LA SOCIEDAD ANTE LOS NUEVOS POSIBLES Gascón Muro Patricia 1 Universidad autónoma Metropolitana. Unidad Lerma Cepeda Dovala José Luis 2 Universidad Autónoma Metropolitana. Unidad Xochimilco La cultura posmoderna va transformando los cimientos sobre los que se construyó la modernidad. Las identidades se conciben ahora como construcciones. Los transexuales ponen en el centro del debate la identidad de género. Nutren la posmodernidad al develarnos que la identidad sexual puede ser hoy una decisión personal. Las modificaciones del cuerpo de los transgénero y de los transexuales permiten la emergencia de nuevos posibles que cimbran los cimientos de las categorías naturales como hombre-mujer y que desnaturalizan el género y el sexo. Al contribuir a elevar, a la categoría de derecho la autodeterminación en materia de sexo, los transexuales participan de la desacralización del mundo mediante la auto-emancipación del individuo del Creador y de la Naturaleza. Abren así la humanidad: con su emergencia se amplían los horizontes de lo humano y se multiplican las formas en las que la vida se expresa. Palabras clave: transexuales, transgénero, identidad, auto-determinación, desacralización, humanidad. The postmodern culture is transforming the foundations on which modernity was built. Identities are now conceived as constructions. Transsexuals put in the center of the debate gender identity. They support the thesis of postmodernism by unveiling that sexual identity can be a personal decision today. The body changes transgender and transsexual allow the emergence of new potential that shoring the foundation of natural categories such as man and woman and that denaturalize gender and sex. By helping to raise, to the right category of self-determination in matters of sex, transgender participate in the desecration of the world through individual self-emancipation of the Creator and Nature. Open humanity so: with their emergency expands the horizons of human and multiply the ways in which life is expressed. Keywords: transsexual, transgender, identity, self-determination, desecration, humanity. 1 [email protected] 2 [email protected] DE LA IDENTIDAD… La fe en la razón que supuso la modernidad ha sido considerada el caballo de Troya del individualismo y de la crisis de autoridad que viven las sociedades contemporáneas.3 Descartes, quien en el siglo XVII creó el racionalismo, estableció la racionalidad del hombre como el fundamento de todo saber y de la existencia misma. A él debemos también uno de los pilares de la metafísica occidental: la distinción entre alma y cuerpo. Dicha metafísica, heredera del esencialismo de Platón, fundó su concepción del mundo en una lógica binaria que organizó, tanto los sistemas de conocimiento, como los sociales y culturales. Grandes oposiciones como alma-cuerpo; hombre-mujer y verdadero-falso estructuraron definiciones, identidades, y a parir de ellas, el sistema sociocultural. Desde estas esencias, consideradas estables, se constituyó el mundo moderno. 4 Con el siglo pasado llegó la posmodernidad. Vino acompañada de la crítica a la razón moderna, del fin de los grandes relatos, de la oposición a las esencias y a las definiciones fijas, así como de la denuncia de la lógica binaria. Representó una apertura a la complejidad, a la multicausalidad, a lo no racional, a lo abierto y a lo inacabado. 5 La historia de las identidades se escribe en este contexto. Las identidades fueron consideradas como elementos fijos, inmutables y estructurados sobre elementos esenciales. Pero durante la segunda mitad del siglo pasado pasaron a ser pensadas como procesos, como construcciones, como múltiples: “Los supuestos cambios estructurales y económicos que están sustituyendo al mundo de las naciones por un mundo internacional, vienen acompañados de cambios psicológicos. Una conciencia posmoderna basada en una fluidez y en un sentimiento de identidades múltiples sustituye a las identidades fijas del mundo moderno …” 6 La identidad dejó de ser considerada, por la conciencia posmoderna, como una característica definitoria e inamovible de una persona o grupo. Esta reconoce ahora que las identidades son procesos, construcciones constantes. Por otra parte ya no se habla de identidad, sino de identidades, en plural. Esto debido a que desde la posmodernidad se piensa que tanto un individuo, como un grupo, nunca tienen una sola identidad, sino que 3 BERTINI, Marie-Joseph (2009): Ni d´Eve ni d´Adam. Paris, MaxMilo. 4 DESCARTES, René (1980): Meditaciones Metafísicas. México, Porrúa. 5 MORIN, Edgar (2008): Introducción al Pensamiento Complejo. Barcelona, Gedisa. BILLIG, Michael (1998): ”El nacionalismo banal y la reproducción de la identidad nacional”. Revista Mexicana de Sociología, México, Año LX, no. 1, p. 38. 6 por el contrario, poseen identidades diversas. Y si la identidad se asocia con el yo, se argumenta que existen entonces, en un solo individuo diferentes yo, un yo múltiple.7 Es desde este horizonte desde donde se reconfigura el problema de la identidad de género, y, de manera particular, de las transidentidades. Los estudios de género han sido grandes deconstructores de los esencialismos, de la normalización de las identidades, del reduccionismo binario, del “hecho” biológico. Centrados en la organización cultural de las relaciones hombre-mujer y en la construcción social de la diferencia sexual, han develado el poder de la naturalización de las normas y evidenciado que no existen objetos naturales: que la categoría de sexo no se funda sobre la naturaleza. La diferencia entre hombres y mujeres no se origina en un hecho biológico, sino en una construcción social y cultural que establece esta diferencia como natural. Así, por ejemplo, Judith Butler nos ha llevado a deshacer el género. Nos ha invitado a comprender el género como una categoría histórica y a concebirlo como una forma cultural de configurar el cuerpo, abierta siempre a su constante reforma. Desde su perspectiva la “anatomía” y el “sexo” solo existen dentro de un marco cultural. Para Butler el género no constituye una esencia: es un producto, un efecto que se fabrica a través de una serie ininterrumpida de actos. La performatividad constituye una repetición y un ritual constantes que terminan naturalizando el género. El interés de Butler en desnaturalizar el género se fundamenta en su preocupación por oponerse a las normas que gobiernan el género y por desterrar los supuestos del carácter natural de la heterosexualidad. 8 Para Judith Butler la estructura performativa del género significa que “los términos para designar el género nunca se establecen de una vez por todas, sino que están siempre en el proceso de estar siendo rehechos.”9 Por ello podemos afirmar que también el lenguaje es dinámico y performativo. De la misma manera, los conceptos no se refieren siempre a una misma realidad. Butler nos recuerda que hace unas décadas la discriminación de género se aplicaba de manera implícita a las mujeres, pero que hoy este concepto se utiliza de distinta manera, de forma más amplia. Esto no quiere decir que la discriminación de las mujeres ya no exista. Ésta continúa, pero la discriminación de género se extiende también a otros grupos como los transexuales y los intersexuales. De otra parte, el concepto de género se ha abierto y vinculado con nuevos elementos. Para Judith Butler “el género ahora significa identidad de género, una cuestión particularmente sobresaliente en la política y teoría del transgénero y la transexualidad”.10 7 TOURAINE, Alain (1997): ¿Podremos vivir juntos? La discusión pendiente: El Destino del Hombre en la Aldea Global, Buenos Aires, FCE. 8 BUTLER, Judith (2005): Trouble dans le Gendre, Paris, La Découverte. BUTLER, Judith (2006): Deshacer el género, Barcelona, Paidós, p.25. 10 Ibid, p. 20. 9 En efecto, los transexuales ponen en el centro del debate el problema de la identidad de género. La identidad sexual se define como el sentido de pertenecía a un sexo. Por sexo entendemos las características físico-biológicas del individuo. En el caso de los transexuales su identidad sexual no corresponde a su sexo. Así una persona con características físico biológicas de hombre que se define como mujer constituye una mujer transexual, mientras que una persona con características físico biológicas de mujer que se define como hombre constituye un hombre transexual. Trastorno de identidad sexual o trastorno de identidad de género es el nombre que da ahora la comunidad médica, a este hecho. El fenómeno trans se compone de tres elementos centrales: Los travestis, hombres que adquieren la apariencia de una mujer a través de diversos recursos temporales, o bien a la inversa, mujeres que adquieren la apariencia de hombres, sin buscar modificaciones corporales. Los transgénero que expresan la voluntad de someterse a diversos tratamientos hormonales y modificaciones corporales para semejarse a otro sexo, pero sin llegar a la vaginoplastia o a la faloplastia. Para las personas transgénero el deseo de apropiarse del género femenino, y de sus roles y status, o bien a la inversa, del género masculino, prevalece sobre el de tener un sexo femenino o un sexo masculino. Los transexuales son las personas que llegan a la reasignación total de sexo a través de la vaginoplastia o a la faloplastia. Su referente es el dualismo sexual, por lo que subrayan la importancia de las características “naturales” sobre las culturales y buscan cambiar sus genitales. El transexualismo inicia con un auto-diagnóstico por el que el propio individuo define su situación y postula un derecho: la elección individual del sexo. La anatomía ha dejado de ser destino, al igual que la cultura: la adscripción a un género no la decreta la pertenencia físico-biológica a un sexo, sino la subjetividad, la identidad. La aceptación del sexo “real” y de su pertenencia al mundo femenino o masculino, es puesta en entredicho por los transexuales que rechazan su “destino”, su “anatomía” y reivindican su derecho a transformar, si así lo desean, su sexo, para hacerlo coincidir con su identidad sexual. A partir del fallo de Sheffield y Horsham contra el Reino Unido, el Juez holandés Van Dijk consideró que ya se estableció un derecho fundamental a la autodeterminación en materia de sexo. Esto significa que si una persona tiene la impresión de pertenecer a un sexo diferente de aquel con el que originalmente fue registrada, y se ha sometido a un tratamiento médico para obtener las características de otro sexo, tiene el derecho a su reconocimiento jurídico en el sexo que corresponda a su identidad.11 Esta situación, para algunos, significa que el sexo desaparece como tal al reducirse a una codificación endócrina o genética. Al “rebajarse” al rango de una característica: 11 FRIGNET, Henry (2003): El tran-sexualismo, Buenos Aires, Nueva Visión. “El nuevo concepto que constituye el género es una noción variable determinada por el deseo de cada cual. Ahora, cada individuo es portador de una identidad –llamada de género- a la vez sexuada y sexual, que queda librada, de hecho, a su exclusiva apreciación personal. Por lo demás, corresponderá a la medicina y los tribunales, concederle el sexo que desea, tanto en su apariencia como en su nominación.”12 De esta manera el sexo se desvincula de lo que “desde la aurora de los tiempos constituye, sin embargo, la esencia del hombre”, de la palabra que construye la identidad sexual “y como tal, por lo tanto, una consecuencia del proceso de reproducción sexuada dimórfica” 13 Es justamente por eso que el fenómeno trans resulta tan desafiante: no porque enarbole y amplíe las libertades del individuo para hacerlas abarcar un nuevo derecho: el derecho fundamental a la autodeterminación en materia de sexo, sino porque atenta contra “el proceso de reproducción sexuada dimórfica” que ha estructurado, hasta ahora, la organización de nuestras sociedades. Es por ello que este fenómeno interesa a Judith Butler: el transexualismo permite indagar las normas que rigen el género y desnaturalizar los supuestos del carácter natural de la heterosexualidad. La alteridad que supone el fenómeno trans nos puede llevar a sostener que la oposición hombre-mujer no sólo conduce al dualismo masculino-femenino, sino que ha dado lugar a un pluralismo que incluye, entre otros, a los homosexuales, a los intersexuales, a los transgénero y a los transexuales. La transgresión de la norma hombremujer que en el caso de los trans conlleva la convicción de ser el otro, la convicción de semejarse a otro, o bien la de intentar convertirse en otro, nos conduce por un camino que va, desde un proceso de interiorización, a otro de exteriorización de la transgresión. El transexualismo, por esto, constituye un asunto de la subjetividad, de un sujeto que busca remediar la “deficiencia”, la “incorrección” de la naturaleza, de su naturaleza: el hecho de no ser quien se siente que es. Las modificaciones anatómicas a las que se someten los transexuales pretenden establecer la armonía entre el cuerpo y el espíritu del sujeto, rectificando las características “naturales”, para crear otras y construir, así, su naturaleza. La alternativa de ser otro se expresa de diferentes formas y en diversos grados entre los trans. Los travestis se ubican en el tránsito: en el paso de hombre a mujer y viceversa, en la alternancia, en el fluir, ya que no buscan cambiar su condición por otra de manera irreversible. Parten de la aceptación de su cuerpo, pero personalizan también los cuerpos del otro género. Los transgénero y los transexuales, por su parte, se enfrentan a una disyuntiva: quedarse en el sexo al que “pertenecen” anatómicamente o convertirse a otro sexo, al de su elección. De esta manera se deciden y definen con respecto a esa disyuntiva. Como señaláramos ya, los grados en los que esta conversión se efectúa marcan los límites entre los transexuales y los transgéneros. Estas conversiones nos hablan también de las concepciones que los 12 13 Ibid, p.86. Ibid, p. 87. diferentes grupos y personas trans tienen sobre la identidad, sobre los límites que hay que transgredir, sobre las características necesarias y suficientes para asumirse como de otro sexo o como de otro género, sobre lo que determina al otro sexo y al otro género y sobre lo que los hace deseables. Las intervenciones sobre los cuerpos de los transgénero y de los transexuales cuestionan y subrayan el esencialismo de los sexos. Algunos psiquiatras afirman que el verdadero transexualismo se expresa a través del deseo de operación. La intervención quirúrgica sobre los genitales marca, para ellos, la autenticidad del deseo de pertenecer a otro sexo. De esta suerte los transexuales se clasifican en “verdaderos” o falsos”. 14 Los transgéneros y los transexuales se definen ellos mismos y al hacerlo abren un abanico de perspectivas a través de su propia autodefinición: amplían la relación del género y el sexo. Nuevos posibles se expresan mediante las transformaciones corporales que los diversos tipos de trans asumen. Diferentes arreglos se establecen con relación a sí mismo, respecto a lo que se considera ser hombre, ser mujer, a lo femenino, a lo masculino, o bien a lo que constituye el propio tránsito, el fluir entre esas oposiciones. En el extremo opuesto al de los travestis se localizan los transexuales, para los que el ideal consiste en semejarse al otro, en asumir de tal forma sus características, que la persona transexual se hace creíble al encarnar los estereotipos del hombre o de la mujer. De esta manera se confunden, se funden, con el otro, al pasar a pertenecer a él. Judith Butler se pregunta qué hacer de la sugerencia de Kate Bornstein, quién afirma que es imposible definir un individuo transgénero como “mujer” o como “hombre”, en el sentido de que conviene aproximarse a él mediante verbos activos que den testimonio de su constante transformación. Que la transformación es la nueva identidad y que aún lo es del entre los dos que interroga lo que constituye una identidad de género.15 Butler reflexiona en torno a la imposibilidad que existe, observando a un transexual, de hacerse la menor idea sobre su anatomía a partir de la ropa que cubre y estructura su cuerpo. El cuerpo que observamos puede ser preoperatorio, transitorio o postoperatorio. Y se pregunta, ante el propio hecho de ver, ¿cuáles son las categorías que nos permiten ver? Se responde afirmando que cuando nuestras percepciones culturales arraigadas fracasan, que cuando uno no puede leer con certeza el cuerpo que ve, es precisamente el momento donde no se está más seguro de saber si el cuerpo percibido es el de un hombre o bien el de una mujer. La experiencia que elaboramos de ese cuerpo que no podemos leer con certeza nos lleva a dudar entre ambas categorías. 14 Bernard Moles, Marie Jean. La fluctuation des genres plutôt que la bifurcation des sexes. En http://www.revue-quasimodo.org/PDFs/7%20-%20Transexualisme%20Genre.pdf Consultado el 6 de enero de 2012. 15 BUTLER, Judith (2005): Trouble dans le Gendre, Paris, La Découverte. Cuando las categorías de hombre y mujer son cuestionadas, para Butler, la realidad del género entra también en crisis: no se sabe ya más como distinguir lo real de lo irreal.16 Y es ante este escenario que proyecta el cuerpo de los transexuales que Judith Butler nos pone ante la condición de comprender, en estas circunstancias, que lo que asumimos como real y que lo que tomamos, lo que tenemos, como un conocimiento naturalizado sobre el género, no lo son realmente. Nos invita a reflexionar al establecer que, de hecho, tanto la realidad como el conocimiento, pueden ser cambiados y transformados. Los transexuales han enriquecido e innovado lo real. Han reavivado nuestro conocimiento del género y han cuestionado nuestras categorías identitarias. La realidad del género está en crisis. No sabemos cómo distinguir lo real de lo irreal. Nuevos reales aparecen. Se multiplican los posibles a partir de la emergencia de los trans. El fenómeno transgénero y transexual acompaña a la posmodernidad, forma parte del aire de los tiempos. La sociedad es sensible a la crítica, al fin de las esencias, a nuevas lógicas no binarias, a lo abierto, a lo fluido, a lo inacabado. Las identidades en la posmodernidad se conciben como procesos, como construcciones, como no esenciales, como híbridas. Las luchas de los transgénero y de los transexuales en nombre de la identidad sexual se inscriben dentro de esta lógica. Es por ello que acompañan los valores de los tiempos posmodernos. Esto nos permite comprender el por qué han sido aceptadas socialmente y algunas de las razones por las que han contribuido a consolidar, como un derecho fundamental, la autodeterminación en materia de sexo. Los trans han coadyuvado a socavar los principios de los dualismos alma-cuerpo, hombremujer, verdadero-falso, al hacer emerger nuevas realidades que rompen esas dicotomías. A LA HUMANIDAD. El descrédito de la razón que trajo consigo la posmodernidad supuso también el de la concepción de una humanidad racional, de una humanidad hecha a la medida del hombre cartesiano. Pero la posmodernidad amplificó y continuó, por otras vías y en varios sentidos, el proyecto de la modernidad. Uno de ellos fue la desacralización del mundo que había emprendido la racionalización moderna. Lo sagrado ordenaba y organizaba la producción de las finalidades, unía a las sociedades en un sistema de creencias que se consideraba incontestable por su propia naturaleza. El Papa Benedicto XVI, en su Discurso a la Curia romana con ocasión del intercambio de felicitaciones por la Navidad el 22 de diciembre de 2008, señaló y subrayó la emancipación del hombre de Dios y la vinculó con el problema del género: 16 Ibid, p. 46 « la realité du genre entre aussi en crise: on ne sait plus comment distinguer le réel de l´irréel ». Traducción personal. “Lo que con frecuencia se expresa y entiende con el término "gender", se reduce en definitiva a la auto-emancipación del hombre de la creación y del Creador. El hombre quiere hacerse por sí solo y disponer siempre y exclusivamente por sí solo de lo que le atañe. Pero de este modo vive contra la verdad, vive contra el Espíritu creador.”17 En efecto, a través del género el hombre desacraliza su vida y se separa del Creador. Al querer “hacerse por sí solo y disponer siempre y exclusivamente por sí solo de lo que le atañe” vive contra él y vive contra la verdad de Dios. Es, en efecto, este hombre que se auto-emancipa a través del género el que continúa el proceso de desacralización del mundo que denuncia el Santo Papa. Para la posmodernidad no hay esencias, ni tampoco verdades absolutas. No existe la naturaleza humana. Los trans, como buenos posmodernos, y como viejos hombres, comen del árbol del conocimiento, acuden a la tecnociencia para transformar sus cuerpos y dotarse de una nueva anatomía. Pero a diferencia de Adán, las personas transexuales comen de ese árbol sin vivir en el paraíso, lo hacen porque sus vidas son invivibles debido a que su identidad sexual no corresponde a su sexo. La humanidad desacralizada es una humanidad sin finalidades trascendentes. Es una humanidad libre, dotada de la facultad de inventarse ella misma. Es una humanidad abierta. Veíamos antes como los cuerpos de los transexuales nos ponen en evidencia que lo que asumimos como real y que lo que consideramos un conocimiento naturalizado sobre el género, no lo son. Veíamos también como la realidad se transforma y enriquece con la aparición de nuevas formas de vivir el género y cómo el género mismo es una construcción. Para Judith Butler si existiera una tarea normativa que pudiera haberse dado al escribir su libro acerca de las perturbaciones en el género, esta sería la de esforzarse por comprender esta legitimidad de los cuerpos que han sido considerados hasta ahora como falsos, irreales e ininteligibles. Su objetivo era el de contribuir con la lucha colectiva que tiene como propósito multiplicar las posibilidades de vivir su vida para los que intentan ejercer su sexualidad en los márgenes.18 De esta manera, ampliando las posibilidades de vivir la vida de diferentes formas, incluyendo a los trans, a los cuerpos-falsos, a los cuerpos-irreales, a los cuerpos-ininteligibles, se amplían la humanidad y sus formas de expresión. Podemos preguntarnos siguiendo sus propias interrogantes, ¿qué constituye o no una vida inteligible y cómo los presupuestos de lo que instituye lo normal en materia de género y de 17 BENEDICTO XVI.(2008): Discurso a la Curia romana con ocasión del intercambio de felicitaciones por la Navidad, en http://www.vatican.va/holy_father/benedict_xvi/speeches/2008/december/documents/hf_be n-xvi_spe_20081222_curia-romana_sp.html. Consultado el 6 de enero de 2012. 18 BUTLER, Judith (2005): Trouble dans le Gendre, Paris, La Découverte. sexualidad predeteminan lo que cuenta para lo humano y lo vivible?, ¿con qué supuestos normativos podemos transformar nuestro campo de descripción de lo humano para que la persona que está fuera de la norma no sea condenada a una muerte en vida?, ¿cómo ampliar los posibles y permitir lo imposible?, ¿cómo podemos abrir la humanidad? Los estudios de género nos han permitido comprender el poder de naturalización de las normas. Han demostrado que no existen objetos naturales. En su desnaturalización del género y del sexo nos han llevado a comprender que la categoría de sexo no se funda sobre la naturaleza, como nada se funda sobre ella. Una humanidad desacralizada tiene la posibilidad de definir sus propias reglas, sin acudir a un poder trascendente y regulador, el del Creador, al que necesita instaurar como fuente de sus fines. El género, como señala Benedicto XVI, contribuye a la emancipación del hombre del creador. Pero contribuye también a su emancipación de la Naturaleza. En este doble proceso de desacralización existe la posibilidad de abrir la humanidad a nuevos posibles, a otras formas de vivir la vida; pero también de ampliar los horizontes de lo humano a lo indecible, a lo ininteligible, a lo que todavía no es real … pero puede serlo algún día. Es esta la apuesta que podemos hacer hoy, para tener otro mañana.