Capítulo XVI. Las rutas naturales y las rutas artificiales del mundo

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Las rutas naturales y fas rutas
Artificiales del mundo,
E! Vaho do /in"na Bxpera;sni y ti Cona/ dr Suez .—E1 Ca1w de Hornos y el Canal de Panansá.—El 'monumento
k Colón en .1,nwall— 1 . nns eral ni undus. .....
Terminarnos ya de etraetar los das ese;nidal:,sos procesos
de Panamá no mil oehoeit•y itus noventa y tres, que, corno
después se verá, fueron en parte originados por Tío Sam,
que ya desde entonces trataba de acaparar la obra ud Canal;
pero antes &' dar ti conocer á los ktorvs alguno documentos iuuv i nteresant es ti ese respecto. y también it estado actual de lostrabajos y las negociaciones de Francia con E.,tados Unidos, ereenlos 11111Y oportuno presentar un ligero
estudio col itpara ti vn del pr' ivectado Canal de Panamá; con
otras obras similares. Esto mejor que cualquiera otra eoa,
dará una idea di- la importaneia'de ese trabajo. á los leetores
poco versa,Ins en el asunto.
La historia de las rutas del globo. ú. mejor dicho, de la
variaciones hechas por el hombre á tales rutas, desde 104
tiempos nis lejanos de lit vida comercial de la humanidad,
El Canal Intnocéanico de Panamá
hasta nuestros días, es uno de los capítulos más curiosos d°L
estudio de la civilización.
Apenas abrieron los gloriosos descubrimientos de Vasco
de Gama y de Magallanes, á loe navegantes, las rutas del
Cabo de Buena Esperanza y del Cabo de Hornos, cuando los
Pilotos abandonan las rutas antiguas y á la vez las poderosas del mundo asiático.
En fin, del siglo décimo quinto marca la decadencia del
Mediterráneo é inaugura el gran movimiento que surta desde entonces los nuevos ocáunos.
El desarrollo dado después á los trabajos públicos, debía
en el siglo décimo noveno modificar las rutas naturales de
Buena Esperanza y del Cabo de Hornos, creando el camino
artificial de Suez y proyectando el de Panamá. Una ligera
ojeada á la historia va á permitirnos desmostrar la poden£íima influencia que ha ejercido sobre la civilización el
descubrimiento, 6 mejor dicho, la creación de las nuevas
rutas del inundo.
A fines del siglo décimo quinto, reinando los Medicis en
Florencia, Francisco primero continúa en Francia la campaña artística que los florentinos enlpren(t;eroll, y de la
que aún conserva la Italia maravillosos vestigios.
Venecia y Génova, N . con ellas el Mediterráneo, están tu
a pogeodesu esplendor. En la Península Italiana convergen
las dos únicas rutas por las que llegan loe mil productos del
Oriénte; las telas de seda tan maravillosas, que se venden 4
precio de oro, las piedras preciosas, las especias, los perfumes
y las perlas. Todo el tráfico con ese país se hace por ruta terrestre del interior del Agia al mar Negro, á través de misteriosas comarcas, 6 por 'vía marítima de la Italia al Mar Rojo y de ahí por el Nilo al Mediterráneo.
Más allá de ese circulo, la imaginación popular y la de los
navegantes suponen un mar tenebroso lleno de tempestades.
Es. sin embargo, en ese siglo, cuando Colón sueña con
una nueva ruta para ir ú las Indias; en ese siglo también
So
Alberto Lednc
Vasco de Gama, continuando la obra de Bartolomé Díaz,
piensa doblar el vasto continente africano, y Magallanes va
á rodear el Nuevo Mundo y á ser el primero que entre triutalmente en la majestuosa extensión del Pacífico.
Esas tres victorias marítimas, que debían resolver de una
nanera definitiva el problema de Ja extensión del globo, tuvieron como, resultado inmediato, variar el centro en cuyo
derredor había evolCcionado basta ee día la riqueza general, arrancarla para siempre al Me1iterrúneo, para acaparar
.1 vasto dominio del Océano.
Génova y Venecia van 6 renunciar por largos años el centro del mundo que creían conservar en sus manos hasta la
.onsurnación de los siglos.
I{é ahí lo pie hicieron los de scubrimientos de las rutas
naturales: al mismo tiempo que ampliaban el mundo y
multiplicaban su imperio, arruinaban las ciudades más célebres del viejo continente, cerrando loe antiguos caminos
que les habían asegurado, hasta entonces la preponderancia
y la gloria, hac'iendó surgir de su larga obscuridad, pueblos nuevos, que pronto cederán su puesto á los vencedore!
dconoeidos.
Ahora bien, los pasos mhrítimos establecidos por la mano
de los hombres han creado también una geografía nueva.
Basta mirar un mapa de Europa y Asia, para daree cu(nta de las mil dificultades que traía consigo un comercio de
odrnhios, cuando los valles naturales, las corrientes con frecuencia torrenciales de los ríos, las altas cadenas de montañas, los mares mal explorados servían de rutas largas y
peligrosas 6 las caravanas ó 6 las flotas insufloientements
tripuladas.
¡ Por cuántos transbordos debían pasar esas mercancmn,
antes de llegar sanas y salvas á su destino! Su valor se multiplicaba y muchas veces, debido 6 los derechos exhorbitanS, impuestos en los países de tránsito, por sultanes, etc.,
E! Canal Interochnico de Panam&
Si
lo que valía un ducado en las plazas de las Indias, valía cien
en Venecia.
El imperio romano estableció las rutas marítimas que fueron frecuentadas hasta Vasco de Gama, y que por una curiosa coincidencia de retomo al pasado, debían, después de
un abandono de cuatro siglos, ser reconstruidas por medio
del Canal de Suez.
De Alejandría, los buques cariados de vinos dejtalia, do
metales, de telas, de armas y de vestidos occidentales, subían
el Nilo hasta Coptos, de donde las mrcancfas eran embarcadas y Be Jinglan á lo largo de las costas, hasta la punta
meridional de la India, donde eran cainbjadas por piedras
preciosas, especias, sedas y esclavos.
Hasta el descubrimiento de Vasco de Gama, la gran ruta
de Iaa Indias hacia el Mediterráneo, es siempre el mar Rojo
y los Estados del Sudán, ya por Suez, ya por la Meca.
Fuera de esa ruta marítima del Sur, noteinosla vía terrestre del Norte, que llegaba por China hasta Pekín, por
el Caspio, el -río Ural y el Turkestán, y que exigía nueve
meses de peligrosísima travesía.
Tales eran en la época en que Vasco de Gama soñaba con
la conquista de la India, la situación de las rutas del mundo
s' las relaciones comercialEs entre los paises del Levante
ese mar Meditcrrneo, cuya decadencia se aproximaba.
El Oriente desconocido; Venecia poseedora del centro del
mar, una sola ruta, llevando á las aguas latinas las riquezas
de todo el mundo, los mercados del Norte, tributarios de las
poderosas ciudades italianas .....yel descubrimiento del
Cabo de Buena Esperanza, iban á derribar todoescaudamiaje de gloria, y é. aniquilar en un día el edificio que los siglos
parecían haber edificado de una manera inquebrantable.
Fué el ocho de Julio de mil cuatrocientos noventa y siete,
cuando Vasco de Gama salió de Lisboa, á. la cabeza de una
'flotilla de cuatro buques en busca del camino tan deseado,
y el dos de Marzo de mil cuatrocientos noventa y ocho, Ile6
Ea
Alberto Ledue
gaha esa flotilla á Mozambique, donde los barcos moriscos
estadionaban, cargados de oro, de plata, de piedras preciosas, de especias y de perlas, y el veintinueve de Agosto de
ese año, volvía el navegante audaz á Lisboa, llevando á su
país el secreto del poder de la República de los Puses. Vasco
de China sometió al Sultán del Soudán y arruinó It Venecia,
en provecho de Portugal; no más transbordes ni impuestos
que pasar al Sultán del Soudán.
Durante un siglo, Lisboa fué el gran entrepuente del Levante . . . . . . . y de toda esa gloria, no queda hoy de
imperecedero más que las estrofas inmortales de Camoens.
A Magallanes tocó descubrit otra vía, cúya lmportanoia
es mayor que la del Cabo de Buena Esperanza; la ruta de la
Aniérira Meridional, por el estrecho que lleva su nombre.
El diez de Enero de mil quinientos veinte, llega al Brasil,
(lt•scuhierta la América), la flotilla encabezada por Magallanes deja las costa de Europa y se dirige al Nuevo Mundo.
El diez de Enero de mil quinientos veinte, llega al Brasil,
el veintiocho de Noviembre desemboca en W Pacífico, y el
diçci5éis de Marzo desembarca en las Filipinas, donde muere apaleado por los insulares.
Continuaron sus compafieros Ja ruta de circunnavegación,
y ci seis de Septiembre de mil quinientos veintidós, los po(as supervivientes de la expedición entraron triunfalmente
al puerto, de donde salieron tres años antes.
Sebastián del Cano, el último de los que sobrevivieron á
empresas tan audaz, recibió de Carlos quinto, además de
una recompensa en dine.ro, armoriales que deberían recordar para siempre el acto heróico del navegante. Un mapapundi con la divisa:
"PD&IWJS circundédi.g ii va e."
Y fueron esos dos pasajes descubiertos por Gama y Mag:ilhttws, los que conservarán el monopolio del comercio,
haAt.t que Suez y Panamá vengan á plantear su formidable
corii1,ctencia. Paro antes de Magallanes y de Gama, un hom.
El Canal Interockanico de panrmk
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bre, cuya memoria sobrepasa á todos en gloria y en esplendor, buscó también la ruta de las Indias. Llamóse Cristobnl
Colón, y creemos inútil hacer aquí, ni en Bintesis siquiera,
la-historia de su obra.
Nos bastará decir que, á pesar de todas las traiciones y
de todas 1a8 perfidias del Tío Sam, la humanidad, por los siglos de los siglos, reconocerá en el genovés ilustre, precursor de Balboa;, de quien ya hablamos, é iniciador primero del
Canal Interocésnico, al grande creador de la nueva ruta
artificial del mundo. Por eso tal vez su estatua se levanta
en Aspinwall 6 Colón, con el rostro vuelto hacia esa ribera
asiática, cuya ruta buscó.
Una inscripción semejante á la que en una humilde posada de Génova se lee, recuerda al viajero la obra del navegante ilustre:
"4fospes, disto pradwra. Fuit ¡tic luz prima Cohimho,
Orbi viro inayori ¡ten nimis areta domus!
Unus erat ,nundtgs. Duo suni, a-it filie, Fuere.
Colón, Gama, Magallanes. . . . esos tres nombres están
indisolublcmente ligados á la historia del mundo, y no bastarán loe millones de los yankecs para borrar nunca sus
nombres de la historia del progreso. La tierra actual existe
por ellos, y durante trescientos años, la ruta que ellos tra
zaron en la inmensidad de los Océanos, será fielmente seguida por 1n navegantes.
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