La lista española de Enfermedades Profesionales a la luz de

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La lista española de Enfermedades
Profesionales a la luz de recientes
textos internacionales
SUSANA MORENO CÁLIZ *
1. LA LISTA INTERNACIONAL
ELABORADA POR LA OIT
1.1. Introducción: objetivos
E
l 20 de junio de 2002, la Conferencia
General de la Organización Internacional del Trabajo, convocada en
Ginebra por el Consejo de Administración de
la Oficina Internacional del Trabajo, en su
nonagésima reunión, celebrada el día 3 de
junio del mismo año, aprueba una Recomendación, la número 194, que tiene por finalidad establecer una lista de enfermedades
profesionales, a los fines de la prevención,
registro y notificación de las enfermedades
profesionales, fundamentalmente.
El objetivo no es tanto establecer una lista
de enfermedades que den objeto a su reparación –como se hizo en su día con la aprobación
del Convenio sobre las prestaciones en caso
de accidentes de trabajo y enfermedades profesionales de 19641–, como fijar una lista de
* Profesora TEU de la Universidad de Barcelona.
1
Convenio núm. 121, aprobado en la cuadragésima
octava reunión, que fue modificado en 1980, a efectos
de ampliar la lista de enfermedades profesionales, que
figuraba en el cuadro I. Sobre la lista de enfermedades
profesionales de 1980 puede consultarse MORENO CÁLIZ,
S.: Enfermedades profesionales. Un estudio de su prevención, MTAS-INSHT, Madrid, 2002, pgs. 325-329.
enfermedades profesionales que deberían ser
tenidas por los distintos Estados miembros
para lograr los fines de prevención, registro y
notificación de las mismas.
En este sentido el texto internacional mencionado insta a los Estados miembros al cumplimiento de los objetivos fijados por la Recomendación. De hecho, el primer punto de la
misma se refiere al establecimiento, revisión
y aplicación de sistemas de registro y notificación de accidentes de trabajo y enfermedades profesionales, cuestiones, todas ellas, que
ya fueron tratadas en un Repertorio de recomendaciones prácticas sobre registro y notificación de accidentes de trabajo y enfermedades profesionales de 1996, pero que vuelve a
retomar la Conferencia General. En el preámbulo de la Recomendación se anuncia la
necesidad de «mejorar los procedimientos de
identificación, registro y notificación de accidentes de trabajo y enfermedades profesionales, con el fin de determinar sus causas, establecer medidas preventivas, promover la
armonización de los sistemas de registro y
notificación y mejorar el proceso de indemnización en caso de accidentes de trabajo y
enfermedades profesionales», así como la
necesidad de «contar con un procedimiento
simple para mantener actualizada la lista de
enfermedades profesionales».
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119
LEGISLACIÓN
La Recomendación propone que sean
incluidas las enfermedades del cuadro I del
convenio citado sobre las prestaciones en caso
de accidentes de trabajo y enfermedades profesionales de 1964, en su versión de 1980, en
las listas nacionales a efectos de la prevención, registro, notificación e indemnización.
La indemnización de las mismas está contemplada en un segundo término, ya que el
interés primordial perseguido es la prevención, registro y notificación. Este sería un
techo mínimo que todos los Estados deberían
asumir en sus respectivas legislaciones.
En un segundo estadio, sería deseable que
se incluyeran en las citadas legislaciones las
enfermedades que recoge el anexo de la Recomendación, que establece cuatro grandes
grupos de enfermedades profesionales, a
saber: enfermedades profesionales desglosadas según sus agentes, enfermedades clasificadas según el aparato o sistema afectado,
cáncer profesional y otras enfermedades.
Un tercer nivel de protección que la Recomendación sugiere a los Estados miembros a
efectos de lograr los objetivos de la prevención, notificación y registro, así como, en su
caso, la reparación es aquel en el que además
de recoger las anteriores recomendaciones, la
lista nacional incluya las «presuntas enfermedades profesionales».
Con ello la Recomendación institucionaliza y consolida el sistema de reconocimiento
mixto de las enfermedades profesionales, que
ha venido defendiendo la Organización Internacional en sus anteriores textos legales, en
el que se acepta la posibilidad de probar la
conexión causal del trabajo con la enfermedad que padece el trabajador, dando lugar a
la consideración y calificación de la patología
sufrida como enfermedad profesional, aunque no esté contemplada en el cuadro o lista.
1.2. La lista contenida en el anexo
de la Recomendación
En el primer grupo se clasifican las enfermedades profesionales por el agente causan-
120
te de las mismas, es decir, según se trate de
un agente químico, físico o biológico. Cada
uno de estos agentes constituye, a su vez, un
subgrupo o apartado de enfermedades que
pasamos a explicar.
Un primer subgrupo incluye a las enfermedades causadas por agentes químicos,
hasta 32 agentes, algunos de los cuales son
identificados por su nombre. En los dos últimos subgrupos se recogen las enfermedades
producidas por sustancias irritantes y otros
agentes químicos, en los que tienen cabida
otros agentes que no se hayan identificado
previamente.
En el segundo, se mencionan las enfermedades causadas por agentes físicos, a saber:
ruido, vibraciones, trabajo en aire comprimido, radiaciones ionizantes, radiaciones térmicas, radiaciones ultravioletas, temperaturas
extremas. En el último subgrupo se enuncian
las enfermedades causadas por otros agentes
físicos, sin determinar. Esta cláusula de cierre del grupo es similar a la anteriormente
mencionada en el grupo de enfermedades por
agentes químicos ya que se refiere al elemento, el agente en cuestión que provoca la enfermedad, y al necesario vínculo de unión entre
la exposición del trabajador y la enfermedad
que padece el interesado, pero no identifica
expresamente el nombre del agente químico.
Con ello se está reconociendo como enfermedad profesional, no sólo la que aparece listada e identificada en el cuadro de enfermedades profesionales sino también las llamadas enfermedades del trabajo que presentan
una conexión causal con el trabajo, y que en
nuestro ordenamiento jurídico tienen la calificación de accidente de trabajo [art. 115.2 e)
Texto Refundido de la Ley General de la
Seguridad Social].
En el tercer apartado, las enfermedades
profesionales se identifican con la acción de
los agentes biológicos, que si bien, no aparecen descritos los que pueden provocar aquellas, tienen una relación con la actividad pro-
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SUSANA MORENO CÁLIZ
fesional desarrollada. Las enfermedades
infecciosas o parasitarias contraídas en el
ejercicio de una actividad que implica un riesgo especial de contaminación, sea cual sea, el
régimen bajo el que se presta dicha actividad,
tienen la consideración de enfermedad profesional, a efectos de prevención, registro y
notificación, y, en su caso, de reparación.
En el segundo grupo de enfermedades profesionales, se catalogan las mismas por el sistema o aparato afectado, es decir, según se
trate del aparato respiratorio, la piel o el sistema osteomuscular.
En el primer apartado o subgrupo encontramos aquellas enfermedades que se reconocen como neumoconiosis, provocadas por
determinados polvos minerales esclerógenos
(silicosis, antracosilicosis, asbestosis), bronconeumopatías, causadas por el polvo de
metales duros y el polvo de algodón, lino,
cáñamo o sisal, asma profesional causado por
agentes sensibilizantes o irritantes reconocidos como tales e inherentes al tipo de trabajo, alveolitis alérgicas extrínsecas causadas
por la inhalación de polvos orgánicos2, siderosis, neuropatías obstruyentes crónicas, enfermedades pulmonares causadas por el aluminio, así como trastornos de las vías respiratorias que sean causados por agentes sensibilizantes o irritantes reconocidos como tales e
inherentes al tipo de trabajo, así como toda
enfermedad que no se haya mencionado pero
que presenta un vínculo directo entre la exposición del trabajador a dichos agentes y la
enfermedad.
En el tercer grupo se recogen los cánceres
profesionales, provocados por sustancias o
agentes de muy diversa naturaleza: amianto,
bencidina, cromo, cloruro de vinilo, alquitrán,
compuestos de níquel, emisiones de hornos de
coque, polvo de madera, entre otros. Cierra el
2
En este punto se añade una precisión, a tener en
cuenta, y es que se deberá atender a lo prescrito en la
legislación nacional.
grupo una cláusula abierta del tipo enunciado con anterioridad que permite la consideración como enfermedad profesional del cáncer
causado por otros agentes cuando se haya
establecido un vínculo directo entre la exposición del trabajador a dichos agentes y el cáncer que padece el interesado.
Finalmente y constituyendo un grupo
autónomo e independiente se sitúa el nistagmo de los mineros.
1.3. Consideraciones generales
sobre la lista anexa a la
Recomendación
En 1991 se elabora un proyecto de lista de
enfermedades profesionales, a propuesta de
un grupo de expertos que se reúnen extraoficialmente en Ginebra3, con una estructura
idéntica a la que ha recogido después la presente Recomendación estudiada. Se recogen
las mismas enfermedades y grupos o apartados de aquella propuesta.
Por otro lado, interesa destacar del texto
de la Recomendación la referencia a la exposición del trabajador, sin precisar el régimen
bajo el cual se prestan servicios. No identifica
la enfermedad con el trabajador por cuenta
ajena, en ningún momento. De hecho, la referencia a la enfermedad profesional padecida
no se atribuye al trabajador sino al «interesado», distinción terminológica que denota que
puede haber existido en un pasado una exposición por parte del trabajador, pero manifestarse y diagnosticarse la enfermedad cuando
ha dejado de ser trabajador y, por tanto, no
necesariamente debe encontrarse en activo.
Esta estructura se aparta del esquema empleado en
la lista de enfermedades profesionales recogida en el
Convenio núm. 121, que después se amplía en 1980, que
se basaba en un sistema de doble lista, a saber: una para
las enfermedades profesionales y otra para los trabajos o
actividades causantes de las mismas. Vid. MORENO CÁLIZ,
S.: Enfermedades profesionales. Un estudio de su prevención, MTAS-INSHT, Madrid, 2002, pgs. 330-331.
3
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121
LEGISLACIÓN
Otra de las cuestiones que destacaría es la
institucionalización de las reuniones de
expertos para revisar la lista con regularidad. Efectivamente se alude a la necesidad de
celebrar reuniones tripartitas de expertos
convocadas por el Consejo de Administración
de la Oficina Internacional del Trabajo para
actualizar y reexaminarla. Esta revisión
periódica también es aplicable a la lista
nacional de enfermedades profesionales, que
debería tener en cuenta la lista más reciente
aprobada por la Organización Internacional
del Trabajo. Por ello se insta a cada Estado
miembro, además a comunicar su lista nacional de enfermedades profesionales, después
de su elaboración y revisión, para facilitar el
reexamen y actualización periódica de la lista
que aprueba la Organización en la Recomendación. En este sentido nuestra legislación
sobre enfermedades profesionales contenida
en un Real Decreto de 19784, modificado en
dos ocasiones –en 1981 para adecuar el cuadro de enfermedades profesionales a los Convenios de la OIT5, y en 1993, para introducir
una nueva enfermedad profesional, la neuropatía intersticial difusa6– debería ser actualizada y revisada a la luz de los nuevos textos
internacionales.
En este sentido la Conferencia General de
la OIT pretende que cada Estado miembro
Real Decreto 1995/1978 de 12 de mayo [BOE 25-8]
El Real Decreto 2821/1981 de 27 de noviembre
[BOE 1-12] introduce un nuevo párrafo en el epígrafe 3
relativo a las enfermedades infecciosas o parasitarias
transmitidas al hombre por los animales o por sus productos y cadáveres, al introducir la actividad de carga,
descarga o transporte de mercancías como actividad de
riesgo, dando así curso a la solicitud de la Comisión de
expertos en aplicación de Convenios y Recomendaciones de introducir esa modificación para dar cumplimiento al Convenio número 42 sobre Enfermedades
Profesionales, de 1934, ratificado por España el 12 de
mayo de 1958.
6
Resolución de la Secretaría General para la Seguridad Social de 30-12-1993, que considera la neuropatía
detectada en industrias del sector de la aerografía textil
de la Comunidad Valenciana (síndrome Ardystil) como
enfermedad profesional [BOE 1-10-1994].
4
5
122
proporcione a la Oficina Internacional del
Trabajo anualmente estadísticas exhaustivas sobre los accidentes de trabajo y las enfermedades profesionales, incluyendo, si bien
con la cautela oportuna (ya que sólo «cuando
sea procedente») los sucesos peligrosos y los
accidentes en trayecto o in itinere con la finalidad de favorecer el intercambio y la comparación internacionales de estas estadísticas
proporcionadas.
2. LA LISTA EUROPEA DE
ENFERMEDADES
PROFESIONALES
2.1. Introducción:
objetivos y propuestas
La lista europea de enfermedades profesionales, recientemente aprobada por la
Comisión en la Recomendación de 19 de septiembre de 2003 –que sustituye la anterior
Recomendación de 19907– no es tan amplia
como la lista de la OIT en cuanto al número
de enfermedades profesionales que recoge, si
bien se puede hablar igualmente de una doble
lista con distintos efectos en la legislación
nacional: la primera, que debe ser especialmente tenida en cuenta por los Estados
miembros respecto a las medidas preventivas
que deben adoptarse, y una segunda lista,
complementaria, a tener en cuenta por las
legislaciones de los Estados miembros a efectos de reparación o indemnización por causa
de enfermedad profesional.
En la primera lista (anexo I), la expresión
de la Comisión sobre la incorporación de la
7
Recomendación 90/326/CEE de 22 de mayo [DO
L 160 de 26-6-1990], que actualiza la Recomendación
de la Comisión de 23 de julio de 1962 [DO L 80 de 318-1962] relativa a la adopción de una lista europea de
enfermedades profesionales. Sobre las Recomendaciones comunitarias en materia de enfermedades profesionales vid., MORENO CÁLIZ, S.: La enfermedad profesional… cit., pgs. 368 y ss.
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SUSANA MORENO CÁLIZ
misma a la legislación nacional denota un
mayor compromiso para los Estados miembros, aunque hay que recordar que no es obligatorio el contenido de la Recomendación, ya
que se refiere a «introducir cuanto antes la
lista europea».
No obstante, en la segunda lista (anexo II),
la Comisión invita a los Estados miembros a
asumir el compromiso de introducir en sus
disposiciones legislativas, reglamentarias o
administrativas un derecho de indemnización por causa de enfermedad profesional
para el trabajador afectado por una enfermedad profesional, que aún no estando en la lista del anexo I, tenga origen y carácter profesional y esté incluida en la lista del anexo II.
Por tanto, la lista del anexo I debería estar
introducida en las legislaciones nacionales,
en la medida en que recoge aquellas enfermedades de reconocido origen profesional, científicamente hablando, que pueden dar lugar a
indemnización y que deben ser objeto de prevención.
Destaca por encima de la indemnización
del daño la prevención de los daños derivados
de la enfermedad profesional, prevención que
resulta ser una constante a lo largo del texto
de la Recomendación. La Comisión a través
de la Recomendación insta a los Estados
miembros a elaborar y mejorar las medidas
de prevención eficaces de las enfermedades
profesionales recogidas en la lista del anexo I,
y con respecto a las enfermedades de la lista
del anexo II insiste en que los Estados miembros promuevan la investigación en el ámbito
de las enfermedades relacionadas con una
actividad profesional, especialmente las
incluidas en el citado anexo y aquellas dolencias o trastornos de carácter psicosocial relacionados con el trabajo.
Sin embargo, respecto a las enfermedades
del anexo II, la Comisión señala que los Estados miembros procurarán introducirlas en
sus respectivas legislaciones.
Otra de las aportaciones de la lista europea, además de la señalada tiene que ver con
la notificación y registro de las enfermedades
profesionales. Sobre el particular la Comisión
insta a los Estados miembros a cuantificar
las tasas de enfermedades profesionales reconocidas en la lista, con preferencia de la lista
del anexo I, con la finalidad de reducir las
mismas en la línea apuntada por el Consejo
en el documento aprobado por Resolución de
3 de junio de 2002, que establece las bases de
la nueva estrategia comunitaria de salud y
seguridad en el trabajo para los años 200220068.
Asimismo hace referencia a la subdeclaración o infradeclaración de enfermedades profesionales que debe ser corregida por parte de
los Estados miembros, quienes deberían
garantizar la declaración de todos los casos
de enfermedades profesionales, ajustándose
a los criterios de armonización de las estadísticas europeas de enfermedades profesionales. El objetivo es conseguir unos mismos
resultados y que se pueda disponer como
mínimo de la siguiente información: datos
sobre el agente o factor causal, sobre el diagnóstico médico y sobre el sexo del paciente.
En este ámbito nuestra legislación relativa a la notificación y registro de enfermedades profesionales está anticuada y no responde a los objetivos marcados por la Unión
Europea. Pese a que recientemente se ha
8
El primer objetivo a tener en cuenta por el Consejo y la Comisión es la reducción del número de accidentes de trabajo y enfermedades profesionales, instando a
los agentes implicados a fijarse objetivos cuantificados,
en el marco de la armonización de las estadísticas de trabajo y enfermedades profesionales en curso. De hecho,
el Consejo expresamente invita a la Comisión y a los
Estados miembros a «reforzar los trabajos actualmente
en curso sobre la armonización de las estadísticas de
accidentes de trabajo y enfermedades profesionales,
con objeto de disponer de datos comparables que permitan evaluar objetivamente el impacto y la eficacia de
las medidas adoptadas en el contexto de la nueva estrategia comunitaria». Resolución 2002/C 161/01, publicada en el DO C 161 de 5-7-2002.
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LEGISLACIÓN
modificado el sistema de notificación y registro de los accidentes de trabajo9, que permite
la remisión electrónica de la información10,
no se ha hecho lo propio con respecto a la
enfermedad profesional, que de momento,
sigue notificándose a través de un parte o
modelo establecido en una norma reglamentaria de 197311, perdiendo así la oportunidad
de ponerse al día en el cumplimiento, no sólo
de las directrices comunitarias en materia de
armonización de los datos estadísticos sobre
las enfermedades profesionales, sino también de las disposiciones de la Ley 31/1995 de
8 de noviembre, de Prevención de Riesgos
Laborales, que en su art. 6 g) ya establecía la
necesidad de reformar el sistema de notificación y registro de los daños derivados del trabajo.
No obstante, con respecto a las enfermedades descritas en el anexo II, la Comisión insta
a los Estados miembros a introducir un sistema de recogida de información o de datos
sobre la epidemiología de estas enfermedades
o de cualquier otra de carácter profesional12.
En esta línea los Estados miembros deberían transmitir a la Comisión los datos estadísticos y epidemiológicos relativos a las
9
La Orden TAS/2926/2002 de 19 de noviembre
[BOE 21-11] establece el nuevo modelo para la notificación de accidentes de trabajo, que sustituye el anterior
contenido en la Orden de 16-12-1987 [BOE 29-12].
10
La Resolución de 26-11-2002 de la Subsecretaría
del Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales regula la utilización del Sistema de Declaración Electrónica de accidentes de trabajo, por la que se posibilita la transmisión
de los modelos de notificación de accidentes de trabajo.
11
La Resolución de 6 de marzo de 1973 de la Dirección General de Trabajo aprueba el modelo oficial del
Parte de enfermedad profesional [BOE 22-3].
12
En este sentido el Consejo en la nueva estrategia
comunitaria que se elabora para los años 2002-2006
toma nota de la necesidad de integrar la salud y la seguridad en el trabajo en las demás políticas comunitarias,
admitiendo la necesidad de reforzar, mediante la cooperación, los vínculos entre la nueva estrategia comunitaria de salud y seguridad y la estrategia en materia de
salud pública. Vid. Resolución de 3 de junio de 2002,
publicada en DO C 161/2.
124
enfermedades profesionales, reconocidas a
escala nacional y permitir el acceso a ellos a
los medios interesados, en particular a través
de la red de información creada por la Agencia Europea para la seguridad y la salud en el
trabajo.
El diagnóstico de la enfermedad profesional es otro de los asuntos que aborda la Comisión en la Recomendación. La Comisión deja
muy claro en el artículo 2 que los criterios
para el reconocimiento de cada enfermedad
profesional conforme a la legislación y práctica nacional vigente competen a cada Estado.
Sin embargo, el diagnóstico de la enfermedad
profesional puede ser objeto de armonización
en las legislaciones nacionales, ya que la
Comisión publicó en su día unas notas de
ayuda al diagnóstico que podrían ser tenidas
en cuenta por el legislador nacional13. De
hecho la Comisión pretende que se dé la
máxima difusión a los documentos de ayuda
al diagnóstico. En nuestra legislación esos
documentos están contenidos en sendas
Ordenes Ministeriales de 1963 y 196514, cuya
vigencia es discutible15, pero que en la praxis
judicial suelen ser aplicadas, a falta de una
regulación más actual, ya que establece los
criterios médicos que deben seguirse para
diagnosticar una enfermedad profesional.
13
Vid. Notas explicativas de ayuda al diagnóstico de
las enfermedades profesionales, que elabora la Comisión Europea en 1997 y que son publicadas por el Instituto Nacional de Medicina y Seguridad del Trabajo,
Madrid, 1999.
14
Orden del Ministerio de Trabajo de 12 de enero
de 1963 [BOE 13-2] y Orden del Ministerio de Trabajo
de 15 de diciembre de 1965 [BOE 17-1], por las que se
aprueban las normas reglamentarias de carácter médico,
por las que se han de regir los reconocimientos, diagnóstico y calificación de las enfermedades profesionales.
15
Se dictaron en su día para desarrollar lo dispuesto
en el Decreto 792/1961 de 13 de abril, por el que se
organiza el aseguramiento de las enfermedades profesionales y la obra de Grandes Inválidos y Huérfanos de
fallecidos por accidentes de trabajo o enfermedad profesional, que fue derogado expresamente por el vigente
Real Decreto 1995/1978 mencionado que establece el
cuadro de enfermedades profesionales.
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En este ámbito la Comisión reconoce el
papel relevante que juegan los sistemas
nacionales de salud en la prevención de las
enfermedades profesionales, procurando una
mayor sensibilización del personal médico
para «mejorar el conocimiento y el diagnóstico de estas enfermedades».
2.2. La lista del anexo I:
valoraciones generales
Están muy bien definidos los grupos de
enfermedades profesionales, según el agente
causal (químico, físico o biológico) o la parte
del cuerpo que resulta afectada por la enfermedad (la piel, aparato respiratorio, el organismo en su conjunto a través de los cánceres
profesionales).
A diferencia de lo que ocurre en la lista de
la Recomendación de la OIT no hay cláusula
alguna de cierre que permita reconocer como
enfermedad profesional, otra distinta a las
catalogadas o descritas en el anexo, salvo dos
excepciones:
a) La que se incluye en el grupo 2 de las
enfermedades profesionales de la piel y cánceres cutáneos que incluye a las afecciones
cutáneas provocadas en el medio profesional
por sustancias alergizantes o irritantes científicamente reconocidas y no consideradas en
otros epígrafes.
b) La que se incluye en el grupo de enfermedades infecciosas o parasitarias, que se
refiere a aquellas causadas por el trabajo de
las personas que se ocupan de la prevención,
curas médicas, asistencia domiciliaria y otras
actividades similares en las que se ha probado un riesgo de infección.
No se incluyen determinadas enfermedades provocadas por agentes físicos, que sí
menciona la Recomendación de OIT como las
provocadas por radiaciones no ionizantes
(térmicas, ultravioletas).
2.3. La lista de enfermedades del
anexo II
La lista de enfermedades que comprende
este anexo es complementaria, ya que el origen profesional se sospecha pero no está científicamente probado y constatado, por lo que
se podría incluir en el futuro más o menos
inmediato en la lista europea de enfermedades profesionales (anexo I).
Podemos hablar de dos criterios de clasificación de las enfermedades listadas en este
anexo: por el agente concreto que provoca las
enfermedades, y así encontramos aquellas
enfermedades provocadas por ciertos agentes
químicos y físicos; y enfermedades causadas
por agentes o sustancias no incluidas en otros
epígrafes.
Entre las enfermedades causadas por
agentes determinados, encontramos enfermedades provocadas por químicos como el
ozono, plata, selenio, cobre, zinc, entre otros,
hasta 25 agentes cita, y por tres agentes físicos, a saber: arrancamientos por sobreesfuerzo de las apófisis espinosas, discopatías de la
columna dorsolumbar causadas por vibraciones verticales repetidas de todo el cuerpo y
nódulos de las cuerdas vocales a causa de los
esfuerzos sostenidos de la voz por motivos
profesionales.
En el segundo grupo de enfermedades,
provocadas por sustancias no incluidas en
otros epígrafes encontramos las siguientes:
a) Enfermedades de la piel causadas por
sustancias y agentes no incluidos en otros
epígrafes: afecciones cutáneas alérgicas y
ortoérgicas no reconocidas en el anexo I.
b) Enfermedades provocadas por la inhalación de sustancias no incluidas en otros epígrafes: fibrosis pulmonares debidas a metales no incluidos en la lista europea, afecciones
y cánceres broncopulmonares consecutivos a
la exposición al hollín, alquitrán, asfalto,
brea, antraceno o sus compuestos, aceites y
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LEGISLACIÓN
grasas minerales, afecciones broncopulmonares debidas a fibras minerales artificiales,
afecciones broncopulmonares debidas a
fibras sintéticas, afecciones respiratorias en
concreto el asma, causadas por sustancias
irritativas no recogidas en el anexo I, cáncer
de laringe producido por inhalación de polvos
de amianto.
c) Enfermedades infecciosas y parasitarias no descritas en el anexo I: enfermedades
parasitarias y enfermedades tropicales.
De este listado llama la atención la inclusión como enfermedad sospechosa de tener
una causalidad directa con la profesión desempeñada el cáncer de laringe producido por
la inhalación de polvos de amianto16 por su
relación con la normativa comunitaria relativa a la utilización y comercialización de determinados productos nocivos que ha incluido el
amianto.
La Directiva 97/56/CE de 20 de octubre
que modifica por decimosexta vez el anexo I
de la Directiva 76/769/CEE de 27 de julio, que
impuso una serie de limitaciones al uso y
comercialización de determinadas sustancias17, incluye entre las sustancias peligrosas
16
A diferencia del cáncer de pulmón provocado por
la inhalación de polvos de amianto, que está incluida en
el anexo I de la lista europea de enfermedades profesionales.
17
La Directiva 97/56/CE, de 20 de octubre citada ha
tenido en cuenta los riesgos de las sustancias recientemente clasificadas como carcinógenas, mutágenas y
tóxicas para la reproducción de categoría 1 y 2 y por
razones de transparencia y claridad ha considerado
oportuno modificar el anexo I de la Directiva
76/769/CEE y sustituir su anterior apéndice por otro
refundido. Pero, esta no ha sido la última vez que se ha
modificado la citada Directiva de 1976. Entre las más
recientes modificaciones se encuentran la Directiva
97/16/CE del Parlamento y del Consejo, de 10 de abril
de 1997 (LCEur 1997\1226), que modifica por decimoquinta vez la Directiva 76/769/CEE y por otra parte las
Directivas de la Comisión 96/55/CE, de 4 de septiembre
de 1996 (LCEur 1996\2905), y 97/10/CE, de 26 de
febrero de 1997 (LCEur 1997\570), por las que se adapta al progreso técnico por segunda y tercera vez, respectivamente, el anexo I de la citada Directiva 76/769/CEE.
126
el amianto. Nuestro ordenamiento jurídico
transpone la citada Directiva a través de la
Orden del Ministerio de la Presidencia de 1512-199818, que modifica el anexo I del Real
Decreto 1406/1989 de 10 de noviembre, que
impone limitaciones a la comercialización y
uso de ciertas sustancias y preparados peligrosos. La citada Orden de 1998 que entra en
vigor el 1 de marzo de 1999 introduce en la
parte 2 que comprende las listas de sustancias carcinógenas (listas A y B), mutágenas
(listas C y D) y tóxicas para la reproducción
(listas E y F) modificaciones entre las que
destaca la inclusión del amianto en la lista A
relativa a sustancias carcinógenas de categoría 1.
No obstante, conviene resaltar que se trata de una normativa que limita la utilización
y comercialización, pero no la prohíbe, y además que no es específica de la protección de la
salud de los trabajadores. En este ámbito de
la salud laboral, la protección de los trabajadores frente a la exposición de amianto está
contenida en el Real Decreto 665/1997 de 125-1997, sobre la protección de los trabajadores contra los riesgos relacionados con la
exposición a agentes cancerígenos durante el
trabajo, modificado por el Real Decreto
1124/2000 de 16 de junio, que en su artículo
único establece que «en cuanto a la protección
de los trabajadores frente a los riesgos derivados de exposiciones al amianto y al cloruro
de vinilo monómero, regulada por su normativa específica, serán de aplicación las disposiciones del presente Real Decreto cuando
éstas sean más favorables para la seguridad
y salud de los trabajadores».
A efectos del Real Decreto 1124/2000 la
calificación de una sustancia o agente como
Posteriormente, se ha aprobado la Directiva 97/64/CE,
de 10 de noviembre de 1997 (LCEur 1997\3765), por la
que se adapta por cuarta vez al progreso técnico el anexo I de la Directiva 76/769/CEE, que ha sido incorporada a nuestro ordenamiento jurídico por la Orden de 15
de julio de 1998.
18
BOE de 22 de diciembre.
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SUSANA MORENO CÁLIZ
cancerígeno de 1ª o 2ª categoría dependerá de
los criterios establecidos por la normativa
relativa a notificación de sustancias nuevas y
clasificación, envasado y etiquetado de sustancias peligrosas, esto es, el Real Decreto
363/1995 de 10 de marzo19, modificado en
sucesivas ocasiones desde entonces20.
La aplicación preferente del Real Decreto
1124/2000 sobre la normativa específica de
aplicación al amianto, esto es el Real Decreto
31 de octubre de 198421, en caso de que sea
más favorable, plantea el problema de considerar si está o no en vigor esta normativa
reglamentaria, por su contradicción con las
limitaciones al uso y comercialización del
amianto que se impone desde el 1 de marzo de
1999 por lo dispuesto en la Orden de 15 de
diciembre de 1998.
Efectivamente el RD 1124/2000 de modificación del Real Decreto de 1997, que regula la
protección de la seguridad y salud frente a
agentes cancerígenos no deroga esta normativa específica22, a diferencia de lo que ocurre
con la normativa específica de aplicación del
benceno la Orden de 14 de septiembre de
1959, sobre fabricación y empleo de productos
que contengan benceno y la Resolución de 15
de febrero de 1977, por la que se actualizan
las instrucciones complementarias de desa-
19
Que aprueba el nuevo Reglamento de notificación de sustancias nuevas y clasificación, envasado y etiquetado de sustancias peligrosas (BOE de 5 de junio).
20
Recientemente por el Real Decreto 99/2003 de
24 de enero (BOE 4-2). La Orden del Ministerio de la
Presidencia 2317/2002 de 16 de septiembre modifico
los anexos I, II, III, IV, V, VI, VII, VIII del Reglamento (BOE
24-9), transponiendo la normativa española a la Directiva 2001/59/CE de la Comisión de 6-8-2001, que adapta al progreso técnico la Directiva 67/548/CEE relativa a
la aproximación de las disposiciones legales, reglamentarias y administrativas en materia de clasificación, envasado y etiquetado de sustancias peligrosas.
21
Complementado por la Orden Ministerial de 7 de
enero de 1987 (BOE del 15-1).
22
Tampoco deroga la Orden de 9 de abril de 1986,
por la que se aprueba el Reglamento para la prevención
de riesgos y protección de la salud por la presencia de
cloruro de vinilo monómero en el ambiente de trabajo
(BOE 6 de mayo).
rrollo de la Orden de 14 de septiembre de
1959, que regula el empleo de disolventes y
otros compuestos que contengan benceno.
Por tanto, sigue siendo de aplicación esta
norma pese a la aparente contradicción entre
las distintas normativas: la paradoja legal de
regular, por un lado, la protección de los trabajadores por la exposición a amianto y, por
otro, limitar el uso general y su comercialización como hace la Orden de 15-12-1998, que
modifica el anexo I del Real Decreto.
Finalmente, del listado de enfermedades
del anexo II destaca asimismo la inclusión
entre las posibles enfermedades profesionales de aquellas afecciones que consisten en
«nódulos de las cuerdas vocales a causa de los
esfuerzos sostenidos de la voz por motivos
profesionales», que, aunque parece ir referida
a ciertos profesionales de la música (cantantes), antes que en los profesionales de la enseñanza, no identifica al profesional víctima de
la misma, permitiendo la inclusión de ambos.
3. COMPARACIÓN CON LA LISTA
ESPAÑOLA Y CONCLUSIONES
La lista española tiene una estructura
muy similar a la lista europea del anexo I, ya
que de entrada establece el mismo grupo de
enfermedades, salvo uno, presente en la lista
española, pero que no encontramos en la
europea, a saber: las enfermedades sistemáticas, que incluye distintos cánceres profesionales.
Respecto a la lista europea del anexo II
hay que señalar que nuestra lista ya ha incorporado algunos de los agentes químicos que
son sospechosos de provocar enfermedades
profesionales, como los alcoholes o sus derivados halogenados, los éteres y sus derivados23
23
Respecto a estos dos el legislador europeo incluye
a unos en el anexo I y al resto, no comprendidos en el
anexo I, según la clasificación química europea de sustancias, los incluye en el anexo II.
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LEGISLACIÓN
o el talio y sus compuestos. Sin embargo,
otras enfermedades como las provocadas por
la inhalación de polvo de nácar, enfermedades provocadas por sustancias hormonales o
caries dental debida al trabajo en industrias
chocolateras, del azúcar y de la harina incluidas en el grupo de enfermedades provocadas
por agentes químicos no han sido contempladas por el legislador español.
En cuanto a las enfermedades profesionales de la piel causadas por sustancias y agentes no incluidos en otros epígrafes, la lista
española es, en este apartado, bastante flexible. Es cierto que hay una identificación de la
enfermedad (cáncer cutáneo y lesiones cutáneas precancerosas), de los agentes causantes (hollín, alquitrán, betún, brea, antraceno,
aceites minerales, parafina bruta y sus compuestos, productos y residuos de estas sustancias y otros factores carcinógenos) y de las
actividades, pero también, no es menos cierto
que, en este epígrafe, hay una cláusula abierta, que permite incluir aquellas afecciones
cutáneas provocadas en el medio profesional
por sustancias no consideradas o mencionadas en otros apartados, cuando se adquieren
en toda industria o trabajo en el que se entra
en contacto con sustancias sólidas, líquidas,
polvos, vapores, etc., en cualquier tipo de actividad. Por tanto, en este epígrafe la lista
española es más abierta que la europea, ya
que permite considerar cualquier trabajo y
cualquier sustancia que pueda exponer al
trabajador a sustancias que provoquen enfermedades profesionales de la piel.
Las enfermedades provocadas por la inhalación de sustancias no incluidas en otros epígrafes que se incluyen en el anexo II de la lista europea tienen cabida parcial en la lista
española, ya que algunas están expresamente incluidas, como ocurre con el asma profesional o determinadas afecciones broncopulmonares debidas a ciertos metales. No obstante, en este epígrafe la lista europea es más
amplia, al incluir el cáncer de laringe producido por la inhalación de polvos de amianto,
afecciones broncopulmonares debidas a
128
fibras minerales artificiales, afecciones broncopulmonares debidas a fibras sintéticas,
fibrosis pulmonares debidas a metales no
incluidos en la lista europea, afecciones y
cánceres broncopulmonares consecutivos de
la exposición al hollín, alquitrán, brea, antraceno o sus compuestos, aceites y grasas minerales.
Las enfermedades profesionales infecciosas y parasitarias a incluir en un futuro en la
lista europea están por definir ya que se refieren a aquellas enfermedades parasitarias no
incluidas en el anexo I y enfermedades tropicales.
En el grupo de enfermedades provocadas
por agentes físicos se proponen tres enfermedades a incluir en la lista europea como son
los arrancamientos por sobreesfuerzo de las
apófisis espinosas (nuestra lista incluye el
arrancamiento por fatiga de las apófisis espinosas), las discopatías de la columna dorsolumbar causadas por vibraciones verticales
repetidas de todo el cuerpo (la lista española
incluye las enfermedades osteo-articulares o
agioneuróticas provocadas por las vibraciones mecánicas) y los nódulos de las cuerdas
vocales a causa de los esfuerzos sostenidos de
la voz por motivos profesionales, que no tiene
similitud con alguna enfermedad incluida en
la lista española.
En comparación con la lista internacional
que elabora la OIT, la lista española incluye
más agentes químicos en el primer grupo de
enfermedades: cuarenta y tres, en total, frente a los treinta y uno que reconoce aquella.
Sin embargo la lista internacional contiene
una cláusula abierta que permite incluir a
cualquier enfermedad causada por un agente
químico que no se haya mencionado antes,
cuando exista un vínculo entre la exposición y
la enfermedad, por lo que permite considerar
las enfermedades del trabajo como enfermedades profesionales y no como accidentes de
trabajo, como ocurre en nuestro ordenamiento jurídico.
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SUSANA MORENO CÁLIZ
Respecto a las enfermedades causadas por
agentes físicos la lista de la OIT mejora la lista española porque incluye no sólo las enfermedades causadas por radiaciones ionizantes, sino también aquellas otras que traen su
causa de la exposición a las radiaciones térmicas, ultravioletas y enfermedades causadas por temperaturas extremas (insolación,
congelación, etc.).
Las enfermedades infecciosas o parasitarias configuran un epígrafe propio pero bajo
la denominación de enfermedades provocadas por agentes biológicos en la lista de la
OIT. Por otro lado, las enfermedades profesionales de la piel y las provocadas por la
inhalación de sustancias y agentes se encuentran agrupadas en el apartado de «Enfermedades clasificadas según el aparato o sistema
afectado», y tienen un carácter abierto en la
lista de la OIT. Dentro de este apartado también se incluyen las enfermedades profesionales del sistema osteomuscular que en la lista española se agrupan en las enfermedades
por agentes físicos. La lista internacional
considera enfermedades del sistema osteomuscular aquellas provocadas por actividades laborales o el medio ambiente de trabajo
en que están presentes determinados factores de riesgo: movimientos rápidos o repetitivos, esfuerzos excesivos, concentraciones
excesivas de fuerzas mecánicas, posturas
incómodas o no neutrales y vibraciones.
Sin embargo, una de las similitudes entre
la lista internacional y la lista española es la
inclusión de un apartado dedicado al cáncer
profesional, producido por determinadas sustancias que nuestra lista incluye en el apartado de enfermedades sistemáticas, que
agrupan distintos carcinomas y cánceres
(angiosarcoma hepático, cáncer de pulmón,
cáncer de hueso y médula ósea….).
Finalmente, el nistagmo de los mineros
que forma grupo o apartado propio en la lista
internacional tiene cabida en la lista española en el apartado de enfermedades producidas por agentes físicos.
A la vista de las comparaciones realizadas
podemos establecer, a grandes rasgos, las
siguientes conclusiones. En primer lugar,
nuestra lista de enfermedades profesionales,
que data de 1978, presenta más similitudes
con la lista europea aprobada en el año 2003
que con la lista internacional elaborada por la
OIT en el 2002.
En segundo lugar, tanto la lista europea
como la lista internacional han sido elaboradas pensando antes en la prevención de las
enfermedades que incluyen en su texto, que
en la reparación del daño que producen en la
salud de los trabajadores. La estructura de
ambas listas es muy similar, al agrupar las
enfermedades por características comunes,
identificando, en algunos casos, el agente o
sustancia enfermante y, en otros, el aparato o
parte del cuerpo afectada por la enfermedad,
pero no establecen la actividad o actividades
concretas que pueden generar o producir esas
patologías, a diferencia de lo que hace el
legislador español en el cuadro de enfermedades profesionales vigente. Efectivamente, el
cuadro español establece una conexión entre
enfermedad, agente y actividad. En algunos
epígrafes del mismo se identifican todas y
cada una de las actividades con riesgo de producir enfermedades profesionales (lista
cerrada de actividades), pero en otras la descripción de las actividades es simplemente
ejemplificativa, dando lugar así a la posibilidad de incluir otras actividades que no están
expresamente mencionadas en el cuadro.
Conviene tener presente que la lista española de enfermedades profesionales es un
cuadro de enfermedades que dan lugar a
reparación. Es decir, el legislador ha querido
vincular el reconocimiento o calificación de la
enfermedad profesional con las prestaciones
de Seguridad Social (art. 116 TRLGSS), que,
en líneas generales, dan lugar a la reparación
del daño (a excepción de la prestación relativa a los períodos de observación en caso de
enfermedades profesionales prevista en el
art. 128 TRLGSS). Es verdad que no existe
una lista española que contemple las enfer-
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LEGISLACIÓN
medades profesionales desde una perspectiva
de la prevención, pero eso no impide aplicar a
las enfermedades calificadas como profesionales las medidas de prevención establecidas
en la normativa de Seguridad Social24.
De ahí la importancia de la aprobación
–aunque sea en un texto jurídico, que no tiene naturaleza vinculante, como es la Recomendación (tanto en caso de la lista europea
como de la lista internacional de la OIT)–, de
una lista de enfermedades profesionales que
deberían ser objeto de prevención, en cualquier caso.
La elaboración de la lista europea se
enmarca dentro de la reciente estrategia
comunitaria de seguridad y salud que ha dise-
ñado el Consejo para que se consiga una verdadera cultura de la prevención, en la que
todos los agentes implicados juegan un papel
relevante. En este sentido, los Gobiernos de
los Estados miembros son instados a desarrollar y promocionar esa cultura de la prevención a través de acciones específicas que diseña el Consejo en aquella estrategia comunitaria. Lógicamente en este ámbito se incluye la
prevención de las enfermedades profesionales. En nuestro caso, no cabe duda de que hay
un largo camino que recorrer en materia de
enfermedades profesionales, que podría
empezar por actualizar un cuadro de enfermedades, que, aún con virtudes, podemos
catalogar de obsoleto y anticuado, ya que no
se adapta a los principios que configuran la
cultura de la prevención de riesgos laborales.
24
Sobre las medidas de prevención de las enfermedades profesionales puede consultarse MORENO CÁLIZ,
S.: «Medidas de prevención específicas de la enfermedad profesional», REVISTA CEF, núm. 225, 2001.
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