Lynn Margulis - La Opinión A Coruña

Anuncio
Saberes
La Opinión A Coruña
■ REIVINDICACIÓN
DE LA BOHEMIA (3)
■ EL ENIGMA DENTRO
DEL MISTERIO (5)
■ MEMORIAS DE MARÍAS (8)
■ GLORIA A BABEL! (12)
Lynn
Margulis
y el origen
de la vida
compleja
La bióloga defiende
la simbiogénesis
como proceso básico
de la evolución
en una entrevista con
LA OPINIÓN
(Páginas 6 y 7)
suplemento
de cultura
número
179
sábado, 29 de marzo de 2008
Saberes 2
La Opinión A Coruña
Sábado, 29 de marzo de 2008
Lecturas
Los rojos o el enemigo
La representación de los “rojos” como “enemigo absoluto”
por los sublevados durante la Guerra Civil
JULIO ANTONIO VAQUERO IGLESIAS
La violencia simbólica, condensada en el
término “rojos” con la connotación de “mal
absoluto”, que difundió el Ejército sublevado, no fue mera propaganda instrumental
para justificar la violencia práctica ejercida
para aterrorizar a la población y conseguir el
éxito del golpe militar en el menor tiempo
posible. Fue, al contrario, un aspecto fundamental de esa violencia y tuvo un fin en sí
mismo. Ésta es la tesis que defiende en este
libro el historiador y profesor de la Universidad de Alicante Francisco Sevillano, especialista en el tema de la violencia durante la
Guerra Civil y el franquismo.
Para ello, Sevillano reconstruye su contenido en las diversas manifestaciones en que
se expresa esa imagen de los “rojos” y establece las pautas fundamentales que siguen
los códigos de ese discurso y llega a la conclusión de que constituye una propaganda de
corte totalitario como la que en ese momento está creando y difundiendo el nazismo y
ha estudiado magistralmente Victor Kemplerer en sus Diarios.
La pauta fundamental que sigue ese discurso es la de considerar a los “rojos” como el
“mal” en estado puro. No participan de la
esencia de la identidad española, son la anti
España, portadores de elementos ideológicos
extranjeros corruptores de aquélla como el
Rojos. La
representación
del enemigo en
la Guerra Civil
FRANCISCO
SEVILLANO
Alianza
Madrid, 2007
183 páginas
marxismo, el judaísmo y la masonería. Desde
ese núcleo de significado adquieren sentido
todas las referencias que la propaganda lanza
de la imagen de los que considera enemigos
en el sentido radical del término, como “no
humanos”, como enemigos “públicos”, que
teorizó el pensador filonazi Carl Schmitt.
Tal imagen de los “rojos” la constata el
autor en el análisis tanto del discurso propagandístico de naturaleza propiamente literaria como en los de contenido religioso, médico y hasta humorístico y alcanza su más perversa elaboración en el tratamiento que da a
las mujeres “rojas”, a las milicianas.
Si la legitimación religiosa del bando
“nacional” por la Iglesia española llevó a
considerar a los “rojos” como pecadores,
necesitados de redención, en el plano médico se les atribuyó a los vencidos ser la
expresión de una patología social.
El psiquiatra Vallejo Nájera elaboró toda
una teoría de la misma, escribiendo lindezas
de esta jaez: “Apriorísticamente, presumimos que los fanáticos marxistas que han
combatido con las armas en la mano ofrecerán un comportamiento esquizotímico o
variedades degenerativas de esa serie temperamental”. La estigmatización de los
“rojos”, aquella “horda criminal”, alcanzó tal
grado que llegó a decirse seriamente que su
podredumbre moral se traducía en mal olor.
Wenceslao Fernández Flórez escribía en
1939 en las páginas de Abc: “El olor a rojo es
tan fuerte y tan típico que creo distinguir a
Diosas y damas
en China
SAÚL FERNÁNDEZ
China se descubre de verdad en Occidente con el viaje medieval de Marco Polo y del
resto de los comerciantes europeos. Siglos
atrás, con Alejandro Magno, el Lejano
Oriente estuvo al alcance de la mano de los
griegos, pero las fuerzas militares sucumbieron a orillas del Indo. Desapareció así toda
posibilidad de continuar adelante. Y ese
“adelante” continuó embozado para Europa
entre olas de misterio y desconcierto.
Europa es la medida del crecimiento, el
patrón de la historia. Todo existe en función
de lo que suceda en el continente occidental.
Lo extraño siempre son los alrededores, que
se convierten siempre en mitos y leyendas,
historias falsas que nacen del desconcierto.
Los atractivos chinescos se doblan ante los
ojos occidentales, lo ininteligible se abre de
par en par ante el descubrimiento. La lejanía
produce curiosidad, pero también desconfianza. Y, sin embargo, existen raíces comunes que dan en historias cotidianas que son
similares, aquí, en Europa o allá, en la más
lejana de las tierras chinas.
Pedro Ceínos Arcones en estas Leyendas
de la diosa madre muestra un mundo desconocido a unos espectadores alejados de la
vida central china. Descubre un país unitario, pero multinacional. No todos los habitantes de China pertenecen al pueblo han, el
mayoritario, el que, en visión gruesa, se
resume en esos 1.500 millones de habitantes
a los que se les llama chinos, así, por antonomasia. La multitud de pueblos minoritarios
—algunos de hasta un millón de almas— se
abre a Europa de la mano de la última obra
de Ceínos Arcones, esta compilación de historias míticas en busca de la respuesta central a toda la existencia: el mundo se mueve
sobre la cuerda de las mujeres. El mundo se
un marxista y aun seguir su rastro con un
olfato poco ejercitado. El marxismo —religión de presidiarios, de fracasados, de envidiosos, de contrahechos, de vividores, de
perezosos, de gente de cubil— tenía que oler
así, precisamente, a conciencia podrida, que
huele peor que una ballena muerta”.
Las “rojas” son en este discurso la antítesis de las “azules”, las falangistas, que son la
expresión más acabada de la feminidad y las
virtudes de la raza hispana.
La caricatura de las milicianas incide en
despojarlas de su condición femenina,
tachándolas de marimachos y ridiculizando
su manera masculina de vestir con el consabido mono y su comportamiento licencioso y
su actividad revolucionaria. Así las retrataba Jardiel Poncela: “Las mujeres rojas son
agitadoras políticas, oradoras de mitin,
periodistas (…), feas conscientes de serlo;
patizambas, contrahechas, bizcas y amargadas de la vida (…)”.
El intento de Sevillano de teorizar este
discurso del “rojo” apenas queda en un esbozo, de escasa profundidad, pero el análisis de
su contenido y su uso sí deja claro que constituyó algo más que un discurso instrumental para uso bélico. De hecho, fundamentó,
tras la derrota republicana, la represión
legal del franquismo, cuyas consecuencias
han llegado hasta hoy. De ahí, la justicia y
necesidad de esa ley de la memoria histórica
que acaba de ser aprobada por las Cortes
españolas.
Leyendas
de la diosa
madre. Y
otros mitos
de los
pueblos de
China de
diosas y
mujeres
PEDRO CEÍNOS
ARCONES
Miraguano
Madrid, 2007,
281 páginas
inventa con la mirada femenina. Ceínos
Arcones, de hecho, sintetiza esta tesis en
una antología de relatos míticos divididas en
cuatro: La diosa creadora, La diosa del cielo
crea el mundo, La diosa civilizadora, En los
tiempos matriarcales y El fin de las amazonas. Las mujeres descubren el misterio que
consolida el mundo y el mundo entero se
descubre a los lectores europeos con el favor
del último estudio de Pedro Ceínos Arcones,
el primero que habla de mitología femenina
china por primera vez al continente del que
partieron Marco Polo y el resto de los
comerciantes medievales.
La Opinión A Coruña
Sábado, 29 de marzo de 2008
3 Saberes
Lecturas
Reivindicación de la bohemia
FRANCISCO R. PASTORIZA
En los años de transición entre los siglos
XIX y XX la vida literaria española conoció
una actividad inusitada con el desarrollo de
movimientos como el modernismo y la generación del 98, el protagonismo de personalidades variopintas e irrepetibles como Valle
Inclán, Rubén Darío o Gómez de la Serna, la
creación de obras fundamentales en el teatro, la novela y el ensayo y la aparición de
nuevas formas de vida que inyectaron en la
sociedad costumbres, ideologías y puntos de
vista inéditos, que enriquecieron de polémicas apasionantes, de confrontaciones apasionadas y de nuevas visiones sobre viejos
temas, el apático mundo cultural español.
Fueron unos años decisivos para comprender la historia y la cultura posteriores.
Madrid era entonces el centro de aquella
bulliciosa actividad intelectual y creativa, la
ciudad en la que aspiraban a estar los creadores de todas las periferias, el verdadero
rompeolas de todas las Españas, y allí confluían artistas de todas las latitudes. En
estos años se desarrolló por primera vez en
la capital uno de los fenómenos sociológicos
más estimulantes y creativos en el mundo de
la cultura, cual es la bohemia.
La bohemia nació en el seno de la sociedad
romántica francesa entre 1820 y 1840 y tuvo
como escenario principal el Barrio Latino de
París. Evolucionó desde la llamada bohemia
dorada, o galante (la de Teophile Gautier,
Gérard de Nerval y Alfred de Musset), antiburguesa, preocupada sobre todo por la creación, hasta la llamada bohemia negra, bautizada así por el capitalismo de la época debido a su adscripción socialista y anarquista.
Fue esta última la que llegó a España años
más tarde, integrada por jóvenes artistas y
escritores entregados sin condiciones a la fe
de la creación, convencidos de que la literatura era un arma revolucionaria.
Entre ellos había personalidades
deslumbrantes dotadas de talento y osadía, junto a mediocridades cuyo mérito más
destacado era el ingenio para ejercer el
parasitismo.
Consecuencia
de la actitud de
estos últimos fue la condena de regeneracionistas, socialistas y anarquistas hacia un
movimiento que llegaron a considerar decadentista, socialmente estéril y literariamente
infecundo.
La bohemia es una condición espiritual que
pone por encima de todo la libertad, la absoluta independencia. La bohemia es audaz y
creativa pero es, fundamentalmente, insobornable en sus convicciones, entre las que está
su oposición a la mercantilización de la cultura y al sistema de valores de la clase dominante, entonces en España los de la Restauración: la desigualdad, la explotación, las guerras coloniales, la monarquía que tiene por
brazos el clericalismo y el militarismo (Joaquín Dicenta en La cuestión social). De ahí el
odio que suscitaron en los escritores burgueses y el temor de éstos ante la divulgación de
sus planteamientos, acogidos en las páginas
de la revista Germinal, de un cierto impacto
en el mundo literario. Algunos de los más
conocidos escritores comenzaron su carrera
bajo los principios de la bohemia anarquista:
Valle Inclán, Rubén Darío, Azorín..., y aunque
la abandonaron en algún momento de su trayectoria, una parte de su obra está impregnada de algunos de sus préstamos. Otros permanecieron siempre fieles a sus principios:
Joaquín Dicenta, Rafael Delorme, Pedro Luis
de Gálvez, Ernesto Bark,
Eduardo Zamacois... y sobre todos ellos Alejandro Sawa. Alejandro Sawa nació en una
familia malagueña de orientaciones culturalistas (su hermano Enrique fue también escritor y su otro hermano, Miguel, periodista) y
muy pronto sintió la llamada de su vocación
literaria. Tras una primera etapa en Madrid
se instaló en París, donde vivió el ambiente de
la segunda bohemia y se hizo amigo de Verlaine (fue Sawa quien lo presentó a Rubén
Darío). Su formación cultural en Francia le
facilitó su integración en el periodismo cultural madrileño a su regreso a España, donde
introdujo el modernismo y a Rubén Darío, y
donde durante años gozó de una gran popularidad. Alto, moreno, bien parecido, de mirada
profunda, se le conocía como el divino Alejandro, sobrenombre que le puso Zamacois,
leyenda en vida (Rubén Darío), Byron del
proletariado (Herman Bahr) y juglar de la
revolución. Iconoclasta, extemporáneo, revolucionario, noctámbulo, anticlerical, Sawa era,
a los veinte años, la osadía, el talento, la elocuencia. Sawa era el triunfo (Luis Bello).
Pero las vueltas de la vida y la fidelidad a
sus inquebrantables principios encarnados en
sus artículos contra la tortura y la pena de
muerte, de crítica a la religión como freno al
avance social, de denuncia contra la rapiña del
Estado en las posesiones de ultramar, de la
incapacidad de los políticos para encabezar un
proyecto social de progreso, lo van a arrastrar hacia la marginación y la pobreza, vieja
infamia, eternamente renovada, que con
tanta pasión había criticado en sus escritos (la
espesa y tétrica legión de los hambrientos,
con sus largos dientes amarillos que piden
pan, y sus fuertes manos huesudas, semejantes a zarpas, que reclaman trabajo... Para que
el señorío rumboso y fanfarrón de la calle
Sierpes en Sevilla y de los tentaderos de toros
pueda flotar al viento, como una bandera, sus
insolencias). Así pues, proscrito, ciego e indigente en los últimos años de su vida, con
mujer y una hija a su cargo, muere en 1909 sin
conseguir que ningún periódico acoja sus últimos trabajos, mientras la sociedad literaria
que lo había encumbrado lo ignoraba totalmente. Ni siquiera consiguió cobrar los artículos que escribía como negro para Rubén
Darío y que éste firmaba para La Nación de
Buenos Aires. Al pie de su ataúd, Valle Inclán
decidió inmortalizar su figura al encarnar su
personalidad y sus ideas en las de Max Estrella, el protagonista de Luces de bohemia.
La obra literaria de Alejandro Sawa
comenzó bajo los principios socialistas y la
defensa del proletariado (La mujer de todo el
mundo, Criadero de curas, Crimen legal) y,
sin abandonar los principios ideológicos, evolucionó hacia la preocupación por la belleza
(Noche), cuya máxima expresión consiguió en
su obra póstuma Iluminaciones en la sombra. Alejandro Sawa, que mezcló la vida y la
literatura sin poner límites entre una y otra,
es hoy uno de los autores más injustamente
olvidados de lo que fue una época dorada de la
literatura española. Los manuales apenas se
ocupan de su obra y de su figura, y cuando lo
hacen es para ocuparse de sus excentricidades antes que de la calidad de sus artículos y
de sus novelas. La amplia selección que ahora
se edita (Alejandro Sawa. Crónicas de la
bohemia. Veintisiete Letras, 2008) puede
ayudar a rescatar de un injusto olvido a una
de las figuras más fascinantes de la literatura
española.
frpastoriza@wanadoo
(*) Profesor de Información cultural
en la Universidad Complutense de Madrid
Saberes 4
La Opinión A Coruña
Sábado, 29 de marzo de 2008
Poesía
La pasión de vivir
HERME G. DONIS
Ya en el año 2002, en
el número 42 de la revista de literatura Clarín,
Aurora Luque (Almería,
1962) nos había dado un
pequeño pero interesante avance de la vida y de
la obra de la poeta
Renée Vivien. Aquella
muestra iba introducida
por una breve nota preliminar, pero suficiente
para llamar nuestra
atención sobre la azarosa existencia de la poeta
inglesa afincada desde
muy joven en París. A
esta nota le seguía la
traducción, bajo nuestro punto de vista
impecable, de ocho poemas realmente
seductores.
Ahora Aurora Luque nos ofrece una
antología de la obra poética de Renée Vivien
que viene a agrandarnos aún más la figura
de la autora que llegó a ser reconocida en el
mundo de la poesía francesa de primeros del
siglo XX como una de las mejores poetas de
la segunda generación del simbolismo.
Además de la selección y traducción de
algunos de los poemas de los distintos libros
que publicó esta seguidora de Baudelaire y
Safo, se deben tener también en consideración el excelente prólogo firmado por Aurora Luque y el no menos atractivo epílogo de
Maria-Mercè Marçal, que recoge algunos
fragmentos de su libro La pasión según
Renée Vivien, publicado en 1994. Ambos nos
acercan más a este fatal personaje que fue
creando una obra importante y polémica al
mismo tiempo que, amor tras amor, se iba
autodestruyendo.
En Londres, en 1877, nace Paulina Tarn,
quien más tarde elegirá el seudónimo de
Renée Vivien. Hija de un inglés y de una
norteamericana, pasará parte de su niñez y
adolescencia entre Londres y París. Al cumplir la mayoría de edad, resuelve quedarse
en París y asumir el francés como lenguaje
de expresión literaria. La ciudad de la Rive
Gauche era el destino preferido de los artistas e intelectuales que deseaban vivir su
homosexualidad sin censura. Vecina de
Colette, pronto se introdujo en los salones
literarios de la época, en donde frecuentó la
relación, entre otros, con Pierre Louÿs,
Lucie Delarue-Madrus o Liane de Pougy.
En uno de estos salones, su mejor amiga,
Violette Shillito, le presentará a quien será
el primer amor de su vida: la escritora Natalie Barney. Con ella vivirá la zozobra y la
intensidad de una relación problemática,
dado que Natalie Barney, al contrario que
Vivien, era partidaria de las relaciones múltiples, por lo que esta unión terminó pronto.
Pero siempre dejará en la autora un poso de
dolor agridulce, además de inspirarle gran
parte de sus creaciones.
En 1901 nuestra escritora publica su primer libro de poemas, Estudios y preludios,
y lo hará bajo el seudónimo de R. Vivien. En
1902 aparece un nuevo título, Cenizas y polvos, y un volumen de prosa poética, Brumas
de los fiordos, amparándose nuevamente en
el nombre de R. Vivien, que luego derivaría
en René Vivien.
La crítica de la época alabó unánimemente el talento de aquel autor que creían masculino y lo saludó como el gran “poeta del
año”. Posteriormente, en 1903, verán la luz
Poemas
RENÉE VIVIEN
Ediciones Igitur,
Tarragona, 2007
Traducción y
prólogo de
Aurora Luque
Evocaciones —un volumen con traducciones modernas y adaptaciones de
textos de Safo— y otro libro de prosa,
Del verde al violeta, esta vez ya firmados como Renée Vivien.
Esta revelación de su condición
femenina supuso un gran escándalo
dentro del mundo literario francés.
Quienes primero la habían alabado y
comparado con Baudelaire, comenzaron a vilipendiarla y a burlarse de su
homosexualidad en todos los medios
escritos de la época.
La presión fue tal que Renée
Vivien llegó a retirar, años después,
todos sus libros de la venta. A partir
de ahí todo lo que escribiría sería para
regalárselo a sus amigos.
Al mismo tiempo que esto ocurría,
la ruptura con Natalie Barney la lleva
a una nueva relación con la Baronesa
Zuylen, con la que tampoco fue feliz, y
a emprender otro vínculo amoroso,
casi meramente epistolar, con la princesa turca Kerimé. Las drogas, el alcohol, las decepciones amorosas, los
intentos de suicidio marcaron la vida
de esta escritora que murió de anorexia en 1909. A pesar de todos sus vaivenes físicos y emocionales, nunca
dejó de escribir.
Los poemas que nos presenta
Aurora Luque en su selección recogen textos de libros enmarcados entre
los años 1901, cuando Vivien publica
su primer poemario, De estudios y
preludios, y 1910, fecha en la que
verán la luz Harapos y El viento de
las naves.
La poesía de Renée Vivien es una
poesía de exaltación de los sentidos.
Ni en los poemas de sus primeros
libros, llenos de erotismo y carnalidad,
ni en los de los últimos, en donde la
lenta destrucción a la que la autora
sometía su existencia dejaba en sus
textos un poso de amargura, desaparecen la pasión y la intensidad propias
de toda su obra.
Memorables son algunos de los poemas que selecciona Aurora Luque en
este libro que comentamos. Sus textos
nos hablan de la valía de una poeta
fuera de su tiempo, que tuvo la valentía de hacer frente al escándalo y
hablar en su obra de las mujeres amadas con un enardecimiento y emoción
electrizantes. Poco nos importan las
claras afinidades con las voces de Safo,
Baudelaire o Pierre Louÿs.
Nada puede empañar la excepcionalidad de una autora que, a fuerza de
vivir apasionadamente, cayó pronto
en las garras de la muerte, pero —y a
pesar de su creencia— no en las del
olvido: “Se parece el ocaso al morir de
un poeta. / ¡Gravedad de los años y los
sueños vividos! / Mis horas de derrota
las saboreo en paz: / es amiga la noche
piadosa del vencido. / No alcanzaron
mis versos esa excelencia plácida. / Lo
he aceptado: nadie los leerá jamás. /
Me han quedado la luna y el íntimo
silencio, / los lirios y —ante todo— la
mujer que he amado. / He conocido al
menos el esplendor sin límite / del
color, de la línea, del olor y el perfume…/ Mi vida habré vivido igual que
se recita / un poema: con arte, con lentitud y ternura”. (Fragmento del
poema Vencida, página 117).
APOCALIPSIS SHOW
NICOLÁS CASARIEGO
“No presto libros,
prefiero conservar
a mis amigos”
–El primer libro del que
tiene recuerdo.
–De los álbumes de Tintín,
y de las series de Enid Blyton, Los Cinco, Los siete
secretos…
–Su personaje literario
favorito.
–Bartleby, el escribiente,
de H. Melville. Con su frase,
“Preferiría no hacerlo”, ya Nicolás Casariego
tenemos un personaje inolvidable.
–Un clásico que no haya podido terminar.
–La conjura de los necios, de John Kennedy
Toole. Lo intenté dos veces. Confieso que no me
hacía gracia.
–Un/a mal/a novela / escritor que le guste.
–Henning Mankell, el abuelo cebolleta, y su serie
Wallander. Es el primer escritor policiaco realmente tonto y con éxito que he leído, y el primero de esa
especie que me atrapa.
–¿Huele el papel de los libros nuevos?
–Sí (ya en casa, jamás en público), y a veces huelo
también el de los viejos.
–¿Librería o gran superficie?
–Me parece bien que se vendan libros en cualquier lugar, pero prefiero las buenas librerías, paraíso del lector activo.
–Un escritor que nunca le decepcione.
–Kafka, o Woodehouse, por decir dos muy diferentes (eso sí, ambos me hacen reír).
–¿Compra libros por las solapas?
–Cada vez menos. Suelo comprar libros que me
recomiendan, o de autores que ya conozco.
–¿Devuelve los libros que le prestan?
–Sólo pido libros prestados a mis hermanos. Al
resto del mundo, salvo en casos excepcionales, me
parece de mala educación. Los compro.
–¿Presta libros?
–No. Prefiero conservar a mis amigos.
–¿Se enamoró de algún personaje?
–De Phuong, la mujer vietnamita de El americano impasible, de G. Greene. Por entonces, viajaba muy poco.
–El mejor final de una novela.
–Fin. Difícil de superar, aunque haya magníficas
novelas inacabadas.
–La mejor frase inicial de una novela.
–El pueblo de por sí ya es melancólico. ¿Sorprendidos? No es una gran frase, pero está suficientemente bien, y es el comienzo de La balada del
café triste, de Carson McCullers, una joya. Leerla
es el único modo de conocer a Lymon Willis, mi jorobado preferido.
–¿Subraya los libros?
–Los de ficción, pocas veces, los ensayos, casi
siempre.
–¿La mejor adaptación al cine?
–Blade runner, adaptación de ¿Sueñan los
androides con ovejas eléctricas? (1968), de Philip K.
Dick.
–¿Termina todo lo que lee o lo abandona?
–Hasta hace unos años, lo terminaba todo. Ahora
abandono con alegría los libros que no me interesan.
–¿El último libro que ha regalado?
–La vida ante sí, de Émile Ajar, la magnífica historia de Momo, un niño musulmán en los arrabales
de París.
–¿El último libro que le han regalado?
–Dientes de leche, de Ignacio Martínez de Pisón.
Alguien con buen gusto.
–¿Arrojaría algún libro a la hoguera?
–No. Ni siquiera los más siniestros. Los libros se
queman ellos solos. Pobrecillos.
La Opinión A Coruña
Sábado, 29 de marzo de 2008
5 Saberes
Lecturas y cómic
R. GARRIDO
Fred Vargas es un titán de la novela negra.
Tras esa apariencia endeble, casi angelical, de
niña que no mataría una mosca, se esconde un
monstruo del género. Su última entrega de la
serie de Adamsberg, La tercera virgen, así lo
certifica. En ella, la autora francesa, de profesión arquezoóloga y de pasión los crímenes y
los misterios por resolver, construye una historia fantasmal de primer orden. Un cóctel
donde el secreto de la inmortalidad, una Sombra, la venganza y la perspicacia se entremezclan en una pócima excitante.
El relato pivota sobre la figura del comisario Adamsberg, un tipo intuitivo, desconcertante, adorable y odioso. Un cabroncete
encantador. Un policía irritador e irritable,
hiperactivo, cuya mente se mueve con una
sexta marcha imposible de seguir. Una serie
de muertes en apariencia inconexas caen en
sus manos y éste, experto en rizar el rizo, se
empeña en buscarles un vínculo que nadie
aprecia. Pero ahí está.
La tercera virgen es una obra inteligente,
con diálogos brillantes, irónicos, lacónicos,
como el duelo de dos mentes que se juegan la
vida a una sola estocada.
La historia está perfectamente ensamblada; encaja con precisión germánica, pese a
que sus personajes son seres impredecibles,
una legión de friquis, una brigada de 27 raritos; pasmas incomprendidos, inadaptados,
fóbicos; tipos que personifican la ley y que
dan pena. Una panda de débiles, fracasados
en tantos sentidos, con caracteres incompatibles que, sin embargo, forman un conjunto
armonioso gracias a la sabia, tiránica y surrealista batuta de Adamsberg, el comisario
orquesta. Por si esta secta policial no fuese
suficientemente estrafalaria, ahora se les une
el teniente Veyrenc, un madero que se expre-
A la caza de la sombra
El enigma dentro del misterio. Siruela publica la última
entrega de Adamsberg, el comisario creado por Fred Vargas
La tercera
Vírgen
FRED VARGAS
Editorial Siruela
Madrid, 2007
239 páginas
sa en rima. El poli poeta al que el comisario
odiará y temerá. El enemigo ya está en casa.
Adamsberg rehúye el cariño de sus subordinados; sólo quiere su sudor y su obediencia
ciega. Son animales domésticos a quienes se
puede humillar... por su bien. Para naturaleza
salvaje, instintiva ya está la suya, el hombre
procedente de los agrestes Pirineos que
someterá al cosmopolita París. Él pone la
cabeza; sus tropa el corazón y las piernas, así
que a patear la calle, chicos.
En La tercera virgen, Vargas acrecienta su
talento para forjar poderosas tramas. Escarba en el lado oscuro, misterioso, esotérico que
todos albergamos. Nos busca las cosquillas y
nos obliga a pensar. En sus obras no hay blanco y negro, verdad y mentira. Todo depende.
Ese relativismo, empero, no la arrastra al
cinismo, sino a la aceptación de que las cosas
son como son. Es lo que hay, que diría Rajoy.
En las historias de Vargas el detalle lo es
todo. En ellos se resuelven los crímenes. Por
eso el lector debe estar alerta, bien despierto.
El que se despiste, se perderá en en este
dédalo de paradojas. Vargas escribe para
gente lista, como Adamsberg, para quien la
verdad es un fenómeno catártico, purificador,
vivificante. La novelista maneja con maestría
el ritmo de la acción. De pronto es lento, parsimonioso, paciente, reflexivo, introspectivo.
Turismo en Afganistán
FLORENTINO FLÓREZ
Desde que abandonara Predicador, la
serie que confirmó a Ennis como uno de los
guionistas más brillantes e irreverentes de
la actualidad, lleva ya varios años jugando
con diversos personajes Marvel. Aquel que
mejor encaja con su universo y al que ha
dedicado más esfuerzos es el Castigador.
Primero contó con la ayuda de su colega
Dillon pero hace ya tiempo que son otros
dibujantes emergentes los que colaboran con
él. En ocasiones, alcanzando niveles de
expresividad y comunicación tan altos como
los de Goran Parlov en Barracuda.
Con un grafismo tan sencillo como eficaz,
daba vida a un relato duro y saturado de ese
humor negro que caracteriza a Ennis y que
ahora ha vuelto a ofrecernos en su última
entrega: Hombre de piedra. Ya había reseñado con anterioridad la historia que sirve de
partida a ésta.
En aquella ocasión nuestro veterano de
Vietnam se desplazaba hasta Rusia para
hacer de las suyas. Ahora, un vengativo
general intentará atraerle hacia una trampa
en un terreno tan espinoso como Afganistán.
El guionista aprovecha la ocasión para ofrecernos su visión de la ocupación soviética,
sin ahorrarse detalles escabrosos.
La incluye en una larga lista de conflictos
que jalonan de cadáveres las yermas tierras
de ese país. Pero si Ennis se mueve con soltura en aguas internacionales, desplazando a
sus héroes de un escenario a otro, más fácil
Punisher.
Hombre
de piedra
GARTH ENNIS
Y LEANDRO
FERNÁNDEZ
Panini Comics,
144 páginas, 12 €
parece resultarle crear personajes con carisma, que llenan de sabor el relato.
Esto vale tanto para los villanos, con ese
fantástico general Zakharov y sus secuaces,
como para el agente de las fuerzas especiales
británicas Yorkie o, por supuesto, la chica. Y
es que éste, como todos sus seguidores
saben, es un tebeo de tíos. El castigador es
un psicópata, un veterano de Vietnam que ve
Vemos a Adamsberg en sus soliloquios, sus
digresiones, sus paseos oníricos bajo el vuelo
de los pájaros. De improviso, el ritmo se acelera, adquiere una velocidad frenética, viaja
en diálogos chispeantes, vulgares, tachonados
con los tacos de la jerga policial. Los maderos
se ponen las pilas.
El paradigma de este sube y baja es La
Bola, el gato amamantado por los polis, rey de
la desidia, la apatía, el torpor, y que en el
tramo final se convierte en La Bala.
Vargas construye su novela como un jeroglífico que descifrar paso a paso; una sucesión de misterios en forma de matrioskas.
Así, en cuanto el lector desvela uno de esos
misterios, se encuentra con otro más enrevesado. Y cuando desentraña este segundo
misterio, se topará con un tercero. Ése es el
juego que nos plantea: un misterio dentro de
un enigma dentro de un misterio dentro de
un enigma...
La novelista salpica su historia de trampas, ardides, engaños, pistas falsas o indicios
verdaderos que parecen falsos, callejones sin
salidas, rutas que conducen a precipicios y
engañan a la lógica... La tercera virgen constituye un desafío para la inteligencia del lector,
al que la autora parece retar con un “A ver,
chico listo, si adivinas quién es La Sombra; te
doy 200 páginas de ventaja”.
cómo su familia es asesinada por la mafia.
Desde ese día dedica todos sus esfuerzos a
vengarse y no es demasiado selectivo en
cuanto a los culpables que liquida. Por
supuesto, esa no es una vida que se preste al
romanticismo, como mucho algún desahogo
de vez en cuando.
Si a ello sumamos que se pasa los días y
las noches enfrentándose a auténticas
máquinas de matar, tipos sin escrúpulos,
encallecidos, de moral inexistente y gatillo
fácil, ya podrán comprender que el tebeo
transita un territorio plagado de diálogos de
camionero y violencia desbordada. Así que lo
que inventa Ennis es una novia a la altura de
las circunstancias, una agente dura como la
piedra.
Con una lengua tan sucia como la de los
malos y que en su primera aparición le vuela
media cara a un talibán. A partir de ahí el
guionista se las apaña para construir una
imposible historia de amor, que se desarrolla
en medio de una guerra sin cuartel, en unas
condiciones infernales que sólo pueden llevar a una inevitable y fatal conclusión.
En esta ocasión dibuja Leandro Fernández, que ya se había encargado del personaje en anteriores entregas. Sigo prefiriendo a
Parlov, pero aquí el dibujo es correcto y
cumple con sus funciones. Mejora respecto a
otros episodios en los que las guerras entre
bandas mafiosas rivales resultaban un poco
confusas. Entre los dos construyen una gran
aventura, cargada de acción y con unos cuantos diálogos para no olvidar. Como el de la
pareja protagonista, aislada en una cueva de
una perdida montaña afgana. ¿Tienes frío?,
pregunta ella. No, dice él. ¿Te sientes solo?
Otra vez: no. De todas maneras, ¿quieres
follar? Claro, concluye él.
Saberes 6
La Opinión A Coruña
Sábado, 29 de marzo de 2008
entrevista
Lynn Margulis / Bióloga
“Hay un tribalismo
científico que dificulta
el progreso del saber”
“Lo único que
se valora es
la novedad,
lo que no es nuevo
no es ciencia”
ANDRÉS MONTES
La trayectoria científica de Lynn Margulis es la de una heterodoxa. Su visión
sobre el modo en que se desarrolla la evolución confronta con el neodarwinismo, la
corriente más fuerte en la actualización de
la teoría darwiniana. Pero además es una
gran crítica del sistema de ciencia actual.
–¿Usted se siente como una resistente de la ciencia, después de llevar más
de cuarenta años defendiendo una teoría que encuentra cierta oposición en
la comunidad científica?
–No. Lo mejor que puede tener una son
los críticos que saben, los que utilizan argumentos solventes. La crítica basada en el
conocimiento relevante resulta muy buena
para un científico porque la ciencia es autocorrección. Sin embargo, al principio algunos de los críticos con lo que yo sostengo
consiguieron impedir mis publicaciones,
algo que ya no es posible. Pero en lo que
más me ha afectado es en el bloqueo al
dinero para investigación. Hace quince
años frustraron mi acceso a fondos de la
Nasa, por ejemplo, y eso me causa problemas. Pero también puedo pensar, con el
paso del tiempo, que quizá fuera una buena
cosa porque puedo dedicarme en exclusiva
a lo que de verdad me interesa.
–¿El hecho de ser mujer ha supuesto
alguna dificultad añadida en ese jugar a
la contra de la ciencia aceptada?
–No, nunca. Tengo tres hermanas y me
crié siempre en un entorno muy femenino,
en el que siempre tuve que trabajar. En la
profesión predominan los hombres sobre
las mujeres, pero eso nunca fue un problema para mí, aunque reconozco que existen.
Durante un periodo que estuve en el Caltech (Instituto Tecnológico de California,
uno de los centros punteros en el mundo en
investigación) escuché a las mujeres reunidas una noche historias horribles sobre su
situación, pero no puedo decir que a mí me
haya sucedido. Considero que el problema
no es entre sexos, sino entre personas que
no saben nada más allá de su campo. Es lo
que James Lovelock llama el apartheid académico.
–Entonces el conocimiento está cada
vez más fragmentado, más divido en
parcelas inconexas…
–La única forma de superar esa sensación es conocer la historia de la ciencia.
Aunque los científicos lo nieguen, tienen
una filosofía. Ahora lo único que se valora
es la novedad. Lo que no es nuevo no es
ciencia. Eso es un tontería enorme y considero que, en general, la ciencia de ahora es
peor que la de antes. La proximidad entre
campos científicos como la biología molecular y la bioquímica crea, por ejemplo, un
efecto parecido al del Oriente Medio: se
levantan enormes fronteras entre dos
campos que casi estudian la misma cosa.
Existe un cierto tribalismo científico que
hace que unos no comprendan lo que dicen
los otros y dificulta el progreso del saber.
Los científicos están encerrados en su
dominio y no perciben lo que ocurre fuera
de él.
“No estoy de acuerdo
con Lovelock; pese a
nuestra presunción,
no creo que podamos
salvar el planeta”
–Usted cuestiona el lenguaje al que
estamos acostumbrados cuando se
habla de evolución: competición,
lucha, dominio del más fuerte…
–Lo que sostengo es que ese tipo de
cosas no puede medirse. La naturaleza no
es un partido de baloncesto en el que la
competencia se evalúa por los puntos que
obtiene cada equipo. Por eso, cuando
hablamos de evolución, se recurre a una
terminología más propia de la sociología,
que se ha impuesto en la biología. Rechazo
la idea de que la acumulación de las mutaciones genéticas, que más del 99% son
malignas para el individuo, provoquen el
cambio de especies. Soy darwinista, pero
no neodarwinista. Considero que la genética de poblaciones es trivial, hay muchos
científicos concentrados en algo que es
menos importante que la simbiogénesis
como fuente de innovación biológica.
–¿Cómo definiría usted la simbiogénesis?
–Cambios evolutivos a través del tiempo
en comportamiento, morfología o metabolismo que proceden de la simbiosis. ¿Qué es
la simbiosis? Organismos de distintas especies que viven asociados físicamente, es
una relación ecológica. Ocurre que la idea
(Pasa a la página siguiente)
El peso de la ciencia
A. M. F.
Superados los setenta, Lynn Margulis
podría ser una abuela satisfecha con los
numerosos nietos que le han dado sus cuatro
hijos. Por el contrario, sigue en primera
línea de la ciencia y volcada en su trabajo con
una vitalidad que desborda. Hace poco, en
una universidad española, ante un aula de
Biológicas abarrotada de alumnos y profesores, expuso su teoría de la simbiogénesis en
un castellano fluido, resultado de su trabajo
en la baja California y de la colaboración que
desde mediados de los años setenta del siglo
pasado mantiene con investigadores catalanes. Profesora del departamento de Geociencias de la Universidad de Massachus-
setts, es miembro de las academias de Ciencias americana y rusa. En 2000 recibió la
medalla nacional de la Ciencia de mano del
presidente Clinton. Si se la hubiera entregado Bush no habría ido a recogerla, según
manifestó entre los aplausos del auditorio en
su conferencia de la Facultad de Biológicas.
Escribe sus libros a medias con su hijo
Dorion Sagan, filósofo de la ciencia, fruto de
su matrimonio con ese gran divulgador que
fue Carl Sagan. El hijo aporta la claridad
expositiva y la madre el peso de la ciencia.
Pero eso no es simbiosis sino complementariedad; porque, como ella se encarga de
recordar de continuo, la simbiosis requiere
como condición dos individuos de distinta
especie.
La Opinión A Coruña
Sábado, 29 de marzo de 2008
7 Saberes
(Viene de la página anterior)
corriente es que simbiosis es una relación
de beneficio mutuo entre dos socios. Sin
embargo, ese tipo de beneficios no se
puede medir, y sin medida no hay ciencia.
Por eso considero que se utiliza un lenguaje común en la sociedad nada adecuado,
que bloquea la ciencia.
–Uno de sus libros se titula ¿Qué es
la vida? Denos la respuesta abreviada.
–La vida es materia y flujo de energía
que puede escoger, que puede modificar su
entorno. La vida es un verbo, no un sustantivo, es un proceso, un crecimiento que
no quiere parar.
“La vida es materia y
flujo de energía que
puede escoger, que
puede modificar su
entorno. Es un verbo,
no un sustantivo”
–Usted apoyó la hipótesis de Gaia, la
idea de la Tierra como un gran organismo que lanzó James Lovelock. Hoy se
encuentra alejada de ese planteamiento, cuando fenómenos como el calentamiento global podrían indicar que
Lovelock tenía razón.
–No estoy de acuerdo con Lovelock en
esa visión del planeta como un gran organismo. La Tierra es un gran ecosistema y,
pese a nuestra presunción, no creo que
podamos salvar el planeta; ésa es una
visión muy antropocéntrica. Resulta muy
difícil predecir lo que va a pasar y no se
puede anticipar gran cosa sobre el futuro
con mucha seguridad. Por eso no soy una
activista en materia medioambiental.
Contra toda una forma de hacer ciencia
A. M. F.
La teoría de la evolución de Darwin es una construcción científica difícil de igualar, con dos características en
apariencia contrapuestas pero que constituyen los soportes fundamentales de la ciencia: ofrece un marco explicativo capaz de integrar y de orientar en la adquisición de
conocimiento, pero a la vez mantiene la fecundidad de la
incógnita. La proximidad de los genomas de las distintas
especies que hemos comenzado a secuenciar en este siglo
viene a corroborar la procedencia de la vida de un tronco común que cambia en el tiempo, la gran innovación
conceptual que Darwin lanzó hace 150 años. Pero Darwin dejó una gran pregunta sin resolver: cuál es la fuente de esas variaciones evolutivas, el origen de la modificación de las especies para que surjan otras nuevas. El
neodarwinismo, la visión imperante cuando se habla de
biología evolutiva, sostiene que esos cambios proceden
de las mutaciones, los defectos que surgen en la copia del
material genético para su transmisión a la descendencia.
Lynn Margulis arriesga y se encara con la tendencia
dominante para defender que la especiación se produce
por simbiogénesis. Y además se distancia de una manera de hacer ciencia que, a su juicio, ha soslayado investigaciones capitales que habrían permitido dar un vuelco a
la teoría de la evolución hace ya más de cincuenta años.
Considera que la ciencia es un mundo fragmentado,
con saberes en exceso compartimentados, y que esos
límites autoimpuestos impiden una visión global, multidisciplinar, que, y más cuando se aborda la evolución,
resulta clave para el avance del conocimiento.
Pero hay otro factor de aislamiento. Como paradoja,
la universalidad del inglés como lengua de ciencia se ha
convertido en una limitación, a su juicio, al dejar fuera de
los circuitos muchas investigaciones realizadas en otras
lenguas, como el ruso. Así, Margulis desempolva hallazgos de hace más de medio siglo que considera que contribuyen a consolidar la idea de que la simbiogénesis es
el proceso que determina la evolución y la causa del
incremento de la complejidad de la vida a través de la
especiación. Ése es un filón todavía no agotado porque
“la mayoría de la información significativa para la comprensión de la evolución sigue durmiendo entre la
bibliografía oculta”, expone Lynn Margulis en su libro
Captando genomas.
En esa misma obra va más allá al advertir: “La terminología de la mayoría de los evolucionistas modernos
no es tan sólo falaz, sino también peligrosa, puesto que
conduce a la gente a creer que entiende la evolución de
la vida cuando, en realidad, está confundida y mal informada” (pág. 42), por lo que, desde su perspectiva, “gran
parte de la terminología de los evolucionistas modernos
debería ser descartada” (pág. 45). Descalifica así lo que
denomina “engañosas claridades de lenguaje” que nos
hacen creer que sabemos.
Su bibliografía en español es amplia. Desde el título
¿Qué es la vida? o ¿Qué es el sexo? a otros como Microcosmos en los que, siempre en colaboración con su hijo,
expone el conjunto de su teoría. De todos ellos, es en
Captando genomas en el que se ofrece una síntesis más
acabada de su teoría, que comienza por cuestionar el
papel de las mutaciones en los cambios evolutivos. “La
trascendencia de la mutación aleatoria como fuente de
variación hereditaria está siendo enormemente exagerada”, expone (pág. 35). Destaca el hecho de que “ninguna mutación ha conseguido que aparezcan alas, que
nazca un fruto, que brote un tallo o que surja una uña.
En general, las mutaciones tienden, pues, a generar
enfermedades, deficiencias o muerte” (pág. 56).
Tras la demolición viene la alternativa, el momento en el que Margulis defiende que “la variación hereditaria que conduce a la novedad evolutiva procede
de la adquisición de genomas” (pág. 36). En ese proceso, “los agentes del cambio evolutivo tienden a ser
organismos plenamente vivos —microbios y sus relaciones ecológicas— y no tan sólo las mutaciones aleatorias que suceden en su interior” (pág. 68). En definitiva, “la fusión a nivel microscópico condujo a la
integración genética y a la formación de individuos
cada vez más complejos” (pág. 91). La prueba la llevamos dentro nosotros mismos. La célula eucariota,
la base de toda vida compleja, es resultado de la asociación de organismos más primitivos. Incluso algunos de los orgánulos celulares —véase las mitocondrias— llegaron de fuera, como revela el hecho de que
tengan un ADN distinto del del resto de la célula.
La simbiosis está muy presente en nuestras vidas,
aunque no tenga nada que ver con lo que experimentaba aquel concursante del primer Gran hermano
español, que más bien era un cierto picor por debajo
de la cintura. “La simbiosis es, simplemente, la vida
en común de organismos distintos entre sí”, afirma
Margulis. “La simbiosis estable a largo plazo que
desemboca en el cambio evolutivo recibe el nombre
de simbiogénesis”, define en Captando genomas.
Para cuantificar la importancia de la simbiosis en el
desarrollo de la existencia, la bióloga sostiene que “el
10% del peso en seco en cualquier persona corresponde a simbiontes” alojados nuestro cuerpo. Para concluir, una afirmación desasogante que no conviene
recordar antes de irse a dormir: “Disfrutamos todos de
relaciones silenciosas e inconscientes con microbios”.
Saberes 8
La Opinión A Coruña
Sábado, 29 de marzo de 2008
Lecturas
LA BRÚJULA
EUGENIO FUENTES
tiempos
difíciles
Para seguir trayecto
El éxito de Cuentos para leer
en el bus ha colmado las expectativas editoriales y, en consecuencia, los lectores tienen su recompensa. Por la módica suma de
seis euros podrán hacerse con
una segunda y excelente parte
de aquella selección de relatos
breves y poco difundidos de
maestros de la literatura. Maximiliano Tomás ha vuelto a escoger veinte piezas, aunque sólo ha
mantenido a doce de los autores
que figuraban en la primera
entrega. Los nuevos son Afanasiev, Stephen Crane, Baldomero
Lillo, Machado de Assis, Marcel
Schwob, Henry Sienkiewicz,
Frank Stockton y Rubén Darío.
Metafísica del terror
Antes que nada conviene precisar que el británico Terry
Eagleton —el padre de Después
de la teoría— no ha renunciado a
ninguna de las armas de su formación marxista, a pesar de que
su obra ha dado un giro teológico
en los últimos años. Su pretensión es desafiar el lenguaje de la
derecha ampliando el de la
izquierda, para que ésta también
esté cómoda entre conceptos como sublime, mal o sacrificio, que
tanta aprensión suelen causarle.
Si, sabido esto, decide internarse
en las páginas de Terror santo
(2005, en su edición original)
estará adquiriendo un billete
para viajar por textos filosóficos
que tal vez pongan en duda algunas de sus más firmes convicciones respecto al problema de
moda del siglo XXI. Allá usted.
Cuentos
breves para
seguir
leyendo en
el bus
Selección de
MAXIMILIANO
TOMÁS
Verticales de
Bolsillo,
174 páginas
Terror santo
TERRY
EAGLETON
Debate,
174 páginas
Luz sobre sombras
americanas
Será difícil encontrar a
alguien capaz de asignar al nombre Américo Vespucio algo más
que el consabido “fue el hombre
que dio nombre a América”.
Afirmación que suele ir seguida
de la coletilla: “Aunque el nuevo
mundo debía haber sido llamado
Colombia”. A salir de esa incuria
nos puede ayudar el libro del historiador británico de raíces coruñesas Felipe Fernández-Armesto. Su Vespucio es un auténtico
representante de la época de los
descubridores, dotado de un
oportunismo
poco
común.
Siguiendo su pista, sabrá por qué
América no se llama Colombia.
Américo
FELIPE
FERNÁNDEZARMESTO
Tusquets
312 páginas
Terror lúdicos
La novela del sueco Lindqvist
(1968) trata, como la de Eagleton, del terror, pero en este caso
se trata del meramente lúdico
que, en lugar de menguar carnes
y vidas, nutre la imaginación y
entretiene esperas. Apreciado
por sus historias de vampiros,
zombies y demás fauna de sangre helada, Lindqvist, un maestro, narra en Déjame entrar la
historia de un niño de 12 años
que un día conoce a una amiguita
con canas que huele raro...
Orteguiano en
Déjame
entrar
JOHN AJVIDE
LINDQVIST
Espasa,
456 páginas
Discípulo de Ortega, Zubiri, Morente y Gaos, se
publican unas memorias de Julián Marías que
son un referente inexcusable para comprender
el drama de un país que pasó de su edad de
plata a cuatro décadas de nacionalcatolicismo
LUIS ARIAS ARGÜELLES-MERES
Vino al mundo en 1914, en el mismo año
en que su maestro publica su primer libro,
Meditaciones del Quijote. También en
1914, Ortega pronunció una de sus conferencias más importantes, Vieja y Nueva
Política. Es además el año que da nombre
a la generación de Ortega, Azaña y Pérez
de Ayala.
En 1919, la familia se traslada a Madrid.
Una infancia lectora, gracias en gran parte
al entorno familiar. Unos estudios de
Bachillerato en un instituto que remiten al
autor a gratos recuerdos.
Hasta que llegó el inicio de la vida universitaria, en un año históricamente inolvidable, en 1931. Se matricula en dos Facultades a la vez: Ciencias y Filosofía y
Letras. A pesar de haber obtenido excelentes calificaciones en la primera, decide volcarse en la segunda, descubriendo su vocación.
Sus primeras experiencias como alumno
de Filosofía son con Morente y Zubiri. De
este último cuenta una divertida anécdota.
Se sentó al lado de una muchacha y le preguntó cómo eran las clases de aquel profesor. Fíjense en la respuesta: “Estupendo.
No se entiende una palabra”.
Parece, además, que solía llegar con
retraso. Y también habla de un profesor, de
José Gaos, que ya entonces militaba en el
Partido Socialista, y que fue, acaso, el discípulo de Ortega más
importante.
Cuatro grandes maestros: Ortega, Zubiri,
Morente y Gaos. Besteiro
se reincorporó a sus tareas docentes cuando dejó
la Presidencia del Congreso. La relación del
catedrático de Lógica con
Marías habría de ser muy
importante en el Madrid
sitiado durante la guerra civil.
Marías alterna sus recuerdos de alumno
universitario con su forma de vivir los
grandes acontecimientos que tuvieron
lugar durante la República. Su visión del
Estado republicano no dista mucho de la
que sostuvo su maestro.
Pero mientras éste abandonó España en
el verano del 36, Marías se quedó en aquel
Madrid asediado y tuvo una estrecha relación con Besteiro, colaborando con el político socialista en todo momento hasta el final
de la guerra. Escribió artículos de opinión
en el diario ABC, en poder de las fuerzas
republicanas.
A propósito de la guerra civil, siendo ciertas sus grandes reservas a la política seguida
por los principales dirigentes republicanos,
es conveniente detenerse en estas palabras:
“Si hay un caso que me ha parecido siempre
inadmisible es el de la “inevitabilidad” de la
guerra civil”. (Página 139). Una vez que dio
comienzo, Marías no se ahorra críticas con
las atrocidades de ambos bandos, sin perder
de vista, no obstante, la responsabilidad de
los sublevados al iniciarla: “Mi repulsión
hacia la sublevación fue inequívoca” (140).
Javier Marías recordó más de una vez las
delaciones de las que su padre fue objeto por
parte de un profesor de Historia del Arte y,
también, de un antiguo “amigo” y compañero
de estudios.
El discípulo de Ortega, al ocuparse de
esto en sus memorias, tiene la elegancia de
no mentarlos.
Un día de San Isidro del 1939 lo detienen.
Va a parar a un enorme sótano. El relato de
ese periodo es aterrador. Gentes que llaman
para interrogarlas y que nunca regresan. A
la pena de muerte había quien la llamaba La
Pepa. ¡Quién se lo iba a decir a los constitucionalistas de Cádiz!
De aquel sótano, a una prisión en la que al
menos había más sol. Los suyos consiguen
testimonios favorables antes de que el juicio
fuera a celebrarse. Como anécdota, entre los
informes que le ayudaron, había uno de Cela,
escrito con enorme barroquismo, al decir de
Marías. Abandonaría la prisión un 7 de agos-
Entre los testimonios
favorables que permitieron a
Marías salir de la cárcel en
1939 había uno de Cela escrito
con enorme barroquismo
to de 1939.
Comienza un largo exilio interior en el que
no se le permite ejercer la docencia universitaria. El episodio de la suspensión de su tesis
doctoral es ilustrativo de la miseria moral de
la Universidad española de entonces.
Preside el tribunal Morente; lo forman
también otros dos miembros, García Hoz,
pedagogo de la España franquista, y Yela
Utrilla.
Este personaje gritó y declaró que odiaba
al Padre Gratry, objeto del estudio. Le suspendieron la tesis doctoral, sin que Morente
hubiera podido evitarlo. La Universidad
española le está vetada y comienza su etapa
La Opinión A Coruña
Sábado, 29 de marzo de 2008
9 Saberes
JOSÉ LUIS GARCÍA MARTÍN
Adivina adivinanza
La manía
ANDRÉS TRAPIELLO
Pre-textos, Valencia, 2008
Julián Marías.
como profesor universitario en Estados Unidos.
En 1964 entra, sin el apoyo del régimen,
en la Real Academia española.
Les aconsejo vivamente que no se pierdan
las consideraciones que hace en torno al
nacimiento del diario El País, del que se fue
distanciando paulatinamente. Tienen interés
también las referencias que hace a sus
encuentros con Adolfo Suárez, con el que,
según testimonia, mantuvo una cordial y
amistosa relación.
El hombre que desde España nunca dejó
de defender la vilipendiada figura de Ortega
empezó a distanciarse en más de un sentido
de la vida pública desde los años ochenta.
Siempre habrá que reconocerle su valor
cívico, su coherencia, su vasta cultura y su
claridad como ensayista. De su maestro asumió que “la claridad es la cortesía del filósofo”. Sin embargo, estuvo muy lejos de la
genialidad de Ortega.
Estas memorias, densas y llenas de
importantes episodios de nuestra reciente
historia, son una referencia inexcusable para
dar cuenta de un tiempo y de un país que
pasó de vivir su edad de plata a sepultarse
durante cuatro décadas en un cenagoso
nacional catolicismo.
Una vida
presente.
Memorias
JULIÁN MARÍAS
Páginas de
Espuma, 2008
992 páginas
En un pasaje de La manía, su más reciente y también (como es habitual)
más voluminoso diario, Andrés Trapiello compra en un quiosco madrileño un
diario, impaciente por leer lo que en el suplemento de ese jueves publica X
acerca de su libro sobre los maquis: “Es una reseña llena de objeciones y antipática, y se refiere a la facilidad de uno “casi circense” para abordar todos los
temas de la literatura. Señala algunos de los que creía errores. Es siempre un
hombre sutil en ese cometido, y por verle cortar pelos en tres merece la pena
observarle, con una cimitarra igualmente circense. Dice también cosas buenas. La balanza quedaría equilibrada, aunque es posible que al pasar el tiempo recuerde que el libro le gustaba más de lo que dijo. Como suele decirse, ha
repartido de todo”.
Ese tal X (que soy yo) no puede dejar de sonreír al verse de nuevo con la
cimitarra en la mano ante un libro de Andrés Trapiello tratando de cortar
pelos en tres y escribiendo otra reseña “llena de objeciones y antipática”,
pero también de admiración y entusiasmo, sobre un libro suyo.
De La manía sobran algunas páginas, no demasiadas, unas doscientas,
como de todas las entregas últimas de su diario. Si de este centón sacamos
sus burlas de la erudición universitaria y sus opiniones literarias, no se perdería mucho, todo lo contrario. Andrés Trapiello está convencido de que Galdós es Dios y Clarín un escritorzuelo de tres al cuarto, también de que no hay
diferencias de calidad (sólo ideológicas) entre la poesía de Alberti y la de
Pemán, y de otras muchas cosas igualmente disparatadas y pintorescas.
Todas las reiteradas referencias a la heterodoxia de su diario y las bromas
sobre el comité policial que vigila para que en los diarios no se altere ni una
coma (esa humorada, con ligeras variantes, la ha repetido ya, en este y otros
tomos, 127 veces) podrían igualmente eliminarse. Y dedicar más de medio
centenar de páginas a contar cómo le envió a un poeta amigo el original de su
libro de poemas Rama desnuda y éste, después de varios meses, ni siquiera
había comenzado a leerlo, parece un tanto excesivo. Ni Proust se había atrevido a tanto.
Podríamos seguir añadiendo reparos hasta convertir esta reseña en la más
antipática de todas. Pero La manía, a pesar de ello, resulta un libro divertido, emocionante y absolutamente recomendable. ¿Cómo es posible? En primer lugar, porque aunque el autor hable de “novela en marcha”, no es una
novela, sino una miscelánea. La labor de criba que el autor se ha negado a
hacer la realiza el lector sin escrúpulo ninguno.
Los lectores son de muchos tipos y para todos guarda algún aliciente este
tomo reiterativo y prodigioso. Si el lector forma parte del mundillo literario,
disfrutará poniéndole nombre a las infinitas equis que pueblan sus páginas.
Yo lo he leído casi como quien hace un crucigrama y son muy pocas las casillas que me quedan por despejar: sé quién es el patoso ególatra que protagoniza algunas de las más hilarantes páginas del volumen (Vila-Matas), el maestro amigo que no lee a tiempo sus poemas ni le admira lo suficiente (Francisco Brines), el editor que antes fue crítico y al que se caricaturiza
inmisericordemente (Constantino Bértolo), el prologuista barojiano que le
lleva a juicio por llamarle “completamente idiota” en una nota a pie de
página...
Andrés Trapiello domina como nadie el arte de la caricatura, sabe vengarse con quevedesca crueldad, y por eso a menudo no es necesario averiguar
contra quién arremete para disfrutar de este teatrillo de burlas y veras.
Pero en La manía hay más, mucho más que una feria de vanidades literarias en la que el autor, con divertidos alardes de falsa modestia y de no darle
importancia a estas cosas, va llevando a cabo minuciosamente sus ajustes de
cuentas. Hay historias, infinitas historias, que tienen que ver con palacios
desvencijados, con librerías de viejo, con la gente que uno se encuentra por
la calle.
Cuando deja de lado sus pequeñas rencillas profesionales, Andrés Trapiello se convierte en otro escritor, en otra persona mejor. Ya no sigue la estela
inmisericorde de Quevedo, Umbral y Cela, sino la de sus admirados Cervantes y Galdós. Nos cuenta lo mismo que nos ha contado tantas veces y nunca
nos cansamos de escucharle (al contrario de lo que ocurre cuando le toma el
pelo insistentemente, y sin gracia, a Anna Caballé).
La manía, ya lo dije, es una miscelánea en la que hay lugar para las páginas viajeras (destacan una estancia familiar en Venecia y una agridulce visita a León), para la crónica familiar (pocos escritores han sabido reflejar
mejor su cotidiana verdad), para la historia de sus libros (especialmente La
noche de los Cuatro Caminos), para dejar lírica constancia del paso de las
estaciones en el campo extremeño… El autor quiere que lo leamos de la primera a la última página, como una novela (y de ahí esa asustante disposición
tipográfica sin títulos ni capítulos). Pero no hay que hacerle demasiado caso:
mejor leerlo como lo que es, como un centón, picoteando acá y allá, y cuando
un fragmento nos aburra saltárselo y buscar otro. No tardaremos en encontrar unas páginas de ésas que nunca nos cansamos de leer y releer.
Saberes 10
La Opinión A Coruña
Sábado, 29 de marzo de 2008
Letras galegas
Estatuto e república
XOSÉ ANTONIO LÓPEZ TEIXEIRA
Se ben que o movemento galeguista
viña defendendo xa desde o século XIX a
necesaria descentralización do Estado, foi
coa chegada da II República cando o noso
país puido albiscar por vez primeira na súa
historia contemporánea a posibilidades de
acadar o seu autogoberno. A conquista do
Estatuto foi un proceso longo e difícil que,
malia ter cumprido a legalidade constitucional, non puido entrar en vigor por mor
do comezo da Guerra Civil. Con todo, a
Galiza actual débelle moito á herdanza deixada polos republicanos. De aí a necesidade de estudar e dar a coñecer o proceso
todo que levou á elaboración, aprobación
polos municipios e plebiscito polo censo
electoral do Estatuto de Autonomía de
Galiza entre 1931 e 1936; un proceso que
Prudencio Viveiro Mogo divide en dúas
etapas.
Así, o noso autor estrutura o seu estudo
en dúas partes ben diferenciadas. A primeira fase estatutaria estaría protagonizada por un autonomismo non nacionalista
capitalizado por forzas políticas como a
FRG ou a ORGA. Porén, o inmobilismo
autonomista desta última, especialmente
do seu líder Casares Quiroga —quen, na
opinión de Viveiro Mogo, nunca foi autonomista e só aproveitou os ideais autonomistas para acadar preeminencia no republicanismo español—, levaron á unificación
do nacionalismo galego, concretada en
decembro de 1931 coa fundación do
Partido Galeguista, forza protagonista
na segunda etapa. En efecto; o Partido
Galeguista, logo de ver que coa dereita
xamais atinxiría o Estatuto, inicia un
proceso de xiro á esquerda coa vista
posta na consecución do autogoberno.
Ao tempo, partidos como PSOE ou
PCE, que nun comezo se opuxeran ao
Estatuto, pasaron agora a defender o
dereito de Galiza á autonomía fronte á
dereita, o grande inimigo a bater. Mais
adiante, as forzas de esquerda e nacionalistas confluirán na Fronte Popular,
que se imporá nas eleccións de febreiro
de 1936. O Estatuto galego, incluído no
programa electoral de febreiro de 1936,
recibiu daquela un forte respaldo coa
vitoria desta coalición. E así, o 28 de
xuño de 1936 ten lugar o plebiscito, que
foi refrendado pola imensa maioría da
poboación. O 15 de xullo de 1936 presentouse perante as Cortes da República, pero o golpe militar e mais o comezo
da Guerra Civil impediron que tivese
aplicación efectiva. Finalmente, aprobouse polas Cortes da República no
exilio, reunidas en México en 1945,
dando culminación simbólica á xeira de
traballos estatutarios.
O proceso estatutario republicano
non careceu certamente de estudos.
Calidade
de poeta
ROMÁN RAÑA
A personalidade literaria de Miguel Anxo
Fernán Vello (Cospeito, Lugo, 1958) é ben
recoñecida por todos. Exhibe no seu currículo os máis importantes galardóns concedidos no noso país e a súa obra foi traducida
aos máis relevantes idiomas de Europa.
Poeta, dramaturgo e editor son as tres actividades básicas que concentran as súas preocupacións e o teu talento. O libro que agora
comentamos, Astro interior, Escolma poética 1984-2007, patrocinado polo Pen Clube de
Galiza, na súa magnífica colección Arte de
Trobar, recolle e selecciona poemas de toda
a súa dilatada produción. O volume vai precedido dun extenso, minucioso e esclarecedor prólogo de Teresa Seara que analiza a
obra do de Cospeito, repasa a súa biografía
e desvela o tecido dos símbolos tan necesarios para unha cabal interpretación dos seus
textos.
Que elo une Do desexo en corpo e sombra (1984) e Dicionario do estremecemento
(2007)? Que fío de Ariadna vai engarzando
as pezas dun mosaico xigantesco que mal
podemos vislumbrar? Talvez, en primeiro
lugar, un ímpeto unitario de paixón e harmonía. Notamos sempre nos poemas de
Astro interior.
Escolma
poética
1984-2007
MIGUEL ANXO
FERNÁN VELLO
Pen Clube de Galicia,
2007, 486 páxinas
O Estatuto
galego durante
a II República
VIVEIRO MOGO, P.
Ed. do Castro, Sada,
(A Coruña), 2007,
174 páxinas
Fernán Vello
un acopio de
enerxía que
se transfire
ao verso en
todo momento.
Poucos
escritores nos
nosos
lares
poden manter
un pulo vivencial, un regozixo na forma de
expresar o que
lle abrasa por
dentro, como o
que aquí percibimos. Se o
poema é celebración, os de
Fernán
Vello
son
incendio
constante, aínda
que comuniquen
desgrazas, desventuras ou a irritación
polos tempos que decorren.
Efectivamente, o interese
temático do noso poeta vai expandíndose
desde o primeiro poemario, case exclusivamente erótico, que alcanza culmen en
Memorial de brancura (1985), transido
de emoción carnal e de deslumbramento,
de cío animal e de fulgores de concuspiscencia: “cando pasan así esas mulleres do
Pero botábase en falta unha
obra de divulgación que reunise a información máis
actualizada sobre o proceso
autonómico galego e que lle
permitise ao lector actual
comprender o devir político
que fixo posible o texto de
1936. Para acadar este fin,
recorre Prudencio Viveiro á
bibliografía existente, especialmente os libros de memorias e conversas e mais tamén
os xornais da época, coa finalidade de oferecer ao gran público unha visión de conxunto.
Non nos cabe dúbida que o
Estatuto de 1936 foi un revulsivo para a toma de conciencia de
Galiza como país diferenciado.
De aí a súa trascendencia histórica. A máis longo prazo, a tradición estatuaria republicana contribuíu a que a Nosa Terra fose considerada —igual que Cataluña e
Euskadi— unha nacionalidade histórica e así ficase recoñecido pala Constitución española de 1978. Daquela, os
traballos estatutarios durante a IIª
República e mais os esforzos de todos
aqueles que os fixeron posibles non
foron en balde.
verao tan fermosas/un desexo desangra a
miña vida e morro/en instantes crueis que
me iluminan toda a carne/e morro nese
asombro constante de beleza.”
Tamén nesta citación atopamos outro
elemento continuo nas composicións do
noso autor: a íntima unión da morte e da
paixón, da poesía e da carne que termina.
Despois da etapa onde brillaba un erotismo solarmente explícito, asistimos a
unha viaxe ao humus terreal en Libro das
paisaxes vivas (1985).
Agora a forza dos verso é telúrica, a
vehemencia bota raíces no que os ollos ven,
no que a alma contempla: terra que se ama,
natureza que vive e que nos vive: “Hai un
país de sangue verde que corre inmensamente polos campos e eleva brillos altos
nas árbores deslizadas ao ceo. É un reino
de mil terras ao sol. Un fogo mineral e
azul.” Esa emoción terrestre tamén sulca
Entre auga e fogo (Cantos da terra posuída) de 1987.
En 1996 aparece un poemario excepcional na historia da poesía galega, As certezas do clima. O escenario agora é absolutamente urbano. Aparecen fábricas, residuos
ferruxentos, talleres metalúrxicos, estaleiros que abraian. Sobre a desolación industrial aparece o home, que se ve agradido
polas formas; e a vida, que se ve esmagada
polo tempo. Bastaría a existencia deste
libro para confirmar a prodixiosa calidade
da nosa literatura e a Fernán Vello (á par
dun René Char, dun Nuno Júdice) como o
extraordinario poeta que é.
La Opinión A Coruña
Sábado, 29 de marzo de 2008
11 Saberes
Xuvenil/novidades
Andel de
novidades
Fantasía e realidade
MARÍA NAVARRO
Xosé Miranda xoga nos tres contos que
recolle baixo o título A nena pálida coa realidade e coa fantasía e con ambos os aspectos mergulla o lector nun hipotético mundo
marabilloso que percibimos como lonxano,
pero tamén achegado a nós pola cotidianeidade que zumegan as páxinas, dada sobre
todo polas referencias reais e supostamente obxectivas que fai dos acontecementos e
dos detalles que amosa.
O primeiro conto que abre o libro, e que
lle dá título, A nena pálida, inicia o camino
cara ao ultramundo e diriamos que da
mesma forma que a protagonista Eva
advirte a presenza de alguén polos ruídos
que oe no faiado, tamén fai a súa aparición
unha nena pálida, translúcida que habita na
parte superior da casa, que lembra algún
maior que de pequena viviu alí e que se
encarga de arrebolar unha tenra historia de
A nena pálida
XOSÉ MIRANDA
Ed. Tambre, 2007,
75 páxinas
amor e desamor de alguén moi cercano á
rapaza encargada da narración dos feitos.
Conversar coa nena morta converterase
en todo un exercicio de reflexión para a
protagonista e quen sabe se tamén para o
lector mozo.
Continúa o volume o camiño da fantasía
con Aprendendo a nubeira, un conto no
que unha nai seguindo a tradición familiar,
pretende ensinarlle á súa filla o oficio de
nubeira, sen moito éxito por certo, debido
segundo á mestra á escasa importancia
que se lle conceden aos costumes e que
extinguirá a extirpe de nubeiros e tronantes que noutrora poboaron as nosas terras
para felicidade dos seus habitantes.
Remata o libro con Un trasno no Tour
de Francia onde se nos desvelan detalles
ata agora descoñecidos e que explicarían
feitos que no seu tempo escapaban a toda
lóxica debido á intervención de seres fantásticos dificilmente perceptibles ao ollo
humano e que adoitaban enredar sen facer
danos graves, pero si significativos. E así
coñecemos o motivo polo cal Álvaro Pino,
entre outros, sufrirá unha merma nas súas
facultades deportivas ou por qué Álvaro
Gil doara a súa colección de torques ao
museo de Lugo.
O humor, a graza na escolla dos termos
e expresións e a sinxeleza na sintaxe proporcionan ao lector un texto ameno e
divertido capaz de transportarnos a mundos fantásticos e quen sabe se tamén
reais.
Saber adaptar
PAULA FERNÁNDEZ
Orfeo e Eurídice é o último título publicado na colección que Kalandraka, en colaboración coa editorial catalá Hipótesi, dedica a achegar pezas fundamentais da ópera
aos nenos e nenas de Galicia e na que xa se
inclúen as adaptacións de libretos tan
salientables como Aida ou A frauta máxica. Desta volta o volume infantil escolle o
texto do alemán Christoph Willibald Gluck
interpretado por vez primeira na corte
imperial de Viena en 1762 e baseado na tráxica historia de amor entre Orfeo e Eurídice. Historia que narraba como a fermosa
Eurídice morrera o día da súa voda con
Orfeo despois de ser perseguida pola violencia do pastor Aristeo.
Esta adaptación do libreto, que se acompaña dun CD, unha guía de audición e unha
biografía do autor para facilitar o seu
Orfeo e Eurídice
CHRISTOPH
WILLIBALD GLUCK
(ILUSTR. PEP
MONTSERRAT)
kalandraka Ed.,
Pontevedra, 2007,
34 páxinas
entendemento, comeza con Eurídice xa
morta e co pranto dun esposo desolado que
acada un pacto cos deuses que lle devolverá a súa amada. Tras este pacto o segundo
acto conta o descenso de Orfeo aos infernos
para xa no terceiro atopar a muller, quen,
coa súa insistencia, fará que Orfeo non consiga superar a proba imposta polos deuses
e volvan ficar separados até a aparición
providencial do deus Cupido.
Como a meirande parte das óperas, esta
caracterízase tamén polo seu estilo sobrio
patente no texto lido mais tamén no musicado como podemos comprobar no CD que
acompaña o libro; once pistas interpretadas por unha soprano, dúas mezzosopranos
e un coro. Interpretación esta que pon de
manifesto o carácter innovador de Christoph Willibald Gluck, quen, dentro dun
contexto marcado polo barroquismo reformou e anovou de xeito considerable o
panorama operístico coa introdución do
coro dentro da narración dramática e coa
substitución do recitativo seco polo acompañado da orquestra.
Á marxe da calidade da obra orixinal e
da interpretación musical, cómpre salientar o bo traballo de adaptación realizado
por Vitoria Ballesteros e a compoñente
plástica achegada por Pep Montserrat
quen cumpren de maneira satisfactoria o
obxectivo de achegar aos nenos, dunha
forma atractiva e afastada do retórico, un
xénero tan marcadamente clásico como é a
ópera.
M. BLANCO RIVAS
Acendede
as almenaras
O poeta de Cangas grava neste poemario un testemuño de emoción e vibración
ante a vida e as persoas, un testemuño a
través do que lanza ao ar unha onda a favor das ataduras do amor e da amizade. Libro recompilatorio, pero inédito, que reúne composicións escritas desde os anos 80
até hoxe, Acendede as almenaras organiza
os textos en poemas de amor, de amigo e
de escarnio, seguindo a nosa tradición literaria medieval, para dar conta da importancia das relacións vitais e persoais, da
forza do cariño, da tenrura e do apego, que
son, en definitiva, os fíos invisibles que, como suliña Bernardino Graña, nos proxectan ao longo da nosa vida.
Acendede
as almenaras
BERNANDINO
GRAÑA
Ed. Xerais
70 páxinas
Miño
Galardoado co Premio de Poesía Cidade de Ourense 2007, e sexto título poético
do autor, Miño ten como eixe central ese
torrente de vida que dou pé a centos de
poemas e que constitúe un dos eixes vertebradores deste noso país. Fernández Naval
percorre nas súas páxinas os límites, a paisaxe, os lugares da memoria e os estados
de ánimo que xenera ese curso de auga
que é pai e nai de todos os galegos: o tempo ausente, o cansazo, desazón a consumación... Manancial líquido que tamén é
fronteira que divide e que une á vez, que
nos fala e que nos escoita como fillos que
somos da auga.
Miño
FRANCISCO X.
FERNÁNDEZ
NAVAL
Espiral Maior Poesía
100 páxinas
Castañas con
porco bravo
No castro de Baroña os cazadores
matan o tempo amañando as armas. O
ferreiro mete as puntas das lanzas no lume para lles dar a forma axeitada. Os pequenos barbanzóns, Duna e Manicho
Cativo, viñeron xogar onda os seus amigos de Baroña. A vida transcorre no castro de vagar. Os rapaces van apañar castañas a un souto próximo, pero un porco
bravo asoma por detrás da pena e os pequenos Barbanzóns liscan coma coellos.
segundo número da serie, Castañas con
porco bravo leva aos máis cativos a coñecer a vida das nosas xentes nunca época
que deixou en Galiza una forte pegada.
Castañas con
poco bravo
CARREIRO E
CARREIRO
Edicións Toxosoutos
31 páxinas
Corpo baleiro
Primeiro libro da autora que ve a luz,
Corpo baleiro reúne unha manchea de poemas que saen ao encontro do lector,
alampando coa súa enerxía desbordante.
Como suliña Miguel Anxo Fernán Vello
no limiar, “Berta Dávila entra na poesía
galega tocándonos fisicamente, tal como
establece o designio borgeano para a linguaxe lírica. E tócanos porque ascende das
súas fondísimas raíces existenciais e sentimentais, e nos trae a aura dunha sabedoría
e dunha cultura poética hoxe en día nada
común entre nós”. Berta Dávila ten publicados poemas da súa autoría nos libros
colectivos No ocaso dos poemas e Ningunha primavera máis sen flores.
Corpo Baleiro
BERTA DÁVILA
Espiral Maior
Poesía,
69 páxinas
Saberes
[email protected]
Sábado,
29 de marzo
de 2008
NO FONDO DOS ESPELLOS
Gloria a Babel!
XOSÉ LUÍS MÉNDEZ FERRÍN
Non hai posíbel pensamento
racional fora da lingua, por iso é difícil falar de lingua. A maioría das
persoas estarían dispostas a admitir
que a lingua é o que mellor caracteriza á especie humana. A lingua con
primeira e segunda articulación
(Martinet), naturalmente, e ordenada sintacticamente consonte á práctica da predicación. A maioría das
persoas consideran, pois, a lingua
como universal e propia de todo o
home e en todo tempo: a identificación de Lóxica e Sintaxe non é parvada ningunha e Chomski coloca na
gramática a estructura profunda
que é universal.
Mais pouca xente estaría disposta
a admitir que esa unidade básica só
se manifesta en forma de multitude
de linguas diferentes entre elas.
Universais lingüísticos (morfemas,
lexemas, categorías, fonemas en
oposición, significado e significante)
son diferentes en cada lingua humana. O cal ocasiona que estas non servan para os humanos entendérense
entre eles a non ser que os interlocutores teñan en común o coñecemento dalgunha lingua determinada. Neste sentido, a lingua humana
só se realiza en canto que pluralidade, en canto que linguas humanas. E
así é e así foi e así será sempre. Por
parte, estas linguas non están fixas
senón que se moven en procesos que
van do individual ao colectivo e viceversa, de xeito que a mudanza linguística é constante e permanente.
Non Fondo dos Espellos percibimos a tendencia ancestral a odiar o
multilingüismo e a consideralo un
mal. Na etnia primitiva o estranxeiro non é humano e a súa lingua
tamén non o será. Os imperios, aproveitándose deste sentimento, impuxeron e impoñen as súas linguas
facéndolle crear aos sometidos que eles son inferiores
e que as súas linguas tamén o son. Difusamente, vénnos do pasado máis recuado o sentimento de que o multilingüismo é un mal: a maldición de Babel. Na Idade
Contemporánea moitos identificaron determinadas
linguas imperiais (francés, castelán, inglés) como as
propias do Progreso e mesmo houbo quen, desligándose de proxecto imperialistas, inventou idiomas universais (volapük, esperanto) de caracter artificial.
As linguas esmorecen e poden “morrer”; transfórmanse e mudan sempre. Moitos coidan que, “morta”
unha lingua, ela morta está, aplicándolle unha condi-
O CASO MUMARY
Lendo o seu libro ‘Consultorio dos nomes e dos apelidos galegos’, atopeime co
nome de Mumadona, e sorprendeume por
ter a mesma raíz có seu apelido, Mumary.
Levo tempo tratando de saber a orixe do
meu apelido sen chegar a conseguilo de
certo. O último que sei, segundo un pequeno estudio que lle fixo a un sobriño meu unha profesora da USC, a orixe podería estar
en Alemaña (Hamburgo), vía Dinamarca para caer definitivamente no condado de Kent
(Inglaterra), onde hai moitísimos Mumary e
Mummery. Envíolle a copia do traballo para
que vostede faga as súas comparacións. En
Pontevedra, A Coruña e Vigo hai Mumary e
meu pai, avó e posiblemente o bisavó son
nativos da última. Meu pai ten 88 anos e foi
bautizado no convento de San Francisco de
ción biolóxica que a lingua non tén e que os gramáticos
positivistas quixeron insuflarlle. O latín estará vivo en
canto haxa latinistas no mundo que o estuden e lean a
súa (nosa) literatura. Unha lingua extinguida na boca
dos xudeus pero viva no seu culto e no seu Libro, puido
“resucitar” como lingua viva e útil cando o sionismo
criou o Estado de Israel: o hebreu. A revitalización
dunha lingua “moribunda” como era o vasco é un fenómeno feliz ao cal hoxe asistimos polo menos nas tres
provincias do Euskadi autonómico.
Actualmente consideramos todas as linguas iguais
en valores e posibilidades de comunicación. A calquera
Buzón
MÉNDEZ FERRÍN
Sen dúbida a referencia
máis erudita da narrativa
galega, o escritor e académico Xosé Luís Méndez
Ferrín, achega nunha serie
de artigos a súa sabedoría
sobre episodios e personaxes
que chaman o seu interese.
lingua tribal de Nova Guiné
podería traducirse Aristóteles e en alemán moderno é
susceptibel de ser verquido
un conto mítico da oralidade
bosquimana. Hoxe o inimigo
do multilingüismo é un individuo arcaico, primitivo. O
humano
contemporáneo
sinte que a pluralidade cultural está unida á lingüística
e que o mal vén da imposición dunha cultura e dunha
lingua imperial sobre outras
inferiorizadas. A mentalidade contemporánea, o mesmo
que sabe defender a biodiversidade defende como un
ben o multiculturalismo e o
multilingüismo. A glotofaxia
(Calvet) ou devoración
dunha lingua por outra está
a ter a mesma valoración
política e ética que a antropofaxia. Babel como mal só
pervive nas mentes arcaicas
arrastradas por unha inercia
prehistórica. No territorio
español (e no galego) son
innumerabeis as subxectividades cavernícolas que consideran unha maldición para
España a revitalización do
noso e dos idiomas do País
Vasco e Paises Cataláns.
Son moitas as individualidades primitivas que consideran o castelán superior ás
outras linguas faladas na
Ibéria.
Unha lingua non é só un
sistema de signos (Saussure) que serve utilitariamente para a comunicación
nocional. Digamos que o
inglés non é só unha lingua
imprescindíbel para practicar a enxeñaría financeira
nas computadoras senón que
tamén é a lingua na que se expresa Shakespeare e que
fai posíbel a existencia única no mundo dos Four Quartets de Eliot. Cada lingua é unha construcción colectiva de infinitas posibilidades comunicativas que constitúe unha fiestra desde a que se vé o mundo de forma
diversa e propia. Cada lingua comporta unha cultura e
a eliminación dunha lingua é, etimoloxicamente, un
xenocidio porque con ela se extingue un pobo.
Castelao, nunha fúlgura imaxinaria, puxo diante dos
nosos ollos a destrucción do Pórtico da Gloria e a destrucción da lingua galega. Se me desen a escoller eu
ben sei que escollería.
Vigo. Teño un cuñado apelidado Cardesín, oriundo de Sobrado dos Monxes. Que me pode decir
sobre el?
ALFONSO MUMARY RUIBAL
Tomo moi boa nota de tan interesante consulta. De terma
formulado antes dedicaríalle o espazo preciso no “Consultorio dos nomes e dos apelidos galegos” que xa clausuramos
neste xornal. Con todo, prométolle a Alfonso estudar, dentro
dos meus límites, o seu apelido e darlle entrada na próxima
edición do Consultorio, que agora circula en forma de libro.
Vistas as notas da profesora cuxo nome ignoro que o meu
consultante adxunta, pode decerlle que teño a impresión
que de Mumary ten que ver con Mumadona no sentido de
que é comunmente románico e mesmo universal mumman-, na-, nam- referido á “nai, mai”. Co cal non é dificil ima-
xinar que un normando Mumary “Nai María” pasase coas
tropas de Guillerme o Bastardo a Inglaterra, onde froitificou. Logo viría a Vigo e a Galicia coa asentamento dalgún
varón de orixe en York, onde parece ser abundante este
apelido. En todo caso, trátase dunha impresión non demasiado reflexionada. En canto a Cardesín, é sen dúbida
dun apelido toponímico. Vexo un lugar Cardesín na freguesía de Refoxos, concello de Silleda.Tratarei deste apelido na próxima edición do Consultorio, pro adianto dúas
posibilidades etimolóxicas. Unha, que proceda dun posesor de nome xermánico Cardesimus, no que se detecta
un elemento Cart-, moi confuso, e outro próximo ao latín
senex- “vello”; de ambos tratan Piel e Kremer. Outra interpretación iría pola liña de que Cardesín sexa unha modificación con rotacismo de Cas de Sin “casa de algún chamado Xin”. Xa miraremos a ver.
Aqueles lectores que queiran colaborar coa súa opinión nesta sección poden escribir a:
La Opinión de A Coruña. C/ Franja, 40-42 15001 A Coruña. Correo electrónico: [email protected]
Descargar