PDF

Anuncio
Documento descargado de http://www.elsevier.es el 30/11/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato.
Hipertens riesgo vasc. 2011;28(1):1—3
www.elsevier.es/hipertension
EDITORIAL
Control de la presión arterial tras el ictus, ¿nos pasamos
o no llegamos?
Joan Montaner ∗ y Pilar Delgado
Laboratorio de Investigación Neurovascular, Servicio de Neurología, Hospital Universitario Vall d’Hebron, Barcelona, España
Recibido el 10 de enero de 2011; aceptado el 12 de enero de 2011
En este número de la revista Hipertensión y Riesgo Vascular, un
artículo de Castilla-Guerra et al1 analiza la aparición de
episodios de hipotensión nocturna (HPN) tras el ictus, considerando como tales aquellos en los que los valores de
presión arterial sistólica (PAS) eran menores de 100 mmHg.
Usando esta definición, a los 6 meses del ictus la MAPA de
24 h evidenció episodios de HPN en el 54,2% de los pacientes
estudiados.
Esta alta tasa de HPN tras el ictus es un hallazgo interesante y novedoso que lleva a los autores a proponer que ‘‘es
necesario replantear los objetivos de modificación de PA en
prevención secundaria en sujetos con ictus previo, dado que
podríamos estar sometiendo a nuestros pacientes a un mayor
riesgo de episodios de HPN e hipoperfusión cerebral’’.
Como en muchas ocasiones sucede, este tipo de estudios
observacionales generan más cuestiones de las que resuelven. A nosotros la lectura de este interesante artículo nos
ha hecho plantearnos varias preguntas:
1. ¿Es esta frecuencia de HPN postictus realmente muy alta
y, por tanto, es un fenómeno específico de la patología
neurovascular?
Si bien los episodios de hipotensión durante la fase
aguda del ictus son mejor conocidos y se ha hecho un
enorme esfuerzo por evitar reducciones bruscas de PA
por debajo de cifras iguales o superiores de PAS de 220
mmHg y/o de presión arterial diastólica (PAD) de 120
mmHg, excepto para los pacientes con ictus isquémico
∗
Autor para correspondencia.
Correo electrónico: [email protected] (J. Montaner).
que reciben tratamiento trombolítico, en que no debemos superar los umbrales máximos de 185 mmHg para
la PAS y 105 mmHg para la PAD; no es tan conocido la
aparición de estos episodios tras la fase aguda cuando el
paciente está ya fuera del hospital, siguiendo el régimen
de antihipertensivos que hemos pautado e intentando
seguir nuestras recomendaciones de alcanzar valores de
PAS inferiores a 130 mmHg y los de PAD de 85 mmHg2 .
Puesto que en el estudio de Castilla-Guerra no existe
un grupo control, no podemos estar seguros de que la tasa
de hipotensión es específica de este subgrupo de pacientes con ictus, o si por el contrario es algo frecuente en el
manejo moderno y más intenso de la hipertensión arterial (HTA). De hecho, estos fenómenos se han descrito
en pacientes hipertensos con otro tipo de afectación de
órganos diana aparte del sistema nervioso.
2. ¿Quién desarrollará HPN?
Sería interesante reconocer a los pacientes que van a
presentar hipotensión arterial nocturna e individualizar
en ellos el tratamiento antihipertensivo. Intuitivamente
pensamos que es muy posible que en el futuro podamos
personalizar el tratamiento antihipertensivo en cada subtipo de ictus (cardioembólico, aterotrombótico, lacunar,
etc.), por familias de fármacos, dosis y momentos de
administración durante el día.
En la serie de Castilla-Guerra los episodios de HPN son
difíciles de predecir ya que los pacientes con HPN no
mostraron diferencias significativas en las cifras de PA
en consulta ni en el número, tipo o forma de administración de los fármacos antihipertensivos utilizados en
cada grupo. De todas formas, valdría la pena realizar
estudios con mayor número de pacientes, ya que existe
1889-1837/$ – see front matter © 2011 SEHLELHA. Publicado por Elsevier España, S.L. Todos los derechos reservados.
doi:10.1016/j.hipert.2011.01.001
Documento descargado de http://www.elsevier.es el 30/11/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato.
2
una tendencia clara en dicho estudio (143 frente a 135
de sistólica) a que los pacientes con episodios de HPN
tengan las cifras en todos los períodos (de 24 h, diurna,
nocturna e incluso en la consulta) más bajas. En la consulta, la diferencia es de 8 mmHg, y aunque la diferencia
no sea estadísticamente significativa (seguramente por
el reducido tamaño muestral), clínicamente una diferencia de 8 mmHg en prevención secundaria puede ser muy
relevante en la reducción del riesgo de futuros eventos
vasculares.
Además, los autores del estudio identificaron algunas
características interesantes del grupo con HPN, que por
ejemplo presentó una tendencia a un mayor número de
sujetos con patrón dipper. El patrón dipper es el fisiológico y además el único que no se ha relacionado con
un aumento del riesgo cardiovascular en la mayoría de
estudios, a diferencia de todos los otros patrones.
Por el contrario, sabemos que el patrón extremedipper en la presión nocturna se asocia estrechamente
al excesivo ascenso matutino de la PA y con hipertensión
ortostática. Los pacientes hipertensos con esos patrones
muestran marcadas variaciones de la PA y son más propensos a tener infartos cerebrales silentes y tienen mayor
riesgo de ictus en el futuro. Por ello se ha propuesto
que un tratamiento individualizado podría ser beneficioso para este subgrupo de pacientes hipertensos de
alto riesgo3 . Varios trabajos confirman la acumulación
de patología cerebrovascular silente además de en los
non-dipper, en los extreme dipper con caídas nocturnas
marcadas de presión en pacientes hipertensos de edad
avanzada4 .
Aunque Castilla-Guerra et al discuten mucho acerca
del papel de disminuir la PA en pacientes mayores, la
verdad es que la media de edad no es tan elevada en su
serie y los casos de hipotensión son incluso más jóvenes, por lo que sus datos no apoyan que la edad sea
un factor tan importante en este fenómeno.Los resultados de este estudio apuntan a que, en los pacientes
con ictus reciente, conocer los valores de PA nocturnos
puede ser esencial, pero sólo con los valores de PA clínica no podríamos ajustar correctamente la medicación
y evitar los fenómenos de HPN. Todo ello corrobora la
necesidad de realizar un estudio MAPA 24 h en los supervivientes de un ictus y probablemente el mensaje es que
debemos estudiar mejor a nuestros pacientes.
3. ¿El desarrollo de HPN puede asociarse a alguna complicación o es sólo un epifenómeno del tratamiento
antihipertensivo?
En varios momentos, Castilla-Guerra et al nos recuerdan que un mayor riesgo de episodios de HPN implica
una hipoperfusión cerebral. Sin embargo, ellos no lo
demuestran y pocos estudios en la literatura científica
lo sustentan de forma categórica.Aunque los autores
comentan que ese riesgo podría ser aún mayor en estos
sujetos con ictus previo dado los problemas de autorregulación de la circulación cerebral que el ictus conlleva,
lo cierto es que esto ocurre sobre todo en la fase aguda
y en algunos subtipos de ictus como los ocasionados por
enfermedad oclusiva carotídea y en ausencia de circulación colateral adecuada, en que una presión de perfusión
cerebral baja puede causar isquemia en las áreas fronterizas entre territorios vasculares.
J. Montaner, P. Delgado
Sería interesante describir en futuros estudios no sólo
los pacientes que tienen episodios aislados de HPN, sino
si esta hipotensión se mantiene a lo largo de la noche en
varias medidas consecutivas, porque un episodio aislado
quizás podría estar más en relación con la variabilidad
natural de la PA y el descenso fisiológico que se produce durante el sueño, que con un proceso patológico
que implique hipoperfusión cerebral.
También se ha descrito que los episodios de HPN pueden ser causa de un mayor riesgo de deterioro cognitivo5 .
De todas formas, hemos de recordar que el patrón más
asociado a lesiones cerebrales y deterioro cognitivo sigue
siendo el de non-dippers en la mayoría de las series.
4. ¿Hasta qué cifras hemos de bajar la PA tras el ictus?
Aunque todo lo comentado previamente nos puede
hacer ser extremadamente cautos en la indicación de
antihipertensivos tras el ictus, creemos que ésta no es
la mejor actitud hoy en día, que debería seguir siendo
muy proactiva hasta que no acumulemos más evidencia
científica que indique lo contrario. Los datos son claros,
ya que el descenso de la PA en pacientes que han presentado un ictus o un accidente isquémico transitorio (AIT)
conlleva una reducción muy significativa del riesgo de
recurrencias. Sin embargo, no está claro en qué cifras
está la frontera entre el beneficio y la posible aparición
de efectos adversos. Para ello harán falta ensayos clínicos, ya que como siempre sólo la evidencia científica
ha de modificar nuestras actuaciones y recomendaciones. En este sentido, el ensayo clínico PAST BP intentará
determinar si dianas de tratamiento intensivo pueden
alcanzarse con seguridad y mayor eficacia6 . Para ello, 610
pacientes serán aleatorizados a dos grupos con reducciones de PA intensas con dianas de 130 mmHg de PAS
comparado con un grupo estándar en que la diana será
140 mmHg de PAS.
También en busca de respuestas sobre la terapia
óptima, se han metaanalizado 147 ensayos clínicos
realizados con fármacos antihipertensivos (108 fármacos controlados con placebo y 46 comparando diversos
fármacos entre ellos), cuyo objetivo fue evaluar la
presencia durante el seguimiento de cualquier evento
vascular o ictus7 . El estudio muestra claramente que
el efecto beneficioso del tratamiento con fármacos
antihipertensivos en la prevención del ictus depende,
fundamentalmente, de la disminución de las cifras de
PA, sin que se hayan demostrado diferencias atribuibles
a la clase de fármaco. Lo importante de este análisis es
que el beneficio se obtenía precozmente, a partir del
primer año de tratamiento y que considerando los diferentes tipos de fármacos, la reducción en el riesgo de
ictus y en el de eventos coronarios fue de la misma magnitud. Los autores analizaron un escenario en personas
de edades comprendidas entre 60 y 69 años, con una PAD
de 90 mmHg antes del tratamiento, y concluían que tres
fármacos a la mitad de la dosis estándar en combinación
reducirían el riesgo de eventos coronarios en un 46% y
de ictus en un 62%. Sin embargo, el tratamiento con un
único fármaco a dosis estándar tendría la mitad de ese
efecto.
La pregunta con que iniciamos este editorial ‘‘¿no llegamos o nos pasamos?’’ sigue teniendo una respuesta clara
Documento descargado de http://www.elsevier.es el 30/11/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato.
Control de la presión arterial tras el ictus, ¿nos pasamos o no llegamos?
para nosotros al analizar la práctica habitual de pacientes
con ictus, como sugieren los investigadores del REACH8 tras
analizar a casi 19.000 pacientes con enfermedad cerebrovascular. Ellos observaron que, a pesar de que más del 80% de los
pacientes recibía tratamiento antihipertensivo, el 50% tenía
presiones superiores a 140/90. La enorme tasa de uso de fármacos antihipertensivas sin la consecución de los objetivos
de PA muestran que o los pacientes no toman la medicación
o que aún las prescribimos en dosis insuficientes.
Desafortunadamente, es por tanto posible que en general ‘‘no lleguemos’’ y que esa parte de la balanza es la que
más hemos de trabajar por el beneficio tan brutal que podemos producir. Los efectos secundarios en la otra parte de la
balanza, aquellos que se pueden producir cuando ‘‘nos pasamos’’, también nos deben preocupar, ya que posiblemente
sean más frecuentes a medida que hagamos mejor la prevención secundaria. De hecho, una lectura opuesta a la que
hacen Castilla-Guerra et al también sería válida y quizás los
pacientes que no tienen ningún episodio de HPN son los peor
controlados en general, ya que en el período nocturno lo que
se considera óptimo son valores de menos de 115/65 (y en
su estudio el grupo sin HPN tienen medias en el período nocturno mucho más elevadas de 132/74). Lo mismo ocurre con
los patrones circadianos, ya que el dipper o descenso fisiológico es menos frecuente en el grupo sin HPN y, por tanto,
el hecho de que los pacientes con HPN tengan más frecuentemente el patrón dipper podría ser algo positivo, ya que es
el que está asociado a un mejor pronóstico cardiovascular
en general.
Por tanto, antes de ser alarmistas, lo cual podría llevar
a no cumplir los objetivos que nos hemos marcado en las
guías y aumentar los casos en que ‘‘no llegamos’’, hemos
de realizar más estudios que aporten evidencia científica.
En nuestra opinión, los más valiosos, aparte de los ensayos
con distintas dianas de tratamiento como el PAST BP, serían
estudios como el de Castilla-Guerra, con grandes tamaños
muestrales y seguimientos prolongados que analicen si los
episodios de HPN se asocian a un mayor riesgo de nuevos
eventos vasculares o aparición de nuevas lesiones cerebrales
evaluadas mediante técnicas de neuroimagen.
3
Hasta que ese tipo de relaciones causales no se
demuestren debemos intentar adherirnos a las guías que
recomiendan un descenso de la PA sistólica/diastólica a valores dentro del rango de 130-139/80-85 mmHg, acercándonos
lo más posible a los rangos inferiores de estos valores. Por
otra parte, como el beneficio al disminuir la presión arterial se extiende a todas las personas, esta recomendación
debería generalizarse a todos los pacientes que hayan presentado un ictus isquémico o AIT, independientemente de
que tengan o no historia de HTA, salvo para los que sufran
hipotensión sintomática.
Bibliografía
1. Castilla-Guerra et al.
2. Tovar JL, Delgado P, Montaner J. Manejo de la hipertensión arterial en el ictus. NefroPlus. 2010;3:39—50.
3. Kario K, Shimada K, Pickering TG. Abnormal nocturnal blood
pressure falls in elderly hypertension: clinical significance and
determinants. J Cardiovasc Pharmacol. 2003;41 Suppl1:S61—6.
4. Kario K, Matsuo T, Kobayashi H, Imiya M, Matsuo M, Shimada
K. Nocturnal fall of blood pressure and silent cerebrovascular damage in elderly hypertensive patients. Advanced silent
cerebrovascular damage in extreme dippers. Hypertension.
1996;2:130—5.
5. Del Ser T, Barba R, Morin MM, Domingo J, Cemillan C, Pondal M,
Vivancos J. Evolution of cognitive impairment after stroke and
risk factors for delayed progression. Stroke. 2005;36:2670—5.
6. Fletcher K, Mant J, McManus R, Campbell S, Betts J, Taylor C,
et al. Protocol for Past BP: a randomised controlled trial of different blood pressure targets for people with a history of stroke of
transient ischaemic attack (TIA) in primary care. BMC Cardiovasc
Disord. 2010;10:37.
7. Law MR, Morris JK, Wald NJ. Use of blood pressure lowering
drugs in the prevention of cardiovascular disease: meta-analysis
of 147 randomised trials in the context of expectations from
prospective epidemiological studies. BMJ. 2009;338:b1665.
8. Röther J, Alberts MJ, Touzé E, Mas JL, Hill MD, Michel P,
et al. REACH Registry Investigators. Risk factor profile and
management of cerebrovascular patients in the REACH Registry.
Cerebrovasc Dis. 2008;25:366—74.
Descargar