PROYECTO CUBA-VENEZUELA Instituto de Estudios Cubanos y Cubano-Americanos Universidad de Miami Marzo, 2008 CUBA-VENEZUELA: NUEVA RELACIÓN POST-FIDELISTA *Dr. Eugenio Yánez En los casi tres meses que corren entre la derrota de Hugo Chávez en el referéndum del 2 de diciembre del 2007 y la transmisión de poderes en Cuba en 24 de febrero del 2008 la situación estratégica de Hugo Chávez se ha debilitado significativamente. Con los análisis aún pendientes de las nuevas realidades cubanas y los focos del escenario concentrados en La Habana, a muchos se les ha escapado, de momento, el colosal cambio en la correlación de fuerzas que le complica seriamente las cosas a Hugo Chávez. Con Fidel Castro relativamente fuera del escenario de la administración diaria del poder, los aliados más sólidos de Hugo Chávez en Cuba terminaron en posiciones mucho menos sólidas que lo que el venezolano hubiera deseado: Carlos Lage vio ascender sobre él a José Ramón Machado Ventura como segundo al mando de Raúl Castro, y Felipe Pérez Roque fue mantenido en el cargo sin pena ni gloria. Ambos considerados “presidenciables” en infinidad de análisis de los últimos meses, han quedado en evidencia como parte del paisaje decorativo que adorna con “civiles” el Consejo de Estado creado por Raúl Castro. A nivel de vicepresidentes, Carlos Lage deberá lidiar entre iguales jerárquicos con un Comandante de la Revolución, Juan Almeida, con un Comandante del Ejército Rebelde que es ahora el Primer Vicepresidente, y con dos Generales de Cuerpo (3 estrellas): Julio Casas, Ministro de las Fuerzas Armadas, y Abelardo Colomé (“Furry”), Ministro del Interior, y con un civil, Esteban Lazo, quien no tiene intenciones de entrar en conflicto con el nuevo poder, Aunque “Juanito” Almeida, como le llama Raúl, sea más consensual, los tres Vices que son militares incondicionales no podrán olvidar fácilmente las palabras de Lage en Caracas declarando “Cuba tiene dos presidentes”, donde colocó de facto al venezolano sobre Raúl Castro. Seguirá asistiendo a eventos internacionales y tomas de posesión presidenciales, pero ya no hay motivo para considerarlo el “número dos”. Felipe Pérez Roque, por su parte, después de las referencias en la ONU a la disposición de Cuba a renunciar a su soberanía, parece haber mantenido el cargo gracias a que el Big Brother todavía respira y lo considera “el mejor intérprete” de sus ideas, pero tiene sobre sí las miradas vigilantes y las tenazas de Esteban Lazo, quien por el Buró Político atiende las relaciones internacionales, y las del miembro del Secretariado del Partido Fernando Remírez de Estenoz, hombre de Raúl Castro. José Ramón Machado Ventura fue comandante del Ejército Rebelde en el Segundo Frente que dirigía Raúl Castro, y siempre ha sido un protegido y un incondicional del general que ahora se viste de civil: hasta donde se conoce, no ha visitado Venezuela ni ha sostenido muchos contactos directos con Hugo Chávez en Cuba. Los que más contacto han tenido con Venezuela, después de Carlos Lage, son los dos generales de tres estrellas que son ahora vicepresidentes: “Furry” Colomé para organizar los servicios de seguridad venezolanos, y Julio Casas para organizar la colaboración militar. Se conoce que en algunos momentos las relaciones de ambos con Chávez no fueron tan cálidas como hubieran deseado el Comandante en Jefe y el teniente coronel, aunque la sangre nunca llegó al río, pero de todas maneras la función de ambos generales tenía que ver con una fuerza armada y organismos de seguridad venezolanos más fieles al concepto de la responsabilidad profesional que al chavismo incondicional. La conversación del nuevo dirigente cubano con Chávez en el “Aló, Presidente” el mismo día de su encumbramiento fue cordial y jocosa, pero entre risas y bromas Raúl Castro aprovechó la ocasión para enviar un saludo a las “gloriosas” fuerzas armadas venezolanas. Con lo cual recordó a todos que él es el dueño del poder militar en Cuba, y algo mucho más sutil: las “gloriosas” fuerzas armadas venezolanas, que derrotaron a las guerrillas apoyadas por Cuba en Venezuela en los años sesenta, en los siguientes cuarenta años obtuvieron esa gloria en un único enfrentamiento militar de importancia, al derrotar la intentona golpista de Hugo Chávez en 1992; al sacarlo del poder en abril del 2002 cuando el teniente coronel fue incapaz de detener, para decirlo con indulgencia, la masacre de civiles; y recientemente sostuvieron un decisivo enfrentamiento por omisión, al negarse a respaldar con la fuerza los conatos de fraude que se gestaban en Caracas el 2 de diciembre del pasado año para ignorar la voluntad popular en el referéndum. Los veteranos militares que se agrupan en el poder junto a Raúl Castro hace tiempo están de vuelta de aventuras “internacionalistas”, donde perdieron en todas las guerrillas y ganaron dos guerras a la vez en Angola y Etiopía: ven a los sectores castrenses venezolanos como instituciones para salvaguardar la estabilidad y el orden y defender la soberanía nacional, pero no -2- se emocionan con las arengas de Chávez y saben, además, que Estados Unidos no está en condiciones, ni tiene interés, en invadir Venezuela. Consiguientemente, no están dispuestos a hacerle el juego a Chávez en su campaña incendiaria tercermundista, y por eso Raúl Castro resalta el historial “glorioso” de las fuerzas armadas, que resulta ser de contención de Chávez. Finalmente, otro punto que no ha sido analizado todavía, y parece haber pasado por alto a muchos, es que Machado Ventura ha sido, por más de treinta años, quien ha llevado las riendas organizativas del Partido Comunista, y que al pasar a posiciones ejecutivas de gobierno debe abandonar aquellas, con lo cual la efectividad y el funcionamiento del aparato partidista se podrían debilitar. Si esto fue un riesgo calculado de Raúl Castro, o una evidente intención de dar mucha más fuerza a las instituciones de gobierno, está por verse: su discurso de aceptación de sus nuevos cargos exalta al partido como máxima autoridad, lo cual se explica, además de por la definición constitucional, por el hecho de que Fidel Castro sigue siendo el Primer Secretario. Pero si Raúl Castro lograra que el partido funcione de manera diferente a como la ha hecho durante el largo reinado organizacional de Machado Ventura, y aunque tuviera un papel determinante en definiciones estratégicas dejara de ser la permanente intromisión en los asuntos de detalle en todas partes, entonces el gobierno raulista estaría en mejores condiciones de ejercer su poder y desarrollar sus estrategias. ¿Parece extraño? Pues no lo es: así ha funcionado el Partido dentro de las fuerzas armadas y los órganos de seguridad desde su creación en la década de los sesenta. Que los militares que ahora salen de sus cuarteles organizativos para dirigir el país en su conjunto considerasen conveniente extrapolar el papel de las organizaciones partidistas en el sector castrense al ámbito de la sociedad en su conjunto no sería extraño ni tampoco descabellado: para ellos el partido siempre fue instrumento de apoyo para los mandos, nunca estorbo. El petróleo y los miles de millones de dólares deben seguir fluyendo regularmente desde Caracas a Cuba, mientras el gobierno cubano desarrolla opciones de producción nacional con la colaboración tecnológica, entre otros, de Brasil, y se afianzan opciones estratégicas de emergencia a través del petróleo de Angola, Azerbaiyán y Guinea Ecuatorial, países con los que se han sostenido conversaciones en los últimos meses. Y si, una vez estabilizadas estas opciones inmediatas y estratégicas, Chávez desea continuar siendo de chequera generosa a costa de los dineros del pueblo venezolano, nadie en La Habana le dirá que no lo haga, pero nadie tampoco se sentirá obligado a vestirse de militar “bolivariano” ni combatir en Colombia, Bolivia, o donde se le ocurra al teniente coronel. Con una oposición que se reagrupa después del referéndum, y puede disputarle seriamente espacios a un Chávez disminuido que intenta a toda prisa inventar un partido “socialista” para su proyecto dictatorial, el golpista venezolano debe tener mucho cuidado en el manejo de sus relaciones con Cuba, pues esa batalla en dos frentes sería contraproducente. -3- Si Fidel Castro, animal político, solo se interesaba en sus admiradores, para que le admiraran más aún, Raúl Castro y sus militares analizan la política como un combate militar o una situación operativa de la seguridad: cooperar con los aliados, aniquilar los enemigos, neutralizar los peligros potenciales. Hugo Chávez no es un enemigo para ellos, por el momento. Ni es aliado incondicional: resulta potencialmente peligroso. Con toda seguridad, pretenderán neutralizarlo. O más exactamente, ya comenzaron a hacerlo. * Eugenio Yánez, PhD en Economía, Lic.Ciencias Políticas, ex-Profesor de la Universidad de La Habana. Coautor de "Jaque al Rey: La muerte de Fidel Castro" y "Secreto de Estado: Las primeras doce horas tras la muerte de Fidel Castro". Editor de Cubanálisis-El Think-Tank (www.cubanalisis.com) -4-