Desertificación: La catástrofe silenciosa

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Desertificación: La catástrofe silenciosa
TF | Raúl Torres Lugo
En la última década 22 millones de hectáreas de tierras fértiles fueron sacrificadas por la mano del hombre y el clima. El 65% de 200
millones de hectáreas que componen la nación, están degradadas de manera ligera, moderada, severa y extrema.
En la segunda década del siglo 21, la llamada catástrofe silenciosa, rompe el sigilo. La desertificación o degradación de la tierra aceleró su
labor destructiva: la sobreexplotación, el cambio de uso, el baño diario de inmundicia a que es sometida por el hombre la matan, ya no tan
lentamente, sin que nada ni nadie intente evitarlo.
El suelo cuya función en el planeta tierra es mantener un equilibrio biológico y ecológico en los ecosistemas, es degradado hasta morir y
ahora yace seco y hecho polvo, sacrificado por la inconsciencia de la humanidad que paradójicamente se alimenta de él.
Víctima de sus propios hijos, la tierra sufre por un consumismo y urbanismo desenfrenado; actividades humanas que transforman en una
enorme plancha de concreto su cuerpo y la incapacitan para dar vida de manera cada vez más rápida e inmisericorde.
Según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), el desenfrenado uso del suelo a través de los años por el ser
humano, lo ha llevado a convertirse en desierto; le propició una degradación grave y severa que actualmente amenaza con desterrarle la vida
a la cuarta parte del territorio mundial.
Este fenómeno en el orbe afecta directamente a más de 250 millones de personas y pone en peligro la vida de más de mil millones de
habitantes en alrededor de 100 países, al reducir la productividad de las tierras destinadas a la agricultura y la ganadería, advierte el
PNUMA.
Pero no sólo la degradación de la tierra mata de raquitismo a la humanidad. También propicia el desarrollo de virus y bacterias nocivas. Uno
de cada cinco europeos muere de enfermedades relacionadas con el medio ambiente, señaló la Organización Mundial de la Salud (OMS), en
el informe presentado durante el anuncio de la expansión del Centro Europeo para Ambiente y Salud de Bonn.
El estudio sobre las inequidades de salud ambiental en Europa, indica que ese tipo de padecimientos ocupa entre 14% y 54% de los
presupuestos de salud de las economías de la región.
Agrega el tratado que en muchos países del mundo la población pobre está expuesta hasta cinco veces más que los conglomerados más
favorecidos económicamente a los riesgos ambientales, lo que magnifica el problema, apunta entre sus páginas.
En el mismo sentido, el Secretario de la ONU se expresa en un informe dado en la sede del organismo al conmemorar el día de la tierra que
se celebra cada año en el mes de mayo desde 2011. «Este grave problema de hambre y enfermedades lo sufren hoy en día las poblaciones
que habitan las tierras áridas y semi áridas, las cuales representan más del 40% de la superficie terrestre», expone.
Por desgracia, indicó, este tipo de tierras albergan a millones de seres que se cuentan entre las más pobres del mundo y por ende, los más
vulnerables frente al hambre, pues a menudo dependen de estas tierras degradadas para subsistir. Son suelos en los que por lo regular, la
productividad ha caído por debajo de los niveles de sostenimiento.
CATÁSTROFE RUIDOSA
Todo lo anterior muestra que el fenómeno que mata a la tierra, llamado por el experto ambientalista de origen hindú Suaminata, «catástrofe
silenciosa», ya no lo es tanto. La degradada tierra ahora grita de dolor en espera de la medicina que le devuelva la salud y el vigor, para
seguir alimentando y dar cobijo a su principal enemiga: la raza humana.
Esta abnegada madre, expone, sufre inerte bajo un candente sol el ataque de varios virus: el paso del llamado progreso; el actuar de una
indolente sociedad ávida de consumo y la pasividad desesperante de gobiernos, enfermedades terminales que a pasos agigantados le
carcomen la piel y la pulverizan ciclo a ciclo.
De la misma manera inmisericorde, una agricultura carente de sistema y tecnificación la mata de hambre y sed, y un criminal llamado
progreso urbano, le colocan una losa de concreto en el vientre y la confinan en un sepulcro para la eternidad, asienta el experto en
cuestiones de suelo.
PANORAMA CRÍTICO
Ante este panorama crítico de cara al tobogán de la muerte, el 60% de la tierra que sobrevive en el mundo parece clamar por un poco de
comida y en especial de atención y cuidados de los habitantes del planeta en general.
Reclama la inversión económica, científica y tecnológica de las cadenas productivas. El conocimiento del hombre y particularmente de la
acción de los gobiernos, al sentir que se dirige sin remedio a perderse en la rampa de la total inutilidad.
La perspectiva presentada por los científicos y peritos de la tierra se antoja catastrófica, lo es, aseguran los expertos nacionales entrevistados
por Tierra Fértil. Sólo por poner un ejemplo, dicen, el 75% del territorio mexicano padece degradación grave y el 50% yace herido de muerte
de cara al astro que en su momento le dio vida y color.
A la fecha, documentan expertos nacionales, en el país mueren 400 mil hectáreas por ciclo agrícola y 24 millones de hectáreas se unieron al
desierto en las últimas dos décadas, lo que ya provoca gritos de dolor y hambre en ciertos estratos de la sociedad mexicana, en especial la
rural.
EL PEOR enemigo de la tierra, es su principal hospedero, el hombre
REFUERZO DE VIDA
Voces de defensa del suelo fértil han surgido muchas en el mundo. Ban Ki Moon, Secretario General de la ONU, prácticamente lo ha gritado
en distintos foros mundiales sobre el cuidado de la tierra: «quien refuerza las tierras de cultivo, también refuerza la vida» exclama.
Por desgracia, este grito de alerta no ha tenido ningún eco en el globo terráqueo. A la fecha, más de 110 países de todo el mundo ya sufren
problemas relacionados con la sequía y la desertificación.
De acuerdo a datos de la Asamblea General de las naciones Unidas (ONU), la degradación severa de la tierra, este virus moderno que la
mata de hambre y sed, afecta a la fecha 3 mil 600 millones de hectáreas agrícolas en el mundo, que significa el 25% de la masa terrestre.
Con esta mortal enfermedad, agravada por un peligroso deterioro medioambiental, la agricultura mundial sufre cada año la pérdida de entre
el 10 al 20% del total de nuevas hectáreas de áreas cultivables.
Lo anterior condena a los países, sobre todo los llamados del tercer mundo, a ver incrementada la problemática de tipo social e inestabilidad
política, y al suelo, a perder todo vestigio de vida y toda posibilidad de darla.
Y como era de esperarse, señala el líder mundial, la pérdida de nutrientes del otrora pródigo suelo, provoca mermas económicas anuales
superiores a los 40 mil millones de dólares en el mundo y lo más peligroso es que son cifras de alimentos que se dejaron de producir y
dejaron de nutrir adecuadamente a cerca de 12 mil millones de gentes en el orbe.
MÉXICO PELIGRA
En México, el problema se presenta igual o más grave que en el resto del mundo, externó el científico Juan Walterio Estrada Berg Wolf,
profesor investigador del departamento de suelos y Coordinador en el Manejo y Conservación de Suelos de la Universidad Chapingo.
De los 200 millones de hectáreas que componen el territorio nacional, el 75% manifiestan un alto grado de deterioro físico, químico y
biológico.
Dato que se encuentra plasmado en la tesis doctoral del investigador del departamento de Sociología Rural de la Universidad de Chapingo,
actualmente considerado una autoridad en el tema a nivel mundial. «En ese tenor he presentado la problemática del territorio nacional una y
otra vez desde hace una década ante diversos organismos y foros, entre ellos, al gobierno federal y la cámara de diputados con poco eco»,
expresa en entrevista.
Se ha repetido hasta el hartazgo, expone desde la capital mexicana, la problemática de tipo nutricional y social que causa la desertificación o
degradación de la tierra. Por poner un ejemplo, dice, hoy en día ya se ve amenazada en extremo la seguridad alimentaria nacional y sobre
todo, ha propiciado la inestabilidad social. De no atacar de inmediato la embestida de la llamada catástrofe silenciosa, puede aumentar de
manera considerable el caos social en el país, advierte.
Por desgracia, menciona, hasta ahora se ha carecido de éxito en la búsqueda de una solución por la carencia de acción de muchos.
Toda la tragedia agrícola causada por la sequía en el 2010 y 2011 en el país, se predijo en Chihuahua hace una década y nada se
estructuró para evitarlo, indica.
Y a pesar de que sufrimos los embates del cambio climático y que la tierra se sigue deteriorando día a día, los trienios y sexenios, caminan
más lentos que el deterioro del suelo que nos da de comer.
Actualmente, puntualiza, el 31.09% del territorio nacional está afectado por la erosión hídrica, el 82.46% por erosión eólica y un 3% por
salinidad, alude a datos de CONAZA, INEGI; SEMARNAT y La UACH, originados en 1993.
Las causas de la pérdida del suelo son muchas y muy variadas, afirma, todas derivadas del sistema económico actual que ha causado la
mayor degradación de la tierra en la historia.
A la fecha, señala, este régimen de vida ha provocado desde hace años, la disminución y la pérdida de la cubierta vegetal en los suelos
mexicanos con 7 perniciosas acciones: una, la tala y/o la quema de los bosques. Dos, el sobre pastoreo.
Tres, la agricultura de ladera sin prácticas adecuadas de conservación del suelo. Cuatro, la realización de reforestación sin plan de manejo
para la supervivencia de las especies sembradas.
Cinco, el uso de aguas de riego no aptas para la agricultura (salada y/o contaminada). Seis, la deforestación sin reemplazo forestal y siete,
las inadecuadas prácticas de labranza.
Como resultado de lo anterior, el 70% de los suelos del país manifiestan menos de un 1% de materia orgánica humificada del 5% que sería
lo óptimo para ser fértiles de acuerdo a estadísticas de la CONAZA.
Esta degradación de la tierra fértil es preocupante, indica. En la actualidad el 90% del territorio nacional padece de desertificación y un 65%
se encuentra con un grado severo o muy severo, es decir casi muerto.
Este lamentable estado en que está la tierra, significa que cerca de 124 millones de hectáreas han perdido más del 50% de su potencial
biológico original, o sea, producen menos de la mitad de lo que producían cuando fueron desmontadas.
Y algo más, agrega el científico de la tierra Estrada Berg Wolf, el tiempo ha demostrado que la falta de una organización dual, de establecer
una distinción entre agricultura campesina y agricultura empresarial, ha tenido una mala influencia para la agricultura nacional y para su
suelo.
Esta manera de actuar ha afectado a más de 4 millones 280 mil unidades de producción rurales existentes en México, las cuales el 82% son
minifundistas (más de 3 millones 500 mil unidades de producción).
Pero lo peor es que no existieran desde hace décadas y no existan políticas agrarias dirigidas a generar alternativas de producción hacia el
campesino, lo que ocasionó la desertificación de la parcela y la degradación cultural y económica del agricultor y su familia.
SI PARTIMOS de una degradación absoluta de la tierra, llevaría de 10 a 20 años activarla.
DOS TERCERAS PARTES MUERTAS
Lo lamentable, expuso el mismo científico ante el Congreso de la Unión al presentar una alternativa de desarrollo agrícola sustentable y
compatible para México en el 2003, es que de 30 millones de hectáreas agrícolas con que cuenta México, cuando menos 20 millones de
ellas han perdido su fuerza porque «ya no les ponemos vida, no les agregamos materia orgánica. Nos estamos quedando sin alimento, sin
soberanía, sin país», opina.
Hoy en día, la catástrofe silenciosa ya no lo es tanto, provoca gritos de dolor y hambre a los mexicanos, como resultado de la falta de cultura
ciudadana y gubernamental, de programas específicos y sexenales de la sociedad; en especial, de apoyo económico para revivir el suelo
mexicano.
Hoy la patria donde habitan más de 119 millones de mexicanos, sufre de escoriaciones severas en la piel y lo que es peor, sin medicina, sin
cuidados ni tratamiento, clamó.
EL HOMBRE, UNA PLAGA
Por su parte, otro científico preocupado por la tierra fértil que lo vio nacer; que lo alimenta y le da cobijo y que en la cruzada por revertir la
desertificación del suelo en México ha hecho equipo con Estrada Vherswolf, es menos trágico en sus comentarios, pero es contundente en
las afirmaciones.
Carlos Alberto Ortiz Solorio, científico del Colegio de Post Graduados, egresado de la Escuela Nacional de Agricultura con honores, apuntó
que en el caso de la desertificación en México, se habla de áreas que en la actualidad compiten con el desierto y que para mala fortuna va
del 45% al 75% y cada día crece en el territorio del país.
El también maestro en Ciencias en la rama de Suelos del Colegio de Postgraduados (COLPOS), agrega que muchos científicos le atribuyen
al clima este gran problema y otra corriente que parece la más adecuada, se refiere a la degradación del suelo como la catástrofe causada
por el hombre.
Lo que es una realidad, afirmó categórico el destacado profesionista, es que la sociedad defensora de la biodiversidad no sólo en México, ve
a la especie humana ya no como un aspecto homocéntrico sino como una plaga que depreda el entorno en que vive.
SEMBRAMOS CASAS
Coincidió con su condiscípulo de Chapingo en el concepto de que una de las causas de la muerte de la tierra en México y el mundo, es su
uso indiscriminado y el cambio de vocacionamiento.
«Le quitamos su vocación a la tierra y destruimos valles fértiles como el de México, Toluca, Guanajuato y Zapopan. Sembramos y
producimos casas en vez de alimentos», asentó.
EN 10 AÑOS AUMENTARA LA GARAVEDAD
A diferencia de los demás entrevistados fue cauto en sus respuestas y no quiso llamar catástrofe a la desertificación nacional. Pero si acepta
que, de no hacer nada de manera rápida, como espera que suceda porque la vista del gobierno y la sociedad está enfocada al
conglomerado humano urbano, estaremos en serios problemas en los próximos 10 años.
Agregó que no ve la perspectiva tan negativa en México. Según datos del estudio en el que participo hace 10 años a nivel nacional, que es
el que se toma como oficial, detalla que el daño actual del suelo en el país se manifiesta en el 45 al 75% del territorio nacional:
«Como el 45% del territorio es el que tiene severos problemas de degradación, significa que todavía no llegamos a la mitad», se conforma.
Pero para desdicha, reclama, la recuperación de la tierra, en caso que se decidiera atacar el problema porque actualmente sólo hay esbozos
de querer hacerlo, tardaría de tres a 20 años en regresarle la vitalidad.
«Si partimos de una degradación absoluta acotó, se llevaría de 10 a 20 años activarla. Pero aquí también hay grados. Uno podría decir que a
lo mejor en los primeros tres años se pudiera empezar a recuperar el suelo para la producción agrícola», indicó.
El problema es que cuando uno habla de 3, 6 o 10 años, este tiempo ya no da con los ciclos políticos, entonces al tener los tiempos políticos
ya preestablecidos, como por ejemplo un presidente municipal que quisiera apoyar en buena forma esto, definitivamente no vería frutos.
EL HUMANO ENFERMA LA TIERRA
Por su parte el científico del Centro Universitario de Ciencias Biológicas y Agropecuarias (CUCBA), dependiente de la Universidad de
Guadalajara, y experto en ciencias ambientales Arturo Curiel Ballesteros remarcó que, hay un proceso negativo en la conducta humana que
nos ha llevado a enfermar la tierra.
Primero, antaño dice, se hablaba de fertilidad del suelo y luego de calidad y ahora se habla de salud que me parece que es atinado ocuparse
inmediatamente de ello. Es decir, le hemos hecho perder la salud al suelo y tenemos que recuperársela, afirma.
«En los procesos de desertificación, se tiene que voltear la vista al suelo. Las medidas para detener este problema tienen que estar
visualizadas sobre cómo recuperarle la salud a este elemento tan importante para la vida, término que desde el año 1995 manejamos».
La tierra, señala el científico experto en medio ambiente y sustentabilidad, es el regalo que los seres hemos recibido de mayor valor de los
ecosistemas. «Gracias a este regalo, al hombre le fue permitido dejar de cazar o recolectar y desarrollar la agricultura, este descubrimiento
fue el primer gran salto de la humanidad».
Pero ahora el peor enemigo de la tierra es su principal hospedero. Su accionar lo tiene al borde de la muerte. Ahora languidece, postrada de
cara al sol en peligro de muerte. Muchos expertos, a esta situación de la tierra mundial le llaman «la catástrofe silenciosa», estoy convencido
que se encuentra en este esquema”, remarcó.
En concreto sentenció, ya está probado: la desertificación y degradación de la tierra, no es un problema de tecnología o de diagnóstico como
de restauración o de rehabilitación; lo que hace falta es cambiar de rumbo en la toma de decisiones en el crecimiento urbano, consumo y uso
de tecnologías.
Algo nada fácil por la forma de ver la tierra del ser humano, recalca. «El proceso ha sido continuo: empezamos con la agricultura, seguimos
con la urbanización, y continuamos devastando los bosques», acotó categórico.
Manchones o parches de agricultura y asentamientos humanos de infraestructura, matan el suelo. Por ejemplo: ecosistemas como los de
México, requiere que mantengamos parches de 30 mil hectáreas sin afectar, porque es lo que nos permite mantener toda la cadena atrófica
dentro de él.
El problema asienta, es que empezamos hacer cambios de uso de suelo, sin tener tomar en cuenta esto y de pronto en lugar de tener un
parche de 30 mil hectáreas, tenemos parches de 10 mil y el acabose, actualmente tenemos parches de menos de 10 hectáreas.
¿Por qué llegamos a este punto de deterioro de la tierra?, por ignorancia, no hay otra causa más importante, apuntó. Y eso le está costando
muy caro a la humanidad, porque se está cancelando la posibilidad de bienestar de generaciones futuras, eso es lo que estamos perdiendo
realmente a una velocidad muy alarmante.
¿ANTE ESTA CALAMIDAD, CUALES SON LAS EXPECTATIVAS DE NUESTRA TIERRA?
Tenemos que reconocer que nuestro discurso de la tierra está agotado, ahora debe ser dominante el ser racional. Es el momento de que la
humanidad de ese enorme brinco, en donde la parte de esa coherencia no sólo vea por el cuidado, la conservación y el aprovechamiento de
la tierra, sino que inicie todo un proceso de restauración, de regresarle la vida la vida al suelo.
Es a nuestra generación a la que le compete hacer eso, expresa. Para mala suerte, el tipo de tecnología que hemos estado impulsando a
que se adopte, también se agotó. Es necesario dar un nuevo salto a la humanidad, como el de hace 10 mil años referente a la agricultura.
¿PARECE QUE NO NOS AFECTA?
Si, así parece. Lo que pasa es que estamos acostumbrados a poner atención sólo a las amenazas que son agudas. Aquellas que se
manifiestan y vemos a la gente que cae muerta y no ponemos atención a las amenazas y a los riesgos crónicos como es el caso de la
desertificación.
En este fenómeno a lo mejor no ves que la gente cae muerta de inmediato, pero sin remedio, si vemos que caen continuamente las
condiciones de bienestar del hombre.
¿CUÁL ES LA PROYECCIÓN A 10 AÑOS SI NO SE DETIENE ESTA CATÁSTROFE?
Aunque muchos no lo crean, la degradación de la tierra camina rápidamente. Desde los años 70s el proceso degradante es dinámico, crece
a pasos agigantados. Todos los escenarios ecológicos del país han dejado de ser funcionales porque los eventos más críticos se han
presentado en este siglo.
Por todo esto, es claro que dentro de 10 años, las condiciones van a ser más dramáticas que ahora. Porque la problemática que ocasiona la
erosión, las lluvias intensas, heladas y la sequía en la tierra, es cada vez más grave.
Ante esto, hay varios escenarios. De aquí al 2100 por ejemplo, expertos predicen que tendremos escasez de alimentos. Desde hace cinco
años se puso la alerta a nivel mundial por la FAO, porque ya entramos a una etapa donde ya no hay reservas alimentarias como antes.
Vivimos prácticamente con lo que podamos producir hoy, sin percatarnos que esa cantidad de alimento, no nos va a permitir vivir el siguiente
año. Ya no tenemos una reserva agroalimentaria como la que teníamos hace 10, 20 o 50 años. Esa es una realidad cruda pero cierta, cada
vez la gente que muera de hambre será mayor si no cambiamos de dirección, eso es claro.
LA SEMARNAT ALERTA
Por su parte, la dependencia federal encargada del cuidado de la tierra, la SEMARNAT, aseguró que en México por el tipo de territorio tan
variado en ecosistemas, es más propenso a la desertificación.
Lo que vino a acelerar la degradación de la tierra aseguró el Subgerente de Inventarios y Monitoreo de Suelos Forestales de la SEMARNAT,
José Luis García Rodríguez; fue la sequía más grave de los últimos 70 años que azota el país, de acuerdo a datos de la CONAGUA. El
suelo afectado ya llega al 65% de acuerdo a la reciente evaluación en el país hecha por la CONASA en conjunto con expertos en 1999,
informa.
Hay estudios del Colegio de post Graduados que dice que, el ritmo de desertificación anual es de 400 mil hectáreas en sus diferentes
niveles, desde ligeros, moderados, severos hasta extremos.
PROBLEMA MUY GRAVE
Esto es un problema grave, advierte el experto en suelos forestales adscrito a la SEMARNAT:
«Claro que es grave. Y es tan grave que el país en 1994, se adhirió a una convención internacional de lucha contra la desertificación, para
apoyarse en convenios con otros países y poder luchar contra este perjudicial fenómeno».
Y es grave reafirma, porque hay población afectada. De acuerdo a estadísticas de la SEMARNAT, existen unos 47 millones 700 mil
habitantes en México, que viven en estas zonas áridas, semi áridas y semihumedas secas y que están siendo afectados de manera directa e
indirecta por la degradación de la tierra.
Esta cantidad de habitantes, representa el 46% de la población nacional, de acuerdo al censo 2005 del INEGI. Lo cierto es que también los
principales ecosistemas del país están siendo afectados.
Este padrón indica que está en proceso de deterioro el 60% del la superficie agrícola del país, porque en estas zonas, por desgracia las más
afectadas, se encuentra la mayor parte de la superficie más productiva.
A la vez, ahí mismo, se lleva a cabo el 50% de la producción pecuaria. Hay matorrales, pastizales, suelos que están afectándose en estos
ecosistemas. Es decir, es grave porque estás afectando a la población que vive ahí y se ha visto en la necesidad de emigrar por la
deficiencia de producción.
EL DATO
250 millones de personas afecta directamente la desertificación de la tierra y pone en peligro la vida de más de 1 mil millones de habitantes
en alrededor de 100 países, Según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).
LA CIFRA
40 Mil millones de dólares de mermas económicas provocan anualmente en el mundo la degradación del suelo y se dejó de alimentar a
cerca de 12 mil millones de gentes en el orbe.
EL DATO
3 mil 600 millones de hectáreas agrícolas en el mundo, que significan el 25% de la masa terrestre sufren de degradación severa, virus
moderno que mata de hambre y sed al suelo productivo.
LO DIJO
De 30 millones de hectáreas agrícolas con que cuenta México, cuando menos 20 millones de ellas, han perdido su fuerza porque ya no les
ponemos vida, no les agregamos materia orgánica. Nos estamos quedando sin alimento, sin soberanía, sin país»
M.C. Juan Walterio Estrada Berg Wolf
Investigador del departamento de suelos y Coordinador en el Manejo y Conservación de Suelos de la Universidad de Chapingo.
LO DIJO
«En los procesos de desertificación, se tiene que voltear la vista al suelo. Las medidas para detener este problema tienen que estar
visualizadas sobre cómo recuperarle la salud a este elemento tan importante para la vida»
M.C. Arturo Curiel Ballesteros
Experto en ciencias ambientales del Centro Universitario de Ciencias Biológicas y Alimentarias (CUCBA)
Fuente: http://tierrafertil.com.mx/desertificacion-la-catastrofe-silenciosa/
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