Lima, 6 de octubre del 2009

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Lima, 7 de octubre de 2013
Conferencia Magistral sobre el Gran
Almirante Miguel Grau Seminario
HOMENAJE AL GRAN ALMIRANTE DEL PERU
DON MIGUEL GRAU SEMINARIO
Expositor:
Sr. Vicealmirante AP (r) José García Castaños
Distinguida Audiencia:
Permítaseme expresar en primer lugar, mi naval agradecimiento, a
la Respetable Logia Simbólica Gran Almirante Miguel Grau
Seminario Nº156, a través de su Venerable Maestro Don Pedro
Prieto Arrieta, por el honor que me confiere, al invitarme a ocupar
esta tribuna, habida cuenta de los distinguidos oradores e
historiadores que en ella me han precedido en igual ocasión; en la
que recordamos la inmolación del peruano más ilustre y gran parte
de su tripulación en el mar de Punta Angamos, en igual fecha en
que rememoramos el año de 1821, en que se creara oficialmente la
Marina de Guerra del Perú.
Desde los inicios de las luchas libertarias, se reconoce la gran
importancia del mar para consolidar la independencia del Perú y de
las colonias españolas en América, que a luz de la Constitución de
Cádiz de 1812, vislumbraron con prístina claridad la inminencia de
su libertad.
Recordemos lo que dice el Libertador don José de San Martín antes
de llegar con la expedición, que lo trajo con el ejército libertador,
“aliando las fuerzas argentinas y chilenas pasaremos por mar a
tomar Lima, mientras no estemos ahí, la guerra no acabará nunca”.
Menciona también O’ Higgins después de Chacabuco “Este triunfo y
cien más serán insignificantes, sin el dominio del mar. Igualmente,
mientras no se domine a los españoles en el Perú, será precaria la
independencia de Argentina y Chile.
Fue pues el mar, medio y camino para acabar con el dominio
peninsular y el nacimiento del Perú como República.
Después del desembarco en Paracas, tras marchar sobre Lima y
proclamar la independencia del Perú el 28 de julio de1821, San
Martín con el titulo de Protector, crea el Ministerio de Guerra y
Marina, nombrando como Ministro a don Fernando de Monteagudo,
se dispone también, que la Marina rija sus destinos, conforme a las
ordenanzas españolas de 1802.
El Capitán de Navío Martín George Guisse de origen inglés, de
noble y eterna recordación por su dedicación y amor a la causa
peruana, es nombrado Comandante General de la Marina y el 8 de
octubre, presta juramento del Estatuto de Gobierno, que establecía
las regulaciones de la institución naval, ese día queda constituida
oficialmente la Marina de Guerra del Perú y como tal es su fecha
fundacional.
Siguen días convulsos para la naciente Republica, en los que
luchas intestinas y pronunciamientos, propios de la aún endeble
democracia, no dan paso a una continuidad de gobiernos
coherentes, desde la partida de San Martín, después de la
disruptiva entrevista de Guayaquil.
Nos ubicamos entonces en esos agitados años, para recordar que
el 27 de julio de 1834, nace en San Miguel de Piura, de la unión del
Teniente Coronel colombiano Juan Manuel Grau Berrio, de
ascendencia catalana y de Doña Luisa Seminario del Castillo,
hermosa dama, proveniente de dos antiguas familias de esa cuidad,
el personaje que al transcurrir el tiempo, se convertiría en
paradigma de la peruanidad y el heroísmo.
Ese niño, al que sus padres bautizan con el nombre del patrono
provincial, es Miguel Grau Seminario.
Confieso que en mi ejercicio de meditación, para enfocar y dirigirme
a ustedes sobre este singular personaje, me ha sido difícil tomar el
hilo de las ideas que recogieran algunos de los rasgos de una
existencia, tan rica y comentada por muchos e ilustres biógrafos y
escritores, sin embargo me permitiré recordar, sólo algunos pasajes
de la vida de este hombre predestinado, cuyo recuerdo parece
engrandecerse con el tiempo.
Formado el hogar Grau – Seminario, el padre es nombrado vista de
aduana en Paita y se traslada a ese puerto, dejando el arenal
piurano, para arroparse en la cálida brisa del mar, que se convertiría
para el pequeño Miguel, en el escenario y motivación permanente
de su vida.
Empieza seguramente allí, la vocación que inunda su infancia, con
el medio que pasados los años dominaría con probada maestria, a
una edad cortísima en la que todos los niños asisten a sus escuelas
primarias y crecen al calor y ternura del hogar, el pequeño Miguel
segundo de cuatro hermanos, quería ya iniciar su andadura
marinera, pregunta a la que no encontramos clara respuesta, es
porque ese niño quería embarcarse a edad tan temprana, los
apremios económicos familiares quizás, hacen que se cumpla su
deseo de embarcarse y lo hace junto con su hermano Enrique.
Don Manuel Herrera gran amigo del padre, los acoge en su
pequeña goleta “Tescua” que unía Paita con Panamá, pero el
primer contacto con el mar, no duraría mucho, la goleta en viaje a
Buenaventura naufraga y los pequeños deben enfrentar a tan corta
edad, el bautizo del naufragio y la visión cercana de la muerte de la
que son salvados, con ello, como era natural, deberían terminar sus
pretensiones marineras, retornan entonces al hogar.
De nuevo en la escuela, nuestro personaje se torna callado y su
carácter taciturno, merodea la playas y el mar en cuanto puede,
disfruta de observar la llegada de los buques de vela, cuyas
entradas a Paita, se hacían más frecuentes, observaba ocasos y
atardeceres que lucían maravillosos, disfrutaba viendo el rudo
trabajo marinero y el ir y venir de goletas y bergantines, ambiente
en el que se amasaba rápida y natural, su vocación por el mar.
Insiste el pequeño ante sus padres para volver a lo suyo, cede
Doña Luisa y se inicia para él, largos años de travesías y viajes por
todos los mares del mundo, crece valeroso en medio de
tempestades y calmas; olas y vientos van formando su carácter y
sapiencia en las artes de la navegación, su iniciada juventud,
transcurre modelándose como callado marinero, arriba a muchos
puertos, de gentes extrañas y desconocidas lenguas, conoce de
enfermedades y naufragios. Actores siempre nuevos, formarían en
su interior, la riqueza del conocimiento humano, obtiene el grado de
piloto.
Vuelve Grau al país, siendo ya un hombre, y por la lógica descrita,
su preparación académica no es la mejor. El poeta español Velarde
lo acoge como alumno y vuelca en él su sabiduría. De hablar
pausado y a grandes intervalos, según lo describen sus biógrafos,
era afable, calmado e ingenioso, a contrapelo de lo que se
esperaría, de alguien que creció en las rudezas de la vida marinera,
que brevemente hemos recorrido.
Antes de cumplir los veinte años, se enrola como Guardiamarina,
junto con su hermano Enrique, empezando su servicio el 14 de
marzo de 1854, en la Institución en la que se llenaría de gloria y en
la que por su adquirida experiencia marinera destacaría claramente.
Se sabe que su hermano Enrique muere trágicamente en 1857en
acto del servicio naval.
Siempre me pregunté, igual que muchos de ustedes seguramente,
¿qué podía aprender, este joven y a la vez cuajado hombre de mar,
cuando decide ingresar a la Marina, después de todos los años
navegados por el mundo?
Otras comenzaron seguramente a ser sus inquietudes y valores,
estabilidad quizás, vestir el uniforme naval le trae una vida nueva.
Comienza a ser buen militar quien era para entonces esplendido
marinero, manifestando su inmenso orgullo de vestir el uniforme
naval.
Era ya Alférez cuando, participa en la asonada contra Castilla,
tomando partido con Vivanco, junto con Lizardo Montero, también
piurano y otros marinos. No determinan sus biógrafos la razón que
lo lleva, a esta primera aventura política, pero es oportuno
mencionarla, dada su juventud en tan importante decisión la que
ocasiona su baja del servicio junto con otros oficiales que
participaron en la fallida rebelión. Montero se convierte desde
entonces en su entrañable amigo.
Regresa al mar, ambiente que le era natural, continuando las
travesías que consolidan sus habilidades y capacidades nauticas.
Pasan seis años y Grau vuelve a la Marina.
La riqueza del guano traía la prosperidad al Perú y progresa
también la armada, obtiene Grau los grados de teniente segundo y
capitán de corbeta, tiene ya el aspecto de un viejo lobo de mar, es
macizo, de estatura mediana y andar pausado.
Esa fue su formación y sabemos la respuesta casi diametral de lo
que él entregó en amor a su familia, vislumbramos ya su grandeza
de espíritu en este punto del análisis de su vida.
Malos vientos soplan en la República, a raíz del conflicto con
España, en 1864 y Grau se encuentra en Europa comisionado para
comandar la Unión, comprada en Francia junto con la América
comandada por Pardo de Zela, mientras en Inglaterra, se
ordenaban el Huáscar y la Independencia, Pezet el Presidente de
entonces trataba de armar al Perú, mientras intentaba arreglos
diplomáticos con los invasores españoles.
Se firma con España el tratado Vivanco-Pareja, contra el que el
Coronel Mariano Ignacio Prado se subleva en Arequipa, Grau se
une a la rebelión desde Valparaíso a su retorno de Francia al
mando de la Unión y apoya con su buque la llegada de Prado al
poder, se firma la cuádruple alianza con Chile Ecuador y Bolivia.
El 7 de febrero de 1866, la Escuadra aliada peruano chilena,
conformada por la Unión, Apurímac y América junto con las chilenas
Covadonga, Lautaro y Varas, se enfrentan a la escuadra invasora
española en Abtao. Grau al mando de la Unión, forma parte de la
flota aliada, para él fue la primera vez que hacía frente a un
combate naval, ostentaba el grado de Capitán de Fragata y tenía
entonces 32 años.
Es interesante, mencionar tambien el episodio en el que Prado
envanecido por los triunfos contra España, pensaba llevar la guerra
a sus colonias y contrata al contralmirante de la Marina de los
Estados Unidos, John Tucker para dirigir la Escuadra peruana, es
desplazado Montero quien protesta contra el gobierno, acción ante
la cual se une el amigo, frente al desconocimiento de los méritos de
los jefes peruanos y el nombramiento de un extranjero para
comandar la escuadra, acción que consideró humillante, renuncia al
cargo y junto con los comandantes Montero, Garcia y García y
Ferreyros, son enjuiciados por rebeldía y hechos presos en la Isla
de San Lorenzo.
Después de largo proceso, se le absuelve, pero consciente de su
justo reclamo, no regresa a la armada, pide licencia y se embarca
nuevamente como comandante del vapor mercante Callao y luego
del Quito de bandera Inglesa, nadie podía dudar de sus
capacidades para obtener estos mandos, en una empresa en la
cual sus comandantes eran por lógica ingleses.
En esa etapa de su vida, en 1867, contrae matrimonio con la dama
Dolores Cabero Núñez, Miguel con 33 años y ella 23. Inicia su vida
familiar, que como sabemos sería tan importante para el héroe. La
ternura con que trataría a su familia, es contraria en lo absoluto a lo
recibido por él en su infancia y temprana juventud, sin más hogar
que los buques que lo cobijaron, ni los cuidados maternos cuando
seguramente enfermó en sus travesías, en las que el vaivén del
coy, sustituía a la cálida cama hogareña.
Sobre esta etapa de su vida dice don José de la Puente y Candamo
“Sin duda los doce años que transcurren desde el matrimonio en la
Iglesia del Sagrario, hasta el combate de Angamos integran el
tiempo de mayor felicidad y sosiego para Miguel Grau. Su afecto
cierto y sincero a su mujer y a sus hijos se revela en las muy bellas
cartas del tiempo de las correrías del Huáscar”
Concluía el año 1867 y el Presidente Diez Canseco llama a Grau al
servicio activo como comandante del Huáscar, en 1868 es
ascendido a Capitán de Navío, junto con él regresaron los oficiales
que habían sido retirados a raíz del problema Tucker. Permanece
nuestro personaje largos años al mando del Monitor, buque con el
cual se compenetra y domina. Al producirse el levantamiento de los
hermanos Gutiérrez, para impedir que asumiera el gobierno el
candidato electo por el partido civilista don Manuel Pardo, Grau ya
maduro y con clara visión de lo que ésta rebelión significaba para la
democracia, se erige en líder de la defensa de la legalidad
constitucional.
Junto con otros jefes navales, se reúne en el Huáscar, haciendo
saber, que la escuadra solo obedecería a un gobierno legalmente
constituido, zarparon y desde su fondeadero en San Lorenzo, hacen
saber su manifiesto a la Nación, declarando ser los primeros en
ofrecerse para combatir la anarquía y devolver al país el ejercicio de
las autoridades elegidas por el pueblo.
En 1873, pasa a ser Comandante General de la Marina, observando
desde el alto cargo, la decadencia de nuestra escuadra y lo peligros
que ya venían claramente del sur.
Expone y pide en numerosos informes, la reorganización de la
marina; que los buques que se habían descuidado claramente,
fueran reequipados y se prepararan a sus tripulaciones, sus
informes no fueron atendidos a pesar que daba a conocer
paralelamente cómo Chile aumentaba su poder naval.
En 1876 nuestro destacado personaje que contaba con 42 años es
invitado por sus coterráneos a representarlos en el Congreso de la
República, cargo que desempeña en forma brillante por tres años,
hasta 1879
En lo familiar su prole había crecido y contaba con 10 hijos. Viaja a
Chile a recoger los restos de su padre y constata lo que ya conocía,
sobre los preparativos bélicos de esa nación, informa al gobierno
por todos los medios, sus claras preocupaciones, incidiendo en la
notoria superioridad de la escuadra chilena, en número, blindaje y
armamento de sus buques.
La realidad nacional que se presentaba crítica, la crisis ocasionada
en el agotamiento del guano y los claros intereses expansionistas
de Chile, presagiaban que la guerra se presentaba incontenible.
Grau comprometido con el Perú, en su condición de marino y
político, conocía claramente las carencias para hacer frente a las
amenazas navales.
En febrero de 1879, Chile ocupa territorio boliviano y a pesar de los
esfuerzos del plenipotenciario peruano José Antonio de Lavalle,
Chile declara la guerra al Perú en abril de 1879, Grau entonces,
pide licencia parlamentaria, para reincorporase a la Marina y le es
asignado el comando del Monitor Huáscar, buque al que tanto
conocía.
Paz Soldán refiere, lo que dice Grau respecto a las carencias del
monitor frente la flota Chilena, “el Huáscar, si llegase el caso,
cumplirá con su deber aún cuando tuviera la seguridad de su
sacrificio”. Así lo demostró la historia.
Grau asume el mando de la primera división naval, e iza su insiginia
en el Huascar, iniciandose el 16 de mayo su campaña naval, al
conducir junto con la Independencia, el convoy que llevá tropas y al
Presidente de la Republica al Puerto de Arica.
Se inicia así la travesía del Monitor hacia la gloria, en misiones
arriesgadísimas confiando solo en la ideoneidad de su
Comandante, comenzó a parecer “más que una nave un ser
viviente, con vuelo de aguila, vista de lince y astucia de zorro”, dice
Fernando Romero.
El 21 de mayo, traba su primer combate en Iquique, donde
intercambia intenso fuego de cañón con la Esmeralda y al no lograr
su objetivo con el fuego de artillería, decide con la pericia marinera
y aplomo que le eran característicos, usar el espolón del Monitor
para hundir a la corbeta enemiga, logra embestirla tres veces,
gracias a su rapidez para salir de la colisión, se hunde la nave
chilena.
Conocido es el acto de generosidad que Grau demuestra en este
episodio, su acción de salvar a 62 náufragos enemigos, es contraria
a la crueldad del fusilamiento por los tripulantes de la chilena
Covadonga a los náufragos peruanos de la Independencia que
encalló, en Punta Gruesa.
Demuestra después desde Pisagua, su generosidad y
desprendimiento, cuando manifiesta su pesar a Doña Carmela
Carvajal de Prat, y en una carta inigualable, la acompaña en su
duelo y remite las prendas de su esposo, que incluían la espada de
mando del marino muerto, es inmenso el significado de este acto.
Contesta la distinguida dama con palabras elocuentes que
reconocen la hidalguía de nuestro héroe y el raro valor de
desprenderse de tan valioso trofeo. Chile lo reconoce colocando el
texto completo de la carta firmada por Grau, en el frontis del
monumento que en memoria del Capitán Prat se erige en Santiago.
Gesto de magnanimidad suprema quizas único en la historia naval
del mundo.
Sucede después la gran campaña maritima del Monitor, se
convierte en la gran esperanza para los peruanos y en el buque
fantasma para el enemigo, apresa transportes, bloquea puertos,
destruye instalaciones militares y burla con hábiles maniobras a los
buques que buscaban enfrentarlo, en junio regresa al Callao para
reparaciones.
La presencia de Grau en Lima, multiplica las manifestaciones de
afecto ante sus hazañas triunfales, los banquetes y loas se
suceden, pero sus claros conocimientos de la realidad, junto con su
modestia y firmeza de carácter, no lo hacían propenso a los halagos
manifiestos que recibía, se hace famosa su cita.
“Todo lo que puedo ofrecer en retribución a estas manifestaciones
abrumadoras, es que si el Huáscar no regresa triunfante al Callao,
tampoco yo regresaré”.
Gonzáles Prada relata que Grau, fastidiado ya por tantas
alabanzas, exclamó:
“Vamos, yo no soy sino un pobre marinero que trata de servir a su
Patria”
Ambas expresiones nos describen cabalmente, cual era el límite de
entrega y modestia del héroe.
Reparado a medias el Huáscar y después de haber visto por última
vez a su familia, el 6 de julio se hace a la mar pero esta vez para no
retornar y tomar rumbo hacia la inmortalidad.
Inicia su campaña final e ingresa a puertos chilenos, se bate en
Iquique con el Cochrane, Abtao y Magallanes, destruye lanchas y
captura transportes, entre ellos el Rímac, tomado en compañía de
la Unión. El esplendido vapor que llevaba a bordo, armas, víveres,
carbón y 258 hombres de tropa del “Carabineros de Yungay”. Esta
captura por el valor material y moral de la presa, ocasiona el cambio
del Comando de la escuadra enemiga, siendo reemplazado el
Almirante Revolledo por el Capitán de Navío Riveros. Las acciones
de la marina peruana permitieron hasta entonces, mantener la
iniciativa en los viajes de transporte para mantener la guerra en el
sur. En Chile empieza a formase la leyenda del Huáscar fantasmal,
que aparecía simultáneamente en los diversos puertos enemigos y
que causaba según relata el historiador chileno Vicuña Mackena
“estupefacción, vértigo y perenne vergüenza”
Arica el hermoso y rico puerto comercial peruano, se había
convertido en el centro avanzado de la guerra y puerto base
también del bravío Monitor, en el morro ondeaba nuestro pabellón,
que después como sabemos se convertiría en el altar del sacrificio
de Francisco Bolognesi y sus bravos defensores.
El 31 de agosto Grau toma puerto y se produce una gran algarabía
para recibir, abrazar y ensalzar al bravo marino y su tripulación. Era
un día muy especial, había más razón para felicitarlo, las Camaras
Legislativas, lo habían ascendido al grado de Contralmirante,
debemos imaginar la alegría y entusiasmo que reinaba en el puerto
peruano, allí estaba la ciudad en pleno para agasajarlo y todo el
Perú, que veía en él la esperanza suprema.
Desembarca Grau
militares, se dirige
aloja el Presidente
brazos abiertos, al
toda la nación.
entre lluvia de flores y estruendo de marchas
acompañado de Montero a la casa donde se
Prado, quien como era natural, recibe con los
marino vencedor y le agradece en nombre de
Las alabanzas y agasajos que recibía, no apartaban de su
pensamiento que el fin no podría dilatarse más, sin las granadas
solicitadas para sus cañones y su buque con los fondos sin carenar,
continuo sus operaciones en los días que siguieron.
El designado Contralmirante Miguel Grau, escribe a su esposa, una
carta, de la que extraeré una cita, que sin duda es muy importante,
en tan breve recopilación biografica:
“No recuerdo si en una de mis anteriores te he dicho, que he
resuelto quedarme definitivamentede de simple comandante del
“Huascar”, no veo un solo jefe para comandante del Huascar que
maneje este buque como yo lo manejo, por la larga experiencia que
tengo de él, Esto puede ser vanidad o todo lo que se quiera, pero es
la pura verdad”
Vale entonces hacerse la pregunta: ¿aceptar el alto grado de
Contralmirante y alejarse del Huáscar lo hubiera salvado de la
muerte?
¿Tendríamos hoy al mismo Grau?
Sin duda que no, sabemos que él marcho consciente, al encuentro
del sacrifico por su Patria.
Zarpó de Arica por última vez el 1 de octubre, después de siete
meses de memorable campaña, no sin antes enviar a los suyos sus
objetos de valor y recibir con su religiosidad característica, los
santos sacramentos, “sé que llevo al Huáscar al Sacrificio” dijo, pero
se hace a la mar y acepta estoicamente su inexorable destino.
A las primeras horas del fatídico 8 de octubre, y después de
acercarse a Valparaíso, observa Antofagasta, todo era calma y no
se tenía informes de la situación de las fuerzas enemigas, pero
sabía que encontrarlo era su único y máximo objetivo. Al amanecer,
avista a las unidades chilenas al sur, el cerco aparecía en el
horizonte, el Blanco Encalada, la Covadonga y el Matías Cousiño,
se interponen entre tierra y la división peruana, los buques
peruanos ponen proa al norte a toda máquina. Promedian las siete
de la mañana y humos al noroeste materializan despues al
Cochrane, O' Higgins y Loa, comprende el héroe que se formaba, el
escenario de su última hazaña. Ordena a la Unión que se retire y
afronta solitario el combate final y el inicio de su infinita gloria.
Dos horas transcurren, antes de abrirse los fuegos que escribirían
sus páginas finales, podemos imaginar, quizás que fueron las más
duras e interminables de su ejemplar existencia, condenado
irremediablemente a la muerte, pensaría en la tierna caricia de los
suyos, en sus pedidos inútiles y el abandono de quienes eran
responsables de la escena que se le presentaba cruenta y
fantasmal, asume la hora de su muerte y sabe que partirán con él,
muchos de sus bizarros tripulantes.
A las 9 y 20 suenan los clarines de guerra y el Huáscar lanza los
disparos, que inician el desigual combate, frente al mar de punta
Angamos se levanta el telón de su holocausto, truenan los cañones
a distancias tan cortas que puede verse entre ellos sus
embravecidos artilleros. El Cochrane y el Blanco Encalada lanzan
sus granadas, la torre de mando del Huáscar es alcanzada por el
nutrido fuego enemigo, su Comandante y Oficial de Ordenes Diego
Ferre vuelan en pedazos, son las 9 y 35 de esa trágica y a la vez
heroica mañana.
La lucha continua, se suceden los mandos y las muertes, en un
circulo de fuego interminable, cae Aguirre que también muere en el
comando, lo asume Rodríguez en un Huáscar casi fantasmal y
ensangrentado, pero que parece invencible, el espíritu de su
comandante los anima a continuar, Rodríguez también es
alcanzado y muerto por el fuego enemigo que es cada vez mas
cercano y nutrido; asume el teniente Garezón el mando de un
buque sin gobierno, con incendios y haciendo agua por varias
partes, ordena abrir válvulas para hundir al Monitor y que no cayera
en manos enemigas. No se consigue tal propósito, un patético navio
semi hundido, lleno de heridos y muerte, es abordado y revolver en
mano, se obliga a los ingenieros, les ayudasen a evitar el
hundimiento.
Había terminado la carrera del “más famoso y recordado buque,
sobre el cual se habían ejecutado los actos de heroísmo mayores,
que jamás se han hecho en algún otro blindado, de cualquier nación
del mundo” dice Theodore Roosevelt, quien fuera presidente de los
Estados Unidos de America.
Presento a ustedes distinguido auditorio, algunas de las muchisimas
expresiones recogidas de peruanos y extranjeros ilustres, que se
refieren a Grau en diferentes oportunidades y ocasiones y que con
seguridad ustedes conocen, pero que sin duda me ayudarán en
mucho, a finalizar el homenaje que el Heroe merece hoy y en los
siglos sucesivos.
Allá va…solitario entre las brumas
Se confunde en la sombra su silueta
Con el oscuro cielo,
Las pálidas espumas
¡Y los reflejos de la mar inquieta!...
Su generoso anhelo
Lo empuja a la victoria
En medio del embate de la suerte,
¡Murmura el viento que lo mece: Muerte!
¡Y el mar rugiendo le responde: Gloria!....
Poema al HUASCAR del argentino Martín García Merou
Los mares enemigos atravieza,
Y honras celebra, y náufragos alivia
Sacerdote del mar en Punta Gruesa
Apartó las insignias de Almirante,
Quiso ser más: ¡del Huáscar Comandante!
Versos de Pedro Paz Soldán y Unanue (“Juan de Arona”)
“Mientras este sólo buque peruano, el Huáscar, subsistiese;
mientras el Huáscar estuviera en el mar, mientras Grau estuviera en
el Huáscar, Chile no desembarcaría un solo soldado en territorio
peruano, y las hordas de la conquista se pudrirían en Valparaíso y
Antofagasta, en la larga espera de la guerra del Huáscar contra
toda la escuadra chilena”.
“La guerra del guano y del salitre”
Jacinto López Venezolano
Se tiene épocas en que todo un pueblo se personifica en un solo
individuo, así tenemos a: Grecia en Alejandro, Roma en César,
España en Carlos V, Inglaterra en Cromwell, Francia en Napoleón,
América en Bolívar, el Perú de 1879 no era Prado, La Puerta ni
Pierola era GRAU.
Manuel Gonzáles Prada.
¡Tenias que caer!
Y en un dantesco circulo de fuego
Se consumó tu sacrificio cruento.
¡Tenías que caer!
Como un mito griego,
Se hizo de sangre todo el horizonte,
Y se alzaron como unos semidioses
Los que contigo al holocausto fueron.
¡Tenías que caer!
¡Se hizo de sangre todo el horizonte,
Pero el mar, como nunca fue color de laurel!
De la Oda pindárica a Grau, por José Gálvez.
Yo canto a Grau, cara al futuro en su apoteosica derrota,
Almirante del Perú, por los siglos sucesivos;
Estaba sublime el mar cuando sus cabellos llegaron a la muerte.
De Canto a Grau por Raul Rios.
Como del carbón sale el diamante, así de la negrura de esta guerra
sale Grau.
Efigie de Grau, por Jorge Basadre.
Vuestra nave minúscula, ha crecido, Almirante…. No fue infructuoso
vuestro sacrificio ni un vano gesto de inmolación de quienes con
vos cayeron en la brega; vuestras sombras augustas presiden
nuestros mares; y hay un altar para vuestro busto en cada nave de
nuestra flota, y un rincón de emoción en cada pecho de nuestros
marinos; y la nación espiritualmente congregada al pie de este
monumento, os dice con estremecida gratitud:
Gloria a vos Almirante
José Luis Bustamente y Rivero.
Para terminar, permítanme señoras y señores, una reflexión
personal que hago en memoria de quien fuera reconocido por el
Perú entero, como el “Peruano del Milenio”.
La lección de la historia que evocamos esta noche, nos demuestra
cuan fundamental es el control del mar, para la defensa nacional,
hemos recordado que mientras Grau navegaba triunfante, la
invasión enemiga no se produjo.
Quienes estamos involucrados y conocemos los fundamentos
de la defensa nacional, tenemos el convencimiento, que sin
mirarnos en el espejo de ninguna política armamentista
exagerada de la región, es imprescindible la recuperación,
modernización y renovación de nuestras fuerzas navales, para
que constituyan como es su función, el elemento disuasivo y
de claro respaldo, a las decisiones diplomáticas, que el país ha
adoptado.
Que la sublime lección de sacrificio del Gran Almirante del
Perú, don Miguel Grau Seminario, ilumine las mentes de
quienes deben tomar las decisiones que la Patria y las
lecciones de la Historia exigen.
MUCHAS GRACIAS
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