IV HISTORIA DEL DESARROLLO GEOLÓGICO Miguel Cabrera INTRODUCCIÓN La formación de las plataformas marinas y el resto del territorio de los mares neríticos del archipiélago cubano, al igual que en muchas otras partes del mundo, está estrechamente vinculada con los movimientos tectónicos y los cambios glacioeustáticos del océano mundial durante el Cuaternario. De la literatura geológica es conocido que las rocas y estructuras del neoautóctono cubano se formaron después de la consolidación del substrato plegado, o sea, a partir del Eoceno Superior (Shein et al., 1980; -Vinent 1977, 1988 1997 y Kartashov et al., 1981; entre otros). En estas investigaciones también se demuestra que desde que se inició esta etapa y hasta el presente dominan los movimientos verticales oscilatorios, que dieron lugar a la formación del megabloque cubano, limitado por el talud insular. Este nuevo estilo tectónico pertenece al campo de la neotectónica. El comportamiento de los depósitos durante el desarrollo del mismo ha sido ilustrado por los mencionados autores y coinciden en separar tres etapas, con sus correspondientes ciclos sedimentarios: Eoceno SuperiorOligoceno, Mioceno Inferior-Mioceno Superior y Plioceno SuperiorHoloceno. La última etapa es sinónimo de la tectónica del Cuaternario, dentro de la cual se enmarca la mayor parte de la historia del desarrollo geológico del territorio marino-costero del archipiélago cubano y que será objeto de análisis de este capítulo. La misma es inseparable de la evolución del territorio emergido. Por esta razón y porque además, muchos de sus correspondientes depósitos se encuentran ausentes en el mar, es necesario recurrir a la información de tierra firme, que responde a una mayor representación de los depósitos cuaternarios, para dar una aproximación de la historia de la evolución en el territorio marino-costero. Cabrera (2009) Las evidencias geólogo-geomorfológicas confirman lo planteado por algunos investigadores, como Kartashov et al. (1981) y Belousov y Orbera (1986), sobre de que la tendencia al levantamiento generalizado iniciada al final del Mioceno se mantuvo durante todo el Plioceno y continúa durante el Cuaternario. Esto significa que aunque los movimientos ascendentes fueron complejos y diferenciados y en algunos momentos disminuyeron o cesaron, no hubo inversión en su dirección. En este tiempo se acentúan los movimientos verticales diferenciados que dividen al megabloque cubano en bloques de diferentes órdenes según sus dimensiones e intensidad de los movimientos (mesobloques y bloques de órdenes menores). Es decir, ellos y sus complejos estructurales deben su origen al ascenso secular desigual de los diferentes bloques, principalmente. Son características las fallas normales y más raras las inversas, deslizamientos gravitacionales locales y desplazamientos laterales. La manifestación de los movimientos tectónicos seculares o lentos del Cuaternario, al igual que la del resto de los movimientos neotectónicos ocurridos en el archipiélago cubano, ha tenido diferentes formas de expresión, sobre todo en cuanto a intensidad. Esta tiene una clara tendencia al incremento de oeste-este en el territorio del archipiélago cubano. En consecuencia, se pueden distinguir en esta dirección tres regiones o mesobloques: occidental, central y oriental, limitados por fallas transverso-diagonales, de dirección noreste-suroeste. Los límites norte y sur están determinados por el talud insular. La amplitud es variable y según datos de Shein et al. 1980, en este tiempo alcanzó 1,5-2,5 km. Su velocidad promedio según diferentes autores (Ionin et al. 1977; Dunaev e Ionin1975; Shein et al. 1980), ha variado entre 0,1-0,2 mm/ año. Las variaciones de la intensidad, amplitud y velocidad de los movimientos neotectónicos y el eutatismo permite diferenciar cuatro subetapas fundamentales dentro de la etapa Plioceno Superior-Cuaternario, correspondientes a: Plioceno Superior-Pleistoceno Inferior, Pleistoceno Inferior- Medio, Pleistoceno Superior y Holoceno. SUBETAPAS DEL DESARROLLO GEOLÓGICO Plioceno Superior-Pleistoceno Inferior. Durante esta subetapa ocurrió la transgresión conocida en Cuba como Vedado. Su origen debió estar relacionado, entre otros factores, con una disminución de la intensidad de Historia del Desarrollo Geológico la actividad tectónica. Este evento transgresivo permitió la acumulación de depósitos predominantemente carbonáticos, de origen marino, que constituyen las formaciones Alegrías, Vedado y Río Maya; así como de depósitos terrígenos de origen marino con influencia fluvial, que componen las formaciones Guane, Dátil y Bayamo, las cuales se encuentran fuera del territorio marino costero actual (Fig. VI. 1). Según Kartashov et al. (1981), esta transgresión tenía dimensiones comparables con las de las transgresiones oligo-miocénicas cuando Cuba nuevamente fue dividida en varias islas. La composición y distribución de sus depósitos, que se localizan en el territorio marino-costero actual apuntan a un paleoambiente carbonático de sedimentación. El mismo se ubicaba en un fondo plano y poco desmembrado. En unos casos sin plataforma marina, que solo permitió el desarrollo de arrecifes coralinos (formaciones Vedado y Río Maya).En estos segmentos primaba una alta energía hidrodinámica, la cual permitió en algunas partes, contemporizar el desarrollo de arrecifes coralinos y cierto aporte de material terrígeno. En otros casos existían plataformas anchas, que facilitaron la invasión del mar a grandes territorios. En las zonas morfogenéticas exteriores crecieron los arrecifes coralinos (formaciones Alegrías y Vedado) y en las interiores se acumularon depósitos terrígenos (formaciones Bayamo, Guane y Dátil). Pleistoceno Inferior- Medio. Durante el Pleistoceno Medio ocurrió una revitalización de la actividad tectónica, con el aumento de su velocidad y ritmo de ascenso, particularmente en el extremo sureste de la Isla de Cuba, donde se alcanzó el máximo ascenso, con unos 700 m de altitud (Kartashov et al. 1981), mientras que en la parte central de la Isla alcanzaron hasta 600 m (Belousov y Orbera, 1986). Tal revitalización provocó una reestructuración del plano estructural del megabloque cubano, que se conoce en la literatura bajo el nombre de fase Antillana. En opinión de Kartashov y sus colaboradores (1981), ella marca el límite entre los principales cambios climáticos ocurridos durante el Cuaternario en este territorio. Las huellas de esta fase han permitido distinguir un Pleistoceno Húmedo (más antiguo) y un Pleistoceno Seco (más joven) (Fig. IV. 1) y coincide con la inversión paleomagnética Brunhes/Matuyama, correspondiente al nivel de 0,7 millones de años AP. Durante el desarrollo del Pleistoceno Húmedo los depósitos se caracterizan por la ausencia de carbonatos marinos. Los depósitos terrígenos que han sido considerados de origen marino tienen características propias de acumulación en un mar muy somero, típico caso de un territorio en ascenso en la mayor parte de 3 Cabrera (2009) su área. Los movimientos ascendentes fueron los responsables de la no acumulación de depósitos en buena parte del territorio del archipiélago cubano. Fig. IV. 1. Unidades litoestragráficas del Plioceno Superior-Pleistoceno. (En letras minúsculas aparecen las que han sido localizadas en territorio marino). Con el Pleistoceno Húmedo se relacionan dos ciclos transgresivos, conocidos como transgresiones Guevara y Villarroja. Sus depósitos no se conocen en el territorio marino. Solo en perforaciones realizadas en las proximidades costeras de la plataforma suroccidental se han localizado depósitos comparables con la Formación Guevara, compuestos por arenas y gravas cuarcíferas, concreciones y pigmentos de óxido de hierro; así como arcillas montmorilloníticas y montmorillonito- caoliníticas, con fracciones limosas, oolitas y pseudoolitas ferruginosas, en forma de lentes. Historia del Desarrollo Geológico Este hiato en los depósitos del Pleistoceno, es decir, entre Plioceno Superior-Pleistoceno Inferior y el Pleistoceno Superior temprano (Sangamon), en el territorio marino actual debe estar relacionado con su remoción y transporte hacia las profundidades del mar a causa de la abrasión durante las transgresiones y a la erosión durante las regresiones. La acción de exterminio por parte de ambos procesos debió ser facilitada por el predominio de depósitos terrígenos no cementados, no lificados e intemperizados. Pleistoceno Superior. A partir del Pleistoceno Medio y hasta finales del Pleistoceno continúan los movimientos con carácter ascendente, siendo diferenciados por su intensidad, con períodos de debilitamiento. La combinación de estas irregularidades en los movimientos ascendentes y las variaciones eustáticas propiciaron la formación de terrazas en algunos sectores de las zonas costeras, donde pueden alcanzar más de 200 m de altitud. Esta cifra supera los estimados de ascenso del terreno realizados por Kartashov et al. (1981), que fueron solo de 100 m. El tiempo de aparición de estas formas del relieve se identifica bien porque existen bloques con la presencia de calizas de la Formación Jaimanitas (del Pleistoceno Superior temprano) en la superficie de las terrazas elevadas hasta la altura de más de 200 m. Ejemplo: al noroeste de la desembocadura del río Yacabo, municipio Imías, provincia Guantánamo. La posición que ocupan los depósitos de la Formación Jaimanitas indica que probablemente uno de los ascensos de mayor intensidad del período Cuaternario se produjo en el Pleistoceno Superior. También es probable que surgiera en este tiempo la zonación litomorfogenética latitudinal de las plataformas marinas (zonas exterior elevada sobre la interior y separadas entre sí por fallas), que presenta el paleofondo constituido por depósitos de la Formación Jaimanitas. Esta suposición se fundamenta en que las formaciones coralinas, a partir de las cuales se formaron las calizas de esta formación, debieron vivir y desarrollarse en posiciones hipsométricas similares y en consecuencia el fallamiento que produjo el desplazamiento vertical de las mencionadas zonas debió ocurrir postmortem (posterior al Sangamon) o quizás en una etapa avanzada del Sangamon. Durante el Pleistoceno Superior temprano (Sangamon) ocurrió la mayor transgresión del Cuaternario en el territorio cubano, denominada por Kartashov et al. (1981), Jaimanitas. Durante la misma se acumularon las 5 Cabrera (2009) calizas biohérmicas y calcarenitas de la Formación Jaimanitas. Estos depósitos se extienden desde el borde externo de la plataforma marina hasta la zona costera emergida. En esta última aparecen bloques en dirección sublatitudinal en los que no se depositó. Por otra parte, tierra adentro se extienden sus formaciones sincrónicas (Camacho, Jamaica y Cauto), de composición terrígena (Fig. IV. 1). La distribución desigual en dirección latitudinal de los depósitos de la Formación Jaimanitas en los diferentes bloques de la zona costera evidencia que la diferenciación de los movimientos tectónicos y la velocidad de ascenso de los bloques condujo a un cambio hipsométrico variado de la posición de la línea costera del mar sangamoniénse en un período de 100 000-130 000 años AP (edad de la Formación Jaimanitas). La distribución tierra adentro de las diferentes formaciones demuestra que el mismo inundó las llanuras costeras de Cuba casi hasta los macizos montañosos y premontañosos y ocupó, además, las depresiones erosivotectónicas, donde se encuentran bahías de bolsa activas y fósiles. Posterior a la transgresión Jaimanitas ocurrió la gran regresión del Wisconsin (10 000 - 75 000 años AP). La misma no constituyó un proceso continuo de retirada del mar, al respecto Ionin et al. (1977), apuntan lo siguiente: “existen muchos datos, que indican una elevada posición del nivel del mar en el intervalo de 24-36 mil años AP. Milliman y Emery (1968), basándose en 80 dataciones de C14 opinan que en el período de 30-35 mil años AP el nivel del mar aumentó prácticamente hasta el actual. Shepard (1961), también considera que la curva eustática para los últimos 33 mil años AP tuvo un pico que llegó hasta el nivel de 11 m en el período de los últimos 26-33 mil años AP. Curray (1961) sobre la base de las determinaciones de la edad de los restos de formaciones costeras a una profundidad de 14, 5 m (región de Freeports, Texas) ubica el interestadial en el período de alrededor de los 30 mil años AP y supone, que el nivel del océano se encontraba a 10 m de profundidad……” En el territorio cubano hay depósitos que suprayacen discordantemente a la Formación Jaimanitas. Los mismos corresponden a las formaciones Cocodrilo, Cayo Guillermo, El Salado, La Cabaña, Playa Santa Fe y Siguanea. Ellos han sido relacionados tentativamente con el Pleistoceno Superior tardío (Wisconsin Medio) y pudieran corresponder a los intervalos antes mencionados. Sin embargo, el poco conocimiento sobre estos depósitos y en particular de su cronología no permite aún caracterizar Historia del Desarrollo Geológico cuantitativa y cualitativamente los eventos que los originaron. Su restringida distribución y yacencia tranquila apunta a cambios paleogeográficos de pequeñas a medianas dimensiones. Las huellas de cambios durante la regresión del Wisconsin en el territorio cubano también se confirman por otros datos, aportados por Ionin et al. (1977). Ejemplo: los depósitos carbonáticos que se localizan en la parte exterior del golfo de Guacanayabo (plataforma suroriental), con una edad de más de 25 000 años AP, atestiguan un régimen de sedimentación marina en esa cuenca durante ese tiempo. A su vez, en la zona interior del golfo se depositaron sedimentos terrígenos, como arcillas, que contienen un complejo de foraminíferos correspondiente a condiciones de aguas salobres y relativamente frías. Estos autores también opinan que en el golfo de Ana María (plataforma suroriental), durante el Wisonsin Medio es probable que existiera un acuífero casi cerrado, donde se depositaron los limos arcillosos, que ocupan la depresión cársica del centro del golfo. En el suroeste de la Isla de la Juventud, frente a la ensenada de La Siguanea, obtuvieron una edad de 30 700 años AP para una muestra de turbas extraída a más de 4 m por encima del nivel medio actual del mar. Por lo visto, algunas de las actuales bahías de bolsa en algún momento del Wisconsin, probablemente a mediado de éste, también representaron acuíferos, gracias a que la cota mínima absoluta del fondo en los límites de la depresión y los profundos canales de acceso no impidieron la inundación. Testigo de ello es la presencia de depósitos de la Formación La Cabaña en el poblado de Casablanca, Ciudad de La Habana (área tipo de esta formación), situado en el interior de la bahía. Los elementos hasta aquí analizados permiten pensar que por lo menos durante el Wisconsin Medio, partes del territorio que hoy ocupan los mares neríticos de Cuba y su zona costera, por algún tiempo, consistieron en una serie de lagunas relativamente grandes, en cierta medida aisladas del mar abierto por el relieve de la zona morfogenética exterior (bloque elevado sobre la zona interior y el talud insular). El transporte de material desde la tierra se realizaba hacia las lagunas, pero principalmente hacia las aguas profundas a través de la red hidrográfica. Se estima que durante el máximo regresivo ocurrido en el Wisconsin tardío (último pico) el mar descendió por debajo del borde superior del talud insular. Según Ionin et al. (1977), la línea costera se encontraba en la cota 7 Cabrera (2009) de los 60-65 m debajo del nivel actual del mar, tomando en consideración la elevación general de Cuba, heredada del Terciario. Ellos reportaron embudos cársicos a las profundidades de 70-80 m en los límites de las plataformas suroccidental y suroriental. Embudos de magnitudes similares fueron reportados por Núñez-Jiménez (1982), en otras partes del territorio cubano. Es muy probable que la línea costera se encontrara a mayor profundidad que la aquí mencionada. Pues su posición debió estar relacionada con el descenso general del océano mundial, que según Mitrovica (2003), Cutler et al. (2003) y Wehmillera et al. (2004), alcanzó una profundidad máxima estimada en 120-135 m, hace algo más de 17 mil años AP (Shepard, 1960, Curray 1964, Land et al., 1967; Karrey, 1968 fide ionin et al., 1977), o más, por ejemplo para Wyrwoll et al. (2000) y Jackson et al. (2000) data de 21 mil años AP. Durante el máximo regresivo se produjeron cambios drásticos en la constitución geológica y por consiguiente en los diferentes ecosistemas. Ionin et al. (1975 fide Ionin et al., 1977), relacionan con este tiempo las terrazas formadas en algunos segmentos del talud insular, ubicadas en los niveles 30-34, 40-43 y 60-80 m. Ellos afirman que la distribución de las mismas no es muy amplia, ya que para su formación en condiciones de regresión era necesario que la pendiente del talud insular favoreciera el desarrollo del proceso de abrasión del oleaje, algo que no se logra en presencia de altos gradientes. Además, pudieron ser destruidas por los procesos subaereales. En la superficie de la plataforma desecada el relieve fue remodelado, con la profundización de los valles fluviales, mediante la búsqueda de los ríos de su nivel de base, sobre todo en las bahías de bolsa donde llegaron a alcanzar decenas de metros. La superficie de las calizas de la Formación Jaimanitas fue carsificada y parcialmente desmembrada y desprovista casi de la totalidad de los depósitos suprayacentes del Pleistoceno Superior tardío por la erosión. El transporte de sedimentos desde tierra firme, como ya se señaló, ocurría casi en su totalidad hasta más allá del límite superior del talud insular. De los depósitos del Pleistoceno Superior tardío se conservaron solo parches aislados en las escotaduras de la zona costera de las islas de Cuba y de la Juventud y en algunos cayos. En el caso de los depósitos de la Formación Cocodrilo se encuentran mucho mejor conservados, llegando a formar parte importante de los principales cayos en la parte este de la Historia del Desarrollo Geológico plataforma suroccidental, donde tienen típica morfología de paleobarras y no de dunas con sus eolianitas como las concibieron Ionin et al. (1977). Lo mismo ocurre con la Formación Cayo Guillermo en la plataforma norcentral, donde sí forman dunas. Ionin y sus colaboradores (1977) valoraron la posibilidad de que en esta época, en la que el océano tuvo su nivel más bajo, subsistieran algunos territorios de la plataforma ocupados por agua. Ejemplo: el golfo de Guacanayabo se pudo conservar como una cuenca de agua, aislada del mar, en la cual continuaron las acumulaciones de sedimentos terrígenos, aunque con menos intensidad e incluso con algunas interrupciones en los períodos en que disminuyó drásticamente el nivel del mar. El golfo de Ana María quedó casi seco, sólo en los lugares más profundos de la depresión La Vela, Caballones y Mosquitos pudieron quedar lagos en las cuencas bajas de los ríos. El drenaje de estos lagos ocurrió probablemente a través de los Jardines de la Reina directamente al Mar Caribe. Holoceno. Durante el Holoceno la intensidad y velocidad de los movimientos tectónicos han disminuido, pero aún persisten. En la región central de Cuba, por ejemplo, se han reportado valores de amplitud de hasta 50-75 m (Belousov y Orbera, 1986). Su carácter continúa siendo esencialmente ascendente. Algunos ejemplos que ilustran esta hipótesis son: presencia de valles fluviales encajados en terrenos llanos y en terrenos elevados, la presencia de fallas activas y recientes, afloramientos de canales de marea en la superficie de algunos cayos en la plataforma norcentral, la existencia de lagunas en territorios emergidos con turberas de apenas 200 años AP según determinaciones de C14, realizadas en el laboratorio Vera, Austria (inéditos). Ejemplo: Santa María, en San Luís, provincia de Pinar del Río. De la existencia de movimientos tectónicos holocénicos actuales (movimientos novísimos), es testimonio la ocurrencia de movimientos rápidos o sísmicos, los cuales se originan en las zonas sismoactivas, en particular, a través de las principales fallas. Predominan los sismos de mediana y baja intensidad, pero han ocurrido algunos con carácter destructivo. También han sido establecidos movimientos seculares a través de la red de nivelación reiterada, tales como los dados a conocer por Marques (1997) y Díaz et al. (1990). La remodelación del terreno por las variaciones morfoestructurales bajo el efecto de la tectónica y las morfoesculturales resultantes de los demás procesos y factores genéticos del relieve, determinaron junto con la 9 Cabrera (2009) transgresión del Holoceno el contorno costero actual del archipiélago cubano. El proceso transgresivo fue ilustrado por Ionin et al. (1977) de la siguiente forma: “La transgresión que ocurrió cuando comenzó el deshielo de los glaciales después de la glaciación continental es conocida como transgresión holocénica. Muchos autores ubican su inicio alrededor de 1718 mil años atrás (Karrey 1968, Gill 1968, Shepard 1969, Kaplin 1973, Meiner 1974). La elevación más intensa del nivel medio del mar está relacionada, por lo general, con el período de deshielo y retroceso de los últimos glaciales, es decir, a finales del Pleistoceno y principios del Holoceno. El período durante el cual se elevó notablemente la temperatura al extremo de desaparecer los restos de hielos perpetuos en el noroeste de Europa recibió el nombre de Holoceno. Las variaciones características en los sedimentos marinos del golfo de México y en el Atlántico Ecuatorial, establecidas por medio de testigos de perforación, dan la posibilidad de admitir, que allí ocurrió un calentamiento significativo hace 11- 12 mil años. De acuerdo con los datos indicados por Erickson et al. (1964) este sustancial ascenso de la temperatura ocurrió en el período de 11-18 mil años AP (con un promedio de 7-8º C) y precisamente en ese período el nivel del mar alcanzó 30-40 m (Pavlidis 1961, Nevesski 1967, Karrey 1968, Gill 1968, Shepard 1969). Los ritmos de la transgresión eustática inicialmente fueron de 9-10 m por cada mil años. En esta etapa prehistórica de transgresión, anterior al Holoceno, llevó a una rápida inundación del relieve emergido y los sedimentos no tuvieron tiempo de reelaborarse, desapareciendo las formaciones acumulativas de la zona de actividad del oleaje, conservándose posteriormente debajo de los sedimentos marinos. La alta velocidad de ascenso del nivel entorpeció la formación, en este período, de las terrazas de abrasión en la parte superior de la pendiente submarina; pero posibilitó la conservación de las superficies de nivelación, formados anteriormente en los niveles 30-34 y 40-43 m por debajo del nivel actual del mar…...”. Las huellas de la transgresión holocénica son manifiestas en la plataforma y las costas del archipiélago cubano, tanto en los depósitos como en las formas del relieve. Las evidencias fueron descifradas por primera vez por Ionin et al. (1975 fide Ionin et al., 1977). Ellos determinaron que: “al comienzo del Holoceno, cuando a juzgar por múltiples datos, el nivel del océano mundial se encontraba 20-25 m por debajo del actual, comenzó la Historia del Desarrollo Geológico última inundación de la plataforma cubana. Es evidente, que en esta época, probablemente en el período de cierto retardo del ritmo de la transgresión y debido a las interrupciones que sufrió la misma y al carácter irregular del borde exterior de la plataforma se formaron las superficies abrasivas de la tercera y cuarta terraza, ubicadas a profundidades de 25-26 m y 18-20 m respectivamente”. Según la interpretación de diferentes investigadores (Shepard, 1961; Fairbridge, 1961; Kaplin, 1973; Nikiforov 1975, fide Ionin et al., 1977), la transgresión holocénica ocurrió de forma variada. Generalmente hay coincidencia en que la misma es un evento con variaciones (Fig. IV. 2). En su inicio el ascenso del nivel medio del mar fue de manera intensa hasta alcanzar el pico máximo (6000 años AP). Ionin et al. (1977), destacan dos cambios sustanciales del nivel medio del mar: el primero está relacionado con un pico en los 8- 9 mil años AP y la disminución consecutiva (hasta la profundidad de 12 y 14 m) en el período de los 6 -7,5 mil años AP; la segunda con el pico, que sobrepasó un poco al nivel actual y correspondiente al tiempo postatlántico (alrededor de 4 mil años AP). La ubicación de las muestras de turbas y de los limos orgánicos que han sido datadas con C14 indica el predominio del ascenso del nivel del océano durante estas fases. Sin embargo, la velocidad de transgresión fue desigual, los períodos de relativamente alto crecimiento (hasta 6-7 mm al año) estuvieron separados por períodos de cierta estabilización hace aproximadamente 5 mil años AP (período Atlático), cuando en los límites de las regiones occidentales de la plataforma cubana ocurrió la formación en masa de las turbas en los pantanos a profundidades de 5-6 m. Las últimas variaciones significativas del nivel medio del mar relacionadas con la transgresión holocénica, es decir, dentro de su segunda etapa, Ionin et al. (1977), las identifican con la formación de la última terraza holocénica (de 2-4 mil años AP, según determinaciones de C14 en acumulaciones de turbas) o terraza Cero, según la clasificación de Shantzer et al. (1976). La formación de la terraza la relacionan con el momento de la muerte masiva de los corales y la destrucción de las cimas de los arrecifes coralinos. Es en este período donde se producen los desplazamientos de los glaciales en la tierra de Baffin, en Alaska, y en otras regiones. Esto fue motivado por la disminución del nivel del océano a causa de un período relativamente más frío (3- 4, 5 mil años AP), que ha sido observado en todo el mundo (Kind, 1974 fide Ionin et al., 1977). Lo anterior fue suficiente para que la cima de los corales estuviera por encima del nivel actual del mar, a causa 11 Cabrera (2009) de lo cual se destruyeron y sus restos fueron transportados a la costa de los sectores intraplatafórmicos, fundamentalmente. Las formas acumulativas costeras constituidas por brechas coralino-conchíferas, se fueron cementando y como resultado de los movimientos tectónicos verticales, se elevaron a diferentes alturas o aparecen sencillamente por debajo del nivel medio del mar, es decir, la terraza que forman se caracteriza por el control tectónico y no geomorfológico, como las de los niveles inferiores. La edad de las turbas sirve de indicador de esta etapa en Cuba, ya que se encuentran en diferentes sectores de la plataforma (en las cercanías de la Isla de la Juventud, en la Península de Hicacos, en la ensenada de Dayaniguas y en la bahía de Cienfuegos, entre otras localidades). Estas turbas se hallan situadas por debajo del nivel actual del mar y sus edades fluctúan entre 1,5 -2 mil años AP. Fig. IV. 2. Curvas de variación del nivel del mar en la región Caribeño – Antillana (Ionin et al., 1977). Historia del Desarrollo Geológico Leyenda 1.- Para Cuba; 2.- Generalizada para toda la región. La Profundidad (eje Y), corresponde a la suma de la profundidad del mar y de las perforaciones a partir de la superficie de su fondo. En cuántos metros el nivel medio del mar se elevó en el período Posatlántico no está exactamente determinado. Existen algunas evidencias que sugieren una altura entre unos 2 y 5 m. Ejemplo: La existencia de sectores donde la primera terraza pleistocenita (terraza I, según la clasificación Shantzer et al., 1976) aparece cubierta por bancos o camellones de tormenta. Ejemplo: oeste de la bahía de Matanzas. Los mismos se alzan hasta 5-8 m de altura, distando de la línea de costa 100200 m. En su superficie se encuentra bien desarrollado un suelo contemporáneo diferenciado, con un horizonte húmico gris hasta 0,1 m y un horizonte amarillo-anaranjado. Otros indicadores de la máxima altura alcanzada pudieran ser las calcarenitas de la Formación Los Pinos, que pueden alcanzar hasta 7 m de espesor. Las mismas se han relacionado condicionalmente al Holoceno, partiendo de su bajo grado de litificación y poca alteración (Cabrera y Peñalver, 2001). De acuerdo con la curva eustática de Ionin et al. (1977), éstas podrían haberse formado solo al final de la última etapa. En otros tramos de costa baja de las diferentes plataformas y algunos de sus cayos, donde la velocidad de levantamiento del terreno por los movimientos neotectónicos no supera la velocidad de ascenso del nivel medio del mar, ocurren transformaciones en los humedales costeros. Los mismos están siendo desmontados naturalmente por la acción del oleaje. En este proceso se forman amplias ensenadas y playas, por abrasión de la línea costera. Los procesos y factores naturales, frecuentemente, son reforzados por la acción del hombre. Ejemplo: construcciones civiles y siembra de barreras arbóreas, entre otras actividades. Como resultado la abrasión se refuerza al ser alterada la dinámica costera, produciendo incisiones en la línea costera y la destrucción de playas y/o humedales. En fin, son muchos los casos que ilustran la necesidad de tener en cuenta la historia del desarrollo geológico del territorio marino-costero para llevar a cabo acciones en el mismo y en su entorno de influencia, incluyendo obras de protección. No se debe actuar sin antes conocer cuáles son los procesos y factores naturales que están teniendo lugar y su evolución en los últimos 20 000 años, por lo 13 Cabrera (2009) menos. Ellos determinan la génesis y desarrollo de los componentes abióticos, que constituyen el substrato o entorno de los biotopos en los diferentes ecosistemas marino-costeros. Los mismos pueden ser afectados y hasta desaparecer ante los cambios a que constantemente están siendo sometidos. Sin embargo, la magnitud de la acción de los factores procesos no es homogénea para todas las áreas del territorio marino-costero. Ellos están en dependencia de las particularidades de cada una de ellas. Esto incluye a los de carácter regional, como son los movimientos del terreno (neotectónicos), los cuales pueden tener variaciones de velocidad, dirección e intensidad en diferentes partes. Ejemplo: dentro de los límites de la plataforma suroriental, donde ocurre generalmente el descenso relativo del territorio, hay partes que están ascendiendo a una velocidad perceptible. Los cayos coralinos de Orihuela, que se están levantando y convirtiéndose islotes (Iturralde-Vinent, 1981). Esto indica que hay que estudiar cada caso en particular, evitando generalizaciones sobre la base de rasgos y características regionales. BIBLIOGRAFÍA • BELOUSOV, T. P. & ORBERA, L. (1982): “Los movimientos tectónicos • • • • • • cuaternarios en Cuba central”, Memorias XI Cong. INQUA, 3: 41-42. CABRERA, M. & L. L. PEÑALVER (2001): “Contribución a la estratigrafía de los depósitos cuaternarios de Cuba”, Rev. C & G., 15(3-4), 37- 49. © SEG. AEQUA. GEOFORMA Ediciones. CUTLER, K. B., EDWARDS, R. L., TAYLOR, F. 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