Museo Paleontológico de Zaragoza - 50 Colegio Mayor Ramón Acín

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Naturaleza Aragonesa nº25
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PALEONTOLOGÍA
Un paseo por la historia de la vida a través
de los fósiles de la sala «Lucas Mallada»
(Museo Paleontológico de Zaragoza)
Luis Miguel SENDER PALOMAR*
Eladio LIÑÁN GUIJARRO*
José Antonio GÁMEZ VINTANED**
* Área y Museo de Paleontología-IUCA. Facultad de Ciencias. Universidad de Zaragoza. C/ Pedro Cerbuna, n.º 12.
E-50009 Zaragoza. España. C/e: <[email protected]>
** Área de Paleontología. Depto. de Geología. Fac. de Ciencias Biológicas. Universitat de Valencia. C/ Dr. Moliner, n.º 50.
E-46100 Burjasot (Valencia). España.
C/e: <[email protected]>, <[email protected]>
Introducción
Naturaleza Aragonesa, n.º 25 ( julio-diciembre 2010). ISSN: 1138-8013
L
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a sala de paleontología «Lucas Mallada»
se localiza en la primera planta (Área de
Paleontología) del edificio de Geológicas del
campus de San Francisco, en la Universidad de
Zaragoza (fig. 1). Recibe su nombre en homenaje a D. Lucas Mallada y Pueyo (fig. 2), ingeniero de minas oscense que vivió «a caballo»
entre los ss. xix y xx. Se le considera el padre de
la Paleontología española por sus dos obras
emblemáticas, Sinopsis de las especies fósiles
que se han encontrado en España (1875-1887) y
Catálogo general de las especies fósiles encontradas en España (1892). Sus vastas investigaciones en el seno de la Comisión del Mapa
Geológico de España y sus amplios conocimientos en Paleontología (ocupó durante doce años la
Cátedra de Paleontología de la Escuela Superior
de Ingenieros de Minas de Madrid) lo situaron a
la par que científicos contemporáneos de gran
renombre como Charles Lyell, Richard Owen
o el propio Charles Darwin.
En la actualidad, en la sala «Lucas Mallada»
se encuentran expuestas al público unas 500
piezas fósiles, representativas de los principales
grupos de organismos que han aparecido a lo
largo de la historia de la vida sobre la Tierra.
La mayoría de estas piezas son originales
(incluyendo tan sólo unas pocas réplicas de
fósiles depositados en otros museos), y de ellas
un alto porcentaje provienen de yacimientos
aragoneses. La exposición se encuentra distribuida en dos ámbitos temáticos principales: el
primero, situado en la periferia de la sala, con-
Figura 1. Izda.: edificio C (Geológicas) de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Zaragoza, sede del Museo.
Dcha.: interior de la sala «Lucas Mallada».
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siste en vitrinas ordenadas de acuerdo con los
periodos geológicos de la historia del planeta.
El segundo se ubica en el centro de la sala, con
vitrinas que contienen ejemplares fósiles
emblemáticos, procedentes de los yacimientos
paleontológicos más interesantes de Aragón, y
que están relacionados a la vez con las vitrinas
del primer ámbito.
Las colecciones
del Museo, que habitualmente se pueden disfrutar en la
sala Lucas Mallada,
salen en ocasiones
fuera de ella para
conformar exposiciones de gran éxito.
En los últimos años
han destacado las
muestras «Tesoros
fósiles de Aragón»
(en el Centro Joaquín
Roncal, Fundación
CAI-ASC, Zaragoza,
del 16 de febrero al
11 de marzo de
2006; organizada
por la SAMPUZ y el
Museo Paleontológico de Zaragoza),
«Aquaria. Vida y
agua en Aragón»
(La Lonja, ZaragoFigura 3. División de los
tiempos geológicos durante el za, del 13 diciembre
Eón Fanerozoico, con indica- de 2006 al 29 enero
ción de algunos de los princi- de 2007; Depto. de
pales bio y geoeventos en la Medio Ambiente del
historia de la Tierra.
Gobierno de Aragón
ción científica sobre el
Cámbrico con material del
Museo.
Fósiles: definición y tipos
Como en todo museo de paleontología, en la
sala «Lucas Mallada» se exponen al público fósiles
de diferentes tipos. Los fósiles son los restos o las
evidencias de los organismos (y de sus actividades)
que vivieron en el pasado y que han quedado conservados en las rocas, sobre todo sedimentarias.
Al entrar en el museo, en la primera vitrina se
muestran ejemplos de los diferentes tipos de fósiles que se pueden hallar: fósiles corporales, moldes (tanto internos como externos) y réplicas naturales, permineralizaciones, carbonizaciones,
momificaciones, fósiles químicos e icnofósiles
(que son evidencias conservadas de la actividad de
los organismos en vida, como las dejadas durante
su movimiento, alimentación, descanso, etcétera).
Los organismos más antiguos:
fósiles proterozoicos
La vitrina de fósiles del Proterozoico recoge los
fósiles más antiguos expuestos en el museo, consistentes en secciones pulidas de estromatolitos,
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Figura 2. Cartel con las fotografías de Lucas Mallada y
Pueyo y otros insignes paleontólogos del s. XIX, situado en la
entrada a la sala «Lucas Mallada».
y la Diputación de
Zaragoza) y «Vincencio Juan de Lastanosa
(1607-1681). La pasión de saber» (Diputación de Huesca,
Huesca, del 24 de abril
al 3 de junio de 2007;
Instituto de Estudios
Altoaragoneses).
También es digno de
mencionar que numeroso material del Mu- Figura 4. Portada del catálogo de la exposición
seo ha ilustrado el
«Aquaria».
reciente documental
de divulgación científica Tras las huellas de
la vida primitiva (el
Periodo Cámbrico),
elaborado en el seno
del Proyecto «Murero» de la Universidad
de Zaragoza y primer
documental realizado
en el marco de un pro- Figura 5. Portada del DVD
del documental de divulgayecto Consolíder.
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que son estructuras etológicas de bioestratificación formadas por la actividad de colonias (en
forma de tapiz) de organismos muy primitivos
como cianobacterias y algas microscópicas.
Presentan una típica laminación concéntrica,
muy repetitiva, donde se alternan sucesivamente en la vertical capas muy delgadas de carbonato cálcico de precipitación biológica con
otras de material detrítico atrapado físicamente
por la colonia (un ejemplo más moderno, del
Cámbrico, puede verse en la fig. 6). Sus micro-
cópicas encontradas en España denominadas
Vendotaenia (que algunos autores interpretan
como colonias de bacterias del azufre) (fig. 7) y
las réplicas de fósiles del famoso yacimiento
neoproterozoico de Ediacara Hills, en Australia, con una edad de unos 560 millones de
años, que representan los primeros organismos
conocidos de gran tamaño que vivieron en los
océanos.
La radiación cámbrica y el
yacimiento de Murero (Zaragoza)
Uno de los acontecimientos clave en la historia de la vida sobre la Tierra se inició hace
algo más de 540 millones de años y representó
el fin de una era (la Neoproterozoica) y el
comienzo de otra (la Era Paleozoica). Se ha
denominado la «explosión cámbrica de la vida»
y ha quedado reflejado en fósiles de animales
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Figura 6. Estromatolitos del Cámbrico inferior de la
Sierra de Córdoba. Muestra MPZ 2010/953a. Anchura
de la fotografía: 10,2 cm.
6
organismos productores tuvieron una importancia crucial para el desarrollo de la vida sobre la
Tierra, ya que fueron los generadores del oxígeno atmosférico en la Tierra primitiva, propiciando así un nuevo recurso y la formación de
la capa de ozono (que es crucial para la supervivencia de casi cualquier ser vivo fuera del
agua, ya que filtra las dañinas radiaciones solares del ultravioleta). Otros fósiles significativos, algo más modernos, son las algas megas-
Figura 8. Arqueociatos del Cámbrico medio (Ovetiense)
de Las Ermitas (Sierra de Córdoba). Muestra MPZ
2010/954. Anchura de la fotografía: 4,5 cm.
Figura 7. Vendotaenia del Neoproterozoic tardío del
anticlinal de Guadalupe (Cáceres). Muestra
MPZ 2007/1466. Anchura de la fotografía: 10 cm.
Figura 9. Ejemplar completo del trilobites
Eccaparadoxides? pradoanus, Verneuil y Barrande, 1860
del Cámbrico medio (Caesaraugustense) de la provincia de
Zaragoza. MPZ 2006/374a. Longitud: 3,7 cm.
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miento de Murero (Zaragoza) tiene reservado
un lugar especial en el museo, pues fue el primer Bien de Interés Cultural (B.I.C.) de tipo
paleontológico declarado en España, y en él se
encuentra la sucesión estratigráfica más completa y rica en diversidad y cantidad de organismos de entre hace unos 515 y 505 millones
de años de toda Europa occidental. Destacan
Figura 10. Equinodermo edrioasteroideo (lado adoral o
ventral) del Cámbrico medio (Caesaraugustense) de
Murero (Zaragoza). Ejemplar MPZ 2007/1890.
Dimensión mayor del ejemplar: 1,9 cm.
Figura 12. Schistoscolex sp. nov., gusano paleoescolécido del Cámbrico medio (Caesaraugustense) de
la rambla de Valdemiedes, alrededores de Murero
(Zaragoza). Ejemplar MPZ 2006/372.
Longitud (sin rectificar): 7,3 cm.
los trilobites (artrópodos marinos extintos; fig.
9 y portada), con ejemplares que suponen la
evidencia más antigua del dimorfismo sexual
animal). También pueden contemplarse equinodermos primitivos (como los antepasados de las
actuales estrellas de mar [fig. 10] y otros, de los
que se habla en este mismo número: p. 26), braquiópodos, algunas de las esponjas más primitivas que se conocen (fig. 11) y ejemplos de uno
de los escasos registros mundiales de fósiles de
gusanos marinos de cuerpo blando y conservación excepcional (fig. 12).
La fauna marina paleozoica
Figura 11. Leptomitus conicus García-Bellido et al., 2007,
demospongia del Cámbrico medio (Caesaraugustense) de
Murero (Zaragoza). MPZ 2005/591b. Altura del ejemplar
(casi completo): 1,7 cm.
Las evidencias de organismos marinos
paleozoicos no se limitan a fósiles corporales
y moldes de caparazones. La «revolución
agronómica» (explotación, removilización y
alteración del substrato de los fondos oceánicos por los organismos) que comenzó en el
Cámbrico tiene su reflejo también en las pistas fósiles que los animales dejaron, y que
proporcionan una extraordinaria información
para reconstruir las comunidades y los modos
de vida del pasado. Algunos de los icnofósi-
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marinos (esqueléticos [fig. 8] y de cuerpo blando [fig. 12]) en yacimientos de todo el mundo,
también en Aragón. De entre ellos, el yaci-
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les que se pueden contemplar en la sala
encontramos evidencias de una
proceden del Periodo Ordovícico (488
gran diversidad faunística en
a 444 millones de años); son los
los fondos marinos. Entre los
icnogéneros Cruziana –madriregistros hallados desgueras dejadas por trilobites al
tacan los fósiles de
alimentarse dentro del suspeces primitivos, de los
trato (fig. 13)– y Rusocuales el museo expone
phycus –producido por éstos
un magnífico cráneo de
al descansar en el fondo
pez acorazado (placodermarino–. Además de esmo) de unos 395 millones
tas estructuras etológide años de antigüedad,
cas (que informan sobre
único en el mundo, proceel comportamiento de
dente de la localidad de
los organismos), se puede
Monforte de Moyuela (Teruel) y
contemplar una gran variedad
que se ha denominado Carolowilhelmina geognostica (fig. 14).
de fósiles corporales de animales con concha ordoFigura 13. Cruziana rugosa D’Orbigny, 1842.
vícicos, como braOrdovícico Inferior (Arenigiense) de Zaragoza.
quiópodos, cefalópoMPZ 2006/1. Longitud: 23 cm.
dos y gasterópodos,
equinodermos (fundamentalmente crinoideEl salto del agua a la tierra: los
os), briozoos y corales rugosos y tabulados,
primeros organismos terrestres
que muestran la riqueza y diversidad faunístiy la flora del Carbonífero
ca de los fondos marinos aragoneses durante
el Paleozoico. Esta abundancia y diversidad
Sabemos que a finales del Periodo Dede organismos se vio truncada a finales del
Ordovícico por un evento de extinción en vónico, hace unos 360 millones de años, algumasa ligado a una intensa glaciación que ter- nos peces primitivos y varios grupos de artróminó con el 85% de todas las especies mari- podos marinos se hallaban ya instalados en
nas conocidas. Sin embargo, la vida se fue ambientes terrestres, culminando un proceso de
recuperando durante el Silúrico, cuando colonización de las tierras emergidas iniciado
comenzaron a proliferar animales coloniales mucho tiempo atrás (al menos desde el comiencomo los graptolitos y los corales. Ya en las zo del Ordovícico). Igualmente, las plantas,
rocas procedentes del Periodo Devónico, que –a partir de ancestros relacionados con
hace entre 416 y 359 millones de años, unas algas primitivas denominadas carofitas–
habían ido colonizando paulatinamente las
zonas encharcadas en las orillas de los océanos,
eran ya una esplendorosa realidad sobre los
continentes devónicos. Estos grupos de organismos se fueron diversificando y ocupando las
nuevas áreas costeras generadas por la unión de
las diferentes masas continentales en un sólo
megacontinente (al que denominamos Pangaea
o Pangea). De este modo, a mediados del
Periodo Carbonífero (hace unos 320 millones
de años) ya encontramos ambientes con grandes masas vegetales en las cuales vivían diversos tipos de insectos y otros artrópodos, además
de anfibios que habían evolucionado a partir de
Figura 14. Cráneo incompleto del pez placodermo
Carolowilhelmina geognostica Carls, 1995 del Devónico
aquellos peces primitivos que dieron el paso del
Medio de Monforte de Moyuela (Teruel). Ejemplar
mar a la tierra en el Devónico.
MPZ 95/174, donado a la Universidad de Zaragoza por
Aunque en Aragón todavía no se han enconel Prof. Peter Carls (Universidad de Braunschweig,
trado evidencias fósiles de los animales y planAlemania). Colección «Peter Carls». Longitud: 43 cm.
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tas terrestres que vivieron en este intervalo temporal tan crucial para la vida sobre los continentes, el museo cuenta con una notable colección de ejemplares procedentes de cuencas aledañas y contemporáneas como la de LeónPalencia y la cuenca Cantábrica. Piezas espectaculares como tallos de plantas esfenofitas
gigantes (del género Calamites) o ramas y moldes de raíces de licofitas arbóreas que podían
alcanzar los 60 m de altura pueden contemplarse en las vitrinas del museo (fig. 15).
Figura 15. Fragmento de Annularia sphenophylloides (Zenker,
1833), planta de la División Sphenophyta, conservado en
tobas volcánicas. Carbonífero superior de Puertollano
(Ciudad Real). MPZ 2010/955. Longitud: 17,5 cm.
La extinción en masa del final
del Pérmico y el comienzo
de una nueva era
La asimilación de una gran parte del CO2
atmosférico por parte de las enormes masas
forestales que se desarrollaron durante la última
parte de la Era Paleozoica (periodos Carbonífero y Pérmico) provocó un notable enfriamiento de los climas en la Tierra (glaciación),
que fue seguido –tras el deshielo– por una crisis
sin precedentes. Este evento de extinción en
masa –que produjo la desaparición de más del
50% de las familias y más del 90% de todas las
especies tanto marinas como terrestres de aquel
entonces– supuso la extinción de muchos de los
grandes grupos de organismos que habían reinado durante el Paleozoico, sin dejar descendientes. Así, en los mares desaparecieron grupos
como los trilobites, los corales tabulados y rugosos y los graptolitos; y en tierra los anfibios
gigantes y las licofitas y esfenofitas. Sobrevivieron algunos reptiles mamiferoides que más
tarde dieron lugar a los verdaderos mamíferos.
Fue sin duda la mayor extinción que ha azotado
la Tierra. ¿Cuánto duró esta extinción? El 85%
de las familias marinas se extinguieron en el
plazo de un millón de años; pero las curvas de
isótopos de carbono ligadas a la extinción indican un cambio que duró solamente 10.000 años.
Entonces, ¿qué la produjo?
Se han invocado dos causas principales para
esta extinción tan súbita a escala de tiempo geológico: el brusco descenso de los niveles de oxígeno en la atmósfera y un aumento del dióxido
de Carbono (CO2), que originó uno de los primeros episodios de calentamiento global. Pero
además contribuyeron otros factores geológicos.
En efecto, este tiempo coincide con un periodo
de muy intenso vulcanismo en la actual Siberia
y con la culminación del proceso de unificación
de placas tectónicas para formar un único continente o Pangaea, lo que redujo drásticamente
los ecosistemas costeros, de plataforma y marinos cerrados –lugares que soportaban una parte
muy sustancial de la biomasa marina–, con la
consiguiente reducción del ecoespacio.
La configuración paleogeográfica del planeta
resultó también fatal: con Pangaea situada en
posición ecuatorial y con las versiones antiguas
de las Montañas Rocosas y los Andes ya elevados y limitando este megacontinente por su
borde occidental, la circulación atmosférica
determinó un episodio de clima global extraordinariamente cálido y árido, como no ha vuelto
a haber otro igual en la historia de la Tierra. (No
en vano se depositaron durante este tiempo los
mayores yacimientos de sal que existen, que han
sido explotados por la humanidad desde hace
milenios y que guardan todavía inmensas reservas de este mineral.) Es evidente las dificultades
que encontrarían para sobrevivir, así, la flora y
la fauna de los antaño esplendorosos bosques
húmedos que ocupaban todas las latitudes.
Para comprender aún mejor el escenario en
que desapareció gran parte de la fauna terrestre
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en el Pérmico, se hace necesario echar un vista- de en tres periodos: Triásico, Jurásico y
zo al porcentaje de gases atmosféricos de nues- Cretácico. Los supervivientes de este evento fuetro planeta. El oxígeno libre en la atmósfera, que ron organismos que pudieron adaptarse a estas
en la actualidad supone aproximadamente un nuevas condiciones ambientales gracias a su
21% del volumen de todos los gases presentes, escasa especialización, sus características corpoen los últimos 20 millones de años de la transi- rales y sus estructuras particulares. Así, en los
ción Paleozoico/Mesozoico cayó desde un 30% mares se diversificaron ampliamente moluscos,
a un 16% al final del Pérmico, y a un 12% en los esponjas y corales, y en tierra los reptiles, que
primeros diez millones de años del Triásico. habían evolucionado de los primitivos anfibios
Respirar al nivel del mar una atmósfera con un desde el Carbonífero y que fueron los organis16% de O2 es parecido a hacerlo hoy a 3.000 m, mos dominantes durante el Mesozoico (incluso
y con un 12% es como hacerlo por encima del en medios marinos). Puede afirmarse que la
Everest. Al mismo tiempo, al aumentar la tem- capacidad de los reptiles para sobrevivir –gracias
peratura por el efecto invernadero, los niveles de a la reproducción mediante el huevo amniota– en
temperatura y metabolismo
un planeta tan
corporales también suben,
árido como el de
lo que requiere más oxígeentonces fue la
no del habitual para
razón de su exsobrevivir. Además, la
traordinario éxito.
escasez de oxígeno hizo
Las comunidades de
inhabitable las zonas
plantas terrestres (fig.
montañosas altas y sus
16) sufrieron también
pasos, quedando así las
grandes cambios, tocomunidades aisladas y
mando el relevo las
ante una falta de nutrientes
plantas gimnospermas.
Este tipo de plany la imposibilidad de
Figura 16. Fragmento de planta de la División
tas, gracias a la
migrar. Todo ello proPteridospermophyta (helechos con semillas) del género
Callipteridium conservado en cenizas volcánicas del Pérmico
dujo la desaparición
película cérea que
Inferior
(Autuniense)
de
Fombuena
(Zaragoza).
MPZ
2010/956.
de la mayor parte de
cubría sus hojas y
Dimensión mayor de la muestra: 6,5 cm.
la vida sobre los contallos –la cutícutinentes, incluidos mula–, podían sobrechos de los grupos de vertebrados terrestres.
vivir mejor a la sequedad ambiental limitando la
Para algunos autores, en este contexto la pérdida de agua de sus tejidos. Además, su innoinmensa mortandad de plantas en las zonas ele- vadora estrategia reproductiva por medio de
vadas suministró ingentes cantidades de bioma- semillas les dotó de una ventaja añadida que persa vegetal que llegaron al mar arrastradas por los mitió su expansión por todos los medios terresríos, proliferando así los hongos que se aprove- tres durante la Era Mesozoica. En el museo puecharon de este recurso alimenticio descompo- den observarse ejemplos de fósiles de plantas
niéndolo, dando lugar en los océanos a una espe- gimnospermas procedentes tanto de depósitos
cie de «sopa infecta» donde luchaban por sobre- volcanoclásticos del Pérmico Inferior de Fomvivir animales y plantas. Es lo que ciertos inves- buena como fluviales del Triásico Medio de
tigadores han denominado «evento fúngico». Rodanas (ambas, localidades de la provincia
Ello derivaría hacia las condiciones de euxinia de Zaragoza).
(anoxia) generalizada que se detectan en el registro geológico y que, junto con los altos niveles
La fauna marina del Jurásico
de CO2, acidificarían las aguas marinas y produen Aragón
cirían la descalcificación de muchos esqueletos
El dominio de las plataformas marinas del
como los de los corales (al igual que se ha visto
sucede hoy con los hexacoralarios que devienen Triásico, Jurásico y Cretácico, que se formaron
tras la ruptura de Pangaea, corrió a cargo de los
en pólipos de cuerpo blando).
La extinción en masa del final del Pérmico invertebrados (corales, esponjas, braquiópodos,
marca el final de la Era Paleozoica y el comien- crinoideos, bivalvos y –especialmente– cefalózo de la siguiente era, la Mesozoica, que se divi- podos [fig. 17]) que evolucionaron y se diversifi-
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caron ampliamente durante el Mesozoico dando lugar a miles de
especies que ocuparon
los océanos de la Tierra. El museo cuenta
con una gran variedad
de fósiles de todos
estos grupos, destacando los moldes de conchas de amonites. Los
Figura 17. Belemnoidea indet. del Jurásico de Ricla
(Zaragoza) que conserva el rostro completo y parte del
fragmocono. MPZ 2006/377. Longitud: 20,8 cm.
del tren de alta velocidad Zaragoza-Madrid.
En la sala del museo
también se expone una
réplica de un pez del
Jurásico marino procedente de Inglaterra. La
excelente conservación
de este fósil demuestra
que poseía una armadura de placas de hueso
mares que cubrían el actual
territorio aragonés fueron
poblados también por algunos
tipos de reptiles, gracias a sus
diversas adaptaciones a la
natación. Un ejemplo espectacular y único de este tipo de
organismos, y que se expone
en la sala «Lucas Mallada», es
el del ya famoso «cocodrilo
de Ricla» (fig. 18). Los restos
de este fósil aragonés tan
mediático consisten en un cráneo y en parte de la mandíbula inferior de un cocodrilo
marino, que fueron encontrados cerca de esta localidad
zaragozana en el año 1995,
durante unas labores de control de impacto paleontológico
previas a las obras de la línea
que cubría su cuerpo y que
podría permitirle cierta defensa
frente al ataque de otros animales, como por ejemplo los
cocodrilos marinos.
Océanos,
dinosaurios
y vegetación en el
Cretácico
Figura 19. Rudista hipurítido con la parte
superior de la valva inferior seccionada y
pulida. Cretácico Superior de Huesca.
MPZ 2010/916. Longitud: 20 cm.
Los principales grupos de
seres vivos que se desarrollaron durante el Periodo
Cretácico están representados
en el museo. Fósiles de los
animales marinos que siguieron dominando los océanos
(como los gasterópodos, bivalvos, artrópodos, corales,
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Figura 18. Cráneo del cocodrilo marino Metriorhynchus von Meyer, 1830 del Jurásico Medio de Ricla (Zaragoza).
Ejemplar MPZ 2001/130. Longitud: 55 cm.
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Figura 20. Paratipo de Arenysaurus ardevoli Pereda-Suberbiola et al., 2009. Mandíbula izquierda (dentario), con una pequeña parte de la batería dental conservada (12 dientes). Perteneció a un ejemplar adulto de la familia Hadrosauridae
(de «pico de pato»). Cretácico Superior (Maastrichtiense superior) de Arén (Huesca).
Se trata de uno de los últimos dinosaurios europeos. MPZ 2008/258. Longitud: 43,5 cm.
12
peces óseos y reptiles marinos) pueden observar- delantera de las mandíbulas, que poseían un pico
se en sus vitrinas. De entre los fósiles de inverte- córneo similar al de estas aves actuales. En la sala
brados, destacan los de un tipo de bivalvos muy también se expone el fósil de otro dinosaurio con
singular, los rudistas, que eran organismos filtra- pico: un esqueleto original, con todos sus huesos
dores que poseían una valva inferior con forma articulados, de Psittacosaurus mongoliensis del
cónica que fijaban al sustrato, y que cubrían con Cretácico Inferior, encontrado en el desierto del
otra plana (a modo de tapa). Los rudistas domi- Gobi (Mongolia; fig. 21). Su nombre no es
naron los medios marinos arrecifales durante el casual, ya que denota la similitud de alguno de
sus elementos corporales con los de las aves psiCretácico Superior fundamentalmente (fig. 19).
Aunque el registro de fósiles marinos cretáci- tácidas actuales (que engloban a los loros, guacacos es muy abundante en Aragón, los fósiles de mayos, y periquitos, entre otros).
Respecto a la vida vegetal, las gimnospermas y
animales terrestres son también frecuentes en
diversos yacimientos paleontológicos. En el helechos se diversificaron ampliamente durante el
museo, destacan por su espectacularidad los fósi- Mesozoico (figs. 22, 23 izda.), y en el Cretácico
Inferior aparecieron las angiosperles de restos óseos (dientes, costillas, vértebras y
mas (o plantas con flores;
huesos largos) de diferentes tipos de dinosaurios carnívoros (terópodos y barionícidos) y
fig. 23 dcha.), que con su innovadora estrategia reproductiva lleherbívoros (saurópodos y ornitópodos)
del Cretácico Inferior de la provincia
garían a ser, con el tiempo, el
de Teruel. También se muestran al
tipo de plantas dominantes
público los huesos y mandíbuen nuestro planeta. Las vitrilas con dientes de los dinonas del Cretácico albergan
saurios más modernos de
ejemplos de los principales
Europa occidental, que
grupos de plantas que crecían
proceden del yacimiento
en lo que hoy es Aragón, y
oscense de Arén (fig.
que proceden de yacimientos
20). Se trata de restos
asociados con las explotaFigura
21.
Psittacosaurus
mongoliensis
Osborn,
1923.
de hadrosaurios, comúnciones de carbón de la
Ejemplar completo procedente del Cretácico de
mente llamados dinoprovincia de Teruel.
Mongolia (perteneciente a la Sociedad de Amigos del
saurios «de pico de
Los dinosaurios, los
Museo Paleontológico de la Universidad de Zaragoza
pato» debido a la conreptiles
voladores y la
[SAMPUZ] y expuesto en la sala «Lucas Mallada»).
figuración de la parte
gran mayoría de los reptiAltura del ejemplar (en su posición actual): 52 cm.
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Figura 22. Izda.: Ruffordia goepperti Seward, 1894. Compresión excepcional
de helecho completo (con frondes, tallos [estipes] y rizomas en conexión) de
la familia Schizaeaceae; Cretácico Inferior (Albiense) de Oliete (Teruel).
MPZ 2009/341a. Longitud total (sin rectificar): 15,8 cm. Dcha.: frondes fértiles del helecho Weichselia reticulata (Stokes y Webb, 1824), Cretácico Inferior
(Albiense) de Utrillas (Teruel). MPZ 2006/378. Diámetro: 80 cm.
Figura 23. Izda.: Fragmento de tronco silicificado.
Coniferophytina, Pinatae. Cretácico Inferior (Albiense)
de Estercuel (Teruel). MPZ 2006/2. Longitud: 83 cm.
Dcha.: Hoja de la angiosperma acuática Ploufolia cerciforme Sender et al., 2010, relacionada con el orden
Nymphaeales. Cretácico Inferior (Albiense) de Plou
(Teruel). MPZ 2007/2331. Anchura de la hoja: 9 mm.
Figura 24. Cerithium (Campanile) sp., gasterópodo del
Eoceno marino de Huesca. MPZ 2006/381. Longitud: 42 cm.
El Cenozoico:
otro nuevo comienzo
La extinción finicretácica marcó el fin de la
Era Mesozoica y el comienzo de la
Cenozoica. Los fondos del cálido mar que
todavía bañaba el norte de Aragón durante la
primera parte de esta era (Periodo Paleógeno)
eran muy ricos en formas de vida, con extensos arrecifes de corales y diversos tipos de
invertebrados como gasterópodos gigantes Figura 25. Izda.: caliza numulítica del Eoceno marino de la sie(fig. 24), micro y macroforaminíferos (como rra de Guara (Huesca). EMPZ 2002/3. Diámetro de las conchas:
el famoso y abundantísimo género Nummu- entre 1 y 2 cm. Dcha.: réplica (MPZ 2006/380) de la mandíbula
lites; fig. 25 izda.) y artrópodos marinos, del cocodrilo marino de Fanlo (MPZ 94/1). Paleoceno superior
del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, provincia de
e incluso de vertebrados como los tiburones.
Huesca. Longitud: 46 cm.
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les marinos, así como los amonoideos, los rudistas, muchos
tipos de microorganismos marinos (fundamentalmente foraminíferos) y algunos grupos de
plantas desaparecieron hace 65
millones de años debido a otro
evento de extinción en masa.
En esta ocasión se produjo por
la fatal coincidencia en el tiempo de un gran impacto meteorítico en el golfo de México y
un episodio de vulcanismo muy
intenso en el Deccán (India),
exterminando cerca del 65% de
todas las especies de aquel
momento (ver «Nuestro Museo
y sus Protagonistas», p. 93).
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diferentes órdenes que a su vez se diversificaron
en nuevas familias, géneros y especies que ocuparon todos los medios, tanto terrestres como
acuáticos, e incluso el medio aéreo.
Los mamíferos del Mioceno y los
fósiles de conservación excepcional
Figura 26. Zanthopsis dufouri Milne-Edwards, 1850, crustáceo decápodo marino, en vistas dorsal (izda.) y ventral.
Ejemplar macho (identificable por su región ventral). Eoceno
de Huesca. MPZ 2010/957. Anchura del tórax: 6,7 cm.
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De entre todos los fósiles de estos organismos
que se encuentran depositados en el museo, destaca por su belleza y excepcional conservación el
fósil corporal completo de un cangrejo –crustáceo decápodo (fig. 26)–, y por su importancia el
14
Figura 27. Holotipo de la icnoespecie Estrellichnus
jacaensis Uchman y Wetzel, 2001. Eoceno (Luteciense
Superior-Bartoniense) de Jaca (Huesca). Sistema de
túneles horizontales radiales a partir de un fuste central
vertical. Eoceno (Luteciense Superior-Bartoniense) de
Jaca (Huesca). MPZ 98/477. Anchura de la laja: 87 cm.
cráneo y la mandíbula de cocodrilo marino hallados en las calizas con alveolinas dentro del
Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido
(fig. 25 dcha.). Ambos animales habitaban zonas
someras del citado mar hace unos 50 millones de
años, mientras que en los depósitos de las zonas
más profundas (denominados Flysch) se conservaron numerosas pistas de invertebrados con
diseños peculiares (fig. 27).
Los nichos ecológicos que quedaron vacantes
en los medios terrestres al extinguirse los dinosaurios fueron ocupados por otros organismos
oportunistas que hasta ese momento habían permanecido a la sombra de los reptiles durante 150
millones de años: los mamíferos. Con paso lento
pero seguro, fueron evolucionando dando lugar a
El registro fósil de mamíferos en Aragón
abarca todo el Cenozoico, pero es mucho más
abundante en depósitos correspondientes a la
época denominada Mioceno (Periodo Neógeno).
Durante esta época, en la cual se produjeron
diversos cambios climáticos, el paisaje de
Aragón y el de la península Ibérica en general
estaban altamente influenciados por los movimientos de los bloques tectónicos en que se dividía el terreno. Estos eventos geológicos habían
generado una serie de grandes depresiones que
fueron rellenadas por las aguas de los ríos dando
lugar a gigantescos lagos endorreicos, además de
generar largos y estrechos valles que eran en realidad enormes fosas tectónicas. En este contexto,
y con un clima más seco que el actual –aunque
alternando con periodos húmedos–, se desarrolló
un ambiente similar al de la sabana africana
actual en donde proliferaron diversos tipos de
animales, sobre todo mamíferos, que estaban
bien adaptados a estas condiciones. Se han hallado fósiles de caparazones de tortugas terrestres
gigantes, restos craneales y postcraneales de
rinoceróntidos sin cuernos (fig. 28), proboscidios (en este caso, «elefantes» tanto con dos
defensas en la mandíbula inferior, llamados deinoterios [fig. 29], como con cuatro defensas, llamados gonfoterios; fig. 30), suidos (cerdos salvajes primitivos; fig. 31), félidos, équidos (aquí,
Figura 28. Mandíbula de Alicornops simorrense (Lartet,
1851), rinoceróntido aceratino (sin cuerno) de pequeña
talla del Mioceno medio (Aragoniense superior) de Daroca
(Zaragoza). Ejemplar MPZ 2006/6. Longitud: 39 cm.
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caballos primitivos con tres dedos al final de cada extremidad)
y varios tipos de rumiantes, algunos de los cuales eran muy diferentes de los actuales.
En algunos de los lagos que se
desarrollaron en esta época, las
condiciones del fondo eran tales
(aguas con escasa o nula agitación, ausencia de oxígeno en el
fondo, depósito de sedimentos
de grano muy fino con gran velocidad de sedimentación) que permitieron la conservación excepcional de los organismos que
caían en ellos. A estos yacimientos se los denomina con el vocablo alemán de uso internacional
Konservat-Lagerstätten (o yacimientos de conservación excepcional). Este es el caso de los
Figura 30. Mandíbula incompleta de Gomphotherium angustidens Cuvier,
1806. Mioceno medio (Aragoniense superior) de Daroca (Zaragoza).
MPZ 2006/4. Longitud: 53 cm.
Figura 31. Listriodon splendens major Roman, 1907, suido primitivo
del Mioceno medio (Aragoniense superior) de Daroca (Zaragoza).
Es el cráneo más completo conocido de esta especie (se trata de una
hembra geróntica). MPZ 2006/386. Longitud: 45,3 cm.
yacimientos miocenos de Rubielos de
Mora y de Libros, en la provincia de
Teruel, con unos 18 y unos 10 millones
de años de antigüedad respectivamente, en cuyos sedimentos se conservaron restos de la vegetación (hojas,
semillas, flores y frutos de diversos
tipos de plantas; fig. 32) que crecía en
sus orillas así como los esqueletos –en
algunos casos completos– de los anfibios que habitaban sus aguas (ranas,
tritones y salamandras). La conservación es en ocasiones tan perfecta que,
además de todos los huesos en cone-
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Figura 29. Deinotherium cuvieri Kaup, 1829 del Mioceno inferior (Aragoniense inferior) de Villafeliche
(Zaragoza). Son los restos de proboscidios más antiguos hallados en la península Ibérica. Izda.: fragmento de
maxilar derecho de individuo juvenil; de izda. a dcha.: dos molares (M3 y M2), un molar decidual o «de leche»
(DM1) y un premolar (P4). MPZ 6408. Longitud: 22,5 cm. Dcha.: defensa. MPZ 2006/5. Longitud: 44 cm.
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El Cuaternario: la página más
reciente del libro de la historia
de la vida
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Figura 32. Hoja de Acer sp. Mioceno inferior (Rambliense
superior-Aragoniense inferior) de Rubielos de Mora
(Teruel). MPZ 2006/19. Longitud: 8 cm.
16
Figura 33. Esqueleto de ejemplar completo de Rana
pueyoi Navás, 1922, con impresiones de las partes blandas. Mioceno superior (Vallesiense) de Libros (Teruel).
MPZ 2006/3. Longitud: 19 cm.
xión en el esqueleto articulado, pueden apreciarse también las impresiones de la piel, la carne e
incluso las vísceras de estos organismos hasta
una escala celular (micrométrica) (fig. 33).
En la parte de la Era Cenozoica más cercana
a nuestros días –el Periodo Cuaternario, en el
que nos encontramos actualmente– el clima se
fue haciendo cada vez más frío debido a sucesión de varias épocas glaciales. Sólo un número
muy reducido de grupos de mamíferos poseían
las características adecuadas para sobrevivir en
estas condiciones tan extremas. Sus restos fósiles han llegado hasta nosotros, ya que fueron
arrastrados y acumulados en las graveras de los
cauces y orillas de los ríos que discurrían por
Aragón en aquel entonces. Gracias a este hecho,
se han podido recuperar molares y fragmentos
de grandes defensas de elefantes primitivos de
los géneros Elephas (fig. 34 izda.) y
Mammuthus, así como restos de cérvidos y del
espectacular uro (Bos primigenius), emparentado con el toro actual. En algunos rellenos de cuevas también se han podido recuperar grandes
concentraciones de huesos de rinocerontes,
caballos, hienas, lobos, roedores y osos de las
cavernas (fig. 34 dcha.).
Algunos fósiles cuaternarios nos dan pistas
sobre los cambios ocurridos en la Tierra durante
los últimos centenares de miles de años. Este es
el caso de dos molares de Mammuthus que fueron pescados, literalmente, con redes en el mar
del Norte, frente a las costas holandesas. De
hecho, todavía conservan algunos caparazones
de cirrípedos (balanos) adheridos a su superficie
como mudos testigos de su tumba marina. Puede
parecernos extraño que fósiles de animales
terrestres como los mamuts se encuentren en el
fondo del mar. Sin embargo, la explicación reside en los cambios sufridos en la superficie del
planeta después de la última glaciación. Durante
el Cuaternario, la zona ocupada en la actualidad
por el mar del Norte se encontraba emergida,
debido a que una parte importante del agua de
los océanos se encontraba congelada en forma
de hielo acumulado en las zonas septentrionales
del hemisferio norte. En las llanuras que conformaban este área emergida, pastaban y vivían
multitud de animales, incluidos los mamuts, que
al morir quedaban enterrados por depósitos continentales. Cuando, hace entre 12.000 y 10.000
años, el clima comenzó a cambiar hacia uno más
cálido, los hielos acumulados se fundieron en
gran parte y el agua retornó a las cuencas mari-
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nas en estado líquido, provocando un ascenso
del nivel del mar en muchas decenas de metros e
inundando zonas que habían estado emergidas.
El Museo Paleontológico de Zaragoza posee
también una colección de fósiles de animales
procedentes de los depósitos de rellenos de grutas del Pleistoceno de la sierra de Atapuerca, en
la provincia de Burgos. Mandíbulas de diferentes
tipos de mamíferos, así como grandes concentraciones de pequeños huesos y dientes de roedores, dan testimonio de la fauna cuaternaria que
convivía con nuestros antepasados humanos.
Registros de nuestros antiguos ancestros pueden
verse también en la exposición en forma de fragmentos de huesos craneales procedentes del
mismo yacimiento de Atapuerca y a través de
una colección de réplicas de los cráneos más significativos en la evolución de los homínidos,
hasta llegar al género Homo y al hombre actual.
Agradecimientos
J.A.G.V. disfruta de un contrato «Juan de la
Cierva» (referencia JCI-2009-05319) del
Ministerio de Ciencia e Innovación, España.
Este trabajo se enmarca dentro del Proyecto
Consolíder CGL2006–12975/BTE «MURERO»
financiado por el M.E.C. y FEDER.
Bibliografía citada en el texto
ACÍN FANLO, J. L., CENTELLAS SALAMERO, R. y SANCHO
ROYO, J. (coords.) 2006. Aquaria. Agua, Territorio y
Paisaje en Aragón. Gobierno de Aragón, Diputación
Provincial de Zaragoza, Zaragoza. 527 pp.
GÁMEZ VINTANED, J. A., CLÚA MÉNDEZ, J. M. y SAURAS
HERRERA, M. D. (coords.) 2006. Tesoros Fósiles de
Aragón. Catálogo de la Exposición. 16 de febrero - 11
de marzo de 2006. Centro Joaquín Roncal (Fundación
CAI-ASC). Zaragoza. Sociedad de Amigos del Museo
Paleontológico de la Universidad de Zaragoza,
Zaragoza. 32 pp.
LIÑÁN, E. y BAYÓN, J. M. 2009. Tras las huellas de la vida
primitiva (el Periodo Cámbrico). Prensas Universitarias, Universidad de Zaragoza. [DVD, 30’.]
MALLADA, L. 1875-1887. Sinopsis de las especies fósiles
que se han encontrado en España. Boletín de la
Comisión del Mapa Geológico de España, vol. II,
pp. 1-161; vol. VII, pp. 241-257; vol. XI, pp. 209-259;
vol. XII, pp. 619-670; vol. XIV, pp. 1-174. Imprenta
Manuel Tello, Madrid.
MALLADA, L. 1892. Catálogo general de las especies fósiles encontradas en España. Boletín de la Comisión del
mapa Geológico, vol. XVIII, pp. 1-253. Imprenta
Manuel Tello, Madrid.
SAS, T. (coord.) 2007. Vincencio Juan de Lastanosa (16071681). La pasión de saber. Instituto de Estudios
Altoaragoneses, Huesca. 436 pp.
n
Nota. Todas las fotografías (excepto 3 y 21), cortesía del
Museo Paleontológico de Zaragoza (MPZ) y realizadas
por: José Antonio Gámez Vintaned (1, 6-8, 10, 12 izda.,
25 izda., 26, 27), Luis Miguel Sender Palomar (2),
Galería (Andrés Ferrer y Antonio Ceruelo) (9, 12, 14, 17,
18, 23 izda., 24, 25 dcha., 28-31, 33, 34), Diego GarcíaBellido Capdevila (11), Francisco Albalá Pérez (13, 32),
Isabel Pérez Urresti (15, 16, 19, 20) y Zarela Herrera
Toledo (22, 23 dcha.).
Figuras 3 y 21, cortesía de la Sociedad de Amigos del
Museo Paleontológico de la Universidad de Zaragoza
(SAMPUZ) y realizadas por: JellyDan Studio (3) y José
Ignacio Canudo Sanagustín (21).
Naturaleza Aragonesa, n.º 25 ( julio-diciembre 2010). ISSN: 1138-8013
Figura 34. Izda.: Molar (M2 inferior) de Elephas (Palaeoloxodon) antiquus (Falconer y Cautley, 1847), proboscidio
del Holoceno de Chiprana (Zaragoza). MPZ 2006/383. Longitud: 23,5 cm.
Dcha.: Ursus spelaeus Rosenmüller, 1794. Cráneo incompleto de hembra de oso de las cavernas. Pleistoceno superior
de Tella-Sin (Huesca). MPZ 2006/7. Longitud: 40 cm.
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