ANS. INS. PAT. Ser. Cs. Ss., Punta Arenas (Chile), vol. 20, 1991 "COMISIÓN CIENTÍFICA DEL PACIFICO" LA EN MAGALLANES THE PACIFIC SCIENTIFIC COMMISSION IN MAGALLANES (1863) (1863) MATEO MARTINIC B.« RESUMEN y despachó hacia América del Sur una expedición científica cuyo el conocimiento de las ciencias naturales y, al propio tiempo, permitir el mejoramiento de las relaciones con las antiguas colonias devenidas en estados independientes. EÍ artículo da a conocer las circunstancias e incidencias del hasta ahora poco conocido paso de las naves que integraban la comisión por el estrecho de Magallanes, como asimismo los resultados científicos obtenidos, que fueron especialmente interesantes en el aspecto etnográfico. En 1862 el Reino de propósito era España organizó el de contribuir al adelanto en SUMMARY The Kingdom of Spain organized and dispatched to South America in 1862 a scientific expedition whose aims were to contribute to the advancement in the knowledge of natural sciencies and, at the same time, to permit the improvcmeiit of ihe relations with the oíd colonies transformad into independent States. The article reports on ihe circumstances and incidents ofthe, up to ihe present, scarcely known passage of the vessels integraiing the commission through the Straits of Magellan, and also on the scientific results obtained, which were especially inieresiing in their ethnographic aspect. ANTECEDENTES DE LA EXPEDICIÓN Hacia 1860 el gobierno de España tenía bajo consideración la conveniencia de enviar algunas armada de guerra hacia puertos america nos, en particular a las costas del Pacífico, en plan de presencia amistosa. Diversas razones de Estado hacían aconsejable tal posibilidad; entre ellas la más importante era la de reanudar o mejorar las relacio nes con las antiguas colonias desde que en la mayo ría de las mismas se había superado el resentimiento que había generado el proceso de la independencia. naves * de su Historia, Instituto de la Patagonia, Universidad de Magallanes. Casilla 113-D, Punta Arenas, Magallanes, Chile. Arca de De algún modo, además, una misión de buena voluntad semejante podía contribuir a fortalecer, para beneficio común, el comercio que se había establecido de las entre nuevas la metrópoli repúblicas de otrora y algunas y estados americanos. A estas razones se unía el interés que coetáneamente se constataba en el ambiente científi co hispano por incrementar las colecciones de los museos y universidades, así como por realizar estu dios con miras a mejorar el conocimiento naturalis ta del Nuevo Mundo. Se ofrecía de tal manera la posibilidad de organizar una expedición de impor tancia que fuera condigna de los emprendimientos científicos realizados durante la segunda mitad del siglo XVIII, que permitiera a España integrarse con honor al fructífero esfuerzo científico desarrollado 8 MATEO MARTINIC por varias naciones europeas y los Estados Unidos tierras americanas durante las décadas preceden en tes. Fue así como, sobre la base de deraciones, el gobierno real determinó consi 1862 la estas en organización de una expedición hacia América, cuyos objetivos comprendían aspectos políticos y científicos, disponiéndose para el efecto el apresto las de fragatas Resolución y Nuestra Señora del Triunfo, a las que se habría de sumar la goleta Virgen de Covadonga, a la sazón en aguas del río de la Plata. Esta división naval fue puesta bajo el comando del general (almirante) Luis Hernández Pinzón. Por cierto, este nombramiento resultó ser escasamente feliz, pues las intemperancias de que haría gala este jefe deslucirían la misión y serían fuente de situaciones ingratas a lo largo del extenso recorrido de las naves.' En lo tocante al segundo aspecto, esto es, la organización de la Comisión Científica del Pacífico -su denominación oficial-, la responsabilidad correspondiente fue asumida por un comité ad hoc con participación del Director General de Instruc ción Pública y representantes de la Universidad de Madrid (Facultad de Ciencias),*Real Jardín Botánico, Observatorio Astronómico y Museo de Ciencias Naturales. Al cabo de un proceso nada fácil, fueron seleccionados para integrar la Comisión, Patricio María Paz y Membiela, designado jefe de la misma, Fernando Amor y Mayor, y Francisco de Paula Martínez y Sáez, todos naturalistas; Marcos Jiménez de la Espada, zoólogo, aunque en verdad era un sabio polifacético, sin duda el que más fama daría a la expedición; Manuel Almagro y Vega, antropólo go, Juan Isern y Batlló, botánico, Bartolomé Puig de Galup, taxidermista y Rafael Castro y Ordóñez, fotógrafo y dibujante. A éstos tocaría desarrollar un trabajo científico y profesional admirable que prestigiaría a la misión española y daría gloria a su patria, y, en cierta medida, rescataría para la posteridad el aconte En lo que nos interesa, las instrucciones que oportunamente recibió Pinzón de parte del mi nisterio de Marina le prescribían realizar la navega ción austral rodeando el cabo de Hornos con las fragatas, teniendo como prohibición expresa la de penetrar con ellas en el estrecho de Magallanes, canal que sí debía navegar la Covadonga, para desarrollar algunas observaciones hidrográficas. Entendemos tal restricción como una medida preventiva motivada tal vez en el desconocimiento del alto mando naval sobre antecedentes respecto de las condiciones de navegabilidad del Estrecho. La expedición, que zarpó de Cádiz el 10 de agosto de 1862, arribó al río de la Plata a comienzos de diciembre tras sucesivas detenciones en distintos puertos del Brasil, que resultaron muy provechosas para la tarea científica. Allí, como estaba previsto su incorporó la goleta Virgen de Covadonga. Para entonces, sin embargo de la satisfacto ria faena realizada, hizo crisis la situación de tensión que se había generado entre algunos de sus miem bros y jefes y oficiales de la armada, circunstancia que puso a la Comisión Científica en la disyuntiva de la suspensión de su cometido y el retorno a España, o bien la prosecusión del viaje, pero por tierra, hacia Chile y Perú. Paz Membiela optó por esta última alternativa y, de modo arbitrario, dispuso la división en dos grupos, uno, encabezado por él mismo, que habría de marchar al Pacífico cruzando las pampas argentinas y remontando los Andes, proseguiría el viaje por mar. integrado por Jiménez de la Espada, Martínez Sáez, Puig y Castro. Es precisamente de esta fase de la expedi y otro que Este grupo estaba ción de la que pasamos a ocuparnos, cuyo acontecer ha permanecido virtualmente desconocido hasta el Parece de interés, entonces, dar presente. cuenta pormenorizada del mismo sobre la base de los antecedentes hace poco permanecían inéditos. publicados y de otros que de una expedición que bajo otros aspectos fue infortunada y cuestionada, tanto que los infaustos sucesos de que fue protagonista la escuadra restaron EL ESTABLECIMIENTO DE PUNTA ARENAS rado por largo tiempo el notable quehacer de aquellos hombres de ciencias. A éstos se debe no sólo la importante información científica reunida y procesada, sino también los principales antecedentes documentales que han permitido hacer la historia del célebre viaje. existencia cer importancia y contribuyeron a mantener semi igno basta recordar los incidentes que culminaron la ocupación de las islas Chinchas, peruanasv que dieron origen al absurdo y lamentable conflicto cono cido como la Guerra con España, en el que participaron Perú y Chile. Para el en caso 1864 con española, Al tiempo del arribo de la escuadrilla el establecimiento chileno del estrecho de Magallanes Sandy aproximaba a los tres lustros de ubicación de la punta Arenosa (la Point de las cartas marítimas Fundado se en su inglesas). 1848 por el gobernador José de los Santos Mardones para sustituir a la decaída pobla en ción original del fuerte Bulnes, situada medio centenar de kilómetros hacia el sur sobre la costa oriental de h península de Brunswick (Patagonia), en la sección central del Estrecho, su breve vida había resultado ser igualmente azarosa, pues en noviembre de 1851 un motín había significado su virtual destrucción y su abandono temporal, siendo restaurado y repoblado a contar de agosto de 1852. 9 LA COMISIÓN CIENTÍFICA DEL PACIFICO Para entonces, 1863, se hallaba regido desde hacía una década por la firme mano de Jorge Cristian Schythe, un profesor de ciencias naturales originario de Dinamarca, y en la realidad no pasaba de ser un establecimiento algo más que precario cuyo objetivo ostensible era el de expresar la sobera nía de la República de Chile sobre la región merinal del continente. Poblada a la sazón por dos centenares de almas, Punta Arenas estaba lejos de ser la base para la penetración colonizadora en el extenso territorio había previsto originalmente chileno al disponerse la ocupación Muy por el contrario, en el hecho no circundante, por el en como se gobierno 1843. pasaba de ser un establecimiento penal-militar, pues buena parte de su escasa población estaba constitui da por gente relegada a tan remoto paraje para purgar sus cuentas con la justicia, amén de sus familiares, y el resto estaba formado por la guardia militar destinada a su custodia y por los contados empleados y funcionarios que integraban la exigua administración colonial, también con sus familiares. Se explican de este modo las características peculia res de organización y del régimen de vida casi disciplinario del establecimiento chileno, que con razón llamaron la atención de los científicos y marinos españoles. Queda en claro así que no había entonces empeñados en distintas tareas según su voluntad y aptitudes. Tal posibilidad era toda vía una utopía, o casi, y su concreción era la causa de mayor preocupación del gobernador Schythe, quien no obstante la limitación de los recursos de que podía disponer se encontraba sinceramente empeñado en consolidar el pequeño poblado, colonos libres mediante el inicio de actividades económicas básicas que pudieran más tarde servir para su sustentación (crianza, agricultura, explotación forestal, tráfico de pieles silvestres) y para su eventual desarrollo una vez que el gobierno de Santiago decidiera acometer de una vez por todas y en debida forma la fase de la colonización efectiva, disponiendo entre otras indispensables medidas las facilidades concretas para estimular la radicación de colonos libres, principal mente inmigrantes europeos. En su todavía breve transcurso el estableci miento de Punta Arenas había merecido las ocasio nales recaladas de algunas naves extranjeras, pero no se sabe hasta ahora del paso de alguna misión propiamente científica, con naturalistas españoles sería lo que la visita de los alguna medida un acontecimiento novedoso para la crónica local. en EL RECORRIDO DE LA EXPEDICIÓN POR EL ESTRECHO La escuadrilla española zarpó de Montevi deo el 16 de enero de 1863 con destino a la boca oriental del estrecho de Magallanes. La subcomi sión científica viajó separada, pues mientras Jiménez de la Espada aceptó el ofrecimiento que le hizo el comandante de la Covadonga para embarcarse con él y, por consecuencia, pudo realizar un viaje en forma cómoda y placentera, sus compañeros debie ron hacerlo en la Nuestra Señora del Triunfo, buque en el que fueron mal recibidos y segregados por la oficialidad, actitud que preanunciaba la falta de consideración y colaboración para con la labor científica que habría de ser la característica del viaje, según PuiS- lo consignaron sus diarios Martínez y Covadonga la dejo a por lo que Pinzón convino comandante, Luis Fery, en aguardarla en la El menor la zaga de las con su en andar de la fragatas bahía Posesión. Allí en efecto fondearon aquéllas el 6 de febrero, en tanto que la goleta lo hizo seis días demorada especialmente por los vientos que incluso la forzaron a salir del Estre cho para ponerse a reparo del cabo Vírgenes. Ello permitió a Jiménez bajar a tierra para colectar diversos especímenes animales y vegetales. El 12, con tiempo más propicio, la goleta consiguió ingresar, yendo a fondear al punto convenido, en donde únicamente se encontraba la Triunfo, pues Pinzón había decidido zarpar anticipadamente a Punta Arenas, contraviniendo las órdenes que había después, contrarios, recibido, actitud cuya interpretación a encontrar. no acertamos en la resultó ser habiéndose Para los naturalistas embarcados Triunfo la espera en aguas de Posesión un tiempo inútilmente perdido, pues solicitado una embarcación para ir a tierra, la autorización se demoró innecesariamente y cuando finalmente a punto, el estado del mar cancelar la excursión planeada. Ambas naves zarparon el día 13 de febrero con rumbo al establecimiento chileno en un trayec to sin importancia que sólo sirvió al observador Jiménez de la Espada para apreciar la progresiva mutación del paisaje en la medida que se internaban en el Estrecho. Arribaron a la rada de la colonia el 14, lugar donde sólo permanecieron un día, regis trándose diversas incidencias y actividades que se pormenorizan más adelante. El establecimiento chileno produjo una impresión desfavorable tanto a los marinos como a los científicos, por su pobreza y por la falta de de toda especie que les pareció manifiesta. Inclusi ve, en cuanto a sus perspectivas de desarrollo, la el bote estuvo obligó a opinión pareció ser francamente pesimista, ya que al decir de Joaquín Navarro y Morgado, Mayor General de la Escuadra del Pacífico, era difícil "que personas de trabajo libre se sometieran a las condi ciones de vida que podía ofrecer esta ingrata región, donde está reunido todo lo malo que en la naturale- 10 MATEO MARTINIC za se pueda concebir"2. negativas Schythe, quien favorable De únicamente a en entre tantas se salvó el percepciones general impresionó gobernador de manera los visitantes. madrugada adelantaron y fueron a fondear en bahía Borja, en la costa del paso Tortuoso, en el antiguo teatro de operaciones hidrográficas de la expedición de Antonio de Córdoba, la precedente y postrera de la España imperial en esta parte del mundo (1788-89). La Covadonga, a su tiempo, fondeó prime ro en la bahía de San Juan de la Posesión, tenida entonces por el puerto del Hambre histórico, arribada que se prestó para diversos menesteres de utilidad y placer de la tripulación, tiempo muy bien aprovechado permanencia por Jiménez para su tarea científica, que además le permitió disfrutar a regalado gusto del lugar, tanto por sus características paisajísticas, cuanto por abundancia y variedad de la vida silvestre de la comarca. la goleta debió vientos de gran violen cia, chubascos de lluvia y cerrazones, lo que la obligó a buscar refugio hasta que pasara el mal tiempo. Por fin, todas las naves se encontraron en Playa Parda, paraje al que la goleta arribó el 18. La Resolución y la Triunfo habían debido sufrir idénti cas contingencias climáticas, cuyas ocasionales treguas fueron aprovechadas por los naturalistas para hacer observaciones y colectas tanto allí como en bahía Borja, en la medida que lo permitieron "los oficialitos", según los calificaría entre molesto Reanudada la enfrentar navegación, una tormenta con y quejoso Martínez Sáez en su diario, agregando que disponían de los botes a su antojo, perjudicando el desarrollo del trabajo científico. En uno y otro puntos se encontraron precedentes de testimonios de recaladas norteamericanas e del tiempo inclemente y la percances menores a la inglesas, naves italianas. La persistencia ocurrencia de algunos Resolución, obligaron al general Pinzón a convocar a una junta de oficiales el 20 de febrero, con el fin de examinar la situación y proceder en consecuen cia. Así se estimó conveniente que las fragatas retornaran al oriente para dirigirse a las islas Malvi nas y posteriormente cabo de Hornos, Al según las instrucciones originales. decisión ya se habían recorrido tres del total de la extensión del gran canal de adoptarse cuartos pasar al Pacífico por la vía del esa Magallanes, proceder severamente que los naturalistas juzgarían impropio de un marino entendiéndolo profesional. Memorándum de la navegación verificada con la hragata de S.M. C. "Resolución por el Mayor General de la Escuadra del Pacifico (...), cn el mes de Febrero de 1863. Ms. 808, Mu seo Naval, Madrid. " cuanto a Covadonga, la Esta debía aguardar que mejoraran las condiciones climáticas, luego proseguir avante para salir al océano Pacifico. Las del 14 la escuadrilla levó anclas y partió hacia el sur, rumbo al Pacífico, navegándose otra vez por separado, pues las fragatas En la En quedaron de reunirse en Valparaíso. fragatas, tras recaladas en bahía Borja, naves Las puerto del Hambre y bahía San navegación intrascendente, 25 de febrero. La goleta, Gregorio, en una salieron del Estrecho el a su turno, tras capear la alcanzó sin novedades la boca occidental por la misma fecha y pasó a navegar sin zozobras por el ancho Pacífico. Excusado es consignar que la oficialidad de la nave capitana no realizó ninguna de las observa ciones oportunamente encomendadas por el ministe rio de Marina. Más tarde, la mayoría general de la escuadra española del Pacífico justificaría tal omi sión basándose en la rapidez de la navegación, tormenta carencia de instrumental adecuado para las observa ciones y mediciones, y, por fin, -algo increíbleporque ya se había desarrollado operaciones seme jantes durante las expediciones de Córdoba, y de Parker King y Fitz Roy. Era una fútil excusa que por cierto nada justificaba y sí afirmaba la diferencia abismante que en lo tocante a competencia, había entre los hombres de mar españoles de entonces y de antaño, que parecían no pertenecer a la misma marina que había conseguido llenarse de gloria y ganarse un prestigio universal. Va de suyo que con los antecedentes conocidos la navegación de las fragatas por la periferia fueguina careció de toda relevancia. SUCESOS ACAECIDOS DURANTE LA ARRI BADA DE LAS NAVES A PUNTA ARENAS Una vez que la Resolución fondeó en rada de la colonia, el día 7 de febrero, el Schythe, como era su costumbre, se la gobernador dirigió al buque para saludar a su comandante, en el caso al general Luis Hernández Pinzón dada su condición de oficial superior, y para ofrecerle en -como la que a este jefe sus servicios, oportunidad también era habitual- le hizo saber que estaba prohibido el comercio de licor establecimiento, pidiéndole en el tal prevención Cabe a sus aquí subordinados. que transmitiera abundar sobre la preocupación consumo de alcohol entre la población, conocidas como eran sus consecuencias perniciosas para la vida y actividad, y aún para la seguridad del establecimiento. Aunque el comercio estaba prohibido y la transgresión a esta norma se castigaba con severidad, en la práctica desde hacía años cundía el tráfico clandestino, en parte debido a la tolerancia de la autoridad para con del mandatario por el algunos funcionarios que negociaban el licor que podían adquirir por Inclusive, lo razón de era todo que su un posición jerárquica. contrasentido, hasta ei f- 11 LA COMISIÓN CIENTÍFICA DEL PACIFICO 1¿ J Fig. 2. Gobernador Jorge Schythe. Fotografía de Rafael del Museo Nacional de Ciencias Naturales, Castro y Ordóñez Madrid). en Punta Arenas, 1863 (Reproducción por cortesía 12 MATEO MARTINIC propio Schythe se vio involucrado en el negocio en refería al comercio del artículo con los indígenas (comúnmente se trocaba aguardiente o ron por capas de piel), tanto que dicha actividad había devenido un monopolio virtual para aquél, circunstancia que acrecentaba la crítica soterrada y a veces abierta de sus gobernados. Pero, vale cuanto se reiterarlo, formalmente la ley Schythe en Punta Arenas imperaba mantenía vigilante para precaver las consecuencias dañinas del hábito al cohólico. Es posible que, de partida, Pinzón concor dara seca con el razones o y se gobernador, por no bien porque contrariarlo, compartía sus la realidad pero demostrar lo contrario. en los hechos no tardaron en Como la arribada resultaba útil bajo distintos respectos para la tripulación de la fragata, las bajadas a tierra fueron harto frecuentes, ocasio nes aprovechadas por la gente para llevar consigo alguna provisión de licor, lo que sin duda debió ser la mejor moneda para el intercambio con la pobla ción, con las consecuencias que es de imaginar. En efecto, prácticamente desde el día siguiente al del arribo de la Resolución, se advirtie ron casos de embriaguez entre los soldados de la guarnición y los artesanos, circunstancia que obligó a la autoridad a disponer la presencia de un sargento en la playa para impedir el desembarco de vino o bebidas fuertes. No obstante tal precaución, el día 12 la situación superó el límite de lo tolerable pues para entonces "hombres y mujeres se hallaban ebrios en su mayor parte [...] y no se encontraban militares en estado sobrio para relevar la guardia y varias pendencias sangrientas habían tenido lugar [...] todo esto provenía de que por la mañana había venido a tierra un bote con algunos marineros y dos individuos que se titulaban jeneral Pinzón, trayendo otro de vino, lo que desembarcar, mayordomos del barril de aguardiente y se les había permitido un no pero que habiendo conseguido llevar para arriba una damajuana y muchas botellas y vidriados con licor, el que iban de casa en casa vendiendo, al precio de dos pesos la botella o cambiándolo por pieles". Así informaría posterior mente Schythe al ministro del Interior al dar cuenta del desagradable acontecimiento. El asunto, con todo, no paró allí, pues a la gobernador impartió vista de lo que ocurría, el instrucciones para actuar con severidad frente a los infractores, lo que significó la detención de uno de los mayordomos y el secuestro de parte del licor. Como la información del suceso no demo ró en llegar a conocimiento del jefe español, este dispuso que su ayudante fuera hasta el despacho del gobernador para informarse de lo ocurrido. Fue que, en un ambiente cortés, Schythe contó al oficial lo que había acontecido, hecho lo cual entonces puso a su al detenido y disposición su mercancía. Allí debía haber concluido satisfactoriamente el no suceso, pero no fue así pues Pinzón pareció tierra a satisfecho decidió poner para bajar quedar y en su lugar al funcionario chileno. Conocido como era su talante irascible, su orgullo de alto oficial debió sentirse lastimado por un hecho como el relatado y sin parar mientes en su nimiedad, creyó de su deber dar una lección a ese oscuro administra dor colonial que se había atrevido a detener a uno de sirvientes. sus Para el por el comandante de la del mismo. caso se fragata hizo acompañar ayudante y por el Conozcamos en palabras el propio gober nador lo que fue la escena protagonizada por el general Pinzón: "Pero qué maneras adoptó el jeneral al que por añadidura era la de la autoridad local! Se abalanzó para adentro sin saludarme, sin decir "como le va" ni "buenos días" ni nada por el estilo; dejóse caer en un sillón aun entrar en una casa ajena antes de haberme dado lugar para decirles "siéntese señores", y apenas sentado prorrumpió arenga de que correcta, me será imposible tanto eran sus sus maneras dar a V.S. en una una idea conceptos confusos, tanto groseras. "Vociferando y gritando con un tono de el cuartel al otro lado de la calle apesar de estar cerradas las puertas y ventanas de la casa, golpeando con el puño en la mesa y ajitando los brazos en el aire, parecía quejarse de que el capitán de esta guarnición se habia atrevido a llamar al mayordomo "el mayordomo del jeneral" nomas y a decirle que "en otra parte (o en Valparaí so) le cortarían la cabeza por su conducta. Habló ademas de la compra de pieles, que la jente de aquí los vendía mui caro; que él había reunido una voz que retumbaba en porción de ropa y calzado viejos con los que habia mandado a tierra a sus criados para cambiar pieles que eran mui apreciadas en España etc. etc. "Durante todo este discurso, si así se puede llamar, guardaba yo un silencio absoluto; sentado en frente del jeneral, lo miraba con un asombro nada finjido y a veces con una sonrisa irónica en los labios, pero sin interrumpirle sino con la sola palabra "modérese, Señor"'. Schythe aguantó ese chaparrón verbal y demostrando la temperancia de que carecía su interlocutor, le respondió con moderación conside rando que ante sí tenía a un hombre de armas que podía desmandarse fácilmente y, dueño de la fuerza como era, ocasionar alguna situación que después hubiera que lamentar. Por otra parte, consciente de su posición administrativa inferior, no deseaba dar Oficio de 18 de febrero de 1863 al ministro del Interior (Archivo del autor). 1 LA COMISIÓN CIENTÍFICA DEL PACIFICO lugar hecho que a un Chile y España. Así, significara un incidente entre urbanidad y calma, pero razones que le habían llevado a obrar como lo había hecho pues "no podía tolerar que se introdujese licor en la Colonia, porque su réjimen era estrictamente militar y todos los habitantes de ella estaban en el pago del Estado y por tanto obligados a prestar sus servicios bajo las órdenes de la autoridad y no podían exce derse en la bebida sin faltar a sus obligaciones y amenudo cometer desórdenes y aun crímenes; ", abundando en lo tocante a su obligación de velar por la tranquilidad de sus gobernados, afirmando de con dignidad, expuso con a Pinzón las otro punto de la República de la misma manera con los perturba dores del orden publico sin que les valiera nada que fuesen extranjeros". Por fin y en lo que se refería al comercio de pieles, Schythe le respondió que negocio era cosa propia de cada uno y que a él no le incumbía intervención alguna, salvo para impedir que las capas se trocaran por licor. Mientras hablaba el gobernador, Pinzón se fue calmando y una vez que aquél concluyó sus palabras, el general convino en que su mayordomo había sido desordenado y no disputó el derecho del mandatario a imponer su detención. Así, el am biente se distendió paulatinamente y al fin la con versación se prolongó por una hora, tratándose "políticamente" sobre "cosas indeferentes", ponién dose término a la entrevista en un ambiente de afabilidad y buena disposición, como que Pinzón le adelantó a Schythe su intención de zarpar en cuanto arribaran las otras dos naves de la escuadrilla y se ofreció para transportar la correspondencia que éste deseara enviar al gobierno de Santiago. Tal fue el cuasi incidente protagonizado por el intemperante jefe naval, que trascendería a los testigos partícipes, pues su eco llegó hasta el diario El Comercio de Lima que informó sobre la conducta incorrecta y abusiva de Pinzón, aseveran do que éste "llegó a amenazar al gobernador con sus cañoneras por la negativa de éste a que intercambia se pieles por aguardiente con patagones, lo que paso se "que en procedería cualquier consiguió"4. Está visto que esta relación no se compadece con la realidad de lo ocurrido, a juzgar por el informe de Schythe que hemos tenido finalmente a la vista. la relación entre una y otra autoridad términos de caballerosidad se prueba, también, por el hecho de haber concurrido Pinzón continuó Que en gobernación la tarde del 13 de febrero, por el comandante de la Resolución, con el objeto de despedirse de Schythe, entrevista que transcurrió afablemente sin que uno a la acompañado ' Citado por expedición 180. en nuevamente Miguel Ángel Puig-Samper romántica al Nuevo en Crónica de hicieran alusión al suceso de marras. La superación de todo sentimiento de resquemor por manifestó claramente por el parte del gobernador se de la trato cordial que dio a los oficiales españoles la como así la semejante Resolución, dotación de acogida brindada a los oficiales y civiles embarcados en las otras dos naves arribadas el 14, trato caballe roso y amable que le fue correspondido por éstos, al lo expresamente en su informe ni otro según consignaría gobierno. en los buques y llegó a conocimiento de Paz y Membiela, el presidente de la Comisión Científica del Pacífico, quien muy contrariado por ello y otros parecidos, dio cuenta al director general de Instrucción Pública: "Excusado me parece decir a V. los continuados escándalos que el tal General Pinzón va dando por doquier que pasa, de unos se apoderaron ya los diarios y de otros a nuestra llegada se publicarán. Es horrorosa la fama que dejan y se avergüenza uno de ser Español y venir en sucesos la tal Escuadra;..."5. Está visto que la presencia hispana en Punta Arenas no resultó tan feliz ni grata como podía esperarse. Al suceso relatado, incluidos sus se agregaron otros hechos. Así, por dos veces personal de la Resolución hizo fuegos en el bosque contiguo al lugar donde lavaban su ropa, sin tomar las debidas precauciones a pesar de habér seles prevenido en dicho sentido, originándose un incendio que dio harto trabajo a la gente del estable cimiento para su control y extinción, pues en aque llos días se registró viento fuerte y constante. prolegómenos, Todavía más, arribados los otros buques, el tráfico de licor se generalizó para contento de los tehuelches que para entonces habían llegado a Punta Arenas cargados de pieles. Incluso algunos caciques fueron llevados a bordo de la Triunfo, donde el comandante los emborrachó, según lo consignarían en sus diarios Navarro y Martínez Sáez, aspecto sobre el que también abundaría Jiménez de la Espada. visita fue el abuso del establecimiento, como se confirma al fin por el hecho de que habién dose manifestado interés por el general Pinzón en cuanto a disponer de una cantidad de madera labrada para uso de la Resolución, el gobernador puso a su disposición una partida de soldados competentes, para dicho efecto, los que en tres días tuvieron listo el material encargado, por el que, una vez entregado, no se dio recibo alguno, ni menos las gracias, como también lo consignaría molesto y el Schythe ' Así la tónica de afán de medrar una Mundo, Madrid 1990, pág. Pero, así y todo, lo ocurrido fue comidillo Id, pág. en su aquella a costa precitada comunicación. Por fortuna, la permanencia aunque breve 182 14 MATEO MARTINIC y el don de gentes de los miembros de la comisión científica contribuyó de momento a balancear un tanto la perturbadora presencia naval, dejando de ella un resultado que rescataría para la posteridad el paso de los en 1863. españoles por el estrecho de Magallanes objeto principal de la Comisión Científica del Pacífico era el naturalista, a través de la colecta de especímenes y el desarrollo de observaciones. Este aspecto, al parecer, quedó satisfactoriamente cubierto a pesar de la insuficiente colaboración, o de la falta total de ella en algunos casos, por parte de los marinos de la escuadrilla. Durante el paso por el estrecho hubo estaciones de colecta en cabo Vírgenes, Punta Arenas y alrededo res, bahía San Juan de la Posesión (puerto del obtuvo bahía una Borja cantidad y Playa Parda, en las que se regular de pieles de aves y mamíferos, insectos, conchas de moluscos, especíme de plantas y otros elementos naturales. Este material incrementó el número de artículos hasta entonces recogido en parte de la costa oriental sudamericana y que al final de la expedición remon taría a la importante cifra de 82.465 piezas. Es del caso puntualizar que en lo tocante a Punta Arenas esta tarea se vio facilitada por la nes cooperación dispensada por Jorge Schythe, quien no sólo acogió con gran amabilidad a los integrantes de la comisión, sino que los recibió en su casa, les obsequió especímenes naturales que había colectado dada su formación en ciencias y les proporcionó cabalgaduras y guía para excursionar por la comarca aledaña. Sin importancia embargo, valorizamos los testimonios que como de mayor dejaron los miem bros de la comisión, en particular Jiménez de la Espada, respecto de los patagones, propiamente los aónikenk (tehuelches meridionales australes), a los que pudieron conocer, observar a gusto y tratar durante su fugaz permanencia en el establecimiento de Punta Arenas. No obstante la obligada breve dad, sus apreciaciones que resultaron novedosas en materia de detalles significantes, han servido para corroborar, complementar enriquecer otras contemporáneos (principalmente de Bourne, Schmid y Musters), con lo que al fin pudieron contribuir al mejor conoci miento etnográfico sobre un importante grupo indígena meridional, especialmente ligado a la historia de la colonia magallánica. observaciones y y otros sujeto como aun testimonios De los testimonios que conocemos, sin duda el más interesante es el de Marcos Jiménez de la Espada, cuya transcripción viene al caso: correas, con cintas o con con nuestros aragoneses; ojos negros, de mirada dulce, pero con el decaimiento propio de quienes acostumbran a embriagarse con frecuencia. La boca grande, los labios bien formados, dientes regulares y blanquísi mos, barba desarrollada, mejillas ahondadas, frente pequeños, oblicuos, DE LA EXPEDICIÓN Hambre), sueltos, pañuelo, RESULTADOS CIENTÍFICOS Es sabido que el "He visto a los patagones: grandes general tórax muy desarrollado más que el resto del cuerpo, cabeza proporcionada á éste, pómulos muy salientes, nariz achatada, frente pequeña y recogida hacia atrás, pelo negro, duro y largo; lo llevan unos mente; deprimida en la parte superior, lampiño el cuerpo, manos y pies proporcionados, éstos en algunos muy bien. Su carácter solo los que frecuentaban ¿Serían el establecimiento? Los que vi parecían muy pequeños, á mi parecer, montan dulce y confiado. acostumbrados á tratar con chilenos y europeos. mujeres son más pequeñas y tan dadas á la embriaguez como ellos; una joven, no fea, estaba Las tendida en la playa, borracha y entonando una canción monótona. Son todas muy sucias y desadeadas; tienen en la mano un dedo de costra y cuando están fumando y bebiendo se limpian el vino y se suenan las narices de un modo grosero. Su vestido consiste en un manto de piel de guanaco ó de lana basta, cosido el primero con tendones finos del mismo animal y teñido por el cuero con caprichosos dibujos de paño amarillo y pardo, pintado generalmente á listas. Una tela les cubre la parte superior de las piernas y muslos, como un chiripá ó manta cuadrilonga, sujeta con correas. Algunas llevan poncho. Calzan los pies y pantorrillas con una especie de borceguíes hechos de piel de pata de potro, estirada y acomodada á la pierna, cosida por delante ó dejando el agujero que queda naturalmente. Algunos la sujetan con liga de variados y hebillas. Unos pendientes de varias formas y algunos collares de abalorios, más otros anillos de madera y hierro que ellos elaboran, he ahí cuero con sus adornos. Son modestos de condición y trata bles. Algunos hablan bien el español y saben sus palabras inglesas. aguijones es una Usan espuelas de madera con de hierro y sujetas con correas. El freno lámina de hierro con bordes en los extremos y correas para sujetarla por la barbada. El aparejo consiste en una pieza hecha con pajas aforradas en cuero de esta forma (dibujo), sobre la cual colocan las enjalmas y gualdrapas. Sus armas y trajes son semejantes á los que usan los gauchos. Son codicio sos de aguardiente y tabaco, y mientras lo tienen continuamente están bebiendo. Piden galletas, harina, azúcar y siempre están dispuestos para trabajar. Su lenguaje es dulce y sonoro. Cantan cuando se embriagan y parecen francos y afables. Por la noche, al ir á comprar los objetos que llevo, vi dentro de una barraca una tribu con su cacique, 7\ 15 LA COMISIÓN CIENTÍFICA DEL PACIFICO la cual había venido á comerciar con los del estable cimiento. Allí estaban mujeres y hombres juntos bebiendo y embriagándose con toda solemnidad, y entre ellos la joven que yo había visto tendida en la playa, tan borracha como antes. Pasaban de unos jarra abollada de hoja de lata. "Había dos á la puerta que no dejaban entrar; pero yo asomé, á pesar de todo, la cabeza. A poco rato de estar allí se disolvió la reunión y se retiraban tambaleándose, pero andando con mucha á otros una gravedad. costó mucho comprar los pocos he que adquirido, primero porque ya la Resolución lo había explotado casi todo, y segundo "Me objetos porque, aunque patagones, conocen muy bien el negocio. A uno le cambié la corbata azul que yo llevaba puesta por una espuela. Al concluir nuestro cambalache uno me cogió la mano sobre el corazón diciendo: "ser bueno", "ser bueno"6. Es ésta una síntesis descriptiva etno-antro pológica magistral, que destaca la capacidad observación del distinguido naturalista. Martínez Sáez diario una aunque a su turno, descripción semejante menos extensa y completa, en ofrece en de su lo sustancial, pero con algunos detalles adicionales. Así, informa sobre el color cobrizo de la tez de los patagones, proporciona el dato de la estatura, que en algunos estima era considerable, midiendo algo más de 1,80 m, agregan do que sus juanetes eran salientes, carácter curioso que debería atribuirse a la manera en que se servían de los pequeños estribos que usaban, en los que introducían sólo el dedo gordo de cada pie forzando así al ortejo (primer hueso metatarsiano). Hace rojos, azules o notar de el uso de calzones (calzoncillos) colores fuertes. La descrip de la del primero en cuanto a la otros ción es discrepante barba de los hombres, que Jiménez de la Espada notó abundante, mientras que Martínez la aprecia rala, carácter que se ajusta a la realidad advertida por Joaquín Navarro y otros informantes contem poráneos y posteriores. También lo es en cuanto Martínez Sáez está en lo cierto al afirmar que las capas o mantos que vestían los patagones estaban confeccionadas "de varios pedazos de cuero, teñidas por el revés de amarillo, rojo, etc., tintes que hacen con materias vegetales y que son indelebres aún en el agua de jabón"7, suma de datos fidedignos (excep to la atribución de origen vegetal para el color rojo, que en verdad se preparaba con ocre de ese tono) de especial valor, que permite comprender el diseño y ' ' Diario de la Expedición al Pacífico llevada a cabo por una comisión de naturalistas españoles durante los años 1862-I86S, Madrid, 1928, págs. 8.3-85. Diario de don Francisco de Paula Martínez y Sáez, miembro de la Comisión Científica del Pacífico 1862-186Í. colorido, que por Goupil 1837,y que parecía atípico, y Le Bretón tanto por de los dibujos hechos Puerto Peckett, en en escapan del diseño caracterís policolor con motivos lineales, cruciformes, como se ha visto grecas, etc. Jiménez de la Espada, a paños amarillos y rojos. Por los dibujos atribuyó tico fin, Martínez Sáez agrega dato novedoso la como costumbre de algunos patagones de llevar de carne cruda colgando Uno y otro, de como su un trozo cintura. Puig y Castro Ordóñez, corroboran la afición de los indígenas por las bebidas alcohólicas, cuyo consumo estragaba a la etnia aónikenk, con consecuencias irremediablemen te fatales para su pervivencia cultural y física. Cabe también agregar que a Marcos Jimé nez de la Espada se debe otro antecedente etnográfi co de particular interés, como fuera su extenso comentario descriptivo sobre los naipes patagones que había conocido durante su visita al Museo Nacional de Historia Natural de Santiago de Chile, aspecto al que anteriormente hemos hecho referen cia (Martinic, 1987). Viene al caso comparar las descripciones precedentes que evidencian el sentido de observa ción propio de los científicos, con aquella que consignaría en el diario de la Resolución Navarro y Morgado, contiene y que sin embargo de algunos detalles ser muy general que resultan de interés. descripción es el fruto de observaciones perso nales realizadas furante la visita de los patagones a la fragata y de las informaciones recogidas sobre los mismos entre la gente de la colonia. "[...] Todos los habitantes de este vasto país al Sur de las Pampas, regidos por sus heredita rios Ulmén o Caciques viven en aduares ó campa mentos, y andan errantes, á manera de tribus árabes. Esta En ciertas ocasiones Gefe, eligen un Apoo General en hacen más formidables. Sus vestidos se adaptan especialmente al clima en que viven. Poseen gran cantidad de pieles de guanaco, zorrillo y avestruz que cambian por tabaco, espíri tus y baratijas, cuando tienen ocasión. Al levantarse un campamento para buscar mejores pastos ó por cualquiera otra razón, monta á caballo toda la tribu: estos trabajos y los del menaje de casa, quedan a cargo de las mugeres á las cuales tratan con cruel dad. Las tribus se hostilizan con mucha frecuencia: sus luchas son sensibles: la sed de venganza se transmite de generación á generación. Las victorias se en ese caso celebran con se danzas, cánticos, y los victoriosos caudillos, se adornan otros adminículos de salvages. "La ral, elevada: ó mas caza estatura son de los en el uso con Patagones, bien formados: bien bronceado, y y borracheras, y son del lazo. su color plumas, es en es se gene cobrizo, muy expertos Según y en dice, la son 16 Fig. MATEO MARTINIC 1. Enni, mocetón aónikenk. Fotografía de Rafael Castro y Ordóñez del Museo Nacional de Ciencias Naturales, Madrid). en Punta Arenas, 1863 (Reproducción por cortesía 17 LA COMISIÓN CIENTÍFICA DEL PACIFICO desconocidos entre piedad religiosa. de los Patagones los sentimientos "Es inexacta la aserción vulgar asentada por muchos escritores, de que los Patagones sean raza de gigantes: los navegantes que últimamente han visitado la Patagonia y han comunicado con ellos en el Estrecho de Magallanes, entre los que se cuenta el distinguido Capitán Firzroy dicen es exageración. El citado Capitán Fitzroy en su descripción de la costa, dice que los aborígenes son muy altos y robustos; y sus que sus facciones miembros tienen gran desarrollo, son "Su color muy es que el cobre pero prominentes. rojizo no oscuro, tanto vivo, como mas la caoba aún mas oscura. á "Llevan su cabeza descubierta, porque basta de la intemperie su lacio y suave pelo resguardarla negro, que sujetan, alrededor de sus sienes con una cinta de lana, ó de tejidos de filamentos vegetales. Llevan una gran capa hecha de pieles de guanaco cosidas, que les llega de los hombros á los tobillos, y que contribuye no poco á su gigantesco aspecto. Entre doscientos ó trescientos Patagones cuya ha medido escrupulosamente el actual Gobernador del establecimiento Chileno de Punta Sandy, ha resultado la estatura media, de seis pies y tres con tres octavos de pulgada, medida Española, y la máxima de seis pies y seis pulgadas con tres estatura Las mugeres octavos. te altas. "Los son Patagones también proporcionalmenson en general barbilampi cuidadosamente las barbas con dos conchillas, ó cierta especie de pinza, aunque no se ños. Se arrancan perforan sus narices y labios Sudamericanos. Se desfiguran como con otros grotescos Indios dibujos que hacen con pinturas de diferentes colores. "Llevan pies y piernas abrigados con una especie de botas, hechas con el cuero de las patas traseras de los caballos: Espuelas de madera, si no pueden procurarse de hierro: El juego de bolas como los de los gauchos de las pampas de Buenos cuchillo cuando pueden obtenerlo, de un Patagón. "El vestido de las mugeres en poco ó en nada se diferencia del de los hombres; solamente que llevan debajo del manto una especie de enagua corta. Se aderezan el pelo, y suelen formar con él dos o tres trenzas. Los adornos que mas estiman son collares de cuentas, pedacitos de vidrios de colores, ú otras bagatelas semejantes. "Los Patagones no corren mucho á caballo, sin embargo de que galopan cuando van á caza de avestruces ó guanacos, cuando cazan o hacen largas travesías, varían con frecuencia de caballos. Aires, y un completan el aparejo "Las cabanas que forman estos nómades, las de los Egipcios y Gitanos. Clavan postos en la tierra, á los cuales amarran otros una especie de techumbre animales". de pieles Complemento preciso de las descripciones precedentes es la fotografía tomada por Castro Ordóñez a un indio que nombra Enni. Nos mues tra a un hombre joven, de facciones agradables, robusto y lampiño, todo un tipo clásico de la etnia aónikenk; ataviado con su quillango, que lleva atado a la cintura, con calzoncillos o chiripá, usando también una vincha para sujetar el cabello, descalzo, Detalle en los tobillos. pero con ajorcas metálicas interesante es el gran facón o cuchillo gaucho que muestra atravesado en la cintura, sujeto con la mano izquierda, pues no abundan las noticias sobre el uso de esta clase de instrumentos, lo que hace verosími les las afirmaciones pertinentes de Jiménez de la horizontales, formando que cubren Espada y Navarro Este en sus descripciones (Fig. 1). seguridad, el primero retrato es, con meridional mediante la que El novedosa técnica fotográfica. mismo se corresponde enteramente, salvo detalles de postura, con el dibujo, debido al mismo Castro, que fuera publicado en la revista madrileña El Museo Universal, en su edición del 20 de setiembre de 1863 hecho a entonces un obra '. indígena era (página 300) y que Puig-Samper reproduce Castro también fotografió a en su Jorge Cristian al controverti la flor de su existencia, gobernador y que junto al antes descrito son las primeras fotografías hechas en esta parte del mundo, sobre las que hay constancia (Fig. 2)10. Es de presumir, en atención a lo excepcional de la visita a tan remoto paraje, que se brindó a Castro Ordóñez más de algún cuadro o escena dignos de ser retenidos con su técnica, entre otros, el aspecto del establecimien to chileno, la toldería patagona, etc. No acertamos así a explicar la inexistencia de las correspondientes fotografías, a menos que las tomas resultaran veladas o que las placas se dañaran posteriormente en el curso del viaje, o durante el prolongado estaciona miento en los depósitos del Real Jardín Botánico o del Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid, luego de la trágica muerte del artista en 1865. Respecto de la primera posibilidad debe mencionarse que las fragatas colisionaron entre sí a Schythe, documento que do colonial nos muestra en ' 8 9 con como unos con 10 Memorándum citado. Pág. 181. Al pie de la ilustración se le menciona como "patagón al servicio del gobernador", lo que constituye un error, por cuanto los aónikenk, libérrimos e independientes como eran, jamás fueron sirvientes de autoridad o persona alguna. Es posible que la mención anotada derivara de su presencia en la casa del Schythe, circunstancia que podía atribuirse a cualquier razón, menos a la del servicio. La medida de las placas es 17 por 23 centímetros. 18 MATEO MARTINIC la salida de las Malvinas, circunstancia que produjo diversos daños en la Triunfo, donde aquél iba embarcado, entre otros en el cuarto oscuro del fotógrafo, que quedó inutilizado. A la vista de estos antecedentes, podemos concluir que el paso de parte de la Comisión Cientí fica del Pacífico por Magallanes en febrero de 1863 fue doblemento fructífero, en lo naturalista, pero más en lo etnográfico, con lo que reiteramos hace rescatable para la historia -desde nuestra perspectivala que bajo otro aspecto fuera una irrelevante y poco grata visita de la escuadrilla naval española al mando del general Luis Hernández Pinzón. ^ffj* el Oficio N° 9 del 18 de febrero de 1863 dirigido por del Gobernador de Magallanes Jorge C. Schythe al Ministro Interior. Archivo del autor. Impresos JIMÉNEZ DE LA ESPADA, MARCOS 1928 Diario de la Expedición al Pacífico sión de naturalistas a cabo por una comi durante los años 1862- llevada españoles 186S. Editado por Agustín Jesús Barreiro, Madrid MATEO, 1987. El juego de naipes entre los MARTINIC B. Aónikenk. Ans. InsL PaL 17: 23-30. Punu Arenas. AGRADECIMIENTOS MARTINIC B. Dejamos constancia de nuestro especial reconocimiento hacia doña María Angeles Calatayud, Jefa del Archivo, Museo Nacional de Ciencias Naturales, Madrid, por su amable cooperación en el suministro de antecedentes así como por las facilida des brindadas para la consulta la Fragata de Memorándum de la navegación verificada con U de S.M.C -Resolución- por el Mayor General en d mes de febrero Pacífico Don Joaquín Navarro y Morgado, Madrid. de 1863. Extracto del Diario. MS 808, Museo Naval, personal en la depen dencia a su cargo. Asimismo a la historiadora doña Sábela Pérez-Quintela por su colaboración en la consulta del archivo del Museo Naval de Madrid. medio MATEO, siglo Edición del Arenas. PUIG SAMPER, MIGUEL ÁNGEL, en su primer autor, Punu 1990. Crónica de una romántica al Nuevo Mundo. Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Centro de Estudios Históricos, Madrid. RYAL MILLER, ROBERT, 1983. Por la ciencia y la gloria nacional Expedición científica española a America (18621866). Ediciones del Serbal, Barcelona. expedición Fotografías fotografías FUENTES DE CONSULTA Colección de Manuscritos Naturales, Madrid. Diario de don Francisco de Paula Martínez y Sáez miembro de la Comisión Científica del Pacífico 1862-1865. Archivo del Museo Nacional de Ciencias Naturales, Madrid. 1988. Punta Arenas 1848-1898. Castro y Ordóñez. en América por Rafael Museo Nacional de Ciencias tomadas Archivo,