Lima, 7 de octubre de 2013 Conferencia Magistral sobre el Gran Almirante Miguel Grau Seminario HOMENAJE AL GRAN ALMIRANTE DEL PERU DON MIGUEL GRAU SEMINARIO Expositor: Sr. Vicealmirante AP (r) José García Castaños Distinguida Audiencia: Permítaseme expresar en primer lugar, mi naval agradecimiento, a la Respetable Logia Simbólica Gran Almirante Miguel Grau Seminario Nº156, a través de su Venerable Maestro Don Pedro Prieto Arrieta, por el honor que me confiere, al invitarme a ocupar esta tribuna, habida cuenta de los distinguidos oradores e historiadores que en ella me han precedido en igual ocasión; en la que recordamos la inmolación del peruano más ilustre y gran parte de su tripulación en el mar de Punta Angamos, en igual fecha en que rememoramos el año de 1821, en que se creara oficialmente la Marina de Guerra del Perú. Desde los inicios de las luchas libertarias, se reconoce la gran importancia del mar para consolidar la independencia del Perú y de las colonias españolas en América, que a luz de la Constitución de Cádiz de 1812, vislumbraron con prístina claridad la inminencia de su libertad. Recordemos lo que dice el Libertador don José de San Martín antes de llegar con la expedición, que lo trajo con el ejército libertador, “aliando las fuerzas argentinas y chilenas pasaremos por mar a tomar Lima, mientras no estemos ahí, la guerra no acabará nunca”. Menciona también O’ Higgins después de Chacabuco “Este triunfo y cien más serán insignificantes, sin el dominio del mar. Igualmente, mientras no se domine a los españoles en el Perú, será precaria la independencia de Argentina y Chile. Fue pues el mar, medio y camino para acabar con el dominio peninsular y el nacimiento del Perú como República. Después del desembarco en Paracas, tras marchar sobre Lima y proclamar la independencia del Perú el 28 de julio de1821, San Martín con el titulo de Protector, crea el Ministerio de Guerra y Marina, nombrando como Ministro a don Fernando de Monteagudo, se dispone también, que la Marina rija sus destinos, conforme a las ordenanzas españolas de 1802. El Capitán de Navío Martín George Guisse de origen inglés, de noble y eterna recordación por su dedicación y amor a la causa peruana, es nombrado Comandante General de la Marina y el 8 de octubre, presta juramento del Estatuto de Gobierno, que establecía las regulaciones de la institución naval, ese día queda constituida oficialmente la Marina de Guerra del Perú y como tal es su fecha fundacional. Siguen días convulsos para la naciente Republica, en los que luchas intestinas y pronunciamientos, propios de la aún endeble democracia, no dan paso a una continuidad de gobiernos coherentes, desde la partida de San Martín, después de la disruptiva entrevista de Guayaquil. Nos ubicamos entonces en esos agitados años, para recordar que el 27 de julio de 1834, nace en San Miguel de Piura, de la unión del Teniente Coronel colombiano Juan Manuel Grau Berrio, de ascendencia catalana y de Doña Luisa Seminario del Castillo, hermosa dama, proveniente de dos antiguas familias de esa cuidad, el personaje que al transcurrir el tiempo, se convertiría en paradigma de la peruanidad y el heroísmo. Ese niño, al que sus padres bautizan con el nombre del patrono provincial, es Miguel Grau Seminario. Confieso que en mi ejercicio de meditación, para enfocar y dirigirme a ustedes sobre este singular personaje, me ha sido difícil tomar el hilo de las ideas que recogieran algunos de los rasgos de una existencia, tan rica y comentada por muchos e ilustres biógrafos y escritores, sin embargo me permitiré recordar, sólo algunos pasajes de la vida de este hombre predestinado, cuyo recuerdo parece engrandecerse con el tiempo. Formado el hogar Grau – Seminario, el padre es nombrado vista de aduana en Paita y se traslada a ese puerto, dejando el arenal piurano, para arroparse en la cálida brisa del mar, que se convertiría para el pequeño Miguel, en el escenario y motivación permanente de su vida. Empieza seguramente allí, la vocación que inunda su infancia, con el medio que pasados los años dominaría con probada maestria, a una edad cortísima en la que todos los niños asisten a sus escuelas primarias y crecen al calor y ternura del hogar, el pequeño Miguel segundo de cuatro hermanos, quería ya iniciar su andadura marinera, pregunta a la que no encontramos clara respuesta, es porque ese niño quería embarcarse a edad tan temprana, los apremios económicos familiares quizás, hacen que se cumpla su deseo de embarcarse y lo hace junto con su hermano Enrique. Don Manuel Herrera gran amigo del padre, los acoge en su pequeña goleta “Tescua” que unía Paita con Panamá, pero el primer contacto con el mar, no duraría mucho, la goleta en viaje a Buenaventura naufraga y los pequeños deben enfrentar a tan corta edad, el bautizo del naufragio y la visión cercana de la muerte de la que son salvados, con ello, como era natural, deberían terminar sus pretensiones marineras, retornan entonces al hogar. De nuevo en la escuela, nuestro personaje se torna callado y su carácter taciturno, merodea la playas y el mar en cuanto puede, disfruta de observar la llegada de los buques de vela, cuyas entradas a Paita, se hacían más frecuentes, observaba ocasos y atardeceres que lucían maravillosos, disfrutaba viendo el rudo trabajo marinero y el ir y venir de goletas y bergantines, ambiente en el que se amasaba rápida y natural, su vocación por el mar. Insiste el pequeño ante sus padres para volver a lo suyo, cede Doña Luisa y se inicia para él, largos años de travesías y viajes por todos los mares del mundo, crece valeroso en medio de tempestades y calmas; olas y vientos van formando su carácter y sapiencia en las artes de la navegación, su iniciada juventud, transcurre modelándose como callado marinero, arriba a muchos puertos, de gentes extrañas y desconocidas lenguas, conoce de enfermedades y naufragios. Actores siempre nuevos, formarían en su interior, la riqueza del conocimiento humano, obtiene el grado de piloto. Vuelve Grau al país, siendo ya un hombre, y por la lógica descrita, su preparación académica no es la mejor. El poeta español Velarde lo acoge como alumno y vuelca en él su sabiduría. De hablar pausado y a grandes intervalos, según lo describen sus biógrafos, era afable, calmado e ingenioso, a contrapelo de lo que se esperaría, de alguien que creció en las rudezas de la vida marinera, que brevemente hemos recorrido. Antes de cumplir los veinte años, se enrola como Guardiamarina, junto con su hermano Enrique, empezando su servicio el 14 de marzo de 1854, en la Institución en la que se llenaría de gloria y en la que por su adquirida experiencia marinera destacaría claramente. Se sabe que su hermano Enrique muere trágicamente en 1857en acto del servicio naval. Siempre me pregunté, igual que muchos de ustedes seguramente, ¿qué podía aprender, este joven y a la vez cuajado hombre de mar, cuando decide ingresar a la Marina, después de todos los años navegados por el mundo? Otras comenzaron seguramente a ser sus inquietudes y valores, estabilidad quizás, vestir el uniforme naval le trae una vida nueva. Comienza a ser buen militar quien era para entonces esplendido marinero, manifestando su inmenso orgullo de vestir el uniforme naval. Era ya Alférez cuando, participa en la asonada contra Castilla, tomando partido con Vivanco, junto con Lizardo Montero, también piurano y otros marinos. No determinan sus biógrafos la razón que lo lleva, a esta primera aventura política, pero es oportuno mencionarla, dada su juventud en tan importante decisión la que ocasiona su baja del servicio junto con otros oficiales que participaron en la fallida rebelión. Montero se convierte desde entonces en su entrañable amigo. Regresa al mar, ambiente que le era natural, continuando las travesías que consolidan sus habilidades y capacidades nauticas. Pasan seis años y Grau vuelve a la Marina. La riqueza del guano traía la prosperidad al Perú y progresa también la armada, obtiene Grau los grados de teniente segundo y capitán de corbeta, tiene ya el aspecto de un viejo lobo de mar, es macizo, de estatura mediana y andar pausado. Esa fue su formación y sabemos la respuesta casi diametral de lo que él entregó en amor a su familia, vislumbramos ya su grandeza de espíritu en este punto del análisis de su vida. Malos vientos soplan en la República, a raíz del conflicto con España, en 1864 y Grau se encuentra en Europa comisionado para comandar la Unión, comprada en Francia junto con la América comandada por Pardo de Zela, mientras en Inglaterra, se ordenaban el Huáscar y la Independencia, Pezet el Presidente de entonces trataba de armar al Perú, mientras intentaba arreglos diplomáticos con los invasores españoles. Se firma con España el tratado Vivanco-Pareja, contra el que el Coronel Mariano Ignacio Prado se subleva en Arequipa, Grau se une a la rebelión desde Valparaíso a su retorno de Francia al mando de la Unión y apoya con su buque la llegada de Prado al poder, se firma la cuádruple alianza con Chile Ecuador y Bolivia. El 7 de febrero de 1866, la Escuadra aliada peruano chilena, conformada por la Unión, Apurímac y América junto con las chilenas Covadonga, Lautaro y Varas, se enfrentan a la escuadra invasora española en Abtao. Grau al mando de la Unión, forma parte de la flota aliada, para él fue la primera vez que hacía frente a un combate naval, ostentaba el grado de Capitán de Fragata y tenía entonces 32 años. Es interesante, mencionar tambien el episodio en el que Prado envanecido por los triunfos contra España, pensaba llevar la guerra a sus colonias y contrata al contralmirante de la Marina de los Estados Unidos, John Tucker para dirigir la Escuadra peruana, es desplazado Montero quien protesta contra el gobierno, acción ante la cual se une el amigo, frente al desconocimiento de los méritos de los jefes peruanos y el nombramiento de un extranjero para comandar la escuadra, acción que consideró humillante, renuncia al cargo y junto con los comandantes Montero, Garcia y García y Ferreyros, son enjuiciados por rebeldía y hechos presos en la Isla de San Lorenzo. Después de largo proceso, se le absuelve, pero consciente de su justo reclamo, no regresa a la armada, pide licencia y se embarca nuevamente como comandante del vapor mercante Callao y luego del Quito de bandera Inglesa, nadie podía dudar de sus capacidades para obtener estos mandos, en una empresa en la cual sus comandantes eran por lógica ingleses. En esa etapa de su vida, en 1867, contrae matrimonio con la dama Dolores Cabero Núñez, Miguel con 33 años y ella 23. Inicia su vida familiar, que como sabemos sería tan importante para el héroe. La ternura con que trataría a su familia, es contraria en lo absoluto a lo recibido por él en su infancia y temprana juventud, sin más hogar que los buques que lo cobijaron, ni los cuidados maternos cuando seguramente enfermó en sus travesías, en las que el vaivén del coy, sustituía a la cálida cama hogareña. Sobre esta etapa de su vida dice don José de la Puente y Candamo “Sin duda los doce años que transcurren desde el matrimonio en la Iglesia del Sagrario, hasta el combate de Angamos integran el tiempo de mayor felicidad y sosiego para Miguel Grau. Su afecto cierto y sincero a su mujer y a sus hijos se revela en las muy bellas cartas del tiempo de las correrías del Huáscar” Concluía el año 1867 y el Presidente Diez Canseco llama a Grau al servicio activo como comandante del Huáscar, en 1868 es ascendido a Capitán de Navío, junto con él regresaron los oficiales que habían sido retirados a raíz del problema Tucker. Permanece nuestro personaje largos años al mando del Monitor, buque con el cual se compenetra y domina. Al producirse el levantamiento de los hermanos Gutiérrez, para impedir que asumiera el gobierno el candidato electo por el partido civilista don Manuel Pardo, Grau ya maduro y con clara visión de lo que ésta rebelión significaba para la democracia, se erige en líder de la defensa de la legalidad constitucional. Junto con otros jefes navales, se reúne en el Huáscar, haciendo saber, que la escuadra solo obedecería a un gobierno legalmente constituido, zarparon y desde su fondeadero en San Lorenzo, hacen saber su manifiesto a la Nación, declarando ser los primeros en ofrecerse para combatir la anarquía y devolver al país el ejercicio de las autoridades elegidas por el pueblo. En 1873, pasa a ser Comandante General de la Marina, observando desde el alto cargo, la decadencia de nuestra escuadra y lo peligros que ya venían claramente del sur. Expone y pide en numerosos informes, la reorganización de la marina; que los buques que se habían descuidado claramente, fueran reequipados y se prepararan a sus tripulaciones, sus informes no fueron atendidos a pesar que daba a conocer paralelamente cómo Chile aumentaba su poder naval. En 1876 nuestro destacado personaje que contaba con 42 años es invitado por sus coterráneos a representarlos en el Congreso de la República, cargo que desempeña en forma brillante por tres años, hasta 1879 En lo familiar su prole había crecido y contaba con 10 hijos. Viaja a Chile a recoger los restos de su padre y constata lo que ya conocía, sobre los preparativos bélicos de esa nación, informa al gobierno por todos los medios, sus claras preocupaciones, incidiendo en la notoria superioridad de la escuadra chilena, en número, blindaje y armamento de sus buques. La realidad nacional que se presentaba crítica, la crisis ocasionada en el agotamiento del guano y los claros intereses expansionistas de Chile, presagiaban que la guerra se presentaba incontenible. Grau comprometido con el Perú, en su condición de marino y político, conocía claramente las carencias para hacer frente a las amenazas navales. En febrero de 1879, Chile ocupa territorio boliviano y a pesar de los esfuerzos del plenipotenciario peruano José Antonio de Lavalle, Chile declara la guerra al Perú en abril de 1879, Grau entonces, pide licencia parlamentaria, para reincorporase a la Marina y le es asignado el comando del Monitor Huáscar, buque al que tanto conocía. Paz Soldán refiere, lo que dice Grau respecto a las carencias del monitor frente la flota Chilena, “el Huáscar, si llegase el caso, cumplirá con su deber aún cuando tuviera la seguridad de su sacrificio”. Así lo demostró la historia. Grau asume el mando de la primera división naval, e iza su insiginia en el Huascar, iniciandose el 16 de mayo su campaña naval, al conducir junto con la Independencia, el convoy que llevá tropas y al Presidente de la Republica al Puerto de Arica. Se inicia así la travesía del Monitor hacia la gloria, en misiones arriesgadísimas confiando solo en la ideoneidad de su Comandante, comenzó a parecer “más que una nave un ser viviente, con vuelo de aguila, vista de lince y astucia de zorro”, dice Fernando Romero. El 21 de mayo, traba su primer combate en Iquique, donde intercambia intenso fuego de cañón con la Esmeralda y al no lograr su objetivo con el fuego de artillería, decide con la pericia marinera y aplomo que le eran característicos, usar el espolón del Monitor para hundir a la corbeta enemiga, logra embestirla tres veces, gracias a su rapidez para salir de la colisión, se hunde la nave chilena. Conocido es el acto de generosidad que Grau demuestra en este episodio, su acción de salvar a 62 náufragos enemigos, es contraria a la crueldad del fusilamiento por los tripulantes de la chilena Covadonga a los náufragos peruanos de la Independencia que encalló, en Punta Gruesa. Demuestra después desde Pisagua, su generosidad y desprendimiento, cuando manifiesta su pesar a Doña Carmela Carvajal de Prat, y en una carta inigualable, la acompaña en su duelo y remite las prendas de su esposo, que incluían la espada de mando del marino muerto, es inmenso el significado de este acto. Contesta la distinguida dama con palabras elocuentes que reconocen la hidalguía de nuestro héroe y el raro valor de desprenderse de tan valioso trofeo. Chile lo reconoce colocando el texto completo de la carta firmada por Grau, en el frontis del monumento que en memoria del Capitán Prat se erige en Santiago. Gesto de magnanimidad suprema quizas único en la historia naval del mundo. Sucede después la gran campaña maritima del Monitor, se convierte en la gran esperanza para los peruanos y en el buque fantasma para el enemigo, apresa transportes, bloquea puertos, destruye instalaciones militares y burla con hábiles maniobras a los buques que buscaban enfrentarlo, en junio regresa al Callao para reparaciones. La presencia de Grau en Lima, multiplica las manifestaciones de afecto ante sus hazañas triunfales, los banquetes y loas se suceden, pero sus claros conocimientos de la realidad, junto con su modestia y firmeza de carácter, no lo hacían propenso a los halagos manifiestos que recibía, se hace famosa su cita. “Todo lo que puedo ofrecer en retribución a estas manifestaciones abrumadoras, es que si el Huáscar no regresa triunfante al Callao, tampoco yo regresaré”. Gonzáles Prada relata que Grau, fastidiado ya por tantas alabanzas, exclamó: “Vamos, yo no soy sino un pobre marinero que trata de servir a su Patria” Ambas expresiones nos describen cabalmente, cual era el límite de entrega y modestia del héroe. Reparado a medias el Huáscar y después de haber visto por última vez a su familia, el 6 de julio se hace a la mar pero esta vez para no retornar y tomar rumbo hacia la inmortalidad. Inicia su campaña final e ingresa a puertos chilenos, se bate en Iquique con el Cochrane, Abtao y Magallanes, destruye lanchas y captura transportes, entre ellos el Rímac, tomado en compañía de la Unión. El esplendido vapor que llevaba a bordo, armas, víveres, carbón y 258 hombres de tropa del “Carabineros de Yungay”. Esta captura por el valor material y moral de la presa, ocasiona el cambio del Comando de la escuadra enemiga, siendo reemplazado el Almirante Revolledo por el Capitán de Navío Riveros. Las acciones de la marina peruana permitieron hasta entonces, mantener la iniciativa en los viajes de transporte para mantener la guerra en el sur. En Chile empieza a formase la leyenda del Huáscar fantasmal, que aparecía simultáneamente en los diversos puertos enemigos y que causaba según relata el historiador chileno Vicuña Mackena “estupefacción, vértigo y perenne vergüenza” Arica el hermoso y rico puerto comercial peruano, se había convertido en el centro avanzado de la guerra y puerto base también del bravío Monitor, en el morro ondeaba nuestro pabellón, que después como sabemos se convertiría en el altar del sacrificio de Francisco Bolognesi y sus bravos defensores. El 31 de agosto Grau toma puerto y se produce una gran algarabía para recibir, abrazar y ensalzar al bravo marino y su tripulación. Era un día muy especial, había más razón para felicitarlo, las Camaras Legislativas, lo habían ascendido al grado de Contralmirante, debemos imaginar la alegría y entusiasmo que reinaba en el puerto peruano, allí estaba la ciudad en pleno para agasajarlo y todo el Perú, que veía en él la esperanza suprema. Desembarca Grau militares, se dirige aloja el Presidente brazos abiertos, al toda la nación. entre lluvia de flores y estruendo de marchas acompañado de Montero a la casa donde se Prado, quien como era natural, recibe con los marino vencedor y le agradece en nombre de Las alabanzas y agasajos que recibía, no apartaban de su pensamiento que el fin no podría dilatarse más, sin las granadas solicitadas para sus cañones y su buque con los fondos sin carenar, continuo sus operaciones en los días que siguieron. El designado Contralmirante Miguel Grau, escribe a su esposa, una carta, de la que extraeré una cita, que sin duda es muy importante, en tan breve recopilación biografica: “No recuerdo si en una de mis anteriores te he dicho, que he resuelto quedarme definitivamentede de simple comandante del “Huascar”, no veo un solo jefe para comandante del Huascar que maneje este buque como yo lo manejo, por la larga experiencia que tengo de él, Esto puede ser vanidad o todo lo que se quiera, pero es la pura verdad” Vale entonces hacerse la pregunta: ¿aceptar el alto grado de Contralmirante y alejarse del Huáscar lo hubiera salvado de la muerte? ¿Tendríamos hoy al mismo Grau? Sin duda que no, sabemos que él marcho consciente, al encuentro del sacrifico por su Patria. Zarpó de Arica por última vez el 1 de octubre, después de siete meses de memorable campaña, no sin antes enviar a los suyos sus objetos de valor y recibir con su religiosidad característica, los santos sacramentos, “sé que llevo al Huáscar al Sacrificio” dijo, pero se hace a la mar y acepta estoicamente su inexorable destino. A las primeras horas del fatídico 8 de octubre, y después de acercarse a Valparaíso, observa Antofagasta, todo era calma y no se tenía informes de la situación de las fuerzas enemigas, pero sabía que encontrarlo era su único y máximo objetivo. Al amanecer, avista a las unidades chilenas al sur, el cerco aparecía en el horizonte, el Blanco Encalada, la Covadonga y el Matías Cousiño, se interponen entre tierra y la división peruana, los buques peruanos ponen proa al norte a toda máquina. Promedian las siete de la mañana y humos al noroeste materializan despues al Cochrane, O' Higgins y Loa, comprende el héroe que se formaba, el escenario de su última hazaña. Ordena a la Unión que se retire y afronta solitario el combate final y el inicio de su infinita gloria. Dos horas transcurren, antes de abrirse los fuegos que escribirían sus páginas finales, podemos imaginar, quizás que fueron las más duras e interminables de su ejemplar existencia, condenado irremediablemente a la muerte, pensaría en la tierna caricia de los suyos, en sus pedidos inútiles y el abandono de quienes eran responsables de la escena que se le presentaba cruenta y fantasmal, asume la hora de su muerte y sabe que partirán con él, muchos de sus bizarros tripulantes. A las 9 y 20 suenan los clarines de guerra y el Huáscar lanza los disparos, que inician el desigual combate, frente al mar de punta Angamos se levanta el telón de su holocausto, truenan los cañones a distancias tan cortas que puede verse entre ellos sus embravecidos artilleros. El Cochrane y el Blanco Encalada lanzan sus granadas, la torre de mando del Huáscar es alcanzada por el nutrido fuego enemigo, su Comandante y Oficial de Ordenes Diego Ferre vuelan en pedazos, son las 9 y 35 de esa trágica y a la vez heroica mañana. La lucha continua, se suceden los mandos y las muertes, en un circulo de fuego interminable, cae Aguirre que también muere en el comando, lo asume Rodríguez en un Huáscar casi fantasmal y ensangrentado, pero que parece invencible, el espíritu de su comandante los anima a continuar, Rodríguez también es alcanzado y muerto por el fuego enemigo que es cada vez mas cercano y nutrido; asume el teniente Garezón el mando de un buque sin gobierno, con incendios y haciendo agua por varias partes, ordena abrir válvulas para hundir al Monitor y que no cayera en manos enemigas. No se consigue tal propósito, un patético navio semi hundido, lleno de heridos y muerte, es abordado y revolver en mano, se obliga a los ingenieros, les ayudasen a evitar el hundimiento. Había terminado la carrera del “más famoso y recordado buque, sobre el cual se habían ejecutado los actos de heroísmo mayores, que jamás se han hecho en algún otro blindado, de cualquier nación del mundo” dice Theodore Roosevelt, quien fuera presidente de los Estados Unidos de America. Presento a ustedes distinguido auditorio, algunas de las muchisimas expresiones recogidas de peruanos y extranjeros ilustres, que se refieren a Grau en diferentes oportunidades y ocasiones y que con seguridad ustedes conocen, pero que sin duda me ayudarán en mucho, a finalizar el homenaje que el Heroe merece hoy y en los siglos sucesivos. Allá va…solitario entre las brumas Se confunde en la sombra su silueta Con el oscuro cielo, Las pálidas espumas ¡Y los reflejos de la mar inquieta!... Su generoso anhelo Lo empuja a la victoria En medio del embate de la suerte, ¡Murmura el viento que lo mece: Muerte! ¡Y el mar rugiendo le responde: Gloria!.... Poema al HUASCAR del argentino Martín García Merou Los mares enemigos atravieza, Y honras celebra, y náufragos alivia Sacerdote del mar en Punta Gruesa Apartó las insignias de Almirante, Quiso ser más: ¡del Huáscar Comandante! Versos de Pedro Paz Soldán y Unanue (“Juan de Arona”) “Mientras este sólo buque peruano, el Huáscar, subsistiese; mientras el Huáscar estuviera en el mar, mientras Grau estuviera en el Huáscar, Chile no desembarcaría un solo soldado en territorio peruano, y las hordas de la conquista se pudrirían en Valparaíso y Antofagasta, en la larga espera de la guerra del Huáscar contra toda la escuadra chilena”. “La guerra del guano y del salitre” Jacinto López Venezolano Se tiene épocas en que todo un pueblo se personifica en un solo individuo, así tenemos a: Grecia en Alejandro, Roma en César, España en Carlos V, Inglaterra en Cromwell, Francia en Napoleón, América en Bolívar, el Perú de 1879 no era Prado, La Puerta ni Pierola era GRAU. Manuel Gonzáles Prada. ¡Tenias que caer! Y en un dantesco circulo de fuego Se consumó tu sacrificio cruento. ¡Tenías que caer! Como un mito griego, Se hizo de sangre todo el horizonte, Y se alzaron como unos semidioses Los que contigo al holocausto fueron. ¡Tenías que caer! ¡Se hizo de sangre todo el horizonte, Pero el mar, como nunca fue color de laurel! De la Oda pindárica a Grau, por José Gálvez. Yo canto a Grau, cara al futuro en su apoteosica derrota, Almirante del Perú, por los siglos sucesivos; Estaba sublime el mar cuando sus cabellos llegaron a la muerte. De Canto a Grau por Raul Rios. Como del carbón sale el diamante, así de la negrura de esta guerra sale Grau. Efigie de Grau, por Jorge Basadre. Vuestra nave minúscula, ha crecido, Almirante…. No fue infructuoso vuestro sacrificio ni un vano gesto de inmolación de quienes con vos cayeron en la brega; vuestras sombras augustas presiden nuestros mares; y hay un altar para vuestro busto en cada nave de nuestra flota, y un rincón de emoción en cada pecho de nuestros marinos; y la nación espiritualmente congregada al pie de este monumento, os dice con estremecida gratitud: Gloria a vos Almirante José Luis Bustamente y Rivero. Para terminar, permítanme señoras y señores, una reflexión personal que hago en memoria de quien fuera reconocido por el Perú entero, como el “Peruano del Milenio”. La lección de la historia que evocamos esta noche, nos demuestra cuan fundamental es el control del mar, para la defensa nacional, hemos recordado que mientras Grau navegaba triunfante, la invasión enemiga no se produjo. Quienes estamos involucrados y conocemos los fundamentos de la defensa nacional, tenemos el convencimiento, que sin mirarnos en el espejo de ninguna política armamentista exagerada de la región, es imprescindible la recuperación, modernización y renovación de nuestras fuerzas navales, para que constituyan como es su función, el elemento disuasivo y de claro respaldo, a las decisiones diplomáticas, que el país ha adoptado. Que la sublime lección de sacrificio del Gran Almirante del Perú, don Miguel Grau Seminario, ilumine las mentes de quienes deben tomar las decisiones que la Patria y las lecciones de la Historia exigen. MUCHAS GRACIAS