PENSAR DIFERENTE Artículos de Tom Billings, director de UBA #11: Como Ganamos el Oeste (Parte 3) Permítame comenzar de nuevo por donde quedamos. Yo he estado tratando de proveer información en la parte uno de esta serie en la cual yo dije que la manera en que los Bautistas y los Metodistas estaban estructurados en sus comienzos hicieron una diferencia significante en su habilidad de comenzar nuevas Iglesias y alcanzar a las personas con el evangelio. Yo estoy basando mi argumento en la excelente investigación que hicieron Finke y Starks en su libro: The Churching in America: 1776-2005. Los comentarios en letras itálicas son comentarios directos de su trabajo. Los demás comentarios son míos. Uno de mis argumentos en “Redefiniendo La Locura:” es que no podemos comenzar todas las Iglesias que necesitamos. No tenemos suficientes clérigos para pastorear el número de Iglesias que necesitamos si estamos dependiendo de tener pastores altamente educados y de tiempo completo. Ese no fue un problema para los bautistas y metodistas cuando ellos comenzaron en América. Tanto los bautistas como los metodistas tenían abundancia de clérigos, ambas denominaciones operaban con increíble baja necesidad de lideres. Los Bautistas típicamente no pagaban nada a sus predicadores, muchos de ellos se ganaban la vida arando como los otros miembros de la congregación. (p.82) Los clérigos sin seminario y sin sueldo entre los bautistas y los metodistas hicieron posible que estas denominaciones establecieran congregaciones en muchos lugares, donde poca gente se reunía, porque el fin era ganar las almas, no era el bienestar personal, que motivaba a estos clérigos. (p.84) Yo incluí estos dos pensamientos, no para sugerir que las iglesias no deberían pagarle a sus pastores, pero para mostrar como los bautistas crecieron por medio del trabajo de los laicos dirigiendo pequeños grupos de personas como ellos mismos. Nosotros podemos pensar de esto como pastores bi-vocacionales guiando las congregaciones o personas laicos, dirigiendo Iglesias orgánicas simples. Esto también muestra su pasión por alcanzar a los perdidos como lo dice la siguiente frase: Por cierto, seria muy duro imaginarnos que alguna suma de dinero habría motivado a el Reverendo Asbury para viajar 300,000 mil millas a caballo, a pesar del clima o una enfermedad crónica, para supervisar su red de jinetes itinerantes. (p.84) Estos predicadores de campo sabían lo que tenían que hacer: ¡Predicar! Ni los bautistas, ni los metodistas establecieron escritos complicados de teología que requerían extensiva instrucción o enseñanza…pero ambas denominaciones pusieron énfasis en las conversiones espirituales y una responsabilidad individual para con Dios. (p.86) ¿Qué acerca de su doctrina? ¿La falta de una educación formal hizo que la teología fuera pobre o llevara a falsas doctrinas? Aparentemente no. Probablemente lo contrario. Los colegios de Harvard y Yale no entrenan a sus estudiantes a ganarse la vida encima de un caballo o cultivando, ni los prepara para pasar la mitad de su vida en una silla yendo de un caserío a otro. Como George Whitefield dijo, el primer impacto de estas escuelas en muchos de sus estudiantes, hace tiempo y ahora, ha sido reemplazar su fe con teología, y la incredulidad con creencia. Para los seminarios, un deseo por integridad intelectual y aceptación académica pronto toma precedencia sobre el desarrollo de las habilidades deseadas y la piedad admirada por aquellos en las bancas. Sin 1 embargo, fue el departamento de religión y las escuelas de divinidades, no en los departamentos de ciencia, que el descreimiento fue formulado y promulgado en la vida intelectual de América. (p. 87) Solo para su información, en la ultima referencia que el autor hace de Conrad Cherry (Hurrying Toward Zion: Universidades, Escuelas de Divinidad, y el Protestantismo Americano) para un repaso histórico de las luchas de las Escuelas de Divinidad con el intelecto y la piedad. También, solamente para ser claro, yo estoy agradecido con la Universidad de Belmont y el Southwestern Baptist Theological Seminary, donde yo recibí una buena y sólida educación en Teología y Arte. ¿Qué significa esto? Esto significa que estas personas fueron apasionadas y teológicamente sólidas acerca de alcanzar a las personas con el evangelio. Aunque no eran clérigos profesionales, ellos fueron efectivos en alcanzar a la gente como ellos mismos porque ellos eran “gente del pueblo, por el pueblo y para el pueblo”. Ellos usaban el lenguaje de la gente. Ellos hicieron uso de la imaginación popular, metáforas, e historias que aplicaban a la vida diaria de la audiencia. Los predicadores bautistas y metodistas se veían como gente ordinaria, porque así eran, y sus sermones podrían convertir y convencer a gente ordinaria, porque su mensaje era claro y directo, y las palabras no eran leídas de notas, pero (tanto para los expositores como los oyentes) venían directamente de inspiración divina. Nunca debemos desestimar el impacto que predicadores ardientes y humillados hicieron al compartir el mensaje de fe. (p.86) En alguna manera, estos predicadores no eran tan especiales. Ellos eran gente común y corriente, enamorados de Jesus con pasión para alcanzar a otros con el evangelio, deseando aun sacrificarse a si mismo si fuera necesario para ver que sus familias, amigos y vecinos tuvieran la oportunidad de oír el evangelio y alcanzar la salvación. Esa es la manera como el occidente fue ganado para Cristo en América. 2