Elproyecto - Ayuntamiento de Sevilla

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URBANISMO. El Ayuntamiento acaba con la herencia islámica del corazón de la zona Norte del casco histórico
San Luis: el barrio
San Luis tiene el cuestionable honor de
ser nuestro Sarajevo particular, nuestro Belgrado hispalense. Uno de los barrios históricos más antiguos de Sevilla, donde las iglesias católicas, las factorías del XIX y el pasado republicano
se dan la mano, ha perdido gran parte
de sus secretos, en especial el más
preciado: el trazado árabe que ocultaba su centro. El Ayuntamiento lo ha borrado del mapa en apenas dos años.
DIARIO DE SEVILLA
NUEVAS CALLES
En la imagen, la vía
de nueva formación
que une ahora la
plaza situada a la
espalda de San Luis
con la plaza del
Cronista. Antes de la
operación esta zona
era estrecha y
misteriosa. Ahora es
coto de los coches.
CARLOS MÁRMOL
S
AN LUIS no tiene memoria. Su espacio
físico —las estrechas calles que cobijaban algunas de las plazas más desconocidas de la ciudad: la del Cronista o la del
Lucero, ahora transformadas por completo—
ha quedado desgarrado como una manzana
cortada. La reforma urbanística emprendida
por el Ayuntamiento hace tan sólo dos años
ha borrado del mapa el trazado árabe que
hasta entonces lo caracterizaba: un laberinto
de callejuelas y adarves en el que algunos situaban el principal mal endémico de este
siglo —la droga— y otros consideraban que
habitaba la esencia última de una ciudad
musulmana que en buena medida se ha ido
perdiendo desde la reconquista cristiana,
acaecida hace ahora 751 años. Peligros y
mestizajes aparte, lo cierto es que la profunda operación de cirugía urbana auspiciada
por la Gerencia de Urbanismo ha sido tan
profunda en San Luis que casi ha desdibujado la fisonomía íntima del barrio, que padece ahora el desajuste de ser un área urbana
en supuesto proceso de rehabilitación mediante el conocido plan Urban, cuya ejecución, después de casi 2.000 millones de pesetas de inversión, termina precisamente este
año.
San Luis presenta mejor perfil pero no
mejor cara. De hecho, su imagen es muy
distinta a la que hasta 1997 se recogía en los
periódicos: un territorio cerrado y completamente devastado por la multitud de inmuebles en ruinas que poblaban sus callejuelas, cerradas sobre sí mismas en un claro
ejemplo de lo que los arquitectos denominan urbanismo interior: el que oculta detrás
de los muros los mejores tesoros. San Luis
era un poco así: entre las ruinas cobijaba
plazas inusitadas y rincones de los que apenas sí existían muestras en un casco histórico que fue abierto en canal y reformado a finales del siglo XIX, cuando la única obsesión de los urbanistas era derribar y crear
calles y calles que comunicaran las partes
de una ciudad oscura y misteriosa. Fruto de
LA IGLESIA
San Luis de los
Franceses, cuya torre
se alza al fondo de la
calle del mismo
nombre, es una de
las joyas del barroco
hispalense.
El proyecto
La reforma urbana del barrio de San Luis ha
sido ejecutada por la Gerencia de Urbanismo
mediante la política de los hechos consumados, ya que, mientras se dirimían los criterios sobre la protección de su antiguo trazado árabe, comenzaron las expropiaciones y
los derribos de los viejos inmuebles. La operación ha costado cerca de 200 millones de
pesetas que en su mayor parte se han ido en
pagar la expropiación de los suelos de la Diputación sobre los que ahora se pretende
construir un polideportivo, dos aparcamientos subterráneos —uno bajo el complejo deportivo y otro bajo la plaza de nueva creación— y desarrollar dos promociones inmobiliarias —a ambos lados de la plaza— que
inicialmente serán municipales. El resto del
proyecto incluía la apertura de la nueva calle
que une la plaza del Cronista con Arrayán y
Relator a través del Pasaje Valvanera, que es
una de las escasas vías internas que quedan
en Sevilla, donde esta modalidad de callejero fue general y estuvo muy extendida a lo
largo y ancho de todo el casco histórico. También se ha creado un nuevo acceso especial
que comunica las calles Divina Pastora e Inocentes por detrás del colegio de San Luis.
esta filosofía fue la destrucción de gran
parte de las murallas de Sevilla. La misma
máxima —trazar caminos a toda costa, señalizar la salida reglada del laberinto— es
la que parecen haber seguido ahora los técnicos del Ayuntamiento para impulsar una
reforma en el viejo barrio que ha acabado
dejándolo sin personalidad y con muchos
más derrumbes que antes. San Luis continúa siendo Sarajevo, aunque el precio del
metro cuadrado, gracias a esta política urbanística, ha aumentado de forma considerable. Ahora hay expectativas, aunque no
para todos: a algunos vecinos los propietarios que antes los ignoraban les obligan a
abandonar sus casas. Hay desalojos silenciosos. Algunos casi semanales. Y también
un hecho evidente: la inversión pública,
aunque muy concentrada en dos o tres edificios singulares, ha servido para que se
construyan más viviendas en la zona.
Aparcamientos y viviendas
M
IENTRAS tanto, el Ayuntamiento
ha relajado la presión. Después de
expropiar inmuebles y suelos para
abrir nuevas calles y crear un gigantesco
espacio libre en el que los niños juegan
entre ladrillos y derrumbes, ha decidido tomarse su tiempo para los dos grandes enganches económicos de la operación: la
construcción de dos aparcamientos subterráneos, un polideportivo y dos promocio-
Diario de Sevilla
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Las industrias y la República
San Luis es un caudal de historia. El área,
que también se conoce con los nombres de
las distintas parroquias que se encuentran a
lo largo de la calle que le da nombre —Santa
Marina o San Marcos—, está íntimamente ligada al carácter tradicional de esta rúa, que
desde el siglo XIV es uno de los principales
ejes de penetración del área Norte del casco
histórico. Su primer nombre fue calle Maestra, que después, ya en época renacentista,
pasó a ser denominada Real, ya que era la
que utilizaba el rey cuando acudía de visita
a la ciudad.
Su estructura es alargada —es una de las calles más extensas de la ciudad— y curvilínea. Sus calzadas actuales se mantienen al
menos desde los años 20 de este siglo,
cuando se eliminó en la mayor parte de sus
tramos el adoquinado que tenía. La práctica
totalidad de los inmuebles que la conforman son casas de dos o tres plantas cuya antigüedad no supera el siglo. Conserva por
tanto el caserío tradicional del casco histórico, aunque muchos de estos inmuebles se
encuentran en muy mal estado. Durante los
últimos cuatro años, sin embargo, han proliferado las operaciones de rehabilitación o,
en algunos casos, la destrucción de algunos
edificios que previamente habían sido declarados en ruina.
Su pasado es llamativo. Como toda el área
Norte del centro de Sevilla, fue una zona
eminentemente religiosa —el noviciado jesuita de San Luis fue construido en el siglo
XVIII, mientras que la iglesia mudéjar de
Santa Marina data del XIV— y, ya durante su
etapa decimonónica, trabajadora. En su entorno había fábricas de jabones, curtidos e
incluso destilerías de aguardiente. De
hecho, todavía se conserva en la zona la fábrica más antigua de sombreros de España,
que empezó a funcionar el siglo pasado y todavía sobrevive, aunque es de suponer que
con cierta humildad.
Esta condición de área trabajadora la hizo
especialmente importante en años pasados. En ella se fundó una de las primera tertulias republicanas de la ciudad, la tertulia
federal, cuya creación data de 1886. El siglo
actual trajo episodios menos intelectuales y
mucho más sangrientos: cuando se produjo
el alzamiento militar del año 36 la iglesia de
Santa Marina fue incendiada y todo el resto
del barrio sufrió la represión castrense.
nes inmobiliarias que teóricamente son de
Emvisesa pero que cualquier día pueden
pasar a manos privadas. Esto no supondría
una diferencia: sobre el corazón fraccionado de San Luis no queda ya más que una
plaza terriza de 1.700 metros cuadrados en
la que los bancos y los árboles, plantados
por los propios vecinos, padecen el mal de
la orfandad. Una gigantesca plaza, pero sin
vida. Con árboles secos. Es la vieja historia
de siempre: los pisos llegan antes que la
creación de los espacios comunales.
cuerdos entre el propio Ayuntamiento, promotor de la operación, y la Junta de Andalucía, cuya comisión patrimonial tiene como
objetivo salvaguardar los valores históricos
del barrio. El culebrón administrativo no
tiene demasiado interés, ya que, aunque en
principio hubo oposición por parte de la administración autonómica, al final el proyecto salió adelante sin cambios: se evitó
únicamente la destrucción de un corral de
vecinos de la calle Infantes que, según los
planes iniciales del Ayuntamiento, iba a ser
destruido. Este cambio obligó a modificar
el diseño viario concebido para la zona, que
sin embargo es un mapa sin trazar en el
que mandan los coches, que, de extraños visitantes, han pasado a convertirse en los vecinos principales del barrio al ocupar el inmenso solar donde el Instituto de Deportes
va a hacer el primero de los aparcamientos
previstos. Los coches tienen ahora mucho
más espacio en San Luis. El barrio, sin em-
SIN PERSPECTIVAS
San Luis ha perdido
su antiguo pasado
musulmán en favor
de alineaciones
urbanas nuevas,
pero convencionales
DIARIO DE SEVILLA
DERRIBOS
En la imagen, una
casa derribada junto
a la diminuta plaza
del Lucero, que ha
perdido su condición
de espacio oculto.
La excusa: sanear el sector
INFANTES
La calle Infantes es
una de las que han
quedado fuera de
ordenación, aunque
la destrucción de
sus viejos inmuebles
es también general.
L
A Gerencia de Urbanismo considera
que esta operación era la única alternativa posible para sanear el sector y
conectarlo con la ronda histórica. Los derrumbes necesarios para diseñar las nuevas
calles empezaron, sin embargo, mientras la
tramitación administrativa del proyecto
sufría un largo rosario de problemas y desa-
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