El bosque impenetrable. Antonio Colinas

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El bosque impenetrable
Leganés a Antonio Colinas
EDITA:
AYUNTAMIENTO DE LEGANÉS
LEGANÉS GESTIÓN DE MEDIOS S.A
DISEÑO Y MAQUETACIÓN:
LEGANÉS GESTIÓN DE MEDIOS S.A
Chema Rivero
CORDINACIÓN TÉCNICA:
Concejalía de Educación y Cultura
Equipo técnico de Apoyo a la Escuela
Este Libro ha sido posible gracias a la colaboración de:
Los Institutos de Educación Secundaria de Leganés: Butarque,
E. Tierno Galván, Gabriel García Márquez, Isaac Albéniz, José de
Churriguera, Julio Verne, La Fortuna, Luis Vives, María Zambrano,
Pablo Neruda, Pedro Duque, Salvador Dalí, San Nicasio y Siglo XXI
Alejandro López Andrada
Alfredo Pérez Alencart
Antonio Sánchez Zamarreño
Clara I. Martínez Cantón
Françoise Morcillo
Guy Merlin Nana Tadoun
Javier Gómez-Montero
José Enrique Martínez
José Luis Puerto
Luis Carnicero
Luis Miguel Alonso Gutiérrez
Miguel Elías
Susana Agustín
Colectivo Fotográfico de Leganés:
• Carlos Escribano
• Enrique Maldonado Esteras
• José Hernández “Chiqui”
• Luz Cortés
• Manuel G. Viñas
• Rafa Martín
Editorial Siruela
IMPRIME:
GRAYDA S.A.
DEPÓSITO LEGAL:
M-11835-2012
IMAGEN DE PORTADA: El bosque impenetrable. Valle de Baztan,
julio de 2009. Rafa Martín
El bosque impenetrable
Índice
Presentación de Jesús Gómez
Susana Agustín
Miguel Elías
IES Pedro Duque
José Luis Puerto
Enrique Maldonado Esteras
IES Butarque
IES Pablo Neruda
Manuel G. Viñas
IES Isaac Albéniz
Antonio Sánchez Zamarreño
IES Luis Vives
Rafa Martín
Luis Miguel Alonso Gutiérrez
IES Enrrique Tierno Galván
Luz Cortés
Alfredo Pérez Alencart
IES José de Churriguera
Carlos Escribano
IES Gabriel García Márquez
IES San Nicasio
José Hernández “Chiqui”
José Enrique Martínez
IES Julio Verne
IES María Zambrano
IES Salvador Dalí
Guy Merlín Nana Tadoun
IES La Fortuna
Luis Carnicero
Alejandro López Andrada
IES Siglo XXI
Clara I. Martínez
Javier Gómez-Montero
Françoise Morcillo
Miguel Elías
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El bosque impenetrable
Queridos vecinos, profesores y alumnos:
Es muy grato para mí presentar el libro que el Ayuntamiento de Leganés, en
colaboración con los Institutos de Educación Secundaria de la ciudad, dedica
este año a Antonio Colinas. Este libro quiere acercar a los ciudadanos a un poeta
universal, con una voz personal y única.
Antonio Colinas es, además, un artista polifacético, que ha desarrollado una
brillante trayectoria en campos como la narrativa, el ensayo, la crítica literaria o la
traducción. En todos ellos, su trabajo destaca por su espíritu de investigación, su
rigor intelectual y el profundo amor a nuestro país.
La obra de Colinas ha merecido galardones tan importantes como el Premio
Nacional de la Crítica, en 1975; o el Premio Nacional de Literatura, en 1982. También
ha cosechado numerosos reconocimientos internacionales, como el Premio
Internacional Carlo Betocchi, en reconocimiento a su labor como traductor y
estudioso de la cultura italiana. Ha sido galardonado con el Premio Nacional de
Traducción, concedido por el Ministerio de Asuntos Exteriores de Italia en 2005,
por su traducción de la poesía completa del Premio Nobel Salvatore Cuasimodo.
Este libro ha sido posible gracias a la colaboración escrita y fotográfica de
prestigiosos autores y es un acto de homenaje a este singular poeta. Espero que
este trabajo sirva para alimentar la pasión por la lectura en nuestra ciudad. Con él
quiero transmitiros mi más afectuoso saludo.
Jesús Gómez Ruiz
Alcalde de Leganés.
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El bosque impenetrable
Antonio Colinas,
el poeta que desvela la segunda realidad
Que cualquier lector atento encuentra hoy imprescindible la obra de Antonio
Colinas es un hecho constatable debido sin duda, a que conecta con todo tipo de
público. Ese es uno de los muchos logros conseguidos por este escritor leonés
nacido en La Bañeza en 1946. Tal vez incluso, sea el principal. Tanto su prosa como
su poesía nos resultan cercanas y amenas, pues tratan temas aparentemente
sencillos. En numerosas ocasiones abordan la vida cotidiana, discurren con un
lenguaje literario próximo y no ofrecen grandes dificultades a simple vista, a
pesar de su hondura. Ahora bien, cuando leemos con detenimiento o abordamos
con sentido crítico y atento, nos damos cuenta de la inmensa profundidad
que encierran. En los libros de Colinas apreciamos toda una vida dedicada por
completo a la literatura, una vida que ha transcurrido unida a la literatura, una
vida vivida literariamente con intensidad.
Al lector avezado no se le escapa el peso que cada frase, cada imagen encierran
en sí mismas. La trascendencia de su palabra poética es una de las características
que distinguen a este poeta de todos sus coetáneos. Poesía y pensamiento
discurren al unísono en la obra de Colinas, a pesar de su variedad, pues ha cultivado
prácticamente todos los géneros. Entre sus seguidores los hay que prefieren sus
cuentos, sus novelas, sus poemas, sus artículos de crítica literaria o sus ensayos, sus
traducciones, o al Antonio Colinas más personal e íntimo, el de los libros esenciales.
Cualquiera que sea el género elegido, Colinas profundizará en nuestro pensamiento,
en nuestros sentimientos, en definitiva, en nuestra manera de entender la vida. A
través de sus libros aprendemos un modo peculiar de ser y de estar en el mundo. Tan
honda e intensa es la lección que destilan sus escritos.
El poeta aborda los interrogantes intrínsecos del hombre: el amor, la amistad, la vida,
la muerte, los misterios de Dios y del más allá. Ahí precisamente radica la actualidad
de toda obra intemporal. Y esta lo es. Para ser aún más precisos, el escritor busca
la palabra exacta, la palabra justa, aquella que une lo humano con lo eterno, la que
aproxima el hombre y lo divino1. Y para ello, el poeta se vale del símbolo. Hombre
y realidad se funden en síntesis creadora: por un lado, el ser humano, su propia
existencia y cuanto le rodea; y por otro, el poeta y su obra. El símbolo se convierte en
el puente que une ambas realidades en una única, la Poesía.
El lenguaje poético empleado por Antonio Colinas destaca y se caracteriza por la
utilización del símbolo. Esta obra, como ya antes hicieran los antiguos griegos,
María Zambrano, El hombre y lo divino.
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El bosque impenetrable
indaga en la existencia del ser humano. Y del mismo modo que los primeros
poetas, el poeta que Antonio Colinas es en todo momento (sea cual sea el género
literario al que se enfrente), nos adentra en los misterios que permanecen ocultos
a los ojos de los hombres, para lo cual se vale de la palabra poética. El poeta
plasma ante sus lectores la segunda realidad, tal y como él gusta de llamarla.
Pero el símbolo ha traspasado los límites del verso y la poesía ha trascendido
las apariencias según la captamos. Mediante el empleo del símbolo, el poeta nos
aproxima a esa realidad que desvela.
Maestros de Antonio Colinas han sido Antonio Machado y Juan Ramón Jiménez,
entre otros. Con ambos comparte la idea de Poesía como revelación. Y como en
la obra de ambos, en la suya la palabra poética cargada de símbología toman
referentes de la naturaleza. El pensamiento se torna verso por medio de los
símbolos. Así lo hicieron poetas de todas las culturas, también los primitivos
griegos y latinos, los clásicos que dieron origen a nuestra civilización occidental,
la cultura mediterránea. Evoquemos de igual forma, a los filósofos presocráticos
cuyo pensamiento resulta aún hoy actual para los lectores del siglo XXI.
En la poesía de Colinas se pueden agrupar los símbolos en torno a los cuatro
elementos como los estudió Empédocles. El primero es la tierra sobre la que se
yerguen todos los árboles: encina, ciprés, algarrobo, olivo… El árbol es el axismundi que eleva al hombre hacia el infinito, hasta el cielo, morada de los dioses.
Podemos rastrear las huellas de los árboles en diferentes libros de Colinas, pero
especialmente bello es el titulado La llamada de los árboles. Además hunden las
raíces en su negrura interior, adentrándose en lo desconocido. La tierra produce
sus frutos, es madre nutricia y da vida. Pero se torna materia inerte, aunque
eterna. Como las piedras con las que el hombre construye edificaciones, ya sean
templos de dioses o casas de hombres. Porque desde siempre el ser humano, a
semejanza del acto de creación del universo, del momento en el cual los dioses
creaban el mundo, ha fundado ciudades con sus propias manos, las ha situado
en el centro del mundo, en el lugar donde comenzó la creación del cosmos. Por
esta razón, en la obra de Antonio Colinas son frecuentes las alusiones a vestigios
procedentes de otros tiempos, restos que nos hablan de otras culturas. Por otro
lado, cuando las construcciones se derrumban y se transforman en ruinas, se
confunden con otros elementos de la naturaleza. Se convierten entonces en un
elemento integrador más de la misma. Serán las ruinas fértiles del poeta.
El segundo elemento es el agua que, al igual que el primero, también es fuente
de vida. En la poesía de Colinas presenta diferentes formas, ya manantial o río, ya
mar u océano. Siempre brota del interior de la tierra, con la que guarda estrecha
relación: ambos permanecen en constante movimiento, ambos reflejan lo vivo,
lo que fluye. En el poema titulado Fe de vida, el poeta declara: “Esperar junto a
este mar (en el que nacieron las ideas) / sin ninguna idea. (Y así tenerlas todas.)”.
El bosque impenetrable
Especial interés tienen las fuentes a lo largo de la producción poética de Colinas,
pues simbolizan el origen de la vida, dado que en ellas se plasma con mayor
claridad la fusión entre la tierra y el agua: no son sino fuentes de vida.
El tercer elemento presenta las dos caras de Jano. El fuego puede ser en primer
lugar, purificador, ya que se relaciona con el ciclo de las estaciones y enciende las
hogueras de San Juan: “Y su fuego / me vaya deshaciendo como llama / de vela:
con dulzura, despacio, muy despacio, / como giran arriba extasiados los planetas”.
Pero también puede ser fuego destructor, aniquilador, exterminador de la vida
de los bosques. Este hecho es especialmente doloroso para Colinas, porque en
el centro del bosque el poeta se ha sentado a contemplar, a respirar, a sentir el
mundo. Esa es otra lección que nos enseña poeta: el hombre debe aprender una
manera de ser en los claros del bosque2, espacios estos que invitan a la reflexión,
en los que Colinas se interroga acerca del ser y de la naturaleza de las cosas.
El último elemento aludido es el aire, imprescindible para la vida del hombre, para
que el hombre respire. La respiración es el símbolo místico por excelencia. Marca
el ritmo de la existencia humana. “Lento respira el mundo en mi respiración”,
leemos en el Canto XXXV. El hombre no es más que barro moldeado que cobra
vida propia cuando se le insufla un soplo de aire. La respiración simboliza en
última instancia la vida humana. El ser humano tras su nacimiento da muestras
de que está vivo cuando respira. Del mismo modo antes de su muerte, lo último
que hace el hombre es respirar. Por esta razón, la respiración humana está en
sintonía con el ritmo del universo. Además se relaciona con su música y por tanto,
con Orfeo.”Que te guíe la música que dejas / -la música que es número y medida-“,
desea a sus hijos en el poema titulado La prueba. Por su parte, el poema ¿Conocéis
el lugar? comienza con una pregunta, “¿Conocéis el lugar donde van a morir / las
arias de Häendel?”. Y en los últimos versos leemos: “Es la música que, a través
de la respiración de las espigas, / viene a morir en la luz que respiran nuestros
pechos”.
El pensamiento del poeta abre nuevos interrogantes a sus lectores. En la poesía
de Antonio Colinas la música de Orfeo nos conduce a través de los símbolos hacia
esa segunda realidad que el poeta desvela. El lector no puede sino entrar más
adentro en la espesura propuesta.
Susana Agustín
María Zambrano, Los claros del bosque.
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El bosque impenetrable
Miguel Elías
Caricatura de Antonio Colinas
El bosque impenetrable
Samuel Ojeda
4º A IES Octavio Paz
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El bosque impenetrable
Sobre el poema “Nocturno IV”
del libro Manantial de la luz
Dicen que la noche siempre es más oscura en la hora previa al amanecer. Brillan
las estrellas con más fuerza y el juego de sombras que reina sobre nosotros se ve
suavizado por su sonrisa…
… Su sonrisa, siempre dispuesta a alumbrar un camino fatigoso, nos acompaña
en algunos de nuestros más íntimos momentos. Su sonrisa, que protege a todos
y cada uno de nuestros sueños… Y, noche tras noche yo subía a verla, a que me
regalase uno de sus baños plateados. Quería llenarme de su magia, embriagarme
con sus besos. Me alzaría siempre alto, muy alto, aunque jamás llegase a tocarle ni
siquiera la punta de la nariz.
Me volvía loco. Quería cogerla, acariciarla, arrullarla. Quería deslizar mis dedos
por ella. Y, entonces, me enamoré sin previo aviso. Me enamoré de la idea del amor.
Jamás sería mía, pero eso nunca lo iba a entender. Era mía y tuya, mía y suya, mía
y de todos, y por eso enloquecía. Nadie podría admirarla como yo, ni desearía
tanto ser suyo como yo. No me entendían, no me creyeron… ¡Si guardó todos mis
secretos más oscuros, si lo único que recibía era amor por más amor, si la veía
reflejada en cada espejo, en cada charco, en cada lágrima…!
Y un día me habló. Con su voz de madre albina, con su voz protectora, siempre
abrigándome. Me contó que ella era mía, y que también era de todos. Que me
buscaba cada noche, como yo lo hacía, en cada esquina, en cada acera, en cada
resquicio de sombra que quedaba antes del amanecer. Me dijo que te buscase,
delicada en cada poro, blanca tu piel y blanca tu alma, tan profundos tus ojos…
Y te busqué, te sigo buscando. Subo cada noche a la azotea esperando
encontrarte, amando tu ausencia, susurrándome ella que ya pronto vendrás…
Y hoy llegaste, bella, delicada como me prometió. Me señalaste, sonriendo. Me
acerqué y tú te acercaste. Posaste la mano sobre mi mejilla y noté el frío eterno,
la nieve de tu alma. Penetraste en la mía observando cada recodo de mi interior. Y
me besaste. Y lo sigues haciendo…
Y ahora me encuentro aquí, tirado, sin aliento, traicionado. Recibiendo muerte por
amor. Observándote una noche más. Viendo cómo te burlas y yo me muero, justo
en la hora más oscura, en la hora previa al amanecer.
Noelia Pámpanas Romero
1º Bto. IES. Pedro Duque
El bosque impenetrable
Estas tardes sombrías por el trueno y el agua
Juanto al lago. Antonio Colinas
Leyre Fernández Inchusta
Natalia Chozas Nuevo
3º A ESO. IES Pedro Duque
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El bosque impenetrable
Otra vida distinta
(Peña de Francia)
Para Antonio Colinas
Nos habla esta montaña
De otra vida distinta.
Esta luz, estas rocas, este aire,
Estas inmensidades de la cima,
Dilatado el espacio bajo el cielo,
Entregado a un silencio
Que expresa la armonía y la quietud
Por las que todo está tocado.
Otra vida distinta,
Otra vida más alta,
Lejos de los afanes de los hombres,
En estas soledades anteriores al tiempo,
En toda esta materia del origen,
En esta manifestación sagrada
Del aliento de Dios.
Hermana piedra, dime tú el camino;
Pajarillos, decidme quién os sostiene en vuelo;
Aire de luz bañado,
Cómo lo acoges todo y le das los perfiles
A tanta creación que nos regala
Quien todo lo dispuso de este modo.
Vamos por el camino hacia la cima
De esta montaña que hoy nos habla muda;
Jadea nuestro aliento,
Se entrecorta su ritmo;
Las pisadas descubren secretos en la piedra;
Quieren los ojos ver más allá de las formas;
Y algo le dice al alma
Que aquí la eternidad
Vence al tiempo y la muerte,
Que todo va al origen del que vienen
Los seres y las cosas,
Y esto es resurrección;
Que existe el paraíso y el jardín
Que nos dará sentido.
El bosque impenetrable
Aquí se hallan las huellas
De las vidas humildes, de las gentes
Que a vivir se entregaron con su esfuerzo,
Carboneros, pastores,
Campesinos que saben los secretos
De la noche y la luz,
De los signos del cielo y de la tierra,
De los cambios del tiempo y de las estaciones.
Y aquí la eternidad hermana es del origen.
Paraíso, jardín,
Decidme los secretos de esa vida,
De otra vida distinta, de otra vida más alta.
¿Podrá ser comunión
Mi aliento fatigado
Con el aire que acoge aquí todas las cosas?
¿Podrán llegar mis ojos
A ver lo que se esconde más allá de la cáscara?
¿Qué dice este silencio
De una materia más allá del tiempo
Por la que hago el camino y que me habla
De otra vida más alta, de otra vida distinta?
¿Y no superará todo a la muerte,
Ahora que puedo ver y que camino
Y puedo respirar y ser de todos
Y decir con palabras
Que algo nos da sentido
Y vence la escisión en la que estamos?
José Luis Puerto
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El bosque impenetrable
Nocturnos IV (Manantial de la luz)
Duermes como la noche duerme:
con silencio y con estrellas.
Y con sombras también.
Como los montes sienten el peso de la noche,
así hoy sientes tú esos pesares
que el tiempo nos depara:
suavemente y en paz.
(…)
Reposas en lo blanco
como en lo blanco cae en paz la nieve,
duermes como la noche duerme
en el rostro sereno de esa niña
que todavía ignora
aquel dolor que habrá de recibir
cuando sea mujer.
Antonio Colinas.
Enrique Maldonado Esteras
Los ojos de ella
El bosque impenetrable
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El bosque impenetrable
Los Humanos
Sabios y buenos
mas nuestra perdición
fue la excesiva ambición
nuestro gran veneno.
Capaces de ignorar
por beneficio propio,
capaces de olvidar
los males de otros.
Etnias y razas
sin motivo odiadas.
Avance de unos
a costa de otros.
Y no sé que pensar
no sé de quien fiar,
ya que lo único igual
en la vida es el final.
Inspirado en Biografía para todos. Antonio Colinas.
Ismael Plaza García-Barbadillo
1º A Bto. Ies Butarque
El bosque impenetrable
Inspirados en Caballos y molinos en el pinar. Antonio Colinas
María del Rosario Alonso García
4º A ESO. IES Butatrque
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El bosque impenetrable
Poema de primeros versos
a Antonio Colinas
Hoy comienzo a escribir como quien llora.
Lloro pensando en ti, junto a mi ventana.
Hoy comienzo a escribir como un desafío,
sin ti mi vida no tiene sentido.
El no volverte a ver.
Pienso en tu piel que acaricio lentamente,
sin tus labios mi alma se derrite.
Me muero por verte, por estar contigo.
La esperanza me guía,
tú, solamente tú.
El corazón impone,
me impone que te ame, aunque tú no me ames.
Un sol de cobre en llamas
se refleja en mi ventana,
cada día, cada mañana.
Qué gran felicidad
siento al tenerte a mi lado,
al estar junto a ti,
amor, siempre junto a mí.
Shabita Blanco, Jesús Cabello, Cristina Cid,
David Escrivá, Laura Fernández, Coral Gandía,
Rodrigo González, Álvaro Jodar, Jennifer Martín,
Andrés del Monte, Daniel Morillo, Katherine
Ortiz, Nassim Othman, Noelia Ramos, Sergio
Rojas, Rubén Sanchidrián, Soraya Sarabia,
Wander Segura y Jorge Zulla
PCPI. IES Pablo Neruda
El bosque impenetrable
Inspirados en Hoy comenzó el invierno. Antonio Colinas
Jessica Ramirez Bohoyo
4º ESO. IES Pablo Neruda
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El bosque impenetrable
¿Conocéis el lugar?
Creo que se halla aquí, en este espacio
donde se inventa la infinitud de los amarillos;
un espacio en el centro del centro de Castilla
en el que nuestros cuerpos sanarían
para siempre
si tus ojos y mis ojos
mirasen estos páramos
con piedad absoluta
y en donde hasta el espíritu suele arrodillarse
para hacernos su ofrenda
Antonio Colinas.
Manuel G. Viñas
¿Conocéis el lugar?
El bosque impenetrable
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El bosque impenetrable
Alas para un clavel marchito
Nada podía tapar aquella grieta
que deja tras de sí el dolor.
Marchito está el clavel:
su hermosura sin reparo
tiembla en la tarde fría.
Triste historia, cruel final,
marchito clavel sin alas para volar.
Escrito su epitafio está, aunque
aún no veo la muerte.
Iluminada, la vida late aún,
quizá se cumpla mi deseo.
Triste historia, cruel final,
marchito clavel sin alas para volar.
Pasará el otoño y llegará diciembre
con su manto real,
abrigo yermo y blanco que la vida resguarda.
Triste historia, cruel final,
marchito clavel sin alas para volar.
Entre tanto revoloteo
quizá la primavera arraigue.
¿Podrá el clavel hermoso sus alas desplegar
y tras fallidos intentos por fin volar?
Triste historia, cruel final,
marchito clavel sin alas para volar.
La esperanza no pierdo de ver de nuevo volar
a ese hermoso clavel que tanto me hizo soñar
Santi Lorenzana
4º C ESO. IES Isaac Albéniz
El bosque impenetrable
“Desde aquel mirador,
él vio cómo llegaba con la furia del viento
una hoja primera,
sólo una hoja de oro desprendida
de algún álamo negro.”
La primera hoja
Antonio Colinas
Alba Ramos Pulido
4º A ESO. IES Isaac Albéniz
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El bosque impenetrable
Otra vez
“Hoy hemos recibido la visita del mal,
mas pronto hemos tenido que enterrarlo
debajo del naranjo y de su aroma,
donde zumban abejas”
Antonio Colinas.
Lo que veo no es mío,
pero está poseyéndome.
No lo salvo. Me salva.
Me da ser. Me sostiene.
¿Qué sería sin esto
que solea la nieve
alrededor, ahora
que escupe en mí la muerte
sapos de plomo, sílabas
como graznidos verdes
y nuncas, nuncas, nuncas
colgados a poniente?
No sé de qué manera
lo que no tengo vuelve
a mi amor: lo apagado
vuelve a resplandecerme.
Perfil, perfil de mundo,
llamarada terrestre:
no estaba siendo y soy
yo otra vez firmemente.
Antonio Sánchez Zamarreño
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El bosque impenetrable
Los ojos de luz negra
Es dormir,
dormir por olvidar,
dormir por olvidar, nuestra pura dura y cruda realidad.
Es dormir,
por no recordar,
por no recordar, todo mal que me encuentro al despertar.
Es dormir,
para poder soñar,
para poder sonar, imaginar y vivir al fin en paz.
Es dormir,
donde dormir es morir,
es dormir, y volver a despertar.
Inspirada en Pozo oscuro de los sueños. Antonio Colinas
Antonio Elias Kinamvuidi Gombe
1º Desarrollo de Fabricación Mecánica. Ies Luis Vives
El bosque impenetrable
Inspirado en La Viña salvaje (VI). Antonio Colinas
Víctor Coeurjoly Lechuga
1º Desarrollo de Fabricación Mecánica. Ies Luis Vives
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El bosque impenetrable
Signos en la piedra
../..
Posa también tus manos:
que se aquieten tus manos como palomas,
que echen raíces
en el silencio helado de la piedra.
Verás en ella señales muy leves,
signos dictados por el firmamento,
los símbolos de un tiempo infinito
que va huyendo de ti,
mas que a la vez está en tu interior:
revelación del alma que no muere.
No podrás ir más allá.
No debes ir más allá.
Antonio Colinas
Rafa Martín
Restos de otro mundo. Herculano. Abril de 2009
El bosque impenetrable
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El bosque impenetrable
Atardecer en Sanabria
(El frío atardecer fue un viento dulce,
que diseñaba las ondas en el lago,
y hermosa era la muerte de la nieve,
anegada en las aguas infinitas,
bajo un rojizo y débil sol poniente.)
Alejado de vértigos azules
y olvidado el reclamo de la aurora,
no había visto nada -luz de espejos
irisados, fluyentes arreboles-,
no había visto nada. Nunca. Nada.
Aprendiz de otro mar, te ibas haciendo
compositor en todas las orillas,
tornasol del ocaso. Castañeda:
qué alegría me lleva hasta tu nombre,
corazón transparente de Sanabria.
Solo una vez, varado en tu ribera,
contemplé la quietud del lento ocaso,
el cristal incesante de tus aguas
unánimes y puras, verdaderas.
En tu orilla de amor y de esmeralda
fondeó la ternura de mi vida:
el navío dichoso de la infancia.
Vuelve a brillar en la apagada noche,
en el noble cansancio de los ojos,
en esta aprisionada soledad,
que añora como nunca tu armonía.
Luis Miguel Alonso Gutiérrez
El bosque impenetrable
Cuando coronas luminosa, plena...
Cuando coronas luminosa, plena,
la turbulenta tarde de verano,
se alza la frente a ti, se hunden los ojos
en tu insondable plenitud de lago.
Para volverte a ver sobran caminos,
riberas, fuegos, bosques de castaños.
¿En qué sosiego fértil me sumerges?
¿A qué fugaz fulgor me has convocado?
Llega tarde a tu fin, como la tarde
se demora en morir de rojo ocaso,
al desangrarse el sol entre las olas
y el rubor espacioso del espacio.
Si en zafiro humillaste la ardentía
del fatigado sol, no huyas en vano.
Que esta paz que en ti aspiro, noche mía,
pueble mi corazón deshabitado.
Luis Miguel Alonso Gutiérrez
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El bosque impenetrable
Inspirado en La Llama. Antonio Colinas
Jaime Escudero Gallardo
4ºB ESO. IES Enrrique tierno galván
El bosque impenetrable
Inspirado en Zamira ama a los lobos. Antonio Colinas
Daniel del Campo Martín
3ºC ESO. IES Enrrique tierno galván
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El bosque impenetrable
Inspirado en Morada de la Luz (Desiertos de la luz). Antonio Colinas
Luz Cortés
El bosque impenetrable
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El bosque impenetrable
Antonio Colinas
Vives
en el páramo
de tu lengua: Tanta
tierra que
te desadvierte,
mientras
yo sigo leyendo tu
intimidad.
¿Era nieve o costra
lo deslizado
por los afanosos?
¡Tiempo, sangre,
memoria al filo de la
divinidad
coronan tus frutos!
Estate con las vocales
sobrevivientes
en el remanso
donde el misterio se
bosqueja.
Alfredo Pérez Alencart
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El bosque impenetrable
Hallazgo.
Presa de un mundo frágil
que tú misma desmoronas y reconstruyes.
Ya nunca esperarás lo que no llegó.
El mundo se ha posado en el vacío,
el tiempo se ahogó en su esfera,
incluso el cielo se rindió a la calma;
¿Y tú?, tú no quieres rendirte.
¿Cuántas veces vagaste en silencio,
en los lugares más recónditos, a oscuras?
¿Cuánto tiempo la has buscado?
Ahora eres consciente,
se instaló cuando cediste y aunque
Miedo y Olvido intentaron seducirla tiempo atrás,
siempre permanecerá fija, inmutable, constante.
Inspirado en La prueba. Antonio Colinas
Lucía Bermejo Navas
2º C Bto. IES José de Churriguera
El bosque impenetrable
Inspirado en Biografía para todos. Antonio Colinas
María Carbajal Martín
2º A ESO. IES José de Churriguera
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El bosque impenetrable
Signos en la piedra
Sigue la senda de las piedras musgosas,
la que conduce a la gran roca,
a la raíz del ara
a la raíz eterna
del tiempo.
Antonio Colinas
Carlos Escribano
Espera
El bosque impenetrable
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El bosque impenetrable
Amor ciego
Homenaje a Antonio Colinas
Noche, fiesta, jóvenes que se divierten.
Y yo aquí, mirando a lo lejos,
o escondida entre la multitud,
sufriendo, sufriendo por ti, por tu amor.
Amar es arder, pensar; amor es fuego, es dolor,
vivir o incluso morir por la persona que amas.
Cada noche acuden a mi cabeza recuerdos,
uno por cada palabra que escribo,
uno por cada latido de mi corazón, sin ti vacío.
Lorena Moreno, Diana Marcela Flórez, Cristina Carrera
4º ESO. IES Gabriel García Márquez
El bosque impenetrable
Daniel Miguel Agudo
1º BTO. IES San Nicasio
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El bosque impenetrable
Sonámbula divagación de un juicio
Agradecimos el silencio sobre los labios
atardeciendo sobre congeladas estatuas
buscando nuevas razones satisfactorias
ahogados en el elixir de la impureza
afanándonos como niños
en el dulce sabor del postre los sábados.
Sin remordimiento cargamos
con el peso de la ausencia
de demasiadas líneas en blanco
de la esclavitud de gustos
del tiempo que quisimos ver muerto
al romper el viejo reloj del cuarto.
Mientras el mechero quemaba el oxígeno
respondíamos con palabras punzantes
incapacidad, eras nuestra, de quedarnos
inmutables
ante nuestro porcentaje de glorias
como el característico político mudo
queda al interés de su auditorio.
Y sin embargo sentíamos
en nuestra conciencia
el poder de las biblias
que se escribían por sí solas
debajo de cada cama
en el húmedo rincón de la memoria.
El bosque impenetrable
Inmensa capa de un todo
bienvenida siempre de madrugada
si diera justicia tu rostro
regalaba el estar presente
ante las azucaradas maldiciones
que jugaban en conversaciones intramentales.
Quedemos sin decir nada
elegimos acabar el vino de las fiestas
estrangular mentes y cuerpos
durante siglos en búsqueda
aprendimos espontáneamente
a aclamar héroes , temer dioses,
a odiar demonios y, resucitar ángeles.
Abandonados vagabundos en el lenguaje neutro
todo solía corresponder a algo
la finitud no es más que una inversión de procesos,
el ser firmó el pacto de ser alguien.
Al atardecer estatuas congeladas
absorbimos la última gota del olvido
perdiéndonos naufragó el sentido de nuevo
medio muertos de risa melancólica
otorgamos a nuestros pensamientos
últimas sonrisas cínicas de desgracia retórica.
Inspirado en Signos en la piedra. Antonio Colinas Svetlana Pecheykina
1º A Bachillerato. IES San Nicasio
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50/
El bosque impenetrable
Paraíso en la nieve
Avanzas en lo blanco lentamente,
avanzas con el peso de lo negro
que siempre hubo en ti,
[...]
¡Paraíso en la nieve!
Al fin, ya todo es blanco
en lo negro del hombre. Antonio Colinas
José Hernández “Chiqui”
La nieve
El bosque impenetrable
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El bosque impenetrable
Mirada hacia lo alto
Para Antonio Colinas, que oyó y tradujo
la música de las esferas
Es como si estuvierais muertas,
porque no consoláis el corazón
de quien aún a veces os invoca
con la mirada confiada.
Hondas estrellas que en la noche
ilumináis los ojos del que espera
una señal de aliento,
infundid en mi alma descreída
la pasión de las cosas, la locura feraz
que movía la fe de los antiguos.
Guiños ciegos lanzáis al corazón
sin que se abra una puerta o un camino.
Fijos aquí en la tierra
elevemos los ojos a la luz
presintiendo que nadie colmará
estas ansias de amor y de belleza.
José Enrique Martínez
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54/
El bosque impenetrable
Estoy sentado frente a un muro blanco,
me rodea una densa niebla gris.
Todo se vuelve oscuro ante mis ojos
menos ese punto iluminado.
Una soledad abrumadora surge desde el fondo
cubriéndolo todo cual manto de muerte
encerrando la mente en un extraño estado de abandono
hacia el abismo del olvido.
¿A dónde ir si muere el pensamiento?
Prueba a elevar las alas y alzar el vuelo,
encamina tu dirección hacia la blanca pureza
que se halla majestuosa ante mi mirada.
El blanco puro es el color del bello sentimiento enamorado.
¿Pero qué hacer cuando el amor es solo un sueño
entre las páginas del libro humilde que nadie abre
del pobre libro que ya nadie lee?
Roza las páginas con los dedos y
arranca el sentimiento de ellas.
Inunda de él la realidad mientras se disipa la niebla,
para observar el muro blanco frente al que estoy sentado.
Lucía Fernández Sánchez
3º ESO. IES Julio Verne
El bosque impenetrable
Inspirado en Arrastrado por un gran vendaval de estellas.
Antonio Colinas
Ricardo Ivan Vare
1º D. ESO. IES Julio Verne
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56/
El bosque impenetrable
La luz al fondo del pasillo
“¡Morada en la marea de la vida,
marea en la morada de la luz!”
Antonio Colinas, de su poema Morada de la luz
En mi morada hay luz, siempre hay luz.
Pero cuando las velas se apagan,
La luz sigue brillando al fondo del pasillo.
La esperanza siempre estará allí,
Al fondo del pasillo.
En mi morada no hay días ni noches,
Sólo hay luz, siempre, al fondo del pasillo.
María Luna Díaz
2º ESO. IES María Zambrano
El bosque impenetrable
Más allá de la realidad
“No podrás ir más allá de la realidad”
Signos en la piedra. Antonio Colinas
Cuando creas que no podrás ir
más allá de la realidad,
De esas cuatro paredes que te asfixian
cada vez más.
Cuando la realidad supere la ficción,
Y sea más dura e incomprensible.
Cuando ya el optimismo
no dé señales de vida,
entonces, escribe…
Elsie Makiesse Gaspar
2º ESO. IES María Zambrano
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58/
El bosque impenetrable
Nostalgia
El relato me traslada a mi niñez y al presente
y reaviva mis recuerdos de las tierras de mi gente
las montañas nevadas, los ríos bravíos,
los verdes bosques y los caminos sombríos.
El rumor del agua clara, cascadas puras de espuma blanca,
los castaños en otoño ofreciéndonos su carga,
los nogales, avellanos, hayas y cerezos
con sus ramas estiradas queriendo tocar el cielo.
El humo en las chimeneas, preparando la comida,
calentando bien la casa que se nos queda muy fría,
con esos muros de piedra y esa humedad tan latente
necesita mucha leña y atención constantemente.
A don Antonio Colinas, gracias por su gran obra,
gracias por inspirarme para escribir estos versos,
mis disculpas, son mediocres, pero virtud no me sobra,
aunque pienso para mí: que los escriba el poeta,
que para eso él sí cobra.
Y ya para terminar solo le quiero decir: si no le gustan… ¡los borra!
Eduardo Conde García
4º ESO. IES Salvador Dalí
El bosque impenetrable
Mis ojos eran dos nostálgicas panteras
posados en el horizonte
donde se esconde tu nombre.
Puntos en la lejanía
donde la noche sombría
oscura y fría
me invita a soñar,
a soñar que estoy en la orilla del mar
cogida de tu mano.
La revelación de un sueño interrumpido
y un amor desconocido.
Natalia Urbano Martín
2º ESO. IES Salvador Dalí
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60/
El bosque impenetrable
Larga carta a Colinas
(Desde África), 10 de enero de 2012
Cuando más me lo espero
surge entre ensayos nuevos
el adamantino eco de tu voz.
Bajo este ocaso rojo
de mansedumbre ecuatorial
ansío responder
a la llamada de la lejanía.
Salgo, tú bien lo sabes, de tu Viña salvaje
y, sin embargo, debo desandar el camino,
dejar para más tarde los surcos de diciembre.
Salgo, tú bien lo sabes, de tu Viña salvaje.
Mi mano, que ya “duerme un poquito más”, cierra,
cansada, la última página de tu Obra Completa.
Entre recuerdos sanos y altos
busca mi corazón rescoldos de color.
Mientras cierro los ojos
para besar las luces de la Calle
de San Pablo y husmear
el Pasaje Sancti Spiritus que da a tu casa,
no se resiste a fallarme la memoria,
no se resiste, como ves.
Recuerdo la madura serenidad
de tu voz en el bar de las entrevistas.
Recuerdo el corazón de Ferreira Cunquero,
cuya ternura pronto me arrojó
a la dulce mansedumbre de tus aguas puras
y preclaras. Tu voz, plural espejo,
dádiva de mi exilio voluntario,
era augur de una noche llena de ruiseñores.
Con mis ojos rojos de lectura
(era previsible
dada la hondura
de aquel Río de sombra),
yo iba al encuentro de mi propio ser,
El bosque impenetrable
\61
al agridulce azar de castellanos caminos.
Y tanteando otra vez las tinieblas del saber,
ansío ser el alma errabunda
que un verano de oro viajó a tu meseta
y que hoy recuerda las remotas horas
de nuestra idílica alianza.
Pero como yo, tú quisiste que el recuerdo
fuese más allá de las academias,
más allá todavía, de la mera amistad,
del impávido dar y recibir
que implican las verdaderas lecturas.
Y por eso, mientras cierro los ojos,
como un nieto africano
te sonríe mi hijo Federico.
Como Mari José también inspira Mispa,
la generosa esposa que ya te llama padre.
Como tú yo quise que el recuerdo durase
una o dos eternidades… Padre de otras alturas,
puede que un día como ahora
se confundan nuestros linajes
como se enredan nuestras voces
que hoy respiran fusión. Puede que un día te pierdas en las polvorosas
colinas de mi hogar, para palpar las alas
verdes de nuestra dorada morada.
Puede que sobre el adobe o sobre un tronco caído
los siete nos sentamos una tarde
para mirar el Tormes milenario.
Borraremos entonces ese mar de silencios
que a veces amenaza la distancia,
la distancia que nos salva a los dos,
la distancia que une a tu Castilla Camerún,
la distancia que, salvando a los dos,
nunca acribilla la memoria, la memoria
que recuerda tu corazón abierto
a la brisa que fui. Recuerdo y no sé qué
decir de tus regalos y consejos
olor a galería, las flores de mi otoño,
la mano tendida de tu divina familia,
62/
El bosque impenetrable
aquellos recitales en el Aula Magna
de la Universidad de Salamanca,
tu profusa y abrasadora palabra,
tu palabra mística y sencilla, untuosa miel
que alimenta mi colmena, fecunda ofrenda
de universal calor que abracé de par en par.
Tu palabra Río de sombra y lago.
Tu palabra tierra, sangre y astrolabio,
sepulcro, bosque oscuro, solfeo y noche abierta,
tu palabra desierto y laberinto,
huerto y leyenda, viña, “piedra y sol” .
Aún he de enajenarme con tus ofrendas,
esperar a que no se eternice lo cerrado.
Y allá, donde anida la piedra de la labor,
sobre mis desvelos y sobre mis vacíos,
sobre mis renuncias y sobre mis recelos,
sobre mis desvaríos y sobre mis desvíos
sobre mis amores y sobre mis estampas
eterno está tu nombre, Antonio, eterno
está tu nombre sobre la piedra ocre
que alberga, en Anaya, mi memoria:
centenario muro de patio doloroso
allá lejos, donde cantan las cigüeñas,
y por donde corre, rosa y blanquinegra,
la honda dulce savia de nuestro cariño.
Guy Merlin Nana Tadoun
64/
El bosque impenetrable
La primavera azul
La primavera es un salto al calor
sobre la despedida de las nubes,
sobre la caída del frío,
sobre el florecimiento de las flores.
La primavera es un salto hermoso:
el fuego del aire nos quema,
a veces el cielo llora y el calor se marchita,
y la manta verde se levanta sobre la cama.
Inspirado en el poema Luces de primavera. Antonio Colinas.
Juan José Gómez Fernández
1º A ESO. IES La Fortuna
El bosque impenetrable
Inspirado en Luces de primavera. Antonio Colinas
Noelia Martínez Galindo
1º A ESO. IES La Fortuna
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66/
El bosque impenetrable
Luna de nieve en el páramo
Para Antonio Colinas, en nuestra tierra.
Seguir huellas y surcos que parten de la casa,
de las arquitecturas de la cuna y del fuego.
Ser llanto y olvido en la grisalla del invierno.
Ser del frío y recortar con tijeras de plata
la negrura perfilada de blanco de los chopos.
Deslizarse con temblor de lámpara y de sed
sondeando mansamente el oscuro laberinto.
I
Con el monte a tus espaldas,
bajo las olas de las nubes,
con la luna naranja de frente,
sabes que ya todo es latido,
beso y nombre del Libro Sagrado,
palabra pronunciada en la niebla,
fuente que es preciso recordar.
Pues Artemis dejó signos en la piedra
y el páramo fue pozo de sangre
queriendo ser lago de oro,
callas, porque sólo en la armonía
de velar el sol serenamente
y de palpar la noche a ciegas,
más se sabe de la muerte.
II
Vas hacia esa hostia dorada
para volver a ocultarte y renacer
con la verdad aprendida de los sueños,
con una lengua de tierras y de aire
y la nada por susurro y alimento,
hacia la fecundidad de la luz
reflejada en arañas invisibles
El bosque impenetrable
que muestran el camino hacia el centro
gozosamente contemplado.
Pues te basta la belleza de esa luna
grande y roja, toda lumbre,
para ansiar que te estalle el corazón
y que se tiñan las estrellas
de dulzura de Dios y de amor puro.
Luis Carnicero
Bercianos del Páramo, 2011
III
Palpas las estancias del alma
entre los aullidos de dos perros.
Cuanto más te acercas más lejos estás
de la pompa de claridad del infinito.
Sólo la lechuza se atreve,
tinta el círculo
con gotas azules, rojas y amarillas,
y en su línea ves herido el universo.
Vuelo horizontal del ave oscura.
Vuelo
vertical
del
copo
blanco.
Y deseas elevarte hacia el origen,
hacia el pasado de la nieve y del ave,
volver la vista atrás y convertirte
mirando conmovido al noroeste
en un cáliz de sal para la luna.
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68/
El bosque impenetrable
La naturaleza en la obra de Antonio Colinas
Enero, 2012
Descubrí la poesía de Antonio Colinas hace muchos años, en la década de los 70,
y me adentré en ella leyendo “Sepulcro en Tarquinia”, un libro de versos que me
había recomendado una amiga de Córdoba y que yo leí, recuerdo, de un tirón poco
antes de leer otro gran poemario, éste de Ricardo Molina, “Las elegías de Sandua”,
recomendado también por la misma amiga. Y si el último libro citado me agradó,
el de Antonio Colinas me pareció excepcional, de tal modo que empecé a buscar
otros libros del autor quien, a partir de entonces, se transformaría en mi maestro,
el poeta más hondo y lírico de los Novísimos, una generación poética interesante
en la que, a mi modo de ver, él no encajaba por la profundidad y la pureza de su
poesía, infinitamente superior a las de sus coetáneos.
Un tiempo después de haber leído “Sepulcro en Tarquinia”, compré en Córdoba
“Preludios a una noche total”, y es verdad que, al leerlo, aún me sentí más deslumbrado
por la voz de un poeta mágico, genial, que sabía dibujar el espíritu de la Naturaleza en
unos versos rítmicos, esenciales, que expresaban la luz de un romanticismo puro, la
idea de un amor sublime, emocionado en un paisaje campestre exuberante. La lectura
que hice entonces de “Preludios” fue, sin duda alguna, una experiencia inolvidable:
pocas veces he disfrutado leyendo un libro como aquella, pues me traspasó enseguida
el aliento que exhalaban unos versos tiernos, musicales, llenos de signos ancestrales,
ligados a la voz de la Naturaleza. Caballos, lechuzas, espinos, chopos, zarzas,
enredaderas, olmos, vencejos, petirrojos se abrazaban y entrelazaban mansamente
conformando un magma lírico profundo de una ternura y belleza indescriptibles. Aún
en la actualidad, “Preludios a una noche total” sigue siendo el libro de Antonio Colinas
que más me agrada, y no porque sea el mejor de su bibliografía sino más bien porque
cada vez que vuelvo a adentrarme en sus páginas vuelvo a tener la sensación de que
estoy transitando por un bosque inexplorado lleno de plantas, de arbustos y de pájaros
que, con su colorido y sus aleteos mágicos, alegran mi paseo e inundan mis ojos de
una serenidad profunda.
Después de “Preludios”, Antonio Colinas ha escrito otros poemarios muy ligados a
la Naturaleza como, por ejemplo, “Astrolabio”, donde representa muy bien el sobrio
paisaje castellano, o “Los silencios de fuego”, en el que la Naturaleza y el paisaje
aparecen transcendidos, tocados por un resplandor filosófico y ético singular.
Resumiendo, es justo decir que en toda la obra poética de Colinas está presente la
Naturaleza, pero es, sin duda, en “Preludios a una noche total” donde, a mi modo
de ver, ésta alcanza la cima de la pureza, el culmen de la hondura emotiva, un
lirismo romántico de un nivel ético y estético muy difícil de alcanzar.
Alejandro López Andrada
El bosque impenetrable
Definición poética
Navidad, 2011
Para Antonio Colinas
Nadie levantará su corazón
como él lo hace
en el crepúsculo del bosque,
ni tenderá
en la soledad del río
hileras de silencio para urdir
el silbo de los pájaros que cantan
como si nunca hubiese anochecido.
Cuando se acerca el tibio
resplandor
del día que se va,
miro en sus ojos,
tatuados por un viento de azahar,
y veo que en ellos
no cabe lo oscuro
sino una claridad llena de amor
que da sentido
a todo lo que escribe,
a todo lo que hace. En su poesía
anidan ruiseñores,
sauces de agua,
esbeltos juncos
sobre los que la brisa
dibuja la emoción de un cielo límpido.
La noche
es musgo suave en su interior;
el horizonte cabe en sus palabras.
Nadie es tan puro y hondo como él.
Es la definición de la bondad;
por eso es el maestro,
al mismo tiempo
que el gran poeta, el hermano y el amigo.
Alejandro López Andrada
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70/
El bosque impenetrable
Hallazgo de una estatua
junto a un muro
II
Robusto muro
derrumbado.
Fresca fuente
cegada.
Arrancado brocal
donde ya no se posan
bondadosas las manos de las jóvenes.
Fiel ciprés.
Círculo de palomas
coronando la calma
del jardín.
Estatua de ojos muertos,
helados por la sombra,
abrasados de luz.
Solamente aquí es Cronos
quien reina,
el dios del Tiempo
infinitamente
cruel.
Antonio Colinas
Crono
Crono en la mitología griega es el dios del tiempo y lider de los titanes tras
castrar a Urano. Acabó siendo destronado por su hijo Zeus.
Crono suele representarse de dos maneras. Una de ellas, con una hoz, puesto que
fue lo que utilizó para destronar y castrar a su padre. Y la otra, devorando a su
hijo; cuando su mujer daba a luz, Crono se comía a su descendiente por miedo a
que este le destronase.
Sergio Martín, Leidy Johana Bojacá y Alicia García
2º ESO. IES Siglo XXI
El bosque impenetrable
Inspirado en Luces de primavera. Antonio Colinas
Alejandro Laina y Daniel López
3º ESO. IES Siglo XXI
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72/
El bosque impenetrable
Todos los femeninos posibles
La escritura de cada poeta suele caracterizarse por una serie de elementos que
le otorgan lo que podemos llamar su voz propia, es decir, aquellas características
que hacen que diferenciemos su poesía de la de otro autor y que la reconozcamos
de inmediato. Esta voz propia se configura mediante el uso de varios
procedimientos tanto formales (tipo de verso, métrica, etc.), como de contenido.
En Antonio Colinas el rasgo quizás más significativo y relevante para esa voz
singular es el uso de los símbolos.
Son ciertas palabras que se repiten insistentemente, y que se relacionan con
otras de su mismo campo semántico, adquiriendo poco a poco connotaciones
especiales dentro de la obra del autor. Es el caso de la noche o incluso el agua,
términos que tienen para Antonio Colinas un significado profundo, que implica
mucho más de lo que su primera lectura puede transmitirnos. Para Antonio
Colinas la existencia de símbolos es de una importancia suprema, ya que abren
una puerta al conocimiento, al entendimiento de la realidad.
Aquí queremos únicamente adentrarnos brevemente en uno de los símbolos más
fértiles de todos los tiempos: la figura femenina. La mujer es un tema recurrente
en la literatura de todas las épocas y lugares.
El tratamiento del personaje femenino en Colinas se puede ejemplarizar con la
historia de Zeuxis de Heraclea, a la que nos remite el autor en uno de sus versos:
“tú eres una doncella de Crotona” (v.258 “Sepulcro en Tarquinia”). La historia
de estas doncellas es la siguiente: Zeuxis era uno de los mejores pintores de su
tiempo (siglo V a.C.), y decidió pintar a Helena de Troya. Para ello mandó reunir a
las cinco muchachas más bellas de la ciudad en la que vivía, Crotona, para unir así,
en su pintura, lo más bello de cada una de ellas. Esta anécdota sirve de ejemplo
para la creación por medio de la imitación selectiva, es decir, por la fusión de lo
mejor de varios modelos, que produce la Belleza ideal.
La representación de la mujer en la obra de Antonio Colinas parece buscar
también ese mismo fin: la recreación del personaje femenino como un todo pleno,
conjunción de diversas realidades que llevan a los ideales platónicos de Verdad
y de Belleza. Quizás el ejemplo más claro sea Francesca, de la novela Larga carta
a Francesca. Ella es vista en la novela desde su esencia italiana, y el protagonista
la considera como la esencia del arte de su país. En ella se resumen, a ojos del
protagonista, siglos de historia y arte. Por ello se la identifica con figuras de
los cuadros como Isabella d’Este -mecenas renacentista retratada por da Vinci-,
las mujeres de las obras de Botticelli, como Venus o Flora, etc. La vida y el arte
El bosque impenetrable
se funden en la figura de la mujer, en un camino de ida y vuelta continuo. Así,
también se alude a Simonetta Vespucci, mujer del Renacimiento que inspiró y
conmocionó con su belleza a los artistas de su época como Botticelli, Piero de
Cosimo, Lorenzo de Medici, etc. Pero además, el clímax de la novela se alcanza con
un sueño revelador en el que el protagonista llega a fundir todos los personajes
femeninos que han ido apareciendo a lo largo del libro. Todas las mujeres que
aparecen en la novela se revelan en este fragmento como signos.
En su último poemario, El laberinto invisible, Colinas incluye una sección titulada
“Catorce retratos de mujer”. Estos catorce poemas constituyen un viaje al símbolo
de la mujer en sus más variadas vertientes: hija, madre, amada, amiga, que de
alguna manera se convierten en una sola figura de gran poder evocador. Las
mujeres que son y no son una misma mujer, de distintas etnias, procedencias y
situaciones, y sin embargo tan semejantes. Todo se resume en estos bellos versos:
No sé si esa muchacha
amamantada de temor, de dolor, de terror,
puede ser a la vez otras muchachas,
La mujer amiga, la mujer amante, la cómplice, la desamparada, la artista, se unen
en una sola en el símbolo fecundo de la mujer en Colinas, a través de una visión
cercana, realista y a la vez mítica de todos los femeninos posibles. La mujer como
una figura capaz de la fusión de todos los elementos, y, por ello, principalísima,
fundamental; ya que hace posible la armonía y la plenitud.
Clara I. Martínez Cantón
UNED
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74/
El bosque impenetrable
El Camino de Santiago de Antonio Colinas*
En su visión de la topografía leonesa del Camino de Santiago Antonio Colinas
desarrolla claves míticas y antropológicas, vivencias sentimentales y valencias
existenciales. Su aproximación a este espacio mental es altamente simbólica y
admirablemente entrañable. En algunos poemas pergeña Colinas una visionaria
semblanza y ahonda nuestra perspectiva del Camino en un entramado simbólico que
sirve de matriz donde se generan vivencias atemporales, cuyas variantes suponen
todas una vía de iniciación. Así, en una conferencia dictada en la localidad leonesa
de Castrillo de los Polvazares el 28 de julio del 2010 en su Ermita de San Francisco
(“El Camino de Santiago como vía de iniciación”)1, el autor bañezano guía al lector
desde Roncesvalles hasta los tramos para él más significativos de su paso por
Castilla y León, sin olvidar el camino Sanabrés por Tábara ni el primitivo desde
Oviedo. Colinas hace suya la idea de que hacer el Camino es algo no sólo físico sino
también espiritual, y que para recorrerlo –como el camino de la vida– son necesarios
valores como la flexibilidad, la resistencia o la solidaridad, hasta revelar por último
que entre los símbolos principales del camino –y menos evidentes– se cuentan el
puente, el bosque o la piedra, que hacen de su recorrido una senda de iniciación,
conocimiento y sabiduría interiores, como demuestra la vivencia de renacimiento
e iniciación que postulan para sí numerosos peregrinos tras llegar a Compostela.
Antonio Colinas establece así una relación íntima entre tres aspectos básicos, la
dimensión cultural, espiritual y simbólica del itinerario jacobeo.
Además, encontramos en su obra poética poemas que sin tener temática o
referente jacobeo explícito sí que son capaces de formular claves simbólicas del
territorio entre Astorga y Rabanal del Camino donde se inscriben también los
códigos culturales y espirituales específicos del Camino de Santiago. Unas breves
pinceladas bastarán para resumir a continuación aspectos básicos de su lectura del
paisaje jacobeo de esta comarca llamada Maragatería, allí por donde más se adentra
en el territorio dominado por el macizo del Teleno, que resulta así un espacio que
concita en su totalidad de historia y presente una mirada plena de sensibilidad.
De tanta pureza y soledad, de tanta muerte,
sólo puede brotar una vida más cierta.
1
Ha sido publicada en El Camino de Santiago en la Literatura. Lecciones jacobea (28 de julio al 13
de agosto de 2010), Centro de Estudios Astorganos “Marcelo Macías”, Astorga, 2011. Pp. 13-33.
El bosque impenetrable
[...]
La mirada vuela sobre la fosa del valle
(sobre la fosa de la vida),
hacia la gran mole coronada de silencio,
hacia la cima que alberga los misterios.
[...]
En el anochecer de los páramos negros
estoy solo y profundamente en paz.
(“En los páramos negros” en Allá en el Noroeste... pp.: 157-158)
La descarnada geografía maragata se convierte así en emblema de la soledad y
dicha humanas, los versos dibujan mapas de una conciencia personal en norma de
piedra y peñascos, perfilándose entonces todo un lenguaje de:
[...] señales muy leves,
signos dictados por el firmamento,
los símbolos de un tiempo infinito,
revelación del alma que no muere.
(“Signos en la piedra” en Castilla y León en el Camino, p. 122)
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76/
El bosque impenetrable
Estos versos de Colinas abarcan la dimensión mítica del itinerario ancestral sobre
el que se asentó el Camino, tensionado hacia el Oeste por la propia dinámica de su
seguimiento terrestre de la Vía Láctea. Y al tiem­po que Colinas interioriza esa tensión
hacia el Noroeste, también la voz poética cifra en esa metáfora el movimiento del
peregrino dirigido siempre hacia la puesta del sol, hacia el más allá de la tierra, hasta
traspasar su umbral último, la costa, el finis terrae, cuya anticipación es justo la mole
del Teleno con sus derivaciones. En la lectura de A. Colinas Maragatería se erige en
espacio de significación para quien por ella transite, ofreciéndole un lenguaje propio
con alto potencial de autoindagación, de subjetivación y de proyección emocional,
dignificándolo en los términos de un marco más que sugerente para un encuentro de
la persona consigo misma y para la reflexión sobre la condición humana.
Otros versos de A. Colinas cifran esa clave de introspección –con su registro
poético y sublime– y abordan el contradictorio lenguaje del silencio que brota de la
contemplación del ascético paisaje somozano allá por Luyego y del grandioso Valle
del Silencio que se esconde al fondo de las laderas de El Acebo, todo ello subiendo y
bajando Foncebadón.
Muchos son los caminos de este mundo,
pero sólo esta senda de agua
por la que seguiremos ascendiendo
el tiempo que vivamos,
sólo esta senda que avanza y avanza y avanza
por el silencio de un valle sin salida,
conduce al silencio de Dios.
(“Valle del Silencio”, en Allá en el Noroeste... p. 156)
Yo buscaba un camino a lo largo del día
sin saber que el camino no existía,
pues el camino estaba
en mi interior.
Quieto ahora, acallado,
pruebo a seguir (en mí) ese camino
mientras no sé si esta noche muda
desciende temblorosa
o asciende cual marea que respira
la música callada de las piedras,
[...]
(“Allá en el Noroeste, por la senda interior” en Allá en el Noroeste... p. 212)
El bosque impenetrable
Como conclusión queda sólo subrayar que igual que la auto-indagación personal
durante la peregrinación es hoy día uno de los valores más auténticos de los
usos del Camino como práctica cultural y secularizada, así también la poesía
de Antonio Colinas ahonda en el lenguaje interior propiciado por el paisaje del
Camino que se convierte por tanto en un singular espacio antropológico a la
medida de la mujer y el hombre de hoy.
Javier Gómez-Montero
Referencias bibliográficas:
VV. AA. (Coord. Gómez-Montero, Javier): Allá en el Noroeste... Una cartografía literaria del
Camino en León. León: Lobo Sapiens, 2009.
VV.AA. (Coord. Gómez-Montero, Javier): Castilla y León en el Camino. Ficciones y semblanzas
de un territorio jacobeo. Valladolid: Fundación Siglo para las Artes de Castilla y León, 2010.
VV.AA. (Coord. Gómez-Montero, Javier): El Camino de Santiago en la literatura. Astorga:
Centro de Estudios Astorganos “Marcelo Macías”, 2011.
*Estas páginas recuerdan una lectura de poemas de Antonio Colinas en la Casa
de la Literatura de Kiel el 2 de febrero de 2010 en cuyo transcurso leyó los poemas
aquí comentados –además de su traducción al alemán– y que fueron recogidos
con otros más en las antologías citadas.
A su vez, la formulación más densa de los códigos simbólicos del paisaje maragato
–que tan sugerente resulta a los ojos de peregrinos o viajeros– la aporta el poema
En los páramos negros, fechado en Luyego el 10 de diciembre de 1999. Aquellos
valles y eminentes páramos emanan una sublime espiritualidad cuyo silencio
y misterio hace mella en cualquier sensibilidad, de ahí que brote de ellos una
profunda sacralidad donde concurren vida y muerte, pensamiento y emoción.
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78/
El bosque impenetrable
Viajar por el camino de la vida…
Antonio Colinas, es uno de los poetas más celebrados en la literatura española de estas
últimas décadas. Su escritura poética alienta un triple devenir: Inspirar, respirar, expirar.
Una energía psíquica profunda parece como El río de sombra manar de la fuentes
místicas cristianas y orientales arraigadas en las tierras y montañas pedregosas
de León/Castilla, o de la luz arrojada en las pendientes acantiladas de Ibiza bajando
hacia el abismo del mar o de las piedras relucientes de Salamanca que nos recuerdan
y pestañean entre sol y lluvia, su perenne origen italiano. Atravesamos espacios, mar
mediterráneo, ciudades europeas. Se celebran las memorias de las artes pictóricas y
de la música órfica. Este viaje casi renacentista -porque requiere humanismo- no ofrece
sólo el hecho de recordar memorias culturales sino que obra por un viaje interior. En
él, a través de la mediación de las culturas se temporaliza una espiritualidad que toma
por destino la Armonía. De modo que la Naturaleza, la Cultura y la Historia invocadas en
su obra invitan al lector a recorrer el trayecto de un “pensamiento inspirado”. Entre el
despliegue de lecturas y de escrituras circula el misterio del ser.
Desde la lectura de lo elemental, el agua, la piedra, la palabra, recordamos una
Castilla eterna. En sus campos siguen sorprendiéndonos aquellas tierras que
fascinaron al andaluz Antonio Machado, tierras que cantan la raíz de la memoria
mística, despertando en ellas, en cada senda, las presencias de los místicos cristianos.
Acerquémonos al espacio de Castilla y León.
El ámbito castellano fomenta y fundamenta un tiempo íntimo, primigenio, el de la
infancia con el que sólo se puede coincidir mediante el poema Bosque de los sueños:
Hoy que es invierno miro el pasado,
penetro en aquel bosque de mis sueños,
de mi niñez perdida y asombrada.
Ahora que tengo el corazón cautivo
vuelven mis pasos a sentir las hojas
agrias, humedecidas, sobre el musgo.
Y en un rincón secreto, entre los troncos,
aparece la luz de la cabaña.1
La ensoñación del instante vivido en la infancia, no es un mero recuerdo, un vaivén
entre recuerdo y el olvido sino un fulgor de la memoria que transmite el reencuentro
con la emoción, con el misterio de aquella luz de la infancia que favorece la escucha del
obscuro oboe de bruma hasta la travesía del desierto de luz.
Castilla es tiempo y camino de la esencia del ser que no descarta ni el abismo ni el
descenso del ser hacia las raíces del sueño o hacia La Simiente enterrada2 del viaje interior.
El bosque impenetrable
De modo que la palabra-símbolo “camino” no sólo simboliza el espacio de Castilla sino que
su celaje despierta las mediaciones literarias, recordándonos en su inicio los versos de
Machado, – tan maltraídos a veces por compañeros de generación. No llegó “Un andaluz de
Sevilla para escuchar el son del agua del Duero, en Soria”3, pero no es todo. Los campos de
Castilla se identifican con su referente cultural más señero el de las tierras místicas.
Castilla y León, León y Castilla se convierten en “manantial fértil del espíritu” y
despiertan sus paisajes biografías. En nuevos caminos en Juan de la Cruz4, se vuelven a
vivir las vivencias del sentido de la universalidad.
Antonio Colinas evoca una inversión de los hábitos de la razón, afirmando la necesidad
de « leer la naturaleza, contemplar los libros » 5. La biblioteca de la infancia se convierte
en un crujido de luz o en un espacio, el de la nieve. A lo largo de todas sus obras se vuelve
unitiva la evocación de las huellas psíquicas de Castilla.
El poeta advierte a su lector que « Castilla y León no son tierras cerradas. Por el norte cruzó
tempranamente un camino, el de Santiago, que en su simbología nos remite a la esencia de
nuestra manera de ser. Por él venían las voces, y las músicas, y las arquitecturas de Europa.
Por él deben seguir saliendo y entrando las ideas. (…-) andar el camino suponía una
experiencia en sí misma. Le podía ocurrir de todo. Como en el camino de la vida que cada
uno tenemos que recorrer ».
La palabra “camino” va despertando paulatinamente entre tiempos y abismos las «
imágenes primordiales », siguiendo los hallazgos de Jung que encaminan al ser hacia
la individualización. E incluso los caminos surcan rutas de culturas. Recordemos que
Antonio Colinas es el traductor del poeta italiano romántico Leopardi. En Leopardi y
mis « Leopardis », un testimonio asistimos a un encuentro de lectura y se siembra « esa
simiente enterrada en su primera adolescencia », la de los Cantos de Leopardi, crujido
del despertar de una vocación de poeta hasta que de niño le hizo contemplar el libro y
de mocedad retomarlo como “el libro naturaleza de sí mismo », abriéndose al mundo
leopardiano a través de la realidad del idioma italiano en los años 70 en Milán.
El camino no sólo es un trayecto sino que es plena mediación cultural que se propone
ser el intérprete del misterio y de la realidad. Adivinamos su adhesión a la fuente
francesa de la poesía de Saint-John Perse para quién: poesía es profundización en
el misterio de la existencia, pero añadiéndole un nuevo aroma de sentido, el de ser
“segunda realidad” o identificación del ser con lo armonioso de la Naturaleza. De modo
que superado en su escritura « la palabra en el tiempo » Machadiana, avanzamos hacia
la aventura del « humanismo fértil » del conocimiento de la Otredad europea y universal
con el lema siguiente: “LEER LA NATURALEZA, CONTEMPLAR LOS LIBROS”.
Françoise Morcillo
1 Bosque de los sueños, El río de sombra, Op.cit., p.47
2 La Simiente enterrada.Un viaje a China, Biblioteca de ensayo Siruela, 2005.
3 “Mi Machado”
4 “Nuevos caminos en Juan de la Cruz”, Del pensamiento inspirado, Op.cit., p.126
5 p.85
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El bosque impenetrable
Miguel Elías
IIustración
El bosque impenetrable
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El bosque impenetrable
Índice de autores (alfabético)
Agustín, Susana 9
Alonso Garcia, María del Rosario 21
Alonso Gutiérrez, Luis Miguel 34, 35
Bermejo Navas, Lucía
42
Blanco, Shabita
22
Bojacá, Leidy Johana
70
Cabello, Jesús
22
Carbajal Martín, María
43
Carnicero, Luis
66
Carrera, Cristina
46
Chozas Nuevo, Natalia
15
Cid, Cristina
22
Coeurjoly Lechuga, Víctor
31
Conde García, Eduardo
58
Cortés, Luz
38
del Campo Martín, Daniel
37
del Monte, Andrés 22
Elías, Miguel
13, 81
Escribano, Carlos
45
Escrivá, David
22
Escudero Gallardo, Jaime
36
Fernández Inchusta, Leyre
15
Fernández Sánchez, Lucía 54
Fernández, Laura 22
Flórez, Diana Marcela
46
Gandía, Coral
22
García, Alicia
70
Gómez Fernández, Juan José 64
Gómez-Montero, Javier
74
González, Rodrigo
22
Hernández “Chiqui”, José
51
Jodar, Álvaro
22
Kinamvuidi Gombe, Antonio Elías 30
Laina, Alejandro
71
López, Daniel
71
López Andrada, Alejandro
68, 69
Lorenzana, Santi
24
Luna Díaz, María
56
Makiesse Gaspar, Elsie
57
Maldonado Esteras, Enrique
19
Martín, Jennifer
22
Martín, Rafa
33
Martín, Sergio
70
Martínez, José Enrique
53
Martínez Cantón, Clara I.
72
Martínez Galindo, Noelia
65
Miguel Agudo, Daniel
47
Morcillo, Françoise
78
Moreno, Lorena
46
Morillo, Daniel
22
Nana Tadoun, Guy Merlin
60
Ortiz, Katherine
22
Othman, Nassim
22
Pámpanas Romero, Noelia
14
Pecheykina, Svetlana
49
Pérez Alencart, Alfredo
41
Plaza García-Barbadillo, Ismael 20
Puerto, José Luis
16
Ramírez Bohoyo, Jessica
23
Ramos Pulido, Alba 27
Ramos, Noelia 22
Rojas, Sergio 22
Sánchez Zamarreño, Antonio 29
Sanchidrián, Rubén 22
Sarabia, Soraya 22
Segura, Wander 22
Urbano Martín, Natalia 59
Vare, Ricardo Iván
55
Viñas, Manuel G.
25
Zulla, Jorge 22
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