Diario Civil y Obligaciones Nro 66 – 28.03.2016 La empresa como consumidora Algunas pautas para determinar cuando la empresa adquiere un bien o contrata un servicio como destinataria final1 Por Julio Corenfeld2 La protección legal que la Ley de Defensa del Consumidor otorga alcanza, conforme lo establecen la primera parte del artículo 1° de la mencionada ley y el artículo 1092 del C.C.yC., a aquellos que se encuentra en el final de la cadena producción-consumo: quienes adquieren el bien o contratan el servicio en beneficio propio o de su grupo familiar o social. La calificación de una persona (humana o jurídica) como consumidora (o como usuaria) dependerá, en definitiva, de su condición de destinataria final del producto o servicio. Por ello, establecer quien o quienes y en qué casos pueden ser calificados de esa forma resultará relevante, ya que quien se encuadre dentro de la categoría jurídica de consumidor gozará de ciertos derechos y se verá beneficiada por procedimientos legales exclusivamente previstos en la ley 24.240 (beneficio de justicia gratuita, tramitación de su reclamo judicial por el procedimiento más abreviado, obligación del proveedor de aportar la prueba que tenga a su disposición, entre otros). En nuestra legislación, a diferencia de lo que sucede en otras, una persona jurídica (a la cual, solo a los fines de este trabajo, denominaré empresa) podrá, según las circunstancias, ser considerada consumidora. En tal sentido, una empresa podrá, en determinados supuestos, comportarse como proveedora o como consumidora, atendiendo a su condición o no de destinataria final de los productos que adquiera o servicios que contrate. Ahora bien: ¿cómo determinar si un bien o servicio es adquirido o contratado por la empresa como destinataria final? Esa es una pregunta que en muchos casos es de difícil respuesta y por eso pretendo mencionar algunas pautas que podrían llegar a ser útiles, en algunos casos, para facilitar la respuesta. Si bien, teniendo en cuenta que de conformidad con lo dispuesto en nuestra legislación no existen dudas de que una empresa puede ser calificada como consumidora, muchas veces resulta complejo determinar cuál es el destino asignado a los bienes y servicios adquiridos o contratados por ella, es decir, si los adquirió o contrató como destinataria final o para incorporarlos a su propio proceso de producción, comercialización y/o distribución. Esa dificultad ha llevado a algunos autores a considerar que la regla, en estos casos, debe ser la exclusión3 de la protección que otorga la Ley de Defensa del Consumidor. Una postura que ha merecido recepción jurisprudencial4 considera fundamental remitirse al objeto social o actividad comercial de la empresa: si la adquisición del bien o contratación del servicio tiene relación directa o indirecta con el objeto de la empresa no debe ser considerada consumidora5, porque no será destinataria final de dicho bien o servicio. 1 Este artículo fue elaborado sobre la base de la ponencia presentada en las XXIII Jornadas Nacionales de Derecho Civil, realizadas en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de Tucumán en el año 2011;Comisión de consumidor: La categoría jurídica de “consumidor”. 2 Departamento de Derecho, Universidad Nacional del Sur (Bahía Blanca). 3 Wajntraub, Javier H., La noción de consumidor tras la Reforma de la ley 24.240, Sup. Esp. Reforma de la Ley de defensa del consumidor 2008 (abril), 153-Derecho Comercial Doctrinas Esenciales Tomo V, pág. 843. 4 C. Nac. Com., sala C, TaccoCalpini S.A. v. Renault Argentina S.A. y otro, 06/03/2009, SJA 5/8/2009. “Se admite que se pueda considerar como consumidor o usuario a la persona jurídica, cuando pese a adquirir bienes o servicios dentro del ámbito de la actividad de su empresa, tales adquisiciones no se relacionan directa o indirectamente con el objeto propio de aquélla, es decir, cuando se trata de bienes o servicios adquiridos sin tener por destino de manera directa o indirecta el proceso de producción o de comercialización en que consiste la actividad empresarial” (crf. FARINA, Juan M, Defensa del consumidor y del usuario, Ed. Astrea, 3ra. edición actualizada y ampliada, Bs.As., 2004, pág. 62 y ss.). 5 Sin embargo, si bien ello es una pauta inicial que puede resultar útil, parecería no aportar demasiada claridad a la cuestión planteada. En realidad, toda adquisición de un bien o contratación de un servicio por parte de una empresa (persona jurídica) esta, de alguna u otra manera, directa o indirectamente relacionada con su objeto social o comercial. Por ello, y partiendo de ese razonamiento, considero necesario elaborar, o intentar hacerlo al menos, pautas más concretas y precisas. Primeramente, más allá de que la ley 26.361 modificó el artículo 2° de la ley 24.240, no me caben dudas de que si una empresa adquiere un bien o contrata un servicio para integrarlo en su propio proceso productivo6 no podrá ser considerado destinataria final ya que no será el último eslabón de la cadena producción-consumo. Sentado ello, entiendo que, más que determinar si el bien o servicio tiene una relación directa o indirecta con su objeto social o comercial, hay que determinar si el bien adquirido o servicio contratado es imprescindible7 o no para que la empresa cumpla con su objeto social o comercial. Si ello es así, no me caben dudas de que el bien o servicio es o debe ser integrado por la empresa en su proceso de producción, no pudiendo ser considerada, de esa forma, consumidora. De lo contrario, y aunque pueda resultar obvio, no sería entonces imprescindible. Ahora bien, en el caso de que el bien adquirido o servicio contratado por la empresa no fuese imprescindible para cumplir con su objeto social o comercial, no necesariamente deberá considerarse destinataria final (y con ello consumidora) del bien o servicio. Para determinar ello, habrá que realizar, entiendo yo, un nuevo análisis: habrá que determinar si el bien adquirido o servicio contratado por la empresa mejora -de alguna manera- la calidad del bien o servicio que ella misma ofrece en el mercado8 o bien si puede aumentar (aunque sea potencialmente) sus ventas. Si ello fuese así considero que tampoco la empresa debe ser considerada consumidora final del bien o servicio que adquiere o contrata. Trataré, a través de dos ejemplos, de ser más claro en mi exposición. Imaginemos el ejemplo de una empresa dedicada al lavado de autos que adquiere un aire acondicionado. No caben dudas de que la adquisición de ese aire acondicionado no es imprescindible para cumplir con su objeto comercial (lavar autos) por lo que, en un primer análisis, podría ser considerada destinataria final. Sin embargo, para afirmar ello, habrá que determinar qué destino se le da al producto dentro de la empresa; si el mismo es colocado en el salón en el cual los clientes esperan a que su auto sea lavado para no sufrir el calor en el verano, el mismo mejora de alguna manera el servicio que ofrece la empresa y no debe ser considerada, reitero, a mi entender, destinataria final del producto. Para graficar la segunda pauta recurro también a un ejemplo muy simple y concreto9: el de la contratación por parte de la empresa de servicios publicitarios10. Es evidente que en esos casos el servicio es incorporado en el proceso productivo de la empresa, no ya como bien indispensable para cumplir con su objeto social o comercial ni como elemento para mejorar la calidad de los bienes o servicios que ofrece sino con el objeto de aumentar (aunque sea potencialmente) las ventas de sus propios bienes o servicios. Lo que entiendo que es claro es que no es destinataria final del servicio que contrata; en palabras del citado Dr. Fariña, la contratación del servicio tendría una relación indirecta con el objeto social o comercial de la empresa. Desde ya aclaro que estas pautas que menciono, pretenden ser sólo el comienzo de un debate tendiente a delimitar, con mayor claridad, la categoría jurídica de consumidor cuando la que adquiere el bien o contrata un servicio es una empresa. Seguramente sea posible elaborar otras pautas o mejorar las propuestas; lo que es claro es que cualquier análisis que pretenda realizarse debe hacérselo en cada situación concreta, debiendo examinarse detenidamente las circunstancias del caso. 6 En cualquiera de sus etapas: producción, transformación, comercialización, distribución del bien o prestación del servicio que ella misma ofrece en el mercado. 7 Entendido el término como necesario u obligatorio. 8 Entendido ello como el otorgamiento de mayores y mejores prestaciones a sus clientes. 9 En realidad, la idea de incorporar esta pauta en el análisis surge justa y exclusivamente para dar respuesta a los casos de contratación de publicidad por parte de una empresa. 10 Pueden existir, seguramente, otros ejemplos a los cuales aplicar este razonamiento.