Departamento de Historia e Historia del Arte revista de HISTORIA CANARIA Universidad de La Laguna 198 2016 Revista de HISTORIA CANARIA Revista de HISTORIA CANARIA Departamento de Geografía e Historia y Departamento de Historia del Arte y Filosofía DIRECTOR A Clementina Calero Ruiz. Profesora titular de Historia del Arte Moderno, Universidad de La Laguna. CONSEJO DE REDACCIÓN Adolfo Arbelo García. Profesor titular de Historia Moderna, Universidad de La Laguna. Ana Viña Brito. Profesora titular de Historia Medieval, Universidad de La Laguna. Carlos Castro Brunetto. Profesor titular de Historia del Arte, Universidad de La Laguna. Carmen Milagros González Chávez. Profesora titular de Historia del Arte, Universidad de La Laguna. Manuel A. Fariña González. Profesor TEU de la Facultad de Educación, Universidad de La Laguna. Ana María Quesada Acosta. Profesora titular de Historia del Arte, Universidad de La Laguna. Domingo Sola Antequera. Profesor colaborador de Historia del Arte, Universidad de La Laguna. Alberto Vieira. Vicepresidente del Centro de Estudios Históricos del Atlántico, CEHA, Madeira. John Everaert. Profesor de Historia Moderna, Universidad de Gante. Juan Sebastián López García. Profesor titular de Historia del Arte, Escuela de Arquitectura de Las Palmas de Gran Canaria, profesor colaborador de la Universidad de Guadalajara, México. M.a Teresa Pérez Bourzac. Profesora titular de Historia del Arte, Centro Universitario de Arte, Arquitectura y Diseño (CUAAD), Universidad de Guadalajara, México. Adela Fábregas. Profesora titular de Historia Medieval y licenciada en Filología Semítica, Universidad de Granada. SECRETARIO Juan Manuel Bello León. Profesor titular de Historia Medieval, Universidad de La Laguna. CONSEJO ASESOR Antonio Bethencourt Massieu (catedrático emérito de Historia Moderna, Centro de Humanidades «Millares Carlo», Las Palmas de Gran Canaria). Manuel González Jiménez (catedrático de Historia Medieval, Universidad de Sevilla). Ángel Luis Hueso Montón (catedrático de Historia del Cine, Universidad de Santiago de Compostela). Consuelo Naranjo Orovio (profesora investigadora del Instituto de Historia del Centro de Ciencias Humanas y Sociales del CSIC). Alberto Vieira (vicepresidente del Centro de Estudios Históricos del Atlántico CEHA, Madeira). John Everaert (profesor de Historia Moderna, Universidad de Gante). Francisco Javier de la Plaza Santiago (catedrático de Historia del Arte, Universidad de Valladolid). Gerardo Fuentes Pérez (profesor titular de Historia del Arte, Universidad de La Laguna, y Real Academia de BB. AA. de San Miguel Arcángel, Tenerife). Juan Sebastián López García (profesor titular de Historia del Arte, Escuela de Arquitectura, Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, y profesor colaborador de la Universidad de Guadalajara, México). Silvano Acosta Jordán (licenciado en Bellas Arte y restaurador, Puerto de la Cruz). Myriam Serck-Dewaide (historiadora del arte. Directora general honoraria del Institut Royal du Patrimoine Artístique [IRPA], Bruxelles). M.a Teresa Pérez Bourzac (profesora titular de Historia del Arte, Centro Universitario de Arte, Arquitectura y Diseño [CUAAD], Universidad de Guadalajara, México). Adela Fábregas (profesora titular de Historia Medieval y licenciada en Filología Semítica, Universidad de Granada). José Manuel Rodríguez Pérez (arquitecto, Santa Cruz de Tenerife). M.a Adelaide Miranda (profesora titular emérita do departamento de Historia da Arte, Universidade Nova de Lisboa, Portugal). Percival Tirapeli (profesor titular de Historia del Arte, Instituto de Artes-Universidade Estadual Paulista, Brasil). EDITA Servicio de Publicaciones de la Universidad de La Laguna Campus Central. 38200 La Laguna. Santa Cruz de Tenerife Tel.: +34 922 31 91 98 DISEÑO EDITORIAL Jaime H. Vera Javier Torres/Luis C. Espinosa PREIMPRESIÓN Servicio de Publicaciones ISSN: 0213-9472 Depósito Legal: TF 233/1993 Prohibida la reproducción total o parcial de esta obra sin permiso del editor. Revista de HISTORIA CANARIA 198 Servicio de Publicaciones UNIVERSIDAD DE LA LAGUNA, 2016 REVISTA de Historia Canaria / Departamento de Historia e Historia del Arte. —N.º 197 (1957)—. —La Laguna: Universidad, Servicio de Publicaciones, 1957— Anual. Hasta N.º 170: trimestral. Hasta 1984 es responsable la Facultad de Filosofía y Letras. Es continuación de: Revista de Historia (1924-1956) ISSN: 0213-9472 1. Arte-España-Canarias-Historia-Publicaciones periódicas 2. Lingüística-Publicaciones periódicas 3. Literatura española-Canarias-Publicaciones periódicas 4. Canarias-Historia-Publicaciones periódicas 964.9(05) 7(649)(05) 806.0(649)(05) 82(649)(05) NORMAS DE PUBLICACIÓN La Revista de Historia Canaria, heredera de la Revista de Historia, creada en 1924, es una publicación que actualmente edita el Secretariado de Publicaciones de la Universidad de La Laguna con una periodicidad anual. Como su nombre indica, en ella se da cabida a trabajos de índole histórica, de historia del arte, edición de documentos, reseñas, etc., especialmente referidas al pasado del Archipiélago. Las personas interesadas en publicar sus artículos en la Revista de Historia Canaria deberán tener en cuenta las siguientes normas de edición: – Los originales se pueden remitir a lo largo de todo el año y se ordenan cronológicamente, según su recepción, para evaluación y publicación. – Los trabajos se remitirán al director/ra de la revista, Departamento de Historia del Arte o Departamento de Historia, ambos en la siguiente dirección: Facultad de Geografía e Historia. Campus de Guajara. Universidad de La Laguna. La Laguna (Islas Canarias). Irán precedidos de una hoja en la que figuren: a) b) c) d) e) título del trabajo nombre del autor o autores dirección postal, correo electrónico y teléfono institución científica a la que pertenece fecha de envío del trabajo – Se recomienda que los artículos tengan un máximo de 30 folios a 1,5 de interlineado, incluyendo las notas, gráficos, fotografías, cuadros, etc. Para las reseñas, se recomienda un máximo de cinco folios a espacio y medio, incluidas las notas, si las hubiese. – Se acusará por correo electrónico al autor o autores la recepción del artículo. – Los artículos remitidos para su publicación han de ser originales, inéditos y no estar aceptados para su publicación por ninguna otra entidad. Se enviarán en soporte informático (CD) y en los programas de procesamiento de textos habituales (Word, Word Perfect, OpenOffice). Al ejemplar informático le acompañará siempre una copia en papel. – Los trabajos recibidos en la dirección postal señalada serán evaluados por los miembros del Consejo Editorial y del Consejo Asesor. – Antes de iniciar el texto del artículo, se especificará el título y se escribirá un breve resumen (10 líneas máx.) del trabajo en la lengua en que esté escrito el artículo. Ese mismo resumen y el título también se harán en inglés (abstract), con indicación en ambos casos de las palabras clave (keywords). – Tipo de letra: Times New Roman, cuerpo 12, salvo las notas y las citas textuales con sangrado, que deben estar en tamaño 10 y en interlineado sencillo. – Las notas documentales y bibliográficas deberán ir a pie de página. En las citas bibliográficas de las notas el nombre del autor se pondrá en caracteres redondos (escritura normal), y el apellido o apellidos en VERSAL-versalita (ej. González). – Los títulos de las obras o artículos deben ir en cursiva o itálica. – La mención de revistas, misceláneas, congresos, homenajes, colecciones, etc., irá entre comillas latinas (« ») y en caracteres redondos (escritura normal). En el caso de que los congresos u homenajes tengan un título, este irá en letra cursiva. – Cuando se trate de una obra, tras el título irá el número del volumen (si tiene más de uno), seguido del lugar de impresión, año y página o páginas, indicadas con la abreviación p. o pp. – En las menciones de revistas, las citas se harán del modo siguiente: el título del artículo irá entre comillas latinas y el nombre de la revista irá en cursiva, seguido del volumen o tomo y del fascículo, en su caso. A continuación, se escribirá el año entre paréntesis y las páginas. – Las indicaciones ob. cit., loc. cit., ibidem y otras semejantes (passim, etc.) irán siempre en cursiva. – Las menciones de los fondos archivísticos irán en letra redonda. – Cuando se cita un folio o folios (f., ff.), tanto de manuscritos como de impresos, deberá indicarse si se trata del recto o del verso, del modo siguiente: f. 14 v. (esta indicación irá siempre separada con un espacio del número a que corresponda). – Los diversos apartados en que se divida un artículo llevarán los títulos en versalita minúscula, dejando la negrita y la cursiva para los subapartados. – En caso de incorporar apéndices documentales, se recomienda que sean breves. 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Los trabajos no aceptados para su publicación sólo serán devueltos a petición de los autores. La correspondencia relativa a intercambios, suscripciones, venta de ejemplares, etc., debe dirigirse a: Revista de Historia Canaria Servicio de Publicaciones e-mail: [email protected] Universidad de La Laguna Campus Central 38071 La Laguna (Tenerife, España) SUMARIO / CONTENTS 11 Los exvotos en Tenerife. Vestigios materiales como expresión de lo prodigioso (y iii) / The Ex-voto in Tenerife. Material remains as an expression of the wonder (iii) José Manuel Padrino Barrera................................................................................................................ 41 Las campanas del municipio de Güímar: lenguaje, historia y tradición / Güímar’s bells: language, history and tradition José Lorenzo Chinea Cáceres................................................................................................................... 73 Proceso histórico de Firgas (Gran Canaria): territorio y arquitectura, siglos xv-xx / The historical process of Firgas (Gran Canaria): territory and architecture between the fifteenth and the twentieth centuries Juan Sebastián López García................................................................................................................. 101 Luces y sombras de un proyecto frustrado: los planos de Miguel García de Chaves y Cristóbal Afonso para el ayuntamiento de La Orotava en 1787 / Lights and shadows of a failed project: plans by Miguel García de Chaves and Cristóbal Afonso for the townhall in La Orotava in 1787 Jesús Rodríguez Bravo.................................................................................................................................... 121 Datos sobre la orfebrería del santuario del Cristo de los Dolores, Tacoronte. Gastos de las obras y autores / Information about silversmithing in Sanctuary of the Christ, Tacoronte. Expense of the works and authors Antonio Marrero Alberto............................................................................................................................ 145 La roseta de Tenerife, origen y expansión / Teneriffe Lace Milagros Amador González..................................................................................................................... 165 SUMARIO / CONTENTS Construir una identidad familiar a partir de antecedentes lejanos y remotos. El problema de documentar los ancestros para la aristocracia de Canarias en el s. xvii / Building family identity based on distant and remote precedents. The difficulties of documenting the ancestors of the Canary Island’s aristocracy in the 17th century Judit Gutiérrez de Armas....................................................................................................................................... 7 ARTÍCULOS / ARTICLES Prospección arqueológica de La Caleta de Adeje (Tenerife, Islas Canarias) / Archaeological Survey of the Port of Adeje (Tenerife, Canary Islands) Alfredo Mederos Martín y Gabriel Escribano Cobo...................................................... 177 Tres reformas después: enseñar Historia Medieval en la educación secundaria de Canarias del siglo xxi (una panorámica a partir de los textos legales) / Three reforms later: Teaching medieval history in Secondary Education in 21st century Canary Islands Víctor Muñoz Gómez y Juan Manuel Bello León............................................................ 231 DOCUMENTO / DOCUMENT Fray Sebastián de Sanavia y las alhajas del Cristo de La Laguna (16741695) / Fray Sebastián de Sanavia and the jewellry of the Christ of La Laguna (1674-1695) Carlos Rodríguez Morales.......................................................................................................................... 255 SUMARIO / CONTENTS 8 RESEÑAS / REVIEWS Marcelo Wirnitzer, Gisela (coord.): Traducir la historia desde diferentes prismas. Las Palmas de Gran Canaria: Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, 2015. ISBN: 978-84-9042-190-1 Marie-Claire Durand Guiziou........................................................................................................... 271 Galante Gómez, Francisco José: Una iglesia cerca del Cielo. Fuerteventura. Ilustre Ayuntamiento de Pájara. Patrimonio cultural de Pájara, Colección Chilegua, 2015. ISBN: 978-84-608-2024-6 Antonio Marrero Alberto............................................................................................................................ 274 González Lemus, Nicolás: Agatha Christie en Canarias. 1927: un invierno que cambió su vida. 2.ª edición. La Laguna: Nivaria Ediciones, 2015 Javier Lima Estévez........................................................................................................................................... 277 ARTÍCULOS CONSTRUIR UNA IDENTIDAD FAMILIAR A PARTIR DE ANTECEDENTES LEJANOS Y REMOTOS. EL PROBLEMA DE DOCUMENTAR LOS ANCESTROS PARA LA ARISTOCRACIA DE CANARIAS EN EL S. XVII* Judit Gutiérrez de Armas** Universidad de La Laguna Resumen La aristocratización de la sociedad de Canarias a finales del siglo xvi y principios del xvii obligó a las familias de las élites insulares a probar unos orígenes familiares nobles (reales o no), de los que no tenían pruebas escritas, para justificar su derecho a una posición privilegiada. Para ello, tuvieron que sortear el doble salto geográfico y generacional con el solar de origen y desarrollar una serie de mecanismos para esclarecer orígenes genealógicos y obtener pruebas documentales. Esas pruebas, generalmente informaciones genealógicas y expedientes de pureza de sangre, son los primeros «documentos de linaje» de los archivos de familia canarios y constituyen el origen de un proceso de acumulación documental dirigido a la formación del archivo y la memoria de la familia. Abstract «Building family identity based on distant and remote precedents. The difficulties of documenting the ancestors of the Canary Island’s aristocracy in the 17th century». The “aristocratization” of the Canary Island’s society at the end of the 16th century and beginning of the 17th forced the families of the insular elites to prove their family noble origins (reals or not), of whom they did not have written proofs, to justify their right to a privileged position. They had to bridge the double geographical and generational gap with their areas of origin. They also had to develop several mechanisms to clarify genealogical origins in order to obtain documentary evidences. These evidences, commonly genealogical information and processes of racial purity, are the first “documents of lineage” of the family archives in Canary Island. These documents constituting the origin of a process of documentary accumulation aimed to the formation of the archive and the family memory. Keywords: family archive, family memory, genealogy, «aristocratization», Canary Island. Revista de Historia Canaria, 198; abril 2016, pp. 11-40; ISSN: 0213-9472 REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 11-40 11 Palabras clave: archivo de familia, memoria familiar, genealogía, aristocratización, Islas Canarias. REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 11-40 12 1. LA FORMACIÓN DE LA SOCIEDAD DE CANARIAS DEL ANTIGUO RÉGIMEN Y LA CONSTRUCCIÓN DE LA IDENTIDAD COLECTIVA DEL GRUPO ARISTOCRÁTICO La formación de la sociedad de Canarias del Antiguo Régimen fue un largo proceso que tuvo sus orígenes en la conquista y colonización europea de las islas. Se trata de un fenómeno que ha sido estudiado desde la década de los 50 del siglo xx hasta la actualidad desde el enfoque de las comunidades de origen (castellanos, portugueses, genoveses, franceses, flamencos...), formando una tradición de profunda raigambre en la historiografía regional que explica el proceso de formación de la sociedad canaria como el resultado de la aportación de los componentes poblacionales europeos que tomaron parte en la colonización del archipiélago, junto a los restos de la población aborigen y las agregaciones de población esclava (principalmente moriscos y africanos negros1). En esta línea caben destacar los ya clásicos trabajos de Manuela Marrero2, Leopoldo de la Rosa3 y Miguel Ángel Ladero Quesada4 sobre los genoveses, los de Manuel Lobo Cabrera5, Felipe Fernández Armesto6 y Eduardo Aznar Vallejo7 sobre la población canaria, publicaciones más recientes como la de Ana Viña Brito8 sobre los flamencos, las de Juan Manuel Bello León y M.ª del * Una comunicación oral sobre este tema fue presentada en el i Congreso de Jóvenes Investigadores de Canarias (JINTE), San Cristóbal de La Laguna, 9 y 10 de abril de 2015. ** E-mail: [email protected] 1 Marrero Rodríguez, Manuela (1996): La esclavitud en Tenerife a raíz de la conquista. La Laguna. 2 Marrero Rodríguez, Manuela (1950): «Los genoveses en la colonización de Tenerife: 1496-1509». Revista de historia, 89, La Laguna: Universidad de La Laguna, pp. 52-65. 3 De la Rosa, Leopoldo (1972): «Francisco de Riberol y la colonia genovesa en Canarias». Anuario de estudios atlánticos, 18, pp. 61-198. 4 Ladero Quesada, Miguel Ángel (1979): Los primeros europeos en Canarias (siglos xiv y xv). Las Palmas de Gran Canaria: Mancomunidad de Cabildos, Plan Cultural y Museo Canario. 5 Lobo Cabrera, Manuel (1979): Grupos humanos en la sociedad canaria del siglo xvi. Las Palmas de Gran Canaria: Mancomunidad de Cabildos. 6 Fernández Armesto, Felipe (1982): The Canary Islands after the Conquest. The making of a colonial society in the Early Sixteenth Century. Oxford: Clarendon Press. 7 Aznar Vallejo, Eduardo (1983): La integración de las islas Canarias en la Corona de Castilla (1478-1526): aspectos administrativos, sociales y económicos. Sevilla: Universidad de Sevilla, La Laguna: Universidad de La Laguna. 8 Viña Brito, Ana (2012): «Los flamencos en Canarias en el siglo xvi: ¿Una comunidad extranjera? Especificidades en la isla de La Palma». Revista de historia canaria, 194, pp. 161-192. 9 Bello León, Juan Manuel; González Marrero, María del Cristo (1997): «Los “otros extranjeros” catalanes, flamencos, franceses e ingleses en la sociedad canaria de los siglos xv y xvi». Revista de historia canaria, 179, pp. 11-72; idem (1998): «Los otros “extranjeros” catalanes, flamencos, franceses e ingleses en la sociedad canaria de los siglos xv y xvi (continuación del artículo publicado en el n.º 179 de la Revista de Historia Canaria)». Revista de historia canaria, 180, pp. 13-68. 10 El estado de la cuestión sobre los extranjeros en Canarias se puede consultar en Brito González, Alexis D. (2010): «Los extranjeros en Canarias en el Antiguo Régimen. Estado de la cuestión». xviii Coloquio de Historia Canario-americana, pp. 1213-1230. 11 González Zalacaín, Roberto José (2005): Familia y sociedad en Tenerife a raíz de la conquista. La Laguna: Instituto de Estudios Canarios. 12 Núñez Pestano, Juan Ramón (1991): «La sociedad: las clases privilegiadas y el campesinado». En Historia de Canarias, Prensa Ibérica, tomo ii, 1991, pp. 281-300. 13 Fernández Rodríguez, Lourdes (2013): La formación de la oligarquía concejil en Tenerife: 1497-1629. La Laguna: Instituto de Estudios Canarios. 14 Estas amenazas podían proceder de otros grupos sociales, de otras instituciones o corporaciones (gobernadores, personeros del común, tribunal del Santo Oficio de la Inquisición, otros cabildos insulares...) o de la propia Corona a través de disposiciones políticas que pudieran amenazar su poder. Cf. Fernández Rodríguez, Lourdes. Op. cit.; sobre la incidencia de los personeros del común, véase Fernández Rodríguez, Lourdes (1996): «Poder oligárquico y participación popular: la elección de personero en la isla de Tenerife durante el Antiguo Régimen». xii Coloquio de Historia Canario-Americana (1996). Las Palmas de Gran Canaria: Cabildo Insular de Gran Canaria, tomo ii, pp. 775-786. REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 11-40 13 Cristo González Marrero9 sobre los extranjeros10 o el trabajo de Roberto J. González Zalacaín11 sobre la sociedad tinerfeña. No obstante, tal y como ya señaló Juan Ramón Núñez Pestano en 1991, independientemente de las aportaciones iniciales de los colonos europeos y del resultado que tuvo su contacto con la población aborigen, el proceso de formación y estructuración de la sociedad de Canarias durante el Antiguo Régimen es mucho más complejo que el resultado de sumar contingentes humanos de diversas procedencias étnicas y geográficas, siendo necesario explicar las dinámicas sociales de estratificación, reproducción y construcción de la identidad de los grupos sociales teniendo en cuenta las características propias de una «sociedad de frontera», para poder entenderlo en su conjunto y plenitud12. Esta innovación metodológica iniciada por el profesor Núñez Pestano fue desarrollada y confirmada por la tesis doctoral de Lourdes Fernández Rodríguez13, que puso de manifiesto que la formación de la élite social de Tenerife durante el periodo 1497-1629 fue un proceso dinámico que, lejos de concluir con la colonización, se prolongó mucho más allá en el tiempo. Esta línea de investigación demuestra que, al menos en Tenerife, este proceso no terminó de sentar sus bases hasta el reinado de Felipe ii, cuando se fue configurando un grupo social dominante con identidad propia, la oligarquía concejil, integrada por las familias más ricas de la isla. Especialmente entre 1540 y 1580, los regidores forjaron una fuerte identidad corporativa que los llevó a actuar de forma cohesionada con un doble objetivo: la consecución de intereses colectivos y la defensa de sus privilegios frente a amenazas externas14, al tiempo que reforzaron la unidad del grupo mediante la formación de alianzas de parentesco entre las familias más ricas y poderosas. 14 REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 11-40 Paralelamente, las familias de la oligarquía desplegaron una serie de mecanismos con el fin de acreditar la distinción social de su linaje. Es lo que se ha definido como el cursus honorum de la familia, que se desarrolló en cuatro vertientes: económica, militar, religiosa y política. El poder económico de la familia, que fue el elemento que permitió desencadenar todo el proceso, derivaba en buena medida de la posesión de grandes extensiones de tierra y aguas, un patrimonio que protegieron con la fundación (y acumulación) de mayorazgos; controlaron buena parte del poder militar con el acaparamiento de los empleos de oficiales en las milicias (a las que estaban adscritos todos los vecinos) y de cargos honoríficos como las castellanías de las fortalezas; dominaron el poder religioso con el control de la provisión de los beneficios parroquiales, la fundación de patronatos de conventos y capillas privadas en las parroquias de los pueblos y el desempeño de cargos en el Santo Oficio; y ejercieron el poder político a través de la patrimonialización de las regidurías, muchas de ellas compradas a la Corona, un proceso que permitió la entrada masiva en el regimiento de las familias más ricas de la isla y la plena identificación entre élite económica y élite política15. Sin embargo, y aunque pueda parecer evidente señalarlo, una familia no puede alcanzar el estatus nobiliario si no existe un grupo aristocrático en el que insertarse. Es por ello que todas las actuaciones que acreditaban el cursus honorum de la familia también tenían como objetivo la creación y consolidación de un grupo aristocrático con identidad propia. Ninguna de las dos trayectorias historiográficas antes señaladas ha reflexionado sobre la formación de la identidad nobiliaria, es decir, cómo fue constituida la identidad social de estos individuos. Debió ser un proceso necesariamente posterior a la constitución de la identidad de grupo, y habría comenzado a gestarse a finales del siglo xvi o comienzos del xvii. El mecanismo empleado por las élites locales para crear unos antecedentes nobiliarios comunes no difirió enormemente del utilizado en otras «sociedades de frontera», propensas a fenómenos de movilidad social ascendente, consistiendo en la reproducción de un esquema de construcción de identidad basado en una ascendencia ficticia. Para ello, proyectaron una equiparación entre caballeros conquistadores e hidalgos y se hicieron descender de ellos, a pesar de que la mayoría de los linajes no procedía de la conquista. ¿Qué fuentes permiten conocer ese proceso de construcción identitaria? Especialmente las primeras crónicas escritas en Canarias que describen la sociedad de las islas durante el reinado de Felipe ii: son las obras de fray Alonso de Espinosa16, Leonardo Torriani17, fray Juan de Abreu Galindo18 y el Cf. Fernández Rodríguez, Lourdes: La formación de la oligarquía concejil...; Núñez Pestano, Juan Ramón. Op. cit., pp. 282-289. 16 Espinosa, fray Alonso de (1980): Historia de nuestra señora de Candelaria. Introducción de Alejandro Cionarescu. Tenerife: Goya. 17 Torriani, Leonardo (1978): Descripción e historia del reino de las Islas Canarias antes afortunadas, con el parecer de sus fortificaciones. Traducción del italiano, con introducción y notas, por Alejandro Cionarescu. Santa Cruz de Tenerife: Goya. 18 Abreu Galindo, fray Juan de (1977): Historia de la conquista de las siete islas de Canarias. Edición crítica con introducción, notas e índice por Alejandro Cionarescu. Santa Cruz de Tenerife: Goya. 15 informe del tío del licenciado Valcárcel19. En esas crónicas encontramos descripciones de la sociedad basadas en dos criterios de clasificación social: junto a la enunciación de las comunidades de origen que formaron una sociedad de base «plurinacional» atendiendo a la procedencia de los colonos, emplean un criterio mucho más coetáneo donde se refiere la estratificación social que se estaba produciendo justo en aquellos momentos, para lo cual utilizan conceptos de estratificación social propios de su época: «nobles»20, «mercaderes»21, «labradores»22 y «pescadores»23. Leonardo Torriani, por su carácter de extranjero y de breve estancia en las islas, utiliza con profusión la clasificación por comunidades de origen: [Sobre Tenerife] La mayor parte de la gente son portugueses los cuales, como superan a las demás naciones de España en la industria de la agricultura, han conseguido que esta isla fuese la de mayor feracidad y riqueza 24. [Sobre Santa Cruz de La Palma] Esta ciudad está poblada por portugueses, castellanos, flamencos, franceses y algunos genoveses25. [Sobre San Cristóbal de La Laguna] Aquí residen la justicia y el concejo, los hidalgos ricos y mercaderes de España, de Francia, de Flandes, de Inglaterra y de Portugal; entre éstos y los isleños, hay gente muy rica 26. Los dos Realejos, el Alto y el Bajo [...] sacados algunos caballeros, los demás son labradores. [...] Buenavista es un pueblazo de gente noble y rica. [...] San Juan es otro pueblo de labradores y viñaderos. [...] Icod el Alto son todos labradores. [...] 19 Marco Dorta, Enrique (1943): «Descripción de las Islas Canarias hecha en virtud de mandato de S.M. por un tío del Licenciado Valcárcel». Revista de historia canaria, 63, pp. 97-204. Sobre la identidad del tío del licenciado Valcárcel, véase Cioranescu, Alejandro (1960): «El tío del licenciado Valcárcel». El museo canario, 21 (Homenaje a Simón Benítez Padilla [i]), pp. 147-157. 20 Espinosa, fray Alonso de. Op. cit., pp. 122-124; Torriani, Leonardo. Op.cit., pp. 95, 170, 188, 189 y 275; Marco Dorta, Enrique. Op. cit., pp. 198 y 201. 21 Torriani, Leonardo. Op. cit., pp. 188-189; Espinosa, fray Alonso de. Op. cit., p. 122. 22 Espinosa, fray Alonso de. Op. cit., pp. 122-124. 23 Ibidem, p. 124; Torriani, Leonardo. Op. cit., p. 268. 24 Torriani, Leonardo. Op.cit., capítulo xlix. 25 Ibidem, p. 242. 26 Ibidem, pp. 188-189. REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 11-40 La ciudad de San Cristóbal de La Laguna [...] es poblada de mucha gente muy principal y rica, cabecera desta isla; ennoblecida con [...] mucha caballería, mercaderes de mucho caudal y labradores gruesos. [...] El pueblo de La Orotava, poblado de la gente más granada y de más lustre que a la isla vino. [...] Hay en este pueblo [Garachico] algunos caballeros y todo el resto del pueblo son tratantes. [...] 15 Por el contrario, Espinosa, en la descripción que hace de los pueblos de la isla de Tenerife, habla en un lenguaje de estratificación social (nobles, labradores, mercaderes...): Tacoronte es un poblazo de labradores labriegos. [...] El Sauzal, la Matanza y Acentejo son todos labradores. [...] Santa Cruz es un puerto desta isla. [...] Habítanlo gente de la mar. [...] Tagana[na] es un pueblo [...] de gente que tira por el arado y azada. [...] Vilaflor es un lugar en Chasna, de gente hidalga y rica. [...] Arico y la Granadilla son lugarejos que los habitan gente honrada 27. Es el mismo criterio que sigue el tío del licenciado Valcárcel: tiene a dos leguas vn lugar que se llama Telde ques muy buen lugar y vive en el mucha gente noble tendrá 300 vezinos28. [...] vive en este lugar [La Orotava] gente muy principal noble y rrica y (/muy bien/) enparentada con todo lo mejor de las yslas29. Por su parte, Abreu Galindo introduce un nuevo matiz: la identificación de la élite de las islas con los caballeros conquistadores, dando origen al mito de que la nobleza isleña procedía del honor militar de los que participaron en la conquista: REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 11-40 16 Los primeros regidores que en esta isla hubo fueron Cristóbal de Valdespino, Pedro Mejía, Guillén Castellano, López Fernández, Pedro Benítez y Jerónimo de Valdés; destos seis caballeros procede la mayor parte de la nobleza que hay en Tenerife30. Decimos que es mito porque, por ejemplo, de estos primeros regidores nombrados por el Adelantado en 1497 poca descendencia nobiliaria quedó: Cristóbal de Valdespino sólo tuvo una hija, Leonor de Valdespino, de la que se desconoce su descendencia31; Pedro Mejía sólo tuvo hijas, lo que impidió la consolidación de su linaje32; Guillén Castellano tuvo descendencia legítima (además de varios hijos ilegítimos) pero ésta no llegó a confluir con la élite local33; Lope Fernández no tuvo hijos34; la descendencia de Pedro Benítez, El Tuerto, sólo ennobleció con el enlace de una bisnieta con la casa Franchi35; finalmente, Jerónimo de Valdés, sobrino del Adelantado, era descendiente de judíos36, nunca se casó y fue uno de los personajes Espinosa, fray Alonso de. Op. cit., pp. 122-124. Marco Dorta, Enrique. Op. cit., p. 198. 29 Ibidem, p. 201. 30 Abreu Galindo, fray Juan de. Op. cit., p. 326. 31 De la Rosa Olivera, Leopoldo (1970): «Organización del Cabildo». En Serra Ràfols, Elías y De la Rosa Olivera, Leopoldo: Acuerdos del Cabildo de Tenerife: 1518-1525: con dos apéndices de documentos sobre el gobierno de las Islas. La Laguna: Instituto de Estudios Canarios, p. xlviii. 32 Una de sus nietas, Elvira Mejía de Figueroa, casó con Juan Benítez Pereyra de Lugo, único hijo de Pedro Benítez, también regidor. Régulo Pérez, Juan (ed.) (1967): Nobiliario de Canarias, tomo i. La Laguna: 7 Islas, p. 31. 33 Véase De la Rosa Olivera, Leopoldo (1954): «Guillén Castellano». Revista de historia, 20, pp. 1-36. 34 Véase De la Rosa Olivera, Leopoldo (1953): «El conquistador Lope Fernández». Revista de historia, 19, pp. 1-32. 35 Régulo Pérez, Juan (ed.) (1967): Op. cit., tomo i, p. 31. 36 Anaya Hernández, Luis Alberto (1996): Judeoconversos e Inquisición en las islas Canarias (1402-1605). Las Palmas de Gran Canaria: Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, pp. 77-78. 27 28 más infamantes de su tiempo37, por lo que no podía constituir un antecedente nobiliario destacable. En un periodo mucho más tardío, cuando el ennoblecimiento se encontraba muy avanzado, Juan Núñez de la Peña38 retomó la equiparación entre caballeros conquistadores y familias nobiliarias, aunque fue un paso más allá que sus predecesores. En su historia ciudadana, como ocurre con otras tantas de este género que proliferaron por toda Castilla, describió los linajes de las principales familias de la oligarquía insular y los hizo descender de conquistadores y/o pobladores, conformando una herramienta que estas familias utilizaron como prueba de un noble abolengo que justificaría sus posición de privilegio dentro de las instituciones y la sociedad39. Aportó una lista de conquistadores y pobladores, otra de familias y escudos nobiliarios y una tercera de beneficiarios de datas en el repartimiento de Tenerife. Estar incluido en esas listas se consideraba una prueba de nobleza. Fue perseguido por orden del obispado por incumplir su palabra de matrimonio a Margarita Perdomo, con quien tenía un hijo. Tuvo otros dos hijos con su criada Catalina Díaz, cuatro con María de Cabrera, una mujer casada, y otro más con otra mujer casada de la que se desconoce su nombre. Además, fue denunciado por violar a una hija de don Diego de Adeje y condenado por la Inquisición por mantener relaciones con una mujer musulmana. González Zalacaín, Roberto José. Op. cit., p. 137. 38 Núñez De La Peña, Juan (1994): Conquista y antigüedades de la isla de la Gran Canaria y su descripción. Las Palmas de Gran Canaria: Universidad de Las Palma de Gran Canaria. 39 El papel de las historias ciudadanas dentro del proceso de consolidación de las oligarquías urbanas ha sido tratado, entre otros, por Soria Mesa, Enrique (2004): «Genealogía y poder. Invención de la memoria y ascenso social en la España Moderna». Estudis, 30, p. 42; Kagan, Richard: «Clío y la Corona. Escribir historia en la España de los Austrias». En R.L. Kagan y G. Parker (eds.) (2001): España, Europa y el mundo atlántico. Homenaje a John H. Elliott, Madrid, pp. 113-147; idem (1995): «La Corografía en la Castilla Moderna. Género, Historia, Nación». Studia Histórica, Historia Moderna, 12, pp. 47-59; Hernández Franco, Juan (2009): «El reencuentro entre historia social e historia política en torno a las familias de poder. Notas y seguimiento a través de la historiografía sobre la Castilla Moderna». Studis Historica, Historia Moderna, 18, pp. 179-199. 40 Núñez De La Peña, Juan. Op. cit.¸ p. 172. 41 Ibidem.¸ p. 186. 37 REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 11-40 [Sobre los beneficiados de datas en Tenerife] [...] en mi concepto a todos tengo por hidalgos, y nobles, y el que no lo fuere, no me toca singularizarlo, que mi natural es de honrar, y no de vituperar; de los sobredichos hay mucha, y noble descendencia en esta isla, y demás islas, desde los primeros que vinieron a conquistarlas con Monsen Juan de Bethencourt, que vino con título de Rey feudatario a Castilla; para que sin trabajo cada uno que deseare ver el nombre de su antecesor en esta isla de Tenerife, lo halle, los he puesto por abecedario, y los de un mismo nombre juntos41. 17 Muchas personas nobles la habitan [Gran Canaria] descendientes de los conquistadores y de pobladores que a la fama de su grandeza, después de conquistada a ella pasaron de España, Génova, Francia, cuyos apellidos, así de los conquistadores como de los pobladores son [sigue una lista de apellidos]40. Mediante la identificación «conquistador-hidalgo» y «regidor-hidalgo» se creó la imagen artificial de una sociedad estratificada desde la conquista. Sin embargo, se trata de una jerarquización que a principios del siglo xvi no estaba institucionalizada y que sus élites se negaron a institucionalizar: se opusieron a la «división de estados», a la fundación de cofradías que exigieran rigurosas pruebas de pureza de sangre42, se beneficiaron de la fiscalidad privilegiada de las islas43, etc. El motivo era la clara procedencia judeoconversa de varios de sus miembros más destacados44 y el origen plebeyo de la inmensa mayoría. Llegados a este punto, cabría preguntarse: ¿el proceso de construcción de una identidad de grupo de carácter nobiliario marchó en paralelo a la construcción de una identidad familiar nobiliaria? Seguramente, sí. REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 11-40 18 2. MEMORIA FAMILIAR E IDENTIDAD: EL PROCESO DE FORMACIÓN DE LOS ANTECEDENTES FAMILIARES Y LA CONSTRUCCIÓN INICIAL DEL ARCHIVO FAMILIAR: LOS DOCUMENTOS DE GESTIÓN Y LOS DOCUMENTOS DE MEMORIA A pesar de que los archivos de familia en Canarias contienen documentación producida durante las primeras generaciones de la colonización, es decir, documentos del siglo xvi, no se aprecia que en estas familias se estuviera generando un verdadero proceso de acumulación documental dirigido a la formación del archivo y la memoria familiar. Se ha localizado muy poca documentación genealógica o de cualquier otro tipo relacionada con la prueba de la filiación y la ascendencia para estas fechas. El proceso de aristocratización que vemos desarrollarse posteriormente, nunca antes del reinado de Felipe ii, supuso un punto de inflexión debido a que la realización del cursus honorum de la familia obligó a afrontar el problema de probar los orígenes familiares, unos orígenes que debían ser nobles si se quería justificar el derecho a la nueva posición social. Para ello, las familias contaban con muy pocos testimonios escritos (o, comúnmente, con ninguno). Por consiguiente, las familias 42 Núñez Pestano, Juan Ramón. Op. cit., p. 289; Peraza De Ayala, José: «El elemento nobiliario en la vida social de Tenerife, Gran Canaria y La Palma». En Régulo Pérez, Juan (ed.) (1967): Op. cit., tomo i, pp. xxiv-xxv; Fernández Rodríguez, Lourdes. La formación de la oligarquía concejil..., p. 120. 43 Los pechos y sisas gravaban solamente a los plebeyos, por lo que su implantación habría supuesto un elemento claro de distinción entre nobleza y pueblo llano que ni siquiera los grandes terratenientes habrían podido salvar. Núñez Pestano, Juan Ramón: Op. cit., p. 289. 44 Como ejemplo de descendientes de judíos cabe citar a los dos sobrinos del Adelantado, Andrés Suárez Gallinato y Jerónimo de Valdés, hijos de Pedro Fernández del Algaba y de Leonor Suárez de Figueroa; Hernando García del Castillo y su hijo Cristóbal, conquistadores de Gran Canaria; Alonso de las Hijas, jurado de Tenerife; Juan Méndez, conquistador de Tenerife; y Francisca Benítez de las Cuevas, mujer de Bartolomé Benítez, cabeza de una de las familias más ricas y poderosas de Tenerife. Anaya Hernández, Luis Alberto: Op.cit., p. 74-87; Núñez Pestano, Juan Ramón: Op. cit., p. 288. 45 Sobre la importancia simbólica del juramento en las pesquisas judiciales, véase Alfonso Antón: «Memoria e identidad en las pesquisas judiciales en el área castellano-leonesa medieval». En Jara Fuentes, J.A., Martin, G. y Alfonso Antón, I. (2010): Construir la identidad en la Edad Media. Poder y memoria en la Castilla de los siglos vii a xv. Cuenca: Ediciones de la Universidad de Castilla-La Mancha, pp. 249-280. 46 Idem, Ibidem, p. 254. 19 REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 11-40 en proceso de aristocratización se vieron impelidas a construir una memoria familiar aristocrática y a documentarla retrospectivamente, acumulando instrumentos de prueba que pudiesen aceptarse como auténticos y fidedignos en los escrupulosos tribunales (Santo Oficio, Alcaldías de Casa y Corte, Chancillerías). Hemos de suponer que la construcción de la memoria familiar fue un proceso creado exnovo a fines del siglo xvi o, más comúnmente, a mediados del xvii, especialmente para las familias de asentamiento más tardío. Para construir esa memoria familiar fue necesario salvar un doble salto, temporal y geográfico, para rastrear y documentar los ancestros desde una posición ultramarina, donde la pérdida de lazos y relaciones de parentesco con sus lugares de origen los obligaba a complejas investigaciones para esclarecer orígenes genealógicos y buscar pruebas documentales a varias generaciones de distancia, hasta hallar su solar de origen y construir la primera prueba escrita de su ascendencia y memoria de linaje. Uno de los primeros pasos en ese proceso consistió en la acreditación de la pureza de sangre a través de informaciones realizadas para demostrar que se procedía de un linaje de cristianos viejos, sin mezcla de sangre morisca o judía y sin antepasados condenados por la Inquisición. Este requisito era especialmente importante porque el proceso de ascenso social solía comenzar mediante el desempeño de cargos inquisitoriales y/o eclesiásticos. En este sentido, el recurso a la información en el siglo xvi debe entenderse como un mecanismo utilizado en un contexto a medio camino entre el mundo medieval, en el que la acreditación de los hechos se realizaba mediante el testimonio oral bajo juramento45, y el mundo moderno, donde se fue imponiendo la prueba documental. Como ha señalado Isabel Alfonso, los registros producidos por medio de estas encuestas orales «dieron lugar a un material informativo con una narrativa particular» que expresaba tanto la intencionalidad del instruyente, reflejada en las preguntas del interrogatorio, como en los testimonios vertidos y en el resultado de la confluencia de ambos, que proporcionaba un «relato fragmentado entre muchas voces [que era presentado] como “probanza” de parte con el [...] ánimo de probar la validez de sus argumentos»46. En este estudio hemos realizado un rastreo en dos archivos de familia: el fondo Lercaro y el fondo Conde de Siete Fuentes. Pero como los archivos de familia son archivos de archivos, en los que al tronco principal se van uniendo los documentos procedentes de otras casas colaterales, hemos podido desentrañar la relación entre la formación inicial del archivo familiar y la instrucción de estas primeras investigaciones genealógicas en siete linajes: Salazar de Frías, Lercaro, Cibo-Sopranis, Castilla, Franchy, Van Emden y Grimaldo Rizo. Además, hemos analizado diversos elementos de las informaciones instruidas, siguiendo los patrones analizados por Isabel Alfonso: edad de los testigos, lugar de origen y/o residencia, oficio (si se explicita), estatus social y vinculación con vasallos y solariegos (si se menciona)47. REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 11-40 20 Salazar de Frías Familia oriunda de la ciudad de Frías (Burgos), que llegó a Canarias en el último tercio del siglo xvii vía Lisboa. El proceso de ascenso social de la familia no se produjo en Canarias, sino en Lisboa, como consta en las informaciones que se conservan en el fondo Conde de Siete Fuentes. La información más antigua fue instruida en Burgos en 1517 por Tomás de Frías Salazar para acreditar que era hidalgo de casa y solar conocidos y que, por consiguiente, se le liberase de la prisión en la que se hallaba recluido por un pleito de deudas48. En el interrogatorio se preguntó por su legitimad e hidalguía por los cuatro costados, la condición de su familia como dueños de viñas, tierras y casas en Ruy Cerezo y Vivar del Cid y su pertenencia y la de su padre a la cofradía nobiliaria de Santa María de Gracia (Burgos). Presentó once testigos de entre 52 y 75 años, nueve vecinos de Burgos, uno de Vivar del Cid y dos de Cadeña, que respondieron afirmativamente. Para el tema que nos atañe, cabe señalar que en 1570 el licenciado Bernardino de Salazar, por sí y en nombre de sus hermanos Ventura e Iñigo, estantes en Portugal, y Diego, estante en la India, solicitó traslado en portugués de varios documentos que probaban la hidalguía de su linaje49 porque «los dichos mis hermanos tienen necesidad de hacer información sobre la filiación». De hecho, la copia que se conserva en el fondo Conde de Siete Fuentes está redactada en portugués y fue protocolizada en Lisboa en 1575 por Ventura de Frías Salazar, que había pasado a Portugal en el séquito de su deudo Luis Sarmiento de Mendoza, embajador de Carlos v ante esa Corte. Cronológicamente, la siguiente información fue instruida en Medina del Campo el 17 de octubre de 1583 por Antonio de Frías Salazar, apoderado de Francisco Salazar Frías50. El peticionario presentó ante dos caballeros de San Juan la comisión dictada por el capítulo de la orden para que se le recibiese información con el fin de acreditar su ascendencia legítima, limpieza de sangre, conducta y condición de hidalgo por los cuatro costados, para poder ser recibido caballero de dicha orden. Entre Idem, Ibidem, pp. 257-270. ES.38203.AHDSCLL.PF.1/2.1.1.11.6. [Auto de protocolización a instancias de Ventura de Frías Salazar y sus hermanos, en Lisboa, de varios despachos, capítulos y testimonios relativos a la probanza de la hidalguía y certificación de las armas de su linaje]. 49 Incluye también una cédula real de 1524 que ordena se guarde la sentencia de esa información «como se fuera pasada en cosa juzgada». Idem, Ibidem. 50 ES.38203.AHDSCLL.PF.1/2.1.1.11.2. Probanzas de nobleza, hidalguía y limpieza de don Francisco de Salazar para recibir el hábito de caballero de la sacra religión hierosolimitana; van pasadas y aprobadas por el prior de la orden de San Juan; cerrados y sellados para presentar ante monseñor ilustrísimo y muy ilustre priorazgo de Castilla. 47 48 51 «García de Paz tuvo una pendençia de cuchilladas y que le dio de palos al García de Paz el don Francisco de Salazar y [que] desta occasión y pendeçia an mostrado no tener buena voluntad al que pretende el hábito aunque luego como suçedió al caso fueron amigos y oy día lo son». Idem, Ibidem. 52 En el fondo Orden de San Juan de Jerusalén. Lengua de Castilla del Archivo Histórico Nacional se conserva el expediente completo: ES.28079.AHN/3.4.5.95.3.1.1//OM-san_juan_de_jerusalen, Exp. 23573. 53 ES.38203.AHDSCLL.PF.1/2.1.1.11.7. Informaciones de la nobleza de María Becerril de Miranda, mujer legítima de Ventura Salazar de Frías. 54 «Dicho Vasco de Becerril salía a caballo con pretil de cascabeles a correr los toros con un sayo de terciopelo y un almayzal en la cabeza con su lança e rrexón en la mano». Idem, Ibidem. 21 REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 11-40 el 21 y el 25 de noviembre comparecieron doce testigos, de entre 40 y 84 años, que corroboraron lo preguntado. Seguidamente, los comisarios dictaminaron su parecer, manifestando que recusaron tomar declaración a tres hermanos, apellidados Paz, por motivos de enemistad manifiesta contra el solicitante51. También consultaron «a boca de otras muchas personas fidedignas» que acreditaron lo mismo, se desplazaron hasta las parroquias de San Esteban y San Román para realizar una inspección ocular que confirmó que los antepasados del peticionario por ambas líneas tenían allí sus armas y enterramientos, y comprobaron su partida de bautismo. El 17 de diciembre se presentaron las pruebas en la asamblea de la orden; el día 19 fueron aprobadas por el prior, cerradas y selladas para que el peticionario las pudiera presentar ante el priorazgo de Castilla. Finalmente, Francisco de Frías obtuvo el hábito52. Tanto la protocolización en Lisboa de la primera información como la instrucción de la segunda denotan que, a fines del siglo xvi, la familia se encontraba inmersa en un proceso de ascenso social que culminó a principios del siglo xvii con el doctor Juan de Frías Salazar, en una trayectoria que responde al perfil del encumbramiento burocrático de los hombres de leyes en el reinado de Felipe ii. El primer paso de su carrera consistió en demostrar su ascendencia hidalga, para cuyo fin mandó instruir en 1602 tres informaciones genealógicas en Torquemada, Valladolid y Burgos, respectivamente. La primera la instruyó en Torquemada, de donde eran oriundos su madre, María de Miranda, y sus abuelos, Alonso Vasco de Becerril y María de Miranda. Para ello, solicitó se interrogase sobre la legitimidad de los matrimonios de sus padres y abuelos, su limpieza de sangre, su condición de nobles propietarios de casas principales en la villa y escudo de armas, el origen del linaje Miranda en Valladolid, y del Becerril en Vizcaya, procedentes «de los bascones, de gente muy limpia y hidalga», la fama de sus tíos Juan de Miranda y Cristóbal de Miranda, de regidores de Valladolid y Burgos, etc.53. Entre el 7 y el 26 de octubre de 1602 comparecieron treinta y dos deponentes, de entre 29 y 80 años, vecinos de Torquemada, entre ellos un regidor, un escribano y un comisario y dos familiares del Santo Oficio. Todos acreditaron la hidalguía de la familia con similares declaraciones, aludiendo a la posesión de «caballos, criados e una esclava», cargos de alcalde o regidor, la vestimenta, la posesión de un blasón de armas en la entrada de su casa, la participación de Alonso Vasco Becerril en corridas de toros como lancero54, etc. En lo referente a la narrativa del linaje, destaca la declaración de Juan Vasco de Becerril, clérigo de 48 años, nieto de Francisca Becerril, hermana de Alonso Vasco de Becerril y, por tanto, pariente del solicitante. Para justificar el origen vizcaíno de su linaje, expuso que su bisabuelo hera hixodalgo de casa y solar conoscido de los bascones de Bizcaya y que se abía venido de su tierra por aber muerto a un hombre y que eso se abía ausentado e venido de la villa de Bezerril de Campos, donde disfrazó el nombre llamándose Juan Basco de Bezerril tomando el nonbre e apellido de la dicho villa de Bezerril y que por parecerle que allí no estaba seguro se abía venido a vivir a esta dicha villa de Torquemada. Esa misma narración fue refrendada por varios testigos. Este pariente también declaró haber oído que su abuelo tenía otro hijo «de cuyo nombre este testigo no tiene entera noticia de cómo se llamaba salvo de aber oído decir que su padre le abía ynviado a servir a los rreyes católicos en la guerra en Flandes», por lo que acreditaba, aunque débilmente, antepasados con servicio militar a la Corona; además, expuso que su bisabuelo: REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 11-40 22 fundó una casa muy principal con patio y zaguán y con un blasón de un escudo de armas en lo alto del arco de la puerta principal [...] la qual dicha casa es la mexor que en esta dicha villa abía, la qual está junto a la casa donde dizen pasaban los rreyes y emperadores. El 27 de octubre los alcaldes de Torquemada ampararon la nobleza del solicitante. Un mes y medio después, Juan de Frías Salazar continuó recabando pruebas de nobleza. El 11 de diciembre de 1602 solicitó en Valladolid información del legítimo matrimonio de sus padres, su limpieza de sangre y noble ascendencia, con antepasados que ejercieron oficios nobles, lucharon en el ejército, portaron hábitos de órdenes militares, poseyeron importantes tierras en Burgos y Valladolid y trabaron deudo con familias muy nobles y conocidas55. El mismo día comparecieron once testigos, miembros de la élite social, entre ellos el gobernador y capitán general del reino de Asturias y los señores de las villas de Castrofuerte y Gondomar. Todos los deponentes corroboraron lo contenido en las preguntas. Al día siguiente, a través de su primo hermano Luis de Salazar, procurador mayor de Burgos, solicitó información de testigos en Burgos para demostrar que su abuelo, tío paterno, bisabuelo y tatarabuelo fueron cofrades y priostes de la cofradía «de los treçe caballeros hijosdealgo de Nuestra Señora de Graçia» de Burgos y que en ese momento lo eran su tío Antonio de Salazar y su primo Francisco de Salazar; además, preguntó por las severas informaciones de nobleza y limpieza de sangre que ES.38203.AHDSCLL.PF.1/2.1.1.11.8. [Juan de Frías Salazar solicita información para demostrar que su abuelo, tíos, bisabuelo y tatarabuelo fueron cofrades, algunos priores, de la cofradía de nobles de Nuestra Señora de Gracia de Burgos y deudos de nobles principales de esa ciudad]. 55 56 ES.38203.AHDSCLL.PF.1/2.1.1.11.9. Probanza hecha en Valladolid por donde consta [que] Juan de Frías Salazar es hidalgo de solar conocido de padre y madre y emparentado con casas principales de Castilla. 57 ES.38203.AHDSCLL.PF.1/2.1.1.11.11. [Información de Luis de Salazar Frías, procurador de Burgos, sobre como su padre, Bernardino de Frías Salazar, y sus tíos Francisco, Ventura, Iñigo y Diego, eran hijos de Tomás de Frías, alcalde de las merindades de Castilla, y Ana del Castillo, su mujer]. 58 Aluden a la pertenencia de su hermano Antonio de Salazar a la cofradía nobiliaria de Nuestra Señora de Gracia; la de su primo Francisco de Salazar a la orden de San Juan «para cuyo 23 REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 11-40 exigía la cofradía a sus miembros; también quería acreditar que su padre fue deudo de personas principales. El mismo día comparecieron cinco testigos, de entre 70 y 81 años, vecinos de Burgos, ninguno de ellos oficial o noble, que respondieron afirmativamente a todo lo preguntado56. Ese mismo primo, Luis de Salazar Frías, había instruido una información en Madrid dos semanas antes que corroboraba la legitimidad de su padre y tíos paternos, el doctor Francisco de Frías Salazar, el licenciado Bernardino de Salazar Frías, Antonio de Salazar, Ventura de Frías Salazar e Iñigo de Frías Salazar, residentes en Lisboa, y Diego de Frías Salazar, residente en la India portuguesa, como hijos de «Tomás de Frías Salazar, alcalde mayor de las [siete] merindades de Castilla Vieja y de doña Ana del Castillo, su mujer», así como el orden de su nacimiento; es significativo que preguntase también a los testigos si sabían que su hermano Sebastián de Salazar había instruido una información en junio de ese mismo año acerca de la nobleza, hidalguía y limpieza de sangre de Bernardino de Salazar, su padre. El mismo día comparecieron los cuatro deponentes, de entre 42 y 81 años de edad, vecinos de Burgos, sin cargos ni distinciones, que corroboran lo preguntado (cabe señalar que todos los deponentes habían declarado anteriormente en la otra información aludida en el interrogatorio)57. Esa otra información por la que preguntaba Luis de Salazar la había instruido él mismo el 14 de mayo de 1602, en Burgos, en nombre de su hermano Sebastián Salazar de Frías. En ella solicitó se preguntase sobre «la calidad de sus padres, aguelos y deudos», sus matrimonios legítimos, limpieza de sangre y la fama de nobleza de su abuelo paterno como «descendientes de la casa solariega de los Salazares de la Montaña»; de su abuela paterna, «de la muy noble cassa y familia de los Castillos»; de su abuelo paterno, «de la montaña del balle de Baldivieso»; de su abuela materna, de la «muy noble y principal cassa de los Leibas y haver sido muy çercana parienta de don Sancho de Leiba, birrey de Navarra y señor de la dicha cassa»; y sobre el servicio de su hermano, el capitán Francisco de Salazar, en la India de Portugal. Entre el 4 y el 11 de junio comparecieron veintiocho deponentes, de entre 30 y 82 años, vecinos de Burgos, a excepción de dos vecinos de Arlanzón (que sólo testificaron sobre el linaje Castillo), entre ellos varios caballeros de órdenes militares, familiares del Santo Oficio y canónigos. Todos confirmaron lo preguntado. Además, varios testigos aludieron como prueba de nobleza del linaje Salazar a los cargos y prebendas de varios de sus parientes en órdenes militares, oficios, cofradías y conventos nobiliarios58. De las declaraciones se deduce un gran conocimiento por parte de los REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 11-40 24 testigos de la familia Salazar, notablemente menor, o incluso nulo, en el caso de las familias Encinas y Leyba59. En ambos casos, Luis de Salazar solicitó «dos treslados o más autorizados ynterponiendo a ellos su autoridad y decreto», siendo probable que entregara una a su primo Juan de Frías Salazar, motivo por el que se conservan en el fondo Conde de Siete Fuentes. A raíz de la trayectoria de Juan de Frías Salazar, las informaciones instruidas fueron un éxito. Según Leopoldo de la Rosa, el 5 de abril de 1603 embarcó a Brasil para ejercer el cargo de oidor y chanciller mayor de Indias en el reino de Portugal60. No sabemos con certeza si ya en ese entonces ostentaba un cargo en el Santo Oficio, pero sí que en 1608, cuando fue nombrado juez del fisco de ese tribunal en la India, se encontraba ejerciendo de «oidor geral do crime da dita cidade [de Goa]»61. Además, sabemos que en su destino en la India se extendieron rumores acerca de la veracidad de su hidalguía y limpieza de sangre, pues fue necesaria la intervención del inquisidor general de Portugal, Pedro del Castilho, quien, en una carta remitida el 14 de marzo de 1610 a los inquisidores de Goa, trató el asunto declarando que «por quanto a João de Frias Salazar sejão V.V.M.M certos que he de nobre e limpa geração, e que o contrario he falsidade»62. El inquisidor general tuvo que repetir esta misma afirmación en sendas cartas a los mismos destinatarios en marzo y noviembre de 1611 en las que llamaba a Juan de Frías Salazar como diputado para asistir a los despachos de la Mesa Inquisitorial63. Pero su carrera no terminó en Indias: en 1616 ávito es notorio se hacen grandes ynformaçiones»; la canonjía de su hermano Antonio en Jaén, «para cuyas prevendas se hacen ynformaçión de limpieza como es notorio»; la profesión de su hermana Juliana de Salazar en el convento de San Felipe el Real, de la orden de Calatrava, cuyo ingreso «exige ynformación por el conssejo de las hórdenes»; y la fama de Antonio Sarmiento de Mendoza, «del ávito de Calatrava, deudo muy cercano del susodicho, que save que fue cofrade de la dicha cofradía de Nuestra Señora de Gracia, que el dicho don Antonio fue hijo de Luis Sarmiento de Mendoza, del ávito de Santiago y enbajador en el reino de Portugal por la magestad del enperador». 59 ES.38203.AHDSCLL.PF.1/2.1.1.11.10. [Información genealógica de Luis de Salazar Frías, procurador de la ciudad de Burgos, hijo de Bernardino de Frías Salazar y de María de Encinas, sobre como su padre y sus tíos Francisco, Ventura, Iñigo y Diego eran hijos de Tomás de Frías y Ana del Castillo]. 60 Régulo Pérez, Juan (ed.) (1967): Nobiliario de Canarias, tomo iv. La Laguna: 7 Islas, p. 86. 61 Biblioteca Nacional do Brasil, Manuscritos, Inquisição de Goa, 25, 1, 003 n.º 103. [Alvará que o inquisidor geral de Portugal Pedro de Castilho, em nome de Sua Majestade, passou a João de Frias Salazar, para servir de fisco no Estado da Índia]. 62 Biblioteca Nacional do Brasil, Manuscritos, Inquisição de Goa, 25, 1, 002 n.º 015. [Ofício aos inquisidores apostólicos de Goa tratando do envio, pelas naus, de cartas constando certa quantia em dinheiro para os seus sobrinhos, ordem para convocação dos deputados, e informando a boa indole de João de Frias Salazar]. 63 Biblioteca Nacional do Brasil, Manuscritos, Inquisição de Goa, 25, 1, 002 n.º 073. [Ofício aos inquisidores de Goa tratando da convocação de João de Frias Salazar como deputado para os despachos da Mesa Inquisitorial]; Biblioteca Nacional do Brasil, Manuscritos, Inquisição de Goa, 25, 1, 002 n.º 087. [Ofício aos inquisidores da Índia em que se reafirma a nomeação de João de Frias Salazar como deputado, para assistir aos despachos da Mesa inquisitorial]. REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 11-40 PT/AMLSB/CMLSB/CHC/01/0507/0161. [Assento da tomada de posse de João de Frias Salazar no cargo de vereador]. 65 Así consta en el Catálogo de caballeros de la Orden de Cristo (1579-1631). Biblioteca Nacional de Madrid, Ms. 938. Papeles tocantes al hábito de Cristo de Portugal. En Ávila Gijón, Juan de. La bibliografía de la Orden Militar de Cristo (Portugal). Del manuscrito al documento electrónico. Via Spiritus, 9, 2002, pp. 349-428. 66 «y que por parte de padre y madre y aguelos tiene deudos de su sangre, títulos y condes y señores de tierras y basallos de casas calificadas de las antiguas despaña y Castilla y que su primo ermano don Sebastián de Salazar, los padres ermanos es al presente poseedor y señor de la casa de los Salazares de Quintana Martín Galíndez junto a la ciudad de Frías en las montañas y señor de la villa de Balmayor y de Nogales y Torres y palacios de San Cristóbal que son del solar y jurisdición de la dicha casa donde el dicho oydor y sus padres descienden por varonía sin bastardía y sus deudos tienen oficios preminentes en la cassa real y en servicio de su magestad en la guerra y cavalleros de los ávitos militares de Castilla y son de manera que en calidad y antigüedad de solar y nobleça es lo que se puede más estimar y tener en Castilla». 67 ES.38203.AHDSCLL.PF.1/2.1.1.11.12. [Información instruida por Juan de Frías Salazar, vereador de la cámara de Lisboa, hijo de Ventura de Frías Salazar y María de Miranda, sobre la nobleza y antigüedad de su parentela]. 68 ES.38203.AHDSCLL.PF.1/2.1.1.10.27. [Notificación a Juan de Frías Salazar de su nombramiento para el consejo de Portugal]. 69 Se trata de un memorial presentado a la reina por Rodrigo Salazar Moscoso, del que se conservan dos copias impresas en el fondo Conde de Siete Fuentes. ES.38203.AHDSCLL.PF.1/2.1.1.10.15. Memorial que ofrece a la majestad de la reina María Ana de Austria, gobernadora de estos reinos, Rodrigo Salazar y Moscoso, Osorio, Mozo hidalgo de la casa de su majestad, que el primero fuero de Portugal, caballero de la orden de Cristo. El mismo en ES.38203.AHDSCLL.PF.1/2.1.1.11.1. 64 25 fue nombrado vereador de la Cámara de Lisboa64 y en 1619 se le concedió el hábito de la orden de Cristo65. Aun así, instruyó de nuevo información genealógica el 7 de febrero de 1624, en Madrid, sobre la legitimidad de su nacimiento y la nobleza y antigüedad de su linaje66. Entre el 12 y el 15 de febrero comparecieron siete deponentes, de entre 38 y 70 años, dos de ellos caballeros de hábitos militares y otros dos «del consejo de su magestad», que corroboran lo preguntado67. En el escrito, Juan de Frías Salazar no explicitó el motivo de la instrucción, sólo «que tengo nescesidad de hacer ynformación con testigos que saben la verdad de las preguntas siguientes». Lo que parece claro es que su carrera aún daría un salto exponencial al ser nombrado en 1636 miembro del consejo de Portugal68, cargo que no sabemos si llegó a ejercer, pues falleció ese mismo año. Tampoco sabemos con certeza cuándo llegaron los documentos de la rama familiar de Portugal al archivo Salazar de Frías de Canarias, pero sí es evidente que debió ocurrir en algún momento entre 1636 (fecha del documento más reciente) y la revolución de 1640, acontecimiento que precipitó la expulsión de la rama portuguesa de ese reino, la confiscación de sus bienes e, incluso, la prisión de Rodrigo Salazar Moscoso, único hijo superviviente del citado Juan de Frías. Nuestra hipótesis se basa en la presencia en el archivo familiar de Canarias de documentación que no poseía la rama portuguesa cuando presentaron un memorial en 1667 exponiendo los agravios sufridos por la familia tras la revolución portuguesa de 164069. Se trata de varias cartas de las que al menos dos se conservan actualmente en el fondo Conde de Siete Fuentes 70 . Estos documentos son mencionados explícitamente por la rama canaria en un memorial presentado a la Corona en 1726 en que se relacionan los méritos de Juan de Frías Salazar, a quien «Su Majestad, quien le favoreció tanto que en muchas cartas reales que originales tiene el suplicante le da tratamiento y llama amigo»71. Del mismo modo, tanto por la presencia de estos y otros documentos de la rama portuguesa en el archivo familiar de Canarias, como por la exactitud en que en ambos memoriales citados se trata acerca de los miembros de la otra rama familiar, queda patente que hubo relación entre los Salazar de Frías de Portugal y los de Canarias y que ésta se mantuvo aún después de la expulsión de la familia portuguesa en el citado año de 1640. REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 11-40 26 Lercaro Originarios de Génova, llegaron a Gran Canaria ca. 1550 atraídos por las posibilidades comerciales que ofrecía el archipiélago. Gerónimo Lercaro fue el primer miembro de la familia en las Islas. Dejó hijos en Génova, aunque dos de los menores, Francisco Lercaro y Ángel Lercaro, permanecieron en Canarias. Fue el doctor Ángel Lercaro, jurista por la Universidad de Salamanca, el que comenzó el cursus honorum de la familia, utilizando el desempeño de cargos y oficios en la burocracia regia como plataforma de ascenso social, pues fue abogado de presos del Santo Oficio, regidor de Gran Canaria y teniente de gobernador de esa isla. Sin embargo, como han señalado Núñez Pestano y González Zalacaín, fue su nieto Bernardo Lercaro-Justiniano quien comenzó a acumular pruebas positivas de nobleza con el fin de lograr el ennoblecimiento del linaje72. Por mandato de su madre, Catalina Justiniano, se protocoló una información instruida en Gran Canaria en 1607 por Ángel Lercaro Moxica, hijo de Bernardino Lezcano Moxica y Jerónima Lercaro, para acreditar la ascendencia, nobleza y pureza de sangre de sus antepasados castellanos y genoveses. Entre diciembre de 1607 y enero de 1608 comparecieron siete testigos, de entre 60 y 80 años, entre ellos tres regidores y dos canónigos, que ratificaron lo preguntado73. A pesar de que esta información genealógica había sido ES.38203.AHDSCLL.PF.1/2.1.1.10.25. [Carta del rey Felipe ii a Juan de Frías Salazar, caballero de la orden de Cristo, miembro de la cámara de Lisboa, requiriéndole su asistencia al capítulo de la orden de Cristo al que va a asistir el 19 de octubre de 1619]; ES.38203.AHDSCLL. PF.1/2.1.1.10. 26. [Carta del rey Felipe ii a Juan de Frías Salazar, caballero de la orden de Cristo, sobre el socorro de la India]. 71 ES.38203.AHDSCLL.PF.1/2.1.1.10.8. Memorial dado a su majestad en 1726 por Cristóbal Valentín Salazar de Frías, conde del Valle de Salazar, en solicitud de la grandeza de España de primera clase como descendiente legítimo de varón del rico hombre de Castilla Lope García de Salazar. 72 Núñez Pestano, Juan Ramón y González Zalacaín, Roberto J. La formación de un archivo familiar: los Lercaro de Tenerife. Conferencia presentada en Archivos de familia. Grupos sociales, dominación y construcción de la memoria (siglos xii-xvi). Vitoria-Gasteiz, viernes 4 de abril de 2014 (inédita). 73 BULL. Fondo Lercaro, caja 14, doc. 3. Nobleza de la familia Lercaro (1607-1696). 70 Cibo-Sopranis De origen genovés, llegaron a Gran Canaria a principios del siglo xvi. Cosme Cibo de Sopranis fue el primero de esta rama Sopranis que se asentó en Gran Canaria, donde casó con Luisa de Soto, natural de la isla. Su nieto Jerónimo de Guevara, hijo de Claudina Cibo de Sopranis y de Pedro Vélez de Guevara, natural BULL. Fondo Lercaro, caja 14, doc. 3. Nobleza de la familia Lercaro (1607-1696). ES.38271.BULL.FLER.004.002.025. Bernardo Lercaro. Información de su limpieza y ascendencia [realizada en Génova ante el arzobispo de dicha República, como nieto de Ángel Lercaro, natural de Génova] en el tribunal de la Inquisición de Canarias en la cámara del secreto. 76 ES.38271.BULL.FLER.004.002.002. 77 BULL. Fondo Lercaro, caja 14, doc. 3. Nobleza de la familia Lercaro (1607-1696). 78 ES.38271.BULL.FLER.001.002.064. Dicho [licenciado Bernardo Lercaro Justiniano]. Nombramiento de abogado de presos de la Inquisición. 74 75 27 REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 11-40 instruida por una rama colateral de la familia, la conservaron porque certificaba el origen genovés del doctor Ángel Lercaro y de su parentela, «desendientes de una de las veinte y ocho cassas [principales] de Jénova». La misma Catalina Justiniano mandó instruir en 1618, en nombre de su hijo Bernardo Lercaro Justiniano, otra información de limpieza de sangre ante el tribunal del obispado Canariense, para que éste pudiera seguir estudios eclesiásticos hasta ordenarse «de misa». Entre el 1 y el 3 de agosto de 1619 presentó a cinco testigos, de entre 55 y 75 años, vecinos de La Laguna, que corroboraron lo preguntado74. Finalmente, en 1631 Bernardo Lercaro Justiniano consiguió salvar el salto con Génova y encargó la elaboración de una información de limpieza de sangre y ascendencia para acceder a un cargo en el Santo Oficio. Fue ese tribunal el que realizó las pruebas, preguntando a los testigos por la genealogía del solicitante, especialmente por su abuelo, el doctor Ángel Lercaro, y por la limpieza de sangre de todos los Lercaro y Justiniano. Entre el 18 de febrero y el 30 de abril de 1633 comparecieron cinco testigos, todos nobles genoveses, entre ellos dos primos de su padre, Gerónimo y Francisco Lercaro. Ningún testigo conocía a los Lercaro de Canarias, ni siquiera sus parientes, pero todos acreditaron la nobleza de la familia basándose en las noticias que tuvieron de Ángel Lercaro. El 9 de mayo la información fue certificada por el arzobispado de Génova y remitida a la Inquisición de Canarias75. Además, Bernardo Lercaro movilizó a lo más granado de su parentela genovesa de las casas Lercaro y Justiniano y consiguió en 1634 su inscripción en el Libro de Oro de la República76 y en 1648 un certificado77 de la misma institución acreditando la nobleza de la familia Lercaro como una de las inscritas en el «Libro Nobilitatis nostre Republicae», donde aparecían como nobles y constaba que habían ejercido magistraturas. El esfuerzo resultó un éxito, pues logró acceder al cargo de abogado de presos de la Inquisición en 165378. REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 11-40 28 de Añora (Córdoba), marchó joven a Cumaná (Venezuela) a principios del siglo xvii, quedando radicada allí una rama de la familia. Precisamente, fue la rama establecida en América la que tuvo necesidad de acreditar sus orígenes. Se trató de la segunda generación, representada por los hermanos Diego de Guevara, Jerónimo de Guevara y Juan Cibo de Sopranis, hijos del citado Jerónimo de Guevara y de María de Coronado, con quien había casado en Indias. El primer paso que acometieron consistió en acreditar la legitimidad de su nacimiento, la procedencia canaria de su padre y su muerte en la fortaleza de Araya (Real Fortaleza de Santiago de Arroyo de Araya). Para ello, el 18 de noviembre de 1665 instruyeron una información en Cumaná, presentando a seis testigos, de entre 43 y 78 años, que corroboraron lo preguntado e, incluso, uno de ellos aludió haber conocido en Gran Canaria a Claudina Cibo de Sopranis, abuela de los solicitantes, y a sus hermanos Miguel y Juan79. Dos días después, el 20 de noviembre de 1665, otorgaron poder a su tío Juan Vélez de Guevara, capellán de la catedral de Canaria, a Francisco del Castillo Sopranis, cuñado de su padre, vecino de esa ciudad, y a Fernando de la Guerra, marido de su prima Hipólita de Sopranis, vecino de La Laguna, para que sacasen y remitiesen todos los documentos relativos a «la legitimidad y filiación, nobleza, hidalguía, privilegios y blasones con escudo de armas de que gosaron los abuelos y padres del dicho Hierónimo de Guevara, nuestro padre y sus ascendientes por ambas líneas, paterna y materna». Sin embargo, la acreditación de la nobleza no se limitaba a las Islas Canarias, sino que pretendían acometer el salto hasta los respectivos solares de origen. Para ello, autorizaban a sus apoderados a sacar de los archivos de ellas [las otras islas] y de los oficios de los escribanos [...] los papeles y dichos privilegios referidos [...] remitiendo sus traslados con este poder así a los reynos de España como a la república y señorío de Génova, para que en aquellas partes las personas a quien lo sostituyeren puedan sacar y saquen los dichos papeles y hacer todas las ymformaciones combenientes sobre lo referido y remitírnoslas authorisadas. El objetivo, pues, parece claro: probar su hidalguía tanto en España (concretamente, en Córdoba), de donde procedía su abuelo Pedro Vélez de Guevara, como en Génova, de donde era oriundo su bisabuelo Cosme Cibo de Sopranis. Como no podían acceder directamente al solar de origen, contactaron con su familia en Canarias para que ellos movilizasen los contactos oportunos en Córdoba y Génova y, allí, obtener las pruebas de nobleza. Cuatro años después, en agosto de 1669, su tío y apoderado Juan Vélez de Guevara Cibo y Sopranis solicitó información sobre la legitimidad de sus sobrinos y la de sus ancestros hasta Cosme Cibo de Sopranis, la procedencia de éste de Gé- ES.38203.AHDSCLL.PF.1/2.5.1.16.10. [Información genealógica del ayudante Diego de Vergara Soberanis, el capitán Jerónimo de Vergara Soberanis y Juan Cibo de Soberanis, para demostrar que son hijos legítimos de Jerónimo de Vergara y María Coronado, difuntos]. 79 nova, de familia noble, y la limpieza de sangre de todos los miembros del linaje. El interrogatorio comenzó el 30 de octubre de ese año y se prolongó hasta el 18 de enero de 1670. Comparecieron cinco testigos, de ente 54 y 73 años, vecinos de Gran Canaria, que corroboraron lo preguntado. Destaca el testimonio de un tío de los solicitantes, Lázaro de Sopranis, por los detalles que expone y por dos hechos significativos: en primer lugar, porque del mismo se desprende que la familia mantuvo el contacto con el hermano emigrado y, posteriormente, con sus hijos, pues, para corroborar la legitimidad del matrimonio de su hermano en Cumaná, alude «a las cartas del dicho Gerónimo de Guevara y de sus sobrinos»; y en segundo término, porque revela el emplazamiento de los documentos de linaje que probaban la nobleza de Cosme Cibo de Sopranis: [...] de nación ginovés, hombre principal y noble de la señoría de Génova y congregación de San Jorge de quien tenía sus papeles y recados de nobleza el licenciado Cristóbal Cibo de Sopranis, abogado que fue de la Real audiencia destas yslas, theniente que fue desta de Canaria y juez de Indias que fue de la Ysla de La Palma y theniente della, hermano del dicho Gerónimo de Guevara. Por estos testimonios sabemos que, entre 1664 y 1669, Jerónimo Vélez de Guevara sorteó, personalmente o mediante apoderados, el salto a la Península y documentó en Córdoba a los ancestros de su padre, Pedro Vélez de Guevara. Asimismo, sabemos que algún miembro del linaje hizo lo propio con la rama Sopranis en algún momento del pasado, pues su hermano Cristóbal conservaba en su poder documentos que probaban su ascendencia noble y genovesa. Uno de esos documentos fue presentado por Juan Vélez de Guevara en abril de 1670 ante las autoridades de Gran Canaria para que procedieran a su traducción oficial al castellano80. Se trataba de una certificación expedida en 1586 por el dux y gobernadores de Génova en la que se hacía constar que Juan Antonio Sopranis, hijo de Honorio, estaba inscrito en el libro de la Nobleza de la República. Realmente desconocemos la relación que podría existir ente Cosme Cibo de Sopranis y Juan ES.38203.AHDSCLL.PF.1/2.5.1.16.13. [Juan Vélez de Guevara Cibo y Sopranis, presbítero capellán de la catedral de Las Palmas de Gran Canaria, solicita y presenta traducción certificada al castellano de la certificación de nobleza de Juan Antonio Sopranis expedida por el dux de Génova]. 80 REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 11-40 a la legitimación que hizieron los hijos del dicho Gerónimo de Guevara en Cumaná, la que hizo Juan Vélez de Guevara en la villa de Añora, jurisdicción de la ciudad de Córdoba en Catilla y a los demás instrumentos y papeles que tienen de su filiación y nobleza. 29 Este Cristóbal Cibo de Sopranis era el suegro de Fernando de la Guerra, apoderado de los instruyentes, marido de su única hija Hipólita y, por consiguiente, es de suponer que en su poder obrarían dichos documentos. Finalmente, también resulta interesante que tres de los testigos remitieron a varios documentos de linaje: Antonio de Sopranis, pero lo cierto es que esa certificación se convirtió en un documento de linaje que copiaron todas las ramas Sopranis de Canarias. Lo sabemos por una carta que Agustín de Santiesteban envió a Hernando del Castillo Sopranis en 1623, en la que le exponía que «aunque me an dicho que esta nobleza toca más a la señora doña Leonor de Sopranis, con todo, pienso darla a vuestra merced pues esta es de el linaje y toca a todos». Además, le adjuntó una copia de la misma y le prometió entregar el original: «[...] vuestra merced se llegue a Telde y le daré el original que está en pergamino con dos sellos y las armas»81. REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 11-40 30 Van Emden Familia de origen alemán, oriunda de Emden (Frisia Oriental), que se asentó en Tenerife en torno a 1570. El primer miembro de la familia en Canarias fue Cornelio Van Emden, que contrajo matrimonio con Violante Fagundo, hermana de Bernardino Fagundo, beneficiado de la parroquia de los Remedios (La Laguna) y fundador de un cuantioso mayorazgo. Ya el propio Cornelio Van Emden recibió en 1574 una sentencia favorable refrendada por Gaspar Álvarez de Miranda, secretario del Santo Oficio, de una causa que se siguió contra (sic) Cornelio Van Emden, flamenco (sic), que dice que «no obsta ni a él ni a sus descendientes para oficios honrosos y de Inquisición como más largamente consta y parece por los libros y registros que están en la cámara del secreto desta Inquisición»82. Sin embargo, no nos consta que Cornelio Van Emden ejerciera ningún cargo en ese tribunal. Más claro parece, a la luz de las informaciones de limpieza de sangre que se conservan en el fondo Conde de Siete Fuentes, que la familia inició el cursus honorum a través de su único hijo varón, Rodrigo Van Emden. Para que éste pudiera optar a un cargo en el Santo Oficio de la Inquisición, mandaron instruir información de la nobleza de su apellido en Emden y en La Laguna, entre 1603 y 1604. En 1603, Cornelio Van Emden solicitó al Concilio de Emden se realizase información sobre su persona, la nobleza y reputación de sus padres y abuelos, su limpieza de sangre, cargos y oficios «de gran dignidad» y si sabían que gastaron la mayor parte de su patrimonio en armar veinticuatro compañías al servicio de Felipe ii en San Quintín, de las que su hermano Fox de Hasselt fue justicia. Se presentaron siete testigos, de entre 78 y 91 años de edad, vecinos de Emden, sin cargos ni títulos, que respondieron afirmativamente a todo lo preguntado. El licenciado Jerónimo de Vero presentó, en nombre de Cornelio Van Emden, los interrogatorios ante el Senado de Emden, que dictó sentencia favorable de su noble prosapia el 30 81 ES.38203.AHDSCLL.PF.1/2.5.1.16.14. [Carta de Agustín de Santiesteban a Hernando del Castillo Sopranis; inserta copia simple de certificado de nobleza de Juan Antonio Sopranis, en que se certifica que se halla inscrito en el Libro de la Nobleza de la República de Génova]. 82 ES.38203.AHDSCLL.PF.1/2.6.1.4.24. Certificación sacada del Oficio Secreto de la Inquisición para probar la limpieza de don Rodrigo Van Emden y es acerca de una sentencia que dio aquel tribunal contra Cornelio Van Emden, su padre. ES.38203.AHDSCLL.PF.1/2.6.1.4.18. Información de don Rodrigo Van Emden y de su padre, Cornelio Van Emden, de su nobleza y limpieza de sangre. Fecha en Emden en la Oriental Frisia, en Alemania, año del 1603, y en la ciudad de La Laguna de Tenerife, año del 1604. 84 ES.38203.AHDSCLL.PF.1/2.6.1.4. Información de don Rodrigo Van Emden y de su padre, Cornelio Van Emden, de su nobleza y limpieza de sangre. Fecha en Emden en la Oriental Frisia, en Alemania, año del 1603, y en la ciudad de La Laguna de Tenerife, año del 1604. 85 ES.38203.AHDSCLL.PF.1/2.6.1.3.20. Carta dotal de Catalina Van Emden por su hermano Rodrigo Van Emden, vicario y beneficiado de santa Ana de Garachico, para que casare con Lucas de Castillejo. En Garachico ante Gaspar Delgadillo en 28 de septiembre de 1620. 83 31 REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 11-40 de octubre de 1603. Se protocolizó en La Laguna el 29 de julio de 160483. Cinco días después, el 3 de agosto de 1604, Rodrigo Van Emden solicitó información en La Laguna sobre su trayectoria y la de su padre, desde que éste llegó a Tenerife treinta años atrás, con el fin de que fuera amparada su nobleza; además, solicitó se preguntase sobre el tratamiento de personas nobles y principales que habían tenido en la isla y su comportamiento como tales, sustentando armas y caballo. El 14 de agosto se presentaron seis testigos de entre 46 y 60 años: tres capitanes y regidores, un escribano público y dos vecinos de Tenerife. Todos ratificaron lo preguntado. El 20 de agosto el teniente de corregidor recibió las informaciones y amparó su nobleza e hidalguía84. Efectivamente, Rodrigo Van Emden obtuvo el cargo de consultor del Santo Oficio de la Inquisición en 1608. Su carrera no se detuvo ahí: en 1620, cuando otorgó carta de dote a favor de su hermana Catalina Van Emden para casar con Luis de Castillejo, era vicario y beneficiado de la iglesia de Santa Ana (Garachico)85; en esas fechas debía ya optar seriamente a una de las canonjías del Cabildo Catedral. Para ello, desde el obispado se mandó investigar sobre la ascendencia paterna y materna del candidato: en 1621 se instruyó una información de limpieza de sangre en Madrid, en la que se preguntó acerca de Rodrigo Van Emden, sus padres, Cornelio Van Emden y Violante López Fagundo, la legitimidad de su matrimonio y descendencia, la limpieza de sangre del peticionario y de sus progenitores y la fama de cristianos viejos de todos los ciudadanos de Emden. Entre el 3 y el 5 de diciembre de 1622, se presentaron siete testigos de entre 34 y 80 años: dos religiosos de Groninga, Flandes (ciudad a 5 leguas de Emden), un alemán, un soldado de Emden y tres canarios (un fiscal del Santo Oficio, un antiguo escribano y un refrendario apostólico). Los flamencos y alemanes respondieron no conocer a la familia canaria, pero todos aludieron a la buena fama de la familia, en especial a la de la abuela paterna, Catharina de Scarlut, e incidieron en la limpieza de sangre de los naturales de Emden. Por su parte, dos de los canarios manifestaron haber conocido a los padres del solicitante, la condición de noble de su padre y la procedencia portuguesa del linaje de su madre; uno de ellos señaló que los parientes eran familiares del Santo Oficio en Portugal; el antiguo escribano habló de dos parientes, un hermano de su abuela y un tío, que fueron beneficiados de la iglesia de La Laguna, lo que consideró prueba de limpieza 32 REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 11-40 de sangre suficiente. Además, el refrendario apostólico de La Palma señaló haber oído hablar de una sentencia del Santo Oficio favorable a su padre86. En 1624, cuando Rodrigo Van Emden dotó a su hermana María Van Emden para casar con Diego de Castilla87, ya era arcediano de Fuerteventura, una de las dignidades del Cabildo Catedral. No obstante, en los años siguientes mandó instruir otras dos informaciones sobre su ascendencia, una en Deventer y Hasselt (Flandes) y otra en Guimarães (Portugal), con resultados desiguales. En la información instruida en Flandes declararon nueve testigos, dos en Deventer, preguntados únicamente acerca de Foxio Van Hasselt, tío del solicitante; y siete en Hasselt, interrogados por el resto de la familia. Todos los testigos eran tenidos por «honrados», si bien entre ellos destaca un vicario, un borgomaestre y un soldado. La información comenzó el 13 de octubre de 1625 en Deventer y continuó dos días después en Hasselt, donde se prolongó hasta el 22 de octubre. En Hasselt, las declaraciones fueron muy similares: todos habían conocido mejor a Antonio Van Hasselt, canónigo en Deventer (uno de ellos manifestó haberlo alojado muchas veces en su casa), y al capitán Foxio Van Hasselt (incluido un soldado de su compañía y su antigua criada); también conocieron a Rodrigo Van Hasselt y algunos a su mujer Catharina Petis; todos sabían que tuvieron un hijo llamado Cornelio Van Emden (uno declaró haberlo visto cuando vivía con sus tíos), y que casó en España (varios especificaron en Canarias), pero nadie conocía con qué familia, si bien uno de ellos expuso que Foxio Van Hasselt le dijo que era una buena progenie; y todos corroboraron la limpieza de sangre del linaje. Los testimonios se tradujeron al castellano en Amberes, el 7 de marzo de 162688. La otra información se instruyó en 1626 en Guimarães (Portugal) por mandato de los inquisidores de Canarias, que solicitaron al Santo Oficio de Portugal que investigasen sobre los antepasados de Rodrigo Van Emden, canónigo de la catedral de las islas de Tenerife (sic). El encargo recayó en João do Valle de Azevedo, comisario del Santo Oficio en Guimarães, que mandó preguntar sobre Rodrigo Van Emden y 86 ES.38203.AHDSCLL.PF.1/2.6.1.4.22. Probanza comenzada a hacer por el señor obispo de Canaria de la limpieza del doctor Rodrigo Van Emden, para obtener una canonjía de la Santa Iglesia de Canaria a que está presentado por Su Majestad. Remitida para que la acabe el provisor y vicario general de Canaria. 87 ES.38203.AHDSCLL.PF.1/2.6.1.3.24. Carta dotal de María Van Endem Fagundo hecha por Rodrigo Van Endem, su hermano, arcediano de Fuerteventura, dignidad de la santa iglesia de Canaria, para que casase con el capitán Diego de Castilla Justiniano. Ante Diego Gómez el 21 de mayo de 1624. 88 ES.38203.AHDSCLL.PF.1/2.6.1.4.23. Información de nobleza de Cornelio Van Emden y de la de sus padre y madre, Rodrigo de Emden, que sirvió al señor emperador don Carlos en las guerras y fue pagador de 24 compañías militares y de Catalina Scarlut y Patis, su mujer; y nieto de Bernardo de Hasselt, en el obispado de Utiye, prefecto y corregidor, que sirvió a dicho señor emperador y de Beatriz, su mujer, natural de Groninga; y de su nobleza y limpieza de sangre; y cómo fueron sus hermanos del dicho Rodrigo de Emden, padre del dicho Cornelio Van Emden, Foxio Van Hasselt, capitán en Deventer por el rey don Felipe ii y de Antonio Van Hasselt, canónigo prebendado en Deventer. Fecha año de 1625. Comprobada por el ilustrísimo obispo de Amberes. su familia materna: su abuelo, Pedro Fagundo, labrador, nacido en Guimarães en la freguesia de Santa Comba y que había marchado unos 80 años atrás a Tenerife; los padres de éste, Fagundo Afonso y Margarida Martís; y sobre el apellido Fagundo y la limpieza de sangre de sus miembros. Entre octubre y noviembre de 1626, se presentaron cuatro testigos de entre 50 y 80 años, vecinos de la freguesia, sin cargos ni títulos. Ninguno conocía a las personas aludidas ni habían oído hablar de la familia Fagundo. A partir del tercer testigo se comenzó a preguntar sobre alguna otra freguesia llamada Santa Comba y, basándose en las declaraciones, el comisario comprobó la existencia de dos freguesias con ese nombre en Montelongo y otras dos en Riba de Vielha y expresó estar seguro de que en Santa Comba de Guimarães nunca hubo una familia Fagundo. Ordenó continuar la información, por lo que los interrogadores acudieron a la freguesia de San João de Acevedo de Guimarães. Allí se presentaron seis testigos, de entre 29 y 70 años, cuatro de ellos mercaderes (uno era, además, familiar del Santo Oficio), un noble y un regidor. Ninguno conoció directamente a los aludidos, pero habían oído hablar de una familia Fagundo, todos cristianos viejos; uno de ellos añadió que los Fagundo eran de los más principales de la villa. La información fue remitida a la Inquisición de Canarias en 1627. No consta sentencia89. 89 ES.38203.AHDSCLL.PF.1/2.6.1.4.21. Información de limpieza [de sangre] de Rodrigo Van Emden, hecha en [Guimaraes] Portugal [relativa a su familia materna, apellidada Fagundo]. REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 11-40 Los Franqui o Franchy (como fueron conocidos en Canarias) eran de origen genovés, llegados a Canarias vía Cádiz durante los primeros años después de la conquista. En el fondo Conde de Siete Fuentes se conserva únicamente una información genealógica realizada en La Laguna en 1575 a pedimento de Juan Luzardo de Franquis, regidor y primer cabeza de familia nacido en Canarias. El 1 de julio de 1575, el citado Juan Luzardo de Franquis solicitó ante Juan Álvarez de Fonseca, gobernador de Tenerife y La Palma, se interrogase a varios testigos sobre el matrimonio legítimo de padres, Antonio de Franchis Luzardo e Inés López; la nacionalidad genovesa de su padre, llegado a Tenerife más de cincuenta años atrás; su condición de «hombres principales e de mucha calidad e con armas e caballos e con oficios de regidores», que «han salido siempre en compañía de los Adelantados [quienes] los tomaban por semejantes»; su participación en las ocasiones de guerra que se habían ofrecido; la fama aportada por «los ginoveses que a esta isla han venido de Génova y han dicho que allá son muy nobles hijosdalgo notorios e tienen casa conocida de ellos e les tiene por tales»; la ascendencia e hidalguía de su madre, hija del conquistador y regidor Lope Gallegos; y la fama y condición de hidalgo del peticionario. Al día siguiente comenzó el interrogatorio, que se prolongó hasta el 6 de julio. Los primeros seis testigos eran 33 Franchy naturales de Tenerife, de entre 65 y 76 años, y corroboraron todo lo manifestado en el interrogatorio; los dos últimos eran miembros de la familia Justiniano, por tanto, descendientes de genoveses, notablemente más jóvenes (Francisco Uso de Mar Justiniano tenía 30 años y Bernardino Justiniano, 40 años), pero su testimonio era valioso porque confirmaba la nobleza de los Franchy en Génova «porque este testigo ha estado en Génova e lo ha visto e entendido». Con las deposiciones favorables a su propósito, el peticionario solicitó al gobernador que le amparase como noble hidalgo. No contiene la sentencia90. La casa de Franchy en Canarias siempre tuvo problemas para acreditar su origen aristocrático pues, aunque estaba claro que eran genoveses91, no lograron sortear el salto con Génova hasta 178892, año en que aportaron el primer expediente de acreditación de nobleza expedido en la república ligur. REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 11-40 34 Castilla Familia descendiente de una rama bastarda del rey Pedro i el Cruel. En 1514, Fernando de Castilla pasó a Canarias acompañando a su prima María de Castilla cuando ésta contrajo matrimonio con Guillén Peraza de Ayala, conde de La Gomera93, y formó la rama de ese apellido en Canarias. El propio Fernando de Castilla fue el primero de su linaje que sorteó el salto para documentar a sus ancestros. El 27 de septiembre de 1528, siendo vecino de la isla de La Palma, acudió a la villa de Madrid y solicitó información de su filiación y nobleza porque en La Palma nadie conoció a sus padres ni abuelos y para que sus hijos pudieran ser tenidos por nobles. Especialmente incidió en que se interrogase a los testigos sobre su descendencia directa del rey Pedro de Castilla, aunque también inquirió sobre su descendencia, por línea materna, de la casa del duque del Infantado. En los siguientes cuatro días se presentaron siete testigos, incluido su hermano, llamado Apóstol de Castilla, dos criados del duque del Infantado y un clérigo; excepto su hermano, todos eran o habían sido vecinos de Alcalá de Henares, villa en la que vivieron sus progenitores. Todos respondieron afirmativamente94. Sabemos que ES.38203.AHDSCLL.PF.1/2.1.1.11.14. Información de nobleza hecha a pedimento de Juan Luzardo de Franquis, regidor de esta isla. Ante Juan Núñez Jaimes, escribano público, en 6 de julio de 1575. Protocolada ante don Francisco Xavier Uque, escribano público, en 6 de junio de 1783 años. 91 Los Franqui poseían uno de los principales alberghi popolari de la república de Génova. Ascheri, Giovanni Andrea. Notizie storiche intorno alla riunione delle famiglie in alberghi in Genova coll’aggiunta dei nomi de’ casati nobili e popolari che seguirono le fazioni Guelfa e Ghibellina dei tribuni della plebe, della cronologia dei dogi liguri e delle famiglie ascritte al libro d’oro. Génova: Tipografia Faziola, 1846, p. 61 y ss. 92 Nobiliario de Canarias, tomo i, p. 292 y ss. 93 Nobiliario de Canarias, tomo iv, p. 143. 94 ES.38203.AHDSCLL.PF.1/2.6.1.4.4. Información de filiación y nobleza de Fernando de Castilla el primero, que pasó de Alcalá a estas islas de Canaria por el año de 1514, hijo de Pedro de Castilla y de Juana de Mendoza, su mujer; nieto de Pedro de Castilla, el Viejo, señor de Alaejos y 90 este Pedro de Castilla, el Viejo, biznieto del rey don Pedro de Castilla. Hecho en Madrid [...], ante Diego de Soto, escribano público. Otra sobre lo mismo hecha en la villa de Mondejar, [...] ante Diego Pérez, escribano público en dicha villa. 95 ES.38203.AHDSCLL.PF.1/2.6.1.4.12. [Información y declaración de nobleza de Juan y Luis de Castilla]. 96 ES.38203.AHDSCLL.PF.1/2.6.1.4.6. Información de filiación, nobleza y servicios de Juan de Castilla, hijo de Fernando de Castilla y de María de Castañeda; y del capitán Luis de Castilla, hermano del dicho Juan de Castilla, y del licenciado Fernando de Castilla hijo de Juan de Castilla y de María Justiniano Zapata, su mujer. 35 REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 11-40 continuó las informaciones de nobleza en Mondéjar, aunque no hemos localizado en el fondo Conde de Siete Fuentes ninguna copia. Sus hijos Juan y Luis de Castilla, habidos de su tercer matrimonio, con María de Castañeda, también probaron su nobleza e hidalguía, aunque en Canarias. El 20 de julio de 1590, se presentaron ante el gobernador y capitán general de las Islas, solicitando información de testigos sobre su noble ascendencia y que, de acuerdo con ella, se les declarase caballeros hidalgos. Ese mismo día se desarrolló el interrogatorio, en el que cuatro testigos de alta sociedad tinerfeña corroboraron lo preguntado. Cabe destacar que, ni en la solicitud ni en las declaraciones se alude al rey Pedro de Castilla como fundador de la estirpe, sino que se limitan a aludir que «Fernando de Castilla era de España, de gente muy principal y rica». Además, declararon haber presentado como prueba escrita la información que mandó instruir su padre en la villa de Mondéjar. El 21 de julio de dicho año el gobernador dictó sentencia y declaró a los peticionarios «por tales caballeros hijosdalgo»95. A Luis de Castilla solo le sobrevivió una hija, Mariana de Castilla, casada con Diego de Mesa y Ayala. Por su parte, su hermano Juan, regidor de Tenerife, tuvo nueve hijos, tres de ellos varones. La familia invirtió notables recursos en la formación de los dos varones mayores, llamados Fernando de Castilla y Gaspar de Castilla, con el fin de que cursaran estudios universitarios en la Península con los que poder optar a oficios en la alta burocracia. Además, instruyeron informaciones con el fin de recoger testimonios favorables a este propósito. La primera la realizó Juan de Castilla en 1600 ante Pedro Lasso de la Vega, gobernador de Tenerife y La Palma, solicitando se interrogase sobre su filiación y la de su padre, Fernando de Castilla, y sobre la calidad, nobleza y virtud de su hijo, Fernando de Castilla, estudiante en las universidades de Sevilla y Alcalá de Henares, preguntando expresamente la opinión de los testigos acerca de si su hijo Fernando de Castilla era merecedor, por sí y por los servicios de su padre, tío y abuelo, de un oficio en el «Real Servicio» del rey. El interrogatorio se prolongó hasta el 6 de agosto. Se presentaron seis testigos, de entre 40 y 56 años, todos regidores de Tenerife y oficiales de milicias, que respondieron afirmativamente96. A la luz de su cursus honorum, la estrategia familiar dio resultado. El licenciado Fernando de Castilla ostentó numerosos cargos en la burocracia regia: fue abogado de los Reales Consejos y del Santo Oficio, abogado del cardenal Infante, juez de residencia y corregidor de Alcalá de Henares (1626), consultor del Santo Oficio 36 REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 11-40 de Murcia (1628)97, alcalde mayor de Murcia y de la villa de Requena, teniente de corregidor de Segovia, visitador por el consejo de Castilla de los puertos de Galicia y Asturias, fiscal sustituto de los consejos de Guerra y Justicia, etc. Además, ca. 1648 solicitó al rey la merced de un título de Castilla, que no alcanzó y que habría supuesto el colofón a su carrera98. Siendo alcalde mayor de Murcia, Fernando de Castilla, a través de su abogado, Baltasar de Oviedo, solicitó el 10 de abril de 1617 se realizara información de su nobleza y la de su ascendientes, «hijosdalgo de solar y casa conocido del apellido y casa de los Castillas, descendientes del rey don Pedro de Castilla» y que, por consiguiente, se le pusiera en libertad, pues se hallaba preso debido a los autos interpuestos contra él por sus acreedores Ginés Benítez y Grefer Fernández, y no se le embargasen sus bienes. Tras varias prórrogas, el 26 de junio se inició la información en Segovia, donde compareció Pedro de Vergara, teniente de corregidor de esa villa y natural de La Laguna, que respondió afirmativamente al interrogatorio; tras una prórroga, se reanudaron las informaciones el 28 de julio en Madrid y se prolongaron hasta el 2 de agosto. Se presentaron trece testigos de entre 29 y 63 años: dos clérigos naturales de Tenerife, el duque de Veraguas, dos frailes franciscanos y un racionero de la catedral, naturales de Tenerife, un antiguo gobernador de ella, tres regidores de Tenerife y tres vecinos de la isla. Todos corroboraron lo preguntado. El 29 de agosto de 1617, el alcalde Sancho Flores acreditó la nobleza del solicitante y ordenó su puesta en libertad y la guarda de los privilegios y exenciones propias de su calidad. El auto fue confirmado en diciembre de ese mismo año99. Varios años después, el propio Fernando de Castilla, cabeza del linaje tras la defunción de su padre y su tío, repitió la misma estrategia con su hermano. En marzo de 1626 solicitó en Madrid información sobre la descendencia de su hermano Gaspar de Castilla del rey Pedro de Castilla, sobre el servicio que había ejercido en Guatemala en los últimos doce años (en ese momento era contador de Nicaragua por nombramiento del conde de La Gomera) y sobre su criterio acerca de si era merecedor, por sí y por los servicios de su padre y abuelos, de un oficio en la burocracia regia. Los interrogatorios tuvieron lugar el 4 de marzo de 1626, en Madrid, donde comparecieron cuatro testigos, de entre 39 y 66 años, miembros de la élite insular, que confirmaron lo preguntado. Además, presentó como prueba la información instruida por su padre en 1600100. ES.38203.AHDSCLL.PF.1/2.6.1.4.7. Título del licenciado Fernando de Castilla [de] consultor del Santo Oficio de la Inquisición de Murcia. 98 Nobiliario de Canarias, tomo iv, p. 161-162. 99 ES.38203.AHDSCLL.PF.1/2.6.1.4.7. Recados de filiación y nobleza de Fernando de Castilla y Juan de Castilla, su padre, y de Fernando y Pedro de Castilla su abuelo y bisabuelo y como descienden del rey Pedro de Castilla, con dos autos de Sancho Flores, alcalde de casa y corte y otros dos del Real Consejo a favor del dicho Fernando de Castilla, litigados en contradicción y juicio. Año 1617. Acompaña relación de los servicios de Fernando de Castilla. 100 ES.38203.AHDSCLL.PF.1/2.6.1.4.9. Información de la nobleza y servicios de Gaspar de Castilla, hermano de Fernando de Castilla y del capitán Diego de Castilla, hijos de Juan de Castilla y de María Justiniano Zapata. Año 1626. Hecha ante Julián Parejano, escribano de Madrid. 97 Poco más sabemos de Gaspar de Castilla, que permaneció en Indias. Por su parte, Fernando de Castilla no alcanzó sucesión de su matrimonio con Antonia de Alvarado, por lo que la representación de la Casa Castilla en Canarias recayó en el menor de los nueve hermanos, Diego de Castilla, cuya carrera fue notablemente más modesta, pues sólo llegó a ejercer como capitán de milicias y alcalde real de Tacoronte en 1644. ES.38271.BULL.FLER.003.001.003. Información hecha en la misma ciudad de Génova sobre la nobleza de los Rizos y Grimaldos. 102 «Nombro por universal heredero en todo el remaniente de mis bienes muebles e rraíces derecho e acciones e posesiones a mi hermano Jácome de Grimaldo Risso, vecino de la ciuda de Génova [...] y que después de su vida [...] las dos terçias partes de todos los dichos bienes [...] las haian y sean 101 REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 11-40 Familia oriunda de Génova que llegó a Canarias a principios del siglo xvi con la presencia de Doménigo Grimaldo Rizo (?-1558). A través del fondo Lercaro constatamos que al menos se produjeron dos saltos hasta el solar de origen desde la llegada del primer miembro del linaje hasta mediados del siglo xvii. El documento más antiguo a este respecto es una información hecha en 1575 en Génova en que se consulta sobre la nobleza de los Risso o Rizo101. La mandó instruir en Génova Esteban Risso, hijo legítimo de Jacobo Risso (y sobrino de Doménigo Grimaldo Risso, fundador de la familia en Canarias) para «hasser fee de la noblessa y antigüedad de la dicha familia de la qual él desiende». Para ello, solicitó se preguntase sobre la legitimidad de su ascendencia y la condición de nobles por la que fueron y son tenidos los miembros de familia Risso, así como el origen de ésta en la ciudad de Albingans. La información comenzó el 14 de diciembre de 1575 y se prolongó hasta el 9 de febrero de 1576. Comparecieron once testigos de entre 60 y 95 años, a excepción de un deponente de 29, todas personas destacadas socialmente, la mayoría nobles, incluido un príncipe. Todos respondieron afirmativamente. El mismo 9 de febrero, el escribano dio fe de lo contenido y al día siguiente la información fue refrendada por el obispado y el pretor de Génova. En el fondo Lercaro se conserva una copia protocolada en Tenerife por el capitán Doménigo Grimaldo Risso de Lugo en 1649. Es muy probable que esta información fuese un «documento de linaje», copiado de archivo en archivo por cada una de las ramas familiares en algún momento durante la primera mitad del siglo xvi. Por el testamento de Doménigo Grimaldo Rizo, que otorgó cerrado en 1558, pocos días antes de su fallecimiento, sabemos que mantuvo el contacto con su familia genovesa durante el más de medio siglo que vivió en Canarias. Tanto es así que mandó enviar a su hermana María la Rissa trescientos ducados de oro «por el amor grande que le tengo» y, lo que es más significativo, porque, aun teniendo una hija propia, Magdalena Rizo, nombró por herederos a sus parientes en Génova102. No tenemos constancia alguna de que estos 37 Grimaldo Rizo familiares genoveses tomasen posesión de su herencia en Canarias. De cualquier forma, toda la representación de la casa recayó en la descendencia de Magdalena Rizo, casada con Diego Benítez Suazo de Lugo. Fue la cuarta generación asentada en Canarias, representada por Doménigo Grimaldo Rizo (1600-ca. 1651), la que tuvo que acometer la tarea de sortear nuevamente el doble salto generacional y geográfico hasta sus ancestros genoveses. Por el Nobiliario de Canarias sabemos que en 1615 ya habían instruido una información genealógica, aunque no en el solar de origen, sino en La Laguna, en virtud de la cual fue amparado como caballero hijodalgo103. Sin embargo, en 1649 la familia documentó nuevamente sus orígenes en Génova a través de una provisión por la que el capitán y los gobernadores de la república ligur confirmaban los miembros de la familia Rissia que se hallaban inscritos en el Libro de la Nobleza de la República104 . Además, el mismo Doménigo Grimaldo Rizo protocoló ante escribano la información instruida en 1558, como se refirió anteriormente. Desconocemos el motivo que llevó a Doménigo Grimaldo Rizo a acreditar una ascendencia nobiliaria que ya era conocida y reputada en las islas, y por qué únicamente indagó acerca de la nobleza de los Rizo, y no la del apellido Grimaldo. REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 11-40 38 CONCLUSIONES A través de esta muestra, hemos podido confirmar, en primer lugar, el carácter plurinacional de la aristocracia canaria, que mantuvo, al menos en el siglo xvi y principios del siglo xvii, una conciencia clara de dónde se encontraba el solar de origen de su linaje. En ese contexto, la instrucción de informaciones genealógicas, expedientes de limpieza de sangre, así como otros «documentos de linaje» a finales del siglo xvi y principios del xvii, parece responder a dos modelos diferenciados: por una parte, a la necesidad de documentar los antecedentes nobiliarios del linaje si se quería tomar parte de los procesos de ascenso social y aristocratización en que se encontraba inmersa la sociedad de Canarias durante el reinado de Felipe ii; por otra parte, en algunas familias, estos documentos responden al modelo de «archivos compartidos», donde el expediente instruido en un determinado momento del pasado acaba formando parte esencial de los archivos de las diferentes ramas familiares. En esas investigaciones, el esfuerzo de acreditar los orígenes se limita, en la mayor parte de los casos, a establecer el antepasado foráneo del linaje. No obstante, de los hijos y erederos de Esteban de Grimaldo Risso, mi hermano, difunto y el otro terçio de los dichos bienes los aya y erede quien el dicho Jácome de Grimaldo Risso quisiere». ES.38271.BULL. FLER.003.001.004. Testamento de Donénigo Risso Grimaldo, regidor de esta Isla de Tenerife, el primero que vino de la ciudad de Génova. 103 Régulo Pérez, Juan (ed.) (1967): Op. cit., tomo i, p. 149. 104 ES.38271.BULL.FLER.003.001.002. Certificación del Dux y Gobernadores de Génova acerca de la nobleza y antigüedad de la familiia Rizo «Rissia». 1575 1528 1626 1575 1649 Cibo-Sopranis Van Emden Franchy Castilla Grimaldo-Rizo Fecha del primer documento de nobleza y origen instruido en Canarias o desde Canarias Lercaro Salazar de Frías No obstante, ha de tenerse en cuenta que muchos de estos documentos son copias de expedientes de pureza de sangre o hidalguía instruidos por parientes lejanos o por otras ramas del linaje, que fueron recopilados en el siglo xvii como parte del proceso de construcción del archivo de familia, es decir, tienen un carácter de documentos compartidos, multiplicados en los archivos de familia de las diferentes ramas del linaje. Por lo tanto, la cronología más significativa es la que se refiere a la creación y acumulación de las primeras expresiones de nobleza y pureza de sangre instruidas en Canarias o desde Canarias. Cuando nos preguntamos acerca de los primeros documentos probatorios del linaje que elaboraron las familias aristocráticas del Archipiélago, la horquilla cronológica se estrecha, pues sus fechas de creación corresponden a un intervalo que oscila entre el último cuarto del siglo xvi y el primer tercio del siglo xvii, a excepción del caso Sopranis, por su condición de ultramarino. Es decir, abarcan una cronología que coincide en el tiempo con ese proceso de aristocratización de la sociedad de Canarias que venimos señalando a lo largo del texto. 1607 1669 1604 1575 1528 1615 39 1603 1626 REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 11-40 1586 1669 Grimaldo-Rizo Van Emden 1607 1648 Castilla Cibo-Sopranis 1572 1624 Franchy Lercaro Fechas extremas de los documentos de nobleza y origen analizados Salazar de Frías no todos consiguen sortear la doble distancia, geográfica y generacional, hasta el solar de origen, como le ocurrió a los Franchy. Además, la infructuosa experiencia de los Van Emden en Portugal demuestra que, aun cuando se logra salvar la distancia geográfica y se cuenta con recursos humanos y económicos suficientes, no siempre se consigue localizar a los antepasados, por pocas generaciones que hayan transcurrido desde la emigración. Por otra parte, la cronología que nos revelan las fechas extremas de los documentos de nobleza y origen analizados abarca desde el primer tercio del siglo xvi hasta el último tercio del xvii, tal y como se muestra en el siguiente cuadro: En este contexto, la casa Castilla es un caso excepcional por dos motivos: en primer lugar, porque sortea el salto ultramarino casi medio siglo antes (la primera vez en 1524); y, en segundo término, porque desde su llegada a Canarias pretenden su descendencia de un antepasado con notables connotaciones simbólicas, como es el caso de Pedro i el Cruel. Estos dos hechos nos inducen a pensar que los miembros de la casa Castilla llegan a Canarias con una conciencia nobiliaria notablemente mayor que el resto de linajes, de ahí que actúen como precursores de un fenómeno que, para el resto de los casos, no se produjo hasta una o dos generaciones después. También, del análisis documental se comprueba que las familias de las élites de Canarias, y por extensión sus archivos de familia, establecieron relaciones prolongadas en el tiempo con ramas del linaje expandidas en el mundo colonial. En esta muestra se contienen tres casos: REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 11-40 40 1. Salazar de Frías, que utilizan en fecha tardía (siglo xviii) los antecedentes de una rama colateral de su linaje, concretamente los de Juan de Frías Salazar, (ca. 1577-1636), que había realizado una importante carrera en la alta burocracia del imperio portugués de Oriente y en la propia capital imperial, Lisboa. 2. Guevara Cibo-Sopranis, que, establecidos en las colonias americanas de la Monarquía Hispánica, consiguen demostrar su ascendencia hidalga gracias a su conexión con una rama del linaje radicada en Canarias. 3. Lercaro-Justiniano, que obtienen uno de los principales «documentos de linaje», la carta del emperador Segismundo I que concede escudo de armas a la familia, por medio de un pariente lejano establecido en la isla de Santo Domingo. Por último, es de destacar que estos expedientes de pureza de sangre e informaciones genealógicas instruidas a finales del siglo xvi y a lo largo del siglo xvii aún no aventuraban una narrativa nobiliaria que atribuyese orígenes míticos a los ancestros del linaje. Aparentemente, fue a finales del siglo xvii y, sobre todo, durante el siglo xviii, cuando se agregaron estas dimensiones míticas y ancestrales a la narrativa nobiliaria. Tal es el caso de los Salazar de Frías y su pretensión de descendencia del héroe de las Navas de Tolosa, Lope García de Salazar, remontándose incluso hasta el siglo iii con el mártir san Lorenzo; o los Lercaro-Justiniano, con su pretendida descendencia de los reyes de Quíos y, en definitiva, del emperador Justiniano. Recibido: 6-7-2015 Aceptado: 7-3-2016 LOS EXVOTOS EN TENERIFE. VESTIGIOS MATERIALES COMO EXPRESIÓN DE LO PRODIGIOSO (Y III) José Manuel Padrino Barrera Licenciado en Historia del Arte Resumen Junto con algunas esculturas devocionales que proclaman su condición de exvoto, este tipo de ofrenda también se manifiesta en una pluralidad de objetos que, aun careciendo de unas cualidades plásticas explícitas, se presentan revestidos de una carga simbólica más que evidente; una peculiaridad que los convierte en parte indisociable del repertorio material que conforma el patrimonio mueble de Tenerife, toda vez que se tornan como referentes para profundizar en las entretelas del complejo universo de expresiones que conforman la religiosidad insular. A su vez, también se testimonia la presencia de algunas obras plásticas de la Isla donde se constata el protagonismo otorgado a este rito. Palabras clave: escultura votiva, banderas de Nelson, fotografía votiva, Caimán de Las Angustias, baúl y cadenas del Moro, cruz votiva, religiosidad popular, Francisco Bonnín, Lía Tavío, José Aguiar, Miguel Ángel Martín, Hugo Pitti. «The Ex-voto in Tenerife. Material remains as an expression of the wonder (iii)». Along with some devotional sculptures that proclaiming their status as ex-voto, this kind of offering is also manifest in a plurality of objects that, even without explicit plastic qualities, their appearience its covered by an obvious symbolism; a feature that it makes them a inseparable part in the materials’ repertoire forming the movable heritage of Tenerife, at the same time as they are become as referenceds to deepen in the complex universe of expressions that make up the insular religiouness. Also, there are signs in some plastic works of Tenerife where it confirms the presence of this rite. Keywords: votive sculpture, Nelson flags, votive photography, Caimán of Las Angustias, Moorish trunk and chains, votive cross, popular religiousness, Francisco Bonnín, Lía Tavío, José Aguiar, Miguel Ángel Martín, Hugo Pitti. Revista de Historia Canaria, 198; abril 2016, pp. 41-72; ISSN: 0213-9472 REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 41-72 41 Abstract REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 41-72 42 1. INTRODUCCIÓN El exvoto es plural y mutable. Variado en sus formas y tipología1, y sometido constantemente a cambios que remiten a la otra condición que los caracteriza. De ahí que también se incluyan en esta vasta selección aquellas manifestaciones que de no ser por el lugar en el que se emplazan o la historia que los acompaña, serían tenidas por objetos insustanciales. Las ofrendas votivas encuentran en la escultura devocional una expresión en la que concurren dos elementos a tener en consideración: por un lado, la reverencia de su promotor hacia la sagrada efigie representada; y, por otro, la muestra de agradecimiento a la entidad celestial como consecuencia de un favor concedido. Paralelamente, junto a esta categoría, el exvoto también se manifiesta en una variedad de objetos que, aun careciendo de unas cualidades plásticas iherentes, en ocasiones se muestran provistos de una indudable carga simbólica; una singularidad por la que son incorporados al repertorio que se aborda en el presente trabajo. En este sentido, junto con las banderas, los estandartes de peregrinación, las fotografías y las cruces, expresiones tan destacables como un caimán disecado o el conjunto conformado por un arcón y unas cadenas de reo refrendan la línea argumental que se expone. Por otro lado, los exvotos, en su paulatino proceso de desaparición de la mayor parte de los recintos sagrados, reclaman su parcela como parte del acervo cultural insular; toda vez que, de forma circunstancial, algunas de dichas manifestaciones también se trastocan en objetos susceptibles de conservarse en instituciones como parte integrante de una expresión en paulatino declive y razón por la que son incorporados a los fondos museísticos. De igual modo, el coleccionismo particular también ha hecho acopio de esta muestra de devoción popular, poniendo de manifiesto el interés estético que despiertan. Finalmente, no se podría dejar de lado cómo el arte en Canarias, y particularmente el que se circunscribe a Tenerife, se ha servido de esta expresión devota, perpetuándola en algunas manifestaciones a tener en consideración. 2. LA ESCULTURA DEVOCIONAL Honrar o servir a un templo u otro recinto sagrado con imágenes de devoción —donde el exvoto trasciende su función de objeto testimonial, deviniendo una efigie destinada al culto— también fue una expresión material que subraya la pluralidad morfológica que caracteriza este tipo de ofrendas. Cualidad que hace casi imposible establecer una clasificación definitiva a tenor de los materiales localizados en la isla de Tenerife. Véanse Padrino Barrera, José Manuel: «Los exvotos en Tenerife. Vestigios materiales como expresión de lo prodigioso (i)», en Revista de Historia Canaria, n.º 195, Servicio de Publicaciones de la Universidad de La Laguna, Tenerife, 2013; y Padrino Barrera, José Manuel: «Los exvotos en Tenerife. Vestigios materiales como expresión de lo prodigioso (ii)», en Revista de Historia Canaria, n.º 196, Servicio de Publicaciones de la Universidad de La Laguna, Tenerife, 2014. 1 REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 41-72 2 De hecho, en el tesauro olímpico que Mirón, hermano del tirano Ortágoras, erigió en el año 648 a.C. tras vencer en una carrera de cuádrigas, se hallaba, junto a otras maravillas, una estatua de madera representando al dios Apolo con la cabeza cubierta de oro. Véase Leveque, Pierre: Tras los pasos de los dioses griegos, Ediciones Akal, Madrid, 2006, p. 281. 3 Mt 9, 20-22; Mc 5, 25-35; y Lc 8, 43-48, en Biblia didáctica, Ediciones SM y Editorial PPC, Madrid, 2009. 4 Esta ofrenda fue descrita por Eusebio de Cesarea en su Historia Eclesiástica (HE vii: 18, 4). En el texto, el autor refiere que dicho exvoto se hallaba en la ciudad de Cesarea de Filipo y estaba conformado por un grupo escultórico emplazado sobre una columna. En él se representaba a una mujer arrodillada, con las manos alzadas en gesto suplicante y situada junto a un hombre de pie, envuelto en un manto y que tiende una mano hacia ella. No obstante, algunos autores se inclinan en ver en esta efigie una representación del dios de la medicina Esculapio acompañado de su hija Panacea. Véase Réau, Louis: Iconografía del arte cristiano. Iconografía de La Biblia. Nuevo Testamento, tomo 1, vol. 2, Ediciones del Serbal, Barcelona, 1996, p. 198. 5 Galante Gómez, Francisco J.: El Cristo de La Laguna. Un asesinato, una escultura y un grabado, Concejalía de Cultura y Patrimonio Histórico Artístico, San Cristóbal de La Laguna, 2002, p. 166. 6 En la actualidad, una mínima expresión de ellas se conserva en el pequeño «museo» que ha habilitado la Pontificia, Real y Venerable Esclavitud del Santísimo Cristo de La Laguna en las dependencias de su sede, anejas al santuario. Junto con ornamentos, joyas y objetos suntuosos, destacan las banderas y pendones procesionales, las placas conmemorativas y las reproducciones de barcos. Objetos que nos ponen en situación de vislumbrar lo que en un momento pudo haber sido el copioso repertorio de exvotos del «Cristo de La Laguna». Sobre las ofrendas suntuosas dedicadas a dicha efigie véase Galante Gómez, Francisco J.: op. cit., pp. 159-167. 7 Queda expresado nuestro sincero agradecimiento a Dña. Ana Sonia Fernández Alayón, técnico de Patrimonio Histórico del Ayuntamiento de Arona, por facilitarnos el acceso a dicha escultura. 43 En el mundo grecolatino encontraron asiento algunos ejemplos de manifestaciones escultóricas en cuyo origen se encontraba la muestra de gratitud y el reconocimiento hacia la deidad por parte de un individuo o un colectivo determinado2. No obstante, dentro del cristianismo, el episodio evangélico de la Hemorroísa3 y el apócrifo exvoto que se le vincula sentaría un precedente a tener en cuenta por el hecho de representar una imagen-testimonio que, en este caso, no reproducía solo la efigie del donante, sino también la entidad a la que estaba dedicada: Jesucristo4. A grandes rasgos, en la isla de Tenerife destacaremos dos esculturas concretas, pues en su promoción y ejecución subyace también un comportamiento votivo. Así se constata, por un lado, en el reverenciado Crucificado que preside el santuario del antiguo convento de San Miguel de las Victorias, en San Cristóbal de La Laguna. Una efigie paradigmática por el hecho de ser en sí un exvoto5 que, en este caso, también es receptora de ofrendas votivas6. Otro ejemplo ha quedado concretado en una dieciochesca Inmaculada Concepción ejecutada por Francisco García de Medina, imaginero natural de la isla de La Palma y cuya obra se emplaza en una hornacina colateral del altar mayor de la iglesia de San Antonio Abad, en Arona7. El exvoto es bastante elocuente, pues REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 41-72 44 Foto 1. Inmaculada Concepción. Escultura devocional votiva (iglesia de San Antonio Abad. Arona). tanto su autoría como el lugar de su ejecución y la causa por la que fue ofrendado se desprende de la inscripción dispuesta en su peana8. [Foto 1] En otro orden de cosas, la escultura votiva nos acerca también a expresiones plásticas donde, aun compartiendo el mismo esquema representativo (basado en la ejecución de una advocación concreta) y las razones por las que fue creada (concebida como una efigie de bulto o en relieve surgida a partir de un voto solemne), su singular disposición también nos pone sobre aviso de un aspecto que la suele caracterizar y donde el espacio habilitado para su emplazamiento ya no se sitúa en el interior de un templo, sino en una fachada —ya fuere de un recinto cultual o una vivienda particular, pero siempre de cara al transeúnte— y conformado por un receptáculo de variada morfología que estaría concebido por un nicho o una construcción edicular. A este respecto, en 1733 Isidoro Parloy, vecino de La Laguna, como consecuencia de un voto personal, mandó colocar una imagen del Niño Jesús dentro de una hornacina localizada en la fachada de su vivienda9. Singular también es el caso del nicho erigido a finales del siglo xviii en una casa de la santacrucera calle de la 8 «De n(uest)ra s(eñora) de la Consepcion inmaculada de propia mano y a expensas de Francisco García de Medina, natural de La Palma por haver en el año de 1739 lluvia en la infra(CTA)». Para una descripción más exhaustiva de la obra, biografía de su autor-promotor y contexto en el que se ejecutó véanse Calero Ruiz, Clementina: Escultura barroca en Canarias (1600-1750). Cabildo Insular de Tenerife, Santa Cruz de Tenerife, 1987, pp. 311-312; y Calero Ruiz, Clementina: «Sociedad y cultura en el Setecientos», en Luces y sombras en el Siglo Ilustrado. La cultura canaria del Setecientos, col. Historia Cultural del Arte en Canarias, vol. iv, Gobierno de Canarias, 2008, p. 119. 9 Hernández González, M.V.: La religiosidad popular en Tenerife durante el siglo xviii. Las creencias y las fiestas, Ediciones Idea, Santa Cruz de Tenerife, 1990, p. 112. 10 El promotor obtuvo licencia del vicario para cuidar la imagen en 12 de febrero de 1795. Véase Cioranescu, Alejandro: Historia de Santa Cruz de Tenerife, t. ii, Caja General de Ahorros de Tenerife, Santa Cruz de Tenerife, 1977, p. 278. 11 Poggi y Borsotto, Felipe Miguel: Guía histórico-descriptiva de Santa Cruz de Tenerife, Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife (Organismo Autónomo de Cultura), Santa Cruz de Tenerife, 2004 [1881], p. 72. 12 Esta imagen de santa Bárbara está colocada en / esta capilla por promesa de José Manuel Socas Luis / y debido a que los desmontes / del actual templo y de esta vivienda comenzaron / el mismo día 9 hora 8 de la mañana jueves / 25 de noviembre de 1993. / Icod de Los Vinos a 3 de mayo de 2002. REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 41-72 Consolación y donde Rafael Soto, vecino del lugar, viéndose curado milagrosamente de una enfermedad, habilitó un receptáculo para la custodia de una imagen de la Virgen bajo cuya advocación había encontrado remedio a su pesar10. Paralelamente, destaca otra efigie, realizada en mármol blanco, que representaba a san Pedro de Alcántara y que a finales del siglo xix todavía estaba emplazada en la hornacina que remata el acceso principal de la iglesia del antiguo y homónimo convento franciscano, en Santa Cruz de Tenerife. Una pequeña escultura en cuya peana se podía identificar a su oferente: «La dió D. Diego Serano»11. Aunque, en este caso, no está claro cuál fue la causa explícita que motivó este patrocinio. Por otro lado, como muestra palpable de la persistencia de esta tradición devota, citaremos un pequeño nicho localizado en la fachada de una vivienda particular de la calle Los Agricultores n.º 49, en el icodense barrio de Santa Bárbara. Un recinto cuyo espacio alberga una pequeña efigie de bulto —de factura industrial— representando a la mencionada santa mártir y a cuyos pies se ha dispuesto una clara dedicatoria votiva12. [Foto 2] 45 Foto 2. San Pedro de Alcántara. Iglesia de San Francisco de Asís (Santa Cruz de Tenerife) y capilla votiva dedicada a santa Bárbara (Santa Bárbara-Icod de los Vinos). 3. LAS BANDERAS Y LOS ESTANDARTES PROCESIONALES REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 41-72 46 Agradecer y reconocer la intervención divina con los despojos del campo de batalla y, sobre todo, con los que se ganan al enemigo fue práctica habitual en la Antigüedad. Por ejemplo, era común entre los griegos agruparlos en haz y colgarlos de los árboles o acrecentar con ellos los tesoros de los templos13, costumbre que también fue ejercida por los romanos y donde los spolia optima se situaban entre los más preciados, conformando un singular atrezo que en ocasiones, además, llegó a transcender su carácter material, tornándose en un elemento simbólico-ornamental asociado a la heráldica, la vexicología y, cómo no, la arquitectura14. Siguiendo esta línea argumental, solo nos vamos a centrar en aquellas enseñas militares y pendones procesionales que se han ofrendado a Cristo, la Virgen o un santo determinado. Respecto a los primeros, damos prioridad a los que se depositaron solemnemente tras un episodio bélico puntual o a lo largo de una contienda con mayor duración en el tiempo15 y en la que Tenerife se vio directamente implicada; aunque, en un contexto regional, se sobreentiende que esta isla tampoco tuvo la exclusividad16. Sin duda alguna, las «Banderas de Nelson» —dos enseñas ganadas para Tenerife tras la denominada Gesta del 25 de Julio de 1797— evidencian su importancia por el hecho de haber sido entregadas en la iglesia de Nuestra Señora de la Reveladora es la imprecación que el rey Eteocles dirige a sus dioses en Los Siete contra Tebas de Esquilo, cuando hace voto a las deidades protectoras de su país de «dedicar a los santuarios el botín conquistado en la lucha y cubrir el acceso a los templos con los vestidos de los enemigos», a este respecto véase Bruit Zaisman, Louise y Schmitt Pantel, Pauline: La Religión Griega en la polis de la época clásica, Ediciones Akal, Madrid, 2002, p. 35. 14 Para constatar la adopción durante el Renacimiento de este recurso iconográfico ornamental y su postrera transformación desvinculada de un carácter castrense véase Ávila, Ana: Imágenes y Símbolos en la arquitectura pintada española (1470-1560), colececión Palabra Plástica, n.º 18, Ed. Anthropos, Barcelona, 1993, p. 156. 15 A lo largo y ancho de la geografía nacional se pueden encontrar ofrendas votivas incluidas en la presente categoría. Baste como somero ejemplo el pendón almohade que se custodia en el monasterio de las Huelgas Reales (Burgos) tras ser arrebatado por las tropas cristianas durante la batalla de las Navas de Tolosa (1212); el denominado Pendón de San Fernando, que, según la tradición, fue entregado por Fernando iii, rey de Castilla y León, tras la conquista de Sevilla (1248) y que se conserva en su catedral; estandartes, gallardetes y banderas de la Santa Liga y los tomados al turco tras la batalla de Lepanto (1571) y que fueron repartidos por orden de D. Juan de Austria entre la catedral de Barcelona, la de Toledo y la de Sevilla, entre otros recintos sagrados; o, dando un sustancial salto temporal, las banderas arrebatadas a las tropas napoleónicas en el transcurso de la guerra de Indepencencia, algunas de la cuales se custodian en diversos templos del país. 16 En este caso, por ejemplo, en las cláusulas establecidas a finales del siglo xvi por Gonzalo Argote de Molina para la fundación del convento franciscano de Miraflores, en la villa de Teguise (Lanzarote), este promotor deseaba que se pusiesen en la capilla mayor del templo «las Vanderas que había ganado á los Ingleses, Franceses, y Moros». Véase Viera y Clavijo, José de: Noticias de la Historia General de las Islas de Canaria, t. vi, Dircasa, Las Palmas de Gran Canaria-Santa Cruz de Tenerife, 1990 [1772], pp. 364 y 365. 13 REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 41-72 Tras la confrontación bélica, la reacción del general Antonio Gutiérrez —defensor de la Plaza frente a las tropas del contralmirante británico Horatio Nelson— se describió por aquel entonces como la de un militar que «Ympelido de los más christianos principios después de la esclarecida victoria, acompañado de sus oficiales corrió al templo, y quando los Ministros de su altar entonaban el hermoso himno de acción de gracias, el comandante arrojó sobre el mismo altar los despojos del enemigo, protextanto en esta humilde religiosa ceremonia que su triumfo era obra de Dios y que su dedo había obrado maravillas». A este respecto véase el «Sermón de la victoria sobre las armas inglesas del Presbítero Currás», en Nelson en Tenerife (1797), col. Documentos para la Historia de Canarias, vol. iii, Archivo Histórico Provincial de Santa Cruz de Tenerife, Gobierno de Canarias, 1997, p. 27. 18 Véanse Ontoria Oquillas, Pedro, Cola Benítez, Luis y García Pulido, Daniel: Fuentes documentales del 25 de julio de 1797, Ed. Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife y Ministerio de Defensa (Museo Militar Regional de Canarias), Santa Cruz de Tenerife, 1997; Cola Benítez, Luis y García Pulido, Daniel: La Historia del 25 de julio de 1797 a la luz de las fuentes documentales, Ediciones del Umbral y Tertulia de Amigos del 25 de Julio, Santa Cruz de Tenerife, 1999; y Ontoria Oquillas, Pedro, Cola Benítez, Luis y García Pulido, Daniel: Addenda. Fuentes documentales del 25 de julio de 1797, Ed. Tertulia de Amigos del 25 de Julio, Santa Cruz de Tenerife, 2008. 19 Para profundizar más sobre su descripción e historia remitimos a VV. AA.: La Gesta del 25 de Julio de 1797 [Catálogo de la exposición homónima], Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife, Santa Cruz de Tenerife, 1997, p. 212; Cola Benítez, Luis y García Pulido, Daniel: op. cit., pp. 158-159; Tous Meliá, Juan y López Solano, César: Guía Histórica del Museo Militar Regional de Canarias, Ed. Ministerio de Defensa (Secretaría Técnica). Museo Militar Regional del Centro de Historia y Cultura Militar de Canarias, Santa Cruz de Tenerife, 2000, p. 69; y Cola Benítez, Luis: Fundación, raíces y símbolos de Santa Cruz de Santiago de Tenerife, Ed. Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife, Santa Cruz de Tenerife, 2006, pp. 108-115. 20 Cola Benítez, Luis: op. cit., 2006, pp. 110-111. 17 47 Concepción tras una contienda crucial para el devenir histórico de la que con el tiempo sería la capital de la Isla y en un contexto de denodada exaltación devota17. A los hechos acontecidos, que son bien conocidos por la historiografía insular más reciente18, se suma el trasfondo simbólico de la victoria y la correspondiente capitulación británica durante el día de Santiago apóstol, patrón nacional y santo cuya efigie recibe culto en la capilla homónima de la mencionada parroquia matriz; al tiempo que esta se convertiría en el recinto custodio de los mencionados exvotos. Ambas banderas muestran los colores del Reino Unido de la Gran Bretaña —en la primera versión de la Union Jack, con las enseñas superpuestas de Inglaterra y Escocia— y, por su morfolgía, al no estar consideradas como enseñas de combate, se desprende que una de ellas, la mayor, era la destinada para ser izada en el castillo de San Cristóbal una vez tomado el puerto y plaza; mientras que la otra se caracteriza por disponer también del nombre de la nave a la que se vincula: la fragata HMS Emerald 19. Las «Banderas de Nelson» se presentan como la justa credencial para subrayar el carácter invicto de la localidad que las salvaguarda, a la par que se convirtieron en un preciado reclamo para los visitantes que hasta esta tierra arribaban. Sin embargo, en ocasiones estas enseñas se vieron envueltas en unos acontecimientos reprobables, como cuando hacia 1850, el alcalde de la ciudad, José Librero, se vio en la tesitura de ceder una de ellas al Museo Naval de Madrid20. Como consecuencia de ello, las protestas no tardaron en llegar a la Corte y la propia reina, Isabel ii, tuvo que REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 41-72 48 intervenir para su restitución21. O cuando, a finales del siglo xix, el periodista Isaac Latimer dejó constancia de que unos guardiamarinas británicos «con gamberros sentimientos» se apropiaron de una de las enseñas; aunque, puntualizaría más adelante, los osados militares «fueron debidamente censurados por su perversa bravata»22. De forma paralela, a ello habría que añadir el hecho de que estos exvotos también se convirtieron en el centro de disputas institucionales que reclamaban su custodia y propiedad23. Por otro lado, en lo que atañe a su emplazamiento actual, aunque estas enseñas estuvieron ubicadas en unas urnas de madera y cristal24, flanqueando el retablo presidido por el apóstol Santiago25, hoy en día se hallan custodiadas y expuestas en el Museo Militar Regional de Canarias, sito en el capitalino fuerte de Almeyda26, donde han sido restauradas y evidencian unas condiciones de conservación más óptimas. [Foto 3] Paralelamente, en ocasiones no solo son las enseñas del oponente las que se suelen depositar en un recinto cultual, pues las banderas de destacamentos o de agrupaciones militares específicas también se entregaban solemnemente en cumplimiento de un voto. A este respecto, se justificaría la presencia en el mencionado «museo de la exclavitud del Santísimo Cristo de La Laguna» de un pabellón de 150 × 130 cm 21 La prensa local daba cumplido testimonio de la entrega de dicho pabellón: «En el buque correo núm. 1 Buen-mozo, ha sido devuelta á esta capital de órden del gobierno de S.M. la bandera que fue tomada al almirante ingles Nelson por los habitantes de esta isla en su ataque contra esta plaza: sobre manera nos complace que se halle otra vez entre nosotros este glorioso trofeo que forma una de las mejores páginas de la historia de nuestro país», según reseña del periódico tinerfeño El Avisador de Canarias, recogida por el noticiero El Clamor Público, 27 de marzo de 1851, p. 3. 22 Latimer, Isaac: Notas de un Viaje a las Islas de Tenerife y Gran Canaria (Un clima de verano en invierno), estudio preliminar a cargo de Manuel Hernández González, colección A Través del Tiempo, La Orotava, 2002 [1887], p. 55. 23 Como se constata en un informe remitido al Ayuntamiento de La Laguna por José Rodríguez Moure, redactado a 24 de mayo de 1914, y en el cual el clérigo y jurista tinerfeño recalcaba la propiedad legítima de la parroquia matriz, aseverando que «ha más de cien años que las ostenta al público sin contradicción de nadie y a ciencia y paciencia del que, ganándolas, o se las ofreció como ex-votos al Santo Patrón de España, en cuyo día se ganaron, o se las ha dejado poseer». Sobre este informe véase «Trabajos inéditos de Don José Rodríguez Moure. Las banderas de Nelson y el escudo de Tenerife», en Revista de Historia, t. 6, 1938, pp. 48-54. 24 Receptáculos que fueron encargados por el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife, en 1845, al carpintero Carlos Ramos y cuyo coste se estimó en 640 reales de vellón. A este respecto, véase Cola Benítez, Luis: op. cit., 2006, p. 109. 25 «Se hallan colocadas cada una de ellas en un estante de caoba y cristales suspendido en las paredes a uno y otro lado del altar», en Poggi y Borsotto, Felipe Miguel: op. cit., p. 65; emplazamiento que también es reseñado en un semanario británico de comienzos del siglo xx y en el que del mismo modo expresa la reverencia profesada a estas banderas por los miembros de la Marina Real cuando arriban al puerto de Santa Cruz de Tenerife, véase The Graphic, 14 de marzo de 1903, p. 360. 26 Archivo Parroquial de Nuestra Señora de la Concepción de Santa Cruz de Tenerife (en adelante APLCSC): Acta Notarial de cesión de las Banderas de Nelson suscrita el 29 de junio de 1988 (exp. n.º 2.270) y rubricada el 1 de julio de 1988, en el que se establece «el acuerdo de préstamo al Museo Militar, cediéndose, además, dos banderas de la Milicia», caja 160 (sin numerar). perteneciente al Segundo Tercio Expedicionario de Falange Española Tradicionalista y de las Juntas de Ofensiva Nacional-Sindicalista de Canarias27, según reza en el texto que se ubica en uno de sus lados —coronando y sosteniendo un yugo con flechas rojo y labor en hilo de plata— y dispuesto todo ello sobre un textil de tres paños de tafetán rojo y gualda 28. Asimismo, esta enseña presenta la singularidad de que, aún luciendo los colores del bando sublevado, mantiene en el lado opuesto el escudo Se trata de una de las tres banderas que componían el destacamento falangista que la noche del 14 de octubre de 1936 partió hacia el frente peninsular a bordo del vapor Ciudad de Melilla. La prensa local dejó constancia del homenaje y visita de despedida que esta unidad realizó al santuario del Cristo de La Laguna, el 13 de octubre de 1936. Según se refiere, a las siete de la tarde concurrieron en el santuario los falangistas expedicionarios al mando del capitán de Artillería D. Fernando López Pozas y de los tenientes D. Esteban Company y D. Luis Prieto «en visita de despedida a la milagrosa Imagen», quienes, «después de orar unos momentos en la capilla, formaron en linea en la plaza, siendo sacado en procesión el Cristo ante ellos...», en La Prensa, 15 de octubre de 1936, p. 3. 28 Trabajo que «con tanto cariño bordaron las falangistas de La Laguna, quienes quisieron ir con los camaradas al frente simbolizadas en una Bandera primorosamente confeccionada», en Gaceta de Tenerife, 29 de octubre de 1939, p. 5. 27 REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 41-72 49 Foto 3. «Los únicos colores perdidos por Nelson: atentos espectadores en Santa Cruz». Ilustración de Frank Holl para el semanario The Graphic (14 de marzo de 1903). 50 REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 41-72 de la Segunda República, como así se mantuvo desde el 19 de septiembre de 1936 hasta el 2 de febrero de 1938. Junto a dicho ejemplo, desde el punto de vista tipológico, pero a una escala inferior, habría que incluir otra enseña que se conserva en el «cuarto de milagros» de la ermita de Nuestra Señora del Socorro, en Tegueste. En este caso se trata de un pequeño banderín de 8 x 9 cm cosido a un gorro militar. La enseña se ha ejecutado con textil industrial y dispone de flecos de seda en su perímetro. Además, evidencia los colores y armas de España vigentes durante la dictadura de Francisco Franco, a la par que contiene un texto en el que reza grupo de intendencia / Melilla, todo ello serigrafiado y sobre el que se ha dispuesto a mano el nombre de su ofrerente: Miguel Diaz Molina. De forma paralela, incorporamos también a este elenco los pendones procesionales que solían acompañar a las comitivas de romeros hacia un determinado templo y que, concluida la peregrinación, eran depositados como testimonio material de la visita y en reconocimiento de un hecho singular. Así, por ejemplo, nuevamente en el referido «museo del Cristo de La Laguna» se custodia un pendón ofrendado a la imagen por el barrio santacrucero de San Andrés a finales del siglo xix, conmemorando con ello la conclusión de la epidemia de cólera que, entre ocubre de 1893 y enero de 1894, causó alrededor de 400 fallecimientos en la vecindad29. De este modo, el pequeño estandarte se convirtió en testimonio de perpetuo agradecimiento de una comunidad diezmada por el infortunio, toda vez que la prensa finisecular de la región también se hacía eco de su ofrenda, encabezando dicha comitiva el párroco Manuel Cedrés Hernández30. La mencionada pieza es un pendón de 85 × 140 cm, conformado por tres paños cosidos, ejecutado con un textil de raso carmesí, rodeado con labor de pasamanería y flecos, excepto en su parte superior. Sobre el mencionado tejido se ha dispuesto la correspondiente dedicatoria pintada: Al Smo. Cristo / de La Laguna / «s» y «clavo» / el / pueblo de s. Andres (sic) / año de 1894. [Foto 4] Un tiempo después, a comienzos de la centuria siguiente, José Rodríguez Moure recogía en su pequeña obra dedicada a la Virgen de Candelaria cómo el 13 de octubre de 1889, con motivo de la Coronación Pontificia de la Patrona de Canarias, le fueron entregados a dicha efigie unos cincuenta estandartes dedicados por «los pueblos y Asociaciones del Archipiélago» y los cuales, prosigue el referido, «ante su Rodríguez-M. Martín, Conrado y Martín Oval, Mercedes: La Peste. El Cuarto Jinete. Epidemias históricas y su repercusión en Tenerife. Museos de Tenerife. Cabildo de Tenerife, 2014, p. 33. 30 «Ayer á las 7 de la mañana pasó por ésta ciudad con dirección á la Laguna, la peregrinación del pago de S. Andrés. Al frente marchaba el párroco de aquel valle. Sr. Cedrés ostentando lujoso estandarte y seguíanle la mayor parte de sus feligreses. En este órden continuaron hasta la vecina ciudad y ya en ella se encaminaron á la iglesia del Stmo. Cristo de la Laguna, donde se celebró solemne misa con sermón. En momentos angustiosos, cuando la epidemia colérica hacía horribles estragos en aquel vecindario, el atribulado sacerdote á nombre de sus feligreses, prometió solemnemente que si el mal terminaba sin mayores consecuencias, organizaría una peregrinación al santuario del Cristo de la Laguna; la cual se ha realizado con gran recogimiento religioso». El Liberal de Tenerife. Diario de la mañana, 11 de enero de 1894, p. 3. 29 Asimismo, es interesante señalar el carácter personal de dicha ofrenda y el evidente viso votivo que se entrevé. Véase Rodríguez Moure, José: Historia de la devoción del pueblo canario a Nuestra Señora de Candelaria, Excmo. Cabildo de Tenerife y Ayuntamiento de Candelaria, Tenerife, 1991 [1913], pp. 188-190. 32 Diario de Tenerife, 17 de noviembre de 1904, p. 2. 33 Boletín Extraordinario del Obispado de Tenerife, La Laguna, Tenerife, n.º 11, 16 de diciembre de 1904, p. 334. 31 REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 41-72 trono le fueron ofrecidos por sus respectivos representantes y que recibió el Iltmo. Prelado [Ramón Torrijos y Gómez], terminada la procesión». Llama la atención que uno de ellos presentase la siguiente dedicatoria: a la stma. virgen de Candelaria. una persona devota. igueste de san Andrés. Ya que el resto de presentes disponen, salvo sutiles matices, una dedicatoria explícita a la antedicha advocación mariana y la identificación correspondiente del colectivo que la entregó31. Otro acto similar se produjo ya iniciado el siglo xx, concretamente en el municipio norteño del Realejo Bajo y teniendo como efigie receptora a Nuestra Señora del Carmen. Así, en esta ocasión el objeto de la peregrinación fue la celebración del quincuagésimo aniversario de la definición dogmática del misterio de la Inmaculada Concepción y, según reseñaba la prensa local, la referida imagen mariana «fue entusiastamente aclamada por la multitud que acudió á rendirle tributo de veneración»32. Acontecimiento que también fue referido por el órgano oficial de la Diócesis Nivariense, dando la noticia de que a «esta manifestación de piedad del partido de la Orotava concurrieron las dos Parroquias de la Villa de su nombre, las de los Realejos alto y bajo, la del Puerto de la Cruz, San Juan de la Rambla y Santa Úrsula, todas las que ofrecieron a la Santísima Virgen primorosos estandartes, que como ex-votos adornan hoy su santuario»33. 51 Foto 4. Bandera y pendón procesional localizados en el Tesoro de la Pontificia, Real y Venerable Esclavitud del Santísimo Cristo de La Laguna (San Cristóbal de La Laguna). REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 41-72 52 En esta ocasión, la comitiva dejó en el templo como testimonio de su visita trece pendones procesionales, nueve de los cuales aún se conservan en la iglesia de Nuestra Señora del Carmen34. De ellos, destacan los tres que revisten un mayor interés por su factura o por haber intervenido en su decoración algún reputado artista. Así, por ejemplo: – El barrio portuense de San Antonio ofrendó una pieza singular de 88 × 135 cm, decorada por el pintor Francisco Bonnín Guerín (Puerto de la Cruz, Tenerife, 1874-Barcelona, 1963). El pendón, ejecutado al óleo sobre un papel dispuesto encima de un soporte textil, está centrado por el anagrama de María —de azul y oro— y se enreda en una fronda en floración de hibiscus y campanillas azules, junto con helechos. Sobre este motivo principal el artista colocó, convenientemente, una cartela con encuadramiento de naturaleza vegetal en el que se dispone a san Antonio de Padua, en su iconografía tradicional; mientras que, junto a ella y en un ejercicio de trampantojo, se dispone una hoja de papel, con una esquina doblada y en la que se ha representado la ermita de la vivienda de la familia Blanco, con su antigua portada aneja. Enmarcando parcialmente este conjunto se ubican dos cartelas con tipografía finisecular, y si en la superior podemos leer El Barrio de SN Antonio, la de la parte inferior se mantiene ilegible como consecuencia del estado de deterioro de este bien patrimonial. – Atribuida al mismo autor es la decoración acometida para la pieza que entregaron los feligreses de la ermita portuense de San Amaro, en La Paz. Así, sobre un textil de raso amarillo de 91 × 170 cm se dispone en su centro una pintura al óleo que representa al mencionado templo, detrás del cual aparece entre volutas de nubes el referido santo, presentando este una iconografía que no se ciñe a la que recibe culto en dicho espacio religioso. Una orla oval de textil y pasamanería circunda la mentada representación, en la que se ha escrito el siguiente texto: los vecinos de s. Amaro / Puerto de La Cruz. Asimismo, sobre ella se localiza una pequeña cartela de tela, jalonada con motivos ornamentales de naturaleza vegetal y dos ángeles tenantes pintados in situ. En su interior se explicita la dedicatoria: a n. señora del Carmen. – La parroquia de Nuestra Señora de la Peña de Francia, sita en el Puerto de la Cruz, hizo entrega de un estandarte de 90 × 174 cm, para cuya confección contaron con la intervención de la artista local Lía Tavío de Soto (Puerto de la Cruz, Tenerife, 1874-Las Palmas de Gran Canaria, Gran Canaria, 1965). El exvoto fue confeccionado con textil de raso, pasamanería y flecos, y dispone en su centro una imagen mariana ejecutada al óleo. La representación Y correspondientes al Puerto de la Cruz (5), La Orotava (1), Los Realejos (2) y San Juan de la Rambla (1). Agradecemos a D. Marcos Antonio García Luis, párroco de la iglesia, y, especialmente, a D. Germán Francisco Rodríguez Cabrera —historiador del arte y miembro de la Venerable Hermandad y Cofradía del Carmen de los Realejos— su desinteresada ayuda, presdisposición absoluta para poder acceder al material que se alude y por la información aportada acerca de los mismos. 34 4. LA FOTOGRAFÍA «¿Llegarán un dia á reproducirse las imágenes con los colores naturales de los objetos que ella mismas representan?». En esta escueta pregunta, que formaba parte de un artículo títulado El Daguerrotipo, inserto en una publicación periódica local de mediados del siglo xix 36, el anónimo autor se hacía eco de las novedades que para la sociedad de su época implicaba el uso y la paulatina difusión de la «invención de Mr. Daguerre» y de cómo revolucionaría la manera de plasmar la realidad cotidiana. Así, la imagen fotográfica, su implantación y desarrollo en el devenir histórico insular, abrió nuevos cauces para el estudio que nos atañe, encontrando en el retrato un 35 Aquella que se desarrolló entre 1901 y 1910, previa a su marcha a la Península. Para profundizar sobre la biografía de la pintora y esta obra catalogada, véase Ripper Soto, Lía: Vida y obra de Lía Tavío: una artista entre dos siglos, Anroar Ediciones, Las Palmas de Gran Canaria, 2005. 36 El Isleño, Santa Cruz de Tenerife, 26 de enero de 1840, p. 3. REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 41-72 manifiesta una gloria con la Virgen y el Niño desnudo sentado sobre su pierna izquierda, al tiempo que detrás de esta Sagrada Maternidad se vislumbra una aureola fulgurante entre nubes aborregadas y acompañada por una cohorte de angelotes. Corona la decoración de esta pieza una dedicatoria epigráfica pintada (a.n.s. del Carmen / Puerto de La Cruz / 1904), completada con otra bordada y enriquecida con lentejuelas y mostacilla (la parroquia de n s de la peña de Francia). Concretamente, esta obra se enmarca dentro de la segunda etapa formativa de la artista35. [Foto 5] 53 Foto 5. Pendones procesionales ofrecidos a la Virgen del Carmen. Iglesia de Nuestra Señora del Carmen (Los Realejos). REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 41-72 54 género de gran predicamento entre los devotos37; pero, lamentablemente, este tipo de ofrenda testimonial también ha sido paulatinamente desterrada de los templos y otros lugares de culto a tenor de las escasas manifestacines que han llegado hasta nuestros días38. A priori, frente al presunto anonimato que podría ir aparejado a otras expresiones votivas, la fotografía ponía rostro y cuerpo al agradecido donante. De esta manera, las «fotos de estudio» con singulares posados —individual o en grupo; ora de cuerpo entero, ora de tres cuartos, etc.— evolucionaron hacia un tipo de representación que finalmente encontró un modelo paradigmático en el retrato frontalizado tipo carné, vigente en la actualidad y sentando con ello un prototipo formal donde el oferente —«recortado» siempre sobre un fondo blanco— se muestra con la compostura que el acontecimiento requería39. Aunque, paralelamente, también se prodigan otro tipo de retratos, en todas las variantes concebidas y bajo una pluralidad de circunstancias: neonatos e infantes40, recordatorios de la Primera Comunión, posados junto a las tierras de labor o acompañando una nota gratulatoria (manuscrita o mecanografiada)41. A su vez, no ha sido posible localizar un subtipo de representación fotográfica en la que mediante una escenografía obtenida por medio del fotomontaje, en cierto modo se pretendía emular la pintura votiva o cuadro historiado con sus correspondientes ámbitos estructurales de lectura42. No obstante, junto al retrato, los bienes personales también se perfilan, en menor medida, como elementos pri- Sobre todo, desde la segunda mitad del siglo xx, cuando se produce un proceso de «popularización» de la fotografía y, como consecuencia de los avances técnicos, la generalización en la adquisición de máquinas fotográficas, así como la proliferación de estudios y centros de revelado. 38 Como testimonio gráfico a tener en consideración, citar la imagen de la sala de promesas del real santuario de Candelaria —tal y como se hallaba en el momento de la consagración del templo, a finales de la década de los 50 de la pasada centuria— y en el que, junto con las ofrendas figurativas de cera, las reproducciones de barcos y los trofeos, se pueden apreciar numerosos retratos enmarcados, con o sin dedicatoria adjunta. Véase Perdomo Alfonso, Manuel: Recuerdo de la consagración de la Basílica de Ntra. Sra. de Candelaria. Patrona General del Archipiélago Canario, Santa Cruz de Tenerife, 1959, p. 31. 39 Circunspección que obedece más a una exigencia administrativa que a un estado emotivo. 40 Llama la atención su abundancia en la ermita de San Roque (San Cristóbal de La Laguna), localizados en un singular panel donde comparten el espacio con toda suerte de exvotos. Al tiempo, también son destacables aquellas fotografías que anualmente son depositadas en las inmediaciones de dicha efigie durante su festividad; acto que, dicho sea de paso, perpetúa la costumbre devota de mantener el «contacto con lo sagrado», ya fuere para el agradecimiento/reconocimiento o con el objeto de solicitar una intercesión concreta. 41 Yo te admiro hermano Pedro / con todo mi corazón / tengo toda la razón / de traerte este recuerdo. / Martín Hernández Pérez / La Palma. Sencilla dedicatoria localizada junto a un retrato sedente, enmarcado y ubicado en el Espacio Religioso Cueva del Santo Hermano Pedro de Bethencourt (Granadilla de Abona) y muestra, irrefutable, de la proyección externa de dicho santo en la concesión de dones. 42 Acerca de este tipo de manifestación gráfica véase García Felguera, María de los Santos: «Exvotos y fotografía», en México y España: un océano de exvotos [Catálogo de la exposición homónima], Museo Etnográfico de Castilla y León, Junta de Castilla y León, 2008, pp. 121-131. 37 5. OTRAS OFRENDAS VOTIVAS SINGULARES En la isla de Tenerife todavía existen algunos exvotos cuya singularidad —a pesar de no poseer unas cualidades plásticas evidentes— se desprende de la inexistencia de otras expresiones similares en el marco geográfico insular actual, 43 En la ermita de San Telmo (Puerto de la Cruz) existe una imagen gráfica donde se aprecia a un pescador en su lancha, participando en la procesión marítima que anualmente se celebra durante las fiestas de Nuestra Señora del Carmen, con un breve texto identificando al oferente y la fecha de entrega del exvoto: virgen del Carmen / Puerto de la Cruz / 2012 / Eugenio Pacheco. REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 41-72 mordiales y referenciales a representar bajo esta expresión gráfica (ya fuere solos o acompañando al devoto). Así, se puede encontrar al efigiado junto a la herramienta o vehículo que le sirve de sustento43, los animales de compañía (ermita de San Antonio Abad, La Matanza de Acentejo), el ganado (E.R. Cueva del Santo Hermano Pedro de Bethencourt, Granadilla de Abona) o la propia vivienda en construcción (ermita de Nuestra Señora del Socorro, Tegueste). [Foto 6] En fin, el acceso a la fotografía por parte de un segmento poblacional más amplio encontró en este soporte un vehículo óptimo y práctico para satisfacer las necesidades más acuciantes del devoto en un momento concreto de su existencia, al tiempo que se introducía mayor verosimilitud a lo representado bajo una técnica hasta entonces desconocida. Paradójicamente, en la actualidad, pese a los avances en el proceso de digitalización y edición a nivel de usuario, existe un gran vacío de fotografías tomadas y editadas en el ámbito doméstico; primando, en principio, la modalidad del retrato de estudio en los escasos testimonios que se todavía perduran. 55 Foto 6. Fotografías votivas en las ermitas de Ntra. Sra. del Socorro (Tegueste) y San Roque (San Cristóbal de La Laguna). del emplazamiento en el que se localizan, la advocación a quien se dedica, así como de la historia que presentan aparejada, revelándolos como parte indisociable de la relación que exponemos. 5.1. El caimán de la ermita de Nuestra Señora de Las Angustias (Icod de los Vinos) REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 41-72 56 La presencia de animales disecados del género crocodilya en el interior de algunos templos no es un asunto baladí. Es más, como ya apuntamos en la primera parte de este artículo44, la localización de restos biológicos de este tipo dentro de los templos se justifica tanto por el hecho de ser la expresión de gratitud de haber salido indemne en un singular lance como por la imperiosa necesidad de hacer pública una victoria particular sobre una entidad «perniciosa». Al tiempo, con esta peculiar ofrenda se evocaba, en cierto sentido, la Iglesia triunfante sobre el Maligno45, convirtiendo a este exvoto en un peculiar «trofeo» vinculado, por costumbre, a una historia singular46. A este respecto, la mayor parte de estas ofrendas votivas localizadas por la geografía nacional proceden de América47, un territorio que ya en los albores de su conquista y colonización por parte de la corona de Castilla proveyó de numerosas crónicas donde se ponía de manifiesto la aversión que provocaba dicho animal a todo aquel que lo observaba por vez primera48, al tiempo que su voracidad quedaba consignada a perpetuidad, incluyendo en su variada dieta a los propios seres hu- Padrino Barrera, José Manuel: op. cit., 2013, p. 55. Y en la que la resolución del combate, donde la mano del virtuoso devoto temina con la vida de un «monstruo guardián», sería reflejo del triunfo sobre los bajos instintos, las tendencias perversas o la materialidad. En cierto modo, el saurio evocaría al dragón que ha sido derrotado por intercesión del poder divino a través de Cristo, la Virgen o los santos (san Miguel, san Jorge o santa Margarita, por poner un ejemplo). Por ello, la bestia domeñada y disecada recordaría al feligrés los peligros que le acechan fuera del recinto sagrado y bajo un doble aspecto: el físico y el moral. 46 En este sentido, sirva como evidencia el relato de un caballero abulense que, «caminando por tierras remotas de las Indias, se topó con un caimán que boca abierta amenazaba con tragarle. Al instante se encomendó a la Virgen de Sonsoles, prometiendo volver a visitarla, quien le dio ánimo para esperar al animal con un venablo en la mano que le quitó la vida». El caimán —conocido actualmente como «el cocodrilo» o «lagarto de la Virgen de Sonsoles»— desde entonces ha estado colgado en su capilla, acompañado de un enorme cuadro que recoge la escena del milagro. Véase Cátedra, María: Paisajes de antropología urbana, Genueve Ediciones, 2012, p. 99. 47 Para hacerse una idea acerca de la relación de especímenes disecados y su correspondiente distribución por España, véase Domènech, Joan de Déu: «Cocodrils i balenes a les esglésies», en locvs amoenvs, 5, Universitat Autònoma de Barcelona, Barcelona, 2000-2001, pp. 272-274. 48 «...estos lagartos son espantosos dragones a la vista». Con estos términos lo describía un conquistador comisionado por el emperador Carlos v para informarle acerca de la fauna encontrada en el Nuevo Mundo. Véase Fernández de Oviedo, Gonzalo: Bestiario de Indias, Fondo de Cultura Económica (Fondo 2000), México, 1999 [1522], p. 61. 44 45 49 «...e si veyan algún otro animal o perro o puerco o hombre acerca del agua salían del agua y arremetían a él, y si lo alcançaban llevávanselo al agua y comíanselo», en Fernández de Enciso, Martín: Summa de Geografía, Sevilla, 1530 [1519], fol. lxviii v [en línea]. Ediciones Universidad de Salamanca. Dirección URL: <http://dicter.usal.es/?obra=FernandezEnciso> [consulta 8 abril 2015]; «Son en el agua muy velocísimos y muy peligrosos, porque se comen muchas veces los hombres y los perros y los caballos y las vacas al pasar por los vados...», en Fernández de Oviedo, Gonzalo, op. cit., p. 64; «...y también los hombres que no andan con cautela para librarse de la astucias y codicia de estos enemigos tan temibles, se hallan expuestos á ser sus victimas», en Descripción de los cocodrilos de La Carolina inserto en Daubenton, Louis J.M.: Encyclopedia Metodica. Historia Natural de las aves, tomo ii, Madrid, 1788, p. 530. 50 Viera y Clavijo, José de: Diccionario de Historia Natural de las Islas Canarias, Los Realejos, Tenerife, 2005 [1766], p. 366. 51 Esta no fue su ubicación original, pues a mediados del siglo pasado el ensayista y poeta Andrés de Lorenzo-Cáceres y Torres dejaba un testimonio escrito al expresar que aún estaba colgado de la techumbre del templo «el cuerpo disecado de un caimán lustroso, con su doble fila de puntiagudos dientes y sus ojos de cristal...», en La Tarde, 18 de septiembre de 1948, p. 3. 52 Sepamos que la mayor parte de estos restos biológicos no eran tratados con técnicas depuradas de taxidermia, pudiendo llegar muy deteriorados a su lugar de destino como consecuencia del viaje transoceánico y a las pésimas condiciones ambientales a las que se veían expuestos. A lo que habría que añadir unas actuaciones para su conservación más que discutibles. 57 REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 41-72 manos49. De hecho, el Siglo de las Luces también dejó un singular testimonio con explícita referencia a unos saurios localizados en Canarias. Concretamente, nos referimos a la curiosa descripción donde el historiador Viera y Clavijo destacaba la «agresividad» de ciertos lagartos que moran en los Roques de Salmor, en la isla de El Hierro, al afirmar que «algunos pescadores se han visto bastante fatigados para defenderse de ellos, pues se les enroscaban en las fisgas de hierro, y con las colas las torcían: acaso son una especie de caiman»50. A tenor de esta descripción, se infiere que el clérigo no conocía con exactitud la fisonomía ni el comportamiento de los animales que describe, aunque, eso sí, hace uso del término caimán para justificar su supuesta naturaleza violenta frente a los hombres, singularizado en este caso en sus artes de pesca. El exvoto que damos a conocer en este apartado se halla dispuesto dentro de una urna de cristal y madera, protegido del polvo, emplazado en la pared de poniente del templo que lo acoge y bajo un ventanal51. Además, desde un punto de vista morfológico, se aprecia que la pieza reviste una intervención que ha alterado sustancialmente su fisonomía original, distanciándola bastante del aspecto que pudo haber tenído en un momento dado52. A su vez, la ofrenda votiva se ha pintado de verde, utilizando el color rojo para sus fauces; de igual manera que la dentición se ha cubierto con una capa de pintura blanca, incorporándole algunas piezas allí donde se habían perdido las originales (lo cual le confiere un aspecto feroz, a la par que grotesco). Asimismo, este exvoto proclama su condición de ofrenda indiana —a tenor del vínculo que con América mantuvo el promotor de la ermita donde se ubica, Marcos Torres— y revela, a buen seguro, la proyección exterior y la efectividad de la Virgen de las Angustias a la hora de auxiliar a aquellos que la invocan en los territorios de ultramar. REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 41-72 58 Foto 7. Caimán de Las Angustias. Ermita de Nuestra Señora de Las Angustias (Icod de los Vinos). Aunque el «Caimán de Las Angustias» es el único en su género que actualmente se puede localizar en el archipiélago canario, parece ser que la presencia de estos especímenes no fue nada extraña en otros templos insulares, como queda constatado en Los Realejos (Tenerife)53 o en Telde (Gran Canaria)54. En fin, los caimanes, al igual que otros animales disecados, y entre los que también destacaban las osamentas de ballena, fueron resultado de una «moda» (máxime cuando era la primera vez que se revelaba su naturaleza), pues con ellos se materializaban los seres quiméricos que desde antaño amenazaban la subsistencia del devoto, reafirmando con su depósito en un templo el triunfo de la Fe que no se doblega por las embestidas del Mal. [Foto 7] Concretamente, en la antigua iglesia del desaparecido convento agustino de San Andrés y Santa Mónica, en el Realejo Bajo, se confirma la presencia de un ejemplar que según cuenta la tradición fue entregado por un pastor que sufría los continuos ataques del reptil, ofreciéndoselo a la Virgen en gratitud por la colaboración en su captura. Véase Hernández García, José Javier: Los Realejos y la imagen de Nuestra Señora del Carmen, Aula de Cultura, n.º 10, Cabildo Insular de Tenerife, Tenerife, 1990, pp. 127-128. 54 En este caso, se nos remite a la iglesia de San Juan Bautista, donde a comienzos del siglo xix «veíase suspendido de los flechales de la nave central, un enorme caimán o cocodrilo, probablemente un exvoto de algún hijo de nuestra parroquia que en tierras extrañas, posiblemente del continente vecino, pudo salvar su vida matándole en lucha con él». Véase Hernández Benítez, Pedro: Telde. Sus valores arqueológicos, históricos artísticos y religiosos, Las Palmas de Gran Canaria, 1958, p. 73. 53 Foto 8. Arcón y grilletes del Moro. Basílica de Nuestra Señora de Candelaria (Candelaria). 55 Rodríguez Moure, José: op. cit., pp. 203-207. El autor, que en las fechas de redacción de su texto ostentaba el cargo de mayordomo de la capilla, antiguo convento y cueva de San Blas, quizá buscase con ello la justificación con la que se incentivase la edificación de un templo más suntuoso para la mencionada imagen mariana. REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 41-72 Numerosos son los milagros que se atribuyen a la patrona de Canarias y ello se constata por las fuentes escritas y los vestigios materiales que en su «casa» se depositaban. Personas de cualquier condición y por causas muy diversas acudían a su templo para dejar testimonio perpetuo de agradecimiento e, incluso, enriquecer más el santuario que albergaba a tan estimada efigie. Llama la atención que sea a comienzos del siglo xx cuando se den a conocer nuevos milagros atribuidos a la Virgen de Candelaria. Desconocemos las casusas concretas que propiciaron la nueva relación de prodigios que se le vinculan, pero lo que está claro es la entrada en escena de dos exvotos cuya excepcional historia fue recogida, junto a un par de episodios singulares más, por el presbítero José Rodríguez Moure55. Así, dos objetos aparentemente banales e inconexos como pueden ser un arcón y unos grilletes de reo terminaron por convertirse en unas ofrendas votivas que dan cumplido testimonio del milagro obrado en la persona de un devoto isleño. [Foto 8] Conocida es la actividad de mercedarios y trinitarios en la liberación de esclavos, pero la dicha del manumitido era doble si cuando volvía a integrarse en la 59 5.2. Los grilletes y la caja del Moro del santuario de Nuestra Señora de Candelaria (Candelaria) REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 41-72 60 vida pública (máxime si fue apartado de ella por una causa injusta) lo hacía gracias a una intervención sobrenatural. Y va a ser en este punto donde entren en escena los exvotos que se tratan en el presente apartado56. En síntesis, fue Moure quien transcribió un relato oral que, según expresa el clérigo, indicaba «la certeza de la tradición que perduraba», prosigue, «hasta fines del siglo xviii y principios del xix»57. En este sentido, los hechos citados narran las tribulaciones de un tinerfeño cautivo en la costa de Berbería y que fue puesto a trabajar como esclavo para un habitante de aquel lugar. Situación que se resolvió favorablemente cuando la víspera de la festividad de la Virgen, viendo su amo la devoción del reo y conociendo por su siervo los milagros atribuidos a la patrona de Canarias, lo introdujo con grilletes en un arcón, al tiempo que se dejó dormir sobre este. A la mañana siguiente, el moro se despierta en una playa extraña. El milagro se ha obrado y el cristiano se halla nuevamente en su tierra, mientras su antiguo propietario confirma el sometimiento al tinerfeño. Sobre la veracidad de estos acontecimientos y la llegada de los exvotos al templo, poco aporta Moure en un momento dado; sin embargo, la principal justificación para dar crédito a la leyenda la encuentra en un texto que halló en un archivo particular y con el que fue obsequiado. El manuscrito en cuestión trata sobre las diligencias realizadas a «J. de T.», vecino del lugar, por incumplimiento de promesa de matrimonio en la persona de «M.A.R.», según expresa en su obra, en la que mantiene su silencio sobre la procedencia del manuscrito y la identidad de las personas referidas58. Respecto del querellado, se decía que era descendiente del «moro que llegó a la Playa de Candelaria por milagro de la Sta. Imagen de este 56 Sobre los grilletes, bien es cierto que la iconografía cristiana se ha servido de este objeto, convirtiéndolo en atributo de algunas advocaciones de Cristo o la Virgen, a la par que en arma parlante de determinados santos (Pedro Nolasco, Juan de Mata, Brígida, etc.). 57 Op. cit. p. 204; paralelamente, es interesante como referente testimonial la exhortación que desde un periódico insular se hacía a los romeros que visitaban el reverenciado santuario, pues con ello no solo se evidenciaba la presencia de dichos objetos a la vista del devoto visitante, sino que, igualmente, se explicitaba la importancia de los mismos como testimonios revestidos de sacralidad: «...y palpa y remira no menos la grande y sólida caja en que el moro atravesó la mar, que la mugrienta cadena del cautivo», en Ascanio y León, Ramón: «La fiesta de Ntra. Sra. de Candelaria», en La Cruz de Tenerife. Revista quincenal católica, 1 de septiembre de 1897, p. 344. 58 Concretamente, se trata de una misiva, sin fechar, dirigida al marqués de Villanueva del Prado para que interceda ante el Tribunal Superior de la Real Audiencia a favor de María Núñez, quien había sido condenada por testimoniar sobre el supuesto origen moro de Felipe Marrero y su primo José de Torres, el presunto pretendiente de su hija, María Antonia Rodríguez. El documento dispone de una nota marginal en la primera página, en la que se puede leer lo siguiente: «con esta curiosa / solicitud se prueva / la tradición o / leyenda del mo- / ro qe vino á Can- / delaria sobre la / caja en qe encerro al Cristiano su / cautivo», en Archivo de la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Tenerife, Fondo Rodríguez Moure, Copia de los autos incoados contra José de Torres, por incumplimiento de promesa de matrimonio hecha a María Antonia Rodríguez, Legajo (asuntos varios), f. 19 r. y siguientes. Rodríguez Moure, José: op. cit. p. 206. Ibid, p. 207. 61 En la mencionada obra de Moure se pueden observar ambos exvotos en una fotografía de la época, con el arcón en el suelo y los grilletes dentro de una urna de madera y cristal, adosada a una pared del recinto. 62 Agradezco encarecidamente a D. Daniel López Mirón, prior de la basílica de Candelaria, su absoluto interés y predisposición a la hora de localizar estos objetos. 63 Llama la atención la ausencia de ataques biológicos por xilófagos, mientras que son evidentes las rozaduras y desgastes mecánicos por toda su superficie, así como la consolidación de una grieta en la tapa mediante tres piezas de naturaleza lignaria ensambladas con tarugos del mismo material. 64 Sobre las cadenas, grilletes o grillos, numerosos son los templos y monasterios de España depositarios de tan singulares presentes, ya fuere dispuestos en las fachadas o emplazados en el 59 60 61 REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 41-72 título que allí se venera»59 y que, próximo a la villa mariana, «...había posesiones en el lugar de Araya, pertenecientes a los descendientes del Moro»60. Aun pudiéndose cuestionar la veracidad de lo anteriormente expuesto, lo cierto es que los dos objetos tuvieron una relevancia notable dentro de lo que se considera el aura de prodigios atribuidos a la Virgen de Candelaria; de esta manera, su presencia en el cuarto de milagros del antiguo templo así lo confirma61. Sin embargo, el protagonismo que pudieron haber tenido en el pasado ha quedado sustancialmente mermado en la actualidad, ocupando un lugar discreto en un lateral del templo del convento, aunque, por fortuna, ambos exvotos todavía se encuentran vinculados, encontrándose los grilletes en el interior del baúl62. El arcón está ejecutado en madera incorruptible, habida cuenta de su estado de conservación63. Presenta una planta rectangular, con fondos y laterales ejecutados con una sola pieza, unidos estos últimos con ensambladura de cola de milano y refuerzo de clavos de forja (sus dimensiones son de 141 × 68 × 70 cm). La tapa es plana, con cantoneras y articulada con horquillas de hierro. En lo que concierne a la cerradura, es del mismo metal, con escudo que asemeja una poma, provisto de bocallave, así como un orificio para facilitar la clausura del mueble mediante una pletina con decoración lineal incisa. Paralelamente, en los laterales hay dos asas de metal para facilitar su transporte; sin embargo, aunque carece de patas, se ha dispuesto sobre unas burras de factura posterior que lo aíslan del suelo. En un principio, este mueble contenedor reviste una sobriedad decorativa que en nada se corresponde con unidades similares donde la ornamentación a gubia en complejas imbricaciones geométricas talladas a bisel lo acercaría a la tradición musulmana o de herencia hispanomusulmana. De ahí que, pese a su evidente antigüedad, no existan indicios concluyentes para atribuirlo a dicha cultura. En lo que atañe a los grilletes, esta obra de forja está conformada por dos arcos de hierro, casi semicirculares —con dos agujeros cada uno— y por los cuales se introduce un perno o pasador para fijarlos a las muñecas o, fundamentalmente, a la garganta de cada pie del reo. Dichos ingenios se unen a una argolla que se encuentra insertada en una cadena de cuatro eslabones, al tiempo que su morfología nos remite a las que hoy son visibles en varios lugares de la geografía nacional y que venían siendo entregadas por galeotes y cautivos de los musulmanes64. REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 41-72 62 5.3. La Cruz Esta imagen «polisémica» de profunda carga simbólica ha sido representada y utilizada para los más diversos fines. El Occidente católico acaparó y difundió, fundamentalmente, la versión crux immissa o, lo que es lo mismo, la cruz latina —aquella conformada por un poste y su correspondiente travesaño de menor longitud— uno de los diversos ingenios que en la antigua Roma se idearon para el ajusticiamiento y el escarnio público, a la par que instrumento que evoca la esencia que da sentido al cristianismo: la redención humana a través del sacrificio de Jesús de Nazaret. Junto con el gesto ritual (persignar, purificar, hisopear, santiguar...) o su materialización bajo los más dispares soportes, la pervivencia de la cruz en el decurso de los siglos pone de manifiesto su papel como elemento cohesionador e identitario de una comunidad religiosa: la cristiana. Dentro de la variada expresión de cruces que podemos encontrar en el paisaje de Tenerife65, llama la atención las que son emplazadas en el exterior de viviendas o colocadas en un enclave concreto para proclamar públicamente el cumplimiento de un voto personal o colectivo. Por lo general, se trata de cruces sencillas; pero, eso sí, con una honda vocación testimonial que se desprende de la elección del lugar elegido para su emplazamiento: siempre de cara al transeúnte, potencial testigo y divulgador de lo acontecido. Debido a ello, dentro de este epígrafe destacaremos tres ejemplos concretos y vinculados a dos categorías definidas que denominaremos cruces de fachada y cruces ediculares. Las primeras vendrían a ser las que se disponen sobre el paramento de un inmueble, mientras que la segunda tipología estaría caracterizada por las que se encuentran ubicadas dentro de un receptáculo —exento o adosado— construido exclusivamente para su cobijo66. En primer lugar, destaca una unidad dispuesta en la fachada de la vivienda n.º 25 de la calle La Vera Baja, sita en el barrio de La Vera (San Juan de la Rambla). Esta sencilla representación del Santo Madero es conocida como la Cruz de Antonio Eusebio Rodríguez, su patrocinador, que a mediados del siglo pasado prometió erigirla si conseguía que llegase una canalización de agua a las inmediaciones de su domicilio, habida cuenta de las complicaciones que para el vecindario suponía interior. Así, los podemos encontrar en el exterior del monasterio de San Juan de los Reyes (Toledo), en la catedral de la Natividad de Nuestra Señora de Baeza (Jaén) o en el claustro del monasterio de Santo Domingo de Silos (Burgos). 65 Y entre las que destacan las que cumplen una función conmemorativa, fundacional, profiláctica, apotropaica, hito o fúnebre, entre otras. 66 Parte de las unidades que se reseñan seguidamente han sido localizadas en el marco de las prospecciones acometidas dentro del proyecto Evaluación y diagnóstico del patrimonio histórico y cultural de las zonas bajas de los términos de Icod de los Vinos, La Guancha, San Juan de la Rambla y el ámbito de Los Realejos correspondiente a Icod el Alto. Cometido encargado por la Unidad Técnica de Juventud, Igualdad y Patrimonio Histórico del Cabildo Insular de Tenerife el pasado año, 2015, y en el cual participaron ocho técnicos superiores, entre los cuales se encontraba el autor del presente texto. 67 Agradecemos a D.a María Concepción Dorta Eusebio, nieta del devoto, la aportación de esta información. 68 De hecho, es conocido en el lugar que su promotor, D. Lucas Luis Rodríguez, hizo voto de erigirla si su esposa, D.a Matilde Luis Alonso, se curaba de una enfermedad. 69 Se trata de veintiuna unidades (diecinueve cruces y dos crucifijos), repartidas en dos grupos y que están ejecutadas en madera, excepto una que es de metal. 70 Ello se desprende de sus acabados dispares (ya fuere por presentarse en su color natural, barnizadas o pintadas de verde o por estar dotadas de elementos ornamentales tipo cantoneras o remates torneados) 71 Recuerdo / del 3 de mayo / Eduardo Dorta González; recuerdo / del tres de mayo / año 2000 / Dorta; o recuerdo del 3 de mayo / año 2008 / de Felipe Mejorana / y agregados. 72 3 /5 / 2011/ c.a.r.a. 63 REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 41-72 su abasto67. La cruz, testimonio de la que en su día se construyó para ser dispuesta junto al surtidor, está realizada en madera y colocada sobre una repisa del mismo material, y presenta grabadas en su palo y travesaño una sencilla dedicatoria: 1950 / rdo. Antonio E. Roez / lomo La Palma. La siguiente representación cruciforme se localiza en la calle Los Lagares, en el barrio de Santa Bárbara (Icod de los Vinos). Allí, dentro de una construcción aneja a la vivienda n.º 18, se emplaza la que el vecindario conoce popularmente con el nombre de Cruz de Don Lucas. Una sencilla reprentación en madera del Sagrado Leño, provista de titulus de metal y apoyada en una basa de piedra labrada que se dispone, a su vez, sobre un pequeño estrado de mampostería enlucida. Si bien es cierto que la tradición oral otorga a esta cruz un carácter de ofrenda votiva68, lo que sí se constata dentro del recinto que la alberga es la proliferación de toda suerte de exvotos singularizados en figuras de cera (sobre todo los que representan piernas y niños), rosarios, imaginería popular y estampas de devoción, junto con otras ofrendas como «velones» y flores. Lo que corrobora que dicho espacio se ha tenido desde entonces por un centro de referencia local al que concurre también el devoto para dejar testimonio del don con el que fue agraciado. El tercer y último ejemplo está ubicado en una vía secundaria perteneciente al barrio de Icod el Alto (Los Realejos) y se trata de dos recintos ediculares de nueva planta emplazadados en la cabecera del barranco de Ruiz: uno exento y el otro adosado al muro de piedra de un bancal. En su interior albergan varias representaciones cruciformes que son conocidas bajo el apelativo de Las Cruces de La Pared 69. A simple vista se perciben varias versiones del Santo Madero realizadas en diferentes épocas y con una morfología heterogénea70; pero, si la mayor parte de ellas evidencian su anonimato, otras —sobre todo las de más reciente factura— identifican a su oferente a partir de una placa de metal con una sintética inscripción dispuesta en el cruce del palo y travesaño71 o con un escueto texto grabado sobre la misma madera72. [Foto 9] Foto 9. Cruz de Don Lucas (Santa Bárbara-Icod de Los Vinos) y Cruces de La Pared (Icod el Alto-Los Realejos). REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 41-72 64 6. LOS EXVOTOS EN LAS ARTES PLÁSTICAS Y COMO OBJETO DE COLECCIÓN Una peculiaridad de la ofrenda votiva estriba en el hecho de ser una expresión consustancial a la imagen sagrada. Por ello, la eficacia de esta —reconocida por su concesión de dones— no se entiende sin la presencia del exvoto. El arte en Canarias, y sobre todo nos referimos al desarrollado desde mediados de la pasada centuria, no ha sido ajeno a este acto de reciprocidad; dejando, en este sentido, singulares testimonios que no pueden ser obviados en el contexto que se expone. Así, por ejemplo, el pintor José Aguiar (Vueltas de Santa Clara, Cuba, 1895-Madrid, 1978), cuando ejecutó el mural para el presbiterio de la basílica de Candelaria (1959)73, representó acertadamente a un devoto girado en dirección a la titular del templo y en acto de ofrecerle la reproducción de un pequeño velero74. Manifestación que emula una tradición que pone de relieve la religiosidad de un pueblo conocedor de los estrechos lazos que lo unen con la mar. Véase Abad, Ángeles: Aguiar, Biblioteca de Artistas Canarios, t. 4, Gobierno de Canarias, Viceconsejería de Cultura y Deportes, Las Palmas de Gran Canaria, 1991, p. 74. 74 Se puede afirmar que el barco de vela es un elemento recurrente en la obra de este pintor. Ahora bien, despojándole del carácter votivo que se vislumbra en la mencionada obra y haciendo un repaso a su producción pictórica, se entrevé también la presencia de dicho objeto simbólico en Friso isleño (1934); La vida Marinera (1952-1954), correspondiente a la decoración del Salón de Actos del Cabildo Insular de Tenerife; y La vida en el campo (1958). 73 Véase Kyrie Eleison [Catálogo de la exposición homónima], Museo Municipal de Bellas Artes (Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife), Santa Cruz de Tenerife, 2002, Lám. viii. 76 Para una descripción de la obra, véase Rodríguez Morales, Carlos: «Una procesión soñada», en Guadalupe: itinerarios iconográficos de una devoción, [Catálogo de la exposición homónima], Caja General de Ahorros de Canarias, Santa Cruz de Tenerife, 2003, pp. 63-65. 75 REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 41-72 Por otro lado, una escultura de bronce representando a una imagen de vestir de la Virgen con el Niño (sencilla en sus formas, pero contundente en su capacidad expresiva) nos acerca a la producción del artista «neobarroco» Miguel Ángel Martín (Breña Alta, La Palma, 1959). En esta obra, denominada Rosa Mística (2001), el autor coloca acertadamente varios exvotos figurativos en la base del bastidor que forma parte de la escultura75; testimonio evocador de una práctica que, culturalmente, no le es ajena. Asimismo, en Guadalupe: una romería, una ángela de mi guarda y una rosa para mí (2003) el pintor tinerfeño Hugo Pitti (Santa Cruz de Tenerife, 1968) sitúa al espectador en medio de una jubilosa comitiva que, partiendo de la villa de San Sebastián de La Gomera, se encamina hacia la ermita en la que dicha advocación mariana es venerada. Y, como no podía ser de otro modo, cinco barcos votivos encuentran su protagonismo en el seno de este singular y onírico cortejo76. [Foto 10] En otro orden de cosas, la presencia del exvoto como parte de las colecciones de un museo evidencia, junto con su denodado interés por salvaguardarlos, la toma de conciencia de que se trata de una expresión más del patrimonio cultural de la Isla y, en este caso, vinculada al complejo mundo de las relaciones establecidas entre 65 Foto 10. Pormenor del mural de José Aguiar para el presbiterio de la basílica de Ntra. Sra. de Candelaria (Candelaria) y detalle del díptico de Hugo Pitti Guadalupe: una romería, una ángela de mi guarda y una rosa para mí (Col. Germán F. Rodríguez Cabrera). el hombre y la religión, al tiempo que se pone de manifiesto la función social de divulgación e investigación que este tipo de instituciones entrañan77. Paralelamente, el coleccionismo particular ha creado para estas ofrendas descontextualizadas un nuevo marco de lectura y comprensión. Lejos ya del simple objeto-testimonio de una «relación contractual» entre el hombre y la deidad, el exvoto ha encontrado también su lugar en las paredes y repisas de diletantes atraídos por sus peculiaridades estéticas, donde el placer material que supone la posesión del objeto se apuntala en el goce que suscita su contemplación. Una sensibilidad con la que, en cierto modo, también se fomentan actitudes comprometidas en la conservación de estos materiales. REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 41-72 66 7. A MODO DE CONCLUSIÓN Cuando se dio inicio al presente estudio, y sobre todo atendiendo al material del que se tenía conocimiento hasta entonces en Tenerife, se intentó realizar una clasificación que, aun participando de las tipologías que habían sido establecidas en similares trabajos previos (nacionales y extranjeros), creímos pertinente adaptar a las singularidades de la Isla por la sencilla razón de aunar, pese a su escasez, un interesante y variado catálogo, la mayor parte inédito. Por ello, y siempre remitiendo al primer texto elaborado en esta serie78, la intención no era la de establecer un inventario exhaustivo sobre manifestaciones votivas en esta isla, sino la de elaborar una semblanza acerca de los principales ejemplos existentes en este espacio geográfico, su correspondencia con otros similares localizados en la nación y el extranjero, amén de intentar establecer una correspondencia morfológica y, en algunos casos, actitudinal con culturas pretéritas. Llegados a este punto, el camino se ha abierto para postreros trabajos, confirmando, eso sí, su tratamiento desde una óptica multidisciplinar, habida cuenta del carácter «transversal» de la temática que se aborda. Es más, cada epígrafe que conforma el estudio que se ha tratado es susceptible de un análisis más extenso, con la consabida ampliación y revisión de materiales, así como de las correspondientes fuentes, lo cual permitiría establecer un juicio más concluyente sobre la implantación, evolución y situación actual de las ofrendas votivas en Tenerife. 77 Como testimonio de ello, el Museo de Historia y Antropología de Tenerife ha hecho acopio de una interesante colección de exvotos figurativos de cera y cuya descripción y signatura se expresa a continuación: animal sin identificar (11.1995.1736), pie (11.1995.1737), animal sin identificar (11.1995.1738), animal sin identificar (11.1995.1739), torso de niño (11.1995.1740), cabra (11.1995.1741), cabra (11.1995.1742), cabra (11.1995.1743), pecho (23.2011.199), pierna (23.2011.200), niño (23.2011.201), garganta (23.2011.202), hígado (23.2011.203), mano (23.2011.204), cabeza de niña (23.2011.205), media cara (23.2011.206), becerro (23.2011.207) y corazón (23.2011.208). Agradecemos encarecidamente a D. Fernando Estévez González, su director, y al técnico D. Juan de la Cruz Rodríguez, que nos facilitaron el acceso a estos materiales. 78 Padrino Barrera, Jose Manuel: op. cit., 2013, p. 44. 79 Como es el caso de los que se localizan en la ermita de San Antonio Abad (La Matanza de Acentejo) y parte de los cuales (figurativos de cera) están sujetos a un singular «mercadeo» en el propio templo; o en la «Cueva del Hermano Pedro», que, tras la canonización de su titular, sigue concitando mucho interés y devoción en el contexto insular. 80 Intesante es el esmero y cuidado con el que se ha conservado la colección de exvotos de las ermitas de Nuestra Señora del Socorro (Tegueste), Nuestra Señora del Rosario (Machado, El Rosario) y San Roque (Garachico y San Cristóbal de La Laguna), cuya pervivencia se constata por el denodado interés demostrado, sobre todo en las últimas décadas, por sus respectivos mayordomos y cuidadores. 81 Como testimonio reciente, en la iglesia de San Agustín (villa de La Orotava) se pudo comprobar cómo una nueva y pequeña escultura de san Judas Tadeo disponía de numerosos rosarios colgados al cuello y en un brazo, así como notas dobladas bajo su peana. Sin embargo, actualmente se constata que aquellas manifestaciones de gratitud y peticiones de intercesión habían desaparecido sin ofrecer la posibilidad de darles continuidad en el tiempo. Así, frente al devoto, al erradicar cualquier evidencia ritual, se evita la perpetuación del mismo a través de un acto de «imitación». 82 Podemos afirmar que, a día de hoy, solo cuatro centros religiosos perpetúan esta tradición: la ermita de San Antonio Abad (La Matanza de Acentejo), las de San Roque (Garachico y San Cristóbal de La Laguna) y Nuestra Señora del Rosario (Machado, El Rosario) y el E.R. Cueva del Santo Hermano Pedro de Bethencourt (Granadilla de Abona). REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 41-72 – Todos los exvotos son ofrendas, pero todas las ofrendas no son exvotos. Y en este caso se quiere aludir a la fórmula contractual «doy si recibo», donde la naturaleza perdurable del objeto ofrendado perpetúa, en este caso, el reconocimiento de la gracia obtenida por parte de la deidad. El exvoto es consustancial a la imagen sagrada y, como tal, se concibe para trascender en el tiempo. – Se trabaja sobre un repertorio material exiguo, remanente de una práctica en continuo retroceso y cuya supervivencia se reduce a escasos recintos culturales; bien por haber existido una tradición con gran arraigo a lo largo de su historia79 o por el celo puesto en su custodia80. – El hecho de ver en el exvoto una práctica que, evidentemente, hunde sus raíces en culturas precristianas, no siempre fue vista con buenos ojos en el seno de la Iglesia. Y, bajo este lastre histórico, ofrendas votivas entregadas en un momento dado fueron destruidas o discretamente retiradas para evitar la «activación» de un rito que, en cierto modo, no parece ajustarse al gusto de la autoridad eclesiástica correspondiente81. Ahora bien, a este respecto, también hay que afirmar que a nivel insular no existe una norma inquebrantable en el seno del estamento eclesiástico en lo concerniente al hecho de permitir o no la presencia de ofrendas votivas en el templo; de lo cual se infiere que su subsistencia está supeditada al grado de tolerancia del párroco correspondiente o a la existencia de un espacio lo suficientemente dinámico como consecuencia de la cantidad de presentes votivos que recibe82. – Existe una manifiesta preferencia estética por algunas tipologías de exvotos, frente a otros considerados como objetos fútiles. Y en este caso no se hace 67 Ahora bien, a tenor de lo expuesto y como resultado del trabajo realizado, se puede afirmar, entre otras cuestiones, que: 68 REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 41-72 referencia a las piezas suntuosas con las que se puede enriquecer el ajuar de una determinada efigie o la dotación de un recinto sagrado, sino a los que por sus características o por el hecho de ubicarse en un lugar determinado se convierten en reclamos visuales de cara al visitante del espacio religioso en el que se disponen83. – Desde un punto de vista documental, ocasionalmente, la estrecha línea que separa al exvoto de otro tipo de ofrenda es bastante difusa, ya que existen circunstancias en las que esta no se materializa en un objeto testimonial84. No obstante, si en el fondo subyace un «comportamiento votivo» y este no se explicita en el momento de su entrega, con posterioridad, la falta de conocimiento sobre su origen o su ambigua morfología complica todavía más su identificación. Por ello, cuando se presenta la expresión «Dos cuadritos de milagros»85, y no hay constancia material de los mismos, a buen seguro se hace referencia a un par de pinturas votivas; pero podría darse el caso de que, por ejemplo, se esté aludiendo a representaciones de la vida y milagros de un santo concreto. O, cuando se especifica que una imagen de santa Lucía «tiene pendiente de la mano unos ojos de plata, regalo que le fué hecho de Santa Cruz»86; dicho «regalo» o presente ¿formaba parte de un acto espontáneo para enriquecer a la reverenciada imagen o constituía la expresión material de una promesa cumplida? A su vez, el mencionado objeto ¿hacía alusión a los numerosos pares de ojos que se prendían de sus ropajes y colgaban de sus manos, tal y como era tradición? O, simplemente, ¿se mencionaba el atributo que iconográficamente identificaba a dicha santa? El proceso de desambiguación en este contexto es complejo y conjeturar a este respecto es una labor, en ocasiones, farragosa. Por ejemplo, las maquetas y reproducciones de barcos que se pueden encontrar en algunas ermitas costaneras —San Telmo (Santa Cruz de Tenerife y Puerto de la Cruz), San Roque (Garachico) o Virgen de la Merced (El Médano-Granadilla de Abona)— suelen suscitar mayor interés y admiración a aquellos que las contemplan frente a los exvotos figuarivos de cera, que, por norma, tienden a provocar en el espectador una reacción diamentralmente opuesta. 84 Como en el caso de la realizada por la tripulación y pasaje de la goleta Antoñita, quienes, la noche del 9 de septiembre de 1835, tras salir indemnes de una vía de agua en las inmediaciones del archipiélago canario, convinieron «para que este milagro de la omnipotensia y del poder infinito de Ntra. Sra. del Carmen no quedase en el olvido [...] publicarlo pa los fines convenientes adviritendo que anoche mismo se recogieron cuarenta y nueve pesos pa Misas», Archivo Municipal de La Laguna: Fondo Ossuna, Escrito sobre el naufragio de la goleta española «Antoñita» en viaje de Cádiz a Canarias y cómo se aplacan las aguas al arrojar a ellas un escapulario de la Virgen del Carmen, Doc. 4.53, fol. 1 v. 85 APLCSC: Inventario de enseres, ropas, muebles y alhajas pertenecientes a la ermita de San Telmo de esta ciudad de S/C de Tenerife y a la Ymagen de N.S. del Buen Viaje que se venera en ella, 22 de abril de 1872, Caja n.º 163, (sin numerar). 86 Archivo Histórico Diocesano de La Laguna: Fondo Parroquial de San Andrés Apóstol, Inventario de la Parroquia de San Andrés, 1 de julio de 1853, legajo 8, f. 1 y siguientes. 83 REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 41-72 – El exvoto también está sujeto a procesos de transformación, con evidencia más palpable en los centros revestidos de una mayor presencia de esta expresión. Así, un testimonio paradigmático que, dicho sea de paso, requeriría un estudio específico, es la mencionada «Cueva del Santo Hermano Pedro», donde la principal expresión votiva se manifiesta en la extraordinaria proliferación de figuras de factura popular e industrial que representan toda suerte de advocaciones de Cristo, de la Virgen y de santos. Un conjunto donde la pluralidad iconográfica ha suplido progresivamente la elocuencia del exvoto anatómico o figurativo, el cual ha quedado relegado a un estatus marginal. Además, la proliferación de placas con inscripciones gratulatorias y rosarios, junto con otras ofrendas de carácter lumínico, floral o pecuniario, ponen sobre el terreno un cambio sustancial en el contexto aludido. [Foto 11] – Las ofrendas votivas expresan también el área de influencia devocional de una determinada imagen. Una proyección que ocasionalmente también se suele constatar allí donde la efigie reverenciada no se corresponde con la titular del templo que la alberga. A este respecto, nos referimos a un cuadro dieciochesco que representa a la Virgen de Candelaria y que se emplaza en la ermita de Nuestra Señora de Las Angustias (Icod de los Vinos). La mencionada efigie hasta hace unos años presentaba exvotos figurativos de cera colocados en su parte inferior, en denodada «competencia» con la imagen mariana titular del recinto cultual donde se ubica. Junto a ello, otra muestra indudable de esta influencia territorial se expresa cuando los exvotos «acompañan» a la 69 Foto 11. Escultura devocional popular de factura industrial en el Espacio Religioso Cueva del Santo Hermano Pedro de Bethencourt (Granadilla de Abona). REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 41-72 70 efigie sagrada que sale de su templo, ya fuese prendidos de su indumentaria o colgándose de sus andas procesionales. Una expresión codificada donde lo sagrado refrenda y proclama su poder salutífero ante la feligresía. – El marco espacial donde el exvoto se deposita también revela una tradición con la cual se pretende mantener «el contacto con lo sagrado»; y, en este sentido, la existencia de una imagen muy solicitada o de los restos de un personaje reverenciado, tradicionalmente, así lo pone de manifiesto87. Por otro lado, los problemas derivados de su continua acumulación favorecieron, al tiempo que la consabida transformación para su postrera reutilización (para el caso de los de cera y metal), la aparición de recintos destinados a su ubicación y exposición: los denominados «cuartos» o «salas de milagros». Recintos concebidos como una construcción aneja al templo o una habitación habilitada dentro del mismo. Ahora bien, atrios, naves colaterales, tirantes, altares, hornacinas y predelas se perfilan como los enclaves más recurrentes en los recintos de culto tinerfeños. Unas ocasiones colocados ordenadamente y otras mostrando con su anárquico apilamiento o distribución la espontaneidad del rito. – Finalmente, a tenor del interés que suscitan algunos exvotos como objeto de valor (cultural y, sobre todo, pecuniario)88, es perentorio establecer un registro y catalogación de las expresiones más relevantes de Tenerife con el objeto de favorecer su control y protección, y en el que exista una manifiesta volutad e implicación por parte de las instituciones competentes, pues solo con acciones de este calado se pueden evitar destrucciones indiscriminadas o sustracciones del repertorio material existente89. El exvoto sigue un camino escabroso e incierto dentro de la religiosidad insular. Frente a actitudes que expresan un denodado ahínco por hacerlos «invisibles» en el espacio de culto, existen templos y recintos religiosos donde parece que 87 En el siglo xvi, Viera y Clavijo refiere un hecho explícito acontecido en San Cristóbal de La Laguna, durante las exequias del clérigo jesuita Lorenzo Gómez, el cual había fallecido «con grande olor de santidad, à cuyas honras asistió el pueblo y la Nobleza, predicó el prior de San Agustin, y se colgaron votos sobre su sepulcro, en el cual ardió mucha cera por espacio de un año», véase Viera y Clavijo, José de: Noticias de la Historia General de las Islas de Canaria, t. iv, Dircasa, Las Palmas de Gran Canaria-Santa Cruz de Tenerife, 1990 [1772], p. 464. 88 Un testimonio de ello es la proliferación de puntos de venta vía digital, donde la adquisición de ofrendas votivas o reproducciones de las mismas es factible a través del trato con anticuarios, galeristas o coleccionistas, bien a través de sus respectivos portales o adquiriéndolos en sitios web de subastas y venta directa. 89 Como ejemplo, a día de hoy todavía sigue en paradero desconocido un cuadro votivo del siglo xviii que fue sustraido del interior de la ermita de San Pedro de Alcántara, en La Ampuyenta (Fuerteventura), según se desprende de una noticia que se hacía eco del robo, en La Gaceta de Canarias, 16 de enero de 2007, p. 17. Damos por sentado nuestro más sincero agradecimiento a D. Luis Sánchez Pérez y a la Consejería de Recursos Humanos, Educación, Cultura y Patrimonio Histórico del Cabildo de Fuerteventura por constatar dicha noticia. se resisten a desaparecer, al tiempo que mutan con la sociedad que los vio nacer; pero, eso sí, perdurando en ellos la esencia que los caracteriza de ser testimonios tangibles de un «milagro». Vestigios materiales como expresión de lo prodigioso. REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 41-72 71 Recibido: 22-2-2016 Aceptado: 17-3-2016 LAS CAMPANAS DEL MUNICIPIO DE GÜÍMAR: LENGUAJE, HISTORIA Y TRADICIÓN José Lorenzo Chinea Cáceres Resumen El presente artículo aborda el estudio de las campanas del municipio tinerfeño de Güímar, atendiendo a criterios organológicos, histórico-artísticos y etnográficos. Partiendo de la comprensión de las funciones desempeñadas por estos instrumentos de comunicación social en la cultura occidental católica, se desarrolla un estudio documental de cada una de las campanas que penden de las torres y espadañas de los templos de la localidad, concluyendo con una sucinta referencia a los diferentes repiques tradicionales que se ejecutan durante sus fiestas mayores. Palabras clave: campana, Güímar, campaneros, repiques. Keywords: Church bell, Güímar, bell-ringers, ringings. INTRODUCCIÓN El estudio de las campanas de Güímar propone un acercamiento a una parte del importante patrimonio material y musical del municipio que, hasta el momento, ha pasado desapercibido para los diferentes ámbitos de la investigación histórica. Se trata de un trabajo impulsado por la necesidad de contar con un inventario preciso de estos instrumentos en la provincia de Santa Cruz de Tenerife que, iniciado en 2012, contempla, entre otros, criterios organológicos, histórico-artísticos y sociales. Revista de Historia Canaria, 198; abril 2016, pp. 73-100; ISSN: 0213-9472 REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 73-100 «Güímar’s bells: language, history and tradition». This article deals with a study about church bells from Güímar, a municipality on the island of Tenerife. In order to do it so, different approaches —organologic, historic, artistic and ethnographic— have been considered. Firstly, the understanding of church bell role in social communication inside occidental-catholic culture is analysed. Secondly, all church bells from church towers and bell gables in the churches throughout Güímar have been taken into consideration in order to carry out a documentary study. Finally, a concise mention of different traditional ringings from main town celebrations has been added. 73 Abstract 74 REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 73-100 El caso del municipio de Güímar sirve para ejemplificar la rica variedad de campanas que conservan los templos isleños, a la vez que da a conocer una parte fundamental del trabajo realizado en estos últimos años1. Se parte del estudio organológico de los instrumentos, considerándolos como fuentes documentales directas debido a la información que revelan sus inscripciones y elementos decorativos. Se propone un acercamiento al lenguaje de las campanas, prácticamente desaparecido como código de comunicación social que aún pervive con vaguedad en la memoria de muchas personas para las que fue fundamental en su convivencia diaria, funcionando como un auténtico signo sonoro2. Además, se ha acudido a las fuentes documentales conservadas principalmente en el Archivo Parroquial de la iglesia de San Pedro Apóstol de Güímar, con el fin de contextualizar cada uno de los instrumentos, labor implementada con la información oral que muchos vecinos de la localidad han compartido para el desarrollo de este estudio. Esta investigación se engloba en la línea que han marcado a nivel nacional los numerosos trabajos de inventario y catalogación de campanas, ecos que han encontrado su respuesta en Canarias con las investigaciones en la isla de Gran Canaria efectuadas por Gustavo A. Trujillo Yánez, quien ha desarrollando el inventario de los bronces de la isla, presentando sus resultados en varias publicaciones y conferencias3. Conocer la historia de las campanas no permite exclusivamente su valoración como bienes materiales (en muchos casos declarados BIC al estar contenidos en templos incluidos en esta categoría de protección), sino que ayuda a comprender la forma de organización social de sociedades que nos han precedido, conociendo la importancia conferida a estos instrumentos en la función de medir el tiempo. En este trabajo también se considera el protagonismo de las campanas en el desarrollo de las principales celebraciones festivas de la localidad porque Güímar preserva los repiques tradicionales de sus fiestas mayores, algo que es posible gracias al reconocimiento y valoración de la figura del campanero. 1 Agradezco la desinteresada y amable colaboración en las distintas fases de elaboración de este estudio a don Pedro José Pérez Rodríguez, don Pedro Damián Hernández Hernández, doña Elba Estévez de León, don Luis Coello Gutiérrez, don Flavio de Armas Hernández, doña Elsa Díaz, doña Raquel Chávez García, don José Francisco Chinea Ramos y a los operarios del Excelentísimo Ayuntamiento de Güímar que prestaron su ayuda en la realización del inventario, así como a los sacristanes de los templos del municipio que me acompañaron en el estudio de sus campanas. 2 Gómez Pellón, Eloy: «El tañido del tiempo». Las campanas: cultura de un sonido milenario. Santander: Fundación Marcelino Botín, 1997, p. 44. 3 Trujillo Yánez, Gustavo A.: «Campanas de Gran Canaria. Un estado de la cuestión y propuestas para su estudio», Almogaren, n.º 53, (2013), pp. 59-85. Trujillo Yánez, Gustavo A.: «Algunas notas sobre las campanas de Telde», Guía Histórico-Cultural de Tenerife, n.º 25, (2014), pp. 31-34. Trujillo Yánez, Gustavo A.: «La campana flamenca de la iglesia de Nuestra Señora de la Concepción de Jinámar (Telde, Gran Canaria)», Homenaje a la profesora Constanza Negrín Delgado. La Laguna: Instituto de Estudios Canarios, 2014, pp. 685-690. 4 Alonso Ponga, José Luis: «Refuerzo de identidad, fragmentación temporal y delimitación espacial a través de las campanas. El caso de la provincia de León», Las campanas. Cultura de un sonido milenario. Santander: Fundación Marcelino Botín, 1997, p. 92. 5 Gómez Pellón: ob. cit., p. 45. REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 73-100 Desde la perspectiva de un urbanita del siglo xxi, quizá sea complicado tener una idea precisa de la importancia que tuvieron las campanas en la vida de nuestros antepasados. En un mundo en el que lo digital domina sobre lo analógico, que funciona y ordena su tiempo de forma milimétrica, es normal que paulatinamente haya ido relegando al olvido la importancia de tales instrumentos. Por eso, es importante detenerse a valorar su funcionalidad porque regían y organizaban el curso del tiempo. La campana es un instrumento metálico, generalmente en forma de copa invertida, que suena al ser golpeada por un badajo o un martillo exterior. Habitualmente es de metal, aunque en algunas culturas se pueden encontrar realizadas en arcilla o incluso en cristal. La clasificación organológica propuesta por Hornbostel y Sachs la sitúa dentro de la familia de los idiófonos percutidos. Las campanas son empleadas prácticamente por todas las civilizaciones como un instrumento eminentemente religioso. En la cultura occidental, y concretamente en la católica, siempre han sido consideradas como la «voz de Dios, la voz del ángel que en lo alto suena» o «la voz de los predicadores del Nuevo Testamento, que resuena más alto y cuyo sonido es más duradero que las trompetas del Antiguo Testamento»4. Representan la voz de Dios en cuanto están consagradas y, por tanto, dedicadas a Cristo, a la Virgen María o a los santos pero, al mismo tiempo, es la voz del templo y, por extensión, del pueblo. La Iglesia católica les ha conferido un papel evangelizador, sirviendo para convocar a la asamblea para las celebraciones de la liturgia de la Palabra y la conmemoración del sacrificio de la misa. Si bien este instrumento ha venido cumpliendo durante siglos con esta misión, el paso del tiempo le ha permitido acumular nuevas funciones, tanto religiosas como civiles, que han convertido a la campana en un elemento de extraordinario significado simbólico en el seno de las comunidades urbanas y rurales5. A lo largo del siglo xx, como consecuencia de los perfeccionamientos en los medios de comunicación social, la campana pierde en buena medida sus atribuciones tradicionales. El común denominador de estas funciones, las propias y las adquiridas, remarca su condición de indicador del paso del tiempo —que primordialmente era sagrado—. No obstante, aunque esta condición hoy se puede explicar por la preminencia que la campana ha tenido desde la Edad Media en la cultura occidental y en la tradición cristiana católica, no se debe olvidar que, en origen, era un instrumento que venía desempeñando funciones similares desde la Antigüedad. De este modo, se conoce que las campanas fueron utilizadas en rituales y celebraciones de las antiguas civilizaciones orientales, así como en numerosas ceremonias de la Roma clásica, 75 INSTRUMENTOS DE COMUNICACIÓN 76 REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 73-100 como el anuncio de la apertura de los mercados, la proximidad de acontecimientos de notable importancia o el paso de procesiones y comitivas de reos6. Sin embargo, la consideración de la campana como objeto de comunicación de masas no llega a producirse hasta el momento en que se instala de forma permanente en un edificio público. Testimonios de la Antigüedad al respecto lo confirman: Marcial, Plinio o Suetonio describen casas de baños, grandes sepulcros o templos, coronados por campanas para, respectivamente, advertir, ahuyentar espíritus o convocar al gentío7. Se sabe que este instrumento comienza a instalarse en los muros de los templos cristianos a partir del siglo v. La tradición atribuye el hecho a san Paulino de Nola. Precisamente, la ciudad de Nola era la capital de la Campania, región del sur de Italia, en la costa del mar Tirreno, considerada como la primera en conocer grandes campanas en lo alto de sus iglesias8 y de poseer el bronce de mejor calidad9. Y es del nombre de esta región del que se cree proviene el del instrumento. De todos modos, no será hasta el año 604 cuando se oficialice el uso de las campanas en las iglesias10. El papa Sabiniano ordenaba entonces que se tocaran las campanas para que los fieles supiesen el momento en que se cantaban en el templo las horas canónicas. Y precisamente de esta convocatoria, procede la denominación de la unidad horaria tal cual hoy la conocemos, estimulando el invento del reloj. Desde el siglo viii, la campana ya se empleaba de forma normalizada como instrumento de comunicación en el ámbito cristiano11. Con estos toques se recordaba al cristiano sus deberes, a la vez que se le invitaba a la oración en ciertos momentos del día, que eran los coincidentes con las horas canónicas. Las campanas, además de estar al servicio del culto y poseer un simbolismo sagrado, estaban consideradas por la tradición popular como instrumentos capaces de ahuyentar el mal12. Está atestiguado que, entre los romanos, su toque servía para alejar los malos espíritus. Y es que el bronce, material empleado en un alto porcentaje en su fundición, es un metal sagrado para muchas culturas13. A él se le confieren numerosas propiedades protectoras, siendo empleado por ello en objetos de culto. Por su dureza, ha sido entendido como símbolo de la incorruptibilidad y de la inmortalidad, así como de la justicia inflexible14. De este modo, no es de extrañar que en determinadas localidades, las campanas estuviesen consideradas 6 Alonso Ponga, José Luis y Sánchez del Barrio, Antonio: La campana. Patrimonio sonoro y lenguaje tradicional. La colección Quintana en Urueña. Valladolid: Caja Madrid, 1997, p. 8. 7 Idem, p. 9. 8 Ibidem, p. 9. 9 Labrador Gutiérrez, Tomás: «Señales, signos y símbolos: las campanas», Las campanas: cultura de un sonido milenario. Santander: Fundación Marcelino Botín, 1997, pp. 334. 10 Alonso Ponga y Sánchez del Barrio: ob. cit., p. 9. 11 Gómez Pellón: ob. cit., p. 44. 12 Alonso Ponga y Sánchez del Barrio: ob. cit., p. 81. 13 Idem, p. 81. 14 Chevalier, J. y Gheerbrant, A.: Diccionario de símbolos. Barcelona: Ed. Herder, 1986, pp. 198-199. Alonso Ponga y Sánchez del Barrio: ob. cit., p. 82. Gómez Pellón: ob. cit., p. 57. 17 Archivo Histórico Diocesano de San Cristóbal de La Laguna (AHDSCLL): Fondo Histórico Diocesano, Leg. 1.190, doc. 3, s.f. 18 Alonso Ponga y Sánchez del Barrio: ob. cit., pp. 95-96. 15 16 77 REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 73-100 como objetos sagrados que, en virtud de su bendición y consagración, eran capaces de ahuyentar al espíritu del mal15. Esta dimensión pública del toque de campanas se cruzaba con otra dimensión individual, que se proyectaba de igual forma con fuerza sobre la vida de la comunidad. Y es que con su tañido, se marcaban los principales ritos de paso de sus miembros. El más importante, sin duda, es el que anuncia la muerte. En el momento que un miembro de la comunidad fallecía, la campana doblaba para que se tuviera conocimiento del óbito acaecido. Fue habitual en muchas localidades distinguir con los toques si se trataba de la muerte de un niño, de un hombre o de una mujer. Para los niños, considerando su estado de inocencia al no haber recibido la comunión, se ejecutaba un repique a gloria, ya que su condición de «angelito» le conducía directamente al cielo16. En el caso de un adulto, los dobles o clamores distinguían entre género y condición social. Si se trataba de un hombre, generalmente el número de dobles empleado era impar, mientras que si se trataba de una mujer, este número era par. Con estos toques se distinguía, por tanto, el sexo y el estatus social del difunto, de manera que los más numerosos eran los que correspondían al papado, a la monarquía y a las altas dignidades del clero. Se encontraban también los toques civiles, aquellos que convocaban a la población ante cualquier eventualidad que interrumpiese la monotonía del quehacer diario. De todos ellos sobresalían los de alarma, por ser los que reunían con urgencia a la población en torno a la iglesia, con el fin de organizar los esfuerzos y paliar los efectos adversos. Tal era la importancia de estos toques a rebato, por lo eficaz de su convocatoria, que no ejecutarlos en el momento que fuesen necesarios provocaba enfrentamientos entre las autoridades civiles y eclesiásticas, y entre estas y los vecinos. Un caso de similares características se dio en El Tanque en 1646. Su alcalde, Cristóbal García de Guzmán, pidió la intercesión del obispo Francisco Sánchez Villanueva y Vega para que el cura del lugar tocara las campanas en los casos de máxima alerta, debido a que en una ocasión el susodicho párroco se negó a hacerlo durante un incendio que se aproximaba al vecindario17. En muchos templos solían tener para estos casos una campana que denominaban «de fuego» con la que realizar estas llamadas de urgencia. Pero las campanas no solo medían, y en algunos casos siguen midiendo, un tiempo público, computado a través de una visión sagrada de la vida, o marcaban los principales acontecimientos sociales, sino que también en algunas poblaciones medían el tiempo meteorológico. Con ellas se anunciaba, por ejemplo, la llegada de las tempestades a través del toque a nublo. Se trataba de un toque cargado de superstición que buscaba alejar con el sonido del bronce el temporal que amenazaba las cosechas, debido a la incomprensión de los fenómenos atmosféricos18. Al 78 REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 73-100 respecto, Alberto Martín Solanas recogía de los diarios del ilustrado ministro de Gracia y Justicia durante el reinado de Carlos iv, Gaspar Melchor de Jovellanos, el comentario realizado durante su paso por La Rioja: describía que «hizo frío anoche; tocaron a hielo; aquí se cree que las campanas mandan sobre todos los accidentes naturales del clima y la estación»19. En Canarias tuvo que suceder algo similar, debiendo existir toques de protección para los campos ante la presencia de temporales. Sin embargo, estos no han perdurado en la memoria colectiva. Debemos acudir, por ejemplo, a las Constituciones Sinodales del obispo Cristóbal de la Cámara y Murga, promulgadas en 1631, concretamente al capítulo último de la decimotercera constitución, dedicada al oficio de los sacristanes, en el que indica que por «quanto suele aver nublados, y tiempos rezios, que amenaçan los temporales; y asimismo ay truenos, rayos y tempestades, toquen los sacristanes las campanas»20. Esta práctica también fue frecuente para ahuyentar las plagas de langostas que arrasaban los cultivos. Junto al toque de cajas, se repicaban las campanas, con la intención de ocasionar un gran estruendo con el que se consiguiese alejar a los insectos. Así lo recoge, precisamente, en su Diario el regidor José de Anchieta y Alarcón en varias ocasiones, como el 29 de noviembre de 1757, día en que, encontrándose en la calle de los Herradores, en La Laguna, observó «muchos cigarrones que mataban los muchachos y que se venían como cayendo sobre las casas y calles»21. Para espantarlos, se ordenó que se tocasen cajas y campanas y, según relata Anchieta, el beneficiado de la iglesia de la Concepción, Lorenzo Cabrera, «subió a la torre a esconjurarlos y en todas partes comenzaron a tocar plegarias y luego repicaron en la Concepción»22 , extendiéndose la alarma por todas las parroquias y ermitas de la villa, exponiendo en ellas al Santísimo mientras se realizaban rogativas. INSCRIPCIONES Y ELEMENTOS DECORATIVOS Otro aspecto que se debe tener presente a la hora de estudiar las campanas es el valor documental que ostentan. La mayor parte de estos instrumentos presentan un conjunto de inscripciones en su superficie que, de forma general, aluden a una advocación particular de Cristo, de la Virgen o de los santos. También es muy común encontrar en ellas el año de su fundición, los nombres de sus donantes, el del obispo o párroco que las bendijo o el del maestro fundidor. Y, en casos muy concretos, 19 Martín Solanas, Alberto: «El toque a nublo y otros toques y volteos de campanas en La Rioja», Revista de Folklore, 105, (1989), p. 90. 20 Cámara y Murga, Cristóbal de la: Constituciones Sinodales del Obispado de la Gran Canaria y su Santa Iglesia con su primera fundacion y traslacion, vidas sumarias de sus obispos, y breue, relacion de todas las siete islas. Diócesis de Canaria, 1631, ff. 145v-146r. 21 Anchieta y Alarcón, José de: Diario, [Daniel García Pulido (ed.)]. Santa Cruz de Tenerife: Ediciones Idea, 2011, t. ii, p. 192. 22 Idem, p. 192. aparecen frases piadosas —fragmentos de salmos, estrofas de cánticos litúrgicos, versículos evangélicos o invocaciones marianas, entre otras—. En contadas ocasiones se hallan frases alusivas a las funciones desempeñadas por la propia campana, como sucede con varios bronces en Tenerife: uno de la catedral, otro de la iglesia de Nuestra Señora de la Peña de Francia del Puerto de la Cruz dedicado al Gran Poder de Dios y otro situado a los pies de la torre de la iglesia de la Concepción de La Laguna. En ellos puede leerse «Laudo Deum Verum, Plebem Voco, Congrego Clerum, Defunctos Ploro, Nimbum Fugo, Festas Decoro», es decir, «alabo al Dios verdadero, llamo al pueblo, reúno al clero, lloro por los difuntos, ahuyento a las nubes, alegro las fiestas». Estas inscripciones suelen ir acompañadas de cruces, imágenes de Cristo o de la Virgen y de los santos, así como de guirnaldas decorativas con motivos litúrgicos o cenefas geométricas, símbolos que llegaron a convertirse, en algunas poblaciones peninsulares, en repelentes y protectores ante los males, denominadas detentes23. Alonso Ponga y Sánchez del Barrio: ob. cit., p. 68. Díaz Carbonell, Romualdo María: Ritual de la bendición de la campana. Monasterio de Montserrat, 1955, p. 10. 23 24 REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 73-100 La campana, como objeto litúrgico, ha de ser consagrada para el ejercicio de la convocatoria de la comunidad parroquial para la que fue encargada. Se conoce que el rito de su bendición se remonta al siglo viii, aunque ha sufrido variantes a lo largo del tiempo24. Esta ceremonia se encuentra recogida en el capítulo 33 del Bendicional, en el que se explica que «el tañer de la campana es, de alguna manera, la expresión de los sentimientos del pueblo de Dios, cuando este pueblo exulta o llora, da gracias o suplica, se congrega y pone de manifiesto el misterio de su unidad en Cristo». Por tal motivo, la Iglesia ha conservado la costumbre de bendecir la campana antes de colocarla al servicio del templo. Esta ceremonia ha de celebrarse, preferiblemente, en día festivo, colocando el instrumento en un lugar visible, dentro o fuera de la iglesia, de tal forma que pueda ser rodeada por el celebrante. El mismo Bendicional propone para este rito diversas lecturas de la Palabra relacionadas con la llamada a difundir el mensaje de Cristo. Además, recomienda la lectura de un salmo escogido entre el 28 y el 150. Para la bendición, después de la oración, el celebrante rocía la campana con agua bendita, pone incienso y la inciencia, mientras se canta la antífona Cantad al Señor y bendecid su Nombre. Al término, se suele hacer sonar la campana en señal de alegría en tres ocasiones. 79 BENDICIÓN DE LAS CAMPANAS REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 73-100 80 LOS CAMPANEROS Se debe valorar la importante labor desempeñada por los campaneros. Su función como ministro de la iglesia solo fue posible en las catedrales y templos cuyas fábricas pudieron permitirse la asignación de un salario. De este modo, en Canarias son muy contados los casos de parroquias que tuvieron un campanero asalariado, siendo los puestos catedralicios los más destacados. Normalmente, las parroquias más modestas no podían costear la exclusividad de una persona para estas tareas, por lo que eran desempeñadas por los sacristanes y monaguillos, aunque algunas iglesias tuvieron campaneros a cargo de sus fábricas, como la de San Pedro Apóstol de Güímar. Las cuentas de la parroquia matriz recogen, al menos en varios momentos del siglo xix, el pago a varias personas por desempeñar las funciones de campanero. Así, durante el mandato del obispo Manuel Verdugo y Albiturría, San Pedro Apóstol contó, a partir de 1804, con un tercer monaguillo campanero, encargado de «levantar el fuelle del órgano y hacer algunos otros exercicios que se ofrezcan con la renta de ocho pesos»25. En las siguientes décadas fueron varias las personas que asumieron estas responsabilidades, como reflejan los distintos pagos efectuados a los ministros de la iglesia. Sin embargo, solo conocemos la identidad de aquellos que realizaron estos servicios entre 1845 y 1860. Así, con el salario de campanero figuraron Antonio Jorge en el año de 184526, Pedro Campos en 1846 y 184827 (aunque es posible que continuara hasta 1849), Fernando Tejera en 185028, A. González en 185129 y Federico de Mesa entre 1853 y 186030. La transmisión de los toques entre campaneros se vio interrumpida de manera progresiva con la introducción en las torres y espadañas de los martillos eléctricos. La comodidad que suponía establecer una serie de melodías y toques grabados que se accionan automáticamente ha sustituido en la mayoría de las iglesias y ermitas, desde la década de los sesenta del siglo pasado y de manera natural, a los campaneros31. Sin embargo, lo que nació como ayuda en los casos en que no había podido heredarse la tradición ha derivado en su pérdida y en un deterioro paulatino de las campanas y los campanarios. El martilleo sobre el mismo punto del bronce de forma periódica hace que los instrumentos sufran un desgaste progresivo en su boca, lugar en el que se colocan con mayor frecuencia los electromazos, sin contar con su consecuente desafinación. Una posible solución que remediaría en parte este problema se daría Archivo Parroquial de San Pedro de Güímar (APSPG), libro ii de fábrica, 1804, s.f. APSPG, varios de fábrica: Recibos, 31/12/1845, s.f. 27 Idem, varios de fábrica: Recibos, 30/12-1846 y n.º 5. 31/12/1848, s.f. 28 Idem, varios de fábrica: Recibo n.º 23, 31/12/1850, s.f. 29 Idem, varios de fábrica: Recibo n.º 30, 30/12/1851, s.f. 30 Idem, varios de fábrica: Recibos n.º 6, 30/12/1853; n.º 15, 30/12/1854; 1855; 1856; 1857; 1858; 1859; 1860, s.f. 31 Llop i Bayo, Francesc: Los toques de campanas de Zaragoza. Notas para su estudio. Zaragoza: Ayuntamiento de Zaragoza, 1983, p. 83. 25 26 32 Alonso Ponga, José Luis: «Refuerzo de identidad, fragmentación temporal y delimitación espacial a través de las campanas: el caso de la provincia de León», Las campanas: cultura de un sonido milenario. Santander: Fundación Marcelino Botín, 1997, p. 95. 33 APSPG, libro iv de fábrica, f. 84 v. 81 REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 73-100 al instalar los martillos en el interior de las campanas, como sucede en algunas de las colocadas en la basílica de Nuestra Señora de Candelaria o en las de la iglesia de San José de El Escobonal. Pero quede por descontado que lo mejor para estos instrumentos sería siempre su ejecución manual, aunque la tozuda realidad indica que en las torres y espadañas de los templos canarios siguen colocándose estos martillos en las campanas de reciente hechura y, lo que es más dañino, en campanas históricas. Entre aquellos toques manuales estaban las llamadas a misa, los repiques de las grandes solemnidades, los dobles por los difuntos, especialmente durante la noche de finados. Estaban los toques preceptivos del alba, del ángelus y la oración marcando el transcurso de la jornada. También el toque a Ánimas, que se remonta al siglo xvi, cuando el papa Gregorio xiii mandaba dar una señal con la campana una hora después de la puesta del sol, exhortando a los fieles a rogar por el descanso eterno de las almas y concediendo indulgencias a aquellos que rezaran el salmo De profundis o tres veces el padrenuestro y el avemaría32. Para las llamadas a misa se conserva en la mayoría de los templos que emplean campanas la costumbre de ejecutar tres toques, golpeando una, dos o tres veces el instrumento al finalizar el repique, señal que advierte del tiempo que resta para el inicio de la misa, conocidos como toque a primera, segunda y tercera o a dejar, respectivamente. En el caso de la iglesia de San Pedro Apóstol se conoce además el testimonio del toque a catecismo, con el que se convocaba a la comunidad para la enseñanza de la doctrina cristiana. Uno de los mandatos dictados por el licenciado Estanislao de Lugo, durante su visita general a la iglesia de San Pedro el 18 de julio de 1755, recoge que existía un profundo desconocimiento de las Sagradas Escrituras y de las principales oraciones por parte de la feligresía. En consecuencia, el visitador exhortaba al beneficiado a convocar al pueblo a toque de campana en una hora conveniente para el aprendizaje de la doctrina cristiana, de modo que «no sirva de escusa el que no concurren a oírla, pues el tañido de la campana será testigo ante Dios de cumplir el párroco con su obligación y fiscal que acuse la omición de sus feligreses en [acudir] a aprender lo que únicamente tienen necesidad de saver, y es tan preciso para la salvación»33. CAMPANAS DE GÜÍMAR REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 73-100 82 San Pedro Apóstol Pocos datos nos han llegado sobre la primitiva ermita erigida en la primera década del siglo xvii en el lugar conocido como El Tanque de Güímar34. Esta pequeña edificación debió contar con una estructura, posiblemente de madera, de la que pendería una campana. Un deteriorado inventario que se fecharía en torno a 1610 recoge un «cargo de 250 reales que dio A. de Fonseca que se abían dado para la campana»35. El 24 de abril de 1630 el obispo Cristóbal de la Cámara y Murga otorgaba licencia para elevar a la categoría de parroquia la ermita de San Pedro Apóstol. Ya bajo esta nueva condición, en 1635 se lleva a cabo un nuevo inventario durante la visita del licenciado Tomás Díaz que recogía la existencia de «una campana con que se toca a misa»36. Otra relación de bienes efectuada en 1644 indicaba que ya existían «dos campanas grandes»37, número que se mantendría inalterable, posiblemente hasta mediados del siglo xviii. Desconocemos si durante ese intervalo de tiempo las campanas fueron sustituidas o refundidas total o parcialmente, aunque sí se dieron varios pagos menores en sogas en las cuentas de 171438, 172439 y 173940. Probablemente el número de metales se mantendría inalterable hasta 1765, fecha en la que se constata la existencia de una tercera campana de pequeñas dimensiones, figurando en el inventario de bienes presentado en diciembre como depósito, a la espera del nombramiento de un nuevo beneficiado. En él apunta la existencia de «dos campanas, la grande rota, y la otra mui pequeña, porque aunque había otra tam[b]ién pequeña que pesó 45 libras, se mandó a fun[d]ir a la Villa de La Orotava por el venerable beneficiado, la que todavía no ha venido»41. Posteriormente, entre 1765 y 1771, el presbítero Agustín Antonio Núñez y su hermano adquieren una campana de bronce para la parroquia42. Desconocemos en qué momento se produciría la recepción del instrumento mandado a reparar a La Orotava y si, a continuación, se ordenaría la refundición de la campana grande que se encontraba rota, aunque es posible que fuese sustituida en torno a 1788, año en el que el también mayordomo de fábrica Agustín Antonio Gómez Gómez, Miguel Ángel: El valle de Güímar en el siglo xvi. Protocolos de Sancho de Urtarte. Güímar: Excelentísimo Ayuntamiento de Güímar, 2000, p. 41. 35 APSPG, libro i de fábrica, f. 4 v. 36 Idem, libro i de fábrica, f. 62 v. 37 Idem, libro i de fábrica, s.f. 38 Idem, libro i de fábrica, 42r, 15/09/1714, s.f. 39 Idem, libro i de fábrica, 50v, 9/08/1724, s.f. 40 Idem, libro i de fábrica, 25/01/1739, s.f. 41 Idem, libro i de fábrica, 09/08/1765, s.f. 42 Lorenzo Lima, Juan Alejandro: «Arquitectura al margen de la novedad neoclásica: el proceso reconstructor de la iglesia de San Pedro en Güímar», El Museo Canario, lxvi, (2011), p. 151. 34 APSPG, libro ii de fábrica, 10/03/1788, s.f. Idem, libro ii de fábrica, f. 117 v. 45 Idem, libro ii de fábrica, f. 119 r. 46 Idem, libro ii de fábrica, 05/08/1804, s.f. 43 44 REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 73-100 Núñez costeó una nueva campana por seiscientos veintiséis reales y doce maravedíes43. En esta dirección apunta además el inventario realizado durante la visita general de 1793, justo antes de efectuarse las reformas que conferirían el aspecto actual al templo, en el que queda patente la existencia exclusiva de dos campanas en la torre44. Sea como fuere, la información que hasta aquí hemos tratado alude a campanas desaparecidas debido a su deterioro y continuas refundiciones. El primer instrumento que se ha conservado en la parroquia correspondiente a este periodo es la campana refundida en 1792, como quedó constatado en el descargo dado dos años después en el que se advierte la sustitución de un bronce deteriorado, cuyo metal sirvió para la hechura del nuevo instrumento, que pesó trescientas trece libras45. Situada en el vano norte de la torre, se desconoce a qué advocación fue consagrada, pues únicamente posee una inscripción en la que se lee el año de su hechura: «1792» (fig. 1). No obstante, la tradición popular la reconoce como la campana de San Pedro Arriba por encontrarse orientada hacia el núcleo homónimo. Hasta 1804 no se efectuarían cambios en el conjunto de los bronces de la iglesia de San Pedro. En ese año se recogía la «composición» de una campana que se hallaba rota46. En cuentas sucesivas, se advertía del mal estado en el que se 83 Figura 1. Detalle de la campana de San Pedro Arriba, 1792, iglesia de San Pedro Apóstol, Güímar. 84 REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 73-100 encontraban los instrumentos, que no podían sustituirse por nuevos metales debido al crítico momento por el que atravesaba la economía parroquial. Una situación que se prolongó en el tiempo y que, a raíz de los sucesivos procesos desamortizadores, llevaría a su párroco a solicitar, entre otros bienes, las campanas del convento de Santo Domingo en Soriano. Esta petición se efectuó después del 28 de junio de 1821, fecha de la primera supresión del cenobio güimarero47. El presbítero Antonio Rodríguez Torres fue el encargado de dirigir la petición al vicario general del obispado el 20 de agosto del mismo año, argumentando la necesidad de contar con nuevas campanas, ya que «no existen más que dos en extremo, pequeñas y la principal [¿?] notar de tan malo y poco sonido que únicamente la oyen los muy inmediatos a la iglesia»48. Dos días después, la vicaría aprobó el traslado de los bronces, destinándose a tal fin la cantidad de dos pesos, cinco reales y cinco céntimos49. No obstante, se desconoce si estas campanas permanecieron en el templo matriz tras el restablecimiento del convento a partir de 1826 o volverían a este junto a otros enseres que le pertenecían, como así reclamaban los frailes dominicos50. Es probable que dicha reparación fuese atendida y regresaran las campanas a Santo Domingo, ya que, suprimido definitivamente el convento a raíz de la Desamortización de Mendizábal, la parroquia de San Pedro volvió a solicitar los instrumentos. Una petición realizada el 16 de noviembre de 1835, al día siguiente a la ejecución de la supresión, en la que aparte de las campanas se solicitaba un amplio listado de enseres del convento, esgrimiendo que la parroquia se hallaba «exhausta de recursos para proporcionarlo su pobre fábrica»51. Es posible que una de las dos campanas enviadas desde el convento aún se conserve en la torre de la iglesia matriz y la otra se hubiese tenido que mandar a refundir, ya que en Santo Domingo, según certificaba el inventario de bienes suprimidos entregados al párroco de San Pedro, figuraban «dos campanas, una de ellas buena y otra mala, que ambas pesaron de cinco a seis quintales, esto es, el peso total de las dos»52. Concretamente, creemos que la campana que se colocó entonces en la torre corresponde con la conocida popularmente con el nombre de Taucho y que hoy se aloja en el vano orientado al este. Como sucedía con el bronce anteriormente descrito, solo posee una inscripción, en la que puede leerse el año de su fundición en el tercio: «1815». Desconocemos, además, el motivo por el que este instrumento recibió ese nombre que se encuentra en desuso en la actualidad, 47 Rodríguez Delgado, Octavio: El Arciprestazgo de Güímar. Origen y evolución de las distintas parroquias y memoria de sus párrocos. Tenerife: Parroquias del Arciprestazgo de Güímar; Ayuntamientos de Candelaria, Arafo, Güímar, Fasnia y Arico, 2007, p. 245. 48 APSPG, libro iv de fábrica, 1821, 20/08/1821, s.f. 49 Idem, cuentas de fábrica, f. 7 v. 50 Lorenzo Lima: ob. cit., p. 182. 51 APSPG, papeles sueltos sin clasificar, 16/02/1835, s.f. 52 Idem, inventario de bienes del Convento Suprimido de Güímar, 27-vii-1821, s.f. Agradezco este dato a Javier Eloy Campos Torres. Rodríguez Delgado: ob. cit., pp. 178-179. 55 APSPG, cuentas de fábrica, f. 11 r. 56 Idem, cuentas de fábrica, f. 27 r. 57 Idem, cuentas de fábrica, f. 12 v. 58 Idem, cuentas de fábrica, f. 11 r. 59 Chinea Cáceres, José Lorenzo: «Campanas», Patrimonio religioso de la Villa de Tegueste. Tegueste: Ayuntamiento de Tegueste, 2014, p. 39. 53 54 85 REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 73-100 llegando a nuestros días a través de la tradición oral53. Desde la electrificación del campanario, en la década de los setenta del siglo xx, esta campana es la encargada de marcar las horas, sufriendo un desgaste considerable en el borde exterior sobre el que le golpea el martillo. Anteriormente a esta fecha no contamos con ningún documento que nos permita conocer el número de campanas exacto que poseía el convento desamortizado. La primera referencia la debemos, precisamente, al planteamiento de este escenario, a través de la petición de las dos campanas con las que contaba el cenobio. Este traslado coincidió con las obras del nuevo campanario, cuyos trabajos se iniciaron en 1821 con el derribo de la antigua torre y se prolongaron hasta 182854. En este tiempo se pensó en la consecuente renovación de las campanas, como demuestran varios movimientos recogidos en las cuentas de la fábrica parroquial, en las que se redunda en la necesidad de contar con nuevos bronces que permitiesen el traspaso de campanas del convento y la refundición de una de las que poseía la iglesia. Para la hechura de la «campana grande», nomenclatura empleada para distinguirla del resto, se tuvo que utilizar el metal de otra campana que se encontraba en mal estado, probablemente la segunda que provenía del convento. La preparación del metal se efectuó en Santa Cruz, sumándose ciertas cantidades de cobre aportado por Pedro de Armas55 y Nicolás Torres56. No obstante, su fundición se llevó a cabo en la ciudad de La Laguna, en el taller de Francisco Toledo57, el 20 de agosto de 1826, confiriéndole un peso de seis quintales al nuevo instrumento58. En la actualidad, se trata de la tercera campana en antigüedad que posee la parroquia, dedicada al santo patrón. En el tercio presenta el nombre del fundidor y el año de su hechura: «La hizo Francisco Toledo año d[e] 1826». En el medio, posee los símbolos identificativos de san Pedro, una tiara papal y dos llaves cruzadas en aspa, acompañados de dos hojas de palma que se cruzan en la parte inferior. Y, en el medio-pie se localizan cuatro cabezas de querubines, elementos decorativos que identifican los trabajos del citado maestro fundidor, funcionando como sello de su taller familiar, en el que también trabajó Pascual Antonio Toledo59. Siguiendo la pauta marcada con las demás campanas, al encontrarse orientada hacia el sur, recibe el nombre popular de San Pedro Abajo. A partir de este momento, y hasta casi un siglo después, no se producirán cambios sustanciales en las campanas de la iglesia. Se cambian badajos, yugos o cepos y se compran sogas o cadenas para los instrumentos pero no se refunden ni se adquieren nuevas. Es posible que el campanario, después de los trabajos del se- REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 73-100 86 Figura 2. Campana Inmaculada Concepción, Moisés Díaz, 1923, iglesia de San Pedro Apóstol, Güímar. gundo piso en 184260, sufriese una ligera alteración con la colocación del reloj y el ajuste de la campana que se encargaría de marcar las horas. Así lo constata el recibo presentado ante el beneficiado Juan Elías Hernández «por la uña del dentado de la campana del relox de la parroquia» el 8 de diciembre de 189161. La composición actual de la torre se completa en febrero de 1921 con el encargo a los comerciantes Hernández, Fumero y Cía. de la composición de la matraca62 y con la adquisición, en 1923, de una campana encargada a la fundición de Moisés Díaz en Palencia. Dedicada a la Inmaculada Concepción, fue bendecida por el párroco Jesús Amaro y Díaz en 1924. Se trata de la campana más ornamentada del conjunto: en su tercio posee varias hojas de acanto y una doble cenefa que la circunda con guirnaldas de motivos eucarísticos. En el tercio se puede leer la siguiente inscripción: «Inmaculada Concepción/ Moisés Díaz Palencia año 1923» (fig. 2). APSPG, cuentas de fábrica: 1842, s.f. Idem, cuentas de fábrica de 1892. Recibo n.º 15, 08/12/1891, s.f. 62 Idem, cuentas de fábrica de 1921-1922, recibo n.º 26, 27/02/1921, s.f. 60 61 Figura 3. Exconvento de Santo Domingo en Soriano, Güímar. xviii. 63 Guerra y Peña, Lope Antonio de la: Memorias. Tenerife en la segunda mitad del siglo Las Palmas de Gran Canaria: Ediciones del Cabildo de Gran Canaria, 2002, p. 354. 64 APSPG, cuentas de fábrica de 1848-1860, 1855, s.f. 65 Rodríguez Delgado, Octavio: ob. cit., p. 61. REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 73-100 Como ya adelantábamos, el convento de Santo Domingo en Soriano de Güímar contó, al menos hasta 1835, con dos campanas para realizar las principales llamadas a la comunidad, sustituidas posiblemente en varias ocasiones, entre las que destaca el incendio que asoló el edificio en abril de 1775, del que no se pudo salvar mucho más que el «copón con alguna imagen»63. Tras su supresión definitiva y hasta su reapertura como ermita dedicada a Nuestra Señora del Rosario en 1836, el edificio no tuvo campanas. Desconocemos si así permaneció durante mucho tiempo, aunque ya en 1855 debió contar con un bronce porque el beneficiado Agustín Díaz Núñez daba cuenta de la adquisición de «una viga de tea para colocar la campana de la hermita del Rosario»64, así como del jornal del carpintero. Una fotografía fechada en las primeras décadas del siglo xx recoge la existencia de una estructura adintelada de madera que quizá pueda corresponder con la fabricada en aquella época (fig. 3). En la imagen se observan dos campanas de diferentes tamaños, colocadas en el citado armazón, instrumentos de los que desconocemos su procedencia y paradero, ya que al efectuarse la reforma del edificio entre 1964 y 196965 se eliminó la improvisada espadaña y se retiraron definitivamente. 87 Santo Domingo en Soriano REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 73-100 88 Figura 4. Campana de la ermita de Nuestra Señora de Belén, 1787, Casa del Buen Retiro, Güímar. Durante décadas permaneció sin un instrumento con el que convocar a la comunidad, aun habiendo ascendido a parroquia desde febrero de 1961. Para volver a contar con una nueva campana tendría que esperar a 2005, año en que Javier Eloy Campos Torres, hermano mayor de la restablecida hermandad de Nuestra Señora del Rosario, encargaba un bronce a la empresa Caresa Campanas, con sede en Valladolid. Dedicada a la Virgen del Rosario, la campana pende desde su bendición, en ese mismo año, de un campanil exento que al efecto se instaló en el parterre más próximo a la puerta del templo. Ermita de Nuestra Señora de Belén La ermita de Nuestra Señora de Belén, localizada en la Casa del Buen Retiro, en el núcleo de Chacaica, conserva la campana más antigua del municipio (fig. 4). Se trata de una fundición de 1787 que guarda una estrecha relación formal con uno de los bronces del real santuario del Santísimo Cristo de La Laguna fundido en la ciudad de Sevilla el mismo año66. Al igual que aquel, posee una cruz formada por 66 Regalado Díaz, Antonio Francisco: «El caminar de un pueblo al ritmo de sus campanas», Semana Santa La Laguna. La Laguna: Ayuntamiento de San Cristóbal de La Laguna, 2003, s/p. cinco rombos que contienen estrellas de ocho puntas en su interior, bajo la que se puede leer la inscripción: «año de 1787». En el reverso, luce el escudo coronado de Castilla y León, circundado por el toisón. Desconocemos, no obstante, si este instrumento fue el primero con el que contó la ermita fundada en 1764 por José Delgado Trinidad y Díaz. Desde su hechura, eso sí, convocaría a las cuatro misas anuales que su patrono había asumido como obligación y que dejó en herencia como limosna67. Ermita de Nuestra Señora de El Socorro Hoy penden del campanario de la ermita dos campanas. Una de ellas, no posee ninguna inscripción ni elementos decorativos. La segunda, fundida en 1875, ofrece un rico repertorio ornamental en su tercio, compuesto por una cortina recortada en ondas con flecos, adornada con flores que se alternan en el interior de una cenefa de rombos y en una cinta de flores. En sus asas presenta dos mascarones representativos de la escuela de fundidores catalanes del último tercio del siglo xix. El pago de estas misas se suspendió durante treinta y cuatro años por parte de los herederos en el siglo xix. Ello llevó al obispo Folgueras y Sión a exigir a María de la Concepción Moriarti y Trinidad, propietaria de la ermita, que cumpliese con lo dispuesto por sus antecesores, ya que había ocasionado el «perjuicio de los finados, en cuyo favor se dicen». En APSPG, Documentos varios sobre las ermitas de Belén y de El Escobonal, 2-iii-1839, s.f. 68 APSPG, cuentas de fábrica: 1804-1813, f. 2 v. 69 Rodríguez Delgado: ob. cit., p. 34. 70 APSPG, inventario de la ermita de Nuestra Señora de El Socorro, ¿1880?, s.f. 71 Beyro, Santiago: «Recuerdos de Ogaño. Las fiestas en Güímar el 7 y 8 de septiembre de 1888», Artículos y noticias publicadas entre 1890 y 1936 [Noticias recopiladas por José Manuel Rodríguez Acevedo]. [Güímar]: Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Güímar. 67 REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 73-100 Y la ermita espera a su titular, blanquita como una paloma, llena de flores y limpia como una patena. Repica alegremente su campana y la playa de Chimissay, de santos recuerdos, iluminada por un sol espléndido y bañada por un mar azul parece que sonríe...71. 89 Las primeras referencias sobre las campanas de la ermita de Nuestra Señora de El Socorro nos llegan en fecha muy tardía. Las cuentas de la fábrica parroquial de San Pedro recogen para el periodo 1804-1813 un pago «por 4 reales de traer la campana del Socorro»68 a la iglesia en el momento en que la ermita fue utilizada como lazareto durante la epidemia de fiebre amarilla69. De esta información se desprende que tuvo que contar con un único instrumento, como también refleja un inventario de la ermita realizado en torno a 1880, en el que se indica la existencia de «una campana de regulares dimensiones»70. De igual forma quedaba patente en la crónica sobre las fiestas de El Socorro de 1888, redactada por el sacerdote Santiago Beyro y publicada en el Diario de Tenerife: Como advierte la marca de fábrica, fue realizada por la fundición de Josep Calbetó en Barcelona. REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 73-100 90 Ermita de San Pedro Abajo El núcleo de San Pedro Abajo, en su particularidad de ostentar dos capillas en honor del santo patrón del municipio, también presume de tener una de las campanas más interesantes en relación con su procedencia. Según recoge la tradición oral, desde la construcción de la capilla en 1961, se colocó en su torre la pequeña esquila que perteneció al vapor británico S.S. Durban. Se trata del carguero que naufragó en la mañana del 11 de junio de 1893 en las costas de Güímar, entre los núcleos de El Puertito y El Socorro. Procedente de la ciudad sudafricana de Durban, el barco se dirigía al puerto de Southampton transportando lanas y pieles72. La tripulación salió ilesa del accidente y fue repatriada en el vapor Kaikoura cuatro días más tarde73. Mientras, la mercancía fue recogida por los buques Pérez Galdós, Apóstol y Viera y Clavijo hacia el puerto de Santa Cruz de Tenerife, donde se subastaron en la casa Hamilton y C.A. ante el notario Rafael Calzadilla el sábado 30 de septiembre74. A través de la tradición oral se recuerda que, una vez efectuados esos trabajos, fueron muchos los vecinos que se aproximaron a la zona para recuperar objetos del barco que pudiesen vender o darles utilidad doméstica. Entre ellos se encontraba la pequeña campana, un bronce de 22,1 cm de diámetro inferior y 17 cm de alto que no posee ninguna inscripción y que como única decoración muestra una faja que la circunda en el medio-pie. Desde diciembre de 2012 le acompaña una nueva campana de mayores dimensiones que fue donada a la ermita de San Pedro Abajo por José Delgado y Francisco Gómez (fig. 5). Se trata de un encargo a la fundición burgalesa de Antonio Cano, cuya bendición se efectuó en enero de 2013 con el nombre de «MaryPaz». Posee una cruz en el medio y una cenefa circular de triángulos invertidos que contienen motivos vegetales en su interior. Aparte de la inscripción del nombre, aparece también el de los donantes, el nombre de la capilla y del fundidor, así como el año de su hechura. 72 Diario de Tenerife, 12/06/1893, p. 2; «El vapor S.S. Durban embarrancó en las costas de Güímar en junio de 1893», El Cañizo, n.º 67, (2007), pp. 1 y 15. 73 El Liberal de Tenerife, 15/06/1893, p. 2. 74 Diario de Tenerife, 26/09/1893, p. 3. Ermita de San Pedro Arriba También perteneció a un barco la campana de la capilla del núcleo de San Pedro Arriba. En este caso se trataba de un buque con pabellón ruso, como indica la inscripción en cirílico que presenta en su superficie, en la que puede leerse el apellido del fundidor y el año de su hechura: Gabashvili, 1979 (fig. 6). Fue adquirida a un latonero de La Laguna en 1996 por la cantidad de cuarenta mil pesetas y se bendijo el 25 de febrero del mismo año, festividad de la Cátedra de San Pedro, presidiendo la celebración el sacerdote Antonio Jesús de León Cáceres. Como particularidad, la campana no pende de una torre o espadaña, sino que lo hace desde la rama del plátano de Indias que se halla a los pies de la capilla. No obstante, este no es el único caso que se da en la isla, pues también se puede localizar otro árbol-campanario en el núcleo de Las Vegas de Granadilla de Abona, donde desde el siglo xix permanece la campana de la ermita de Nuestra Señora de la Esperanza en lo alto del pino que la cobija75. 75 Se trata de la campana que sustituye a la donada por Agustín Guimerá i Ramón en 1824, que perteneció a un barco de su propiedad. Ver García Rojas, Eduardo: «Rincones de Tenerife: Las Vegas», <http://www.loquepasaentenerife.com/ocioycultura/25-06-2009/rinconesdetenerifelasvegas>, [consultada: 15/05/2013]. 91 Figura 6. Campana de San Pedro Arriba, 1979, ermita de San Pedro Arriba, Güímar. REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 73-100 Figura 5. Campana MaryPaz, A. Cano, 2012, ermita de San Pedro Abajo, Güímar. Ermita de San Juan Bautista En el núcleo fundacional del municipio, la torre de la ermita de San Juan Bautista posee un único instrumento. Se trata de una campana fundida posiblemente en 1928, de la que no conocemos ningún otro dato de su hechura. Carece de inscripciones y de elementos decorativos y, como se resaltará más adelante, es conocida por los repiques que con ella se ejecutan durante las fiestas de San Juan Bautista y San Sebastián. REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 73-100 92 Nuestra Señora de La Peña de La Hoya Según la tradición oral, la campana de la ermita de San Juan llegó a Güímar junto a la del barrio de La Hoya. Esa tradición queda contrastada en las semejanzas que presentan ambos metales, con la diferencia de que la campana de la ermita de Nuestra Señora de La Peña tiene inscrito en el tercio el año de su fundición: «1928». Con ella también se ejecutan importantes repiques durante las fiestas de octubre, fama que ha quedado reflejada en una de las ocho vidrieras colocadas en la ermita en marzo de 2013 que se encuentra dedicada a la campana antigua y al tambor como elementos que simbolizan la voz de Dios y la llamada del hombre al culto cristiano. Esta campana estuvo en la capilla antigua del barrio hasta la finalización de la nueva ermita en 197876. Su antiguo espacio lo ocupa desde 2003 un nuevo bronce encargado a la fundición valenciana de Salvador Manclús dedicado a La Peña, como reza la inscripción de su tercio. Además, posee una cruz en el medio y una cenefa de triángulos invertidos con motivos vegetales en su interior que bordea su tercio. En el medio, también recoge en otra inscripción su donación y fecha de bendición: «Donada a Nuestra Señora la Virgen de la Peña por los vecinos del barrio de La Hoya y otros Güímar 26-10-2003». San José de El Escobonal La primitiva ermita de San José de El Escobonal, situada en la zona de Cano, contó desde su fundación en 1755 con una campana. Dan constancia de ello los inventarios realizados por el visitador Domingo Fernández en 1765 y por Juan Delgado Baute en 178177. El primero indica en su relación que tenía «la dicha hermita una campana pequeña en su campanario»78. Rodríguez Delgado: ob. cit., p. 64. APSPG, Memoria de los ornamentos de la ermita del Señor San José de Agache, 09/12/1781, s.f. 78 Idem, Legajo: Limosnas y pagos de Agache a San Pedro Apóstol, f. 18 r. 76 77 Tras la construcción de la nueva ermita en el actual emplazamiento de El Escobonal, dedicada también al patriarca san José y bendecida en 1862, se trasladó una campana fechada en 1802 desde la antigua edificación. Es posible que este instrumento sea el que se observa en una fotografía anterior al 30 de marzo 194279, fecha en la que la ermita fue arrasada por un voraz incendio. El bronce, dedicado a Jesús y María, pudo salvarse y hoy se conserva en el baptisterio de la actual parroquia, inutilizada debido a una brecha que le recorre parte de la falda (fig. 7). Tras la reconstrucción del templo, se dotó a su nueva espadaña de una campana, fundida en 1958 y bendecida por el sacerdote Octavio Hernández García. En la actualidad, con la mecanización de los toques, esta campana se encarga de marcar las señales horarias. Completan el conjunto dos nuevos bronces adquiridos en el tiempo en que fue párroco de Agache el sacerdote José Agustín León Rodríguez. El primero, fundido en 1998, coincide con la fecha en la que se acometieron obras de mejoras 79 Rodríguez Delgado: ob. cit., p. 50. REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 73-100 93 Figura 7. Campana Jesús y María, 1802, iglesia de San José, El Escobonal, Güímar. en la iglesia. De su fundición se hizo cargo la empresa burgalesa de Antonio Cano y fue donada por cuestación popular80. Está dedicada a san José, cuya efigie centra la composición. En 2001, al mismo tiempo que fue donado el reloj por Isaías Pérez Díaz y Beryl Irene Foskett, a raíz de otra campaña popular81, se adquirió la campana dedicada a la Inmaculada Concepción. Del mismo modo que la de san José, esta campana también proviene de la fundición de Antonio Cano. REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 73-100 94 La Santa Cruz de Lomo de Mena Los diversos periodos constructivos experimentados por la antigua ermita y actual iglesia parroquial del núcleo agachero de Lomo de Mena han tenido su reflejo en sus campanas. La primera edificación con categoría de ermita con la que contó el pueblo, levantada en 1933, ya contaba con un bronce. Permaneció en su espadaña hasta 1946, fecha en la que se realizó una cuestación entre los vecinos para adquirir un nuevo instrumento por encontrarse deteriorado el anterior82. Este pequeño bronce se mantuvo en el campanario de la nueva iglesia, ubicándose en la parte central del techo. No posee inscripciones ni decoraciones, dificultando así su datación. En 1991, con la finalización de los trabajos de la nueva iglesia, se encargó una campana a la empresa Funca Fundiciones Canarias CB. La marca de fábrica, el año y un crucifijo son los elementos que se pueden observar en ella. Con la donación del reloj llegaron tres nuevas campanas a la iglesia, fundidas dos en 2003 y otra en 2004. Al primer año corresponden las dedicadas a la Santa Cruz de Cristo y a Nuestra Señora del Carmen. Como reflejan ambas, fueron donadas por los vecinos Ramón Rodríguez, Abelardo Rodríguez y Tulgencio Castro. La campana de 2004 posee un crucifijo y está dedicada a El Calvario, San Juan y Nuestra Señora de los Dolores, recogiendo así a las principales advocaciones del templo. Todas fueron realizadas por la empresa vallisoletana Caresa Campanas. San Antonio de Padua de La Medida La antigua ermita de San Antonio de Padua de La Medida, bendecida en 1953, contó con una campana en su torre que sigue colocada en lo alto del templo. No posee elementos decorativos ni inscripciones y, como particularidad, es de tipo Idem, p. 52. Ibidem, p. 52. 82 Rodríguez Delgado: ob. cit., p. 81; Rodríguez Delgado, Octavio: «La bendición de la antigua ermita de la Santa Cruz en Lomo de Mena y su primera fiesta (1932)», Las 4 esquinas, 2009. Consultado en http://chimajero.wordpress.com/2009/06/10/la-bendicion-de-la-antigua-ermitade-la-santa-cruz-en-lomo-de-mena-y-su-primera-fiesta-1932/ [13/08/2015]. 80 81 romano, es decir, su cuerpo ofrece un perfil ampuloso, rectilíneo, con hombro ancho, sin describir la particular falda que caracteriza a las campanas de perfil esquilonado83. Siendo ya parroquia desde 1967, la iglesia recibió en donación una nueva campana en 1999, en la que figura el nombre de su donante, aunque la imposibilidad de acceder a la torre y su ubicación en ella imposibilitó su lectura. Tras las obras de ampliación del templo, finalizadas en 2002, el empresario Modesto Díaz González y familia costearon los trabajos de la nueva torre, adquiriendo para ella el reloj y dos nuevas campanas84. Estos nuevos bronces fueron encargados a la fundición de Antonio Cano, en Burgos, en 2003 y están dedicados a Nuestra Señora del Carmen y a san Antonio. En la primera, figuran como donantes Irene Victoria Expósito e hijos, mientras que en la segunda lo hace Modesto Díaz. Ambas campanas poseen una cruz en el medio y una cenefa vegetal en su tercio. Nuestra Señora del Rosario de Fátima Nuestra Señora del Pilar de Guaza La ermita del barrio de Guaza, dedicada a Nuestra Señora del Pilar, posee una campana costeada por los vecinos en 1987. Según fuentes orales se trata de un bronce alemán. En él se halla la imagen del Sagrado Corazón de María y puede leerse la inscripción «Güímar/ Tenerife». Alonso Ponga y Sánchez del Barrio: ob. cit., p. 52. Rodríguez Delgado, Octavio: El Arciprestazgo de Güímar. Origen y evolución de las distintas parroquias y memoria de sus párrocos. Tenerife: Parroquias del Arciprestazgo de Güímar; Ayuntamientos de Candelaria, Arafo, Güímar, Fasnia y Arico, 2007, p. 76. 85 Rodríguez Delgado: ob. cit., p. 70. 83 84 REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 73-100 95 La campana que pende de la espadaña de la parroquia del barrio de Fátima fue adquirida en 1964, al concluir los trabajos de su fábrica85. Bendecida por su primer párroco, el sacerdote Prudencio Redondo Camarero, está dedicada a la Virgen, como se observa en el anagrama coronado de María que se encuentra sobre una nube que contiene una media luna. Junto a una cruz flanqueada de rayos, se observa una rosa, elementos decorativos empleados en las fundiciones de la empresa valenciana Roses Adzaneta. Además, posee una doble cenefa de flores en el tercio y otra de triángulos invertidos con ornamentación vegetal en su interior. Santiago Apóstol de El Puertito de Güímar La iglesia de Santiago Apóstol, en El Puertito de Güímar, contó desde su bendición y apertura al culto, en 1953, con una campana, donada posiblemente por Edelmira Pérez Campos, principal promotora del templo. Desconocemos el paradero actual del instrumento, que fue sustituido por uno nuevo en 1996 al encontrarse el antiguo en mal estado. Originalmente estuvo colocada en una pequeña espadaña situada en el flanco norte de la fachada. Niceto Albertos lideró la iniciativa popular para la adquisición de la nueva campana, encargando su hechura a la empresa santanderina Hermanos Portilla Campaneros. Para su colocación se decidió suprimir la primitiva espadaña y modificar el aspecto del remate de la fachada. Se retiró la cruz y se erigió una nueva espadaña sobre la que se colocó esta, centrando desde entonces la composición de la fachada86. No posee elementos decorativos y como única inscripción ofrece el año de su fundición, 1996, y la marca de fábrica. REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 73-100 96 Sitio histórico de Chinguaro En la antigua ermita erigida en el Sitio Histórico de Chinguaro, sabemos que al menos hubo una campana, como testifican las fotografías conservadas. A este desaparecido templo perteneció el bronce que en la actualidad se halla en la capilla del cementerio de Güímar. Desde la rehabilitación y reapertura al culto de este importante espacio en 2007, su nueva ermita fue dotada de un nuevo metal encargado a la fundición de los Hermanos Portilla, en Santander, que, desgraciadamente, fue sustraída y troceada en junio de 2015. Dedicada a Chaxiraxi, esta campana poseía una cruz en el medio y una cenefa de triángulos con motivos vegetales en su interior, en su tercio (fig. 8). Monasterio de El Socorro En el monasterio de Nuestra Señora de El Socorro, son las campanas las únicas que rompen el silencio que marca la vida de los monjes del Instituto del Verbo Encarnado. Desde su bendición en el año 2000, no han dejado de realizar las convocatorias del rezo de las horas y el de las principales celebraciones de la comunidad. En su torre se encuentran dos campanas procedentes de sendas iglesias en las que se hallaban en desuso, aunque solo existe la seguridad del origen de una de ellas87. Se trata de la campana dedicada a Santiago apóstol, traída desde la iglesia de Agradezco este dato a don Juan y a su esposa doña Nela. Debo esta información al recordado sacerdote don Vicente Jorge Dorta. 86 87 Otros templos Otras ermitas, iglesias y capillas del municipio poseen también campanas de diversa procedencia. En el barrio de San Francisco Javier, su capilla muestra un bronce adquirido por un vecino a un latonero, que, según se cree procedía de un barco ruso. Sin embargo, al contrario de lo que sucedía con el caso de la campana de San Pedro Arriba, no posee ninguna inscripción ni decoración que pueda testificarlo. Regalado Díaz: ob. cit., s/p. 88 REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 73-100 Santo Domingo de La Laguna88, que fue fundida en 1912 por la empresa palentina de Moisés Díez. Posee tres cenefas en el tercio: una de hojas de acanto, otra con motivos vegetales y una última compuesta por guirnaldas con atributos eucarísticos. Además de la marca de fábrica y el nombre del apóstol, posee un medallón con la imagen de María Auxiliadora. Junto a estas campanas, el monasterio adquirió en el año 2000 dos nuevos instrumentos, encargados a la empresa palentina Campanas Quintana, con sede en Saldaña. Dedicadas a la Virgen en sus advocaciones de El Socorro y El Carmen, ambas poseen una cruz y cenefas decorativas con motivos vegetales. 97 Figura 8. Campana Chaxiraxi, Hermanos Portilla, 2007, Sitio Histórico de Chinguaro, Güímar. REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 73-100 98 Figura 9. Campana del cementerio municipal Fernando Villanueva Sáenz, capilla del cementerio, Güímar. No sucede así en el caso del metal de la iglesia de Nuestra Señora de Agache y San Carlos Borromeo de El Tablado. Su campana procede también de un buque ruso, como acredita su inscripción en cirílico en la que se lee el nombre de su fundidor y el año de su hechura, 1978. Fue donada a la ermita por Juana Campos y, desde 2007 aguarda ser colocada en el nuevo edificio. Ambas campanas se localizan en la capilla de la urbanización Afonso Carrillo, donadas en 2013 por Carmen Cabrera, y en la ermita de Santa Lucía en el núcleo costero de Los Barrancos. En la última década se dotó con una campana a la espadaña de la capilla del cementerio municipal. Se trata del antiguo instrumento que pendía de la torre de la antigua ermita de Chinguaro como ya adelantábamos. Es un bronce realizado por la fundición de Fernando Villanueva Sáenz, con sede en el término extremeño de Villanueva de la Serena (fig. 9). Fuentes orales aseguran que su encargo para esta ermita se encuentra relacionado con la celebración del año mariano de 1954, fecha en la que debemos situar su hechura. En el lado contrario a la marca de fábrica, el instrumento muestra la imagen de un crucificado, respondiendo a la simplicidad ornamental de la citada fundición. LOS REPIQUES DE GÜÍMAR Las campanas, en su condición de instrumentos de comunicación, han generado un rico e interesante repertorio sonoro que, en muchas poblaciones, se ha constituido en verdaderos signos de identidad. Sin duda, entre todos los toques posibles que se interpretan con estos instrumentos, los repiques festivos cobran especial Izquierdo Guzmán, Laura: El lenguaje de las campanas. Santa Cruz de Tenerife: Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife, 2000, p. 43; Chinea Cáceres, José Lorenzo: «Los repiques de campanas de la familia Elías en Güímar», xv Simposio sobre Centros Históricos y Patrimonio Cultural de Canarias. Las Palmas de Gran Canaria: Fundación Canaria Mapfre Guanarteme, 2012, p. 64. 90 Chinea Cáceres: ob. cit., p. 64. 89 99 REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 73-100 relevancia al constituirse en distintivos de celebraciones, parroquias o localidades. Y es que estos toques de júbilo suelen tener particularidades rítmicas —a veces de gran complejidad—, que los diferencian entre sí y pasan a formar parte activa de tradiciones arraigadas, siendo los únicos que se siguen ejecutando manualmente. Es importante incidir en que la progresiva electrificación de los campanarios y la mecanización de sus toques han ocasionado en las últimas décadas su consecuente desaparición. Incluso, en casos determinados, los toques programados han contribuido a la pérdida de los repiques manuales, como ya ha sucedido en varias iglesias canarias, como la de El Salvador de Santa Cruz de La Palma. En muchas localidades de la geografía isleña, aún perduran en el recuerdo los nombres de repicadores que anunciaban con sus toques las diferentes fiestas, pero en muy pocos lugares se da el caso de su pervivencia y coexistencia con la mecanización de las torres y espadañas, como sí sucede en el municipio de Güímar. Y es que por medio de los repiques festivos, Güímar conserva, felizmente, un importante patrimonio musical. Se trata de breves piezas rítmicas que recogen coplas populares que, en ciertos casos, únicamente perviven a través de los toques de campana. Son varias las fiestas y los núcleos poblacionales del municipio en los que sus días mayores no podrían entenderse sin los tradicionales repiques: las fiestas de San Pedro Apóstol y la Virgen de El Socorro, la celebración de la Virgen de La Peña en el barrio de La Hoya y las fiestas de San Sebastián y San Juan Bautista en el núcleo de San Juan. Los repiques de las fiestas de San Pedro Apóstol, la Virgen de El Socorro y los de Nuestra Señora de la Peña son ejecutados, al menos desde hace más de setenta años, por miembros de la familia Elías. Rubén Elías Pérez mantiene viva la tradición que heredó de su tío y su hermano y que él ha sabido traspasar a sus hijos y sobrinos. El primer día de los meses de junio, septiembre y octubre, en los que transcurren las respectivas celebraciones de los antedichos patronos, los campaneros efectúan los primeros repiques anunciadores entre las 21:00 y las 21:30 horas. Desde la torre de la iglesia matriz se vuelve a repicar una semana antes al 29 de junio todas las noches en el mismo horario, así como sucesivamente hasta el día 6 de septiembre en el caso de las fiestas de la Virgen de El Socorro. Un caso similar se da en el barrio de La Hoya en el mes de octubre, donde se repica la semana previa a la celebración de la fiesta. En cada sesión de repiques, los tocadores ejecutan tres toques diferentes, constituidos por ritmos de la tradición folklórica popular. Memorizan letras de coplas que van cantando mentalmente como recurso mnemotécnico que les ayuda a reiterar los toques con precisión, sin perder el tiempo marcado en su inicio89. Además, emplean un tambor que realiza de forma simultánea los ritmos de cada pieza. Cada uno de los repiques efectuados se acompaña con cohetes o «voladores», cuyo número marca la duración de los toques90. REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 73-100 100 Sobre la presencia del tambor en los repiques es preciso señalar que, aunque se ha perdido en la mayoría de las iglesias, fue frecuente encontrarlos relacionados con las torres y las campanas. Además de Güímar, hoy se siguen ejecutando toques de campanas y tambor en las iglesias de Nuestra Señora de la Candelaria en Tijarafe y en el convento de Santa Clara de Asís de La Laguna, donde guardan la tradición del toque de la «tambora» en el día de su patrona91. Aunque desconocemos las particularidades de cada uno de estos casos, quizá puedan encontrar relación con los toques de caja efectuados desde las torres en casos de alarma durante el Antiguo Régimen. Así, por ejemplo, quedó testificado en las crónicas del regidor Anchieta y Alarcón, en momentos en los que se hacían sonar junto a las campanas para ahuyentar con su sonido las plagas, especialmente las de cigarrones92. El repertorio de toques que ejecuta la familia Elías está compuesto por diez repiques que hemos dividido entre repiques narrativos y repiques no narrativos atendiendo al sentido de las letras empleadas como recurso mnemotécnico93. Así, entre los primeros se encuentran los toques ¡Quinto levanta!, Tin, tin, la niña bonita, Tú, que no me lavas ni me planchas, El descanso, Ahí vienen los seres y Vírate pa’ca’ cha María, y, entre los segundos, Que vira Pepe, El Redoblado, Los tres golpes y Gerús tan tan. En el caso del núcleo de San Juan, la dinámica de los toques es prácticamente similar: se realiza un toque en la noche del primer día de los meses de enero y junio en los que se celebran las fiestas de San Sebastián y San Juan Bautista respectivamente; una semana antes de la festividad se retoman durante todas las noches hasta la víspera; y son acompañados por tambor y cohetes. Pero además, durante la semana previa a las fiestas, no solo se repica por la noche, sino que también se hace en horario de madrugada, interpretando el célebre toque Levanta, levanta. El repertorio que ejecutan los tocadores de San Juan posee variantes en los nombres y en las letras memorizadas, en algunos casos mínimas pero que sirven para que se produzcan perceptibles cambios rítmicos entre estos y los de la familia Elías. Atendiendo a la misma clasificación empleada para los otros repiques, entre los toques narrativos se hallan Tin, tin, la niña bonita, Ahí vienen los seres, Vírate pa’ca’ cha María, Levanta, levanta, Tú, que no me lavas ni me planchas y Señor San Juan mientras que entre los no narrativos están El descanso, Corrido, Golpeado, El taga lan de antes, El Gerús tan tan de la plaza y El tajaraste 94. Recibido: 8-1-2016 Aceptado: 17-3-2016 Izquierdo Guzmán: ob. cit., p. 43. Anchieta y Alarcón: ob. cit., p. 193. 93 Chinea Cáceres: ob. cit., p. 65. 94 Remedios Acosta, Francisco: «Nota histórica y periodística sobre los repiques», Programa de las fiestas de San Juan 2008. La Laguna: Asociación de Vecinos El Cañizo, Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Güímar, 2008, pp. 14-15. 91 92 PROCESO HISTÓRICO DE FIRGAS (GRAN CANARIA): TERRITORIO Y ARQUITECTURA, SIGLOS XV-XX Juan Sebastián López García Universidad de Las Palmas de Gran Canaria Resumen Después de la conquista de Gran Canaria (1483) se produce una nueva organización del territorio insular, donde los repartimientos de tierras y la introducción del cultivo de la caña de azúcar fueron fundamentales. Firgas posee en el siglo xvi un importante ingenio azucarero, propiedad de Tomás Rodríguez de Palenzuela, quien también funda la ermita de San Juan de Ortega. En el siglo xvii se construye el convento dominico, dentro de la jurisdicción eclesiástica de San Juan de Arucas, a la cual perteneció Firgas hasta el siglo xix. Otros cambios importantes en el territorio son la creación del municipio en 1835 y la erección de la parroquia de San Roque en 1844. En su proceso histórico, Firgas ha tenido la siguiente secuencia: núcleo azucarero de escaso desarrollo, núcleo conventual no parroquial, cabecera municipal no parroquial y cabecera municipal y parroquial. Palabras clave: núcleo azucarero, convento dominico, territorio insular, Firgas, Gran Canaria. «The historical process of Firgas (Gran Canaria): territory and architecture between the fifteenth and the twentieth centuries». After the conquest of Gran Canaria (1483) a new organization of the territory of the island takes place, in which the distribution of land amongst the conquerors and the introduction of sugarcane cultivation were fundamental. Firgas was in the fifteenth century the location of an important sugar mill («ingenio azucarero») owned by Tomás Rodriguez de Palenzuela, who also founded the chapel of San Juan de Ortega. The Dominican convent was built in the seventeenth century, within the ecclesiastical jurisdiction of San Juan de Arucas to which Firgas belonged until the nineteenth century. The creation of the municipality and the building of the parish of San Roque in 1844 were other important changes in the territory. Thus Firgas went through a historical sequence with the following stages: it starts as a sugar producing centre with scarce development, then becomes a convent centre without a parish and finally gets to the stage of municipality head, first without and later with a parish of its own. Keywords: sugar producing centre, dominican convent, island territory, Firgas, Gran Canaria. Revista de Historia Canaria, 198; abril 2016, pp. 101-120; ISSN: 0213-9472 REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 101-120 101 Abstract INTRODUCCIÓN En el presente texto se ofrecen en ocho apartados, de forma sintética y divulgativa, los aspectos más destacados de la historia de Firgas, desde el siglo xv hasta el siglo xx. En este proceso, la localidad conforma su identidad territorial en el marco insular de Gran Canaria, a partir de una serie de instituciones que, con sus hitos arquitectónicos, fueron estructurando lo que actualmente es el municipio y vertebrando el núcleo de la villa de Firgas1. REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 101-120 102 1. UN PRIMER NOMBRE: AFURGAD Afurgad es el primer topónimo que se conoce para el actual municipio de Firgas, el cual plantea el problema de la relación entre el primigenio y el actual2. Este nombre es recogido por Bernáldez y luego en el siglo xix por Berthelot y Chil, afirmando D.J. Wölfel que se transmitió «desde muy pronto en una forma sonora bastante desviada: Firgas», manera en la que se documenta en el Archivo de Simancas (Registro del Sello), y seguirá siendo referenciado por autores de diferentes épocas (Torriani, Sosa, Castillo, López de Ulloa, Berthelot, etc.), no faltando la variante Filgas3. Wölfel no aclara el significado de Afurgad, centrándose en explicar su evolución hasta derivar en Firgas, donde no descarta algún cambio gráfico4. Sin embargo, en Tenerife está Afur, cuya traducción del bereber se ha relacionado con «pradera, lugar cubierto por la vegetación», lo que no deja de tener alguna relación con la fisonomía de Firgas y su ubicación en la antigua selva de Doramas, en el guanartemato de Agáldar5. 1 Este trabajo tiene sus antecedentes en dos conferencias impartidas en la villa de Firgas: la primera el 17 de agosto de 1981 (Liceo de Firgas, fiestas de San Roque) y la segunda el 11 de diciembre de 2014 (Casa de la Cultura, Firgas, homenaje a Manuel Perdomo Cerpa, cronista oficial de la villa). Vid. López García, Juan Sebastián (1982): «Afurgad. Notas históricas de Firgas», en Aguayro, número 139, enero-febrero, pp. 7-10 (primera parte) y número 140, marzo-abril, pp. 8-10 (segunda parte), Caja Insular de Ahorros, Las Palmas de Gran Canaria. López García, Juan Sebastián (2015): «Afurgad: ocho apuntes sobre la historia de Firgas (Gran Canaria)», Crónicas de Canarias. Oralidad y Tertulia. Farmacias. Memoralistas. Homenaje a Manuel Perdomo Cerpa, núm. 11 (2015), Junta de Cronistas de Canarias, Las Palmas de Gran Canaria, pp.149-162. 2 Wölfel, Dominik Josef (1965): Monumenta Linguae Canariae, Graz, Austria, pp. 731-732. 3 Wölfel, 1965, ib. 4 Pérez Pérez, Buenaventura (1981): Topónimos tinerfeños, Hallein, Austria, p. 26. 5 Cubillo Ferreira, Antonio (1980): Nuevo análisis de algunas palabras guanches, Col. Guanche, Las Palmas, p. 31. Lámina 1. Municipio de Firgas, vista aérea (fotografía JSLG, años ochenta, siglo xx). Esta zona de las medianías, de ricas tierras y aguas, fue ocupada desde los primeros asentamientos castellanos en el norte de Gran Canaria, después de la conquista. En este sentido, se otorgaron allí tempranos repartimientos, en lo que sería la jurisdicción de Arucas hasta el siglo xix. A los anónimos pobladores primigenios de Afurgad, anteriores a 1483, súbditos del guanarteme galdárico, se suceden repobladores entre los cuales destaca Tomás Rodríguez de Palenzuela por su papel de liderazgo en la reorganización económica de la zona. Este burgalés obtiene tierras en Firgas, al igual que su hermano Alonso las recibió en el sur grancanario, concedidas por el gobernador Torres en 1493. En virtud de esa concesión, pago a su aportación a la conquista, comienza la explotación agrícola e industrial de la zona, con la construcción de un ingenio azucarero, en el cual levantó la ermita dedicada a san Juan de Ortega, acciones que suponen el origen de la actual villa de Firgas6. Tomás de Palenzuela realizó varias adquisiciones; en una realizada en 1504, es calificado de «mercader y vecino de Sevilla», año que compra «todas las tierras calmas pertenecientes a Francisco de Sevilla en el río de Fyrgas, qu’es en la Ysla de la Gran Canaria y el fueron dadas en pago de ciertos sueldos que ganó el dicho Francisco de Sevilla en servicio de sus Altezas, en la conquista de la Gran Canaria»7. En 1505 aparece referido como «mercader, vecino de Sevilla en la 6 Rosales Quevedo, Teodoro (1977): Historia de la Heredad de Arucas y Firgas, Ayuntamiento de Arucas, p. 5. 7 Morales Padrón, Francisco (1961): «Canarias en el Archivo de Protocolos de Sevilla», Anuario de Estudios Atlánticos, Patronato de la Casa de Colón, Madrid-Las Palmas, núm. 7, p. 318. REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 101-120 103 2. COLONIZACIÓN. REPARTIMIENTO E INGENIO REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 101-120 104 collación de Santa María», pagando 8.300 maravedís «a cumplimiento de pago de todos los maravedís que le debía [a Jorge de Zorita, cantero, vecino de Sevilla] según albalá firmado en su nombre, de ciertas tierras que le vendió en Gran Canaria, en el valle de Fyrgas...»8. Como explica Francisco Morales Padrón: «Si a Riberol lo vemos amasando tierras en Gáldar, también a Tomás de Palenzuela lo hemos de encontrar adquiriendo más de una posesión. Es un mercader de Burgos, sito en Sevilla». Este autor considera que algunas de estas tierras «fueron de soldados en la conquista que, vueltos a su tierra de origen, se desprendían ahora de las tierras que como premio les dieron en el repartimiento»9. Esta familia siguió vinculada a la localidad; así, Gaspar, uno de los hijos del patriarca familiar, se casa con Beatriz de Mirabal y Bachicao, siendo padres de Hernando de Bachicao, que nacerá en Firgas10. Firgas se puede considerar un núcleo azucarero, en cuanto que su origen actual deriva de una hacienda/ingenio de caña. En este sentido, está relacionado con los demás asentamientos de la isla que tienen este origen y que se reseñan en distintas crónicas, como en el capítulo 22 de la Lacunense: «...y después creciendo el número de las cañas por toda la isla creció el de ingenios assi de agua como de caballos que se hicieron en muchas partes como se parece oy día, particularmente en Arucas y Firgas, y Barranco de Guadalupe. Hiço Alonso quatro ingenios Thomás de Palensuela, y en Tirajana, y en los Llanos de Sardina, y en Telde otros tres hiço Alonso Rodríguez de Palensuela su hermano a los quales ya su padre, y otros hermanos que murieron como caballeros conquistadores se las dieron en repartimiento en las dichas partes...»11. Los ingenios eran movidos principalmente por fuerza hidráulica, lo que los localiza sobre todo en lugares de abundantes caudales. A Palenzuela se le concedió el naciente de Las Madres de Firgas, construyendo la primitiva acequia que llevaba el agua hasta la actual villa, culminando más tarde en Arucas12. Otras personas también se vieron beneficiadas con datas en la localidad, como Fernando de Oreña, que recibió tierras y sus correspondiente aguas el 19 de septiembre de 1502, en pago Previamente, el 22 de julio de 1504, Francisco de Sevilla otorga el siguiente poder: «Copia del poder otorgado en la Muy Noble Villa de Carmona por Francisco Sevilla (vecino de Sevilla en la collación de San Martín) a Pedro Rodríguez de Carvajal, para reclamar y recibir las tierras que le pertenecen en la Ysla de Gran canaria; y, una vez recibidas, para venderlas a la persona que bien visto le fuere al mejor precio que pudiere». (ib., p. 316). 8 Morales Padrón: op. cit., p. 323. 9 Idem: op. cit., p. 248. 10 Datos genealógicos ofrecidos por Miguel Rodríguez Díaz de Quintana: Tomás Rodríguez de Palenzuela casó con Inés de la Peña y tuvieron seis hijos: María Ortega de Palenzuela (casada con Juan de Ariñez), Melchor, Hernando, Inés de la Peña, Úrsula de Palenzuela y Gaspar. Quintana Miranda, Pedro Marcelino (1979): Historia de Arucas, Ayuntamiento de Arucas, Arucas, p. 42. 11 Morales Padrón, Francisco (1978): Canarias: Crónicas de su Conquista, Las Palmas de Gran Canaria, pp. 165 y 226. La crónica Ovetense y López de Ulloa (1646) recogen estas noticias en términos parecidos. 12 Rosales Quevedo: op. cit., p.5. de los 17.415 maravedís que se debían por sus servicios en la conquista de la isla13; también estaban Vasco López, al levante de la Caldera de Firgas; Hernando de Bachicao, en la Caldera; Jorge de Zorita, Juan de Escalona, etc.14. Otros trapiches eran los de Martín de Adulza, López Sánchez de Palenzuela, etc.15. Otro personaje era Juan de Ariñez, cuyo ingenio posiblemente estaba en la zona conocida por El Pino16, quien en 1522 está en la tarea de realizar una acequia a través del Heredamiento de Firgas para canalizar hasta Arucas el agua del barranco de Aumastel, sin causar daños a la acequia real de Firgas17. Por estas fechas, también están relacionadas con el lugar otras personas, como Constanza Medina (viuda de Juan Salas), a quien el Cabildo el 14 de septiembre de 1526 cede sesenta fanegadas de secano en el barranco de Firgas, que se completan con otras cuarenta en las montañas del lugar, otorgadas el 2 de septiembre de 1545. García de Ossorio, regidor de la isla, adquirió tierras a Gaspar Rodríguez de Palenzuela, cuyo nombre Quintana Miranda: op. cit., p. 41. Caballero Mujica: op. cit., pp. 179-180. 15 Quintana Miranda: op. cit., p. 42. Lope Sánchez de Valenzuela fue gobernador de la isla en 1499, abusaba de su cargo, tomando tierras públicas para sí o favoreciendo a quienes le podían denunciar. 16 Quintana Miranda: ib. Estaba casado con María de Ortega Palenzuela, hija de Rodríguez de Palenzuela. 17 Camacho y Pérez Galdós, Guillermo (1961): «El cultivo de la caña de azúcar y la industria azucarera», Anuario de Estudios Atlánticos, núm. 7, Patronato de la Casa de Colón, Madrid-Las Palmas, pp. 25 y 26. Promete indemnizar con tres horas de agua a Inés de la Peña y María Ortega, su suegra y esposa, por daños que pudiera ocasionar. 13 14 REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 101-120 105 Lámina 2. Villa de Firgas (fotografía JSLG, años ochenta, siglo xx). ha quedado en el Pico de Osorio18. Alonso Báez aparece como «trabajador y vecino de Firgas» en 155219. Este movimiento se refleja en el aumento poblacional que tuvo el norte de la isla en las primeras décadas del siglo xvi, tal como se expresa en las sinodales del obispo Vázquez de Arce, que indican que después de la conquista la zona estaba prácticamente despoblada: «Primeramente fallamos que en esta Ysla de Canaria, al principio de la conquista della e algunos años después no había población en los términos de Moya ni de Arucas, que de doce años a esta parte se han poblado en esta isla de Canaria el lugar de Arucas e labrado e plantado en término cerca de dicho lugar muchas cañas e ingenios para moler, e que así en el dicho lugar como en los dichos Yngenios hay asaz número de gente que todo el año allí residen e pagan diezmos e primicias...», más adelante se citan los «ingenios de Firgas»20. REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 101-120 106 3. HEREDAD DE AGUAS DE ARUCAS Y FIRGAS. MAYORAZGO DE PEDRO CERÓN Por Real Cédula de 4 de febrero de 1480, expedida en Toledo por los Reyes Católicos, se facultaba a Pedro de Vera para el reparto de las tierras y aguas de Gran Canaria entre los que colaboraran en la conquista de la isla. Tras la contienda, el licenciado Ortiz de Zárate emprende la constitución de los heredamientos de riego, que tanto influyeron en el desarrollo de distintos lugares de la isla, dando lugar a la Heredad de Arucas y Firgas. Según Teodoro Rosales su origen está a principios del siglo xvi, momento de la conducción de las aguas desde Las Madres y Ariñez hasta Firgas y su posterior continuidad a Arucas21. La vinculación de Firgas con Arucas es muy estrecha, ya que constituían una misma jurisdicción. Muchos terratenientes poseían propiedades en ambos lugares, como sucedió con Tomás Rodríguez de Palenzuela. Lo mismo pasó con Pedro Cerón, quien por escritura de 10 de julio de 1572 instituyó el mayorazgo de Arucas, que se componía por tierras de su esposa Sofía de Santa Gadea y adquisiciones a otros propietarios o tierras públicas, que fueron incrementando en escrituras posteriores. Pedro Cerón fallece en 1577 con un patrimonio de ochocientas cincuenta fanegadas de tierra y doscientas cincuenta azadas de agua. De sus posesiones, doscientas sesenta y seis fanegadas estaban en Firgas, que estaban localizadas en las proximidades de Los Palmitos hasta Lomo de Tomás León y Cambalud, La Caldera, Los Barranquillos Quintana Miranda: op. cit., p. 60. Lobo Cabrera, Manuel (1980): Índices y extractos de los protocolos de Hernán González y de Luis Fernández, escribanos de Las Palmas (1550-1552), Cabildo de Gran Canaria, Las Palmas de Gran Canaria, pp. 74-75. 20 Rodríguez Moure, José (1915): Historia de la Parroquia Matriz de Ntra. Sra. de La Concepción de la M.N. y L. Ciudad de San Cristóbal de La Laguna de la Isla de Tenerife, La Laguna, pp. 280 y 290. 21 Rosales Quevedo: op. cit., pp. 3-4 y 7. 18 19 Lámina 3. Villa de Firgas, Molino (fotografía JSLG, febrero 2016). 4. SAN JUAN DE ORTEGA Y EL CURATO DE SAN JUAN DE ARUCAS Ingenio y ermita fueron posiblemente los dos rasgos primeros que dieron personalidad a Firgas después de la conquista. Ambos elementos estaban relacionados, ya que la ermita dedicada a san Juan de Ortega pertenecía a la hacienda y, por tanto, era de patronato particular de la familia Rodríguez de Palenzuela. El aumento poblacional que tuvo el norte en las primeras décadas del siglo xvi motivó que el obispado creara nuevas parroquias, ya que hasta ese momento existían tres en la isla y en la parte norte y occidental sólo la de Santiago en la entonces villa de Gáldar. En 1515, el obispo Vázquez de Arce erige dos nuevos curatos norteños: Nuestra Señora de la Candelaria en Moya y San Juan Bautista en Arucas. Como puede apreciarse, Firgas quedó en medio de ambas cabeceras parroquiales, pero fue adscrita a la feligresía aruquense. El texto de las sinodales dice al respecto: «E que a la Iglesia de Arucas acudan como parroquianos a misa e a rescebir los santos sacramentos los dos Yngenios allí cercanos de Lope de Sosa e Juan de Ariñez e Teno- 22 Caballero Mujica: op. cit., p. 93. Rosales Quevedo: op. cit., p.6. REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 101-120 107 de Rosales, etc. Estas tierras estaban dedicadas especialmente a la caña de azúcar, cereales (trigo), viñas, así como otros cultivos más generales22. REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 101-120 108 ya y los Yngenios de Firgas que son de Martín de Adulza e Thomas de Palenzuela, Lope Sánchez de Valenzuela y Nicolás Martel [...] e que cada e cuando menester sea, pueda cualquiera de los dhos. curas dezir una missa a su pueblo en cada uno de los dhos. lugares e que el día pueda decir e diga otra missa en los yngenios más cercanos a cada uno de los dhos. lugares donde más cómodamente aya capilla e altar para la decir, e la oigan los que estuvieses en el dho. Yngenio e los otros cercanos»23. El obispado no estuvo al margen de las circunstancias socioeconómicas y demográficas y actuó en consecuencia, motivo por el cual se produjo una remodelación del mapa eclesiástico grancanario. El documento deja muy clara la vinculación de Firgas a la parroquia sanjuanera de Arucas que acababa de ser creada, así que muchos datos de Firgas están incluidos en la misma, como sucede con los poblacionales: la jurisdicción tenía 80 vecinos (de 320 a 360 habitantes) en 1575-158524. A finales del siglo xvi los beneficios y curatos de la isla eran: Las Palmas, Telde, Gáldar, Arucas, Moya, Agaete, Guía, Agüimes, La Vega (Santa Brígida), Tirajana (San Bartolomé) y Teror25. Firgas tendrá que esperar hasta el siglo xix para obtener su propia jurisdicción parroquial. La ermita edificada en Firgas se dedicó a san Juan de Ortega y está entre las más antiguas de Gran Canaria. Esta fundación se vincula a la figura de Tomás Rodríguez de Palenzuela, quien la construye en las tierras que recibió del repartimiento. Al igual que la primera ermita de San Juan Bautista en Arucas (curato a partir de 1515), la firguense ya estaba edificada en 1506, cuando era obispo Diego de Muros (1496-1507)26. El santo escogido era burgalés, paisano de los Rodríguez de Palenzuela y de culto familiar, aunque es obvio que nunca llegó a gozar del aprecio devocional y arraigo popular de los firguenses, que cambiaron el patronazgo posteriormente a san Roque. Por el tipo de establecimiento ermita/hacienda azucarera, se puede relacionar con las de Nuestra Señora de las Nieves en Agaete, fundada por Antón Cerezo, o Santa María de Guía por Sancho de Vargas, ambas levantadas en la antigua jurisdicción de la villa de Santiago de los Caballeros de Gáldar, ermitas de origen familiar que luego tienen una gran transcendencia en la vida local. Es de suponer que la arquitectura de la ermita de San Juan de Ortega era sencilla, como sus coetáneas, ya que es una de las más antiguas del norte grancanario, especialmente de sus medianías. La capellanía de San Juan de Ortega se fundó el 14 de mayo de 1517, por Tomás Rodríguez de Palenzuela y su mujer, Inés de la Peña, por escritura ante el Sánchez Doncel, Gregorio (1978): «Don Fernando Vázquez de Arce, Prior de Osma y Obispo de Canarias», Anuario de Estudios Atlánticos, núm. 24, Patronato de la Casa de Colón, Madrid-Las Palmas, p. 282. Rodríguez Moure, 1915, p. 290. 24 Sánchez Herrero, José (1973-1976): «Aspectos de la organización eclesiástica y administración económica de la Diócesis de Canarias a finales del siglo xvi (1575-1585)», Revista de Historia Canaria, tomo xxxv, núm. 170, Universidad de La Laguna, La Laguna. 25 Viera y Clavijo, José (1978): Historia de Canarias, Cursa Editorial, Madrid, tomo ii, p. 313. 26 Quintana Miranda: op. cit., pp. 41-42. 23 bachiller Juan García. La pensión era de treinta arrobas de azúcar anuales, con cargo a celebrar una misa cada domingo a la Santísima Trinidad, los lunes en sufragio de las Almas del Purgatorio, los viernes por la Pasión de Cristo y los sábados en honor de la Virgen. Se nombró patrono de la capellanía a Gaspar Rodríguez de Palenzuela, hijo de los fundadores27. En 1552 era capellán el presbítero Juan Martínez Gago, el patriarca de la familia había fallecido y por deudas de sus nietos Tomás y Gaspar, el clérigo tomó posesión de unas casas en la ciudad de Las Palmas, en la calle de San Francisco28. La capellanía de Firgas estaba dotada de agua. En 1647 en reparto escrito de la Heredad de Arucas y Firgas, confeccionado por los alcaldes de aguas Antonio Trujillo y Gaspar de Ayala, en la octava azada le correspondían doce horas y media, que todavía se mantenían en 183129. A pesar de que Firgas tenía su propio capellán, la ermita estaba dentro de la jurisdicción de San Juan Bautista de Arucas; así, cuando en 1579 el obispo Cristóbal Vela realiza visita pastoral a esa villa, además de la sede parroquial se traslada a las ermitas de San Pedro Apóstol y San Juan de Ortega30. En 1582 realiza su visita pastoral el obispo Fernando de Rueda, célebre en la literartura canaria por la Comedia del Recibimiento que le dedicó Bartolomé Cairasco de Figueroa, prelado que aparte del templo del bautista, acudirá a las de San Sebastián, San Pedro Apóstol, San Andrés y San Juan de Ortega31. Quintana Miranda: op. cit., pp. 49-50. Lobo Cabrera: op. cit., p. 116. 29 Rosales Quevedo: op. cit., pp. 7, 8 y 24. 30 Caballero Mujica: op. cit., p. 208. 31 Idem: op. cit., p. 195. 27 28 REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 101-120 109 Lámina 4. Iglesia de San Roque, Firgas. Dibujo, siglo xix. REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 101-120 110 5. CONVENTO DOMINICO El principal rasgo de Firgas durante el siglo xvi fue el de su hacienda/ermita, la cual, en cierta manera, creó un punto de centralidad en un lugar de población escasa y dispersa. Al estar dotada de capellán y oficiarse misa con regularidad, era un lugar de concurrencia y punto común del vecindario, ya que aunque no hubiera plaza como tal, su entorno sería lo único parecido a un espacio público. Sin embargo, esta situación cambia en el siglo xvii, con la fundación de un convento de la orden dominica en la ermita de San Juan de Ortega. Gran Canaria no contó con demasiados conventos, si se compara con el número de los existentes en Tenerife, siendo llamativo los pocos que se ubicaron fuera de la capital, ya que sólo se levantaron los franciscanos de Gáldar y Telde y los dominicos de Agüimes y Firgas. La erección del convento de San Juan de Ortega, orden de Santo Domingo, se produjo con la intervención de fray Juan de Santa María el 18 de noviembre de 161332, siendo su fundador Juan Suárez de Palenzuela Figueroa, descendiente del fundador de la ermita dedicada al santo burgalés33. Fue el penúltimo convento fundado en el interior de Gran Canaria, aventajado en un siglo por el de Gáldar, al año siguiente que el de Telde (1612) y anterior a su homólogo de Agüimes (1661), siendo la característica más llamativa del firguense ser el único que no está ubicado en un núcleo parroquial. El obispo Cámara y Murga en sus sinodales (1629) dice de Firgas: «Adonde ay un convento de la Orden de Santo Domingo, de hasta tres religiosos». En la iglesia conventual oían misa y se enterraban muchos firguenses, aunque el obispo recordaba a los curas de San Juan Bautista de Arucas que cuidaran el que se bauticen y cumplan con la Iglesia, así como la asistencia a las festividades más señaladas en la parroquia aruquense34. La presencia del convento se convierte en referencia obligatoria en las reseñas sobre Firgas, de hecho es el rasgo que le singulariza. En las sinodales de Dávila y Cárdenas (1735) también se le cita: «Firgas donde había un convento dominico...». Su claustro lo componían en ese momento diez frailes y la iglesia de San Juan de Ortega funcionaba casi como una «ayuda de parroquia», ya que los monjes incluso decían misa en la ermita de San Pedro Apóstol de Arucas hasta 1719, año que dejaron de celebrar por desaparición de los ornamentos sagrados35. En este mismo sentido, algunos clérigos celebraban allí su primera misa, como hizo Pedro Acosta Ponce de León en 1776, hombre culto de su momento, vicerrector del Seminario Conciliar y beneficiado de Santiago de Gáldar36. El convento estuvo activo unos doscientos años, clausurándose con la desamortización de los bienes eclesiásticos en el siglo xix, aunque su iglesia no desaparece sino que se reconvertirá en sede de la parroquia de San Roque, siendo el Viera y Clavijo: op. cit., p. 356 Caballero Mujica: op. cit., p. 19. 34 Viera y Clavijo: op. cit., 356. 35 Caballero Mujica: op. cit., p. 226. 36 Idem: op. cit., p. 226. 32 33 Lámina 5. Firgas, Los Barranquillos (fotografía JSLG, años ochenta, siglo xx). 6. TRANSICIÓN: FINALES DEL XVI, XVII Y XVIII El siglo xvi supuso el reordenamiento de Firgas y su inclusión en la geografía de la isla. Aunque no se consolidó como un núcleo notable, sí que se constituyó como un asentamiento reconocido, especialmente por su hacienda azucarera y la ermita. A partir de mediados de esa centuria se detecta la crisis del negocio de la caña, que afectó al crecimiento de varios lugares con esta base económica, como es el caso de Agaete, y su consecuente paralización. Por el contrario, en Firgas, en la segunda década del siglo xvii se realiza la fundación del convento dominico de San Juan de Ortega, hecho destacado de esa centuria y la siguiente, que no tendrá equivalente en el norte de Gran Canaria, mientras en la zona sur se levantarán dos. A finales del siglo xvi, Leonardo Torriani localiza Firgas en su mapa de Gran Canaria, entre Moia, Terore y Texeda, lo que indica que es un topónimo conocido desde esa centuria y se toma como referencia en la isla37. Thomas Nichols, hacia Martín Rodríguez, Fernando Gabriel (1986): La primera imagen de Canarias. Los dibujos de Leonardo Torriani, Colegio Oficial de Arquitectos de Canarias, Santa Cruz de Tenerife, pp. 73-74. 37 REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 101-120 111 único caso en Canarias en que una iglesia conventual se convierta en la parroquial matriz de un municipio, pasando de convento a parroquia con cambio de nombre. 1583, dice que, aparte de la capital y «tres ciudades hermosas [...], tiene también doce molinos de azúcar llamados ingenios en que hacen grandes cantidades de azúcar excelente». Entre esos molinos sin nombre estarán los de Firgas38. Otras citas de los siglos xvii y xviii vienen de las fuentes eclesiásticas. En las sinodales episcopales de los obispos Murga (1629) y Dávila (1735) se resalta el convento de San Juan de Ortega como rasgo más importante de la localidad. En estas relaciones está dentro de la feligresía de San Juan Bautista de Arucas, en la de Dávila y Cárdenas, el lugar de Firgas contaba con 70 vecinos, mientras El Trapiche tenía 50, siendo la segunda y tercera población de la jurisdicción, tras la Villa de Arucas, con 391 vecinos39. REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 101-120 112 7. AYUNTAMIENTO DE FIRGAS Firgas quedó vinculada a Arucas desde que las sinodales de 1515 la incluyeron en la jurisdicción del curato de San Juan Bautista. Sin embargo, en muchos rasgos era evidente su diferenciación: localización en zona de medianías, ser lugar poblado distante, tener cierta autonomía religiosa gracias al convento de San Juan de Ortega, economía diferenciada, etc. Aunque posiblemente le incidió de forma negativa la vinculación de propietarios de tierras en Firgas con Arucas e incluso la presencia del convento pudo frenar la creación de una parroquia propia. Al amparo de las Cortes de Cádiz de 1812 y su Constitución, que contemplaba la desaparición del cabildo o concejo de la isla, posibilitando la creación de varios ayuntamientos en Gran Canaria, Firgas designa su corporación con la siguiente composición: un alcalde, seis regidores y un síndico-personero, al igual que la villa de Arucas (hoy ciudad). Esta circunstancia motivó un litigio entre ambas localidades, por los intereses económicos que estaban detrás. Uno de los puntos de fricción se produjo en la Heredad de Arucas y Firgas, ya que cada municipio nombró dos alcaldes de aguas, con jurisdicción en cada término, reivindicando Firgas que el reparto del caudal se hiciese allí por quedar en su demarcación la Caja de Agua. La Junta de la Heredad acuerda el 10 de enero de 1813 recurrir a la Audiencia denunciando que el municipio de Firgas era ilegal por no contar con los vecinos suficientes y no poseer ni parroquia, alegando que cuatro alcaldes de aguas no se habían contemplado nunca y que tanto las juntas como la Caja de Aguas se habían gestionado siempre desde Arucas. Los cambios en la política española motivaron la vuelta al ayuntamiento único en la isla y en 1820 a la división de Gran Canaria en municipios, aunque en esa ocasión no se constituyó el de Firgas, aunque sí el de Arucas, posiblemente intuyendo que esa medida sólo duraría hasta 1823. Finalmente, en 1835 se constituyen Cioranescu, Alejandro (1963): Thomas Nichols, mercader de azúcar, hispanista y hereje, Instituto de Estudios Canarios, La Laguna, p. 108. 39 Quintana Miranda: op. cit., p. 108. 38 Lámina 6. Villa de Firgas, calle Real (fotografía JSLG, febrero 2016). Rosales Quevedo: op. cit., pp. 30-33. León, Francisco María de (1966): Historia de las Islas Canarias (1776-1868), Cabildo de Tenerife, Santa Cruz de Tenerife, p. 253. Las Palmas tenía 13.431 y Mogán, 462 almas, por citar los de mayor y menor población de la isla. 42 Millares Torres, Agustín (1977): Historia General de las Islas Canarias, Edirca, tomo v, Las Palmas de Gran Canaria, p. 161. La descripción de es la siguiente: «Firgas: Lugar, cabeza de distrito en Gran Canaria, p.j. de Las Palmas. Linda al N. y O. con Moya (sic), al E. con Arucas y al S. con Teror (sic). Lugar con ayuntamiento, situado hacia el oeste de Arucas sobre una llanura en cuyo fondo corre el profundo barranco de Aguaje. Su terreno es quebrado y de difícil trayecto, habiendo adquirido el distrito una cierta celebridad con el descubrimiento de las aguas termales que brotan al pie de la montaña donde está situado el pueblo y que separa su jurisdicción de la de Moya. En estos últimos años ha acudido un gran número de enfermos, que en la estación de verano buscan alivio a sus dolencias en los baños que se han formado con las aguas de algunos manantiales que brotan en el fondo de aquel barranco. Un ramal de la carretera del norte llega hoy a este sitio, y se prolongará hasta Moya. Las fuentes que dan salida a esta agua están situadas a 10 ó 12 kilómetros del mar, a una altura de 220 metros sobre su nivel. Su clasificación científica es la de aguas acidulo-carbónicas termales. La parroquia de este pueblo, dedicada a San Roque, se halla instalada en la iglesia del extinguido convento dominico, que desde los primeros tiempos de la conquista existía allí (sic). Su erección data desde 1844. Cuenta esta jurisdicción 1.820 habitantes». Como puede apreciarse, hay imprecisiones con los municipios limítrofes, incluso no se nombra Valleseco, que ya existía como tal en esa fecha. 40 41 REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 101-120 113 de forma definitiva40. En ese año el nuevo municipio de Firgas contaba con 1.200 almas41. A finales del siglo xix, la jurisdicción tenía 1.820 habitantes42. Lámina 7. Villa de Firgas, Iglesia parroquial de San Roque (fotografía JSLG, febrero 2016). REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 101-120 114 8. PARROQUIA DE SAN ROQUE Desde 1835 Firgas era un municipio con jurisdicción propia; sin embargo, en lo religioso seguía dependiendo de la parroquia de San Juan Bautista de Arucas, razón por la que algunos dudaron de la legalidad de tener una jurisdicción civil independiente. El proceso de conformación de Firgas ha sido al revés de lo habitual, ya que lo primero que se suele lograr es la demarcación religiosa y más tarde la civil, como había ocurrido con el resto de los de Gran Canaria. Conseguido el ayuntamiento, los esfuerzos de los firguenses para consolidar su autonomía fue la erección de la parroquia, empeño que una vez logrado supondría su total emancipación de Arucas. Por auto de 23 de mayo de 1844, la reina Isabel ii aprobaba el expediente para erigir la nueva parroquia de San Roque, que económicamente tuvo efecto por auto del gobernador eclesiástico de la diócesis de Canarias de 18 de diciembre de ese mismo año, segregándola de la matriz de San Juan Bautista de Arucas, con la misma territorialidad que el municipio de Firgas. La inauguración tuvo lugar el 19 de enero de 1845, siendo Adrián Ramírez Medina el primer párroco, con una feligresía de 207 familias y 799 almas43. El 27 de noviembre de 1848 es nombrado párroco un exclaustrado dominico, José Quintana, y la parroquia contaba con 1.188 almas44. Quintana Miranda: op. cit., p. 136. Gutiérrez, Federico (1969): San Antonio María Claret, Apóstol de Canarias, Coculsa, Madrid, p. 306. 43 44 45 La ermita más antigua dedicada a san Roque en el norte de Gran Canaria es la de Santa María de Guía, ciudad de la que es compatrono, que data de hacia 1525. Vid. González Sosa, Pedro (1994): Fundación de las ermitas, capillas y altares de la Parroquia de Guía, Cabildo de Gran Canaria, Las Palmas de Gran Canaria, pp. 127-145. 46 Por ejemplo, en el norte grancanario han sido muy populares otros santos, como san Sebastián o santa Lucía, presentes desde antiguo en Gáldar, Arucas, Santa María de Guía y Agaete. 47 Archivo parroquial de san Roque de Firgas (APSRF). Vid. Anexo Documento i, Inventario de 1835. Especial agradecimiento a José Suárez Romero, párroco de San Roque de Firgas en 1981, por las facilidades dadas para la consulta del archivo. 48 APSRF: Inventario de 1880. REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 101-120 115 Como se ha estado viendo, a principios del siglo xvi la ermita fue dedicada a San Juan de Ortega y el convento dominico cuando se fundó en 1613 mantuvo esa denominación. Esta situación cambia, porque la parroquia se erige con la titularidad de San Roque, a pesar de crearse en la que fuera iglesia conventual de San Juan de Ortega. Aunque no están muy claros los orígenes de la devoción a san Roque en Firgas, se ha planteado la existencia de una tabla pintada con el santo peregrino que desde la primitiva ermita de San Juan Bautista de Arucas se pudo llevar hasta la localidad, aunque se sabe que posteriormente al siglo xvi san Roque era venerado en uno de los altares del convento dominico45. De cualquier manera, la evidencia es que san Juan de Ortega nunca fue popular en Firgas, más bien una devoción muy particular de los Rodríguez de Palenzuela por su origen burgalés, donde está localizado su culto, ya que su veneración está muy poco extendida fuera de esa provincia castellana46. Al mismo tiempo, está clara la supremacía de san Roque, ya que motivó que san Juan de Ortega desapareciera por completo, incluso quedando sin culto en una iglesia que le estuvo dedicada durante varios siglos. Por los inventarios de la aún iglesia de San Juan de Ortega en 1835, se sabe que había: «Un retablo que se halla en el cuerpo de la iglesia con altar en forma de repisa, pintadas ambas piezas de encarnado y azul, y adornos dorados, está dedicado al culto de San Roque, cuya imagen es de Gloria». También se referencia en esa fecha: «San Juan de Ortega, efigie muy antigua, también de vestir», que estaba colocada sobre el altar del nicho de las imágenes de la Pasión47. Estas referencias aclaran algunas cuestiones, tales como que el entonces santo titular (san Juan de Ortega) no poseía retablo propio y que, por el contrario, san Roque contaba con su retablo en la nave de la iglesia, distinción que también tenía Nuestra Señora del Rosario, que poseía capilla. En el inventario de 1880 la situación ha cambiado, ya que es posterior a la declaración parroquial y ya está en sentido estricto en la iglesia de San Roque. El santo peregrino ocupa el altar mayor y se le da el calificativo de «patrono» y san Juan de Ortega ha desaparecido, aunque se conservan otras imágenes procedentes del antiguo convento. Se refieren tres tronos: «El Cristo que sale el Jueves Santo, otro de la Virgen [del Rosario] y el de San Roque»48. La herencia devocional que se puede considerar directa del convento fue la Virgen del Rosario, considerada la principal advocación de Nuestra Señora en Fir- REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 101-120 116 Lámina 8. Villa de Firgas, iglesia parroquial de San Roque, interior (fotografía JSLG, febrero 2016). gas y que aún acompaña a san Roque en la procesión patronal de cada dieciséis de agosto. El misterio del Rosario es la devoción mariana predilecta de los dominicos y así se refleja en todas sus iglesias y lugares donde tuvieron convento, como es el caso de Firgas49. San José y san Cayetano (cuya imagen se conserva) también son devociones que vienen del convento. Arquitectónicamente, el templo del convento era de una sola nave, algo baja, con una capilla del lado izquierdo dedicada a Nuestra Señora del Rosario50. Este fue el edificio que heredó la parroquia y donde se instaló al declararse en 1844. En 1899 hay un templo remozado, en el que se conservó la pared del fondo de la nave central y el campanario del frontis, con ampliaciones y obras que continuaron en las décadas siguientes, luciendo la fecha de 1924 en la espadaña actual. El resultado fue un hermoso templo de tres naves, separadas por pilares de piedra que sostienen arcadas de medio punto, con capilla mayor y colaterales de testero plano, más profunda la principal. La nave central presenta artesonado de par y nudillo sin policromar, con tirantes de viga doble. En el exterior, el primer cuerpo de la fachada y la portada lateral de la epístola tienen líneas neoclásicas, apareciendo el historicismo neogótico Por este motivo es la devoción principal de Agüimes, aunque el titular sigue siendo san Sebastián, también de la iglesia de Santo Domingo de Las Palmas, etc. Sin embargo, también se veneró mucho en iglesias parroquiales, como San Juan Bautista, Arucas; Santiago de los Caballeros, Gáldar; San Juan Bautista, Telde; San Matías Apóstol, Artenara, etc.). 50 APSF: Inventario de la iglesia de San Juan de Ortega, 1835. Vid. Anexo Documento i. 49 en los ventanales ojivales. La bellísima espadaña es lo mejor de todo el conjunto, de corte ecléctico con motivos modernistas, evidente en el tratamiento de los temas decorativos vegetales y la inscripción «Año 1924». CONCLUSIONES Firgas tiene en el nombre Afurgad su antecedente prehispánico, en el entorno del guanartemato de Agáldar. Tras la conquista, es objeto de una reocupación territorial temprana, en virtud de repartimientos de tierras y aguas a diversos repobladores en la zona. Entre sus nuevos residentes destaca Tomás Rodríguez de Palenzuela, quien construye en su hacienda un ingenio azucarero con una ermita dedicada a san Juan de Ortega, creando una incipiente centralidad con trascendencia posterior, ya que se puede considerar el embrión de la actual villa de Firgas. A pesar de ser uno de los lugares pioneros en la explotación azucarera en Gran Canaria, la dinámica general de la isla y del norte en particular favoreció el desarrollo de otros puntos en sus alrededores, que lograron consolidarse como curatos, como sucedió en 1515 con Moya y Arucas, quedando Firgas entre ellos. REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 101-120 117 Lámina 9. Villa de Firgas, iglesia parroquial de San Roque, detalle de la fachada (fotografía JSLG, años ochenta, siglo xx). REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 101-120 118 Firgas se puede tipificar como un núcleo azucarero de escaso desarrollo, donde predominó un escaso y disperso vecindario. Durante siglos estuvo integrado en la jurisdicción parroquial de San Juan Bautista de Arucas (1515-1845), con la que comparte heredamiento de aguas, aunque contó con alcaldes pedáneos. En 1613 se funda el convento dominico en la ermita de San Juan de Ortega, de la que tomará nombre. La presencia de este cenobio es el rasgo más identificativo de Firgas, aunque posiblemente fuera la causa de que no se creara una parroquia propia antes del siglo xix, ya que los servicios religiosos quedaban cubiertos por los frailes. En este sentido, es caso único en Canarias y durante los siglos xvii, xviii y principios del xix lo podemos considerar un asentamiento que posee un convento sin poseer iglesia parroquial (núcleo conventual no parroquial), lo contrario de los que predominan en el archipiélago (núcleo parroquial). El siglo xix es la culminación del largo proceso formativo de la comunidad ciudadana figuense. Tras las vicisitudes propias de la política española del primer tercio de la centuria, en 1835 se constituye como ayuntamiento pero sin parroquia, circunstancia que lo convierte en otro caso peculiar en Canarias: cabecera municipal no parroquial. La creación de la parroquia de San Roque en 1844 supone la consolidación institucional civil y eclesiástica de Firgas, al mismo tiempo que marca el inicio de una nueva etapa en el municipio, a pesar del cambio de denominación también es hilo conductor de su pasado al mantener el mismo solar que el primigenio trapiche/ ermita y convento dominico, conjunto que se puede considerar elemento generador del núcleo que hoy es la villa de Firgas: cabecera municipal y matriz parroquial. En síntesis, se puede concluir, en consideración a los ocho apuntes que se han presentado de la villa de Firgas, que pocos lugares de Canarias presentan, en un proceso de tres siglos y medio (1502-1844), este perfil tan particular, que quedó tipificado en los siguientes ítems: – Núcleo azucarero de escaso desarrollo. – Núcleo conventual no parroquial. – Cabecera municipal no parroquial. – Cabecera municipal y matriz parroquial. Recibido: 24-2-2016 Aceptado: 17-3-2016 ANEXO DOCUMENTO I Archivo parroquial de san Roque, villa de Firgas «Inventario de los objetos consagrados al culto del Convento de Sn. Juan de Ortega de Firgas distrito de dicha Parroquia», certificado por «el Cura de la iglesia Parroquial del Señor San Juan Bautista de la Villa de Arucas en esta Ysla de Canaria)», 1835. «Capilla mayor = el adorno de la Capilla mayor está reducido a un baldaquín de madera pintado y figurado damasco encarnado debajo del cual se halló un Santo Cristo con la imagen de Dolores al pie, y a los lados las efigies de Santo Domingo y Sn Cayetano, efigies de gloria. Al pie de dicha imagen de Dolores está el sagrario que lo es de madera pintado de colores. Capilla del Rosario = un altar de madera pintado de jaspe y filetes dorados: el retablo es de piedra y dorado ene. Nicho, que lo constituye se halla la imagen del Rosario de vestir y sobre el Altar San José y San Antonio, en el centro un sagrario pequeño de madera sobredorada = un niño de vestir se halla en dicha capilla en un nicho que está en la pared. Idem otro donde se halla un gran nicho con las efigies siguientes = el Señor de la Cruz a cuestas, nuestra Señora de Dolores y San Juan, todas de vestir, y sobre el Altar San Juan de Ortega, efigie muy antigua también de vestir. Un altar que se halla en el Coro bajo con una urnita pequeña encima de madera pintado de encarnado. Alhajas de plata y oro [...] una diadema de la efigie de San Juan de Ortega, su peso una onza cuatro adarmes...». REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 101-120 119 Un retablo se halla en el cuerpo de la Iglesia con altar en forma de repisa, pintadas ambas piezas de encarnado y azul, y adornos dorados; está dedicado al culto de la efigie de San Roque, cuya imagen es de gloria. LUCES Y SOMBRAS DE UN PROYECTO FRUSTRADO: LOS PLANOS DE MIGUEL GARCÍA DE CHAVES Y CRISTÓBAL AFONSO PARA EL AYUNTAMIENTO DE LA OROTAVA EN 1787 Jesús Rodríguez Bravo Historiador del Arte Resumen En 1787 el ayuntamiento de La Orotava (Tenerife) envió a Madrid los planos de un proyecto para construir un nuevo edificio municipal sobre los restos de la iglesia jesuita de San Luis Gonzaga, junto a una extensa documentación generada a raíz del mismo. El diseño fue encargado al maestro de obras Miguel García de Chaves y al pintor Cristóbal Afonso, pero el edificio nunca llegó a levantarse. Los pleitos y otras razones de índole económica lo impidieron. Este artículo analiza el proceso generado y los planos enviados, así como la construcción de un edificio posterior inspirado en los mismos. Palabras clave: arquitectura, siglo xviii, La Orotava, Tenerife, Canarias, ayuntamiento de La Orotava, Miguel García de Chaves, Cristóbal Afonso, jesuitas. «Lights and shadows of a failed project: plans by Miguel García de Chaves and Cristóbal Afonso for the townhall in La Orotava in 1787». In 1787 plans for a project to build a new municipal building on the remains of the Jesuit church of San Luis Gonzaga were sent to Madrid by the municipality (town hall) of La Orotava (Tenerife) as well as an extensive documentation created as a result of it. The design was commissioned to the architect Miguel García de Chaves and the painter Cristóbal Afonso, but the building was never finished due to lawsuits and other economic reasons. This article analyzes the plans the process generated and the construction of a later building inspired by them. Keywords: architecture, 18th century, La Orotava, Tenerife, Canary Islands, town hall of La Orotava, Miguel García de Chaves, Cristóbal Afonso, jesuits. Revista de Historia Canaria, 198; abril 2016, pp. 121-143; ISSN: 0213-9472 REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 121-143 121 Abstract REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 121-143 122 1. INTRODUCCIÓN El Archivo Histórico Nacional guarda, entre sus extensos fondos, los planos de un proyecto arquitectónico que nunca se llevó a cabo. No llevan firma, pero son obra del arquitecto Miguel García de Chaves y del pintor Cristóbal Afonso, fechados en 1787. Dibujados en tinta y aguada gris y naranja, representan el plano y el alzado de las nuevas Casas Capitulares, la cárcel y la carnicería que el ayuntamiento de La Orotava presentó al Consejo de Castilla para dotar a la villa de unos edificios acordes con el papel de segunda población más importante de la isla de Tenerife. Se trataba de un proyecto profundamente anhelado por los regidores municipales, a tenor de la extensa documentación que los acompaña, pero que se quedó en el papel1. Tan sólo un año después, en 1788, se concluye el nuevo templo de la Concepción, del que García de Chaves es uno de sus autores y en el que también colaboró Cristóbal Afonso. Estamos, por tanto, ante un diseño planteado en el culmen de su carrera, cuando el maestro de obras tenía ya cincuenta y tres años de edad y que se nos presenta como solución híbrida, al aprovechar otro edificio anterior abandonado, la iglesia jesuita de San Luis Gonzaga. Este templo inconcluso sirvió de esqueleto para el proyecto, tras barajar otras opciones a la hora de encontrar una sede para el ayuntamiento. Tras una intensa comunicación con el gobierno del rey Carlos iii, en las figuras del conde de Floridablanca, secretario de Estado, y de Pedro Rodríguez de Campomanes, ministro de Hacienda y presidente del Consejo, el deseo de construcción se vio frustrado por recursos legales y problemas económicos. A continuación nos acercamos a este curioso proyecto, en el ámbito de la arquitectura de su tiempo, y analizamos, en la medida que la documentación lo permite, las ideas, las dificultades y los resultados que tuvo. Partimos de la información extraída de un expediente conservado en el AHN, en la sección de Consejos, y que lleva fecha de 11 de enero de 1788; al que añadimos otra serie de documentación2. Archivo Histórico Nacional (en adelante AHN). Consejos. MPD. 2968, 2969 y 2970. El documento con la signatura 2968 lleva por título Mapa que representa el perfil de la fabrica de Yglecia principiada por los Padres Jesuitas espulsos por el costado que muestra el plan en la Letra A y mide 640 × 335 mm; el 2969 lleva por título Planta que demuestra la fabrica de Yglecia que dexaron principiada con total separacion e independencia del Colegio los Padres Jesuitas espulsos de la Villa de la Orotava, en donde se piensa fabricar las Casas Capitulares, Carceles, y avitacion del Juez y mide 480 x 740 mm; y el 2970 lleva por título Mapa que demuestra la planta Geometrica A y el perfil o fachada de la Carniceria de la Villa de La Orotava, Letra B y mide 335 × 215 mm. Los tres llevan leyenda explicativa, están realizados en tinta y aguada gris y naranja y no están firmados. El 2968 y el 2970 están en escala de 18 varas y el 2969 en 10 varas. Aunque actualmente se encuentran en la sección de Mapas, Planos y Dibujos (MPD) del AHN, originariamente acompañaban a un extenso expediente con numerosa documentación, ya que se adjuntaron a un informe remitido al Consejo de Castilla a finales de 1787. Agradezco al personal del AHN su colaboración, en especial a Esperanza Adrados Villar, jefa del Departamento de Referencias. 2 AHN, Consejos, 10701, Exp. 2. Este documento es un largo expediente fechado el 11 de enero de 1788 y en el que consta toda la documentación remitida a Madrid sobre el asunto que estudiamos. El legajo está encabezado por el síndico personero de la villa de La Orotava, José 1 El xviii fue un siglo poliédrico. Fueron tantos los acontecimientos desarrollados en él que resulta complicado establecer cuál de ellos ejerció mayor influencia o fue más determinante en el cambio social y político que experimentó la sociedad occidental. Todos y cada uno vinieron a modificar las mentalidades de los individuos y los anhelos sociales, la visión del mundo que el ser humano poseía hasta ese momento y la necesidad de conquistar derechos y libertades. El arte, desde un concepto global, ejerció de vehículo explícito de esos cambios y la curva marcada por el Barroco decayó en favor de la estética neoclásica y con ella también llegaron los nuevos modelos y gustos. Desde un punto de vista arquitectónico, el siglo fue una amalgama de corrientes a caballo entre la continuidad de la tradición, más ligada a la pervivencia de modelos anteriores, y la llegada de aires renovadores. No se puede hablar de un estilo homogéneo y sólo las ideas ilustradas dan algo de cohesión a partir de la mitad de la centuria3. El archipiélago canario, aunque alejado física y socialmente de determinados sucesos acaecidos a lo largo del siglo, no fue del todo ajeno al desarrollo de esas nuevas visiones del arte, y el academicismo triunfante vio florecer, tal vez tímidamente al principio, una perspectiva distinta del arte en general, pero sobre todo de la arquitectura. En ese ámbito, germen de lo académico, habría que situar el proyecto que estudiamos, pues no se trata únicamente de la construcción de un edificio, sino también de una muestra temprana de los dictámenes arquitectónicos dominantes en la España de finales del setecientos, cuando está a punto de llegar el intenso siglo xix, en el que veremos para el caso de La Orotava un interesante resurgir arquitectónico. Convendría reflexionar y estudiar más a fondo los proyectos no sólo arquitectónicos, sino también urbanísticos planteados en La Orotava a caballo entre los dos siglos y los personajes ligados a ellos. No cabe duda de que la posibilidad que tuvieron personas como los hermanos Betancourt y Castro o Diego Nicolás Eduardo de entrar en contacto con modelos artísticos que nada tenían que ver con la pervivencia y continuidad barroca o mudéjar fue decisiva para el cambio de estilo. Algo apreciable ya en edificios de finales del siglo xviii, en diseños escultóricos y más tímidamente en la pintura. De hecho, la suerte que tuvieron de manejar los planos enviados por Ventura Rodríguez en 1784 para la iglesia de la Concepción, de un profundo clasicismo, debió jugar un papel importante a la hora de definir esos García Llarena Carrasco, y remitido, al margen, a los señores del gobierno Campomanes, Bendicho, Vallejo, Mendinueta y Colón, con la mención Gobierno Sevilla. Pedro Rodríguez de Campomanes era presidente del Real Consejo de Castilla. En adelante y para evitar la reiteración, todas las notas a pie de página irán referidas a documentación incluida en este expediente, salvo aquellas que hagan mención expresa a otros documentos. 3 Véase Rodríguez Gutiérrez de Ceballos, Alfonso: El siglo xviii. Entre tradición y academia, Sílex, 1992. REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 121-143 123 2. AVATARES Y DESEOS POLÍTICOS: LA ARQUITECTURA COMO REPRESENTACIÓN DEL PODER REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 121-143 124 Fig. 1. Alzado interior del diseño de Ventura Rodríguez, 1784. últimos años de la trayectoria de Chaves y, como veremos, influir en el proyecto del ayuntamiento (fig. 1)4. Pero el planteamiento artístico, aunque sea lo primero que vemos, no es sino la manifestación externa de un trasfondo aún mayor y que puede ser interpretado en las mismas claves de lo ya dicho. Por lo tanto podemos afirmar que la búsqueda de un lugar preeminente donde establecer el edificio símbolo de la oficialidad municipal va unida a otra idea aún más sintomática: La Orotava buscaba seguir independizándose de La Laguna. Esta no era una pretensión nueva, ya lo había logrado en 1648 al ser declarada villa exenta, pero venía a poner de manifiesto que ciento veinte años no habían servido para dejar claro qué poder le correspondía a cada una. Por esta razón, el documento que analiza este trabajo está repleto de referencias al maltrato que la villa sufría por parte del gobierno de la isla, identificado con la ciudad de La Laguna, y al menosprecio e incumplimiento de lo establecido en cuanto a competencias 4 Todo esto habría que entenderlo en el marco de la implantación de las ideas ilustradas, el nacimiento de las Reales Sociedades Económicas y en el interés de algunos personajes importantes de la sociedad de esa época por el avance, el desarrollo y la modernidad. Véase Rodríguez Mesa, Manuel y Macías Martín, Francisco J.: Materias útiles, San Cristóbal de La Laguna, 2012. de una y otra. En la documentación del proyecto hay constantes referencias a este tira y afloja. La idea arquitectónica estaba, por tanto, supeditada a la idea moral, ya que la villa necesitaba un símbolo público que mostrase el poder y el avance de la sociedad y la independencia económica del lugar. Sin embargo, como veremos a continuación, no tuvo una rápida solución ni pudo ejercer ese simbolismo hasta mucho más tarde. Esto no resta valor al significado que tuvo el proyecto, aunque es una muestra muy evidente de que las cosas no serían tan fáciles. Los responsables municipales de La Orotava habían expresado, anteriormente a la fecha que estudiamos y de forma reiterada, lo que ellos estimaban que era un abuso y un menosprecio por parte del gobierno de La Laguna. Por esta razón, habían acordado hacer un recurso al Consejo de Castilla sobre los propios de la villa, contando con el apoyo y beneplácito de algunos personajes de la vida pública de la isla de finales del xviii. Como consecuencia, y con anterioridad a mayo de 1787, el Consejo de Castilla había acordado que la Real Audiencia de Canarias informase sobre los fondos con que podría dotarse la vara de alcalde mayor de la Villa «para que los que exercen su jurisdiccion no esten constituidos en una indigencia que ponga a riesgo su integridad [...] por no poderse mantener con la decencia y decoro correspondiente a su empleo»5. Precisamente el 24 de ese mes es cuando Pedro Escolano de Arrieta, escribano de cámara, emite un certificado en el que se nombra como alcalde a José Joaquín Fernández de Ocampo, citando unas dehesas en Granadilla y Arico como fondos para dotar el proyecto y haciendo mención al citado dominio del Cabildo de La Laguna (fig. 2). 5 Carta fechada el 24 de mayo de 1787, con certificación de Pedro Escolano de Arrieta, del Consejo de Su Majestad y escribano de cámara más antiguo. REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 121-143 125 Fig. 2. Firma del alcalde José Joaquín Fernández de Ocampo. REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 121-143 126 Es en este mismo documento cuando se manda hacer un expediente separado sobre el «establecimiento de Casas Capitulares, carcel, Posito, Panaderia, y demas oficinas publicas» y se ordena al nuevo alcalde que cuando tome posesión mande levantar «plano y condiciones por Maestro Arquitecto que las aprecie y regule en todo su costo proponiendo los medios». En octubre, Fernández de Ocampo contesta a Escolano de Arrieta que aún no ha tenido tiempo de nombrar arquitecto para el proyecto que le pide y le comunica que ha mandado «la interceptación» del sobrante de los propios de las dehesas, «sequestrandolos en poder del mismo Mayordomo que los recaudaba a nombre del Cavildo de La Laguna»6. En realidad, lo que hace Ocampo es mostrar públicamente, con el amparo real, la determinación de la villa en el reclamo de sus derechos, pues «de otro modo nos parecio no dabamos cumplimiento a el cuidado que dellos se nos recomienda». Esos sobrantes interceptados, producto de las dehesas «situadas en los confines de esta Villa», debían servir no sólo para nombrar al arquitecto para el proyecto, sino también para un maestro de primeras letras y una maestra de niñas7. Lo cierto es que en septiembre se habían pedido unos informes sobre la utilidad de aquellas tierras citadas en el documento del escribano real, esto es, unas en la Florida Alta de Granadilla, otras en la Zarza de Arico y las terceras en Vilaflor, que no se recibieron hasta un mes después, tal y como certificó Pedro Miguel Gutiérrez8. De los informes se deduce que aquellas tierras reunían más inconvenientes que ventajas para obtener de ellas el producto suficiente, por lo que, una vez más, se recurrió al menosprecio por parte del Cabildo. De hecho, entre el grueso de la documentación remitida a Madrid se incluye una carta del síndico personero general de la isla, Carlos Soler de Carreño y Sicilia, muy dura en sus afirmaciones, sobre la nula neutralidad y ecuanimidad de la junta encargada de la gestión de los propios de la isla9. Aparecen también otras Carta fechada en La Orotava el 11 de octubre de 1787. Carta fechada el 11 de octubre de 1787, firmada por José Joaquín Fernández de Ocampo, alcalde mayor de La Orotava, y dirigida a Pedro Escolano de Arrieta. Se comunica en la carta que, aunque se han solicitado los informes sobre las tierras en Granadilla, Vilaflor y Arico a sus respectivas justicias, sólo el último lugar lo ha remitido. 8 Granadilla informó que las tierras ocupaban unas 140 fanegadas útiles entre el barranco de Abades y el barranco Hondo, pero que sería muy difícil acomodarlas pues llegaban «las Niebes y eladas [...] y hay Malpaís de Bolcan», tardándose unos 10 o 12 años en acondicionarlas para el cultivo; en Arico las estimaron en unas 430 fanegadas entre el barranco «Derque» y el barranco de la Sorrueda y entre la fuente del Sauzo y el barranco de «pasa Tirón», pero que estaban muy altas y tenían que sembrarse durante 3 o 4 años y dejarlas en barbecho 1 o 2 años más; y en Vilaflor las calcularon en 45 o 50 fanegadas de sembradura, con la dificultad de la altitud para su siembra. Los informes se realizaron entre el 6 y el 15 de octubre de 1787, con asistencia de los escribanos, alcaldes reales de los lugares, diputados del común y síndicos personeros; y puestos conjuntamente en un protocolo por el escribano Pedro Miguel Gutiérrez el 28 de ese mismo mes. 9 «...cómo es posible que el fondo de Propios de dicha Ysla reúna considerables sumas, con respecto a la Provincia, y que parte de ellos son de las Rentas de las Dehezas de esta Villa y su Jurisdicción, así en trigo como en Dinero y que han pasado en todos tiempos sus vecinos por el doloroso incombeniente de no participar del beneficio a que están destinados dichos Propios, para composición de Calles, Caminos y demás urgencias públicas, siendo esta dicha Villa de la extensión y graduación 6 7 que son notorios [...] y que todo esto probiene de estar manejando el nominado fondo de Propios por el Cavildo de la Ciudad de La Laguna; de cuyos individuos se compone la Junta que los administra, por quanto la mayor parte de ellos solo atienden a sus intereses, y fines particulares, apoyados principalmente en los Escribanos que con motivo de haver corrido a cargo de ellos la Contaduría, y ser todos de un mismo cuerpo, les dan libre pase a todo lo que disponen y quieren librar». Fragmento del pedimento del síndico personero Carlos Soler de Carreño. Con anterioridad había escrito una carta al alcalde Fernández de Ocampo, fechada en La Laguna el 4 de septiembre de 1787, en la que se ponía a su disposición, recordando que la villa no había recibido «ningún útil de los propios». 10 Las declaraciones se realizaron el 14 de septiembre de 1787. Declararon el capitán José Benítez de Lugo y Mesa, de 37 años, que dijo que la carnicería estaba en estado lamentable, los caminos intransitables y que no había escuela pública; también declararon el capitán Antonio Estanislao de Monteverde, de 50 años, que había sido síndico personero en 1786; el capitán José Francisco Benítez de Lugo, calificado del Santo Oficio de la Inquisición, de 56 años; el ayudante Pablo Alayón Salcedo, que había sido administrador de propios de la villa; el teniente Bartolomé Llarena; y el subteniente de milicias Lorenzo García de Orta y León, de 37 años. Todas fueron hechas ante el escribano José de Montenegro. El 16 de ese mes, el alcalde Fernández de Ocampo pidió a los caballeros diputados y personeros que «informen lo que les parezca» sobre el asunto, vistas las declaraciones anteriores. Lo hicieron dos días después, ratificando lo dicho por el síndico general y añadiendo que era «puntualmente la verdad pública y notoria en toda la Ysla», haciendo mención al recurrido abuso de La Laguna y a que las rentas del Cabildo ascendían a 20.000 pesos anuales, recordando el privilegio de Villazgo y su exención de jurisdicción. Documento fechado en La Orotava el 18 de octubre de 1787 y firmado por Nicolás Pérez Isidro Ramos, Gaspar de Aponte y José García de Llarena Carrasco. Este último, como teniente capitán de Milicias Provinciales del regimiento de La Orotava y síndico personero del común de ella, dio poder el 6 de octubre de ese año a Francisco Policarpo de Urquijo, abogado de los Reales Consejos del ilustre colegio de Madrid, para que lo representase en todo lo referido a los asuntos que tuvieran que ver con la mejora de sus vecinos, aunque poco después fue sustituido por Manuel González Monroy, Vicente Antonio Garro y Ángel de Soria. 11 Auto del licenciado José Joaquín Fernández de Ocampo, abogado de los Reales Consejos del Ilustre Colegio de la Corte y Alcalde Mayor de La Orotava, fechado el 2 de noviembre de 1787 ante José de Montenegro. 12 Carta de José Joaquín Fernández de Ocampo a Pedro Escolano de Arrieta, fechada en La Orotava el 9 de diciembre de 1787. Fue recibida el 11 de enero de 1788 y en el exterior del expediente aparece la siguiente anotación: «Señores del Gobierno, Campomanes, Bendicho, Vallejo, Mendinueta, Colón; Madrid once de enero de 1788. Hágase recuerdo de la Contaduría general de Propios para que con la posible brevedad remita la certificación que le está pedida, y venida que se pase al Señor Fiscal». REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 121-143 127 declaraciones de vecinos relevantes de La Orotava sobre el lamentable estado de lo que podríamos hoy en día denominar servicios públicos y la escasa partida a ellos destinada, a pesar de la contribución que la villa hacía10. Y el propio Fernández de Ocampo firma un auto a comienzos de noviembre en el que dice que todo lo dicho por estas «personas imparciales» es cierto y público, recordando que llevaba cinco meses como alcalde mayor y que las necesidades de la población eran evidentes11. Por fin, el 9 de diciembre de 1787 el alcalde remite los planos del proyecto de nuevas casas consistoriales al escribano de cámara del rey, Pedro Escolano de Arrieta, acompañados de un extenso informe, que es la base de este artículo12. Sobre la decisión tomada en Madrid y los recursos habidos posteriormente habría que seguir profundizando para concretar el camino legal que siguió este asunto, habida cuenta que nunca llegó a materializarse el proyecto. De la última documentación aportada en el expediente se deduce que el gobierno aceptó la so- REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 121-143 128 licitud del ayuntamiento pero que el Cabildo tenía intención de recurrirla. Ello se desprende de un papel timbrado firmado por Manuel González Monroy y Francisco Policarpo de Urquijo, abogados representantes en Madrid de José García Llarena Carrasco, en el que se detalla todo lo acontecido, señalando que se secuestraron los sobrantes de los propios para cumplir con lo dicho por el Consejo de Castilla y que el Cabildo de La Laguna parecía querer recurrir esta decisión «con alguna relación, siniestra sin duda», y pidiendo que se les comunique, que no se oiga sin su presencia y que se confirme la decisión ya tomada13. Cinco años más tarde, en un protocolo conservado en el Archivo Histórico Provincial de Tenerife, se dice que se había pedido a José García de Llarena Carrasco, como síndico personero, que otorgase un poder a José Joaquín Fernández de Ocampo, «Alcalde mayor actual de la ciudad e Ysla de Canaria», para mediar en la continuación del pleito en la Real Audiencia con el Cabildo de La Laguna sobre la «pertenencia de sus propios»14. Como vemos, el asunto continuó por vía legal unos cuantos años más. Mientras, el ayuntamiento de La Orotava fue ocupando distintos edificios. Podemos suponer que desde aproximadamente esas fechas ocupó la parte que había sido colegio jesuita, edificio que, al contrario de la iglesia donde se pretendió levantar el nuevo consistorio, sí estaba terminado. Esta ocupación se desarrolló hasta 1841, año en que pereció bajo las llamas, algo que ya hemos estudiado15. Más tarde ocuparía el convento de San Nicolás Obispo y por fin, en las últimas décadas del xix, se derribaría el convento de San José, sobre el que se construyó el actual ayuntamiento. Sería en esa fecha cuando se vería materializada la idea, asociada desde el inicio al proyecto, de que la arquitectura era el vehículo clave para mostrar el poder que deseaba la villa. Papel timbrado de 20 maravedís. Sello cuarto. Año 1787. Por fuera aparece el nombre de José García Llarena Carrasco, síndico personero de La Orotava. Va dirigido a Pedro Escolano de Arrieta. Abajo, a la izquierda, aparecen de nuevo los «Señores del Gobierno, Campomanes, Bendicho, Vallejo, Mendinueta y Colón. Madrid, once de enero de 1788. Lo proveído este día en el informe y diligencias remitidas por el Alcalde Mayor de Orotava». Curiosamente, dentro del mismo expediente 10701, pero fuera de la documentación explícita de este asunto, aparece una pequeña serie de documentos relacionados con el síndico general de la isla, Carlos Soler Carreño y Sicilia, dirigida al escribano Escolano y recibida en Madrid el 31 de enero de 1788, sobre haber acudido aquel al gobierno para usar su derecho a la Real Audiencia de Canarias. Al margen se cita: «Señores de Gobierno, Torre, Bendicho, Espinosa, Vallejo, Mendinueta, Murcia, Colón». Incluye dos documentos: el primero es de Natalio Ortiz de Lanzagorta, en nombre del citado Soler, para que Juan Pereira Pacheco, como recién nombrado segundo contador numerario de la isla, resida en La Orotava, como segundo partido de Tenerife, independiente del de La Laguna desde el siglo xvii; y el segundo, fechado el 9 de marzo de 1787 ante Gregorio de Vargas y Peralta, es un poder otorgado por Carlos Soler a numerosos representantes. 14 Archivo Histórico Provincial de Tenerife (en adelante AHPT), PN 2896, ante Pedro Miguel Gutiérrez, f. 32 y siguientes. 15 Véase Rodriguez Bravo, Jesús: Los jesuitas y las artes en La Orotava, Le Canarien Ediciones, 2015. También disponible en cuatro artículos publicados en los números 193 a 196 de la Revista de Historia Canaria de la Universidad de La Laguna. Edición descargable desde http://publica.webs. ull.es/publicaciones/detalle/revista-de-historia-canaria/revista-de-historia-canaria/. 13 REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 121-143 129 Indagar en este frustrado proyecto municipal ayuda a establecer las líneas de desarrollo de la arquitectura en una época en la que los dictámenes sobre construcción llevaban aparejados nuevos gustos estéticos. De hecho, habría que reflexionar sobre el propio camino trazado por la sede municipal en cuanto a la búsqueda de una imagen social, identificada con el edificio que la albergaría. Para el observador actual es difícil pensar que hasta 1870, donde ahora imponen su fachada el actual ayuntamiento y su extensa plaza, antes había un convento. La demolición del convento de San José y la erección del edificio municipal diseñado en primera instancia por el arquitecto Pedro Maffiote abrió la perspectiva de un nuevo urbanismo en el que la dimensión de los espacios era indispensable para entender la nueva arquitectura. Pero esta idea, que ahora nos parece tan clara, realmente fue el final de un largo proceso de anhelos municipales, repleto de altibajos, en el que la única idea evidente era la necesidad de dotar a la municipalidad de un edificio en el que situar el ayuntamiento, como símbolo de la construcción de una nueva sociedad. Con mayor o menor fortuna, los representantes municipales fueron ocupando edificios sucesivamente, hasta asentarse definitivamente en este convento clariso. Es comprensible que en ese punto se optara por levantar una obra singular y efectista, dado el traslado constante al que se habían visto sometidos anteriormente; circunstancia que no habría ayudado demasiado a dar una imagen sólida a la idea de representación social recién impuesta. Es por esto que el proyecto que analizamos es una temprana muestra de la idea de poder asociado a la imagen física del mismo, ejemplificada en las sedes de las organizaciones, antes la Iglesia y ahora el poder municipal. Pero la idea que subyace es la misma, o al menos está contagiada del mismo espíritu simbólico. El proyecto presentado en Madrid defendía la necesidad de dotar a la población de un edificio «decente», pero la apretada economía dificultaba enormemente construirlo de nueva planta, por lo que se optó desde el primer momento por ocupar alguno ya construido, adecuándolo a las necesidades que se demandaban. La inacabada iglesia jesuita terminó siendo el lugar adecuado, pero no había sido la primera opción que barajó el ayuntamiento para su nueva sede. Antes de elegir el templo de la Compañía de Jesús, pensaron levantarlo sobre las ruinas del Palacio de Celada (fig. 3), pero las negociaciones habían sido infructuosas. Este edificio había sido pasto de las llamas en 1716, al incendiarse el contiguo convento de San Nicolás Obispo, quedando en pie sólo la fantástica fachada de piedra. Sabemos que el consistorio se dirigió al marqués de Celada, dueño de la casa y patrono del desafortunado convento, a través de Nicolás Pérez Isidro y Gaspar de Aponte para solicitarle su antiguo palacio para construir en él las casas capitulares. Conocemos este hecho gracias a la respuesta del marqués y a que la copia de esta carta fue incluida en el informe enviado al Consejo. Pero no obtuvieron una respuesta positiva. Aquel se excusó diciendo que, aunque le gustaría, no podía dar las ruinas de su palacio al consistorio porque eran «de un valor no facil de comprender a primera vista; tanto por lo que hace a su prospecto de cantería firme, valconería de hierro, y columnas, parte de parades de argamazo, y simientos de los mismo, como por lo que tiene el sitio en si de apreciable, no solo por su extencion y lugar sino tambien por el trancito de la agua». La carta del marqués es rica en detalles sobre las ruinas, señalando que «tiene el privilegio de tener tribuna a la Capilla mayor [...] REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 121-143 130 Fig. 3. Ruinas del Palacio de Celada. bajo qual ay una Capilla con enterramiento con puerta para entrar a dicho templo [de San Nicolás Obispo]», por ser el patrono del convento en virtud de bula pontificia. Dice que no ha habitado la casa debido al incendio que sufrió pero tampoco la ha reedificado por estar la iglesia del convento siendo usada como parroquia «ha muchos años». Y como él estima que seguirá en esa situación algo más de tiempo, «hasta que se concluya la fabrica de la referida Parroquia», no ha lugar para la cesión. Añade, además, dos aspectos curiosos: primero, que estima que la venta sería muy cara, y segundo, que una vez concluido el nuevo templo de la Concepción piensa «dar principio a la reedificacion de dichas mis casas»16. Es cierto que la iglesia del convento hizo las funciones de parroquia desde 1768 a 1788, período en el que se construyó la actual iglesia de la Concepción. En la fecha de su carta, el nuevo templo estaba a punto de ser concluido y, aunque fuera tan contundente en sus deseos, el marqués nunca llegó a reedificar su palacio. Probablemente no le convenía el trato, por lo que argumentó una de las razones de más peso, la económica, consciente de la escasez de recursos municipales. Además, y para concluir su carta, recomendaba utilizar para el nuevo consistorio la abandonada iglesia jesuita17. A partir de este 16 El convento había sido reedificado y vuelto a abrir en 1769. Posteriormente sufrirá un nuevo incendio, volviéndose a reedificar. 17 Carta del marqués de Celada fechada en La Orotava el 2 de noviembre de 1787 y dirigida a Nicolás Pérez Isidro y Gaspar de Aponte. 18 «...se acordó así mismo nombrar Maestros architectos que lebantasen el plano de las Casas Capitulares, que se tratan de construyr, y de la oficina de Carnesería, habiendo destinado para lo primero el solar murado, donde los Regulares expulsos del nombre de Jesus, principiaron a fabricar su Yglecia, en atencion aque este sitio, no puede servir de cosa alguna util para la Casa Colegio, quando se verifique poner en ella enseñanza e instrucion de la Juventud como se pienza, y que aun quando estubiese consluida y vendita y se hubiesen celebrado enella los Divinos oficios, que nada de esto hai, no pudiera aplicarce a la casa de enseñanza, por prohibirlo así aun respecto de las Destinadas para seminarios la Real Cedula de S.M. de 14 de Agosto de 1768, al Capítulo 3 y la Real orden de V.A. de 5 de octubre de 1767, y para lo segundo la misma actual piesa de Carnesería, cuyas oficinas solo necesitan algun reparo, y el Corral donde se mata y exerce el mecanismo de ella alguna mayor exencion y limpiesa, que uno, y otro puede conseguirce agregando un corto solar, que hay contiguo, y conduciendo por la misma calle alguna porcion de agua de la mucha que para por la asequia publica que atrabiesa por la de arriba, y construyendo al intento una fuente o Pila donde laben». También dice que «por demostracion de la gratitud y reconocimiento a los inestimables beneficios [...] y porque anhelaba y suspiraba con ancia mucho tiempo ha, acordó en el que celebró en 22 de septiembre, entre otras cosas, se hiciese una funcion solemne de Yglecia, en la matriz de Nuestra Señora de la Concepcion para dar gracias...». Así se refiere en carta fechada el 7 de diciembre de 1787. El nuevo templo no será inaugurado hasta diciembre de 1788. La copia del protocolo en REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 121-143 131 momento esta parece ser la única opción del ayuntamiento. No sabemos, por tanto, si con anterioridad ya se había propuesto ocupar la iglesia de San Luis Gonzaga o es a partir de la sugerencia del marqués de Celada cuando se tiene en cuenta. Lo cierto es que en toda la documentación generada a partir de esa fecha se da por hecho que el proyecto se haría sobre los restos del templo jesuita. Por eso sólo diez días después de la carta del marqués, el escribano Ángel Ginory y Viera certifica una copia del testamento del fundador del colegio jesuita, Juan de Llarena, que había sido redactado el 9 de agosto de 1679, lo que muestra el interés por el origen de la construcción ignaciana nada más recibir la negativa del marqués de Celada. Y para ahondar en esta decisión y en la rapidez con la que se suceden los hechos, veinte días después de la negativa, Miguel García de Chaves y Cristóbal Afonso realizarán los planos sobre esa misma idea. Es precisamente en diciembre de 1787 cuando el ayuntamiento remite una carta firmada por el alcalde, José Joaquín Fernández de Ocampo, acompañado de Gaspar de Aponte, Nicolás Pérez Isidro Ramos, Guillermo Cullen y José García de Llarena Carrasco, en la que comunica que ha nombrado ya a los «Maestros architectos». Lo había hecho el 9 de noviembre, es decir, una semana después de la carta del marqués de Celada, pero no es hasta el día 29 cuando se realiza el protocolo notarial, ante el escribano Pedro Miguel Gutiérrez. En él se nombra a Miguel García de Chaves como arquitecto, a Juan Escobar como maestro de mampostería y a Cristóbal Afonso como maestro de pintura. Aquí ya se dice que la iglesia del colegio jesuita es el lugar más apropiado porque «está en paredes y sin techo» y que está ya levantada la tercera parte de la obra prevista. Los gastos podrían irse supliendo con los sobrantes de las dehesas ya citadas y de las caletas de la Montañeta del Puerto. Para terminar la carta, de nuevo se hace mención a la «fuerte oposición que hará a todos estos proyectos el Cavildo de ciudad de La Laguna, ponderando su antiquado manexo e interbencion en los Propios de esta Villa»18. A comienzos de diciembre los tres peritos designados reconocen la iglesia jesuita y emiten un informe. Tras ver la fábrica dicen que esta «se reduce a las paredes principales del serco y cruzero, sin haver techo, ni otra alguna fabrica Ynterior, sino un sitio baluto cercado de dichas paredes, sin destino alguno que está yndependiente y separado de lo que fue colegio, y casas de la habitacion de dichos regulares expulzos». El diseño de Chaves y Afonso, que ya llevaban en el reconocimiento un «plano que han figurado», era fruto de bastante reflexión, tal y como se afirma, y aprovechaba «los primeros arrimos de las paredes para los quartos principales a fin de adaptarse para aprovechar lo ya construido ya que de lo contrario será una ruina abierta al efecto del agua». Estiman que lo ya construido no será «impedimento para la construcción» y que la obra ascenderá a 7.500 pesos «para ambos oficios»19. Como hemos señalado, el 9 de ese mes el alcalde remite los planos al escribano real Pedro Escolano de Arrieta, junto con el informe. REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 121-143 132 3. LOS ARTISTAS Y EL MOMENTO Desde hace tiempo sabemos de la importancia de Miguel García de Chaves en la construcción de la iglesia de la Concepción de La Orotava (1768-1788). Se trata de un papel compartido con Patricio García, responsables ambos de la ejecución de la obra. Pero no podemos obviar a otras personalidades decisivas en el nuevo templo, en su estilo y diseño, dimensiones y medidas. Nos referimos a Alonso de Llarena Carrasco, a Francisco Gozar o a Ventura Rodríguez. Cada uno de ellos influyó, en mayor o menor medida, en el desarrollo de la obra. Algunos como Francisco Gozar incluso antes de empezar la construcción; otros como Ventura Rodríguez, casi al concluirse y desde la distancia de Madrid. García de Chaves asumió la dirección del templo en 1778 ya que Patricio García, director hasta ese momento, fue reclamado por Diego Nicolás Eduardo para trabajar en la iglesia de Santiago de los Caballeros de Gáldar y en la catedral de Las Palmas, ambas en Gran Canaria. Ya en 1787 Chaves era el principal y único maestro de la obra y a él le correspondió terminar la bóveda y la cúpula, teniendo en cuenta que en 1784 se conocieron los planos del arquitecto Ventura Rodríguez20. el que se contrata a los artistas se incluye en el informe remitido a Madrid, pero no ha sido posible hallarlo entre la documentación de la escribanía de Pedro Miguel Gutiérrez. 19 Declaración de Miguel García de Chaves, Cristóbal Afonso y Juan Escobar, en presencia del alcalde Fernández de Ocampo y fechada el 4 de diciembre de 1787, ante Pedro Miguel Gutiérrez. Hacen también una valoración de la carnicería, diciendo que sirve la actual, pero alargando el sitio que se halla por encima y canalizando el agua que viene de la calle de arriba, haciendo un pilar para aseo, todo lo cual costará 1.800 pesos. Como curiosidad se dice que el peritaje está acreditado porque ambos son mayores de cincuenta años. 20 Véanse Hernández Perera, Jesús: «La Parroquia de la Concepción de La Orotava. Apuntes histórico-artísticos», en Revista de Historia, 64, 1943; Id: «Planos de Ventura Rodríguez para la Concepción de La Orotava», en Revista de Historia, 90-91, 1950; Bethencourt Massieu, Antonio: «La iglesia de la Concepción de La Orotava. Nuevas aportaciones», en Anuario de Estudios Atlánticos, Aunque la de Miguel García de Chaves (La Orotava, 1734-1805) sea aún hoy una biografía incompleta, conocemos algunos pormenores relevantes de su vida y datos sobre su obra que nos ayudan a trazar una línea ascendente en cuanto a su trayectoria, si bien es verdad que no ligada únicamente a la arquitectura (fig. 4). No vamos a repetir detalles que ya se han publicado pero sí recordar que debió gozar de una estimación importante en el seno de la sociedad de su tiempo, no porque dirigiera una obra de envergadura como la Concepción, sino porque su actividad comercial y las numerosas ocasiones en que aparece en la documentación relacionado con cuestiones económicas que requerían una persona de confianza así lo atestiguan21. Además de estos aspectos de carácter transaccional, se han citado en 38, 1992; Fraga González, Carmen: «Miguel García de Chávez y la iglesia de la Concepción de La Orotava», en Homenaje al Profesor Dr. Telesforo Bravo, tomo ii, Universidad de La Laguna, 1991; Rumeu de Armas, Antonio: «Patricio José García y Miguel García de Chaves, maestros arquitectos de la construcción de la iglesia de la Concepción de La Orotava», en Anuario de Estudios Atlánticos, 1997. 21 En 1770 recibe un poder de sus hermanas Isabel e Inés y precisamente en el testamento de la segunda esta lo nombra albacea y heredero y dice que le corresponde la tercera parte de la casa donde vive «sin entrar en esto, lo que ha fabricado en ella Miguel García de Chavez mi hermano que es quien le ha dado todo el ser y valor». Véanse AHPT, PN 2896, ante Pedro Miguel Gutiérrez. Aparece únicamente en el índice del documento, referido al folio 238; y AHPT, PN 2896, ante Pedro Miguel Gutiérrez, f. 35 y siguientes, correspondientes al año 1792. En junio de 1787 ejerce como administrador de los mayorazgos y bienes del marqués de la Candia, Segundo de Franchi, en relación con algunas cosechas de la hacienda de Tafuriaste. El documento está fechado el 1 de junio de 1787. Véase AHPT, PN 2892, ante Pedro Miguel Gutiérrez, f. 84 y siguientes. En octubre recibe del mismo personaje un poder para que se cumpla su deseo de que Buenaventura Ruiz de Bustamante, vecino de Las Palmas de Gran Canaria, sea nombrado curador ad litem de su hijo primogénito y sucesor en el mayorazgo, Juan Martín de Franchi y Villalba. Véase AHPT, PN 2892, ante Pedro Miguel Gutiérrez, f. 288 y siguientes. Miguel García de Chaves se persona ante el escribano el 22 de diciembre de 1787 presentando un poder redactado en Madrid el 2 de octubre de ese año ante Juan REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 121-143 133 Fig. 4. Firma de Miguel García de Chaves. REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 121-143 134 la bibliografía trabajos suyos relacionados más directamente con la actividad artística, vinculándolo al convento de San Benito, a la reedificación del de San Nicolás, a algunas actuaciones en el de San José o al proyecto de reedificación del de San Lorenzo en 180122. Lo que parecen indicar estos datos es que el maestro se ganó la fama gracias a su trabajo, influido por los nuevos dictámenes estéticos y que debió conocer gracias al contacto con artistas y personajes de la época como los citados Diego Nicolás Eduardo y Patricio García, el pintor Cristóbal Afonso o Alonso de Llarena, alma máter de la nueva parroquia. A todos estos trabajos, incluidos en su producción recientemente, añadimos el proyecto de Casas Consistoriales que estudiamos en este artículo y que corrobora la apreciación social y profesional de la que disfrutaba en aquellos años. Es probable que al menos desde 1775 ya participase en las obras de la Concepción, en lo referente a la carpintería; pero no es hasta la marcha de Patricio García cuando su reputación y trabajo lo elevan a director de la obra. A comienzos de mayo de 1787 emite un informe sobre el estado, firmeza y conclusión de la fábrica de esta iglesia, a petición del regente de la Real Audiencia de Canarias. Año y medio después contemplará la conclusión del templo, inaugurado en diciembre de 1788. Precisamente en 1787 José de Betancourt y Castro firma el baldaquino de la iglesia de San Juan Bautista de La Orotava, obra que se sitúa a caballo entre las postrimerías del Barroco y la llegada del Neoclasicismo. Y poco después, en 1791, firmará en Madrid los planos para el Real Consulado de Canarias, que, como el caso que estudiamos, lamentablemente nunca pudo ser realizado. Este último edificio, puramente neoclásico, es una muestra de cómo gracias a la labor de determinadas personas con nuevas mentalidades, se ejerció un papel decisivo en el avance de las nuevas ideas en Canarias, a pesar de que no se materializaran del todo23. Hipólito de Salinas. Lo hace después de varias gestiones, al parecer infructuosas, ante la Audiencia de Canarias y en relación con que se le exima a él y a sus sucesores en el mayorazgo de Tafuriaste del reintegro de unas alhajas de diamantes. Posteriormente sigue apareciendo en protocolos relacionados con el marqués de la Candia y en general con miembros de la familia Franchi, lo que da idea de la reputación que había adquirido. Véase AHPT, PN 2896, ante Pedro Miguel Gutiérrez, f. 170. De nuevo aparece como tasador en 1789, junto al maestro Agustín Brito. Después de esa fecha aparece en diversa documentación, en relación con aspectos comerciales, de la citada familia Franchi o referidas a su propia familia, como en el caso del testamento de su hermana Inés o del suyo propio. Curioso resulta que en este último una de sus voluntades sea entregar mil pesos corrientes al ayuntamiento de la villa para fanegadas de trigo, cuyos beneficios debían ir destinados a los pobres de la cárcel. 22 Véanse, entre otros, Fraga González: op. cit., p. 224; y Lorenzo Lima, Juan Alejandro: «El completo saber de un oficio: Miguel García de Chávez (1734-1805) y la arquitectura orotavense de su tiempo», en xvii Coloquio de Historia Canario-Americana, Las Palmas de Gran Canaria, 2006, p. 1334. Aunque algunos autores han optado por utilizar el apellido Chávez, nosotros preferimos la ortografía que concuerda con la documentación antigua y con su firma, en la que aparece escrito con s, Chaves. 23 Véase Hernández Gutiérrez, A. Sebastián: «Los planos del Real Consulado Marítimo y Terrestre de Canarias», en vii Coloquio de Historia Canario-Americana, Patronato de la Casa de Colón, Las Palmas de Gran Canaria, 1986. El caso de Cristóbal Afonso (1742-1797), segundo de los artistas vinculados al proyecto del nuevo ayuntamiento, es algo tangencial en este caso pero no deja de resultar importante su presencia, habida cuenta de que se vería imbuido del mismo nuevo espíritu constructivo que empezaba a dictaminar los nuevos gustos artísticos. Tanto Chaves como Patricio García, o el singular José de Betancourt y Castro, todos bajo la influencia de Diego Nicolás Eduardo, participaban, como también lo hacía Cristóbal Afonso, de unos postulados academicistas que iban llegando a Canarias acompañando a las nuevas ideas sociales y políticas. El trabajo más conocido de Afonso es precisamente el haber ejercido como pintor en la iglesia de la Concepción al menos desde agosto de 1775, pues en esa fecha se le encargó la curiosa tarea de dar colorido a las cornisas interiores, torres, ventanas y balcones para igualar la tonalidad de la cantería. Volvería a hacer algo similar en 1787, pero en este caso en los arcos de la bóveda y en el cimborrio, así como en los laterales exteriores del templo simulando sillares. Suyos son los cuatro apóstoles de la pechinas sobre las que se sustenta la cúpula (fig. 5). Resulta evidente la vinculación con García de Chaves y no debe extrañar que sea él y no otro a quien se contratase como perito en pintura para la realización de los planos que se iban a enviar a Madrid. Por lo tanto, podemos afirmar que los planos conservados en el AHN están trazados por Afonso, bajo la tutela de Chaves en lo referente a la disposición y diseño de la planta. Pero el acercamiento de Afonso a las nuevas ideas, como ya han señalado otros autores24, Véase, por ejemplo, Calero Ruiz, Clementina, Castro Brunetto, Carlos Javier y González Chávez, Carmen Milagros: «Luces y sombras en el siglo ilustrado: La cultura canaria del setecientos», en Historia cultural del arte en Canarias, iv, Gobierno de Canarias, 2008. 24 REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 121-143 135 Fig. 5. San Mateo en una de las pechinas de la iglesia de la Concepción de La Orotava. Cristóbal Afonso, c. 1787. lo muestra como hombre de su tiempo, algo que puede incluso observarse en detalles de sus pinturas, aunque en este arte se muestre ambivalente y, a veces, arcaizante. El trabajo de ambos, junto con un tercer maestro, Juan Escobar, encargado de los aspectos más rudimentarios relacionados con la mampostería, es una singular muestra de los nuevos aspectos formales que se abrían camino en Canarias a finales del xviii y que se mostrarán plenamente en la arquitectura academicista pocos años después. REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 121-143 136 4. LUCES Y SOMBRAS DE LA ARQUITECTURA SOÑADA Desde finales del siglo xvii y hasta 1767 los jesuitas establecidos en La Orotava habían levantado el símbolo de su identidad en el lugar: el colegio de San Luis Gonzaga. La construcción, formada por el propio colegio y la iglesia, pasó por sucesivas etapas hasta convertirse en el referente arquitectónico de la época en la villa. Pero la expulsión de la Compañía de Jesús bajo el reinado de Carlos iii puso fin a un edificio que había sufrido considerables apuros económicos y cuya iglesia no había sido acabada. No obstante, el templo jesuita fue un icono de poder de la orden y su barroca fachada, salomónica en las formas, y todo un atrevimiento estructural donde nunca lo había habido, se imponía indefectiblemente en el entorno. Sin embargo, aquella iglesia permaneció inconclusa pero en pie durante otros veinte años, abandonada y sin otro uso que el de la contemplación de los viajeros, aunque ejerciendo influencia en otros edificios, como en la iglesia de la Concepción25. Tras esas dos décadas de soledad, el proyecto de Chaves pretendía reutilizar su estructura, adaptándola a las nuevas necesidades de la política y el desarrollo social, pero también a los nuevos gustos estéticos. Por lo tanto, un proyecto venía a superponerse al otro, fagocitándolo arquitectónicamente, y a sustituir los símbolos a ellos ligados (fig. 6). Tras la expulsión de los jesuitas en 1767, su colegio fue cumpliendo funciones diversas, pero con un carácter claramente público ya que los bienes de la orden habían sido incautados por el Estado, lo que terminará por determinar su cesión al propio ayuntamiento en 1768 para destinarlo a la enseñanza pública 26. Este será su principal uso, de lo que se deduce que, tras no poder realizarse el proyecto de casa consistorial, se siguió utilizando como escuela, también como cárcel, y probablemente desde la década de los veinte del xix como sede del ayuntamiento. Por lo tanto, aunque el proyecto de construirlo sobre la iglesia jesuita no pudo materializarse, sí se ocupó el resto del edificio como sede municipal hasta 1841, año en que pereció en un incendio27. Véase Rodríguez Bravo: op, cit. AHN, leg. 160, Jesuitas. Propuesta del Consejo Extraordinario de 16 de mayo de 1769 sobre el destino del Colegio de La Orotava para Casa de enseñanza de primeras letras, Latinidad y Retórica con habitación de Maestros y el sobrante de vivienda para pupilajes. 27 Véase Rodríguez Bravo: op. cit. para ampliar este tema. 25 26 Cuando a principios de diciembre de 1787 Miguel García de Chaves y Cristóbal Afonso acuden a estudiar la inacabada iglesia de la Compañía se encuentran con un edificio levantado hasta los arcos siguiendo el modelo jesuítico tradicional, es decir, una nave principal que determina la estructura de todo el conjunto y que dirige la mirada del fiel hacia la capilla mayor. Se trataba de un modelo unidireccional, aunque su planta fuese una cruz apenas desarrollada, preparada para ser cubierta con bóveda y cúpula, sistema novedoso en la isla y que se usará precisamente al cubrir la nueva iglesia de la Concepción. Pero aunque las intenciones de los jesuitas fueran esas, la realidad es que el templo estaba descubierto, en «paredes y sin techo», tal y como se dice en la documentación remitida a Madrid. Lo cierto es que el modelo jesuita aprovechaba bastante el solar, desarrollando una iglesia de unos 41 metros de largo por 10,39 de ancho y unos 25,50 en el crucero. A esto habría que sumar las proyectadas capillas laterales, la torre y la portería, ya terminadas, y el espacio ocupado por el patio de ministerios que hacía de unión entre el templo y el colegio. La fachada de la iglesia se imponía en su relación con la calle, desarrollando una pantalla barroca dominada por una portada salomónica de doble cuerpo, en este caso totalmente acabada. El reconocimiento que Chaves y Afonso hicieron de estos suntuosos restos no debió ser el primero. Todos los autores que hemos estudiado la labor ignaciana en La Orotava desde un punto de vista arquitectónico hemos llegado siempre a la conclusión de que el proyecto jesuita influyó de forma muy importante en el diseño de la iglesia de la Concepción, que en esas fechas era dirigida por Chaves. Desde ese punto de vista, los artistas debían conocer bastante bien la iglesia inconclusa, así como ser conscientes de las pretensiones de los jesuitas respecto a la forma de cubierta de su templo. Quiere esto decir que el peritaje efectuado por ambos debió partir de un conocimiento previo singularmente preciso. De hecho, acudieron con un diseño previo, «un plano que han figurado» como se dice en los informes, y lo más determinante aún, «con bastante reflecion», lo que da idea del REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 121-143 137 Fig. 6. Colegio jesuita de San Luis Gonzaga hacia 1767. Diseño del autor. REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 121-143 138 Fig. 7. Alzado lateral del proyecto, 1787. conocimiento que poseían del inmueble. También consideraron que los muros eran suficientes para su proyecto y bastaba únicamente con adecuar su interior, cubrirlo y cerrar el espacio de las capillas laterales. Se trataba, por tanto, de un edificio sólido al que había que proporcionarle un lavado de cara, otro aspecto exterior de líneas más sobrias que cumpliera dos funciones: la de proporcionar un uso distinto y la de minimizar su estructura y aspecto barrocos. Esto último se ve más claramente en los diseños para la fachada lateral, como veremos a continuación. Como señalamos al comienzo, el expediente enviado al Consejo de Castilla incorporaba tres planos: un alzado lateral y una planta del proyecto de nuevas casas consistoriales y un tercer plano de la modificación de la carnicería pública. Nos centraremos en estudiar los dos primeros, ya que el tercero era la modificación de una carnicería ya construida pero no en el mismo lugar y que por lo tanto no afectaba a la construcción jesuita 28. El plano que lleva la signatura 2968 representa un alzado lateral del proyecto. Aunque en él aparece la leyenda «perfil de la fábrica de Yglesia principiada por los Padres Jesuitas espulsos por el costado que muestra el plan en la letra A», lo que realmente se diseña es una fachada lateral nueva (fig. 7). Se divide claramente en dos partes: la situada a la izquierda (marcada en el plano como N. 1.º) se corresponde con el crucero y la sacristía de la iglesia; la de la derecha (marcada como N. 2.º y 28 En cualquier caso, el diseño de esta carnicería era muy sencillo: de una sola planta, recuperando elementos tradicionales de la arquitectura insular y ampliando lo ya construido. Se dice en el proyecto que se trata de la «planta geométrica y el perfil o fachada de la Carnicería de la Villa de La Orotava». Estaba situada en un «sitio perteneciente al hospital», tal y como figura en el plano. Se observa en la parte trasera un horno exterior que daba a una cocina, ubicada en la parte alta de la sacristía, con su chimenea en la azotea. 30 El texto completo sigue así: «...en donde se piensa fabricar las Casas Capitulares, Carceles, avitacion del Juez. Nota: lo que ba demostrado con tinta negra son las paredes exteriores, y sin cubierta construidas por los dichos Padres, que se reduce a crucero de Yglecia, media Torre, y Sacristías, y lo que se señala con tinta encarnada, manifiesta la fabrica que según delineacion, y proyecto debe añadirce: los gruesos de pared y tabiques, ban bañados de la dicha tinta, y las maderas solo perfiladas». 29 REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 121-143 139 N. 3.º) sería parte de la nave central y las capillas laterales. A la primera se refieren como Fábrica hecha, a la segunda como Sala Capitular y a la tercera como Cárcel. La denominación Fábrica hecha hace referencia a la parte ya construida por los jesuitas, a la que se añadiría el espacio que ocupaba secciones de unas futuras capillas laterales. Lo más destacado de este alzado lateral es la búsqueda de uniformidad en el conjunto, ya que se intenta establecer una continuidad entre todas las partes del muro. Para ello se divide el edificio en dos plantas, muy claras desde el exterior, y se marcan con sillares las esquinas y la mitad del plano. Es muy probable que ya existieran los sillares marcados en negro en el dibujo. En la zona N. 1.º simplemente se colocan una puerta y dos pequeñas ventanas en el primer piso y tres ventanas mayores en el segundo, coincidiendo una con el crucero y dos con la sacristía. En la N. 3.º, al ser destinada para la cárcel, se colocan tres ventanas con barrotes en el primer piso; y en la N. 2.º, al corresponderse con la sala capitular, se plantea un balcón corrido con remates en forma de bola, al que dan una puerta central con sendas ventanas a cada lado. Parece como si se hubiese querido plantear que el balcón hiciera las veces de lugar principal desde donde las autoridades se dirigieran a la población, ya que por un lado conectaba directamente con la sala de reuniones del ayuntamiento y por otra se abría a una plazuela que aún hoy existe. El conjunto se remataba con una balaustrada clasicista a lo largo de los 41 metros que ocupaba el templo29. El hecho de que se envíe solamente esta fachada lateral y ningún otro alzado de la fachada principal del edificio demuestra que no se pensaba modificar la iglesia en su aspecto exterior, de tal forma que la entrada al ayuntamiento se haría por la portada salomónica de los jesuitas. Este alzado se complementa con el plano signado como 2969 y que textualmente representa la «planta que demuestra la fabrica de la Yglecia que dexaron principiada con total separacion e independencia del Colegio los Padres Jesuitas espulsos de la Villa de la Orotava» (fig. 8)30. En este caso se nos muestra la planta del proyecto. Se trata básicamente de la planimetría del templo jesuita, sobre la que se ha realizado una nueva distribución interior, añadiendo dependencias y cubriendo algunos espacios. A la izquierda puede apreciarse la ampliación que serviría de cárcel y sala principal con balcón, ligeramente retranqueada con respecto a la fachada, en consonancia con lo que le ocurría a la iglesia, debido a la estrechez de la calle. Varios detalles llaman nuestra atención: en primer lugar el respeto por el planteamiento original, al que únicamente se le aplica un cerramiento en el crucero y la capilla mayor para obtener diversas dependencias; en segundo lugar la pervivencia de buena parte de la nave central como patio al descubierto al que se abre un corredor en forma de REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 121-143 140 Fig. 8. Planta del proyecto, 1787. balcón que rodea internamente toda la construcción, balcón que se prolonga a la izquierda, como ya hemos señalado, pero también en la fachada trasera. Las dependencias son las propias de un edificio destinado a múltiples usos: desde la sala de reuniones, despachos o archivo hasta una «cárcel de mugeres en lo alto [de la torre, señalada con el número 3 en el plano] y en lo bajo calaboso». El edificio se cubriría con cubierta plana, eliminando toda referencia a la bóveda pensada por los jesuitas, pero también a un posible artesonado de influencia mudéjar. Se desechaban así las dos posibilidades constructivas más ligadas al desarrollo barroco de la tradición arquitectónica, optándose por una solución más limpia y clara. Parece evidente que el diseño de Chaves y Afonso fue utilizado casi cien años después cuando, hacia 1860, se construyó la casa Díaz Flores, pues la fachada lateral de esta nos recuerda, con algunas variaciones, al planteamiento de 1787 y la distribución interior aprovecha, de la misma forma, la estructura de la iglesia para plantear los distintos espacios de la casa (fig. 9). No así en la fachada principal, pues la portada barroca fue desmontada para construir la cara más visible de la casa y que, obviamente, no parecía tener sentido en una vivienda31. Esta, levantada sobre 31 Rodríguez Bravo: op, cit., p. 264 y siguientes. Fig. 10. Alzado y planta de la casa Díaz Flores, c. 1860. los muros jesuitas y con los mismos propósitos que el diseño de Chaves, tiene un evidente gusto neoclásico, heredero del plan de 1787. Sin duda el promotor de la construcción, Antonio Díaz Flores, debió conocer los planos de Chaves. No en vano fue alcalde de La Orotava y un personaje destacado en la sociedad decimonónica de la villa (fig. 10). La casa se aprovechaba también de la presencia en el entorno que transmitía el volumen de la iglesia y de ese modo determina la reurbanización del espacio adyacente, aprovechando la perspectiva de la confluencia de las calles Colegio, Carrera y San Francisco. Esta idea acompañaba ya al proyecto de 1787, al entenderse el simbolismo del edificio como el mejor vehículo para mostrar la idea que subyacía en él, que no era otra que la de un poder local fuerte e independiente de La Laguna. Esta REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 121-143 141 Fig. 9. Casa Díaz Flores, c. 1860. Diseño del autor. REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 121-143 142 Fig. 11. Proyecto de Chaves y Afonso sobre el colegio jesuita. Diseño del autor. reorganización de los espacios urbanos, que se desarrollará decisivamente en el siglo siguiente, es fundamental para entender el espíritu que desde su origen debió tener el proyecto. Es más, la primera opción de levantarlo sobre las ruinas del Palacio de Celada pone de manifiesto algo que sucederá posteriormente, es decir, el replanteamiento urbano frente a la nueva iglesia de la Concepción. De haberse construido el ayuntamiento en ese lugar hubiera supuesto la ordenación de los edificios del entorno, cuestión que se terminará resolviendo más tarde, primero con la fantástica fachada de la casa Llarena y luego con las plazas de Patricio García y Casañas. De ese modo el consistorio hubiese sido, junto a la recién estrenada parroquia, el eje del centro de la población. Aun así, el hecho de construirlo sobre el solar jesuita añadía a todo esto la perspectiva, factor determinante en los sucesivos edificios allí planeados. La idea se repetirá en el ayuntamiento definitivo pero más espectacularmente desarrollada, pues ocupará toda la manzana del convento de San José, desplegando una larga fachada neoclásica que sirve de fondo a una extensa plaza, convertida con el tiempo en centro de la población. Por tanto, el planeamiento urbano y su definición en cuanto a una idea nueva, no sólo de sociedad sino también de jerarquización de la arquitectura, tuvo su germen en el primer proyecto pensado para el Palacio de Celada, se quiso luego volver a plantear en el diseño de Chaves y se vio definitivamente materializada años después en el actual edificio municipal (fig. 11). En definitiva, este proyecto frustrado confirma algo que empezará a desarrollarse poco después. Nos referimos a la idea de una arquitectura renovada, con un acusado valor político y social, edificada en un momento de frontera y que desencadenará la ruptura con todo lo anterior. El plan de Chaves y Afonso nacía en el mismo momento en que comenzaba a desaparecer la estela del Barroco y el nuevo clasicismo quería comenzar a ser el referente. Curiosamente, tanto Miguel García Fig. 12. Proyecto en el entorno. Diseño del autor. Recibido: 3-3-2016 Aceptado: 17-3-2016 REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 121-143 143 de Chaves como Cristóbal Afonso serán los últimos exponentes de ese momento de transición y actuarán, desde sus formas y estilos, con sus luces y sus sombras, como punto de inflexión a partir del cual se impondrán los nuevos ideales estéticos (fig. 12). DATOS SOBRE LA ORFEBRERÍA DEL SANTUARIO DEL CRISTO DE LOS DOLORES, TACORONTE. GASTOS DE LAS OBRAS Y AUTORES Antonio Marrero Alberto Resumen El Libro de Cuentas de la Cofradía del Santísimo Cristo de los Dolores de Tacoronte indica las piezas de orfebrería adquiridas por el santuario entre 1738 y 1846. A través de su estudio, analizamos los gastos que supusieron estas adquisiciones, así como sus autores. Palabras clave: Tacoronte, iglesia del Cristo, plata, orfebrería, frontal. Abstract «Information about silversmithing in Sanctuary of the Christ, Tacoronte. Expense of the works and authors». The Tacoronte Christ Brotherhood Sum book indicate pieces of silversmithing bought for the church between 1738 and 1846. Through its study, we’re going to analyse expenses that supposed these purchases, as well as their authors. Considerado uno de los mejores conjuntos de platería de las Islas, el santuario del Santísimo Cristo de los Dolores atesora piezas de plata tan interesantes como el frontal y sagrario del altar mayor, la doble baranda y el ambón, además del altar y la basa en la que la imagen procesiona. Su estudio exige tomar como punto de partida dos manuales fundamentales, cuyo enfoque y temática son diametralmente opuestos: el estudio histórico-artístico de Tacoronte redactado por Jesús Casas Otero1 y especialmente el libro de Jesús Hernández Perera sobre la orfebrería en Canarias2. El primero diserta sobre la realización y características del frontal, el tabernáculo y la basa de la imagen. Así, escribe que en la pared del testero de la Capilla Mayor «se alza un segundo plano, limitado por una balaustrada de metal plateado que da Revista de Historia Canaria, 198; abril 2016, pp. 145-163; ISSN: 0213-9472 REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 145-163 145 Keywords: Tacoronte, Christ Church, silver, silversmithing, front. REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 145-163 146 Fig. 1. Conjunto de orfebrería y plata del presbiterio del santuario del Santísimo Cristo de los Dolores, Tacoronte. entrada al presbiterio propiamente dicho, donde se encuentra el altar y el retablo»3. Debemos entender con esta afirmación que con el paso del tiempo el altar cambió de emplazamiento, encontrándose en la actualidad en el primer tramo de dicha capilla, pues el actual es de hechura contemporánea, encargado por la Hermandad del Santísimo en 1999 (de este mismo año data el actual ambón). El autor comienza analizando el frontal del altar, del que Hernández Perera refiere que ha de atribuirse al mismo platero que el de la iglesia parroquial. [...] Resulta extraño que en este retablo se dé la división en cinco paños verticales con recuadro dentro de cada paño, cuando la tendencia era a unificar la zona inferior. Por otra parte, el de Sta. Catalina, del mismo platero, elaborado más o menos por las mismas fechas, ya muestra esta tendencia en la división tripartita y en la ausencia de recuadros. Casas Otero, Jesús. Estudio Histórico Artístico de Tacoronte. Aula de Cultura de Tenerife. Cabildo Insular de Tenerife. 1987. 2 Hernández Perera, Jesús. Orfebrería de Canarias. Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Instituto Diego Velázquez. Madrid. 1955. 3 Casas Otero, J. Op. cit. p. 133. 1 La explicación de este arcaísmo es que este frontal del altar del Cristo se había comenzado algunos años antes, incluso que el paño más antiguo del frontal de Santa Catalina4. Tras este estudio preliminar comienza el análisis del tabernáculo, advirtiendo que falta el sagrario antiguo. Lo que ahora hace de sagrario es el basamento del manifestador, añadido en época más reciente con los demás accesorios que forman el conjunto del altar, de técnica y calidad inferior al frontal y expositor para adaptar el basamento al sagrario, bastó un corte rectangular, que hiciera las veces de puerta, aprovechando la representación del cordero y los símbolos eucarísticos para los frentes laterales. Sabemos, por los libros conventuales, que la iglesia tenía en el año 1768, un sagrario antiguo, tal vez del siglo xvii, con baldaquino que servía que manifestador. [...] Este segundo sagrario, que se comenzaría después del año 1768, tampoco existe. El manifestador sigue la planta trapezoidal del basamento que hace de sagrario. Como todas estas piezas son del siglo xviii, va encristalado en sus tres Idem, pp. 133-134. 4 REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 145-163 147 Fig. 2. Sagrario y altar de plata. REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 145-163 148 Fig. 3. Detalle del frontal del altar. frentes bajo arcos mixtilíneos. El cuerpo cilíndrico interior lleva decoración menuda sobre fondo dorado, y se cubre con dos secciones de cúpula gallonada. El remate, hacia donde convergen los tallos de hojarasca que respaldan el tabernáculo, es una pequeña cruz, recortada en lo alto, con la imagen del crucificado5. Respecto a la peana del Cristo afirma que «hacia 1724 se comenzó a revestir una peana»6 aprovechando la plata de varios elementos de la iglesia. No obstante la que se conserva en la actualidad «se hizo, con algunas limosnas, en el año 1762 (...). Se organizó con tres gradas, de perfil convexo en sus cuatro frentes. Sus repujados acreditan una vez más, la calidad de los artistas laguneros»7. Hernández Perera en su libro indica la caída de los bienes de la Iglesia en manos del Estado, señalando que algunos cenobios conservaron felizmente toda o casi toda su platería merced a especiales circunstancias. Es el caso del convento dominico de La Laguna, el franciscano de la misma ciudad y el agustino de Tacoronte, y, entre las monjas, el de las Claras y el de las Catalinas, únicos conventos laguneros y tinerfeños que subsistieron sin extinguir hasta el presente8. Ibidem, p. 134. Ibidem, p. 138. 7 Ibidem, p. 139. 8 Hernández Perera, J. Op. cit. p. 50. 5 6 El caso del convento que nos ocupa se debe a que, «por estar en situación más céntrica que la iglesia parroquial de Santa Catalina, los vecinos pidieron se trasladase a aquel el culto parroquial, si bien sólo quedó momentáneamente en ayuda de parroquia»9. El profesor Hernández Perera analiza exhaustivamente el frontal de plata repujada del santuario tacorontero, concluyendo que su autor pudiera ser Juan Domínguez, el mismo orfebre que labró el de la parroquia de Santa Catalina del mismo lugar: Así, de los manifestadores que portan templete encristalado, Perera establece una clara diferencia entre el del templo parroquial y el del santuario, afirmando que el primero es un magnífico ejemplo de esta tipología y «quizá el conjunto mejor conseguido, aunque totalmente ajeno al retablo mayor, costeado por la Hermandad del Santísimo»11, mientras que del segundo solo señala que es menos elegante. Respecto a la basa del Cristo tan solo dice que fue labrada en 176212. Para Hernández Perera, Juan Domínguez pudo haber residido en Tacoronte entre 1745 y 175413, escribiendo: El frontal de plata repujada del altar mayor de la parroquia de Santa Catalina, en Tacoronte (Tenerife), lleva tres letreros alusivos a su fecha y donantes. La inscripción central dice: «año de 1745. con qvatro libras i 6 onsas de plata i cvido (?) este frontal le dio principio Jv(a)n Dominguez, A. de la obra». Al lado del Evangelio puede leerse: «El capitan d. Joseph Gonzales del drago dio este paño de limosna, año de 1745.» El tercer letrero, a la derecha, expresa: «año de 1754. Dio este paño la mitad Jvan Mendosa i la otra dono sv padre». Sergio F. Bonnet atribuye este frontal a un tal maestro Domingo, pero de la primera inscripción puede leerse correctamente Domínguez, puesto que Juan Domínguez, el donante del panel central y de la labor, es también el platero, «A(utor) de la obra». La expresión empleada en los letreros del frontal del Cristo de Tacoronte, en el convento agustino de los Dolores, es semejante y parece signada también por el Idem, p. 51. Ibidem, p. 243. 11 Ibidem, pp. 253-254. 12 Ibidem, p. 269. 13 Ibidem, p. 367. 9 10 REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 145-163 149 El motivo principal empleado en su decoración es la S y el clavo, en alusión a la Esclavitud del Santísimo Cristo, que debió de costear parte de la obra. El jeroglífico S-clavo se repite en el centro de la zona superior y en cuatro paños de la inferior, aquí rodeados de flores y racimos de uvas. El panel central lleva repujado el emblema de la Orden de San Agustín (un corazón bajo el capelo y las doce borlas episcopales), ya que el convento de los Dolores pertenecía a los agustinos. En sus paños extremos van dos inscripciones: «dio el aiudante d(o)n Jvan Domingves para el f(r)o(n) t(a)l ocho libras i cuarta de plata con su labor, año 1752; y la otra dio el capitan d(o)n Necolas Morera cincventa pesos con q(v)e se acabo este fr(ontal)». Se mantiene aquí todavía en esta fecha la división en cinco paños, decorados todos, salvo el inevitable escudo central, con el mismo tema barroco10. mismo platero: «Dio el aivdante d(o)n Jvan Domingves para el f(r)o(nta)l ocho libras i cvarta de plata con sv labor. año 1752.» La segunda inscripción recuerda al segundo y último donante: «dio el capitan d(o)n Necolas Morera cincventa pesos con q(ve) se acabo este fr(ontal)»14. Por nuestra parte, y tras los estudios y conclusiones a las que han llegado los autores ya mencionados, se hace necesaria una descripción somera que recoja los datos relevantes que hemos localizado en el Libro de Cuentas de la Cofradía ya reseñado, que comienza en 173815. De su lectura se desprenden los nombres de cuatro artífices principales: José Peniche, Antonio Juan de Villavicencio y Diego Calderón, plateros; Pedro Gondrán, grabador; además de la presencia de un platero extranjero estante en Santa Cruz de Tenerife, de nombre desconocido. Pieza Precio Cantidad y material Fecha Sagrario 450 rs. 40 onzas plata 25/07/1738 05/01/1747 Sagrario 806 rs. y 2 cuartos 64,5 lbs. plata 25/07/1738 05/01/1747 Sagrario 295 rs. 24 onzas, 4 lbs. y 4 adarmes plata 25/07/1738 05/01/1747 600 rs. Trabajo del platero 05/02/1748 05/02/1749 Altar Cristo** 200 rs. Plata 16/01/1751 22/04/1752 Plata del Señor** 160 rs. Plata 22/04/1752 20/04/1753 Candeleros 150 rs. Madera 21/04/1754 31/12/1766 Candeleros 235 rs. Plata 21/04/1754 31/12/1766 Candeleros (4) 250 rs. Plata (comprados) 21/04/1754 31/12/1766 Frontal 50 rs. Madera 21/04/1754 31/12/1766 REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 145-163 150 Sagrario* Artista Peniche Faroles del Señor Joseph Peniche 450 rs. 2,5 lbs. plata 21/04/1754 31/12/1766 Faroles del Señor Joseph Peniche 125 rs. Trabajo del platero 21/04/1754 31/12/1766 Floreones de los faroles Joseph Peniche 258 rs. y 6 cuartos 23 onzas plata 21/04/1754 31/12/1766 Ibidem, pp. 393-394. Archivo Diocesano de Tenerife (en adelante ADT). Libro de Cuentas y relación de hermanos de la Cofradía del Santísimo Cristo de Tacoronte. 1738. Libro 079. s/f 14 15 Artista Precio Cantidad y material Fecha Floreones de los faroles Joseph Peniche 85 rs. Trabajo del platero 21/04/1754 31/12/1766 Alma de los floreones Brujo 10 rs. Madera 21/04/1754 31/12/1766 Candelero para el altar del Señor 280 rs. Plata (comprado) 21/04/1754 31/12/1766 Barales, canruchas y bujías 70 rs. Plata 06/09/1781 16/08/1788 Tarima para el altar mayor y floreones para bujías 130 rs. Madera y plata 06/09/1781 16/08/1788 Palio de lampazo 1000 rs. Baranda 1832 rs. y 26 mrs. 8 lbs. y 2 adarmes plata 03/06/1792 Baranda 5 rs. Plata 03/06/1792 Florines para las bujías y platearlos 70 rs. Madera y plata 03/06/1792 Bujías y soldadura 40 rs. Estaño. Trabajo de la soldadura 03/06/1792 Trono del altar mayor Brujo Transporte del trono 06/09/1781 16/08/1788 150 rs. 03/06/1792 5 rs. Elementos para la composición del trono 7,25 ½ rs. Tachuelas 03/06/1792 Hierro (vergas, clavos, etc.) 1 r. y 13 mrs. Composición de la clavazón 12,25 ½ rs. Anillo para el dosel 03/06/1792 03/06/1792 Trabajo del carpintero 3 rs. y 38 mrs. 03/06/1792 03/06/1792 Frontal de Damasco con galón y seda, y trabajo 386 rs. Textiles y trabajo 03/06/1792 Tapiz para el nicho del Señor, forro y seda, y trabajo 385 rs. Textiles y trabajo 03/06/1792 5 rs. Hierro 03/06/1792 65 rs. Oro 03/06/1792 Alma del Inri del Señor 5 rs. Cedro 03/06/1792 Tornillo para el Inri del Señor 5 rs. Hierro 03/06/1792 2 rs y 25 ½ mrs. Hierro 03/06/1792 Tornillo para la clavazón Dorar el Inri del Señor Antonio Juan de Villavicencio Abrazaderas para el Inri del Señor Sacristán por limpiar la plata Baranda Pintar barandas Hierro para la barandas Brujo 10 rs. 03/06/1792 155 rs. 03/06/1792 75 rs. Pintura 03/06/1792 8 rs. y 25 ½ mrs. Hierro 03/06/1792 REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 145-163 151 Pieza Pieza Artista Transporte de las barandas Cabalgadura del transporte para el maestro Brujo Candado para un cajón Cantidad y material Fecha 5 rs. 03/06/1792 7,25 ½ rs. 03/06/1792 3,28 rs. Hierro 03/06/1792 70 rs. Plata 03/06/1792 Baras de coleta y plateado 7,25 ½ rs. Baras de coleta y plata 03/06/1792 Transporte de los barales 2 rs. y 13 mrs. Platear los barales Barandas de la segunda grada 03/06/1792 280 rs. Trabajo del carpintero, pintor, herrero y transporte 03/06/1792 Barandas de la capilla mayor Antonio Juan de Villavicencio 16 pesos 5 lbs. plata 03/06/1792 05/08/1795 Candeleros del Señor Diego Calderón 800 rs. 5 lbs. plata 23/03/1799 20/12/1804 Candeleros del Señor Diego Calderón 300 rs. Trabajo del platero 23/03/1799 20/12/1804 Limpiar la basa del Señor Diego Calderón 60 rs. Trabajo del platero 1803 90 rs. Plata (comprado) 23/03/1799 20/12/1804 Liñas, vergas, palo y hierros para el nicho y las lámparas 33 rs. y 1 cuarto Madera, hierro 23/03/1799 20/12/1804 Limpieza del trono del Señor 30 rs. Faroles del Señor REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 145-163 152 Precio 23/03/1799 20/12/1804 3,1 rs. y 8 mrs. Hierro 1821 Remiendo del trono, barandas y varales 2’4 rs. Trabajo del carpintero 1821 Hilo para albas y manteles 1,3 rs. y 10 ½ Hilo, seda y plata 1821 Componer quicios, puertas y trono 2,6 rs. y 10 ½ Trabajo del carpintero 1822 Tres cepillos para limpiar plata 1,5 rs. y 5 cuartos 1822 1,7 rs. 1822 Clavos y tachas Limpieza de la plata (y aguardiente) Composición y retoque del estampón Platero Portugués en Santa Cruz Puerta del coro, composición del nicho del Señor, candado y argollas Composición del estampón Orla del nicho del Señor Pedro Gondran 21,2 rs y 10 ½ 1 onza de oro 1823 1,2 rs. Trabajo del carpintero y hierro 1824 320 rs. Trabajo del grabador 08/07/1842 772 rs. 08/05/1846 * El sagrario fue donado por el coronel D. Roberto Rivas. ADT. Libro de Cuentas y relación de hermanos de la Cofradía del Santísimo Cristo de Tacoronte. 1738. Libro 079. s/f. ** Idem. El altar y la plata del Señor los regaló el capitán D. Joseph Gonsales. «“288 reales que entregó al platero Pedro Peniche para los canutos de plata de la manga de la Cruz nueva (...)”. Por el informe que en 1777 presentó a la Económica de Tenerife don José Llarena y Mesa, sabemos que en esa fecha el maestro Pedro Peniche tenía su taller en La Laguna, uno de los ocho talleres establecidos en la entonces capital tinerfeña. De las noticias de don José Llarena se desprende que Peniche no tenía oficiales ni aprendices». Vid. Hernández Perera, J. Op. cit. p. 438. 17 «El maestro Antonio Villavicencio, tuvo su taller en La Laguna, y parece haber cultivado con singular habilidad el género de las andas del baldaquino, recubiertas de chapa de plata profusamente repujada. La primera obra suya documentada [...] son las andas de la Virgen de la Soledad, que se venera en la parroquia matriz de Santa Cruz de Tenerife. La labor del platero se extendió a lo largo de los años 1763 y 1764. [...] Se conserva aún en la iglesia de la Concepción esta obra del maestro Villavicencio, aunque muy deteriorada. Debe advertirse que no estuvo nunca enteramente cubierta de plata, sino sólo los pilares y la cartera delanteros, la cornisa y las perillas, tal como enumera la partida transcrita. En cambio sí terminó completamente otras andas de baldaquino para Santa Cruz de Tenerife, las de la Virgen del Rosario, que tuvo el convento dominico de la Consolación, aunque no perduran hoy tras su incautación por el Crédito Público, que las fundió y remitió al erario en 1821. Fueron construidas igualmente en La Laguna y sólo después de bastantes años de elaboración quedaron terminadas. [...] La última cita documental referente a Villavicencio que ha llegado a nuestra noticia, es la contenida en uno de los pocos libros que subsisten del Convento de Candelaria (Tenerife)». Vid. Hernández Perera, J. Op. cit. pp. 465-468. 18 «Tenía el maestro Diego Calderón su taller en La Laguna. Para la parroquia de la Concepción de esta ciudad realizó diversos trabajos [...]. Para la misma iglesia labró tres platillos 16 REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 145-163 153 La primera de las obras que relaciona el Libro de la Hermandad es el sagrario, realizado por el maestro platero José Peniche, cuyo costo ascendió a 2.151 reales y 2 cuartos. Hernández Perera cita a un platero apellidado Peniche, pero de nombre Pedro, autor localizado en La Laguna, al que se le atribuyen muchas obras, aunque solo en una ocasión se cita su nombre en relación con una obra ejecutada para la parroquia matriz de Nuestra Señora de la Concepción de Santa Cruz de Tenerife16. La diferencia de nombres hace pensar que se trata de orfebres distintos, ubicando a Joseph Peniche, gracias a la información arrojada por el Archivo Diocesano, desde 1748 hasta 1766 trabajando en la obra que analizamos, siendo el sagrario del santuario de Tacoronte la primera de gran envergadura salida de su mano. A todo ello se le vienen a sumar ahora los faroles y floreones del Señor que costaron 918 reales y 6 cuartos, cuya alma de madera ejecutó el Brujo, cobrando 10 reales. Además de Peniche, el Libro nos facilita el nombre de otro orfebre: Antonio de Villavicencio, autor del Inri dorado que corona la cruz que abraza la imagen del Varón de Dolores, que costó 65 reales, así como de las barandas de la capilla mayor por las que se le pagaron 16 pesos17. A partir de nuestro estudio, podemos ampliar su vida laboral a un segmento temporal que iría desde 1762 hasta 1795. Por último, para el santuario también trabaja el platero Diego Calderón, a quien se le encomienda la hechura de los candeleros del Cristo, además de la limpieza de la basa de la imagen, lo que supuso un desembolso de 1.160 reales. Gracias a estos datos su actividad artística hemos conseguido ampliarla hasta 1804, tres años más de los hasta ahora conocidos. Este artista tenía abierto taller en La Laguna, trabajando para la iglesia de Nuestra Señora de la Concepción, así como para la matriz de Ntra. Sra. de los Remedios de Buenavista18. REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 145-163 154 Fig. 4. Baranda y candelabros que delimitan y dividen el presbiterio. Respecto a la composición y retoque del estampón empleado en la realización de los recuerdos con la efigie del Cristo tacorontero, se solicitó el trabajo de un platero portugués afincado en Santa Cruz de Tenerife, del que desconocemos su nombre, aunque sabemos que trabajó en 1823. Unos años más tarde, en 1842, Pedro Gondrán será el encargado de componerlo y adecentarlo. Respecto al Brujo, autor del trono del altar mayor y del alma de la baranda, podríamos pensar que, al tratarse de un trabajo lignario, el documento podría referirse a José Rodríguez Suárez el Brujito, pero sabemos que también existió un platero llamado José Antonio Rodríguez, apodado de la misma manera y cuya producción Hernández Perera sitúa entre 1754 y 1758, coincidiendo con los trabajos del Brujo en Tacoronte. Este dato nos permite establecer dos hipótesis: de vinajeras [...]. Pero la única obra notable que nos es conocida de Diego Calderón es el arca del monumento de la parroquia de Ntra. Sra. de los Remedios, de Buenavista. Es un sagrario de unos 45 cm. de altura recubierto de plancha de plata grabada a buril y cornisas de madera dorada». Vid Hernández Perera, J. Op. cit. p. 386. No obstante, sea quien fuere el autor, a juzgar por los datos que arroja el referido Libro de Cuentas, gracias a estos trabajos hasta ahora desconocidos, hemos conseguido ampliar su vida productiva, que situaríamos entre 1754 y 1792, por lo que habría cobrado la suma de 325 reales. Por último y aunque el Dr. Hernández Perera atribuye los dos frontales tacoronteros a Juan Domínguez, las diferencias estilísticas entre ambos hacen pensar en diferentes manos. El de Santa Catalina posee una decoración que fluye, que no se estanca mediante casetones o estructuras pseudoarquitectónicas, dando la impresión de mayor viveza y avance en cuanto a estilo, mientras que el del santuario del Cristo responde al tipo de estructura basada en elementos arquitectónicos sustentantes que dividen el paño por escenas, sin permitir comunicación entre las diferentes partes constituyentes. De este modo, si tuviéramos que buscar un género artístico con el que establecer paralelismos entre éste y los frontales, éste sería sin lugar a dudas el del sarcófago paleocristiano. Dentro de las múltiples variantes y formas propias de procesos evolutivos, hay dos tipos que destacan sobremanera y a su vez se corresponde en sus características formales con los dos frontales del pueblo de Tacoronte. «Rodríguez Suárez, José (...1774...). Entallador de la segunda mitad del xviii, residente en La Laguna. [...] Realiza en 1774 el retablo mayor de Santa Catalina de Tacoronte, ayudado por su hermano Andrés. Es el retablo actual. Opinamos que no debe confundirse con el maestro platero José Antonio Rodríguez [...]». Vid. Trujillo Rodríguez, Alfonso. El Retablo Barroco en Canarias. (2 vols). Cabildo Insular de Gran Canaria. Las Palmas de Gran Canaria. 1977. p. 197. Casas Otero, J. Op. cit. pp. 51-59. Marrero Alberto, Antonio. «La imagen de Santa Catalina mártir de Alejandría: gastos de la obra y autoría». Revista de Historia Canaria. n.º 194. Servicio de Publicaciones de la Universidad de La Laguna (SPULL). San Cristóbal de La Laguna. 2013. pp. 153-160. 20 «Rodríguez, José Antonio (1754-1758). A juzgar por su única obra conocida, las andas del Corpus de la parroquia de la Concepción, de La Laguna, José Antonio Rodríguez fue un brillante platero, aunque de gusto barroco algo ausente de elegancia. [...] El acuerdo de construir estas andas fue tomado por la Hermandad en sesión del 17 de junio de 1753, año en que eran mayordomos los señores don Juan Conrado de Brier y don Matías Franco de Castilla, al mismo tiempo que el de un sagrario de plata para el altar mayor. Tanto las andas como el sagrario se estrenaron el 12 de junio de 1754, víspera de la festividad del Corpus». Vid. Hernández Perera, J. Op. cit. pp. 446-447. 19 REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 145-163 155 1. El Brujo es el apodo del carpintero José Rodríguez Suarez, de modo que sería el autor de las almas de los floreones, trono del altar mayor, baranda y cabalgadura del transporte para el maestro, al que localizamos trabajando para el santuario tacorontero entre 1754 y 1792, coincidiendo con la fecha de construcción del retablo mayor del templo matriz de Santa Catalina —de la misma localidad— en 177419. 2. El Brujo es el platero José Antonio Rodríguez, autor de las andas del Corpus de la parroquia de la Concepción de La Laguna, cuya producción se sitúa entre 1754 y 1758. Su trabajo coincide cronológicamente con las primeras obras recogidas en las Cuentas de la Cofradía del Stmo. Cristo de Tacoronte, pues era común que los plateros trabajaran el alma lígnea de sus obras20. REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 145-163 156 Fig. 5. Frontal de plata del Santuario del Cristo, Tacoronte. El de la parroquia de Santa Catalina podría compararse con aquellos sarcófagos donde se desarrollan una multiplicidad de escenas superpuestas, que no encuentran límites de ningún tipo, caso del Dogmático hallado en la iglesia de San Pablo en Roma y que se conserva en el Museo Pío Cristiano. En esta obra las escenas fluyen, se superponen, interactúan entre sí, sin llegar a distinguirse dónde acaban y empiezan los episodios representados. Teniendo en cuenta que el frontal de Santa Catalina no presenta una decoración figurativa comparable a la del Sarcófago Dogmático y que el primero fue realizado por paños separados, unidos sobre el alma de madera, lo cual llevó a la presencia de cierta compartimentación sutil, el concepto de unidad compositiva, de fluidez narrativa y de un todo artístico está presente en ambos casos21. Por el contrario, el frontal del Cristo de los Dolores podría hallar reflejo en el sarcófago de Iunius Bassus, donde las columnas separan en diez escenas el lado principal de la obra, compartimentándola y delimitando de forma concisa cada uno de los episodios narrados, sin que éstos tengan comunicación entre sí. El frontal del Cristo, aunque carente de escenas, presenta una decoración emparrada, con una profusa aparición de vides que cubren el fondo y circunscriben los símbolos en el representado, limitados a su vez por casetones a la manera clásica. Recibido: 19-2-2016 Aceptado: 17-3-2016 Ramírez, Juan Antonio. Historia del Arte. La Edad Media. Alianza. Madrid. 1996. p. 11. 21 APÉNDICE DOCUMENTAL Cuentas y relación de hermanos de la cofradía del Santísimo Cristo de Tacoronte, s/f (1738) Libro 079 Visita Gral. Año de 1717 En el Lugar de Tacoronte dela Isla de Thenerife en cinco de Enero de mil setecientos quarenta y siete as. el Iltmo. Sor. Dn. Juan Franco. Guillen obispo de estas Islas, mi señor de el consejo de s. m. Va. estando delebrando susta. Gral. Visita, mandó comparecer a Dn.Juan Lopez Dominguez Prasbito. como Maymo. dela Cofradía de el Ssmo. Christo delos Dolores, sita en el Combento de elSor. Sn.Agustin de este dho Lugar de Tacoronte, y haviendo comparecido Juró in verbo sacerdoty de darlas bien y fielmente desde el día 25 deJulio de 1738, hasta este día con cargo, y data de la forma sigte ___ Por quatrocientos y cinquenta Rs. importe de quarenta onzas deplta. para el sagrario arazon de nueve deplta. onza --- 450 Por ochocientos seis Rs. ydos quartos de el impte. de sesenta yquatro Lbs. ymedia deplta. adiez depta. onza --- 806,2 En el lugar detacore. de esta Isla de Thene. en cinco dias del mes deFebrero de mil setesios. quarenta y ocho as. Sumd. el Sor. Br. Dn. Miguel Fern. Vello Veno. Cura Bendo. Senus. dela Paerrochl. dela Sra. Sta. Catha. Martir de dho lugar en Virtud de Comn. Según consta del mandato desimo del Iltmo. Sor. Dn. Juan Franco. Guillen Digms. Ssmo. obpo. de estas Islas mi Sor. en su Sta. Genl. Vista. en el año proximo pagado para. llamar aquentas a todos los maiordomos y administradores delas cofradias de este dho lugar hizo compareser ante Si y pr. ante mi el presente notario de Juan Doming.Alvs. y a Lucas Peres Maymos. de la Cofradia del Ssmo. Xpto delos Dolores Sita enel convto. de RRs. Augustinianos de dho lugr. cuia vista. toca y Corresponde ael Sor. ordinario de estas Islas Para. dar las quentas desde el dia Sinco desteno. pel año proximo pagado q fueron las ultimas dadas pr. Dn. Juan Lopez Domings. Presbito. ultimo maymo. y aviendo comparesido Juraron enforma de darlas bien y fielmte. Según las partidas de cargo y data lo q hizieron enla forma Sigte. ___ Iten con Seiscientos rrs. dados ael mro. Joseph Peniche para. la fabrica del sagrario enq entran los dosientos dados pr. el coron. Dn. Roberto Rivas --- 600 Enel Lugar de Tacorte. en veinte y dos dias del mes de Abril deeste año demill setos. sinquenta y dos sumrd. el Lisdo. Dn. Joseph Antonio fers. deocampo Abogado delos Rs. consejos y Bdo. curado dela iglecia Parroquial dela Sra. Sta. Catha. Martir deestedho Lugar en virtud dela comicion que seleha conferido para tomar quentas a los maiordomos delas cofradias hiso comparecer a Bernardo de Torres ya christoval herns. Leal maiordomos dela cofradia delSantissimo christo delos Dolores sita enel convento del Sr. Sn. Augn. deeste dho Lugar paradarlasquentas del npo. desumaiordomia y aviendo prometido dedarlas vien y fielmte. sin dolor ni fraude devajo de Juramto. que hisieron por Dios y la cruz los ordenaron en la forma siguiente des de dies y seis de enero demill setos. sinqta. yuno hasta el presente ___ REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 145-163 157 Por docientos noventa y cinco Rs. costo de labor deplta. como parece de recivos en esta forma = 120 Rs. de labrar 18 onzas depta. con su recorte, 175 Rs. labor de quatro Lbras, seis onzas, y quatro adarmes antes deel recorte --- 295 Pordosientos rrs. quedisen averentregado al capn. Dn. Joseph Gons. para plata del Altar del señor --- 200 Enel Lugar de Tacorte. en veinte de Abril de mill setesientos sinquenta y tres años sumd. el Lisdo. Dn. Antonio ferns. deocampo Abogado de los Rs. consejos y Bdo. curado dela Parroquial de dho Lugar hiso compareser a Bernardo de Torres y christoval herns Leal maiordomos de la cofradia del Santisimo christo delos Dolores sita en el conventodelSr. Sn. Augn. dedho Lugarpara el efecto de dar sus quentas desde veinte y dos de Abril del año pasado demill setos. sinqta. ydos hasta el presente y aviendo prometido debajo de Juramto. que por Dios y la cruz hisieron dedarlas vien y fielmte. las ordenaron en la que se sigue ___ Por siento y sesenta rrs. dadas alcapn. Dn. Joseph Gons. parapta Del señor --- 160 Quenta que Bernardo de Torres y Christobal herns. Mayordomos dela Cofradia del ssmo. Christo de los Dolores sita enel Convto. del Sor. Sn. Augn. de este Lugar de Tacoronte dan ante su mrd. el Sor. Dr. Dn. Andres Domings. Veles Vano. enla Sta. Igla. Cathl. de estas Islas y Vor. Genl. de este obispado por el Iltmo. Sor. Dn. Franco. Delgado y Venegas obpo de Canaria del Consejo de SMd. Vr. mi Sor. y es desde 21 de Abril de 1754 hasta fin de Diciembre de 66 loquese executa enla forma sigte. ___ Por ciento y sinquenta rs. costo de los candeleros de madera --- 150 Por docientos treinta y sinco rs. q. se han dado para la echura y plata de los candeleros --- 235 Por docientos y sinquenta rs. costo delos candeleros queson quatros los quese compraron --- 250 REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 145-163 158 Por sinquenta rs. costo dela madera para el frontal --- 50 Por quatrocientos y sinquenta rs. valorde dos libras y media de plata paralos faroles del Sor. compradas a 9 de plata cada una --- 450 Por ciento veinte y sinco rs. que llevo el mro. Pedro Penichepr. la lavor de dha plata --- 125 Por docientos sinqta. y ochors. y seis qtos. valor de 23 onzas de plata compradas a 9 de plata para los floreones de los faroles --- 258,6 Por ochenta y sinco rs. dados al mro. Penichez por la lavor dedha plata --- 85 Por dies rs. dados al mro. Brujo por las Almas de dhos floreones --- 10 Por docientos y ochentars. costo gastado enun candelero deplata para el altar del sor. --- 280 Enel Lugar de Tacoronte a diez y seis dias del mes de Agosto de mil setecientos ochenta y ocho años ante el Iltmo. Sor. Dn. Antonio del Plaza Obispo de Canaria edel Consejo de S. Magd. Va. mi Sor. parecio Christobal Hernandez Leal Mayordomo dela Cofradía del ssmo. Christo delos Dolores qe. se venera enel convento de San Agustín de este dho Lugar, a dar sus quentas qe. son desde el dia seis de Sepbre. demil setecientos ochenta y uno hasta la fecha de ellas, y haviendo jurado darlas fielmente se extienden en la forma que sigue___ Por setenta rrs. gastados en unos Barales y Canruchas pa. la colgadura yen componer unas Bugias de plata --- 70 Por ciento y treinta rrs. gastados en una Tarima para el Antar mayor, y unos Florones para las Bugías --- 130 Por mil rrs. mitad del costo que tubo un Palio de Lampazo que se hizo entre esta y la Cofradia de Nra. Sra. delos Dolores para que ambas usen de el en sus festividades --- 1000 Enel Lugar de Tacoronte a diez y seis dias del mes de Agosto de mil setecientos ochenta y ocho a. el iltmo. Sor. Dn. Antonio de la Plaza Obispo de Canaria del Consejo de S. Magd. Va. mi Sor. haviendo visto las quentas qe. anteceden dadas pr. Christobal Hernandez Leal Mayordomo de la Cofradía del Ssmo. Christo delos Dolores qe. se venera enel convento de Sn. Agustin deeste dho Lugar: S. I. dijo las aprobaba y aprovó quanto ha lugar pr. derecho para qe. se esté y pase pr. ellas salvo yerro de pluma ó suma; declarando pr. legitimo alcanze á favor dela Cofradía y contra du Mayordomo la cantidad de tres mil ciento un rrs. y doce mrs. de la moneda antigua de Vn. Y mandó que á la mayor brevedad se invierta en alguna Alaja que aumente el culto del Ssmo. Christo. Y por la buena bensacion, celo, caridad y devocion conque se ha manejado en este encargo se le dan las mas expresivas gracias, y se le exorta áque continue en tan piadosa Obra. Así lo proveyó S.I. el Obispo mi Sor. estando en Sta. y general visita, y lo firmó de qe. certifico. Por mil ochoctos. treinta ydos reales dedha moneda; veinte y seis mars. de ocho libras de plata, ydos adarmes; a dies y seis pess. libra que se pusieron enlas Barand. Su labor limpiar la barda. compañera; y labor delos Barales del Señor, y dela frontera dela Peaña --- 1832,26 Por quatro deplata los Cubos de dha barada. --- 5 Por Siete pess. de unos florins. para las Bujias y Platearlos --- 70 Por quarta. rs. dedho Von. Antigs. de Soldar las bujias deplata; y de unas. bujias de estano para usar de comun --- 40 Por Ciento y Cinqta. reasles dedha monda. dados a los Brujos por un trono para el Altar Mayor --- 150 Por quatro rs. plata que componn. cinco de la expresada moneda dela bestia que trajo el trono --- 5 Por siete y medo. rs. dedha moneda delas Vergs. puyons. y clavos de hierro para el Trono --- 7,25 ½ Por un rl. y trece mrs. de Tachuela --- 1,13 REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 145-163 159 Enel Lugr. de Tacorte. en tres de Junio de mil setectos. noventa ydos as. su merd. el Señor Dn. Domingo Garcia y Abreu Venere. Beneficiado Servor. dela Iglesia Parroql. de Sta. Catalina Martr. de este dho Lugr. Y Juez Comisionado pr. el Iltmo. Sor. Dn. Antonio de Tabira y Almaran, Dignisimo Obispo deestas Islas mi Sor. para Tomar quentas alas Cofradias Hermitas y obras pias, existentes eneste Lugr. y su Jurisdicion antecho Sor. el Muy Rdo. P. Cxdifinidr., Fray Franco. dela Comon. y Sosa, CxDifinidor; Diese Dn. Christovl. Hernandez Leal; Mayordomo dela Cofradia del Santisimo Christo delos Dolores, Cita enel Convento deNtro. Padre Sn. Agustn. de dho Lugar yes como se sigue ___ Por dose y medio rs. de la espresda. moneda que seledieron ael Maestro Carpintero por componer la Clebacion --- 12,25 ½ Por tres reales plata que hasende dho Von. Antigo. tres rs. y treinta y ochomrs. de Unanillo para el Dosel --- 3,38 Por treinta y ocho pess. Cinco rs. pta. que costó un frontal de Damasco, con galon; seda forro, y echura que hasen rs. de dha monda. tresientos ochenta y seis; Veinte; dieso y trese mrs. y medio --- 386 Por tresientos ochenta y Cinco rs. de dha. moneda, por un belo de Tapiz encarnado para el nicho del Sor; Forro, Seda; Y echura --- 385 Por Cinco rs. dedha monda. de un tornillo para la Clebacion --- 5 Por sesenta y Cinco rs. dedhamoneda dados ael maestro Antonio Juan por Dorar el Inrri del Señr. --- 65 Por Cinco rs. dedha moneda dados ael Maestro de Carpintero de haser el Inrri de Cedro --- 5 Por cinco rs. dedha Moneda de un tornillo de metal para el Inrri --- 5 Pordos reales y veinte y Cinco y medio mrs. que llevo el herrero pordos Abrazaderas y hierro para el Inrri --- 2,25 ½ REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 145-163 160 Pordies reales dedha mona. dados ael Sachristn. Por aver limpiado laPlata --- 10 Por Ciento Cinqta. y Cinco rs. dela referda. monda. dados alos Maestros Brujos por unas barands. para el Altr. Mayor --- 155 Por Setenta y Cinco rrs. dhos depintar dhas Nuevs y biejas --- 75 Por ocho rs. dedha moneda, Veinte yCinco y medio mrs. dequatro Vergs. de hierro, y quatro puyons. para la Baranda --- 8,25 ½ Por Cinco rs. dhos la Bestia que las llevo y traxo dhas barands --- 5 Por siete rs. dedha moneda, y medio; dados pr. la Cabalgadura que trajo; yllevo ael Maestro Brujo, elque bino dos Veses atomar medidas delas Barands. y ponerlas --- 7,25 ½ Por tres reales plata uncandado parael Cajon --- 3,28 Por setentars. dedha mona. anta. costo de platear los Barales de Atrás dela Peana --- 70 Por siete ymedio reales de la dha monda. de seis baras de Coleta de arrl. deplata la Vara paraforro dedhos Barales --- 7,25 ½ Pordos reales y trece mrs. dads. arl hombre que llevo ytrajo dhos. Barales ala Ciudd --- 2,13 Por mas dosientos ochenta reales dedha moneda Inporte delas Barandas dela Segunda Grada, Costo de Carpintero; Pintor; Herrero y Conducion --- 280 Gral. Visita año de 1795 En el Lugar de Tacoronte a Cinco de Agosto de milsetecientos noventa y cinco. Ante el Sor. Dr. Dn. Domingo Albertos Abogado de los 12s. Consejos y Visitador por el Iltmo. Sor. Dn. Antonio Tavira y Almazan Obpo. de Canarias del Consejo deS. M. mi Sor. pareció Dn. Christoval Hrnz. Leal como Maiordomo de esta Cofradia del Iltmo. Christo de los Dolores Sita en el Convento del Sor. S. Agustin de este Lugar a dar quenta de entrada y salida del caudal de dicha Cofradia desde el dia tres de Junio del año de Setecientos noventa y dos en qe. se le tomó la ultima hasta esta fha. pa. lo qual precedido el correspondiente juramto. por esento sus apuntes y se leforma en el modo qe. se sigue ___ Nota Se hade tener presente hallarse en poder del Maestro de Platerode Antonio Juan Villavicencio dela Laguna, Cinco libras depta. comprada a Diez y Seis ps. para cubrir las Varandas de la Capilla mar. En el Lugr. deTacoronte demil ochocientos y quatro as. abeinte de Diceme. de dho año Su Mersed el Sor. Dn. Domingo Garsia y Abreu Ve. Benefdo. dela Iglesia Parroql. de Sta Catalina Martir deeste dho. Lugr. y Jues Comisionado, por los Sres; obispos de estas Islas pa. Tomar Cuentas, Alas Cofradias hermitas Cofradias y obras pias existentes en este Lugr. y Su Jurdsion. paresio Ante dho Sor. Dn. Cristobal Peres Saravia, Mayordomo Nombrado pr. el Cuerpo dela ermandad del Santisimo Christo delos Dolores, Sita enel Conbento de Nro. Padre Sn. Agustin dedho Lugr. y esla dha Cuenta de beinteytres demarzo de nobenta ynuebe yes Como Sesigue ___ Por tresientos rrs. qe. letengo dados Aldho Maestro A Cuenta dela echura delos dhos Candeleros Según el Ajuste qe. tenemos --- 300 Por Sesentars. qe. pague Al Platero por Limpiar la Basa del Sor. el año de 803 --- 60 Pornobentarrs. qe. mecostaron los Faroles del Sor. de Conponer --- 90 Por treinta ytres rrs. yun qto. qe. e Gastado en esta forma unpeso unas liñas diesrrs. ymo. depta. una Berga pa. el nicho; yuna palo, yotro Gierro pa. laelevasion yunas Crusetas pa. las Lamparas --- 33,1 Por treinta rrs. qe. di auno qe. limpio el Trono del Sor. pr. estar laplata mui Susia --- 30 Certifico yo el infrascrito Secretario de Camara y Gobierno como en el espediente de cuentas dela Cofradia del Santo Cristo delos Dolores cita en la Iglecia Parroquial del Pueblo de Tacoronte presentadas por el Presbitero Dn. Jose Hernandez Antunes, obran las que ala letra siguen ___ Cuentas pertenecientes a la Cofradía del Santo Cristo de los Dolores que da el Presbitero Dn. Jose Hernandez Antunez, por los años queestuvo a su cargo la referida Cofradia. REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 145-163 161 Primeramte. medesCargo Con SinCo libras depta. qe. e Conprado pa. aumentar los Candeleros del Sor. yAsienden ladhapta. achosientos rrs. Antiguos y esta en Casa de Dn. Diego Calderon Maestro deplatero enla Ciudad de Laguna --- 800 Data Año de 1821 Por tres pesos real y medio de plata de clavos de todos tamaños, y tachas id. traidas de la Laguna --- 3,1 8 Por dos y medio pesos pagos al Carpintero por remendar el trono, Barandas varales de la colgadura y otros remiendos del templo --- 2,4 Por seis reales plata, costo del hilo para componer alvas, manteles, y demas de lienso para la fiesta de este año con mas tres deplata de seda encarnada, para surcir la colgadura que compucieron de gracia unas devotas, y un toston de sinta de capullo para precillas de la colgadura y docel --- 1,3 10 ½ Año de 1822 Por dos pesos y medio, pagos a un carpintero por el trabajo en componer los quicios y demas de las dos puertas colaterales del Frontis del Templo, que hace años que no se habren, repasar el Trono y otros remiendos y un toston los pedasos de madera gruesa para dichas puertas --- 2,6 10 ½ Por trece de plata y sinco cuartos, que costaron tres cepillos, dos grandes y uno pequeño para limpiar la plata --- 1,5 5 REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 145-163 162 Por quinse de plata que tuvo de costo el limpiar toda la plata, inclusos sinco quartillas de Aguardiente traido de la Matanza --- 1,7 Año de 1823 Por una onza de oro que pague al Platero Portugues de Santa Cruz por componer y retocar el estampon que estava apagado y no imprimia ya --- 21,2 10 ½ Año de 1824 Por cuatro de plata a un Carpintero por componer la puerta del Coro y Nicho del Señor, y seis de plata que costo un candado y dos argollas para dicha puerta que por estar abierta causaba perjuicio --- 1,2 Cuenta que yo Dn. Manuel de Torres y Molina, doy en virtud de lo mandado por el Iltmo. Sor. Obispo de esta Diocesis como Mayordomo del Santo Cristo de los Dolores de lo que ha ingresado en mi poder durante el tiempo transcurrido desde el dos de Marzo de mil ochocientos treinta y nueve en que comense a desempeñar aquel cargo hasta la fecha: y es como sigue ___ Descargo 1842 Trescientos veinte reales en que fue ajustada y paga por mi al grabador D. Pedro Gondran la composicion del estampon enque se imprimen las estampas del Señor, por hallarse enteramente inutil; lo que se comprueba con su recibo de ocho de Julio, numo. 34 --- 320 1846 REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 145-163 163 Setecientos setenta y tres reales a que ascendio el trabajo de la orla del nicho del Señor, y demas que consta del recibo numo. 74, de ocho de Mayo --- 773 LA ROSETA DE TENERIFE, ORIGEN Y EXPANSIÓN Milagros Amador González Museo de Artesanía Iberoamericana de Tenerife Resumen La roseta es un tipo de encaje de aguja representativo de las Islas Canarias cuyo antecedente directo son los trabajos de deshilados que se hacían en algunas zonas de la península como Cáceres, Astorga, Salamanca y que en la actualidad pervive en Adeje, Arona, La Laguna, La Orotava, Granadilla y Vilaflor, tras haber desaparecido de otras zonas de Tenerife donde se elaboraban a finales del siglo xix y principios del xx. La emigración canaria fue la responsable de su extensión por otros países de América, Asia y Europa, donde se mantiene su realización y reciben diferentes nombres dependiendo del lugar donde se elabora. Palabras clave: roseta, encaje de Tenerife, artesanía. «Teneriffe Lace». The rosette is a type of lace representative needle of the Canary Islands whose direct antecedent is the work of openwork that were made in some areas of the peninsula as Caceres, Astorga, Salamanca and now survives in Adeje, Arona, La Laguna the La Orotava, Granadilla and Vilaflor, having disappeared from other areas of Tenerife which were produced in the late nineteenth and early twentieth centuries. Canary emigration was responsible for its extension to other countries in America, Asia and Europe, where its performance is maintained and given different names depending on where it is made. Keywords: roseta, Teneriffe Lace, Crafts canaria. INTRODUCCIÓN El arte del encaje de aguja se remonta al siglo xvi, cuando por primera vez se usa la palabra encaje para designar este tipo de labor que aparece descrita en documentos e inventarios del momento. A partir de ahí, su manufactura empezó a tener un mayor desarrollo en los países europeos, sobre todo en Italia, Flandes y España, llegándose a insinuar que a nuestro país llegó con la invasión de los árabes a Granada y Córdoba. Aparte de los documentos donde se utiliza este vocablo, también queda Revista de Historia Canaria, 198; abril 2016, pp. 167-178; ISSN: 0213-9472 REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 167-178 165 Abstract reflejada su importancia en diferentes obras pictóricas donde se muestra el gusto por la ornamentación, tanto en el vestir como en el ajuar doméstico y eclesiástico1. Una vez que Canarias se incorpora a la Corona de Castilla, los aborígenes fueron asimilando progresivamente la forma de vida de los habitantes venidos de Castilla, Andalucía, Extremadura y Portugal, de modo que poco a poco compartieron sus usos y costumbres. Gaspar Fructuoso, que visitó las Islas en el siglo xvi, indica que «bordan bien, pero casi no saben ni hilar ni tejer, cosas que dejan para los portugueses...»2. En este sentido, las mujeres canarias comenzaron a especializarse en dos grandes ramas textiles: el calado y la roseta. Ambas modalidades se practicaron en el Archipiélago desde hace siglos, convirtiéndose con el paso de los años en una de las artesanías más relevantes de las Islas. La documentación escrita sobre este tema es escasa, a excepción de algún artículo de revista y/o antiguos libros de trabajos de aguja. Es por lo que el resto del material hemos tenido que estudiarlo directamente, partiendo de las piezas antiguas o recogiendo información de boca de las artesanas del lugar, superando muchas de ellas los setenta años de edad. REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 167-178 166 DESCRIPCIÓN DEL TRABAJO DE LA ROSETA La roseta es un tipo de encaje que surge en Tenerife, que se convirtió en uno de los trabajos de aguja más importantes y una de nuestras señas de identidad. Los estudiosos del tema coinciden en afirmar que su origen proviene de las labores de deshilado o calados, tanto por su modo de ejecución como por los puntos y motivos que en ellos se desarrollan. Los deshilados eran ya conocidos en Occidente antes de la conquista de los árabes y a partir del Renacimiento se elaboraban en las zonas costeras del Mediterráneo. Por lo tanto, los antecedentes más cercanos de la roseta los encontramos en los soles o estrellas encerrados en grecas o cuadrados que se hacían en los trabajos de Astorga, Salamanca o Extremadura, de especial desarrollo durante los siglos xvi, xvii y xviii. Como apunta María de Los Ángeles González Mena, la roseta pudo haber recibido las influencias de las labores similares elaboradas en el territorio peninsular, pues son anteriores a las canarias, pero cuando llega a Tenerife toma su propio camino y personalidad, permaneciendo vigente hasta nuestros días, mientras que en el resto del territorio español los soles dejaron paso a otras técnicas y variedades de encajes de influencia francesa3. Cuando estos trabajos llegan a Tenerife, no se sabe con exactitud el momento, se prescinde de la tela y se comienza a elaborar sobre una base, normalmente redonda, 1 Álvarez Moro, M.a de las Nieves Concepción. «Reseña histórica del encaje. Los antecedentes de la roseta en el marco de los encajes de aguja». i Jornadas Internacionales del Encaje: La Roseta. 14 al 16 de octubre de 2009. Adeje. Tenerife. p. 1. 2 Fructuoso, Gaspar. Descripción de las Islas Canarias. Bilbao. 2004. p. 93. 3 González Mena, María de los Ángeles. «Artes textiles canarias». Narria, n.º 18. Madrid. 1975. pp. 11- 16. Fernández del Castillo, Sixto. Guía de la Artesanía de Santa Cruz de Tenerife. Dirección de la Pequeña y Mediana Industria. Sección de Artesanía. Cabildo Insular de Tenerife. Santa Cruz de Tenerife. 1982. p. 64. Cuando se finaliza esta etapa, con la ayuda de la aguja e hilo de igual o diferente color al de la base, se van agrupando los hilos que tenemos sobre el pique, según el diseño de la pieza deseada. 4 REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 167-178 167 conocida como pique, a la que se le han colocado una serie de alfileres equidistantes donde se va cruzando el hilo de una forma ordenada, enganchándolos una y otra vez a esos alfileres diametralmente opuestos hasta llenar con una urdimbre radial toda la circunferencia o cuadrado4. Es a partir de este momento cuando comienza la parte artística de la roseta, pues ahora son las manos de la artesana y su imaginación las que van a jugar un papel primordial en el resultado final, fruto de ese cruzar las hebras hasta conseguir el dibujo deseado. Existen una gran variedad de motivos, desde los estrictamente geométricos a los de tipo floral, porque en Tenerife no aparecen los modelos figurativos. Estos recuerdan los rosetones que cubren los huecos de las ventanas de las iglesias románicas y góticas, encontrándose similitudes incluso en los trabajos en madera de los artesonados mudéjares, con estructuras en forma de rosas que recuerdan también los rayos del Sol. Esa relación con el sol o con las rosas se pone de manifiesto en la REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 167-178 168 manera que tienen de denominar a las rosetas en el sur de Tenerife, pues algunas artesanas las llaman rosas, mientras que en otros países de Iberoamérica optan por la denominación de sol, por su parecido con los rayos solares: soles de Maracaibo, soles de Brasil o soles de Naranjito son algunos de esos ejemplos. En las muestras de REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 167-178 169 trabajos de rosetas, abundan las de tipos simétricos porque son las menos complicadas de hacer; para las piezas asimétricas se crean bases siguiendo el modelo del proyecto y desde el punto de vista de la técnica son más difíciles de elaborar. El color típico en Tenerife es el blanco y el beige, o la combinación de ambos para crear rosetas matizadas, mientras que en la isla de Lanzarote y fuera de nuestras fronteras se juega con la variedad de tonos. En este último caso existe una gama variada de rojos, verdes, azules, violetas, encontrándose además la combinación de dos colores y matizadas. Los emigrantes canarios son los responsables de llevar la roseta a América, Europa y Filipinas. Su técnica se expande por diferentes zonas del mundo, donde fue adoptando las costumbres y modelos del lugar. Al mismo tiempo cambia de nombre, de modo que en Paraguay se la conoce como ñandutí; en Brasil, México, Venezuela y Puerto Rico como soles y en los países de lengua inglesa se les denominan Teneriffe Lace. En la actualidad este tipo de encaje se sigue elaborando siguiendo los modelos y técnica del pasado, y hasta tal punto es valorado que en Paraguay o en Maracaibo (Venezuela) se le considera el símbolo nacional. A pesar de que, como ya hemos mencionado, los motivos y la base de apoyo son diferentes a los utilizados en Tenerife, los escritos del momento hablan de su procedencia de las Islas Canarias. Josefina Plá opina que REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 167-178 170 es encaje de Tenerife [rosetas] tanto por sus esquemas básicos como por su logotipo solo que al llegar a un nuevo territorio sufre las modificaciones técnicas y ecológicas del lugar5. Osvaldo Salerno, por su parte, señala que «el origen del ñanduti proviene de la versión criolla del encaje de Tenerife (Canarias) realizada en hilo fino e hilos de seda»6 . Mientras que Azucena Millares lo considera el resultado de la unión entre América y España, tratándose de un tejido que asombra por su infinita delicadeza y por su fortaleza sutil: el ñandutí: hilos de España (Tenerife) y América se entrelazan en el tiempo acogiendo nuevas modalidades y colores que rejuvenecen una antigua tradición7. Otro de los países de Iberoamérica donde mantiene un papel importante es en Venezuela. Allí se las conoce desde el tiempo de la colonia con el nombre de soles Plá, Josefina. «Paraguay: el ñandutí». Cuadernos de Divulgación. Museo Paraguayo de Arte Contemporáneo. Asunción. 1983. p. 28. 6 Salerno, Osvaldo. «Paraguay: artesanía y arte popular». Cuadernos de Divulgación. Museo Paraguayo de Arte Contemporáneo. Asunción, 1983. 7 Millares, Azucena. «Encajes y soles». Revista Artesanía latino Americana, p. 2. 5 los soles de la tierra tienen su antecedente más directo en las rosetas de Tenerife, lugar de donde partieron esos trabajos de aguja considerados lo más fino y delicado dentro de la técnica del encaje de aguja que se convirtieron en parte integrante de la cultura y tradición de esta región de Venezuela, hoy en día son el Icono Cultural de Maracaibo8. En otros países de habla hispana también se elaboró la roseta, pero no ha sido fácil encontrar muestras de los trabajos ejecutados, aunque sí existen catálogos de finales del siglo xix y principios del xx donde aparece por primera vez la oferta de rosetas adquiridas en México, Nuevo México y Arizona. De 1884 data el primer catálogo ilustrado de una tienda en la ciudad de El Paso, hoy Ciudad Juárez, conocida por el nombre de su fundador, Empresas W.G. Walz, donde describen y muestran diferentes tipos y aplicaciones de rosetas denominadas Wheel. Aparecen sueltas, aplicadas en blusas, trajes, gorros de bebé, paños, cuellos o en tapetes de lino con aplicaciones. Cada ilustración se describe como piezas trabajadas en hilo muy fino, difíciles de hacer y por ello su precio es elevado, ya que dependen de la cantidad que llevan, de si están aplicadas a la tela y de las medidas del trabajo9. Nava, Marlene. Un encaje llamado sol de Maracaibo. Caracas. 1996. Mexican and Indian Souvenirs and Curiosities. Mexican drawnwork, n.º 61, Ciudad de México y Juárez, 1906-1907. 8 9 REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 167-178 171 por sus formas redondas y radiadas. Su origen se relaciona con el asentamiento, en los años 90 del siglo xix, de un grupo de mujeres canarias en la villa de Rosario, donde instalaron el primer taller artesanal. Más tarde, y siguiendo la tradición aprendida en este lugar, la familia Cepeda, descendientes directos de esas primeras artesanas, emigraron a Maracaibo y una vez allí fundaron un escuela para la elaboración, venta y aprendizaje de soles. Los soles de Maracaibo comienzan a venderse entre los extranjeros que vivían en la zona y aquellos que venían de visita. Un aliado en su consumo es la explotación de petróleo, que trae a un gran número de familias de origen alemán responsables de las empresas relacionadas con la extracción del producto. Estas familias germanas se convierten en las nuevas consumidoras de soles, tanto para uso personal como para obsequio a sus familias y amigos en su país de origen. Con la aparición de nuevas costumbres y modalidades textiles, la realización de soles fue perdiendo interés, teniendo que esperar a la década de los 80 del s. xx, para entrar en una nueva época de esplendor gracias al apoyo de las autoridades de Maracaibo, que se comprometen a rescatarlos y preservarlos. En cada lugar al que llega la roseta y tras su aceptación por los miembros de las comunidades indígenas y criollas, se transforma y se adapta a los gustos de la zona. En sus investigaciones, Marlene Nava acepta su procedencia de las Islas Canarias, indicando que REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 167-178 172 De igual modo conocemos la existencia de rosetas en Estados Unidos, concretamente en Luisiana, donde un grupo de mujeres —descendientes directas de los más de dos mil canarios que fueron trasladados a la zona por mandato de Carlos iii— se reúnen desde hace mucho tiempo para hacer rosetas en una antigua casa construida alrededor de 1840 por un descendiente canario, Vicente Núñez, que la cedió para fundar el Museo de los Isleños10. En Europa encontramos trabajos parecidos en Croacia, cuya actividad ha sido declarada por la UNESCO Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. Son dos los lugares donde se elaboran siguiendo la técnica tradicional isleña: en la isla de Hvar, dentro del recinto del monasterio de las monjas benedictinas fundado en el siglo xvi, y en el condado de Brod Posavina, en Eslavonia. La peculiaridad del encaje hecho en la isla de Hvar es por el tipo de hilo utilizado. Se trata de una hebra obtenida del aloe, de color blanco, muy fino y resistente, con la que se dibujan los motivos geométricos únicos, que solo conocen y elaboran las monjas del convento, que son las responsables de mantener la tradición. Estos trabajos son de tipo decorativo y se colocan entre dos cristales para su conservación, dado que el hilo es muy delicado y no se pueden dejar sin protección. En el condado de Brod Posavina, las mujeres, sobre todo de las zonas rurales, realizan este encaje para incorporarlo a sus prendas de vestir, menaje del hogar y religioso. Estamos ante auténticas filigranas hechas con hebras de hilo blanco, elaboradas sobre marcos de madera de diferentes formas y tamaños. Esta tradición artesanal está ligada a uno de los ritos populares del condado, como es la presentación de ofrendas el Sábado de Pascua. Estas ofrendas se envuelven en paños adornados con rosetas de creación propia, llamados otarcic. Los paños se colocan en unas cestas que llevan del brazo las mujeres del lugar durante la procesión, camino de la iglesia del pueblo. Respecto a la llegada de la técnica de la roseta a Croacia, se barajan varias hipótesis. Una de ellas dice que la responsable fue una de las hermanas del convento benedictino, de origen canario, mientras que para otros llegó de la mano de marineros locales que trajeron unas muestras de Tenerife. Una vez en Croacia, se copió la técnica con hilo de agave. De una u otra manera, lo cierto es que el trabajo arribó al país y que las artesanas del lugar hablan de su origen tinerfeño cuando se les pregunta por la procedencia de sus encajes. 10 Según cuentan las señoras del lugar, esta tradición se había perdido, pero un día encontraron en un ático una pequeña cesta con un rótulo que, entre otras cosas, decía: «Tenerife» y que contenía todos los elementos necesarios para hacer este tipo de encaje: aguja, hilos y piques. Como no sabían qué hacer con aquello, se pusieron en contacto con el Gobierno de Canarias, que los invitó a venir y estuvieron en el Cabildo Insular de Tenerife. Una vez en la Isla, pudieron aprender la técnica olvidada y hoy en día la roseta se ha convertido en uno de sus trabajos más interesantes. Muchas de sus mujeres han creado nuevos modelos, algunos muy complicados y de una belleza extraordinaria, de los que se puede disfrutar en las exposiciones de artesanía que se celebran cada año en torno a marzo en la Fiesta de los Isleños. Resultado de sus posteriores visitas a Tenerife es la muestra de roseta que nos han enviado al Museo de Artesanía Iberoamericana de La Orotava. REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 167-178 173 No obstante, para comprender la gran importancia que tuvo en la sociedad del Archipiélago la roseta, se hace necesario hacer hincapié en la última década del siglo xix y principios del xx, cuando se convierte según los cronistas del momento en una auténtica y próspera industria, responsable de generar ingresos a un numeroso grupo de familias humildes. Era una actividad que ocupaba a mujeres de todas las edades, pertenecientes a comunidades agrícolas y que, independientemente de su estado civil, tenían que ingeniárselas para sacar adelante sus hogares. Además, dicha actividad solo les exigía ocuparse de su realización, ya que la materia prima y su comercialización estaban en manos de los intermediarios, verdaderos conocedores del tema. En el proceso de producción, también intervenían los especialistas que se encargaban de unir y montar las rosetas para formar los manteles, colchas y demás productos, que quedaban listos para su venta. Al principio los trabajos eran solo para el consumo familiar y se extendía por La Orotava, Los Realejos, Puerto de la Cruz y La Laguna, mientras que en la zona sur lo hacía por Adeje, Arona, Granadilla y Vilaflor. El oficio se transmitía de generación en geneación, de madres a hijas, casi siempre por línea materna. Tampoco se necesitaba un taller, ni maquinaría especializada, bastaba con una aguja, hilo, alfileres, tijeras, dedal y un rinconcito en el hogar iluminado, que podía estar cerca de una ventana o en el propio patio de la casa, donde se podían reunir y compartir el momento con las vecinas de la zona. Sin embargo, a finales del siglo xix este tipo de producción familiar cambia, pues se pasa a trabajar a gran escala debido a la creciente demanda del producto por parte de las casas comerciales afincadas en el Puerto de la Cruz, que son las responsables de su exportación a otros países. Durante los primeros años del siglo xx, su distribución y venta no dejó de crecer a la vez que se iban incorporando nuevos diseños e ideas. La documentación del momento nos ofrece la información sobre el número creciente de mujeres que hacían rosetas para la venta, aunque esta información no siempre es fiable, pues hay un número no determinado de artesanos o intermediarios que vendían directamente los encajes a los viajeros que hacían escala en el puerto de Santa Cruz Tenerife. Estas personas recorrían los caminos de la Isla con un hatillo al hombro donde llevaban el material que habían comprado a las artesanas independientes o que procedía de sus propios talleres. Este floreciente negocio de exportación nunca estuvo en manos de los isleños. Fueron los comerciantes ingleses, franceses y alemanes los que primero se interesaron por los encajes de Tenerife. Prueba de ello es la fundación en 1901 de la primera casa exportadora de origen inglés, cuyo propietario fue Mr. Sparrow, empresario que llegó a Tenerife por motivos de salud y que fue el primero en reconocer el gran valor que tenían las actividades textiles de la Isla. Para ver la aceptación del producto, comienza a enviar modelos a su familia y amigos más cercanos en Inglaterra, siendo tal su acogida que decidió comercializarlas. Para ello aprovechó la mano de obra empleada en los almacenes de frutas y en las viñas de la zona, que se dedicaban a su confección en temporada baja. La demanda fue creciendo y la realización de rosetas se extendió por todo Tenerife. En cualquier rincón de la Isla se podía encontrar a las mujeres elaborando este tipo de encaje. Uno de los más emblemáticos fue y sigue siendo Vilaflor, cuyas piezas llegaron a adquirir un gran REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 167-178 174 valor y prestigio. En la actualidad sigue vigente como uno de los últimos reductos donde se siguen manteniendo. En toda esta actividad mercantil, juega un papel primordial el Puerto de La Orotava. Las mercancías que partían para el extranjero lo hacían desde allí, convirtiéndolo en un punto neurálgico del comercio de Tenerife. Dicha actividad estaba en manos de un grupo de empresas inglesas, unas 30 o 40 según los datos recogidos de los escritos del momento. Las más conocidas fueron la Reimers, Perry, Frank, Martín, Williams, Whitheley y la Gregory & Reid, que mantenían la denominación de British Factory, concedida a sus predecesores en el reinado de Carlos ii, y por esas fechas bajo la jurisdicción del capitán general de Tenerife, en su capacidad de juez de extranjeros11. La producción textil que se llegó a enviar fuera de la Isla estuvo en torno a un 75%, motivando que otras potencias extranjeras se interesasen por su exportación. Alemania, Francia y Estados Unidos son los primeros en importar textiles de Tenerife, aunque nunca llegaron a tener el nivel comercial del Reino Unido. Londres fue la ciudad que acaparó la mayor cantidad de textiles de esta procedencia, pues se 11 Martín Hernández, Ulises. «La artesanía del calado en Canarias y Madeira. Breves apuntes para su estudio entre 1880-1914». Actas del i Congreso Cultura Popular Canaria. 1986. p. 3. 12 Las Canarias, 20-5-1902. Cfr. Martín Hernandez, U. Op. cit., p. 3. REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 167-178 175 convirtieron en sus mayores consumidores. Las piezas se vendían en los almacenes más importantes bajo el epígrafe de Obras de manos de los Salvajes de Canarias12. Pero también el Reino Unido se convirtió en el máximo responsable de la importación de la materia prima. El hilo y el lienzo procedían de Irlanda y una vez en la Isla se repartía entre las artesanas, momento que se aprovechaba para la recogida del producto terminado. Las firmas extranjeras fueron las que establecieron las condiciones y precios tanto de la materia prima como del producto final, lo que provocó que la prensa isleña, hacia 1909, tachase de monopolio esta relación, comenzando una campaña contra las casas comerciales, a las que acusan de acaparadores y de imponer su ley a los productores. Algunos propietarios de esas casas comerciales también se preocuparon por alcanzar un mayor perfeccionamiento técnico y estético en el diseño de los modelos, que al principio eran muy simples. Apostaron por otros más complicados que se publicaban en las revistas de moda, y al mismo tiempo fueron también los responsables de la creación de soportes rígidos, diferentes a los piques hechos en madera o metal de formas convexas, cuadradas o circulares. Surgen empresas especializadas en la comercialización y difusión de los nuevos soportes como la Proctor Patent Wheel and Square. Con estas nuevas superficies, el proceso de producción se aceleraba permitiendo hacer varias rosetas a la vez con la mínima dificultad. A partir de 1903 la producción de rosetas comienza a declinar. Los motivos son diversos, aunque dos son los principales: baja calidad por el deseo de los comerciantes de reducir los costes de producción y aparición de trabajos orientales (conocidos popularmente como chinos), que se convierten en una dura competencia al ser sus precios más bajos. Las consecuencias negativas fueron inmediatas y la economía de las clases populares vio cómo se reducían sus entradas, redundando negativamente en su capacidad adquisitiva. Pero la causa principal que motivó la desaparición del comercio exterior de los textiles canarios fue el estallido de la i Guerra Mundial. El mundo entra en guerra y se interrumpen los envíos de la materia prima procedente de Irlanda del Norte, cayendo brutalmente la demanda de productos considerados de lujo que solo satisfacían a esa sociedad próspera pero que no eran indispensables en la nueva situación bélica. Entramos así en un período de retroceso del desarrollo de una actividad económica nacida a finales del siglo xix para satisfacer la demanda de una serie de artículos que generaba el incremento de la prosperidad de las naciones occidentales más industrializadas y que fueron las responsables de las mejoras en la economía canaria. Tendremos que esperar a la llegada del franquismo, tras la finalización de la guerra civil española, para volver a vivir el esplendor y auge de los oficios tradicionales en toda España. El Gobierno crea la Empresa Nacional de Artesanías al servicio de REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 167-178 176 todos los artesanos para protegerlos y valorar la producción13. Las labores femeninas, que forman parte de esos oficios, cobraron también el auge y dignificación que no habían tenido hasta entonces. Será de la mano de la Obra Sindical de Artesanía cuando se produzca un fuerte impulso de cara a la comercialización artesanal, organizando talleres donde se enseñaron las formas y estilos de cada zona y puede que de no haber sido por esto, las rosetas al igual que otros oficios tradicionales, se hubiesen perdido para siempre. En Vilaflor, por citar un ejemplo, se llevaron a cabo diversos talleres de introducción y perfeccionamiento de rosetas, así como del denominado encaje de Vilaflor. Hay que destacar también la labor del llamado Canal de Exportación que tenía montado este organismo, controlado desde Madrid. Ellos eran los responsables de recoger toda la producción de los grupos de trabajo repartidos por las Islas. Se comprometieron a mantener su calidad, así como a efectuar una remuneración adecuada, eliminando rigurosamente cualquier intermediario, a base de repartir y recoger los trabajos directamente en los pueblos14. En torno a los años ochenta del siglo pasado, el fomento de los oficios artesanos quedó en manos del Ministerio de Cultura y otras entidades cuya iniciativa se decantó por organizar cursos de diseño, exposiciones, ferias y congresos, publicaciones, premios de investigación, aperturas de centros de venta y museos. Hay que destacar la labor llevada a cabo por los Cabildos Insulares, Ayuntamientos y Consejería de Industria de Canarias. Un ejemplo de esta labor de rescate la llevó a cabo el Ayuntamiento del Puerto de la Cruz, organizando talleres de formación y exposición de los trabajos fruto del aprendizaje de las alumnas que participaron. En el taller de la roseta se contrató a una profesora que venía directamente de Vilaflor, encargada de transmitir todos sus conocimientos. Actualmente asistimos a una difícil situación, ya que la mayor parte de las mujeres que se dedican a su elaboración superan los setenta años, pero la esperanza de que este arte no se pierda está en las manos de los grupos que participan en los cursos y talleres que siguen organizando diferentes Ayuntamientos, así como el Cabildo de Tenerife a través del Área de Economía y Competitividad, cuyo objetivo es evitar la pérdida de valores patrimoniales que representan parte de la identidad del pueblo isleño, de sus hábitos y de sus costumbres. Recibido: 3-3-2016 Aceptado: 17-3-2016 13 Según el Gobierno, «la artesanía española posee una limpia y espléndida tradición. Los artesanos españoles han heredado esa tradición y la cultivan con amor y fidelidad. Los artesanos españoles han demostrado, asimismo, una capacidad de creación fuera de lo común. La obra de los artesanos españoles, en definitiva, se distingue por la fuerza y la originalidad de sus diseños, de su dibujo, de sus colores». Al Servicio de la Artesanía Española. Empresa Nacional de Artesanía. Madrid. 1970. p. 9. 14 Mesa Martín, José María. «La imagen del Artesano y los oficios tradicionales a través de la prensa escrita. 1879-1960». El Pajar. Cuadernos de etnografía, n.º 11. Tenerife. 2002. pp. 15-16. PROSPECCIÓN ARQUEOLÓGICA DE LA CALETA DE ADEJE (TENERIFE, ISLAS CANARIAS) Alfredo Mederos Martín* Universidad Autónoma de Madrid Gabriel Escribano Cobo** Universidad de La Laguna Resumen Palabras clave: Tenerife, menceyato de Adexe, guanches, prospección arqueológica, puerto de Adeje, Virgen de Candelaria. Abstract «Archaeological Survey of the Port of Adeje (Tenerife, Canary Islands)». The port and the little harbor of Adeje were a set of two adjacent anchorages, which had the water of the ravine of the River. Because they were not ports with exceptional features, surprisingly, one of them was chosen by Majorcan sailors in 1347 to meet a King of Tenerife, presumably of Adexe, which may indicate that he had his residence close. On the beach there was the appearance of a small image of the Virgin of Candelaria, before the conquest, choosing an artificial cave dug in volcanic tuff or a natural shelter as a place of worship of the image in the ravine of the River. The repetition of these elements suggests that the choice of the place of appearance of the image of the Virgin of Candelaria at Güímar was not an exceptional case among peace kingdoms of South Tenerife. Keywords: Tenerife, kingdom of Adexe, guanches, Archaeological Survey, Port of Adeje, Virgin of Candelaria. Revista de Historia Canaria, 198; abril 2016, pp. 177-229; ISSN: 0213-9472 REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 177-229 177 La caleta y el Puertito de Adeje eran un conjunto de dos fondeaderos próximos, que contaban con el agua que aportaba el cauce continuo del barranco del Río. Debido a que no eran puertos con características excepcionales, sorprende que uno de ellos fuera el elegido por marinos mallorquines en 1347 para encontrarse con un mencey de Tenerife, presumiblemente el de Adexe, lo que puede indicar que tenía su residencia próxima. En la playa se produjo la aparición de una pequeña imagen de la Virgen de Candelaria antes de la conquista, eligiéndose una cueva artificial excavada en toba volcánica o un abrigo natural como lugar de culto de la imagen en el barranco del Río. La repetición de estos elementos sugiere que la elección del lugar de aparición de la imagen de la Virgen de Candelaria en Güímar no fue un caso excepcional entre los menceyatos de paces del sur de Tenerife. REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 177-229 178 1. LA CALETA DE ADEJE O DE LA ENRAMADA El conjunto portuario denominado a veces río de Adeje, caleta de Adeje, caleta de la Enramada, puerto de la Enramada o puerto de Adeje es una serie de fondeaderos inmediatos que van desde la desembocadura del barranco del Agua, del Infierno o río de Adeje hasta el actual Pris o Puertito de Adeje, puertos asociados a la actual población de Adeje (fig. 1). El primer barranco importante de este sector es el barranco de Fañabé, que desemboca en la playa de Fañabé, por el que se accedía al núcleo de Fañabé, en cuyo cauce alto se localizaba la casa del Rey o cueva del último mencey de Adexe. El límite NW de esta playa lo marcan dos pequeños salientes, Las Toscas y la casa del Duque, que señalan la desembocadura del barranco del Agua, del Infierno o río de Adeje, la cual genera la playa del Duque y la playa del Veril. Su prolongación es la playa de la Enramada, que se forma en la desembocadura del barranco del Inglés. Los límites de estas tres playas serían, al noroeste, El cabezo de la Caleta, y al sureste, la casa del Duque y Las Toscas. Entre el cabezo y la punta de la Baja de Adentro se forma La Caleta (figs. 2-4). Esta caleta, al estar pegada a la playa de la Enramada, lugar de emplazamiento de la ermita de la Encarnación o de San Sebastián, a veces es denominada en el mapa de Torriani (1592) como Caletta Ramada y en Castillo y León (1686/1994) como Caleta Ramada, mientras que en el siglo xviii recibe el nombre de «Caleta o puerto de la Enramada, donde están las salinas de Franqui» (Ibáñez, 1780 en Velázquez, 1991: 49), las cuales, pocos años después, en el derrotero de Varela (1788/1986: 21), son mencionadas como las salinas «arruinadas» de Antonio Franqui. Un pequeño error aparece en el mapa de Coello en Madoz (1845/1986: 38), pues se coloca la caleta de Ramada al noroeste del puerto de Adeje cuando debería estar al sureste (fig. 5). En otras ocasiones, en particular a inicios del siglo xvi, La Caleta es denominada río de Adeje, por ser el puerto más próximo a la desembocadura del actual barranco del Agua o del Infierno. Así es mencionado como punto de embarque de vino para su envío junto a trigo cargado en Garachico a La Palma (Fernández, 1520-26/1988: 566), de vino para su envío por cabotaje a Santa Cruz de Tenerife (Fernández, 1520-26/1988: 717) o de pez que podía embarcarse alternativamente, bien en el río de Adeje, o bien en el puerto de Juan Méndez (Fernández, 152026/1988: 667). En el río de Adeje se instalaron dos guardas de vigilancia en 1523 (Serra y de la Rosa, 1970: 191). En la cartografía de fines del siglo xvi de Torriani (1592) ya aparece denominada como Cala de Adeje. Sobre sus condiciones portuarias se menciona que en invierno es considerado un mal fondeadero, y además de pequeño tamaño, en el que desagua el caudaloso * Profesor titular de Prehistoria, Departamento de Prehistoria y Arqueología de la Universidad Autónoma de Madrid. Facultad de Filosofía y Letras. Campus de Cantoblanco. 28.049 Madrid. E-mail: [email protected]. ** Programa de Doctorado, Universidad de La Laguna, E-mail: escribanocobogabriel@ gmail.com. 2. EL PUERTO DE ADEJE Pasada la punta de la Baja de Adentro y la punta de las Gaviotas, hay dos pequeñas playas, la playa de Diego Hernández y la playa de los Morteros, ninguna de las cuales está asociada a la desembocadura de un barranco importante, y a continuación nos encontramos con el actual Pris o Puertito de Adeje, que carece de una conexión tan directa hacia el núcleo de Adeje ascendiendo por un barranco, pero que realizaba una función complementaria a La Caleta (figs. 7-8). Así, ya se menciona desde el siglo xvi al puerto de Adeje como punto de embarque de orchilla o en su alternativa de la caleta de San Juan (Fernández, 152026/1988: 164), en la actual playa de San Juan. El Puertito de Adeje parece ganar protagonismo a lo largo del siglo xviii, y en el mapa de Riviere (1740-43/1997: 75) figura como Puerto de Adeje. REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 177-229 179 barranco del Infierno (Madoz, 1845-50/1986: 37). No obstante, la visión de un marino como Glas (1764/1982: 73) es mucho más positiva, «la bahía de Adeje, o, según se pronuncia, Adehe, en donde pueden anclar grandes barcos», si bien reconoce que «nunca estuve allí, pero me han informado que está abierta hacia el sudoeste». Junto a su función de punto de embarque de mercancías de la zona de Adeje, su otro papel primordial era ser puerto de salida hacia otras islas, indicándose que desde el puerto de Adexe se tenía visibilidad de las islas de La Palma, El Hierro y La Gomera (Miñano, 1826/1982: 25). Su tráfico se dirigía principalmente hacia La Gomera, como señala Glas (1764/1982: 73), «poco frecuentada, si no es por barcos de la isla de La Gomera», y a finales de siglo, en 1796, es ratificado por Ledru (1810/1982: 80) como punto de embarque hacia La Gomera. Aunque el puerto se encontraba a sólo 3,36 km (Olivé, 1865: 215), 4 km (Arribas, 1900/1993: 129) o más de 4 km del pueblo de Adeje (López Soler, 1906/2007: 216-217), se menciona en 1573 que ya residía un «vecino del puerto de Adeje», Hernando Calderón (Díaz Frías, 1999: 127). No obstante, a mediados del siglo xix, sólo había en el puerto 3 «chozas u hogares [...] temp.[oralmente] habit.[ados]» (Olive, 1865: 214-215). En sus inmediaciones había un punto de aguada, un buey de mar, «poco abundante, que se cubría en la pleamar», al norte de La Caleta (fig. 6). Es mencionado como puerto de Adeje en 1906, calificándolo de «mal fondeadero» e indicándose que era el punto de embarque de «los cereales, el tabaco, los plátanos, los tomates y la caña de azúcar [...] transportados por camellos» (López Soler, 1906/2007: 216). No obstante, este puerto y el de playa de San Juan proporcionaban «los marineros mejores de los barcos de cabotaje» (Galván y Pascual, 1989: 69). La caleta de Adeje quedó incluida en los puertos de escala de servicios marítimos regulares según Real Orden del Ministerio de Fomento de 24 de febrero de 1911, que estableció 2 trayectos mensuales en la ruta Las Palmas (Gran Canaria)-Santa Cruz de Tenerife-Porís de Abona-El Médano-Los Abrigos-Los Cristianos-Adeje-Guía de Isora (Tenerife)-San Sebastián-Hermigua-Agulo-Vallehermoso y Valle Gran Rey (La Gomera) (Díaz Lorenzo, 2004: 30-31), lo que implica que hacía 4 escalas al mes, 2 en la ida y 2 en la vuelta, esto es, con una frecuencia semanal. En otras ocasiones sólo figura como Aadessa, con un ancla señalando un fondeadero, caso del mapa de Bellín (1739-49) (Tous, 1996a: 167), o como Adefsa, con un ancla señalando un fondeadero en el mapa de Salmon (1752-53) (Tous, 1996a: 167). Pero vuelve a indicarse su carácter de Puerto de Adege en Machado (1762) (Tous, 1994: 15) y como Puerto de Adexe en un mapa anónimo de ca. 1765 (Tous, 1996b: 42) y en T. López (1779) (Tous, 1996a: 173). Sobre el puerto de Adeje se indica que es «suficiente para barquitos, aunque descubierto de los vientos» (Ibáñez, 1780 en Velázquez, 1991: 49). A inicios del siglo xix figura sólo como Playa de Adexe, pero con un ancla de fondeadero, en Bory de Saint Vincent (1803), recuperando su carácter de Puerto de Adeje en el mapa de Coello que incorpora Madoz (1845-50/1986). REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 177-229 180 3. ATAQUES PIRÁTICOS A LA CALETA DE ADEJE En uno de estos dos puertos se produjo un primer desembarco del pirata francés François Le Clerc, Pie de Palo, en julio de 1553, antes de dirigirse primero a Garachico y luego a Santa Cruz de La Palma, donde atacaron el día 21 (Rumeu, 1947/1: 149-150). No obstante, la razón por la que la caleta de Adeje fue más famosa es por la presencia en varias ocasiones del corsario inglés John Hawkins. Al menos desde 1560 inició tratos en Tenerife con Pedro Soler, haciendo escala en un puerto de Abona, transportando paños que vendió en la isla para llevarse azúcar del ingenio de Pedro Soler (Rumeu, 1947/1: 340). Poco después iniciará tratos con Pedro de Ponte y Vergara, hijo de comerciante genovés Cristóbal de Ponte, afincado en Tenerife, que al morir su padre en 1552 se trasladó desde Garachico a Adeje, donde tenía un ingenio de azúcar y el puerto estaba más próximo a La Gomera, solicitando desde 1553 la autorización para la construcción de una Casa-Fuerte, que fue concedida, y nombrado alcaide en mayo de 1555 (Rumeu, 1947/1: 357-359). En 1562, Pedro de Ponte y John Hawkins se asociaron para llevar ilegalmente a los territorios americanos de la corona española telas y en particular esclavos negros que podían ser vendidos como mano de obra para el cultivo de la caña de azúcar, para lo cual Ponte facilitó que un piloto gaditano, Juan Martínez, condujese a la flota de Hawkins a América (Rumeu, 1947/1: 365). En su primera expedición con 3 navíos, Salomon, Swallow y Jonas, que zarpó en octubre de 1562 de Plymouth, tuvo su primera escala en la caleta de Adeje, donde se proveyó de agua y vino, se embarcó el piloto y fue informado por Ponte de que propietarios de plantaciones interesados en la compra de esclavos le esperaban en Santo Domingo. En Sierra Leona consiguió 300 esclavos, que amplió asaltando un navío portugués con 200 esclavos y otro de la misma nacionalidad con 500 esclavos, incautando también el barco, los cuales vendió, durante abril de 1563, en Santo Domingo, a cambio de azúcar, perlas, oro, plata y cuero (Rumeu, 1947/1: 367-369, 373). REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 177-229 181 En su viaje de vuelta, llegó a Santa Cruz de Tenerife en junio de 1563, fondeando en El Bufadero, donde fue autorizado a adquirir provisiones, sin entrar en el puerto, regresando a Londres en agosto de 1563. Rumeu (1947/1: 377-378) presupone que hizo también escala en Adeje para repartir sus ganancias con Ponte, pero extraña que se halla aprovisionado de víveres en Santa Cruz y no en Adeje. Un año después realizó una segunda expedición con cuatro navíos, uno de ellos, el Jesus de Lubeck, arrendado por la reina, más el Salomon, Swallow y Tiger; partiendo de Plymouth el 18 de octubre de 1564, alcanzó el puerto de Adeje en Tenerife el 8 de noviembre de 1564. Una vez en la isla, aunque fue detectado por 80 milicianos armados, su relación con el hijo primogénito de Pedro de Ponte, Niculoso de Ponte, le permitió desembarcar, residir en la Casa-Fuerte de Adeje, aprovisionarse de víveres y arreglar los mástiles de la nave capitana; partió el 15 de noviembre. A su regreso a Plymouth, el 25 de septiembre de 1565, fue ordenado caballero por la reina Isabel i (Rumeu, 1947/1: 389-393, 403). Entre medio, hubo en mayo de 1566 un viaje con una nave de James Raunse, vinculado a Hawkins, que saqueó una ermita en el sur de Tenerife, haciendo escala posteriormente en la caleta de Adeje, donde realizó comercio presumiblemente con Pedro de Ponte. James Raunse y su contramaestre, Thomas Cerona, fueron detenidos por el gobernador de Tenerife el 28 de mayo, abriendo un proceso judicial, donde actuó Ponte como fiador de 7.000 ducados (Rumeu, 1947/1: 414-415). En la tercera expedición, Hawkins no pudo participar, por las presiones de Felipe ii a la reina de Inglaterra, partiendo John Lowell, con tres navíos, Salomon, al mando de James Raunse, Powell y Pasco, de Plymouth el 9 de noviembre de 1566, participando Francis Drake por primera vez (Rumeu, 1947/1: 409-411, 415). La cuarta expedición contó con 2 barcos de la reina, el Jesus de Lubeck, en el que marcharán Hawkins y Drake, el Minion, y cuatro barcos particulares, Swallow, William and John, que tenía como contramaestre a James Raunse, Angel y Judith, con la idea de levantar una torre al sur del castillo portugués de Elmina, para acceder al tráfico de esclavos y comerciar con ellos en América. Zarpó de Plymouth el 2 de octubre de 1567, tras haberse despedido Hawkins del embajador español, informándole sobre sus buenos propósitos. Se presentó en Tenerife el 23 de octubre, con sólo tres navíos, Jesus, Angel y Judith, tras ser dispersada el resto de la flota por una tormenta en el cabo de Finisterre. En la isla, aunque fue recibido con las milicias preparadas, fue autorizado a proveerse de algunos víveres y celebró una comida con mercaderes en el puerto de Santa Cruz. Un día después, el Minion, el William and John y el Swallow llegaban a San Sebastián de La Gomera, y tras contactar con Pedro Ponte en Adeje, se enteraron de que Hawkins les esperaba en Santa Cruz de Tenerife. Informado este, se entrevistó un día después con Ponte en la Casa-Fuerte de Adeje, después de desplazarse a la caleta de Adeje. Al zarpar el 28 de octubre, ordenó disparar desde El Bufadero algunos cañonazos contra la población de Santa Cruz de Tenerife, por su actitud «hostil», a la defensiva, dando uno de ellos en una casa próxima a la iglesia de Nuestra Señora de la Concepción, que supuso poner en evidencia sus futuras intenciones en la costa africana y americana desde el inicio del viaje (Rumeu, 1947/1: 424-436, 469). La expedición no regresó hasta principios de enero de 1569 a Inglaterra. REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 177-229 182 Un ataque más grave se efectuó a mediados de julio de 1586, cuando entre 37 y 40 piratas ingleses desembarcaron de una nave que ancló en la caleta de Adeje, saquearon «una hermita de Nuestra Señora de la Encarnacion la qual avian profanado quebrando las ymagenes y retablos», de la cual robaron el retablo, y a continuación rompieron la puerta del ingenio de azúcar de la familia Ponte, que saquearon, mientras los lugareños permanecían refugiados en la Casa-Fuerte del pueblo de Adeje. Al iniciar su retirada hacia el barco, fueron atacados por los milicianos de Adeje, de los que murieron 2 y fueron otros 3 heridos, mientras dieron muerte a 18 piratas. Sólo uno de ellos fue capturado, Edward Francis —Duarte Francisco—, de 24 años, pescador reconvertido a pirata, herido en la cabeza, que se perdió en el actual barranco del Inglés, el cual fue condenado por la Inquisición a 6 años de galeras y 200 azotes (Millares Torres, 1874/2: 90; Rumeu, 1947/2: 38 n.º 48; De las Casas, 1997: 178). Por una pequeña confusión, este ataque es interpretado como dos diferentes por De las Casas, quizás por las fechas de las testificaciones de los testigos, que realizaron de manera escalonada entre el 1 de agosto y el 15 de octubre de 1586 ante el Santo Oficio de La Laguna. El ataque más reciente del que tenemos constancia fue la presencia de dos navíos ingleses, el 18 de enero de 1746, que trataban de asaltar un barco cargado de trigo fondeado en el puerto de Los Cristianos. Avisadas casi 600 personas de las milicias locales, al toque de dos cañonazos de la Casa-Fuerte de Adeje, sufrieron el bombardeo continuo entre las 4 de la tarde y la 1 de la mañana del día siguiente (Rumeu, 1947/3: 270; Rodríguez Fraga, 1994: 41), pero no hubo bajas entre los defensores ni tampoco se produjo un desembarco inglés. 4. EL RÍO DE ADEJE, UN EMPLAZAMIENTO PRIVILEGIADO EN EL SUR DE TENERIFE El río de Adeje, denominado Cháhijo o Cháiho según topónimo recogido por Béthencourt Alfonso (1912/1991: 415 y 1911/1994: 88), fue entregado en 1505 a dos escribanos de la isla de Gran Canaria, Michel de Muxica y Juan de Ariñez, del cual Michel de Muxica tomó posesión el 22 de marzo, incluyéndose también en la data a su cuñado Juan de Ariñez y las dos hermanas pequeñas de Michel, Marina de Muxica y Teresa de Villafranca. La primera data se concedió el 26 de febrero de 1505, «Juan de Ariñez, Michel de Muxica, Marina de Muxica y Teresa de Villafranca. Hermanos que sois, hijos de Juan de Civerio, que haya gloria, el río de agua que es en Adexe con toda la tierra que la dicha agua del río de Adexe pudiera aprovechar con condición que hagáis en el dicho río un ingenio de moler cañas de açúcar» (Moreno, 1992: 131-132). El 22 de marzo se efectuó el acto de posesión. «Ybone de Armas [...] entregó a Michel de Muxica [...] la posesión del Río de Adexe y él la tomó e aprendió» (Moreno, 1988: 68). Ampliada en otra data, «posesión a Michel de Muxica, a él por sí e por sus hermanos, del Río de Adexe con toda la t[ierr]a. que la dicha agua pudiere regar [...] haciendo muchos abtos e solemnidades e especialmente en señal y firmeza de posesión que él bebió de la dicha agua del Río e meneó cantos de una parte a otra e arrancó arboles e se paseó por las t[ierr]as. llamándose lícito poseedor por sí y en nombre de Juan de Ariñez, su cuñado, e de sus hermanas» (Moreno, 1992: 141). Fue confirmada el 7 de abril, «ante mi paresció Michel de Muxica, esc.[ribano] públ.[ico] de la isla de Grand Canaria, por sí, en nombre y como procurador que se mostró ser de Juan de Ariñez, esc.[ribano] públ.[ico] del Cabildo de la dicha isla, e de Catalina Guerra, muger de Juan de Civerio, que [h]aya santa gloria, así como tutora e administradora de las personas e bienes de Teresa y Marina, menores, hijos de J.[uan] de C.[iverio] y de C.[atalina] G.[uerra], su muger legítima [...] merced que el muy magnífico Sr. don A.[lonso] F.[ernández] de L.[ugo], Adelantado de las islas de Canaria, les hizo del río de agua que dicen el Río de Adexe con toda la t[ierr]a. e t[ierr]as. que con la dicha agua del río se pudieren aprovechar [...] le fuese dada la posesión del dicho río e aguas e t[ierr]as.» (Moreno, 1992: 138-139). El primer motivo de atracción de la caleta y río de Adeje era el acceso de abundante madera, a cotas relativamente bajas, en comparación con otras zonas del sur y suroeste de Tenerife. Esto es debido al brusco ascenso de la topografía al ascender por los barrancos de Chavor, Infierno, del Agua y de Fañabé. En los primeros, al existir una corriente continua de agua, facilitaba que los troncos fueran arrastrados por el agua en varios tramos del cauce. Según se señalaba a mediados del siglo xviii, en «la bahía de Adeje [...]. En los alrededores de este puerto hay algunas montañas cubiertas con majestuosos pinos, y que son de muy fácil acceso; por ello los habitantes de La Gomera vienen aquí por la madera que usan en la construcción, ya que los bosques de su isla son de acceso más difícil» (Glas, 1764/1982: 74). Junto a la madera, la obtención de pez para el calafateado de barcos era otro recurso importante. Fue autorizado por el Cabildo de Tenerife el 27 de agosto de 1512: «Se platicó que muchos vecinos han pedido se les dé facultad para sacar pez en las montañas para provecho de su vivir, así como antiguamente tenían [...] la cual ordenanza parece se revocó a causa que muchos forasteros se entremetieron [...] Y visto que hay lugares de esta isla do buenamente se puede hacer [...] dieron facultad a todos los vecinos casados para que hiciesen pez en Abona y Agache y Dexe [...] de los pinos caídos» (Serra y de la Rosa, 1952: 157). La intensidad de esta explotación acabó restringiendo su aprovechamiento sólo a la zona de Agache (Güímar) desde noviembre de 1525, «era muy público el grand daño de las peguerías y en especial por estar dichos hornos a la parte de Ycode e Garachico e Dabte, por lo tanto [...] que no se pueda haser sino en Agache y de los pinos caydos» (de la Rosa y Marrero, 1986: 89). Otro de los recursos demandados de la zona de Adeje era la obtención de orchilla, cuyo desarrollo era favorecido por el abrupto relieve próximo a La Caleta. Así, conocemos por un protocolo notarial de 1526 que «Pedro Yanes, trabajador portugués, v.º, se obliga a coger y apañar [...] 15 quintales de orchilla buena, limpia y enjuta. Ha de dar cogida y apañada la orchilla en la banda de Adeje» (Fernández, REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 177-229 183 5. RECURSOS DEL ENTORNO DE LA CALETA DE ADEJE 1520-26/1988: 726 n.º 1845). Se embarcaba desde la caleta de Adeje, como señala un protocolo de 1520: «Diego Suárez, v.º, se obliga a coger [...] 100 quintales de orchilla, puestos en la caleta de San Juan o en el puerto de Adeje a buen cargadero [...] Suárez con otro que le ayude entregará la orchilla en noviembre. Se entiende que ha de dar la orchilla desde agosto hasta noviembre» (Fernández, 1520-26/1988: 164 n.º 132). REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 177-229 184 6. LOS LÍMITES DEL MENCEYATO DE ADEXE El límite al este del menceyato de Adexe con Abona no cuenta con una aceptación unánime, aunque una data de 1504 demuestra claramente que el río de Chasna era el límite de los menceyatos de Abona y Adexe. «Gyónymo de Valdés, Andrés Suares Gallinato, Guillén Castellano y Fernando d[e] Espinosa. A todos cuatro juntamente un río o arroyo de agua con todas las t[ierr]as. q.[ue] con la d[ic]ha. agua se pudieren aprovechar [...] q.[ue] se llama, en la lengua de Tenerife, Chasna, y junta los términos entre el reino de Abona y el reino de Adex» (Serra, 1978: 122 n.º 553). El río de Chasna es identificado con el barranco de la Orchilla, actual límite entre los municipios de Granadilla y San Miguel de Abona por Béthencourt Alfonso (1911/1994: 87-88), el cual desemboca en la playa Grande de Los Abrigos, lo que implicaría que todo el municipio de Arona estaría incluido en el menceyato de Adexe (fig. 9). También se ha situado el río de Chasna en el barranco de la Vera o del Chorrillo (De las Casas, 1997: 79-80), que seguiría descendiendo por los cauces del barranco del Bucio, barranco de la Orchilla, al igual que plantea Béthencourt Alfonso, y barranco de la Fuente, lo que supone que inicialmente iría dentro del municipio de Vilaflor, pero luego giraría hacia el suroeste siguiendo el actual límite sur entre los términos de Vilaflor y San Miguel de Abona. La frontera seguiría por las crestas del roque de Jama, montaña de la Centinela, montaña y barranco de Erales, montaña del Majano, montaña Negra, montaña del Malpasito y finalizar en la montaña Amarilla, al este de Las Galletas, lo que implica que se propone como límite entre los menceyatos de Abona y Adexe el actual límite entre los municipios de San Miguel de Abona y Arona, por lo que quedaría también incluido Arona dentro del menceyato de Adexe. Integrando parte del término municipal de Arona es la propuesta de Diego Cuscoy (1968: 92 n.º 1, 93-94 fig. 9, 95), quien traza una línea desde Vilaflor en dirección sur hasta punta de Rasca, por medio del municipio de Arona, mientras identifica el río de Chasna con el barranco del Río entre Arico y Granadilla, lo que llevaría los límites de Adexe a incluir los municipios de Arona y Granadilla, si bien no lo aplica en el mapa que propone para los límites de los menceyatos de Tenerife (fig. 10). Si tenemos en cuenta una data de 1516, «600 f.[anegas] de s[equero]. de buena medida en el Reino de Abona desde el llano del ahiladero [Valle de San Lorenzo] q.[ue] comienza dende la fuente de Jamar [La Fuente] con la d[ic]ha. fuente todo el barranco abajo q.[ue] va a dar a las Galletas hasta la mar con los pozuelos del d[ic] ho. barranco q.[ue] están junto al mar e hacia las moradas q.[ue] se llaman de [Fernando] Guadarteme e más las mismas moradas e estando en las d[ic]has. Galletas REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 177-229 185 dende allá hacia Jamar a la banda de Aldea Blanca con el corral q.[ue] hizo Martín Vays a dar al corral grande q.[ue] dicen de los Cristianos e por allí arriba hasta el barranco q.[ue] está junto al barranco y camino de Adegue» (Serra, 1978: 253-254 n.º 1290), se observa que el menceyato de Abona incluye el llano del Ahiladero, una corrupción de Ahijadero, actual valle de San Lorenzo, la fuente de Jamar, con los caseríos de La Fuente y Jama, y el corral grande de Los Cristianos, junto a la actual playa, todos en el municipio actual de Arona, lo que implica necesariamente un límite más occidental que el propuesto por Béthencourt Alfonso (1911/1994), Diego Cuscoy (1968) o De las Casas (1997). El límite del barranco del Rey es defendido por Delgado Gómez (1995: 34, 36, 38), que en sus tramos más bajos se denomina Chacama y finalmente Troya, hasta desembocar en la playa de Troya, dentro de la actual playa de las Américas, e implicaría que el actual límite entre Arona y Adeje sería la frontera entre los menceyatos de Abona y Adexe. Este límite también es apoyado por Díaz Frías (1996: 46-48 y 1999: 26-27; Chávez et alii, 2007: 270), quien identifica el río de Chasna con el barranco del Rey, cuyo nombre habría cambiado al concedérsele allí tierras en 1504 según una data, «a vos don Diego, natural de Tenerife, q.[ue] fuestes Rey d[e] Adexe en la isla de Tenerife, de daros 30 f.[anegas] de t[ierr]a. con su agua ellas [...] y estas d[ic]has. 30 f.[anegas] son en la t[ierr]a. y agua del río de Chasna, q.[ue] es en el Reino d[e] Adés, adonde se parten los caminos con Abona» (Serra, 1978: 172 n.º 845). En esta data el río de Chasna parece que se incluye dentro del menceyato de Adexe, pero podría tratarse de que las tierras que se le conceden al antiguo mencey linden por la margen izquierda con el río de Chasna, ya en el antiguo menceyato de Adexe, lo que permitía el abastecimiento regular de agua para su cultivo. Otra opción es que la data se haya concedido justo en la frontera con el antiguo menceyato y estaría en la margen derecha, ya dentro de Abona (fig. 11). En estas propuestas, el aspecto que más extraña es la proximidad de la residencia del mencey de Adexe en la casa del Rey de Fañabé con el límite del barranco del Rey y la caldera del Rey. Lo lógico sería que existiese un espacio intermedio más amplio de seguridad. Si partimos de los límites seguros en Abona, roque de Jama, hoy frontera entre San Miguel y Arona; La Fuente, casi pegada en el límite de ambos municipios; y el valle del Ahijadero, entre La Fuente y el roque de Jama, hacia el oeste pronto aparece el barranco del Río, atravesando Chasna, y lo más lógico es que sea el barranco del Río de Chasna, el cual descendiendo pasa a llamarse barranco de Morales, al dejar el valle del Ahijadero a la derecha y el valle de San Lorenzo a la izquierda, luego barranco Oscuro con Buzanada a la derecha y cabo Blanco a la izquierda; a continuación barranco del Malpaso con el roque el Malpaso a la derecha y el paso de Moreque, que hoy aprovecha la autopista del sur, el cual sería el acceso por la costa hacia Adexe; barranco del Tagoro con las Mesas de Guaza a la izquierda; y finalmente desemboca en la playa de las Galletas (fig. 12). El límite no debía ser sólo el cauce del barranco y debió integrar en la margen izquierda el Malpaís de Rasca, alturas como las Mesas de Guaza, montaña de Guaza, roque Igara o montaña Chijafe; y en la margen derecha, zonas de malpaís antiguo como los llanos de Guaza o los de Malpaso. REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 177-229 186 Este hecho debe explicar la concentración de estaciones de grabados en este territorio, probablemente la más densa de Tenerife, y que aparecen en todas las alturas y roques de la zona (Navarro, Hernández Gómez y Álamo, 2002; Mederos, Valencia y Escribano, 2003). En las cotas superiores de Vilaflor, la línea debía partir desde la montaña de Chasna o del Sombrero de Chasna. Según de las Casas (1997: 77-78), el límite estaría en el barranco del Chorrillo o de la Vera, que antiguamente se llamaba barranco de Chasna. Eso implica que el casco urbano actual de Vilaflor pertenecía al menceyato de Adexe, especificando De las Casas (1997: 95) que «el criterio de que el territorio de Chasna formó parte del reino de Abona es a todas luces inexacto». Otra opción sería prolongar la línea del barranco del Río hacia el norte, por el barranco de la Abejera, probablemente Bejera. Con respecto al límite con el menceyato de Dabte se situaba según Béthencourt Alfonso (1911/1994: 88, 117 n.º 10 y 1912/1991: 430) en una cadena montañosa, la montaña de Tamaseche en los altos de El Tanque, Erjos o Arjo en los altos de Los Silos, sierra o cumbre de Bolico en los altos de Buenavista, desde donde se conecta con la cumbre de Masca, sierra de Erchefe, que corresponde a la degollada de Cherfe, desde donde se desciende hacia Santiago del Teide a partir de su margen derecha u oriental, Chijañe, Jinfas, quizás la actual Ñifa, y la punta de Imoje en Tamaimo, por lo que la población de Santiago del Teide se incluía en el menceyato de Adeje, e igualmente el tagoror de Arguayo, situado en la margen izquierda u oeste de valle de Santiago y el tagoror de Bilma, junto a la montaña de Bilma, también en la margen izquierda. Un límite algo más al norte es el propuesto por Diego Cuscoy (1968: 92 fig. 9 mapa), quien pone el límite de Daute, no tanto en el actual límite municipal de Buenavista del barranco del Natero y la playa de Barranco Seco, sino algo más al interior, en el barranco y la playa de Masca. Esta frontera sitúa a Santiago del Teide en Adexe, y así, dentro de las zonas de pastoreo del menceyato de Adexe incluye la zona al norte, que considera la más importante del menceyato, por encima del barranco de Guía, en la que entrarían los actuales núcleos de Santiago del Teide, Tamaimo y Arguayo (Diego Cuscoy, 1968: 168). También incluye a Santiago del Teide en Adexe la propuesta de De las Casas (1997: 73), quien propone como frontera con Adexe el macizo de Teno. Por contraste, González-Sotomayor (2003: 36) cree que el valle de Santiago era parte del menceyato de Dabte. Un límite más meridional en el malpaís de Isora es defendido por De la Rosa (1978: 8), apoyándose en la declaración de un familiar del mencey de Adexe, Juan de Bonilla, en 1558, «el término de Adexe se extiende desde el malpaís de Isora hasta la raya de Abona». Con seguridad se extendía hasta el barranco de Tejina, pues en una data de 1507, concedida a Fernando Guadarteme, se otorgó «una fuente q.[ue] está en Tejyna en Adex con sus cuevas para vuestros ganados» (Serra, 1978: 211 n.º 1111). Otra data concedida en 1512 señala que al menos llegaba hasta el malpaís de Isora, «Alonso d[e] Espino, vº[ecino]. Un pedazo de t[ierr]a. en q.[ue] puede haber 60 f.[anegas] de s.[equero] en el Reino de Adex, linderos de la parte del malpaís de Yzora los avchones q.[ue] están en el cantón del d[ic]ho. malpaís, e de REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 177-229 187 la otra parte el barranco de Tegina» (Serra, 1978: 253 n.º 1286). Según De la Rosa (1978: 8), Dabte en dirección noroeste alcanzaba «Buenavista y la punta de Teno» y en dirección oeste, «‘Las Tierras de los Trigos’, El Palmar, El Carrizal, Masca [...] y sin duda, el macizo de Teno». Puede observarse en ningún momento De la Rosa menciona Santiago del Teide, Tamaimo y Arguayo. Después de una prospección intensiva de Guía de Isora, el equipo que la realizó (Chaves et alii, 2007: 269, 271) ha planteado que el límite con el menceyato de Daute estaba en el barranco de Guía, que atraviesa las localidades de Chirche, Aripe y Guía, desembocando en playa de San Juan, colocando la frontera oeste de Daute en Valle Santiago y Tamaimo. Se trata de un límite que se aproxima al propuesto por Béthencourt Alfonso (1912/1994: 88, 117 n.º 10), aunque este autor consideraba que ambos núcleos aún eran parte de Adexe, al igual que el valle de Santiago. La principal novedad es plantear la presencia de un gran «espacio de transición», que no pertenecería a ninguno de los dos menceyatos, entre el valle de Santiago y el barranco de Guía (Chaves et alii, 2007: fig. 71), espacio que denominan malpaís de Isora. Aunque tuvo que existir una zona de transición entre ambos menceyatos, el espacio propuesto, cuyo aspecto más destacable es la ausencia de grandes barrancos y predominio del malpaís volcánico, con centro en Chío, es demasiado extenso. Debe tenerse en cuenta que las coladas lávicas recientes no se dirigen hacia el oeste, la costa de Guía de Isora, sino que avanzan hacia el noroeste, como puede apreciarse en el mapa publicado por González Antón et alii (1995: lám. 33), alrededor de las cuales existe el mayor número de escondrijos cerámicos, en función de los volcanes de Boca Cangrejo a 1.503 m, montaña Reventada y finalmente montañas Negras a 1.348 m (González Antón et alii, 1995: 75, 155). Por otra parte, todo este sector del malpaís de Isora corresponde principalmente a las series de materiales básicos recientes, presentes en buena parte de la isla junto con los materiales sálicos recientes. No hay razones objetivas para presuponer un vacío de población y una extensa tierra de nadie entre ambos menceyatos desde el barranco de Guía hasta Valle Santiago. No es fácil definir el límite entre ambos territorios, hay dos datas de 1508 y 1511 concedidas a Juan Cabeque que mencionan el valle de Santiago en Dabte, «40 f.[anegas] de s.[equero] en el Valle de Santiago, término de Dabte, alindan por arriba las cuevas por encima de ellas, donde se apartan dos caminos, el uno q.[ue] va por el malpaís a Adexe y alindando en el dicho camino e con un corral de ganado, hasta donde está un charco de agua y hasta la asomada de la fuente de Erxos» (Serra, 1978: 318 n.º 1581). Una segunda, «Juan Cabeça, vº[ecino]. 7 c.[ahices] de s.[equero] en el valle de Santiago, término de Dabte, desde encima de las cuevas donde se apartan dos caminos, el uno por el valle abajo e otro por el malpaís» (Serra, 1978: 318 n.º 1582). No obstante, debe tenerse en cuenta que se cita a una fuente de Erjos, en los altos de Los Silos, o si fuese hacia el puerto de Erjos estaría a 1.169 m en el límite municipal, lo que podría estar haciendo referencia a la zona próxima al valle de Arriba de Santiago. Geográficamente, Dabte es la Isla Baja, por lo que el macizo de Teno no tiene por qué haber sido siempre una parte de este territorio. La región de Teno parece que era independiente en 1464 cuando se realizó un acto de vasallaje con Diego de REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 177-229 188 Herrera, porque el mencey de Teno se negó a asistir pues de los «Capitanes gentiles o Reies de ellos, los dos no admitieron pases ni vinieron a ellas, de los terminos Taoro y Teno» (Marín de Cubas, 1694/1986: 131; i, 16). Por otra parte, es considerado un mencey de paces con los castellanos al negarse a seguir las propuestas del mencey de Taoro, Benitomo (Viana, 1604/1991/1: 223, 226; v, 857, 965), lo que implicaría cierto grado de dependencia con el mencey de Adeje, ya que el mencey de Dabte era parte de los menceyatos de guerra. Si observamos las datas concedidas al mencey de Adexe y su familia, se le entregó a su hijo, don Diego de Adexe, en 1503 «un barranco q.[ue] se llama Masca con todas sus t[ierr]as. y aguas para vuestros ganados» y «100 f.[anegas] de sembradura de s.[equero] q.[ue] es en Taxo [Taxon] abajo [de] Arjo» (Serra, 1978: 174-175 n.º 856; Moreno, 1992: 80, 180), es decir, Masca y en torno a Santiago del Teide o valle de Arriba, que conectan con Masca por la degollada de Cherfe y están relativamente próximos a Erjos. De estas tierras, el hijo del mencey, Alonso Díaz, entregó a su primo Juan Delgado, «seys f.[anegas] de t[ierr]as. poco más o menos q.[ue] nosotros tenemos en el barranco de Maca en la Madre del Agua q.[ue] se dize Çeque de r.[iego] con el agua q.[ue] le pretenecyere» (Serra, 1978: 229-230 n.º 1214). Juan Delgado también recibió una data en los altos de Masca en 1519, «50 f.[anegas] de t[ierr]a. de s.[equero] en las cabezadas del Palmar, q.[ue] son en la cumbre arriba de Mascan, q.[ue] se dice a fuer de Guanches Ayynayn, e de la otra parte una montaña q.[ue] se dice Çechingana e de la otra parte Arodan e de la otra parte el Chaguyto» (Serra, 1978: 223 n.º 1191). En su conjunto se aprecia que todas están en la margen derecha o noroeste del barranco de la Mesa o valle de Santiago y ninguna en la margen izquierda o sureste, el sector de Arguayo, lo que apunta que se asentaban justo en el borde de su antiguo menceyato. Otro tanto sucedió con otra data que se le concedió al mencey de Adexe en el límite con Abona, «30 f.[anegas] de t[ierr]a. con su agua ellas [...] y estas d[ic]has. 30 f.[anegas] son en la t[ierr]a. y agua del río de Chasna, q.[ue] es en el Reino d[e] Adés, adonde se parten los caminos con Abona» (Serra, 1978: 172 n.º 845). La excepción fue María de Lugo, mujer de otro de los hijos del mencey, don Pedro de Adexe, por entonces ya fallecido, a quien en 1514 se le concedieron tierras entre los barrancos de Erques y Tijoco, en el actual municipio de Adeje: «100 f.[anegas] de s.[equero] en el término de Adexe, adonde dicen Tijoco, q.[ue] han por linderos de una parte el barranco de Erque e de la otra parte el barranco de Tijoco, e de la banda de arriba Garia e de la banda de abajo Venenchegue» (Serra, 1978: 261-262 n.º 1306). También Isabel Díaz, bien por ser hija del mencey, casada con Juan de Bonilla, o bien por herencia de Juan Delgado, recibió una data por la zona de Arguayo, aunque no sabemos en qué momento, terrenos que intentó vender en 1547, 100 fanegas en Arguayo y en el valle de Santiago hacia Tamaimo, linderos con la montaña de Arguayo (González-Sotomayor, 2003: 47). Por lo tanto, creemos que plantear que el barranco de la Mesa o valle de Santiago fuera un límite político resulta razonable. Hay dos zonas con alturas muy considerables en ambas márgenes. Uno de los tagoros que menciona Béthencourt Alfonso, el tagoror de Arguayo, en la margen izquierda o sureste de valle de Santiago, debería ser un núcleo de población significativo. No está claro que tanto Tamaimo como Santiago del Teide, en el barranco de Mesa, fueran ya zonas de hábitat, pero sí que serían áreas importantes de pastoreo como todo el barranco de la Mesa, y esa era la principal función de una zona de frontera, servir de reserva de pastos en épocas de sequía. Por tanto, el malpaís de Isora creemos que quedaría integrado dentro del menceyato de Adexe. Es posible que, resultado de una visita de los mallorquines a la isla en el siglo xiv, partió la noticia de la existencia de un único mencey en Tenerife, residente en Adexe, aunque el nombre que le asigna, Betzenuriga, normalmente es atribuido al mencey de Taoro, denominado Betzenuhya (Espinosa, 1594/1980: 42-43; i, 8) o Detzenuhia (Torriani, 1592/1978: 177; li), «los aragoneses llegados a la parte del sur [d]onde es Adexe, a tractar de paz por los años del Señor 1347 i vino alli un rey solo, que tenia la ysla llamado Betzenuriga con muchos capitanes» (Marín de Cubas, 1694/1986: 277), o bien «tenian en esta Ysla un Rey que vino a el puerto [de Adexe] que la governaba toda repartida en Capitanes, tenia por nombre Betzamuriga» (Marín de Cubas, 1687: 84v). La tradición oral del siglo xix de Tenerife que recogió Béthencourt Alfonso (1905/1985) menciona la gran antigüedad del menceyato de Adexe. «Hace unas cuarenta edades, reinando el mencey Imague [...] en el chabor de Adeje». Esta antigüedad de 40 generaciones parece una cifra de redondeo pues implica unos 1.000 años, asumiendo periodos generacionales de 25 años. Es sugerente su nombre Imague, MG[N], que parece proceder de la tradición oral. También se conservaba la idea de que Archinife fue mencey de Adexe, y contra él se sublevaron en la isla surgiendo una nueva dinastía que ocupó su puesto denominada los Guajaras (Béthencourt Alfonso, 1912/1991: 63 y 1911/1994: 63). «Transcurridos siglos», menciona al «mencey Chíndia, que pasó parte de la vida guerreando a sus tíos hasta que logró vencerlos y se hizo proclamar en Adeje rey de la isla» (Béthencourt Alfonso, 1911/1994: 63). El siguiente mencey citado fue su hijo primogénito Vínque, mientras también se proclamaba mencey su tío Armeñime, «quedando dividida la isla en dos reinos» (Béthencourt Alfonso, 1911/1994: 63), hasta que Vínque «murió defendiendo la corona que le disputaba su feroz tío Armeñime, que igualmente murió en la batalla» (Béthencourt Alfonso, 1912/1991: 354 y 1911/1994: 63-64). Fue sucedido por su hijo Betzenuriga, «Rey de la isla en 1347, teniendo su corte en Adeje» (Béthencourt Alfonso, 1912/1991: 343), siguiendo a Marín de Cubas, que se impuso a tres de sus tíos, y suponemos quizás hermanos de su padre Vínque, Taburco en Teno, Naga en Anaga y una mujer, Góymar en Güímar, pues aunque proclamaron menceyatos independientes fueron finalmente derrotados (Béthencourt Alfonso, 1911/1994: 64). Le sucedió también su hijo Titañe, «que tuvo que disputarlos a sus tíos con las armas», ejerciendo un control del territorio «de Erque a Erque» (Béthencourt REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 177-229 189 7. ADEXE, EL PRIMER REINO DE TENERIFE REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 177-229 190 Alfonso, 1911/1994: 65 y 393), es decir, que Adeje y Abona estaban unidos al llegar el límite oriental del menceyato al barranco de Erques. A la muerte «de Titañe los hermanos de éste se hicieron proclamar menceyes», pero el primogénito del mencey, Sunta, logró derrotarles al sublevarse 5 de ellos (Béthencourt Alfonso, 1911/1994: 65). Se volvió a repetir el proceso con su hijo Tinerfe, aunque «sus tíos intentaran ursurparle la corona» (Béthencourt Alfonso, 1911/1994: 65). Este rey ya viene recogido en textos del siglo xvii, «La Isla de Thenerife, antiguamente, hasta ciento y cinquenta años antes que fuera conquistada, vn solo Rey tenia; el qual assistia en Adexe, en donde estaua su Palacio; el vltimo Rey, que solo gouernò, se llamò el Gran Tinerfe [...] con nueue hijos legitimos, y vno bastardo» (Núñez de la Peña, 1676: 37). La presencia de un primer reino en Adexe la señala también Sedeño (1507-1640/1978: 378): «Tubieron la corte en esta isla primero de sólo un Rei, el último fue llamado Thinerfe, en el lugar de Adexe». Este rey de Adexe dividió la isla en 9 o 10 reinos entre sus hijos, si se incluye la punta del Hidalgo, correspondiéndole a su hijo mayor el reino de Taoro. «Muchos años estuvo esta isla y gente della sujeta a un solo rey, que era el de Adeje, cuyo nombre se perdió de la memoria, y como llegase a la vejez, a quien todo se le atreve, cada cual de sus hijos, que eran nueve, se levantó con su pedazo de tierra, haciendo término y reino por sí» (Espinosa, 1594/1980: 40-41; i, 8). En esta división de la isla entre 9 menceyes no todos tenían igual importancia y, según Marín de Cubas (1687: 72r), cuando se produjo la conquista había dos grandes reyes, «Taoro, i la de hacia el sur Adexe, cada uno tenia, dicen, zinco a seis mil hombres de pelea, repartidos en dies u doce Capitanes» o «zigoñe». 8. LA CUEVA DEL MENCEY DE ADEXE Se ha planteado que la residencia del mencey se encontraba en el entorno de la Casa-Fuerte del núcleo urbano de Adeje (Béthencourt Alfonso, 1912/1994: 93), referencia que se retrotrae al siglo xviii pues se indica que «Adexe Villa [...] fue Capital del Reino de Adexe» (Quesada, 1784/2007: 232). Sin embargo, extraña que los castellanos se instalasen junto al antiguo asentamiento aborigen y, a priori, por seguridad, hubiera sido más lógico pensar que optasen por situarse en la otra margen de los profundos barrancos del Infierno y del Agua, frente a Roque Imoque o Roque del Conde. Cuando se produjo un levantamiento final en Adeje, que Béthencourt Alfonso (1912/1997: 198) fecha en el verano de 1502, por el acuerdo del Cabildo de 17 de noviembre de 1502 que menciona «la tierra del reino de Adeje do andan los alzados», proclamando a Ichasagua como nuevo mencey de Adeje, indica que situó su «corte» en la fortaleza del Conde o de Ayyo, y en la falda sur, en el valle de Hengua o Jengua, estaba la cueva menceya (Béthencourt Alfonso, 1912/1991: 154 y 1912/1997: 198). Este lugar, aparte de lo escarpado del acceso, debía tener connotaciones simbólicas pues era donde se realizaban los castigos por precipitación al vacío (Béthencourt Alfonso, 1911/1994: 245 y 253). En el siglo xviii, Ichasagua es llamado «Derque Sobrino el Rey de Adexe» (Quesada, 1784/2007: 194). REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 177-229 191 Esta zona fue entregada el 29 de septiembre de 1507 a Fernando Guadarteme, «majadas q.[ue] están en la Fortaleza de Adex q.[ue] se llama Abyyo [Ahiyo]» (Serra, 1978: 211 n.º 1111; Béthencourt Alfonso, 1912/1991: 399). El lugar es denominado Ayyo en otra data de 4 de mayo de 1509, «Diego Álvarez. Un pedazo de t[ierr]a. de s.[equero] en el Reyno de Edexe, linda con la fortaleza de Ayyo en la ladera della» (Serra, 1978: 244 n.º 1264). Si observamos su ubicación, a este lugar corresponde el topónimo de la casa del Rey en Fañabé (Adeje) (Béthencourt Alfonso, 1912/1991: 423), pues el barranco de Fañabé, ascendiendo, bordea el lomo del Cardón, morro Guanche y la ladera oeste y noroeste del roque del Conde, y junto al morro de los Guanches o de San Nicolás de las Casas (1997: 73) ubica este topónimo de la Casa del Rey. Para intentar llegar a un acuerdo, y evitar un choque militar, se fijó una entrevista en el llano del Rey Ichasagua, según documentos del siglo xviii consultados por Béthencourt Alfonso (1912/1997: 200 y 1912/1991: 349), donde se suicidó aparentemente clavándose un puñal en el pecho, topónimo conservado como caldera del Rey a apenas 1 km del valle Hengua o Jengua, que también es bordeado por el cauce del barranco del Rey o de Chacama, que desemboca en la playa de Troya, actual límite entre Arona y Adeje. En su entorno se encontraba el denominado tagoror de la Caldera o de Archaha (Béthencourt Alfonso, 1912/1991: 405 y 1911/1994: 117 n.º 10), topónimo de Archaha conservado en un documento de 1657 (Díaz Frías, 1999: 126), lugar de reunión que ayudaría a explicar la elección de este lugar. Otro topónimo en su interior, El Bailadero (De las Casas, 1996: 53/vii), sugiere que aparte de ser una zona de reunión tenía también connotaciones religiosas. Esto implica que toda la actual toponimia conservada sobre una residencia real está vinculada al último y breve mencey de Adeje, como indica el nombre llano del Rey Ichasagua, y no necesariamente corresponde a la residencia tradicional de la familia del mencey, don Diego de Adexe. En Armeñime, al oeste de Adeje, se menciona la cueva del Rey, el charco del Rey y el pozo de la Reina (Béthencourt Alfonso, 1912/1991: 406), próximos al Puertito de Adeje. Al menos, el charco del Rey está constado en un documento de 1827, «el Charco del Rey, donde llaman Arveñime» (Díaz Frías, 1999: 47 y 118). El barranco de las Salinas pasa por Armeñime y desemboca en la punta Negra. Cerca de Armeñime también se encuentra el llano de la Atalaya, que debe tratarse de un punto de control desde esta población del Puertito de Adeje. No obstante, por encima del «Pozo de la Reina», se menciona también cerca de El tabor, «cercano a la Casa-Fuerte del caserío de Adeje» (Béthencourt Alfonso, 1912/1991: 304 n.º 52 y 1911/1994: 93). Los tagoros que se mencionan para el municipio de Adeje, Tagoro de Ibóibo, Tagoro de Tijoco, Tagoro de Taucho y Tagoro de la Higuerita (Béthencourt Alfonso, 1912/1994: 117 n.º 10), están en cotas superiores y son poco orientativos. Otro punto a tener en cuenta es la presencia de la denominada cueva de la Cárcel en el barranco del Infierno (Béthencourt Alfonso, 1911/1994: 252), también llamado barranco del Agua o río de Adeje, porque sugiere que había algún centro político inmediato del menceyato de Adeje, ya que no es presumible que se encontrase aislada. REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 177-229 192 9. ROQUE IMOQUE O IMOGUEN Ascendiendo 3 km por el barranco de Fañabe al oeste o por el barranco del Rey al este, se alcanza a 1.112 m.s.n.m. el roque Imoque, y en su falda suroeste existía una cueva que se llamaba la cueva del Rey «porque la habitaba un jefe» (Béthencourt Alfonso, 1912/1991: 431; de las Casas, 1997: 431), pero podría tratarse de la misma cueva Meceya o del Rey en la fortaleza del Conde o de Ayyo. En cambio, parece tratarse de un importante centro cultual aborigen de Adexe. Allí, «en ciertos días solemnes o con motivo de calamidades, congregábanse para implorarle piedad en las altas montañas» (Béthencourt Alfonso, 1911/1994: 587). Este autor también menciona «el gran monolito [...] conocido por la Piedra de Imoque, sacrificaban reses a los dioses» (Béthencourt Alfonso, 1911/1994: 280), que sitúa en los altos de Fasnia, pero podría tratarse del mismo lugar de Adeje, ubicando mal esta referencia oral. El nombre de Imoque es interesante pues su grafía más antigua, en una data aparentemente de 1504, se escribe Imoguen (Béthencourt, 1912/1991: 430431), ’MGN, mientras que en 1563 aparece como Ymoque (De las Casas, 1999: 92), ’MK, y en 1718 como Imoque (De las Casas, 1999: 114), ’MK. No obstante, también recibía el nombre de «roque de Chenmoy que se dice el roque de Ymoque» (De las Casas, 1999: 91-92), aunque se le considera un roque independiente próximo a Imoque (Béthencourt Alfonso, 1912/1991: 418). Por otra parte, las únicas tres aras de sacrificios que han sido excavadas lo fueron por el propio Béthencourt Alfonso por encima de la Casa-Fuerte de Adeje, «estos pireos, como tres que descubrimos en 1875 en Franchoja, sobre el caserío de Adeje, uno de ellos intacto. Es o era de piedra seca en forma de cono truncado, de un metro de altura por otro de diámetro en la superficie libre, con un hoyo o brasero en el centro de ½ metro de hondo. Encerraba ceniza, brasas, fragmentos de leña y huesos calcinados al parecer de cabrito, cubierto el todo con una gruesa piedra. En otro de los pireos, medio derruido como el tercero, hallamos dos tabonas de obsidiana mezcladas con las cenizas y trozos de hueso calcinados, que también nos pareció de cabrito, así como caída una laja que reputamos sirvió de piedra ara y de tapadera» (Béthencourt Alfonso, 1911/1994: 279-280 n.º 11). 10. LOS ÚLTIMOS MENCEYES DE ADEXE Después del primer acuerdo de rendición de los menceyes de Taoro, Tacoronte, Tegueste y Anaga, en un segundo grupo «se vio que por los Riscos de Tigaiga baxaba un grande exercito que acampando en el paraxe que llaman oy Tigaiga», con los menceyes de Ycod, Daute, Adexe y Abona, los cuales enviaron embajadores y pactaron su rendición (Quesada, 1784/2007: 190-193). En el viaje de todos los menceyes a Almazán (Soria) ante los Reyes Católicos en 1496, hacia el 15 de mayo según Rumeu (1953: 59), donde fueron bautizados, se ha sugerido que don Diego de Adexe no hizo el viaje y el mencey de Taoro ya REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 177-229 193 habría muerto al suicidarse (Rumeu, 1953: 52-53), lo que explicaría que el Francesco Capello, embajador de Venecia, sólo mencione a 7 menceyes. No hay referencias de don Diego de Adexe en los años después de la conquista. Quizás pasó como con don Fernando de Anaga, quien a sugerencia de los Reyes Católicos, bajo petición de Fernández de Lugo, estuvo residiendo en Gran Canaria, «don Fernando, rey que fue de Naga, canario de la isla de Thenerife [...] por nuestro mandado, se pasó de la dicha ysla de Thenerife a esa dicha ysla de la Gran Canaria» (Rumeu, 1975: doc. 41, 465-466). Ya parece estar de vuelta en la isla a fines de 1503, cuando se le concedió el 5 de octubre una data en Masca de Teno (Buenavista del Norte) y en Erjos, altos de Los Silos: «Yo don Alonso Fernandes de Lugo, Adelantado de Canaria e Governador de Tenerife e de San Miguel de La Palma, doy a vos Don Diego, Rey q.[ue] érades de Adexe, un barranco q.[ue] se llama Masca con todas sus t[ierr]as. y aguas para vuestros ganados e para q.[ue] fagáis vuestras heredades salvado 3 f.[anegas] q.[ue] di a Pedro [de] Talabera, y lo demás de estas 3 f.[anegas] vos do y vos fago merced dello e más os do 100 f.[anegas] de sembradura de s.[equero] q.[ue] es en Taxo [Taxon] abajo [de] Arjo, y por ésta os do para vos y para vuestros herederos e supseçores» (Serra y De la Rosa, 1944: 132-133; Serra, 1978: 174-175 n.º 856; Moreno, 1992: 80, 180). Al año siguiente, el 11 de julio de 1504, recibió una nueva data en el río de Chasna, «a vos don Diego, natural de Tenerife, q.[ue] fuestes Rey d[e] Adexe en la isla de Tenerife, de daros 30 f.[anegas] de t[ierr]a. con su agua ellas [...] y estas d[ic] has. 30 f.[anegas] son en la t[ierr]a. y agua del río de Chasna, q.[ue] es en el Reino d[e] Adés, adonde se parten los caminos con Abona» (Serra, 1978: 172 n.º 845). El mencey realizó una petición de amparo a la reina Juana, frente a Fernández de Lugo, ordenando la reina una investigación el 5 de junio de 1505. «Sepades que don Diego, rey que fue de Adex, me fizo relaçión por su petición, que en el nuestro Consejo presentó, diziendo: que Alonso de Lugo, nuestro governador de las yslas de Tenerife e de La Palma, le tiene a él e a toda su haçienda por fuerça, non [h]aviendo cabsa nin razón para ello, lo qual diz ques cabsa que no venga a mi corte a se me quexar de las muchas ynjustiçias e synrazones, de lo qual diz quél resçibe mucho agravio e daño» (Rumeu, 1975: 474-475). Se ha planteado que don Diego de Adexe murió en una expedición del Adelantado a Berbería (Béthencourt Alfonso, 1912/1997: 183 n.º 4), mientras otros creen que quien falleció fue su hijo don Pedro (Serra y Fernández Moratín, 1896: 2-3; Bonnet, 1939: 195), concretamente hacia junio o inicios de julio de 1513 (De la Rosa, 1979: 195). Con seguridad, don Diego está muerto el 17 de noviembre de 1505, pues sus hijos son acusados en el Cabildo, al igual que el genovés Cristóbal de Aponte y el portugués Gonzalo Yanes, residentes en Garachico, antiguo Dabte, que «mandamiento que enbiaron a Dabte sobre la carne, que no cunplieron Cristóval de Aponte ni Gonçalo Yanis ni los herederos del Rey de Adexe. E porque esto sería mal enxenplo sy asy pasase, que mandavan e mandaron esecutar la pena en el mandamiento contenyda, sus personas y bienes, tanto que primero sean requeridos que cunplan e que a sus costas traygan el dicho ganado; e no lo cunpliendo que se esecute el dicho mandamiento e pena en él contenydas» REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 177-229 194 (Serra, 1949: 189). A partir de este texto, se ha planteado que murió «en el verano o a comienzos del otoño de 1505» (De la Rosa, 1979: 190) o a finales de 1505 (González-Sotomayor, 2003: 35). En la fecha del primer levantamiento de Ichasagua, hacia el verano de 1502, que propone Béthencourt Alfonso, se liberó en noviembre de 1502 a don Pedro de Adexe para que colaborase en la pacificación del antiguo menceyato, como se recoge en los Acuerdos del Cabildo de Tenerife, «E luego paresçió ende presente Ximón [¿de Güímar?] e Fernando Tacoronte e Gaspar [Hernández] e Francisco de Tacoronte, guanches, por lengua de Guillén [Castellano]. E hezieron un requerimiento al dicho señor alcalde mayor Pe[d]ro Mexía que estava presente, que por quanto el señor Governador Alonso de Lugo e por la señora [Beatriz de] Bovadilla e regidores les ha sydo mandado que tomen los guanches alçados ladrones, que ellos están prestos de lo hazer e cunplir e trabajar en ello con todo su poder, con tal que les sean dados los mantenimientos y espensas necesarias y las otras cosas; e que por quanto al presente el señor alcalde tyene preso a un guanche que se dize don Pedro de Adexe, el qual sabe la tierra del reyno de Adexe do andan los alçados, que por tanto se lo mandase dar e que ellos se obligavan e obligaron con sus personas e bienes muebles e rayzes para se lo dar cada que se lo pediese e demandare, so pena sus personas a merced del rey e los bienes perdidos» (Serra, 1949: 51). Sobre don Pedro de Adexe se han planteado varias propuestas: que era el propio mencey como sugiere Chil (1891: 332), quien lo denomina Pelinor; que se tratase de su hermano (Serra y Fernández de Moratín, 1896; Bonnet, 1939: 195); que fuese un hijo casado con otra de las hijas del mencey, María de Adexe o de Lugo (De la Rosa, 1979: 194), o finalmente, un hijo casado con una hermanastra, así don Pedro, don Fernando y don Diego serían hermanos de una madre y don Alonso, María de Lugo e Isabel Díaz lo serían de una segunda mujer (Cebrian Latasa, 1996: 393). Las dos últimas propuestas son las más acordes con los datos, y si bien no es necesario que hubiesen dos madres como plantea Cebrian Latasa, es una buena hipótesis. Ya comenta Marín de Cubas (1687: 85v) que «el Rey casaba con cualquiera aunque fuese su hermana, durabales una mujer jasta que uno muriesse y otras veses se descasaban quando querian». No sabe Béthencourt Alfonso qué lazo familiar tendría Ichasagua con el mencey de Adexe, pero al menos desde el siglo xviii, Quesada (1784/2007: 194) aporta datos sobre estos levantamientos pocos años después de la conquista, indicativo de que existían fuentes escritas que lo recogían. Así, señala que «Derque Sobrino el Rey de Adexe queria invadir a su tio y suegro, por el vilipendio que jusgavan haber hecho a su Decendencia en perder la corona sin batalla». Debe tenerse en cuenta que la fuente de donde parece obtener Béthencourt Alfonso el nombre del nuevo mencey es un documento del siglo xviii, donde se mencionaba el llano del Rey Ichasagua que estaba en el archivo de la Casa-Fuerte de Adeje. Pero Ichasagua puede ser simplemente el topónimo específico guanche del llano del Rey. No obstante, el hecho de que se conservara en Adeje el apellido Juan García Chasagua, constatado desde 1645, y que pervivió hasta el siglo xviii (Díaz Frías, 1999: 41-45), sugiere que nos encontramos con un personaje histórico cuyos familiares quisieron mantener su apellido por entroncarlos con la familia real de Adexe. REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 177-229 195 Dos topónimos parecidos a Ichasagua, ‘T SG, se conservan en el antiguo menceyato de Adexe con el nombre Chasogo, T SG, una montaña en Guía de Isora (Béthencourt, 1912/1991: 417), y otro entre Tijoco de Abajo y los Pasos Largos, junto al barranco de Erque (Béthencourt, 1912/1991: 417; De las Casas, 1997: 338). Antes de la celebración de la batalla, Béthencourt Alfonso (1912/1997: 200) señala que se produjo una primera entrevista en el valle de San Lorenzo, que aceptaron los principales alzados, participando el achimencey o infante Izora, que identifica con don Pedro de Adexe (Béthencourt Alfonso, 1911/1991: 349), y su resultado fueron a comunicárselo a Ichasagua, quien optó por suicidarse al verse sin apoyos. No cabe descartar que el encuentro en el valle de San Lorenzo o de Chacacharte se realizase en el entorno del drago santo que existía cerca de La Fuente (Béthencourt Alfonso, 1912/1994: 270, 280 n.º 12), como espacio sagrado que garantizaba el encuentro. Este drago es mencionado como «drago santo» en el libro 3 de datas por testimonio (Béthencourt Alfonso, 1912/1994: 281 n.º 12). Los cuatro guanches principales que colaboraron en reprimir la revuelta en Adexe fueron «Ximón [¿de Güímar?] e Fernando Tacoronte e Gaspar [Hernández] e Francisco de Tacoronte». Si tenemos en cuenta lo que indica Quesada (1784/2007: 194, 200), que los dos principales contrincantes fueron «el Gigante Guamugeto sobrino del Rey de Guimar [...] unido a el Valiente Arico sobrino del Rey de Abona», lo lógico es que Ximón ¿de Güímar? fuese Guamugeto y Arico fuese Gaspar Hernández. Arico sólo figura como un nombre de un notable en el canto iv del Poema de Viana y como topónimo de un municipio de Tenerife, mientras que Guadamojete es un topónimo conservado en El Rosario, dentro del menceyato de Güímar, donde se encontraba «en una cueva grande, sepultura antigua de los reyes de Güímar [...] que está en Guadamoxete» (Espinosa, 1594/1980: 36; i, 6). De ser Simón de Güímar, se menciona que dio en 1508 poder general a Antón de Ortega (Guerra, 1508-10/1958: 37) e hizo su testamento en septiembre de 1510, figurando como beneficiaria su hermana María Fernández y entre los testigos Antón Azate (Guerra, 1510-11/1980: 115). La figura de Gaspar Hernández es de las más complejas de analizar, pues aunque a su nombre está el 7 % de la documentación protocolizada sobre guanches de Tenerife hasta 1525 (Betancor, 2002: 801), faltan muchos datos fiables que impiden ni siquiera su adscripción segura a un menceyato. Inicialmente fue considerado el mencey de Abona (Bethencourt Alfonso, 1912/1997: 183-184 n.º 4), a partir de la información de Viera y Clavijo (1776-83/1967-71: 667), quien comenta que el mencey Adxoña de Abona recibió el nombre «de Gaspar». Este dato lo desconoce Núñez de la Peña (1676: 170), quien sólo aporta los nombres de los menceyes de Taoro, Anaga, Güímar y Adeje, e indica que «de los nombres de los demàs Reyes no he tenido noticia». Esta opinión se rechaza desde los años sesenta del siglo xx porque Gaspar Hernández sobrevivió al mencey, sugiriéndose que fuera un miembro importante del menceyato de Anaga por tener abundante ganado en dicho territorio (De la Rosa, 1956: 4; Betancor, 2002: 802), o si no, del menceyato de Tacoronte porque en el Acuerdo del Cabildo citado se mencionan a Fernando y Francisco de Tacoronte (Betancor, 2002: 802). Otra opción es una procedencia de Taoro porque fue enterrado en el convento franciscano de San Lorenzo de La Orotava (Cebrián Latasa, 1996: 376). No obstante, Martínez de la Peña (1991: 19) no descarta que fuese un miembro de la familia del mencey de Abona, y nosotros tampoco, por su estrecha relación con guanches residiendo en Icor, y entonces podría ser posible que fuese un sobrino del mencey de Abona. REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 177-229 196 11. LA APARICIÓN DE UNA IMAGEN DE LA VIRGEN DE CANDELARIA EN LA CALETA DE ADEJE Habiendo situado la última residencia del mencey de Adexe en la casa del Rey, en el valle de Jengua, ladera suroeste del roque del Conde, es importante valorar la aparición de una imagen de la Virgen de Candelaria en la caleta de Adeje. Una presencia de frailes franciscanos mallorquines a partir de la segunda mitad del siglo xiv en la zona de la caleta de Adeje es sugerida por Marín de Cubas (1687: 84v, 89v y 1694/1986: 277; ii, 20). Este autor señala que «el Rey de Mallorca D. Jaime [iii 1324-44] asento paces con Albu Jacen rei de Marruecos, i por dies años desde el de 1344, hasta el de 1354» y «navegaban a estas costas de Africa en virtud de las paces Aragoneses y Mallorquines». Esta decisión favoreció una primera llegada de los mallorquines a Tenerife durante este periodo, «[d]onde cae el puerto de Adee mas a Noroeste, llegaron los Mallorquines a este puerto año 1347, estubieron de pas i no fue posible admitirlos por ningun pretexto [...] tenian en esta Ysla un Rey que vino a el puerto». Dos textos apoyan esta temprana cristianización. Por una parte, la bula Dum Diligenter del papa Clemente vi, que indica el 15 de mayo de 1351 a «Johanni de Auria y Jacobo Sagirara, ciudadanos de Mallorca [...] de trasladarse personalmente a la isla de Canaria y a otras que están cerca [...] y de llevar con usted hasta un máximo de treinta personas fieles y dedicadas a Dios y adecuadas para convertir a la fe católica y a honestas costumbres unas gentes paganas y idólatras» (Quartapelle, 2015: 59 texto). Por otra, una referencia de Hemmerlin, quien en el siglo xv sitúa «más o menos en el año del Señor de 1370», cuando fueron «a estas islas muchos sacerdotes de la orden de los Frailes Menores, como también agricultores y artesanos de todas las artes mecánicas, útiles para cualquier necesidad humana» (Quartapelle, 2015: 61-63 texto). Lo temprano de este contacto sugiere que aunque habitualmente se han situado en Güímar, no cabe descartar que parte de los más de 1.000 aborígenes católicos bautizados que señala la bula Pastoris aeternis en 1472, «in insula Tenerife [...] multa paganorum milia ad catholicam fidem converti procuraveris et sacri baptismatis» (Rumeu, 1986: 139), se distribuyeran también por los menceyatos de Abona y Adeje. Poco después, el procurador señorial de Diego de Herrera confirma esta importante cristianización, «en la dicha ysla de Tenerife han entrada aças veses frayles e tienen su yglesia e ay en ella asas gente bautisada» (Pérez de Cabitos, 1476-77/1990: 250). En un momento no precisado del siglo xvi se localizó una imagen de Candelaria en la caleta de Adeje, pero según otras versiones, la presencia de la imagen precedió a la conquista, lo que hace pensar que existía un culto previo a una divinidad REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 177-229 197 femenina aborigen en ese lugar. Según recoge Espinosa (1594/1980: 79-80; ii, 14), «después que la isla se conquistó muchos años, yendo unos barqueros vecinos de La Orotava a pescar a las calmas de La Gomera en una barca o barco de Gonzalo Bueno, vecino del dicho lugar, llegaron en el término de Adeje a una caleta (que por el caso que vamos contando se llamó de Nuestra Señora), en la cual hallaron una imagen de Nuestra Señora de mazonería, con un niño en brazos al siniestro lado; y muy contentos con el hallazgo, la meten en el barco, con el intento de volverse a su pueblo y poner la imagen en la iglesia dél. Pero Dios, que tenía determinada otra cosa, no fue servido, porque, aunque venían con mar bonanza y próspero viento navegando, en llegando al paraje de Garachico les dio tanto viento y mar, que les fue forzoso entrar en el puerto. Ellos dentro, la mar y viento sosegados, tornan a querer proseguir su viaje; y en saliendo del puerto, tornó de nuevo la tempestad. Y así les fue forzoso volverse al puerto, done, habido su consejo, concluyen que saquen a tierra la imagen, y por tierra la lleven con el secreto que sea posible; mas no pudo ser tanto que no viniese a noticia de los del pueblo de Garachico, y, aunque los barqueros la sacaron encubierta, envuelta en diesen con ella; y, habida a las manos, la pusieron en la iglesia parroquial, donde hoy una bernia y con una gorra colorada, no bastó para que los vecinos de Garachico no diesen con ella; y, habida a las manos, la pusieron en la iglesia parroquial, donde hoy día está [...] Todas las cuales he visto y las tienen en mucha veneración y refieren algunos milagros de ellas». Como puede observarse, la aparición pretende ubicar una Virgen de las Candelas en el puerto de Garachico, entonces el principal de la isla de Tenerife, procedente de una zona donde previamente se le prestaba culto. Por otra parte, el puerto de Garachico servía de denominación común de toda una serie de puertos del norte, noroeste y oeste de Tenerife (Rodríguez Yanes, 1988: 25, 55, 61), donde se incluye el principal, o caleta del Genovés, más las caletas de San Juan de la Rambla, San Marcos (Icod), Interián (Los Silos-Garachico), Adeje y Abona (El Médano, Granadilla), sirviendo la caleta de Adeje como principal puerto alternativo durante el invierno cuando soplaban los vientos del noroeste. El relato de Espinosa sugiere que el hallazgo de la imagen fue en el siglo xvi, pero de la tradición oral que se recoge en el Libro de Milagros de Ntra. Sra. de la Encarnación, encargado en 1745 por la marquesa de Adeje y condesa de La Gomera, Magdalena Luisa de Llarena y Viña, para recoger los milagros efectuados por la Virgen, resulta evidente que el hallazgo de la Virgen de la Candelaria se produjo antes o coetáneo a la Conquista de acuerdo con la declaración en 1746 del vecino Francisco García (Rodríguez Fraga, 1994: 43), «al principio de las conquistas de estas islas», recibiendo culto en una cueva ya que no existía ermita, «estando allí venerada, según el posible de aquellos tiempos». El robo de la imagen debió producirse durante los primeros años de finalizar la conquista, quizás durante los últimos intentos de sublevación de los aborígenes en la zona hacia 1502, pues la única razón que justificaría el trasladado la imagen a Garachico u otro puerto sería la excusa de estar más segura, lo que explicaría el relato de Espinosa. Ya acabada la conquista, «sin saber como ni cuando», se localizó una segunda Virgen de la Encarnación. REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 177-229 198 Debe tenerse en cuenta que en el siglo xvi o xvii, «el Issmo Sr obispo de estas islas Sr. Ponzionero le hizo un libro de milagros, el cual ha oído decir se perdió» (Rodríguez Fraga, 1994: 43), cuya lectura debió mantener viva la tradición oral. Este obispo creemos que debió ser Antonio Corrionero, trigésimo octavo obispo de Canarias, nombrado en 1614, que llegó a las islas el 16 de abril de 1615, y donde permaneció hasta el 19 de julio de 1621, al ser nombrado obispo de Salamanca (Viera y Clavijo, 1776-83/1967-71/2: 533). Según testificaba Bernardo de Acevedo en 1746 en el Libro de Milagros, «es tradición común de padres a hijos que al principio de las conquistas de estas islas, apareció en el puerto que llaman de la Enramada, en el paraje que llaman el Humilladero, una devotísima Imagen de Nuestra Señora la Virgen María, estando allí venerada, según el posible de aquellos tiempos. Pasó un barco que iba a Garachico y viendo aquel tesoro lo hurtaron y llevaron la SSma Imagen en el dicho barco a Garachico y queriendo ir el dicho barco para el puerto de La Orotava, de donde dicen que era, tres veces salió el dicho barco y volvió a tierra sin poder hacer viaje. Divulgose el caso, fueron a registrar el barco y hallaron la Imagen escondida en el dicho barco, se la quitaron y la pusieron en la Iglesia mayor de Garachico, con título de Ntra. Sra. de la Luz [...]. De que les faltó a estos vecinos de Adeje su Imagen, lloraban desconsolados, sin ver su devota Imagen aclamaban por su protectora y la falta que les hacía» (Rodríguez Fraga, 1994: 38). Una Virgen de la Luz se encuentra en la iglesia parroquial de Santa Ana del puerto de Garachico; sin embargo, no está muy claro que sea la misma imagen. Estuvo en la capilla mayor de la iglesia hasta 1605, cuando fue puesta en un lugar secundario para darle preferencia a la patrona de la iglesia, Santa Ana (Tarquis, 1974: 65). Según se indica al pie de la escultura, se trata de una escultura localizada por Simón González de Herrera en 1525 «en el litoral de esta villa», persona distinta al ya citado Gonzalo Bueno. La escultura, sin embargo, es antigua y según Tarquis (1974: 65-67) se trataría de una imagen completa o de mazonería de finales del siglo xv, concretamente una virgen sedente con el niño en el brazo izquierdo, la cual quizás fue retocada en un taller de Garachico para ponerla de pie, por lo que tiene las piernas muy cortas y retocadas para hacerla una imagen vestida. Podría tratarse de la imagen localizada en la caleta de Adeje, como sugiere Tarquis, pero es posible que la identificación que realiza Bernardo Acevedo en 1746 simplemente la asociase con la única imagen entonces existente de la Virgen de la Luz en Garachico que procedía de un hallazgo en el mar. Otro aspecto notable que está vinculado con la aparición de una Virgen de Candelaria o de la Luz es la presencia en la caleta de Adeje de ámbar gris, que se confundía con la cera con la que se elaboraban velas que se ofrecían a la Virgen. Esta presencia en la playa la trataba de racionalizar Marín de Cubas (1687: 91v) sugiriendo que realmente era importada de la costa africana e introducida de contrabando en la isla poco después de la conquista, «por el tiempo de la fiesta de Nuestra Señora daban los naturales de la sera que tenian escondida, sin darla a nadie, la ponian en la plaia i se hacian desentendidos, traianla de Tagaos en panes i labrada su forma a modo de codales cortos i gruezos, el pavilo de algodón i cañamo mui fino, el color de la sera no es blanco ni amarillo, alguna hubo teñida de verde: hasta el año que murio Alonso de Lugo [1525] la traian de noche por la plaias de el Sur Adexe i la de Icod». Esta información se supo porque «lo dixeron los moros de Tagaos» (Marín de Cubas, 1687: 76r). El momento que parece más lógico para proponer el robo y traslado a Garachico de esta imagen fue con el levantamiento en Adeje de los guanches y la proclamación de un mencey, Ichasagua o Derque, que Béthencourt Alfonso (1912/1997: 198 y 1912/1991: 399) sitúa en julio o agosto de 1502, instalándose en la fortaleza de Ayyo, actual roque del Conde (Adeje), y ocupando una cueva en Hengua, actual Saltadero de Jengua, al pie de la cara sur del roque del Conde. El único ataque pirático importante que sufrió Adeje fue en julio de 1586, cuando entre 37 y 40 piratas ingleses desembarcaron de una nave que ancló en la caleta de Adeje, saquearon «una hermita de Nuestra Señora de la Encarnacion la qual avian profanado quebrando las ymagenes y retablos» y el ingenio de azúcar de la familia Ponte, mientras la población se refugió en la Casa-Fuerte del pueblo de Adeje (Millares Torres, 1874/2: 90; Rumeu, 1947/2: 38 n.º 48), pero ya estaban instalados los Ponte en la zona y resulta muy dudoso que se pudieran llevar una imagen para Garachico, aunque era una familia que se había trasladado de Garachico a Adeje. La cuestión es que ya a fines del siglo xv o inicios del siglo xvi, desaparecida la imagen original de una Virgen de la Luz, los «vecinos de Adeje [...] lloraban desconsolados, sin ver su devota Imagen aclamaban por su protectora y la falta que les hacía» (Rodríguez Fraga, 1994: 38). La iglesia parroquial de Santa Úrsula de Adeje presenta un retablo que se remonta al menos al último cuarto del siglo xvi, pues Trujillo (1977: 36; Hernández Perera, 1984: 231) lo paraleliza con otro contratado en Sevilla en 1596 para el santuario de la Virgen de la Candelaria encargado al escultor Miguel Adán y el pintor Diego Saucedo, donde permaneció hasta 1681. Este retablo, llamado actualmente de La Candelaria, tiene como imagen principal en la hornacina central la copia de la Virgen de la Candelaria (Amador, 2009: 188-189 fot.) (fig. 13). Precisamente por ello, se ha sugerido por Riquelme (1990: 63) que la imagen fue realizada en Sevilla también por el mismo escultor, Miguel Adán, para el santuario de Candelaria, siendo tanto el retablo como la imagen trasladados en 1681 a Adeje, al ser Juan Bautista de Ponte el patrono general de la provincia de Nuestra Señora de la Candelaria desde 1659. Puede apoyarlo que la estatua ya figuraba en la iglesia de Santa Úrsula de Adeje pues «aparece ya citada en un inventario de 1684» (Díaz Frías, 1999: 212), 3 años después. No obstante, el retablo aparece mencionado en el inventario de 1684 como el de la «iglesia vieja» (Díaz Frías, 1999: 211), cuando la ermita, quizás construida poco después de la conquista, quedó integrada en la iglesia de Santa Úrsula. Se corresponde con la nave lateral, la capilla del Rosario, sacristía y camarín de la REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 177-229 199 12. LA IMAGEN DE LA VIRGEN DE LA CANDELARIA EN LA IGLESIA DE SANTA ÚRSULA DE ADEJE REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 177-229 200 iglesia actual. Por entonces, Pedro de Ponte logró el 10 de abril de 1560 la creación del beneficio de Adeje, desgajado de Dabte, y financió la ampliación del edificio. Estas obras debieron ser paralelas a la construcción de la Casa-Fuerte de Adeje, solicitada en 1553 y autorizada su construcción por Real Cédula el 2 de mayo de 1555 (Rumeu, 1947/1: 357-359; Díaz Frías, 1999: 189-191, 223-224). En general, Trujillo y Riquelme siguen la propuesta cronológica de Hernández Perera (1975: 29-30), quien cree que el encargo de la escultura reclamó la construcción de un retablo manierista de «la década final del xvi», pues considera que «los motivos florales de la túnica, la volumetría de la estatua y el tratamiento del cabello, especialmente del Niño, parece obra de algún escultor manierista de fines del siglo xvi, si no ya de la primera mitad del siglo xvii». Más recientemente la imagen ha sido atribuida a una obra de mediados del siglo xviii del escultor Sebastián Fernández Méndez el joven (Amador, 2009: 188; Rodríguez Morales, 2009: 193), fallecido en 1772 (Calero, 1987: 313-324), a pesar de que la escultura figura en el inventario de 1684, dato que se considera una «noticia tan ambigua» (Amador, 2009: 189). Por otra parte, no se conoce ninguna imagen mariana de este escultor (com. pers. C. Calero). Entre los elementos definitorios para esta atribución está «el inequívoco carácter setecentista del Niño», su policromía en los estofados de la túnica, o detalles del rostro como los ojos, labios finos, barbilla con hoyuelo y papada ligeramente resaltada (Amador, 2009: 190-191). Una comunicación de congreso donde se desarrollaba más en detalle este tema no fue finalmente publicada por el autor dentro de las actas (Amador, e.p.). La imagen es la talla de una Virgen de la Candelaria, policromada, con una candela verde en la mano izquierda y en la derecha el Niño desnudo, con cabeza ladeada, piernas dobladas y separadas, que sujeta con los brazos doblados un pajarito verde. Tiene el pelo largo, liso, descubierto, rubio dorado, largo con cinco mechones o trenzas. Rostro ovalado de color rosado con ojos, boca pequeña y hoyuelo en la barbilla. Viste una túnica roja dorada con dibujos de flores azules y doradas, sujetada por un cinturón dorado, y está cubierta por un manto azul hasta media pierna con estrellas doradas, cuyo reborde y mangas tiene una orla dorada con una serie de letras. La túnica llega hasta el suelo finalizando con una orla dorada, pero la pierna izquierda está adelantada ligeramente dejando ver la punta de un zapato rojo dorado. Sus dimensiones son 1 m. de altura y la peana 0,24 m. Estilísticamente copia un modelo del gótico tardío que por su frontalidad y rigidez de plegados de la túnica se fecha en el siglo xv (Frías, 1989: 82). El sostener al niño con la mano derecha, frente a lo habitual con la mano izquierda, es propio de la escuela hispano-flamenca (Hernández Perera, 1975: 44); el pájaro en las manos del niño aparece en pleno siglo xv, más como juguete del Niño Jesús que como representación simbólica de la paloma del Espíritu Santo (Hernández Perera, 1975: 45); la ausencia de tocado o velo en la cabeza de la virgen sólo aparece en esculturas y pinturas flamencas hacia 1440 o 1450 (Hernández Perera, 1975: 48); mientras que la vela y su color verde sorprenden a Hernández Perera (1975: 47) pues sólo hay un ejemplo en España en la Virgen de la Luz de la catedral de Manresa (Barcelona), pero sosteniendo al niño con la mano izquierda y la candela en la derecha. Todos estos factores le llevan a fechar la escultura originaria de Candelaria entre 1440- REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 177-229 201 50 o 1425-50 (Hernández Perera, 1975: 53 y 1984: 201-202; Riquelme, 1990: 30; Santana, 2006: 222). Otros autores, al defender que la imagen se depositó en Tenerife hacia 1400, plantean que estilísticamente tiene que ser una talla de los siglos xi-xii o inicios del siglo xiii (Rodríguez Moure, 1913: 40, 76) o del siglo xiii (Reyes, 2007/2013: 90). Esta hipótesis la ha defendido Riquelme (2000: 2-3) desde un punto de vista iconográfico, cuando ha vuelto a fechar la imagen entre los siglos xiv-xv, apuntando si quizás la Virgen de Candelaria no pudo ser una Virgen Negra de la Orden de los Templarios, disuelta en 1312, que les obligó a desprenderse de sus imágenes. En todo caso, no debe olvidarse que las imágenes antiguas que han estado expuestas en la proximidad a muchas velas, como sucedió con la Virgen de Candelaria, tienden a oscurecer la tez de su piel, dando la impresión en la actualidad de ser un efecto buscado. Se ha planteado que la imagen de Adeje sería el «mejor facsímil de la primitiva imagen» de la Candelaria (Rodríguez Moure, 1913: 210-211), pero se han señalado algunas diferencias por Hernández Perera (1975: 28-29), quien no la considera «una copia literal y exacta», aunque sí «la mejor reproducción» (Hernández Perera, 1984: 231); o bien se cree que sólo «hay un cierto paralelismo nada más» (Rumeu, 1975: 56), comparándola con la descripción de Espinosa (1594/1980: 77; ii, 13). No obstante, debemos hacer algunas matizaciones. No tiene mucho sentido haber hecho una copia por encargo sin respetar en lo posible el original, al que parece que tuvo acceso el escultor sin estar la imagen vestida o por lo menos a un croquis muy detallado de la imagen. Entre las principales diferencias con Espinosa (1594/1980: 77; ii, 13) se ha señalado «el cabello [...] en seis ramales trenzado y por las espaldas tendido», frente a las 5 trenzas de la imagen de Adeje, pero en la descripción de Viana (1604/1991: 255; vi, 605-608) se indica: «En cabellos está sin toca, o manto que es más bello que el sol, rubio y dorado [...] y en cinco lazos puesto está tranzado tendido atrás», dos delante a cada lado y tres traseros. No hay razones para priorizar a Espinosa sobre Viana. Otra de las diferencias más remarcadas es «el manto azul perfectísimo, sembrado de florones de oro por delante y por detrás», pues en la Virgen de Adeje son estrellas doradas en el manto, mientras que los florones están en el traje. En la descripción de Viana (1604/1991: 256; vi, 623627) la descripción es más ambigua pues los florones se vinculan con la ropa, «el manto no la cubre porque asiste sólo en los hombros, y así está esparcida color de azul el manto, así consiste, y de florones de oro guarnecida la ropa». Francamente llama la atención que se haya introducido esta variante tan visible en la copia, y no cabe descartar que sea un error en la descripción de Espinosa. En todo caso, cabe pensar que la imagen fuese pronto vestida y enjoyada, lo que debió dificultar ya a fines del siglo xvi o inicios del siglo xvii poder hacer una descripción del todo fiable de los ropajes no visibles de la imagen al estar cubiertos, pues al menos desde 1555 (Rodríguez Morales, 2009a: 39-40) «estaba bestida toda de damasco blanco, una saya, una saboyana y una corona de oro en la cabeza». Un aspecto que podría apoyar que se trata de una copia y no de la imagen original es la existencia de algún error en las letras, como ha detectado Reyes (2007/2013: 77 fot., 101) al transcribir las letras finales del cinto y la manga izquierda como Molale, frente al original Motare, que aparece en el texto de Espinosa (1594: REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 177-229 202 56v; ii, 13 y 1594/1980: 77), Abreu y Galindo (1590-1632/1977: 309; iii, 16), Núñez de la Peña (1676/1994: 45; i, 6) o García Ximenes (1691/1953: 230). Dado que la imagen estaba cubierta desde mediados del siglo xvi, lo más probable es que todos copian la transcripción de Espinosa. Este dato podría sugerir que la imagen de Adeje es una copia, pero es una hipótesis que podría ser correcta o no, pues ya hemos resaltado el error de Espinosa en su descripción de los ramales trenzados del pelo. Por otra parte, también apunta que quien realizó la copia de la imagen no tenía un croquis de la imagen muy detallado, sin acceso a la imagen original, porque estando publicada la transcripción resulta dudoso un error en este punto y creemos que apoya que trabajó directamente con la imagen original. Uno de los cuadros del siglo xviii, La Virgen de Candelaria con dos Menceyes o entre los reyes de Güímar y Taoro, de la escuela tinerfeña de Cristóbal Hernández de Quintana, fallecido en 1725, parece tener estrellas en el manto según Hernández Perera (1975: 33, lám. vii), pero el cuadro restaurado muestra flores doradas con 6 pétalos (Rodríguez Morales, 2009a: 36 fot. arriba). En cambio, el retrato de la Virgen de Candelaria con ángeles, de la colección de José Peraza de Ayala, que Hernández Perera (1975: 35, lám. ix) considera la pintura «más fiel» y atribuye quizás a José Rodríguez Oliva, muerto en 1777, la cual ha sido recientemente atribuida a Nicolás de Medina Villavicencio, muerto en 1750 (Rodríguez Morales, 2009b: 142-143 fot.), en el manto muestra flores doradas con 4 pétalos. Otro aspecto que se ha enfatizado para resaltar diferencias por Hernández Perera (1975: 38) y Rumeu (1975: 56, fot. color) han sido cambios de algunos colores en las partes visibles, por ejemplo el «pajarito dorado» y la «vela verde» que menciona Espinosa (1594/1980: 77; ii, 13), o el «pajarillo, que cual canario toca de amarillo» y la «vela verde» (Viana, 1604/1991: 255-256; vi, 611-612 y 615). Ambos fueron pintados en azul en la restauración para la exposición de 1963, que ya son un pájaro negro y una vela verde para Riquelme (1990: 64). Sin embargo, actualmente ambos elementos aparecen pintados de verde-dorado, y no cabe descartar sucesivos repintes con cambios de colores, lo que debilita esta argumentación. El 7 de noviembre de 1826, las aguas torrenciales del barranco de Tapia, en Candelaria, tras una noche continuada de tormentas, se desbordaron. Tras sobrepasar un muro de contención que desviaba el cauce original del barranco hacia otro punto para su desembocadura, arrasó el convento de los Dominicos, empujando hacia el mar la capilla provisional de la Virgen de la Candelaria y su imagen, donde se encontraba tras el incendio que destruyó la iglesia originaria en 1789. Igualmente fue desplazado hacia el mar la totalidad del castillo de San Pedro, situado frente al convento (Berthelot, 1839/1980: 88-89, 156). Frente a alguna hipótesis poco verosímil que ha planteado que la familia Ponte cambió la imagen original de la Virgen de la Candelaria por la copia que había mandado a hacer a finales del siglo xvi, se ha sugerido un escenario diferente, algo más lógico, durante el trienio liberal entre 1820-23, cuando ante los proyectos de desamortización, pudo producirse el cambio de la imagen, llevando el original a la casa de los Marqueses de Adeje (Gil Marín, 2010: 59). La desaparición de la imagen de la Virgen de la Candelaria creó numerosas tensiones, porque se trató de presionar para conseguir la imagen depositada en la 13. LA SUSTITUCIÓN DE LA VIRGEN DE CANDELARIA POR UNA VIRGEN DE LA ENCARNACIÓN En cualquier caso, se producirá la aparición junto al mar de una nueva imagen en Adeje durante la primera mitad del siglo xvi, ahora una Virgen de la Encarnación, cuya festividad es el 25 de marzo. El hallazgo es relatado por Francisco García también en 1746, «sin saber como ni cuando, se hallaron por alta disposición de la Providencia con la milagrosísima Imagen que está de presente en la parroquia de esta dicha Villa, Ntra. Sra. de la Encarnación. Luego le hicieron su hermita, que fue la primera parroquia de estas bandas del Sur, pegada al mar [...] En el tiempo se mudó la parroquia a la villa, a la hermita de Sta. Úrsula, a instancias de D. Pedro de Ponte, la Sta. Imagen, pero todos los años iba en procesión a su casa primera» (Rodríguez Fraga, 1994: 43) (fig. 14). REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 177-229 203 ermita de El Socorro en 1827, lo que no fue posible por cambiar el mayordomo la imagen, pese a ordenarse al cura de Güímar su traslado. Posteriormente se trató de conseguir la virgen actualmente depositada en la iglesia de Santa Úrsula de Adeje, lo que tampoco fue aceptado por el administrador del marqués de Bélgida, heredero del marqués de Adeje (Rodríguez Moure, 1913: 239-240; Álvarez Delgado, 1958/1991: 56). Esto obligó finalmente a encargar una nueva imagen a Fernando Estévez de Salas ese año de 1827. En los años noventa del siglo xx, se realizó una datación por carbono 14 de la imagen que la fecha aparentemente ca. 1400 d.C., y ha servido para reivindicar que la figura de Adeje es la realmente aparecida en la playa de Chimisay (Gómez, 1999: 10; Alarcón, 1991; Gil Marín, 2010 y 2011), pero esta datación permanece inédita hasta el momento, no sabemos si es B.P. o d.C., si esta calibrada, en qué laboratorio se hizo, etc. Es difícil valorar esta imagen, la cual presenta una iconografía de mediados del siglo xv y creemos debió ajustarse al modelo original existente en Güímar si fue un encargo para copiarla. En Adeje existía en el momento previo de la conquista un culto a una imagen de la Virgen de la Luz o de las Candelas que desapareció al producirse un robo de la imagen poco después de la conquista, aparentemente trasladada a Garachico. Se diferencia de esta porque el Niño estaba en el brazo izquierdo. Esto implica que se trataría de buscar una nueva imagen, bien a inicios del siglo xvi, o bien ya por los Ponte desde la creación del beneficio de Adeje en 1560, desgajándolo de Daute. Lo lógico es que la imagen se tratase de reemplazar pronto para mantener el culto, más en un momento de penetración del cristianismo justo después de la conquista. La imagen no necesariamente tiene que haber sido obra del escultor del retablo de la iglesia, ya que primero suele haber imagen y después se encargaría el retablo. Que sea el mismo retablo que el encargado en Sevilla para el santuario de Candelaria en 1596 y luego trasladado a Adexe en 1681 es una posibilidad, pero la imagen y el retablo parecen proceder de la «iglesia vieja» o ermita, la cual quedó integrada en la iglesia de Santa Úrsula, cuya ampliación financió Pedro de Ponte desde 1560. REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 177-229 204 El lugar donde se localizó la segunda imagen de la Virgen de la Encarnación es ratificada en 1747 en la declaración de Gaspar Gabriel Estévez Gorbalán, beneficiado de la villa de Adeje, «donde llaman El Humilladero, donde según los antiguos fue la primera aparición» (Rodríguez Fraga, 1994: 60). Para su culto se construyó una ermita de la Encarnación que fue reconstruida en 1558 por encargo de Pedro de Ponte, hasta que trasladó la imagen a la parroquia de Adeje entre 1558-83 por el temor a las incursiones de piratas (Díaz Frías, 1999: 158). Presumiblemente, el traslado fue después de 1571, cuando se produjo un desembarco de ingleses, quizás William Winter, en el puerto de montaña Roxa, actual de El Médano, pues en 1583 falleció Pedro de Ponte. Poco después hubo nuevos ataques en El Médano en 1583 y en la caleta de Adeje en 1586, durante el cual se saqueó la ermita y robaron el retablo (vide supra) (fig. 15). La existencia de una bajada de la Virgen de la Encarnación hacia la antigua ermita de la Encarnación se realizaba inicialmente para solicitar lluvias, como relata el capitán Joseph Delgado de Llerena en 1746, «ha ido varias veces con la Sta. Imagen a la hermita del mar, primera casa suya, por falta de agua y que ha visto que a la subida hacia la parroquia es necesario siempre traer las andas tapadas, por las aguas que milagrosamente consigue la Sra.» (Rodríguez Fraga, 1994: 40). Esta tradición se perdió a inicios del siglo xx, pero se recuperó en 1978 (Rodríguez Fraga, 1994: 28). No se colocó la ermita bajo la advocación de san Sebastián hasta avanzado el siglo xviii, pues en un texto de 1778 se menciona a «nuestra Madre Santísima de la Encarnación [...] la Procesión general con dicha Ymagen hasta llegar a la Hermita de San Sebastián y vuelta a dicha Parroquial» (De las Casas, 1999: 278). Su sustitución por una advocación a san Sebastián debe estar vinculada a su papel de protector contra la peste que venía en los barcos y los enemigos de la iglesia, luteranos y calvinistas, que suponían los piratas y corsarios ingleses (figs. 16-17). 14. LA CUEVA DE LA VIRGEN Y EL BAILADERO DE LA CALETA RAMADA Teniendo presentes estas dos apariciones de vírgenes en el entorno de la caleta de Adeje, no sorprende que se mencione la existencia de una cueva de la Virgen en el barranco del Infierno o del Agua, que desemboca en La Caleta, si bien Béthencourt Alfonso (1912/1991: 294 n.º 14 y 1911/1994: 282) no especifica en qué lugar del cauce del barranco se encontraba, pero que podría ser muy próxima al mar. A la mención de una cueva de la Virgen se suma la referencia oral, que recogió en Arona, que había «cuevas-iglesias en el barranco del Infierno (Adeje)» (Béthencourt Alfonso, 1911/1994: 587). En la caleta de la Enramada existía una cueva artificial sin puerta, donde se solían almacenar pipas de vino. Había otra cueva en la caleta de Adeje excavada en la tosca, cerrada posteriormente con paredes y puerta. Una tercera cueva artificial era la cueva de la Tosca, situada en la desembocadura del barranco de Fañabé, la playa del Duque o de Fañabé, donde también había un buey de mar que se cubría de agua en la pleamar (De las Casas, 1999: 133 y 234), que servía de punto de aguada. 15. SECTOR PROSPECTADO El sector analizado, desde la caleta de Adeje hacia el Puertito de Adeje, presenta una intensa roturación con abancalado para el cultivo de plataneras, hoy en parte abandonadas, que en algunos sectores más próximos a la costa han sido reconvertidos en un gran campo de golf, mientras que diversas cuevas que se sitúan en la zona acantilada de la Zona de Interés Científico de La Caleta están en la actualidad reutilizadas por población extranjera hippie que reside de forma permanente en ellas, a pesar de tratarse de un espacio protegido. El espacio fue inicialmente prospectado por los autores en noviembre de 2004, dentro de la Segunda Fase del Inventario Arqueológico del Territorio limitado por la Autopista del Sur (TF-1), Carretera C-822 y C-820 de los Municipios del Sur y Oeste de Tenerife, bajo la dirección de M. del Arco y C. Adrián, del Museo Arqueológico de Tenerife, localizándose los 11 yacimientos aquí recogidos dentro de una serie más amplia de 37 (Mederos et alii, 2006). REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 177-229 205 Un segundo aspecto a valorar es el propio topónimo con el que se denomina la desembocadura del barranco del Infierno, del Agua o del río de Adeje en la caleta de Adeje, el cual recoge Torriani (1592) como caletta Ramada, que podría sugerir alguna vinculación con celebraciones aborígenes que implicaban el transporte de ramas hasta el mar, que han pervivido en el folklore actual en la fiesta de la Rama en Agaete (Gran Canaria), la cual se celebra el 4 de agosto, dedicada a la Virgen de las Nieves el 5 de agosto, muy próxima a la de Candelaria en Tenerife el 15 de agosto, en ambos casos para propiciar la lluvia. En determinadas festividades entre los aborígenes de Gran Canaria, «iban las Maguas, en prosecion llevando vaços de leche para regar, i ramas en las manos, i de alli iban a el mar que esta serca i daban golpes en el agua, i assi le pedian a Dios en sus nesecidades [...] solamente salian fuera para pedir buenos temporales [...] iban mirando a el cielo haciendo visajes i meneos, cruzando los braços i estendiendolos [...] i caminaban a el mar» (Marín de Cubas, 1687: 78r). En el caso de Tenerife también trataban de propiciar las lluvias y se solicitaban a la divinidad femenina que se sincretizó en «la Virgen de Candelaria [...] Correspondiendoles esta señora en darles buenos temporales» (Marín de Cubas, 1687: 86r). Su carácter antiguo no sólo lo señala la pervivencia del topónimo de Ramada, sino porque junto a la cueva Enramada, como se llamaba a fines del siglo xix, existía el topónimo de El Bailadero (Béthencourt Alfonso, 1911/1994: 117 n.º 12). Esta cueva parece ser la cueva o abrigo natural de toba del Humilladero, encima de la cual hay una explanada sobre las tobas donde se localiza cerámica aborigen. Otro tipo de celebraciones nocturnas las recogió Béthencourt Alfonso (1911/1994: 274) de la tradición oral a fines del siglo xix, «dirigíanse en peregrinación a orillas del mar como a [...] Caleta de Adeje [...] que ofreciera bajas más o menos cercanas a la ribera, sobre las que se encendían hogueras sagradas». En la margen derecha de La Caleta se encuentra la Baja de Adeje. Esta baja tenía un valor especial porque junto a ella, el Alto de la Baja, era un punto especialmente favorable para conseguir pesca (De las Casas, 1997: 341). Esto sugiere que la divinidad también propiciaba la pesca. 16. METODOLOGÍA DE LA PROSPECCIÓN REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 177-229 206 La prospección sistemática superficial de un área delimitada utiliza como unidad referencial básica el transect longitudinal, siempre previa valoración de la orografía del terreno. El transect es subdividido internamente en un número variable de líneas imaginarias a recorrer por el prospector en función del grado de intensidad de cobertura prefijado, oscilando entre los 50 y 100 m, que habrá de comprimirse de 1 a 5 m en los espacios delimitados como yacimientos. Al perseguirse siempre como objetivo una prospección sistemática, frente al muestreo, es requisito imprescindible para la consecución de resultados óptimos la realización continuada de dichas prospecciones, de forma que dentro de una malla imaginaria vayan interrelacionándose los distintos transects con nichos ecológicos naturales. A la hora de fijar los criterios válidos a nivel metodológico y conceptual para definir un «yacimiento», habrán de valorarse convenientemente la densidad de artefactos identificados o recuperados en una superficie a prefijar, que permita un posterior uso de criterios estadísticos. No obstante, siempre debe sopesarse cuidadosamente este criterio, ante la posible presencia de factores exógenos, de amplia repercusión en fenómenos postdeposicionales, caso de fenómenos de tipo erosivo —arroyada, bioturbaciones, etc.—, o de factores antrópicos, tanto involuntarios, fruto de labores agrícolas, reutilización de estructuras o cuevas, etc., como voluntarios por la actuación de aficionados o expoliadores. 17. YACIMIENTOS DOCUMENTADOS 1. Bahía del Duque i Concentración de abundante material arqueológico en superficie en unos 130 m2, asociado a un afloramiento basáltico, que se localiza en la zona más alta de la ladera de una loma a 45 m.s.n.m., orientada a 290º W, en la margen izquierda de la desembocadura del barranco del Agua, del Infierno o Río de Adeje, sobre la que se ha construido posteriormente un hotel, quedando el yacimiento en la zona verde. El registro material está compuesto por obsidiana, lascas de basalto, cerámica aborigen y malacofauna de Patella sp. UTM: X: 328.674. Y: 3.108.788 2. Bahía del Duque ii Estructura semicircular situada en la lado W de una ladera a 50 m.s.n.m. en la margen izquierda de la desembocadura del barranco del Agua, del Infierno o Río de Adeje, sobre la que se ha construido posteriormente un hotel, quedando el yacimiento en la zona verde. El muro de piedra de la estructura mide 0,50 m de ancho por 0,70 m de altura, con orientación N-S y tres hiladas de rocas superpuestas conservadas. En superficie se puede apreciar tanto al interior como al exterior obsidiana y malacofauna de Patella sp. que se distribuyen por una pequeña superficie de 2 × 1 m, UTM: X: 328.644. Y: 3.108.803. 3. Playa del Veril Concentración de materiales arqueológicos en una superficie de aproximadamente 150 m2, localizados sobre una colada pumítica en la cima de una loma con orientación N-S, situada en la margen derecha de la desembocadura del barranco del Agua, del Infierno o Río de Adeje, a una cota de 8 m.s.n.m., actualmente entre los hoteles Riu y Sheraton. En superficie se pueden apreciar fragmentos de cerámica aborigen, cerámica a mano con engobe rojo y a torno, obsidiana y lascas de basalto. Son abundantes los restos de malacofauna representada por Stramonita haemastoma y Patella sp. UTM: X: 328.072. Y: 3.109.033. Conjunto de materiales arqueológicos distribuidos en una superficie de 200 m2 sobre un afloramiento pumítico en la cima de una loma, en cuya base se localiza la Cruz del Humilladero, situada en la margen derecha de la desembocadura del barranco del Agua, del Infierno o Río de Adeje, a 39 m.s.n.m. El acceso al yacimiento se realiza partiendo por un camino desde la Ermita de San Sebastián. En superficie se puede apreciar cerámica aborigen, cerámica a torno, obsidiana, lascas de basalto, y malacofauna de Stramonita haemastoma y Patella sp. UTM: X: 338.502. Y: 3.109.313. 5. Barranco del Agua ii Conjunto de materiales arqueológicos en una superficie de 30 m2, situados sobre un suelo pumítico en la cima de una loma con orientación de E-W, junto a la margen derecha de la desembocadura del barranco del Agua, a 55 m.s.n.m. En superficie se puede observar, a pesar de distribuirse de forma aislada y muy rodados por la escorrentía del agua de lluvia, cerámica aborigen, cerámica a torno, obsidiana, lascas de basalto, y malacofauna de Stramonita haemastoma y Patella sp. UTM: X: 328.850. Y: 3.109.600. 6. La Caleta i Estructura de piedra seca de planta circular, sobre una colada basáltica, localizada en el alto de una loma, con orientación de 270º W, a 23 m.s.n.m. y buena visibilidad sobre el entorno, a modo de atalaya, dentro del Espacio Protegido de Interés Científico de La Caleta. Presenta unas dimensiones de 2,50 m de largo, REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 177-229 207 4. Barranco del Agua i 2 m de ancho y 0,70 m de alto y un ancho de muro de 0,50 m. El registro material se dispersa en un área de 40 m2, observándose cerámica aborigen, obsidiana, lascas de basalto, fauna de ovicápridos y malacofauna de Patella sp. UTM: X: 327.224. Y: 3.109.673 (fig. 18). 7. La Caleta ii A una distancia de 50 m en dirección S de Caleta i, se encuentran los restos de una segunda estructura de tendencia circular localizada en el alto de la loma que domina La Caleta, a 30 m.s.n.m. y una orientación de 280º W. La estructura de piedra seca está casi arrasada y conserva unas dimensiones de 6 m de largo, 4 m de ancho y 0,40 m de altura conservada. El material arqueológico aparece tanto al interior de la estructura como de forma dispersa en el exterior, descendiendo hacia el lado W sobre un área de unos 50 m2, identificándose lascas de basalto y malacofauna de Stramonita haemastoma, Osilinus atratus y Patella sp. UTM: X: 327.201. Y: 3.019.744. REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 177-229 208 8. La Caleta iii Dos abrigos naturales en formación basáltica, separados sólo por una distancia de 2 m, a 51 m.s.n.m., localizados en el tracto superior de la margen izquierda de una barranquera que domina la punta de las Gaviotas, en la Zona Protegida de Interés Científico de La Caleta, aunque presentan reutilización reciente. Orientados hacia 200º SW, el abrigo de mayor dimensión tiene 6 m de largo, 2 m de fondo y 1,70 m de altura. El segundo abrigo mide 4 m de largo, 2 m de fondo y 1,50 m de altura. El material arqueológico desciende por la ladera en un área de 30 m2, observándose cerámica aborigen y malacofauna de Patella sp. UTM: X: 327.505. Y: 3.110.266. 9. La Caleta-Hocico de Perro iv Abrigo natural en formación basáltica, a 65 m.s.n.m., localizado en el tracto superior de la margen izquierda de una barranquera en Hocico del Perro, dentro de la Zona Protegida de Interés Científico de La Caleta. Orientado a 210º SW, presenta unas dimensiones de 18 m de largo, 2 m de fondo y 1,80 m de altura. En la parte central, junto a la boca, se levanta un muro de cierre exterior en piedra seca con una orientación de E a W, de 14 m de largo, 0,60 m de ancho y 0,80 m de alto. El material arqueológico desciende ladera abajo en un área de unos 60 m2, apreciándose cerámica aborigen, obsidiana y malacofauna de Patella sp. UTM: X: 327.269. Y: 3.110.269 (fig. 19). 10. La Caleta-Hocico de Perro v Abrigo natural en toba, a 68 m.s.n.m., localizado en la ladera derecha de Hocico de Perro, que finaliza en Punta de las Gaviotas. Orientado a 160º S, presenta unas dimensiones de 6 m de largo, 2,50 m de fondo y 1,60 m de altura. Se aprecian restos de un muro de cierre exterior en piedra seca orientado de E a W, de 1,30 m de largo, 0,30 m de ancho y 0,40 m de alto. El material arqueológico, disperso en un área de unos 18 m2, que se pudo observar fue cerámica aborigen, lascas de basalto y malacofauna de Patella sp. UTM: X: 327.147. Y: 3.110.258 (fig. 20). Conjunto de tres cabañas en piedra seca, con tendencia circular, sobre un lomo con una orientación de N-S, desde el cual se controla visualmente el Puertito o Pris de Adeje, a 40 m.s.n.m., por encima de la ermita de la Virgen del Carmen. La primera estructura tiene unas medidas de 3 m de largo, 3 m de ancho y 0,70 m de alto y un grosor de sus muros de 0,50 m. La segunda estructura está situada a sólo 4 m de distancia de la anterior y a una cota ligeramente inferior y orientada al SW, con unas dimensiones de 3 m de largo, 2 m de ancho y 0,40 m de alto y un grosor de sus muros de 0,60 m de ancho. A 25 m de la primera está la tercera estructura con unas dimensiones de 2 m de largo, 2 m de ancho y 0,50 m de alto y un grosor de muros de 0,60 m. El material arqueológico se dispersa en una superficie de 200 m2, tanto al interior como exterior de las estructuras, observándose obsidiana, lascas de basalto, cerámica histórica a mano y a torno, fauna de ovicápridos y malacofauna de Stramonita haemastoma, Osilinus atratus, Conus sp., Strombus sp. y Patella sp. UTM: X: 326.515. Y: 3.111.059 (fig. 21). TABLA 1. TIPOS DE YACIMIENTOS EN EL ENTORNO DE LA CALETA Y PUERTITO DE ADEJE Sector Abrigo de toba Abrigo de basalto Atalaya o cabaña Material de superficie Grabados Bahía del Duque - - 1 1 - Playa del Veril - - - 1 - Bco. del Agua - - - 2 - La Caleta 1 3 2 - - Puertito - - 3 - - Total 4 0 6 4 0 El conjunto de yacimientos del entorno de La Caleta y Puertito de Adeje resulta poco relevante al ser un sector muy próximo a la costa, normalmente utilizado de forma estacional en actividades de pastoreo estival y marisqueo. No hay cuevas de habitación, tampoco de enterramiento, ni estaciones de grabados. Sólo cabe men- REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 177-229 209 11. El Puertito cionarse 4 abrigos, dos en una barranquera que domina la punta de las Gaviotas y otras dos en Hocico del Perro, estas últimas con muro de cierre. Junto a ellos cabe mencionarse 6 estructuras de piedra, donde destacan por su emplazamiento, a modo de atalayas o posibles cabañas, muy transformadas, que dominan tanto la caleta de Adeje, La Caleta i de 2,5 × 2 m, como el Puertito de Adeje, con tres estructuras, la mayor de 3 × 3 m. Finalmente, 4 yacimientos sólo conservan material arqueológico en superficie, a veces asociados a afloramientos basálticos que servían de protección contra el viento como Bahía de Duque i o con buena visibilidad, caso de Playa del Veril i o los dos de Barranco del Agua i y ii (fig. 22). REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 177-229 210 18. CONCLUSIONES La caleta de Adeje es a veces referida como río de Adeje, la caleta de la Enramada, el puerto de la Enramada o el puerto de Adeje, pues se trata de una serie de fondeaderos inmediatos que van desde la desembocadura del barranco del Agua, del Infierno o río de Adeje, hasta el actual Pris o Puertito de Adeje, sirviendo de entrada y salida por mar para la población de Adeje que se encuentra a sólo 3,5 km. Entre sus principales atractivos estaba tener una corriente continua de agua. El acceso a abundante madera, a cotas relativamente bajas, por un brusco ascenso de la topografía en comparación con otras zonas del sur y suroeste de Tenerife. Esta madera de pino se arrastraba por los barrancos de Chavor, Infierno, del Agua y de Fañabé. Por último, la proximidad geográfica a la isla de La Gomera, hacia donde, históricamente, se ha dirigido su tráfico comercial. La caleta se encontraba dentro de los límites del menceyato de Adeje con el menceyato de Abona. En las cotas superiores de Vilaflor, la línea debía partir desde la montaña de Chasna o del Sombrero de Chasna, por el barranco del Chorrillo o de la Vera, que antiguamente se llamaba barranco de Chasna, límite que señala una data de 1504, «un río o arroyo de agua [...] q.[ue] se llama, en la lengua de Tenerife, Chasna, y junta los términos entre el reino de Abona y el reino de Adex» (Serra, 1978: 122 n.º 553). Más complejo es su trazado en cotas más bajas, que asociamos al barranco del Río, el cual descendiendo pasa a llamarse barranco de Morales, al dejar el valle del Ahijadero a la derecha y el valle de San Lorenzo a la izquierda, luego barranco Oscuro con Buzanada a la derecha y cabo Blanco a la izquierda; a continuación barranco del Malpaso con el roque el Malpaso a la derecha y el paso de Moreque, que hoy aprovecha la autopista del sur, el cual sería el acceso por la costa hacia Adexe; barranco del Tagoro con las Mesas de Guaza a la izquierda; y finalmente desemboca en la playa de las Galletas. Este hecho debe explicar la concentración de estaciones de grabados en este territorio, probablemente la más densa de Tenerife, y que aparecen en todas las alturas y roques de la zona. Respecto al menceyato de Dabte, creemos que el barranco de la Mesa o valle de Santiago es un límite político que resulta razonable. Otros autores han propuesto el barranco del Río entre Arico y Granadilla (Diego Cuscoy, 1968: 92 n.º 1); el barranco de la Orchilla, actual límite entre los REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 177-229 211 municipios de Granadilla y San Miguel de Abona, el cual desemboca en la playa Grande de Los Abrigos (Béthencourt Alfonso, 1911/1994: 87-88); montaña Amarilla, al este de Las Galletas, lo que implica que se propone como límite el actual entre los municipios de San Miguel de Abona y Arona (de las Casas, 1997: 79-80); una línea desde Vilaflor en dirección sur hasta punta de Rasca, por medio del municipio de Arona (Diego Cuscoy, 1968: 92 n.º 1, 93-94 fig. 9); o bien el barranco del Rey, que en sus tramos más bajos se denomina Chacama y finalmente desembocar en la playa de Troya, dentro de la actual playa de las Américas, actual límite entre Arona y Adeje (Delgado Gómez, 1995: 34, 36, 38; Díaz Frías, 1996: 46-48 y 1999: 2627; Chávez et alii, 2007: 270). En cualquier caso, todas las propuestas incluyen a la caleta de Adeje en el menceyato de Adexe. Otra cuestión importante es la proximidad de la cueva del mencey respecto a la caleta de Adeje. Cuando se produjo un levantamiento en Adeje, poco después de finalizada la conquista, que Béthencourt Alfonso (1912/1997: 198) fecha en el verano de 1502, por el acuerdo del Cabildo de 17 de noviembre de 1502 que menciona «la tierra del reino de Adeje do andan los alzados» (Serra, 1949: 51), proclamando a Ichasagua como nuevo mencey de Adeje. También indica que situó su «corte» en la fortaleza del Conde o de Ayyo, y en la falda sur, hacia el valle de Hengua o Jengua, estaba la cueva menceya (Béthencourt Alfonso, 1912/1991: 154 y 1912/1997: 198). Este Ichasagua puede ser Derque, un sobrino el mencey de Adexe (Quesada, 1784/2007: 194), probablemente hijo de su hermana. Para acordar su rendición, se fijó una entrevista en el llano del Rey Ichasagua, como era denominado en el siglo xviii (Béthencourt Alfonso, 1912/1997: 200 y 1912/1991: 349), donde se suicidó aparentemente clavándose un puñal en el pecho al verse abandonado por sus hombres. Este topónimo se conserva en la actualidad como caldera del Rey, a apenas 1 km del valle Hengua o Jengua. La caldera es bordeada por el cauce del barranco del Rey o de Chacama, el cual desemboca en la playa de Troya. Esto implica que toda la actual toponimia conservada sobre una posible residencia real está vinculada al último y breve mencey de Adeje, como indica el nombre llano del Rey Ichasagua, y no necesariamente corresponde a la residencia tradicional de la familia del mencey, don Diego de Adexe. La caleta de Adeje debió ser uno de los puntos de penetración para la cristianización de Tenerife antes de la conquista en 1496. La presencia de frailes franciscanos mallorquines a partir de la segunda mitad del siglo xiv en la zona de la caleta de Adeje es sugerida por Marín de Cubas (1687: 84v, 89v y 1694/1986: 277; ii, 20), «[d]onde cae el puerto de Adee mas a Noroeste, llegaron los Mallorquines a este puerto año 1347, estubieron de pas i no fue posible admitirlos por ningun pretexto [...] tenian en esta Ysla un Rey que vino a el puerto». Debido a que la caleta de Adeje no tiene características náuticas excepcionales, sorprende que fuera el lugar elegido por marinos mallorquines en 1347 para encontrarse con un mencey de Tenerife, presumiblemente el de Adexe, lo que puede indicar que tenía su residencia próxima. Aunque no hay datos concretos para cada menceyato, en 1472 había más de 1.000 aborígenes católicos bautizados en el sur de Tenerife (Rumeu, 1986: 139), los cuales probablemente se distribuyesen entre Güímar, Abona y Adexe. Poco después, el procurador señorial de Diego de Herrera confirma esta importante cristianización, REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 177-229 212 «en la dicha ysla de Tenerife han entrada aças veses frayles e tienen su yglesia e ay en ella asas gente bautisada» (Pérez de Cabitos, 1476-77/1990: 250). En un momento no precisado del siglo xvi se localizó una imagen de Candelaria en la caleta de Adeje (Espinosa, 1594/1980: 79; ii, 14), pero según la tradición oral que se recoge en el Libro de Milagros de Ntra. Sra. de la Encarnación, encargado en 1745 por la marquesa de Adeje, resulta evidente que el hallazgo se produjo antes o coetáneo a la Conquista, pero la imagen fue robada y trasladada a Garachico, aunque actualmente no sabemos dónde se encuentra. El momento que parece más lógico debió ser con el levantamiento en Adeje de los guanches y la proclamación de un nuevo mencey, Ichasagua o Derque. Esto conecta con el problema de la imagen de la Virgen de Candelaria de la iglesia de Santa Úrsula de Adeje. Presenta una iconografía de mediados del siglo xv y creemos debió ajustarse al modelo original de la imagen existente en Güímar si fue un encargo para copiarla. Al producirse un robo de la imagen poco después de la conquista, se trataría de buscar pronto una nueva imagen para mantener el culto, más en un momento de penetración del cristianismo justo después de la conquista, a inicios del siglo xvi, o ya por los Ponte desde la creación del beneficio de Adeje en 1560, desgajándolo de Daute. La imagen no necesariamente tiene que haber sido obra del escultor del retablo de la iglesia, ya que primero suele haber imagen y después se encargaría el retablo. Que sea el mismo retablo que el encargado en Sevilla para el santuario de Candelaria en 1596 y luego trasladado a Adexe en 1681 es una posibilidad, pero tanto la imagen como el retablo parecen proceder de la «iglesia vieja» o ermita, la cual quedó integrada en la iglesia de Santa Úrsula, cuya ampliación financió Pedro de Ponte desde 1560. Finalmente, tenemos constancia de la existencia de una cueva de la Virgen en el barranco del Infierno, del Agua o del río de Adeje, que desemboca en la caleta de Adeje, si bien Béthencourt Alfonso (1912/1991: 294 n.º 14 y 1911/1994: 282) no especifica en qué lugar del cauce del barranco se encontraba, pero que podría ser muy próxima al mar. Un segundo aspecto a valorar es el propio topónimo con el que se denomina a la caleta de Adeje por Torriani (1592), caletta Ramada, que podría sugerir alguna vinculación con celebraciones aborígenes que implicaban el transporte de ramas hasta el mar para propiciar la lluvia. También existía una cueva Enramada a fines del siglo xix, y junto a ella, el topónimo de El Bailadero (Béthencourt Alfonso, 1911/1994: 117 n.º 12). 19. AGRADECIMIENTOS Queremos agradecer la coordinación de la prospección a M. del Arco Aguilar y C. Rosario Adrián, y a C. Calero atender a nuestras consultas. Recibido: 23-10-2015 Aceptado: 17-3-2016 FOTOS REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 177-229 213 Fig. 1. Puertito y Caleta de Adeje. Google-Earth-Grafcan. Fig. 2. Puertito y Caleta de Adeje, junto a la desembocadura del barranco del Agua, del Infierno o Río de Adeje. Google-Earth-Grafcan. REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 177-229 214 Fig. 3. Caleta y Baja de Adeje. Google-Earth-Grafcan. Fig. 4. Caleta y Baja de Adeje. Fig. 6. Relación de La Caleta con el pueblo de Adeje. Google-Earth-Grafcan. REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 177-229 215 Fig. 5. Antiguas salinas sobre roca de Franqui en la punta de El Cabezo. REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 177-229 216 Fig. 7. Vista aérea del Puertito de Adeje. Google-Earth-Grafcan. Fig. 8. Puertito de Adeje. REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 177-229 217 Fig. 9. Barranco de la Orchilla, actual límite entre los municipios de Granadilla y San Miguel de Abona, propuesto por Béthencourt Alfonso (1994 [1911]) como límite oriental del menceyato de Adexe. Google Earth-Grafcan. Fig. 10. Barranco del Río, actual límite entre los municipios de Arico y Granadilla, propuesto por Diego Cuscoy (1968) como límite oriental del menceyato de Adexe. Google Earth-Grafcan. REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 177-229 218 Fig. 11. Barranco del Rey, de Chacama y finalmente de Troya, actual límite entre los municipios de Arona y Adeje, propuesto por Delgado Gómez (1995) como límite oriental del menceyato de Adexe. Google Earth-Grafcan. Fig. 12. Barranco del Río, de Morales, Oscuro, del Malpaso y finalmente del Tagoro, que proponemos como límite oriental del menceyato de Adexe. Google Earth-Grafcan. REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 177-229 219 Fig. 13. Imagen de la Virgen de Candelaria, iglesia de Santa Úrsula de Adeje. Fig. 14. Imagen de la Virgen de la Encarnación, iglesia de Santa Úrsula de Adeje. REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 177-229 220 Fig. 15. Cruz del Humilladero de La Caleta, donde apareció la imagen de la Virgen de la Encarnación, sobre la que se sitúa el yacimiento n.º 4, barranco del Agua i. Fig. 16. Ermita de San Sebastián de La Caleta de Adeje. REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 177-229 221 Fig. 17. Imagen de San Sebastián, iglesia de San Sebastián de La Caleta de Adeje. Fig. 18. Estructura de cabaña-atalaya de La Caleta i, yacimiento n.º 6, controlando la Baja de La Caleta. REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 177-229 222 Fig. 19. Vista de la ensenada entre la Baja de La Caleta y la Punta de las Gaviotas desde La Caleta-Hocico de Perro iv, yacimiento 9. Fig. 20. Abrigo de La Caleta-Hocico de Perro v, yacimiento 10. REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 177-229 223 Fig. 21. Cabaña-atalaya sobre el Puertito de Adeje, yacimiento 11, controlando el fondeadero. Fig. 22. Distribución de yacimientos arqueológicos en el entorno de La Caleta y Puertito de Adeje. BIBLIOGRAFÍA Abreu y Galindo, A. de (1977 [1590-1632]): Historia de la conquista de las siete islas de Canaria, Tenerife: Goya Ediciones. Alarcón Herrera, R. (1991): La última Virgen Negra del Temple. (El enigma templario de Candelaria). Barcelona: Ediciones Martínez Roca. Álvarez Delgado, J. (1958/1991): «La playa del Socorro, lugar de aparición de la Virgen de Candelaria», El Día, Santa Cruz de Tenerife, 8-9-1991, pp. 56-57/xiv-xv. Amador Marrero, P.F. (2009): «Virgen de Candelaria. Atribuida a Sebastián Fernández Méndez, mediados del siglo xviii. 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Una idea del origen, caracter, usos y costumbres de sus antiguos habitantes: De los descubrimientos, y conquistas que sobre ellas hicieron los Europeos: De su Gobierno Eclesiastico, Político y Militar: Del establecimiento, y sucesión de su primera Nobleza: De sus Varones ilustres por dignidades, empleos, armas, letras, y santidad: De sus fabricas, producciones naturales, y comercio; con los principales sucesos de los ultimos siglos. Madrid: Imprenta de Blas Román. TRES REFORMAS DESPUÉS: ENSEÑAR HISTORIA MEDIEVAL EN LA EDUCACIÓN SECUNDARIA DE CANARIAS DEL SIGLO XXI (UNA PANORÁMICA A PARTIR DE LOS TEXTOS LEGALES) Víctor Muñoz Gómez* Juan Manuel Bello León** Universidad de La Laguna Resumen En este trabajo se presta atención a un problema muy concreto, el de la enseñanza de la Historia Medieval en el contexto de cambios que ha conocido la Enseñanza Secundaria a lo largo de las últimas décadas, con especial atención a los matices que se han incorporado a esta disciplina en el currículum de las Ciencias Sociales que se aplica en las islas Canarias a partir de los libros de texto y las leyes que en el archipiélago regulan tales enseñanzas. Palabras clave: educación, historia medieval, Canarias, currículo, reformas educativas. «Three reforms later: Teaching medieval history in Secondary Education in 21st century Canary Islands». This work pays attention to a very concrete concern, that regarding the teaching of Medieval History in secondary schools throughout the last decades. Special attention is devoted to the nuances and changes included in the Social Sciences program which have been implemented in the Canary Islands after the model of text books and laws applying in this archipelago. Keywords: education, medieval history, Canary Islands, curriculum, education reforms. INTRODUCCIÓN Cualquier licenciado o graduado en Geografía, Historia o Historia del Arte que se acerque a cómo se ha desarrollado la enseñanza de nuestra disciplina a lo largo de las últimas décadas en los distintos niveles de la Educación Secundaria podrá comprobar, sin grandes esfuerzos, que historiadores, pedagogos, sociólogos y técnicos de todo tipo han dedicado ríos de tinta a tratar de justificar qué clase de Historia enseñar, cómo hacerlo y cómo prepararse para la «titánica» tarea de trans- Revista de Historia Canaria, 198; abril 2016, pp. 231-252; ISSN: 0213-9472 REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 231-252 231 Abstract REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 231-252 232 mitir a alumnos de edades comprendidas entre los 12 y los 18 años conceptos que no siempre son fáciles de asimilar o entender1. Esa ingente literatura científica ha tenido dos o tres argumentos que han servido de ejes para intentar respaldar la tarea de los docentes y dar respuesta a las necesidades formativas de los jóvenes que cursan la Secundaria 2. En primer lugar, insistiendo en que la Geografía y la Historia han sido, desde que ambas materias se incorporaron a la enseñanza reglada, una parte fundamental e imprescindible en la formación cívica e intelectual de los jóvenes ya que el estudio de ambas les permitirá comprender mejor los continuos cambios que se producen en las sociedades contemporáneas. Con este argumento se da por sentado que la Historia brinda a los alumnos instrumentos y elementos de juicio que otras materias no pueden proporcionarles y, por ende, que con ellos adquieren la capacidad de reflexión y compromiso social que puede demandar la sociedad actual3. En segundo lugar, siendo consciente de que en las últimas décadas del siglo xx se originó entre el profesorado europeo (especialmente el británico) un agrio debate sobre el estado de la enseñanza de la Historia en la Educación Secundaria y su futuro en nuestros respectivos países, incluido, lógicamente, España4. Investigadores académicos de la Historia y de la Educación intercambiaron reproches acerca * Instituto Universitario de Estudios Medievales y Renacentistas. Universidad de La Laguna // LycéeFrançais «Jules Verne». Santa Cruz de Tenerife. ** Instituto Universitario de Estudios Medievales y Renacentistas. Universidad de La Laguna. 1 En nuestro país la didáctica de la Historia ha conocido en los últimos 30 años un desarrollo vertiginoso, ligado, casi siempre, a las experiencias aportadas por numerosos docentes de secundaria y a la labor que se ha desarrollado en algunos departamentos universitarios. De entre éstos últimos destaca el trabajo que viene desarrollando el Grupo DHIGECS (Grupo de Investigación en Didáctica de la Historia, la Geografía y otras Ciencias Sociales) vinculado a la Universidad de Barcelona y su máximo representante, el profesor Joaquim Prats Cuevas. Si el lector interesado acude a la página web del citado grupo (http://www.ub.edu/histodidactica/) podrá acceder a la abundante producción científica y líneas de investigación que ha generado en los últimos años los más de 30 miembros del equipo. 2 Estas ideas ya fueron esbozadas por Joaquim Prats en el año 2000 y reiteradas en otro trabajo del mismo autor en 2011. Véase Prats, Joaquim, «Dificultades para la enseñanza de la Historia en la Educación Secundaria: reflexiones ante la situación española», Revista de Teoría y Didáctica de las Ciencias Sociales, 5 (2000), pp. 71-98 y «Didáctica de la Historia de España: estado reciente de la cuestión», Didáctica de las Ciencias Experimentales y Sociales, 25 (2011) pp. 17-35. 3 En defensa de la necesidad de la enseñanza de la Historia se ha utilizado, en muchas ocasiones, una idea esencial: se admite que la Historia es una Ciencia Social más, pero con unas especifidades que la hacen claramente distinta a las restantes disciplinas de su ámbito. Su antigüedad en los planes de estudios (la sociología, la economía, la antropología, etc., son disciplinas de construcción reciente), el uso de fuentes de información legadas por el pasado, el hecho de que nuestra ciencia tenga su fundamento en el análisis de las transformaciones que se han operado en las sociedades humanas y la búsqueda de una síntesis integradora (en palabras de Josep Fontana) de los acontecimientos humanos hacen que la Historia cumpla una función social y cultural de primer orden en nuestros tiempos. Véase Valdeón Baruque, Julio, En defensa de la Historia, Valladolid, 1988. 4 Parte de ese debate puede seguirse en el trabajo de Moradiellos, Enrique, El oficio de historiador, Madrid, 1994 (especialmente pp. 9-12). Durante mucho tiempo —y quizás aún hoy en día— los jóvenes sólo veían como protagonistas de la Historia a los grandes personajes, ricos y poderosos, tendiendo a personalizar los acontecimientos en las grandes figuras. Siempre han tenido dificultad para percibir los cambios, no solían ver a los pueblos como actores destacados de esos cambios, han tenido dificultades para situar los acontecimientos en el tiempo y en el espacio y no encontraban más utilidad a la Historia que la de adquirir un barniz cultural que le sirviera para alguna circunstancia de su vida cotidiana. 6 Sobre estas cuestiones ya reflexionaron, entre otros, el profesor y medievalista Julio Valdeón en varios de sus trabajos. Véase Valdeón Baruque, Julio, «Enseñar Historia. Todavía una tarea importante», Iber. Didáctica de las Ciencias Sociales, Geografía e Historia, 1 (1994), pp. 99-105, ¿Qué historia enseñar? Tarbiya. Revista de de investigación e innovación educativa, 21 (1999), pp. 7788 o «La enseñanza de la Historia en España» Boletín de la Real Academia de la Historia, 200 (2003), pp. 359-371; también Martínez Tórtola, E. La enseñanza de la historia en el primer bachillerato franquista (1938-1953), Madrid, 1996. 7 Pagés, Joan, «Enseñar a enseñar Historia: la formación didáctica de los futuros profesionales de Historia», en Miradas a la Historia, reflexiones historiográficas en recuerdo de Miguel Rodríguez Llopis, Murcia, 2004, pp. 155-178. 8 Volvemos a recordar que el volumen de la producción científica relacionada con la Didáctica de las Ciencias Sociales ha alcanzado un volumen considerable, sobre todo por la aportación —como ya hemos dicho— de los profesores de la Universidad de Barcelona. Por tanto, para este trabajo no parece necesario ofrecer un listado exhaustivo de esa producción aunque sí conviene que citemos algunos trabajos que pueden introducir al lector en la identificación y diagnóstico de los problemas que surgen en el aula, en la elaboración de materiales didácticos, en estudios ligados al desarrollo del currículum, en la evaluación de recursos, etc. Véase, por ejemplo, Ávila Ruis, Rosa y otros, Didáctica 5 REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 231-252 233 de su mutua responsabilidad en la deficiente calidad de la formación histórica que observaban en los jóvenes y todos coincidían en que, tal y como se abordaba hasta ese momento, la Historia no interesaba a casi nadie5. En el caso hispano la situación venía lastrada, además, por una visión de la Historia asentada en las escuelas tras la Guerra Civil y en la que predominaban los acontecimientos militares y el protagonismo de los grandes personajes. Por tanto, había que proceder a una renovación didáctica y, además, superar el viejo molde del «nacional-catolicismo» a favor de una Historia que se centrara en los grandes procesos económico-sociales y que sirviera para formar a los ciudadanos que se incorporaban a la naciente democracia6. En tercer lugar, conscientes de las dificultades que atravesaba la enseñanza de la Historia y ante la necesidad de responder a los cambios sociales y políticos que se han producido en las últimas décadas, los docentes y las autoridades educativas iniciaron un camino que ha modificado los contenidos curriculares de nuestra disciplina y que ha hecho hincapié en un modelo de enseñanza basado en la adquisición de destrezas y competencias que ayuden a que el alumno construya el conocimiento histórico. Para recorrer ese camino se han seguido varios cauces. Por un lado la creación de distintos foros de debate (seminarios, congresos, etc.) en los que discutir problemas metodológicos y plantear marcos teóricos que propusieran los cambios necesarios en la enseñanza de la Geografía y la Historia. En ese contexto algunos de los resultados más evidentes de la renovación académica que se produjo desde finales de los años setenta del pasado siglo fueron la expansión de los Cursos de Formación Pedagógica7, sustituidos actualmente por los Másteres en los que la didáctica de nuestra materia ocupa un lugar destacado, o la aparición de numerosas monografías8 y revistas espe- REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 231-252 234 cializadas9. Por otro, la creación de grupos de docentes que han propuesto materiales y trabajos que pudieran mejorar el aprendizaje de los jóvenes, dando lugar a infinidad de páginas web y recursos multimedia que han puesto a disposición del profesorado un amplio abanico de instrumentos para su docencia10. En definitiva, casi dos décadas después, tras dos reformas educativas aplicadas y con una más aprobada y a punto de desarrollarse, merece la pena que reflexionemos sobre el camino recorrido en este tiempo acerca del impacto de estas modificaciones del ordenamiento marco del modelo educativo y sus consecuencias justamente por lo que respecta a la enseñanza de la Historia en el nivel de la Enseñanza Secundaria. ¿Eran justificados los ataques entre historiadores y pedagogos? ¿Se avanzó en algo hacia una propuesta que de veras supusiera un salto cualitativo para el dominio entre los alumnos de unos conocimientos globales sobre la evolución histórica de las sociedades humanas? ¿No fue así? ¿Qué factores estaban y están condicionando la percepción que de nuestro pasado, con mayor o menor fortuna, transmitimos a las generaciones más jóvenes? Todas esas y más preguntas están siendo objeto de una investigación monográfica por parte de unos de los autores de este trabajo —Víctor Muñoz— por lo que, de momento, escapan a los límites establecidos para estas páginas. En ellas, no obstante, trataremos de ofrecer tan sólo una revisión panorámica de algunas de estas cuestiones. Así, lo que aquí encontrará el lector no es sino una panorámica del cómo se han afrontado algunos de los desafíos para la mejora de la instrucción histórica en la Educación Secundaria a partir de un caso específico extraído de la realidad educativa de las Islas Canarias en cuanto a la enseñanza de un período histórico concreto. de las Ciencias Sociales. Curriculo Escolar y Formación del Profesorado. La didáctica de las Ciencias Sociales en los nuevos planes de estudio, Jaén, 2008; Cuesta Ferández, Raimundo, «La didáctica de las Ciencias Sociales en España: un campo con fronteras», en Mainer, J., Discursos y prácticas para una didáctica de las Ciencias Sociales, Sevilla, 2001, pp. 103-116; Benejam, P. y Pages, Joan., Enseñar y aprender Ciencias Sociales. Geografía e Historia en la Educación Secundaria, Barcelona, 1997; Pérez Martínez, Julio y Vázquez, Pedro, Didáctica de Geografía e Historia, Madrid, 1995. 9 En nuestro país existen, desde hace varias décadas, varias publicaciones periódicas dedicadas a la didáctica de las Ciencias Sociales, aunque sin duda una de las más conocidas y difundidas es Iber. Didáctica de las Ciencias Sociales. Geografía e Historia. Creada en 1991 y mantenida por la editorial Graó, tiene una periodicidad trimestral y hasta el presente (febrero de 2016) cuenta con más de 82 números que, en general, y a juicio de la propia editorial, han servido para crear redes de intercambio de ideas y experiencias del profesorado, ofrecer experiencias didácticas y favorecer la renovación del discurso pedagógico y didáctico utilizado hasta ahora. 10 Pese a los múltiples problemas que plantea el uso de Internet en el aula, ya casi nadie discute que la red se ha convertido en una herramienta que puede facilitar al alumnado el aprendizaje y al profesorado la preparación de clases más dinámicas y actualizadas. Y aunque también todos coinciden en que el profesor no puede ser sustituido por una herramienta informática, sí que es cierto que al docente se le debe exigir una cierta preparación y capacidad en el uso de las nuevas tecnologías para que pueda incorporarlas a su tarea profesional. Véase Prats, Joaquim, «Internet en las aulas de Educación Secundaria», Íber. Didáctica de las Ciencias Sociales, Geografía e Historia, n.º 31 (2002), pp. 7-16 o el monográfico Iber: Didáctica de las Ciencias Sociales, Geografía e Historia, 41 (2004) dedicado a Recursos de Internet para la enseñanza de la historia. Efectivamente, atenderemos a la evolución diacrónica desde el año 2002 hasta la actualidad de las propuestas fundamentales planteadas en Canarias para el conocimiento ofrecido a los escolares en Secundaria de las sociedades de la Edad Media. Para ello, nos centraremos en las directrices señaladas para el estudio del Medievo en los currículos educativos ligados a las leyes educativas de 2002, 2006 y 2014 en su aplicación para la comunidad autónoma canaria. Las apreciaciones que aquí se encontrarán merecen un acercamiento mucho más pormenorizado y que ha de pasar por su contraste con las propuestas que para la enseñanza de la Historia Medieval en la Educación Secundaria Obligatoria plantean las principales editoriales de manuales escolares en sus libros de texto de la asignatura de «Ciencias Sociales. Geografía e Historia», análisis en el que en estos momentos se está trabajando11. No obstante, creemos que esta panorámica a partir de los textos legales puede ser válida para dar a conocer la dirección de los esfuerzos que las autoridades educativas estatales y autonómicas han emprendido en estos años en esta materia, los principios que subyacen a la definición de esa Historia escolar que se propone a los alumnos de Secundaria y, más en concreto, a la percepción que se ofrece de la misma por lo que respecta a la Historia Medieval y, de algún modo, en el conjuntro de España estudiada en Canarias. No es nuestra intención aquí pormenorizar el debate en el que historiadores y pedagogos se enzarzaron alrededor de la enseñanza de la Historia en la Educación Secundaria desde 1997, al calor del planteamiento de una reforma educativa que se proponía abordar el gobierno español del Partido Popular con afán de superar los presupuestos conformados por la Ley Orgánica General del Sistema Educativo (LOGSE) de 1990 y que, como es bien sabido, desembocó en el marco normativo establecido en la Ley Orgánica de Calidad de la Educación (LOCE) de 2002. Se ha escrito mucho al respecto de las reacciones que despertó un proyecto que, en teoría, pretendía una recuperación del peso y sentido de la enseñanza de la Historia dentro de la formación de niños y jóvenes que entendían la LOGSE había minado. Bastaría para situarnos evocar los acalorados debates que se sucedieron a la publicación por la Real Academia de la Historia en junio del año 2000 del Informe sobre los textos y cursos de Historia en los Centros de Enseñanza Media12. 11 Véase Saíz Serrano, Jorge, «¿Hay sitio para la Edad Media en las Enseñanzas primaria y Secundaria?», López Okeda, Esther (coord.) Nuevos temas. Nuevas perspectivas en Historia Medieval, Logroño 2015, pp. 183-214. 12 Acerca del Informe, http://www.uv.es/soespe/realacademia.htm; consultado por última vez el 10 de febrero de 2015; y de algunas de las reacciones políticas a él, «Reacciones. Los nacionalistas califican el informe de “tendencioso”, PP y PSOE lo apoyan», El Mundo, 28 de junio de 2000 (http:// www.elmundo.es/elmundo/2000/06/28/sociedad/962145633.html; consultado por última vez el 10 de febrero de 2015). REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 231-252 235 1. SITUANDO EL DEBATE EN DEFENSA DE LA HISTORIA ESCOLAR REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 231-252 236 Lo que sí merece la pena sintetizar era cómo, en torno a lo que fue un verdadero intercambio de propuestas, acusaciones y tomas de partido, pudo observarse una evidente preocupación por el estado y el futuro de la enseñanza de la Historia en la Educación Secundaria en España entre diferentes colectivos profesionales, científicos y académicos del país. Los reproches entre historiadores y científicos de la Educación, en cualquier caso, se movieron en torno a dos posturas marcadamente antagónicas que venían girando en el siguiente sentido. Por una parte, los historiadores reclamaban más y mejores contenidos históricos en los programas curriculares de la Educación Secundaria, los cuales, con la LOGSE, habrían sido hurtados previamente por políticos y pedagogos en aras de una supuesta modernización del sistema que, a su juicio, conllevaba el desconocimiento de principios fundamentales de procesos históricos y, más concretamente, del devenir histórico de España. Por la otra, los estudiosos de la Educación criticaban esta postura, aprovechando los vientos de reforma para solicitar más didáctica frente a la perniciosa obsesión por el contenido de la materia que mostraban —además de los políticos— unos historiadores que, entendían, desconocían en qué consistía enseñar a los jóvenes. Para aquéllos, era clave profundizar en una revisión de las metodologías de enseñanza-aprendizaje para la aprehensión y elaboración propia por parte de los alumnos del conocimiento histórico13. Además, hay que tener en cuenta que estos enfrentamientos dialécticos se concentraban en la consideración de la enseñanza de la Historia como elemento fundamental en la transmisión de nociones identitarias de pertenencia a una comunidad política. Es decir, en cómo afrontar la definición de los programas de Historia en Secundaria y su reformulación en el siglo xxi, habida cuenta de la enorme influencia de un discurso escolar heredado desde el final del siglo xix y perpetuado por el franquismo y que, en general, se caracterizaba por su raíz españolista, conservadora y católica14. Una cuestión esta última, en fin, no poco problemática dentro del complejo marco de la España de las autonomías integrada en una Unión Europea en construcción. Los motivos para el debate, por tanto, aparte de un marcado perfil de competencia entre planteamientos profesionales académicos, también tenía mucho que ver con el factor de formación ideológica que, casi inconscientemente, se ha asociado tradicionalmente dentro de la escuela desde el Liberalismo del siglo xix. 13 Prats, Joaquim: Enseñar Historia: notas para una didáctica renovada, Mérida: Junta de Extremadura, 2001 (véase pp. 89-119). Las páginas señaladas recogen diversos artículos en revistas científicas, de divulgación histórica y en prensa entre mayo de 1999 y octubre de 2000, en los que el autor reflejó su posición personal y, de hecho, actuó como portavoz de otros compañeros suyos de la disciplina de Didáctica de las Ciencias Sociales ante el debate de la enseñanza de la Historia al que nos venimos refiriendo. 14 Boyd, Carolyn P.: Historia patria. Política, Historia e identidad nacional en España, 18751975, Barcelona: Pomares-Corredor, 2000 (1.ª ed. en inglés, Princeton: Princeton UniversityPress, 1997). Acerca de los procesos de nacionalización en la Educación, véase Sáiz Serrano, Jorge y López Facal, Ramón: «Aprender y argumentar España. La visión de la identidad española entre el alumnado al finalizar el bachillerato», Didáctica de las Ciencias Experimentales y Sociales, 26, 2012, pp. 95-120 (sobre todo pp. 96-98). Echevarría Arsuaga, Ana (coord.): La Historia medieval en la Enseñanza Secundaria Obligatoria: un balance, Madrid: Editorial UNED, 2008 (especialmente pp. 17-36). Sáiz Serrano, Jorge: «¿Qué Historia Medieval enseñar y aprender en Educación Secundaria?», Imago Temporis. Medium Aevum, 4, 2010, 594-607 (véase p. 597). 16 Chevallard, Yves y Joshua, Marie-Alberte: «Un exempled’analyse de la transpositiondidactique: la notion de distance», Recherches en didactique des mathématiques, 2 (3), 1982, 159-239; Chervel, André: «L’histoire des disciplines scolaires: réflexions sur un domaine de recherche», Histoire de l’Education, 38, 1988, 59-119; Popkewitz, Thomas S.: «La reestructuración de la teoríapolítica y social: Foucault, el girolingüístico y la educación», RevistaPropuestaEducativa, 13, 1995, 44-57. 15 REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 231-252 237 No son éstos, sin embargo, los únicos motivos de preocupación que la enseñanza de la Historia en la Secundaria española ha arrastrado. Así, parece conveniente hacernos eco de las llamadas de atención acerca del desfase en la incorporación al currículo y los manuales escolares de «Ciencias Sociales, Geografía e Historia» de las preocupaciones y avances desarrollados por la historiografía desde los años ochenta del siglo xx y que, puesto que hablaremos de Edad Media, en el campo del medievalismo también son notables15. No queremos enzarzarnos aquí, en relación con ello, en el debate teórico que existe respecto a la consideración de la Historia escolar como resultado de un proceso de trasposición didáctica del conocimiento científico o, en cambio, como un constructo cultural específico, en gran medida ajeno a ese círculo académico, dotado de conceptos, normas y prácticas propias destinadas a garantizar su efectividad de cara a los cometidos sociales con que se ha constituido16. Lo que sí han puesto de relieve distintos autores como Rafael Valls Montés, Pilar Maestro o Raimundo Cuesta es que, en efecto, la Historia como disciplina escolar, la Historia escolar, sí responde a unos principios fuertemente establecidos, en cuanto a su estructura, discurso, normas y prácticas, resultado de una evolución histórica de larga duración. Justamente, tales características de la Historia escolar hispana vendrían siendo los siguientes, agrupados en dos grandes bloques. Por una parte, la articulación del discurso historiográfico escolar como un saber acabado y erudito que se mueve en torno a los círculos de Historia general, Historia nacional e Historia local (regional), prevaleciendo las actitudes hacia la Historia como una disciplina no práctica ni utilitaria sino, en buena medida, elitista, basada fuertemente en la inculcación de una tradición heradada. En ella, es la comunidad política nacional el eje sobre el que pivota ese discurso. Por otra parte, la prevalencia de la aproximación a la disciplina en los centros educativos de Primaria y Secundaria en términos de conocimiento a transmitir y a asumir, no a descubrir ni a construir por parte del alumno, mediante expresión verbal y a través del ejercicio de la memoria, con unos papeles muy claros: el profesor como emisor del mensaje, los alumnos como receptores del mismo. Pero lo único interesante de ello no es sólo mencionarlos sino que, atendiendo a estos autores arriba citados, pese a los esfuerzos para la transformación del modelo pedagógico de la Historia en España desde los años setenta y ochenta del siglo xx, la persistencia de esos rasgos clásicos, sumamente resistentes, sigue siendo un hecho a REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 231-252 238 inicios del siglo xxi, en el momento en que sobrevenía el ciclo de reformas que nos conduce hasta el día de hoy17. Por tanto, en el debate había mucho de enfrentamiento teórico pero también de ideología política, en la medida en que la defunción de la LOGSE fue entendida por muchos como un retorno al pasado, al viejo modelo de una Historia memorística y españolista. Con todo, y regresando al acercamiento a la Edad Media en la Historia escolar, la consideración de la mayoría de los historiadores profesionales, más allá del puro corporativismo, en defensa del reforzamiento de unos contenidos mínimos comunes de Historia tiene que ver con un sincero convencimiento de que el conocimiento histórico del pasado había de ser una parte esencial de la formación cultural y cívica de la sociedad actual española dentro de su contexto europeo y universal. Por lo que se refiere al estudio del Medievo por los jóvenes en edades escolares, este compromiso fue muy bien definido por el profesor Julio Valdeón en una doble orientación. Primero, la comprensión del pasado medieval como horizonte de civilización de origen del mundo occidental actual; esa civilización del Occidente medieval brillantemente enunciada por Jacques Le Goff18, raíz fundamental para la comprensión del mundo en que vivimos y de buena parte de sus bases políticas, sociales, económicas, institucionales y culturales. Segundo, si bien en una postura historiográficamente más abierta a discusión, la visión de la Edad Media hispánica como un hecho singular en el conjunto del continente europeo, básicamente construidas sobre dos factores que dotarían de esa singularidad a la herencia medieval: el proceso de reconquista-repoblación, ligado al pensamiento historiográfico de Claudio Sánchez Albornoz, y la noción de la vividura hispánica de la España de la tres culturas, cristiana, musulmana y judía, acuñada por el filólogo —y antagonista dialéctico de don Claudio— Américo Castro19. La carga identitaria que subyace, pues, a este afán de revalorizar la enseñanza de la Edad Media en la Educación Secundaria difícilmente puede escapar al análisis del lector. Éstas tienen un peso no desdeñable junto a las preocupaciones de carácter didáctico más científicas y que, en el caso del tratamiento en la Historia escolar del tiempo histórico anterior a las sociedades contemporáneas liberales y capitalistas y de cara a una adecuada formación histórica de los adolescentes, se refiere al equi- 17 Valls Montés, Rafael: «De los manuales de Historia a la Historia de la disciplina escolar», Historia de la Educación. Revista interuniversitaria, 18, 1999, pp. 169-190 y Historiografía escolar española: siglos xix-xx, Madrid: Editorial UNED, 2007 (especialmente pp. 19-47). Maestro, Pilar: Historiografía y enseñanza de la historia, Alicante: Universidad de Alicante (tesis doctoral inédita), 1997. Cuesta, Raimundo: Sociogénesis de una disciplina escolar: la Historia, Barcelona: Pomares-Corredor, 1997 y «El código disciplinar de la historia escolar en España: Algunas ideas para la explicación de la sociogénesis de una materia de enseñanza», Encounters on Education, volume 3, Fall 2002, 27-41. 18 Le Goff, Jacques: La Civilización del Occidente medieval, Barcelona: Ediciones Paidós Ibérica, 1999 (1.ª ed. en francés, París: B. Arthaud, 1964). 19 Valdeón Baruque, Julio: En defensa de la Historia, Valladolid: Ámbito Ediciones, 1988 y «La enseñanza de Historia en niveles secundarios y la Edad Media», Medievalismo. Boletín de la Sociedad Española de Estudios Medievales, 10, 2000, pp. 401-404 (especialmente p. 403). librio de estos contenidos dentro del currículo educativo frente a una situación de predominio en él de la Historia Contemporánea. Así que, ya cerrando el círculo que pretendíamos trazar para encuadrar la problemática que estamos abordando, dilemas epistemológicos en cuanto a la definición de la disciplina escolar, opciones pedagógicas y didácticas en cuanto a la enseñanza de la Historia pero también factores ideológicos ligados al encuadramiento profesional de estudiosos de la Historia y de la Educación y a posicionamientos políticos por lo que se refiere a discursos identitarios y nacionalizadores han entrado en juego en todo ese proceso de reformas educativas que han afectado a la Historia en la Secundaria en estas últimas décadas. Veamos, pues, adónde nos ha llevado la puesta en práctica de disposiciones legales y reorganizaciones del currículo en lo que llevamos de siglo a partir del caso de la Historia Medieval en la Educación Secundaria de Canarias y qué transformaciones pueden haberse operado respecto del panorama sombrío que se dibujaba entre la liquidación de la LOGSE y el alumbramiento de la LOCE. Comenzando por la valoración del currículo vigente en Canarias para la enseñanza de la Historia y el lugar ocupado en él por la Historia Medieval, es del todo pertinente analizar lo presentado en las disposiciones publicadas en el Boletín Oficial del Estado y en el Boletín Oficial de Canarias si queremos comprender las líneas maestras que las autoridades gubernativas y los expertos consultados por ellas han ido trazando para la reformulación de esta disciplina de acuerdo con el interés de la mejor formación de los ciudadanos más jóvenes. Así, la entrada en vigor de la LOCE significó la introducción en el currículo de «Ciencias Sociales, Geografía e Historia» para la Enseñanza Secundaria de unos contenidos mínimos comunes para la enseñanza de la Historia en toda España, donde se reconocía una segmentación de la dinámica histórica por edades y que pretendía distinguir aunque de manera integrada las evoluciones históricas en escalas global (mundial/europea), nacional (española) y regional/local (autonómica)20. Estos aspectos quedaron ratificados en la posterior reforma del currículo que se implantó con la LOE, resultando mucho más significativa la aportación de esta reforma por lo que se refería al concepto de competencias educativas básicas como eje conductor de los procesos de aprendizaje, desplazando de esa posición central a los contenidos, si bien sólo desde un punto de vista programático21. El desenvolvimiento de este Valls Montés, Rafael: Historiografía escolar española: siglos xix-xx..., ob. cit. Acerca del significado de la educación por competencias, véase Gimeno Sacristán, José (coord.): Educar por competencias, ¿qué hay de nuevo?, Madrid: Morata, 2008. No procede aquí hablar sobre el desarrollo real dentro del sistema educativo español de la enseñanza y los sistemas de evaluación basados en las competencias educativas básicas, si bien se puede apuntar que éste aún 20 21 REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 231-252 239 2. LOS TEXTOS LEGALES: EL CURRÍCULO DE «CIENCIAS SOCIALES, GEOGRAFÍA E HISTORIA» DE LA LOCE A LA LOMCE REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 231-252 240 marco legal y la aprobación de la LOMCE, de hecho, han modificado poco ese diseño curricular, pudiendo comprobarse cómo finalmente parece bien consolidado22. Así, por lo que respecta a la Historia Medieval, el conocimiento en la Educación Secundaria de las sociedades del pasado que asociamos con ese marco espacio-temporal que reconocemos como Edad Media quedó básicamente circunscrito al curso de 2.º de ESO. La LOCE destinaba a este curso para los contenidos de Historia exclusivamente los de Historia Medieval, dejando los de Historia Moderna y Contemporánea para el conjunto del curso de 4.º de ESO, al destinarse al de 3.º de ESO sólo a contenidos de Geografía. Esto cambió con la LOE, puesto que, a partir de ese momento, en el curso escolar de 2.º de ESO, junto a los contenidos de Historia Medieval también se abordaban contenidos de Historia Moderna hasta el siglo xvii y de Geografía Humana (demografía, estudio de las sociedades y de la organización de las ciudades, fundamentalmente, siendo este temario de Geografía el que sufrió modificaciones respecto a la LOCE, al desplazarse contenidos de Geografía Económica al curso de 3.º de ESO). Mientras, en 1.º de ESO el currículo se concentraba en la Geografía Física y la interacción del ser humano con el medio físico, en el estudio de la Prehistoria y de la Antigüedad. A su vez, el curso de 3.º de ESO se dedicaba monográficamente a la Geografía, volviendo sobre aspectos vistos en los dos cursos anteriores y acometiendo el estudio de la Geografía Económica y de la Geografía Política. Por fin, la reforma establecida en 2007 desligaba del curso de 4.º de la ESO los contenidos históricos referidos a la Edad Moderna, quedando pues destinado para el estudio en exclusiva de la Historia Contemporánea Universal, de España y de Canarias, desde el final del Antiguo Régimen hasta la actualidad. La está siendo aplicado en los niveles de Secundaria y es difícil hacer una valoración realista sobre sus frutos, virtudes y defectos. 22 Nuestras apreciaciones son en gran medida coincidentes con las extraídas por Jorge Sáiz Serrano de su acercamiento a los currículos LOE y LOCE para esta asignatura. Véase Sáiz Serrano, Jorge y López Facal, Ramón: «Aprender y argumentar España. La visión de la identidad española entre el alumnado al finalizar el bachillerato», Didáctica de las Ciencias Experimentales y Sociales, 26, 2012, 95-120 (sobre todo pp. 68-69). Remitimos, para el análisis de ambos currículos, a los textos legales de la Ley Orgánica de Calidad de la Educación (BOE, n.º 307, 24 de diciembre de 2002, pp. 45.188-45.220), la Ley Orgánica de Educación (BOE, n.º 106, 4 de mayo de 2006, pp. 17.15817.207), el Real Decreto 116/2004, por el que se desarrolla la ordenación y se establece el currículo del Bachillerato (BOE, n.º 43, 23 de enero de 2004, pp. 7.575-7.662), el Real Decreto, 117/2004 por el que se desarrolla la ordenación y se establece el currículo de la Educación Secundaria Obligatoria (BOE, n.º 43, 23 de enero de 2004, pp. 5.712-5.7919 y el Decreto 127/2007 por el que se establece la ordenación y el currículo de la Educación Secundaria Obligatoria en la Comunidad Autónoma de Canarias (BOC, n.º 43, 7 de junio de 2007, pp. 12.880-13.233). El panorama respecto a la LOMCE aún se halla en el momento de elaboración de este estudio en proceso de plena definición. En la medida en que el currículo básico de la Educación Secundaria Obligatoria y del Bachillerato fue aprobado por Real Decreto de 26 de diciembre de 2014, todavía había de desarrollarse de forma específica por los gobiernos de cada una de las comunidades autónomas. Sea como fuera, este texto marco coincide con lo que venía ya establecido anteriormente, quedando el estudio de las sociedades anteriores a la Contemporaneidad, desde la Prehistoria hasta el final del Antiguo Régimen, ceñido al Primer Ciclo de ESO, que ahora engloba los cursos de 1.º a 3.º de ESO, como veremos. REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 231-252 241 ordenación curricular de la LOMCE de 26 de diciembre de 2014, al fin, apunta hacia el mantenimiento de esa distribución definida con la LOE por lo que se refiere a los contenidos históricos: Prehistoria e Historia Antigua en 1.º de ESO, Historia Medieval y Moderna en 2.º de ESO, en ambos casos compartidos con diferentes contenidos de Geografía, y la Historia Contemporánea en exclusiva durante 4.º de ESO. No abundaremos sobre la presencia de la Historia Medieval en las enseñanzas de Historia de los currículos sucesivos de Bachillerato en Canarias. Si atendemos al decreto de 2008 que regulaba la última etapa, no obligatoria, de la Educación Secundaria en esta comunidad autónoma con arreglo a la LOE, resulta evidente que aquélla no dejaba de ser meramente cosmética, a razón de un programa para la única asignatura de Historia cursada por todos los alumnos de Bachillerato, la de «Historia de España» que mejor habría invitado a titularla «Historia Contemporánea de España». En él, en un conjunto de ocho bloques, tras un primero de carácter introductorio, un único bloque es dedicado al pasado histórico anterior a la Contemporaneidad inequívocamente denominado Raíces históricas de la España contemporánea, destinándose los seis restantes a este período referido a los aproximadamente últimos doscientos años del devenir histórico de las sociedades que habitaron el espacio que hoy reconocemos como España. La situación con la LOMCE puede que vaya a variar sensiblemente, al haberse pasado a un currículo dividido en trece bloques, el primero de ellos introductorio, cuatro destinados a los períodos desde la Prehistoria hasta el final del siglo xviii y ocho finalmente para el estudio de la Edad Contemporánea. Esto es, un tercio de la asignatura como ya ocurría en el currículo de la LOCE. Existe un bloque específico destinado a la Edad Media con el definitorio subtítulo Tres culturas y un mapa político en constante cambio (711-1474), afrontándose la transición desde el fin del Imperio romano hasta la conquista musulmana y el tránsito del siglo xv al siglo xvi ligado a la monarquía de los Reyes Católicos en los dos bloques anterior y posterior. En todo caso, hasta que se concrete el desarrollo específico de los programas de la asignatura en cada comunidad autónoma y los modelos de examen de las Pruebas de Acceso a la Universidad, difícilmente se podrá hacer una valoración coherente de si, de algún modo, el estudio del Medievo y, en general, del mundo precontemporáneo ha adquirido una mayor relevancia para la formación de los estudiantes de último año de Bachillerato. Entonces, si valoramos conjuntamente todo este bagaje de diseño curricular para las enseñanzas de «Ciencias Sociales, Geografía e Historia», parece darse por supuesto que la comprensión que el alumnado pueda tener de las sociedades previas al Liberalismo, al Capitalismo y la industrialización es más que suficiente una vez que se supera el curso de 2.º de ESO, con entre catorce y dieciséis años. El conocimiento del mundo contemporáneo se entiende como prioritario, mereciendo ocupar una asignatura completa durante el último curso completo de la ESO y otro curso entero —o prácticamente— en 2.º de Bachillerato. El estudio de la Prehistoria, la Antigüedad, el Medievo y la Edad Moderna son despachados a día de hoy, según el currículo LOE, en el equivalente a dos medios cursos a lo largo de dos años y en el ciclo inicial de la Educación Secundaria Obligatoria; para el estudio de las sociedades medievales y de conceptos tan sutiles como el de feudalismo debería bastar con la cuarta parte del tiempo dedicado a una asignatura escolar. REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 231-252 242 Teniendo todo esto en cuenta, ¿qué podemos apuntar respecto a la definición de contenidos legalmente establecida para la Historia Medieval enseñada en el sistema educativo español y, más específicamente, en el de la Comunidad Autónoma de Canarias? Partiendo de esa definición de contenidos generales mínimos que se definió en la LOCE y de la tendencia a la cristalización de los mismos en el currículo posteriormente aprobado para Canarias dentro del marco de la LOE —tendencia continuista a la que apunta el currículo general aprobado recientemente para la LOMCE— de las cuales ya hablábamos, podemos señalar ciertos rasgos muy característicos que ayudan a vislumbrar la estructura del discurso que, para ese período histórico, subyace en la disciplina escolar de la Historia. Como ya señalábamos, hablando específicamente de la asignatura de «Ciencias Sociales, Geografía e Historia», dentro de la definición de contenidos mínimos generales que establecía el currículo de la LOCE de 2004, era en 2.º de ESO donde se concentraban los contenidos de Historia —cinco de los nueve bloques totales— para tratar la Historia de la Edad Media. Éstos llevaban por título La ruptura de la unidad del Mediterráneo; La Europa feudal; Europa del siglo xi al xv; La Península Ibérica en la Edad Media: Al Ándalus, La Península Ibérica en la Edad Media: los reinos cristianos. Mientras, para el ordenamiento de 2007, los cambios a primera vista parecían sustanciales. Junto a cuatro bloques de Geografía, se comprendían otros seis de Historia y sólo dos de ellos expresamente dedicados a la Historia Medieval: unos muy genéricos La época medieval y La Península Ibérica en la Edad Media, además de los titulados Características del Estado moderno en Europa, La Evolución política y económica de la Península Ibérica en la época moderna, Canarias entra en la Historia y El Arte y la cultura en la época moderna. Más allá de la cuestión ya apuntada de marginación para el estudio escolar de dinámicas sociales en el tiempo bien distintas a la contemporánea occidental, la articulación de estos bloques sí que nos permite también comprobar un hecho. Al menos desde el punto de vista teórico, el aprendizaje de las Ciencias Sociales se habría de mover en un triple eje, que afectara al conjunto del Planeta y a Europa, a la realidad estatal española y al ámbito autonómico y local de Canarias, permitiendo comprender sus interacciones en escala, bien escenificado a la hora de observar la Historia Medieval. No deja de resultar, en todo caso, significativo que la aproximación al estudio histórico denote un marcado etnocentrismo, que puede deducirse del limitado peso de otros horizontes de civilización del Medievo considerados en el currículo escolar junto al del Occidente europeo, fundamentalmente Bizancio y el Islam. De este modo, la detallada sistematización de contenidos de la LOCE recogía un bloque para el tratamiento, asociado a una cronología altomedieval, del desarrollo del oriente bizantino y de la civilización islámica medieval, a la par que el de la evolución de los reinos germánicos occidentales, de algún modo hasta alcanzar la época del imperio carolingio, como una suerte de culminación de esa época [La ruptura de la unidad del Mediterráneo (Bizancio, Islam y el imperio carolingio)]. Siguen dos bloques generales destinados al estudio de la sociedad feudal y su desenvolvimiento en Europa entre los siglos xi y xv, de nuevo con marcado criterio cronológico, entendiendo su equivalencia con las épocas pleno y bajomedieval, la primera en términos de expansión —agraria, demográfica, comercial, urbana—, la segunda en términos de crisis demográfica y 23 Esta afirmación se apoya en el acercamiento que uno de los autores de este trabajo —Víctor Muñoz— está realizando a la estructura, contenidos y actividades propuestos en los distintos libros REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 231-252 243 política y de convulsiones sociales. Tras ellos, uno de los dos bloques focalizados en la Península Ibérica se concentraba en, justamente, al-Ándalus, su evolución política entre los siglos viii y xv y las características fundamentales de sus logros culturales y manifestaciones artísticas. La propuesta curricular de la LOE, siendo mucho menos dirigista en cuanto a una definición estricta de contenidos, dejaba un epígrafe de cuatro posibles dentro del bloque titulado La época medieval para el trabajo en el aula sobre el mundo islámico medieval, mientras los otros tres afectaban a sociedad, economía y poder en la Europa feudal, resurgimiento de la vida urbana en ella y cultura y arte en esa misma civilización feudal occidental. Las menciones expresas a Bizancio, por su parte, desaparecían. A su vez, para el bloque específico sobre la Península Ibérica en este período histórico, un epígrafe de tres tocaba a al-Ándalus mientras el otro afectaba a los reinos cristianos y un último a una muy genérica vida en las ciudades. Podemos convenir que la preocupación por otras realidades socioculturales del mundo medieval, frente a la feudal occidental, ha sido tradicionalmente menor aunque tal vez pueda parecer exagerado hablar de que es ignorada. Sin embargo, hemos de tener en cuenta que el mayor peso de la atención al mundo islámico durante la Edad Media en el sistema educativo español está ligado al eje espacial y sociopolítico actual nacional. Esto es, como una parte consustancial de la evolución histórica de España más que por la valoración de esa diversidad de civilizaciones que interaccionaron, cuando menos, en el arco mediterráneo en esa época. Y es que, en efecto, la pervivencia en la Historia escolar de conceptos que se han ido dotando de un marcado sentido identitario en clave nacional española es un hecho difícil de contestar. Así, de nuevo el currículo LOCE es más que sintomático en este sentido. En el desarrollo de contenidos del bloque que se ocupaba de los reinos cristianos medievales de la Península Ibérica, tres rúbricas pueden llamar nuestra atención. En primer lugar, la de Los primeros núcleos de resistencia, que denota la imagen tradicional de lo islámico como ajeno al sustrato de la nación española conformado en el Medievo. En segundo lugar, Reconquista y repoblación, como binomio articulador de la especificidad histórica hispana medieval. En tercer lugar, el de España, punto de encuentro de culturas: cristianos, musulmanes y judíos, que vuelve a evocar ese otro pilar de la excepcionalidad española medieval —que no ibérica— a partir de la construcción historiográfica de las tres culturas. Esta enunciación tan expresa quedaba mucho más diluida con la LOE, resistiendo sólo el epígrafe Los reinos cristianos. Reconquista y repoblación dentro de un marco que parecía mucho más abierto a las iniciativas autónomas de los equipos pedagógicos de los centros de Secundaria, colectivas, y de los docentes, individuales, en cuanto a la concreción de programaciones didácticas. No obstante, hay razones para pensar que lo que primó tras 2007 fue el continuismo respecto a la definición fuertemente tipificada en la reforma anterior de la selección de contenidos de Historia medieval y su carga ideológica, a razón de lo que puede entenderse aproximándose a los libros de texto de la asignatura 23. REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 231-252 244 Por su parte, ¿dónde quedarían los contenidos específicos sobre Canarias en ese contexto medieval dentro del currículo? Dentro del ordenamiento de la LOCE, podía haber lugar a atender al archipiélago por primera vez, en ese curso de 2.º de ESO, dentro del mismo último bloque del que veníamos hablando, a partir del epígrafe Rutas atlánticas y navegantes portugueses y castellanos. Sea como fuere, en realidad era en el curso de 4.º de ESO cuando, dentro del corte temporal de la Edad Moderna y de la mano del estudio del fenómeno del Estado moderno y de la época de los Reyes Católicos, las problemáticas de descubrimiento de las Canarias por los occidentales, interacción con las poblaciones aborígenes, conquista y colonización de las islas se incluían dentro del epígrafe La expansión europea: la «integración» de las Islas Canarias y el Descubrimiento de América. El entrecomillado del término integración es nuestro, pero nos parece pertinente a la hora de ilustrar la construcción ideológica que del proceso complejo que antes citábamos parecía subyacer a los encargados de fijar esos contenidos mínimos desde el Ministerio de Educación en 2002, de algún modo como una forma no conflictiva de incorporación de las Islas Canarias a una realidad nacional española naturalizada. La sensación de que la riqueza en matices de un difícil proceso histórico, el del contacto entre el mundo aborigen y el europeo, que ha preocupado y preocupa en cuanto a la definición de la identidad actual de Canarias y de sus habitantes, era hurtada del proceso de aprendizaje de los escolares en Secundaria con la LOCE quedó bien revisada en el currículo posterior de la LOE. Los mínimos considerados desde la Consejería de Educación del Gobierno de Canarias por los encargados de su selección resultaban mucho más matizados y sensibles tanto por lo que respectaba a la precisión del estudio de los fenómenos históricos como al afán de dar respuesta a inquietudes de formación del espíritu comunitario de los futuros ciudadanos canarios que, se entiende, subyacen a la enseñanza y el aprendizaje de la Historia en la Educación Secundaria. Así, en el curso de 2.º de ESO surgió un bloque con el título Canarias entra en la Historia, en el que se comprendían los siguientes perfiles para esos fenómenos de descubrimiento, contacto, conquista y colonización: por un lado, el redescubrimiento y conquista de Canarias; por el otro, la colonización, la nueva sociedad, el marco político-administrativo y el modelo económico desarrollado en el archipiélago entre los siglos xv y xvi. No obstante, resultaba igualmente revelador que, dentro de los contenidos mínimos recientemente fijados dentro de la LOMCE por el Ministerio de Educación —muy parejos, por otro lado, a los que rigieron en el currículo LOCE—, las menciones a Canarias en esta época desaparecieran. Así se podía contemplar en el Real Decreto del 3 de enero de 2015, donde se fijaba el currículo básico de la Educación de texto para la asignatura en Canarias desde 2002 hasta la actualidad. Aunque es una cuestión que escapa al alcance de este trabajo, valga señalar que, más allá de ciertas modificaciones a que obligó la introducción de enseñanza y aprendizaje por competencias básicas educativas, las propuestas que las distintas editoriales ofrecían en sus manuales para las unidades didácticas que trataban la Edad Media eran mínimas antes y después de 2007-2010, con la puesta en vigor del currículo de la Educación Secundaria Obligatoria en la Comunidad Autónoma de Canarias. Secundaria Obligatoria y del Bachillerato por parte del Ministerio de Educación, a su vez detallados en los criterios de evaluación y estándares de aprendizaje correspondientes a aquéllos recogidos en el texto legal. Se habla de Los descubrimientos geográficos: Castilla y Portugal, y, en relación con ello, de «analizar el reinado de los Reyes Católicos como una etapa de transición entre la Edad Media y la Edad Moderna», de «entender los procesos de conquista y colonización y sus consecuencias», y, al fin, «de conocer los principales hechos de la expansión de Aragón y de Castilla por el mundo». Sin embargo, ante la falta de referencias específicas al caso canario, pueden quedar no pocas dudas del sentido con el que se enfoca el aprendizaje de tales fenómenos históricos de expansión atlántica a finales de la Edad Media e inicios de la Edad Moderna y si no se halla acaso más cerca de una interpretación nacionalizadora española que de otros enfoques abiertos a percepciones más plurales y, por otro lado, más críticas de los procesos históricos. Después de este recorrido por los contenidos curriculares que para la Historia Medieval han venido fijando las sucesivas reformas que hasta día de hoy ha sufrido el sistema educativo español desde 2002 y su reflejo en el caso de Canarias, antes de proceder a recapitular algunas impresiones, es necesario que atendamos a las últimas novedades que en este sentido ha aportado el desarrollo de la LOMCE en el archipiélago a lo largo del año 2015 y hasta la fecha 24. Así, el Decreto 315/2015, que regulaba la ordenación de la Educación Secundaria Obligatoria y del Bachillerato en Canarias, introducía algunas modificaciones sensibles a la aplicación del currículo LOMCE en las islas para la asignatura de «Geografía e Historia». Acaso el elemento más significativo era la introducción de varias materias de libre configuración autonómica, entre las que destaca la de «Historia y Geografía de Canarias», a impartir en el curso de 4.º de ESO, con una Remitimos, en este sentido, a la Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa (BOE, n.º 295, 10 de diciembre de 2013, pp. 97.858-97.921), al Real Decreto 1.105/2014 por el que se establece el currículo básico de la Educación Secundaria Obligatoria y del Bachillerato (BOE, n.º 3, 3 de enero de 2015, pp. 169-648), a la Resolución n.º 183 de la Viceconsejería de Educación y Universidades por la que se dictan instrucciones para la impartición de las materias de la Educación Secundaria Obligatoria y el Bachillerato en el curso 2015-2016 en la Comunidad Autónoma de Canarias (http://www.gobiernodecanarias.org/opencmsweb/export/sites/educacion/web/centros/ descargas/instrucciones/Resolucion-instrcciones-eso-bach2015-16.pdf; consultado el 5 de febrero de 2016) y a los Borradores de los currículos LOMCE de la ESO y el Bachillerato presentados por la Consejería de Educación y Universidades del Gobierno de Canarias (http://www.gobiernodecanarias. org/educacion/web/servicios/normativa/proyectos_legislativos/borradores_curriculo_ese.html; http:// www.gobiernodecanarias.org/educacion/web/bachillerato/informacion/ordenacion_curriculo_competencias/ordenacion-curriculos-lomce.html; consultado el 5 de febrero de 2016). 24 REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 231-252 245 3. ALGUNAS IMPRESIONES SOBRE LA HISTORIA Y LA HISTORIA MEDIEVAL EN EL DESARROLLO DE LA LOMCE EN CANARIAS REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 231-252 246 carga docente de 1 hora semanal. Puede interpretarse como una muestra palpable del esfuerzo realizado desde el Gobierno de Canarias por cubrir de algún modo la aprehensión por parte del alumnado de unos referentes mínimos respecto al entorno geográfico y la identidad histórica del territorio insular. Si los aspectos que podían tocar a las especificidades territoriales, sociales e históricas de las distintas regiones del Estado quedaban bastante desdibujados en la definición del currículo básico respecto a un discurso general acaso nacionalizador español, el desarrollo legal autonómico canario venía a compensarlo de esta forma. A su vez, las modificaciones curriculares para la modalidad de Humanidades y Ciencias Sociales en el Bachillerato no afectan sustancialmente al propósito de nuestro trabajo, por más que tanto la asignatura «Historia del Mundo Contemporáneo» de 1.º como la de «Historia de España» de 2.º pasasen ambas a contar con 3 horas semanales de clase y que la primera asignatura de las dos pasase a ser catalogada como asignatura troncal de opción, frente a la nomenclatura previa de materia de modalidad. Resulta llamativo que a primeros de 2016 aún no se disponga en Canarias de currículos firmes para las asignaturas de Bachillerato, debiendo conducirse la aplicación de la ley en las aulas por las orientaciones aportadas en los borradores publicados por la Consejería de Educación del Gobierno de Canarias. En el correspondiente a «Historia de España» se observa un calco de lo dispuesto en la ordenación general del currículo dispuesta desde el Ministerio de Educación y que ya tratamos más arriba. Parece predominar ese aire de provisionalidad, si bien la definición de contenidos, competencias a desarrollar, criterios de evaluación y estándares de aprendizaje evaluables para el bloque 3, dedicado a la Edad Media entre el 711 y 1474, y el bloque 4, referido a la Edad Moderna y la monarquía hispánica desde ese 1474 hasta 1700, ayudan a perfilar el alcance teórico que se pretende otorgar a ese estudio del Medievo. No obstante, nos ocuparemos aquí de los contenidos y criterios de evaluación, ya que los estándares de aprendizaje correspondientes a estos apartados —los enumerados del 18 al 31 del total de 153 que aparecen en el borrador— simplemente glosan los aspectos a los que nos referiremos. No puede negarse que, efectivamente, el estudio de las sociedades previas a la Contemporaneidad gana peso en el currículo de esa asignatura del último curso del Bachillerato. Tampoco que la declaración de intenciones por lo que respecta al análisis del Medievo resulta algo más satisfactoria que lo regulado dentro del currículo LOE. Así, se considera la evolución política de al-Ándalus y el impacto de la presencia islámica en la economía urbana, además de sus rasgos sociales, religiosos, culturales y artísticos. Éstos se confrontan con un estudio político, económico y social de los reinos cristianos del norte de la Península Ibérica hasta el siglo xiii, donde los ejes referenciales siguen siendo la «conquista y repoblación», además del régimen señorial, la sociedad estamental y, en el marco institucional, el surgimiento de las Cortes como asambleas representativas de los reinos. Seguidamente se atiende a la problemática de la evolución histórica de Castilla, Aragón y Navarra —territorios sobre los que se construiría el espacio político unificado como España ya en época moderna— en los siglos xiv y xv para, continuando con el enfoque estructural socioeconómico, preocuparse por la crisis bajomedieval, entendida en términos demográficos y agrarios. Más chocante resulta hallar vinculado a ese mismo epí- REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 231-252 247 grafe de contenidos dedicado a la Baja Edad Media las consideraciones de carácter cultural para el espacio cristiano ibérico en toda la Edad Media, las cuales se fijan en dos referentes del imaginario histórico hispano ya clásicos: el camino de Santiago y las relaciones entre las tres culturas. Es loable no obstante su inclusión en forma de «Análisis crítico», según reza el apartado de contenido. A su vez, en el bloque 4, todo el primer punto de contenido se dedica al reinado de los Reyes Católicos hasta la época de Carlos i, clasificándola como unión dinástica entre Castilla y Aragón con notable acierto para luego insistir en su papel como origen del Estado moderno. Ahí se repasa esa propia caracterización del surgimiento del Estado moderno, como síntesis entre tradiciones medievales e innovaciones, sin adjetivos calificativos y, por tanto, implícitamente modernas, perviviendo de algún modo el prejuicio respecto a la consideración peyorativa de lo medieval. Las cuestiones de orden socioeconómico no son abordadas en este apartado sino sólo aquéllas de tipo político, de expansión territorial, reorganización institucional y regulación en materia religiosa, de modo que el año 1492 aparece como un eje a tener en cuenta en todos esos sentidos, se estudia la política exterior de los Reyes Católicos y, al fin, se dedica todo un subapartado a la conquista y colonización de Canarias. Con todo, globalmente, aunque las mejoras parecerían evidentes respecto al estudio escolar del período histórico del que nos venimos ocupando, sí conviene ser prudente a la hora de desarrollar juicios respecto a posibles profundizaciones durante el Bachillerato. Los rasgos de provisionalidad respecto a la futura consolidación de la reforma educativa saltan a la vista y, no debemos engañarnos, lo abultado de un programa en el que los contenidos para los períodos contemporáneos no se reducen pueden dar lugar a soluciones diversas a la hora de afrontar el tercio menor en número, correspondiente a las épocas previas al siglo xix, para el cumplimiento del conjunto de la programación de cara a la obtención del título de Bachillerato y la preparación de Pruebas de Acceso a la Universidad. La provisionalidad también afecta al desarrollo curricular de la Educación Secundaria Obligatoria, como se mostraba en la Resolución 183 para impartir las materias de toda la Educación Secundaria en la Comunidad Autónoma de Canarias en el curso de 2015-2016. Según ésta, en el Bachillerato, el currículo LOMCE se empezaría a aplicar en ese año escolar sólo para el curso de 1.º, entrando en vigor para 2.º en el curso siguiente. Mientras, en la ESO, la implantación de la LOMCE se realizaría en los cursos de 1.º y 3.º en el curso 2015-2016 y, en el siguiente, ya en los cursos de 2.º y 4.º. En todos los cursos de la ESO, la asignatura de «Ciencias Sociales. Geografía e Historia» mantendría su carga docente de 3 horas semanales, si bien con una sustancial revisión en la asignación de contenidos para cada curso. Así, en el curso de 1.º de ESO se consignaban exclusivamente contenidos de Geografía física, humana y política, mientras que en 2.º de ESO se concentrarían todos los contenidos de Historia desde la Prehistoria hasta la Edad Media. En 3.º de ESO se abordan los aspectos relativos a la Geografía económica y al estudio de los fenómenos urbanos en seis bloques, mientras los contenidos de Historia Moderna desde la transición entre el Medievo y la Modernidad hasta el final del siglo xvii se desarrollan en cinco bloques, siendo el último de ellos el destinado a tratar la REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 231-252 248 conquista y la colonización de Canarias. Al fin, en 4.º de ESO, los doce bloques de aprendizaje se destinan a la Historia, desde el siglo xviii, como bisagra para el paso a la Contemporaneidad, hasta el análisis del mundo actual y la globalización. Las modificaciones, en cualquier caso, respecto al contenido y su abordaje van poco más allá de lo hasta aquí expuesto. Aunque en el borrador del currículo para la Educación Secundaria Obligatoria de la asignatura, en 1.º y 2.º, hallemos sólo 3 bloques de aprendizaje nominales (El Medio Físico, el Espacio Humanizado, la Historia), éstos se desglosan por criterios de evaluación, competencias educativas a trabajar, contenidos asignados y estándares de aprendizaje evaluables que, a todas luces, reflejan los antiguos bloques de aprendizaje de los currículos LOCE y LOE. En 2.º de ESO, de los nueve «bloques», los tres últimos tocan a la Edad Media, correspondiendo el primero a la Identificación de las causas que llevaron a la caída del Imperio Romano, a la Comprensión del concepto: «Edad Media» y de sus etapas y Caracterización las civilizaciones que ocuparon el espacio del imperio romano durante la Alta Edad Media (Imperio bizantino, Reinos Germánicos y mundo islámico). Con una enunciación enfocada en el elemento activo de aprendizaje de los contenidos, sigue la presentación de los otros dos bloques, miméticos respecto a la ordenación LOCE, como el primero, al tratar globalmente el primero el estudio de sociedad feudal en la Plena y Baja Edad Media entre los siglos xi y xiv y el segundo estos mismos aspectos para la Península Ibérica, con un enfoque similar al que ya observamos en la legislación de 2002 y 2004. Acaso las únicas novedades afecten a la valoración «del cuidado y conservación del patrimonio cultural» ligado a ese pasado medieval y el reconocimiento y valoración de la realidad intercultural de la España actual, que remite a «...diversidad del legado cultural de los reinos hispanos cristianos y musulmanes como el Camino de Santiago, de la ciencia y la filosofía hispanomusulmana». Desaparecen términos, pues, como tres culturas u otras variantes para beneficiar apreciaciones mejor aquilatadas desde un punto de vista científico. No obstante, se sigue hablando de un proceso de conquista y repoblación para estudiar la dinámica política y sociopolítica del Medievo hispánico. Por su parte, en los cinco bloques de Historia de 3.º de ESO, los contenidos que remiten al tránsito entre la Edad Media y la Edad Moderna y a la época de los Reyes Católicos, con la que tradicionalmente se ha asociado este proceso en la Historia escolar en España, se hallan diluidos a lo largo de ellos. En concreto, en el primero, que trata sobre el surgimiento de la Modernidad, el humanismo y el Renacimiento, se apunta el «Reconocimiento y explicación de los diversos factores que determinan el paso de la Edad Media a la Edad Moderna». En el tercero, donde se afronta la evolución política de los estados modernos europeos, se considera como un todo «el proceso de formación de la monarquía hispánica desde la Unión dinástica desde Castilla y Aragón hasta el final de los Austrias». La cesura, por tanto, entre Edad Media y Moderna en su comprensión por parte de los escolares en el conjunto del discurso histórico aparece, sin embargo, remarcada, al establecer esta asociación dentro del eje espaciotemporal. Sin embargo, el análisis de la conquista y colonización de Canarias por los europeos, situado tras el estudio global de los siglos xvi y xvii, inmediatamente después del bloque destinado a tratar el arte del Renacimiento y el Barroco en Europa, América, España y Canarias, se vincula con 4. CONCLUSIONES AL FILO DE LA APLICACIÓN DE LA LOMCE Tras este repaso a las disposiciones legales en torno a la enseñanza de la Historia y, más en concreto, de la Historia Medieval en España y en Canarias a lo largo de lo que llevamos de siglo xxi, corresponde ordenar algunas ideas conclusivas que podemos extraer a partir del análisis que hemos realizado. Aun sin ir más allá de la letra de los textos normativos a los que nos hemos ido refiriendo, tras las múltiples preocupaciones por la cantidad y la calidad del conocimiento histórico enseñado en la Educación Secundaria en España expresadas desde 1997 hasta la fecha, lo cierto es que los elementos clásicos en la organización del currículo para los contenidos de Historia parecen, pese a lo que pudiera creerse, haberse consolidado. Atendido el tratamiento de la Edad Media en los cursos de Educación Secundaria Obligatoria —y en menor medida en Bachillerato—, en la organización de contenidos priman criterios de exposición cronológica en los que pretenden relacionarse tres niveles espaciales, socioculturales y políticos: global, nacional y regional-local. No obstante, el número de distorsiones y dificultades que se aprecian para la comprensión de este período histórico en la Educación Secundaria no son pocos. La primera y más significativa de ellas tiene que ver con el poco peso en el conjunto del currículo de Educación Secundaria Obligatoria y Bachillerato que se concede al estudio de las sociedades anteriores a la Contemporaneidad, orilladas REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 231-252 249 «la expansión atlántica de los reinos bajomedievales y la colonización e incorporación de Canarias a la Corona de Castilla». Se aprecia, entonces, un desajuste en la línea de discurso seguida en la propuesta curricular para los contenidos de ese curso, al quedar descolgado este bloque de la postura modernista con que se ha abordado el resto de ellos y tampoco incidir en los aspectos transicionales entre Edad Media y Edad Moderna. En conjunto, algunos cambios respecto al tratamiento de la Historia de la Edad Media, aunque se aprecian notables pervivencias respecto a los modelos curriculares previos. Además, frente a una inicial apariencia de mayor consideración hacia ese pasado histórico medieval, éste parece, sin embargo, quedar confinado al espacio de un tiempo remoto, limitadamente vinculado con el tiempo presente o incluso con el mundo moderno de los siglos xvi, xvii y xviii —la Early Modern Age de la historiografía anglosajona—, con el que las herencias actuales resultarían más evidentemente evocadas. La consideración sin cortes entre períodos históricos para la Historia de Canarias se deja para la nueva asignatura de libre configuración autonómica de «Historia y Geografía de Canarias», creada para su impartición durante 1 hora semanal en 4.º de ESO, que se implantará en el curso 2016-2017. Esto puede redundar en una mejora importante del estudio de la realidad territorial e histórica más próxima al alumno y a una dignificación de la aproximación al pasado de Canarias en la Educación Secundaria, considerando en él todas las complejas dinámicas de interacción entre los europeos y las poblaciones aborígenes durante los siglos de redescubrimiento, conquista y colonización del archipiélago. REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 231-252 250 tras el curso de 2.º de ESO o, desde 2015-2016 en Canarias, tras el de 3.º, con todos los inconvenientes que puede implicar para la comprensión de dinámicas sociales, conceptos y términos cuyo sentido es radicalmente ajeno a nuestra realidad cotidiana. No sería, con todo, la única. Es notable comprobar cómo el manejo de la división cronológica del tiempo histórico es profundamente rígido y convencional, en el que las edades históricas funcionan como categorías estancas, por otro lado fuertemente asociadas a imágenes estereotipadas. Así, para la Edad Media nos encontramos con un difuso período altomedieval que sucedería al colapso del Imperio Romano hasta llegar al siglo x, momento en que se inserta la explicación de la sociedad feudal, ligada a los siglos x-xii y a percepciones de servidumbre y ruralidad y orden institucional. En este punto se solapa una fase de crecimiento y desarrollo entre los siglos xi-xiii, evidenciado sobre todo en fenómenos urbanos y comerciales, para, al fin, considerarse los siglos xiv y xv, el final de la Edad Media, como una etapa prioritariamente de crisis, previa al esplendor del Renacimiento y la Edad Moderna, ya estudiadas en un bloque y, de hecho, en un curso distintos. Además, la insistencia en determinadas construcciones historiográficas con un sentido nacionalista español asemeja ser ya un elemento bien integrado, que casi parece ser reproducido inconscientemente: la asociación de «lo español» con los reinos cristianos feudales de la Península Ibérica frente a la comprensión de al-Ándalus como una realidad política social y cultural ajena, la idea de resistencia de esos cristianos frente al invasor, el otro musulmán, la vinculación de esa historia medieval hispana con un proceso de reconquista y repoblación —imaginando una suerte de tierra arrebatada y vacía— y, con todo, dentro de ese predominio cristiano, el ideal del crisol cultural de la identidad española en el que participan lo islámico y lo hebreo. El currículo LOCE era muy claro en esta línea y, si el de la LOE no se pronunciaba tan expresamente en la reproducción de este discurso, el de la LOMCE fundamentalmente lo retoma, en una tendencia general continuista y muy tradicional25. La distancia en estas percepciones entre la Historia medieval escolar y los desarrollos científicos del medievalismo académico no puede ser mayor. Las dificultades para articular un discurso que encaje el feudalismo como un orden de civilización Es la opinión que expresa el profesor López Facal al respecto en un artículo reciente, donde se alerta sobre cómo el currículo de Historia de la LOMCE redunda en un discurso para la Historia escolar muy tradicional, que remite al viejo modelo por la selección de contenidos, por su ordenación y por su orientación nacionalista española, además de por incidir en una visión de la Historia como acumulación de acontecimientos a memorizar y reproducir (véase López Facal, Ramón: «La LOMCE y la competencia histórica», Ayer, 94, 2014, pp. 273-285). Aunque estamos de acuerdo en las líneas generales de la crítica, creemos que hay que puntualizar aspectos como los que afectan a la enseñanza de la Historia de España, de modo que, en un afán por romper con un españolismo esencialista de raíces inmemoriales, el autor valore negativamente la inclusión de contenidos históricos previos a la Contemporaneidad. Como hemos expresado en este trabajo, ese sacrificio de la percepción de la larga duración puede influir negativamente en la formación de un pensamiento histórico crítico consciente de la diversidad y del carácter dinámico del comportamiento de los seres humanos en sociedad a lo largo del tiempo y en nuestra misma actualidad. 25 Le Goff, Jacques: La Civilización..., ob. cit. y ¿Nació Europa en la Edad Media?..., ob. cit. Bartlett, Robert: La formación de Europa. Conquista, colonización y cambio cultural, 950-1350, Valencia: Universitat de València, 2003 (1.ª ed. en inglés, Princeton: Princeton University Press, 1994) y Corral, Fernando Luis: «Europa y la Península Ibérica de los siglos ix al xii. El feudalismo», en Echevarría Arsuaga, Ana: (coord.): La Historia medieval en la Enseñanza Secundaria Obligatoria: un balance, Madrid: Editorial UNED, 2008, 83-114. 28 Acerca del debate sobre la «génesis del Estado moderno», siguen resultando vigentes los trabajos de Ladero Quesada, Miguel Ángel: «Poderes públicos en la Europa medieval (Principados, Reinos y Coronas), en xxiii Semana de Estudios Medievales. Estella, 22-26 de julio de 1996: Poderes públicos en la Europa Medieval: Principados, Reinos y Coronas, Pamplona: Gobierno de Navarra, 1997, pp. 19-65 y de Monsalvo Antón, José María: «Crisis del feudalismo y centralización monárquica castellana (Observaciones acerca del origen del «Estado Moderno» y su causalidad», en Plácido Suárez, Domingo, et alii (eds.), Transiciones en la Antigüedad y Feudalismo, Madrid: Fundación de Investigaciones Marxistas, 1998, pp. 139-167. En cuanto a esa dedicación al estudio del reinado de los Reyes Católicos, valga el ejemplo de la obra colectiva de Ladero Quesada, Miguel Ángel (coord.): El mundo social de Isabel la Católica. La sociedad castellana a finales del siglo xv, Madrid: Dykinson, 2004, que trata monográficamente diferentes aspectos socioeconómicos y culturales del reinado y en la que puede subrayarse que sus dieciséis autores son todos medievalistas, sin presencia de especialistas de Historia Moderna. 29 Baste citar la obra aún de referencia de Aznar Vallejo, Eduardo: La incorporación de las islas Canarias en la Corona de Castilla (1478-1526), Aspectos administrativos, sociales y económicos, Universidad de La Laguna, 1983 para ejemplificar este hecho. Este libro marcó un hito en la renovación de la historiografía sobre la conquista y la colonización de Canarias, aunando la herencia recibida de autores como Elías Serra Ràfols, Alejandro Cioranescu, Antonio Rumeu de Armas o Miguel Ángel Ladero Quesada. 26 27 REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 231-252 251 que abarcó Occidente en toda la Edad Media —y, por qué no, durante la Edad Moderna— y dentro del cual es donde han de insertarse fenómenos de desarrollo de las ciudades, auge de las economías comerciales y financieras, surgimiento de grupos sociales urbanos «burgueses», génesis del Estado moderno, etc., son notables26. La inserción de la explicación del devenir histórico de la Península Ibérica dentro de ese horizonte del Occidente feudal, entendido como sociedad, en una frontera en expansión desde el siglo xi frente a los vecinos islámicos, compartiendo dinámicas comunes, más que como una realidad histórica excepcional, fruto de la peculiaridad hispánica, está aún lejos de quedar bien integrada 27. De la misma manera, es paradójico que, por ejemplo, los contenidos que se refieren a los orígenes del Estado moderno en Europa y sobre el reinado de los Reyes Católicos se hayan insertado insistentemente en los bloques de contenido de la Edad Moderna cuando, paradójicamente, son campos de especialización historiográfica primordialmente trabajados por medievalistas en España 28. Este hecho afecta también a los procesos de conquista y colonización de Canarias, tratados especialmente desde el campo académico de la Historia Medieval29. Por tanto, se redunda no sólo en la observación del tiempo histórico a partir de compartimentos inconexos sino que también se persevera en otro apriorismo: el mito cultural del Medievo como época oscura, arrojado por los pensadores humanistas del Cuattrocento italiano, que culminaría en una gran crisis de la que sólo se saldría en un período de expansión, crecimiento y florecimiento económico y artístico ligado a la Modernidad y el Re- REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 231-252 252 nacimiento. Justamente por ello, con un sentido también identitario y nacionalista español, esa época de los Reyes Católicos, por más que se hable de su carácter de transición entre Edad Media y Edad Moderna, ha quedado sistemáticamente adjudicada a la segunda de esas edades, convertida, por otro lado, en preludio de la era de hegemonía europea y global de la monarquía hispánica del siglo xvi y la primera mitad del siglo xvii. Las dificultades que se perciben, a su vez, a la hora de enfocar los procesos de exploración, contacto, conquista y colonización de las Islas Canarias que afectaron a las sociedades europea y aborigen también han sido ya señaladas. De hecho, los requerimientos de una respuesta eficiente acerca de estos fenómenos históricos ante la existencia de una demanda social evidente en Canarias en relación con la definición de la identidad canaria actual y el peso en ella de la idealización del pasado aborigen30 no justifican la eliminación de tales contenidos del bloque de mínimos en la Educación Secundaria ni la elusión de la complejidad —y, por qué no, en ocasiones, del dramatismo— de tal proceso de interacción entre sociedades culturalmente tan distintas como eran, entre los siglos xv y xvi, la feudal occidental y la aborigen canaria. Concluyendo de una vez, invitamos al lector a comprender nuestras dudas respecto a las posibilidades de estas propuestas curriculares a la hora de promover un aprendizaje histórico coherente en la etapa de la Educación Secundaria en España y en Canarias, tres reformas y muchas más buenas intenciones e intereses políticos, académicos y profesionales después. Según la letra de la ley, lo que a día de hoy se pretende es un adecuado trabajo de contenidos procedimentales y actitudinales por parte del alumno para alcanzar el desarrollo previsto de las competencias educativas en Historia, fuertemente ligado, a su vez, a su potencialidad para desenvolverse como ciudadano responsable y crítico en un futuro. Esto, por desgracia, parece difícil cuando la selección y secuenciación de los contenidos conceptuales históricos insiste en discursos estereotipados, ajenos a su apreciación dinámica y en la larga duración, más concentrados a menudo en perpetuar imágenes identitarias marcadamente etnocentristas y nacionalizadoras. Sin duda, la práctica de la enseñanza de la Historia va mucho más allá de la disposición ministerial y del decreto aparecido en el Boletín Oficial y la iniciativa del profesor con sus alumnos en el aula es la única que puede iniciar verdaderos cambios. En cualquier caso, la observación de los textos legales en la materia, por lo que toca a los procesos de decisión que conducen al diseño de los currículos educativos, a la selección del personal competente que interviene en los mismos y a los intereses por ellos defendidos, no deja de merecer una seria reflexión. Recibido: 10-2-2016 Aceptado: 17-3-2016 30 Baucells Mesa, Sergio: Los aborígenes canarios y la reconstrucción de la identidad: de la antítesis a la síntesis, Santa Cruz de Tenerife: Centro de Estudios Canarios, Siglo xxi, 2012. DOCUMENTOS FRAY SEBASTIÁN DE SANAVIA Y LAS ALHAJAS DEL CRISTO DE LA LAGUNA (1674-1695) FRAY SEBASTIÁN DE SANAVIA AND THE JEWELLRY OF THE CHRIST OF LA LAGUNA (1674-1695) Carlos Rodríguez Morales La imagen del Cristo de La Laguna y su culto han merecido atención historiográfica desde finales del siglo xvi y hasta hoy como una de las manifestaciones más notables de la religiosidad isleña. Ya en 1669, en una primera versión manuscrita de su Conquista y antigüedades de las siete islas de Canaria conservada en la Biblioteca Nacional de España, el cronista Juan Núñez de la Peña destacó que «el ornato deste soberano Crucifixo no lo tiene ninguna imagen en estas islas, ni aún muchas de mucha devoción en España: todo es de plata, curiosamente labrada, de mucho costo»1. En efecto, desde los últimos años del Quinientos hay noticias de los regalos ofrecidos a la efigie por sus devotos (lámparas, velos, espaldares, blandones, cruces, frontales, doseles, candeleros, estandartes, ciriales, hacheros, alfombras, pebeteros, etc.), algunos de los cuales existen todavía a pesar del incendio del convento de San Miguel de las Victorias en 1810 y de los procesos desamortizadores de las primeras décadas del siglo xix. En 1659 se fundó una esclavitud para dar culto del Crucificado formada por treinta y tres caballeros seglares, que se incorporó a la cofradía ya existente. En uno de los puntos de sus «capitulaciones y condiciones» quedó estipulado que el esclavo mayor tendría «por compañero para la mayordomía de dicha cofradía a vn religioso deste dicho conuento [...] el qual padre a de ser compañero de dicho mayordomo para acudir a que la sancta ymagen de nuestro redemptor Jesuchristo esté con toda decencia y que las alhajas de la cofradía se conseruen»2. En este trabajo presentamos la transcripción paleográfica de dos documentos formados, precisamente, tras constituirse la esclavitud que a partir de entonces capitalizó la administración de la cofradía. Ambos quedan recogidos en un cuaderno anejo al Libro de la fundación. Se trata de un cuaderno manuscrito que se debió comenzar a redactar hacia 1674 bajo el encabezamiento de Memoria de las alhajas que tiene la Cofradía del Santo Christo de La Laguna, cuyos primeros folios constituyen una relación pasada a limpio de las piezas que poseía la imagen hasta que se constituyó la esclavitud en 1659. A continuación se registran las incorporadas a partir de entonces y durante el tiempo que fray Juan de San Francisco fue el primer compañero de mayordomo, desde aquel año hasta 1674. Este es el primero de los documentos que transcribimos. Revista de Historia Canaria, 198; abril 2016, pp. 255-270; ISSN: 0213-9472 REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 255-270 255 Instituto de Estudios Canarios REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 255-270 256 A esta memoria inicial siguen, en el citado legajo, las relaciones de aumentos (es decir, de lo incorporado a los inventarios) correspondientes a los periodos en los que ejercieron como compañeros de mayordomo de la cofradía fray Sebastián de Sanavia (1674-1695), fray Buenaventura Dávila (1695-1716), fray Salvador Caraballo (1716-1717), fray Pedro de la Concepción (1717-1730), fray Juan Mireles (1730-1747), fray José Sánchez (1747-1757), fray Manuel Almeida (1757-1770), fray Antonio José Miguens (1770-1772) y fray Francisco Mendoza (1772-1786). En este artículo presentamos también la transcripción de la primera de estas relaciones como avance de una investigación (bajo el título Todo es de plata. Las alhajas del Cristo de La Laguna) en la que venimos trabajando desde hace algunos años y que esperamos concluir en breve3. Este segundo documento tiene particular importancia, pues confirma que mientras fray Sebastián de Sanavia fue compañero de mayordomo, sobre todo durante sus primeros años, se renovaron e incorporaron algunas de las más notables alhajas de la efigie, cuyas dataciones y autorías se precisan. La personalidad del franciscano debió ser determinante como impulsor de estas iniciativas, pues, como se indica en uno de los inventarios, «todo esto se deue a la solicitud y cordial deuoción de nuestro muy reverendo padre Sanauia»4. Por este motivo hemos destacado en el título de este artículo la contribución del religioso acotando el periodo durante el que estuvo a cargo de las alhajas. Puede considerarse que a él se debió el diseño de un plan que enriqueció y transformó el aparato asociado al culto del Cristo, concitando el apoyo de «los amigos y personas debottas desta santa ymagen»5 mediante donaciones específicas. Aunque reservamos para el mencionado trabajo la valoración minuciosa de los datos aportados por estos documentos así como por el resto de las relaciones de aumentos hasta finales del siglo xviii, subrayamos que informan sobre varios plateros isleños, de labor apenas conocida hasta ahora, a quienes se debió la hechura de buena parte de las principales alhajas con la colaboración de otros artífices. Respecto al nicho en el que sigue recibiendo culto la imagen, valorado por Hernández Perera como «un ejemplar casi único en España»6, se conocían su fecha de realización (1675) y la identidad de su donante (Mateo de Velasco) y también que dispuso de unas «cortinas de plata al vso y forma que la tienen las imágenes de mayor beneraçión de España y especialmente en la corte», suprimidas en el siglo xviii7. La 1 Biblioteca Nacional de España: MSS/3206, ff. 353v-354r. Citado por Ramón FernándezPousa: «La Historia del Cristo de La Laguna según unos capítulos inéditos de Juan Núñez de la Peña», Revista de Historia, t. x, 65, (1944), p. 62. 2 Archivo de la Esclavitud del Cristo de La Laguna: Libro de la fundación, f. 2 v. 3 Hemos dado a conocer alguno de los datos contenidos en estos documentos en un libro publicado recientemente. Véase Carlos Rodríguez Morales: Las Cruces de La Laguna. Fiesta, capillas y tradición. San Cristóbal de La Laguna, 2015, pp. 26-28. 4 Documento 2. 5 Documento 2. 6 Jesús Hernández Perera: Orfebrería de Canarias. Madrid, 1955, p. 249. 7 Jesús Pérez Morera: «Los velos y lámparas votivas del Santo Crucifijo», Fiestas del Santísimo Cristo de La Laguna. San Cristóbal de La Laguna, 2001, s.p. 8 Sobre este artífice, véase Margarita Rodríguez González: «Los maestros retablistas de principios del siglo xviii en Tenerife», v Coloquio de Historia Canario-Americana (1982), t. ii. Las Palmas de Gram Canaria, 1985, pp. 697-699. 9 Buenaventura Bonnet: «La Venerable Esclavitud del Santísimo Cristo de La Laguna», El Día, 13 de septiembre de 1942. Jesús Hernández Perera: op. cit., pp. 240-241. 10 Jesús Hernández Perera: op. cit., p. 268. 11 Documento 1. 12 Sobre este carpintero, véase Margarita Rodríguez González: art. cit., pp. 695, 701-706. 13 Carlos Rodríguez Morales: op. cit., pp. 26-28. 14 Lorenzo Santana Rodríguez: «Las primeras cruces del Cristo de La Laguna», Victoria, tú reinarás. La Cruz en la iconografía y en la historia de La Laguna. San Cristóbal de La Laguna, 2007, pp. 19-45. REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 255-270 257 documentación que presentamos es mucho más rica, pues informa con detalle sobre el costo de los materiales empleados en su elaboración y desvela el nombre de sus autores: los maestros plateros Juan Roberto (a quien hemos identificado con Juan Roberto Zambrana) y Sebastián Castellano junto al carpintero Juan González de Castro Illada8. A la vez debió realizarse el «sagrario de plata que coge todo el altar maior, con unas andas de plata que tiene dentro, en que se lleua la custodia». Y en este mismo proyecto ha de inscribirse el frontal, sobre el que se sabía que se estrenó en 1676 donado por el marqués de Villanueva del Prado, cuyas armas figuran en la parte central 9. Las labores de carpintería tanto del sagrario como del frontal corrieron a cargo del ya citado González de Castro y cabe suponer que, como el nicho (con el que forman un conjunto), se debieron a los mismos artífices de platería. Zambrana había trabajado con anteriorioridad para la esclavitud, pues en 1664 realizó junto a Agustín de Soria unos blandones y tres años después en solitario un frontal, anterior, pues, al único que se conserva. Hasta ahora se ha identificado la peana de las andas procesionales del Cristo con la donada en 1654 por el capitán Lázaro Rivero de Escobar, de acuerdo a una noticia recogida en el primer libro de inventarios del convento10. Esta pieza está también registrada en la Memoria de alhajas que constituye en el primer documento que transcribimos: «Ytten una peanna de plata para las andas en que sale esta santa y milagrosa reliquia, que dio de limosna el cappitán Lázaro Ribero de Escobar»11. Sin embargo, ahora sabemos que treinta años después, en 1684, figura entre los aumentos de la cofradía una nueva peana «muy bien obrada» que es la que ahora existe. Esta noticia obliga a corregir aquella cronología y a descartar el patrocinio de Rivero de Escobar para la actual, y además nos permite dar a conocer quiénes fueron sus autores: el maestro platero Juan Roberto Zambrana, ya citado, la realizó basándose en unos dibujos del pintor Cristóbal Hernández de Quintana, mientras que las labores de carpintería y el clavado de la plata estuvieron a cargo de Antonio Francisco de Orta12. Para esta peana se encargó al mismo autor, Juan Roberto Zambrana13, una nueva cruz procesional revestida de plata que sustituyó a la que ahora se conserva en el nicho, realizada en 1630 por Antonio de Alpoin14. A la vez pudo comenzar la costumbre, vigente hasta la actualidad, de reservar la cruz de plata para la festividad de septiembre, optándose por realizar otra de madera desnuda para la procesión del Viernes Santo; el encargado de la hechura de esta cruz fue el carpintero Juan González de Castro. Zambrana fue además autor de dos alcachofas, hacia 1674, y de seis candeleros concluidos en verano de 1686. Al margen del indudable valor que tienen las noticias que permiten completar la catalogación de algunas de las alhajas que, afortunadamente, se conservan en el real santuario del Cristo (nicho, sagrario, frontal, cruz y andas procesionales)15, los documentos aquí transcritos informan con detalle sobre las variadas piezas adquiridas para enriquecer y culto a la imagen, sobre sus costes y sobre la identidad de sus patrocinadores. Constituyen, por lo tanto, una fuente relevante para el estudio de esta devoción isleña y, más ampliamente, del arte y de la religiosidad en Canarias durante el Barroco. REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 255-270 258 Recibido: 6-3-2016 Aceptado: 17-3-2016 Sobre estas obras pueden consultarse, entre otras, las siguientes publicaciones. Buenaventura Bonnet: «La Venerable Esclavitud del Santísimo Cristo de La Laguna», El Día, 13 de septiembre de 1942. Jesús Hernández Perera: op. cit., pp. 198, 240-241, 248-249, 268. Jesús Pérez Morera: art. cit. Manuel Rodríguez Mesa: «El patrimonio artístico del Cristo de La Laguna en el siglo xix», Estudios Canarios. Anuario del Instituto de Estudios Canarios, xliv (2000), pp. 503-529. Francisco J. Galante Gómez: El Cristo de La Laguna. Un asesinato, una escultura y un grabado. San Cristóbal de La Laguna, 2002, pp. 152-167. Lorenzo Santana Rodríguez: art. cit. José Cesáreo López Plasencia: «La devoción a la Santa Cruz en las Islas Canarias y su repercusión en el arte de la platería», Estudios de platería. San Eloy. Muurcia, 2006, pp. 360-361, 370-371. 15 DOCUMENTO 1 Memoria de las alhajas de la Cofradía del Cristo de La Laguna hasta 1674. Hacia 1674. San Cristóbal de La Laguna. Inédito. Archivo de la Esclavitud del Santísimo Cristo de La Laguna: cuaderno anexo al Libro de la fundación de la Esclavitud, ff. [1 r-2 v]. Memoria de las alhajas que tiene la cofradía del Santo Christo de La Laguna. Primeramente una cruz de plata en que sale la ymagen de Jesuchristo nuestro Redemptor con tres clavos de plata masisa que dio de limosna el maestre de campo Francisco Baptista de Lugo, vecino de La Orotava, quando hizo la fiesta. Y assí mismo dio un terno cuio es casulla y almáthicas de lama tersiopelada morada y sanefas de damasco colorado16. Ytten un candelero grande de asófar de veinte y quatro luces con sus cauos y poleas que se ensiende en el cuerpo de la yglesia la noche de la fiesta y el Jueues Santo. Ytten una peaña de plata para las andas en que sale esta santa y milagrosa reliquia, que dio de limosna el cappitán Lázaro Ribero de Escobal 17. Ytten ocho doseles usados, quatro grandes y quatro pequeños, que siruen para las fiestas de la Esclabitud. Ytten un palio de tela passada carmesí con ocho varas de plata que dio de limosna el cappitán don Melchor Prieto del Hoyo, regidor desta ysla. Ytten un frontal de terciopelo violado bordado de ramos de oro que dio de limosna don Fernando Arias de Saauedra, señor de Fuerteuentura. Ytten un palio de lama negra que dio de limosna el maestre de campo don Luis Ynterián19. Ytten siete lámparas de plata que solicitó de limosna el muy reverendo padre fray Luis de Quirós, prouincial que fue desta prouincia de San Diego de Canarias20. Ytten dos estandartes, el uno negro viejo de damasco y otro roxo nuevo assí mismo de damasco21. Al margen: Esta cruz de plata está siempre en el nicho y el terno ya no sirue. Al margen: Esta peaña se consumió en la nueua que hizo nuestro padre Sanauia. 18 Al margen: Los dos doceles se consumieron. 19 A continuación: Este se rompió y con la plata que se sacó se hiso otro de tafetán. 20 Al margen: Están ocho, con la lámpara del sagrario y con la que dio el señor don Diego 16 17 Benítez. damasco. 21 A continuación: Este negro se gastó y nuestro padre Sanauia compró uno nueuo de REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 255-270 259 Ytten otros dos doseles grandes que están de ordinario colgados en la capilla maior que dio de lismosna el licenciado don Bernardo Justiniano de Lercaro18. Ytten un velo de raso carmesí bordado de plata y sedas que dio doña María de Asoca, muger del capitán don Bartolomé de Ponte y Paxés22. Ytten otro velo usado de chamelote encarnado con senefas y cruz bordada de diferentes colores23. Ytten otro velo de damasco de dos colores que sirue para el aduiento. Ytten otro velo de damasco azul de China que sirue de segundo velo24. [/1 v] Las alhajas que se siguen se an aumentado después que corre con la cofradía como compañero de maiordomo el muy reverendo padre fray Juan de San Francisco, calificador y comisario del Santo Oficio del partido desta ciudad y padre más antiguo desta prouincia. Primeramente un frontal de tela passada colorada que dio de limosna don Thomás de Naua Grimón para el altar del Sanctísimo Christo. Ytten un velo de lama doble de aguas con cruz de guarnición de oro que dio el dicho don Thomás para el nicho del Sanctíssimo Christo25. Ytten unos ciriales de plata que solicitó el dicho reverendo padre fray Juan de San Francisco que costaron setecientos y sinquenta pessos con la hechura; los quinientos dio de lismosna don Pedro Carrillo de Gusmán, cappitán general que fue destas yslas y los doscientos y sinquenta suplió el padre fray Bernabé Castrillo26. REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 255-270 260 Ytten un candelero grande de pie de madera con seis candeleros todo dorado para poner delante de la reliquia quando está en las andas. Ytten se hizo un caxón en la sacristía enfrente de los del conuento para las alaxas del Sanctíssimo Christo27 y también hizo el candelero grande de arriba. Ytten dos hacheros dorados en que seponen dos hachas delante de nuestro Señor; hízolos la cofradía. Ytten doze candeleros de palo torneados y dorados, seis que están siempre en el altar maior y seis reseruados para las ocasiones; hízolos la cofradía 28. Ytten doze harras de madera doradas, seis que mandó hazer la cofradía y otras seis que por solicitud de dicho reverendo padre traxo de España don Miguel de Abréu y Rege, regidor de la ysla de La Palma. Al margen: Rompióse y hísose otro. Al margen: Este velo se desuarató en tiempo de nuestro padre fray Juan (roto) de unas (roto). 24 Al margen: Uno de estos dos velos se (roto) desuarató (roto). 25 Al margen: Este de lama se desuarató y se hizo velo para cubrir la plata junto con el dosel viejo del Santo Christo de la misma lama. 26 Al margen: 6.000 reales. 27 Tachado: Hízolo la cofradía. 28 Al margen: 6.6 reales. 288 reales. 22 23 Ytten catorse ramos, seis de flores de seda peinada que dio de limosna doña Beatrís Carrillo de Gusmán, y seis usados de sede peinada que traxo de España el dicho reverendo padre, y dos grandes que dio de limosna don Antonio de Lima. Ytten seis candeleros de plata grandes que pesaron quinientas y veinte y ocho onsas y dies adarmes, y para hazerlos se deshizieron otros seis candeleros de plata que estaban muy maltratados que auía dado don Luis Fernandes de Córdoba, cappitán general que fue destas yslas, que pesaron doscientas y setenta y dos onsas. Y para el costo destos candeleros dieron los caualleros esclauos lo siguiente: don Fernando Arias de Saauedra, doscientos reales; don Bartholomé Benites, cien reales; don Diego de Ponte, cien reales; don Joseph de Luna, sinquenta reales; don Alonso Pacheco, cien reales; don Esteban de Llarena, sinquenta reales; don Juan del Corral, mil reales; onse onsas y media de plata, don Francisdo de la Coba; don Carlos de Briones, quinze onsas de plata; don Fernando de la Guerra, siete onsas de plata; don Simón de Herrera, dies y ocho pessos peruleros; don Juan de Ponte, dies y seis pessos peruleros; don Leandro Coronado, quatro pessos; dies y seis onsas de plata que se dieron por orden del dicho nuestro muy reverendo padre fray Juan de [/2 r] San Francisco. Costaron de hechura los candeleros mil quinientos ochenta y quatro reales, de suerte que los caualleros esclauos pagaron toda la hechura sólo con lo que se dio en dinero, y sobraron treinta y sinco reales para quenta de la plata que se añadió, que fueron doscientas y sinquenta y seis onsas, que sacadas ochenta onsas que dieron los caualleros esclauos vino a suplir la cofradía ciento y setenta y seis onsas de plata. Ytten quatro pebeteros de plata enrrexados que se fixan en la peaña; costeóles la cofradía. Ytten unos mangotes de terciopelo carmesí para las andas en que sale nuestro Señor; costeáronlos los caualleros esclauos. Ytten seis bancos de caobana y sedro; costeáronlos los caualleros esclauos. Ytten la colgadura de toda la yglesia, que tiene mil y veinte y una varas de tanfetán (sic) de Granada doblete listados, en esta manera: seiscientas y sinquenta varas en la primera partida, a costa de la cofradía; doscientas y sinquenta y quatro que dio de limosna don Juan del Corral, con el fleco de la sanefa del coro; y otra piessa que traxo la cofradía de ciento y dies y siete varas, que hazen dicha cantidad. Yten un dosel de lama nácar de Seuilla para quando está en las andas nuestro Señor; hízolo la cofradía 29. Ytten unos manteles de puntas grandes de pita, que dio de limosna doña Gracia Lercaro. Ytten un frontal de lama de la misma del docel y con la misma guarnición de plata para el altar portátil; costeóle la cofradía30. Al margen: Este se desuarató u se hizo velo grande para cubrir la plata del nicho y la del 29 sagrario. 30 Al margen: Este se desuarató para lo mesmo de arriva. REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 255-270 261 Ytten dos basinillas de plata que mandó hazer la cofradía para pedir la limosna. Ytten gastó la cofradía mil doscientos y sesenta y quatro reales en hazer una bodega al conuento porque dexasse libre la piessa que está en el compaz en que está toda la madera de los tablados y ramada que tiene la cofradía. Ytten dos candeleros de plata pequeños que solicitó para la cofradía sin costar nada el muy reverendo padre fray Juan de San Francisco. Ytten un perfumador de plata que por solicitud de su paternidad embió de limosna de La Habana el alferes Sebastián Carrillo. Ytten unas gradillas de plata para el altar portátil con veinte y quatro cañones de candeleros de plata; hízolas la cofradía. Ytten un velo negro de damasco para la Quaresma; hízolo la cofradía. Ytten dos báculos para gouernar la processión, uno dio don Simón de Herrera y otro hizo la cofradía, con otro más que se perdió. [/2 v] Ytten un velo de damasco tornasolado amarillo y roxo que dio de limosna la muger de don Andrés Machado. Ytten dos velos del nicho de toca, uno listado que dio doña Beatriz Carrillo y otro se dio de limosna, llano. REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 255-270 262 Ytten tres velos de toca de plata con que se cubre la reliquia quanto está en las andas, el uno dio de limosna don Bartholomé Benites de las Cuebas y los otros dos enbió de Seuilla don José de Luna de limosna. Ytten unas andas con el cielo de raso negro, flecos y alamanes de oro y seda en que sale Nuestra Señora el Viernes Santo. Yten una cabesa de San Juan, sin el nuevo que hizo la cofradía. Ytten todos los instrumentos y menesteres para blanquear y hazer la sera la cofradía, como son tres31 calderas, dos bruñidores, dos cucharas de cobre, messa de blanquear y otra de bruñir, y lo demás, todo lo qual a hecho el muy reverendo padre fray Juan de San Francisco a la cofradía 32. Ytten unos blandones grandes de plata que hiso la cofradía, que costaron de plata y manos dies y seis mil reales, con un bastón assimismo de plata con que gobierna las processiones el señor esclabo maior; hísose esta obra por solicitud de fray Juan de San Francisco siendo compañero de maiordomo, que lo era entonses el señor don Christóual de Aluarado Bracamonte, el qual y el señor don Pedro de Velasco, diputado, hicieron mucho en esta grande obra prestando grandes cantidades de plata y dinero para ella. Hicieron esta obra en este conuento los maestros Juan Roberto y Agustín de Soria el año de 1664. 31 Tachado: dos. Tachadas e ilegibles varias palabras. 32 Ytten un velo de tafetán carmesí con una berga y argollas de plata con que se cubre el Santísimo Christo quando está en las andas y hísolo la cofradía. Yten un palio negro de tafetán doble porque el que auía de lama se abrió y rompió, y de la plata que se sacó del palio de lama se hiso el nueuo. Yten un frontal de plata que hiço el maestro Juan Roberto. Costó cinco mil quatrocientos nouenta y siete reales, lleuó de manos mill y seiscientos y sesenta reales. Esta obra se hiço con mill pesos que dio de limosna el cappitán don Alonso de Llarena Lorenzo el año que fue esclauo mayor y mayordomo, que fue el de mill y seiscientos y sesenta y siete, y dio esta limosna por las fiestas que tubo obligassión de haçer y destos mill pessos además del frontal se compró un tributo de doçientos ducados al cappitán don Juan Castillo y Messa, como consta deste libro, y el resto consta de las quentas de cofradía. Aduiértasse que la sala de la madera, que seruía de vestuario en tiempo que auía comedias, que tiene la una puerta al compás y la otra a la laguna, es de la cofradía, y que por ella hizo la esclauitud una caualleriza donde oy se guarda la paja y el cauallo, como se verá en los libros del conuento; con que oy y siempre es de dicha esclauitud en que se guardan madera y demás trastos de la cofradía 33. Aumentos de las alhajas de la Cofradía del Cristo de La Laguna correspondientes al periodo en el que fray Sebastián de Sanavia ejerció como compañero de mayordomo (1674-1695). Hacia 1674-1695. San Cristóbal de La Laguna. Inédito. Archivo de la Esclavitud del Santísimo Cristo de La Laguna: cuaderno anexo al Libro de la fundación de la Esclavitud, ff. [3 r-5 v]. Avmentos del tiempo qve corre con la Confradía del Santísimo Christo como compañero de mayordomo nuestro muy reverendo padre fray Sebastián de Sanavia, padre desta santa provincia y su prouincial que fue. Corre con dicha Confradía desde el año de 1674. Primeramente un terno de media tela carmesí con ramos de plata que dio nuestro muy reverendo padre Sanavia al fin de su officio de prouincial. Ytten otro terno de tela blanca con ramos de oro que con solicitud de su paternidad muy reverenda dio de limosna el señor maese de campo don Esteuan Calderón; y para lo que faltó de guarniciones, alamares y forros suplió la cofradía quinientos y quarenta reales. Este terno no tiene frontal por tenerle de plata el altar maior. Ytten un velo de la misma tela. Ytten un estandarte de damasco negro para la processión del Viernes Santo, llevó quatro varas y media, costó a dies y ocho reales vara, ymportan ochenta y un reales. Al margen: Sala de madera. 33 REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 255-270 263 DOCUMENTO 2 Ytten capa y túnica de damasco violado para San Juan Euangelista, lleuó trese varas, costó a veinte reales vara, ymportan doscientos y sesenta reales. Ytten un docel de tela violado con ramos de plata y guarnición fina para el altar en que se pone la reliquia quando se baxa. Ytten un velo para el nicho de la misma tela, llevó el docel y velo sinquenta varas, costó a quatro pessos vara, ymportan mil y seiscientos reales; lleuó veinte y siete onsas de guarnición de plata fina, ciostó la onsa a siete reales y medio, ymportan doscientos y dos reales y medio. Más treinta y dos onsas de hilo de plata fina a dies reales onsa, ymportan trescientos y veinte reales. Esto es para los fluecos grandes y pequeños. Más media libra de seda violada en veinte y seis reales. Todas las quales partidas desde el estandarte de damasco negro ymportan dos mil y quatrocientos y ochenta y ocho reales y medio. Todo lo qual vino de España por quenta y riesgo de la cofradría, y para ello se buscó letra y se dio a dies por ciento de premio, que ymportó doscientos y quarenta y ocho reales. Más se gastaron ciento y ochenta reales en olandilla, lienso, sintas, gasto de officiales, tablas para el bastidor y docel, tachuelas y herrage; que junto todo ymporta dos mil nouecientos y dies y seis reales y medio que suplió la cofradría. Ytten un velo de rasso chorreado que dio el señor capitán don Mathías Machado, y con el aforro que era de tafetán carmesí se aforró el sagrario del altar maior. REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 255-270 264 Ytten dos alfombras, una grande que dexó el señor don Gerónimo de Quiñones, capitán general que fue destas yslas; y otra pequeña que solicitó nuestro muy reverendo padre fray Sebastián de Sanavia. Ytten unas puntas grandes de pita para todo el altar maior que dio la señora doña Graçia Perera. Yten otro corte de puntas finas de filigrana que dicen, para todo el altar maior. Yten otro corte de puntas aún maiores que están puestas en el frontal de tela carmesí. Ytten se hizieron dos alcachofas de plata que están delante del nicho del Santo Christo, de a seis luces cada una, las quales pessan ciento y veinte onsas; destas fueron quarenta y nuebe onsas y quatro adarmes que tenían las buxías viejas. Y dies y seis onsas de un candelero de plata que tenía la cofradía. Y veinte onsas de plata que estaban en poder de la señora Francisca del Valle. Y dies onsas que tenía la señora doña Francisca Guerra, conque la cofradría suplió las veinte y sinco onsas y quatrocientos reales que se dieron por la hechura al maestro Juan Roberto, con más quarenta reales que se gastaron en hyerros largos y torneados en que están dichas buxías, que monta por todo lo que suplió la cofradría seiscientos y quarenta reales34. [/3 v] Ytten quatro ramos de talco que a solicitado nuestro muy reverendo padre Sanavia, sin otros muchos que tiene la cofradría 35. Al margen: Bujías de plata. Al margen: Ramos. 34 35 Ytten se doró el remate del retablo del altar maior para lo qual se compraron tres millares de oro en quatrocientos y ochenta reales, y de manos y otros gastos doscientos y dies; que juntos hazen seiscientos y nouenta 36. Ytten se dieron doscientos reales a 37 Domingo de Armas por la parte de las costas que debía pagar la cofradía por los citios de Santa Cruz38. Ytten se hizo todo el nicho del Santo Christo de plata, la qual pessó ciento y sesenta y quatro marcos, seis onsas y dos adarmes, que hazen dies mil quinientos y quarenta y sinco reales. La hechura desta obra ymportó quatro mil doscientos y ochenta y tres reales y medio, a veinte y ocho reales el marco; hízola Juan Roberto y Sebastián Castellano. Ymportó la carpintería, madera, hyerros y el ajuste de toda esta obra quatrocientos y ochenta reales, que todo ymporta quinze mil trescientos y ocho reales y medio, los quales suplió el señor don Matheo Velasco (que Dios perdone) quando fue esclauo maior, que fue el año de 1676. Y por ser tan considerable la limosna suplió la cofradría el fuego de la fiesta del día del Santo Christo, las pipas y demás costos, que fueron dos mil y quinientos reales. Y assímesmo suplió la dicha cofradría todo el costo de la pintura del nicho, con la madera, herrage y lo que se le dio a Juan Gonsales, que todo ymportó mil ciento y quarenta y dos reales, que viene a ser este gasto con el de los fuegos, pipas y demás costos tres mil seiscientos y quarenta y dos reales39. (Asiento tachado). Ytten se hizo un sagrario de plata que coge todo el altar maior, con unas andas de plata que tiene dentro en que se lleua la custodia, y toda esta obra hizo de costo dies y ocho mil quinientos y sinquenta y siete reales. Tiene de plata onse mil quatrocientos y quarenta y nuebe reales. Y lo restante, que son siete mil ciento y ocho reales, fueron de hechuras, de manos de Juan Gonsales, de hierros y de otras menudencias necessarias para esta obra. Dexó un legado el señor don Matheo Velasco de doze mil reales que se pagaron en ditas, menos cien reales que se quedaron por cobrar, y sinquenta reales que se gastaron en costas de las cobransas, con que el resto, que son seis mil quinientos y sinquenta y siete los a solicitado prestados nuestro muy reverendo padre Sanavia por que esta obra se acabasse, los quales va pagando la cofradría41. Ytten a ympuesto su paternidad muy reverenda en tributos tres mil reales, dos mil en Carlos de Mor y mil en el Valle en Domingo Gonsales y María Francisca, su muger42. Ytten se hizo un frontal de plata que solicitó su paternidad nuestro padre Sanavia con el señor marqués de Villanueva del Prado, don Alonso de Nava, y tiene de plata ciento y dos Al margen: Retablo. Una palabra tachada. 38 Al margen: Costas. 39 Al margen: Nicho del Santo Christo. 40 Al margen: Credencias. 41 Al margen: Sagrario. 42 Al margen: tributos. 36 37 REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 255-270 265 Ytten se hizieron dos credencias plateadas, que de hechura, plata y manos hizieron de costo ochocientos y quarenta y sinco reales40. marcos y onsa y media, que a sesenta y quatro reales el marco ymportan seis mil quinientos y quarenta reales, y las hechuras a veinte y seis reales el marco ymportaron dos mil seiscientos y sinquenta y seis reales, con más trescientos y sinquenta que se dieron al maestro Juan Gonsales por hazer dicho frontal de madera, ajustar y clauar la plata, que todo él hizo de costo nueue mil quinientos y quarenta y seis reales43. Ytten se hizo una cetra de plata con su hisopo grande y tiene de plata ochenta y seis onssas que hazen dies marcos y seis onsas, y reales hazen seiscientos y quarenta; la hechura a veinte y seis el marco ymportó doscientos y ochenta reales, que por todo son nouecientos y veinte para esto recibió nuestro padre Sanavia de la madre Santiago quarenta onssas de plata, por lo qual está el conuento obligado a celebrarle la fiesta de nuestro padre San Francisco el domingo ynfraoctavo en las monjas. Más recibió veinte y siete onssas de dos platillos que dexó nuestro padre fray Luis de Silua, y nuebe onssas y media de una tachuela y tres cucharillas que assimesmo dexó su paternidad que hazen setenta y seis onssas con que las dies onsas de plata que van de más suplió nuestro padre Sanavia44. Ytten unas puntas de filigrana para el púlpito45. [/4 r] Ytten tres albas que quedaron por muerte del padre diffinidor Subtil. Tres amittos, tres síngulos de seda, los dos con borlas de hilo de oro, una bursa y dos pares de corporales, purificadores y cornisuelos. Destas tres aluas aplicó nuestro muy reverendo padre Grimaldo, siendo provincial, las dos dellas a la sacristía deste conuento. REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 255-270 266 Memoria del costo que hizo el dozel que mandó traer de España el muy reverendo padre fray Sebastián de Sanavia para el Santísimo Christo en este año de ochenta y tres, el qual vino por mano de Bernardo de Faut y por sus manos se pagó46. Primeramente quarenta y tres varas de tela para dicho sitial a ciento y dies y ocho reales la vara: 5074. Yten treinta y seis onsas de hilo de oro de Milán para el fleco a dose la onsa: 432. Yten setecientos y quince reales y tres quartos que importa el premio de poner el dinero en España por letra dada por Duarte Flauel sobre Diego de Hoos sobre cinco mil quinientos y seis relaes a treze por ciento: 715 ¾. La encomienda se hizo de limosna. Yten dies y ocho varas de olandilla ancha para el aforro del sitial a tres reales vara: 054. Yten treze varas de dicha angosta a dos reales y dos quartos: 29 2/4. Yten quatro onsas de seda carmesí a quatro reales: 016. Al margen: frontal de plata. 9546. Al margen: Cetra de plata. 45 Al margen: Puntas. 46 Al margen: Dozel. 43 44 Yten dos libritos de oro con que se doraron los váculos y serpientes de onde penden las vuxías en catorze reales: 014. Yten tres piesas de sintas de hilo para el sitial a tres reales y medio: 010 ½. Yten quatro varas de contracrea a real y medio: 006. Yten ochenta y quatro reales de la hechura del fleco grande y pequeño: 084. Yten catorze varas de tafetán carmesí de casa doña Francisca Guerra a siete reales: 098. Yten treinta y seis reales de tablas y hechura del vastidor. Yten veinte reales de los gastos de los oficiales: 020. (Suma:) 6589 ¼. Memoria del costo del terno morado que mandó hazer nuestro muy reverendo padre Sebastián de Sanavia para el Santísimo Christo; y velo de su altar del mesmo damasco morado por orden de los caualleros esclauos, los quales an todos aiudado a todas estas obras con lo que an podido. Primeramente ochenta varas de damasco morado tinta en grana a dies y ocho reales vara47. Yten sesenta y nuebe onsas de guarnición de oro fino a siete reales y medio suman quinientos y dos reales. Más de hilo de oro para los alamares tres onsas a razón de dies reales la onsa. Más de derechos de la aduana de Cádiz y despacho de Seuilla ciento y veinte y nuebe reales. Más sesenta varas de tafetán en que se aforró todo el terno a seis reales vara. De entretelas, como son presilla, olandilla y hilo de diferentes colores, quarenta reales. De las hechuras a lleuado el oficial setenta reales, que todo corrió por mano de Sebastián Moreno. Este terno fue todo entero sin que le faltasse cossa y de más a más frontal y velo del Santo Christo, y así mesmo quatro casullas48. [/4 v] Yten se hizo una peana muy bien obrada, la qual lleuó de plata seiscientas y treinta y nuebe onsas de plata, que hazen cinco mil ciento y doze reales: 511249. Al margen: terno morado. Al margen: Casullas. 49 Al margen: Peana. 47 48 REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 255-270 267 Más catorze onzas que se compraron a Bernardo de Faut por auer faltado de la que vino de España, a razón de ocho reales. Y de manos lleuó el messo (sic) Juan Roberto dos mil quatrocientos y setenta y quatro reales, a treynta y dos reales el marco: 2474. De los dibujos, cien reales que se dieron al maesso Christóual de Quintana, fuera de mi atención, de los quales pagó el maesso Juan Rouerto la mitad, y por clauarla llevó Antonio de Orta setenta reales; y por hazerla de madera, y asimesmo la Cruz, poniendo de su parte toda la madera y herrage que hubo menester, lleuó quatrocientos y veinte y cinco reales: 545. Con que ha hecho de todo costo la dicha peana hasta oy, veynte y tres de diziembre de ochenta y quatro años, ocho mil ciento y treinta y un reales. (Suma:) 8131. De la cruz se dará quenta en acabándose. Cruz de plata. Hízose la cruz de plata correspondiente a la peana, la qual a lleuado según consta de la firma del maesso Juan Rouerto, ducientas, digo, trecientas y veinte y ocho onsas y onse adarmes de plata, que hazen marcos, quarenta y dos, y reales dos mil seiscientos y veinte y nuebe reales y medio; y de sus manos lleuó el maesso Juan Rouerto por las hechuras, a treinta y dos reales cada marco, que hazen mil trecientos y quarenta y quatro reales. Las quales dos partidas de plata y hechura hazen tres mil novecientos setenta y tres reales y medio: 397350. Yten se compraron nuebe varas de damasco carmesí a veinte y ocho reales vara para la mesa y mangotes con más ocho varas de contracrea a real y medio vara, en parte se aforraron51. REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 255-270 268 Más quatro ramitos que lleua la peana, que costaron ocho reales cada uno52. Yten más quarenta reales que lleuó el maesso Antonio por clauarla, con más ocho tablas de pinauete de que se hizo una caxa en que se guardan ambas cruzes con su escudo y llaue, que todo hizo de costo treinta y dos reales; y suman estas partidas todas trecientos sesenta y ocho reales: 36853. Cruz de madera. Más se hizo se hizo según la cruz de madera morada en que sale la reliquia el Viernes Santo, y se le dio al maesso Juan Gonçález por la madera y hechura ciento y cinquenta reales: 15054. (Suma:) 4 491 ½. Estas quatro partidas como son el dozel, la peana y cruz, y el terno que todo según consta destas sumas importan veinte y un mil nobesientos y doze reales y cinco quartos se an hecho con las limosnas siguientes, es a sauer. Al margen: Cruz de plata. Al margen: Damasco. 52 Al margen: Ramos. 53 Al margen: Caxa de madera. 54 Al margen: Cruz de madera. 50 51 [/5r] Con quatro mil reales que por la ynttenzión de la señora doña Gracia Perera dio al síndico el reverendo padre fray Balthazar Perera en tiempo que fue guardián deste conuento, como confessor y albaçea de dicha señora, para que se impussiessen parte de ellos en tributos y se dijesen los nombres los días de fiestta por el alma de la dicha doña Gracia Perera, con un responso canttado al fin de cada uno, con prestte y acólitos, como se acostumbran deçir, y la otra parte que restare la dio para los gastos de çera y azeytte, o para lo que pareçiera mejor y más deçente a la perçona que corriesse con el gasto de la Cofradía del Santísimo Christo: 4000. Yten más tres mil reales que el señor marqués de la Breña, don Christóual de Albarado Bracamonte, esclauo desta santa ymagen, libró sobre el capitán Joan Manuel Delgado, síndico deste dicho conuento, de restto de quentas entre los dos, pues aunque su señoría libró tres mil treçientos y quarenta reales no se cobraron más que los dichos tres mil reales por auer mostrado el dicho señor síndico era líquido esto que se deuía: 3000. Yten más mil reales que el señor don Diego de Albarado Bracamonte libró sobre la señora doña Gracia Lercaro en préstamo, que hizo su señoría a dicha señora estando en Madrid, pues aunque fueron mil y duçienttos los que su señoría libró los doçientos reales se perdieron en una libranza en que estos mis se cobraron: 1000. Yten más quatrocientos reales que dejó el lizenciado Canales al Santísimo Christo en Madrid, y aunque eran quinientos los que dejó se dieron de limosna al conuento los sien reales por auer venido esta manda dudosa pagolos el señor don Juan de la Torre: 400. Yten çien pesos que en Yndias dejó al Santísimo Christo deste conuento Marcos Hernández, natural destas yslas, que los entregó en Seuilla Miguel Sánchez Girón: 800. Yten más duçientos ducados que dejó en su testamento el señor marqués de la Breña don Diego de Albarado Bracamonte en Madrid, y los pagó en esta çiudad por su señoría el señor don Simón de Herrera y Leyba: 2200. Yten más dos mil reales que dio de limosna el señor don Esteban de Llarena y Calderón el año de 1681 que fue esclauo mayor desta santa ymagen y por su merced los pagó el señor don Simón de Herrera y Leyba: 2000. Yten más dos mil reales que entre los amigos y personas debottas desta santa ymagen a solicitado nuestro muy reverendo padre fray Sebastián de Sanauia y se los an dado con ynttenzión de que su paternidad los gaste en alhajas del Santísimo Christo: 2000. Que con los diez y siette mil que importtan las partidas de arriua hazen diez y nueue mil reales: 19000. Y todo esto se deue a la solicitud y cordial deuoción de nuestro muy reverendo padre Sanauia. [/5 v] Yten se compraron veinte y quatro baras de felpa con que se vistió la ymagen de la Soledad que sale en la proçessión del Viernes Santo, que costó la vara a veintte y çinco reales, REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 255-270 269 Yten más tres mil reales y seiscientos reales que dio la señora doña Marina Fonte en La Orottaua por el doçel y velo que tenía el Santísimo Christo ya ussado con que se ayudó a comprar el doçel nueuo: 3600. que hazen seiscienttos reales, que solicittólos nuestro padre Sanauia entre los debottos y caualleros esclauos: 60055. Yten más se han hecho seis candeleros de plata del tamaño y de la ygualdad de los otros seis que tenía la cofradía, y an lleuado todos seis sinquentta y nueue marcos y medio que hazen onzas quatroçientas y setenta y seis, y dicha obra se a hecho con la platta que tenía la peaña vieja que tenía el Santíssimo Christo antes que tuviera la que oy tiene, y con la mitad de la plata que tenía la cruz y la otra mittad quedó clauada en la misma cruz que está en el nicho en que está la santa ymagen; y auiendo pessado el maestro Juan Rouerto dicha platta de peana y media cruz, según consta de su firma, que está en el cuaderno viejo halló auer pessado quinientas y settenta y dos onssas, con que rebajadas dichas quatroçientas y settenta y seis onssas restan nouenta y seis onssas de plata; y se pagó al maestro Juan Rouerto el marco a veinte y dos reales con dicho resto, que ymporttan settecientos y sessentta y ocho; y el resto que ba que se debía al maestro Juan Rouerto, que son quinientos y treinta y dos reales, los an suplido los deuotos y la solicitud de dicho nuestro padre Sanauia, que esta obra se hizo o fenezió el 16 de agosto de 168656. REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 255-270 270 Yten más dos belos de la China que dio el padre prior fray Miguel Garçía. Hiziéronse unas gradillas nueuas para el Santísimo Christo, las quales tienen tresçientos y dies onssas de platta, para lo qual se valieron de las gradillas viejas que tenía la santa ymagen por ser pequeña fue necessario valerse de quatro pebetteros que tenía la santa ymagen, los quales se comuttaron al señor don Francisco Varona siendo general destas yslas, y pessaron todos quatro quatro libras de plata menos ocho onssas, con más sien reales que tenía la cofradía en pedazillos y cortaduras de platta, de manera que por todo hazen la cantidad referida de trecienttas y diez y seis onssas, con que el valor de la hechura, que importó mil reales, los a suplido la cofradía con la soliçitud de nuestro muy reverendo padre Sanauia, a quien y a su deuoçión se debe todo57. Yten más queda un perfumador de platta que ymbió de Yndias Carrillo, en tiempo de nuestro muy reverendo padre fray Juan de San Francisco58. Yten más un velo de felpa morada bordado de ramos de oro que costó seiscientos y treinta y dos reales, los quales suplió la cofradía59. Al margen: Vestido de la Soledad. Al margen: Candeleros nuebos de plata. 57 Al margen: Gradillas nueuas, año de 1689. 58 Al margen: Perfumador. 59 Al margen: Velo morado, año de 1693. 55 56 Marcelo Wirnitzer, Gisela (coord.) (2015): Traducir la historia desde diferentes prismas. Las Palmas de Gran Canaria: Universidad de Las Palmas de Gran Canaria-Servicio Publicaciones y Difusión Científica. ISBN: 978-84-9042190-1. Pese al largo camino recorrido ya por la Traductología y la Historia de la traducción, es interesante comprobar que aún quedan parcelas por explorar desde la investigación. Una de ellas es, sin duda, la traducción de textos históricos o relativos a la historia en toda su amplitud. El libro coordinado por Gisela Marcelo arroja luz sobre esta cuestión desde la perspectiva y especialidad de varios autores, cuya visión colectiva se ve consolidada y enriquecida con la aportación de un historiador que pone de relieve la necesidad de la traducción y los problemas que le son inherentes. Concebido como un viaje por diversos ámbitos del pasado, el libro se compone de siete capítulos que miran a la traducción desde diferentes ángulos. Abre el volumen Juan José Díaz Benítez con «La traducción de documentos históricos desde la perspectiva del historiador» (pp. 11-35), incidiendo en la necesidad de consultar fuentes históricas en idiomas que no siempre se dominan y en las dificultades que entraña su traducción. En un ameno recorrido por la historiografía, desde la Antigüedad hasta el siglo xix, cuando la Historia adquirió rango de disciplina científica, Díaz Benítez alude a casos en los que intervino la traducción. En este sentido ejemplifica la necesidad de examinar documentos de todos los bandos involucrados para el estudio de la política exterior española durante la Segunda Guerra Mundial, concretándolo en lo tocante a las Canarias. Para ello, el historiador no podrá prescindir de la aportación aclaratoria de las traducciones, como señala acertadamente Díaz Benítez, que añade que ante los numerosos escollos encontrados, háblese de la enrevesada terminología militar u otros aspectos que necesitan ser desentrañados por un especialista, el traductor deberá recurrir a la ayuda de un historiador para resolver acertadamente sus dudas. En el segundo capítulo, «Traducir y calificar para la Inquisición» (pp. 37-97), Marcos Sarmiento Pérez ofrece una muestra de las traducciones y calificaciones (entendidas aquí como informes emitidos en español sobre el contenido de textos escritos en otro idioma) frecuentes en la actividad inquisitorial. Atendiendo al espectro geográfico, ideológico y lingüístico en el que intervino la Inquisición española, analiza ocho textos ubicados entre 1525 y 1775, de los ámbitos luterano, mahometano e indígena de los tribunales de Canarias, Sevilla, Cuenca, Valladolid, Valencia y México (al que pertenecía Filipinas). Entre otras cuestiones, el autor dilucida cómo llegaban los textos a la Inquisición y la situación que originó su necesaria traducción, pero también las estrategias de los traductores, así como las normas que regulaban sus intervenciones. Cabe añadir que el trabajo se enriquece con imágenes de los textos procedentes de varios archivos nacionales y extranjeros, un aspecto al que será sensible el lector por su valor testimonial histórico y diacrónico. El tercer capítulo, «Alcance y límites de la documentación histórica para traducir literatura de viajes sobre Canarias (el caso de los viajeros decimonónicos de lengua alemana)» (pp. 99175), de José Juan Batista, Encarna Tabares y Elia Hernández, aborda otro aspecto novedoso: la documentación focalizada en las fuentes (que los autores denominan, en alemán, Quellenforschung) de las que se nutre la literatura de viajes relativa a Canarias, en particular, la de viajeros REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 271-273 271 RESEÑAS REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 271-273 272 decimonónicos germanoparlantes. Parten los autores de que, desde la venida de Humboldt a las Islas en 1799, casi todos los viajeros de lengua alemana que escribieron sobre ellas reprodujeron, en mayor o menor medida, obras anteriores, traduciéndolas (o copiándolas) del español o del francés, por lo que el traductor se enfrenta con una retrotraducción, una labor que requiere considerar las mismas fuentes que el viajero consultó y tradujo en su momento. Este argumento lo ejemplifican en textos de ocho viajeros que visitaron Canarias entre 1799 y 1909, evidenciando no solo que determinados aspectos serían muy problemáticos, cuando no imposibles, de traducir cabalmente sin la consulta de la fuente original, sino que esa labor permite además fijar el texto alemán a menudo con defectos de forma y contenido. Aplicando criterios de documentación próximos a los de Batista, Tabares y Hernández, en el cuarto capítulo, «Las Actas del Consejo de Gobierno de la Politécnica de Zúrich como fuente para la traducción de los textos de una expedición a Canarias en 1908» (pp. 177-194), Xavier Lee aborda dificultades traductológicas en textos resultantes del viaje que realizaron docentes y estudiantes de la institución suiza: incorrecciones, contradicciones, presuposición de conocimientos que escapan al lector actual, etc. De forma clara ilustra cómo las soluciones se han de buscar en las Actas de la Politécnica y, con el lector hispanohablante en mente, desenmaraña, entre otros, problemas de nomenclatura o de onomástica, logrando recomponer muchos de los nombres y apellidos que aparecen incompletos en los textos de partida. El quinto capítulo, «Traducción y comentario traductológico de los Informes Consulares Británicos sobre Canarias (1921-1931)» (pp. 195-303), responde a un trabajo de Isabel Pascua Febles. Corresponden al comentario las pp. 195207 y las restantes a la traducción de los Informes de dos de los cónsules británicos en las Islas: T.J. Morris, en 1921 (pp. 209-245), y John P. Trant, en 1931 (pp. 247-303). La traducción es obra también de Pascua Febles, que ya en 1992 había cotraducido los primeros Informes Consulares Británicos sobre Canarias (1856-1914). En su comentario explica la autora cómo procedió a la vis- ta de las dificultades deparadas por la traducción: estilo literario de la época, tecnicismos, léxico hoy en desuso, equilibrio entre la extranjerización y la domesticación, pero también cuestiones relativas a monedas y medidas, topónimos, aspectos socioculturales, etc. Aunque no entramos aquí a valorar la traducción, sí subrayamos el interés del estudio realizado por la autora dentro de la línea de investigación puesta de relieve en esta obra colectiva. Corresponde el penúltimo capítulo, «La traducción de documentos nazis desclasificados setenta años más tarde» (pp. 305-337), a Gisela Marcelo Wirnitzer, que aborda textos (obtenidos del Bundesarchiv Freiburg im Breisgau, Alemania) sobre actividades de los alemanes en Canarias durante la Segunda Guerra Mundial y las dificultades que entraña su traducción. Precede al análisis una interesante reflexión en torno a la función que sobre el receptor tuvo el texto meta en su momento y la que tiene ahora el texto traducido, asumiendo que la función de un texto meta es específica de una determinada situación (en este caso contextualizada en la Segunda Guerra Mundial). No obstante, pese a que la perspectiva del traductor —aquí la propia Marcelo Wirnitzer— difiere sustancialmente de la de los autores de los textos, no se pierde de vista la reproducción más exacta posible de estos en la traducción. Desde estos supuestos, la autora analiza y resuelve obstáculos traductológicos de variada índole: abreviaturas, enrevesadas estructuras sintácticas, erratas, lenguaje telegráfico, especificidades del lenguaje militar, etc. Como también apuntan acertadamente en su trabajo Batista, Tabares, Hernández y Lee para otros ámbitos, se evidencia la necesidad de recorrer tortuosos vericuetos para sencillamente fijar el texto antes de su traducción. Pone el broche final Lía de Luxán Hernández con «La traducción en la historia y la historia en la traducción. El contrato del asiento inglés» (pp. 339-362), sobre las traducciones en el marco del acuerdo hispano-inglés de 1713 —Asiento de negros— por el que la compañía británica South Sea Company asumía la introducción de esclavos africanos en la América española. Las relaciones diplomáticas, fraguadas en español, francés, inglés, latín y un quinto idioma cifrado, para asuntos más confidenciales, produjeron Para concluir: Traducir la historia desde diferentes prismas nos parece un libro novedoso, que además está esmeradamente editado y, digámoslo sin reserva, avalado por el dictamen favorable en un proceso de evaluación externo. Damos la enhorabuena, por tanto, a la coordinadora, a los autores colaboradores y al Servicio de Publicaciones y Difusión Científica de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. Marie-Claire Durand Guiziou Recibido: 16-9-2015 Aceptado: 17-3-2016 REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 271-273 273 copiosas traducciones que Luxán Hernández ejemplifica en la traducción de una carta y un informe, con un comentario crítico. Interesa asimismo su reflexión teórica en torno a la traducción histórica, que concibe desde una triple consideración: como disciplina, como estrategia —contemplada en cuatro ramas: traducción documental, instrumental, arcaico-documental y docu-instrumental— y como revisionismo histórico; en relación con las etapas históricas en las que la traducción ha acompañado al hombre. Es de resaltar la variedad de fuentes archivísticas consultadas por la autora. REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 274-276 274 Galante Gómez, Francisco José: Una iglesia cerca del Cielo. Fuerteventura: Ilustre Ayuntamiento de Pájara, Patrimonio Cultural de Pájara, Colección Chilegua, 2015, 120 pp. ISBN: 97884-608-2024-6. Una iglesia cerca del Cielo, se ha publicado con motivo del primer número de la «Colección Chilegua», proyecto ideado y dirigido por el Catedrático de Historia del Arte de la Universidad de La Laguna, Francisco Galante Gómez, también profesor invitado en la Universidad Católica de Lovaina (Bélgica), gran conocedor del patrimonio histórico-artístico de Fuerteventura, que en varias ocasiones ha dedicado esfuerzos a su puesta en valor y conocimiento, y que esta vez aborda el estudio de la iglesia parroquial de Nuestra Señora de Regla, en el municipio de Pájara. Dicha colección se plantea como un conjunto de libros de viaje, cuyo máximo propósito es el de la divulgación del patrimonio cultural de la localidad majorera, pero siempre desde una perspectiva científica. Debido al alto porcentaje de población de múltiples nacionalidades, temporal y estante, la publicación se presenta en tres idiomas (español, inglés y alemán), siendo reflejo de una realidad heterogénea y diversa. Comienza definiendo tipológicamente la arquitectura del templo, la cual define como un «conjunto que sobresale por su diversidad de volúmenes debidamente agrupados y por la concordancia con las características que definen a la arquitectura canaria» (p. 18), las cuales son la sensación de extremada solidez, propia de la arquitectura popular sacra isleña, el uso de elementos para el contrarresto de las cargas del edificio (estribos y contrafuertes), la textura rugosa y ondulante, o la escasez de ventanas. Presenta dos naves diferenciadas con sus respectivas cabeceras: la principal, donde los volúmenes cúbicos se diferencian en altura, y la del Evangelio con tres secuencias de diversas medidas y proporciones. La máxima altura la alcanza la torre, con sus correspondientes campanas guarecidas en espadañas. Al interior, nos encontramos con una iglesia de dos naves, cuya entrada a las cabeceras se realiza a partir de sendos arcos apuntados. Arcos de medio punto dividen ambas naves y descansan sobre columnas de fustes lisos y basas rectangulares. De enlucido blanco y sin capillas colaterales, el efecto diáfano se acrecienta, generando «perspectivas continuas y prolongadas» (p. 61). Mención aparte merece el baptisterio situado en la primera sección de la torre, a nivel del resto del edificio, que aún conserva restos de la primigenia nervadura octogonal. Los yacimientos de cantería que posibilitaron la construcción están relativamente cercanos, en los barrancos de Tabaidejo, Garcey, Biocho y Amanay. Las cubiertas siguen la tradición lígnea y mudéjar imperante en el Archipiélago, cubriéndose las naves con armaduras de par y nudillo, a lima bordón, con la decoración relegada a los tirantes y cuadrales calados, y las limas con detalles volumétricos a modo de lengüetas. Las armaduras de sendas cabeceras son a cuatro aguas y a lima bordón, con la diferencia de que en la correspondiente al retablo de la Virgen de Regla, la decoración aparece tallada, mientras que en el caso del retablo de la Virgen Dolorosa, la techumbre presenta policromía en blanco, azul y rojo, aunque los motivos geométricos son los mismos y la localización es idéntica (los frisos que conforman el durmiente o solera y los cuadrales dobles o calados). Haciendo uso de una exquisita selección fotográfica, tanto de vistas generales como de detalle, el profesor Galante Gómez articula un estudio que plantea el análisis de todos los aspectos arquitectónicos externos, centrándose en la rica y llamativa portada principal que, según sus propias palabras, «constituye uno de los elementos más paradigmáticos de la arquitectura en el Archipiélago y, por ello, un hito arquitectónico de enorme trascendencia que valora las múltiples referencias en las que se mueve la Historia del Arte en Canarias» (Galante Gómez, Francisco. «La Iglesia de Nuestra Señora de Regla: un edificio con honores» en Pájara. Territorio, Memoria, Identidad. Fuerteventura: Ilustre Ayuntamiento de Pájara, 2011, pp. 387-413). A modo de fachada pantalla, el autor resalta cada uno de los detalles iconográficos tallados en ella, asociados éstos «con los elementos de la Naturaleza y con representaciones zoomorfas, animistas y materiales, con una fuerte carga simbólica espiritual y cosmogónica» (p. 29). Entre los motivos existentes, ña, que debajo de los ropajes presenta el cuerpo policromado en azul celeste, el anagrama de la Virgen María y la fecha de su hechura en 1752. Está custodiada por las imágenes de San Antonio de Padua (segunda mitad del siglo xviii) y un Cristo Resucitado, pieza clave en la escultura tradicional en Canarias. El Retablo de la Virgen Dolorosa está situado en la cabecera de la nave de la Epístola, finalizado en 1785, y es muy similar al definido anteriormente, salvo por los dos cuadros de los laterales con las imágenes de San Juan Evangelista y Santa Verónica y el cuadro que a modo de ático corona el conjunto y que muestra a María Magdalena abrazada a la cruz con los símbolos eucarísticos y de la Pasión, todos atribuidos al pintor y dorador Juan Bautista Hernández Bolaños, muy activo en Fuerteventura entre 1785 y 1792; el altar de tipo abullonado, la cornisa superior de corte ondulante y retranqueado, y la continuación los elementos de transición en el coronamiento del retablo, que se extienden por las paredes a modo de pinturas murales. La única escultura del conjunto es la de Nuestra Señora de los Dolores, imagen de candelero del siglo xviii, de tamaño menor al natural, sufriente expresión y pelo natural. El Retablo de las Ánimas del Purgatorio, en la misma nave de la Epístola, está integrado dentro de una estructura retablística barroca, el cual «constituye un ejemplo excepcional entre los cuadros de igual iconografía existentes en Fuerteventura» (p. 106). Realizado en torno a 1744, sigue el clásico esquema en tres franjas, donde la Santísima Trinidad asiste al pesaje de las almas, realizado por el Arcángel San Miguel y la Virgen María, mientras el resto de santos rodean a las figuras principales o intentan salvar a las almas que, de la más variada condición y estamento, piden clemencia acuciados por las llamaradas del purgatorio. Cierran el apartado de bienes patrimoniales, el Púlpito de madera dorada y policromada adosado a la pared del Evangelio, que se levanta sobre un estípite, con decoración diversa en los lados del ambón (el cordero pascual, el ave fénix, el pelícano, las espigas, la custodia y el cáliz) y con escalera de acceso. También destacan un Cristo Crucificado adosado a la pilastra hexagonal del crucero del templo, de factura tradicional, de REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 274-276 275 destacamos la cruz, la gracia divina (mujer alada y tocada sobre disco circular de haces lumínicos), el agua, la paloma, el corazón y la llave, símbolos de la integridad del ser humano, los leones rampantes que se arrastran sigilosos y vigilantes, rostros con penachos en las cabezas, el sol, las serpientes bicéfalas que muestran sus lenguas y el euroboros o serpiente ancestral que gira sobre sí misma y engulle la cola con su propia boca conformando un círculo. Resumiendo y en palabras de Galante Gómez, es «un cosmos ordenado que armoniza con los elementos de la Naturaleza y los sentimientos vitales, y las necesidades del hombre espiritual y religioso. La portada de Pájara se convierte en un símbolo total, una imagen alegórica de la iglesia, cuya lectura ejerce una influencia a quién accede al templo» (p. 55). A continuación, categoriza y define los retablos barrocos existentes en el templo, al igual que el cuadro de Ánimas y el resto de obras de arte que completan el inventario de los bienes patrimoniales de esta iglesia, aportando, en su desarrollo, información derivada de un estudio en profundidad del archivo documental del templo, dando muestras del buen hacer y la rigurosidad de la que siempre ha hecho gala el autor en todas sus investigaciones. El Retablo de la Virgen de Regla, situado en la cabecera de la nave del Evangelio, fue construido entre 1763 y 1764. La traza del retablo es de marcado raigambre arquitectónico, constando «de tres calles distribuidas entre columnas de estípites apoyadas con puertas de hojas de cuarterones, y aderezadas con singulares pinturas de motivos florales. En medio, un cuerpo central con amplio camarín para alojar a la imagen titular, flanqueado por hornacinas y aletones ribeteados de festones» (p. 75). La sucesión de elementos decorativos invade los paneles interiores de las hornacinas, rematándolas con inscripciones latinas inscritas en orlas. Un crucificado centra el entablamento superior y en el ático, una representación de Dios Padre en el interior de un medallón corona el conjunto. La imagen de la Virgen de Regla es de posible procedencia andaluza o de algún taller local, con influencias de esta región peninsular. Es una imagen de vestir, con delicada talla de cabeza y manos, mirada serena, nariz recta y boca peque- REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 274-276 276 mediados del siglo xviii, y el ornato litúrgico, fruto de las donaciones de familias de cierta rango económico y social, destacando la Lámpara que pende de la capilla de Nuestra Señora de los Dolores, de plata laboriosamente repujada, y una Custodia donada a la iglesia en 1711, elaborada en talleres isleños, «con profusión de elementos ornamentales de motivos florales, sobre todo constituida por varios cuerpos, entre los que destacan pequeñas asas en formas de cabeza de aves y un sol cuyos brazos alternan ejes derechos y quebrados» (p. 71). Con Una iglesia cerca del Cielo, el Catedrático de Historia del Arte de la Universidad de La Laguna, D. Francisco Galante Gómez, consciente de las posibilidades que tiene una publicación de este tipo, trabaja de manera pormenorizada cada uno de los bienes vinculado a la iglesia de Nuestra Señora de Regla, dejando así otro manual, de los tantos que jalonan y enriquecen su curriculum, y que trata, de manera exquisita, una de las joyas del patrimonio de la isla de Fuerteventura. Antonio Marrero Alberto Dr. en Historia del Arte Recibido: 7-3-2016 Aceptado: 17-3-2016 La escritora británica Agatha Christie (18901976) fue una prolífica autora de obras de misterio. Su producción bibliográfica es muy amplia y abarca toda una serie de títulos que han sido reproducidos en obras de teatro, películas, series, entre otros formatos. Una presentación sobre su trayectoria profesional resulta baladí en tanto que sus libros representan una de las aportaciones más significativas en el ámbito de la novela negra. Agatha Christie estuvo en Canarias en el año 1927, constituyendo su estancia en el Archipiélago prácticamente un enigma hasta la investigación desarrollada por el profesor universitario, investigador y escritor Nicolás González Lemus, autor de numerosas obras relacionadas con el origen y la evolución del turismo en el ámbito canario y la presencia de distintos viajeros en las islas a lo largo de su historia, realizando diversas investigaciones, estudios críticos, traducciones, conferencias y seminarios sobre el tema. En esa línea, González Lemus publica la primera edición de su obra en el año 2007 con el título Agatha Christie en Canarias. Un libro que surge con la finalidad de ordenar el poco material dedicado en las islas a la escritora británica, iniciando su investigación a partir del artículo de Jaime Rubio Rosales publicado en el periódico «La Provincia» en 1990, pues su autor recogió por primera vez diversos datos sobre la visita de Agatha Christie a las islas, tanto de Tenerife como de Gran Canaria. A partir de esa referencia, González Lemus realiza un exhaustivo análisis a través de diferentes fuentes documentales, valorando las aportaciones de diversos autores sobre el tema. El resultado representa una interesante y, por primera vez, completa visión sobre la estancia de la insigne escritora en Canarias, estructurando la obra a lo largo de cuatro partes. Durante el primer capítulo se exponen algunos datos biográficos e hitos significativos en la vida de la autora, tomando como referencia su Autobiografía, donde Agatha Christie recoge los acontecimientos vitales desde su niñez hasta 1965. Asimismo, durante el segun- do capítulo, González Lemus ofrece el contexto y la evolución de Agatha Christie en Canarias. En ese sentido, señala que la escritora británica «llegó a las Islas Canarias en el peor momento de su vida: estaba económicamente mal, había roto con Archibald y por ello estaba padeciendo una fuerte crisis emocional. Vino acompañada de su hija de 12 años Rosalind y su secretaria Charlotte Fisher». Su estancia en Tenerife transcurrió en el Puerto de la Cruz, esencialmente en el marco del majestuoso hotel Taoro, y fue en el contexto del núcleo portuense donde Agatha Christie terminó de escribir su novela El misterio del tren azul, pues «se veía incapaz de escribir la obra y tuvo que buscar un lugar tranquilo para acabarla, ya que se le atragantaba». La relación entre la escritora británica y el Puerto de la Cruz no terminaría ahí, pues acabaría ambientando la acción del relato corto «El hombre del mar» del libro El enigmático Mister Quin en La Paz del Puerto de la Cruz, anotando González Lemus que «es una obra claramente inspirada durante la estancia de Agatha Christie en la ciudad turística del Puerto de la Cruz, aunque sitúa la acción en una isla del Mediterráneo perteneciente a la turística Riviera, que tanto le gustaba a la escritora». Desgraciadamente, Agatha quedó decepcionada con el lugar ante «la ausencia de una playa de arena que le permitiera tenderse y por la imposibilidad de poder nadar dada la bravura de las olas». Un motivo que, junto al mal tiempo, influyó para su traslado a Las Palmas de Gran Canaria. Allí, se acabaría alojando en el hotel Metropole, participando en diversos eventos. Apunta González Lemus que «con los bailes que se solían celebrar en los salones del hotel Metropole comenzó Agatha Christie su relato corto» bajo el título «Una señorita de compañía», formando parte del libro Miss Marple y trece problemas. Según González Lemus, en «Una señorita de compañía» Agatha Christie quiso rendir tributo a la presencia de los diferentes médicos británicos que visitaron Canarias, difundiendo y promocionando las características únicas del clima canario a través de sus escritos, representando los verdaderos descubridores del potencial turístico del archipiélago que lograron expandir la imagen del escenario canario como un gran centro médico-turístico. La presencia de la escritora de misterio lograría que la imagen de «El Teide, el REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 277-278 277 González Lemus, Nicolás: Agatha Christie en Canarias. 1927: un invierno que cambió su vida. 2.ª edición. La Laguna: Nivaria Ediciones, 2015, 118 pp. REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 198; 2016, PP. 277-278 278 valle de La Orotava, Tenerife y Gran Canaria» se difundiera a lo largo de todo el mundo. La tercera parte de la obra incluye un capítulo íntegro de la Autobiografía, dedicado a su estancia en las islas, así como los escritos relacionados con la influencia de Canarias en la producción bibliográfica de Agatha Christie. En la cuarta y última parte del libro se ofrece una amplia relación de las obras literarias de Agatha Christie a través de su título original, título en español y año de publicación. En el año 2015, González Lemus presenta una segunda edición actualizada bajo el título Agatha Christie en Canarias. 1927: un invierno que cambió su vida, en el marco del 125 aniversario del nacimiento de la «Dama del Crimen», destacando la edición del formato bolsillo de Nivaria Ediciones, en el que se incluye una detallada introducción con datos inéditos y una amplia relación respecto al origen y desarrollo del Festival Internacional Agatha Christie en el Puerto de la Cruz, aportando toda una serie de referencias que permiten obtener una visión de la estancia en las Islas Canarias de la célebre escritora británica. Entre sus páginas, el lector puede recrear nuevamente el ambiente de Canarias en los inicios del siglo xx, ofreciendo González Lemus diferentes datos sobre la situación que presentaba el Puerto de la Cruz y Las Palmas de Gran Canaria en aquellos momentos, reflejando los símbolos que con posterioridad han recordado el paso de la escritora por tales lugares. De la lectura detallada de la obra se pueden obtener diversas consideraciones que nos permiten apreciar el impacto del archipiélago canario sobre Agatha Christie y, asimismo, el desconocimiento de su persona y obra entre la población canaria, a pesar de su incipiente fama en el ámbito anglosajón. En definitiva, una nueva aportación que permite valorar el significado y la trascendencia de la visita de Agatha Christie a Tenerife y Gran Canaria en 1927, profundizando en el legado de una novelista internacional. Coincidimos plenamente con el autor de la obra al afirmar que su investigación representa la «verdadera historia de la estancia en las Islas Canarias de Agatha Christie, una de las más grandes protagonistas de la novela negra de todos los tiempos». Javier Lima Estévez Graduado en Historia por la ULL Recibido: 3-3-2016 Aceptado: 17-3-2016 REVISORES Adolfo Arbelo García Juan Manuel Bello León Carlos Castro Brunetto Antonio Bethencourt Massieu Manuel González Jiménez Ángel Luis Hueso Montón Consuelo Naranjo Orovio Francisco Javier de la Plaza Santiago Alberto Vieira Ana Viña Brito Gerardo Fuentes Pérez Juan Sebastián López García Silvano Acosta Jordán M.a Teresa Pérez Bourzac José Manuel Rodríguez Pérez M.a Adelaide Miranda Adela Fábregas Myriam Serck-Dewaide Percival Tirapeli Informe del proceso editorial de la R evista de Historia Canaria 198, 2016 El equipo de dirección se reunió en las primeras quincenas de los meses de junio y julio, y en las quincenas de febrero y marzo de 2016 para tomar decisiones sobre el proceso editorial del número 198 de R evista de Historia Canaria. El tiempo medio transcurrido desde la recepción, evaluación, aceptación, edición e impresión final de los trabajos fue de 9 meses. Estadística: N.º de trabajos recibidos: 9. N.º de trabajos aceptados para publicación: 9 (100%). Rechazados: 0 (0%). Media de revisores por artículo: 2. Media de tiempo entre envío y aceptación: 4 meses. Promedio de tiempo entre aceptación y publicación: 12 meses Los revisores varían en cada número, de acuerdo con los temas presentados.