Daños sociales por malnutrición José Carlos Escudero ** INTRODUCCIÓN La malnutrición ejerce en nuestros días un impacto masivo sobre el homo sapiens, y los muy imprecisos indicadores de que disponemos (sobre los cuales hablaremos después) parecen revelar que se encuentra inclusive en aumento. Esto es paradójico, y un estudio del daño social ocasionado por la malnutrición debe analizar esta paradoja, que trataremos de demostrar es solamente aparente, ya que responde a una lógica que no es la de la fisiología, la biología o la Salud Pública. Como elementos de la paradoja, hay que señalar que el conocimiento científico del que se dispone hoy ha avanzado de tal manera en el campo de la nutrición humana, que podemos decir que sabemos acerca de ella todo lo necesario para hacerla desaparecer. En cuanto a los recursos materiales para hacerlo, el desarrollo de fuerzas productivas que ha acompañado la evolución de la civilización hace que el homo sapiens produzca hoy con creces todos los alimentos necesarios, en cantidad y calidad, para reducir la malnutrición a niveles mínimos, y para convertir a la desnutrición (su componente más numeroso e importante) en una rareza médica, del tipo de las que se presentan en las reuniones científicas en los hospitales... Sin embargo la malnutrición humana existe masivamente, aparentemente está en aumento, y los términos de la aparente paradoja se establecen de esta manera. La malnutrición Definiremos como malnutrición a una ingesta de alimentos que produce efectos biológicos o psicológicos dañinos. Para no detenernos excesivamente en el concepto de “dañino”, que tiene enormes ramificaciones —ya que supone una desviación de algo conceptualizado normativamente como “deseable”, cuya definición puede ser muy compleja o inoperante— definiremos a continuación como “dañino” aquello que en términos biológicos aumenta la probabilidad de morir, aumenta la incidencia de las enfermedades, * ** o altera el crecimiento somático con respecto a parámetros que se entienden como normales. En términos psicológicos, se conceptualiza como “dañino” aquello que altera el desarrollo psicomotor, en general retrasándolo, con respecto a parámetros equivalentes, o que genera procesos mentales que se conceptúan como dañinos, tales como apatía, abulia o escasa respuesta a la estimulación. Todos estos efectos se tratarán con más extensión en secciones posteriores de este capítulo. La malnutrición puede deberse a una ingesta deficiente de alimentos, cuantitativa o cualitativamente (desnutrición), o a una ingesta excesiva o mal balanceada (híper o paranutrición). Aunque las dos son dañinas en los términos que se han mencionado, es en la primera donde centraremos nuestros análisis, ya que quizás el 90 % de la malnutrición que se observa en el mundo se debe a la desnutrición, y a ella se le debe asignar responsabilidad de la enorme mayoría de los cientos de millones de años de vida que la población humana no vive debido a la malnutrición. La desnutrición es la enfermedad por antonomasia del Tercer Mundo, de los condenados de la tierra, aquella en la cual la paradoja de su existencia en medio de una plétora de conocimientos y de alimentos se pone más en evidencia. No dejarán sin embargo de mencionarse a la híper y la paranutrición, las cuales, pese a su menor importancia, tienen una causación que es en gran parte similar con la desnutrición. Daños sociales por malnutrición Lo que es biológico o psicológico a nivel individual se transforma en social a nivel colectivo. Los “daños” antedichos, aplicados al conjunto de la población mundial y analizados en ella, son de un impacto sobrecogedor, y configuran una “epidemiología de la malnutrición”1 cuyas revelaciones espantan. En las secciones que siguen intentaremos cuantificar algunos elementos de este impacto. Diferenciaremos los daños sociales por desnutrición de los por híper y paranutrición. Recibido para su publicación el 21/6/83. Profesor titular de Medicina Social, Universidad Autónoma de México, Xochimilco. 2 Los condenados de la tierra —quizás un tercio de la población del planeta, ubicados en su enorme mayoría en los países periféricos de la “economíamundo” capitalista—2 disponen de pocas y malas estadísticas que revelen su situación. Las cifras que cuantifican la malnutrición y los males que ella causa suelen subestimarlos, los datos son de peor calidad cuanto peores son las situaciones, a veces las situaciones más horribles no generan datos de ninguna especie3. Esto no ocurre por casualidad. La aplicación de ciertas técnicas estadísticas sencillas y baratas, cuyo desarrollo ha tenido lugar en las últimas décadas, podría darnos fácilmente parámetros numéricos del “genocidio silencioso” que sufre gran parte de la población humana, y que se debe en gran medida a la malnutrición, con su variante desnutrición. Que estas técnicas no se utilicen masivamente en la actualidad debe verse como un plan de ocultamiento deliberado de una verdad desagradable por parte de muchos gobiernos nacionales. Después de todo no es lo mismo afirmar —utilizando un método de información costoso e inexacto— que la mortalidad infantil de El Salvador en 1967 fue de 63 por mil, cuando otro método de medición más barato y aparentemente más exacto reveló que era de 118 por mil4. Si la malnutrición va a seguir aumentando en el mundo (en base a un mecanismo de causalidad que se mencionará después) es posible que este ocultamiento de verdades desagradables se va a hacer más habitual. Pasemos revista a los daños biológicos y psicológicos por malnutrición para extrapolarlos a daños sociales. El aumento de la mortalidad adolece para su medición de lo ya mencionado acerca de la mala calidad de la información de base, aunque se conoce ya bien su mecanismo de operación, que es fundamentalmente, en el caso de la desnutrición, su interacción con enfermedades infecciosas y parasitarias, y en la hipernutrición su papel causal en el desarrollo de enfermedades degenerativas. Ambos fenómenos son difíciles de medir, especialmente el primero. Como hemos dicho, donde más desnutrición existe, más deficientes son las estadísticas, y mayor su subregistro de las muertes. Para quienes confían inocentemente en los datos que aparecen en los anuarios internacionales sobre mortalidad, recordemos que la tasa de mortalidad infantil —este indicador fundamental del fenómeno de muerte en un grupo de edad especialmente vulnerable a la malnutrición— se encontraba “circa” 1970 subregistrada en dos tercios en Honduras y Nicaragua, en un 50 % en El Salvador, República Dominicana y Perú, y en un tercio en Colombia, Ecuador, Guatemala y Paraguay5. Los registros latinoamericanos de mortalidad son tan malos en muchos países, y su mala calidad es tan aleatoria, que a través de ellos resulta a veces imposible responder a la elemental pregunta si la malnutrición está aumentando o no. En Asia y África —donde la malnutrición es en general más marcada que en América Latina— la calidad de la información sobre mortalidad es aún peor, careciéndose en general de CUADERNOS MÉDICO SOCIALES Nº 25 - SETIEMBRE DE 1983 tasas específicas de mortalidad por edad; y una autoridad al respecto ha afirmado que solamente cinco países asiáticos tienen estadísticas vitales confiables: Hong Kong, Taiwán, Singapur, Filipinas y Tailandia6 (el autor se olvida de Israel). A través de fuentes de información tan imprecisas como las tasas de mortalidad, podemos tener solamente una idea vaga, siempre subestimadora de su magnitud, y del peso de la malnutrición en ellas. Es ésta una crítica “cuantitativa” a las estadísticas vitales de los países donde la malnutrición es más manifiesta. En términos “cualitativos”, el peso de la malnutrición en la mortalidad podría averiguarse estudiando las causas de muerte, y las veces que la malnutrición aparece en ellas. Esto resulta imposible por dos motivos. En primer lugar, la calidad de la información sobre causas que se ha registrado es muy mala. Tailandia, que como hemos visto es considerado como un país con aceptables registros de mortalidad, registra como de causa “mal definida o desconocida” el 50 % de sus muertes7. Por añadidura, y para vergüenza de quienes han diseñado las Reglas de Selección de Causa Básica de Muerte de la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE), en ellas se ha establecido que cuando aparece en el Certificado de Defunción la desnutrición acompañada de otra causa infecciosa o parasitaria, el codificador está obligado a codificar a estas últimas, excluyendo a la desnutrición. Esta decisión asombrosa, resabio del paradigma organicista que ha sido durante siglos el dominante en el saber médico, y que se contradice con las concepciones actuales acerca de la interacción dialéctica entre desnutrición e infección, consigna al limbo de los nosucesos estadísticos a varios millones anuales de muertes por desnutrición combinada con infecciones en nuestro planeta, las que no hubieran sucedido si sus víctimas se hubieran encontrado bien nutridas8. La distorsión que esto genera en las estadísticas de mortalidad que sí se publican es de enorme magnitud, como lo señala el caso de México, donde las muertes por “Avitaminosis y otras deficiencias nutricionales” fueron según las Estadísticas Vitales de 7.061 en 1975; mientras que un método de estimación diferente arroja la cifra de 61.608 fallecimientos por desnutrición ese mismo año9. Conocemos el peso de la desnutrición en la causación de la mortalidad en base a estudios como el de Puffer y Serrano, quienes investigaron exhaustivamente y con menos limitaciones que la CIE la mortalidad en la niñez en América Latina, y llegaron a la conclusión que esta causó el 29 % de las muertes en menores de un año y el 48 % de las muertes de preescolares en las áreas que ellos estudiaron10. El caso de la híper o paranutrición es diferente. Ellas existen principalmente en países con buena calidad de registros de mortalidad, y donde el sesgo de clasificación de causa arriba mencionado no tiene lugar para operar, ya que las muertes por desnutrición son muy escasas (aunque es muy posible que aumenten, si la crisis sigue profundizándose). La 3 Daños sociales por malnutrición mortalidad por híper o paranutrición la encontraremos, bien registrada aunque con mecanismos causales intrincados, principalmente acompañando a ciertas enfermedades degenerativas que son en estos países las causas más importantes de mortalidad, cuyo componente nutricional son la obesidad y el excesivo consumo de ciertos nutrimentos, como las grasas saturadas, la sal o ciertos azúcares. Para evitar un reduccionismo epidemiológico, debemos mencionar la interacción de estas causas con factores de origen social: “stress”, insatisfacción con el trabajo, características ansiógenas de éste, enajenación, privaciones afectivas. De todo esto resulta que no conocemos el real peso de la malnutrición en la causación de la mortalidad en el mundo, aunque sabemos que es enorme. Esto resulta en una paradoja menor: la malnutrición es una enfermedad de máxima trascendencia (porque en general mata seres humanos que comienzan a vivir) y de máxima vulnerabilidad a medidas preventivas o terapéuticas (porque los alimentos son baratos y pueden ser prescriptos por cualquiera); sin embargo la cuantificación de sus estragos en términos de mortalidad es muy difícil. Como medidas para superar esta situación (aunque se mencionarán aquí muy brevemente11), se sugiere que la mortalidad en los países periféricos de la “economía-mundo” se mida por “métodos indirectos” aplicados a encuestas probabilísticas o a censos de población, en vez de ser medida por las estadísticas vitales; que se estudien por muestreo las muertes, para averiguar el peso de la malnutrición en ellas; y que la “selección de Causa Básica de Muerte” tenga en cuenta los progresos que se han hecho en la causación de mortalidad por desnutrición-infección en los últimos veinte años. El aumento de la morbilidad que la malnutrición causa ha sido bien estudiado en trabajos puntuales, pero su panorama a nivel mundial se conoce de manera mucho más deficiente que la mortalidad (cuyas deficiencias ya vimos). La vida de los condenados de la tierra habitantes de la periferia de la “economía-mundo” capitalista (periferia que tiende a avanzar sobre el centro) está signada por innumerables episodios de enfermedades “causadas” por infecciones o parasitosis, pero que realmente interactúan con un terreno biológico de desnutrición. Estos episodios se resuelven por una recuperación, que muchas veces es precaria, y que deja a sus victimas más debilitadas para recibir el siguiente embate; y donde el proceso cuantitativo de creciente debilidad biológica se corta muchas veces ante la aparición del fenómeno cualitativo de la muerte. Los condenados de la tierra carecen en general (y en general deliberadamente) de estadísticas de morbilidad que registren su real mala salud, cuando éstas existen suelen corresponder a una pequeña fracción del universo de dolientes, lo que debemos tener en claro es que un enorme porcentaje de las “neumonías”, “parasitosis”, “sarampiones”, “tuberculosis”, que están malamente contabilizadas en las estadísticas corresponden a la interacción entre estas etiquetas médicas con un terreno constitucional desnutrido; y que la enfermedad o no se hubiera producido o hubiera tenido manifestaciones más leves si las sociedades donde esto ocurrió hubieran tomado la económica y sensata decisión de alimentar a sus integrantes. La situación enunciada tiene pocas soluciones: las malas estadísticas de morbilidad por malnutrición (especialmente por desnutrición) se deben fundamentalmente a la mala cobertura de los servicios sanitarios que son los que generan estas estadísticas. Si estos llegaran a tener mejores coberturas, sus clientes dejarían de ser condenados de la tierra... Una solución tecnocrática a la situación planteada sería la puesta en práctica de una encuesta de morbilidad aplicada a toda la población, una de cuyas fundamentales prioridades sería medir la morbilidad por desnutrición que ella padece12. Las alteraciones en el crecimiento somático, provocadas por la malnutrición conforman uno de los signos más evidentes de ésta, y su medición es una de las formas más fáciles de detectarla. En un extremo del espectro tenemos a la desnutrición, con los retrasos de todo tipo que provoca en el crecimiento somático; retrasos que deben verse como un esfuerzo de adaptación de los organismos ante una oferta reducida de alimentos. La pequeñez física, el retardo en el desarrollo sexual, son la única respuesta posible de biologías sujetas a la privación, a las que debemos ver como afortunadas en cierto modo, porque son las sobrevivientes de una cohorte mayor, muchos de cuyos miembros fallecieron, porque la “adaptación” les llegó a ser incompatible con la vida. Existen innumerables estudios puntuales acerca de esto, en los que llega a demostrarse que el crecimiento y desarrollo somáticos son un fenómeno de clase: los habitantes del centro de la “economía-mundo” y las minorías gobernantes de su periferia crecen de manera de maximizar su potencial genético; el resto de la población será más pequeño en función de la forma en que esta economía lo explote. Existen muy pocos estudios con cobertura nacional sobre crecimiento y desarrollo (una excepción es la de Cuba, que revela que sus niños están creciendo y desarrollándose a ritmos similares a los de Europa Occidental). Lo que todos los estudios revelan es que el componente genético en el crecimiento es menos importante de lo que se creía y el componente ambiental (especialmente la nutrición) lo es más. Existe una reciente y amplia recopilación sobre estudios de crecimiento somático, en cuya introducción puede leerse lo siguiente13: “El ritmo de crecimiento de un niño refleja, mejor que cualquier otro índice, su estado de salud y nutrición, y muchas veces también refleja su situación psicológica. Similarmente, los valores promedios de los pesos y las estaturas de los niños reflejan con exactitud el estado de la Salud Pública de una nación, cuando se tienen en cuenta las diferencias en el potencial genético, si es que éstas existen. Esto es especialmente cierto en países que están en vías de desarrollo o de desintegración. De esta forma, un 4 CUADERNOS MÉDICO SOCIALES Nº 25 estudio de crecimiento bien diseñado es un arma poderosa para medir la salud de una población, o para identificar a sub-grupos de población cuya recepción de beneficios económicos y sociales es menor de la que debería ser”. En el otro extremo del espectro tenemos a los crecimientos aberrantes por exceso: las obesidades precoces, que se ven crecientemente asociadas a dietas infantiles de tipo artificial. Aquí, como en muchos otros campos, vemos lo que sucede cuando la lógica de la venta de mercancías reemplaza a la lógica de la biología. Las alteraciones del desarrollo psicomotor provocadas por la malnutrición entran en un terreno donde las cosas son más discutibles. Existe una evidencia incontrovertible que la desnutrición provoca retrasos en la formación y cambios en la estructura del tejido nervioso, y la observación empírica es también categórica en señalar retardos en el desarrollo motor. Se ha comprobado asimismo que la desnutrición genera apatía y abulia. Sin embargo, hay que hacer notar que un desnutrido que forma parte de una familia de desnutridos recibe muchas más limitaciones que la falta de comida: un entorno desestimulante y destructivo. Diferenciar el peso de estos componentes en el resultado final es tarea difícil. Es más problemático relacionar todo esto con las perturbaciones en la inteligencia que presuntamente resultan en la desnutrición. La inteligencia es un fenómeno cuya medición es en gran parte cultural, y en esto los prejuicios del que mide son dominantes14. Si tomamos conciencia que el fenómeno histórico más importante de la segunda mitad del siglo XX es el éxito de las guerras de liberación, vemos que quienes triunfan en ellas suelen ser los desnutridos, derrotando a los bien nutridos; argelinos sobre franceses, vietnamitas sobre franceses y norteamericanos; guineanos, mozambiqueños y angolanos sobre portugueses; angolanos sobre sudafricanos. Vencer en una guerra donde la correlación de recursos es siempre desfavorable a los “desnutridos”, revela una inteligencia —por lo menos al nivel colectivo— que es admirable. CONTRA LOS DAÑOS: LOS RECURSOS DISPONIBLES Un elemento central que debe tenerse en cuenta al analizar los daños sociales por malnutrición es el verificar que ésta es en casi todos los casos evitable, especialmente en su componente desnutrición. A diferencia del cáncer, de la ateroesclerosis, de las psiconeurosis, la malnutrición podría reducirse en nuestro planeta hasta casi desaparecer. La mayor parte de la población humana ignora las grandes leyes biológicas, económicas y sociales que gobiernan sus vidas, y quizás esta ignorancia lamentable les evita que caigan en una indignación, que puede ser ciega, ante el sufrimiento evitable que padecen todos los días. La malnutrición es un sufrimiento de los más evitables: si pasamos revista a la cadena de acontecimientos que resulta en la produc- SETIEMBRE DE 1983 ción de alimentos para el “homo sapiens”, vemos que en ningún lado de la cadena existen estrangulamientos excepto en sus eslabones finales, que corresponden a ciertas decisiones políticas, cuya etiología analizaremos después: producción de vegetales inadecuados para el consumo humano, canalización incorrecta de mucho de lo adecuado, distribución inequitativa de lo que resta. El eslabón inicial de la cadena es la energía solar que nuestro planeta recibe, y de la cual un 30 % es reflejada inmediatamente al espacio, y un 50 % absorbida como calor15. Del 20 % restante, la mayor parte es absorbida por la atmósfera (por moléculas de oxígeno y ozono, de vapor de agua y por el polvo atmosférico). La cantidad de energía solar que las plantas utilizan para la síntesis de materia orgánica (eslabón siguiente del proceso) se ha estimado entre el uno por mil16 y el uno por diez mil17 de la energía solar total, calculándose en esta última estimación que casi la mitad de ella es utilizada por las plantas marinas. Las plantas utilizan la energía solar para combinar, mediante la fotosíntesis, el carbono de la atmósfera con el hidrógeno del agua y luego con otros elementos, para formar hidratos de carbono primero, y proteínas y otras sustancias vegetales después. En el proceso liberan oxígeno, que se utiliza en los mecanismos oxidativos (respiración) de los seres vivos. Este mecanismo, que ha dado origen a la vida y a la biósfera, tardó algunos cientos de miles de años para desarrollarse en nuestro planeta hasta su nivel actual, es su característica distintiva en el sistema solar y, que sepamos, no existe en ningún otro lugar del universo. Se ha calculado que un uso máximo de la fotosíntesis para producir sustancias vegetales para consumo humano, produciría anualmente 49.830 millones de toneladas de granos18; o sea 43 veces más de lo que se produce actualmente, la que sería adecuada —ella solamente— para una población humana de alrededor de 250.000 millones de habitantes, 55 veces la población actual del planeta19. Todo esto puede parecer utópico, pero da una idea de las dimensiones de los insumos naturales que están a disposición del “homo sapiens”. Con grados menores de utopía, se calculó en 1960 (en un momento en que las fuerzas productivas en la agricultura se hallaban menos desarrolladas que hoy) que se podría alimentar a una población humana de 6.000 millones de habitantes (casi un tercio mayor que la actual) si se duplicaba o triplicaba el área cultivada en 1950, y si se podían obtener mayores rendimientos por hectárea —siendo ambas proposiciones factibles—20. En 1967, un comité asesor del presidente de los Estados Unidos calculó que se podía cultivar el 24 % de la superficie del planeta, en contraposición con el 19 % que estaba bajo cultivo en ese momento21. La delegación soviética a la Conferencia Mundial de Alimentos de 1974 sostuvo que en el mundo pueden alimentarse de 12 a 15 mil millones de personas, casi cuatro veces la población actual22. Si observamos la producción actual de alimentos en el mundo —pese a las distorsiones que la Daños sociales por malnutrición gobiernan, y que se deben primordialmente a un mecanismo que analizaremos al final del capítulo— vemos que estos sobran para alimentar adecuadamente a toda la humanidad. La mayor parte del alimento producido en el mundo consiste en tres granos básicos; maíz, arroz y trigo. A esta producción se suma la de tubérculos, productos animales, frutos, grasas y aceites, azúcar y, en cantidades mucho menores, pescado. A través de esta producción actual —que no es sin embargo la deseable, hecho sobre el cual volveremos— estamos asistiendo a una larguísima evolución histórica del “homo sapiens”, de cazador-recolector, que recogía la energía nutricional repartida más o menos aleatoriamente sobre la superficie de la tierra, y que permitía solamente densidades reducidas de población: 8 kilómetros cuadrados para cada pigmeo, 30 para cada australiano, 200 a 300 para cada esquimal23, a la situación actual. Quizás convenga en este momento hacer una breve digresión. Los seres vivos interactúan dialécticamente con su entorno inanimado. El ejemplo más precoz de esto ha sido quizás la aparición de oxígeno libre en la biósfera, como resultado del metabolismo de los primeros seres vivos. Esto creó un filtro eficaz para la radiación proveniente del espacio, y permitió que las formas de vida subsiguientes desarrollaran mecanismos oxidatorios superiores. Ambos fenómenos permitieron que estas formas fueran más vulnerables, pero también mucho más complejas y eficientes. Posteriormente, la particular forma de vida que es el “homo sapiens” fue la primera que modificó su entorno de manera voluntaria, y cuya capacidad de hacerlo aumentó exponencialmente con el desarrollo de la civilización, lo cual, a fines del siglo XX genera la interesante posibilidad que podamos eliminarnos a nosotros mismos como especie, y a la vez a todas las demás formas de vida superior en el planeta. Si vemos la evolución de este proceso civilizatorio, debemos relacionarlo con la creciente capacidad del “homo sapiens” para usar la energía planetaria con objetivos propios. La energía nutricional distribuida más o menos aleatoriamente que era utilizada por los cazadores-recolectores dio lugar a una energía concentrada y manipulable, que resultó de la revolución agrícola y la domesticación de ciertos animales. Un paso adicional fue el uso de la energía libre de la biósfera (las velas de los navíos, los molinos de agua y de viento) y el comienzo del uso de la energía atesorada (por el fuego). Posteriormente se dio el uso —irreversible— de los combustibles fósiles. Todo esto desarrolló enormemente las fuerzas productivas de la humanidad, aumentó su número hasta convertir al “homo sapiens” en la especie hegemónica en el planeta, redujo —por lo menos potencialmente— su vulnerabilidad, y posibilitó la aparición de un “excedente social” por encima de la mera supervivencia de la especie, para ser usado en propósitos de todo tipo, desde la creación artística hasta la agresión a sus semejantes. A partir del siglo XV se observa en el mundo un fenómeno nuevo; los habitantes de una península de 5 Asia llamada Europa invaden al resto del planeta, imponiéndole (y esto es nuevo y diferente a anteriores invasiones) no solamente una organización política sino también un modo de producción particular: el capitalismo, que se vuelve hegemónico en el mundo. Se configura la “economía-mundo”24 en la cual nos encontramos ahora. Con ella se crea una red mundial de comunicaciones y nuestro planeta, por primera vez, se convierte en un todo ecológico. Se difunden las plantas y los animales a todos los lugares donde pueden encontrar un hábitat favorable: de esta manera la caña de azúcar, el trigo, el arroz, el ganado y los caballos colonizan América, el maíz, las papas y el chocolate colonizan Europa, y todos colonizan Australasia. Simultáneamente, el “pool” de inmunidad a ciertas enfermedades tiende a “mundializarse” con un costo inicial monstruoso25 (se calcula, por ejemplo, que de 1/2 a 19/20 de la población de México mueren en los 100 años que suceden a la conquista española, principalmente siendo víctimas a enfermedades nuevas para ellos). El panorama general es cada vez más favorable para el “homo sapiens” en el planeta Tierra, como indicadores de esto pueden citarse el número cada vez mayor de la especie: de 2 a 10 millones diez mil años antes de Cristo, alrededor de 750 millones en 1750, alrededor de 1.200 millones en 1850, alrededor de 2.500 millones en 1950, alrededor de 4.500 millones hoy día, y el aumento en la expectativa de vida en las colectividades humanas: a 60 años al principio de este siglo en las mejores circunstancias, a 75 años hoy. El desarrollo de fuerzas productivas asociadas al capitalismo ha sido prodigioso, con lo que hemos llegado a la situación actual: la producción de alimentos en el mundo sobra para alimentar a toda la población actual. Sucede, sin embargo, que ciertos mecanismos que son parte consustancial del capitalismo impiden que esto pueda hacerse. La producción mundial de granos, que es la fuente básica, la más sensata y barata de alimentos ha venido aumentando ininterrumpidamente y a un ritmo superior al aumento de la población: 821,8 millones de toneladas métricas en 1961-1963; 1.076,2 millones en 1969-1971; 1.149,6 millones en 1972-197426. Esta producción actual podría fácilmente aumentarse a expensas de cultivos comerciales, de poco o nulo valor nutricional, como el café, cacao o té, que ocupan mundialmente alrededor de 647.000 kilómetros cuadrados27. Volvamos sin embargo a los cereales. Los 1.149,6 millones de toneladas —fundamentalmente de maíz, trigo y arroz— podrían alimentar, haciendo un calculo rápido, a 5.734 millones de personas que poblaban el mundo en ese año. Sin embargo, y pese a las limitaciones de información a que ya nos hemos referido, el panorama de la desnutrición en el mundo es tendencialmente tétrico. La desnutrición que se observa es, abrumadoramente, calórica global, la que puede ser combatida eficazmente aumentando la cantidad, sin modificar la calidad de lo que la población come. Como dijo recientemente la FAO: “En 6 CUADERNOS MÉDICO SOCIALES Nº 25 - vista de las más recientes recomendaciones para cubrir las necesidades de proteínas, es improbable que una ingesta que sea suficiente para cubrir las necesidades de energía sea insuficiente para cubrir las necesidades de proteínas”29. El panorama de la desnutrición en el mundo está dado, somera y desactualizadamente, por la Tabla N° 1. Debe hacerse notar la tendencia general al deterioro, en cifras absolutas y relativas, y que el último año de la serie es 1974, al comienzo de la actual crisis de la “economía-mundo” que desde entonces ha empobrecido —a veces espectacularmente— a la mayor parte de la población mundial. Así se profundiza la paradoja aparente: aumenta la producción de alimentos, aumenta la desnutrición. ¿A dónde va el grano que se cultiva y no alimenta a los hambrientos? Es este un escamoteo que parece inexplicable: después de todo, la cantidad de alimento que se destruye para mantener altos los precios es pequeña, y el ideal estético del “homo sapiens” —en un mundo con patrones estéticos cada vez más homogéneos— es una persona delgada. Es Cranach y no Rubens quien nos proporciona modelos normativos de peso corporal. El más importante elemento en el escamoteo es el que resulta de una producción excesiva de carnes y lácteos, por parte de animales que consumen al hacerlo cantidades enormes de granos en forma de forraje. Resulta irónico notar (recordando que la ironía suele ser el refugio de los inocentes), que los requerimientos internacionales de proteínas totales y de proteínas animales han venido disminuyendo sostenidamente en las últimas décadas: los “Recommended Dietary Allowances” de la Food and Drug Administration prescribían 70 gramos diarios de proteínas para adultos en 1942 y solamente 56 en 1974; en 1975, organismos similares en la República Federal de Alemania y en Canadá pedían 63 y 56 gramos respectivamente30, la FAO/OMS redujo sus requerimientos a solamente 44 gramos en 197331. Por añadidura, existe hoy una fuerte tendencia a AFRICA LEJANO ORIENTE AMERICA LATINA CERCANO ORIENTE TOTAL POBLACION TOTAL (MILLONES) 1969-71 278 968 279 167 1.692 1972-74 301 1.042 302 182 1.827 1983 valorar positivamente las dietas tradicionales, en contraposición a las “europeas”, como la mexicana de maíz y frijoles, que provee a un costo muy bajo los aminoácidos esenciales, con poca necesidad a recurrir al consumo de carnes32. De hecho como vimos, la desnutrición exclusivamente proteica es de observación rara en el mundo, y en general, como vimos, los individuos que pueden satisfacer cuantitativamente sus necesidades energéticas con calorías no tienen problemas por falta de proteínas. Lo que está haciendo el “homo sapiens” con los granos que produce es exactamente lo contrario de unas recomendaciones de proteínas cada vez menos exigentes. Una proporción creciente de granos se destina a forraje. Las cifras se detallan en las Tablas Nº 2 y 3 (página siguiente). Esta situación —independientemente de su ya mencionada inutilidad nutricional— es un despilfarro desde el punto de vista termodinámico: es bien sabido que cada eslabón de una cadena trófica ocasiona la pérdida de entre el 50 % y el 90 % de la energía contenida en el eslabón anterior: una vaca consume entre el 75 % y el 90 % de la energía que ingiere en sus propios procesos vitales, dejando para quien a su vez la consuma el resto. Es bien conocido el cálculo de Borgstrom, según el cual una dieta norteamericana “neta” de 3.300 kilo-calorías diarias, con un gran componente de energía de origen animal, ha requerido un aporte inicial de 11.886 kilo-calorías, mientras que una dieta hindú “neta” de 1.990 kilo-calorías tienen 2.636 calorías iniciales33, cálculos que bastan para postular que el control de natalidad ante una presunta “explosión demográfica” se haga en los Estados Unidos y no en la India... Ya hemos mencionado antes una conversión a una dieta adecuada de los granos que se producen en el mundo, la que ratifica la conclusión fundamental: los granos sobran. Inclusive en términos de producción de proteínas los vegetales son mucho más productivos que los animales, y pueden hacerse muchas disquisiciones sobre la calidad de éstas, pero, como hemos visto, esas objeciones son cada vez más débiles: TABLA Nº 1: Número estimado de personas con una ingesta de alimentos inferior al límite mínimo critico (*). Excluye los países asiáticos con planificación centralizada (**) REGION SETIEMBRE DE NUMERO CON INGESTA INFERIOR (MILLONES) 1969-71 70 256 44 31 401 1972-74 (*) Estimado como 1,2 el metabolismo basal individual. (**) China, Kampuchea Democrática, República Democrática Popular de Corea, Mongolia. Vietnam. FUENTE: Modificada de la Cuarta Encuesta Alimentaria Mundial, FAO, Roma, 1977. 83 297 46 20 455 PORCENTAJE CON INGESTA INFERIOR 1969-71 25 25 16 18 24 1972-74 28 29 15 16 25 7 Daños sociales por malnutrición TABLA Nº 2: Destino de la producción de granos en el mundo DESTINO ALIMENTACION HUMANA FORRAJE5 TOTAL 1961-1963 1969-1971 1972-1974 821,8 1.076,2 1.149,6 517,2 304,6 619,7 456,5 Fuente: Modificado de la Cuarta Encuesta Mundial de Alimentación, FAO, Roma, 1977. REGION 658,7 490,9 TABLA Nº 3: Granos destinados a forraje, porcentaje de la producción AMERICA DEL NORTE EUROPA OCCIDENTAL OCEANIA OTRAS ECONOMIAS DE MERCADO DESARROLLADAS EUROPA ORIENTAL Y URSS AFRICA AMERICA LATINA CERCANO ORIENTE LEJANO ORIENTE ECONOMIAS ASIATICAS DE PLANIFICACION CENTRALIZADA TOTAL MUNDIAL 1961-1963 1969-1971 1972-1974 37 42 43 86 60 56 20 47 4 32 22 2 15 Fuente: Modificado de la Cuarta Encuesta Mundial de Alimentación, FAO, Roma, 1977. TABLA Nº 4: Producción de proteínas (*) PAPA CEREALES VACAS LECHERAS POLLOS HUEVOS VACAS-OVEJAS 150 140 45 35 20 10 Kg. Kg. Kg. Kg. Kg. Kg. (*) Kilogramos por acre. Las cifras son aproximadas pero dan una idea de las magnitudes en juego. FUENTE: Modificado de Colin Tudge, The famine business. Pelican Harmondsworth, 1979. UNA TENTATIVA DE SÍNTESIS. LA CAUSACIÓN DOMINANTE DE LA MALNUTRICIÓN El panorama que acabamos de reseñar configuraría un ejemplo de máxima irracionalidad. Sin embargo, conviene siempre buscar la racionalidad oculta que subyace tras la aparente irracionalidad —la que suele corresponder a una lógica que no se explicita—; y debe luego buscarse en el acervo de conocimientos de que se dispone las categorías explicativas que arrojen una máxima luz sobre el fenómeno que se intenta explicar. Como hemos visto, en nuestro planeta sobran la energía solar, la fotosíntesis y la producción de alimentos; sobran también los malnutridos, inclusive parecen sobrar más cada vez. No busquemos una 88 68 67 36 64 5 38 22 2 15 88 71 61 40 67 5 40 21 2 15 sola explicación a la existencia de todos ellos: la tendencia a buscar una sola explicación totalizante para todo lo que sucede ha hecho (y hace) mucho daño a la epidemiología. Es evidente que la existencia de ciertos malnutridos se debe a causas que tienen que ver con la psique de los individuos (la anorexia nerviosa, ciertas obesidades); con fenómenos colectivos de tipo cultural o religioso (diversos tabúes, ciertos ayunos)34; con catástrofes naturales que siguen ocurriendo pese al desarrollo de las fuerzas productivas de la civilización (aunque de forma mucho menos importante que lo que sostiene la “sabiduría convencional”)35. La causación de la mayor parte de la malnutrición que azota a nuestro planeta en estos momentos no debe buscarse en los paradigmas biológicos que dominan la epidemiología desde que fueron enunciados en el siglo XIX hasta hoy (aunque con mucha menos fuerza últimamente). Esta explicación reside en un área del conocimiento donde la enorme mayoría de los médicos y biólogos rehúsan entrar, negándole valor científico: la economía política marxista. Bajo el capitalismo, el alimento es una mercancía, sujeta a ciertas leyes generales que explican el comportamiento de esta categoría: postulación de un “valor de cambio” que es independiente de su “valor de uso” (necesidad); agregación de valor, para obtener un beneficio máximo, que permita la reproducción ampliada del capital invertido en ella. Hemos visto la irracionalidad de destinar a forraje gran parte de la producción mundial de granos, que comidos por seres humanos en su forma original llevarían a la erradicación de la desnutrición calórico-proteica que 8 nos azota. Esta irracionalidad biológica pero racionalidad capitalista36 en el caso de los alimentos corresponde fundamentalmente al hecho que el hombre es un animal omnívoro, que puede consumir indistintamente alimentos vegetales o animales, pero su capacidad de consumirlos es inelástica: consumir más que cierta cantidad produce hartazgo a corto plazo y obesidad y a veces muerte a largo plazo. El capitalismo se encuentra entonces ante el hecho que es muy difícil el agregado de valor a una alimentación fundamentalmente vegetal, que se halla a poca distancia económica de la producción (máxime si esta se origina en agriculturas con un fuerte componente precapitalista). La inducción de una alimentación que dé un beneficio similar al de otras ramas de la economía capitalista (bienes de consumo durables, defensa militar, “industria de la salud”) debe hacerse a través de una complicada gama de procesos, que van desde la agricultura “moderna”, muy consumidora de capital y energía, que no puede establecerse sin que el Estado le provea una infraestructura, pasando por la introducción de líneas verticales de producción del tipo de forrajes-fertilizantes industriales-alimentos balanceados hasta producir alimentos siempre caros, y en la mayoría de los casos innecesarios nutricionalmente. Es aquí más que en ningún otro lado donde debe buscarse la explicación de la hiperproteinización de las dietas para quienes puedan comprarlas, o la inducción de la lactancia artificial en los niños37. La valorización de las mercancías no deja otras opciones al capitalismo. y el precio a pagar, que en esta área se mide en desnutrición, retardos y muertes, se juzga aceptable, aunque se lo deba ocultar. Haciendo una historia de esta hiperproteinización de las dietas, resulta clara la nefasta influencia del “Protein Advisory Group” de las Naciones Unidas, criticado por Mc Laren38. Este grupo, indudablemente bien intencionado, y cuyos errores fueron de ignorancia, cumplió su papel inicial en la hipertrofia de las proteínas como constituyentes de las dietas, lo que se ha llamado “el gran fiasco de las proteínas”; pero como hemos visto, el fiasco crece, aunque la comunidad científica internacional ya ha revisado sus errores de hace veinte años. Todo esto resulta en una producción termodinámicamente ineficiente y nutricionalmente excesiva de proteínas animales, cuyo destinatario será el grupo de población que tiene dinero para comprarlas, y cuya justificación es la valorización que recibe la mercancía alimento en las etapas que transcurren desde el grano hasta la carne, leche, queso o huevos finales. Otros ejemplos de este proceso de valorización económica y deterioro alimentario está dado por los “alimentos chatarra” —que desplazan a alternativas nutricionales más sensatas, y cuyo costo es muy superior a su valor nutritivo—. He aquí un sucinto ejemplo de este fenómeno: “la galletita se convierte en una galletita de chocolate, la galletita de chocolate adquiere una capa de crema y unas gotas de mermelada, se la vende en una caja con ventana de plástico: los frijoles que se podrían vender por kilo en una CUADERNOS MÉDICO SOCIALES Nº 25 - SETIEMBRE DE 1983 bolsa de papel son convertidos en imitación de carne, para ser vendidos por libra a precios que se ajustan a los de la carne real”39. Debemos hacer notar el papel que juegan los medios de comunicación de masa en la promoción de esta locura alimentaria; es que uno de los objetivos fundamentales de éstos (aunque no está explicitado) es la circulación y valorización de mercaderías. Existen numerosos ejemplos históricos de lo dicho hasta aquí, que puede parecer extraño a quienes buscan siempre en lo biológico (y eventualmente en lo psicológico individual) la causación de las enfermedades. Cuando el alimento deja de ser una mercancía y queda en él solamente su “valor de uso”, los niveles nutricionales mejoran. La Gran Bretaña de 1939 a 1945, bloqueada, bombardeada, y con un gran déficit de mano de obra agrícola, que había sido movilizada para la guerra, experimentó a través de un racionamiento igualitario de alimentos baratos, una mejoría de su nivel nutricional en este lapso, comparado con la “prosperidad” de preguerra, donde el alimento era exclusivamente una mercancía40. Los adelantos en materia nutricional y la gran reducción en la malnutrición que han tenido lugar en China desde 1949 y en Cuba desde 1959 son ya bien conocidos, tratándose en ambos casos de países “pobres”, en los cuales este hecho parecería incongruente. En el caso de México, las redes de abastecimiento tipo CONASUPO-COPLAMAR, dentro de una política de “desmercantilización” del alimento, parecen haber sido elementos importantes el la reducción de la malnutrición (léase desnutrición) nacional, pase a lo difícil que es verificar este aserto, y a que esto se opone a lo que hacen otros elementos de la sociedad civil mexicana —la radio y la televisión comerciales, por ejemplo— que parecen haberse autoasignado la tarea de aumentar la malnutrición en el país. La tarea de “desmercantilizar” los alimentos es una meta política del más alto aliento, y un ejemplo central del tránsito del “reino de la necesidad” al “reino de la libertad” que se ha asignado a la civilización. Quien no puede alimentarse como necesita no es libre, y eventualmente morirá en la apatía o la indignación (casi siempre en lo primero, recordemos que la indignación bien canalizada protege contra la muerte y las enfermedades). Dejo a los economistas la tarea de cuantificar, con el actual desarrollo de fuerzas productivas, cuánto del Producto Bruto Mundial se insumiría en la producción de alimentos para satisfacer todas las necesidades nutricionales del “homo sapiens”, y qué sucedería si esta producción se distribuyera gratuitamente. Me sorprendería que el insumo fuera superior a lo que nuestra civilización gasta hoy en automóviles particulares y en medios electrónicos de comunicación de masa; unos cálculos sencillos acerca del llenado del “déficit de calorías” a nivel mundial, efectuados por distintos procedimientos, demuestran que éste puede hacerse desaparecer utilizando insumos (expresados en “millones de toneladas de trigo/año”) que son irrisorios comparados con la producción 9 Daños sociales por malnutrición actual de este grano; de 37 a 58 millones de toneladas anuales41; ¡cuanto mucho el 16 % del trigo que se produce actualmente, el 5 % de la producción de granos del mundo, menos del 12 % de los granos actualmente destinados a forraje! No creo que exista una sola vía política para llegar a satisfacer la meta de erradicar, la malnutrición en el “homo sapiens”. Aunque para el socialismo los bienes —especialmente los bienes de uso— no son mercancías, existe suficiente evidencia empírica sobre el “socialismo real” para mostrar las distancias y dificultades que existen entre las enunciaciones y las realizaciones. Similarmente, aunque la crisis del capitalismo es creciente y aparentemente irreversible, no creo que estén cerradas todas las vías capitalistas para combatir la malnutrición, si las fuerzas productivas son suficientemente grandes, y existe una voluntad, aunque sea “reformista” de emplearlos. Volvamos a la paradoja inicial. Sobre la energía inicial, sobran los alimentos. Sobra y crece aparentemente la malnutrición. Esto constituye un horror del que estamos anestesiados por la misma magnitud y ubicuidad del fenómeno. Los campos de exterminio signaron el nazismo, y la memoria histórica vincula hoy indeleblemente ambos hechos. ¿Vinculará alguna época futura —más humana que la nuestra— al horror de la malnutrición con nuestra civilización de hoy, de la que muchos están orgullosos? REFERENCIAS 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8. 9. 10. 11. 12. 13. 14. 15. 16. Ver Sabelli M. “Epidemiología de la desnutrición”. Cuadernos Médico Sociales N° 15, Rosario, Argentina, enero de 1981. Sobre este concepto, desarrollado inicialmente por I. Wallenstein, ver Amin S, Arrighi G, Frank AG y Wallenstein I. Dinámica de la Crisis Global. Siglo XXI, México, 1983. Escudero JC. “Sobre mentiras y estadísticas de salud en América Latina”. Revista Latinoamericana de Salud N° 1, México, 1981. Escudero JC. “Sobre mentiras...” op. cit. Escudero JC. “Sobre mentiras...” op. cit. Arriaga EA. “Infant and child mortality in selected Asian countries”. Preliminary Draft, 1979. Arriaga EA, op. cit. Esto está más desarrollado en Escudero JC, “Desnutrición en América Latina: su magnitud”. Revista Mexicana de Ciencias Políticas y Sociales N° 84, México, 1977, y en García R y Escudero JC, The Constant Catastrophe. Cap. 4. Pergamon Press, Oxford, 1982. Escudero JC. “Las muertes por desnutrición en México”. Foro Universitario (en prensa). Puffer RR y Serrano C. Características de la mortalidad en la niñez. Publicación Científica N° 262, Organización Panamericana de la Salud, Washington, 1973. Esto está más desarrollado en Sabelli M. “Epidemiología...”, op. cit., y en García R y Escudero JC. The Constant..., op. cit. capítulo 12. Sobre este concepto, desarrollado inicialmente por I. Wallenstein, ver Amin S, Arrighi G, Frank AG y Wallenstein I. Dinámica de la Crisis Global. Siglo XXI, México, 1983. Eveleth PB y Tanner JMT. Worldwide variation in human growth. International Biological Program 8. Cambridge University Press, 1976. Tort M. El cociente intelectual. Siglo XXI, México, 1978. Oort Abreham H. “El ciclo de la energía en la tierra”. Scientific American: la Biósfera. Alianza, Madrid, 1979. Woodwell GM. “El ciclo de la energía en la biósfera”. Scientific American, op. cit. 17. 18. 19. 20. 21. 22. 23. 24. 25. 26. 27. 28. 29. 30. 31. 32. 33. 34. 35. 36. 37. 38. 39. 40. 41. Rodríguez de la Fuente F. “Mares y océanos”. Enciclopedia Salvat de la fauna, Tomo 12. Pamplona, 1980. Buringh P, Van Heemst ND y Staring GJ. “Cornputation of the absolute maximum food production of the world”. Dept. of Tropical Soil Science, Agricultural University, Wegeningen, 1975; y Buringh P y Van Heemst ND. “An estimation of the world food production based on labour oriented agriculture”. Center for World food market research, Wegeningen, 1977. Ambos artículos han sido editados en Swaminathan MS. “Global aspects of food production”. World Climate Conference, Ginebra, febrero de 1979. Asumiendo que puede conseguirse una dieta nutricionalmente adecuada con 204 Kg. (450 libras) de grano por persona-año: 159 kg. (350 libras) de consumo humano directo y 45 kg. (100 libras) para alimentación de animales domésticos. Ver Mager Jean. “The dimensions of human hunger”. Scientific American, Vol. 235, N° 3, septiembre de 1976. Buringh P. “Food production potential of the world”. World Development Vol. 5; Nº 5, 6 y 7, mayo a junio de 1977. “The world food problem, a report of the President’s Science Advisory Committee”. Volumen II, The White House, Washington DC, 1967. Tha famine business. Pelican, Tudge Colin. Harmondsworth, 1979. Reinhard M y Armengard A. Historia de la población mundial. Ariel, Barcelona, 1966. Una evaluación reciente del impacto de Europa sobre el resto del mundo puede leerse en Wolf Eric, Europa and the people without history. University of California Press, 1982. Mc Neill WH. Plagues and peoples. Anchos Books, Doubleday, Nueva York, 1976. FAO. La cuarta encuesta alimentaria mundial, Roma, 1977. Tudge Colin, op. cit., p. 14. Ver referencia 19. UN. World Food Conference. FAO Roma, 1974. Munro HN. “How well recommended are the recommended dietary allowances”. Journal of the American Dietetic Association Vol. 71, noviembre de 1977. “Energy and protein requirements, report of a joint FAO/WHO Expert Committee”. World Health Organization Technical Report series Nº 822, Ginebra, 1973. Behar M. “European diets and traditional foods”. Food polley, noviembre de 1976. Reproducido en el capítulo 2 de García R y Escudero JC. The Constant..., op. cit. Boystram D. “The price of a Tractor”. Ceres Vol. 7, N° 6, noviembre-diciembre de 1974. Citado por Behar M, op. cit. Se puede argumentar sin embargo que muchos tabúes son el resultado de una racionalidad científica que no se encuentra racionalmente expresada. Ver Harris Marvin. Cows, pigs, wars and witches. Vintage Books Random House, Nueva York, 1975. Ver también Rappaport Ray A. “El flujo de energía en una sociedad agrícola”. Scientific American: la energía. Alianza, Madrid, 1971. Para desmitificaciones de “la naturaleza y sus perturbaciones” como causas de sufrimiento humano, enfermedad y muerte, ver García R y Escudero JC. The Constant..., op. cit. y Escudero JC. “Ambas orillas del Canal del Viento”. Territorios, N° 11, México, 1982. Por lo menos un país socialista está hiperproteinizando su dieta, aparentemente con el objetivo de aumentar su legitimidad política a través de una dieta más variada —aunque mucho más cara y no más nutritiva—. Ver Ellman Michael. “1972-73 Soviet grain imports and the weather”, anexo del capítulo 1 de García R. Nature Pleads not-guilty. Pergamon Press, Oxford, 1981. Ver Isunza Alberto (editor) Consideraciones biosociales de la lactancia materna. Publicación L-5. División de nutrición. Instituto Nacional de la Nutrición. México, 1983. Mc. Laren DS. “The great protein fiasco”. The Lancet, 15 de junio de 1974. Tudge Colin, op. cit., p. 136. Escudero JC. “Un estudio de caso de política nutricional”. Salud problema 2, México, 1979; García R y Escudero JC. The Constant..., op. cit., Anexo 1 del capítulo 10. La cuarta encuesta alimentaria mundial, op. cit. La salud en la crisis del Estado de Bienestar * Giovanni Berlinguer ** 1. PREMISA Este libro es la continuación, en el tiempo y en el razonamiento, de Una riforma per la salute. Iter e objettivi del Servizio sanitario nazionale. Escribía, entonces, inmediatamente después de la aprobación de la ley de reforma sanitaria, el 23 de diciembre de 1978. Escribo ahora a tres años de distancia, recogiendo juicios y polémicas, editadas o inéditas, sobre este tormentoso período, y reflexionando sobre las perspectivas de la política sanitaria. El haber previsto ya, en la declaración del voto en la Cámara, el 16 de diciembre de 1978, las dificultades que existirían para una ley “confiada a un gobierno que no refleja la mayoría reformadora”, y el haber señalado la aparición de “obstrucciones y sabotajes, que implican el riesgo de que la reforma sanitaria se convierta en una cáscara vacía, dentro de la cual progrese la obra de destrucción de los servicios existentes”, no resulta precisamente consolador. Es necesario señalar que se han cometido errores, en la orientación y en la actividad legislativa. Además se debe encuadrar el terna en los múltiples cambios ocurridos en estos años, las divergencias crecientes entre los partidos en la política italiana; la crisis del Estado de Bienestar en todo Occidente; la crítica pero también la persistencia del modelo médico y de la relación entre ciencia y poder afirmándose en la sociedad capitalista. Antes que alargar el discurso y buscar motivaciones que van mucho más allá de la pasión del roedor por el queso (puesto que a su custodia ha sido confiada la ley) me parece útil delinear las cuatro fases de las “obstrucciones y sabotajes” pasados, presentes y futuros: a) La fase de las demoras: Los plazos fijados por la ley para las realizaciones gubernamentales y regionales, son ignorados, y a menudo omitidos, dejando la reforma a medio hacer. Lombardia y * ** Sicilia, por ejemplo, han instalado las Unidades Sanitarias Locales entre 2 y 3 años después de lo previsto. El gobierno todavía no ha creado el Instituto Superior para la Prevención y Seguridad del Trabajo, destinado a la salud de los trabajadores (art. 23); y la delegación para establecer antes del 31 de diciembre de 1979 “normas en materia de higiene y seguridad en los ambientes de trabajo y de vida” (art. 24) cayó en el olvido. b) La fase de las distorsiones: Todos los elementos de ambivalencia que existían en la ley, como resultado no solo de negociaciones sino de necesidades políticas, han sido deformados en sentido privatista y centralista. El decreto sobre la situación jurídica del personal (art. 47), y el convenio con los médicos generales, por ejemplo, han aumentado los espacios destinados a los profesionales liberales en el interior del servicio público; las normas sobre instituciones de internación y tratamiento de carácter científico (art. 42) han sido utilizadas pata sustraer a las Regiones y a las USL, hospitales ampliamente dotados de patrimonio inmobiliario (casas y terrenos) y bastante escasos en laboratorios de investigación; el personal de los organismos de prevención (ENPI y ANCC) ha permanecido hibernando en las dependencias del ministerio, obligado al ocio, mientras las USL intentaban realizar esa actividad. c) La fase de la oscuridad y de los tickets: Ha sido alcanzada con la ley financiera de 1982, según cuyo texto “el sector de la sanidad está pesadamente limitado por la disposición de contención de los gastos públicos. Por primera vez desde la institución del Fondo Sanitario Nacional no es éste el que resulta determinado en base a las necesidades de gastos del sector, sino que son los niveles de gasto los que deben determinarse conforme a las disponibilidades financieras que el programa económico reserva para la sanidad”1. Esta operación se asocia al ticket sobre Introducción a Gli anni difficili della riforma sanitaria. Bari, 1982. Profesor de Biología e Higiene del Trabajo de la Universidad de Roma. 2 la visita médica, sobre las internaciones hospitalarias y sobre la asistencia especializada. Según las piadosas intenciones del ministro proponente, las medidas financieras “estarán acompañadas de un manejo psicológico de esta etapa de sacrificios, basado en una correcta y amplia información a los ciudadanos acerca de los alcances y fines de las medidas adoptadas, así como de la reafirmación, sostenida por hechos significativos y políticamente relevantes, de que los principios fundamentales de la ley n. 833 de 1978 siguen en vigor, y que el proceso de reforma no se detiene sino que se adapta a las nuevas y objetivas condiciones económicas del país”2. d) La fase de la contrarreforma. Esta ha sido ya anunciada, por ahora con prudencia, por parte de los secretarios de los dos partidos que habían aprobado la ley: Piccoli y Craxi. Pero puede ser el desenlace inevitable de la actuación combinada de las restricciones en la asistencia y el descrédito de los servicios. Ya Guido Carli ha criticado esta situación: “permaneciendo la legislación sin modificaciones, la negativa a pagar agrava la crisis de la estructura y difunde, en el ciudadano que se rebela, la convicción en la ineficiencia del Estado: no porque cualquier cosa que éste haga esté necesariamente mal hecha, sino porque la inadecuación de los medios financieros y los servicios a los cuales cada ciudadano tiene derecho, deprime su calidad”3. Permaneciendo la legislación sin modificaciones: de allí el dilema entre la asignación de los medios suficientes y la revisión de los mecanismos de la ley. Pero atención: estas fases no pueden ser evaluadas bajo el enfoque de un “delito continuado”, tal como ha sido definido por el Código Penal: “acciones y omisiones consecutivas con un mismo designio criminal”. No se trata de un complot de malvados contra una buena ley. Se trata más vale de la expresión de una crisis que se presenta en forma similar en muchos países del mundo; y de una de las maneras posibles (o imposibles) de superarla. 2. ¿EXISTE UNA CRISIS SANITARIA? La pregunta es legítima. En términos estadísticos, en realidad, las condiciones de salud de los habitantes del planeta jamás han sido, en ninguna época de la prehistoria y de la historia, tan buenas como ahora. Si bien desigualmente distribuida, la salud es una adquisición reciente y, en conjunto, bastante difundida: la Organización Mundial de la Salud ha podido lanzar una campaña “Salud para todos en el año dos mil”, cargada de utopía pero también de esperanzas que hasta ahora eran imposibles de formular. Sin embargo, nunca las enfermedades han sido tan numerosas: ya sea por el aumento de la población, ya sea porque se entremezclan viejos y nuevos fenómenos morbosos. La verdadera crisis no consiste, por ahora, en el empeoramiento de la salud sino: a) en la separación entre las posibilidades científicas y las condiciones reales de la población; b) en los riesgos de retroceso, también sin precedentes en la prehistoria y la historia. Riesgos inmediatos (gue- CUADERNOS MÉDICO SOCIALES Nº 25 - SETIEMBRE DE 1983 rra) o lentos (ambiente) para la vida y la salud; y riesgos de pérdida de las conquistas asistenciales obtenidas gradualmente en el último siglo. Este último fenómeno tiene sus raíces en la situación actual de la economía capitalista: “Resulta difícil aumentar la tasa de beneficio incrementando la producción de plusvalía absoluta. El mayor desarrollo cultural y la organización de las fuerzas trabajadoras no permiten el aumento de la jornada ni de la intensidad del trabajo, y obstaculizan la reducción de los salarios. En estas condiciones el capital recurre al desarrollo tecnológico para obtener un mayor rendimiento, y transfiere a los países dependientes las industrias que implican mayores riesgos ambientales y que requieren más mano de obra, lo que produce reducción en el empleo y aumento de la desocupación. Contemporáneamente, la necesidad de aumentar las inversiones para desarrollar tecnología obliga a reducir los gastos considerados improductivos, como los servicios sociales y la atención médica”4. A esto se asocian otros fenómenos, para los cuales el terreno sanitario presenta los siguientes aspectos; 1. Crisis fiscal: demanda creciente, con imposibilidad financiera de sostenerla. 2. Crisis científica: límites de la concepción biologista para explicar y enfrentar el proceso de salud-enfermedad. 3. Crisis ético-social: discriminación clasista en la provisión de los servicios y mercantilización de la práctica médica. 4. Crisis institucional: fragmentación y deterioro del sistema sanitario5. Es verdad que la palabra “crisis” simplifica excesivamente la realidad. Existe contemporáneamente expansión, tanto de la economía como del modelo médico que se ha desarrollado en la sociedad capitalista, y que tiende ahora a difundirse hacia nuevos países y nuevos sectores de la población, existe sobre todo reorganización continua, por la influencia de las luchas sociales y de los progresos científicos. Pero si la definición de Krisis es aquella de la medicina griega antigua, que la consideraba como “elección, decisión, fase decisiva de una enfermedad” éste es el caso. Alemania Occidental, por ejemplo, ha tenido el más alto incremento del gasto sanitario, entre los países europeos, del 4 % del PBI en 1960 al 10 % en la actualidad. El interrogante es hoy si serán compatibles estos desembolsos con el desarrollo de la economía, pero más todavía está en cuestión su eficacia quoad valetudinem: para la salud se reconoce ya que tienen más valor las medidas de higiene y prevención, casi ignoradas en los presupuestos estatales. Gran Bretaña, con el gobierno de la Sra. Thatcher, ha buscado comprimir los gastos sociales. Ha tenido éxito en lo referente a la instrucción en menor medida para la sanidad, por la rigidez de los mecanismos financieros, pero también porque el mayor número de desocupados hace crecer la carga del asistencialismo inerte. 3 La Salud en la crisis del Estado de Bienestar En los decenios transcurridos, en suma, ha habido casi en todas partes un aumento (aunque desigual y precario) tanto del nivel de salud como de la cantidad de servicios médicos. Ahora bien, la Krisis (elección, decisión) es entre la restricción y la recalificación: es decir entre la supresión de los derechos, que parecían adquiridos para siempre, y la transformación de aquel “modelo sanitario ambiental” que parecía único y eterno. Puede ser útil observar cómo es considerado este dilema, no solo Italia, sino en otros países de occidente. 3. LAS TENDENCIAS EN LOS EEUU El informe sobre el estado sanitario en los EEUU para el año 1979 se abría con esta frase: “La salud del pueblo americano nunca ha sido mejor”6. La afirmación era cierta, aunque países menos ricos tenían índices de salud más elevados. Habían contribuido a este resultado el progreso médico, las luchas sociales que atenuaron los desniveles de la mortalidad entre las clases y entre las razas; la extensión de los servicios sociales, posibilitada por el incremento productivo y la caída de los gastos militares. Con Kennedy el 44 % del presupuesto estatal se había dedicado a la defensa y un cuarto a los gastos sociales; con Carter, solo un cuarto para la defensa y 37 % para los gastos sociales. Actualmente se proyecta una nueva inversión entre los rubros. Se habla impropiamente de neoliberalismo, porque la transferencia no es de lo público a lo privado, sino de lo social a lo militar. No está en discusión la intervención del gobierno en la economía, sino quién debe beneficiarse con ella7. En los próximos cinco años los gastos previstos para la defensa superan los tres billones de dólares, más de la suma gastada desde la segunda guerra mundial hasta hoy; en gran parte están constituidos por encargos estatales a la industria, con la esperanza que sean un estímulo para la innovación tecnológica y la reactivación económica. Para gastos sociales, la administración Reagan ha atribuido a los diferentes Estados un 2030 % menos, adoptando el sistema de los block grants, asignaciones globales, que dejan a los Estados las decisiones, no sobre sí, sino acerca de dónde debe recortar el servicio. El Ministro de la Salud y Servicios Humanos, R. S. Schweiker, ha explicado con claridad qué mecanismos políticos se pondrán en movimiento. Primero: “todos los grupos de presión que venían a Washington e insistían sobre sus programas, lo harán sobre los Estados”. Segundo: “Los Estados, antes de gastar el dinero del block grants, deberán hacer conocer un plan de gastos: al Ministerio, al Parlamento Estatal, al público. Darán así a la gente la posibilidad de comentar dicho plan, y de participar en alguna medida de las decisiones políticas”8. Es decir, a elegir qué tipo de asistencia suprimir. La ley financiera italiana, proponiéndose recortar los fondos de las USL y dejar a las Regiones “en libertad de decidir” qué ticket imponer al enfermo, ha duplicado, seis meses después, el mismo mecanismo: en el período expansivo era el gobierno central el que ampliaba el financiamiento, en los períodos de escasez deben ser los poderes locales los que decidan las restricciones y sufran el empuje del descontento popular. En los EEUU, el sistema de los block grants quiere poner una contra otra a las categorías asistidas, en “una guerra de las necesidades” dividida según los grupos, los Estados, las necesidades: ocupados contra desocupados, niños contra ancianos, blancos contra negros, mujeres contra hombres, nativos contra inmigrantes9. Es posible observar, evidentemente, las dificultades para organizar una respuesta política unitaria, que resulta obstaculizada ya sea por la dispersión organizativa de los individuos afectados, ya sea por las características de los partidos americanos. Es prematura cualquier evaluación de como terminará la partida. Pero se ha observado ya, entre los mismos amigos del presidente, que “la Seguridad Social constituye el talón de Aquiles de Reagan y de los republicanos” y que sobre esto podrían reclutar aliados sus adversarios para tomar venganza: “Los demócratas muestran signos de recordar las lecciones de sus mejores días. Vienen diciendo, bastante convencidos, en relación a los impuestos y a la seguridad social, que constituyen el partido que se preocupa de los trabajadores con un ingreso fijo, de las viudas y de los huérfanos, y que los republicanos son los sirvientes de los ricos. No es un argumento sutil ni elevado, pero ha funcionado en el pasado. Y... ofrece la posibilidad de unificar la base de las clases trabajadoras, más allá de barreras raciales e ideológicas para llevar a los demócratas a la victoria, ahora y después”10. No es seguro, sin embargo, que el partido demócrata tenga la fuerza y la voluntad para “unificar las clases trabajadoras”. No es seguro, sobre todo, que el Estado y el ciudadano americano puedan soportar el peso de un gasto sanitario cuyos costos crecen con un ritmo tan elevado. En el medio siglo que va desde 1940 a 1990, las sumas destinadas a la atención médica se calculan así: Año 1940 1950 1960 1970 1981 1985 1990 Mil millones de dólares 4,0 12,7 26,9 74,9 278,5 462,2 812,0 El aumento mayor se ha producido en la atención hospitalaria. Tomando como base el año 1967 = 100, el conjunto de los servicios médicos ha crecido de 49,2 en 1950 a 274,4 en 1980, pero los gastos por 4 CUADERNOS MÉDICO SOCIALES Nº 25 - estadía en hospital de 30,3 a 395,311. Con algunas ventajas para la salud de los americanos, naturalmente, pero con mucho más beneficio para las instituciones de atención médica. El ministro Schweiker ha teorizado que “la competencia debe ser nuestra mayor prioridad en el terreno sanitario” y que se debe “combatir el prejuicio que el sector privado y quien obtiene un beneficio no contribuyen al bien público”. Pero esto ya sucedía en la práctica, desde hace tiempo. Los beneficios de los hospitales privados, desde 1970 a 1981, con un número de camas sólo duplicado, han aumentado en un 763 % y un médico ha explicado cómo se comportan frente a los pacientes pobres: “Puesto que los hospitales privados son empresas que pagan impuestos, lógicamente no tienen obligaciones hacia los enfermos indigentes, lo mismo que un panadero no da pan al desamparado, sino que espera que éstos vayan al gobierno para ser ayudados a comprar el alimento”12. Si después, el gobierno, con el dinero de los impuestos, en vez de asistir a los enfermos llena los arsenales, esto es cuestión política. Pero sobre la política del gobierno influye notablemente, y no ciertamente para desarrollar la asistencia pública, el “complejo médico-industrial”, y en particular las cinco mayores sociedades propietarias de hospitales: American Medical International, Hospital Corporation of America, Humana, Lifemark, National Medical Enterprises. Muchos médicos son ya accionistas y empresarios, y puesto que son ellos mismos los que aconsejan y deciden qué medios diagnósticos, qué operaciones quirúrgicas, que atención es útil al paciente, resulta claro que el abuso y la corrupción son cada vez más frecuentes. El propietario de un laboratorio de análisis ha declarado: “Si se corre el riesgo de dar al médico alguna cosa en proporción a los análisis que pide, prescribirá como un Drácula”13. Se ha creado así una espiral de costos, intereses, actividad médica, en expansión casi imposible de detener. La verdadera tentativa de Reagan no es reducir el gasto sanitario, sino más bien transferirlo del presupuesto federal al presupuesto privado, apuntalado al menos por las compañías de seguros. La competencia, es decir la lucha por la existencia en el sentido literal de la palabra, se hará cada vez más aguda, y producirá sus víctimas. Sobre el plano macroeconómico y en las relaciones internacionales, sin embargo, el reforzamiento del “complejo médico industrial” puede avanzar simultáneamente con la influencia creciente del “complejo industrial militar”. La competencia, también en el campo médico, puede estimular la alta tecnología, la exportación de productos, aparatología y conocimientos, la hegemonía cultural del modelo americano, y así consolidar formas de dominio basadas en alguna medida sobre la admiración, sobre el consenso, sobre la imitación. Continúan existiendo, es verdad, otras formas de dominación, hacia las cuales, sin embargo, la SETIEMBRE DE 1983 rebelión es más fácil y espontánea. Para permanecer en el terreno de la salud y de su valor en la importación-exportación citaré un solo ejemplo. Es sabido que, en la última fase de la revolución sandinista en Nicaragua, el detonante de la revuelta general fue la muerte, por parte de los somocistas, del director del diario La Prensa, Pedro Joaquín Chamorro. El proceso fue celebrado en junio de 1981 y el periódico del frente sandinista resume así la sentencia: “La corte, reunida durante casi 24 horas, ha juzgado a los asesinos y ha cerrado un capítulo negro del oprobio y de la corrupción somocista. Las sentencias varían desde 20 a 30 años, y está pendiente la extradición de algunos de los acusados del delito. Entre estos el cubano-norteamericano Pedro Ramos, que ordenó la muerte de Chamorro. Ramos, propietario de la sociedad Plasmaferesis, exportaba sangre nicaragüense hacia los EEUU. Fue duramente criticado por Chamorro y decidió asesinarlo, después de haber obtenido la aprobación de Somoza”14. El príncipe rumano Vlad II, llamado por sus contemporáneos y después conocido en la cinematografía bajo el nombre de Drácula, era, en comparación, un modesto artesano. Las relaciones sanitarias entre los EEUU y los países subdesarrollados merecerían un análisis más amplio, que no es posible hacer en este libro que tiene como tema Italia, sus modelos, y sus conexiones con Occidente. 4. VÍAS ALTERNATIVAS: SUECIA Y FRANCIA Las tendencias prevalecientes en los EEUU, que en ellos puede comportar mayor desigualdad pero también mayor fuerza, entre nosotros podrían llegar a ser desastrosas. El impulso a aumentar el gasto militar, a reducir los fondos sociales, a comprimir el salario y la ocupación, golpea contra la legislación protectora, la relativa rigidez del presupuesto, la descentralización de las decisiones, la debilidad de la economía y la fuerza del movimiento obrero y democrático: el riesgo no es aquí la desigualdad compensada por la fuerza, sino la iniquidad agravada por la parálisis y la impotencia. Estas diferencias, particularmente evidentes entre EEUU e Italia, son sensibles también en relación a un país que tiene un ingreso medio similar al norteamericano: Suecia. En una esquemática descripción de los dos modelos, F. Diderichsen subraya las siguientes diferencias con EEUU: “— menores diferencias entre las clases, en el acceso a la atención; mayor énfasis sobre la prevención ambiental — de las enfermedades, respecto a las teorías americanas que insisten sobre life styles (estilos de vida) y sobre victim blaming (culpar a la víctima); — tendencia a la planificación territorial de los servicios (aunque con mucha burocracia y resultados insuficientes); — mayor contacto con la población y prioridad 5 La Salud en la crisis del Estado de Bienestar (más teórica que práctica) de la “medicina comunitaria” y de la atención primaria; reducción de los servicios en las áreas de — menor necesidad y consolidación hacia las necesidades mayores; — reforzamiento del rol del Estado, y de las administraciones locales, tanto en la economía como en el “poder sanitario”15. En los últimos años este modelo, que ha representado una de las mejores realizaciones de la social democracia europea, ha encontrado muchas dificultades, sea por el cambio producido en el gobierno sueco, sea por el impacto de la crisis. Existe actualmente mucha discusión sobre la oportunidad de apuntar sobre la alta tecnología o sobre el reforzamiento del poder de las profesiones de salud, sobre la introducción del “factor mercado” en los servicios (escuela y sanidad, sobre todo), sobre cuánto pueden valer económicamente las necesidades humanas y la calidad de la vida, sobre la exigencia de una mayor participación popular en el control, tanto de la producción como de los servicios16. Sobre estos temas se está desarrollando una activa lucha política. En Francia, en el proceso electoral que contempló la victoria de Mitterrand, su antagonista Giscard se presentaba afirmando: “Considero como uno de los resultados más positivos de ml mandato presidencial el haber extendido a todos los franceses los beneficios de la seguridad social, el haber mejorado notablemente sus alcances terapéuticos, haber ayudado al progreso médico otorgando prioridad a la investigación, haber garantizado finalmente el equilibrio financiero y como consecuencia la continuación de nuestro sistema de seguro de enfermedad”17. Esta evaluación ha resultado confirmada por una encuesta poblacional. A la pregunta: “¿Cómo piensa Ud. que están atendidos los franceses al fin del gobierno del Sr. Giscard D’Estaing en relación a 1974?” parece que el 11 % respondió “mucho mejor’ el 63 % “mejor”, el 11 % “peor”, el 2 % “mucho peor” y el 13 % “lo ignoro”18. Es difícil saber si esta encuesta es ficticia o si los franceses habían otorgado escaso paso al presunto mejoramiento de la atención para decidir a quién votar. Cualquier ficción que hubiera, estaba, ciertamente, en el programa electoral de Giscard para la salud, como en otros campos. Un solo ejemplo: en la lucha contra el alcoholismo, “tema fundamental para Francia”, se valorizaban dos hechos: que desde 1974 a 1978 el consumo medio de alcohol había pasado de 16,7 a 16 litros” y que “el consumo de los adultos de más de 20 años había descendido de 24,3 a 23 litros”. Se olvidaba el tercer hecho, el más negativo y fácilmente deducible por vía aritmética; el aumento del alcoholismo entre los jóvenes19. De cualquier modo, después de la elección de Mitterrand (y del nombramiento de un comunista, Jack Ralite, en el ministerio de salud) la continuidad de la política sanitaria ha estado en parte interrumpi- da. El programa del nuevo gobierno ha sido anunciado en diez puntos, a realizar “sin precipitación pero sin hesitación”. “1. desarrollar una auténtica prevención, con prioridad para el período desde el nacimiento hasta el fin de la obligatoriedad escolar; 2. gratuidad de la atención hospitalaria; 3. derogación de los contratos con los médicos, y negociación de nuevas modalidades de contrato con todos los interesados; 4. promover realmente las funciones del médico general; 5. nacionalización de los tres grandes grupos farmacéuticos (Rhone-Poulenc, PUK, Roussel-Uclaf), y constitución de un polo nacional de investigación y de producción de medicamentos; 6. suprimir el sector privado en los hospitales públicos; 7. negociar con la ‘seguridad social’ y con las colectividades locales la noción del ‘precio del día-cama’; 8. considerar, entre las diversas formas de ejercicio de la medicina, la creación de centros sanitarios integrados que, con método pluridisciplinario, toman a cargo globalmente los problemas sanitarios resultantes de las necesidades constatadas y concertadas; 9. plantear el problema de los órdenes profesionales, y resolverlo según la propuesta del presidente de la República; 10. ubicar los diversos niveles y formas de especialización en un contexto nacional, regional y local, en relación con los servicios ambulatorios, de manera de proporcionar atención de la mejor manera posible, en las mejores condiciones científicas, familiares y sociales”20. Estas medidas tendían sobre todo a circunscribir el “poder privado” en la medicina (industria farmacéutica, gremios profesionales, camas y visitas con cargo en los hospitales públicos) y a relacionar mejor la prevención con la atención primaria, los hospitales con los servicios ambulatorios y domiciliarios. No se tiende, al menos por ahora, a modificar el sistema basado sobre el seguro social y sobre la asistencia indirecta (pago por parte del enfermo y reembolso sucesivo del 70-80 % de los gastos realizados). Los primeros años del gobierno han dado la señal para un desarrollo cuantitativo de la asistencia: aumento del número de los estudiantes de medicina, nuevos cargos para personal hospitalario, mayores recursos para los hospitales, exención del ticket para enfermedades largas y graves. Ya se perciben, sin embargo, algunas críticas: “La primera se relaciona con la evidente contradicción entre medidas tomadas y programa anunciados. Mientras los segundos manifiestan contenidos decisivamente innovadores (diversificación de la práctica médica con creación de centros sanitarios y de grupos integrados socio-sanitarios, y desarrollo de la investigación, por ej.) la mayor parte de las medidas tomadas hasta ahora se ubican en la tradición de impronta conservadora y algunas pare- 6 CUADERNOS MÉDICO SOCIALES Nº 25 cen coloreadas con una pizca de demagogia; pensamos en el aumento de la compensación a los médicos, aumento decidido a un mes del nacimiento del nuevo gobierno, y la autorización para la instalación de 26 nuevos TAC. La impresión es que el nuevo gobierno ha considerado ante todo la popularidad”. “La segunda consideración se relaciona con las consecuencias económicas del nuevo curso. También en Francia el sistema de salud lucha desde hace años por la contención del déficit dentro de límites aceptables. Y bien, la opinión pública más atenta se pregunta cuánto tiempo puede durar esta política expansiva respecto de la sanidad”21. No se trata sólo de expansión, sino también de una tentativa de calificar la intervención: por ejemplo se ha decidido un aumento consistente de las asignaciones para prevención, que deberán pasar en breve tiempo del 3 al 7 % del gasto sanitario. En Francia, además, no existe un déficit público comparable a aquél desastroso que existe en Italia, y por consiguiente la compatibilidad entre estas erogaciones y la situación presupuestaria se plantea en términos menos agudos. Este problema de la compatibilidad es, por lo general, el tema predominante en la discusión sobre política sanitaria, en los países de Occidente y particularmente en Italia. 5. ALGUNAS OPINIONES OPINABLES Pero, ¿es, en realidad, un tema esencial? Tengo la impresión que de ese modo se olvidan los dos objetos reales de la contienda: sobre el plano económico, la eficacia del gasto (cuánto, es decir, cada lira o marco o dólar se traduce en mejoramiento de la vida de alguien); y sobre el plano ético-social, el valor de la salud (que está en el primer lugar, casi siempre, en las prioridades de los individuos, pero no sucede lo mismo en las prioridades de los Estados). ¿Es poesía, esto? Pero, precisamente, la limitación del presupuesto debería aconsejar, sobre el plano económico, destinar los recursos a aquellas erogaciones en las cuales la relación costo/beneficio se acerca al factor 1, mientras ahora se expresa en una fracción más pequeña22; y, en especial, el temido alejamiento entre el ciudadano y el Estado debería inducir, sobre el plano ético social, a hacer coincidir las prioridades individuales con las colectivas, mientras ahora las limitaciones y disfunciones de los servicios sanitarios plantean el riesgo de alimentar más el “Qualunquismo” que la democracia. Sería poesía si se mantuviera, como punto de referencia, la muy conocida pero ya envejecida definición de salud de la Organización Mundial de la Salud: “bienestar físico, psíquico y social”. La medicina no puede garantizar esta absoluta felicidad para los hombres, ni resolver los conflictos entre las clases y los pueblos de la tierra; cumpliría con su deber si eliminase algunos motivos evitables de infelicidad, si atenuase la desigualdad social en la prevención y en la atención de la enfermedad. Sería poesía si se afirmase solamente que la SETIEMBRE DE 1983 salud es “un bien irrenunciable” que “no tiene precio” escondiendo por detrás de valiosos principios morales las muchas dificultades para decidir en las situaciones concretas. Estas concepciones han sido definidas como “simplistas e ingenuas” con algunas argumentaciones válidas: “Un cálculo hecho recientemente en los EEUU sobre la respuesta técnica que hoy puede darse a necesidades sanitarias totales, hace ascender al costo a cerca de seis mil millones de liras por hombre. Se trata de la hipótesis de aplicación de técnicas extremas, en los límites de las posibilidades ofrecidas por la electrónica, la bioquímica y la cirugía. Incluso un gasto de centenares de millones de liras por individuo se alcanza en algunos casos”. “El desarrollo de la biotecnología será pleno en el presente decenio. Esto plantea problemas delicadísimos, sobre el uso social de los recursos económicos: las posibilidades de intervención sobre el hombre se introducen, en los dos extremos, en el terreno de las necesidades estéticas (mejoramiento de la forma y de las prestaciones físicas, también ellas necesidades) y en el campo de la alternativa entre la vida y la muerte”23. Aun si el hombre a curar con esos millones fuera un extremo muestrario de desdichas y riquezas, y aun si los límites entre la salud y la belleza, y entre la vida y la muerte estuvieran lo suficientemente claros, la definición de la OMS, presentaría el riesgo de transferir la política sanitaria al campo de la utopía. Una nueva definición, sugerida por Seppilli, es esta: la salud es “una condición de equilibrio armónico funcional, físico y psíquico, del individuo dinámicamente integrado en su ambiente natural y social”27. En apariencia suprime el “bienestar”, pero en realidad lo exalta, como finalidad a alcanzar mediante acciones individuales y colectivas que no tienen solo costos sino también ventajas. Si se evaluara y exaltara la utilidad sanitaria de estas acciones, y si se persiguiera siempre una relación = 1 entre beneficios y costos del gasto sanitario, el tema de la “compatibilidad” quedaría delimitado en sus justas (y válidas) dimensiones. De lo contrario, este tema quedaría impuesto como una opinión difundida, incluso prevalente, pero no sería susceptible de opinión, ni, por lo tanto, de refutación. Pero también hay otras opiniones: las expongo sumariamente. 6. ¿LA REFORMA HA ACRECENTADO EL GASTO? En liras, ciertamente. Calculando sin embargo la depreciación de la moneda y el aumento del número de los asistidos (dos millones y medio más, en relación a las mutuales) el gasto está estabilizado. Había crecido hasta fines de 1975, cuando la reforma sanitaria comenzó a ser una realidad parcial con la transferencia de los hospitales a las Regiones. Luego disminuyó, en relación con el Producto Nacional Bruto, y ahora parece en descenso o estacionario. He aquí los valores porcentuales: 7 La Salud en la crisis del Estado de Bienestar Año 1975 1976 1977 1978 1979 1980 19811 19822 Por ciento del PBI 6,4 6,2 5,6 5,7 6,1 5,7 de 5,7 a 5,1 de 5,6 a 4,7 En relación con los otros países de la Comunidad Económica Europea26, que gastan entre el 6 % (Inglaterra) y el 11 % (Alemania) del PBI, puede considerarse inapropiado porque Italia tiene menores recursos y un mayor endeudamiento, pero la dinámica del gasto a lo largo de los años muestra que incluso la reforma ha permitido, en alguna medida, su control. La comparación con los años de las mutuales (cuando el costo aumentaba y el gobierno decretaba periódicamente la “eliminación del déficit” a cargo del Estado, mientras ahora la relación entre entradas y salidas está en equilibrio, y se interviene en cambio con recortes y tickets) puede evidenciar dos hechos: subjetivamente, un intento punitorio contra la política de la reforma; objetivamente, una real dificultad de las finanzas para soportar la carga creciente del gasto sanitario. Este aumenta sustancialmente por dos motivos que son fisiológicos. Primero, porque llevar a todos los ciudadanos al nivel de terapia permitido por las mayores posibilidades de la ciencia moderna es costoso. Segundo, porque hay una mayor demanda de salud. Hace cierto tiempo, en realidad, se soportaban con resignación condiciones de morbilidad ante las cuales hoy se quiere actuar. Basta pensar en los pequeños defectos que eran tolerados, como por ejemplo el estrabismo o la escoliosis, u otros que actualmente pueden corregirse. La recuperación de los incapacitados, de los enfermos mentales, de los drogadictos, comporta también notables gastos. En el gasto sanitario, además, hay muchas distorsiones y mucho derroche. Según los defensores del ticket, esto es consecuencia de la gratuidad del servicio. Ciertamente, puede haber en ello algo de verdad. En realidad, autolimitar un consumo que no se paga directamente exige o un buen sistema de control o un altísimo sentido cívico, es decir, una identificación del ciudadano con las necesidades del Estado. Estas dos condiciones no existen en medida adecuada en Italia, y será necesario insistir para que se desarrollen. Es necesario agregar, sin embargo, que se trata sólo de uno de los mecanismos de desarrollo del gasto, que a menudo resulta aislado artificiosamente de los otros. El mecanismo fundamental en realidad, no es la gratuidad, sino la inducción al gasto, promovida no por el enfermo que debe proteger su salud, y que, por consiguiente, recurre lógica- mente a todos los medios que considera disponibles, sino de otros individuos: de quienes, tras esta exigencia, levantan intereses privados. Algunas empresas farmacéuticas, por ejemplo, incitan a los asistidos al sobreconsumo de fármacos; algunos médicos tienen intereses en ambulatorios, laboratorios y lugares de internación. Si no se controlan estos mecanismos, distorsiones y derroches se acrecentarán; y el resultado de la política restrictiva será sólo la transferencia de los gastos del presupuesto público al privado: sólo para quienes pueden. 7. ¿LA OPOSICIÓN ES ENTRE LO PÚBLICO Y LO PRIVADO? Si el dilema actual de la economía es la elección entre consumo e inversión, esta operación de transferencia del gasto puede sólo crear mayores injusticias, sin aumentar por ello los fondos a destinar a la actividad productiva. Pero la relación público-privado en la medicina tiene también otros aspectos. Ante todo, la salud es un hecho privado, y tal vez el más íntimo de los fenómenos que conciernen al individuo. Sin embargo, dado que la enfermedad perturba la normal relación comunitaria, exige respuestas colectivas en términos de prevención y de cura, de rehabilitación y de reintegración. En la enfermedad misma hay, por lo tanto, un terreno de conflicto y de compensación entre lo privado y lo público. Otro terreno es la disponibilidad de medios para la salud; éstos provienen de los ciudadanos individualmente por vía directa y personal o bien del Estado. Pueden provenir también de fuentes intermedias; éstas han sido por mucho tiempo el seguro social y son en muchos países los seguros privados. Según Stefanelli, se ha cometido en Italia un error, suprimiendo el primero, sin prever ni regular el desarrollo de los segundos. “Sorprende la absoluta previsibilidad de una oferta de aseguración privada —y por consiguiente la absoluta imprevisión de no haberlo tratado explícitamente— al nacimiento de un Servicio Sanitario. Se ha hecho mucha referencia al Servicio Sanitario inglés al modelar el italiano: en Inglaterra el número de personas que habían recurrido al seguro privado era de 3.337.000 en 1980. Diez años antes era mucho menor, 1.980.000. El límite principal se encuentra en el terreno del costo de la póliza, que varía desde 250 a 600 mil liras por año para un joven de 19-30 años hasta llegar a 600.000/1.000.000 de liras por año para el grupo de edad entre 51 y 65 años (para más de 65 años incluso los aseguradores ingleses tienden a retirarse del mercado de la medicina). “Los seguros de enfermedad ascendían a 3 billones 519 mil millones en Alemania Occidental, 1 billón 283 mil millones en Holanda, 668 mil millones en Francia, cuando en Italia no llegaban a 65 mil millones (1977)”. “Allí existían entonces —y existen ahora— todas las condiciones para establecer una política sanitaria (y 8 CUADERNOS MÉDICO SOCIALES Nº 25 sobre todo una política del gasto) que se preocupe de proporcionar directivas al componente asegurador de la medicina. En el terreno privado se trata de instrumentar el disciplinamiento de las condiciones de oferta de las pólizas y la situación tarifaria. Actualmente la tarifa de seguro en el campo sanitario es simplemente presentada al Ministerio de Industria. La seguridad del interés público exige, en cambio, que la tarifa y las condiciones que la acompañan sean aprobadas por el Ministerio de la Industria. ¿Resulta aceptable, por ejemplo, la discriminación hacia los ancianos contenida en las condiciones de la póliza? ¿Son aceptables la oferta de indemnización por prestaciones sanitarias de moda y el frecuente rechazo de asegurar, en cambio, otras prestaciones (por ejemplo, las odontológicas) que tendrían un valor integrador efectivo de las prestaciones ofrecidas por el servicio sanitario? Tratándose de la aprobación de las condiciones de la póliza con intervención de la autoridad sanitaria, se pueden dar las respectivas respuestas”. “El Plan de Salud, en sustancia, puede buscar el logro de sus fines también a través de un disciplinamiento de la actividad de los operadores privados en el mercado sanitario. Este disciplinamiento puede tener efecto tanto sobre el volumen como sobre las direcciones del gasto sanitario”26. Además de esto, en la política de ingresos del Servicio Sanitario se mantiene un sistema mixto entre contribuciones previsionales, impuestos personales y financiamiento estatal. Este último debería constituir la única fuente de ingreso, a través del Fondo Sanitario Nacional (art. 51). La actual confusión no permite tampoco saber con certidumbre cuáles son las sumas recaudadas para fines sanitarios: la estimación para 1981 oscila entre 22 y 28 billones, siendo superior, por consiguiente, a los egresos27. Este sistema permite además evasión fiscal y manipulaciones, hasta llegar a considerar el ticket no como un cobro con determinada finalidad, sino como una entre las posibles fuentes de financiación del erario28. El proyecto de ley financiera de 1982 había establecido (art. 27) que “las sumas percibidas por participación en el gasto sanitario, previstas por las leyes nacionales y regionales, que resultan excedentes en relación al importe fijado al CIPE, serán imputadas como Ingresos en el balance Estatal”. El paso al total financiamiento público, además de proporcionar claridad sobre los ingresos permitirá hacer emerger, también por esta vía, la exigencia de una mayor equidad fiscal; y además, regular mejor la relación entre poder central y poderes locales. Observa sobre este punto Stefanelli: “Regiones y Comunas continúan disociando sus responsabilidades de aquellas del gobierno central en la definición y actualización de la política fiscal. No intervienen sobre los ingresos, ya se trate de su implantación legislativa, o de la recaudación fiscal y la administración de los impuestos; se caracterizan como entidades de gasto, se hacen portavoces de las necesidades de gasto, sin entrar en conflicto con SETIEMBRE DE 1983 las clases sociales que lo financian o deberían financiarlo. El gobierno central les acuerda gustosamente esta posición subordinada que, a su vez, le permite amplio espacio de maniobra. Sobre esta no-responsabilidad financiera de las Regiones y las Comunas no es necesario hacer muchas consideraciones. Cuando vemos que el gasto sanitario —y todavía más las Instalaciones de salud— es mucho más limitado en una parte de las Regiones y las Comunas que es, precisamente, aquella donde reside la población de más bajo ingreso, no es lícito hacerse ilusiones sobre el rol de los entes locales como automáticos ‘portavoces de las necesidades’ de la población. Si estas necesidades se traducen simplemente en demanda de gasto, el resultado se conoce ya y es la discriminación del nivel del Servicio Sanitario”29. En fin, la relación entre lo público y lo privado está implicada en la elección de los consumos sanitarios: estos están influenciados por el mercado que actúa sobre los ciudadanos y sobre los intermediarios del gasto (médicos, dirección de los servicios); y son pagados en gran medida por vía estatal. Las leyes de la demanda y de la oferta funcionan de manera atípica, estando deformadas por los conocimientos científicos o por las modas, por los intereses legítimos o las turbias connivencias. No se puede por lo tanto programar ni el gasto ni la calidad de los servicios sin poner en práctica, contemporáneamente, una renovación moral del Estado y un mejoramiento cultural del personal sanitario y de la población. 8. ¿TU SALUD DEPENDE DE TI? El tema de la participación honesta e informada (sin los dos adjetivos el sustantivo suena vacío o equívoco) subsiste para el funcionamiento de los servicios, pero también para la acción preventiva. En los EEUU, y pronto también en Europa, se va abriendo camino la tesis de que el individuo es no solo consumidor de mercancías y usuario de servicios sanitarios, sino “proveedor primario de salud”. Es evidente, en esto, la tendencia a separar la salud privada de aquella colectiva, precisamente cuando la interdependencia entre las dos parece más evidente. Hay también algo peor: el intento de atribuir todos los males sociales a culpas de los individuos, a su comportamiento malsano o nocivo. ¿Las enfermedades? Dependen de los estilos de vida30. ¿La marginación? Deriva de la Inadaptación: de los ancianos, de los niños, de los desocupados, de los incapacitados, de los enfermos mentales, de las mujeres, de los jóvenes, y así sucesivamente, hasta considerar que los únicos adaptados a vivir y a ordenar son, como se dice en los EEUU, los white men over fifty31. Y entonces, ¿los derroches? Tienen su origen en el comportamiento consumista y en el hedonismo ¿La contaminación? Es culpa de los hombres. ¿La violencia? Es una elección de vida, que tiene su origen en la irreprimible agresividad propia de la naturaleza humana. Se podría continuar largo tiempo en la enumeración, pero también en la refutación de estas tesis. 9 La Salud en la crisis del Estado de Bienestar Para permanecer en el terreno de la enfermedad, los riesgos del victim blaming son notables. Navarro señala que en la industria química de los EEUU, en vez de controlar las sustancias tóxicas, se difunden los screening genéticos de los operarios para individualizar y descartar los sujetos más sensibles a la contaminación ambiental, considerada como dato inmutable; y cita un comentario de Anthony Mazzochi, responsable por la salud del sindicato Chemical and Atomic Workers; “Pienso que en los años ochenta veremos una gran cantidad de victim blaming. El énfasis no se pondrá sobre las sustancias con las que se trabaja: se tendrá en cuenta quiénes eran tu padre y tu madre”32. Pero, ¿qué representa esta tendencia? Solamente “elementos ideológicos y culturales utilizados para individualizar, atomizar y despolitizar a la población, subrayando las respuestas individuales, en vez de las colectivas y políticas, a los problemas del pueblo”33. En gran parte es así. Pero también es cierto que los factores personales, biológicos y sociales se entrelazan siempre, en el origen de la enfermedad. Es verdad además que, con el desarrollo de las fuerzas productivas y con la posibilidad de satisfacer las necesidades esenciales, de las cuales se depende para el 90 por ciento de las condiciones de salud, la lucha por la prevención se desarrolla sobre dos terrenos, para decidir: a) si tales satisfacciones se desarrollan de manera salubre o insalubre; b) si las nuevas necesidades son, a su vez, salubres o insalubres. Ni el punto a) ni el punto b) están desvinculados de las leyes del mercado, de las presiones de los medios de comunicación de masas, de los condicionamientos. Pero la gama de la libre elección, que era limitadísima cuando toda la vida estaba sujeta a las obligaciones de la mera subsistencia, puede ser hoy ampliada. La tendencia a exaltar el valor de la “subjetividad consciente” integrada y no contrapuesta a la voluntad colectiva, es también uno de los modos de enriquecer y no de anular, la acción política: incluso en el terreno sanitario. 9. EXPERIENCIA Y DESFASAJES En lo referente a la política sanitaria esta subjetividad y esta voluntad se han expresado en Italia, en los últimos veinte años, con altos y bajos; pero en conjunto con tensiones político-ideales y presencias prácticosociales que tienen, por su número y calidad, muy pocos precedentes en Italia y también en otros lugares. Me he ocupado de documentar los desarrollos entre 1978 y 1981 no sólo de la reforma sanitaria en sentido estricto sino también de cuatro entre muchos temas relacionados con ella: la droga, la enfermedad mental, el aborto, la relación trabajo-salud. Cada uno de ellos evoca movimientos culturales, luchas sociales, discusiones políticas, acciones públicas de amplio alcance. ¿Con qué resultados? Se verán en el tiempo. Pero no sugiero wait and see. Más que esperar y ver, para que los frutos sean positivos será necesario pro- ceder además, pero también reflexionar y corregir cuando sea necesario: evaluando sobre todo dos puntos: los desfasajes temporales y sustanciales entre el proceso de reforma sanitaria y otros factores: y los desequilibrios producidos por la reforma misma. La enunciación esquemática de algunos desfasajes pueden mostrar cuánto inciden: a) Desfasaje temporal entre el aumento de las necesidades y de las expectativas del ciudadano, a partir de los años sesenta, y cambio del ciclo económico, a partir de la irrupción de la crisis, en 1973, hasta la actual recesión. Este es un fenómeno común a casi todo Occidente. b) Desfasaje político, en Italia, entre la unidad de las fuerzas reformadoras en el período 197678, y la conducción de los gobiernos sucesivos. Esto ya ha sido señalado. Observa Maria Eletta Martini: c) d) “Respecto a 1978, año en que se sancionó la ley n. 833, el clima político ha cambiado profundamente: algunas relaciones entre los partidos son aquellas de hace tantos años, rígidos, casi incomunicados. Refluyen por lo tanto todas las posiciones divergentes que hace tres años, a través del debate, habían encontrado algún punto de convergencia”. “¿El futuro? Mucha oscuridad, si las fuerzas políticas que han querido la reforma no buscan todas juntas de qué modo debe ser llevada adelante”34. Desfasaje entre las actuales tendencias demográficas (menor natalidad, más ancianos) y las demandas de asistencia y de seguridad social. En teoría sería posible acumular mayores recursos, porque ha aumentado la productividad per capita de la población económicamente activa y reciclar gastos y servicios según las necesidades (de la geriatría, por ejemplo): pero el aumento de la desocupación y la rigidez de la organización sanitaria obstaculizan esta posibilidad. Desfasaje cultural, particularmente acentuado en Italia, entre la nueva capacidad profesional demandada al personal sanitario para los servicios reformados y los conocimientos, lo comportamientos, las relaciones de trabajo existentes. Después de haber objetado la tesis de que “la reforma decidida en el Parlamento en 1978 habría fracasado”, con la afirmación que “la reforma en verdad no ha sido implantada”, Lucio Rosaia agrega que se han cometido algunos errores: “El primero es que no se ha establecido una política de personal. El logro de los objetivos de la reforma presupone una reorganización radical del trabajo administrativo, médico, técnico y de enfermería, respecto al pasado. Tal reorganización, a su vez, presupone en primer lugar contratos de trabajo basados sobre la selección cualitativa (y no sobre la escolaridad ni sobre las leyes de sanatorios), sobre el respeto de la competencia (y no sobre la mortificación de los valores profesionales); sobre una precisa 10 e) CUADERNOS MÉDICO SOCIALES Nº 25 definición de los deberes y derechos de cada uno (y no sobre la anarquía de los roles); en segundo lugar presupone una programación del reclutamiento del personal con miras a objetivos predeterminados (y no el Far West de las necesidades electorales)”35. Desfasaje cultural que existe también en la población. No por culpa (la educación sanitaria, por ejemplo, ha sido introducida en la escuela media desde hace poco tiempo, y falta todavía en la elemental) sino por tradición y más todavía por un presión publicitaria muy hábil e intensa, la demanda de servicios y de prestaciones está a menudo distorsionada hacia tratamientos muy costosos y poco eficaces. f) Desfasaje, en el plano mundial, entre la carrera armamentista y la satisfacción de las necesidades fundamentales (trabajo, instrucción, salud, casa, y también libertad) de la población. Este desfasaje es en realidad last, not least: e incluso el anterior, porque también los procesos culturales y políticos son obstaculizados en su desarrollo progresivo. La enunciación es ciertamente incompleta. Pero la actitud a asumir no es ciertamente la afirmación de que todo entre en la armonía de la creación, para enfrentar la política sanitaria como cualquier otra exigencia “parcial”. De este modo, sobre cada uno de los puntos enunciados se puede generalizar, partiendo de la salud, para poner un poco más en armonía lo que sucede en “el exterior” con las exigencias de bienestar de los individuos. 10. DESEQUILIBRIOS INDUCIDOS POR LA REFORMA La expresión puede ser equívoca, e incluso reaccionaria. Pero sería ingenuo sostener que todos los defectos actuales del sistema sanitario italiano (y de la “cuestión casa” y de la escuela, y todo otro sector más o menos reformado) provienen o bien de la herencia del pasado o del mal gobierno central. Existen, además, en la salud, nuevos desequilibrios y distorsiones: por ejemplo, las USL, a menudo no pueden ser controladas en sus gastos; la actividad privada se expande no como integración, ni tampoco como competencia respecto al servicio público, sino como una forma parasitaria, como pillaje; las diferencias en el nivel de los servicios (y tal vez en la salud) entre región y región, entre zona y zona, tienden a acentuarse. Sin llamar la atención sobre estas novedades, es difícil revertirlas y mantener abierta la esperanza y la voluntad del cambio. La presencia entrelazada de desfasajes y desequilibrios plantea el riesgo de crear una serie de círculos viciosos difíciles de romper y que se agravan progresivamente. Ejemplo: la relación trabajo-salud. Si aumenta la desocupación puede decaer el empeño por la prevención de las enfermedades; el que tiene un trabajo trata de conservarlo de cualquier manera, el que no lo tiene está dispuesto a trabajar de cualquier manera, el que ofrece trabajo tiene menos preocupación por asegurar la salubridad. Pero SETIEMBRE DE 1983 si hay menos prevención, aumentan las enfermedades y la demanda de atención. Si se mantiene la presión popular y la garantía jurídica del derecho a la atención médica y a la asistencia monetaria, crecerán también los gastos sanitarios y previsionales, y serán menores las posibilidades de invertir para crear nuevas fuentes de trabajo, y aumentará la desocupación y la enfermedad...36. Pero se puede también intervenir en sentido inverso. Si hay lucha social y control público de la prevención, pueden no solo mejorar las condiciones de trabajo (y reducirse así la carga asistencial), sino crearse nuevas fuentes de empleo directo e indirecto; y puede disminuir el número de las ausencias por enfermedad o por “desafección al trabajo” y aumentar la productividad. Si además los servicios sanitarios funcionan bien, como estímulo a la prevención y como calidad-rapidez de la atención, también esto puede influir positivamente. A condición de que, naturalmente, las empresas individuales sean estimuladas (y eventualmente obligadas) a moverse en una óptica de productividad ampliada; y a condición de que los trabajadores, y sus organizaciones, se muevan en una óptica preventiva que no se base solo sobre la defensa y sobre el conflicto, sino también sobre proyectos. Para esto es necesario el compromiso del Estado con incentivos y controles; pero es además necesaria la contribución de la ciencia y de sus aplicaciones. También en la administración de los servicios y en la participación democrática pueden establecerse círculos viciosos y procesos degenerativos. Cuando en Italia se pasó de un poder asistencial controlado desde lo alto (mutuales y hospitales para la salud, INPS y otros entes para la previsión) a una transferencia de los poderes, a los entes locales para la salud, y a los sindicatos (parcialmente) para la previsión, se desencadenó sobre estos sectores la contraofensiva conservadora. Es verdad. ¿Se hubiera podido prever y actuar más oportunamente? Tal vez. Se pudo, sobre todo, evitar que a los obstáculos se agregaran los defectos de las fuerzas reformadoras. En relación a previsión, por ejemplo, los sindicatos se han ocupado mucho más de hacer crecer sus propias instituciones que de hacer funcionar y transformar el INPS, al servicio de trabajadores y pensionados31. Respecto a la sanidad, debemos preguntarnos si la presencia de los entes locales (y de todos los partidos) ha aumentado en realidad la participación, o bien si a menudo ha habido sólo una ampliación de la “clase política” y una separación mayor de la población y de los usuarios. Por lo tanto: o Regiones y Comunas (y partidos) se convierten también en instituciones abiertas, o la reforma significa retroceso de la democracia. Pero eso no basta: es necesario que al personal que trabaja en la sanidad se le otorgue más confianza y mayor responsabilidad (combatiendo en todas partes inercia y parasitismo) y es necesario que la población y los usuarios intervengan directamente en las USL y los servicios individualmente. De allí la importancia de aquellos que hacen (y no sólo de lo que proclaman y programan) los sin- 11 La Salud en la crisis del Estado de Bienestar dicatos, el movimiento para los derechos de los enfermos, las asociaciones feministas, los comités de barrio, etc., etc. Una de las experiencias más interesantes es la de la ley sobre el aborto. Se trató de un movimiento (cultural, social, parlamentario) para obtener la ley. Después la ley. Después el movimiento para aplicarla, lugar por lugar. Finalmente la contraofensiva prevista, y su derrota en el referéndum. Si la reforma hubiera consistido sólo en el acto legislativo, hubiera sido fácil cancelarlo o ponerlo en desuso. Pero hoy es también verdad que, si no se da un paso adelante sobre el terreno más comprometido de la prevención del aborto, el riesgo de una regresión ética y social, además del de una nueva contraofensiva, será más cercano. He aquí que en los desfasajes y los desequilibrios que surgen en la política de reforma, y que no están ciertamente ocultos, se debe encontrar el impulso para ir más adelante. Esta política no es como comer un alcaucil: primero las hojas espinosas y duras, luego aquellas más tiernas y dulces, finalmente el corazón. En la reforma hay, en todo momento, espinas y momentos gratificantes. A veces, también parece que las dificultades aumentan a cada paso en adelante que se alcanza a dar. Es obvio, todo sumado, que sea así. Cuando se quiere aumentar la igualdad de los ciudadanos frente al proceso de salud-enfermedad, cambiar el poder desde los pocos a los muchos, modificar la tecnología productiva y el comportamiento individual hacia una mayor salud, reciclar los servicios y las técnicas de intervención curativa y preventiva, y producir conscientemente otros procesos de transformación (sin los cuales cualquier reforma permanece aislada y se pierde) es lógico que surjan inmensas dificultades y mayores resistencias. El consenso de la población es el arma más importante para superarlas. REFERENCIAS 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. Disposizioni per la formazione del bilancio anuale e pluriennale dello Stato (legge finanziaria 1982). Disegno di legge n. 1583. Senato della Repubblica, comunicato il 30 settembre 1981, p. 15. Id., p. 20. Carli G. “Andreatta con i conti in rosso”; in La Repubblica, 21 de julio de 1981. Conclusiones del Seminario de San Miguel Regla (México) del International Group for the Advanced Study of the Political Economy of Health, julio-agosto 1981. Las principales conclusiones serán publicadas en el International Journal of Health Services. Lo citaré en adelante como Seminario de San Miguel Regla. Ibid. US Department of Health, Education and Welfare. Healthy People: The Surgeon General Report on Health Promotion and Disease Prevention, 1979. USGPO, Washington DC, 1979. Ver también el Comentario de Steen Lunde A, “Health in the United States”, in The Annals of the American Academy of Political and Social Sciences, enero 1981, vol. 453., pp. 28-69. Navarro V. “The Social Cost of National Security or Insecurity: An Analysis of Recent Events and Their Consequences for Public Health”, in American Journal of 8. 9. 10. 11. 12. 13. 14. 15. 16. 17. 18. 19. 20. 21. 22. 23. 24. 25. 26. 27. 28. 29. 30. 31. 32. 33. 34. 35. 36. Public Health, setiembre 1980, vol. 70, nº 9, pp. 961-3; también los otros artículos de la misma publicación, pp. 949-61, sobre el mismo tema. “What Reagan has in Mind for Welfare, Health Care”, in US News and World Report, 27 de abril de 1981, pp. 35-7. Cf. por ejemplo el Status Report on the Impact on New York City of President Reagan Proposed Budget Cuts, preparado por la Community Service Society, 28 de abril de 1981. Broder DS. “Some Bumps Await the Reagan Wagon”, in International Herald Tribune, 21 de julio de 1981, p. 4. US Deparment of Labor, Bureau of Labor Statistics, Consumer Price Index (publicación de cada año). Elaboración de los datos de la Federation of American Hospitals, en Medicine and Profits, op. cit. Id. p. 52. Cf. también para la violación de los principios éticos de la actividad médica, “The New Medical-Industrial Complex”, de Relman AS, in The New England Journal of Medicine, vol. 303, 23 de octubre de 1980. “30 años para asesinos de P. J. Chamorro”, en Barricada Internacional, 5 de julio de 1981. Comunicación al Seminario de San Miguel Regla. Diderichsen F. “The End of The Sweedish Model. Ideologies in Health Politics”. Ibidem. Giscard d’Estaing V. Allocution a l’Académie Nationale de Médecine, París, 17 de febrero de 1981. “La politique de santé”. Actualité-documents, 1981, p. 4. Es un opúsculo de la serie electoral publicada por el Service d’Information et de Diffusion du Premier Ministre. Otro fue dedicado a la Securité Sociale. Id., p. 29. “M. Jack Ralite définit dix actions prioriteires dans le domaine de la santé”; Le Monde, 11 de julio de 1981. Le Duc G. “Francia: svolta in sanitá con Mitterrand”, in Prospettive sociali e sanitarie, año XI, n° 20, 15 de noviembre de 1981, pp. 2-3. Este tema ha sido desarrollado ya en la introducción a Una riforma per la salute; De Donato, Bari, 1979, pp. 37-44. Cf. también Cochrane AL. L’inflazione medica. Efficacia ad efficienza della medicina; Feltrinelli, Milano, 1978. Stefanelli R. “Per una reimpostazione della spesa sanitaria”, en L’Assistenza sociale, Año XXXV, n° 1, 1981, p. 46. Seppilli A. “L’educazione sanitaria nella difesa della salute”, in L’Educazione Sanitaria, año XI, 1966, p. 339. Abbolito A. “L’assistenza sanitaria nei paesi CEE. Confronto dei costi e delle prestazioni”; suplemento de Il Medico d’ltalia, N° 23-24, 16-31 de julio de 1981. Stefanelli, art. cit., pp. 42-3. Macciotta G. “C’é un mistero nelle cifre del governo”; in Rinascita, 23 de octubre de 1981, pp. 11-2. Di Mauro L. La sanitá malata, p. 11. Stefanelli, art. cit. pp. 41-2. Para la crítica de esta tesis cf. Berlinguer G., “Life Styles and Health: Alternative Patterns”; in International Journal of Health Services, vol. 11, n° 1, 1981, pp. 53-61. Blancos, varones de más de 50 años. En la URSS este límite temporal es prolongado entre 20 y 30 años. Navarro V. “The Crisis of the International Capitalist Order and its Implications on the Welfare State”; in Catalyst, n° 7, 1980, pp. 9-25. Id., p. 9. “Un futuro multo buio”; in Il Medico d’ltalia, n° 31-32, 9-22 de octubre de 1981. Rosaia L. “Non si torna indietro nonostante gli errori”; in Corriere Medico, 19-20 de setiembre de 1981. Sobre los problemas del personal sanitario no me limito a este trabajo, prometiendo (o amenazando) tratarlo en un próximo libro: La figura del médico, della libera proffessione al servizio sanitario nazionale, en preparación para la colección “Medicina y Poder”, de Feltrinelli. Sobre la relación desocupación-enfermedad (y prosperidad-enfermedad) cf. Draper P. “Unemployment Can Seriously Damage Your Health”, in Manchester Guardian, 16 de noviembre de 1981. Una discusión más profunda se ha desarrollado en The Lancet después del artículo de Brenner MH, “Mortality and the National Economy”, 15 de 12 CUADERNOS MÉDICO SOCIALES Nº 25 setiembre de 1979, pp. 568-73. Otra discusión procede del International Journal of Health Services, cf. los artículos de Eyer J, “Does Unemployment Cause the Death Rate Peak in Each Bussiness Cycle”. vol. 7, n° 4, 1977, pp. 625-62, y “Prosperity as a Cause of Death” vol. 7, nº 1, pp. 125-50. La cuestión es controvertida: el cálculo de 37.000 muertos en los EEUU por cada 1 por ciento más en el índice de de- 38. SETIEMBRE DE 1983 socupación puede parecer excesivo. Pero existe una relación entre ambos fenómenos. Sobre este tema abrí una polémica en Rinascita, 17 de octubre de 1975, pp. 41-2 con el artículo “Assistenze paralelle o sicurezza sociale”. Me contestó el entonces presidente del INCA-CGIL. Conteste, tuve la última palabra en la revista, pero prosigue la batalla. ¿Es realmente útil la práctica anual de la prueba de Papanicolau? Anne Marie Foltz ** Jennifer L. Kelsey *** La detección de enfermedades en personas aparentemente sanas constituye desde hace mucho tiempo un importante aspecto de la labor sanitaria. En los últimos años, los profesionales de la salud pública ponen cada vez más en tela de juicio la utilidad de ciertas pruebas de detección23, 41, 55. Entre las más usadas y cuyo uso generalizado es hoy objeto de crítica figura la prueba citológica de Papanicolau, utilizada para la detección del cáncer cervicouterino. Durante los tres últimos decenios se ha estado animando a las mujeres de más de veinte años a someterse anualmente a esta prueba. La práctica está ya tan arraigada que, en 1973, cerca del 50 % de las mujeres norteamericanas de más de 17 años declararon haberse sometido a la prueba en el curso del año precedente, mientras que el 75 % se habían sometido a ella por lo menos una vez en su vida65. Sin embargo, pese a su uso generalizado y al hecho de estar recomendada por la American Cancer Society y en las enmiendas de la Ley Nacional del Cáncer de 1974, las ventajas de esta prueba distan de estar claras. En el presente articulo se hace un examen de los principios y prácticas en los que se basa el empleo de la prueba de Papanicolau. Hace algún tiempo, Shapiro54 hizo la siguiente advertencia: «... por desgracia, no se tomó ninguna medida años atrás para evaluar objetivamente la eficacia de la prueba de Papanicolau por medio de ensayos clínicos aleatorios y ahora, cuando esa prueba ha sido aceptada en todas partes como instrumento de diagnóstico, ya no es posible proceder a semejante verificación». * ** *** I. Por consiguiente, no tenemos más remedio que emitir nuestro dictamen fundándonos en los datos disponibles, incluso aunque por sí mismos sean poco concluyentes. CRITERIOS APLICABLES A LA DETECCIÓN Para facilitar el análisis que sigue, hemos agrupado en cinco grupos los criterios a los que deben responder las pruebas de detección. Aunque el hecho de que una prueba no satisfaga alguno de ellos no indica que esté desprovista totalmente de utilidad, para que un programa de detección en masa sea eficaz es preciso que se cumplan la mayor parte de los criteriosI. 1. Importancia de la enfermedad. La enfermedad debe plantear un importante problema de salud pública y tener una elevada prevalencia en la comunidad. 2. Características de la prueba de detección. La prueba debe ser fácil de practicar, precisa, fiable y aceptable para la población. 3. Estado de los conocimientos sobre la historia natural de la enfermedad. La enfermedad debe tener un período de latencia (o fase precoz asintomática) identificable y debe conocerse bien su evolución natural desde el estado de latencia al de enfermedad manifiesta. 4. Eficacia del tratamiento. Las personas que padecen la enfermedad declarada deben disponer de medios de diagnóstico y tratamiento aceptables. Debe haberse llegado a un acuerdo acerca de lo que constituye un tratamiento eficaz y apropiado. 5. Justificación de los gastos de detección. El Extraído de Foro Mundial de la Salud, 1 (1-2) 124: 1980. Escuela de Postgrado en Administración Pública- Universidad de Nueva York. Departamento de Epidemiología y Salud Pública - Universidad de Yale. En el caso de la fenilcetonuria, por ejemplo, la prevalencia es baja pero la prueba de detección es sencilla y precisa, la enfermedad tiene una historia natural conocida y se dispone de un tratamiento eficaz, todo lo cual justifica la aplicación del método y los gastos que entraña. No obstante, se han emitido también críticas a este respecto. 2 CUADERNOS MÉDICO SOCIALES Nº 25 - costo de las operaciones de detección de casos debe ser aceptable desde el doble punto de vista político y social. En este concepto se incluyen el costo de la propia prueba, los gastos de diagnóstico y tratamiento, y los desembolsos de orden personal y social resultantes de los falsos diagnósticos de presunción (falsos resultados positivos) o de la inadvertencia de casos de enfermedad (falsos resultados negativos). DETECCIÓN DEL CÁNCER CERVICOUTERINO 1. ¿Plantea el cáncer cervicouterino un problema de salud pública importante y de elevada prevalencia? El cáncer cervicouterino no constituye una de las grandes causas de defunción entre las mujeres de los países occidentales. En los Estados Unidos, como puede verse en el Gráfico Nº 1, este tipo de cáncer viene mucho después de las cardiopatías y de los ataques cerebrovasculares en la lista de causas de defunción y también se encuentra por debajo de otras localizaciones cancerosas de la mujer. SETIEMBRE DE 1983 A juzgar por los índices de mortalidad y de incidencia, el problema sanitario que plantea en los Estados Unidos tiene una importancia moderada. Cuando la prevalencia de la enfermedad es baja en el seno de la colectividad, el rendimiento de la detección es bajo en comparación con los esfuerzos desplegados. Por otra parte, cuando más baja sea la prevalencia menos probable es que una prueba positiva permita identificar correctamente a las mujeres que padecen realmente un cáncer; como consecuencia, a muchas mujeres que no padecen la enfermedad, pero en las que el examen de detección ha resultado positivo, se las someterá a nuevas pruebas de diagnóstico o a medidas de tratamiento innecesarias, con los consiguientes gastos y preocupacionesII. No se conocen las tasas reales de prevalencia del cáncer cervicouterino, del carcinoma in situ y de la displasia, ya que solo pueden determinarse por métodos quirúrgicos y estos no pueden aplicarse evidentemente a una muestra de la población general. Sin embargo los resultados de la prueba de Papanicolau indican que la prevalencia del cán- Gráfico Nº 1: Tasas de mortalidad por las tres causas principales de defunción, y principales localizaciones del cáncer en las mujeres de EEUU, 1976 Mortalidad por 100.000 habitantes 400 Mortalidad por 100.000 mujeres 383 400 300 293 250 250 200 156 150 77 100 98 150 100 50 50 0 0 Cardiopatías Mujeres 300 197 200 Cáncer Enf. Cerebrovasculares Fuente: US Department of Health, Education and Welfare, 1978b. II. Hombres 350 350 30 24 19 10 8,3 5,3 5,2 5 Mama Colon/ Pulmón Ovario Pán- Estó- Cuerpo Cuello Recto creas mago Útero Útero Principales localizaciones del cáncer en las mujeres Si la prevalencia de una enfermedad es de 5 por 1.000 la proporción de falsos resultados positivos de 5 % y la de falsos resultados negativos de 20 %, solo serán realmente positivos un 8 % (4 de 54) de los sujetos en los que la prueba de detección dio un resultado positivo. Si la proporción de falsos resultados positivos es de 20 % (lo que representa probablemente una cifra más realista), la de falsos negativos sigue siendo de 20 % y la prevalencia es del 2 por 1.000, solamente un 0,8 % aproximadamente (1,6 de 201,2) de los sujetos identificados como positivos en la campaña de detección serán realmente positivos. En otros términos, el 99,2 % de los sujetos identificados como positivos en las pruebas dejarán de serlo cuando se les someta a un reconocimiento ulterior de confirmación. Así pues, a los servicios de diagnóstico se les impone una pesada carga a cambio de un rendimiento sumamente bajo, por no hablar ya de la tensión psicológica a que se ven sometidas las mujeres examinadas. ¿Es realmente útil la práctica anual de la prueba de Papanicolau? cer cervicouterino en la población general es baja. En una encuesta inicial, Stern y Neely60 obtuvieron tasas de prevalencia de 5,4 por 1.000 para la displasia, 5,1 por 1.000 para el carcinoma in situ, 1,5 por 1.000 para el carcinoma invasor del grado 1 y 1,0 por 1.000 para el carcinoma de los grados 2-4. Esta proporción es aún menor cuando se procede a una nueva encuesta de detección: en un grupo de mujeres en las que se habían obtenido resultados negativos entre 1 y 7 años antes, los índices respectivos fueron de 2,4; 0,07; 0,09 y cero. Las diferencias de los índices de prevalencia del cáncer cervicouterino se deben en parte a variaciones de los tipos de mujeres sometidas a la prueba de Papanicolau (Feinstein, 1978). Estas mujeres pertenecen a cuatro grupos diferentes, por lo menos, representados en proporción variable en los programas de detección: 1) mujeres que no se encuentran sometidas normalmente a vigilancia médica y que, de no haberse realizado un programa de detección, no habrían acudido a un ginecólogo; 2) mujeres bajo vigilancia médica que acuden a un médico por alguna razón distinta de los presuntos síntomas de cáncer cervicouterino y a las que, en el curso del examen, se practica una prueba de Papanicolau; 3) mujeres en las que se practica la prueba de Papanicolau por presentar signos o síntomas de patología cervical; 4) mujeres en las que se había obtenido anteriormente un resultado negativo y que son objeto de un nuevo examen. Aunque cada uno de estos sectores de población presenta su propia tasa de prevalencia, son contados los estudios hechos teniendo en cuenta estos grupos. Además, como la gran frecuencia con que se practican las histerectomías ha reducido el número de mujeres expuestas a riesgo de cáncer cervicouterino, es difícil estimar con exactitud la mortalidad, la incidencia y la prevalencia de la enfermedad. 2. ¿Es la prueba de Papanicolau fácil de practicar, precisa, fiable y aceptable para la población? La prueba citológica de Papanicolau consiste en analizar células del cuello uterino (cérvix), obtenidas por raspado y teñidas por el método de Papanicolau. Aunque es rápida y sencilla puede causar algunas molestias. Jamás se ha puesto en duda su inocuidad y parece tener buena aceptación entre las mujeres. A pesar de que lleva usándose más de treinta años, aún están por determinar la exactitud y la fiabilidad de la prueba. Se ha sostenido que la exactitud se sitúa entre 95, y 100 %2, 19, 61, pero esta afirmación resulta engañosa toda vez que, en cualquier proceso de prevalencia baja, las estadísticas de este tipo pueden ocultar una elevada proporción de falsos resultados negativos. El raspado cervical produce una proporción menor de falsos resultados negativos que la aspiración vaginal56. En numerosos estudios diferentes, las tasas correspondientes únicamente a raspados cervicales varían entre 2,4 y 26 %28. Utilizando datos de 3 diversas fuentes, Coppelson y Brown14 han evaluado las tasas de resultados falsamente negativos en 40 % para la displasia, 20-45 % para el carcinoma in situ y 24 % para el cáncer invasor. En consecuencia, afirman: “Estos estudios demuestran qua la tasa de resultados falsamente negativos es tan elevada que no se puede dejar de tener en cuenta al establecer estrategias de prevención del cáncer”. Esta falta de reproductibilidad de las pruebas de Papanicolau obedece a distintas causas. Una de ellas es que las células anormales pueden estar presentes en una muestra y no en otra. Otra causa es que la interpretación de un mismo frotis por diferentes citólogos puede dar resultados diferentes20, 30, 38, 53. No se dispone de datos sobre las tasas de falsos resultados positivos, ya que para ello se necesitaría como denominador un grupo de mujeres que, a juzgar por criterios indiscutibles (cirugía), estuvieran exentas de displasia cervical, carcinoma in situ o carcinoma invasor. No tenemos noticia de que se haya hecho ninguna estimación de la tasa de falsos resultados positivos, tanto por métodos directos (Vg., reagrupación de observaciones sobre mujeres histerectomizadas por razones ajenas a la prueba de Papanicolau) como por métodos indirectos. Como antes se señaló, incluso las tasas bajas de falsos resultados positivos en una enfermedad poco prevalente pueden dar lugar a numerosos errores de identificación en mujeres que no padecen la enfermedad, con los consiguientes gastos elevados de vigilancia médica y angustias innecesarias. Los problemas planteados por la exactitud de la evaluación no se limitan a la detección citológica del cáncer cervicouterino sino que se extienden también a la biopsia como instrumento diagnóstico. Con frecuencia, en efecto se han observado variaciones importantes entre los anatomopatólogos encargados de interpretar una observación7, 12, 33, 38, 57. La prueba, en suma, es aceptable para la mayoría de las mujeres y fácil de practicar, pero ni su exactitud ni su fiabilidad están suficientemente documentadas. Los datos disponibles no son por ahora alentadores. 3. ¿Tiene el cáncer cervicouterino un período de latencia (fase presintomática precoz) identificable, y se conoce bien su evolución natural desde la latencia a la enfermedad declarada? Se supone que la displasia evoluciona hacia el carcinoma in situ, el cual se transforma a su vez en cáncer invasor. Sin embargo, no se conoce con qué frecuencia se producen esas dos evoluciones. Por otra parte, las biopsias diagnósticas practicadas en la lesión sospechosa pueden alterar de por sí el curso natural de la enfermedad. En 1976 un grupo canadiense de expertos8 hizo un resumen de todos los estudios anteriores y llegó a la conclusión de que la evolución del cáncer cervicouterino comprendía tres fases: displasia, carcinoma in situ y cáncer invasor, y que esta evolución podía extenderse quizá a 35 años. Esta conclusión se 4 CUADERNOS MÉDICO SOCIALES Nº 25 - desprende del hecho de que la incidencia máxima de cada una de estas fases evolutivas se sitúa en edades cada vez más avanzadas. Sin embargo, esta prueba indirecta resulta insuficiente. También se han efectuado algunos estudios longitudinales directos. En Copenhague, por ejemplo, entre 127 enfermos con un carcinoma in situ diagnosticado pero que no había sido tratado, el 33 % presentaron un cáncer invasor en el plazo de nueve años50. En Inglaterra, Spriggs59 y Kinien y Spriggs32, investigaron en 1971 y 1978, respectivamente, la evolución seguida por un grupo de mujeres que no habían querido someterse a la biopsia después de haber tenido una prueba de Papanicolau positiva (resultado definido como cáncer invasor o carcinoma in situ). En el segundo de estos estudios, un tercio de las 60 mujeres estudiadas presentaban una prueba negativa al cabo de 5,2 años por término medio, pese a que todas las mujeres en las que el resultado se había hecho negativo tenían menos de 40 años cuando se sometieron a la primera prueba. La conclusión de Kinien y Spriggs es la siguiente32: “Si estos casos son representativos, habrá que deducir que un tercio de las biopsias (de ordinario, por conización) efectuadas en la Gran Bretaña a causa de una citología cervical positiva se practican por lesiones que son insignificantes o que habrían desaparecido si no se les hubiera concedido la menor atención”. Esos estudios, efectuados en muestras poco voluminosas y quizás en poblaciones autoseleccionadas, no son totalmente fidedignos y, por razones éticas, resultan difíciles de reproducir. Con todo, constituyen una indicación de que la regresión es posible y que la progresión no es inevitable. La displasia no evoluciona siempre hacia el carcinoma in situ. Stern y Neely60 han observado que puede aparecer rápidamente y que también puede regresar, incluso aunque tienda a presentarse de nuevo. Es probable que las mujeres con displasia presenten un riesgo mucho mayor de carcinoma in situ, pero esta evolución no está ni mucho menos demostrada. Incluso si admitimos que los tumores progresan a veces, aún está por aclarar la cuestión de la rapidez con que crecen. Se han observado grandes variaciones en el ritmo de crecimiento de los tumores cervicouterinos49. Los programas de detección ofrecen la oportunidad de identificar a los tumores de crecimiento lento y larga fase preinvasiva con más facilidad que a los que crecen rápidamente y provocan síntomas al poco tiempo. En otras localizaciones del cáncer (mama y pulmón, por ejemplo), esos tumores de crecimiento rápido son por desgracia los de peor pronóstico9, 68 y nada indica que esta observación no sea también aplicable al cáncer cervicouterino. A menos que se practiquen pruebas a intervalos de pocos meses, estos tumores de crecimiento rápido pasarán inadvertidos en los programas de detección. En resumen, las mujeres con displasia cervicouterina están más expuestas al carcinoma in situ, SETIEMBRE DE 1983 como también están más expuestas las mujeres con carcinoma in situ al carcinoma invasor. Sin embargo, estos dos tipos de evolución no se producen siempre y, por supuesto, no lo hacen a la misma velocidad. Todavía quedan muchas incógnitas en relación con la historia natural del cáncer cervicouterino. 4. ¿Existen medios de diagnóstico y tratamiento disponibles y aceptables para el público? ¿Es eficaz el tratamiento del cáncer cervicouterino? Los métodos de tratamiento recomendados han cambiado a lo largo de los años. Hasta 1977, un resultado positivo de la prueba de Papanicolau iba seguido habitualmente de biopsia. En los Estados Unidos se recomienda últimamente practicar la biopsia con ayuda de la colposcopía (que permite visualizar el cuello del útero con 15 aumentos). Este método puede aplicarse en la consulta del médico y resulta más fiable que otros tipos de biopsia. La crioterapia y la electrocauterización son otros procedimientos de escisión de lesiones que también pueden practicarse en la consulta del médico26. Antes que se generalizara el empleo de la colposcopía, y en numerosas regiones donde no había médicos que dominaran esta técnica, se practicaba (y todavía se practica habitualmente) la conización, operación que entraña la extirpación de una parte del cuello uterino y que requiere hospitalización. No se sabe bien en qué medida la colposcopía es un método asequible en los Estados Unidos. Aunque la mayor parte de los anatomopatólogos estiman que no conviene pasar directamente de una prueba de Papanicolau positiva a la biopsia por conización o a la criocirugía, como tampoco de las biopsias obtenidas con sacabocados a las histerectomías, no se conoce la frecuencia real con que se practican tales métodos. En los casos de carcinoma invasor confirmado por biopsia, el método practicado de ordinario es la histerectomía total. Los casos de carcinoma in situ pueden tratarse por conización o por criocirugía cuando la enferma desea tener más hijos pero en general se recurre a la histerectomía total. En los últimos años, los especialistas de los grandes centros médicos han recomendado que no se practique la histerectomía en los casos de displasia leve o moderada, pero que se mantenga a la enferma sometida a vigilancia mediante evaluación colposcópica, biopsias y nuevas pruebas de Papanicolau. Como en los Estados Unidos no se han estudiado las actitudes diagnósticas y terapéuticas adoptadas tras una prueba positiva de Papanicolau, es difícil saber en qué medida las recomendaciones precedentes son objeto de aplicación o no pasan de representar un ideal. El método de tratamiento de ciertos tipos de lesiones ha sido tema de controversia. Hulme y Eisenberg27, por ejemplo, han observado que los hospitales de Connecticut difieren en su forma de tratar al carcinoma microinvasor, que desde el punto de vista histológico ocupa una posición intermedia entre el carcinoma in situ y el carcinoma invasor. En dos quintas partes de los hospitales se aplica el mismo ¿Es realmente útil la práctica anual de la prueba de Papanicolau? tratamiento utilizado para el carcinoma in situ, en una proporción análoga se recurre al tratamiento empleado para el cáncer invasor y en los restantes no existe un plan de tratamiento constante. No se ha demostrado de manera convincente que los actuales métodos de tratamiento sean realmente eficaces. En uno de sus folletos destinados al público en general, la American Cancer Society2 ha puesto de relieve que el tratamiento de los estados precancerosos y del carcinoma in situ tiene casi un 100 % de éxitos cuando la afección se descubre a tiempo. En varios estudios, sin embargo, se mencionan recidivas del carcinoma in situ o del cáncer invasor tras un tratamiento por histerectomía15, 36, 44. Kolstad y Klem37 estiman que la proporción de recaídas en los 10 años siguientes al tratamiento por histerectomía o conización del carcinoma in situ es del 2 %. En la mayor parte de las mujeres la enfermedad reapareció en el curso de los primeros tres años, independientemente al parecer del tipo de tratamiento aplicado. El objetivo final de la detección en masa del cáncer cervicouterino es reducir la mortalidad provocada por este proceso. Como no se habían realizado ensayos adecuados sobre la eficacia de la prueba de Papanicolau cuando se iniciaron los primeros programas de detección y, por otra parte, como hoy se considera que los ensayos aleatorios controlados son antideontológicos, no nos queda más remedio que limitarnos a comparar las tendencias de la mortalidad en las zonas donde se han aplicado programas de detección y en aquellas donde no ha habido programas de este tipo. Las comparaciones, sin embargo, se ven complicadas por diferencias resultantes de otras variables difíciles de apreciar, como la situación socioeconómica, las deficiencias del registro de estadísticas de mortalidad21 y el hecho de que las tasas de mortalidad por cáncer cervicouterino estaban descendiendo ya antes de que se generalizara la prueba de PapanicolauIII. El análisis de las tendencias de mortalidad por cáncer cervicouterino en las regiones donde se aplica en gran escala la prueba de Papanicolau ha dado resultados variables, tanto cuando esas regiones se estudian por sí mismas17, 18 como cuando se comparan con localidades en las que no se utiliza tanto la detección por medio de esa prueba1, 10, 24, 31, 43. Al parecer, sin embargo, en las regiones donde se ha empleado mucho y durante bastante tiempo la prueba de Papanicolau ha habido un descenso de las tasas de mortalidad pequeño, pero indudable, atribuible al uso de la misma. Pero incluso en estos casos, los programas de detección por medio de la prueba de Papanicolau han permitido obtener una reducción apreciable de la mortalidad. El estudio más útil a este respecto, aunque de hecho no sea concluyente, es III. 5 quizás el realizado en Canadá, donde, al analizar las tendencias de la mortalidad por distritos y circunscripciones de empadronamiento, se vio que los programas habían contribuido apreciablemente a reducir la mortalidad global entre 1960-62 y 1970-7245. Por último, en ninguno de los estudios que han demostrado la influencia de la detección en la mortalidad por cáncer cervicouterino se establecen diferencias entre los intervalos recomendados a las mujeres para los exámenes de control. En Aberdeen, por ejemplo, se convoca a las mujeres cada cinco años para que se sometan a la detección42, mientras que en la Columbia Británica1, 31 y en Louisville10 los intervalos son más cortos, aunque no se especifican. Sin embargo, en los tres programas se ha registrado una disminución de las tasas de mortalidad. Tampoco está siempre claro si estos programas de detección se dirigen principalmente a mujeres sometidas a algún tipo de vigilancia médica o si a ellos acuden mujeres especialmente expuestas que de lo contrario no acudirían al médico. 5. ¿Es política y socialmente aceptable el costo del programa de detección de casos? Para que un programa de detección sea eficaz es indispensable que las ventajas individuales y sociales resultantes superen a los gastos que entraña. A ambos lados del Atlántico se han aplicado de manera más o menos sistemática diversos métodos de evaluación de costos y ventajas y, al menos en la Gran Bretaña y en el Canadá, esta metodología ha suscitado grandes controversias. El problema no consiste tanto en saber si debe aplicarse la prueba de Papanicolau como en determinar a quién debe aplicarse y con qué frecuencia. Reino Unido. En 1968, Knox planteó en la Gran Bretaña el tema del precio de la detección, afirmando que costaría aproximadamente lo mismo prevenir un carcinoma clínico que tratarlo34. En la Gran Bretaña sigue habiendo una fuerte tendencia a evitar gastos excesivos y mantener una política prudente. Refiriéndose a una serie de artículos publicados en The Lancet sobre la detección, Holland llega a la siguiente conclusión: “La impresión que se desprende de todo esto es que, salvo en la fenilcetonuria, la detección no se justifica apenas en ninguna enfermedad”25. En la misma serie, Randall51 sostenía que la detección del cáncer cervicouterino satisface la mayor parte de los criterios que debe cumplir un programa selectivo de detección en poblaciones especialmente expuestas, pero que las personas en que se aplicaba no eran las apropiadas. En consonancia con estas preocupaciones, se ha sugerido a los médicos que no se esfuercen demasiado en lograr que las mujeres de menos de 35 años se sometan a pruebas repetidas en ausencia de Hasta 1949, en las tasas de mortalidad por cáncer uterino no se establecía ninguna diferencia entre las dos partes del útero (cuerpo y cuello), y es sumamente probable que la mayor parte de la disminución de la mortalidad registrada hasta esa fecha se debiera más al cáncer del cuello que al del cuerpo. 6 CUADERNOS MÉDICO SOCIALES Nº 25 - síntomas5. En 1976, Knox35, utilizando un modelo más complejo que el que había empleado en 1968, llegó a la conclusión de que una serie de diez exámenes de detección practicados entre las edades de 35 y 80 años constituiría una medida óptima, capaz de prevenir el 77 % aproximadamente de todas las defunciones por cáncer cervicouterino. Estos cálculos se hicieron a sabiendas de que aún no se disponía de numerosas informaciones concretas (Vg., porcentajes de error e historia natural de la enfermedad) que podrían alterar considerablemente las conclusiones. No obstante, en la Gran Bretaña se aprecia claramente una tendencia a recurrir menos a la detección en vista de su discutible eficacia, su costo y los gastos personales y sociales que entraña como consecuencia de las elevadas tasas de histerectomía. Estados Unidos. En los Estados Unidos, el debate sobre los costos se ha desarrollado de otra manera, concediendo menos atención al análisis costo/beneficio de carácter social. En un editorial publicado en 1976, la revista New England Journal of Medicine46 planteó la cuestión de si las mujeres examinadas eran realmente las que convenía examinar, toda vez que las que se sometían a la prueba de Papanicolau eran mujeres poco expuestas de clase media, mientras que las más expuestas, pertenecientes a un sector socioeconómico más bajo, no acudían a los dispensarios. Seis meses más tarde, la misma revista publicó las actas de una “mesa redonda” sobre gastos personales resultantes de la histerectomía que por lo general sigue al diagnóstico de carcinoma in situ y, a veces, incluso al de displasia. En este debate, Cole13 evaluó el costo actualizado de las histerectomías profilácticas practicadas en mujeres de más de 45 años para prevenir un futuro cáncer en unos u$s 9.800 por año de vida salvada. Las desventajas serían la tasa de mortalidad de la histerectomía (evaluada en 0,06-0,2 %) y los posibles efectos adversos de carácter metabólico y endocrino. La conclusión de Cole fue que las ventajas de la histerectomía desde el punto de vista de la profilaxis del cáncer son insuficientes para justificar los costos. Notman47 señaló, por su parte, que las histerectomías parecen ir seguidas de una elevada proporción de depresiones mentales graves, y que estos efectos eran suficientemente importantes para exigir un estudio más detenido. A pesar de estas observaciones sobre gastos y de las preocupaciones que suscita el abuso de la histerectomía, y no obstante la sugerencia de que se recurra con menos frecuencia a la detección, la mayor parte de los grupos norteamericanos, y en especial la American Cancer Society, han seguido preconizando la práctica anual de la prueba de Papanicolau, haciendo caso omiso de las voces que se elevan acerca de los tres problemas citados. IV. SETIEMBRE DE 1983 Canadá. Al igual que en los Estados Unidos, el programa establecido en el Canadá para la detección del cáncer cervicouterino tiene ya una larga historia y también ha comprendido investigaciones epidemiológicas. Sin embargo, a diferencia de sus colegas del país vecino, los investigadores canadienses no han tardado en plantearse la cuestión del valor de ios diferentes programas de detección, quizá para adaptarlos a sus planes de seguro de enfermedad establecidos en todas las provincias y para compensar los elevados gastos que entrañan las actividades de salud52. Spitzer y Brown58 han puesto en duda la conveniencia de establecer un programa bianual de reconocimientos sanitarios para todos los habitantes de la provincia de Ontario, habida cuenta de los gastos que entrañaría y de lo poco que se sabe acerca de los beneficios resultantes. En cambio, su actitud es más optimista en lo que respecta a las ventajas de la prueba de Papanicolau. Ahora bien, esta prueba había sido ya examinada por un grupo de expertos designados por el Gobierno canadiense para que informara sobre uno de los programas de asistencia sanitaria cuya eficacia se ponía en duda. El informe de este grupo, publicado en junio de 1976 y conocido por “Informe Walton”8, contenía una detallada revisión de los datos científicos sobre la eficacia de la prueba de Papanicolau, la accesibilidad de la misma a la población, su exactitud y su coste. En el caso de las mujeres poco expuestas, se recomendaba la práctica de la prueba una vez al año y después a intervalos trienales (si las primeras pruebas resultaban negativas) hasta la edad de 35 años y, por último, a intervalos quinquenales hasta los 60 años de edad. En cuanto a las mujeres muy expuestas, es decir a las procedentes de sectores económicamente débiles que habían iniciado pronto su actividad sexual y cambiaban con frecuencia de pareja, se recomendaba el examen anual, aun admitiendo que estas mujeres constituían el grupo más difícil de alcanzarIV. Reacciones suscitadas por el informe Walton. En la Gran Bretaña la reacción se produjo en forma de editoriales publicados en The Lancet39 y el British Medical Journal6 a los pocos meses de la aparición del informe, cuyas conclusiones fueron resumidas y comentadas por ambas revistas. Como la práctica anual de pruebas de Papanicolau nunca había formado parte de la política británica de salud, no se preconizó ningún cambio, pero los datos contenidos en el informe, corroboraron la opinión de los que consideraban alarmante el elevado costo de la detección. En los Estados Unidos el informe fue más ignorado que discutido. En noviembre de 1976, el Journal of the American Medical Association16 señaló en un editorial que, cuando menos en los Estados Unidos (a juzgar por los estudios de Louisville y por algunos No se ha llegado a un acuerdo sobre si conviene o no incluir entre las mujeres muy expuestas a las que utilizan contraceptivos orales. Los datos actualmente disponibles no permiten afirmar que los contraceptivos orales, independientemente de otros factores, entrañen un riesgo elevado para las usuarias (Organización Mundial de la Salud, 1978). ¿Es realmente útil la práctica anual de la prueba de Papanicolau? otros realizados en Nueva York), los programas de detección ofrecían la posibilidad de reducir la morbilidad y la mortalidad, y que “la historia natural del carcinoma cervicouterino... así como la accesibilidad anatómica del cuello del útero para la práctica de exámenes repetidos constituyen circunstancias especialmente favorables desde el punto de vista de un programa de detección”. El autor del editorial terminaba diciendo: «Si recurren a los servicios consultivos de los ginecólogos y a la ayuda de los anatomopatólogos en materia de citología, la mayor parte de los médicos dedicados a la atención primaria podrán incluir a todas sus pacientes en programas continuos y eficaces de detección y prevención del cáncer cervicouterino». Así pues, el Informe Walton parecía haber desencadenado un movimiento más favorable al aumento que a la disminución de las actividades de detección. Entre ciertos profesionales de la salud se manifiesta desde 1976 una tendencia a evitar cualquier actitud claramente favorable a la práctica de pruebas anuales. En vista de que también se pone en tela de juicio la conveniencia del reconocimiento médico anual, Breslow y Somers4 han sugerido en 1977 un programa de vigilancia vitalicia de la salud en el cual por ejemplo, las mujeres de 40 a 59 años tendrían que someterse a una prueba de Papanicolau a intervalos bienales o trienales en lugar de una vez al año. La mayor parte de los americanos, sin embargo, consideran como un dogma intangible la utilidad de la detección anual para toda la población femenina. En los Estados Unidos parece resultar aceptable el coste político y social de la detección. No solo aceptan el programa anual las mujeres que pueden pagar los gastos del mismo sino también los políticos del Congreso que lo patrocinan para las que no están en condiciones de sufragarlos. Sin embargo en los Estados Unidos los desembolsos se encuentran en su mayor parte ocultos y mal definidos. En cambio, en Gran Bretaña y el Canadá se ha considerado inaceptable el costo político y social de los programas anuales. 6. ¿Por qué se sigue aplicando sistemáticamente la detección anual en los Estados Unidos si su utilidad es dudosa? Ya se ha mencionado un factor: el estado de la ciencia médica, que no está tan avanzada como desearían quienes trabajan con las técnicas o con sus resultados. El segundo factor es el clima político en que se desenvuelven los programas de detección. La detección entra en un contexto político tan pronto como alguien ha de pagar servicios que no se facilitaban previamente. En los Estados Unidos, cada mujer que se somete a la detección citológica paga la visita al médico y al examen de laboratorio; ahora bien, tanto los laboratorios como los hospitales, los programas de detección y la formación de citólogos han de costearse con fondos públicos. Así pues, las decisiones 7 públicas y privadas se toman al mismo tiempo. En la Gran Bretaña y últimamente en el Canadá casi todo el dinero que se gasta en detección procede, de un modo u otro, del erario público. Cuando la financiación de un programa de detección se hace principalmente con fondos públicos resulta más fácil evaluar el orden de prioridad que ocupa entre los demás sectores de actividad, así como determinar las necesidades que ha de satisfacer. Un programa de utilidad dudosa, tal como la práctica anual de la prueba de Papanicolau, sólo puede prosperar en un terreno fértil y con la ayuda de un grupo de partidarios entusiastas, condiciones ambas que se reúnen en los Estados Unidos. La ideología americana ha favorecido siempre la novedad y el espíritu de empresa. Hace más de 150 años, Tocqueville63 sostenía que en América la idea de novedad está indisolublemente ligada a la de mejoramiento. Con frecuencia, los norteamericanos emprenden programas sin haber evaluado previamente el coste y las ventajas. Ya en 1963, Wilson69 había observado que, mientras que los británicos han insistido siempre en la necesidad de ensayar los métodos, los americanos tienden a efectuar la detección antes de haber adquirido un volumen importante de conocimientos. El número de nuevas técnicas que se aplican en los Estados Unidos sin haber procedido antes a ensayos clínicos satisfactorios sigue creciendo, lo cual no deja de ser inquietante29. La escena política americana ha sido considerada tradicionalmente por los especialistas como un terreno donde se enfrentan grupos de intereses con diversos recursos y esferas de influencia, determinando así la política que acabará aplicándose64. Esta imagen puede ayudar a comprender la fidelidad de los norteamericanos a la detección en masa. En los Estados Unidos, uno de los rasgos característicos del sistema de asistencia sanitaria es que está respaldado por una poderosa asociación, la American Cancer Society (ACS), que ha movilizado la opinión con miras a promover la investigación oncológica, así como la detección y el tratamiento del cáncer. La ACS ha desempeñado una función clave al presentar la prueba de Papanicolau como el principal —por no decir el único— medio disponible de lucha contra el cáncer. El objetivo final de la ACS es eliminar el cáncer. Entre tanto, se ve obligada a mantener la enfermedad en primer plano a fin de poder obtener suficientes fondos para sus numerosas campañas. Así pues, al fomentar los programas de detección en masa contribuye también a mantener su propia viabilidad y visibilidad. Gracias a los esfuerzos de la ACS, la detección del cáncer cervicouterino se ha convertido en una política nacional sin que la propugne ningún miembro de la población y sin que los epidemiólogos la respalden sin reservas. Habida cuenta de estas presiones políticas e ideológicas, parece poco probable que esta política cambie incluso aunque en un futuro inmediato se dis- 8 ponga de nuevos datos tecnológicos. Sólo podría producirse un cambio si los profesionales de la salud, los políticos y el público en general empezaran a pensar en función de las cargas sociales y económicas impuestas a la nación, a establecer un orden de prioridad y a tratar de reducir al mínimo los gastos financieros y personales, aumentando al máximo los beneficios. CONCLUSIONES En su forma actual, los programas de detección del cáncer cervicouterino no cumplen los criterios que debería satisfacer una operación de detección anual en masa aplicable a todas las mujeres sexualmente activas. De hecho, tanto el informe Walton como los estudios de Knox35 han indicado que convendría abandonar la aplicación de pruebas anuales a mujeres en las que ya se han practicado varias con resultado negativo y que están poco expuestas al cáncer cervicouterino. Así pues, sería de desear que se pusiera término a la intensa propaganda actual de las pruebas anuales. A la luz de la experiencia canadiense y británica, habrá que reconsiderar la frecuencia con que han de someterse a la prueba las mujeres clasificadas en diferentes grupos de riesgo. También los programas de detección serían más eficaces si se efectuaran paralelamente estudios encaminados a mejorar la interpretación de los resultados y reducir al mínimo el número de biopsias e histerectomías practicadas sin necesidad. En los Estados Unidos el problema sigue en pie: ¿quién debe someterse a la prueba de Papanicolau y con qué frecuencia? La cuestión no incumbe solamente a la mujer y a su médico, ya que gran parte de la aplicación de la prueba de Papanicolau está actualmente regulada por leyes estatales y federales. En muchas partes del país, los hospitales están obligados a practicar la prueba en toda mujer hospitalizada que no se haya sometido a la misma en los tres años precedentes. Estos reglamentos federales exigen que los dispensarios de planificación familiar dependientes del presupuesto federal apliquen la prueba de Papanicolau a todas las mujeres que soliciten algún dispositivo de regulación de la natalidad, pese a la pequeñísima proporción de resultados positivos obtenidos. En teoría, jamás se debería establecer una política que no esté basada en hechos. Sin embargo, la política que actualmente se practica en relación con la prueba de Papanicolau se ha adoptado sin tener en cuenta siquiera los datos ya conocidos. Hay que instaurar pues una nueva política, y cabe la posibilidad de reunir suficiente información para hacerlo en el plazo de un año. Hay que darse prisa, porque no adoptar una nueva política es también una forma de política, pero en este caso una política desastrosa. El mecanismo más rápido y satisfactorio para cambiar de política sería establecer una comisión nacional de expertos con la misión de determinar las normas y directivas apropiadas para aplicar la prueba de Papanicolau a mujeres de diferentes edades y CUADERNOS MÉDICO SOCIALES Nº 25 - SETIEMBRE DE 1983 diferentes niveles de riesgo. Para actuar con eficacia, la comisión deberá estar a cubierto de las numerosas presiones políticas antes mencionadas. El mejor medio de conferirle tal inmunidad consistiría en instalarla en alguna organización científica de gran prestigio que hasta entonces no se hubiera interesado en la difusión de la prueba de Papanicolau. La comisión debería estar compuesta de expertos en epidemiología, oncología, bioestadística, anatomía patológica, ginecología, economía y análisis metodológico. Si los miembros de la comisión no reunieran esa suma de conocimientos, habría que incluir en ella a otras personas con experiencia y sensibles a los problemas sociales, mentales y físicos que afectan a la mujer “consumidora” de servicios médicos. La comisión debería ocuparse no solo de las medidas de adopción inmediata, sino también de la necesidad de investigaciones a largo plazo. En el año siguiente a su establecimiento, habría de estar en condiciones de utilizar todos los datos fundamentales disponibles para dar normas a los médicos, el personal de los dispensarios y las propias mujeres acerca de la frecuencia con la que debe practicarse la prueba de Papanicolau en los cuatro o cinco años próximos en función del nivel de riesgo. Estas normas no pueden ser en modo alguno muy precisas, ya que, como señalaba recientemente un editorial de The Lancet40: «Todavía no disponemos de bastantes datos para extraer conclusiones firmes acerca del mejor momento para iniciar la detección y los mejores momentos para hacer los exámenes citológicos posteriores». En el mismo editorial se subraya la necesidad de reexaminar la política de detección aplicada en el Reino Unido, teniendo en cuenta sobre todo que los británicos no recomiendan el control de las mujeres de menos de 35 años, a pesar de que en este grupo de edad parece estar aumentando la incidencia del cáncer cervicouterino. Entre los grupos de mujeres expuestas a la que habrá que prestar atención cabe citar, en primer lugar, todas las mujeres que presentan síntomas y, luego, las que tienen escasos ingresos, las que han iniciado pronto su actividad sexual y las que cambian con frecuencia de pareja. Asimismo cabe preguntarse si conviene incluir en estos grupos expuestos a un riesgo elevado las mujeres que toman contraceptivos orales y aquellas cuyas madres tomaron dietilestilbestrol durante el embarazo. Las directivas metodológicas deberían formularse en forma de una evaluación epidemiológica global de las ventajas, los riesgos y los costos para toda la población y no para cada caso individual. Convendría además revisar los análisis de costo y eficacia, tales como los realizados por Knox35 y, si fuere necesario, emprender otros nuevos. Otra importante actividad de la comisión de expertos sería examinar el estado actual de las investigaciones sobre el cáncer cervicouterino y fomentar nuevos trabajos para aclarar las siguientes cuestiones: ¿cuál es la fiabilidad de la prueba de 9 ¿Es realmente útil la práctica anual de la prueba de Papanicolau? Papanicolau en condiciones normales, y no solo en las condiciones particulares de un programa de investigación? ¿Cuál es el costo real de un programa de detección, teniendo en cuenta no solo las operaciones de detección propiamente dichas, sino también los actos diagnósticos y terapéuticos aplicados a todas las mujeres en los Estados Unidos? ¿Cuáles son los actos diagnósticos y terapéuticos que se aplican en la práctica a la mujeres en las que la prueba de Papanicolau es positiva? Para responder a esta última cuestión habría que hacer encuestas a fin de aclarar lo que constituye una prueba positiva en una muestra de centros médicos rurales y urbanos, universitarios y no universitarios de los Estados Unidos, así como encuestas sobre los actos diagnósticos y terapéuticos (colposcopía, biopsia con sacabocados sin colposcopía, conización, etc.), que normalmente siguen a la obtención de un frotis positivo. También habrá que reunir datos sobre el costo de cada uno de estos actos. Convendría asimismo plantearse el problema de los riesgos asociados a los diversos actos de diagnóstico y de tratamiento consiguiente. En la actualidad se conocen mal las modalidades diagnósticas y terapéuticas utilizadas en distintas partes de los Estados Unidos. Habría que conceder especial atención a la proporción de carcinomas in situ en los que se recomienda la histerectomía. Se ha dicho que, desde hace algún tiempo, los médicos suelen recomendar menos la histerectomía a las mujeres que se encuentran aún en edad de procrear; sin embargo, los datos disponibles al respecto son escasos. Teniendo en cuenta que el carcinoma in situ regresa a veces, es posible que la histerectomía no sea siempre el tratamiento de elección, tanto más cuanto que entraña riesgos físicos y mentales. Así pues, el tratamiento por histerectomía deberá ser objeto de una mayor vigilancia en el futuro, sobre todo si sigue aplicándose con tanta frecuencia en los Estados Unidos. La gran difusión alcanzada por la aplicación anual de la prueba de Papanicolau constituye un notable ejemplo de la facilidad y rapidez con que pueden propagarse en la población nuevos métodos o dispositivos cuando el esfuerzo publicitario es bastante intenso. Es posible que su generalización se explique en parte por el hecho de que las mujeres, como grupo, parecen más dispuestas que los hombres a someterse a exámenes médicos. Este éxito logrado por métodos dudosos podría servir de estímulo a cuantos han perdido la esperanza de lograr la aceptación de nuevas técnicas. Ahora bien, debería sobre todo servir de advertencia, a fin de que nadie olvide que antes de proceder a la difusión de cualquier método o procedimiento médico habrá que comprobar su inocuidad y su eficacia. Durante cerca de veinte años, las mujeres norteamericanas han estado sometidas por las autoridades a un verdadero bombardeo propagandístico para persuadirlas de que todos los años se sometan a una prueba de detección del cáncer cervicouterino. No es de extrañar, pues, que todas aquellas que contaban con los medios necesarios acudieran disciplinadamente año tras año a su ginecólogo para sufrir la prueba. Nadie tiene interés en morir de cáncer cervicouterino, y la prueba anual de Papanicolau ofrece una promesa de curación cuando ese cáncer se descubre a tiempo. Ahora bien, cuando la información suministrada no es correcta, incumbe al gobierno federal reexaminar su política y proteger a los ciudadanos contra el empleo abusivo de método dudosos. En la actualidad hay pruebas sobradas para afirmar que no está justificado adoptar como política nacional la detección anual del cáncer cervicouterino en todas las mujeres. Ya es hora pues, de cambiar de política. 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Congreso médico Internacional para la Prevención de la Guerra Nuclear * El Tercer Congreso de Médicos Internacionales para la Prevención de la Guerra Nuclear (IPPNW) tuvo lugar en los Países Bajos entre los días 17 y 21 de junio, bajo el auspicio de la Asociación Médica Alemana para el Estudio de la Paz. Cuarenta y tres países estuvieron representados. El Congreso aprobó una petición: El llamado de los Médicos Internacionales a detener la carrera de armas nucleares (reproducida a continuación junto con otros documentos emitidos después del congreso) circulará durante el año entrante en todos los países donde los médicos actúan contra la carrera de armas nucleares. PETICIÓN AL SECRETARIO DEL PRESIDIUM DEL SOVIET SUPREMO Y AL PRESIDENTE DE LOS EEUU Agradecemos a ustedes (Secretario Andropov y Presidente Reagan), vuestros mensajes al Tercer Congreso de Médicos Internacionales para la Prevención de la Guerra Nuclear. Representamos a grupos nacionales y médicos individuales de 43 países que se han unido en un movimiento global para combatir la amenaza más grande para la vida y la salud. Nuestro nombre lleva en sí mismo nuestra misión: Médicos Internacionales para la Prevención de la Guerra Nuclear. Nos reunimos por primera vez hace dos años, para determinar las consecuencias médicas del uso de armas nucleares. En éste, nuestro Tercer Congreso, nos hemos concentrado en un tema: Las Ilusiones Nucleares: los costos humanos. Les escribimos para pedirles, como líderes de las dos potencias nucleares más importantes, que consideren nuestra visión de estas ilusiones. La primera y más grande de las ilusiones nucleares es la creencia de que, la guerra nuclear es simplemente una de las tantas alternativas que se le presentan a la humanidad y que no es más que una guerra convencional con consecuencias magnificadas. El mundo se encuentra al borde del abismo: la humanidad posee hay los medios técnicos como para provocar su propia destrucción. Una guerra nuclear total mataría instantáneamente a cientos de millones de personas. La civilización mundial sería desvastada y el futuro de aquellos * Traducido de The Lancet, julio 2 de 1983. que sobrevivirían al ataque inmediato sería incierto. La profesión médica se vería incapacitada de poder proveer ayuda efectiva a los sobrevivientes. Otra ilusión semejante se encierra en la idea de que la guerra nuclear —tanto su inicio como su duración—, podría controlarse. Si la guerra nuclear comienza, aquí en Europa o en cualquier otro lugar, no tiene posibilidades de ser ni “limitada” ni “prolongada”. Escalaría casi con total seguridad a un ataque masivo en ambas direcciones y a un holocausto global. Basamos esta conclusión en nuestro conocimiento de las consecuencias médicas de la explosión nuclear y en la manera en que los seres humanos toman decisiones cuando se encuentran bajo el estado de “stress”. Un proceso global de esta magnitud eclipsaría todas las catástrofes ecológicas conocidas en la historia. Las generaciones venideras heredarían una biósfera violada, una tierra envenenada por la radiación. La prolongación en el tiempo de los efectos ambientales de las explosiones nucleares afectaría además a los niños del futuro. En efecto, de acuerdo a lo que se conoce —y, aún más importante, a lo que no se conoce—, sobre los efectos de las explosiones nucleares múltiples, existe el riesgo de que la vida humana de nuestro planeta desaparezca. Otra ilusión es la de obtener y utilizar la “superioridad” nuclear. Las llamadas “ventajas” en las características de las armas, no se pueden utilizar para obtener una victoria militar, un enemigo “inferior” destruiría así y todo a su oponente. La noción de que un lado u otro pueda encontrarse “adelante” o “atrás” 2 en lo que respecta a armas nucleares ya no tiene ningún sentido. Estos armamentos han dejado de ser un medio de lograr objetivos políticos racionales. Dada la potencialidad destructiva de los arsenales existentes en los EEUU y la URSS —que exceden vastamente los posibles blancos de cada lado— , es una ilusión creer que la adquisición de más armamentos nucleares de cualquier tipo confiera alguna ventaja militar o política. Por lo tanto, no existe ningún argumento que justifique la introducción de cualquier tipo de arma nuclear, tanto en Europa como en cualquier otra región del mundo. Además, dado que el mantenimiento a este nivel excesivo, es innecesario y peligroso, estamos a favor de la reducción de las armas desplegadas en la actualidad. La política general de disuasión nuclear ha mantenido como rehenes a vastas poblaciones de gente inocente. Ha llevado a una carrera armamentista cada vez más acelerada. Amenaza la esperanza de un futuro para nuestros hijos. Debilita nuestra lucha contra la pobreza, el hambre y la enfermedad. Ha impulsado doctrinas basadas en la guerra que incrementan el riesgo de un conflicto nuclear. Lo que se necesita son nuevas iniciativas de paz de ambos lados —no nuevos misiles—. La URSS y los EEUU tienen una gran responsabilidad. Como líderes de estos dos grandes Estados, ustedes personalmente, pueden tomar iniciativas específicas sustanciales para hacer retroceder la amenaza nuclear. Creemos que: Todas las potencias nucleares deben inequívocamente ponerse de acuerdo para impedir la introducción de armas nucleares en cualquier conflicto. La iniciación de un conflicto nuclear sería equivalente al genocidio y al suicidio nacional. Todas las potencias deben coincidir en un congelamiento verificable del desarrollo, producción, verificación y empleo de armamentos nucleares y sus formas de funcionamiento. A este congelamiento le debería seguir, entonces, una reducción y final eliminación de armas nucleares de los arsenales de las distintas naciones. El control y reducción de armas requieren un esfuerzo renovado y serio para alcanzar un acuerdo sobre la base de una prohibición total de pruebas nucleares. Sa debe proseguir con las negociaciones en progreso actualmente, con diligencia, buena voluntad y consideración de acuerdo a los intereses de ambos lados. La reciente historia de las negociaciones de control de armas, sin embargo, indican que los acuerdos fracasan más allá del desarrollo y multiplicación de las armas nucleares. Queramos enfatizar, por lo tanto, que hay caminos para progresar paralelamente a las negociaciones. Tanto los EEUU como la URSS tienen la posibilidad de tomar iniciativas independientes para reducir las tensiones, para disminuir los riesgos de la guerra nuclear y para superar el estancamiento de las negociaciones actuales. La atención del mundo se centraría en todas las otras CUADERNOS MÉDICO SOCIALES Nº 25 - SETIEMBRE DE 1983 potencias nucleares para ver si ese gesto positivo encuentra eco. De esta manera la dirección de la carrera armamentista se revertiría. Creemos que tanto EEUU como la URSS deben aprender más sobre ellos mismos. La visión estereotipada que tiene el uno del otro y que está complicando las relacionas entre ellos, debe ser modificada. Esto se podría lograr por medio de un gran incremento en los intercambios científicos, técnicos y culturales, turísticos y comerciales. Es esencial aumentar la información que cada país tiene del otro a través de la televisión, los medios masivos de comunicación y otros medios. Más de dos décadas han pasado desde que Albert Einstein dijo: “Necesitaremos una manera sustancialmente nueva de pensar si la humanidad pretende sobrevivir”. Debemos pensar de una manera nueva, sin ilusiones de que la guerra nuclear se podrá impedir mediante una política de disuasión, de que podremos vivir seguros para siempre con el despliegue de armas nucleares, o que la guerra nuclear puede ser limitada o bien que se pueda sobrevivir a ella. Ninguna disputa Este-Oeste es tan importante como nuestra mutua necesidad de impedir la guerra nuclear. Ante los problemas de su tiempo Hipócrates prometió: “Cualquiera sea el hogar al que entre, haré lo necesario para curar a sus enfermos”. En el siglo XX, las armas nucleares han enfrentado a nuestra profesión con un desafío de proporciones sin precedentes —un desafío que amenaza a todos los hogares y a todos los actos de curar—. En este espíritu de curar, estamos dispuestos a apoyar cualquier esfuerzo de vuestra parte para detener la carrera armamentista y reducir el riesgo de una guerra nuclear. Saludan a Uds. muy atentamente. Participantes del Tercer Congreso de Médicos Internacionales para la Prevención de la Guerra Nuclear PROPUESTA DE ADAPTACIÓN DEL JURAMENTO HIPOCRÁTICO Y OTROS JURAMENTOS MÉDICOS PARA LA ERA NUCLEAR Durante el milenio de los médicos han desarrollado una larga tradición de afirmaciones éticas representadas originalmente por el juramento hipocrático y más tarde por muchos otros códigos y afirmaciones nacionales e internacionales de la obligación ética profesional. Recientemente en mayo de 1983, la Asamblea General de la Organización Mundial de la Salud afirmó que la guerra nuclear representaba la amenaza más grande a la salud y al bienestar de la humanidad y que los médicos “tienen el derecho y el deber de atraer la atención en los términos más fuertes posibles sobre los resultados catastróficos que engendraría el uso de armamentos nucleares”. Creemos que debemos agregar a nuestra larga tradición de juramentos éticos lo siguiente: Congreso médico internacional para la prevención de la guerra nuclear “Como médico del siglo XX, reconozco que las armas nucleares han enfrentado a mi profesión con un desafío de proporciones sin precedentes, y que una guerra nuclear sería la última epidemia de la especie humana. Haré todo lo que esté en mi poder para trabajar en la prevención de la guerra nuclear”. LLAMADO DE LOS MÉDICOS INTERNACIONALES PARA QUE SE DETENGA LA CARRERA DE ARMAS NUCLEARES Como médicos, queremos expresar nuestra preocupación profesional por la amenaza sin precedentes a la vida y la salud que constituyen las armas nucleares, una amenaza que pesa sobre cientos de millones de personas. La acumulación creciente del poder destructivo y el desarrollo de armamentos cada vez más sofisticados aumentan el riesgo de una guerra nuclear. Si sólo una de esas bombas estallara sobre una de nuestras ciudades la precipitación radioactiva y la perturbación de la biósfera causarían sufrimiento y muerte —particularmente de inanición enfermeda- 3 des radioactivas e infecciosas y cáncer— sin detenerse en fronteras nacionales. Las infraestructuras y personal médico que sobreviviesen, se verían incapacitados de curar a los heridos. Una guerra nuclear total terminaría con nuestra civilización actual. En un mundo donde decenas de miles de seres humanos mueren todos los días por enfermedades tratables, los costos que insume la carrera armamentista no se reducen a las vastas sumas destinadas a armamentos. El costo incluye también el gran daño psicológico que se inflige particularmente a los jóvenes y niños que temen por sus futuros. Reconocemos que lograr acuerdos que pongan un fin a la carrera armamentista e impidan la introducción de armas nucleares en cualquier conflicto bélico presupone una tarea política de gran envergadura. Consideramos esos acuerdos cruciales y urgentes dado que la amenaza de una guerra nuclear constituye la amenaza más grande contra la salud y la supervivencia, que la humanidad haya tenido que enfrentar. Como médicos creemos que, una guerra nuclear sería la última epidemia. [DOCUMENTOS POLÍTICOS] Primer Congreso Nacional de la Salud del Justicialismo. Relato final Partido Justicialista - Comisión Nacional de la Salud I. PRINCIPIOS DOCTRINARIOS EN SANIDAD JUSTICIALISTA El Justicialismo, que instaura una Tercera Posición doctrinaria en el mundo, desarrolla una concepción en salud que ha sido denominada Sanidad Justicialista. Los discursos y mensajes del Gral. Perón, de Evita y del Dr. Ramón Carrillo, así como las realizaciones en la materia de los gobiernos peronistas, desarrollan e ilustran los contenidos de esta visión revolucionaria. Es así que la concepción justicialista de la salud no es sólo un mero enunciado sino un desarrollo ideológico y doctrinario de acción concreta, tan alejada del colectivismo marxista como del individualismo liberal. El Gral. Perón define en tres principios básicos su contenido fundamental: — Todos los hombres tienen iguales derechos a la vida y a la salud. — No puede haber Política Sanitaria sin Política Social. — De nada sirven las conquistas de la técnica médica si no pueden llegar al pueblo por medio de dispositivos adecuados. Para los justicialistas el problema de la Sanidad se centra en el logro de la salud como el estado permanente y normal de la comunidad, salud del individuo y salud del cuerpo social, una realizándose armónicamente en la otra, como realización del Yo en el Nosotros. La Salud no es un fin en sí mismo, sino un medio para asegurar el bienestar objetivo permanente de la Revolución Justicialista. El derecho a la preservación de la salud fue consagrado en los Derechos del Trabajador de 1947 y la Constitución de 1949, por constituir un elemento fundamental para alcanzar la felicidad. Por otra parte, para el Justicialismo el cuidado de la salud es un deber, es decir que cada hombre es responsable de su salud y el delegarla es indicio de que se la ha perdido. Como la salud es un derecho y un deber que depende de la armonía de factores individuales, ambientales y sociales, no debe dejarse librado su cuidado a las inquietudes y posibilidades personales de cada uno, ni tampoco imponer colectivamente en forma de dictámenes o solapadamente desde el Estado. Se perfila entonces en este ámbito la Tercera Posición. La doctrina liberal estima que la salud es un servicio que se paga y del que puede asegurarse el beneficiario, resolviéndose pasiva e individualmente. “Pague una cuota y despreocúpese de su salud’’, es un lema liberal. La posición estatizante marxista da al Estado el rol de organizador omnipresente de la vida de la comunidad. Una sola posibilidad, la santificada desde el Estado, verdadero poder oligárquico, determinando que el cuidado de la salud sea cosa de unos pocos. Una variante de esta concepción, la denominada “atención primaria” permite la intromisión de los organismos internacionales, en este caso la Organización Mundial de la Salud, para proveer una política de dependencia. Subyace a ésta, la ficción de resolver los problemas sanitarios, al margen del desarrollo de una política social en el marco del Proyecto de Liberación Nacional. La Sanidad Justicialista define: — La Medicina Asistencial, como pasiva, individual, y comúnmente llamada atención médica; la conforman el binomio paciente-médico. — La Medicina Sanitaria, como defensiva, que apunta a los factores ambientales biofísicos, vehículos, vectores o agentes directos de 2 enfermedad; está constituida por el trinomio paciente-médico-Estado. — La Medicina Social, como el revolucionario aporte del justicialismo; es activa y apunta a los factores indirectos biosociales de la salud, estando constituida por el tetranomio pacientemédico-Estado-Sociedad. La salud es una cuestión de cada hombre y de la comunidad, sus problemas son sociales y no médicos, por lo tanto salud no es igual a atención médica. La ciencia médica debe tener como función prevenir y atemperar el mal, pero no puede ser el ámbito exclusivo de promoción de la salud. La contribución revolucionaria que el justicialismo hace en lo Sanitario, es destacar el compromiso que la organización social tiene en la preservación de la salud. Los factores indirectos, así denominados por Carrillo, son: la educación sanitaria, la alimentación, la vivienda, el poder adquisitivo del salario, la recreación y las condiciones de trabajo. Por ello es que para el Justicialismo nadie es sano en una comunidad que no lo sea. Eslabón natural entre el individuo y la comunidad es la familia. Dijo el Gral. Perón: “No olvidemos que la familia es en última instancia el tránsito imprescindible de lo individual a lo comunitario. Es la solidaridad interna del grupo familiar lo que enseña al niño que amar es dar, siendo ése el punto de partida para que el ciudadano aprenda a dar de sí todo lo que sea posible en bien de la comunidad”. La mujer emerge como aglutinante del grupo familiar siendo la transmisora de la herencia cultural a través de las costumbres, modos de vida, valores y sentido ético. Dijo el Gral. Perón: “La mujer debe ser forjadora de la nacionalidad ya que es la primera maestra del niño en la cuna. Es allí donde comienza a enseñarle que debe ser honrado, virtuoso y patriota”. Dijo el Gral. Perón: “El ser humano, cegado por el espejismo de la tecnología, ha olvidado las verdades que están en la base de su existencia”. Debe volver a comprender que no puede reemplazar a la Naturaleza en el mantenimiento de un adecuado ciclo biológico general y que los recursos vitales no dependen de su poder mental sino del equilibrio con la Naturaleza. La corrección del egoísmo es el sentido último de la ética, cuyo grado alcanzado por un pueblo imprime rumbo al progreso, crea el orden y asegura la libertad. Se necesita el milagro del amor, el estímulo de la esperanza y la perfección de la justicia, como valores de cada uno de los individuos y como normas de organización de la sociedad, para que el hombre pueda retomar una relación equilibrada con la Naturaleza. En un mundo signado por el progreso material, por el lucro y el despilfarro, donde el hombre vale por lo que produce económicamente, el anciano se transforma en una “carga” para los sectores productivos. El mismo siente que ha perdido sentido de su existencia. CUADERNOS MÉDICO SOCIALES Nº 25 - SETIEMBRE DE 1983 El Justicialismo aspira a: “Una comunidad donde la libertad, la justicia y la responsabilidad son fundamentos de una alegría de ser, basada en la certeza de la propia dignidad. En tal comunidad, el individuo posee realmente algo que ofrecer e integrar al bien general y no sólo su presencia muda y temerosa” (Perón, Modelo Argentino). Es dentro de este modelo de Sociedad, que se ha reencontrado con sus valores más trascendentes, donde el anciano recupera todo el valor de su existencia, y el derecho a la Salud como medio para lograrla en plenitud. Este derecho forma parte de los Derechos de la Ancianidad, sancionados por la Constitución de 1949. A las puertas de la etapa universalista el General Perón nos ha dejado su póstumo legado en materia de salud: la advertencia de que el ser humano no puede ser concebido independientemente del medio ambiente que él mismo ha creado y que los desastres ecológicos no son un problema más sino “el problema de la Humanidad”. La contaminación del medio ambiente y de la biósfera, la dilapidación de los recursos naturales, el crecimiento incontrolado de la población con sus secuelas de ruido y hacinamiento en las ciudades, la sobreestimación de la tecnología, son ese problema. Esto se debe al afán de lucro de las mal llamadas sociedades de consumo, al despilfarro promovido por el gasto, que depreda la Naturaleza y se apropia de los recursos naturales merced a la explotación del Tercer Mundo. II. MINISTERIO DE SALUD PÚBLICA Considerada la Salud como Derecho Humano Jurídico y Social, es responsabilidad del Gobierno garantizarla, efectivizándola a través de una Política Nacional de Salud, correspondiendo al pueblo mantenerla y conservarla mediante el esfuerzo solidario organizado. Por lo tanto, es de interés nacional, provincial, municipal y privado que la legislación establezca una Política Nacional de Sanidad, que oriente, guíe y norme planes o programas conforme a las características de las diferentes regiones del país y permita decidir racionalmente las acciones que se desean alcanzar para lograr los objetivos generales y especiales fijados por aquella. La redacción de una política de este tipo es — responsabilidad del Ministerio del ramo, de acuerdo con la Política Social impresa al gobierno por más altas autoridades ejecutivas centrales. — La recreación del Ministerio de Salud Pública o Salud Pública y Medio Ambiente o Bienestar Social y Salud Pública es una expresión de la Sanidad Justicialista; como tal comprende toda la problemática del bienestar del individuo y de la comunidad (seguridad social, salario, vivienda, recreación, etc.). El Ministerio fijará las grandes metas de la polí— tica social y de salud pública del próximo gobierno constitucional. Primer Congreso Nacional de la Salud del Justicialismo. Relato final — — — — — — — — — Adoptará el concepto de “regionalización” aplicada por Ramón Carrillo entre 1946 y 1954. Mantendrá los Institutos de Investigación, Centros de alta tecnología, Establecimientos onerosos para las provincias, Salud mental, Infectocontagiosas, Geriatría, Rehabilitación, etc. Posibilitará el reequipamiento del hospital público para que estos alcancen el más alto grado de eficiencia. Implementará el “Hospital a domicilio” a través de Centros de Salud dotados de recursos que les permitan un régimen de asistencia médica directa como mecanismo de reemplazo al desaparecido “Médico de familia” haciendo docencia en lo referente a medicina preventiva. Teniendo en cuenta que es necesario concientizar a funcionarios y empleados de todos los niveles sobre la gran obra de solidaridad a que están obligados, el Ministerio organizará jornadas y cursos de adiestramiento para profesionales, técnicos y administrativos. En éstos, además de los conocimientos específicos se hará una labor de esclarecimiento sobre los objetivos del Ministerio. El Ministerio ejecutará una profunda reforma Administrativa agilizando o reemplazando cuestiones legales que no se adapten a la dinámica del nuevo gobierno. Se constituirá el Consejo Federal de Salud Pública integrado por todos los Ministros del ramo, o funcionarios designados para tal fin en cada provincia, la Municipalidad de Buenos Aires, delegados de Tierra del Fuego e Islas del Atlántico Sur y delegados de los organismos regionales que agrupen a las Obras Sociales de todo el país. Este será un organismo asesor y sus miembros, en cuanto funcionarios provinciales o delegados de obras sociales, serán ejecutores en cada una de las regiones de la política trazada por el consejo. El Consejo Federal tendrá participación decisiva en las etapas de planificación, control y evaluación de las tareas a realizar. Deberá incrementarse el presupuesto destinado a la salud en su participación porcentual dentro del presupuesto nacional. Se creará el Fondo Nacional de Recursos para la Salud proveniente de los recursos generados por la imposición de las siguientes actividades y bienes: venta de artículos suntuarios, herencias y donaciones, juego de todo tipo, venta de bebidas alcohólicas y tabacos, multas e intereses y actualizaciones aplicados a los infractores a las leyes de salud. La administración de este Fondo estará a cargo del Ministerio de la Salud. III. OBRAS SOCIALES — Es responsabilidad indelegable del Estado fijar las políticas referentes a la salud, al mismo tiempo que fiscalizar su correcta ejecución. El — — — — — — — — — — — — 3 haber delegado esa función significó la desatención de vastos sectores de población y la salud del ser humano pasó a ser un elemento económico medido en función de rentabilidad y de afán desmedido de lucro. Este retroceso estatal dejó un vacío que fue llenado por las obras sociales sindicales. Las Obras Sociales son el fruto del esfuerzo organizado de los trabajadores. En tal sentido, llevan a la dignificación del hombre a través de su participación activa corno protagonista. Basadas sobre el principio ético de la solidaridad social, las Obras Sociales constituyen la forma orgánica de la solidaridad de los trabajadores argentinos. Las Obras Sociales deben asegurar el acceso de los trabajadores a todos los servicios que contribuyen a su bienestar: salud, vivienda, turismo, etc. Para ello, deberán concertar relaciones entre sí y con otros organismos a fin de asegurar a los trabajadores la máxima asistencia bajo la fiscalización del Estado. Para el logro de sus objetivos es indispensable modificar la actual legislación, comenzando por derogar la ley 22.269 y consagrar la vigencia de las leyes 18.610 y 19.710. Las Obras Sociales deberán estar representadas en el Consejo Federal de Salud Pública. En cuanto a su funcionamiento debe procurarse el aprovechamiento integral de la capacidad instalada en el país. Dar normas para la habilitación de establecimientos prestadores. Formular los programas sanitarios (asistencia materno-infantil, salud mental, enfermedades transmisibles, saneamiento ambiental, etc.). Verificar normas operativas para asegurar que toda la población trabajadora, tenga fácil acceso a la cobertura asistencial, preventiva y social, poniendo énfasis en las regiones más alejadas. En lo inmediato, deben devolverse las Obras Sociales a sus sindicatos de origen, reparando así el despojo de que fueran víctimas sus legítimos dueños, los trabajadores. Plenamente recuperadas las Obras Sociales se deberá poner en marcha planes de cobertura en la emergencia que nos aflige para atender las necesidades trágicas que vive la Nación en este momento: zonas inundadas, regiones con desnutrición crónica, aumento de la mortalidad infantil, aumento de las enfermedades venéreas, etc. IV. MEDICINA ASISTENCIAL — El Estado, a través del Ministerio de Salud Pública, tiene el poder de conducción y decisión en materia de política de salud. Coordina su ejecución a través de los sectores estatal, privado y Obras Sociales. 4 — — — — — — — — CUADERNOS MÉDICO SOCIALES Nº 25 Fija las normas de atención. La Auditoría Médica Normativa, especializada, asegurando un control de la calidad de las prestaciones. Jerarquiza al médico, especialmente al médico general que actúa en el Centro de Salud, tendiendo a retornar al médico de familia. Orienta a todo Centro Asistencial, hacia la rehabilitación social del enfermo y además lo transforma en un centro de educación sanitaria, de prevención y promoción de la salud, encargándole también la formación de técnicos auxiliares de la Salud. Ubica los establecimientos asistenciales actuales y a crearse con sentido regional para asegurar una efectiva cobertura de la zonas rurales y de frontera, cuidando muy especialmente a las comunidades indígenas y respetando las necesidades y modalidades de cada una de las regiones del país. Permite la participación de las Organizaciones de la comunidad a nivel regional evitando así el riesgo de la centralización de las decisiones que desconocen la verdadera realidad del país. Coloca todas las áreas de atención en su justo valor, con todos los avances tecnológicos, siempre en función de las necesidades del hombre y de la sociedad, revirtiendo la actual tendencia a su sobredimensionamiento. Merecen comentario especial algunas áreas: - Necesidad de un plan nacional de oncología. - Atención del enfermo crónico y del discapacitado. - Atención del enfermo mental con un enfoque humanista del problema, evitando la concepción custodial. - Extender la atención del área odontológica. - La atención de las comunidades indígenas merecen una consideración especial. El tratamiento debe ser igualitario y humano respetando su cultura y la medicina indígena. La investigación científica estará orientada a la satisfacción de las necesidades de la nación, evitando el despilfarro de dinero e inteligencias. El Estado Justicialista estará convencido que una adecuada asistencia médica es una poderosa contribución a la defensa nacional, por lo cual deberá ser accesible a todos los habitantes de la Nación, siendo absolutamente gratuita en el momento de la prestación. Odontología Lema: MANTENER Y MEJORAR LA SALUD DEL PUEBLO A TRAVÉS DE LA SALUD BUCO-DENTAL. El hombre será el sujeto y no el objeto de toda la atención asistencial. 1) Determinación de Factibilidades: a) Relevamiento de servicios. b) Ubicación de los mismos. c) Dotación profesional y auxiliar. d) Horarios de atención. 2) 3) 4) 5) 6) 7) 8) 9) 10) 11) 12) SETIEMBRE DE 1983 e) Especialidades. f) Provisión da elementos y mantenimiento. Realizar estadísticas sanitarias, estudios de población; presupuestos. PREVENCIÓN: propender hacia la prevención a través de medios masivos de comunicación y asistencia odontológica preventiva: a) Educación para el niño y la mujer embarazada. b) Adiestrar personal para programas y material educativo. c) Intensificar exámenes buco-dentales; topicaciones y buches de fluor. d) Realizar campañas para el uso del cepillo dental como elemento de combate contra la placa microbiana. e) Realización de encuestas epidemiológicas. El Ministro de Salud Pública desarrollará los programas de asistencia técnica y financiera a las provincias. PRIORIDAD 1: LUCHA CONTRA LAS CARIES DENTAL Y LA ENFERMEDAD PERIODONTAL. Mantenimiento; fundamental para asegurar el funcionamiento y reacondicionar los equipos que así lo requieran, disminuyendo la capacidad ociosa. Residencias odontológicas: se trabajará coordinadamente con las Facultades de Odontología. Recursos humanos: reordenamiento y reorganización para lograr más horas de atención. Presupuestos: deberá proveerse un porcentual hora Odontológica acorde a su importancia cuantitativa y cualitativa en las prestaciones asistenciales. En los países de más desarrollo del 8 al 12 %. Provisión de elementos: a través de organismos específicamente odontológicos en niveles centrales, teniendo en cuenta la estadística y las especialidades de cada servicio. En la rehabilitación de discapacitados, recuperar la Escuela de Mecánica Dental con enfermos con perfecta manualidad. ACCIÓN COORDINADORA DEL PLAN: Deberán trabajar armónica y sinérgicamente, siguiendo idénticas pautas: a) Ministerio de Salud Pública y Medio Ambiente a través de la Dirección Nacional de Odontología. b) Congreso Nacional, a través de su Comisión de Salud. c) Consejo Deliberante a través de su Comisión de Salud. d) INOS. e) Facultades de Odontología. f) Consejo Nacional de Educación. Pautas para una legislación sobre medicamentos El Estado, a través del ministerio del ramo, y I) con la participación de las organizaciones intermedias interesadas y de las entidades técnicas Primer Congreso Nacional de la Salud del Justicialismo. Relato final II) III) IV) V) VI) y científicas que puedan brindar adecuado asesoramiento, determinará las necesidades y criterios de importación, producción, distribución, normas de calidad y difusión científica y composición del precio final, sobre la base del principio de la Justicia Social y tomará parte activa en cualquiera de esas etapas y actividades que muestre distorsiones ajenas al interés nacional. Deberá autorizarse la producción local de medicamentos exclusivamente en base a exhaustivos estudios sobre sus reales virtudes curativas y tomándose debidamente en cuenta los efectos colaterales no deseados. Tratándose de fármacos elaborados con drogas procedentes del exterior, se establecerá como requisito adicional el de que las mismas hayan sido experimentadas y sean regularmente utilizadas en los países de origen. Se implementará una política persiguiendo el fin de evitar la proliferación de medicamentos mediante la asociación discrecional de drogas básicas ya en uso. Es imperativa la adopción de medidas que aseguren la correcta y completa información de los laboratorios al cuerpo médico, sobre indicaciones, efectos colaterales, contraindicaciones y precauciones a adoptar en el suministro de cada fármaco, sancionándose drásticamente las infracciones a esta norma. En caso de ser originaria la droga del exterior, las prevenciones que al respecto sean usuales en los respectivos países de origen, deberán formar parte obligatoria de la información al profesional. Como principio doctrinario general, la política de medicamentos deberá tender a ubicarlos en su real utilidad dentro de la asistencia sanitaria, desalentando la cultura médica de la “polifarmacia” la promoción de la automedicación, la atribución de una naturaleza mágica a los medicamentos, como solución de los problemas de salud, y a la educación sanitaria — tanto a nivel de los profesionales de la salud como a nivel de la población— que impida la deformación, exageración de los beneficios y ocultamiento de los riesgos de cada producto. En este contexto, debe quedar absolutamente prohibida la propaganda abierta o encubierta de especialidades medicinales por los medios de comunicación social. Asimismo, la autoridad sanitaria deberá reglamentar las normas éticas que regirán la actividad del Agente de Propaganda Médica, transformando cualitativamente sus funciones en las de agente de información científica. Deberá elaborarse un listado único nacional de drogas, consignando sus condiciones de calidad, acción terapéutica, riesgos, dosificación, asociaciones, normas de fabricación y fraccionamiento. Dicho listado tendrá el carácter de código jurídico y deberá ser actualizado por una comisión técnica permanente. 5 VII) Existen ciertos medicamentos magistrales de uso corriente que, por su proceso de elaboración farmacéutica, se preparan en las farmacias hospitalarias del país, en tal sentido se deberá evolucionar la farmacia galénica en vigencia en esos establecimientos y dotarla en suficiente cantidad de productos tipificados y del personal necesario, productos para cubrir las necesidades del servicio hospitalario y de los consultorios externos en carácter de gratuitos. VIII) Otro aspecto de la farmacia hospitalaria se complementaria con la transformación en farmacia de ayuda social, donde el paciente podrá cubrir sus necesidades surgentes de los requerimientos médicos para medicamentos y demás elementos de la industria sanitaria, incluidos materiales de curación tanto para pacientes internados como ambulatorios y la posibilidad, como meta del estudio de un sistema destinado a facilitar los medicamentos industrializados en carácter de gratuitos a pacientes sin cobertura médico asistencial. IX) La calidad de los fármacos en venta debe ser objeto de un control que asegure su correspondencia con lo especificado por sus fabricantes, previéndose severas sanciones para los que incurran en falsedad. X) Otra meta inmediata consiste en combatir la excesiva mercantilización de las farmacias, especialmente en lo atinente a la necesidad de que estén permanentemente atendidas y bajo el control de profesionales y a la debida penalización de ciertas maniobra, hoy en boga, en perjuicio de las Obras sociales, mediante el uso doloso de recetas, comprobantes de venta, “troquelados”, etc. XI) En lo referido al aspecto internacional de la comercialización de drogas, es imperativa la adopción de una política que oriente nuestro aprovisionamiento en el exterior, hacia los proveedores que las ofrezcan en más convenientes condiciones de precio, calidad, pureza, no sujeción al pago de regalías, etc. Además de los aprovisionamientos que no cumplan con lo enunciado, se prohibirán: a) La celebración de contratos de importación con firmas del exterior que no sean las productoras del insumo. b) La remisión al exterior de sumas que incidan, directa o indirectamente, como un aumento al precio de nuestras compras, no solo bajo la forma de regalías sino en todo otro aspecto similar, como derechos por uso de tecnología, asistencia técnica, etc. Equipamiento médico — Protección y promoción del desarrollo de la industria nacional de aparatos electrónicos, radiación médica, instrumental médico y equipamiento. — Creación del Registro de Seguridad de 6 — — CUADERNOS MÉDICO SOCIALES Nº 25 Reposición, promoviendo la concertación del INTI y las empresas fabricantes. Creación de la Escuela Superior Técnica, dependiente del Ministerio de Salud Pública. Desarrollo de un Programa de epidemiología de enfermedades no transmisibles, en cuyo diagnóstico y/o tratamiento participen tecnologías de alta complejidad. V. MEDICINA SANITARIA — La Medicina Sanitaria deberá ser conducida por el Estado a través del organismo correspondiente del Ministerio de Salud Pública. Este coordinará con las Obras Sociales y otras asociaciones comunitarias, la lucha contra las endoepidemias y el saneamiento ambiental. — Será indispensable una “regionalización” previa de las políticas sanitarias, atendiendo a la multiplicidad y variedad de los problemas que se plantean a lo largo de todo el país. — La endemia chagásica merece una consideración especial: su erradicación no se consigue fumigando ranchos y taperas pobres sino creando viviendas dignas. La persistencia de esta endemia es una vergüenza que debemos asumir todos los argentinos. — La lucha contra la tuberculosis, enfermedad lamentablemente incrementada en los años recientes, solo es posible con el mejoramiento del nivel social y económico de la población. — Las enfermedades infectocontagiosas y las de transmisión sexual, exigen el estricto cumplimiento del calendario de vacunaciones en todo el país y una intensa campaña de educación sanitaria orientada a la profilaxis y el diagnóstico precoz. — La Subsecretaría de Medicina Sanitaria del Ministerio de Salud Pública será el organismo responsable del saneamiento ambiental; deberá dar las normas sobre: provisión de agua potable, destino de las excretas, aguas servidas y basura, condiciones sanitarias de la vivienda, etc., y sobre todo aquello que haga menos alienante la vida del hombre: ruidos, hacinamiento, transportes públicos, etc. — También prestará atención a la Sanidad Animal con miras a la erradicación de las Zoonosis. — Deberá funcionar un organismo responsable de la odontología sanitaria. — Deberá crearse el Consejo Federal da Ecología y Medio Ambiente, para programar todas las actividades necesarias a los fines de la evaluación permanente, ejecución y control de proyectos que apunten al mejoramiento y conservación de los ecosistemas. — Como ejemplo de área crítica existe una zona peligrosamente contaminada en la provincia de Jujuy, por plomo y otros metales, ocasionada por diez fundiciones instaladas en forma precaria y obsoleta, ocasionando un verdadero — — SETIEMBRE DE 1983 genocidio de los compañeros trabajadores y de las poblaciones aledañas. La patología que aparece es tan grave como la descripta por Ramazzini (Padre de la Medicina Laboral), a comienzos del siglo XVIII, y por el retardo mental que produce, es válido afirmar que viene produciendo impunemente generaciones de oligofrénicos desde que se instalaron hace ya treinta años. El alcance de sus efectos deletéreos es tal que ya en 1969 se detectó plomo en nuestra fauna antártica habiéndose configurado un verdadero mapa plúmbico que cubre nuestro país de norte a sur, calificable como desastre ecológico. Deberá formularse el Código Nacional de Conservación y Recuperación del Medio Ambiente y del Cuerpo de Policía Nacional de Medio Ambiente. El control sanitario de las Fronteras la Educación Sanitaria continua, la implementación de una libreta de salud, con otras tantas funciones indelegables del Estado en Medicina Sanitaria. VI. MEDICINA SOCIAL — Actuará sobre los factores indirectos de la salud (alimentación, vivienda educación sanitaria, condiciones de trabajo, deportes, salarios, planificación urbana y rural, psicopatología social), promoverá el examen médico preventivo, organizará la lucha contra las enfermedades crónicas invalidantes, luchará contra la mortalidad infantil, la disminución de la natalidad y el proceso regional de despoblación, y tenderá a prolongar la vida útil del hombre. — Las políticas de esta área se ejecutarán principalmente a través de los Centros de Salud estatales y de las Obras Sociales. — El Centro da Salud se define como: “La institución integrativa de la Asistencia MédicoAmbulatoria, Médico-sanitaria y Médico-social, que actúa sobre el individuo y su familia, su medio ambiente biológico, biofísico y social, con el objeto de habilitarlo o rehabilitarlo física, intelectual y moralmente frente a las contingencias posibles o accidentales de su enfermedad, todo ello dentro de un núcleo o radio determinado de población” (Dr. Ramón Carrillo). — Los Centros de Salud, creación original de la Sanidad Justicialista y de comprobada eficacia en su accionar, serán urbanos y rurales (con unidades móviles para cubrir la población dispersa). El nivel nacional elaborará los planes a desarrollar y su ejecución se coordinará regionalmente con los distintos organismos estatales, de obras sociales, organizaciones de la comunidad, entidades médicas privadas, etc. — Los Centros de Salud desarrollarán: - Planes de Medicina Asistencial en las especialidades básicas, geriatría, odontología y salud mental. Primer Congreso Nacional de la Salud del Justicialismo. Relato final — — - Campañas de inmunizaciones, programas de control y erradicación de endemoepidemias y control de higiene ambiental y alimentaria. - Planes de Educación Sanitaria, así como programas materno-infantiles, control del niño sano, salud escolar y preescolar, prevención en medicina del trabajo, promoción del deporte. - Recolección de información demológica completa en su área de influencia. - El personal médico, de enfermería y técnico del área de Medicina Social, deberá estar formado y especializado para cumplir sus funciones, desterrándose la idea de que el Centro de Salud es el primer escalón de la Carrera Médica. Se introducirá la Educación Sanitaria en el área educativa, sistematizada (primaria, secundaria, terciaria). Se difundirá el Plan Gubernamental de Emergencia, ya que solo la consolidación de una cultura sanitaria nacional garantizará la relación de los planes de gobierno en la materia. VII. SALUD MENTAL — Las secuelas de desprotección económicosocial de vastos sectores del pueblo Argentino, las de la violencia fraticida, las pérdidas, mutilaciones, y desapariciones producto de la guerra de las Malvinas, así como la derrota aún no aclarada, y las consecuencias de las gravísimas inundaciones del Noreste argentino, han creado situaciones que consideramos condicionantes severos de deterioro mental, obligando al desarrollo de un Plan Nacional de Salud Mental dentro del Plan Nacional de Salud. — Reapertura, mejoramiento y creación de servicios de salud mental en los Hospitales Generales y Centros de Salud, y en las Obras Sociales. — Desarrollo de planes de promoción y prevención a través de las Obras Sociales y del Estado. — Control de la influencia de los medios de comunicación masiva en la salud mental de la familia. — Orientar la asistencia y la investigación hacia las situaciones de mayor urgencia en un marco acorde a las necesidades nacionales. — Inclusión de las prestaciones psicológicas a cargo de psicólogos, en el Nomenclador del INOS o entidad equivalente. — Sanción de legislaciones sobre el ejercicio profesional del psicólogo, que contemple los distintos ámbitos de actividad laboral, en Capital Federal y en aquellas provincias que carezcan de esta disposición legal. VIII. RECURSOS HUMANOS — En esta área la política será la de pleno empleo y la utilización racional y con dignidad, de todos los recursos humanos para salud, de acuerdo a las necesidades de la Nación, para lo cual se — — — — — — — — 7 pondrá en marcha la carrera Sanitaria Nacional que abarque la totalidad de los Trabajadores de la Salud. La carrera médica deberá comenzar mediante pasantías obligatorias y por sorteo, asegurando vivienda, comunicaciones, apoyo técnico, remuneración y ascenso. Las residencias médicas y odontológicas deben ser formas de especialización en las especialidades críticas, pudiendo extenderse este sistema a las demás áreas de los trabajadores de la salud. El ingreso deberá adecuarse a las reales necesidades nacionales, y la capacitación continua a las necesidades nacionales urgentes. Con este criterio se deberá formar personal para el área crítica de Enfermería y personal técnico. Las necesidades críticas en zonas rurales y alejadas o fronterizas pueden ser cubiertas en esta instancia mediante la capacitación de los maestros rurales. Todo el recurso humano para la salud debe estar matriculado por un registro nacional de trabajadores para la salud. La investigación debe ser adecuada a las necesidades reales de la Nación y no estar al servicio de intereses extranjeros. La Auditoría debe ser formativa y adecuada a las necesidades del recurso humano y no estar al servicio de intereses de sectores o de grupos o de normas extranacionales. Controlar y elevar la calidad de las prestaciones. Debe adecuarse la ética actual de los Recursos Humanos para la salud a la plena vigencia de los derechos humanos —solicitando la sanción de una ley que inhabilite a aquellos que los han transgredido—. Formular una política alimentaria nacional con amplio contenido social y participación plena del recurso humano para la salud para lo que deberá recrearse el Instituto Nacional de Nutrición y la formación de recursos humanos en Facultades de Técnicas Alimentarias. Reducción de horarios y tiempos en las Residencias Hospitalarias, adecuándolas a las necesidades de las profesionales madres de familia. Creación dentro de la capacidad hospitalaria instalada, de una infraestructura adecuada a las necesidades de la profesional de la salud. Reingreso de los trabajadores de la salud que fueron dejados cesantes sin causa a partir de marzo de 1976. Enfermería Los objetivos a alcanzar son: Reorganizar y lograr la integración de enfermea) ría en las tres áreas de la sanidad: asistencial, sanitaria y social. Estructurar la nueva carrera de enfermería, b) proponiendo el modelo de la Enfermera Argentina. 8 1. 2.1. 2.2. 2.3. 2.4. 2.5. 2.6. 2.7. 2.8. 3. 4. 5. CUADERNOS MÉDICO SOCIALES Nº 25 Para lograrlo se propone: Crear la Dirección de Enfermería, recuperando el vértice de autoridad, truncado actualmente para alcanzar su máximo poder de decisión. Anular la Resolución Ministerial 35/69. Crear una carrera articulada de enfermería, con ingreso de ciclo básico y duración de tres años, con estudio paralelo de los últimos años del secundario para obtener los títulos de bachiller y enfermera simultáneamente, permitiendo ingresar a las auxiliares, previa evaluación, sin tener que comenzar desde el primer año, y estableciendo un lapso de tres a cinco años, con una determinada antigüedad (hasta 10 años) desde su egreso, para que completen la carrera. Dicha carrera debe estar unificada y estructurada a nivel nacional, y los programas elaborados teniendo en cuenta las verdaderas necesidades del país, zona, región o provincia; contando con la activa participación de las bases, que son quienes mejor conocen la realidad de la profesión y de la comunidad. Crear Escuelas de Docencia en Enfermería. Promover la realización de Cursos de Especialización, a dictarse en la Escuela de Enfermería, en las áreas de Pediatría, Neonatología, Cardiología, Enfermeras Sanitarias y otras. Realizar cursos de actualización de postgrado. Reimplantar las Escuelas de Enfermería en los Hospitales Base, de acuerdo a lo ya realizado por el Dr. Ramón Carrillo en este sentido. Recrear el sistema de las Escuelas Patricias Argentinas o similares. Mantener el nivel terciario y universitario. El personal de enfermería deberá percibir una remuneración acorde con sus responsabilidades, calidad de prestación, riesgos y antigüedad en las funciones, (considerar sueldo mínimo, vital y móvil, y escala de sueldo básico según antigüedad). Se promoverá la implementación de beneficios sociales y suplementos por: dedicación exclusiva, riesgo laboral, horario nocturno, riesgo laboral en área psiquiátrica, responsabilidad jerárquica, docencia e investigación, título y capacitación, especialidad crítica, sectores infectocontagiosos, zona desfavorable, insalubridad y radicaciones. Se propone modificar la ley de jubilaciones teniendo en cuenta los años de trabajo en la profesión y no la edad cronológica, es decir, jubilarse a los 25 años de ejercicio en la profesión, sin límite de edad. IX. MEDIDAS DE EMERGENCIA EN EL CORTO PLAZO 1) Rescate de la capacidad instalada existente, construcción y equipamiento de Centros de 2) 3) SETIEMBRE DE 1983 Salud, teniendo en cuenta la prioridad del Plan Materno-infantil y el de Educación Sanitaria. Reemplazo del actual Departamento de Atención Primaria para la Salud, por la Dirección de Centros de Salud. Realización de la Campaña de Ayuda Alimentaria: Convocar a la Solidaridad nacional a través de la constitución de un Consejo Nacional de Asistencia Alimentaria, constituido por representantes de la Iglesia, de los Sindicatos, asociaciones femeninas, industriales y comerciales de la alimentación, partidos políticos, etc. Se implementará a través de los Centros de Salud y comedores escolares gratuitos, hasta que como consecuencia de la Justicia Social desaparezca el hambre en nuestro país. Protección a la madre y al niño Dicha protección estará indisolublemente ligada a la del núcleo familiar, que debe ser completa, es decir, abarcando las tres ramas de la Sanidad Justicialista. Se protegerá al niño a través de la madre, sin apartarlo de ella: Para ello se propone: Medidas para disminuir las tasas de morbi1) mortalidad infantil y materna: — Campaña de Ayuda Alimentaria. — Campaña de Educación Sanitaria que comprenda el estímulo de la lactancia materna y la lucha contra la propaganda del consumo de leche maternizada. — Subsidio por lactancia. — Aumento de los subsidios y licencia postnatal. — Rescate de la capacidad instalada hospitalaria y de los Centros Materno-infantiles. 2) Medidas para aumentar las tasas de natalidad: se basarán en la protección del núcleo familiar, a saber: — Préstamos para contraer matrimonio, exención de impuesto a la familia numerosa, subsidios por parto, embarazo y lactancia, aumento del salario familiar. — Lucha contra el aborto y los planes de control de la natalidad. — Protección y dignificación de la mujer trabajadora. 3) Medidas para revertir el proceso de despoblación regional: se tenderá a favorecer la permanencia de las comunidades rurales en su lugar de origen a fin de evitar el hacinamiento, la insalubridad del medio ambiente, la alimentación deficitaria y la disminución de la tasa de natalidad. Deportes 1) Reglamentar la Ley Nacional de Deportes N° 20.655/74. 2) Crear y recrear lugares adecuados de fácil acceso para la actividad deportiva en sus cua- Primer Congreso Nacional de la Salud del Justicialismo. Relato final 3) 4) 5) tro áreas: educativa, recreativa, competitiva y de espectáculos. Reunir los datos obtenidos en los exámenes de salud para la práctica deportiva, en un área de la Secretaría de Deportes. Garantizar la fiscalización y control por parte del Estado de los deportes profesionales, para asegurar que sean prácticas dignas como espectáculo. Proveer a que los planes deportivos contemplen la realidad regional, para el desarrollo nacional y la representación internacional. Salud para la ancianidad — Inclusión de unidades de atención geriátrica en los Hospitales Generales, y de equipos de gerontología en los Centros de Salud. Creación de Hospitales de Día, como entidades autónomas o anexas a Hospitales Generales y Geriátricos. — Normalización, fiscalización y control de los establecimientos geriátricos por el Ministerio de Salud Pública. — Plan de Medicina Preventiva a partir de los Centros de Salud, mediante exámenes periódicos y visitas domiciliarias. — Plan de educación sanitaria a desarrollar desde los Centros de Salud, Obras Sociales, Asociaciones de jubilados, Medios de Comunicación Social, expresiones artísticas, etc. — Promoción de la práctica de deportes, gimnasia y recreación, a partir del barrio o de las obras sociales, con supervisión del Centro de Salud. — Promover los subsidios a la familia del anciano enfermo o con dificultades, tendiente a evitar su internación. — Promover la incorporación de los jubilados a sus Obras Sociales respectivas. — Promover la inclusión de materias relacionadas con Gerontología, Geriatría y Gerontopsiquiatría, en los planes de estudio de carreras médicas y paramédicas. Política alimentaria Se formulará una política alimentaria nacional — con amplio contenido social desde el Ministerio de Salud Pública, promoviendo la recreación de la Comisión Nacional de Política Alimentaria. — Se recreará el Instituto Nacional de la Nutrición. — Se formará personal especializado en Facultades Técnicas Alimentarias. — Deberá implementarse una vasta campaña de Educación Sanitaria en materia de alimentación. — Se creará el Instituto de tecnología e Investigación Alimentaria. — Se restablecerá el Departamento de 9 Bromatología, incorporando a sus funciones actuales, las siguientes: - Fiscalización sanitaria y tecnológica de la elaboración de productos alimenticios y control de su calidad, así como de todas las etapas de su comercialización. - Creación de laboratorios de análisis e investigación alimentaria. - Se pondrá en práctica en todo el país el Reglamento Alimentario de 1953, con las aclaraciones y correcciones que aconseje la Comisión Permanente que deberá constituirse a tal efecto. Medidas que se proponen para el corto plazo en el área de medicina, seguridad e higiene en el trabajo Nuestra propuesta toma como eje fundamental la participación activa de los trabajadores en la implementación de la política del sector y el logro de los resultados planteados. 1) Se dará plena vigencia y se hará cumplir la legislación vigente. 2) Se reglamentarán las actividades no contempladas. 3) Se propiciará la incorporación de los Servicios de Medicina del Trabajo e Higiene y Seguridad en el Trabajo, en las Asociaciones Profesionales y sus Obras Sociales. 4) Se promoverá en los establecimientos en donde se realice trabajo, la creación de los comités de Higiene y Seguridad y Medicina del Trabajo, con representantes en los empleadores, trabajadores y profesionales de las especialidades involucradas, con competencia para resolver los problemas que se plantean y con una instancia de apelación donde el Estado, por sus organismos correspondientes, actúe como árbitro. 5) Se levantarán las salubridades decretadas políticamente con posterioridad al 24/03/76. 6) Estimular y promocionar la capacitación de post-grado, a nivel Universitario de Profesionales en Medicina, Higiene y Seguridad en el Trabajo (médicos e ingenieros), a fin de dirigir con la mayor eficacia los respectivos servicios Profesionales. 7) Crear cursos de capacitación en Medicina del Trabajo e Higiene y Seguridad en el Trabajo, para Asistentes Sociales y Visitadoras de Higiene Social y Técnicos en Seguridad Industrial. Extremar el control por los organismos corres8) pondientes en esta área para el ejercicio de la especialidad, por los profesionales e instituciones autorizadas legalmente a tal efecto. 9) Revisión y actualización, adecuándolas al estado socio-económico del país, de las leyes de jubilación, accidentes de trabajo, Medicina del Trabajo, Higiene y Seguridad del Trabajo, etc.; en relación con los Derechos del Trabajador. 10 10) Se promoverá la creación a nivel nacional del Instituto de Medicina, Higiene y Seguridad en el Trabajo, creando un Fondo Nacional destinado a la prevención de los riesgos laborales con el que se financiará su funcionamiento. 11) Se estimulará económicamente a la Industria Nacional con el objeto de mejorar las condiciones laborales, agresivas a la salud del trabajador, aumentar la productividad y disminuir los infortunios. 12) Se promoverá la integración en materia de Higiene y Seguridad en el Trabajo con los países Latinoamericanos y del Tercer Mundo. 13) Se contemplarán las particulares características de la mujer trabajadora en la problemática de Medicina, Higiene y Seguridad en el Trabajo. 14) Se dará especial énfasis a la educación sanitaria de los trabajadores en este tema. 15) Se incluirá en la legislación de los regímenes de Promoción Industrial, la obligación del cumplimiento de la normativa en Higiene y Seguridad en el Trabajo. 16) Se establecerá un régimen rápido y eficiente de fijación de salubridades e insalubridades. 17) Se actualizarán al conocimiento actual la tabla de límites máximos previsibles de agresores ambientales. 18) Se establecerá una política de Seguros de Accidentes de Trabajo que estimule las medidas prevencionistas. 19) Se propiciará la creación de una Dirección Nacional de Medicina del Trabajo, dentro del área de salud, la que se encargará de elaborar la normativa específica para un mayor bienestar del trabajador. 20) La autoridad de aplicación de la normativa específica en Medicina del Trabajo y Seguridad e Higiene en el Trabajo, se propone mantenerla bajo el área del Ministerio de Trabajo. Queremos cerrar esta propuesta recordando al General Perón cuando nos dijo: “Yo aspiro a que el pueblo Argentino sea un permanente canto de alegría y de felicidad, y que los productos que elaboran los trabajadores argentinos lleven impregnados en su estructura, esa alegría y esa felicidad, para que de ella se contagien todos los pueblos de la Tierra”. Educación sanitaria “Toda necesidad crea un derecho’’ dijo Evita; la Educación Sanitaria es el derecho que todo hombre CUADERNOS MÉDICO SOCIALES Nº 25 - SETIEMBRE DE 1983 tiene a ser depositario del saber social acumulado a lo largo de la experiencia de la humanidad para el logro de una vida más sana. — Se considerará a la Educación Sanitaria como área crítica, y a la familia como su destinataria natural, desarrollándose a tal efecto un plan de emergencia que dará prioridad a los programas referidos a alimentación y nutrición del grupo familiar —incluyendo promoción de la lactancia materna— y al cumplimiento de los objetivos del área materno-infantil, salud mental y preservación del medio ambiente, incluyendo saneamiento ambiental básico —agua, excretas, basuras—. Se enfatizará la prevención del tabaquismo, alcoholismo y drogadicción, criterio en el uso de los medicamentos y prevención de accidentes domésticos y viales. — Asimismo, se dará prioridad a los programas de emergencia y catástrofe, lo relacionado a inundaciones y sus consecuencias para las zonas afectadas. — Serán los principales efectores los Centros de Salud (capacitando también a agentes de la comunidad) y las Obras Sociales, donde han de adecuarse las acciones para la protección del trabajador y su grupo familiar, según las características laborales y zonales de cada gremio. También las secretarias de Acción Social de las Unidades Básicas Justicialistas, así como otras organizaciones de la comunidad deben desarrollar acciones de Educación Sanitaria. — Los planes deben ser regionales y contemplarán muy especialmente a los grupos indígenas, respetando su cultura, y capacitando a gente de su propia comunidad. — Debe realizarse la vigilancia y contralor sobre los contenidos de los medios masivos de comunicación y su incidencia sobre la salud los valores y las formas de vida del niño, el joven y el grupo familiar. — Se creará la Dirección Nacional de Educación Sanitaria dentro del Ministerio de Salud Pública (Actualmente es un sector). — Se establecerá una política de formación de los recursos humanos en Educación Sanitaria, conforme a las necesidades del país. Buenos Aires - Julio -1983