada? ¡Mire qué mclinadita á la derecha! Y la corona de espinas, y el cabello que desciende sobre los hombros, y el divino costado abierto y los brazos Iba enumerando aquella mujer las bellezas de aquella obra escultórica fabricada por su hijo y cuando hubiéronla contemplado á su sabor añadió: ¡Pues este santo Cristo lo ha de traer! Mi hijo prometió venir á terminar su trabajo. ¡El no faltará: Jesús le ayudará! III. Para tranquilizar a aquella pobre madre hizo el cura un cumplido elogio de la escultura y otro más extenso de las costumbres cristianas del soldado autor de la obra, ensalzando su religiosidad y su proceder de buen hijo. Santo y bueno es que tengáis fé en la protección divina—añadió—y respecto á la imagen la he de bendecir: sí, señora, la hemos de bendecir. Y salió de la casa diciendo para su sotana: ¡Oh, que hermosa es la Fé, y qué gran pueblo este pueblo español! Entro tanto la madre besó la escultura, díjole no sé qué palabras al oído, envolvióla cuidadosamente en un lienzo blanco y la guardó en el cajón de la cómoda colocándola entre los pliegues del tapabocas de •cuadros de su querido hijo. . * •. 135 Cuando aquella madre habló al oído al Santo Cristo: , . ¿Qué le diría? ' •' '• • . . . • " • • • H. O. AL NACIMIENTO DEL MESÍAS. Yeniie, cxultcmus Dominus. (Salmo j.j,). Cantemos al eterno, Señor de las alturas ^ Que por amor al hombre^ . Del cielo descendió, *" . Trayéndole tesoros .... .< De célicas venturas : * Que nunca disfrutó! Cantemos victoriosos! Ya es otra nuestra suerte! Disipa las tinieblas Radiante claridad! Vencido está el infierno! Vencida está la muerte, Triunfante la verdad! Hermoso como el rayo Primero de la aurora, Como la blanca estrella, . • Como la fresca flor, El hijo de María, Üc la inmortal Señora, " Nació por nuestro amor! Humilde vino al mundo Sin séquito, ni gloria; Su cuna fue el pesebre, • La cruz su porvenir; El drama del Calvario Ya existe en su memoria... Nació para sufrir! ¡Oh caridad inmensa De nadie comprendida, Que en dulce lazo estrechas Al hombre con su Dios! Tu alivias los dolores A todo el que en la vida De tí camina en pos. ¡Oh niño, que desciendes Hasta mi baja esfera, Naturaleza humana Tomando por mi bieo, Mi corazón, mi vida, Mi alma toda entera Contigo siempre estén! Que por doquiera vaya Dichosa ó desgraciada, Amante y generosa Camine en pos de ti, Y luego, hermoso niño, Al fin de la jornada ¡Acuérdate de mi! RAQUEL. HOSANNA. Era la noche destemplada y fría Y en mísero portal desabrigado De un pesebre en la paja reclinado El Salvador del mundo se mecía. Era recién nacido y no podía La Virgen dar calor al hijo amado; Mas le dieron abrigo regalado Los humildes pastores, que allí había. ; LA AVALANCHA. 136 soldado raso, es decir, entre las filas de coristas, nomuy compactas ni valerosas en las lides musicales. Después de la exhibición referida, cuando algunos años más tarde se presentó en dicha ciudad italiana cantando la Favorita, causó una verdadera sorpresa, y desde entonces empezó á subir su celebridad y a. citarse su nombre entre los más afamados tenores de la época. Tuvo la fortuna de conocer al maestro Mariani y este encuentro acrecentó su nombradla, pues adivinando Mariani lo que prometía Gayarre se dispuso á abrirle los horizontes del arte y á darle consejos fundados en su experiencia y saber. De Roma á Bolonia, de Bolonia á Padua, de Italia á Rusia y de Rusia á Austria, cuando se cansó de echar vanos zig zag por el mapa de Europa llegó á Aladrid, y desborda el entusiasmo patrio al oir á su tenor, español, español de Navarra, á quien Europa aclamó llamándole, gloriosa y sencillamente, uno de los primeros ícnores del mundo. Este ruiseñor navarro y verdadero astro del arte lírico español, falleció en Madrid, victima de rápida enfermedad, el 2 de Enero de .1890. Nuestro grabado es reproducción fotográfica de un cuadro al óleo, pintado por el ilustre pamplonés D. Salustiano Asenjo, y que se halla en el salón de sesiones del Ayuntamiento de esta capital. BRAZO DERECHO DEL CRUCERO DE LA CATEDRAL DE PAMPLONA. PAMPLONA.—BRAZO DERECHO DEL CRUCERO Esta elevada mole supónese fue reedificada en el siglo XIV. ¡Lástima que la incuria de los tiempos haya hecho desaparecer los pináculos y agujas de este hermoso buque sagrado, preciosos detalles que avaloraban su gentileza y galanura! DE LA O A T E D K A L . Y al ver la noble emulación y anhelo, Con que aquellas dichosas criaturas Festejaban al Dios déla Humildad, Los querubes cantaban en el ciclo: Gloria, hosanna al Señor en las alturas, Paz al hombre de buena voluntad. A. C , PURO. . NUESTROS GRABADOS. 1). JUMAN OAYAIÍRE. Este ¡lustre navarro, rey de los tenores, como lo llamó el gran artista Stagno, nació en la villa de Koncal el año 1846. Todo el mundo sabe de memoria la biografía de este cantante cuya voz semejaba el canto del cisne. Pamplona recuerda sus primeras revelaciones de música cuando recién llegado de su pueblo á los i.| años é ingresado de aprendiz en un comercio de telas, abandonó la tienda para seguir una banda militar, que oía por primera vez en su vida; su entrada en el Orteón, cuando trabajaba en la fundición de Pinaquy; el descubrimiento de su mérito por D. Mariano García; el examen que hizo de él D. Hilarión Eslava; su viaje á Madrid y su entrada en el Conservatorio, en 1865, donde ganó una plaza pensionada; y su marcha á Italia, en 1870, protegido por la Diputación foral de Navarra. La primera vez que se presentó en Milán para cantar en el teatro Careano, nadie hubiera presagiado la carrera que esperaba al que hizo sus primeras armas líricas en el teatro de la Zarzuela de Aladrid como Ea Redacción de LA AVALANCHA, al conmemorar la fiesta de la Natividad del Señor, felicita cnrdialmente á sus queridísimos lectores y á cuantos le han prestado su protección y ayuda. Ileroc cristiano.—La prensa noticiera nos ha informado de que el bravo teniente coronel Sr. Cirujeda, heroico vencedor de Maceo, es católico ferviente. En los periódicos liberales hemos leído que antes de salir para la guerra dejó una alhaja al Santo Cristo de su pueblo, y esos mismos periódicos nos refieren haber oido decir á la esposa del Heroico militar que el bizarro Sr. Cirujeda es devotísimo de la Inmaculada Concepción, y que, desde que marchó a Cuba, hay en su casa luces encendidas delante de una imagen de la Purísima, y que á Ella le encomienda diariamente. RECREACIONES. Solución al jeroglífico comprimido del número anterior: EMETERIÜ. • Al logogrifo del mismo número: MURCIÉLAGO. , - ^ S o l u c i o n e s pnrcinicM: Roma, Moca, Gama, Cielo ó (¡loria. Ruego, Ega, Murcia, Lugo, Re, La, Mi, Mular, Lima, Cima, Riego, Lego, Lago, Mar, Mero, Lira, Maleo, Maceo, Urgel, Coria, Milagro, Mil, Ira, titila, Licor, Mágica, Magro, Murga, Cura, (¡ramo, Gol, Lona, Miga, Reuma, Amigo, Amor, Liceo, Ucar, Eraul, Lorca, Lerga, Mauro, Marco, Marcelo, Miguel, Gil, Galo, Camilo, Carmelo, Lucio, Aurelio, Migar, Moler, Mugir, Ir, Caer, Cegar, Celar, Colar, Colear, Comer, Colgar, Colmar, Coger, Cogear, Gemir, Guiar, Elogiar, Oir, Oler, Lamer, Limar, Legar, Liar, Ligar, Loar, Luir, Redamo, Coma, Gira. No se ha recibido solución alguna completa al precedente logogrifo y por eso no se ha adjudicado el regalo ofrecido. PAMPLONA,—Impronta y Librería de Joaquín Lorda. Calle Chapitela, número 2.