La Fragua de los Tiempos 18 de marzo de 2012. N° 944 Los Gaytán y sus amigos (parte XXIX). Jesús Vargas Valdés. La política represiva contra el movimiento agrarista del estado de Chihuahua se inició decididamente con las medidas de castigo impuestas a los profesores Gómez y la subsecuente orden de aprehensión contra Álvaro Ríos. Esta represión se lanzó como advertencia y anunció de lo que venía. Más adelante se sumarían nuevas acciones represivas, pero no era iniciativa exclusiva del gobernador Giner; así fue la política nacional impuesta por Gustavo Díaz Ordaz desde la Secretaría de Gobernación. En ocasiones anteriores me he referido a él como el cerebro que dotó al presidente Adolfo López Mateos (1958-1964) de una estrategia para someter a punta de bayonetas y rejas la inconformidad popular durante esos seis años; así sucedió contra los ferrocarrileros, médicos, profesores, copreros, etcétera. Fue tan efectivo su desempeño como guardián del gran capital nacional y extranjero, que con esos méritos se convirtió en presidente durante 19641970. Pero en Chihuahua las advertencias y la orden de aprehensión contra Álvaro Ríos no amedrentaron a los campesinos, quienes siguieron buscando alternativas para resolver sus demandas y a mediados de 1963 se habían erigido como vanguardia, cinco frentes de lucha con sus dirigentes que garantizaban la continuidad del movimiento: Madera, Villa Ahumada, Casas Grandes, Delicias y Parral. En Madera, Arturo Gámiz se había convertido en el dirigente político de la región, el profesor Raúl Gómez en Delicias, Dionisio Sánchez en Villa Ahumada, a pesar de sus bandazos estratégicos con la CNC. En la región de Parral se presentaba una situación especial porque desde el inicio se había distinguido el licenciado Salustio González como el estratega; pero en las invasiones de tierras, Judith Reyes era la que salía al frente. En esos días había mucho barullo en la prensa local a causa de las invasiones de Sombreretillo y Casa Colorada, y tanto en la prensa como en los informes militares o de gobernación, se señalaba a Judith como la responsable de esas acciones. En un oficio catalogado con el número 377 y fechado el 10 de julio de 1963, el general de división, Antonio Gómez Velasco, comandante del 4º sector militar con matriz en Parral, informó a sus superiores que el destacamento militar de San Francisco del Oro había desalojado a un grupo de campesinos invasores y que se había detenido a algunos de los “infractores”, así como documentación y armas que tenían en su poder a la hora de la aprehensión. El general informaba también que los individuos (“infractores”) debían ser consignados en Chihuahua, pues era casi seguro que si los llevaban a Santa Bárbara, donde correspondía, podrían obtener fácilmente su libertad y con ello se propiciaría un enfrentamiento que “sin lugar a dudas terminaría en un zafarrancho”, y refería que eso ya había quedado demostrado cuando al ser capturado Mónico Primera, se le había consignado a las autoridades de Santa Bárbara, Chihuahua, “de donde se había fugado solamente para llevar a cabo su venganza que cobró un muerto y dos heridos de la familia Villalobos. Es por eso que esta comandancia de sector trata de evitar, hasta donde legalmente le es posible, que los malhechores hagan mofa de la justicia”. El ejido Casa Colorada, como otros del estado de Chihuahua, estaba dividido entre campesinos que pertenecían a la CNC del gobierno, y por otra parte ejidatarios o solicitantes que andaban participando en la UGOCM. Como ya se vio en el caso de Villa Ahumada, los políticos de la CNC recibían todo el apoyo del agrario y del gobernador, para imponer comisariados ejidales y para que las resoluciones presidenciales se le entregaran a su gente, dejando fuera a los de la UGOCM. Esa era la situación de Casa Colorada. Al final de su informe, el general Antonio Gómez Velázquez notifica al general jefe de la 5ª Zona Militar: “Es de hacerse notar que en la región existe una agitación generalizada que ha sido provocada por la C. Judith Reyes, desde el caso de invasión de tierras de Sombreretillo, Chihuahua. Pues esta comandancia ha tenido noticias que dicha señora ha andado agitando en la región.” Carta aclaratoria en El Heraldo. Semanas después, el 5 de septiembre, los campesinos de Cebadilla de Dolores, del municipio de Madera, enviaron una carta al director de El Heraldo de Chihuahua, solicitándole que se hiciera una aclaración con relación a una nota publicada en el mismo periódico el día 28 de agosto con el encabezado: “Tierras para ayudar a los campesinos”. Transcribo textualmente el contenido de la aclaración porque en su contenido se incluyen algunos datos históricos del conflicto en la zona de Madera y porque se demuestra la mala fe y la forma en que se engañaba a la opinión pública. Por el lenguaje político también considero la probabilidad de que Arturo Gámiz haya participado en la redacción. Esto es lo que contestan: Es el colmo que quieran hacer aparecer a Francisco Portillo ayudando a los campesinos de Cebadilla, cuando éste ha sido su peor enemigo; ya que en connivencia con funcionarios venales del departamento agrario y gracias al dinero que les ha untado, despojaron a los de Cebadilla de las tierras que tenían en posesión hace treinta años por resolución del mismo departamento agrario. Hay que aclarar que el peor enemigo del campesino lo fue al ingeniero Piñón Córdova. Portillo le ofreció bosque al gobernador del estado Foglio Miramontes, y éste los mandó arrojar con la policía del estado; pero gracias a la intervención del entonces presidente municipal señor Gonzalo Carranza y al C. coronel retirado, Gerónimo González Vargas. En un acto de justicia, ordenaron a los campesinos se metieran a sus casas y no se dejaran arrojar. Todo esto disgustó al C. gobernador, pero ya no los volvieron a arrojar. Siguieron las intrigas y aún hubo asesinatos. Después, hicieron aparecer un decreto de inafectabilidad, cosa que no procedía ya, que estaba afectado de años antes y el problema no se había resuelto. Afectado estaba desde mil novecientos treinta y el decreto apareció entre cuarenta y cinco y cincuenta. Lo que pasaba era que el departamento no oía más que a Portillo y para los demás estaba sordo, ya que éstos no podían dar ningún dinero y sólo pedían justicia. ¿Qué Sirupa es pequeña propiedad? Sí es, pero a lo más cincuenta hectáreas tituladas por don Benito Juárez; pero lo que el Gobierno expropió al Ferrocarril Noroeste de México y le vendió a Portillo, son cuarenta y cuatro mil hectáreas y como se ve, es un latifundio en muy malas manos, por cierto. Si el ingeniero Santoscoy acepta la dádiva de Portillo para terminar con este conflicto, habrá acabado de remachar el clavo a la peor de las infamias porque ahí, en esas tierras y en esas casas, está el terreno que los campesinos denunciaron hace más de treinta años y les fue aceptado por el departamento agrario y hasta les dieron posesión provisional para después de tanto tiempo en que hasta han pagado impuestos por su posesión, los arrojan de ahí, dizque porque el terreno goza de inafectabilidad. Enviamos una copia a nuestro primer mandatario para que se dé cuenta y ordene una minuciosa investigación sobre el terreno de los hechos, y les pregunte a los campesinos dónde está el terreno que les donaron hace más de treinta años, y con el dedo se los pueden señalar. De lo contrario, si les titulan los pedregales que le expropiaron a Bosques de Chihuahua, tendrán que salirse de ahí porque si no, se irán a quedar a comer lagartijas y el título les servirá para darle con él en las narices a sus verdugos, que en éste caso sería el departamento agrario. En cuanto a Portillo, creemos que ni en el infierno pagará. El canto de Judith Reyes, voz de los agraristas. Judith nació en un pueblito cercano a Tampico en el año 1924. Desde pequeña se distinguió porque poseía un carácter inquieto e indomable, así lo relató ella misma en su libro autobiográfico La otra cara de México: Fui una niña renuente a usar zapatos. Sucedía que en el camino de casa a la escuela los llevaba puestos; pero de la escuela a casa, era común regresar con ellos al hombro. Me los quitaba porque me estorbaban para chapalear en los charcos, para meterme en las alcantarillas a atrapar peces o perseguir ranas en las zanjas [...]. Yo no jugaba a las muñecas. Prefería corretear con los muchachos del rumbo, jugar béisbol, escurrirme en los árboles, atrapar caraballos en el día y luciérnagas en la noche, bailar el trompo y ponérmelo en la palma de la mano hasta que se quedara dormido, y jugar a la rayuela, a las canicas y a la guerra [...]. A los 14 años empecé a cantar en las fiestas y pronto me incorporé a los grupos de variedades que recorrían los campos petroleros [...]. A los 16 años me hice dueto con un compositor y terminé casándome con él. Instalamos nuestro hogar en una vecindad de las calles de Magnolia en la colonia Guerrero, de la ciudad capital. Mi matrimonio anduvo mal. Mi marido, aquel bohemio, considerado un excelente guitarrista y buen compositor, había caído en el vicio del alcohol; se volvió tan informal por lo mucho que bebía, que le resultaba imposible aprovechar sus facultades. A los 18 años, Judith artista, hizo su primera gira al extranjero recorriendo varias ciudades de los Estados Unidos; más adelante se regresó a Tamaulipas, pero como no había trabajo para los artistas, decidió salir a buscarlo en Coahuila donde se unió con su voz y su guitarra a un circo. Más adelante, en la ciudad de México, se dedicó a cantar y a componer sus propias canciones, allá conoció a Tata Nacho quien la contrató para participar en sus números musicales. Una de sus primeras composiciones exitosas fue Corazón burlado, grabada por Tito Guízar; pero su mayor éxito en esta etapa de la ciudad de México fue la canción Parranda larga, grabada por Jorge Negrete, con quien cultivó una entrañable amistad que duró varios años, hasta el día en que murió el charro cantor. Al respecto, escribió en su biografía que la muerte de Negrete en 1952 la había dejado muy triste y desconsolada. Sin embargo, ese mismo año viajó a ciudad Juárez donde vivía su gran amiga Patricia. Ahí se inició una nueva etapa en su carrera artística, cantando con su guitarra en las ciudades más importantes del estado de Chihuahua, pasándose de ahí a Durango y luego hasta Mexicali, donde se integró al elenco de Paco Miller, que realizaba giras por distintas partes del país; en esa ocasión le tocó a Judith recorrer con éxito varias ciudades de la costa del Pacífico. Aunque iba y venía, durante la década de los años cincuenta estuvo en varias ocasiones en Chihuahua. En una ocasión le tocó ver en la plaza una multitud de campesinos haciendo fila, y se impactó mucho cuando supo que se trataba de trabajadores del campo que esperaban afanosamente la oportunidad de salir a trabajar a los Estados Unidos. Era el año de 1956, y desde entonces se quedó grabada en su memoria esa imagen como síntoma de que las cosas andaban muy mal para los campesinos mexicanos. Después de “andar rodando” varios años, en 1959 decidió radicarse con sus tres hijos en la ciudad de Chihuahua. Para entonces casi había dejado el canto comercial y andaba buscando la manera de sobrevivir con un trabajo más estable, menos absorbente. A mediados de 1960 entró a trabajar como agente de publicidad de El Informador, periódico de mala muerte que salía a la luz “el día menos pensado” de cada semana o de cada mes. En noviembre de ese año, cuando llegó a Chihuahua la caravana agrarista organizada por Álvaro Ríos, con campesinos de diferentes grupos solicitantes de la región de Madera, los directivos de El Informador la comisionaron para que acudiera al campamento como reportera; ella se espantó porque su trabajo era como vendedora de publicidad, pero no le quedó remedio, se consiguió una libreta y buscó el lugar donde habían acampado los “caravaneros”. Eran más de quinientos campesinos, convivió con ellos esa noche y observó las condiciones miserables en que se encontraban los indígenas pimas que habían bajado de la sierra a protestar por los despojos que estaban sufriendo por parte de los caciques. Uno de ellos le platicó con detalle y le ofreció un vaso con agua y pinole, único alimento que traían para mitigar el hambre. Por lo que ella misma escribió, la experiencia con los campesinos fue determinante en la orientación de su vida. Desde ese día se comprometió con el indígena pima a convertirse en periodista en serio, para denunciar las injusticias que se cometían contra todo el pueblo. La inestabilidad de El Informador era desesperante, y se fue a vivir a Parral consiguiendo trabajo en el periódico El Monitor, donde muy pronto se volvió a encontrar con el joven dirigente Álvaro Ríos. “Un día se presentó en la redacción Álvaro Ríos, el de la marcha de los caravaneros de ciudad Madera. Venía a informar que los del Frente Villista “División del Norte”, acaudillados por Dionisio Sánchez Lozoya, habían invadido el latifundio de Santo Domingo.” Tomó nota de lo que platicó con Álvaro y publicó sus primeros artículos contra el latifundismo, pero al mismo tiempo juntó gente y organizó el Comité de Apoyo a los Campesinos de Santo Domingo. En unos cuantos días movilizó varias brigadas de jóvenes que, con una pequeña urna, acudían a las plazas y a los pórticos de las iglesias pidiendo apoyo económico. Después organizó un concurso de aficionados en el auditorio municipal. El comité logró reunir cuatro toneladas de alimentos, ropa y zapatos, además de tres mil doscientos pesos en efectivo. Salustio González y los compañeros del periódico estaban admirados por las capacidades de Judith como organizadora. Para no dejar a medias su labor, ella misma se encargó de conseguir un camión grande y en abril de 1961, junto con otros miembros del comité, los llevó hasta la hacienda de Santo Domingo en el municipio de Villa Ahumada. Pero faltaba lo peor, el sitio invadido por los campesinos estaba rodeado de soldados comisionados para impedir el paso de cualquier alimento. Durante casi dos días tuvieron que hacer uso del ingenio para lograr llegar hasta el campo invadido donde finalmente descargaron toda la mercancía. Tres días después se regresaron a Parral en el mismo camión, que por puro milagro salió airoso del viaje. Meses después Judith regresó con su guitarra en mano y le cantó a los invasores y familias el corrido de Santo Domingo, compuesto por ella misma. En los meses siguientes, Judith se integró plenamente al movimiento realizando actividades de organización en la región sur del estado; en julio de 1962 participó de lleno en la organización del Congreso Agrarista de Parral y fue ahí donde conoció al profesor Arturo Gámiz, según relató ella misma en su autobiografía. Las actividades de difusión a través de El Monitor, las proezas de organización que realizó Judith, la enaltecieron a los ojos de todos los campesinos y particularmente a los ojos y el corazón de Álvaro Ríos, quien le tomó mucho afecto. Después del congreso de 1962, ese afecto se transformó en una relación amorosa que sostuvieron discretamente hasta 1964. La mancuerna que hicieron durante esos años fue portentosa, Judith no tenía límites para desarrollarse tanto en el periodismo como en el canto revolucionario, y en la organización por parte de la UGOCM. Después de trabajar intensamente en las páginas de El Monitor, Judith se lanzó a fundar el periódico Acción, el cual se convirtió en el medio informativo del movimiento. En la primera edición imprimieron sólo mil ejemplares, pero poco llegaron a un tiraje constante de cinco mil. En este periódico colaboró el profesor José Santos Valdés y varios personajes de Chihuahua y Durango que estaban comprometidos con el movimiento agrarista. Así llegó a convertirse en dirigente del movimiento agrarista en la región de Parral, y por eso en 1963 la señalaban los informantes de gobernación y del ejército como la responsable de las invasiones en Coloradas y Sombreretillo. Pero su horizonte era más amplio, y dos años después sería la voz nacional del asalto al cuartel de ciudad Madera y nunca más se separaría de las causas justas del pueblo. Judith Reyes, artista, periodista y revolucionaria, merece el recuerdo, merece el reconocimiento histórico de los chihuahuenses y de todos los hombres y mujeres que valoran en este país, la libertad, la verdad y la justicia.