Niim. 233. ESPÍRITU DE LOS MEJORES DIARIOS LITERARIOS QUE SE PUBLICAN EN EUROPA, DB HOY LTJNBS 1 7 DE M A Y O DE I 7 9 0 , dedicado á los Literatos y Curiosos de España». i - .• a t : f e = '• •" " . .Eruditio Ínter prospera ornamtntutity ínter adversa refugium, Laet t. DIARIO ECLESIÁSTICO. PÁRIS. Refiexianes sohre el celibato religioso. J L ^ O S Pueblos mas antiguos distinguían como nosotros des especies de celibato , y le consideraban baxo de aspectos muy diferentes. El uno filé siempre un objeto de desprecio y de odio ; y el otro al contrario les inspiraba el mayor aprecio , y el respeto mas profundo en favor de los que le profesaban. Y en efecto el primero no presenta idea alguna de virtud, ni aun la de la continencia , por cuyo motivo le llamaremos pfofano,y es el que profesan esos hombres que solo se abstienen del matrimonio , porque huyen de las obligaciones que les impone; el avaro egoista que siente partir su substancia con la esposa é hijos ; y muchas veces el voluptuoso , desordenado en sus placeres , que en su elección solo sigue el instincto , el capricho y el fiíror momentáneo , y que creería que se debilitarían , si se impusiese otras leyes que las de los irracionales. En todos tiempos ha reynado este celibato de las pasiones , y se ha mirado justamente con horror. El supremo legislador- de los judíos le miró como una renuncia sacrilega de las bendicior nes del Dios de Abrah'ám , de Isaac, y de Jacob. Aun entre los mismos idólatras los viles celibatarios se creyeron enetnigos del G ge- 50 . . . genero humánelos Griegos les miraban como infames;excluidos de todo empleo público por Lycurgo ^ no les era permitido ni siquiera presentarse en los espectáculos y en los juegos públicos. Sujetos entre los Romanos á las imposiciones infames , no eran; admitidos por t e s t i g o s , porque la Patria no creia deber dar fé al juramento de aquellos que la rehusaban sus hijos ; 7 el sacerdote de acuerdo con el Legislador , les amenazaba en la otra vida con penas muclio mas terribles en castigo de una esterilidad criminal en su principio. Extrema omniíim calamitas & impietas accldit un 3 qui absqtie liheris d vita dcscedit ¿^ damoiiihus máximas dat f dinas post ohitum. Si la historia repite estas maldiciones del celibato p r o f a n o / también nos manifiesta otra especie de celibato honrado por t o dos los Pueblos , y mirado por todos como una vida celestial, digna de nuestros elogios y admiración , y que igualando en c i e r t o modo los mortales á Dios , le hacia digno con exclusión del servicio de los altares. Los judios que en general miraban al hombre estéril como un monstruo , respetaban el celibato religioso en sus profetas. Elias , Daniel , Eliseo y los Essenios fueron hombres divinos par a ellos , y el sacrificador á lo menos debia prepararse , imitándoles con una continencia voluntaria para entrar en el santuario. Los Sacerdotes de Cybeles en Egypto , los Hyerophantes en Alhenas , los Gymnosophistas , los Brachmanes en la India , ylas Vestales en Roma debieron al celibato religioso el respeto que. su nombre imponía. El mismo celibato religioso debia la ve-^ neracion que inspiraba á este principio conocido universalmente por los paganos , que los Dioses amaban la castidad. Casta placent svperis. Los sacrificios á que no asistía una virgen no se t e nían por completos. U o hay duda que podían comenzarse sin e l l a , libare , pero no les podían consumar , á lo que llamaban IL, tare. E n una palabra , estaban persuadidos de que esta virtud es la que mas nos acerca á la divinidad. Así como Dios tiene en sí q u a n t o necesita para una soberana bienaventuranza , del mismo modo , decían e l l o s , en lugar de buscar vanamente su felicidad en la profesión de las demás criaturas , la hallan las vírgenes en su p u r e z a , en su inocencia , é integridad, (Piotino lib. 5 cap. i . Véase la historia critica del celibato en las Memorias de la Academia de las Inscripciones, tom. IV.^ „Todos sostenían, continúa el historiador del celibato , que si la naturaleza divina quería comunicarse alguna vez á la huma-f na. na , era decente que fuese por medio de una virgen. JOecet cnim naturam intactam , impollutam , puram i^ veré virgiiieain , cum deo conversan. Es cierto que el que halla así no es un pagano, pero es un judio llamado Pbilon , lo que no es menos digno de notarse."' Escuchemos como desenvuelve las opiniones de los antiguos sobre este género de vida, un autor platónico. Conviene que una virgen conserve con mucho cuidado la pureza de su cuerpo y de su alma, porque este estado la dá una superioridad muy grande sobre su sexo. Apartada de los cuidados terrenos , contempla siempre la vida espiritual , en la que halla verdaderos placeres, llenando el corazón de divinas palabras , que la disponen á meditaciones que iluminan su espíritu , (Naumachius , apuil Morin. Véase las Memorias de la Academia de Inscripciones , tom. 4." año 1713.)" A pesar de todos estos elogios y de estas ¡deas grandes dc'la virginidad, no hay que creer que los celibatarios religiosos del paganismo no estuviesen menos entregados á desórdenes muy infames; SU continencia era mucho mas afectada que real: en secreto cometían excesos que procuraban ocultar en publico , pero noso' tros podremos responder : el nombre de la imagen sola de la continencia religiosa bastaba para conciliar aquel gran respeto y estimación ; ipues que veneración no hubiera inspirado un cel¡batario de quien no hubiese sospecha alguna, y que en todo tiempo hubiese conservado la idea de la virtud , á la que se había consagrado publicamente! Sea lo que fuere, no se puede negar que los paganos , á pesar . de todas las tinieblas de la Idolatría ; que los Israütas á pesar de lo carnales y terrestres que eran los Judíos , colocaron el celibato religioso en el número de aquellas virtudes sublimes, que haciendo al hombre muy superior á si, le igualan en cierto modo con los espíritus celestiales. En estos tiempos en que hemos aprendido en la escuela del Evangelio,á que grado de perfección puede elevarse el hombre ; en que los fastos del Christianismo nos manifiestan tantas vírgenes de Jesu-Chrisio , tantos y tan santos Cenobitas , y sacerdotes que han realizado la sublimidad de las lecciones del Evangelio ; en estos tiempos en que, á pesar de toda la perversidad del siglo , se ven sujetos á las leyes del Claustro y del sacerdocio , á lo menos un cierto número de hombres que .viven como Angeles en la tierra ; en estos tiempos principalmente ea que un celibato del todo opuesto al de nuestros SanGa tos, 5» ' tos, causa tantos desórdenes, y nos manifiesta cojtumbres tan corrompidas , como sucede que los mundanos no ven quan odioso, periuilcial, y destructor es el celibato profanó ; ¡como es que guardan todo su desprecio , todo su odio y declamaciones contra el celibato evangélico ! Podemos establecer un hecho, á saber, que una sola Ciudad, París , encierra mas celibatarios por egoismo , avaricia , luxo, miseria , esclavitud , prostitución , y demás pasiones ; podemos, digo , sentar por hecho , que solo París encierra mas celibatarios odiosos y profanos , que Religiosos cuenta la Francia en todo el Clero Secular y regular; y sin embargo nada se dice sobre la horrible depravación que supone la multitud de los primeros , sobre sus perpetuos escándalos , sobre las pérdidas y desgracias sin fin que acarrean al Estado ; nadie cuida de hacerles ver su Infamia , ni de sujetarles con leyes sabias á las miras de la naturaleza; no hay una sola ley dirigida á disminuir su número , una sola obra que les cubra de desprecio , ni un autor que no temiese impugnar la libertad en su esencia , si se les desterrasen , como lo hicieron los antiguos de nuestros Tribunales ó Asambleas ; ¡ ah i i Si á lo menos se les exigiese un impuesto que compensase en cierto modo á la República , de los hijos que la niegan , y que sirviese para el alivio de los padres de familias! Este siglo ha-dirigido su, desprecio y odio contra el celibato religioso y contra las Vírgenes de Jesu-Christo. El celibato Infime en todas las Naciones de la antigüedad, no excita entre nosotros la menor idea de vergüenza é ignominia ; y el celibato celestial y reverenciado en todos tiempos y Naciones , es en nuestros días un objeto perpetuo de desprecio ¿ de sarcasmos y de persecuciones. Algunas veces he reflexionado este trastorno de ideas. Señáleseme , si es posible , una causa mas honorífica para la generación actual ; no hallo otra que esta : corruptio optimi pessima^ -la corrupción del bien , es el peor de todos los males ; el abuso de la luz , es peor que las tinieblas ; el hombre mas malo de todos , es el que vivió con los buenos , y se niega á serlo ; el corazón mas depravado, es el que ha visto la perfección del bien, y sin embargo prefiere el mal. Con este solo principio conozco perfectamente por que el Patriarca de todos los enemigos del celibato religioso, fue un Monge apostata , porque Voltaire y nuestros demás sofistas mas enemigos de una religión , cuya perfección conocian mejor que el Vul- Vulgo , miraron con el mismo oáío que Lutero y Calvlno el c e libato religioso ; porque en un siglo , cuyos dioses son Vo!taire , y Rousseau , goza el celibato Impio de toda la depravación de la licencia , al paso que un celibato religioso y sublime es el objeto de los sarcasmos y atroces calumnias. El hombre malo , mira con envidia á todo quanto le humilla ; blasfema de aquello que no puede conseguir ; y su orgullo aterrado por la sublimidad de la virtud , ¡mita á los demonios que pintan á Dios corno malo para tener derecho de aborrecerle. He aqui porque el mas implo de todos los siglos succediendo á hombres tan santos , religiosos é ilustrados como nuestros Padres , debió , con el abuso de sus luces, ser mas perverso , mas enemigo de los santos y de toda la perfección evangélica , que lo fueron los mismos.paganos. He aqui porque desprecian nuestros sofistas una virtud que respetaton los mismos Idólatras ; por que un mal Sacerdote , es mucho peor que estos sofistas , y el primero en hacer mociones contra una virtud, cuyo nombre le humilla. Fue demasiado cobarde para elevarse á SU sublimidad ; y tendrá bastante valor para aborrecerla y blasfemarla. Si nos humillamos á escucharle á él y á todos esos viles calumniadores del celibato de los Sacerdotes y de las Vírgenes del ;5eñor , {que nos dirán con sus nuevas luces , que no hayan refutado la razón y la religión por boca de nuestros Padres? VHes ecos de Lutero , esforzarán el grito de las leyes de la naturaleza ;. en las inclinaciones del hombre , verán el mas impetuoso y absoluto de sus preceptos ; ponderarán que ven despoblarse la tierra , empobrecerse los Estados y desvanecerse el genero humano por la esterilidad del celibato. Hace mas de quatro n»il años que la íilosofía pudo concebir estos temores ; hace quatro mil años , que todos los Pueblos han rodeado y rodean el altar de los Sacerdotes consagrados al celibato ; que honran . á estos Sacerdotes ; que en la continencia religiosa ven un nuevo titulo para la perfección del cielo. ¿ Quil es la provincia que haya dexado de ser habitada por ellos i £1 Norte les proscribió • desde Lutero ; pregúntese á los Suecos y Dinamarqueses , si es - mayor el número de sus Ciudades , y si ha aumentado su po-blacion ; pregúntese al Inglés y al Alemán , si era mayor el número de sus habitante antes de Lutero , que en nuestros dias; •-pregúntese al Austríaco y al Bohemo , que les han. conservado, ^s\ están desiertos sus campos y Ciudades. ¿Vnis. mismos digan< nos 54 -nos si U Fnncia ha perdida «u población en el espacio de diez y ochu siglos, ó desde que sucedieron los Sacerdotes de Jesu-Chris- to á los Druidas de las Galeas i i Qué vanos temores ! ; Quan estupido é insensato es el miedo , que no se disipa con la experiencia de tantos siglos ¡ i Qué afectación tan pueril la de prevenir al ge'nero humano contra una providencia que dirige la vocación de los Santos ; de ver perecer :á todo el Mundo por el efecto de una virtud superior á los mortales I i Quán ilusorios son estos cálculos de numerosas generaciones que resultarían á la tierra de la abolición del celibato de los .Sacerdotes ! Todos los dias oimos , que cien mil Celibatarios religiosos privan anualmente al estado de otros tantos hijos que darían á la Patria. Continuad estos computos , y muy en breve no caberán en la tierra los hijos de solos los Sacerdotes; ó mas bien deponed vuestros temores afectados y absurdos ; el Dios que supo hacer del celibato religioso una virtud , no hará de él el azote de las naciones. Por mas que se aumente el número de los Sacerdotes , siempre quedarán bastantes profanos para poblar al Universo. ¿ Por que no comenzáis á lo menos dándole padres de .familias en los que profesan el celibato de la infamia , del egoísmo y del Übertinage ? ¿No veis como desonran á la tierra? ¡Pues por qué guardáis vuestros temores ridiculos contra aquellos que profesan una virtud que tanto aprecia el Cielo ! , Acordaos de las costumbres ; y no diréis que el Sacerdote . que cuida de su conservación , despuebla la tierra. Sabréis que el ceÜbatario que predica á los jóvenes la continencia y el pudor, á los esposos la uaion y la fidelidad conyugal; que el que por su es. tado y obligaciones clama contra la disolución y el libertinage, que destierra de su parroquia la miseria , la pereza , la indi; gencia , y la ipreligion , produce y mantiene mas hijos en el estado , que el padre de familias de generación mas numerosa ; y en lugar de acusar al celibato de los Santos de que despuebla la tierra , veréis en el respeto que saben inspirar de las costumbres la compensación mas favorable á la población. } A que objeciones insensatas no es preciso responder para defender esta sublime virtud i La hipocresía opone este precep. to dado al primer hombre : creced y multiplicados. A esto oponemos nosotros el precepto de trabajar la tierra ; y se nos responde ; que esie precepto lo cumplen otros hombres , y que la tierra es fértil. A esto instamos nosotros que otros hombres cum» 5S cumplen el precepto , y que la tierra está poblada. La hipocresía repite corrida : la carne es flaca , y la inclinación anuncia la obligación de la naturaleza ; á esto damos la respuesta siguiente: el espíritu de Dios es fuerte, y la gracia la eleva á un estado muy superior á las inclinaciones , en las que no puede hallarse obligación alguna , por oponerse á la perfección del hombre , porque le incomodan en la práctica de las virtudes religiosas ; le apartan de su vocación , le distraen de sus funciones, y disminuyen el número de servicios que puede hacer al Estado Ó á la Iglesia. Pero como el celibato religioso no es una virtud común sino; sublime , no reconoce en ella el sofista sino una preocupación qui-' mérica. ¡Luego el Dios á quien yo la consagro será un fantasma vano! Y quando para servirle y no distraerme en el cuidado de agradarle , por ninguna cosa terrestre renuncio á todo lo que no es servirle en sus altares , 5 ser.ín quiméricos mis afanes , y quimérico el ambr de ese Dios I ;Será el primero en no aceptar un sacrificio que él niismo establecióí Pero si puede apreciar este sacrificio , si puede reconocer en él el mas perfecto amor , si apartado yo de los lazos y de la carne me hallo mas dispuesto para elevar hacia él mi corazón y mi espíritu , para servir en sus altares, instruir á los Pueblos y man-, tener su culto; ¿cómo puede ser quimérico el exercicio de las, virtudes, el exercicio del celibato , que me aparta de todo lo terreno , me consagra á mi Dios , á la fuente misma de todas las virtudes , y no me dexa otro asunto que tratar con su Pueblo que el de la salvación? De'¡emos que dispute el vano sofista : ha-; ce mucho tiempo que está condenado á no entendernos ; pero procuremos comprehender al Dios de la virtud , que en los San-, tos entregados al celibato,nos manifestaba hombres que'Supieroi> privarse de los placeres de la tierra para llegar á los Cielos. (Matt. 19.) Por la boca del Apóstol nos hizo ver en la virginidad , una virtud superior al precepto para el común de los hombres , cuyo conseio solo pueden seguir los perfectos : De Virginlbus •praceptttm domini non habeos conslllum autem do (^Corint, c. 7. v, ay.) El Apóstol del mismo Dios para que concibiéramos toda la sublimidad de este consep, cuidaba de decirnos: estoy muy lexos de reprehender el que la esposa se una con su esposo. Pero les advierto que los afectos de la carne les harán experimentar mil tribulaciones en los caminos de la salvación. El cuidado de agradar dar á la esposa o al esposo ^ acart'ea las Inquietudes de este mundo ; y yo deseo que nada os detenga en la práctica de U virtud , y en el servicio del Señor. El que se Une con los lazos del matrimonio obra bien ; pero obra meioi aquel que queda con la santa libertad del celibato : Igitur et qui matrimonio jiingit Virgimm suam , beiufaclt,et qid non juiígit melius facit (_ld. v. 38). En estAs palabras de San Pablo está cifrada toda nuestra profesión de ic sobre el celibato religioso. Ellas dexin la libertad de dispo'ner cada uno de $i; y la misma Iglesia santiñcará la unión con la compañera que se haya escogido; en esta unión hará ver UO sacramento , y el origen de las gracias que necesita este estado. Pero no hay que preferir los lazos del amor á la elección de las esposas de Jesu-Christo ; no hay que igualar la unión conyugal con el voto de las almas castas. Ei Apóstol pronunció , y la Iglesia fulminó el anatema contra el que no creyese que el cellba-^ to de lo^^Santos y la virginidad , es superior al murimonio. Si guis dixerit, statum cenjugalem antepantndum esse Statui virgilú' tatis , vel calihatus , et non esse meüas ac btatius manere i», virgiiútate aut caíihatus quam jungi matrimonio ; anathema s¡^. (^Conc. Trid. JST. 24 , Can. X.) No nos canséis pues con vuestras dudas y vanas objeciones y. sin ultrajar á Jesu-Christo , á su Apóstol y á la Iglesia , sin i a currir en una verdadera apostasia, no se puede dudar de la pree-; minencia de las Vírgenes del Señor. Pero vosotros no habéis vis-? to en estas decisiones de San Pablo , en las lecciones de Jesu* Christo , la ley del celibato impuesta al Sacerdocio ; y pedis pa^ ra nosotros la libertad que dexó el Evangelio á los profanos , pre« guntando J por qué autoridad han podido sujetarse los Sacerdotes á un precepto, que no nos impuso el mismo Jesu-Christo5 X aun añadís si la Iglesia usó de esta autoridad en todo su rigorj á cuyas preguntas responderemos: que la Iglesia pudo usar de esta autoridad y en efecto usó de ella. L i Iglesia pudo prescri-biv el celibato á los Sacerdotes ? la Iglesia lo prescribió , é hizo muy bien en prescribirlo. Leed , y después nos diréis si «os faltan las pruebas. i Quál es el Christiano por poco instruido que esté , quál el Sacerdote que pueda negar que la Iglesia haya podido erigir en precepto para todo el Sacerdocio, lo que estableció Jesu-Chris-» to como un consejo para el coraun de los fieles í Heredera de la inisma autoridad de su divino Funda^^lor , es aquel Tribunal Supremo á que nos tujetó con estas palabras : ^ue U ^ue no esca-i cha ?7 da A la Iglesia , sea tenido pof puttlcano ¿ Uotatt-n. A ella se prometió aquel espíritu de sabiduría y de verdad contra el que; no, prevalecerán jamás las puertas del infierno. A sus Apostóles, á sus Gefes y Succesores , se dixo: todo poder se me dio en los cielos y en la tiena , como mí padre me envió , asi os envío yo; el que os escucha , me escucha ; el que os desprecia me desprecia. Luego la Iglesia tiene sobre la tierra el poder y la autoridad del Dios que la estableció ; por sí misma puede establecer su disciplina , y formar leyes; puede mandar á sus ministros , puede admitirlos en sus altares , imponiéndoles este ó aquel grado de perfección , y exigiendo de ellos el sacrificio que juzgue conveniente para la santidad de sp culto , la dignidad , la nobleza de su Ministerio , y la mayor facilidad de sus funciones, El Espíritu Santo santificará todas las leyes que no$ djcte ; y Dios nos impondrá las obligaciones que ?Ua nos imponga. ( 5 Í coneíuirá.') CIENCIAS. LONDRES. Experiencias y oístrvaclones sohrt el calar animal y la inflama" clon de los cuerpos aomlrustibíes. P o r M r . A. Crawford , doctor en medicina é individuo de las Sociedades reales de Londres y Edimburgo. 2.* edición 9,° en casa de Johnson. La primera edición de esta obra se hizo en 1779 , desde cuyo tiempo su autor Mr. Crawdford ayudado de las inquisiciones hechas por todos los sabios , y por sí mismo , no solo la ha perfeccionado, sino que la ha refundido de liuevo. Desde lue-í go da las diíiniciones del calor absoluto , ó del. principio del ca-> lor relativo en quanto se conoce por sus efectos , considerado con abstracción de todo lo accesorio , del calor sensible en quan'< to es el objeto de nuestros sentidos , del temperamento , o del grado indicado por el termómetro ; del calor de comparación, «> de la diferencia del calor absoluto en los cuerpos de igual pe*o y temperamento. Finalmente explica las leyes generales del '^alor , y examina &i la expansión del mercurio es igual á los aumentos iguales de calor, concluyendo que sí por las experien-^ <^'as que ha hecho.^ Después mide la capacidad de recibir el calor en qualquien '^Uerpo j^olQcáodolf von piro .en las m¡s(nas circunstanciasen H que que adquiere menos calor sensible que el otro ; de lo que Infiere que su capacidad y su calor absoluto , son en razón inve sa del temperamento que adquiere en estas circunstancias determinadas. Después de haber establecido los hechos generales , y ex** puesto las precauciones necesarias para la exactitud de los ensayos , pasa el autor á las mismas experiencias. No nos detendremos sobre el modo de executarlas , que podrá leerse en la obra , porque piefei irnos insertar la tabla de los calores comparativos de difet entes cuerpos. Agua común Arroz Trigo Avena sin corteza Pesóles • Cebada. . ,. Buey flaco Cuero de buey con su pelo.-« .' Puliijon de carnero. . Leche fresca de vacas. : . . Sangre arterial de un perro i,00O. 0,506. 0,477. . 0,416. 0,494. o,4ai. o, 74. Oj?^/* 0,769. 0,999. 0,103. Por la definición del calor comparativo es fácil comprehender , que por exemplo la sangre arterial contiene mas calor absoluto , esto es , que la sangre de las arterias recibe menos calor sensible en un determinado temperamento que la leche de tacas , la que tiene mas calor absoluto que la substancia que la precede , y asi ¿e lo demás. La conseqüencia se reduce , y «ste es el asunto de las proposiciones de Mr. C. á que la sangre arterial que contiene este calor como ingrediente , se halla dispuesta á abandonarlo por alguna alteración química , que pende de la circulación y de la respiración , y en particular de esta tihima a la que está intimamente unido el calor. Mr. C baila qué los fluidos flogisticos tienen menos calor absoluto que los que no tienen flogistico , y por consiguiente, ^ue la unión deV flogistico repara el calor. Luego mientras que en el ayre la sangre acurnula flogistico , consume su calor, y en los pulmones que le reciben comunica flogistico al ayre; tbsorbe no ayre deflogisticado , sino calor absoluto que la dá la» qualidades necesarias para la proxiin« circulación , en la que y ab- 5^ absorve de nuevo flogisitico y esparce el calor en las partes remotas. El autor apoya esta doctrina en pruebas conchiyentes, y refiere experiencias hechas con infinito cuidado , inteligencia y destreza. Hg aquí SU primera proposición: La quantidad de cafar abíoltito contenido en el ayre puro , sé disminuye por la alteracíott que padece en ios pulmones de los animales ^ij la quantidad de calor de qualquiera especie de ayre propio para la respiración , es con corta diferencia en razón dt su actitud para sostener la vida animal. Para probar esta proposición , M. C. examina las propieda-^ des de diferentes especies de ayre , por medio de un aparato que describe en su obra , y con el que ha averiguado que el ayre deflogisticado, del qual una medida con otras dos de ayre nitroso ocupaba el espacio de una medida , comunicaba mas calor que el ayre atmosférico; La diferencia del calor separado por el ayre atmosférico , y el ayre flogisticado era de un grado. El calor comparativo del agua es al del ayre ñogisticado , como 12Ó á i. £1 del ayre fixo es al del agua como n 5 á 110 ; el del ayre inflamable al agua como 7 1 9 3 1 . La capacidad de los vapores aqueos es á la del ayre puro casi como 1 3 3 . Algunas de estas diferencias son muy poco considerables , aunque si se considera la gran guantida.d de,ayre que respira y espira en un minuto , las quantidades reunidas de calor darán quizá un resultado suficiente á las miras del autor , lo que procura probar. La otra parte de su obra trata de la inflamación de los cuerpos combustibles y del calor que de ellos resulta , la que en su opinión proviene del ayi-e , pues las capacidades de los residuos son mas grandes que las de los cuerpos antes de la combustión. Saca esta conclusión de la analogía , y de algunos hechos indicados por las experiencias anteriores. „Esto supuesto , dice , podemos explicar el modo como se produce la centella con el golpe del acero en la piedra. La fuerza de esta hace saltar una partícula del metal. Esta se altera de modo que puede absorber una porción de ayre. £ n el mismo instante se separa el ayre de una; quantidad de fuego elemental que comunica á la partícula un calor roxo , y he aqui como se produce la centella." M. C. acaba el tomo con una idea general de sus experiencias , presentando los calores comparativos de los diferentes cuerpos y del agua. (J^íonthly RevieZC.) Ha tí- 60 LITERATURA Y COMERCIO. AMSTERDAM. Carta sohrt los Patagones ó Gigantes de América. ; Es cierto que hay patagones, ó debe confandlrse la historia de su existencia con la de los gigantes de la fábula? ¿Se equivocó acaso Mr. de Buffon , quando afirmó que en América , la naturaleza produce todas las cosas mas pequeñas que en el continente antiguo? Estas importantes qüestiones para la historia y la filosofía , solo pueden decidirse con hechos ; y por desgracia los que han viajado en aquellos remotos Países han llenado sus relaciones de tantas cosas maravillosas, que apenas puede darse crédito i una multitud de hechos extraordinarios , á no asegurarlos muy repetidas pruebas. De esta naturaleza son las relaciones que tenemos de los patagones. Su existencia no presenta un fenómeno cuya realidad implique contradicción. Si la naturaleza ha producido en un País hombres mucho mas pequeños que los que habitan en medio de la Europa , ¿por qué no ha de haber dado existencia á Otros de estructura de gigantes? La misma variedad se vé en sus diferentes producciones ; y el clima parece que tanto influye en su medida como en su qualidad. Además , en América cree el Pueblo que existe una nación en la parte inferior de la península meridional , cuya estructura es enorme, cuya creencia han convertido en hecho histórico un gran número de viajantes , entre los quales, unos han abultado visiblemente los objetos , y otros solo han hablado por haberlo oído decir. Mr. Odman acaba de publicar en la Gazeta de Stockolmo quanto puede desearse sobre la materia. Garcilasso habla de gigantes que habitan aquellos Países meridionales ; sus ojos, dice , son como platos , su estómago digiere el alimento de 50 hombres. Pigafeta que acompaño á Magallanes , y que compuso el Diario de los descubrimientos de este famoso navegante , refiere que en la Bahía de San Julián á los 49 grados de latitud meridional , vino á bordo de su embarcación un patagón tan a l t o , que los Europeos apenas llegaban á su cintura. Desde luego desconfió ; pero habiendo los Europeos imitado sus gestos , que se reducían á una especie de bayie , se alentó y comió : Sin embargo habiéndose visto en un espejo se espantó de iiX modo , que saltó háck atrás y derribó á quatro marineros. Ade- 6i Aiemás , el mismo Pigafeta dá al patagón cerca de siete pies de elevación 5 también insinúa que los habia mas pequeños , pues refiere que un día fueron á bordo seis patagones , de los quales el mas chico era tan alto como el Europeo mas crecido , y que entre ellos seis consumieron la comida destinada para ao hombres , añadiendo que aquellas gentes vivian baxo de tiendas , comiendo carne cruda y una raíz llamada capas. Sus cabellos estaban cortados al rededor , y muchos de ellos tenían un corazón pintado en cada mexilla. El autor de la relación supone, que naturalmente eran zelosos , porque apartaron sus mugeres , habiéndolas hecho montar en una especie de borricos. Argensola parece que hace alusión á esta noticia , quando asegura por haberlo oído decir , que fueron á bordo de la embarcación de Magallanes hombres que tenían diez pies y medio de altura. Sin embargo de todo esto 110 se creyeron estos hechos hasta tanto que los confirmaron los navegantes Ingleses y Olandeses, con muy poca diferencia. Drake vio en el mismo País patagones , á cuyo lado los Europeos parecían enanos de la Laponia ; y Cavendish pretende haber visto pisadas de pies quatro veces mayores que los suyos, añadiendo que algunos de sus marineros estuvieron expuestos á perecer , por las enormes piedras que arrojaba uno de estos gigantes. Un navegante Glandes encontró en 1599 hombres de una estractura extraordinariamente grande. Sebald de Vert,dice, que unos patagones de diez á once pies que habían entrado en una piragua , se escaparon de miedo al ver los fusiles de los Olandeses. Olivero Noort refiere también haber visto gigantes en los mismos parages. Spilberger vio el dia a de Abril de 161 j , en la Tierra de Fuego un hombre de una monstruosa magnitud. El II de Diciembre del mismo año los compañeros deSchoaten hallaron en aquellos Países esqueletos de nueve á diez pies. En este tiempo nada dicen los viajantes en sus relaciones sobre la existencia de los patagones ; en el espacio de 70 años se pierden absolutamente sus señales ; pero en 1695 Garmau y Harrington refieren que vieron mas de ciento de una vez. En un dia el primero de estos navegantes vio á seis juntos , de los quales el uno parecía ser el gefe. En su cabeza tenia una corona de plumas. Trczier babla de la existencia de los patagones refiriéndose á los Españoles ; pero el Diario del Almirante Byron la confirma expresamente, quando dice que después de haber viajado dU» ó doce millas en el estrecho de Magallanes, vio en la costa hora- 6% hombres de una grandeza extraordinaria , que manifestaron el deseo que tenían de ver desembarcar á los Ingleses. Los unos le parecieron de ocho pies y los otros de nueve. Mr. Byron , que tendría unos seis píes , apenas podía puesto de puntillas llegar 4 la cabeza de estos gigantes , &c. El Diario del Almirante IngJe's les representa como muy bien formados , de color de bronce, vestidos de una piel ó pelliza que les llega hasta las rodillas , atada ^1 cuello con una tira de cuero. Las mugeres traían un clnturon a! rededor del cuerpo , que ataba una especie de capa. Tenían sus rostros pintados , y los adornos de ambos sexos eran unos collares y pulseras. Todos traían su pelo negro suelto. St» carácter pareció suave y pacifico , y al parecer adoraban al Sol, Muchos de ellos andaban á caballo, y recogían sus pies en la crit» para, no arrastrar por tierra. A estas reflexiones deben añadirse las relaciones délos Franceses : Duelos-Guyot y Giraudais aseguran tan expresamente la existencia de estos patagones , que ya no debe dudarse. En el vlage que hicieron en 1766 , hallaron diferentes ,veces hombres de la casta de los gigantes. Justos navegantes les pintaron con los mismos caracteres que Byron. También les acogieron con la misma amistad , y pudieron tratar con ellos porque hablaban algunas palabras de las lenguas de Eurojpa , lo que prueba que anteriormente ya habian visto Europeos. ^ su Gefe le llamaban Capitán , y se daban freqüentemente golpes en el pecho diciendo et) alta voz , butnos. No ponían dificultad en comer pan , pero sus manjares favoritos eran el tocino, el sebo y la grasa de lobos marinos: jamás quisieron probar el vino, por sus señales se conoció que adoraban á la naturaleza en general. Sus vestidos eran pieles de caballos guanacos y de londras; sus armas consistían en hondas , y disparaban piedras ovales con ¡muchísima destreza. Los paUgones tienen la cara ancha , la nariz chata , ia boca y las quijadas muy grandes y los dientes muy blancos. Todos son fuertes , robustos y gordos. Según las medidas que tomaron de ellos estos últimos navegantes , parece que las capas de los patagones mas chicos, puestas en las espaldas de un Francés de cinco pies y siete pulgadas^ arrastraban por tierra á lo menos pie y medio , con lo que se vé claramente que el gigante mas pequeño tenía mas de siete pies. Mr. Odman acaba esta noticia , refiriendo los motivos por que no han hablado todos los navegantes de este Pueblo extraordinario , y se reducen á que los patagones no siempre habitan en I4S cpstas ; y á que én ciertos tiempos del año SJE retiran en lo in- ^5 interior dé las tierras. Los tiavegañtes que han pasado el estrecho en estas circunstancias , no pudieron seguramente informarte de SU existencia. (Noticias Je ta República de las Letras.) MADRID. Carta solre la policía de tos granos» Poner travas al comercio de los granos,es lo mismo que establecer en el estado el principio de la carestía y del monopolio; y al contrario , dexar libertad á este comercio, favovecefle y íoínentarle, es desterrar para siempre el hambre , y reprimir á los monopolistas sin emplear el rigor legal. La experiencia enseña que el envilecimiento del precio de los granos arruina al labrador , le imposibilita para pagar á sus pro-» pietarios , y para satisfacer los impuestos públiccs. Pues qué remedio hay para este inconveniente ? la libertad del comerció. Abierto una vez este camino habrá abundancia de granos en donde puedan venderse con utilidad , y esta exportación pondrá et dinero en manos del cultivador , con el que se animará á doblar^ SUS fatigas , á sembrar sus tierras , y á no dexar nada inculto. {Qué cosa hay mas ütil al Estado , cuya única y principal riljueta son los frutos de la tierra í ¿Quién ignora que lo que el arte sabe añadir á la naturaleza , no produce sino riquesiaá dé coiívehcion sujetas á las vicisitudes de los tiempos , y á los capriclios dé las costumbres \ Sola la agricultura no experimenta estas revoluciones. La excesiva carestía de los granos , llena de miseria, á t o d i tena nación , arl-uina las familias, despuéblalas provincias , y es tina calamidad mas terrible que el fierro de tos conquistadores, una tempestad que hace temblar las columnas del Estajo , y una desgracia que trae consigo todas las demás calamidades. ¿Que remedio hay para tan funesto desastre í La libertad del comercio: ésta exéitará la emulación y animará la industria. Codieíoso el Cosechero proveerá de granos á todos los lugares en-que crea venderlo con utilidad ; y de aiqui, como de una ¿aiisá ¡nfaíibíé^ naceiá la concuriéncia , que es el principio mas activó y mas ex-; tenso del comercio , é impedirá siempre que los precios seatf exorbitantes. El niimero dé comerciantes de trigo será mayor, y no podrán menos de mantenerle en un estado y pie proporcionado á las facultades del c o m p u d o r , con lo que se pondrá un treno 64 no á los monopolios , y aun se desterrarán totalmente, siendo muy cierto que los monopolistas no se aprovechan de la miseria común sino reduciendo el comercio á ellos solos , como á su único centro. Esta concurrencia es en el estado político como en el imperio de las letras , d alma de las cosas grandes , y la segundad de! buen éxito. Sujétense todos los hombres á la concurrencia para interesar todos sus sentimientos , y de repente se animarán todos los resortes de su conocimiento é industria , y serÁn otros tantos verdaderos ciudadanos. _ Si el comercio de trigo fuera siempre libre ; si á todos estuviera permitido comprarle sin formalidad alguna ; si no se necesitase pemiiso particular para hacerlo pasar de una Provincia a otra ; si jamás se prohibiera la extracción á no ser que llegase á un cierto precio, no hay duda que en el Royno se formarían almacenes que costarían muy poco al Estado. Se entregarían á este comercio sin temor ni desconfianza porque la ley le protegería. Los comerciantes c\iidarjan con la mayor exactitud de los granos que muchoí se pierden en casa del cultivador , y seguirían la práctica ordinaria de! comercio de comprar quanio los efectos están baxos y de venJer quando presentan utilidades. Quanto mas se aumentase el numero de estos comerciantes, tan» tos mas recursos hallarla el labrador en la abundancia, y el Pueblo en las carestías. Harian adelantos á aquello^ que no se hallan en estado de poder suministrar los gastos del cultivo , se aprovecharían de la riqueza de nuestras cosechas , euportindolas quando fuesen excesivas al extrangero , y sabrían en los tiempos calamitosos traer trigos extranjeros al precio menos oneroso, porque especularían en este comercio. En los tiempos de carestía harían muy bien en dexar a los comerciantes el cuidado de adquirir granos , y de traficar con el extrangero. Este comercio hecho por gentes de esta profesión , te entendería muy bien sin aparato alguno lo que está íntimamente unido con un principio de política ,, reconocido generalmente por todos. No conviene que el baxo Pueblo conozca las grandes necesidades del Estado , que en cierto modo mida toda la extensión de, las ca^ lamidades públicas , y de la inquietud que causan al gobierno... Además , quandQ se extiende la noticia de que el Estado compra granos , ningún comerciante se expone a traerlos ; teme con razón que no le salga bien su especulación ; da otro destino a sus fondos , y el público se ve privado del beneficio de la concurrencia , que es el único modo de establecer un precio co- mo- rtioJo. En estis concurrencias en que toao se pasi con preci|)¡lacion , no puede saber el estado y los limites de sus compras. 'Si son cortas , no llena su objeto , y en el intervalo de una á otra , se expone á todo el horror del hombre. Si son demasiado crecidas , se pierden los granos , excitan la murmuración del Pueblo , y pierde el Bstado. En Inglaterra se fomenta la exportación del trigo y aun se recompensa. ; Y par que'' Porque esta especie de comercio es libre , y está protegido , con lo que reciben mas cultivo las tierras , J la actividad de los comerciantes es mas viva é industriosa. Hablemos del precio de los granos. Las mercadurías , f principalmente los granos contribuyen tan sensiblemente á la. fuerza física de los pueblos , que es preciso inquirir laS verdaderas causas que deciden de su precio. Generalmente se cree que este sigue IÍI proporción del oro y de la plata que circula en el estado , esto es , que quanto mas comuniís son e! oro y la plata, tanto mas caros son los efectos ; pero esta opinión está destituida d« pruebas suficientes. La experiencia ha acreditado iFo contrario. Bn i7f í el trigo estaba mas barato en Francia , que eii Una gran parte del siglo pasado , en que la quantidad de oro y de plata debía ser mucho menor que á mediados del presente. Lo tnitmo aa-tditua una, multitud de monumentos históricos qufr nos enseñan que el trigo estaba muy barato en Homa y en Italia en el tiempo mas floreciente de los Romanos; que en el vasto Imperio del Alogql en donde tanto abunda el oro, la plata y los diamantes , siempre cuestan muy poco los Víveres ; finalmente, que en la China.adonde todas las Naciones de-Buropa hace tanto tiempo que llevan los metales del nuevo Mundo , cucstj casi nada el mant¿«oi'»e , y sooittuy «ibdJcós'los'íorrlalfes.Ef aumento de precio que (lan tomado todas las cosas en £sp.ifía des4e el descubrimiento del nuevo iHundo , no debe attlbüirie áí Pjimento de Jos metales , y sí al cono trabajo de sus habitantes, tá que no se iñira ? la agricultura , y sus agregados á pesaf de (f'diíposiciones del gobierno, con aquella predilección que,me%ipce la mas sioblítá»:toáits k s altes» tQ»ando se convehteran' i o í pueblos de ^Bfiílíi verdadera riqueza de los hombres ci la' l^rrA,, el tpaha^íwja'industria; que «í-oro y la plata , no son i ^ o unas signos i|M*; sirven para las |i^|ttutas , j que quando »d M ti«neo í)¡;<i^ÍBuItura, ni arteí, j^i» illa* que posea un Pais «Oífcfc eí.oro 4«1 m'm^ , será pobti0fMi^s^sí)mumirí con hs BSCiaiáaiteik^a^paiKjSijpt: -a ;.-.-•;.> i-j •vj.."....I .í".' '-.-' •••' •• .'- '""' ' I '"' Pe- 65 Pero s] h multlpllcacjoa Jel oro y la plata no es la medida y la regla de la carestía de los efectos, j por qué sucede que en cJer* los tiempos 5 y en ciertos Países exceden tanto los precios dfi ciertas cosas á lus que tenían antiguamente^ ¿No podría atribuii»se este fenómeno político económico á ia diminución general del trabajo de los hombres, y á la naturaleza de los subsidios i Siem* pre que los brazos det cultivador estén apartado» de la agricul-' tura , por mas que se emplen en obras de luxo ó en trabajos mU litares , serán mas caras las mercadurías necesarias á la vida^ porque serán menos las tierras que las puedan producir : lo qiismo sucederá siempre que los subsidios sean con.siderahles y numerosqs,pues el que les paga siempre es el comprador quando adquiere los efectos del vendedor. Quando sean raras las super-* 'fiuidades y las cosas del luxo , los ricos que las quieran tener las pagarán á peso, de oro , pero si sobreviene la abundancia , si la Industria hace común la especie , bajarán los precios > y el Pue'« lió podrá comprar cor» equidad. Si esta carta merece la aprobación de vm. , estimaré la in-. serte en uno de sus Kúmeros , como lo ha hecho Con Otras so* bre el mismo asunto , previniendo que esta materia merece ventilarse, hasta poner en claro los verdaderos principios económico políticos sobre los granos. Dios guarde á vm. muchos añosi^ :;'io'!,v'-,!'-iv^'^r • ROMA., • Concluye la ¡a Carta sohrc la resonancia de tos cuerpos sonoros ',.,'.'\ por el Abate Domingo Testa í^x¿ ^ íi^egq; es ipieciso mirar .como un hechjo cierto que .el mo« vjmiet^to Á^ \^% fibra; oipticas , debilitado pof grados , despierta íiiccÉ^ijvanij^ntpen el espíritu Us sensaciones de.los colores arriba meiicianados. ¿ No,podj-ia suceder <jue lo que se j-cconoce ge* íieralpiente en las fíbrijis qptjcas se .verificase también en las fi'' Br;jj^ |cúsiiÍMsí ?.No sftía gosib^* ^qw^.d ojflQ, del mismo-modo qüe.j^j^ ji^'iyios ópticos,j^,-^úl^$u6 00! h*ya« retíbiüffia- impresión sjji^^dj^ jif)„¡;olo_í: j sin «k^ba^go p.resentai)>;i!siHup5Í!«lttii«'Ktei ^^miú cliííSjjpos h^ci?ra.QÍc diffreptps ^oíiidíM^a!iiíiq*ií:scáoiiiibi«'ser¿ii cabido la, ii^p^e^ion de, Jjjiio solo ? £ n una péijpbr» i -írK» podr& s|r quejas _j;eiSOí)an(;ia|S: d^' Ip? JPuei-pos *onofoj?ífíi*se»'<r'Cct¿íBt* í^|e^s, C,onip lo íjon los qoloresf qBe.sesM éste cnoijtbreíLa aiialogi'a', me dirá'vm. induce!en error mutíiids.'.«e(¡sju.> Pad>efciúee« -i'i ••• ' . ;• '-y '•••••• •:.. K ' '.' ' *°* 6/ to , pero no por eso debe destemrse de la física. No debe atribuirse mas valor á los argumentos de la analogía del (]ue me< feccn ; y como no pasan de meras probabilidades , hacen muy* «nal tosigue Jas venden por demostraciones. Si la analogía engaAa algunas Teces á los ñlosOfos , y es cansa de que cometan muchos errores , hablando con propiedad no deben atribuirse á •ste modo de raciocinar , y sí solo á los que no sabed hacer dé ella un buen uso. La semejanza en que se funda la analogía, suei le ser aparente , y no es extraño, que dos cosas que baxO de un oierto (tspecco parecen semejantes , presenten baxo de otro muy grandes disparidades. \ Pero desandar en este punto la analogía, de la qiire yo siempre haré mucho caso , digo : que la resonancia dedos cuerpos •onoros , debiendo tener una Causa que la produce , es preci* so que esta exista, ó en el cuerpo mismo que forma el sotiido, ó en al ayre que la propaga , ó bien en el oído que la k-ecibe. Y4 queda probado por lo arriba dicho, que esta causa nó puede* hallarse ni en el cuerpo sonoro ni en el ayre ; luego en el oído del mismo modo que la causa de los colores accidentales , se encuentra en el órgano de la vista. Aun hay mas. SI se hieren tres cuerdas que den los tonos mi sol si , no se oirá sinO una. perfecta consonancia menor ; pero según el sistema de \ck sonidos simultáneos el mi hace que- se oigaei sol sásttnido'y e\ sot' produce el re , y el si e\ fa sustenido. Es fácil C(ímprehender que esíos sonidos simultáneos han de producir una terible disonancia : luego los.tres tonos meflcionadois lexos de formar una suave armonía , serán muy desagradables al oido,:lo que seguramente no se verifica. JKo se me alegue que la resonancia de los armónicos , deb%' ser muy débil , y se encubre-con la resonancia;de'los prlíici-' pales tonos ; porque por débil que pueda ser está reionancia)' sin embargo siempre es sensible ; de modo que también debe serlo el mal efecto que de ella resulta. Rameau no quiso admitir li irmon'u del ut mi sol susttnido ; como lo hil^o D'Alembert, pprquc el (/í-haciendo resonar etyo/naSu/^it/, disonaría este con el sol suste;i¿do. i Ho está claro que Ratneau introduciendo est'ft' qüestion , convino tácitamente en que la resonancia de ios armónicos puede destruir sensiblemente una buena armoniai ¿Pues qué beberá decirse i Acaso , i que la tercera menor no es una ' verdadera-armonía.t^ Pera qué locura la de querer sacrificar el ' testimonio de sus propios sentidos al capricho-jr sí.la vanidad de '" 68 un sistema? 5 Por que no se ha áe d^clr buenamínte que esta resonancia no puede perjudicar á la armonía de la tercera menor, Í»orque na existe realmente ^ En SH; los armónicos del sonido principal no se oyen «» el momento en que se hace.resonar un cuerpo stíijoro. {Y por que i Porque , ses me dira,, «I sonido principal és en el primer ins;tante.t4n fuerte , que cubre y sofon ca i los demás ; y por lo mismo es necesario que este sonida Jjrinc.pal disminuya y se amortigüe para que pued^ percibir, el oído los armónicos que son dslicados y finos. A esto diré , j n» es de creer que miennas disnjinuye en fuerza el sonido {¡rinci-, p a l , sé disminuyan igualmente los armooicos ? íNosedebLr. lita y desaparece un sonido tAnto antes > quancí? «* mas ügeío y nías débil í Luego el sonido pilncipal que es mas. fuerte .qae ta., dos los otros ^ debe también durar mas tiempo ; luego los ar^ Biónicos comienaan á oírse quando cesa el sonido principiJ >ppt-. 1"^ '?* armónicos nacen en el instante en que falta el soijido. principal ; del mismo modo que los colores accidentales aparecen después que desapareció el color vea/ ,, porque.aacen. quan^í 00 este se desvanece. A estas razones, añadiré 4a autoridad deí los antiguos y de los modernos. Vm. sabe que en los proble-. mas de Aristóteles sobre la música entre Otros se halla este; ,,3por qué es njas agudo.el sonido quando se debiliti? " Luego » los auu^uQs .citíiban persuadidos de que losi sonidos agudos «o-. accmpauabmjA. so;iido.l>rinci|)al , sino que le succedian ; y que el sonido |>rjncipal es aquel > que perdiéndose, se traBsíorma* en sonidos, agudos ; he.aqui precisamente lo que yo sobstengo*. El Padre Mercenne en su libro de Instrumentis Harmoaicis refiriendo las experiencias que había hecho sobre la resonancia; de Iqs cuerpos sonoros , asegura que además de Ja duodécima y décima séptima , habla oído fci vigésima tercera ;.í pero quaJadoJ Circa j^nem soni Mattiralis, Además es inútil traer la autoridad del Padre Mercenne, Todo el mundo conviene que en la resonancia! d.e que tratamos se p\¡c quando falta el sonido principal. Luego ÍKj>0iii,eniio<^UQ{k)i aiin,or,ic0s acompañan al sonido principal , no-, ^íiM^i^'^/^ y 1^ experiencia favorece mucho mas a mi opinión, : q ^ e / í sistema cor.tiario. Yo he declarado, á vm.,.Iü que pienso.' so.p,re el prigien , y iobre la resonancia de los cuerpos sonoros ; á* saber , que del mismo modo que nacen los colores acíidtntales. qij4fido desaparace el color real ^ los armónicos provienen de la 'eti^tacion del movimiento causado eo el tímpano del oido por, ípnjdo principal. ' ' * » • - • • - • • • • • • • • • " „ Pe- " 6P >• 8." Pero aquí se presenta una experiencia del Conde Jordán Biccati por !a que parece demostrarse que la resonancia de los CBei'pns sonoros es-rea! y trae su origen del mismo cuerpo sonólo. Éste físico piensa que un cuerpo sonoro quando se halla en vibración forma además del sonido principal 'que llama i , nna «erie de sonidos que señala J. J. _L J. , &c. que estos sonidos se , i ( + 5 forman verdaderamente todos , y existen unidos en el cuerpo sonoro , lo procura probar del modo siguiente. Púlsese , dice,' ilrta cuerda para qí>e vibre ; oprímase inmediatamente con un' resorte, ó con álgui» leve obstáculo j el purtto que divide la cuer-' da en dos partea ¡goales ; yquedando ámorti^iiadode este mo'-' lio el sonido de toda la cuerda , se oirá clara y distintamente el spnijo 2. de las dos medias partes de la cuerda. Del mismo mo. do-, si se aplica-el- resorte ó el ligera obstáculo al uno ó al oti^o de los dos puntos que dividen la cuerda en tres partes iguales,' s¿ oirá el sonido i. de estas partes ; y del mismo modo se con-, seguirán los sonidos J_ 1. 1_. No hay que creer , añade , que ' ahtes.de aplicar el resorte ó ligero obstáculo á alguno de los, p^htb's'^SBcíOhádo'í j 'tíomp pt>r ejtémphj'úl jJunto dé" en'medio no existía en la cuerda el sonido L ; y que se le introduce con eí resorte ó el ligero obstáculo, precisando á la cuerda á que vibí-e de un modo diferente del de antes. Para que una cuerda piieda producir la octava que da naturalmente , es preciso qiie su punto de en medio quedé inmóvil para que este dividida en dp's partes iguales. Por esta razón' Cl movimiento impreso de este puntó de en meciio ^ es el menos propio que'ptitdá imaginaN se para comunicar á lá cuerda las vibraciones de'doHde-nacen e l ' sonido de la octava ; y la aplicación del ligero obstáculo al punto de en medio ^ no puede ser la causa de la foi-macion del sonido i , <¡ de la Octava el que ya existía en la cuerda misma ' aunque mezclado y confundido cdn Í5Í soíiidó principal. Para'' dtícir lá verdad ^-esté raciocinio hó me'sati'sÉice ehferamente ; y' pienso que pudiera cespondeise q«e el Hgtro obstacuio^ísplicádo'' al punto de en medio de la cuerda, no sirVe para herir este ' punto , y producir en él nuevas vibraciones , qufe propagándose • después por kí largo de k cuecda *ac«n tík it octava» j'siáck qtie ' • ' sir. 70 sirve al contrario , á hacerlo tan Inmobll como es posible ! y á dividir de este modo la cuerda en partes iguales ; división que es causa que las dos partes vibren con doble velocidad , y den el sonido de la octava , no por la vibración que acaba de recibir 1^ cuerda.en este instante , sino por el, movimiento que la agitaba antes. Supongamos que pudiese disminuirse la mitad de la longitud del oscilatorio de una péndola mientras está en movimien" t,o , lí mitad que quedase doblarla en el instante sus oscilaciones^ ío que no debería atribuirse á nn nuevo impulso que se le hu« biese dado , y sí solo á su menor longitud. Qy^c una cuerda encuya tercera parte ya se ha colocado un obstáculo resuene qumdo se la hiere , con mas viveza en la sexta parte que en la tercera en que no hay obstáculo alguno , es un fenómeno que me parece muy fácil de explicar, porque el mismo Conde Riccati dice , que la mayor inmediación de apoyos hace que la cuerda presente mas resistencia , de modo que adquiere una vibración mis, precipitada. 9." S¡ á un tiempo se pulsan dos cuerdas , cuyos sonidos se cxpraíin entre sí con números ; siempre que el menor de estos DO es igual á uno , se oye en el ayre un tercer sonido señalado por la unidad. Por exemplo si dos cuerdas dan los sonidos 3 , 5, se oirá en el ayre el sonido i á que se refieren los dichos soni-' dos 3 > J , está en quinta sobre la octava , y aquel en tercera niiyor sobre la doble octava. El Conde Riccati cree que el origen dé este fehótñeno debe buscarse en el ayre ; y según el sis- ' tema de los nudos explica el tercer sonido de Tartini del moda, íiguiente. Imagínense , dice , dos cuerdas E , F , que puestas en ; vibración dan los sonidos 5 , 5 , y la cuerda recta B. D . que representa una cuerda de ayre de una longitud indefinida. Comienze^e hiriendp, solamente la cuerda C. La cuerda de ayre B. D . , no puede dar eljtonido de la mencionada cuerda, sino dividiéndose en las partes bs ^rc , cada una de las quales es de la misma longitud que la cuerda E. Por consiguiente los puntos f , r , c , serán en este caso otros tantos nudos , es decir que quedarán inmobiles. Por la misma razón suponiendo que la cuerda F resuena solamente , vibrará la cuerda de ayre B D dividida en las partes ^ í > 2»» y"*" » O'' >. *?>y *^ formarán nudos en los puntos ^», tn ) " > * I pero si las dos. cuerdas E F vibran juntas, entonces no habrá ningon nudo en toda la longitud Be de la cuerda de ayre, porque los puntos g ,m ,0 ,*•, deben vibrar por medio de la cuerda £ ^y.es pr«c¡$(^que ip» p u n t o , ; , / , v i b r e n igualmente pQj;,me-. dio •¿Ib de la cuerda F . El único punto inmobil se liallará en C en idonde se hallan los nudos de las dos cuerdas- P o r conslguitnte, la porción Be de la cuerda de ayre vibrará toda ; y como no püe•de d a r , ni el sonido de la cuerda E , ni el de la cuerda P , hará oJr una tercera , lo que no es difícil determinar. Llámese este sonido X. Ya hemos supuesto que la cuerda E dá el sonido 3. Los sonidos de las dos cuerdas están entre sí en razón reciprocí de Jas dos mismas Cuerdas. Siendo pues la longitud de la c u e r d a ' B igual á la porción BS , de la cuerda B e , se tendrá ^ i . — , . ^^ bs be "" J ' * * TPero hs es igual á h ; luego haciendo la substitución se tendrá J. JL = 3 : * : y por consiguiente ~ = J . , y 3:1;= — >y ñnalbt ic be be be mente x r : — = ' • ^^^ mismo modo se halla que el sonido •de la cuerda B e , está con respeto al otro de la cuerda F igualm e n t e expresado en la unidad. Este es en pocas palabras el mo-do ingenioso y fácil con que ha explicado el Conde Riccatl el -fenómeno del tercer tono de Tartini , del que pueden sacarse dos l u e n a s conseqiiencias. La primera e s , que si el sonido de la cijerda £ ó el de la cuerda F está expresado por la unidad , faltará •enteramente el fenómeno del tercer sonido i y en e f e c t o , si se •«upone •que la cuerda E haciendo oir e l ' t o n o 3 , Ba el 1 ; Va p r o - porcioh - - • ' - . - 3 : x se halLrá mudada en esta 1. : .1 — i:x: <*• U c- • • • , ' • ' • be - t e " ' ^ - ^ ' d e donde parece que x — i , y por consigtiiérite , la cuerda Be d«rá en este caso el mismo sonido que iá cuerda E y no otro. A la verdad la experieríciá enseña que íái propotciones r : a , I Í 3 , 1 : 4 , & c . ijo producen'el te'reéi- sóWdo.'La'sfegniida- cOiVséu ^iienciá ^ue retfulta dfi lo q f e é ' s é H i dicho harsÉa aqui'i es él'qü* el tercer sonido de Tartini , é s - i i n FentHtiény opuesto•ai'-íb'Rát meau. Según este ultimo , excitando un sonido al que llama principal j se oyen también los de su tercera y quinta ; al paso que en la opin;on de Tartini l^ tercera y la quinta producen el sonido principal»! N o hay duda «Jue es muy bella la teoru del Conde de Riocfeti VT>tí0níW1ft|e' {«rffii^rn"a3oplírta J Ó T | ^ que son bastante fuertes. Esta',teoría supone en-'primer^ugar que el sistema de los nudos es exacto , á pesar de que aun no se ha probado con tanta claridad que no d e i c i j o e r d e s e a r , y lo que dice el Conde Riccati sobre la cuerda B e , en la que , según é l , no puede formarsg j i u d o a l a u A ^ v , ppede aplicarse,«« general ^ W d a s las cuerdtó-rep1d4edb'ícf\^^ó*eÁ^éíTerteí paf^^^^^^ , el ay- J,.e es un fluHo y como vm. sabe es tal la naturaleza ié l6s fla.- doL que h menor presión o movimiento que expenme.ua .lgu.>a l e sus partes , se comunica y propaga igualmente a ' ^ J ; j * ^ j ^ I Á De aqui se infiere que lo que sucede a la cuerda de ayre S debe a^contecer ni mas ni menos á todas las d e m ^ , lo que Prueba que todas darán como sean iguales a la cuerda Be el so. K 1 y ninguna los sonidos 3 , ? que no pueden o.rse de nfngun'm'odo ?or no tener cuerdas de ayre que le reciban m ^ ' ' P o r ' l o que á mi hace soy de parecer que el fenómeno del tercer fo'ido de Tartini, cs real y nO imaginario, como lo crcyeío. j V c ^ e n muchos, sabios. Yo sospecho que 9-¿fyZZt o, ^ o ori-en que el fenómeno de la resonancia. Las ^^^^'^^ ^ t ' ^ . VJ\¿ú¿s por un sonido simple , dan á mi parecer al fin io " f m o m t " ; la íercera , y la quinta del mismo ^ o " ' ^ ¿ P - - ; : 1^1 Y Dor qué heridas al mismo tiempo con el sonido de la tei^ . v ^ e T d T l a quinta no podrían al fin de su movimiento coa». : \ t e r aue sé oyese algunas ve^es el sonido principal, esP " ! f t t t / r c e r s L d ! . d e Tartini í Este sonido no comienza a nhse Vino quando se extinguen los, sonidos que le producen ; y ° ?,n;enie se le pueden aplicar con exactitud las reflemo^ r - ^ ^ - ; ; e i n i t L parrffo sobre el fenómeno de l á c e s e f^;'^l'^^\"'^Z:rí"n¿n ¿my f''^'ll^J^l^¡,,r.n e n l a v ' e r d a d , y un mal aJbañU una cabana , ,e halla en estado de que apenas f^{'^^ll"^Z\ñc\o, de Palladlo y de Bramante , 8cc ^ ^ ^ S ^ ^ ^ ^ ^ ' ' ^ ^ vm.,nlq.iU.le un . e j ^ Í ^ Z ^ S e n ^ e a . utUment«^,n , , elegante :«adu«o., d e J o , líaíftof ;,y: otro* tpl»)P« l««W«4' ; ,