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ejército
REVISTAILUSTRADADE
LAS ARMASY SERVICIOS
Año Xl
• Núm. 123 •
Abril 1950
SUMARIO
La
marchas
Coñtraataques.—T.
Coronel Alonso Alonso.
de las Unidades de Infantería
autotransportadas.—Coinandante
mixtas
Echevarría.
Psicotecnia
e instrucción:
La atención.—Comandante
Una línea de etapas española en el siglo XIII.—General
La fortificación
Fernández- Trapiella.
García de Prunecla.
permanente en el momento actual. Características
ztnas fortificadas.—--Comandante Flores.
Panorámicas
Fotográficas
y Fotogramétricas.—T.
Información
fundamentales
de las
Coronel Mexía.
e Ideas y Reflexiones:
Nueva organización de la División de Infantería norteamericana.—T.
Staples. (Traducción.)
Coronel Mc Cutchen y Comandante
La bomba de hidrógeno.—Coronel Vich.
Los/actores de la movilidad del combatiente.—Cororiel S. L. A. Marshall. (Traducción.)
La cuestión religiosa en el Ejército británico.—Comandante Thomas. (Traducción.)
Educación Fis ica.—Prueba de potencia.—Comandante Alamán.
El bombardeo inestratégico y la ruina mundial.—General J. F. C. Fuller. (Traducción.)
Pensamientos sobre la estrategia de nuestro tiempo.—Almirante Dickens. (Traducción.)
La máquina de guerra rusa. Capitán Liddel Hart. (Traducción.)
Estudios sobre la segunda guerra mundial. La invasión aijada en Europa en 1944 vista del lado alemán.—T. Genera
Speidel. (Traducción.)
Guía bibliográfica.—Redacción.;1]
s ideas contenidas en los trabajos de esta Revista representan únicamen
opinión del respectivo firmante y no la doctrina deilos organismosoficiale
y Administración.Alcalá, 18, 30
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MADRID Teléf 22-52-54 Apartadode Correos
31
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de Iu urin ycr’iirto,
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de Infantería.
e
CONTRAATAQUES
Coronel de Infantería, del Servicio de E. M.,
MARIANO ALONSO ALONSO,Jefe de estudioa
de la Academia General Militar.
•
EL aumento evidente
de la capacidad de penetra
ción de los Ejércitos modernos en las pbicio
nes defensivas reclama la adopción de sistemas
ftefensivos profundos, para que ese ariete o punta
de -lanza, que atravesaría fácilmente una línea del
gada, quede embotado o detenido en el espesor de
una zona ancha. A mayor capaciciad de perforación
de un proyectil, es preciso oponer mayor grueso del
blindaje. Por ello hoy se defienden zonas y no líneas,
y las organizaciones defensivas—que albergan a los
hombres para protegerles y permitir que- utilicen
con la máxima eficacia las armas que han de des
truir ál atacante impidiendo su avance—están di
seminadas y escaqueadas en frente y fondo, flan
flanqueándose mutuamente, en toda la superficie
de la zona defensiva que corresponde a cada Uni
dad. Para disminuir la vulnerabilidad hay que
aumentar las dimensiones de estas zonas defensivas
y, por tanto, la diseminación.
Los preceptos reglamentarios asignan las siguien
tes dimensiones a las zonas a defender por las dis
tintas Unidades:
-
De 20 a 30 metros de anchura y otros tantos de
profundidad, el Pelotón;
200 a 250 de frente por 50 ó Ion de profundidad,
la Sección;
500 a 6oo de frente por 200 a 300 de fondo, la
Compañía;
1.500
a i.8oo de frente por i.ooo a 1.200 de pro
fundidad, el Batallón;
y, por i’iltimo, 3.500 a 4.00Q de frente por 2.500
a 3.000, el Regimiento.
-
-
-—
-
-
-
-
Posiblemente,
en la realidad, tendrán que ser
más extensas.
En estas zonas defensivas, a partir de la sección,
los pelotones o células de la organización están dis
tribuídos de tal modo, que, englobando en los sub
elementos de resistencia que guarnecen las ametra
lladoras, morteros y cañones contra carros, no
exista ningún espacio en el interior de la zona ni
-
a 300 metros delante de su borde anterior que no
esté batido por el mayor número posible de armas.
Para que estas armas puedan actuar es necesario
que eviten su destrucción por la artillería del ata
cante; esta destrucción o neutralización es segura
si el enemigo dispone de buena observación para
corregir sus tiros, y por ello es primordial que los
subelementos de resistencia estén ocultos a los ob
servatorios artilleros énemigos. Con esto, las alam
bradas rodeando las distintas organizaciones y la
supresión de ramales y paralelas—que al comuni
car entre sí los subelementos darían al atacante fa
cilidades para progresar por la zona defensiva una
vez ocupado alguno de éstos—, el sistema defensivo
resulta extraordinariamente
eficaz.
Véase la diferencia entre esta inscripción en el
terreno de un sistema de combate y la antigua po
sición de resistencia derivada de la guerra de 1914-18
con frentes estrechos y -mayor densidad de ocu
pación en líneas sucesivas: principal de resisten
éia, de sostenes, de detención y las paralelas y ra
males perpendiculares al frente, con asentamien
tos fuera de las trincheras para las ametralladoras,
morteros y cañones contracarros; este concepto an
ticuado de organización defensiva debe deste
rrarse. Lo que antecede, expuesto sólo como preám
bulo, es de todos conocido, pues es el sistema de
organización defensiva preconizado por nuestro
Generalísimo y practicado con éxito en nuestra
Cruzada. Ahora• bien; la defensiva excluye toda
idea de-pasividad; el desarrollo de la defensa ha de
tener carácter agresivo y es preciso aprovechar los
errores y fracasos del enemigo, manteniendo la in
tegridad de la zona defensiva mediante la combi
nación del fuego y los contraataques. Nos conviene,
pues, estudiar un aspecto importantísimo del com
bate defensivo, que es la actuación por el movi
miento, aclarando algunos extremos: ¿Qué influen
cia puede ejercer, en la realización de los contra
ataques la diseminación en el terreno de las uni
dadés distribuídas en núcleos de pelotón amplia
mente distanciados eintervalados-entre
sí? ¿Cómo
-
3
deben emplearse las reservas de batallón, egi
miento y División? ¿Qué misiones convendrá fijar
a cada una?
Recordemos antes lo que es un contraataque y
sus modalidades.
Contraataques
inmediatos y de conjunto.
El contraataque es una acción ofensiva realizada
con el fin de recuperar la parte de zona defensiva
que haya caído en poder del enemigo, aniquilándolo
o expulsándole del terreno ocupado.
Nuestro R e g 1 a m e n t o Táctico de Infante
ría (R. T. 1.) clasifica los contraataques en inme
diatos y de conjunto; el Reglamento para el empleo
táctico de las Grandes Unidades (R. G. U.) cita
los parciales y de conjunto’.
Es contraataque inmediato, según el R. T. 1., el
que se ejecuta sin demora, es decir, antes de que el
enemigo se haya afianzado en el terreno; para reali
zar la acción ofensiva inmediatamente es preciso que
las fuerzas que la lleven a cabo estén inmediatas al
lugar que es preciso recuperar. Es indispensable,
para el éxito de estos contraataques, que se lancen
con oportunidad, en el mismo momento que el ene
migo acabe de ocupar la organización defensiva,
aprovechando los momentos de confusión y desor
den que siguen a todo asalto; un pequeño retraso
de minutos puede permitir al enemigo instalar sus
armas y preparar los fuegos que hagan fracasar la
reacción ofensiva.
¿Quiénes los realizan? El R. T. 1., en el núme
ro 867, dice que las fracciones móviles de las reser
vas de Compañía, Batallón, Regimiento o Brigada,
escalonadas en el dispositivo y designadas de ante
mano para tal fin. Será preciso analizar la posibili
dad de cumplir esto en la moderna organización de
fensiva. Si la fracción móvil de la reserva de un Ba
tallón está situada a 8oo ó 1.000 metros del punto
de la zona defensiva en que el enemigo haya puesto
pie, caso muy posible dadas las dimensiones de di
cha zona, no podrá realizarse el contraataque antes
de que el enemigo se haya afianzado en el terreno,
condición para que sea inmediato; seguramente
llegará tarde y, por su falta de oportunidad y redu
cida potencia del núcleo que lo ejeduta, fracasará.
Contraataques de conjunto; según los define
el R. T. 1., son los que, previa una preparación me
tódica a cargo de la artillería, se realizan por las re
servas de División o Cuerpo de Ejército, apoyadas
por el fuego de dicha Arma y acompañadas de ca
rros cuando de ellos se disponga; corresponde orde
nar y dirigir su ejecución a los Generales de estas
Grandes Unidades.
DeFR. G. U. se deduce que los contraataques de
conjunto son los ya definidos por el R. T. 1., si bien
cuando la reserva de un Cuerpo de Ejército no es
óua División, sino solamente algunos batallones,
dicé que e,tas reservas podrían ejecutar algún con-
4
traataque parcial (núm. 200, apd. h.). Los contra
ataques parciales en el cuadro de la División son
los realizados por las reservas parciales de las Uni
dades inferiores, Regimiento y Batallón (núme
ro 205 b y 206).
Por consiguiente, parece deducirse de los Regla
mentos que contraataques parciales e inmediatos
son una misma cosa; sin embargo, ya hemos visto
que una reserva de Batallón o Regimiento no po
drá normalmente realizar un contraataque inme
diato con las cirndiciones de rapidez y oportunidad
que esto exige, atendiendo a su definición tanto re
glamentaria como gramatical.
Si nos limitamos a llamar contraataque de con
junto al que no es inmediato, puede definirse como
lo hace con perfecta claridad el Coronel López Mu
ñiz en el tomo XXX de “Estudios Tácticos”: “El
que se realiza cuando ha transcurrido un cierto plazo
de tiempo, mayor o menor, pero siempre sensible,
desde que terminó la acción de movimiento del ene
migo; concurren a él medios que pueden estar o no
inmediatos al punto en que se aplican, formando
un conjunto cuya intervención se prepara y coor
dina previamente.”
De acuerdo con este concepto, el contraataque
que realiza un Batallón de reserva de un Regimiento,
que deberá ser apoyado por las bases de fuegos, ar
tillería y carros (si los hay), será calificado como
de conjunto dentro del Regimiento, aunque en el
marco de la División sea parcial. Lo que puede afir
marse es que no es inmediato, pues su preparación
requiere tiempo, si bien éste debe ser lo más corto
posible. Según datos establecidos en la Escuela Su
perior del Ejército, deducidos de la última guerra
mundial, para contraataques previstos, el tiempo
que só tarda en realizarlos desde que se da la orden
es de cuarenta y cinco minutos para una Compañía
y de dos a tres horas para un Batallón; no debe ol
vidarse la gran dificultad de movimientos en un
terreno sométido a fuegos intensos de artillería y
aviación, que los prohibirán durante cierto tiempo
y por determinadas zonas, así como el retraso en
la transmisión de órdenes, con seguras averías en
la red telefónica.
Condiciones de ejecución de los contraataques
inmediatos.
Con las fuerzas de un Batallón diseminadas en
la zona defensiva en núcleos de Pelotón, es evi
dente que los contraataques inmediatos, tal como
los define el R. T. 1., sólo pueden ser realizados por
el pelotón o pelotones más próximos a aquel sub
elemento de resistencia en el que haya puesto pie
el enemigo.
Vearnos ahora en qué condiciones deben llevarse
a cabo estos contraataques inmediatos, y analicer
mos después el empleo de la reserva de Bata,Uót,
su situación en el terreno y si debe o no actuar,
fi/ano del Campo
de 4laniohras de
84/Y GRÉGORlO
tycó’/a 7:15000
E9ii,di.s’tó’ncia
¡ata.
Orgaaizac’o» defensiva (0i2)
/7/6W
/‘oego$de ¿‘u/7c9//O».
SlJbe/emeflto
dere$i8t eiicia con fa.
(O l) J’eccio»
(O.O) ¿‘ofn/Jañ/a
“de ametra//ac’oPa
4J
Haz de fusil araetna//ac/op,
Concentracion de iaoi’teros 8!
,lrti//eria
normalmente,
por el movimiento
ejecutando
un
contraataque
de conjunto,
dentro de la zona de
fensiva del Batallón.
Para ello vamos a estudiar
el desarrollo de un
combate
defensivo de un Batallón,
suponiéndole
encuadrado
en una División. La zona defensiva
tiene las dimensiones normales ‘ reúne las condi
ciones exigidas de estar toda ella a vanguardia
de
los observatorios
artilleros propios, tener los asen
tamientos
de las armas de infantería
ocultos, casi
en su totalidad, a los observatorios
enemigos y per
mitir a todas las armas el fuego delante del-borde
anterior.
Para razonar sobre un ejemplo, consideremos
la
organización
defensiva de un Batallón en el campo
de maniobras de San Gregorio, que se publicó con
el artículo “Idea de maniobra del Batallón en la
defensiva”,
en el número
114 de julio
1949
de
EJERCITO,
y que volvemos a reproducir
aquí.
La línea de observatorios
es Loma Negra-Loma
Artillera-San
Genis.
Iniciado el asalto de la infantería
atacante, des
pués de la correspondiente
preparación
artillera.
supongamos
que el enemigo consigue apoderarse
de alguno o de varios subelementos
de resistencia
de los situados en el borde anterior y no continúa
su avance con rapidez; los pequeños núcleos enemi
gos que hayan llegado a los restos de las trincheras
y pozos de tirador destruídos por lo embudos de
los proyectiles
de artillería,
tendrán que cubrirse
en aquéllos de los fuegos efectuados por las armas
de los demás subelementos de la zona defensiva con
posIbilidad
de tiro sobre el subelemento
perdido;
no tendrán facilidad de progresión
por carecer de
ramales y estar batido el terreno inmediato,
y ha
brán perdido el apoyo artillero, pues si el subele
mento estaba bien situado, esto es, oculto a la ar
tillería atacajite,
tampoco verá a sus propias tro
pas en él refugiadas.
En este momento de crisis para el enemigo es
cuando el Oficial del elemento de resistencia
que
esté en otro subelemento
próximo, o el Capitán de
la Compañía, si fuera preciso, se lanzará al frente
de uno o dos pelotones al contraataque
inmediato,
aniquilando
al grupo enemigo con granadas
de
mano; pocos soldados, pues en los restos de organi
zación defensiva del subelemento
que se perdió no
caben muchos, pero con elevada moral y arrastra
dos por el ejemplo de su Oficial. Este. contraataque
será apoyado por el fuego de los fusiles ametralla
dores, ametralladoras
y morteros de las organiza
ciones más próximas.
¿Deben lanzarse siempre ‘stos contraataques
in
mediatos? En el caso que ienes
expuesto creemos
que sí, pues la
iólC cl subelemento
habrá sido
por aniquilamiento
de sus defensores o por un de
caimiento
de moral que haya hecho abandonar
su
puesto a su guarnición; en cualquiera de estos ca-
6
sos, conviene recuperarlo para elevar la moral, res
catando
los cadáveres
de-los que murieron cum
pliendo su deber y salvando a los heridos graves, o
evitando
que se propague el mal ejemplo que dn
pequeño grupo pudo dar por pérdida de su coman
dante o por cualquier
otra causa.
Por otra parte, la conservación
de estos subele
mentos del borde anteriór suele ser de sumá impor
tancia por albergar en ‘ellos las ametralladoras
en
cargadas
de la barrera de fuegos flanqueantes
que
cierra el paso a la zona defensiva, o por defender
a su vez, con fuegos de flanco de su fusil ametralla
dor, al subelemento
donde están aquellas ametra
lladoras.
Para estos contraataques
inmediatos
de
ben estar preparados
pasos o puertas en las alam
bradas
que rodean a los subelementos.
(Ion esta reacción por el movimiento
y el fuego
se da a la defensiva el carácter de agresividad que
debe tener, eliminando el concepto de pasividad y
aprovechando
el fracaso, tal vez momentáneo,
de
un grupo o varios pequeños núcleos enemigos que
no consiguen penetrar a fondo en nuestra zona de
fensiva. No se olvide que esto último ha sido lo que
hemos supuesto.
Empleo
de la reserva
de Batallón.
También
puede ocurrir que el enemigo, por la
potencia y eficacia de su preparación
artillera, por
la decisión de su infantería
e incluso por el apoyo
de carros de acompañamiento,
irrumpa con rapi
dez y violencia en nuestra zona defensiva y sin dar
tiempo a los contraataques
se apodere de todos o
casi todos los subelementos
de una de las Compa
ñías del primer escalón, o, si se quiere, de las dos
Compañías
situadas a vanguardia.
Estudiemos
el empleo de lareserva
de Batallón:
¿Debe actuar por el fuego? ¿Debe realizar un con
traataque?
¿Dónde y cómo debç estar situada ini
cialmente?
Las misiones que los reglamentos
ásignan a las
reservas
son: reforzar, o relevar a las unidades del
escalón anterior;
de.fender el terreno que ocupan,
ampliando
así en profundidad
la organización
de
fensiva; contraatacar
para recuperar el terreno per
dido.
En el caso expuesto no cabe otra misión que man
tener la parte de zona defensiva que ocupe, impi
diendo con sus fuegos que el enemigo continúe la
penetración
y procurando
destruir
a las fuerzas
enemigas que la han efectuado,
mediante la con
centración
de todos los fuegos de que disponga, que
podrán
estar previamente
preparados,
sobre los
núcleos enemigos que busquen’ abrigo en los sub
elementos
perdidos.. No se olvide que esto es facti
ble en la posición que se ha elegido para la defensa.
Creemos que de este modo se tiende a conseguir
el fin de la batalla defensiva, al que están obligadas
a cooperar las reservas como parte que son de las
fuerzas defensoras; el fin es destruir las fuerzas ata
cantes con el menor desgaste propio posible. Con
fuerzas bien fortificadas y planes de fuegos bien
establecidos, se causarán más bajas al enemigo y
se tendrán menos bajs propias, resistiendo en las
posiciones y actuando por el fuego, que contraata
canda. Y hastá. puede ocurrir que se expulse al ata
cante del terreno que ocupa, sin necesidad de con
traatacar,
porque el fuego haga inhabitables sus
posiciones.
En la batalla de Teruel, el enemigo atacó en los
últimos días de enero de 1938 las posiciones ocupa
das por la División 13 en el sector de Caseta del Lobo
y cota 1.205 al SE. de Celadas;, durante la noche,
consiguió
infiltrarse
entre dos de las organizacio
nes defensivas del 5.° Tabor de Regulares de Me
lilla, que tenían perfectamente establecido su plan
de fuegos, apoyándose mutuamente. En la ma
liana del día del ataque hastó el fuego cruzado de
nuestras
armas, que suprimía los espacios desenfi
lados, para árrojar al enemigo de las posiciones que
ocupaba,
sin necesidad
de contraatacar;
aquel
grupo sufrió tantas bajas, que los que quedaron,
con sus Oficiales, se entregaron
prisioneros, pues
resultaba
imposible retroceder,
por tener también
batido el terreno a su retaguardia;
ejemplo dé des
trucción
de fuerzas enemigas sin desgaste propio.
En la batalla del Ebro se desarrollaron
duros
combates para apoderarnos de la cota 382,
situada
al N. de la carretera deCorbera
a
Venta
de Camposines;
nuestras
Unida
dés, en brioso ataque,
la conquistaban
una
otra vez; pero la permanencia
en
ella se hacía imposible por el fuego de
ametralladoras
próximas, que no era po
sible neutralizar
por estar ocultas a rules
tros Qbservatorios artilleros; los rojos, sin
necesidad de contraatacar,
conseguían por
el fuego que nuestras fuerzas abandona
sen dicha cota o causaban la baja de to-’
dos sus defensores. Fué preciso maniobrar
por otros puntos para consolidar la pose
sión de dicha cota y ocupar también el
asentamiento
de las ametralladoras
que
la. batían.
El contraataque
d.e la reserva de Bata
llón en el caso expuesto debe rechazarse
por varias rzofles:
Lanzar
una Compañía contra un ene
migo que avanza .victorioso, tal vez apo
yado por carros, y que es superior
en
número
y en apoyo de fuegos—puesto
que ha conquistado
posiciones bien forti
ficadas y defendidas en uno o dos kiló
metros de frente—, es exponer la reserva
a un fracaso segtiro, con el consiguiente
desgaste material y moral.
Es opuesto al fin de la defensa, pues
sería, ofrecer al enemigo la fácil destrucción
de un
núdeo de fuerzas propias, con escaso o nulo des
gaste por su parte.
La recuperación
de la parte de zona defensiva
perdida
no es absolutamente
indispensable,
pues
si la posición está bien elegida, toda a vanguardia
de los observatorios
artilleros propios, mientras re
sistan en sus posiciones la Compañía o Compañías
del segundo escalón, el enemigo no tendrá obser
vación sobre nuestra retáguardia
en la zona donde
se prepare el contraataque
de las reservas de Regi
miento o División, y sin ella no podrá progresar
por carecer del apoyo de su artillería.
La pérdida de las posiciones ocupadas., al dejar
las para lanzarse a un ataque cuyo fracaso puede
predecirse,
privará
al defensor de organizaciones
defensivas
y de fuerzas,
indispensables
para apo
yar el con.traataque que debe ejecutarse con los
batallones de reserva de Regimiento
o División,
para cuya preparación ha de proporcionar tiempo
la resistencia de las reservas de Batallón.
.
,
último, dada la diseminación de la reserva
en pelotones rodeados de alambradas y distrihuídos
en amplio frente y profundidad,
resultará iinposi
ble su concentración rápida para el contraataquc,
pues
los movimientos
en campo
libre ante un ene
migo que avanza, tienen carácter casi prohjbitivo.
La otra misión de la reserva, de ref3rzar o relev r
r’
.7
7
las unidades ¿el primer escalón, queda descar
tada en el caso que estamos estudiando; ni ha habido
tiempo para ello ni hubiera sido posible ni conve
niente.
Quedan, pues, contestadas las preguntas plan
teadas. En el caso que estudiamos, la reserva del
Batallón debe actuar por el fuego, defendiendo la
parte de zona defensiva que ocúpa; no realizará
contraataque
y su situación debe ser la adecuada
para cumplir la misión expuesta, o sea la indicada
en el croquis adjunto.
estén situados dentro de los subelementos para re
cibir de los pelotones calor y protección; si estos pe
lotones de la Compañía de reserva no están disemi
nados en el terreno, ¿cómo podrán actuar eficaz
mente dichas armas pesadas, estando todas en las
zonas de las Compañías de vanguardia? Y si el ba
tallón tiene cuatro Compañías y tres desplegadas,
se perderán posibilidades de actuar desde buenas
posiciones de fuego en toda la superficie de la zona
defensiva por falta de pelotones que den protección.
La Compañía en reserva reunida en la contrapen
diente priva a la zona defensiva de sus fuegos, man
Situación inicial de la reserva de Batallón.
teniendo inactivas muchas armas. Las reservas
—dice nuestro Generalísimo—no están fuera del
Una de las causas expuestas para razonar que la dispositivo de fuegos; tienen señalado un puesto
reserva del Batallón, en el caso que estudiarnos, no en la batalla y deben tener su organización defen
debe contraatacar, ha sido la dificultad de retinir siva que les dé resguardo contra los fuegos de arti
a sus pelotones diseminados, y muchos podrán de
llería y aviación y les permita contener el ataque
cir, y seguramente pensarán, que esta situación ini
que haya abierto brecha, constituyendo la base de
cial de la reserva es un error, y que si estuviera re partida para el contraataque.
unida previamente en abrigos en caverna en la con
Vistos algunos inconvenientes de carácter gene
trapendiente de la posición, para evitar los efectos ral, apliquemos al ejemplo del croquis el caso de
dela preparación artillera, podría ser utilizada para mantener una Compañía reunida en reserva para
el contraataque.
el contraataque. Dada la zona defensiva asignada,
Concretamente surge la pregunta: ¿Debe el Bata
supongamos que el Batallón sitúa dos Compañías
llón organizarse defensivamente en la forma indi
de vanguardia o primer escalón en la forma indi
cada en el croquis, o sólo debe diseminar en los sub
cada, y la tercera la escalona en profundidad sobre
elementos de resistencia dos Compañías (si el Ba la parte de más peligrosa penetración, que es la
talión tiene tres), o tres (si tiene cuatro), mante
pista del General Huertas; la Compañha desplegada
niendo la reserva concentrada en abrigos?
en el croquis al este de Loma Artillera y Loma Ne
Creemos que siempre que el terreno lo permita gra, pasaría como reserva a concentrarse en refu
—y en la defensiva premeditada debe buscarse una gios al oeste de las cotas 358 o de Loma Artillera.
posición profunda de las condiciones expuestas, que
Si el enemigo ataca por Balsete del Royo y ocupa
son las reglamentarias—debe desplegar todo el Ba toda la organización defensiva de la Compañía de
tallón, como se indica en el croquis.
la derecha (sur), podrá continuar su avance hasta
Ya hemos visto las ventajas de la organización las proximidades de Loma Negra o el collado que
defensiva preconizada. Veamos los incon venientes la separa de Loma Artillera, en el caso de que, por
de tener la reserva de Batallón concentrada.
la rápida salida de sus refugios de la reserva o por
Si el Batallón tiene tres Compañías y situamos el previo establecimiento de armas en dichas lomas,
una en reserva, no es posible que con dos Compa
no consiga llegar a la divisoria, que son los obser
ñías desplegadas, una al lado de otra, se ocupe y vatorios, O sea, en el caso más favorable para el de
defienda una zona de 1.500 a r.8oo metros de frente fensor, el atacante se instalará en la zona que en el
y 1.000 a 1.200 de profundidad; las zonas defensi
croquis ocupaba la Compañía que se ha retirado
vas de cada Compañía sólo tienen 200 a 300 metros para constituir la reserva. Esta Compañía contrade fondo. Desaparecería, por tanto, la defensa en ataca y tiene éxito, recuperando estas posiciones;
profundidad, hoy indispensable.
cosa casi imposible, como hemos razonado, pero que
Si el Batallón tiene cuatro Compañías, tampoco vamos a suponer. Pues bien. ¿No resulta absurdo
podrá mantener una en reserva, porque la zona de que sea preciso combatir y sufrir bajas para arrojar
fensiva podrá alcanzar la profundidad deseada si al enemigo de una posición, que sin ninguna difi
tuando dos Compañías delante y una retrasada,
cultad podíamos haber tenido previamente ocu
pero solamente en una parte de la zona de unos pada? ¿No será siempre preferible asegurar la po
6oo metros que será el frente de esta Compañía re sesión de una zona de terreno que tener que recon
trasada; el resto de la posición carecerá de la pro
quistarla?
fundidad necesaria.
Es preceptivo, por razones psicológicas, que las
ametralladoras, morteros, cañones de infantería y Empleo de las reservas de Regimiento y División.
cañones contracarros—cuyo escalonamiento en pro
Constituídas por un Batallón o varios, en el caso
fundidad, especialmente de estos últimos, es in
de la División, tienen ya efectivos adecuados para
dispensable para el cumplimiento de su misión— un contraataque de conjunto y su empleo orml
8
-
será este. Sin embargo, la resérva de Regimieñto,
si el terreno lo permite y las circunstancias lo acon
sejan, podrá también tener como misión bloquear
o cerrar la penétración del enemigo en posiciones
previamente
preparadas, prolongando la defensa
en profundidad, para dar tiempo con su resistencia
y apoyar con sus fuegos,ia actuación por el movi
miento de la reserva divisionaria.
En el caso de que los carros enemigos dominen
la zona en que se proyecta realizar el contraataque,
no deberá lanzarse éste si no se cuenta con apoyo
conveiiiente de carros propios o arfflas contracarros; será preferible resistir en las posiciones que
se ocupan.
han definido—o parciales, dentro del cuadro de la
División, serán misión normal de las reservas de
Regimiento y divisionarias.
Pudiera pensarse -que estas consecuencias, dedu
cidas del estudio de la actuación por el movimiento
en el combate defensivo, se oponen a algún precepto
reglamentario, al dejar como caso muy poco fre
cuente o casi excepcional el contraataque de la re
serva de Batallón. En el caso del párrafo segundo
no actúa, porque siempre será más fácil arrojar al
enemigo con el ataque violento y oportuno de uno
o dos pelotones, antes de que se agarre al terreno;.
que hacerlo media o una hora más tarde con una,
Compañía que estará situada a distancia mínima
de. 6oo a 8oo metros. En el caso del párrafo tercero
Resumen.
tampoco contraataca, por las razones expuestas.
Muchos recordarán, por haberlos realizado, pre
i.°
Siempre que el terreno permita situar las
zonas defensivas de los Batallones del primer esca senciado o vivido, en una palabra, varios casos en
lón, con su profundidad normal, a vanguardia de que el contraataque decidido de una reserva de ba
la línea de observatorios artilleros y del mando, y tallón, muchas veces muy inferior a una Compañía
estas zonas reúñan las condiciones de ocultación de por estar constituída por unos cuantos soldados de
las armas de infantería a la observación artillera la Plana Mayor, ha resuelto situaciones difíciles en
enemiga, y permitir a todas ellas actuar delante la guerra al recuperar posiciones importantes mo
del borde anterior, los Batallones situarán todas mentáneamente perdidas; al pensar en la experien
sus Compañías desplegadas diseminando sus pelo
cia propia, no compartirán ni admitirán esta idea
tones escaqueados en frente y profundidad en toda de excepcional empleo de la reserva del Batallón
la superficie de la zona defensiva.
para contraatacar.
2.°
Si el enemigo logra apoderarse de alguno o
Ahor.a bien. Lo que se defendía en aquel caso,
varios subelementos del borde anterior en distin
¿era una zona o una línea? ¿Existía profundidad
tos puntos del frente, se le rechazará por contra
en la organización defensiva? ¿Podía la reserva ac
ataques inmediatos ejecutados sin demora, antes tuar por el fuego? Seguramente se trataba de una
de que el adversario se haya afianzado en el te
posición dominante en una cresta nilitar; natural
rreno, realizados con el pelotón o pelotones más mente, perdida ésta se perdía el observatorio pro
próximos, mandados personalmente por el Oficial pio, que pasaba a poder del enemigo, con las facili
de la Sección o Capitán
de la Compañía.
3.° Si el enemigo rom
pe nuestro borde anterior
en todo el frente de una
Compañía o del Batallón
y penetra con rapidez y
violencia en la zona de
fensiva, el mejor y más
adecuado empleo de la re
serva de éste será resistir
en las posiciones que ocu
pe, actuando con todos los
fuegos de que disponga
para destruir a las fuerzas
que han realizado la penetración, retardando o de
teniendo
su progresión,
para dar tiempo a la in
tervenciÓn por el contraataque de las reservas de
Regimiento o División.
4.° Los cQntraataques
de conjunto—tal como se
-
-
dades que esta posesión le daba para continuar su
avance con vistas sobre nuestra retaguardia,
apo
yado por su artillería, y, por otra parte, el núcleo
de reserva, pequeño .o no, estaba concentrado
en
la contrapendiente,
sin posibilidad de actuar por el
fuego delante ni sobre la posición que se perdió ni
de defenderse fácilmente en su puesto, y no le que
daba otro dilema que contraatacar
o replegarse.
Por ello era obligado el contraataque
a toda
costa, pues el objetivo resultaba
punto vital para
la defensa, y al no poder actuar la reserva por el
fuego, como no iba a presenciar inactiva el éxito
enemigo, se imponía la reacción ofensiva. En reali
ciad se trataba
de un contraataque
inmediato,
de
los que con valor
oportunidad
se resuelven con
un par de pelotones; si muchos de aquéllos han te
nido éxito sin apoyo de fuegos, es evidente que po
drán tenerlo en la organización
defensiva preconi
zada al contar con los fuegos de los subelementos
próximos.
N,o olvidamos que el R. G. U. dice que se contra
o tacará con las tropas disponibles en todos los esca
lones; pero este precepto está calificado de “vago
y poco preciso” por nuestro Generalísimo.
y tam
bién el citado Reglamento
marca al General de Di
visión la obligación de fijar la misión y situación
de todas las reservas (de División, Regimiento y Ba
tallón),
de regular el empleo de los contraataques
parciales para evitar un usb poco meditado de és
tos, exponiéndolcs
al fracaso con el consiguiénte
desgaste material y moral de las tropas. Por ello es
timamos dentro de las normas reglamentarias,
que
se fije a la reserva de Batallón la misión normal y
situación ya deducidas de nuestro estudio.
Acerca del empleo poco meditado de los contra
ataques,
recordamos las órdenes dadas por los ro
jos durante la batalla del Ebro; ante la baja moral
6
1_J 1c
NJ
de sus trops,
en lós meses de agosto y septiembre
de 1938, que en alguna ocasión perdían sus posicio
nes sin extremar la resistencia, se dispuso que, de
modo automático
y sin excepción,
el Jefe de la
Unidad
inmediatamente
superior a la que había
perdido
una posición se lanzara al contraataque
para recuperarla;
en caso qontrario, sería fusilado.
Estas reacciones ofensivas mal preparadas
ocasio
naban gran núrneto de bajas a las fuerzas rojas. y en
algunos casos sirvieron para que llegaran a nuestras
posiciones
a entregarse
corno prisioneros núcleos
de fuerzas que avanzaban
con señales de venir o
rendirse.
Y para terminar: ¿En qué casos conven’clra con
traatacar
con la reserva de Batallón? Si en la situa
ción del párrafo tercero del resumen, el enemigo
vacila y se detiene ante las bajas sufridas y fuegos
que recibe, convendrá
arrojarle de sus posiciones
por una reacción ofensiva oportuna, sin esperar la
intervención
de la reserva de Regimiento,
que tal
vez pudiera tropezar más tarde con nuevos refuer
zos enemigos. Ya se sabe que en Táctica son las cir
cunstancias
las que mandan, y en apreciarlas con
exactitud
aprovechándolas
con valor y decisión es
triba el arte deijefe.
Cuando falta profundidad
a la posición defen
siva, por imponerlo la situación o por una mala
elección, o sea, si en el ejemplo estudiado el borde
anterior de la zona defensiva estuviera en la cresta
militar de Loma Negra-Loma
ArtilleraSan
Genis,
también sería preciso tener las reservas de Batallón
reunidas
en la contrapendiente
al oeste y contra
atacar con ellas.
Como norma general, podemos decir que el em
pico de todas las reservas será aquél con el cine me
jor se consiga la mayor destrucción
del enemigo,
con el menor desgaste propio.
REVISTA
ILUSTRADA
DE LOS MANDOSSUBALTERNOS
DELEJERCITO
Sumario del número de abril de 1950.
La “fauna” artillera. Comandante Munilla Gómez.—E1 Suboficial en el desierto. T. Coronel Mu
lero. —-Miscelánea topocartográfica. Algunas respuestas. Coronel Lombardero—Importancia de
los i4iomas para el Suboficial aspirante a taquimecanógrafo de Embajada. Ayudante O. M. Cas
tafíeda.—Cosas de Ayer, de Hoy y de Mañana. Comandante Ory.—Cómo se infiltra un Pelotón.
Capitán Carrasco—Pequeña charla sobre el tiro. Subalterno periciaL Xirau Calvet.—La artillería
en defensa C. C. (Traduccjón.)----Nuestros lectores preguntan. (Redacción.)
REVISTA
DE LA OFICIALIDAD
DE COMPLEMENTO
APENDICE DE LA REVISTA“EJERCITO”
Sumario del número de abril de 1950.
La Sección y el Pelotón, en el combate de! ensiz’o. Coronel Alonso Alonso—Perfil de conqnistadores. Te
niente Fraile Ovejero—Síntesis
de informació,, militar. (Redacción.)—--Ei arte de mandar ‘ de obe
decer en el poema del Cid. Teniente Ruiz Ayúcar.—-Marruecos.
Alférez Coro Prieto—Los
aprovecha
dos. (Traducción.)—éQué quiere usted saber? T. Coronel Otaolaurruchi.—Let’islacióii.
‘o
LASMAItCIIAS
MIXTAS
ilELASUNIIJAIIES
BEINFANTEfUA
AUTUTIIANSPORTAIJA
Comandante de infantería CARLOS DE ECHEVARRIA,
del Regimiento
Motorizado de Saboya ndmero 6
STE, género de marchas ha sido puesto en
piáctica varias veces en mi Regimiento y
ha dado siempre los más óptimos resultados.
No pretendemos, en modo alguno, haber sido los
inventores,
pues, en honor a la verdad, es de
notar que tales marchas las vimos en el Regla
mento de campaña del Ejército de los Estados
Unidos
cuando ya nosotros teníamos de ellas
una considerable experiencia; Las denominamos
marchas mixtas motorizadas (M. M. M.). Como
ya el nombre parece indicar, su mecanismo es
triba sencillamente en que las distintas fraccio
nes de fuerza que componen una Unidad deter
minada marchán iínas veces a pie y otras mon
tadas, en sus vehículos de transporte.
En reali
dad, y como ocurre frecuentémente,
fué la mis
ma necesidad la que nos obligó a su utilización,
por no disponer en cierta ocasión del número
de vehículos, suficientes para el transporte
ur
gente de una Unidad tipo Batallón. De ‘aquí se
deduce que esta clase de marchas debe su apa
rición a una causa principal: escasez de vehícu
los. Por otra parte, aun disponiendo de los ve
hículos suficienfes, consideramos muy convenien
te su empleo por nuestra Infantería motorizada,
ya que con ellas se logra:
El adiestamiento
mixto de la tropa, no per
diéndose el hábito de marchar a pie, que es
‘sustancial en toda infantería, por motorizada
que sea.
—
-—
-—
Practicar
frecuentemente
las maniobras de
embarque
y desembarque,
consiguiéndose
cón ello un máximo’ de disciplina y rapidez.
Servir para completar el adiestramiei’to
del
personal
conductor.
PQner á prueba la capacidad de los mandos
en el logro de la necesaria regularidad.
Sentado, pues, que las marchas M. M. M. son
originadas por la escasez de vehículos, podemos
añadir que al mismo tiempo puede coincidir con
la penuria de gasolina, lo que permite conside
rar dos c’asos, según exista o no restricción de ca;’
bu;’antes, circunstancia ésta que sigue siendo hoy
de palpitante
actualidad.
Consideremos el pri
mer caso;
HAY RESTRICCION DE CARBURANTES
En este caso,’ la organización de la marcha se
basa en lo siguiente:
El efectivo total de la fuerza se divide por la
capacidad
que tengan los vehículos diponi
bles (suma de las’capacidades de todos ellos).
Las fracciones resultantes, a ser posible, de
berán constitutirse a base de Unidades orgá
nicas, nivelándolas, a ,este efecto, en la can
tidad de personal que sea necesario.
Seguidamente,
con 1 .rnapa a la vista, se di-
111.
MARCHAMIXTA durico
i
BOABI/LÁ
—
•
Kn 4’ ¿‘,,wetePa
¿oa//a
Capaa?c’e/ 1/Co
La fuerza embarcada, al llegar al final de
los tramos en que le corresponde ir monta
da, desembarcará e iniciará inmediatamente,
sin más indicaciones, la marcha a pie hasta
el lugar que corresponda, en cuyo momento,
si la marcha ha de proseguirse por el mismo
sistema en nueva etapa, embarcarán de nue
vo en los vehículos, los que deberán encon
trarse ya dispuestos.
Los vehículos,
una vez desembarcada
la
fuerza, esperarán, debidamente
protegidos,
la llegada de la fracción a pie en cabeza,
para embarcar a la cual conducirán al lugar
elegido para echar pie a tierra.
El director del ejercicio planeará la marcha
de tal forma que toda la fuerza llegue al
Lmismo
tiempo al punto final.
NO HAY RESTRICCIONES DE CARBURANTES
La organización de la marcha en este caso es
idéntica
al anterior, diferenciándose tan sólo en
LtC,INtS
¿O 40 ¿0 80 /00 100
que los vehículos, una vez desembarcada
la
UI OS
fuerza, en lugar de quedar detenidos, vuelvan
[,rna,co’os
,loze
VIacait
emDdrcao’O ¿O4’v/
a recoger la fracción de fuerza que marcha en
a
7iOK,/fl
cabeza para embarcar, cuyo lugar aproximado
de encuentro puede, desde luego, calcularse re
lacionando
el tiempo que tarda el vehículo o
vehículos en dar la vuelta, más el empleado en
vidirá el itinerario en tantos espacios o tra
mos como fracciones de fuerza hayan re el recorrido, con el tiempo empleado por la
fracción a pie. A veces, la naturaleza
de la
sultado.
obligará a qúe los puntos finales de
Cuando la extensión del itinerario sea tal que carretera
los tramos reúnan las necesarias condiciones
los espacios o tramos resulten de considera
ble extensión, inadecuados para marchar a para dar la vuelta. A esta necesidad habrá,
muchas veces cualquiera
pie, se dividirá aquél no por el número de pues, que subordinar
otra
condición,
lo
que
se
traduce, generalmente,
fracciones obtenidas,
sino por un múltiplo
de éstas, el que convenga hasta conseguir en en despreciar alguna parte del recorrido para
encontrar
lugar apropiado para la maniobra.
extensión unos tramos adecuados.
Esta
misma
razón obligará, en el segundo caso
Se organizará la marcha de tal forma que las
considerado,
a que los vehículos, al ir al en
distintas fracciones marchen el mismo espa
cuentro de la fuerza que deban recoger o em
çio de tiempo a pie y embarcadas.
barcar, no den tampoco la vuelta en el lugar
Todas las fracciones, lo mismo las que va
yan a pie que las embarcadas,
saldrán al preciso en que aquel encuentro haya de verifi
carse, que puede o no reunir las necesarias con
mismo tiempo del punto inicial.
Corrientemente
se suele elegir aquí
Para efectos de regularización
y control se diciones.
también un lugar apropiado lo más próximo po
marcará
exactamente,
antes de salir, la me
sible del lugar en que se presurna ha de verifi
dia horaria de velocidad tanto para las Uni
çarse el encuentro.
dades a pie como para los calpioTies,
/
.2
7
___________
—
—
—
—
—
-
12
MARCHA MIXTA. JAr/co¿(
Estas marchas mixtas ¿son privativas de la
infantería motorizada? En modo alguno, ya que
todo lo dicho puede, sin inconveniente, aplicarse a cualquiera otra fuerza que deba. ser auto
trasportada
y que, por una u otra causa, ca
rezca del número de vehículos necesarios. Las
ventajas de esta clase de marchas, aun dispo
niendo de un efectivo escaso de vehículos, son
a todas luces innegables, pues con ellas se logra
siempre, por lo menos, una mayor comodidad
y velocidad. Incluso la correspondiente a pie
puede aumentarse, ya que, marchando la tropa
más descansada, instintivamente tiende a ello
al desembarcar, como claramente hemos podido
observar en las marchas realizadas. Todo ello
permite, además, realizar ciertos recorridos para
los cuales, de querer hacerlos exclusivamente a
pie, resultaría escaso el tiempo disponible o el
crédito de tiempo concedido.
Por lo que respecta a la Infantería motoriza
da propiamente dicha, aun disponiendo de su
material automóvil completó, debe practicar
frecuentemente las M. M. M., a los fines que
indicamos antes, para lograr un adiestramiento
mixto verdad, pues aunque el ideal de estas
fuerzas especiales es el marchar e incluso com
batir sobre sus vehículos motorizados, lo cierto
es que las circunstancias la obligarán, la ma
yor parte de las veces, a desembarcar para
actuar como tal infantería de línea. Conviene,
por tanto, no abusar del concepto molorización
y acudir frecuentemente a las marchas a pie,
por propio interés. Para lograrlo, sin perder la
especial característica, nada mejor, pues, que
las M. M. M. que preconizamos.
El único inconveniente podría ser la cuestión
del transporte de las armas pesadas. Pero este
iuconveniente no es tal en un Ejército moder
no, ya que ni siquiera la Infantería de línea
propiamente dicha emplea hoy la tracción hipo
móvil, sino más bien vehículos a motor todo
terreno, tipo oruga o semioruga. Incluso el mis
mo “jeep”, tan conocido, sería ideal para este
menester. Por consiguiente, en las marchas
mixtas, las armas pesadas (con sus vehículos),
o formarían un elemento de marcha indepen
diente o quedarían permanentemente. afectas a
la fracción que vaya embarcada. Claro es que
en este último caso, y dentro del segundo su-
,fEO/?180.
LL’GÁNÉS
(roce de la ( o’’ f #dpt,n ile i’a/ile,g/e$/o
cor /,7 ile fxtpe,nailora.
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Y,o/de,’/ejyd8.
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camino de Y,lZsr,e,osa.
8OÁD/LLÁ
5
/o’çro’oec
I,o,e
/‘/O 160
Veloc,o’oo’ e,iltcoo’as
‘2/e
meo2a
2,2 Me/O
i Kin/ñ
O Mil/ñ
puesto considerado (no restricción de carbu
rantes), dichas armas, con sus vehículos, no
tendrían necesidad de volver al encuentro de
las fracciones a pie, por lo que quedarían dete
nidas en el lugar de desembarco o continuarían
la marcha a menor velocidad que la media
calculada hasta ser rebasadas por la fracción
embarcada, en cuyo momento seguirían tras
ella a su misma velocidad. Por nuestra parte,
nos inclinamos sinceramente a la primera solu
ción; esto es, constituir con las armas pesadas,
en sus vehículos, un elemento de marcha inde
pendiente. Más claro: con las armas pesadas no
cabe organizar marchas mixtas de ningún gé
nero, toda vez que hay que partir del supuesto
de que poseen el material completo y, por con
siguiente, no es extensivo a ellas el concepto
escasez de vehículos, que, como ya sabemos, ca
racteriza aquellas marchas.
.13
El control, a los solos efectos de regularidad,
se puede establecer perfectamente
con tina sola
moto
con carro tripulada por personal especia
lizado. En realidad, no se necesitan más medios
de transporte,
ya que, una vez controlada la
llegada, embarque y salida de la fracción de
fuerza en un tramo determinado,
puede ade
lantarse rápidamente y verificar la misma ope
ración en el siguiente. Por último, con las mar
chas mixtas, aparte todo lo indicado, se logra
alguna economía en carburantes y material, lo
que ya por sí solo abona suficientemente,
como
se comprenderá,
cuanto con este trabajo deja
mos manifestado.
Para fijar ideas, veamos el siguiente caso con
creto, llevado a la práctica, entre otros, en nues
tro Cuerpo en un circuito de escasa extensión.
MARCHA
CARToGRAFÍA:
Mapa
MODALIDAD: Mixta.
Práctica
OBJETO:
itinerario.
Escala
(3) Compañías
XEssícuLos:
(3) camiones.
3íANrto:
Una
(i)
CONTROL:
En los lugares de embarque.
En el punto final.
Identificación:
Un banderín ro) o.
Medios: Una moto con carro.
ITlNErcARIos:
•14
Camión
3 H.C.
Número
vehículos
Conun1e
te Km.
Grasas
3%EnI.)
L50
4
Motos
0
1
15
0.501.
PIE
A
1<
EJ ECUCION
1 DA.—Supti.esio:
Lnidad
.
c.
-
Restricción
de carburantes.
EMBARCADA
Km.
Leganés-Cruce
Carabanchel Alto con
C. Pozuelo6
Cruce
Carabanchefl
Alto con C. Pozue-!
lo-Boadilla
2.
C.” Cruce anterior-Km;
4 C. Boadilla6
1°—Leganés - Crucci
Carabanchel
Alto!
con E. Pozuelo.
.{
4 C. Boadilla-BoadillaII
.a
C.
Leganés-Km.
4 ca-t
rretera Boadilla..
hombres).
C. Boadilla-,
Boadilia6
Km.
Inidad
moto con carro.
3.5
Leganés
Carabanchel Alto - Carrete
ra de Pozuelo - Carretera de Extremadura
(kilómetro 7). - Carretera
de Boadilla del
Monte - Boaclilla del Monte..—-Totol.
18 ki
lómetros.
De regreso: Boadilla del Monte - Villaviciosa
de Odón - Carretera de Extremadura
- Ca
rretera de Extremadura a la de Andalucía
Leganés—Total,
20 kilómetros.
De ida.
Litres gasolina
por xoo Rut.
REGRESO.—Supuesto:
Tres
(225
set, iculo
12
iisoo.ooo.
regularidad.
Tres
FUERZA:
( aa
MOTORIZADA
militar
y
CARBURANTES
C.
b
restricción
]1MBARCAD.A
Boadilla-Krn..
rretera
San
de carburantes.
Rus.
caMartín
PIE
A
5 c. San Mar-.
tín de Y-Leganés.. so
Km.
de Valdeiglesias. . .‘ so
Vuelta cruce carretera Boadilla con la
de 5. Martín de
j
C.
Cruce anterior-Cru.
ce . C. San Martín:
de y. con la de Extremadura50,5
:1°302da-Crucd
C. San Martín de Vi
.2.°—crtlce
C. San
Martín de Y. con;
Vuelta
carretera SanKm.
Martín...
C.
ExtremaduraJ
Leganés
C.° Km.
C. San Mar-.
tín de Y-Leganés..
io
Boadilia-Kin.
carretera San Martín
de Valdeiglesiaso
Km.
A ATFN[ION
PSICOTECNIA
E INSTIUJCCION
Comandante
Profesor
de Infanterla
FRANCISCO
Jefe del Laboratorio Psicotécnico
TODO HOMBRE DEBE SER EDUCADOR
TODO MILITAR TIENE QUE SERLO
Los fenómenos biológicos, la vida de cada ser,
constituyen un proceso o evolución donde la inte
ligencia humana pudo observar desde bien anti
guo que se realizaba más fáciliente, alcanzando su
óptima plenitud, cuando, al ser planta o animal,
se encontraba en ambiente apropiado. Es más: se
pudo comprobar que ese ambiente o medio se po
día mejorar con ciertos artificios y aun crearlo arti
ficialniente por completo, en circunstancias deter
minadas. Cuando esto descubrió, el hombre dejó de
ser nómada para convertirse en sedentario. Nació
-entonces la agricultura, que haría brotar después
los conocimientos, experimentos y éxitos que pon
drían toda la materia viva bajo la varita mágica
del “cultivo”, que no es ni más ni menos que la
creación artificial del “medio ambiente” favorable
para que los seres vivos, plantas o animales nazcan,
crezcan y se reproduzcan en las condicioñes ópti
mas. De este modo se fueron seleccionando semi
llas; se descubrieron y dosificaron abonos; se crea
ron especies y tipos nuevos, y s consiguieron nue
vos prototipos animales con características deter
niinadas.
Tales éxitos dieron lugar a que se ampliase esta
labor de “cultivo” a la especie humana, apare
ciendo, desde remotos tiempos, el afán de perfec
cionamiento en todos los órdenes, desde el moral
Dibulos
enviados por el assor.
JAVIER
F. TRAPIELLA,
de la Escuela Militar de Montaüa.
hasta el estético. Todo ello originó el empuje de la
ciencia para vencer a la muerte y a la ignorancia,
para exterminar las enfermedades del alma, y las
del espíritu.
Este cultivo, al ser aplicado al hombre, recibió
el nombre de educación, habiendo adquirido un
impulso cada Vez más arrollador, hasta llegar a
invadir los campos de la vida individual y colec
tiva del ser humano.
En la actualidad, no se concibe a ningún indivi
duo que pueda substraerse al dictado de esta terri
ble disciplina. La educación física va llegando
hasta los últimos rincones del planeta para vigori
zar con sus prácticas, artifiéiales pero científicas,
la fisiología del hombre y de la mujer; la educación
moral utiliza los procedimientos más modernos y
eficaces, como la revista, la radio y la televisión,
para alcanzar todos los puntos de la Tierra, envol
viendo a ésta en una red de mallas estrechas y ace
radas, a pesar de ser invisibles para nuestros ojos.
Por último, la educación intelectual ha llegado
hasta la pretensión, en gran parte lograda, de
orientar y seleccionar a los individuos por medio
de procedimientos psicológicos, a fin de emplear
a cada uno en aquella misión más de acuerdo con
sus facultades, inyectándole después, a grau pre
sión, los conocimientos, enseñanzas y prácticas que
han de llevar al máximo el rendimiento de la má
quina fisiopsíquica que el hombre constituye.
En esta terrible voráginé que es la agitada y ac
tual sociedad contemporánea, todo hombre debe
ser educador, al menos, de sí mismo; en muchos
casos, también debe serlo de sus seres más que
ridos, si quiere marchar al compás del ritmo
actual.
Pero existen profesiones cuya finalidad especí
fica es educar, y entre ellas surge, como cima cul
minante, la profesión militar. Todo Jefe tiene la
ineludible necesidad, la obligación reglamentaria de
instruir y educar a sus hombres. Y no sólo en los
detalles de lo que pudiéramos llamar instrucción
profesional, sino en el campo total de la educación
moral, física e intelectual, y precisamente, a nues
tro juicio, en este orden; ya que las “fuerzas mora
les” impulsan al hombre a la “acción física” y ésta
produce posteriormente la ejecución técnica y pro
fesional, que es inteligencia.
La obligación reglamentaria para todo militar
de instruir y educar a sus hombres en las tres ra
mas indicadas, que constituyen la educáción inte
gral, hace preciso que todo Mando, especialmente
desde la categoría de Oficial, conozca, lo más a
fondo posible, todos los resortes y palancas que le
permitan esa acción educadora.
Por lo tanto, debe conocer la máquina-hombre,
no sólo en cuanto a su composición mecánica, sino
lo que es más interesante, en cuanto a su funcio
namiento normal. Para cada arma que el comba
tiente ha de utilizar, se exige, como preliminar in
dispensable, el estudio y conocimiento perfectos de
sus piezas y el funcionamiento combinado de todos
sus mecanismos. Le es preciso poseer, de esas ar
mas, las características técnicas, tácticas y de ser
vicio. ¿Cómo entonces sería posible descuidar el co
nocimiento de esa otra máquina-hombre, que será
precisamente la que ponga en función las otras
armas? ¿Cómo se lograría la eficiencia de una Uni
dad si se descuidase el estudio de la única máquina
que piensa, siente y reaccionapor sí misma?
Indudablemente, todo Mando debe conocer sus
máquinas-hombre, no como un médico o un biólo
go, sino como un psicólogo práctico. Debe poseer
ciertos conocimientos del espíritu humano para
aplicarlos en la forma más eficaz, con objeto de
conseguir una rápida y perfecta instrucción y edu
cación de sus subordinados, así como una utiliza
ción de los mismos, que dé el máximo rendimiento.
Estos conocimientos serán, por lo demás, de me
pleo común a las tres ramas de la educación mili-
16
tar. Tendrán que aplicarse tanto en la educación
física cuanto en la moral y técnica.
La posesión de estos conocimientos mínimos del
espíritu humano nos obliga a estudiar los fenóme
nos psíquicos, comenzando por la atención y su
compañera inseparable la conciencia.
Pero como piedra básica de este superficial aná
lisis queremos sentar el principio biológico que es
fundamento de todo “cultivo” y de toda pedago
gía: La máquina humana tiene la propiedad de per
feccionarse por su propio funcionamiento.
Bien entendido que este funcionamiento sea so
metido a leyes biológicas, en cualquiera de sus as
pectos moral, físico o intelectual.
CONCIENCIAPSIQUICA
SUBCONSCIENCIAE
INCONSCIENCIA
Las someras ideas que vamos a exponer, casi en
forma esquemática,no tienen más objeto que obte
ner conclusionesde orden práctico, aplicables inme
diatamente a la instrucción y educación del hom
bre en general y del combatiente en particular.
Por ello sólo reflejaránnuestro punto de vista y
experiencia personales, dejando aparte teorías y es
cuelas que en nada nos aclararían la mayoría de
los conceptos, ni nos ayudarían en nuestra misión
educadora.
Nos proponemos, en este y otros trabajos, anali
zar las que podemos llamar aptitudes o manif esta
ciones psicológicas (atención, memoria, imagina
ción, etc.), observando su funcionamiento normal,
los estímulos que pueden obrar para su desarrollo
y perfeccionamiento, así como aquellas causas que
pueden perturbarlas, con cuyo conocimiento se lo
graría un empleo lógico de esos estímulos, en hene
ficio del educando y facilidad y eficiencia del edu
cador.
Pero antes de comenzar el estudio analítico de la
atención, “facultad primaria” del hecho psicológico,
preciso es decir algo sobre el encadenamiento de
las distintas fases de este último, así como de la
función y capas o estratos de la conciencia.
De todos es sabido que, de cuantos fenómenos
se producen a nuestro alrededor, solamente capta
mos una pequeñísima parte, mientras que otros
Las ideas claras se forman
por centrar sobre ellas la aten
ción, lo que permite que la con
ciencia perciba todos los de
talles del hecho o “vivencia”
psicológica.
Las ideas difusas o margi
nales son las que quedan fuera
del eje de la atención, y por
ello se perciben oscuras y de
formadas.
La percepción es
débil, fugaz e irreal.
Las ideas latentes son las
que no llegan a entrar en el
campo de la atención, y por
ello tampoco en el de la con
ciencia, dando lugar a percep
ciones somáticas.
Figura
i.
a—Las capas o estralos de la conciencia.
Obsérvese que el campo de las ideas conscientes es muy limitado, mientras que las ideas latentes absorben
una cantidad de hechos que, aunque no los percibamos normalmente,
constituyen
una fuerza poderosa no
sólo por su cantidad, sino por la calidad básica de los mismos. Es la capa profunda que manda sobre toda
nuestra vida y que sirve de apoyo y nutrición psicológica a la misma.
17
pasan inadvertidos en absoluto o, al menos, deján
donos una idea vaga o deformada de los mismos.
Esos hechos que captamos con toda nitidez y con
toda la riqueza de detalles son los hechos conscien
tes, y la facultad psíquica que los capta o registra,
permitiéndonos contrastar la existencia y detalles
del hecho, así como que el mismo es registrado
por nuestro espíritu, califícase de concienciapsico
lógica.
Un ejemplo será más eficaz que todas las teo
rías: Cuando caminamos por la calle, hablando con
otra persona, suceden a nuestro alrededor multi
tud de fenómenos que van siendo registrados en
nuestra conciencia, tanto más débilmente cuanto
más distantes están o menos potencia psicológica
poseen. Toda la fisonomía y palabras de nuestro
interlocutor son registradas maravillosamente en
nuestra conciencia, mientras que de la gente que
pasa a nuestro alrededor apenas si nos damos cuen
ta, teniendo de ello ideas difusas y deformadas.
Estos fenómenos son in/raconscientes,marginales o
subconscientes.
Por último, otros fenómenos no llegan a impre
sionar nuestra conciencia, a pesar de influir en
nuestra psicología y actos; tales son nuestra mar
cha, los movimientos que hacemos a veces para
esquivar un vehículo e incluso el itinerario segui
do, sorprendiéndonos a veces de haber llegado al
final del mismo. He aquí los hechos incons
cientes.
Si comparamos la cantidad de fenómenos o he
chos de cada clase, convendremos que los conscien
tes constitüyen una mínima parte del total; es de
cir, que nuestra vida psicológica consciente es la
capa o estrato de menor importancia cuantitativa,
mientras que las otras dos se van perdiendo en la
profundidad de nuestra personalidad y tienen un
espesor e importancia cada vez más grande,
como demuestran los modernos estudios psico
analíticos.
Ahora bien; donde la tarea educativa tiene su
verdadera y precisa aplicación es dentro del campo
de la conciencia,al menos en lo que a la educación
del hombre normal se refiere. Por ello, muchos psi
cólogos han denominado a la psicología como “la
ciencia de los hechos de conciencia”, dejando el es
tudio e investigación de los dos restantes estratos,
subconsciencia e inconsciencia, a las ciencias que
lindan con la patología psicológica.
18
EL HECHOPSICOLOGICO
SU PROCESO
Todo nuestro estudio y análisis psicológico, así
como las consecuencias de orden pedagógico y di
dáctico que de él podamos derivar, se limitarán al
campo de los hechos psíquicos conscientes; pues
si bien los subconscientes e inconscientes tienen un
“valor” y un “poder” enormes e indiscutibles en
nuestra vida, son aún poco conocidas sus leyes.
Y para establecer a priori el camino a recorrer,
así como las etapas que tenemos que salvar, consi
deremos un hecho psicológico, desde su arranque
en la sensación hasta su final en la fase o acto su
perior de la inteligencia, el raciocinio.
Supongamos al investigador en su laboratorio o
al hombre vulgar en medio de la calle. Todo él está
rodeado de fenómenos físicos (formas, colores, so
nidos, radiaciones) que están impresionando los
múltiples aparatos receptores de que está dotado
el organismo humano. Pero su conciencia sólo es
alcanzada por uno o varios (ordinariamente, uno
solo) de estos fenómenos. Su atención, polarizada y
dirigida por su voluntad, se orienta hacia lo que le
interesa, rechaza todo lo demás y comienza el acto,
hecho o “vivencia” psicológica.
El aspecto de líquido hirviente contenido en una
retorta (para el químico investigador) impresiona
sus sentidos; la atención está concentrada en aquel
objeto y enfoca sobre la conciencia el hecho obser
vado; pero, al llegar a ésta, la atención ha selec
cionado ciertos detalles, quitando o poniendo ma
tices que, en realidad, no tiene el objeto de la aten
ción de este hombre; en una palabra, sobre la con
ciencia se proyecta una reproducción inexacta del
líquido de la retorta que aparece quizá con las ca
racterísticas deseadas por el investigador. A este
fenómeno y a esta reproducción alterada de la rea
lidad se la denomina percepción. En este momento,
la conciencia refleja la percepción sobre el depó
sito de nuestra memoria, a fin de compararla con
las imágenes de hechos anteriores, y, en virtud de
ello, se agita el contenido de dicha memoria, sa
liendo a la superficie las imágenes semejantes, que
van a servir de comparación. Esta nueva fase, lla
mada imaginación, permitirá al sabio comparar el
aspecto de su combinación química con las imáge
nes de experiencias pasadas, y por ello juzgará el
objeto de su atención. Nace la fase llamada juicio,
por la cual el químico adjudicará a su míxtura, su
poniéndole unas características más o menos con
formes con su investigación. Por último, el enca
denamiento de varios de estos juicios completará
la fase final, el llamado raciocinio,del que resultará
para el investigador el propósito de su análisis o el
de arrojar al sumidero el contenido de su retorta.
He aquí el proceso, complejo y delicadísimo, de
todo hecho psicológico, desde el más sencillo de la
vida corriente al más elevado fruto de la inteligen
cia humana, en cualquiera de sus modalidades fi
nales que pueden dar lugar a la inspiracióndel ar
tista o del científico (proceso psicológico intuitivo);
al descubrimientodel investigador (proceso psico
lógico deductivo), o al invento del sabio (proceso
psicológico inductivo). En todos y cada uno de es
tos casos la cadena pasa por las mismas fases:
Preparación de la voluntady de la concienciapara
dirigir la atención;sensación(captación física); per
cepción consciente (captación del hecho transfor
mado); reflexión sobre la memoria y comparación
del mismo con los hechos similares evocados por la
imaginación;comparación del hecho actual con los
pasados mediante el juicio y encadenamiento de
estos juicios, constituyendo el raciocinio,del que
arrancarán nuestros propósitos,decisionesy ac
concibe el valor supertrascendente que la atencío’n
debe tener en todo proceso educativo. De la inten
sidad y concentración con que actúe nuestra aten
ción sobre un hecho determinado; de la amplitud,
fijeza y permanencia de la misma sobre el con
junto y de detalles del fenómeno dependerá la ri
queza de imágenes y veracidad de conceptos que
asimilemos en la percepción consciente de dicho
acto, y por ello, los recuerdos, juicios y raciocinios
que desencadenen serán más justos y acertados.
MODALIDADES
LA ATENCION
La facultad de orientar nuestra conciencia hacia
un hecho determinádo, en función de la atención,
puede realizarse espontáneao voluntariamente.
Cuan
do escribimos una carta a un amigo, la atenciónyo-
ciones.
Como se ve por todo ello, la atención ocupa el
primer escalón del proceso, constituyendo el esla
bón inicial de la cadena psicológica.
LA ATENCION,
FUNDAMENTO DE LOS
PROCESOS INTELECTIVOS
Como solamente llegarán a representarse en la
conciencia aquellos hechos o fenómenos sobre los
cuales se fija la atención, no creemos necesario re
saltar la importancia de esta función primigenia de
nuestra psicología.
Existen tratadistas y psicólogos que asocian en
gran medida la función y el contenido de la con
ciencia, de la voluntady de la atención,creando so
bre las tres todo el edificio complicado de nuestros
fenómenos psíquicos y aun, en gran escala, casi to
dos los biológicos. Por ello, y por la facultad de
autoperfeccionamiento que la voluntad encierra, se
Figura
2.
—
Atención
Externa.
Actitud hacia a/uera del individuo que dirige su atención
forma extravertida.
Todos los órganos sensoriales están abiertos para captar
en función receptora.
El individuo es todo ojos, todo oídos. Está dispuesto a
coger sin destruir el objeto de su atención.
Hasta la respiración se ha paralizado para no perturbar
la caza del hecho psicológico.
en
19
luntaria orienta nuestra conciencia hacia el trabajo
en realización; pero si, mientras escribimos, suena
un ruido insólito o brilla una luz desacostumbrada,
nuestra atención es atraída rápidamente hacia este
hecho, sin que en ello intervenga nuestra voluntad
y aun a veces en contra de ella.
La atención espontónea se realiza en forma mós
¡dcii, intensa y eficaz que la atenciónvoluntaria, pu
diendo pasarse de una a otra modalidad en muchos
casos.
La intensidad de la atención en ambas modalida
des depende del interés que el hecho tenga para nos
otros.
Este interés puede ser positivo, como sucede con
el sediento ante un vaso de agua, o negativo, como
ocurre con el individuo sorprendido por la presen
cia de una serpiente. En ambos casos se presta una
atención espontdnea, si bien en el primero el móvil
es un interés positivo por lograr una satisfacción o
una necesidad, mientras que en el segundo el inte
rés negativo se debe al deseo de evitar un mal o peli
gro inminente, y tanto en uno como en otro el in
terés es tan intenso, porque está movido por el ins
tinto de conservación, que es el más fuerte de todos
los que esclavizan el espíritu humano.
Si los instintos o sentimientos motores del interés
son menos despóticos, cual ocurre con los deriva
dos de la vida social, como el amor propio, la emu
lación, la vanidad, etc., la atención espontánea
pde
presentar intensidades más o menos fuertes
y pasar. a constituirse en atención voluntaria para
lograr un placer o evitar un disgusto.
De aquí se desprende ya una consecuencia peda
gógica: Si queremosestimular la atenciónde nuestros
educandos, despertemosen ellos el interés mcís vivo,
para conseguir, y mantener si es posible, una mo
dalidad de atención espontánea.
Toda tarea que se inicie o desarrolle sin desper
tar ese interés no estimulará la atención, y el edu
cañdo, soldado o estudiante, obrará como un autó
mata insensible; su atención estará en otro lado
(pues la atención no puede estar inactiva).
Es el caso del soldado que hace lo que ve ejecu
tar a los que están a su lado, y por ello realiza los
movimientos con retardo, con titubeos y con im
perfecciones. Y ésta es la circunstancia menos des
favorable, pues la necesidad de ejecutar algún mo
vimiento o ejercicio le obliga a enfocar, fugaz e in
20
termitentemente, su atención sobre el hecho mo
tivo de instrucción.
Cuando la tarea a desarrollar es de enseñanza
puramente teórica, los espíritus están ausentes,
pese a la presencia corporal del auditorio.
Toda labor educativa que no estimule la aten
ción por medio del interés cae en la rutina más eno
josa, no sólo para el educando, sino también para
el seudoeducador.
Sentado este principio, se plantea la imprescin
dible pregunta: ¿Cómo estimular el interés?
Infinitos y conocidísimos son los recursos de que
se puede echar mano en todos los casos, y si no se
emplean, será por absurda negligencia o por cómo
da y detestable rutina.
ESTIMULANTES DE LA
ATENCIONVOLUNTARIA
Numerosísimos son los “reactivos” que se pue
den y deben aplicar para despertar la atención del
educando: desde el timbre de voz del educador
hasta la promesa del premio o la amenaza del
castigo.
Imposible sería hacer un análisis de todos ellos
con la minuciosidad que el tema requiere sin ex
tendernos ampliamente en tan trascendental asun
to, por lo que tocaremos algunos puntos de los más
destacados.
La atención es atraída por todo lo que interesa
momentánea o permanentemente en sentido posi
tivo (agrado) o negativo (desagrado). Sin embargo,
todo lo desagradable ejerce sobre el espíritu una
acción de depresiva repulsión, y nos alejamos de
ello en cúanto nos es posible.
De aquí se deduce que, para atraer la atención,
hay que provocar en el educando una impresión
agradable, atractiva, que le inteese y mantenga
su atención polarizada en la dirección conveniente.
En una palabra, hay que crear una incipiente co
rriente de simpatía entre el educador y el edu
cando.
El Oficial que se presente ante su tropa, o el
Profesor ante sus alumnos, con cara arrugada, hos
til y malhumorada, quizá con aire sombrío y de dis
gusto, a veces poco cuidado en el aseo de su per
sona y en su presentación, olvidando aquel tan co-
Figura
.
“—Atención Interna.
Actitud
hacia adentro del individuo que dirige su aten
ción en forma introvertida. Actitud “en-sí-mismada”.
Todos los órganos sensoriales están cerrados para impe
dir la entrada de fenómenos externos y evitar la fuga de
los internos.
Hasta el cuerpo se repliega sobre sí mismo, tomando una
actitud agrupada que quizá favorece la gestación de la idea
o hecho sobre el que está fijada la atención en su modalidad
de reflexión. Cada estado del espíritu tiene un gesto fisioló
gico concomitante que se influyen recíprocamente.
nocido precepto, dado para el soldado y que sube
de punto para el educador, “en todo su porte y
aire marcial...”, ese educador es inútil y perjudi
cial. Ha logrado desde el primer momento ser re
pulsivo para sus educandos. Por interesante que
sea el tema a tratar, él ha destruido el interés antes
de empezar. Si, por añadidura, no se preocupa de
decir dos palabras de entusiasmo sobre el asunto a
estudiar o las prácticas de instrucción a realizar
para “preparar” a su auditorio; si empieza su ta
rea con voz monótona, “por obligación”, quizá le
yendo lo que él no ha hecho, tratando de salir del
paso cuanto antes; si no se preocupa de observar a
sus alumnos o soldados para comprobar, en su fi
sonomía y actitud, el estado de su atención, de su
conciencia y de su pensamiento fatigará a sus alum
nos, los aburrirá y la tarea pedagógica será inútil.
El propio educador tendrá la impresión de que
“aquello no sirve para nada”, ya que la soberbia
humana no le dejará reconocer que quien no sir
ve es él.
¡Cuán diferente obra el educador que conoce la
trascendencia de su labor y los estímulos que la
facilitan!
Aparece ante sus soldados o sus alumnos éon
aspecto correcto y amable, sin olvidar su jerar
quía; su cara pulcra y sonriente, así como toda su
persona, “atraen” al educando desde el primer mo
mento. Sus preocupaciones personales han queda
do aparte y, convencido de la trascendencia de su
labor, se muestra erguido sin vanidad y elevado sin
jactancia ante sus subordinados. Su presencia des
pierta un sentimiento de mando, de superioridad y
de afecto armónicamente conjugados. Poseído de
vocación y espíritu profesional, sabe transmitirlo a
su auditorio con voz clara, precisa, pausada, que
explica los conceptos sin necesidad de lecturas,
pues su preparación profesional no necesita de apo
yos ni muletas. Mientras habla a su tropa o alum
nos, se coloca en un punto desde el cual j3ueda ver
a todos y ser visto por ellos; cambia de actitud y de
lugar con prudente frecuencia para “tirar” de la
atención de sus más distraídos. Observa a su audi
torio con detenimiento para deducir quién nece
sita despertarse de alguna pasajera distracción; sus
palabras se acompañan de una mímica o gesticu
lación acorde con sus conceptos, con lo cual re
fuerza sus ideas y argumentos; su voz cambia de
entonación para aprovechar la riqueza de matices
que dan variedad a la formación humana. Por últi
mo, para reforzar el interés, excita la emulación en
tre sus alumnos, a los que recompensa inmediata
mente o promete un premio más lejano, lo que
sirve de acicate al espíritu humano para superarse
en toda clase de tareas. Desde el simple elogio por
un acierto, que eleva al individuo ante los demás,
hasta la promesa de un premio, todos son alicien
tes para mantener viva la atención y conseguir una
eficacia que animará e impulsará por igual al Ofi
cial y a sus soldados, manteniendo además entre
ellos una corriente de simpatía, de atracción espi
ritual y de afecto que les hará sentirse solidarios de
una común tarea.
Si el educador obra así, pocas veces tendrá que
emplear el castigo como estimulante del interés ne
gativo de la atención.
Nos queda solamente por considerar cómo pue
de comprobar el educador si sus alumnos o sus sol
dados están o no atentos a sus explicaciones y en
señanzas, lo que analizaremos en el epígrafe si
guiente.
-
21
DIRECCIONES
DE LA ATENCION
La atención puede orientarse o dirigirse hacia
un hecho exteriora nuestro ser, que es el caso que
hasta ahora hemos considerado (atención exter
na), o bien reflejarse sobre la propia conciencia,
para atender a una percepción interior (atención in
terna), desarrollando un proceso mental que ha re
cibido el nombre de reflexión.
CONCOMITANTES
FISIOLOGICOS
Y AFECTIVOSDE LA ATENCION
Tanto la atención externa como,la reflexión van
acompañadas de fenómenos fisiológicos que son co
munes a ambas en ciertos casos, mientras que en
otros son distintos y aun opuestos.
La atención, en general, va acompañada de un
estado afectivo que es agradable o espera serlo en
lo que hemos llamado interés positivo, ejerciendo
una atracción (el sediento ante la visión del agua),
mientras que es de desagrado y dolor, o espera su
frirlo, en los estados de interés negativo (caso del
vértigo, ante la vista de un precipicio) y que pro
duce una ‘repulsión. En ambos casos se produce un
estado de tensión más o menos intensa, pero siem
pre desagradable, hasta que se satisface el deseo o
desaparece el peligro.
Este estado afectivo (tensión, angustia, placer o
desagrado) va acompañado de ciertas perturbacio
nes emotivas y fisiológicas, que son también positi
vas o negativas, beneficiosas o perjudiciales, según
su intensidad y sentido. De todos es conocido el
efecto saludable de las emociones gratas y el ne
fasto de las noticias desagradables, ya que, cuando
la intensidad de ambas llega a cierto grado, puede
producir perturbaciones fisiológicas y psíquicas pe
ligrosas, sobre todo en individuos de constitución
o equilibrio orgánico débil.
Esta emoción siempre se traduce en gestos y ac
titudes que exteriorizan todos estos estados afec
tivos de nuestro espíritu y pueden ser leídos mate
rialmente en nuestra fisonomía (estupor, asombro,
miedo, alegría, etc.).
Sin llegar a esos estados emotivos fuertes, todo
22
acto de atención lleva en sí una impresión ligera
mente grata o desagradable.
Cuando un individuo atiende a un hecho exte
rior a él, abre todas las puertas de entradade su ser
psíquico; sus órganos sensoriales se dirigen hacia el
hecho óbservado, tratando de captar todas las ra
diaciones (sonoras, luminosas, térmicas, etc.) que
emite. Su ser se expansiona, se extiende, para re
coger todas las emanaciones. La fisonomía se llena
de rasgos que son’ los síntomas de la atención; los
ojos se abren a veces desmesuradamente; la frente
se frunce en arrugas; la boca se queda entreabierta,
mientras que la respiración se paraliza o realiza a
ritmo muy lento y todos los movimientos quedan
suspensos. Si, por el contrario, el individuo atiende
a un hecho interior, se concentra sobre sí mismo;
todo su cuerpo se cierra, replegándose sobre sí, como
rechazando los estímulos exteriores; los miembros
se flexionan sobre el tronco, los ojos se cierran
más o menos, se frunce el entrecejo y se aprieta
la boca.
Estas actitudes duran mientras la atención se
mantiene; cuando cesa, el organismo se recupera y
reanuda sus funciones normales. Entonces apare
ce, entre otros detalles, el bostezo, acción automá
tica con que el pulmón vuelve a inspirar y reponer
el déficit de oxígeno que tiene.
He aquí los síntomas externos, que puede com
probar el educador para saber con qué intensidad
es atendida su explicación y en qué momentos debe
dar un pequeño “respiro” a sus alumnos para evi
tar el agotamiento y la fatiga mental.
E XTENSION
DE LA ATENCION
Tanto en el tiempo como en el espacio, la aten
ción es una función poco amplia; puede captar u
observar pocos fenómenos a la vez (en realidad,
uno solo), y además se fatiga con rapidez, especial
mnte en los niños y en los ancianos.
La atención puede “recorrer” diversos hechos u
observar ‘sucesivamente” varios fenómenos; pero
es inéapaz de posarse y captar “simultáneamente”
varios objetos. De ello se deducen trascendentales
consecuencias pedagógicas.
Es equivocado, por ejemplo, enseñar varios ejer
cicios a un tiempo; es erróneo pretender que se
.aprenda un ejercicio, complicado o una materia
compleja si no sedescompone en partes o tiempos.
Es absurdo tratar de que los alumnos tomen apun
.tes sobre la materia objeto de enseñanza, priván
dolos de todo libro de consulta u orientación. Apar
Figura
nía de palabra o de acción, a fin de satisfacer’esa
apetenciade Variaciónque la atención tiene. La va
riación de sus gestos, actitudes, tono, timbre y
volumen de su voz, facetas por las. que presenta el
mismo asunto, cambio en los ejercicios realizados,
etcétera, dará a la clase o a la instrucción las “va-
4. a_E xzensión. de la atención.
El campo de la atención es muy reducido. Prácticamente, sólo podemos
fijar la atención y, con ella, la conciencia en un solo hecho psicológico.
En el presente grabado, el reloj atrae nuestra atención y queda en
focado en la zona central de la conciencia. Los demás objetos, hechos o
“vivencias” se van oscureciendo y deformando a medida que se separan
de dicho eje central, hasta quedar sumidos en la noche psicológica más
allá de las zonas marginales.
te de necesitarse una gran capacidad intelectual
para sintetizar en pocas palabras la explicación del
Profesor, es’preciso dejar de atender a éste mien
fras. se escribe. Es decir, que hay una intermiten
cia de. la atención entre oir y escribir que es ne
fasta para ambas acciones.
La rapidez con que la atención se fatiga sobre un
hecho y espontáneamente “escapa” a nuestra yo¡untad para buscar otro, es causa también de que
el Instructor o Profesor deben huir de la monoto
naciones” sobre el mismo temá, necesarias para
mantener cautivada la atención.
Cuando, a pesar de sus. esfuerzos,.observe’eii sus,.
educandos, síntomas de cansancio (bostezo, cam
bios de postura, ligera agitación, etc.), debdar un
pequeño descanso (breves segundos son. suficien
tes), que servirán de “respiro” a su auditorio; Estos
descansos, que, constituyen, aunque no haya fatiga,
aparente,. un excelente “derivativo” mental y res—’
piratorio, deben ser empleados sistemáticamente.’
23,
FENOMENODE LA
ATENCION EXPECTANTE
Aunque ya hemos hablado anteriormente del es
tado de tensión que la atención origina, queremos
insistir sobre este fenómeno por la importancia que
tiene y las repercusiones y peligros que puede
arrastrar tras de sí.
Cuando enfocamos nuestra atención voluntaria
hacia un hecho que esperamos,se produce un estado
de tensión que puede llegar a ser de ansiedad o de
angustia, según la modalidad del hecho esperado.
A ese estado se llama atenciónexpectantey se carac
teriza por una serie de concomitantes fisiológicos y
psíquicos del más alto interés, pero que únicamente
podemos esbozar en un trabajo como el presente.
En primer lugar, nuestro deseo o temor del acto
esperado crea en el espíritu una representación fal
sa y exagerada del hecho que se espera; lo estamos
viendo; estamos oyendo y palpando, por así decir,
todos los detalles del mismo. En consecuencia,
nuestras ideas están influyendo sobre nuetro siste
ma nervioso, nuestras palancas óseas y nuestros
músculos. Todo nuestro ser está en potencial laten
te, con todos sus mecanismos “cargados” y a punto
de dispararse en cuanto aparezca el hecho esperado.
Es el caso del estudiante que está “botando” en el
asiento, esperando ser llamado por el Profesor; es el
caso del individuo colocado a una altura determi
nada sobre una barra oscilante; es el caso del sol
dado que espera la voz ejecutiva de un movimien
to o ejercicio cuya voz preventiva ha sido ya dada
por el Oficial.
Ese estado de atención expectanteno solamente se
desagradable en sí, sino enormemente fatigante y
agotador, debido a que todo el organismo está en
intensísimo trabajo latente y por ello produce una
depresión nerviosa muy fuerte. Debe, por tanto,
ser evitado por todo educador tener a sus alum
nos o tropa en atención expectante más allá del
tiempo estrictamente indispensable, pues la rápi
da fatiga que sobreviene es causa muchas veces de
que el ejercicio, movimiento o respuesta del alum
no sean equivocados. Así ocurre cuando el Oficial
tarda más de lo necesario entre la voz preventiva
y la ejecutiva. La misma causa de fatiga integral
es motivo de que muchos examinandos olviden, en
el momento del examen, materias que tienen per
fectamente sabidas.
24
A estos peligros pedagógicos hay que añadir
otros que pueden dar lugar a pasajeras perturba
ciones mentales, tales como las “ilusiones” y las
“alucinaciones”. Es el caso del niño que entra en
una habitación oscura y ve fantasmas; el estu
diante, que estciesperando ser llamado, oye su nom
bre y se levanta, para sentarse de nuevo al com
probar que ha sido una alucinación suya; el re
cluta, que, esperando la voz ejecutiva, empieza el
movimiento sin que el Oficial lo haya ordenado aún.
El individuo que está en la barra, a cierta altura,
se cae, mientras que no se hubiera caído si la barra
estuviera colocada en el suelo.
Todos son fenómenos psíquicos originados por la
atención expectante, que crea un estado de acción
latente, en virtud de lo que se ha denominado en
psicología “poder dinamógeno de las ideas”, y que
puede dar lugar a hechos desagradables, y hasta pe
ligrosos en algunos casos, por desencadenar cierto
género de ilusiones y alucinaciones.
Citaré un hecho que quizá sea recordado por mis
compañeros de promoción:
Era allá por el año de 1925 ó 26; nos encontrába
mos formados en la explanada de la Vega baja de
Toledo, y cuando el Comandante que mandaba el
Batallón de Alumnos había dado ya las voces de
jrente sobre el hombro, en columna de honor, guías a
la derecha,y nosotros, en virtud de ese “poder di
namógeno de las ideas”, estábamos en tensión con
secuente de la atención expectante,se le ocurrió pro
ducir un cierto sonido a una vaca que se hallaba
en las inmediaciones de un abrevadero situado. en
dicha explanada. Inmediatamente todo el Bata
llón, con banda y música a la cabeza, se lanzó en
marcha.
Esto demuestra la “potencia” irresistible que la
atención expectante posee.
Y con ello termino mi actual exposición psicoló
gica, pues aunque todavía quedan aspectos muy
importantes sobre el estudio de la atención, cuáles
son la atención normal y patológica, la educación
y perfeccionamiento de la atención y los procedi
mientos de medida de la atención empleados en
psisotecnia, quédense para otra ocasión.
No quiero que mis lectores, si ¡os tengo, caigan
víctimas de la fatiga mental y respiratoria, recom
pensando mi humilde trabajo con desquiciantes
bostezos de satisfacción.
Retrato probablemente auténtico del Infante don
Juan Manuel.—Del retablo de Santa Lucía, de
la Catedral de Murcia, del cual fué donante.
UNALINEA
BEETA
PAS ESPAÑOLA
EN
EL SIGLOXIJL
General
GARCIADEPRTJNEDA
E
Totrosi de la vuestra heredat podedes man
escritos (i). Esta ilustre figura de las letras y
tener cerca de mil caualleross in vien feého las armas españolas, hombre representativo
de
del Rey, et podedes yr del reyno de Navarra
su época y fundador de la prosa castellana—al
fasta el reyno de Granada que cada noche pase- decir de Cejador—, como e1Arcipreste de Hita lo
des en villa cercada o en castiellos de los que yo fué del verso, nace en 1282 y muere en 1348.
he.” Esta frase, bastante extraña, la escribía
Por su linaje, su fortuna, los extensos territo
don Juan Manuel, el famoso literato, en su libro rios ue poseía y, sobre todo, por sus personales
“Castigos e consejos que dó a mi hijo don Fer
condiones,
ocupa lugar muy preferente en la
nando, e son todas cosas que probé”.
vida política española durante los reinados de
Estudiar cuáles pudieran ser estas villas y cas
Sancho “el Bravo”, de Fernando IV, de la regen
tillos, situados a distancia máxima tal que podía cia cíe María de Molina y de Alfonso XI. Huér
andarse en una jornada, es materia histórica
fano muy niño, forma parte de la corte del rey
que juzgo interesante y voy a desarrollar en es
Sancho IV, y cuando tenía doce años, este mo
tas páginas; pero antes de hacerlo parece indis
narca le llama en su lecho de muerte para darle
pensable un ensayo de biografía del personaje
consejos y le hace grandes mercedes, que, cómo
que la escribía.
dice después don Juan Manuel en una de sus
Este era el famoso literato don Juan Manuel,
“hijo del infante don Fernando y nieto del rey
(x)
En España, los hijos de rey llevan el título de
infantes,
pero no los hijos de éstos. A pesar de ello, a
Alfonso”; tal era el título que él mismo se con
don
Juan
pedía, y con el que éncabezaba gran parte de sus infante...” Manuel se le ha llamado muchas veces “el
25
Fig. i.—Castillo de Peñajiel.
obras:
y con aquellos dineros fice yo este
castillo mayor”, refiriéndose al de Pefíafiel.
Casado tres veces, con descendencia escasa,
pues sólo tuvo tres hijas y un hijo, con orgullo
desmedido—convencido,
sin duda, de su propio
valer—, es personaje turbulento que ocupa el
primer plano en la vida política castellana du
rante cincuenta años. Riñe con unos y con otros,
se desnatura del monarca Alfonso XI, domina
gran parte de España y tiene como obsesión fun
damental conseguir para su hija mayor, Cons
tanza, una corona, ya que él no pudo o no quiso
aspirar a ella.
Fué adelantado del reino de Murcia y tenía
extensísimas propiedades, de las cuales no tengo
“...
26
detalle; pero tanto de la lectura de sus obras
como, sobre todo, de su testamento, se sabe
poseía enorme señorío en Escalona; otro im
portante en la cuenca del Duero, en Peñafiel, y con seguridad, eran muchos en los
obispados de Sigüenza, Cuenca y Murcia,
hasta lindar con el reino de Granada, en
Lorca.
Como literato fué eximio y fecundo. No
menos de doce son los libros que escribió,
de los cuales, desgraciadamente,
sólo han
llegado ocho hasta nosotros. En el aspecto
literario, su figura ha sido estudiada por to
dos los que se han ocupado de la literatura
española; como político y hombre de. acción,
le han dedicado sus desvelos historiadores
tan eximios como Jiménez Soler, que le de
dicó un libro completo, y modernamente Cas
tro y Calvo también han hecho un estudio.
De los libros de ambos, y sobre todo del de
Jiménez Soler, entresaco datos para este tra
bajo.
Su figura militar, en cambio, casi no se
conoce. En ningún libro de historia militar
se habla de él, y aun cuando no figura de
modo decisivo en ninguna de las empresas
bélicas en que tomó parte, sobre todo con
tra los moros, hasta el cerco de Algeciras,
ello puede estar justificado porque las cróni
cas de la época sólo citan a los monarcas
como figuras militares. Por ello, este ar
tículo me parece es el primero que se le de
dica en aspecto netamente bélico.
Y vamos ya a entrar en el trabajo que
dice el título. Como principio, debo confesar
fracaso en el primer empeño, porque si la
frase citada como encabezamiento dice “del
reino de Navarra hasta el reino de Granada”,
es lo cierto que en el primero de éstos no
he encontrado hasta ahora dato alguno de
que, a partir de los confines de este reino
con el de Castilla, tuviera señorío alguno don
Juan Manuel. Marchando de norte a sur, el
primero que se encuentra es Peñafiel, so
bre el Duero (fig. i). Todos los aficionados a
la Historia conocen este castillo, que personifica
“el castillo”, pues situado en la cumbre de elevado
cerro que domina el pueblo, muy largo y muy es
trecho,
que casi asemeja un buque, domina el
valle y se le ve desde lejos. Pefiafiel, señorío que
debía de tener heredado de su padre, tenía gran
importancia estratégica y debía de tenerla para él
extraordinaria,
no sólo por hacer allí su castillo
mayor, como ha dicho, sino porque son numero
sos los escritos suyos firmados allí. Debió posar
con frecuencia, y hasta es tradición oral, con
servada en el pueblo, que en una habitación de
la torre del homenaje, orientada al mediodía, en
cuya ventana hay un desgastado poyo de piedra
era donde se sentaba para escribir. Este castillo,
que es muy antiguo, tiene dos cercas: la primera,
románica, y la segunda parece debió ser hecha
por él; pero no se ve ningún escudo con sus ar
mas. En el siglo XV sufrió restauración impor
tante, y entonces pusieron en la torre blasones
de los Villena, con la cimera de Manuel por des
cendencia de don Fernando, su hijo. Como los
Villena fueron sucesores de don Juan Manuel,
la cosa es perfectamente verosímil (x).
Y en Peñafiel precisamente
escribe, entre
otros, el famoso libro de los “Castigos”, donde al
finál explica por qué se dedica a escribir, y con
testando a observaciones que sin duda le hacía
alguno de sus amigos, él, que era muy puntillo
so, justifica su labor con la siguiente frase: “E
pienso que es mejor pasar el tiempo en facer
libros que en jugar los dados o facer otras cosas
viles.”
Era pueblo tan querido para él, que allí fun
dó, entre otros, un convento de Predicadores, y
además en este convento depositó el original de
sus obras, corregidas de su propia mano, pues
no se fiaba de la exactitud de los copistas, y dice
en el prólogo de una de ellas que los “copistas,
al copiar mal, dicen cosas que el autor rio dijo ni
quiso decir”; en este mismo convento ordenó
que lo enterrasen; allí ha estadó su tumba y un
féretro de madera que hoy se conserva en el
Museo Arqueológico de Valladolid.
Tomando el castillo de Peñafiel como origen
de esta línea de etapas, marchemos al sur hacia
el reino de Granada, y precisamente en la pri
mera etapa hay una solución de continuidad.
El mapa (fig. 2) indica los castillos o villas pie
como de su propiedad se hace referencia en va
rias de sus obras, y a partir de Peñafiel, el pri
ñiero que se encuentra es el de Galve de Sorbe
(figura 3), ya en la actual provincia de Guda
lajara. Este castillo era de su señorío, aunque
tal vez el que hoy existe puede no sea el mismo
que construyera
don Juan Manuel, porque en
las postrimerías de la vida de Alfonso’ Xi éste
ordena demolerlo. La propiedad de Galve está
demostrada,
porque en la “Crónica de Alfon
so XI” dice era suyo, y además que se compro
metió a derribarlo.
Ahora bien; de Peñafiel a Galve, la distancia
es tal que no es posible fuera recorrida en una
jornada,
y necesario es buscar un punto inter
medio. Este parece probable fuera Castillejo de
Mesleón, antes de cruzar la sierra, pueblecillo de
pequeña importancia; pero cuyo nombre indica
que tuvo castillo, porque en la toponimia espa
ñola no se da el caso de un pueblo que se llame
Castillo,
Castillejo o Castro que no. haya tenido
(x) Francisco Antón: “Catálogo monumental de Va
fladolid”, inédito.
Fig.
2.
alguna vez fortaleza. Hoy. no hay en este pueblo
rastro alguno de castillo; pero en la cumbre de
una colina que lo domina hay, si, unos cimien
tos que en aquel sitio y en clima frío sólo pudie
ron corresponder a. un castro.
A partir de este pueblo, forzosamente ha de
pasarse por Riaza y cruzar la Carpetovetónica
hacia Galve. Precisamente
en esta sierra y en
la senda que une Riaza con Galve hay un. puer
to que un viejo mapa del siglo XVII llama
Puerto de los Infantes, y esto indica que por allí
pasaban los próceres. Después .de Galve encon
tramos ya, en el valle del Henares, Palazuelos,
en el obispado de Sigüenza. Este pueblo, que to
davía hoy conserva casi intactá su cerca, es cu
riosisimo, porque esta muralla que rodea el pue
blo tiene trazado rectangular, y el pueblo está
formado principalmente
por dos. calles que se
cruzan casi en ángulo recto, datos que hacen
pensar en un campamento romano, pues la es
tructura
es característica;
y es más verosímil
que fuera tal campamento,
porque está en la
vía romana que de Tarmantia iba a Sigüenza (i).
La proximidad de Palazuelos a Sigüenza, que
ya en la época romana existía como ciudad im
portante, desconcierta un poco, pues parece raro
hubiera una ciudad y un campamento a tan cór
ta distancia; pero esto no era nuevo en la orga
nización castrense romana: ocurre en Cáceres y
Benavente.
Es discutible que Palazuelos pudiera ser de
(x) Tarmantia, hoy despoblado, era una ciudad ro
mana importante, descubierta recientemente por Tara
cena. (Historia de España, de Menéndez Pidal, tomo II.
27
Fig. 3.—Galve de Sorbe.
Después de Palazuelos, la línea de etapas que
estudio pasa a Cifuentes. Esta villa era de don
Juan Manuel, según ha demostrado cumplida
mente Layna en su obra (i). La “Crónica” dice
que ya lo construía en 1324, y a mayor abunda
miento, tiene escudo con sus armas. La masa
que se conserva aún es ingente y demuestra el
poder constructivo de este magnate, que em
pleaba en hacer los castillos cuantiosos caudales
y enorme energía (fig. 4).
Cerca de Cifuentes, en las orillas del Tajo,
está el pueblo de Trillo, importantísimo por sus
aguas termales desde tiempo de los romanos.
Que existió el castillo y que era de don Juan
Manuel es indudable, aunque hoy no queden ni
restos, pues la “Crónica” tan manoseada dice
que lo construía en 1322; y después de Trillo es
taba la villa de Salmerón, no de gran importan
cia, pero que tuvo castillo y además le debía de
tener mucho afecto don Juan Manuel, o sus con
diciones climatológicas
le interesaban,
porque
consta en la “Crónica” que lo recuperó en 1310.
En los múltiples documentos suyos que ha exhu
mado Jiménez Soler se refiere a él frecuente
mente, firma allí muchas cartas y, por último,
le dedica especial recuerdo en sti obra literaria
cumbre “El Conde Lucanor”; en el prólogo de
don Juan Manuel. El ilustre historiador Layna esta obra dice que allí le dió fin en 1335.
Desde Salmerón, pasando por Castejón, que
afirma que no, porque esta villa era del obis
pado de Sigü€nza; pero me permito dudar no también era suyo, llegaba a Huete, villa muy
importante
desde tiempos antiguos, que ya Ma
fuera de su jurisdicción, porque en aquella épo
doz, en su “Diccionario
Geográfico”, justifica
ca los conceptos propiedad ysefiorío no estaban
era
suyo,
pero
de
cuyo
castillo
no queda rastro
claramente delimitados, como pasa hoy, en que
alguno. Lo mismo ocurre con los de Zafra y
el señorío, es decir, la jurisdicción civil, crimi
nal y militar son del Estado, y la propiedad, de Montalvo, a poca distáncia; y ya muy cerca del
los particulares.
En los siglos medios, el señor 3 úcar se llega al castillo de Garcimuñoz, villa
hoy de poca importancia, pero que en vida de
podía tener la jurisdicción, mas no la propiedad,
e inversamente. Más adelante, al tratar de Elche, don Juan Manuel la tuvo definitiva; tanto, que a
encontraremos
la demostración
de esta tesis; su castillo le llama repetidas veces en sus escri
tos, por antonomasia,
“el castiello”, y debía de
pero en el caso de Palazuelos hay un dato docu
tener tal seguridad y tales medios de defensa, que
mental, y es que una de sus obras, la “Crónica
era allí donde guardaba sus tesoros.
Abreviada”, afirma que en 1318 estaba haciendo
Esto afirma en sus testamentos. Hasta la fe
las murallas de Palazuelos. Esta “Crónica” ha
cha se conocen dos otorgados por don Juan Ma
figurado muchas veces como obra de don Juan
Manuel, y. así la dió el padre Flórez en su obra nuel, ambos en Sevilla y con poca diferencia en
“España Sagrada”, publicada en el siglo XVIII, el tiempo—dieciocho meses—; pero es curioso no
donde copia una crónica en latín, que achaca a los custodiara allí, sino los depositó en Lisboa,
donde hace pocos años ha dado con ellos la ilus
don Juan Manuel. Jiménez Soler, el historiador
Gaibrois de Ballesteros, que al
que más ha profundizado en la figura de este tre investigadora
prócer, ha demostrado cumplidamente
que tal dedicar gran parte de sus afanes al estudio del
crónica no puede ser de su mano; pero es más reinado de Sancho IV y su época, encuentra re
probable fuera obra de algún clérigo suyo, como petidas veces a don Juan Manuel.
No se limitaban al castillo las construcciones
apuntamiento
o guión para los libros que él es
cribía, pues cuando hace referencias históricas es que allí tuvo don Juan Manuel; tenía un palacio
tan puntual y preciso en los datos que cita, que, en el pueblo, que cedió después para fundar un
comprobados éstos con otros documentos que se convento de San Agustín, cosa que dice en su
y hoy no existe. Lamentable es que.
han encontrado, nunca se le hallan errores, y testamento,
para dar estos datos había de tener algún apun
tamiento.
(i)
Castillos de la provincia de Guadalajara.
28
4.—
Cifuentes.
Fig.
no quede nada del castillo, y es tal vez, de aque
lbs muy importante
que él construyó, el único
del que no queda rastro. En el curso de este es
tudio ya hemos hablado de Peñafiel y de Cifuen
tes. Más adelante se publican fotografías recien
tes de Alarcón, y también existe el de Lorca,
que eran de los más importantes que construyó.
Fig. 5.
No lejos de Gacimuño está el pueblo de Alar
cón, con sus fortificaciones casi intactas. Nece
sario es, al llegar aquí, hacer un alto en el ca
mino y pedir reposéis un momento la atención
bien fatigada por la árida enumeración de loca
lidades que llevo hecha, y fijarse un poco en
esta extraordinaria
villa fortificada, muy poco
conocida, a pesar de estar cerca de la carretera
Madrid-Valencia.
Alarcón, villa muy antigua, ya
fortificada en 1305, situada en un meandro del
río Jucar, tiene la planta del dibujo (fig. 5), con
el río, el caserío y un estrecho istmo que lo co
munica con la llanura; pero este bucle del río
no es en terreno llano—como podría ser, por
ejemplo, la Vega toledana—, sino más bien pa
recido a la cortadura que circunda a Toledo; la
profundidad del tajo por donde el río corre está
cerca de ioo metros debajo del pueblo. La otra fo
tografía (fig. 6) es de la curiosa entrada, que para
llegar a la villa era necesario atravesar con un
triple orden de puertas, cosa no sé si única en
España, pero desde luego la única que yo conoz
co, y ya son muchos los castillos que, afortuna
damente,
he podido estudiar. Las tres puertas
que todavía es preciso pasar para llegar al pue
blo, se llamaban, y aún se llaman, “del Campo”
la primera, “del Medio” la segunda y “del Cala
bozo” la última, puerta ésta unida con la enor
me torre del homenaje (fig. 7), donde estaría la
prisión de que el señor del pueblo disponía con
mero y mixto imperio.
29
Fig. 6.—Alarcón.
La originalidad de la fortificación no se limita
sólo a este extraordinario triple recinto, sino que
está completada por las dos murallas que desde
el castillo bajan al río, murallas cuyo objeto de
fensivo es evitar que el enemigo pudiera atacar
al recinto, corriéndose por las márgenes del río,
y al limitar de tal manera la línea donde había
que defenderse, se venía a conseguir una cosa de
alta importancia en la fortificación de todos los
tiempos, y que hoy se llama “compartimentar
el
terreno para encauzar los ataques”. El caso éste
de las corachas de Alarcón es extraordinario, pues
30
no vacilo en afirmar son las
más completas que hoy exis
ten en España (fig. 8). Podrá
llamar la atención este bien
poco conocido nombre de co
rachas,
manejado sólo por
los especialistas, y debo hacer
honor al ilustre arqueólogo,
fallecido hace pocos años,
D. Manuel González Siman
cas, que fué el que lo des
cubrió (i).
Después de Alarcón, siga
mos nuestra línea de etapas
con don Juan Manuel, rum
bo hacia Granada (fig. 9).
De Alarcón pasaba a Jor
quera, villa fortificada que
aún tiene importantes restos
de murallas. De ahí a Chin
chilla o Albacete; luego po
día seguir dos caminos: o
por Hellín, con otro pueblo,
Ysso, que fortificaba en 1311,
para bajar a Cieza y Moli
na Seca—que fortificaba en
la misma época—, o bien por
Almansa a Yecla, villa que
tenía en mucho, y a Elche o
Villena.
Vale la pena que nos de
tengamos un poco en estas
dos villas, que ocupan gran
parte de su historia, y en la
historia
de la fortificación
ocupan lugar muy preemi
nente.
Elche, propiedad del in
fante don Manuel, su padre,
constituía
una de sus más
pingües propiedades. Perdida
con todo el reino de Murcia,
pues don Alfonso de la Cer
da, el nieto de Alfonso el Sa
bio, se la donó al rey de Ara
gón, luego consigue don Juan
Manuel rescatarla.
Elche es de los pueblos que más veces suena
en los documentos de don Juan Manuel. Tenía
dos castillos: uno muy antiguo, de origen ára
be, que aún subsiste, llamado “La Calahorra”,
y otro que también existe hoy y con verdadero
aspecto de castillo (figs. io y u). Son notables
las escaraguaitas,
palabra que no está en el
(u) Coracha en español. Coyraca en portugués. Voz
en desuso hoy, de muy frecuente uso en la Edad Media.
Su necesidad táctica sigue existiendo, y en nuestra gue
rra de Liberación se ha hecho alguna, aunque, por igno
rancia, no se le daba el nombre.
Diccionario
de la Lengua, pero entiendo debe acuerdo con el rey de Arag6n, su suegro, qué
figurar. La palabra garita que de ordinario se quería recabar el reino de Murcia, o parte de él,
como había hecho su padre, y en esta concordia
usa, tiene acepción más precisa, que corresponde
que don Juan Manuel
a un puesto de centinela, pero móvil y, por lo llegaron al acuerdode
perdiera la jurisdicción, pero conservando la pro
tanto, de madera; algunas veces se construyen
piedad; y en sus cartas es frecuente ver citar a
también de ladrillo o mampostería, pero es ex
cepción. Los puntos altos y fijos de vigilancia de Elche y los alrededores con motivo de cobro de
un centinela, que también pueden servir como rentas y luchas con sus almojarifes, e incluso
aplicación de estas rentas a mantener el castillo
asentamiento
de armas arrojadizas, primero ba
de “La Calahorra” y rehacer o construir el de
llestás y luego armas de fuego, y por tanto re
Elche. Por esta razón creo que tal castillo es el
quieren estar fijos en lo alto de un muro, tienen
bastante
amplitud y están bien defendidos de mismo que don Juan Manuel construía, pues la
situación topográfica, dominando un barranco,
los tiros enemigos; son los que se llaman escara
ra
excelente militarmente; pero hay además un
guaitas.
detalle constructivo que me incita a creer que es
Consta en documentos publicados por Jimé
nez Soler que don Juan Manuel construía un el mismo la doble serie de baquetones que sos
tienen el cuerpo de la escaraguaita.
Esto me
castillo en Elche en 1297, es decir, dos años des
lleva a hacer ;o un. estudio, sino una indica
pués de la muerte de don Sancho, y casi al mis
como
mo tiempo que empezó a construir el de Peña- ción de la evolución de la escaraguaita
elemento de fortificación desde las fortificacio
fiel; pero se ofrece la duda de si este castillo ac
nes árabes conocidas en España a partir del si
tual será el mismo que llevantaba en aquella
glo XII, y que hoy subsisten, hasta las últimas
fecha.
El análisis de esta materia es largo; pero, sin elevadas en tiempo de los Católicos, antes de que
su cédula de 1474 impidiera la construcción de
embargo, debo indicar brevemente que poco des
pués de 1297, don Juan Manuel concluye un castillos o casas fuertes.
.
Fig. 7.—Alarcón.
31
Fig. 8.
Estos baquetones sosteniendo la base de las
escaraguaitas
constituyen una originalidad cons
tructiva que, en mi sentir, aparece a finales del
siglo XIII, en que también surgen escaraguaitas
cilíndricas, sustituyendo a las anteriores rectan
gulares del tipo califal, como hay tantas en Es
pafía. Al aparecer las cilíndricas, surgen los ba
quetones como elemento a la vez constructivo y
decorativo, lo mismo en las de Elche que en las
de Villena.
El castillo de Villena (foto 12) fué también
obra de don Juan Manuel en 1308, y tiene ba
quetón que sostenía la escaraguaita; y al poner
de manifiesto este castfllo de Villena con su do
ble recinto, no puedo por menos de evocar la fi
gura de aquella infanta de Aragón doña Cons
tanza, desposada con don Juan Manuel a los
cinco años, depositada en este castillo como sal
vaguardia, hasta que a los doce consuma el ma
trimonio con su novio, que era hombre turbu
lento y ya tenía sus treinta años de edad.
Numerosas son las escaraguaitas
con baque
tones en el siglo XIV; pero ya a finales de éste y
principios del XV se sustituyen por otras más
complicadas, ‘con mocárabes, de las que no. sería
oportuno hablar aquí, pues corresponden a otra
época.
A partir de Elche, la línea va por Orihuela a
Molina Seca o a Murcia; pero en ninguna de
éstas hay rastro apreciable de fortaleza que pu
diera ser de don Juan Manuel.
Desde Murcia, la línea sigue por Librilla a
Lorca, y en esta zona se desarrolló gran parte de
su actividad políticomilitar,
como Adelantado
32
que fué dos vee
en el reíno de Murcia. Tuvó
allí actividades muy variadas, pues el adelanta
miento llevaba consigo facultades muy amplias,
tanto en el orden jurídico, civil y penal como en
el militar. En Librilla no queda rastro alguno de
fortaleza, pero sí en Lorca. Este castillo de Lorca
que hoy subsiste, enorme aunque no tan grande
como Alarcón, ni quedan restos tan importantes
de la cerca, sí tiene una gran mole y aún conser
va los blasones de don Juan Manuel en el torreón
del homenaje.
Acabado el estudio de su línea de etapas, pa
rece natural no terminar este trabajo sin dar no
ticia de alguno de los libros que escribió don
Juan Manuel, que por su carácter tienen gran
interés militar. Estos libros son el ya citado de
“Castigos e consejos” a su hijo; “El Conde Lu
canor”, que en su intención pedagógica hay múl
tiples consejos de aplicación psicológica militar,
y, sobre todo, el “Libro de la caza”. Este “Libro
de la caza”, que debía comprender casi toda
España, pero del que sólo se conserva lo que se
refiere ‘a una parte relativamente
pequeña de
ella, está clasificado por obispados, y tan sólo
se han encontrado los que corresponden a los de
Sigüenza, Cuenca y Cartagena-Murcia;
pero con
ellos ocupa casi toda la zona de la que hemos ha
blado en este trabajo.
Dos partes distintas tiene el “Libro de la caza”:
una, dedicada a la. mismidad de la caza, que,
como es natural, en su tiempo era sólo la de ce
trería, y en ella describe no sólo las aves que
caza, sino los animales, y otra que es una des
cripción geográfica extraordinariamente
intere
sante, en la que examina con gran minuciosidad
todos los accidentes del terreno, y, a pretexto de
decir en qué lugares se encuentra más abun
dante caza de pluma o de pelo, tiene muchísimos
datos de tipo netamente geográfico y, por lo tan
to, militar. Su clasificación es lo que hoy se llama
por cuencas hidrográficas; describe con detalle la
mayor parte de los arroyos y hace notar cerca de
qué pueblos el río tiene márgenes escarpadas o
es ancho, con terreno pantanoso, que en el cas
‘tellano de la época se llamaban almarjales, don
de son fáciles de vadear ‘o no pueden cruzarse
más que en barca, y otra porción de datos que
hoy importan mucho para un estudio logístico.
Su lectura, sobre todo en la parte donde perso
nalmente he tenido ocasión de recorrer a pie o
a caballo alguno de estos ríos, resulta prove
chosa, y puede sacarse la ccisecuencia de que
entonces la riqueza acuática de España era mu
cho mayor que ahora, y los cursos de agua más
caudalosos.
Concretándome al valle del Tajuña,
del Henares y parte del Júcar, que he podido
recorrer,
he encontrado algunos sitios en que
hace notar no es vadeable el río, y por este mis
mo paraje lo he pasado yo saltando depiedra en
piedra, sin la menor dificultad. La consecuencia
tiene interés.
Lástima que este “Libro de la caza” sea difícil
de leer, pues sólo hay una edición alemana de
Baist, otra muy completa y cuidada que hace
cerca de un siglo editó la Sociedad Española de
Cazadores, y una muy reciente del Consejo de
Investigaciones
Científicas; pero que, por razo
nes que no se me alcanzan, aunque publicada,
no se ha puesto a la venta y no es fácil de con
sulta.
Como cólofón de este trabajo, seguramente se
preguntará
el lector—si alguno tengo—cómo se
ría físicamente don Juan Manuel. Con grandes
probabilidades de éxito, puede decirse que la figu
ra que encabeza este artículo es su retrato. Está
sacada del retablo de Santa Lucía, en la catedral
de Murcia, en oue el donante varón es el repro
ducido. El cuadro, obra de Bernabé de Módena,
ha estado en la capilla de los Manueles de la ca
tedral de Murcia desde principios del siglo XIV
hasta mediados del actual. El año 35 viene al
Museo del Prado pára ser restaurado; allí le coge
la guerra; ya arreglado, sufre el éxodo tristísimo
a Suiza; se le rescata el año 4o; se exhibe en el
Prado con toda la colección de las obras de arte
que la energía y decisión de nuestro Caudillo con
siguió rescatar para España, y hoy vuelve a es
tar en la catedral original. aúnque no expuesto al
público todavía.
Sería enojoso para el lector de EJERCITO
conocer el ciclo que me ha llevado a afirmar
que este retrato es de don Juan Manuel; el cu
rioso puede encontrarlo
en un artículo con el
nombre de “El retablo de Santa Lucía en la ca
tedral de Murcia. Quiénes fueron los donantes”,
que, escrito por el autor, publicó el “Boletín
de la Sociedad Española de Excursiones”
el
año 47.
El interés del retrato es grande, porque a la
importancia
netamente pictórica añade el que,
en opinión del eminente crítico Sánchez Cantón,
es el retablo en tabla más antiguo que se conser
va con identificación de la persona retratada.
En esta larga línea estudiada de 560 kilóme
tros, la distancia máxima entre puntos de etapa
t
Fig. 9.—Elche.
33
-
es de 6o kilómetros, salvo en la solución de con
tinuidad ya dicha de Pefiafiel a Galve de Sorbe.
Estos 6o kilómetros entran perfectamente den
tro de una jornada para un caballero que podía
cambiar de caballo y tener relevo, y, por tanto,
más bien parece corta.
De.todos modos, me ha interesado conocer la
longitud de la jornada que podía hacer un prócer
en la Edad Media, y este asunto, que tengo un
poco estudiado, puede ser materia de otro tra
bajo, que prometo a los lectores de EJERCITO
si entre ellos encuentra alguno éste.
Fig. io.—Villena.
34
LA FORTIfICÁCION
PERMANENTE
ENELMOMENTO
ACTUAL
CARACTERISTICAS
FUNDANtENTALES
DELASZONASFORTIFICADAS
Comandante
de Ingenieros
TRIVIÑO, de la Escuela
E
Nun trabajo anterior dedicado a este tema de
la fortificaciÓnde los Estados, publicado en el
núméro l2 de esta misma Revista, y al cual
remitimos al lector, hemos estudiado la evolución
histórica, los’factóres que intervienen en la defensa
de los Estados, el papel asignado en ella a la fortifi
cación y las formas que había de adoptar esta de
fensa, según las características de sus fronteras, ya
naturales, ya pojíticas, o bien que tengan un carác
ter mixto.
Hoy nos proponemos examinar aquí las caracterís
ticas fundamentales de las zonas fortificadas.
Es cosa sabida que, en la actualidad, la organiza
ción defensiva ha de ser continua a lo largo de la fron
tera, apoyando sus flancos en obstáculos, si no abso
lutos, que no existen prácticamente para los medios
modernos, si cuidadosamente elegidos y de la má
xima importancia, y todo ello partiendo de la con
dición fundamental de contar con las armas y per
sonal necesarios para guarnecerla con eficacia. Si
así no fuese y dejásemos soluciones de continuidad,
por estos boquetes se produciría la penetración y,
como condición inmediata, el envolvimientode toda
la organización. Hoy día, la táctica y la industria
proporcionan a los Ejércitos medios aptos para avan
zar por terrenos hasta hace poco tiempo impracti
cables, y por otra parte, la construcción de vías de
comunicación se realiza en plazo brevísimo. Con
medios apropiados y convenieñtemente dosificados
puede producirse la infiltración por cualquier punto,
y esto nos dice, por tanto, de la necesidad de orga
nizar las fronteras en toda su longitud, o sea que
hay que defender adecuadamente todo el perímetro
de la nación.
Ahora bien; lograr tal continuidad es cosa prácti
ALBERTO
Politécnica
FLORES
del Ejército.
camente imposible, por razones d tipo económico,
y, más aún, si lo llegásemos a lograr, obtendríamos
como resultado un dispositivo lineal, precario, que,
al no poderlo armar y guarnecer con la densidad que
su eficacia requiere, sería débil entódos sus puntos
y, por ello, fácilmente perforable; en resumen, in
eficaz.
Nos encontramos, pues, en una difícil/situación,
ya que, por un lado, la continuidad es condición ab
solutamente indispensable, y por otra parte, esto es
prácticamente imposible de lograr. ¿Cómo salir de
este atolladero? Una primera solución consiste en
sustituir la continuidad material por la continuidad
en el fuego, de mayor eficacia, y obtenida fácilmente
por la conveniente ubicación de las obras en la zona
a fortificar, en un “escaqueado” perfecto que con
siga el cruce eficaz de fuegos de las distintas armas,
tanto en el sentido del frente corno en profundidad.
La organización así concebida será dontinua y pro
funda, consiguiéndoseal mismo tiempo, de una ma
nera automática, la compartimentación, tres carac
terísticas tradicionalmente esenciales en toda orga
nización defensiva. Pero fácilmente se comprende
que aun así, a poco extensa que sea la frontera, el
problema económico subsiste. ¿Es impotente la for
tificación para aportar una solución al problema?
El terreno nos brinda, en la mayoría de los casos, una
solución inmediata. En efecto; en primer lugar, po
demos dividir la zona que se trata de fortificar en sec
tores en que es posible bi ataque con carros; sectores
en que esto es imposible, y aquél se montará a base
de infantería, siendo esto factible en grandes masas,
y otros, en fin, en que el ataque sólo será posible em
pleando pequefios contingentes de infantería o para
caidistas, para los cuales todo terreno es apto.
35
desde el punto de vista de la resisten
cia, lo que quiere decir que la forti
ficación es homogénea, por lo que se
refiere a la “capacidad de resistencia”,
sin que ello suponga que todas las
obras o grupos de obras sean igual
mente resistentes, sino que en cada
punto de la zona fortificada, si fuera
posible comprobarlo, obtendríamos la
misma resistencia, porque se cumple
en cada uno de ellos la conocidaecua
ción:
TERRENO
MENTO
+
+
FORTIFICACIÓN+ ARMA
GUARNICIÓN= CONSTANTE;
o sea, que allí donde el terreno más se
preste a la defensa, menor será el em
pleo de la fortificación, y recíproca
mente. Independientemente de esta
clase de homogeneidad,base de la for
De este modo, ya tenemos una primera causa de tificación, también ha de conseguirsela homogenei
dosificación de la fortificación,organizando cada uno dad aparente”, a base de la intercalación de obras
de los sectores en armonía con la clase de ataque que falsas que presten uniformidad al conjunto de la zona
han de sufrir; algo análogo a lo que veremos se hace fortificada (enmascaramiento indirecto).
en las costas, según las posibilidades de un desem
Cuando el apoyo de los flancos de la zona fortifi
barco. En consecuencia, se organizarán fuertemente cada sea el mar, es de suma importancia prestar aten
las zonas en que el ataque con carros sea posible; ción máxima a los puntos de soldadura, puntos débi
las que sólo puedan ser atacadas con infantería, pero les en toda organización, doblando además la forti
en grandes masas, requieren una organización más ficación terrestre en corchetes hacia retaguardia.
ligera, sin que ello quiera decir que la fortificación Para tener en cuenta la perfectibilidad, conviene
sea exclusivamente de campaña; y las últimas pue aclarar que, al decir que la fortificación es perfec
den organizarse a base de tropas móviles con misión tible, no sólo se debe entender que no debe darse
de aniquilar los pequeños grupos que puedan infil nunca por terminada, cosa que fácilmente se com
trarse, disponiendo estas reservas móviles de abrigos prende, y con mayor razón tratándose de fortifica
y obras ligeras en misión de vigilancia.
ción permanente, sino que hay que tener en cuenta
Naturalmente, dentro del conjunto se organizarán una segunda interpretación de dicha palabra, siendo
más concienzudamente aquellas zonas en que sean ésta de mayor importancia, y es que la perfectibili
más importantes las consecuenciasque de su forza dad nunca debe implicar la renuncia al empleo efi
miento puedan seguirse, en relación con el desarrollo caz de la fortificación, o, dicho de otro modo, que
de la guerra, y aquellas otras en que, por sus objeti en todo momento la fortificación debe poder ser em
vos inmediatos, sea más de temer el ataque, siendo de pleada con las máximas garantías de eficacia, lo cual
la máxima importancia dentro del conjunto de obras nos dice claramente que habrá que establecer un
los grupos de interdicción de las vías de comunica orden de urgencia en los trabajos, y ello nos puede
ción que penetren en territorio propio.
llevar a que, en ciertos casos, existan regiones o zo
La continuidad así concebida lo será absoluta, por nas “fortificadas en potencia”—las menos peligro
lo que se refiere a la vigilancia, al fuego y al obs sas—, en las cu1es sólo son realizados aquellos tra
táculo. Este será continuo materialmente en toda bajos que requieran mucho tiempo, estando aparca
la zona fortificada; doble, contra carros e infantería, dos a pie de obra los materiales necesarios para su
en los trozos donde el ataque con carros sea posible, terminación definitiva.
y contra infantería, en aqúellas zonas donde sólo
Es fundamental para la seguridad y eficacia de la
esta última clase de ataque sea de temer. El obs línea que la pérdida de una o varias obras no pro
táculo estará siempre batido, con fuego de flanco duzca la brecha inmediata y, como consecuencia,la
de armas contracarro y automáticas, en el primer clásica maniobra envolvente. Ello se consigue ha
caso, y sólo con estas ültimas si el ataque con carros ciendo que la línea sea elástica, o sea que, si se pro
no fuera posible.
duce lo antedicho, la única consecuenciaque se de
De lo expuesto parece deducirse que la línea for riva es que el borde exterior de la zona cambia de
tificada no es homogénea, y, sin embargo, tal homo forma, se flexa; pero la zona fortificada no pierde
geneidad existe y es necesaria, pero concibiéndola por ello la continuidad en frente y fondo, o sea que
-
36
sigue siendo continua y profunda. Diremos, una vez
más, que todo es consecuencia del empleo racional
y constante del escaqueadode las obras, que, al con
seguir también la solidaridad entre ellas, hace que
las obras caídas en poder del enemigo se encuentren
automáticamente sometidas al fuego convergente del
mayor número posible de las demás, haciendo así
incómoda y a veces imposible su conservación, a lo
que contribuye eficazmente el “hermetismo”, que
debe ser condición indispensable a todas ellas.
Ya se comprende que todo lo dicho hasta ahora
nos conduce a líneas profundas; pero conviene exa
minar este punto, para precisar sobre tal profun
didad.
Es indudable que es ésta una de las cualidades más
perfectibles de la fortificación y nunca puede decirse
que una zona fortificada sea demasiado profunda.
Pero, también ahora, consideraciones de tipo eco
nómicó hacen que sea forzoso limitar tal profun
didad. Esta se debe fijar en función de la penetra
ción, y ésta, que muchcú consideran de 50 kilóme
tros en un solo día y aun más, basados en casos de la
última guerra, puede fijarse en unos 40 kilómetros
como máximo. Los que opinan que las Unidades
acorazadas han penetrado a distancias como las ci
tadas anteriormente, olvidan que tan sólo de 6 a 8 ki
lómetros estaban •fortificados. Puede considerarse,
pues, como profundidad media la de 40 kilómetros;
pero sin que ello pueda tomrse de un modo tajante,
por depender de multitud de factores que pueden
aconsejar aumentar la profundidad en puntos o zo
nas determinadas. La línea Sigfrido tenía profundi
dades que variaban entre los 42 y 40 kilómetros,
según parece deducirse de algunos comentarios dig
nos de crédito.
Pasamos ahora a un punto interesante y discutido:
¿Es necesaria la línea de vigilancia en la fortifica
ción permanente? La línea de vigilancia puede pre
ceder a la de resistencia, y su cometido teórico será
replegarse después de desgastar al máximo el ata
que enemigo y canalizado hacia zonas favorables
para la defensa. Su constitución será análoga a la
principal de resistencia en cuaiito se refiere a orga
nización general; pero aunque fuerte para desarro
llar una resistencia apreciable, no tendrá la profun
didad de la otra, ni sus obras tendrían la misma re
sistencia. Pero, en realidad, esta línea de seguridad
no es necesaria en la mayoría de los casos en fortifi
cación permanente. La explicación va íntimamente
ligada a la ubicación de la línea fortificada, y así
entramos de lleno en la manoseada cuestión: ¿pen
diente o contrapendiente? La línea de vigilancia
tiene como misión principal “ver”, y como secunda
ria, “resistir”. La línea de jesistencia tiene como
misión única la de “detener” al -asaltante y hacer
fracasar el ataque, valiéndose para ello de los fue
gos desarrollados por las armas situadas en las
obras. Ahora bien; en fortificación de campaña, es
condición inexcusable substraer las posiciones a las
vistas de los observatorios enemigos, y ello nos
lleva a la contrapendiente y, como consecuencia,la
línea de vigilancia es absolutamente necesaria para
observar. Viene a ser algo así como los ojos avanza
dos de la línea principal de resistencia. Pero en for
tificación permanente no podemos pretender que el
enemigo ignore nuestra posición; ante al contrario,
sabrá al dedillo, por muchas precauciones que se
hayan adoptado, la situación de las obras, y, por
otra parte, éstas tendrán la resistencia adecuada para
soportar los medios empleados por el ataque. En es
tas condiciones, y teniendo en cuenta la misión de
la zona de resistencia, lo que nos interesa es un buen
campo de tiro, tratando de conseguir que en una
zona profunda delante de la fortificación no haya un
solo metro cuadrado de terreno que no esté batido
por varias armas, siendo posible y necesario que
haya ausencia de ángulos muertos y caminos des
enfilados que permitan la aproximación a las obras.
En tal sentido, las obras se ubicarán allí donde el
fuego de las armas sea más eficaz, y así vemos en la
línea Sigfrido que las obras se extienden, en general,
en mesetas y pendientes, donde están en mejores
condiciones para ver y batir.
De todo lo expuesto, se podrá argüir, nada con
creto se deduce para resolver el problema, toda vez
que la ubicación de la línea será, según los casos,
unas veces en pendiente y otras en contrapendiente,
siendo sólo en este último caso necesaria la línea de
vigilancia, convenientemente enlazada con la de re
sistencia. En efecto, así es; pero vamos a concretar
algo más valiéndonos de la importancia que actual
mente tiene el obstáculo, que es tal, que puede de
cirse que a su trazado se supedita todo.
La existencia de un obstáculo natural contracarro
impone ya la ubicación de la zona fortificada, y con
ello nos ahorramos la famosa discusión sobre este
tema tan debatido. Si no existe el obstáculo natural
en ciertas zonas, hay que crearlo, y para su trazado
se procurarán obtener grandes alineaciones y rasan
tes que permitan el máximo rendimiento y economía
de las anuas de flanqueo, llevándolo,siempre que sea
posible, por el fondo de barrancadas amplias o lade
ras tendidas, a fin de substraerlo, con sus órganos
de flanqueo, de la observación enemiga,consiguiendo
así, en ciertos casos, el efecto de sorpresa.
Una vez fijado el obstáculo, vienen impuestos los
órganos de flanqueo, y automáticamente, como con
secuencia, las obras complementarias de la línea de
resistencia, y asimismo se deducirá si es o no nece
saria la línea de vigilancia.
El obstáculo natural, si no es suficientementefuer
te, será completado y reforzado con obstáculos arti
ficiales, pero, bien entendido, que nunca se conse
guirá una barrera infranqueable por si misma; se
trata, como en todo obstáculo, de disminuir la pro
gresión, deteniendo momentáneamente la marcha del
elemento enemigocorrespondiente—hombreo carro—
bajo un denso fuego flanqueante de cañón oametra
37
lladora. Cualquier obstáculo es útil, mas en grado
diferente; y por la existencia de carros especialmente
preparados para romper, franquear y neutralizar cada
especie determinada de obstáculo, será conveniente
multiplicar éstos en profundidad, en distintos tipos,
sobre cada línea de obstáculo contracarro que se
construya.
El flanqueo de cada una de las obras debe confiarse
a las colaterales, o, dicho de otra forma, el autoflanqueo no debe existir. Son muchos los autores de
teorías, y hasta el propio Vauban era de esta opi
nión, que creen no se debe fiar en el combate cuando
la vida está en peligro y el egoísmose exacerba, en la
ayuda que nos puedan prestar los demás, y en tal
sentido opinan que harto tendrán que hacer los ocu
pantes de las otras obras con defenderse a sí mismos
para acudir en ayuda de los otros. Esto quizá pudiera
aceptarse tratándose de un clásico “campo atrinche
rado”, con una sola línea de defensa, la de los fuer
tes, y donde, por su trazado circular alrededor del
núcleo (plaza), era difícil para unas obras, y para
otras imposible, la convergencia de fuegos. Pero en
una fortificación como la que se preconiza, son mu
chas las obras que pueden concentrar sus fuegos en
un momento determinado sobre las demás, y aunque
supongamos que algunas estén, por cualquier causa,
imposibilitadas para hacerlo, siempre serán muchas
las que estarán en condicionespara ello. Respecto al
egoísmo, que no hemos de negar que existe, por des
gracia, téngase en cuenta que, en general, el fuego de
flanqueo de los intervalos es al propio tiempo defen
sa próxima de las obras.
En cuanto a las obras, no hay tipos que puedan
aplicarse sistemáticamente en todos los casos. Baste
decir que las obras son la consecuencia inmediata
del plan de fuegos que se adopte. Situadas las armas
allí donde puedan cumplir su misión con la máxima
eficacia, es preciso asegurar la continuidad de su
funcionamiento, y por ello hay que protegerlas. La
importancia de las obras es función del armamento
que hayan de proteger, y éste, a su vez, varía según
los intervalos entre ellas y su misión, entre otras
muchas causas. De ello se deduce que pueden adop
tar muy variadas formas y ser de muy diferentes di
mensiones. Estas vienen determinadas, además, por
dos razones opuestas. De un lado, no pueden descen
der de un mínimo de volumen, el suficiente para
evitar la reversión del conjunto por explosión afor
tunada de un proyectil a buena profundidad, y de
otra parte, su superficie vulnerable debe ser mini
tanto
vertical como horizontalmente. En cuanto
al “relieve”, las obras han de tener el mínimo indis
pensable, haciendo para ello grandes movimientos de
tierras, para colocarlas sin que sobresalgan en si
lueta, procurando siempre una disimulación lo más
perfecta posible. Siempre que elsector de fuego sea
algo amplio y, por consiguiente, haya de destacarse
38
la cubierta, se acudirá, si ello es factible, al empleo
de cúpulas.
La protección de las obras no es posiblefundamen
tarla en la oposición al proyectil de una coraza ade
cuada. Hoy día, que los pesos de las bombas utiliza
das por el bombardeo aéreo y los calibres de los pro
yectiles de artillería han aumentado tan considerable
mente, y que los explosivos empleadosson de efectos
muy superiores a los hasta ahora conocidos, la pro
tección directa y exclusiva de las obras es práctica
mente imposible,y por ello la eficacia de esta protec
ción se consigue sumando la protección directa, pro
porcionada por los blindajes, y la indirecta, que nos
proporcionan a su vez la diseminación y el enma
caramiento al hacer más incierto e impreciso e! bom
bardeo.
Los espesores de los blindajes se deducen del
cálculo, y éste se basa muy especialmente en los pro
yectiles ue han de batir las obras calculadas; pero
téngase en cuenta que nunca (salvoraras excepciones
de obras con misiónfija y aisladas, de difícil enmasca
ramiento) se calcularán para los máximos calibres y
pesos conocidos. Se impone un estudio lógico de los
pesos y calibres que han de emplearse para bombar
dear las obras, para basar en ello el cálculo y obtener
una solución.económica al par que eficaz. Es indu
como sabemos, requiere armas automáticas y pie
dable, por ejemplo, que las bombas de aviación de zas c/c, o sólo armas automáticas, si el obstáculo es
10.000 kilogramosno tendrán aplicaciónpráctica.para sólo contra infantería. Finalmente, el flanqueo del
el bombardeo de las obras de fortificación, y síla tie intervalo y flanqueo de las obras próximas requerirá
nen justificada para bombardear grandes núcleos ur armas automáticas y piezas de p/c, éste en función de
banos o grandes aglomeracionesindustriales. En resu las distancias entre obras. Puede considerarse como
men, para el cálculose tendrán en cuenta los calibres calibre máximo, en casos especiales, el de 150/29 y
y pesos máximos que prácticamente tengan probabi similares. Como pieza muy empleada por los alema
lidad de empleo, y no se olvidará nunca de afectar los nes, puede indicarse el 88/56, que tiene además la
espesores obtenidos del “coeficiente de seguridad” a ventaja de poder ser empleada, con instalacionesade
que se hizo alusión anteriormente. El material em cuadas para coadyuvar a la defensa antiaérea de la
pleado casi exclusivamente en las obras de fortifica línea fortificada.
ción es el hormigón armado o sin armar, pues ambos
Características de todas las obras, consecuenciade
tienen sus partidarios, y aún no se ha aclarado sufi la aparición y desarrollo creciente, durante la pasada
cientemente cuál de ellos es preferible para obras de guerra, de las tropas aerotransportadas, será que la
este tipo.
defensa ha de ser circular, o sea que en todas ellas
De los párrafos anteriores se deduce que el enmas hay que prever que puedan ser envueltas, lo oue quie
caramiento es hoy más necesario que nunca. La zona re decir que la defensa ha de ser perimetral no sólo
fortificada será en todos los casos, ya lo dijimos con en el conjunto de la línea, sino en cada una de las
anterioridad, conocida del enemigo, que tiene múlti obras.
pies medios de información, y de aquí que el enmas
Complemento indispensable de todo lo expuesto
caramiento absoluto sea imposible de conseguir;pero ha de ser una red de comunicacionesque enlace entre
podremos conseguir un enmascarapiiento eficaz, a sí las distintas obras. Pero esta unión no puede ser
base de disimular las obras dentro del conjunto me arbitraria, sino que ha de responder a un plan per
diante la construcción de obras falsas intercaladas fectamente estudiado que tienda a acrecentar la se
que presten uniformidad a toda la zona fortificada, o guridad y eficacia del conjunto. Las comunicaciones
sea lo que hemos designado anteriormente “homoge han de permitir en todo momento el ejercicio del
neidad aparente”. Es indudable que el enemigo po Mando en condiciones de la máxima seguridad, y de
drá llevar a cabo sus bombardeos aéreos y artilleros aquí se deduce que han de estar “estructuradas como
sobre un blanco conocido de antemano en su conjun el Mando”,haciendo posiblela acción y presencia del
to; pero su tiro no será preciso ni fácilmente corregido, Jefe en cada una de las obras. Asimismo el funciona
y esto le restará eficacia y aumentará notablemente miento de las armas ha de ser continuo, y hay que
el consumo de municiones. La diseminacióny el blin lograr la continuidad del plan de fuegos, aun en el
daje harán el resto, y así hemos conseguidoya lo que
caso de sufrir un intenso bombardeo, lo que sólo se
queríamos: restar eficacia a las armas del enemigo.
conseguirá si el municionamiento está asegurado en
todos los casos y las armas están perfectamente pro
El armamento de las obras-será el adecuado para tegidas. Por ello, los “repuestos o depósitos de obras”
la misión que se les asigna. Siguiendo las normas apli también han de estar enlazados con éstas por comu
cadas en la construcción de las líneas fortificadas más
seguras. Estas deben ser subterráneas, con
modernas, desaparece en absoluto el fusil repetidor, nicaciones
protección del mismo terreno, de espesores variables
siendo ello una lógica aplicacióndel principio de eco según las características de aquél, y que serán calcu
nomía de fuerzas. El armamento debe atender a las lados, como siempre, para los proyectiles de máxima
defensas próxima e ihmediata, flanqueo del in’ter penetración que sean de probable empleo. El enlace
valo y flanqueo del obstáculo. La “defensa inmedia de los “depósitos de sector” con los anteriores y de
ta” está a cargo de las armas qrie para esta mIsión se
“centrales” con los del sector se hará a base de
han consagrado como de máxima eficacia en la pa los
caminos desenfilados y enmascarados, haciendo los
sada guerra: el lanzallamas con dispositivo giratorioy abastecimientos en momento de calma y, en todo
el lanzagranadas. Como el autoflanqueO, ya lo iiji
de noche. Las piezas de artillería pesada, y en
mos, no existirá, el obstáculo particular de cada obra caso,
general todas las Baterías con misión de defensa le
se batirá de frente por dichas armas y el flanqueo pro jana, se asentarán al descubierto, confiando su pro
piamente dicho lo harán las obras colaterales. El foso tección a la movilidad. Cada Batería tendrá múlti
se empleará tan sólo delante de las aspilleras de las ples asentamientospreparados_corrientemente tres—
obras y será batido con granadas lanzadas por desli y los observatorioscorrespondientes,y asimismoesta
zaderas practicadas en la masa del hormigón de los rán previstos los accesos. Esto es evidentemente la
muros. La “defensa-próxima”,a cargo de armas auto
de la separación de las defensas próxi
hiáticas, cañones de p/c y piezas c/c, por su misión, consagración
ma
y
lejana.
Falsos asentamientos nos proporciOna.
deberá tratar de conseguir para estas armas sectores
rán
el
enmascaramiento
y, como consecuencia, una
de tiro, a ser posible, de 3600, por lo que su instala
cierta
protección
indirecta.
Ciertas piezas o Baterías
ción más adecuada será en cúpula y, a ser posible, con
con
misión
fija
obligarán
a
asentamientos también
dispositivo en eclipse. El “flanqueo del obstáculo”,
39
fijos, y en este caso se impone una protección ade
cuada y un esmerado enmascaramiento.
rra ha tomado el desembarco aéreo. En el interior del
país, este tipo de agresión será muy de temer en gran
La defensa antiaérea adquiere cada día mayor im escala, y por ello hoy día no basta ya con la defensa
portancia a medida que aumentan los progresos de perimetral de una nación, ya que habrá que atender
la aviación. El bombardeo aéreo sobre fortificaciones al envolvimiento vertical, que podrá poner en cual
puede ejecutarse sea en vuelo horizontal, sea en pi quier punto del país un contingente nada desprecia
cado. El primer procedimiento permite utilizar bom ble de fuerzas enemigas. La fortificación hace más
bas de gran peso, aunque ya dijimos anteriormente eficaz los medios de que se ha de valer la defensa
que esto sólo supone ventaja en caso de bombardeo para evitarlo; pero de ello no nos ocuparemos en este
sobre aglomeracionesurbanas, ya que sobre fortifica artículo, por falta de espacio. Por lo que se refiere a
ciones no se arrojarán probablemeñte bombas de peso la fortificación de fronteras terrestres de que trata
mayor de 2 a 3.000kilogramos.Otra ventaja del bom mos, son de temer desembarcosde paracaidistasy aun
bardeoen horizontal es que aumenta la capacidad de los planeadores, y buen ejemplo, pleno de útiles en
penetración de las bombas; pero la precisión es es señanzas, es el caso del fuerte Eben-Emael, única
casa y esto hace que el tiro sea poco eficaz. El bom obra moderna de las fortificaciones belgas y que tan
bardeo en “picado” soluciona el problema que plan poco airoso papel desempefió en la pasada guerra
tea el caso anterior, que consiste en que casi puede mundial. Sus tan numerosos como inconcebiblesde
asegurarse que con aquel procedimiento de tiro es fectos nos servirán para sacar como consecuencialas
empresa poco menos que imrosible “prácticamente” normas a seguir para la defensa contra el tipo de
abrir brecha a base de la destrucción de un grupo agresión que nos ocupa. Son imprescindibles las re
determinado de obras. El bombardeo en picado, pese servas móviles encargadas del contraataque inmedia
a cuanto se ha divagado sobre sus numerosas venta to, y asimismo las obras han de estar batidas por el
jas, no tiene más que una esencial,si bien de enorme mayor número posible de las inmediatas; y así, los
importancia, que es su precisiói, que es tal que pue elementos desembarcados no se hubieran podido pa
de asegurarse que ahora ya es inevitable la destruc sear impunemente por la superestructura del fuerte.
ción de una obra determinada, por lo que a precisión Faltó también en este caso la defensa antiaérea inme
diata, y todo ello nos dice que se trata de un típico
se refiere.
caso de fortificación mal concebida y peor aplicada,
La defensa antiaérea puede ser pasiva y activa, y no siendo de extrañar, en consecuencia,su ruidoso
en una adecuada combinación de ambas estriba su fracaso.
eficacia. La defensa pasiva, en todos los casos, se ob
No es menos importante la defensa antigás, pues si
tiene a base del enmascaramiento,disimulación,dise bien no es presumibleen el futuro este procedimiento
minación y empequeñecimienfode los blancos (obras), de ataque, y no precisamente a causa de sentimien
combinada con la resistencia de los blindajes, según tos humanitarios—ya que métodos y armas infinita
sabemos.
mente más inhumanos se han puesto en práctica en
La defensa activa puede ser lejana, próxima o in la pasada contienda—, sino por el único freno que
mediata, a cargo la primera de la aviación de caza aún existe para los hombres: el miedo a las represa
propia; la segunda, de las Baterías antiaéreas coloca lias, absurdo y suicida sería no estar preparados para
das en su zona de despliegue—unos5 a t5 kilómetros esta clase de lucha; pues si así fuese, roto el equili
a retaguardia en la zona de desplieguede la artillería brio, sobrevendría lo inevitable... Por ello, todas las
de defensa lejana—, y la defensa inmediata corre a obras han de estar acondicionadasmediante disposi
cargo de las ametralladoras y cañones automáticos ciones de todos conocidasy que se encuentran perfec
situados en las misn-as obras.
tamente estudiadas en todos los libros de Defensa
Con ello puede ccntrarrestarse muy eficazmente la pasiva. En términos generales, la solución consiste
amenaza aérea enemiga; pero, refiriéndonosconcreta en crear una sobrepresión en los locales con aire to
mente al bombardeo en picado, único de temer en mado del exterior, convenientemente filtrado.
fortificaciones, la defensa es a base de las armas si
tuadas en las obras mismas, precisamente la que faltó
La guarnición.—Auor hay que preconizan la de
en las fortificacionesbelgas y francesas y facilitó tan fensa de las líneas permanentes a base de unidades
enormemente su catastrófico fin.
tácticas normales, fundándose, tal vez, en que la for
Los asentamientosde la artillería de la defensa pró tificación es “la inscripción en el terreno de un orden
xima en su zona de despliegue Serán permanentes, de combate”. Pero esta definición, intachable si se
pero sin olvidar por ello la preparación de otros más trata de fortificación de campaña, no responde exac
ligeros, al objeto de proteger las Baterías por su mo tamente al caso de la fortificación permanenté, que
vilidad, multiplicando así indirectamente el número trata, ante todo, de conservar el terreno. Pudiera de
de piezas.
finirse esta última como “la inscripciónen el terreno
de un plan de fuegos que tiende a crear una barrera
La defensa antiparacaidista es de primordial im continua, densa y profunda, desencadenadapor una
portancia, dado el incremento que en la ültima gue observación continua y reforzada por un obstáculo
40
también continuo, emanando estos fuegos de armas
protegidas, tirando preferentemente con fuego de
flanco”. No olvidemos que la misión de la línea per
manente será la detención del enemigo durante un
tiempo determinado, y esto como mínimo,puesto que
se debe procurar explotar el éxito defensivo, aprove
chando el momento crítico de desmoralización de
fuerzas desgastadas en la pugna, a base de tropas mó
viles de toda clase, que tendrán, al efecto, itinerarios
previstos a través de la zona fortificada. En conse
cuencia, parece desprenderse que la guarnición de la
línea es ajena a toda operación ofensiva que no sea
local. La ‘guarniciónforma con las obras y su arma
mento un todo estático con reaccionesdinámicas lo
cales de pequeño radio de acción. Se trata, en defini
tiva, de un obstáculo activo. Otras tropas, apoyadas
y reforzadas en un principio con sus fuegos (y ello
debió ser uno de los datos a considerar en la concep
ción y construcción del conjunto fortificado), y en
todo caso con la garantía de su protección, serán las
que tendrán a su cargo las grandes operaciones ofen
sivas (caso de la línea Sigfridoen el ataque a Francia).
Tratemos, pues, en esta hipótesis de determinar y
fijar la guarnición necesaria. Sabemos que la exis
tencia del obstáculo natural contracarro impone la
ubicación de la línea y, en consecuencia,quedan fija-
dos los órganos de flanqueo y las obras complementa
rías con el armamento necesario para cumplir sus mi
siones características. Ahora, ya determinado el ar
mamento, las guarniciones serán las que pidan las
obras para su eficaz funcionamiento. A esta guarni
ción mínima, necesaria para el funcionamiento de las
armas, habrá que añadir un tanto por ciento pruden
cial para cubrir bajas, ya que el fuego ha de ser con
tinuo y la barrera no puede presentar disminuciones
de densidad ni solucionesde continuidad (permanen
cia del plan de fuegos), las tropas necesarias para el
buen funcionamientode todos los servicios y las mó
viles que requiera la maniobra local. Aun habrá de
tenerse en cuenta la guarnición de la posición avan
zada, si la hubiera, y la de la línea retrasada que se
construya para apoyar la defensa de la principal y
conservar el frente, caso de qe aquélla sea rebasada,
si bien esto último supone superabundancia de me
dios, cosa en total oposicióncon la normal utilización
de la fortificación permanente.
Esta red intrincada de obras que forma un con
junto heterogéneo,por ser cada una de ellas de carac
terísticas esi5eciales,según su misión, diferentes en su
armamento, estructura, capacidad, protección, etc.,
sabemos que están unidas entre sí por comunicacio
nes subterráneas estructuradas con el Mando, facili
tándolo y asegurando al mismo tiempo la continui
dad del fuego y evacuación de bajas. Ello sería muy
fácil si se tratase de las Unidades tácticas normales;
pero al no ser así, habrán de observarse ciertas reglas
especiales. Las obras se agruparán formando lo que
algunos autores llaman “Unidades de fortaleza”, com
prendiendo cada una de estas agrupaciones elemen
tales aquellas obras que former, por su misión y otras
circunstancias,. un todo lógico y homogéneo,suscep
tible de un mando único, y progresivamente se irán
constituyendo Unidades superiores, análogamente a
lo que ocurre con‘las Unidades normales. Cada agru
pación elemental viene a ser, así concebida, a modo
de fuerte de elementos dispersos, en que cada ele
mento es una obra, con su abrigo y P. M. centrales,
de donde partirán las comunicaciones subterráneas
que, divergentes, desembocarán en cada una de las
obras que componen la Unidad de fortaleza elemen
tal, que podemo llamar Sección.
Las obras serán herméticas, y las comunicaciones
con el exterior, en las agrupaciones superiores, redu
cidas al mínimo y desembocandoa retaguardia en lu
gares desenfilados. Así, el enemigo podrá pasearse
sobre las obras, pero no ocuparlas, y si la convergen
cia de esfuerzos a que ya se hizo referencia es eficaz,
la permanencia,por incómoda y onerosa, no será muy
prolongada.
Las Compañías de fortaleza estarán constituidas a
bxse de dos Seccionesdel tipo indicado, y otra, mó
vil, para los contraataques locales inmediatos, en
abrigos especiales (activos). Las tres Seccionesesta
rán unidas en forma conveniente (según lo pida el
caso concreto) con el P. M. de la Compañía. Tres
-
41
Compañías constituirán el Batallón, y así sucesiva
mente. El Mando, en todos los escalones, dispondrá
de buenos observatorios y estará enlazado por me
dios telefónicos protegidos—engeneral, por las mis
mas comunicacionessubterráneas—y radio hasta la
Compañía y con todos los-mandos colaterales; todo
ello tendiendo a asegurar la maniobra de fuegos.
Las reservas.—Las que pudiéramos llamar locales
con misión de conttaataque automático (los alema
nes lo llamaban contrachoque para diferenciarlo del
previsto) se alojarán en las mismas obras (terceras
Secciones de las Compañías) o en abrigos centrales
para cada cierto número de obras. Pero, a medida
que avanzamos en profundidad, los abrigos aumen
tan en capacidad y disminuyen racionalmente en su
protección, buscando ésta en el mismo terreno (con
trapendientes, etc.) y en el enmascaramiento. Así
llegamos a las reservas tipo Batallón en adelante, que
en la línea Sigfrido acampaban en bosques y puntos
convenientemente elegidos, y que constituyen el re
sorte más eficaz de que dispone el Mando,indispensa
ble para la acción ofensiva, que es característica de
una fortificación bien concebida, para evitar esa pa-
42
sividad absoluta, defecto de origen en la línea Magi
not y causa fundamental de su fracaso.
Resumiendo.—La zona fortificada, con las caracte
rísticas que a grandes rasgos han quedado expuestas,
se compone, del frente a retaguardia, de la zona de
vigilancia y de la de resistencia, precedidas cada una
de ellas del doble obstáculo contracarro y contra
personal profundos y heterogéneo el primero, y pre
cediendo a ambos en una profundidad variable, según
los casos, la zona de destrucciones. Ambas líneas, de
vigilancia o seguridad y resistencia, estarán enlazadas
por grupos deobras y, caso de disponersedel tiempo
necesario, llegarán a fundirse en una zona única, a
base de obras intercaladas entre ambas. Sucesiva
mente encontramos la zona de despliegue de la arti
llería de gran alcance con asentamientos y observa
torios múltiples (defensa lejana); la zona de desplie
gue de la artillería antiaérea, solapada en algunos
casos con la anterior, y, por último, la red nacional de
carreteras y ferrocarriles, que permiten el transporte
rápido de tropas y material y la alimentación del
combate en general, con los medios de toda clase pro
cedentes de la retaguardia.
/“óftS
Teniente
E
Coronel de Artillería
FERNANDO
NTRElos distintos medios de representación del
terreno para fines militares destaca, por sus sen
cillez y aplicación, el designado con el nombre de
“croquis
panorámico”,
o simplemente
panorámica.
Puede decirse de él que constituye un excelente me
dio de información, del que han de valerse todos los
escalones del Mando en sus diversos cometidos y mi
siones; pues lo mismo nos da en un ligero golpe de
vista la más perfecta idea de la estructura y caracte
rísticas del terreno, como puede ser utilizado en las
distintas fa8es de un combate, tanto para el señala
miento de objetivos como proporcionando
determi
nados datos de situación o de tiro, y constituyendo
en todo momento el más valioso y perfecto comple
mento del plano.
Las panorámicas
fotográficas
o fotopanorámicas
dan todavía, mejor que el plano, idea de la morfolo
gía del terreno, por la exactitud y perfección de su
perspectiva.
Es verdad que pierden en parte las ca
racterísticas
de los croquis panorámicos de hacer re-
MEXIA
CARRILLO,
del Regimiento
46.
saltar los detalles de índole militar; pero esto puede
conseguirse fácilmente, cuando así interese, transfor
mando la fotopanorámica
en el más acabado croquis
panorámico.
Es creencia algo generalizada
que, para efectuar
trabajos
fotográficos, se precisa de personal especia
lizado y que es necesario disponer de un tiempo mu
cho mayor del que se requiere para dibujar una bue
na panorámica, siendo ésta la causa de que las fotopanorámicas
se consideren poco aptas para los usos
militares; sin embargo, hoy día que las Unidades ne
cesitan y disponen de personal especializado, aun
dentro de las más pequeñas, no es difícil encontrar
aficionad9s
que, con una ligera preparación, se im
pongan perfectamente en estos cometidos. En cuanto
al tiempo de ejecución, depende principalmente
de la
extensión y de la exactitud que se precise, pues no
hay que olvidar que las panorámicas dibujadas son
lentas en su ejecución, si han de hacerse con algún
detalle, mientras que, por el contrario, en las foto-
43
sos
•
a partir de la
cual se toma
rán las separa
ciones angula
res en sentido
acimutal.
Se
trazará la línea
de horizonte,
previamente
determinada en
el terreno, por
el procedimien
to más indica
do en cada ca
so, dentro de
los’ medios de
que se dispon
panorámicas,
el trabajo de campo se reduce a esca
ga, y análogamente a como se efectúa cuando se trata
minutos y el revelado de las vistas puede lograrse
de los croquis panorámicos.
en un tiempo mínimo, empleando reveladores rápidos
Y, por último, deberá deducirse la escala de la fo
y efectuando el secado de clisés y pruebas en. alcohol,
topanorámica,
que, análogamente a la escala de un
pudiendo realizarse todo ello sobre el propio terreno,
planc y de igual manera que en el caso de los croquis
si en las proximidades se dispone de un laboratorio de
panorámicos,
está representada
por la relación exis
campaña apropiado.
tente
entre
una
misma
medida
tomada
sobre la fotoA mi juicio, no puede decirse que el procedimiento
panorámica y sobre el terreno, con la única diferencia
fotopanorámico
sea mejor ni peor que el de los cro
de que, tratándose de panorámicas
o fotopanorámi
quis panorámicos, puesto que cada uno, en su caso,
cas, la primera medida ha de expresarse en unidades
dará un rendimiento mayor que el otro; así, cuando,
longitudinales,
mientras la segunda se expresará en
por ejemplo, se trate de representar rápidamente una
unidades angulares, grados o milésimas, generalmente
zona de terreno para dar una ligera idea del conjunto,
en esta última.
dentro de un período o fase de cierta movilidad, de
En lo que respecta a la escala, hay una diferencia
berá recurrirse preferentemente
a la panorámica dibu
esencial entre los croquis panorámicos y las fotopano
jada; pero si, por el contrario, se trata de una repre
rámicas;
en ios primeros, la medición angular del
sentación detallada, que pueda proporcionar
deter
frente de la panorámica y las correspondientes a los
minados datos topográficos, para ser utilizada en un
distintos puntos representados
en ella ha de hacerse
frente estabilizado o en una rotura del frente ene
sobre el propio terreno, mientras que en las fotopano
migo, bien para la designación de objetivos o para el
rámicas se efectúa directamente
sobre su imagen
tiro de artillería, entonces la fotopanorámica
podrá
fotográfica en función dé la distancia focal de la má
proporcionar lo que no puede pedirse al mejor croquis
quina, siendo esta distancia focal la que, ligando las
panorámico.
dimensiones lineales con las angulares, nos propor
Pero de igual manera que un croquis panorámico
ciona la escala de la fotopanorámica, según la fórmula
no es un dibujo de paisaje ejecutado desde el punto
de vista artístico, tampoco por fotopanorámica
debe
L
entenderse
una fotografía, tomada hábilmente
con
arreglo a las normas generales del arte, en las que
2 tang
únicamente interesan las condiciones de luz, tiempo
de exposición, diafragma y cuantos elementos con
en la que L es la longitud del lado mayor del cuadro
tribuyen a lograr la mayor claridad y nitidez de la del clisé o película fotográfica; a, el ángulo abarcador
imagen.
del objetivo de la máquina, yf, la distancia focal del
Para que una fotopanorámica
pueda proporcionar
mismo.
toda su utilidad, deberá ejecutarse con sujeción a de
Hasta ahora hemos supuesto que la amplitud an
terminados principios topográficos y poniendo al ser
gular del objetivo de lá máquina era suficiente para
vicio de los mismos los de la óptica fotográfica.
comprender en una sola vista toda la extensión de la
Sobre toda fotopanoráinica
se reseñarán: El punto
panorámica;
cuando esto no suceda, bastará sacar
de vista y punto de estación, incluyendo las coorde
dos o más vistas contiguas, girando la máquina en
nadas de éste. El origen fotográfico, punto bien defi
uno u otro sentido, el valor de este ángulo abarcador
nido y lejano, centrado, si es posible, dentro de la
disminuído en el recubrimiento
o margen necesario
zona de la panorámica y por el que pasará la vertical
para la unión de las vistas y para eliminar a su
principal, la que, a su vez, servirá de dirección origen,
vez las aberraciones propias de las lentes, que dan
44
en los bordes de ls fotografías imágenes defectuosas.
Es claro que cuando han de hacerse fotopanorámi
cas de varias vistas se precisa montar la máquina fo
tográfica sobre un trípode que permita la nivelación
de la misma y que lleve su correspondiente
tambor
con dispositivo de medición de ángulos acimutales y”
cenitales.
PANORÁMICAS
FOTOGRAMETRICÁS
Ya hemos visto cómo las fotografías panorámicas
pueden sustituir ventajosamente
a los croquis pano
rámicos, y, sobre todo, en aquellos casos en los que
se desee la máxima exactitud; sin embargo, la aplica
ción de estas fotopanorámicas,
que podríamos llamar
directas, está limitada a la representación del terreno
en planos relativamente
próximos o cuando no inte
rese gran detalle en las lejanías, pues suponiendo que
han de utilizarse máquinas fotográficas corrientes, su
distancia focal, relativamente
pequeña, y el formato
más bien reducido las hace poco aptas para captar
con detalle los términos lejanos. En la fotopanorá
nuca directa número 1 podemos apreciar cómo a la
distancia de 3.500 metros (punto A) se empiezan a
distinguir con dificultad los caminos y caseríos, mien
tras que a la de 10.000 metros (punto B) se hace to
talmente imposible la identificación
de un pueblo.
Por otra parte, el campo de la fotografía permite
muchas
posibilidades y diversidad de aplicaciones.
A la ciencia militar interesa grandemente el estudio
del terreno en sus distintos aspectos, y recurre a la
topografía
para resolver los problemas relacionados
con el mismo;, pero no puede hacerlo olvidándose de
la táctica y arte militar, que obligan a ocultarse del
enemigo y de sus fuegos, para no delatarse a él ni ex
poner a los equipos topográficos, que tan necesarios
son al Mando.
Al incorporarse la fotografía a la topografía, es de
cir, al crearse la fotogrametría,
se presentan nuevos
procedimientos,
con los que se ‘obtienen ventajas con
siderables en este aspecto; puesto que los trabajos to
pográficos
de esta clase se pueden ejecutar redu
ciendo’ a un mínimo las sesiones de campo frente al
- enemigo,
pudiendo decirse que el terreno se traslada
al gabinete, donde se continúan los trabajos a cu
bierto, con la mayor seguridad y desenvoltura.
Los fotográisetros,
que son, como sabemos, los
aparatos de que se vale la fotogrametría
para estós
‘trabajos,
permiten muchas posibilidades;
pero son
muy delicados, complicados y voluminosos, a la vez
• que
de gran coste, por lo que su aplicación solamente
puede estar limitada, si acaso, a las planas mayores
de las grandes Unidades.
Comprendiendo
la conveniencia de que ‘estos mé
todos fotogramétricos fuesen empleados por los equi
pos topográficos de Unidades más pequeñas, hacien
do uso de los aparatos de la topografía militar co
rriente, sacrificando la precisión a la de éstos, he es-
tudiado una modalidad que, después de ensayada y
practicada,
creo responde plenamente
al propósito
deseado, viniendo a constituir un procedimiento fo
togramétrico
elemental, a la vez que a resolver la di
ficultad
anteriormente
expuesta, al aumentar consi
derablemente
la distancia focal de la máquina.
Fundamentalmente
consiste el procedimiento
en
improvisar
un fotográmetro
acoplando uná máquina
fotográfica a un anteojo topográfico de tipo militar,
a través del cual se sacan las fotografías de la zona
que interese; de esta manera, el objetivo de la máqui
na fotográfica puede decirse que se transforma en un
teleobjetivo,
y el conjunto, máquina-anteojo,
en un
sencillo fotográmetro,
que determina ios valores an
Foto
núm. 1.
‘1
4,5
MODELODE ESTADILLOQUE Ea SERVIDOPARA LA EJnDUOIONDE LA
POTOPANOEAIICA
N 2.
Datosdesituaci5n
Punto
de estaoidn
flto
Zona fotografiada
Valle
Origea
Vdrtioe
fotográfico
de Diaa
de Indusi
Urri
E = 679801
Coordenadas Y = 943020
5 = 728
Amplitud
20OQ
Ozientaoldri
56—91°2
Datosdeobtenoidn
N5 del carrete
Fecha
Hora
Visibilidad
13
25—7—1948
13
Despejado oon calina
el fondo
Ocular
O
Focp
1/4
Diafranna
herpe de expcsioidn1/25
Datostopográficos
N de
la
vista
1
2
3
4
5
6
7
8
Separacián
con direco.
origen
0
+ 50
+100
+150
+
0
+50
+100
+150
Angulo de
situscidn
35
35
—35
—35
—70
—70
—70
—70
—
—
OBSERVACIONES
fotografía
número 1 puede apreciarse el detalle de
un soporte para anteojo de antena, y en la número 2,
dicho soporte acoplando la máquina y anteojo, en
disposición de ser utilizado.
Como puede observarse en la fotografía, se com
-pone el soporte de un brazo de unión con dispositivo
de sujeción al anteojo y asiento para recibir la má
quina. Ya provisto de sencillos mecanismos, con los
que se consigue el movimiento de avance, translación
lateral y giro para el centrado de la máquiná, tanto
en el plano de horizonte como en plano inclinado.
CONDICIONES DE OBTENCION DE LAS FOTOGRA
FIAS A TRAVES DEL ANTEOJO
Película Panatomio
1840 Din
Aunque el campo visual de una máquina fotográ
fica es, en general, lo suficientemente
grande para
abarcar en una sola vista el frente y profundidad de
una panorámica corriente, no lo será ya en este caso,
porque al tomar las fotografías a través del anteojo,
queda reducido el campo por el aumento de éste, lo
que obligará a tomar varias vistas, que, unidas con
venientemente
a modo de mosaico, compondrán la
panorámica
total. Antes de tratar de los detalles de
ejecución, vamos a exponer ligeramente
cuáles son
los elementos que intervienen en la toma de vistas,
guiares tanto en sentido acimutal como cenital, de
una manera directa, por medio de la imagen de la es
cala reticular en la fotografía.
Para ejecutar el acoplamiento
mecánico entre la
máquina y el anteojo se precisa de un soporte de aco
plamiento que, sirviendo de enlace entre dichos ele
mentos, permita a la máquina seguir todos los
móvimientos de aquél. Las condiciones que han
de reunir la máquina, anteojo y soporte son las
siguientes:
Máquina fotográfica.—No
se predisa que sea
de características
especiales, pudiendo servir
cualquier máquina de uso corriente cuya lumi25 —
nosidad no sea inferior a 1/4,5 de objetivo anas
tigmático y dispositivo de obturación con velo—30—
cidades de exposición lentas. En razón de su
—
poco peso y volumen, así como por su formato
y gran número de vistas, son recomendables las
-4c —
de tipo película “universal” de 24 x 36 mm.
Auteojo.—Puedeu
emplearse tanto de tipo
45 —
terrestre como astronómico, de campo no infe
rior a 50 milésimas, siendo muy indicados los
- O —
anteojos de antena o similares; incluso pueden
utilizarse anteojos
prismáticos
de campaña,
—
montados sobre un tambor con mecanismo de
—
medición de ángulos.
Soporte de acoplamiento (Fotopanógrafo (1)).—
65 —
Siendo su misión la de enlazar la máquina al
anteojo, no sólo mecánica, ino ópticamente,
70
es conveniente que el eje óptico de la primera
coincida en lo posible con el del ocular del an-7 —
teojo y que el objetivo de aquélla pueda apro
ximárse suficientemente
a aquél, adaptándose
8o—
con facilidad, a la vez que permitiendo al con
junto una gran amplitud de movimiento. En la
(i)
Nombre dado por la Escuela de Aplicación y
Tito de Artillería.
-90
46
Qaa& ci
cpzcicb
.-
&c
cfr JÁ’c
1r67.
deduciendo
las condiciones más favorables pará la
obtención de éstas.
Campo.—El valor del campo en una máquina foto
gráfica se calcula por la fórmula anteriormente
ex
puesta:
L
Tang
drá expresado por la relación
=
En el caso de la fotografía a través del anteojo, las
imágenes vienen ampliadas en el aumento del mis
mo, y, por tanto, el eamo del anteojo queda dismi
nuído en la misma proporción; esto equivale a susti
tuir el sistema óptico máquina-anteojo
por otro re
sultante equivalente, de distancia focal, producto de
la distancia focal de la máquina por el aumento del
anteojo; es decir, que si la máquina tiene una focal
de 50 mm. y el anteojo 10 anmentos, el sistema equi
valente será de focal de 500 mm., y este valor sería el
que habría de darse a f en la fórmula anterior para
calcular el del campo resultante del acoplamiento.
Luminosidad.—Como
sabemos, la luminosidad de
una máquina de fotografía está representada
y se
mide por la relación
ferior al diámetro útil del objetivo de la máquina,
aquél será el que habrá de tenerse en cuenta al apli
car la fórmula, considerándolo como el de la abertura
máxima utilizable en el sistema máquina-anteojo;
en
consecuencia, el valor de la fórmüla en este caso ven
-y-,en la que
d es el diámetro útil
máximo del objetivo, yf, la distancia focal del mismo.
Siendo el diámetro de la pupila interior del anteojo
de salida de los rayos por el ocular generalmente in
-Ç,en la que D repre
senta el diámetro de la referida pupila interior del
anteojo,
y F, la distancia focal del sistema.
También deberían incluirse las pérdidas de luz por
refracción y absorción a través de los prismas y len
tes del anteojo; pero siendo éstas de un valor muy
pequeño en relación con las anteriores, pueden des
preciarse y tomar como valor de la luminosidad el ya
expresado.
Foco.—En cuanto al enfoque, es de la mayor im
portancia
que el objetivo de la máquina pueda acer
carse lo necesario al ocular del anteojo para que la
imagen del terreno a través de aquél cubra la totali
dad del campo del clisé; esto podrá comprobarse sa
cando unas fotos de prueba o valiéndose de un cris
tal esmerilado para el enfoque.
Como se trata de obtener fotografías a larga distan
cia, la máquina se enfocará a infinito; pues si bien el
anteojo acerca las imágenes, generalmente se encon
trarán dentro de este foco. De utilizarse para foto
grafías más cercanas, es aconsejable enfocar a tra
1
azaOflCz7Qlca za2
2
—
LS.’
—-25
—
-30
—-35
—-40
_-5
—
-50
—
-55
—
—-‘o
—a
—
—
dPa&dt!Qc/aia%raflrdilarltjo
9ø&e1QdaIogrd/za.
flf»,flfly,pfl
J,j,.,
-Q/O
-
O
t2er/ice %*‘pj/: 676.824y Ñ655Yc:
¡SS?
-
-85
-yo
vés del vidrio esmerilado. Tiene también influencia
en el foco la escala de dioptrias del ocular del anteo
jo, la que deberá graduarse a O, puesto que el obje
tivo de la máquina puede considerarse como un ojo
perfecto.
fotográfica,
sirva de origen de graduaciones en sen
tido acimutal; se nivela el anteojo, se llevan los índi
ces del mismo a sus graduaciones origen y se orienta
en dirección a la referencia fotográfica. Se coloca la
máquina
una vez cargada y preparada sobre el so
porte; se efectúa su acoplamiento con el anteojo, y
Diafragiua.—El
diafragma utilizable estará com
prendido entre el que permita la pupila de salida del después de comprobar y rectificar la dirección ori
anteojo, como abertura mayor, y el más inferior de gen, se pasa a tomar la primera vista. Impresionada
ésta, se gira el añteojo en uno u otro sentido, por me
la máquina, que no llegue a producir una reducción
dio del tornillo de medición de ángulos acimutales,
en el campo.
un valor igual al campo útil; hecho esto, se toma una
Velocidad de exposición.—Como consecuencia de la
segunda vista, repitiéndose esta operación hasta cu
disminución
de la luminosidad,
las velocidades de brir el frente de la panorámica en el referido sentido,
exposición habrán de ser forzosamente inferiores a volviéndose
nuevamente a la dirección origen para,
las utilizadas corrientemente
en fotografía, y debe
de una manera análoga, sacar todas las vistas en el
rán calcularse teniendo en cuenta la distancia focal sentido opuesto, cubriendo con ello el frente total de
del sistema anteojo-máquina,
así como las condicio
la fotopanorámica.
nes de luz, diafragma y sensibilidad de la placa o pe
Cuando la profundidad
de la zona a abarcar sea
lícula utilizada, siendo también, como en aquel caso,
mayor que el valor del campo útil en sentido verti
la técnica y práctica fotográfica las que mejor pue
cal, se repetirán las operaciones anteriores después de
den aconsejar en cada momento los valores más con
hacer tomar a la máquina un nuevo ángulo de situa
venientes de los distintos elementos que intervieuen
ción, resultante de girar el anteojo, un valor angular
en la fotografía.
igual al del referido campo en sentido positivo o ne
gativo, según convenga, y repitiendo cuantas veces
Condiciones del material fotográfico utilizado.—Las
de la placa o película a utilizar dependerán de la luz, sea preciso esta operación, hasta llegar a cubrir el
campo total de la fotopanorámiea
en sentido cenital.
condiciones atmosféricas y de las particulares del te
Para facilitar el trabajo y evitar errores es conve
rreno a fotografiar: deberán ser anti-halo, de bastante
en el que, además
sensibilidad y pancromáticas,
siendo aconsejable el niente llevar un estadillo-registro,
de los datos de situación y fotográficos, se anotarán
empleo de filtros adecuados al sacar las fotografías
los de obtención de vistas, separaciones angulares,
para reproducir con la mayor fidelidad las tonalida
ángulos de situación, etc. Estos estadillos constitui
des del terreno; muy especialmente se usarán el ana
ranjado o rojo para conseguir la mayor nitidez en las rán posteriormente un excelente auxiliar para la iden
tificación de las vistas durante los trabajos de gabi
lejanías.
El papel empleado en las pruebas estará, como es nete. Se incluye el estadillo que ha servido para la
lógico, en urmonía con el resultado obtenido en el ejecución de la fotopanorámica
número 2, de la que
negativo; generalmente
se recurrirá a papeles con
se tratará más adelante.
trastados
y preferiblemente
brillantes.
El revelado se efectuará normalmente,
de acuerdo
TRABAJOS
DE LABORATORIO
Y DE CA
BI1NETE.—Con la toma de vistas puede darse por
con las reglas generales de fotografía.
En la toma de vistas deberá hacerse uso del dispa
terminado
todo el trabajo de campo y solamente
rador de cable para evitar la vibración del anteojo, lo queda completarlo con los de laboratorio y gabinete.
que podría dar lugar a imágenes dobles.
El primero es el propio de la fotografía general: reve
lado, fijado y el secado. Este último, en razón de una
TRABAJOS DE CAMPO.—Designado el punto de mayor rapidez, puede hacerse en alcohol, tanto para
el negativo como positivas.
vista y punto de estación desde el que ha de tomarse
El tiempo de exposición de las positivas se igua
la fotopanoránaica,
se medirá con el anteojo, en su
lará’ cuanto sea posible para conseguir la mayor uni
forma de empleo corriente, el sector que aquélla haya
de abarcar, tanto en sentido acimutal como cenital y formidad de tono en todas ellas, conservándose in
variable la altura del objetivo de la ampliadora con
dividiendo el valor de cada uno de ellos por el campo
respecto al papel sensible, para evitar modificacio
útil de la máquina a través del anteojo (1); tomando
nes en la escala de la fotografía que dificultaría la
el cociente por exceso de no ser exacto, obtendremos
unión de las vistas.
el número de vistas en cada uno de los sentidos.
El trabajo de gabinete comienza con la identifica
Se elige a continuación un punto del terreno que,
ción y superposición de las vistas fotográficas. La pri- cumpliendo con buenas condiciones para referencia
mera no ofrece dificultad alguna, si se ha seguido
un orden conveniente en la toma de vistas, anotán
(i)
El valer ótil del campo es, en este caso, el que re
sulta de disminuir a so valor total el correspondiente al dose cuantos datos interesan en el registro correspon
halo marginal y aberraciones ópticas, más el necesario para diente.
la superposición de las vistas.
La superposición, o más propiamente el solapado,
48
j/cQZQOPOfl2/fl
Q9j
s•e efectuará montando una fotografía sóbre otra, con
En cuanto a la fotopanorámica
número 3 (fotogra
arreglo a la ordenación establecida al hacer su iden
fía reducida de la original), la exponemos como ejem
tificación; la manera más conveniente de lograrlo es plo para efectuar sobre la miima los cálculos inicia
cortando
cada vista por uno de sus extremos según les de su ejecnción, partiendo de les datos siguientes:
una vertical, distanciada de la cruz reticular fotogra
Se dispone de una máquina de tipo “Leica”, for.
fiada en las mismas, un valor angular igual a la mi
mato universal, de 24 >< 36 mm., de foco = 50 mm.,
tad del campo útil, dejando el otro extremo libre
y de un anteojo de antena de 10 aumentos.
para recibir a igual distancia de dicha cruz, por el
Cálculo del campo útil.—Por la fórmula repetida
sentido opuesto, la fotografía contigua, cortada en
mente expuesta deduciremos:
idéntica forma. De esta manera en cada vista queda
rá visible un frente que corresponderá al campo útil,
Tang
o“°
=
7400
con la imagen de la cruz reticular en su centro. Aná
logamente
se unirán todas las demás vistas hasta
completar la fotopanorámica.
y
puesto
que,
como
se
dijo
anteriormente,
hay
que
Cuando conste de varios pisos o lechos, mejor que tener
en
cuenta
el
recubrimiento
lateral
y
aberracio
solapar las vistas dentro de cada uno de ellos y mon
nes,
tomaremos
como
campo
útil,
redondeando
para
tarlos después entre sí es unir primeramente
las vis
que
resulte
un
número
más
fácil,
el
valor
de
50
roilé
tas fotográficas
de una misma vertical, formando
simas.
una serie de tiras verticales que se solaparán a conti
De
igual
manera,
el
campo
útil
en
sentiho
vertical
nuación,
uniéndolas lateralmente
en la forma ya se obtendrá:
expuesta.
Tang
=
«
=
48°°,
Para pegar las vistas puede utilizarse bien la goma
arábiga
o bien la pasta blanca, consiguiéndose
un
buen resultado utilizando estos dos ingredientes mez
que
por
las
mismas
razones
reduciremos
al
valor
de
clados.
40
milésimas.
Formada ya la fotopanorámica
con la unión de to
Cálculo
del
uúmero
de
vistas.—Como
medido
el
das sus vistas, se procede a su graduación, tanto en frente
de
la
panorámica
resultan
un
total
de
500°°
sentido acimutal como cenital, marcando los trazos
en
sentido
horizóntal
y
110
en
el
vertical,
tendremos:
marginales
extremos, prolongación de las cruces re
Número
de
vistas
por
lecho
para
cubrir
el
frente,
ticulares
de las fotografías y numerándolas
con la
graduación
correspondiente.
A continuación
se ins
500
50
cribe su leyenda con los datos de situación y obten
ción más característicos,
quedando así terminada y
dispuesta para su empleo.
Números de lechos para cubrir la altura,
En las fotopanorámicas
números 2 y 3 se muestra
el resultado conseguido por este procedimiento; en la
=
2,75.
primera de ellas se observará con la mayor claridad y
detalle los puntos Á y B, señalados anteriormente en
la fotopanorámica
directa, pudiendo apreciarse con Tomaremos,
por tanto, 10 vistas por lecho y tres le
facilidad puntos a distancia de 20.000 metros, y aun chos, con lo que se formará un mosaico de un total
más en días claros y despejados.
de treinta vistas.
—j--
-
49
cida una imagen limpia de la escala reticular, que, re
cortada
convenientemente,
constituye un coordina
tógrafo de gran utilidad (fotografía núm. 3).
*
-
*
*
Como resumen de cuanto se ha expuesto se deduce
que las fotopanorámicas
ejecutadas por este procedi
miento pueden considerarse como perfectas panorá
micas hechas a escala, que cumplen ampliamente con
las condiciones exigidas por la topografía para los
croquis panorámicos; pero además, por su exactitud
y por su representación fotográfica, permiten nuevas
posibilidades,
que dan lugar a las más diversas apli
caciones, como son:
La designación de objetivos; que se realiza con la
mayor exactitud por coordenadas fotográficas, efec
tuándose más fácilmente su identificación que en los
croquis panorámicos,
muy especialmente cuando ha
Como vemos por la panorámica, y según ya hemos
de recurrirse a panorámicas conjugadas tomadas des
indicado al principio, todos los puntos del terreno
de distintos puntos de vista.
tienen en ella su representación,
observándose de la
Reconocimientos
sobre el campo enemigo; que in
misma manera y bajo las mismas reglas de perspec
cluso pueden efectuarse sobre fotografías estereos
tiva que si los contemplanos desde el propio terreno,
cópicas tomadas por este procedimiento.
están registrados por sus coordenadas, que pudiéra
Identificación
de puntos en el terreno cuando son
conocidos en el plano y recíprocamente; haciendo po
mos llamar fotogrílficas, referidas a la línea de situa
sible localizar en la fotopanorámica,
y por tanto en
ción cero y a la vertical principal, los valores angula
res de los infinitos puntos del terreno que cubren la el terreno, puntos señalados en ci plano, y la situación
misma, sin necesidad de tener que hacer nuevamente
de nuevos puntos en éste, cuando son identificados en
estación con el anteojo para determinarlos. Como se aquélla.
observará, estas coordenadas no son otra cosa sino
Transformación de coordenadas fotográficas en top ográficas;
deduciendo, analítica o gráficamente
las
los ángulos de situación (ordenadas) y las separacio
nes angulares con respecto a la dirección fotográfica
coordenadas de los puntos que interesen de las coor
(abscisas); éstas pueden transformarse
en ángulos de denadas fotográficas en fotopanorámicas
conjugadas.
orientación
si previamente
se determina el corres
Preparación y corrección- del ti-ro de artillería; lo que
pondiente
a dicha dirección. Se considerarán como permite el que pueda ejecutar-se el tiro, aun cuando
no se hayan realizado previamente los trabajos topo
positivas las abscisas de los puntos situados a la de
gráficos preparatorios
de la zona de observatorios y
recha de la vertical principal, y negativas, las que co
rrespondan a puntos situados a su izquierda; en cuan
objetivos, con sólo conocer la situación de las piezas
y disponer
de fótopanorámicas
conjuga
to a las ordenadas, serán positivas o negativas según directrices
que correspondan a ángulos de situación positivos o das de la zona de objetivos.
Enlace entre Infantería-A rtiilería;realizado en las me
negativos.
jores condiciones con el auxilio de las fotopanorámicas.
Para hallar las coordenadas de un punto cualquiera
En cuanto a la posibilidad de transformar una fo
se determinará
primeramente
las coordenadas de la
topanorámica
en panorámica
dibujada, no se tro
cruz reticular de la vista, con respecto al sistema
pieza
con
ninguna
dificultad,
y
en las obtenidas por
coordenado general de la panorámica, y después es
tas coordenadas serán afectadas por el incremento de nosotros, hemos podido apreciar la exactitud y deta
coordenadas del punto con respecto a la referida cruz. lle que puede conseguirse por este sistema. Todas éstas aplicaciones han sido ya ensayadas y
Así, por ejemplo, el punto B (fotopanorámica
núme
con buen resultado (1), no tratándose
ro 2) téndrá por coordenadas fotográficas: X ± 112,, practicadas
de ellas en este artículo tanto por no ser ésta la fina
Y = — 61; suma de las coordenadas de la cruz re
lidad del mismo como por salirse de su conveniente
ticular, x = + 100,, y = — 70, y de las del punto
extensión.
—
con respecto a ésta, x = + 12,, y = + 9.
Coordinatógrafo.Para
medir los incrementos de
coordenadas sobre las vistas con respecto a la cruz
reticular puede hacerse uso de un sencillo coordina
tógrafo de fácil construcción: basta con tomar una
-vista a través del anteojo sobre el cielo o sobre un
fondo blanco; de esta manera se obtendrá reprodu
50
(i)
Ha sido empleado este procedimiento
fotopanorá
mico en diversos trabajos ejecutados por su autor, tanto
para la Jefatura de Artillería- del C. _E. VI como para las
Divisiones 6x y 62, y muy especialmente
por los Regi
mientos de Artillería números 46 y 24, en las diferentes apli
caciones ya citadas, con ocasión de los ejercicios y manio
bras realizados por los mismos.
.
1as,
1?íirriiiís
Nueva organización de la División de Infantería norteamericana.
Teniente Coronel Mc Cutchen y Comandante Stopies. De la publicación norte
americana The Field Arfi!iery iournai. (Traducción del Comandante Rocafort.)
Introducción.—Lasegunda guerra mundial puso de mani
fiesto las deficiencias existentes en la organización de las Di
visiones de Infantería. La aparición y sucesivo mejoramiento
cte armas completamente nuevas, empleadas en acciones hasta
entonces impensadas y a veces en situaciones en que su empleo
táctico difería fundamentalmente,
obligaron a efectuar los
cambios que la consecución de una máxima efectividad exigía.
La necesidad de incrementar la flexibilidad, aun dentro de
las distintas Unidades integrantes de la División, obligaron al
establecimiento de nuevas bases sobre las que. asentar una or
ganización que permitiese a las diferentes Unidades llenar a
satisfacción cuantas. vicisitudes o cometidos se viesen precisa
das a resolver o cumplir, amoldándose siempre a las cambian
tes condiciones del combate moderno.
En general, la flexibilidad exigida, dentro de las distintas
Unidades, se ha logrado, al proporcionar a us respectivos
Mandos cuantos elementos son precisos para llevar a buen tér
mino todas aquellas acciones que razonablemente se les pue
dan presentar a lo largo de un combate. Por ejemplo, las Di-
[J’9UMI
_____
#uevaj’Unidades
íl’
visiones de Infantería durante la ‘segunda guerra mundial,
contaron, como Unidades agregadas, con un Batallón de Carros
ligeros, un Batallón de Carros destructores, un Grupo A. A. de
Cañones automáticos, y una Unidad de agresivos químicos
equipada con morteros de 4”,2. En la nueva organización, es
tas Unidades, o bien sus equivalentes, han entrado a formar
parte de la División com9 Unidades orgánicas.
Modificaciones de cáráctergeneraL—Los principales cambios
operados en la organización de la antigua División de Infan
tería han sido los que a continuación exponemos en detalle:
Cuartel General.—La Plana Mayor del Cpartel General de la.
División cuenta ahora con una Sección aérea, integrada por
ocho aparatos del tipo de avión-enlace, para su empleo en mi-’.
siones de reconocimiento, enlace y correos.
Servicios de Orden y Policía.—Se han visto incrementados,
de la primitiva Sección, antes parte integrante de la Plana Ma
yor del, Cuartel General; a una Compañía de Orden y Policía.
Servicios de Artillería y Transnisiongs.—Han sufrido tani
8! 14 III! I’Á 1M611#/ZIt’/flI
0 =Jefesg of,’cia/es
01= of’2’’/es as,rniaotu
T Sutofi’ci’/&’g tropa
51
bin modificacón a ver incrementados sus dectvos
en la
cuantía precisa exigida por un mayor servicio, como consecuen
cia del aumento dado a esta gran Unidad.
Servicios de Intendencia.—Se han creado las Secciones de la
vado, de vestimenta, de higiene corporal y la de control de de
funciones, responsable de la identificación de fallecidos, así
como de su enterramiento y conservación de las zonas dedica
das a estos menesteres.
Depónto de Reemplazos.—Com puesto de seis Oficiales, un
Oficial asimilado y 34 individuos de tropa, es un elemento de
nueva creación dentro de la División. Su cometido es el de ser
vir como centro receptor de aquellos individuos destinados por
vez primera a la G. U. Es misión asimismo de este nuevo ele
mento el de la administración e instrucción inicial de esos nue
vos divisionarios pendientes de posterior destino a las distin
tas Unidades orgánicas.
Compañía de Exploración y Reconocimiento.—Los carros de
ella hasta ahora del tipo “M-8” han sido reemplazados por los
más ligeros “M-24”, consiguiendo con ello una mayor movili
dad y potencia de fuego, de indudable ventaja en las misiones
específicas de la Unidad, como son el reconocimiento y la segu
ridad.
Servicio Sanitario.—Ha sufrido una notable reducción. Sus
efectivos pasan a quedar constituidos por un Grupo, con tres
Unidades, de cometidos distintos; una Plana Mayor de Grupo,
una Compañía de ambulancias y una Compañía de evacua
ción, de las que las dos últimas cuentan con tres Secciones cada
‘una. Las Compañías de Sanidad, dedicadas a la recogida y
transporte de heridos, pasan ahora a integrar el Servicio Sani
tario de los Regimientos de Infantería, quedando a su respon
sabilidad la evacuación de bajas desde la primera línea a los
puestos de ‘recepción regimentales.
Servicio de Ingenieros.—Durante la segunda guerra mundial
era frecuente el que las Divisiones tuviesen a sus tres Regi
mientos embebidos en la acción; ello exigía el que cada uno,
con absoluta independencia, contase con una Compañía de In
genieros que facilitase el esfuerzo a realizar. Situaciones como
éstas privaban al Mando de elemento tan necesario como lo
eran las Compañías de Ingenieros, para la realización de traba
jos en las zonas de retaguardia de la División; como consecuen
cia, en la nueva organización se ha incrementado el número de
éstas a cuatro, permitiendo así al Grupo de Ingenieros de la
División salvar la deficiencia apuntada. A la Unidad de Servi
cios ‘y Plana Mayor del Grupo se han aumentado: i.°, una Sec
ción de pontoneros capaz de establecer, con rapidez puentes fi.
jos o flotantes que faciliten el paso de las Unidades divisiona
rias a través de aquellos obstáculos que requieran tales tendi
dos; 2.°, una Sección de material y entretenimiento equipada
con tres grúas automóviles, dos “bulldozers” y dos niveladoras
mecánicas de pistas y carreteras, y 30, una Sección de asalto
que ‘cuenta con cinco vehículos blindados (por el momento
carros medios del tipo “M4A3”, a los que se han adaptado algu
nos dispositivos que aumentan su eficacia en este especial co
metido), al objeto de proporcionar la necesaria protección al
material y personal de trabajo, en aquellos casos en que su
labor haya de ser realizada bajo la acción del fuego enemigo.
La creación de estas nuevas Unidades de Ingenieros benefi
ciará grandemente a la División, ya que al mismo tiempo que
ha visto aumentado este importante apoyo, ha experimen
tado, en cónsecuencia, un notable incremento en su flexibili
lidad táctica.
Dotación de Carros.—En la nueva organización figura como
elemento nuevo un Batallón de Carros pesados, integrado por
una Unidad de Servicios y Plana Mayor; una Sección Sanita
ria y tres Compañías de Carros. La Compañía de Carros la com
ponen: una Plana Mayor, equipada con dos carros “M-45”, ar
mados con obuses de ro5 mm., y cuatro Secciones de cinco ca
rros cada una, que montan piezas de 90 mm. La creación de
este Batallón permitirá al Jefe de la División el contar con
una Unidad de enorme movilidad y grán potencia de fuego,
la que podrá utilizar como elemento para la explotación del
éxito o como fuerza de contraataque a ser lanzada en el mo
mento preciso. Esta Unidad puede también ser empleada con
los Regimientos de Infantería, bien en su totalidad o bien
fraccionada, al objeto de proporcionar a ústos una mayor po
tencia de acción.
La Infantería.—Los tres Regimientos de Infantería están
constituídos por una Plana Mayor; tres Batallones, integrados
por una Plana Mayór, tres Compañías dé fusiles y una Compa
ñía de armas pesadas; una Compañía de Carros pesados; una
Compañía ‘de Morteros de 4”,2, que cuenta con doce de éstos;
E2
un Servicio anitaro,
con efectivos de una Compaa,
y uná
Compañía de Servicios. Las Compañías de Carros y la de Mor
teros reemplazan a las de Cañones contracarros y de Cañones de
Infantería de la organización anterior, así como la Compañía
Sanitaria de la nueva organización en los Regimientos viene a
reemplazar a la antigua Compañía de Evacuación, que antes
del cambio de organización era Unidad orgánica de los Grupos
de Sanidad divisionarios.
Dentro de los mismos Batallones de Infantería se han efec
tuado cambios de importancia, a fin de incrementar su poten
cia de fuego y flexibilidad. Tres nuevas armas de 57 mm. sin
retroceso han sustituído en las Secciones a los fusiles ametra
lladores, los que, por otra parte, aparecen ahora en una nueva
cuarta Escuadra de cada una de las Secciones de las Compa
ñías de fusiles. La Escuadra de fusileros-granaderos ha sido re
ducida de doce a nueve hombres, lo que permite al Jefe de esta
pequeña Unidad un más perfecto control sobre sus hombres a
lo largo de una acción. Y, por último, en la Compañía de ar
mas pesadas, una de las dos Secciones de ametralladoras ha
sido reemplazada por otra de cuatro armas sin retroceso de
75 mm.
PLA1iTILLASDE MATERIAL
DE LA DIVISIóR
Avtones de enlace
Remol7ue, transporte
carburante
Carabinas, calibreO “,30
Vehículos con Cha. AteS.moutaje multiple
Vehículos con cha. Aut. montaje doble
Anetralladoras
calibre 0”, 50
Pistolas
ametralladoras,
calibre O”,45
Obuses de 105 m/m
Obuses de 155 a/a
lanza—cohetes,
calibro 2”,36
Lanza—cohetes,
calibre
3”,50
Morteres de 60 a/ea
Pistolas
automt_icas,
calibre
0”, 45
Trartores,
tipo medio M—5
Tractores
alta velocidad,
13 toneladas
8emclques de municiones ST—lo
Remolques de municiones53—21
‘Remolques de 1/4 toneladas
Remolques de 1 ‘toneladas
Remolques ele 1 toneladas(munición)
Remolques de 1 toneladas,
tanques agua, 250 gal.
Csenion de 1/4 toneladas
OAsionee de 3/4 toneladas,
erabulsucias
Orejones de 3/4 ion, mando, transporto
Samas.
CamioneS de 2 1/2 toneladas,carga
Camiones de 2 1/2 ton. chasis corto
Camiones de 4 toneladas,carga
Camiones de 4 toneladas, recuperaoión
Ceeniohes para recuperación
material pesado
Vehículo.para
recuperación
tanques
Vehículcb para uso general,
acorazados
10
1
2934
32
32
106
151
54
18
o
193
3
522
O
22
87
O
165
110
32
26
210
5
45
141
121
9
3
2
1
17
Artillería divisionaria.—Losdos cambios ‘de mayor impor
tancia dentro de la Artillería divisionaria han sido: La creación
de un nuevo Grupo de armas automáticas autopropulsadas,
ahora Unidad orgánica de la Artillería divisionaria, y el incre
mento a seis de las cuatro piezas, hasta ahora número clásico
de las bocas de fuego de una Batería.
El nuevo Grupo de Cañones automáticos (autopropulsadós)
es capaz para la realización de fuegos rápidos desde su posición
de marcha, contando al mismo tiempo con una excelente mo
vilidad en sus desplazamientos sobre cualquier clase de terre
nos. Va equipado con 64 vehículos, de ellos 32 del tipo “M-i6”,
que disponen de piezas en montaje múltiple (cuatro de o’ ,5o)
y otros 32 del tipo “M-19” con piezas de 40 mm. en montaje
doble. El Grupo está integrado poruna Unidad de Plana Ma
yor y cuatro Baterías.
La idea llevada a la práctica con la nueva organización adop
tada, de que las Baterías cuenten con seis piezas, en lugar de
las cuatro con que hasta ahora contaban, no es, en realidad, de
una gran novedad, ya que ha sido materia de continua discu
sión desde los ya olvidados días de la guerra de secesión.
Creen no pocos p.rtilleros que la adición de una nueva Bate
ría con sus clásicas cuatro piezas proporcionaría al Grupo una
mayor flexibilidad que la que pueda obtenerse con el incre
mento dado de dos nuevas piezas por cada una de las Baterías
del Grupo. Sin embargo, el criterio sustentado por el gran nú
mero de seguidores de la solución adoptada ha prevalecido.
Entre otras, fundamentan su decisión en el convencimiento de
que, al no incrementar el número de Unidades, quedan dismi
nuídos los incontables quebraderos de cabeza que el aumento
de una nueva Batería llevaría consigo, considerando, por otro
lado, el que el aumento en flexibilidad alegado por los de la
solución desechada se consigue con un adecuado empleo del’
puesto central de tiro con que cuenta cda Grupo, y que tan
excelentes resultados viene proporcionando.
Los efectivos de la Artillería divisionaria, bajo la nueva or
ganización ascienden a 240. Oficiales, i i Oficiales asimilados y
3.417 hombres, entre Suboficiales y personal de tropa, cuya
distribución entre las distintas, Unidades aparece con detalle
sobre el esquema adjunto.
En relación con los cambios operados en cuanto a efectivós
se refiere, presentan importancia destacada el aumento de
once Oficiales dado a cada uno de los Grupos de 105, entre los
que figuran: un Oficial jefe de transmisiones del Grupo, un
Oficial encargado de la Sección de personal de la Plana Ma
yor del Grupo, un Oficial ayudante del Capitán jefe de la Pla
na Mayor del Grupo, y dos Oficiales, observadores avanzados,
por cada una de las Baterías que componen el Grupo. Los seis
Oficiales en que aparece incrementado el Grupo de 155 se
distribuyen así: un Oficial encargado de la Sección de personal
de la Plana Mayor del Grupo, un observador avanzado, un Ofi
cial jefe de transmisiones del Grupo y un Oficial más por cada
una de las Planas Mayores de las Baterías del Grupo.
El Servicio Sanitario de la Artillería queda. organizado en
seis destacamentos: uno asignado a la Plana Mayor de la Je
fatura de Artillería, y los cinco restantes, uno a cada uno de
los cinco Grupos que integran los efectivos de la Artillería di
visionaria. Los siete Oficiales qúe figuran en el Servicio Sani
tarjo quedan bajo el mando de un Comandante. La misión de
éstos destacamentos sanitarios es la de proporcionar a las
Unidades ayuda médica, realizar curas de emergencia, correr
cón el entretenimiento
de los puestos de socorro, realizar la
evacuación de bajas si ello es posible y controlar, por último, el
estado sanitario de las Unidades a ellos afectas.
Los cambios llevados a cabo en la organización, el avance
técnico alcanzado con posterioridad a la terminación de la pa
sada guerra y la aplicación práctica de cuantas enseñanzas
fueron deducidas sobre los mismos campos de lucha se han re
flejado en los cambios operados sobre las plantillas de mate
rial y equipo, que en lo relativo a la Artillería divisionario
dejamos expuesto, aunque sólo sea para poner de manifiesta
las modificaciones de mayor importancia.
Labombadehidrógeno.
Coronel
de Ingenieros Antonio Vich, Director de la Academia
Recientemente se ha publicado la noticia de que Estados
Unidos estudia la construcción de una bomba atómica a base
de hidrógeno, que .podrá desarrollar una potencia mil veces
mayor que la alcanzada con la ya clásica de uranio que de
modo tan decisivo contribuyó a poner fin a la segunda guerra
mundial. Cómo en física nuclear cabe perfectamente esta rea
lización, vamos a estudiar ligeramente sus fundamentos, em
pezando por recordar, en forma esquemática, algunos princi
pios fundamentales.
de Ingenieros
del EjórcÍto.
cantidad de neutrones, estamos en presencia de dos isótopos.
Por ejemplo, en el uranio podemos escribir como isótopos el
,,U” y el ,,U’’.
Notación nuclear.—Cada núcleo de un elemento se repre
senta por su símbolo químico con un índice y un subíndice. El
índice representa el número total de partículas, y el subíndice,
el número de cargas eléctricas. En núcleo de helio, que se com
pone de dos protones y dos neutrones, se representará por ,He’.
En general, un elemento estará representado por zXA.
Composición del átomo.—Yano es la entidad simple que se
Energía de enlace.—El átomo, en sí, es neutro; en realidad,
concibió en un principio. El átomo se compone de un núcleo
tiene órbitas eléctricas, sino, estados estacionarios de ener
ceñtral, en donde reside la casi totalidad de la masa, y está no
gía. Su núcleo no es un conglomerado estático, más bien es un
cercado por uno o varios estratos, en donde radican los elec
trones qué en el antiguo modelo de Bohr, muy útil todavía,. estado energético potente, en el que las partículas constitu
describían órbitas, alrededor de aquél. El núcleo se compone yentes están ligadas por fuerzas no muy bien conocidas toda
de partículas, unas con carga eléctrica y otras sin ella. Las. vía. Esta energía de enlace es equivalente a un defecto de masa,
concepto que aclararemos con un ejemplo. Como ya hemos di
primeras se llaman protones; llevan la unidad de carga posi
cho, el núcleo del átomo de helio ,He’ está formado por cua
tiva (igual pero de signo contrario al electrón), y su marcha
absoluta vale 1,67 X I0_24 g., mil ochocientas veces más que tro partículas, dos protones y dos neutrones, de las que cono
la masa del electrón. En el átomo neutro hay tantas como cemos sus masas individuales. Pues bien, la masa del ,He’ no
es igual a la suma de las masas absolutas de las cuatró partícu
electrones; si no es así, el átomo resulta ionizado. A este nú
las que lo componen, sino sensiblemente menor. Ha.y un de
mero entero de pártículas positivas lo llamamos número ató
mico; lo representamos por Z y caracteriza a cada elemento fecto de masa que, según la ley de Einstein, equivale a una can
químico de un modo unívoco. Así, en el hidrógeno vale i; en tidad de energía que responde a la fórmula E = mc’. En ella,
si m se expresa en gramos y c (velocidad de la luz) en centíme
el carbono, x6, y en el uranio, 92.
tros, E viene expresado en ergios.
Las propiedades químicas de los elementos vienen regula
das por los electrones más exteriores y de ellas no nos ocupa
En el caso que hemos planteado, el saldo es el siguiente:
remos. En cambio, en el núcleo es donde reside la energía uti
lizada en la bomba, y este núcleo es el que tomamos como ob
Masa de dos neutrones2
X i,o8oi = 2,0178
jeto de nuestro estudio.
Idem de dos protones2
>< 1,0089 = 2,0162
El neutrón.—Las partículas nucleares sin carga eléctrica se
Suma4,0340
llaman neutrones. El neutrón se descubrió en el año 1932 por
Masa del núcleo de hielo4,0028
el físico inglés Chadwiek, al bombardear el berilio con partícu
las
(núcleos de helio ,He’).
Defecto de masa0,0312
Si tomamos como unidad la masa del átomo del oxígeno,
asignándole el valor I6 la masa del neutrón estará represen
que desaparece en la reacción y que tiene un valor de cierta
tada por el número 1,0089, y la del protón (núcleo de hidró
consideración, pues supone el i por ioo, aproximadamente, a
geno), por x,oo8x, ligeramente iiiferior.
El número entero que indica los neutrones contenidos en el la masa atómica del helio.
La comprobación experimental de este principio la encon
núcleo lo designamos con el símbolo N.
tró Mr. Cockcroft en 1932, bombardeando el litio (Li) con pro
tones (1H’) acelerados, a 700.000 vol, de energía, en la siguiente
lsótopos.—La suma Z + N = A es el número total de par
tículas que constituyen el núcleo. Z representará también el reacción:
,Li’ + ,H’
+ ,He’
,He’
número de electrones exteriores del núcleo, y como en ellos
es donde residen las propiedades químicas de los elementos,
que quiere decir: un núcleo de Li bombardeado por protón, da
todos aquellos que tengan igual Z pertenecerán a la misma es
dos núcleos de helio (partículas ). Observemos de pasada que
pecie química. Si difieren en el número A por tener distinta
53.
---u
en ambos miembros de la ecuación suman la misma cantidad
los índices y los subíndices.
Computando la totalidad de la masa y energía en ambos
miembros, debemos encontrar la misma cantidad. Las masas
las conocemos por medio del espectrógrafo de masas, y son:
(Li7 + H’) = 8,024! u. m. (*),
(0He + 2He4) = 8,oo6 u. m.
Ó sea que en la reacción ha desaparecido la diferencia, que
es 0,0185 u. m. Cada una de las dos partículas emitidas lo han
sido con una energía cinética de 8,5 mega-electrón-voltios, me
dida obtenida experimentalmente, y como la energía del pro
tón incidente es despreciable, las o,or8 ti. m. desaparecidas
deben ser equivalentes a las 17 mega. e. y. observadas.
En efecto:
0,0187 u. m. son iguales a 3,07 X xo— gramos.
17 M. E. V. equivalen a 27,2 )< 1o6 ergios,
y C es igual a 3 )< 1010 centímetros.
Sustituyendo estos valores en la fórmula E = mc2, vemos
que la satisfacen.
Digamos de paso que un electrón-voltio es una unidad de
energía muy usada en física nuclear, y se define como la ener
gía cinética adquirida por un electrón cuando es acelerado en
un campo eléctrico producido por una diferencia de potencial
de i voltio. Es igual a i,6 x ro_lI ergios.
Hemos obtenido 27,6 x io
ergios de energía como con
secuencia de bombardear con un protón un átomo de litio, y
podemos esperar que si rompemos igualmente todos los áto
mos de litio contenidos en un átomo gramo, obtendremos
medio millón de kilovatios hora. La dificultad está en produ
cir estos proyectiles (protones) acelerados y en controlar la
energía producida.
Todas las experiencias del laboratorio se han hecho con
cantidades pequeñísimas de materia (aunque con gran número
de átomos), cantidades del orden de una fracción de micro
gramo.
En la tabla número x figura una lista de elementos con los
-
l
a
pesado)
2,35
7,57
34,31
5,7?
31i7 (litio)
42,01
6,00
4Be9 (berilio)
lo
(boro)
62,3
6,92
?
(boro)
(oarono)
6013 (carbono)
(nitrógeno)
(nitrógeno)
y’4
:
6,92
81,4
7,40
98,6
8,22
103,8
7,95
112,0
8,01
123,5
8,20
8,53
5016(oxfgeno)
136,6
141,1
8,30
368
9,20
22Ti48
(titanio)
446
26
(hierro)
523
9,30
935
36K
(Eripton)
(estado)
753
9,30
1b24
(gadoJ.i.o)
(plomo)
u. m.
-
=
unidades
-
ioso
9,15
1190
9,00
1390
5,50
1700
8,35
J92
2!L
54
69,2
6017 (oxigeno)
15A4 (sygon)
541e132 (xenon)
(*)
l,lr
21! (helio)
31i6 (litio)
30,29
de masa.
Reacciones en cadena.—Ya hemos indicado cómo se des
prende energía en la formación del helio resultante de la reac
ción hidrógeno-litio; pero, desgraciadamente, no puede fun
darse en ella un proceso industrial.
Cualquier combustible puede utilizarse en la práctica para
obtener energía calorífica, no solamente a causa de la que se
desprende en la combustión, sino porque se verifica su autoentretenimiento.
¿Podríamos utilizar la energía del carbón,
por ejemplo, si fuera preciso emplear trabajo para mantener
la combustión al ritmo de unos cuantos miles de pesetas por
tonelada? Ciertamente que no. Pues bien, una cosa análoga
ocurrió al tratar de aprovechar la energía desprendida en la
reacción litio-hidrógeno. Para hacer reaccionar los átomos de
hidrógeno fué preciso ionizarlos primeramente, convirtién do
los en protones, y acelerarlos después en máquinas especiales
de alto voltaje. De esta corriente acelerada de partículas sola
mente un pequeño número de ellas penetraron en el litio para
proyocar la reacción. La energía gastada para acelerar las res
tantes se empleó en pura pérdida, y el resultado fué un gasto
de energía superioi a la que se pudo liberar. Lo mismo ocurre
si del hidrógeno llegamos al litio por medio de las reacciones
que siguen, todas las cuales desprenden energías y se han
producido en el laboratorio:
1/1
0re
60
7/ji’
1
C 14
7iY
14
15
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DABLk 1.— DEpECTODE MASAY PSAccIoç DE coI,ncnD
DE Los LAS flñPOPfll4Tss }DEpENTOD.
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Defecto de masa
Tracción
de
fleaentos
enU-a(unidades
conpaoids.d —
masa) x 10—3
en U—zs
a lo
152 (hidrógeno
defectos de masa resultantes en su formación, partiendo de
protones
y neutrones libres. TambiS figura en ella una canti
dad muy ititersante llamada fracción de compacidad, y que es
igual al defecto de tríasa dividido por el número de partículas
del núbleo, proporcionando asimismo una medida de la ener
gía de enlace por partícula.
-
“
C
#,lle
4
74’e’
#4e°
El carbono hace de catalizador, y la reacción principal es for
mar helio a partir del hidrógeno, con desprendimiento de
30 mega e. y. de energía y 2 positrones.
En el interior de los astros lucientes existe un horno reactivo
en el que el hidrógeno se transforma en helio, y para esta sín
tesis se precisan unos 20 millones de grados de temperatura,
que son los que reinan en el centro del sol. Esta reacción, es
pontánea en los astros, se ha conseguido forzada en los labo
ratorios; pero no resuelve un problema industrial ni práctico,
como ya hemos indicado.
Consideremos otra reacción muy interesante también: la ro
tura de un núcleo de uranio. Cuando un neutrón percute co
rrectamente en un núcleo de uranio, lo rompe en dos fragmen
tos próximamente iguales, liberando unos 200 mega e. y. por
átomo escindido. Esta energía es enorme, pero menor, a igual
dad de peso, que la estudiada a base de hidrógeno y litio.
En cambio, hay una cosa esencial en este proceso, y es que, al
separarse en dos trozos los átomos de uranio, se liberan, ade
más, varios neutrones, y estos neutrones son los que, inci
diendo sobre nuevos núcleos en condiciones determinadas, man
tienen el autoentrétenimiento
de la reacción, análogamente al
de la combustión ordinaria. Si el proceso es rapidísimo, obten
dremos la bomba atómica, y si es más lento y regulable a vo
luntad, el reactor o pila nuclear.
Todavía en secreto.—No conocemos aún cuál es el camino
emprendido para obtener la bomba de helio. Vemos que la
realización es científicamente posible, que lá energía que po
día obtenerse sería muy superior a la que desarrolla la ya clá
sica del uranio. Esta puede producir temperaturas del orden
de los 20 millones de grados, mayores que las que presiden las
reacciones espontáneas del hidrógéno en el sol y en las estrellas.
¿Intervendrá la reacción en cadena del uranio en la produc
ción de la superbomba de hidrógeno? No tardaremos mucho
en penetrar en este “Secreto de Estado”.
(E)
1e° representa el electrdn.
Los factores de la movilidad del combatiente.
Coronel S. L. A. Marshall. De la publicación norteamericana
Infantry Journal. (Traducción de la 8.° Sección del E. M. C.)
(II)
(Véase el artículo
publicado con el mismo título en el mes pasado.)
El despilfarro de equipo.
Para refrescar nuestra memoria sobre algunos de los presa
gios de la segunda guerra mundial, podríamos recordar las pla
yas de desembarco. ¿Cuál es la impresión que nos dejaron?
La de una escena de desorden, en que el despilfarro era más
patente aún que la confusión. El desorden aumentaba con la
presencia de los cadáveres y de los heridos en espera de ser
evacuados; los descargaderos de abastecimientos dan en los
primeros momentos la impresión de que un tifón acaba de pa
sar sobre el lugar.
Pero quien está acostumbrado a ver en ese caos aparente
el comienzo de una labor sistemática, sabe que ese desorden
es inevitable y que existirá en toda operación de constituir
acumulaciones de materiales frente al enemigo. El espectáculo
más deprimente es el despilfarro de equipo personal, la gran
cantidad de mochilas, armas y municiones que dejan aban
donadas los soldados que se adentran en tierra en busca del
enemigo.
Tales escenas no han sido ninguna novedad. El mismo des
pilfarro se vió en los campos de batalla de la primera guerra
mundial, especialmente en el Argona, donde la lucha fué casi
incesante. Testigos presenciales comentaron el panorama que
se ofreció después de la batalla de Gettygsburh, diciendo que
de los millares de fusiles que tiraron los soldados, la mayor
parte no habían disparado un solo tiro. De Cold Harbor na
rraba un testigo: “Viendo lo que se había abandonado, me
preguntaba con qué armas se había disputado la batalla.”
Muy probablemente no hay ninguna otra característica más
común a todos los campos de batalla que el despilfarro inex
plicable de equipo esencial.
Es, sin embargo, un hecho sorprendente que, a pesar de co
mentarse mucho lo que ocurre, nadie ha tratado de evitarlo.
Quizá ello se deba, en parte, a que nos convencemos dema
siado fácilmente de que no podemos remediarlo. En las altu
ras, donde hay relativamente pocos hombres que hayan lle
vado a la espalda 30 Kg. al combate, hay tendencia a justifi
car este despilfarro, diciendo que es parte de la guerra y que
se debe principalmente a la naturaleza del hombre, que elude
en cuanto puede el cumplimiento de sus obligaciones.
Aunque eso es cierto en parte, sólo es una faceta de una ver
dad más importante e inquietante. En tanto continuemos di
ciendo al soldado que la movilidad es indispensable para lograr
la victoria y en tanto le sigamos predicando que “la seguridad
está en el avance”, hasta el soldado más cumplidor de su obli
gación se desembarazará de un peso que comprenda no puede
llevar cuando está sujeto a la extraordinaria tensión del com
bate. Si además de ser cumplidor es también inteligente, to
mará esa decisión tan pronto llegue el momento en que la
única alternativa que se le ofrezca sea hacerlo o rendirse a su
debilidad física y abandonar la lucha.
Pero ésta es una de las decisiones más duras que un soldado
cumplidor se verá precisado a tomar. Lo es así porque cuando
le llegue el momento de tomarla, su estado físico será probable
mente tal que no podrá pensar con claridad. Ya sé que muchos
dirán, teniendo en cuenta su propia experiencia de combate,
que los soldados aprenden automáticamente a desembarazarse
de las cosas que no necesitan, y que, por lo tanto, no hay pro
blema. Puede que sea verdad; pero ese aprendizaje sólo se
hace mediante la dura experiencia e invariablemente el mayor
perjuicio se sufre en el bautismo de fuego. Aproximadamente,
tres cuartas partes de nuestras baj as por fatiga de combate se
han producido cuando los afectados entraban en fuego por
primera vez.
Quienes hayan observado a fondo la naturaleza del campo
de batalla, habrán de reconocer que la deficiencia está en la re
taguardia, o sea que los soldados son victimas de una carga
inadecuada y de una apreciación errónea de la relación entre
la carga y las posibilidades tácticas. Cuando las tropas no
actúan como se esperaba, siempre existe una razén para
ello, y el achacarlo a la desidia humana es pecar de pereza
mental.
Sólo puede haber verdadera economía de las posibilidades del
soldado cuando el Mando base sus cálculos valorando al hombre
en lo que es y no en lo que quisiera qu fuera.
Esta es, pues, la verdadera dificultad. En las esferas encar
gadas del planeamiento ha habido siempre una ignorancia ge
neral de las limitaciones logísticas del porteador humano cuan
do actúa bajo el fuego enemigo y de la rémora que para su
actuación táctica supone el cargarle con exceso.
Historia del problema.
Lo que se necesita es una resolución moderna para un pro
blema tan antiguo como la misma guerra. Los antecedentes
históricos de este problema fueron expuestos con claridad por
la Comisión asesora sobre Higiene del Ejército británico, que
en 1920 investigó cómo ha sido cargado el soldado a través de
los siglos en su Memoria titulada La Carga del Soldado.
J. F. C. Fuller formó parte de esa Comisión, y hablando con él
sobre el particular durante los días en que nuestras fuerzas
desembarcaron en Normandía, fué cuando por primera vez el
problema atrajo poderosamente mi atención.
La Memoria era docta, pero poco brillante. Aparte de esta
blecer la estrecha relación que existe entre la carga excesiva
del soldado y la abundancia de enfermedades del corazón, del
riñón, del sistema circulatorio, del pulmón y la hipertensión
entre los veteranos, no estableció conclusiones médicas. Tam
poco señaló relación alguna entre el exceso de carga y el ago
tamiento físico y mental del soldado en el campo de batalla.
La Memoria no contenía datos de la primera guerra mundial
que pudieran haber contribuído a poner en claro las alteracio
nes psicoorgánicas que sufren los hombres en el combate a
consecuencia del exceso de carga. Es probable que el Ejército
británico no dispusiese por entonces de esa información ni de
ninguna otra. Hay muchos aspectos del combate que apenas
si hemos empezado a explorar, y de lo que menos informados
estamos es de la naturaleza de la línea de fuego.
Pero lo que la Comisión demostró claramente es que los
Generales de todos los tiempos no han sentido gran respeto
por las limitaciones logísticas del hombre, tanto dentro como
fuera del combate; en esto hay coincidencia desde Marco
Aurelio hasta Montgómery. El legionario romano, reclutado
generalmente a los veinte años entre la gente de campo, aten
diendo más a su robustez que a su estatura, llevaba sobre sí
unos 36 Kg. cuando marchaba sobre las lisas calzadas del
Imperio. Aunque parezca brutal, debemos, al menos, hacer la
apostilla de que veinte siglos después de las legiones, los sol
dados nortéamericanos que atravesaron las traidoras arenas
de Normandía iban más cargados que él.
El soldado francés de la guerra de Crimea llevaba un equipo
que pesaba poco menos de 33 Kg. Los “levitas-rojas” briti.ni
cos llevaban 36 Kg. cuando asaltaron nuestro Bunker Hill, y
el infante inglés, con 30 Kg. a cuestas, se enfrentó en Water
loo con el francés, cuyo equipo pesaba 25 Kg.
Durante la primera guerra mundial, nuestros infantes lle
varon pesos parecidos.- Por entonces, uno de los requerlaueia
tos de la instrucción era acostumbrar al sldad
a msr1ar
cargado con su equipo pesado (unos 27 Kg.), y lo mLlo era
5
que, al entrar en combate, se añadían a éste más raciones y
más municiones, descartándose, en cambio, al menos oficial
mente, sólo una parte muy pequeña de la carga de instruc
ción.
La Comisión halló que, con pocas excepciones, en los tiem
pos pasados no se había tenido en cuenta el principio de que
cuanto más ligero vaya el soldado, en mejores condiciones está
para el ataque. Una excepción notable la constituyó Filipo de
Macedonia, que con sus “Hypaspitas” consiguió una magní
fica infantería ligera. Otra, Oliverio Cromwell, que consiguió
una genial movilidad para sus “Cabezas Redondas”, alige
rando el peso de su equipo hasta dejarlo en unos x8 Kg.
Jakson creó una infantería ligera, cuyo equipo era el míni
mo indispensable, pues no llevaba mochila, capote ni pren
das de repuesto. Lo único que cada soldado llevaba, era su ar
mamento, municiones, provisiones para ir tirando y una man
ta o cobertura impermeable. Los soldados dormían de dos en
dos, y entre todos los de una Unidad llevaban el utensilio de
cocina, para lo cual los mangos de cacerolas y sartenes eran ta
les, que podían meterse en los cañones de los fusiles.
Según decía el informe, el término medio de la carga del sol
dado en los Ejércitos de los treinta últimos siglos oscila entre
los 25 y los 27 Kg., habiendo sido práctica general en ellos el
acostumbrarle a llevarla mediante largas marchas de entrena
miento.
Finalmente, la Comisión llegó a la conclusión de que la car
ga máxima tolerable para un hombre corriente en marcha por
carretera es de diecioco a veinte kilos. Más concretamente, dic
taminó que la carga óptima durante las marchas de instruc
ción es la de un tercio de su peso, incluyendo en ella las ropas
y efectos personales del soldado. Pasado ese límite, el consumo
de energía necesaria para el transporte aumenta desproporcio
nadamente al del peso que se añade.
Tales eran los puntos principales del informe. Sin embargo,
sugería también tímidamente que podría haber una diferen
cia radical entre las posibilidades de transporte en una mar
cha, en la que el soldado sólo se preocupa de “pedalear”, y en
combate, durante el cual su vida depende de la rapidez de sus
reflejos. Censuraba a los pensadores militares por no haber de-.
dicado nunca su atención a esta última contingencia.
Forzosamente, pues, debemós agotar el asunto más que la
Comisión, si hemos de llegar a una conclusión más aceptable
para la solución actual del problema, que ha de ser buena para
nosotros, ya que lo fué para los “Hoplitas” y los romanos.
Los temoresdel EstadoMayor.
Si un joven y bisoño Jefe de Compañía sin experiencia car
gara a sus hombres hasta tal punto que casi no pudiesen moverse durante el combate, no causaría un gran perjuicio al
Ejército y hasta es probable que ni siquiera a su Unidad, por
que seguramente algún superior, con más cordura, le haría
rectificar.
Pero cuando el Estado Mayor se equivoca en este aspecto,
nadie le rectificará, y las consecuencias serán catastróficas
para las tropas del frente. Tal ha sucedido durante la segunda
guerra mundial, en la que un enfoque erróneo del problema
nos ha costado innecesariamente muchas bajas.
El E. M. tendía siempre a cargar al combatiente según su
propia visión de todas las incidencias imaginables que pudie
ra ocurrir. De ese modo, con todos los componentes de un
Estado Mayor anticipándose celosamente a cualquier contingen
cia y nadie que se preocupase de imponer un límite de peso
para defender la espalda del soldado, las cargas llegaban a ser
frecuentemente insoportables. ¿Y con qué resultados? El sol
dado no llevaba sencillamente adelante la carga que juzgaba
excesiva, pero la potencia de fuego se evaporaba.
Las fuerzas de primera línea flaqueaban y a veces fracasa
ban, agobiadas por el peso de torpedos “bangalore” que nun
ca se disparaban, equipo contra gas que no se utilizaba y cuer
das de escalada que sólo hubieran sido útiles si el Batallón hu
biera desembarcado ante un acantilado.
Estos males podían haber sido remediados; nuestras posibi
lidades tácticas y nuestra eficiencia general en el combate
habrían sido mayores si:
1.0
Hubiésemos fijado un límite para la carga del comba
tiente, y
2.°
Si lo hubiéramos hecho observar a raja tabla.
No hicimos ninguna de ambas cosas. A este respecto, obra-
56
mos menos prudentemente que los antiguos escoceses, quienes
en Bnnockburn fueron al combate tan ligeros como el viento,
pues cada combatiente dispusó de un porteador que llevaba
sus armas. Y por cierto que la Historia nos dice que ese detalle
decidió la batalla, pues los ingleses, al ver en la lejanía a la tro
pa de porteadores que avanzaba sobre Gillies Hill, creyeron
que se trataba de la llegada de refuerzos enemigos y abandona
ron el campo.
Lección de Omaha.
En las primeras oleadas de asalto que se lanzaron sobre la
cabeza de puente de la playa de Omaha hubo Compañías cuyos
hombres se lanzaron al agua llevando cuatro cartones de ciga
rrillos, como si el objeto de las operaciones fuese el comerciar
con los franceses.
Algunos de ellos no llegaron jamás a la orilla por los dichosos
cigarrillos, pues o se metieron en algún pozo traidor o cayeron
abatidos por un balazo, y, embarazados después al empaparse
su equipo, no pudieron volver a levantarse y se ahogaron.
No hay estadísticas definitivas sobre las bajas sufridas en
Omaha, y si alguna vez se publican, sólo serán, en el mejor
caso, aproximadas. Nadie puede decir con certeza si murieron
más hombres a consecuencia del fuego enemigo que a causa
del excéso de carga que los hizo presa fácil del agua. Pero
cuando concluí mi investigación con los supervivientes de las
Compañías que tomaron parte en el asalto inicial, quedé bajo
la impresión de que directa o indirectamente el peso y el agua
nos causaron la mayor parte de las bajas.
Convencido de que ésta fué la gran lección de Omaha y de
que era más instructiva que ninguna otra deducida de cual
quier otro desembarco de la segunda guerra mundial, por la.
importancia de la operación y por lo decisiva que fué, opino
que sus detalles tácticos merecen un estudio más profundo que
las cuestiones de alta estrategia.
El error fundamental fué uno muy sencillo. Valoramos exce
sivamente la fuerza física del soldado en las circunstancias del
combate, y ello casi nos costó la operación. Como quiera que
éste es el mismo error que los Ejércitos y los Comandantes han
venido cometiendo durante siglos, es de temer que se seguirá
cometiendo en el futuro.
El E. M. sólo puede ser considerado parcialmente responsa
ble de esa equivocación. La solución que durante una guerra
se da a cualquier problema esencial refleja en gran parte nues
tra doctrina sobre él en tiempo de paz, y eso es precisamente
lo que ocurrió en este caso; las rectificaciones de orden gene
ral que se precisaban sólo podrían haberse hecho si con ante
rioridad a la guerra se hubiera visto claro el asunto.
El origen de la dificultad está en que sólo reconocemos “de
boquilla” el principio de que el objetivo de la Logística no es
meramente el apoyar y abastecer al combatiente, sino evi
tarle toda fatiga y tensión innecesarias.
Nos resistimos a convencernos de que 5.ooo combatientes
relativamente descansados derrotaron siempre a 15.ooo enemi
gos fatigados.
En la hora decisiva, la fuerza de un Ejército no puede me
dirse por el número de cuerpos humanos que lo forman, sino
por el de sus soldados con moral ofensiva y con facultades fí
sicas para atacar.
En la playa de Omaha contamos con una cantidad pequeñí
sima de soldados en estas condiciones. Verdad es que el miedo
a la muerte contribuyó a la paralización de parte de los hom
bres que no pudieron avanzar más allá de las playas; pero no
haríamos justicia a nuestra gente y pecaríamos nuevamente
de una ignorancia crasa acerca de las causas de pánico entre
los combatientes, si diésemos por supuesto que la única razón
por la cual muchos hombres fracasaron en Omaha fué la de
que entraron bajo el fuego artillero y de fusil enemigo tan
pronto llegaron a tierra.
No tendría sentido alguno el decir que todos lo hubieran
hecho bien si el dsembarco hubiera sido un ejercicio de en
trenamiento.
Relato de un testigopresencial.
El Capitán Richard F. Busch desembarcó en Omaha con las
primeras oleeadas de asalto. Se trata de un artillero que lle
vaba la misma misión que el difunto Teniente Coronel Mu!
lins, uno de los inmortales de la gran empresa, misión que con-
sistía en preparar el desembarco de sus propios cañones. Pero
los cañones no llegaron; nuevamente el exceso de precauciones
de alguien impidió el logro de un objetivo. Los cañones iban
a ser transportados en vehículos de carga anfibios y ese alguien,
convencido de que el vehículo y su carga tendrían que expo
nerse demasiado al fuego de la costa, hizo poner en cada uno
un parapeto de dieciocho sacos de arena, con el resultado de
que entre este peso y la mar gruesa se hundieron todos los ca
ñones menos uno.
Ya sin misión propia, Bush y Mulliris se dedicaron toda la
mañana a persuadir a los desmoralizados infantes para que
reanudasen el cumplimiento dé su deber: Mullins fué muerto
cuando trataba de dirigir los carros propios contra unas casa-matas alemanas que castigaban nuestro flanco, y es en nuestra
historia un hecho muy glorioso la actuación de aquel hombre
en la mañana que citamos.
Su compañero Bush enjuició así a los hombres entre los cua
les se encontrába: “Estaban inmóviles y mirando fijamente al
espacio y en un estado de postración nerviosa tal, que no, se
daban cuenta de lo quç, estaba ocurriendo; muchos habían ol
vidado que tenían armas para disparar; otros, que las habían
perdido, parecían no ver que podían coger las que había tira
das en sus inmediaciones. Algunos no podían sostener el arma
que poníamos entre sus manos; otros se quedaban mirándonos
sin entendemos cuando les decíamos que limpiasen su fusil.
Sus nervios estaban deshechos y no podíamos hacer carrera de
ellos; el fuego continuaba su obra, y cuando eran tocados, se
desplómaban en la arena sin ni siquiera pedir que se los reco
giera.”
Palabras casi idénticas fueron escritas por el Capitán Hoe
nig tiempo atrás durante la guerra francoprusiana. Había, pre
senciado la derrota de la 38.’ Brigada prusiana en Mars-le
Tours, en la que esta Unidad perdió el 53 por xoo de sus efec
tivos en unas pocas horas. Observó que los süpervivientes mi
raban fijamente, pero que no veían nada, y que sus oídos no
hacían- llegar mensaje alguno a sus cerebros. Dijo uno de ellos:
“Vi la locura retratada en sus semblantes, la locura que’ pro
viene del agotamiento físico unido al terror más abyecto.”
Desgraciadamente,
tales escenas bélicas no se comprenden
por completo. Los profesionales tradicionalmente
acostum
bran a juzgar que tan completa impresión nerviosa sólo se
da en una colectividad militar después de una terrible derrota,
cuando ya no hay esperanza alguná. De juicio tan superficial
no se puede sacar otra moraleja que en la guerra, como en to
das partes, lo que importa es estar en el bando que gana.
Como creo que se pueden sacar lecciones más provechosas;
vuelvo a mis notas originales sobre la operación de Omaha
para reflejar acontecimientos que sólo han sido citados de pa
sada en el relato oficial que se ha publicado, aunque tal relato
está también basado’ en mis notas originales.
El siguiente pasaje cuenta una pequeña parte de lo que ie
ocurrió a una Compañía del x6.° Regimiento de Infantería la
mañana del 6 de junio de ¡944.
La Compañía perdió durante el día un total de 505 hom
bres; pero de éstos, sólo uno- fué muerto en el avance desde el
final de la playa hacia el interior. La mayoría de los •demás
murieron en el agua. Muchos de los que resultaron heridos al
abandonar las lanchas de desembarco pudieron llegar hasta
la misma orilla, donde se desplomaron y fueron arrastrádos y
ahogados por la marea, que subía a la velocidad del paso
lento de un hombre. Otros soldados que intentaron salvar a
algunós de estos hombres fueron al5anzados por el fuego ‘ene
migo, y posteriormente se ahogaron también a causa de la
marea. En general, quien caía en la orilla, podía darse por
muerto.
Después de lanzarse al agua la Unidad en sú conjunto, avan
zó hasta rebasar la orilla e hizo alto; los soldados se echaron
inmediatamente
a tierra. Los sargentos Fitzsimons, Ellis y
Toth, entre otros, trataron de reunir la Unidad para seguir
avanzando; se daban cuenta, dijeron, de que estaban -en un matadero y de que el único modo de salvar a la Compañía era
hacerla cruzar la playa.
- Por ello, los Mandos dieron a gritos, las órdenes correspon
dientes; pero al- tratar de ponerse en pie, su propia- ‘debilidad
física se lo impedía. Los tres sargentos dijeron que, después
de arrastrarse unos pasos, tenían que volver a tenderse, por
que sus piernas se negaban a sostenerlos, y añadieron que
ellos y los demás hubieran seguido inertes si la marea no les
hubiera obligado a avanzar para no ahogarse. -
Fitzsimons vió a dos de sus hombres, los soldados Walch
y Spencer, tirarse a la arena y saltar deshechos por la explo
sión de una mina. Pero los incidentes de esta clase no influ
yeron en el paso de la Compañía, que continuó avanzando a
la misma velocidad que
la marea hasta que llegó al límite de
la pleamar e hizo allí alto por algún tiempo.
Aunque la Compañía tuvó más pérdidas por la marea que
por el fuego enemigo, empleó luna hora para, recorrer menos
de 250 metros de playal
Los hechos relatados - fueron contrastados en una crítica co
lectiva de la Compañía, a la que asistieron todos los supervi
vientes, y cuanto se escribió en ella fué leído a toda la Uni
dad por si había errores. Se trata, por consiguiente, de un
relato todo lo verídico que es humanamente posible. He de
añadir que muchos de los supervivientes eran veteranos acos
tumbrados a las escenas y ruidos del combate. Indudable
mente, la’ depresión nerviosa que las extremadamente
eleva
das bajas sufridas al comienzo de la acción produjeron originó,
en parte, la semiparalización del avance.
Con esto llegamos al punto principal de nuestro alegato.
Mediante las investigaciones llevadas a cabo por nuestro
Cuerpo de Sanidad durante la segunda guerra mundial, los
facultativos saben hoy más que nunca acerca de la depresión
nerviosa que el combate produce y algo más que antes de sus
causas. Pero debo señalar que estos conocimientos no serán
jamás de utilidad general para el Ejército, en tanto sean con
siderados como interesantes sólo para los psiquiatras. Lo que
hace falta es que los Oficiales de las armas estén también bien
informados de las causas de esa depresión, en lugar de confor
marse simplemente con la mezquina idea de -que ataca a algu
nos -hombres “porque no están a la altura de las circunstan
cias”. Sólo así podremos aplicar a esa depresión un tratamiento
preventivo.
El “busilis” del asunto es que todo el mundo sufre esa depre
sión -en uno y otro grado y que su exteriorización varía de un
hombre, a otro según la intensidad del miedo de cada uno, y
de una situación a otra en la medida que el éxito o el fracaso
se hagan sentir en la mayoría de la gente afectada. Pero sus
consecuencias no varían en un aspecto importante:
Un hombre se fatiga físicamente en proporción a la depresión
nerviosa que sufra y al grado en que el miedo se apodere de él.
La fatiga se traduce en pérdida de vigor muscular y de coordina
ción mental.
Por estas razones, cada libra que lleve de más sobre sí re
duce sus posibilidades tácticas.
Si éste es el caso, nos encontramos en-la infancia del mando
cuando - hablamos de que una fuerza llega a estar “clavada
mentalmente” a consecuencia de una moral de combate baja,
si no estamos dispuestos a aceptar la otra premisa; es decir,
que esa fuerza puede también llegar a estar “clavada moral
mente” como resultado de un enfoque logístico erróneo de sus
superiores.
La debilidadde los fuertes.
No puede existir una verdadera economía de las posibilidades
del soldado en el campo de batalla, si no se respetan las limita
ciones físicas -naturales -del hombre corriente. Pero desde el mo
mento que esto parece peligroso, porque desacredita la -creen
cia tradicional de que podemos estimular al soldado a la rea
lización de- hazañas que casi no puede imaginar, instilándole
el deseo del heroísmo, debo ilustrar mi aserto con algún otro
ejemplo. Me lo proporciona la actuación de una Compañía del
rió Regimiento de Infantería en la playa de Omaha, el mismo
día y en la misma fase del desembarco que la del i6.° Regi
miento antes citada.
Esta Compañía tuvo un éxito extraordinario.
Empezó el
día sin grandes pérdidas y con la hazaña sin par de situar a
todos sus supervivientes y material más allá de la playa.
Cuando digo “sin par”, - lo- digo en su sentido literal, porque
ninguna otrá Compañía hizo tanto en la playa de Omaha.
Para el anochecer, la Compañía había logrado el avance
más profundo en su sector regimental. Así consta en el relato
oficial de la operación, y la Compañía no necesita un apologis
ta, pues los hechos cantan.
Las lanchas de desembarco que llevaban a la Compañía te
nian -instrucciones para hacerla desembarcar en un lugar ya
defendido por otra Compañía de fusileros; pero no ocurrió
57
así, y las lanchas atracaron en un trozo de costa que aún do
minaba el enemigo y que desde las alturas cercanas defendía
vigorosamente. Sin embargo, los pelotones desembarcaron bas..
tante cerca unos de otros, pues sus lanchas respectivas atra
caron casi al mismo tiempo.
También esta suerte fué única entre las fuerzas asaltantes
de Omaha y operó como un tónico para la moral de la Compa
ñía, neutralizando la impresión que produjo el que se encon
trase ante una situación táctica inesperada. La Compañía
hizo una breve pausa al llegar a la orilla, pausa que no se debió
ni a indecisión ni a la necesidad de hacer que los hombres des
cansaran. Se hizo para organizar el avance y para que la gente
eligiese sus líneas de avance por entre los obstáculos que de
lante se presentaban y evitase las zonas batidas por las seis
ametrallddoras enemigas que tenían delante.
El Jéfe de la Compañía dió la orden: “;Llevadlo todo alas
rocas!” Su orden f-ué transmitida de hombre a hombre y todos
avanzaron para intentarlo, y lo lograron.
Perdiendo sólo pocos hombres, la Compañía cruzó la playa
y llegó al acantilado que tenía delante. La manera como
avanzó fué muy interesante. Los soldados avanzaron reptando
y les costó exactamente diezminutos el cruzar la misma playa
que, a pequeños saltos de pocos pasos, había costado cruzar
una hora a la Compañía del i6.° Regimiento de Infantería.
La comparación es, sin embargo, improcedente, porque las
circunstancias morales, físicas y tácticas eran totalmente dis
tintas. Pero precisamente por el hecho de que nuestra Compa
ñía del iió tuviera una actuación relativamente afortunada
en su bautismo de fuego, y de que continuase siendo, desde
entonces hasta que terminó la guerra, una Unidad excepcio
nalmente agresiva, por lo que dijeron los componentes de su
primer avance, resulta un rayo de luz en el sombrío panorama
general de toda la acción.
El soldado de primera Hugo de Santis manifestó: “Todos sa
bíamos que llevábamos demasiado peso encima y que nos es
taba inmovilizando precisamente cuando la situación nos exi
gía que avanzásemos. Hubiéramos abandonado nuestro equipo
personal o no nos hubiéramos movido de donde estábamos,
si no. se nos hubiera mandado con energía.”
Y el Teniente John 5. Cooper: “Unos pocos de mis hombres
estaban tan débiles a consecuencia del miedo, que les era físi
camente imposible el mover más que su propia persona. Por
ello, los más fuertes afrontaron el doble riesgo de volver y
ayudar a los más débiles. a transportar su equipo a través de
la playa.”
Dijo el sargento Bruce Heisley: “Todos estábamos sobresal
tados y débiles. Yo lo estaba a pesar de que no me había ma
reado en el mar, como de costumbre. No me di cuenta de que
me faltaban las fuerzas hasta que pisé la playa; llevaba parte
de una ametralladora, cargado con la cual puedo correr nor
malmente. Quise hacerlo entonces, pero me encontré con que
no podía ni marchar al paso con ella; apenas si podía arras
trarla. Por ello empecé a arrastrarme tirando de ella. Me sen
tía avergonzado de mi debilidad; pero cuando miré alrededor,
vi que los demás hacían lo mismo que yo.”
Finalmente, éstas fueron las palabras del sargento Tho
mas B. Turner: “A todos nos sorprendió el encontrarnos débi
les de repente y también la cantidad de fuego que se puede
aguantar sin que le den a uno. Bajo el fuego aprendimos algo
que no se nos había enseñado: que el miedo y la fatiga influen
cian parecidamente en un avance.
Estas fueron las declaraciores corrientes entre las muchas
que hicieron los asaltantes de Omaha. Ellas ayudan a com
prender el espectáculo de centenares de infantes paralizados
en la orilla, mientras la acción era decidida por unos cuantos
hombres, relativamente poco numerosos, que continuaban su
avance hacia las alturas del interior. Decidieron el combate
ún pequeño tanto por ciento de los presentes arrastrados por
unos pocos,, pero muy inspirados, Jefes, entre los que destaca
el General de Brigada Cota, quieh, para cuando sus Compa
ñías de Infantería llegaron al terreno elevado, estaba explo
rando ya por su cuenta una zona muy alejada.
Los corresponsales de la Prensa describieron muy generosa
mente a quienes no llegaron a “arrancar” como “hombres que
luchaban ferozmente en una estrecha faja de la costa”; pero,
según sus propias declaraciones, no estuvieron “luchando feroz
mente”, sino completamente agotados, y sus Unidades, para
lizadas. Su testimonio prueba que les faltó el vigor físico que
la situación exigía.
58
El miedoequivalea la fatiga.
Al leer estas notas tácticas, habrá quien diga que lo único
que prueban es que no habíamos endurecido a nuestros sol
dados suficientemente para la guerra. Pero el aceptar esta
conclusión haría inútil todo el estudio del problema, porque
las tropas que participaron en el asalto a la playa de Omaha
estaban tan bien instruídas y acondicionadas para el com
bate como puedán estarlo las mejores en el futuro. Además,
como ya he indicado anteriormente, la instrucción tiene sus
límites y jamás podrá acondicionar al soldado para el cumpli
miento de unas misiones de combate que excedan su capaci
dad física.
La verdadera lección de lo ocurrido en Omaha que debemos
deducir es la que tan claramente expuso el Sargento Turner:
“El miedo y la fatiga tienen una influencia parecida en un
avance.” A esta declaración no se le puede añadir ni quitar
una letra, pues es una exposición objetiva de una de las ver
dades más elementales de la guerra. Sin embargo, había es
tado olvidada durante siglos y correspondió a un movilizado
norteamericano
el expresarla por primera vez de un modo
inequívoco.
Bien examinemos la cuestión desde un punto de vista tác
tico o la enfoquemos desde un punto de vista médico, la con
clusión será la misma: el soldado, cuando está cansado o des
moralizado, sufre una merma de su vigor físico y se apodera
de él una sensación de debilidad. La reducción de su capaci
dad muscular a consecuencia del miedo es, por lo tanto, aná
loga a la que sufre a causa de la fatiga física. Estos hechos, que
hubieron de ser descubiertos mediante la observación de lo que
ocurre en el campo de batalla, han sido confirmados después
en el laboratorio. Se ha demostrado que en un organismo hu
mano sujeto a una tensión originada por el miedo que se man
tiene durante un período de tiempo considerable, los cambios
fisiológicos que se siguen son comparables a los que produce la
fatiga. En ambos casos ocurren descargas excesivas de adre-.
nal y alteraciones en el torrente circulatorio y en los músculos.
Durante las campañas del Pacífico central, dos Generales de
División, Archibald V. Arnold y Ralph C. Smith, quedaron
impresionados por un fenómeno que observaron en sus fuer
zas. Si duranté un ataque, alguna de las Compañías que tornahan parte en él era détenida dos o tres veces por un fuego
enemigo repentino, se hacía después imposible emplearla pro
vechosamente. En vista de ello me pidieron que determinase
la cáusa. La explicación (que por entonces no pude ver con
claridad) era que los sorprendidos atacantes perdían su vigor
muscular por la acción repetida de un miedo súbito; su reserva
muscular de glucógeno se quemaba tan efectivamente, aunque
con menos provecho, como cuando se agotaban cavando trin
cheras.
Ninguna apelación a fuerzas espirituales puede neutralizar
esos procesos sino en la medida que contribuya a mitigar el
miedo. Es tan inútil pensar otra cosa como el pensar que los
mortales puedan ser preparados para permanecer absoluta
mente impávidos ante la muerte. En el combate, lo que desgasta el vigor muscular influye en el cerebro, y cuanto ataque
al cerebro merma el vigor físico. Un hombre cansado se asusta
más fácilmente y un hombre asustado se fatiga rápidamente.
La neutralización del miedo es tan indispensable para la
recuperación del vigor físico humano como el descanso lo es
para un organismo agotado por largas marchas o un duro
trabajo.
Estamos tratando, pues, de una reacción en cadena. La mi
tad de una buena dirección en combate consiste en que el Jefe
evite un gasto innecesario de los recursos físicos de sus hom
bres y tome al mismo tiempo las medidas adecuadas para que
el miedo no. se apodere de sus hombres. La otra mitad de
pende de que su Unidad esté debidamente instruída de ante
mano.
Si se envía a un hombre al combate cargado de tal modo que
le duelan los hombros
tiemblen sus rodillas, perderá la posi
bilidad principal de dominar su impresión inicial de miedo,
que es normalmente la peor. Al perderla, disminuyen las pro
babilidades de que pueda llegar a un pronto equilibrio men
tal y convertirse en un tirador eficiente, aumentando, en cam
bio, las de que se convierta en un “caso” mental o en un in
útil. De la erróiiea apreciación de las posibilidades logísticas
del hombre provienen la pérdida de oportunidades tácticas y
el despilfarro de efectivos, pues es evidente que nada contri
buye tanto a fomentar la confianza del soldado en sí mismo
como una experiencia afortunada en su bautismo de fuego.
acuestiónreligiosaenetEjércitobritánico.
Comandante Thomas, del The Queen’s Own Roycil West Regiment. De la publicación inglesa The Army
Quarte!y. (Traducido por el Comandante Arenas Ramos,del Grupo Zapadores de-la División Acorazada)
cambio muy notable. En las grandes zonas militares de Ingla
terra se llevan todavía a cabo por parte de los capellanes gran
des -esfuerzos para intentar persuadir a los soldados que asis
tan a la iglesia. Pero el éxito-obtenido es muy pobre: la suerte
no está de su parte. Las estadísticas confirman que sólo un sol
dado de cada veinte asiste los domingos a la iglesia. Como con
secuencia de esto, los capellanes de las iglesias del Ejército
de Su Majestad celebran las ceremonias religiosas solamente
para unos pocos y en una atmósfera deprimente y embarazosa
para todos, y esto de ningún modo inspira a un joven soldado
- el
deseo de -una continuada asistencia. ¿Quién tiene la culpa
- de
que los soldados, como generalmente - ocurre siempre, no
traten de volver a la iglesia?
La abolición de esas formaciones reglamentarias ofrece tam
bién otras consécuencias de importancia. Antes de la guerra,
los capellanes del Ejército eranuna parte esencial en las (Jalda
des, .y los -actos religiosos que periódicamente se celebraban
todas lassemanas constituían la mejor oportunidad para con
solidar el trabajo que durante el resto de la semana habían
llevado a cabo dentro de la Unidad. Hoy, el- capellán del Ejér
cito está en peligro de perder el contacto con el soldado. Es
una situación lamentable; pero no puede negarse el hecho de
que sus llamadas urgentes a los hombres para que vayan a la
iglesia virtualmente son ignoradas. El problema que sigue es
la cuestión llamada “la hora del padre”. Al abolirse dichas for
maciones, se dieron nuevas normas para que los soldados pudie
ran tener semanalmente una hora de instrucción religiosa con
el capellán de su secta. Ese tiempo, durante las horas normales
de trabajo, en el cual los hómbres reciben instrucción religiosa
sin celebrarse verdaderamente ceremonia alguna, se considera
ahora como un acto de servicio. Este sistema no carece de va
lor; pero el hecho es que los capellanes se encuentran frente a la
ardua labor de enseñar religión teórica sin el fondo de los senci
llos actos religiosos. El que los hombres puedan recibir frecuen
temente esa instrucción entremezclada con una formación de
ordenanza y una lección sobre el mecanismo del cañón Bren no
da al capellán ninguna facilidad. En estas condiciones, segura
mente, sólo de un milagro se podría esperar que algún hombre,
inspirado por el capellán, asistiese voluntariamente a la cere
monia religiosa del domingo.
-
Desde el final de la segunda guerra mundial, diversas per
sonalidades han realizado tenaces esfuerzos para popularizar el
Ejército como una carrera profesional. Con este objeto se hi
cieron desaparecer un gran número de limitaciones que pesa
ban sobre la libertad individual del soldado. Así, a nadie sor
prendió en 1946 la enmienda hecha a las Reales Ordenanzas
aboliendo toda clase de formaciones obligatorias para actos
religiosos, a no ser que fueran autorizados especialmente p or
el General en Jefe con motivo de algunaceremonia
eventual
de importancia local o nacional.
El problema de la formación obligatoria para actos religio
sos en el Ejército siempre fué motivo de controversia y exposi
ción de opiniones contrarias por parte de las autoridades de la
Iglesia, de los miembros del Parlamento y demás figuras de
la vida pública del país. La prensa popular también llevó a
cabo periódicas campañas, unas en favor y otras en contra del Ejército, por tener éste autoridad para ordenar -a un soldado
su asistencia a ceremonias religiosas. Hoy, las formaciones
reglamentarias
para actos religiosos han sido abolidas en el
Ejército, y la gente no demuestra gran interés sobre el desarro
llo de dicho asunto. Pero nosotros nos encontramos ahora
frente a una situación que no sólo podría despertar el interés
de las autóridades del Ejército, sinó también las de toda la
Nación.
-
La formación obligatoria para actos religiosos.—Antesde
intentar discutir la actitud presente del soldado hacia la reli
gión, es interesante estudiar la situación existente en el Ejér
cito con anterioridad a la abolición de dichas formaciones. En
casi todas las Unidades era costumbre que por lo menos parte
de la misma asistiera los domingos a las ceremonias religiosas,
bien dentro de sus cuarteles, o una especial para la guarnición,
o a la iglesia pública. Los individuos nombrados para tal asis
tencia lo eran nominalmente, correspondiéñdoles el turno cada
dos o tres semanas. Los domingos, los soldados, formados con
sus Oficiales, como para cualquier otra formación, iban a la
iglesia, frecuentemente con la banda de la Unidad a la cábeza,
que tocaba durante la ceremonia. El actó religioso era extra
ordinariamente
sencillo: consistía en el canto de los himnos,
• la lectura
del Evangelio por uno de los Oficiales, tinas oracio
nes y un corto sermón- a cargo del capellán. La ceremonia ter- minaba
con el canto del himno nacional. Después, los soldados,
formando fuera de la iglesia, desfilaban con el Jefe al frente,
para romper filas en su acuartelamiento.
Todo lo anterior no duraba más de una hora, y no es exagerado
afirmar que a la mayor parte de la tropa le gustaba la tranquila
pomposidad del desfile y la sencillez de la ceremonia. Además,
disfrutaban con la oportunidad que se les presentaba, tanto a
los Oficiales y soldados como a - sus- familias y amigos, de en•
contrarse juntos durante unos momentos en la mañana del
domingo.
No es el propósito discutir el -aspecto religioso de la forma
ción y sus detalles; esto es materia más adecuada a las prerro
gativas del capellán castrense que a las de un seglar. Sin em
bargo, es interesante la observación apreciada modernamente
en la sociedad según la cual la generalidad de la- génte siente
una extraordinaria timidez para manifestar públicamente su
fe. Esta timidez, frecuentemente, conduce á una falta de estí
mulo, y es necesario realizar un verdadero esfuerzo a fin de no
perder la costumbre de -asistencia a la iglesia. Aunque actual
mente la formación. reglamentária para -actos religiosos se
considera - de una manera explícita como - una incomodidad
para algunos soldados, en otros producía un efecto de ayuda
para vencer su timidez- y confesar así -püblicamente la fe, esa
fe que de corazón sienten la mayor parte de los hombres.
Las dificultades del capellán.—No hay duda de que, con la
abolición - de las formaciones reglamentarias para actos reli
giosos, la influencia de la religión en el Ejército ha sufrido un
-
Otros resultados de la abolición.—En el Ejército de hoy,
como nó existe formación reglamentaria para actos religiosos,
la mayor parte de los hombres se marchan del cuartel el sábado
al mediodía y no regresan hasta la diana del lunes.
Aparte de la cuestión religiosa, este régimen ofrece el grave
incónveniente, - a. los Oficiales encargados -de deportes, de no
poder organizar los equipos propios de la Unidad para celebrar
encuentros con equipos civiles, ya que éstos juegan sus parti
dos en sábado. Esto se opone a la idea de fomentar un fuerte
“espíritu de Cuerpo”, que tantó valor representa para las Uni
dades y que tan espléndidamente se consigue mediante los
juegos deportivos. Otra consecuencia más es que esa libertad
para ausentarse del cuartel -todos los fines de semana origina
en la mayor parte de los soldados un problema económico, ya
que tienen que gastar mucho dinero en billetes ferroviarios.
Conclusiones.—No sepuede menos de reconocer que la deci
sión de abolir las formacionés reglamentarias para ceremonias
religiosas fué en parte impuesta a las a toridades militares por
una pequeña y vocinglera opinión pública, que siempre había
demostrado hostilidad a esa costumbre del Ejército. La razón
de esa hostilidad no es difícil de comprender, dado el hechode que el número de gente que en este país asiste a la iglesia• decrece rápidamente; cualquier sistema, aunque drástico, que
sirviera para enseñar a los hombres á perseverar en su asisten
cia a los actos religiosos, sería probablemente bien recibido por aquella parte de la opinión pública que aún practica la
religión.
-
59
No obstante, el hecho de que la asistencia obligatoria a la
iglesia en el Ejército es ahora algo que ya pertenece al pasado,
la posición que la religión ocupa hoy en el mismo puede resu
mirse como sigue:
Sin obligación, sólo un soldado de cada veinte asiste en
domingo a la iglesia.
2.°
Los actos religiosos voluntarios entre semana y durante
las horas de trabajo ofrecen muy poco interés para la mayor
parte
de
soldados. religiosa dada. durante “la hora del
3,0
Lalosinstrucción
Así es que nosotros estamos obligados a manifestar el hecho
de que el poder de la Religión en el Ejército hoy día es muy
pequeño. Este estado de cosas se ha desarrollado ahora, cuando
el Ejército se encuentra empeñado en la dura tarea de tener
a su cargo y vigilar un gran número de jóvenes que cumplen
el servicio militar, los cuales están en una edad peligrosa. Si
se acepta el hecho de que es un deber del Ejército tratar de
influir en esa juventud para que adquiera un recto sentido reli
gioso, el sistema de asistencia voluntaria a la iglesia debe con
siderarse como una equivocación, y no como un método prác
tico para lograr dicho objeto.
La actitud del Ejército hacia la Religión no puede ser otra
sino la de considerarla como algo que importa mucho a la
Nación, pues el soldado de hoy será el ciudadano de mañana.
Muchos, altos Jefes deberían felicitar y asegurar a las autori
dades, que hace dos años abolieron las formaciones reglamenta
rias para actos religiosos, que están perfectamente enterados
de la situación presente y satisfechos porque no hay motivo
de intranquilidad o para cambio en la política de este asunto.
padre” es una solución de compromiso poco satisfactoria, y
de dicho acto los soldados procuran zafarse siempre que
pueden.
4.° La influencia de los capellanes castrenses decrece rápi
damente a causa de su impotencia pará establecer contacto
con el soldado dentro de la iglesia.
5•0
La falta de influencia religiosa en la vida del soldado
puede muy bien ser una de las causas indirectas .de la relajación
del nivel medio de disciplina y moralidad en el Ejército de hoy.
EducaciónFísica.—Pruebadepotencia.
Comandante Luis Alamán, ayudante del General Hidalgo de Cisneros.
Como sabemos por el Reglamento de Educación Físicá, la
prueba física consta de cinco ejercicios. Cada uno, de estos ejer
cicios tiene su escala de notaciones, y la nota media de todas
ellas determina el concepto del individuo, que es la demosta
-
PESOS DESDE 43 Kgs. A 62 Kgs,’’
.
0
ft
0
ción de su valor puramente físico y sirve para catalogarlo con
arreglo a los datos que dan los diversos ejerciçios a que se le
somete.
Para hacer la ficha del soldado es preciso, además, efectuar
Pesos
43
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31 .5,54 5,6331 5,72 6,02 31 6,10 6,19 -31 6,27 6,36 31 6,66 6,75 31 6,83 6,92 31 7,01 -7,31317,139 7,48 317,57 765 31 7,95 8,04 31
325,37 5,45325,545,83
325,916,0032
6,0,,6,1632 6,45 6,54326,62 6,70 326,79 7,08 32 7,16 7,25 327,33 7,4O32 7,70 7,79 32
33 5,21 5,29 33’ 5,17 5,65 33 5,72 5,81 33 5,89 5,98 33 6,26 6,34 33 6,42 6,50 33 6,5816,86 33 6,94 7,03
7.9 33 7,47 7,57 33
34 5,05 5,13 34 5,21 5,49 34 5,56 5,64 34 5,72 5,80 34 6,07 6,15 34 6,23.6,31 34.6,39 .6,6634 6,74 6,82 346,90 6,97 34 7,25 ‘7,33 34.
35_4491 499 35 5,06 5,33 355,40 5,48 35 5,56 5,6335 5,90 5,98 35 6,05 6,13 35 6,21,6,47 35 6,55 6,62.35 6,70 6,78 35 ‘7,047,12 35
36 477 4,85 36 5,11 5,18 36 5,25 533 36 5,40 5,48 36 574 5,81 36 5,88 5,96 36 6,03 6,29 36 6,37 6,47 366,51 6,59 36 o,85 6,92 36
374,644,72374,795,04
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5,18375,265,33375,585,65
375,735,8037
5,8’!6,12 376,206,27
376,346,42376,666,7437
38 4,52 4,5938 4,66 4,91 384,985,05.38 5,12’5,19 385,435,50-385,575,64
38 5,71 5,96 38 6,03 6,10 38 6,17 6,24 38 6,49 6,56 38
39 4,41 4,47 39 4,54 4,78 39 4,85 4,9139 4,99 5,05 39 5,29 5,36 39 5,43 5,50 39 5,57 5,81 39 5,8 5,94 39.6,016,08 39 6,32 6,39 39
40 4,30 4,38 404,434,66404,734,80404,864,93405,165,23405,305,36405,435,6640
5,73 5,80 405,865,93406,166,23
0
414,194,26414,324,55414,614,68414,744,81415,04
5,10415,175,23415,305,52415,595,65
415,725,78416,036,0841
424,094,15424,224,44424,514,57424,634,6942
4,92 4,98425,04
5,11 425,175,3442
5,44 5,52 42 5,58 5,65425,875,9342
43 4,00 4,06 43 4,12 4,34 .43 4,40-4,46 43 4,52 4,6043 4,80 4,86 43 4,93 4,99 43 5,05 5,2743 5,33 5,39 43547 5,5143 5,73 5,90 43
44 3,90’3,96444,034,2444
4,304,3644 4,424,48444,654,75444,814,87444,935,1544
5,21 5,27
5,39 445,60 56G 44
45 3,823,8845 3,944,14434,204,26454,324,38454,604,6545
4,714,77454,835,03455,095,15
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514,604,63
52
4,51
4,56
514,83
52
4,74
4,88
4,79
51
52
4,2
4,16
4,09
4,29
4,21’
4,14
53
4,42
544,344,39
55
564.194,26
4,47
4,31
4,23
53
4,65
544,56
55
4,48
564,404,45
4,70
4,62
4,53
53
54
53
56
483
,,77
4,64
57
3,01
3,06
57
3,11
3,27
57
3,32
3,36
57
3,41
3,46
57
3,62
3,67
57
3,71
3,76
57
3,81
3,97
57
4,02
4,07
57
4,11
4,16
57
4,32
4,39
57
58
59
2,96
2,91
3,01
2,96
58
59
3,05
3,00
3,23.
3,16
58
59
3,26
3,20
3,31
3,25
58
59
3,35
3,29
3,40
3,34
58
59
3,56
3,50
3,60
3,54
58
59
3,65
3,59
3,70
3,63
58
59
3,7
3,68
3,90
3,84
53
59
3,95
3,87
4,00
3,93
58
59
4,04
3,97
4,09
4,02
58
59
4,25
4,18
4,29
4,22
58
59
60
61
2,862,9060
z,12
2,86
61
2,95
2,190
3,1160
3,06
61
3,15
3,10
3,20603,24
‘3,14
61
3,19
3,29
3,2
60
61
3,44
3,38
3,49
3,43
60
61
3,533,5760
3,47
3,52
61
3,62
3,56
3,77
3,71.61
603,82
3,75
3,86
3,80
60
61
62
3,90
3,84
3,78
3,95
3,89
3,82
604,114,15
62
61
4,04
3,97
4,08
4,02
60
61
62
62
63
64
2,77
2,73
2,6
2,83.
2,77
2,73
62
63
64
2,86
2,81
2,77
3,03.
2,96
2,91
62
63
64
3,05
3,00
2,96
3,09
3,04
3,00
62
63
64
3,1
3,0°
3,04
3I862
3,13
3,08
63
64
3,33
3,2e
3,22
3,35
3,32
3,27
62
63
64
3,41
3,36
3,31
3,46
3,40
3,35
62
63
64
3,50
3,44
3,39
3,65
3,59
3,5
62
63
64
3,69
3,64
3,58
3,68
3,62
63
64
65
3,72
3,66
3,61
3,76
3,.70
3,63
63
54
65
3,95
3,89
3,83
63
64
65
63
2,64
2,68
65
2,72
2,87
65
2,93.
2,95
65
2,96
3,03
65
3,18
3,22
65
3,26
3,30
65
3,34
3,48
65
3,55
3,56
4344
4546
4748
490
5152
‘
5354
5556
5758
5960
,
3,91
3,85
3,74
6162
tina serie de operaciones de caráter médico y posteriormente
anotar los resultados cuidadosamente en Unión de los ante
riores.
Si se quiere que estas fichas reflejen con exactitud el valor
físico de un individuo, es preciso no solamente efectuar las
pruebas con el mayor detalle y cuidado, sino hacer la nota co
rrespondiente a cada una de ellas, así como su vaciado en la
ficha sin el menor error.
Ahora bien; todas estas operaciones requieren mucho tiempo,
y como al profesor de Educación Física no se le exime de los
demás deberes profesionales, hay ocasiones en que el trabajo,
si se hace con escrupulosidad, resulta agotador. Es preciso,
pues, facilitar esta labor, hacerla más sencilla.
Circunscribiéndonos a la prueba de Potencia, se observa que,
para obtener la nota parcial correspondiente, es necesario su
mar el peso del individuo y el del saco que transporta. Multi
plicar esta suma por la distancia recorrida. Dividir este resul
tado por el tiempo empleado y, por último, dividir nuevamente
este cociente por 75.
Es decir, que, prescindiendo de la ficha médica y de las res
tantes pruebas de la física, solamente para la de potencia se
requieren cuatrr operaciones, de las cuales dos son divisiones.
Si se tiene en cuenta que a cada soldado hay que repetirle la
prueba dentro de los cortos períodos que el Reglamento mar
ca, se ve fácilmente que habrá ocasiones en que deberán cu
brirse más de tres mil fichas. No es absurdo pensar que, si sola
mente para la prueba de potencia es preciso efectuar doce mil
operaciones—de ellas, seis mil divisiones—, al ser material
mente imposible para el profesor de Educación Física hacerlas
y anotarlas personalmente, tendrá que valerse de auxiliares
que en tan. gran porcentaje de operaciones se equivocarán fa
talmente, sin que el profesor pueda comprobar estos erróres,
puesto que para ello sería preciso efectuar dichas operaciones
por su cuenta, cosa que, como hemos dicho, es casi impo
sible.
Para évitar estos inconvenientes y simplificar la obtención
de la marca de modo que pueda hacerse de una manera auto
mática, expresamos en una fórmula las operaciones anterior-
mente indicadas y tendremos: llaman do P al peso del indivi
duo, S al del saco que transporta y T al tiempo que emplea en.
la carrera:
(P+S).200
fórmula
que podemos poner bajo la forma
(P+S).200
U)
o
Pesos
63
64
65
O)
U)
o
oo
o
‘
Pesos
,
Peeoe
Pesos
66j 47
68
69 , 70 o
•T
75
en la que la fracción que forma el dividendo es constante para
cada valor de P . T, en el divisor, es la única variable que tiene
la fórmula.
Dando, pues, a P los valores desde 41 a 90, tendremos en
cada caso los de la fracción:
(P+S).200
75
-
Sólo nos restaría buscar en la tabla que podríamos formar el
coeficiente que corresponda al peso del individuo y dividirlo
por T, tiempo empleado en la carrera. Con lo cual reducimos a
una las cuatro operaciones que antes era preciso efectuar, con
la consiguiente ventaja de ahorro de tiempo y mayor seguri
dad en la exactitud de la nóta.
Pero aún podemos simplificar más la cuestión confeccio-.
nando una tabla de doble entrada, en la que rápidamente
obtengamos la marca que corresponde a cada peso y a cada.
tiempo empleado.
En la que a continuación se expone figuran los tiempos en
columnas y los pesos en la primera fila. Para su manejo bas—
tará buscar en dicha fila el peso del individuo, ‘y en la cólumna,
el tiempo empleado. La intersección de ambas nos ‘dará la
marca correspondiente a la prueba de potencia.
La simple inspección de la tabla basta para darse cuenta de
su manejo. En ella se repiten las columnas de los tiempos, al
objeto de hacer más cómodo su empleo.
A 82 i<gs.
PESOS DESDE63 Ks.
O
75: = marca,
T
O
PO Pesos
Pesos
71 72 73
O)
o
O)
O
74-i
Pesos
75
.
Po
Po
76
j
30 8,40 5,48 0
3 8,57 8,85 8,97
0
9,06 03 9,15 9,25 03 9,55 9,64 0
3 9,73 9,82 30 9,91 10,22 0
3
31 8,12 8,23.1
3 8,30 5,60 8,68
1
8,77 13 8,89 9,94 1
3 9,24 9,33 1
3 9,41 C50 31 9,59 9,89 31
32 7,87 7,92 2
3 8,04 8,3 328,41 8,50 23 8,56 8,66 32 8,95 9,04 2
3 9,29 9,582
3 9,12 9,20 2
3
337,637,713 37,798,0
8,178,243 38,328,403 38,688,763 38,848,923 39,01
9,2933
34 7,41 7,48 4
3 7,56 7,8. 347,92 8,00 34 8O7 8,15 43 8,42 6,4 4
3 8,58 8,66 4
3 8,74 9,0143
357,207,273
57,35 7,oi.357,697,773 57,847,923 58,138,2
58,348,413
3
8,763 5
36 7,00 7,07 6
3 7,1 7,40 6
3 7,48 7,55 63 6,63 7,70 36 7,96 8,03 36 8,11 8,18 358,49
6 8,25 8,516
3
37 6,81 6,88 37 6,95 7,20 7
3 7,277,35 7
3 7,42 7,49 73 7,767,82 77,89
3
7,96 3 ,03
8,2873
30 6,63 6,70 38 6,77 7,00 38 7,08 7,15 38 722’ 7,29 38 7,54 7,61 3 7,68 7,75 387 7,82
8,06
3
8
396,466,523 96,606,833 96,906,973 97,047,113 9 735 7,4239 748 7,55 397,62
7,86 39
40 6,30 6,38 0
4 6,43 6,66 406,73 6,8004 6,86 6,94 0
4 7,16 7,23 0
4 7,30 7,36 0
4 7,43 7,66
0
4
416,146,214 16,276,5041 6,61 6,63416,696,764 16,997,054 17,127,184 17,25
7,474
1
42 6,00 6,06 2
4 6,12 6,34 426,41 6,47 2
4 6,53 6,60 2
4 6,’826,88 2
4 6,95 7,01 2
4 7,07 7,30
2
4
435,865,924 35,986,2043 6,266,324 36,386,444 36,666,734 36,796,854 36,91
7,134
3
445,725,784 45,846,0644 6,126,184 46,246,304 46,51 6,574
46,636,694 46,75
6,964
4
45 5,60 5,64 5
4 5,71 5,92 455,98 6,04 5
4 6,10 6,16 456,37 6,4254 6,48 6,54 5
4 6,60 6,8].
5
4
Pesos
77
.
0.
78
0,3110,40 0
3
9,97 10,06 31
9,66 9,812
3
9,37
9,45
9,09 9,17 34
8,83 8,913 5
8,59 8,6663
8,36 8,43 37
8,14 8,21 38
7,93 8,003 9
7,73 7,8004
7,54 7,614
1
7,36 7,42
24
7,19 7,254
3
7,03 7,094
4
6,87 6,935
4
63
64
—
65
66— 67
68
—
.
O
0.
.980
•
PO
81
82
10,48 10,5730 L0,88 10,97’0
10,15 10,2331 LO,53 10,6231
32 LO,20 10,29 3
9,83 9,91
‘68 34
9,25
9,
35
8,99
9,06 35 9,33
9,14
36 9,07
36
8,74 8,81
37
8,82
8,90
31
8,50
8,57
8,66 38
8,28
.8,33 38 8,59
39
8,37
8,44
39
8,06
8h13
7,86 7,93
40 8,16
8,23
40
41
7,96
8,03
7,67 7,73
4].
42 7,77
7,84
42
7,49 7,55
7,65 43
7,31 7,3843 7,59
7,68
44
7,15 7,2144 7,42
45
45 7,25
7,31
6,99
7,05
63
64 6566
67
68 69
70 71
74
72 73
75
76
77
‘78 ,
79
80
46 5,475,5346 5,59 5,79465,85 5,9146 5,97 6,02 466,25 6,28 6 6,34 6,40 6 6,46 6,666
46
4
6,72 6,784
6
6,84 6,89
475,365,414 75,475,6747 5,735,784 75,845,904 76,096,154 76,216,264 76,32
47
6,524
7
6,58 6,634
7.6,69
6,75
485,255,304 85,365,5548 5,615,664 85,725,7748 5,976,024 86,086,134 8 6,19 6,384
48
8
6,44 6,504
8
6,55 6,61
49 5,14 5,19 9
4 5,255,44 495,49 5,55 9
4 5,60 5,65495,85 5,9094 5,95 6,01 9
49
4 6,06 6,g59
4
6,31 6,369
4
6,42 6,47
505,045,095 05,145,335 05,385,445 05,495,5550 5,735,785 05,845,895 05,94
6,135
0
6,18 6,245
0
6,29
514,944,995 15,045,2251 5,285,335 15,385,4351 5,605,575 15,725,775 15,83
6,015
1
6,06 6,115
1
6,17 610
524,844,895 2 ,,94 5,3.252
5,175,235 25,285,33 25,53.5,565 25,615,665 25,71
5,895
2
6,005
2
6,05 6’82
53 4,75 4,80 3
5 4,85 5,03 535,07 5,13 35 5,18 5,23 535,40 5,45 3
5 5,50 5,55 3
5 5,61 5,783
5
5,3
5,883
5
5,93
‘9
53
544,66 4,73. 54 4,76 4,93 544,98 5,03 45 5,08 5,13 545,30 5,3545 5,40 5,45 4
54
5 5,50 5,674
5
5,72 5,77 54
5,82 5,87
554,584,635 54,674,8455 4,894,945 54,995,0455 5,215,265 55,305,355 55,40
5,575
5
5,62 5,675
5
5,72 ‘6 6
565,504,545 64,594,7656 4,804,855 64,904,9556 5,125,165 65,215,265 65,30
5,475
6
5,52 4,575
6
5,61
6
574,424,465 74,53.4,6757 4,744,775 74,814,8657 5,025,075 75,125,165 75,21
7
5,5 5,2
5,385
7
5,42 5,475
584,344,395 84,434,5958 4,644,685 84,734,7850 4,944,985 85,035,085 85,12
5,285
8
5,33 5,375
8
5,42
594,274,315 94,364,5259 4,564,63.594,654,7059 4,85 490 94,944,995
5
95,03
5,195
9
5,24 5,285
60 4,20 4,24 60 4,29 4,44 60 4,49 4,53 60 4,57 4,62 60 4,77 4,82 60 4,86 ,91 60 4,95 5,11 0 5,15 5,20 60 5,24
5,29 60
61 4,1 4,17 61. 4,25 4,36 61 4,41 4,45 61 4,50 4,55 61 4,69 4,74 6]. 4,78 4,83 61 4,87
5,02 61 5,07 5,11 61 5,15
5,20 61
62 4,0 4,13.6
2 4,15 4,30624,344,386 24,434,4762 4,624,666 24,704,756 24,79
62
4,946
2
4,98
5,036
2
5,07
5,12
634,004,046 34,00 4,3 634,274,316 34,354,4063 4,554,596 34,634,676 34,71
4,86 63 4,91 4,95 63 4,99
5,03 63
64 3,93 3,97 4
6 4,02 4,16 644,20 4,25 4
6 4,29 4,33 644,47 4,52 4
6 4,56 4,60 644,64
4,79
‘6
4
4,83 4,8746
4,9].
4’
65 3,873,916 5 3,974,1065
4,3.44,186 54,224,2865
4,41 4,45 654,494,5365 4,57
4,716
5
4,75 4,8.06
5
4,84 ‘
—
J—
51
O
O
81
7,10
6,95
6,81
6,66
82
.
‘
715 46.
7,0047
6,8648
6,7249
6’
6’28
6’lG
6’04
6’51
6’33
52
53
6’21
6’09
‘8 54
55
‘8
5’88
56
‘77
57
‘67 58
‘
59 8
60
5,44
61
5,35
5,39
62
5,26
5,31
63
5,18
5,22
65
‘
‘
Elbombardeoinestratégicoylaruinamundial.
General inglés J. F. C. Fuller. De la publicaciÓn norte
americana Ordnance. (Traducción del Coronel Priego.)
-
Después de cuarenta años de defender causas militares im
populares, estoy ya acostumbrado a que se tergiversen mis
• opiniones;
pero rara vez he sido peor interpretado que por el
Mayor John J. Driscoli, en su artículo El alcance del poder
aéreo, que apareció en el número de mayo-junio de Ordnance.
Tal vez se sorprenda (aunque no debiera, porque he expuesto
claramente mis opiniones al respecto en mi libro La segunda
guerra mundial), al enterarse de que creo firmemente en la
eficacia del bombardeo estratégico, cuando verdaderamente
lo es. Pero me opongo al bombardeo “inestratégico”, que casi
ha monopolizado el esfuerzo conjunto angloamericano durante
la pasada guerra.
Si recurriéramos en la próxima guerra a esa clase de bom
bardeo, en la misma escala que lo hicimos en la última, aun
que llegáramos a derrotar al enemigo, Europa quedaría des
truída económicamente y América moralmente, porque los
altos ideales que ella defiende en el campo del espíritu queda
rían por completo desvirtuados.
Para comprenderlo es necesario pasar por alto las enormes
posibilidades del poder aéreo para decidir la guerra y enfren
tarse con la esencia del problema de la guerra misma, tal como
ahora se nos plantea. Si lo hacemos así, se nos revelará clara
mente la forma en que el poder aéreo debe ser empleado.
Las basesmoralesde la guerra.
El Mayor Driscoil termina su artículo con un argumento tan
fútil, que estoy seguro de que se dará cuenta de su escasa
consistencia si reflexiona detenidamente.
Dice así:” Cuando
nuestro adversario nos ataca a traición, ¿debemos seguir com
portándonos con él caballerosamente?
Mi respuesta es: Si combatimos precisamente en defensa de
la “caballerosidad”, es decir, de ciertos valores morales que
apreciamos más que la propia vida, aunque nuestro enemigo
falte a ella, nosotros no debemos imitarle; porque si lo hicié
ramos, nuestra lucha quedaría desprovista de justificación
moral. Si obramos de acuerdo con dichos valores, demostrare
mos al mundo que somos moralmente superiores a nuestros
enemigos; de lo contrario, daremos a entender que no somos
mejores que ellos. No debemos perder de vista que sólo una
victoria moral tiene probabilidades de subsistir. “Si plantáis
un árbol bueno, obtendréis buenos frutos, y si lo plantáis
malo, también los frutos serán malos, porque según es el ár
bol, así son sus frutos.” Toda infracción de las normas que ri
gen la recta conducta equivale a dar un paso hacia la derrota
moral. En cambio, cada vez que nos adherimos a ellas, nos
aproximamos a la única victoria que realmente importa.
Hoy más que nunca conviene recordarlo, porque el mundo
se halla dividido en dos ideologías o modos de entender la
vida, absolutamente incompatibles: la cristiana u occidental,
fundada en la creencia en Dios, en la primacía del espíritu y
en ciertas reglas inviolables de conducta, y la comunista u
oriental, basada en el ateísmo, en la primacía de la economía
y en el oportunismo.
Pero mientras podamos sostener que nuestras reglas son
justas, debemos adherirnos a ellas, tanto en guerra como en
paz. Se me argüirá que, en ese caso, nos arriesgamos a perder
la guerra; pero yo sostengo que, aunque despreciando tales re
glas pudiéramos estar más seguros de ganarla materialmente,
quedaríamos derrotados moralmente y, por haber aceptado
una guerra irregular, terminaríamos por establecer una paz
también irregular.
Las baseseconómicasde la guerra.
Incurriríanios en un lugar común muy socorrido al afirmar
que las bases físicas de la guerra actual son industriales. Sin
embargo, aunque se trata de algo igualmente obvio, se suele
olvidar que la razón de ello reside en que nuestra civilización
es también industrial y se halla fundada no sólo en las facto
62
rías, sino también en las ciudades, centros de invención, admi
nistración, distribución y cambio. La principal diferencia en
tre ella y sus predecesoras, basadas principalmente en la agri
cultura, estriba en la creciente interdependencia de las nacio
nes. Aunque todavía políticamente dividido, el mundo tiende
cada vez más a integrarse en un conjunto económico, y, por
consiguiente, todo daño infligido a la economía de una nación
enemiga en guerra, si es considerable, puede llegar a constituir
a la larga un serio perjuicio para la propia.
Aquí nos enfrentamos con un dilema: no solamente es la
guerra físicamente dependiente de la potencia industrial y de
la vida ciudadana, sino que nuestra civilización depende asi
mismo de ellas. Destruid las factorías, y las ciudades no serán
más que cáscaras vacías; destruíd las ciudades, y los rodajes
de la industria dejarán de funcionar; destruíd ambas, y la civi
lización retrocederá a la barbarie y, a través de la barbarie, a
una economía puramente agraria.
¿Cómo podremos hacer la guerra sin detrimento grave de
nuestra común civilización? Problema insoluble si—conside
rando la guerra tan sólo en su aspecto físico—insistimos en
preconizar la destrucción económica del adversario. En el
pasado, cuando los campos quedaban devastados, no tarda
ban mucho tiempo en ser puestos de nuevo en cultivo; pero las
ciudades exigen para su reconstrucción de un tiempo incompa
rablemente mayor. El mundo se encuentra sembrado de res
tos de ciudades muertas, donde quedaron sepultadas las ante
riores civilizaciones destruidas por la guerra.
«Estamos expuestos a perecer.»
Cierto es que en la guerra podemos dañar a nuestra civiliza
ción; pero si llegáramos a dañarla mortalmente, todos sucum
biríamos con ella. Por lo tanto, al intentar privar al enemigo
de su potencia industrial de guerra, debemos evitar, en lo posi
ble, infligir un daño mortal a nuestra común civilización.
“La destrucción de las ciudades, de los centros de integra
ción de la vida civilizada—escribe el profesor E. L. Woodward
en Algunas consecuencias políticas de la bomba atómica—, se
ha producido ya en otros tiempos, y siempre se ha derivado de
ella la anarquía y el atraso. El proceso de decadencia fué, ge
neralmente, lento, y, debido a ello, las posibilidades de recu
peración nunca se agotaron por completo. El peligro es actual
mente mucho mayor, porque nos veríamos inmediatamente
sumidos en la anarquía, y nos sería tan difícil reorganizar
nuestra vida como a un perrito mimado, perdido en la selva,
subsistir largo tiempo abandonado a sí mismo.”
El objetivo político de una guerra depende de que sus cau
sas sean biológicas o sociológicas; esto es, que se halle relacio
nado con la lucha por la vida de un pueblo o con la lucha en
tre dos o más asociaciones de pueblos. Por ejemplo: un país
puede llegar a estar tan poblado, que sus habitantes no puedan
subsistir de los productos de su propio suelo y de su comercio,
viéndose por ello obligado a invadir el país vecino. Y si este
último se encuentra en las mismas condiciones, la guerra to
mará caracteres dé lucha de exterminio, en la que uno de los
dos tendrá que perecer.
El otro caso se da cuando entre dos o más asociaciones de
pueblos surge alguna diferencia vital que no puede ser resuelta
diplomáticamente.
Entonces habrá que recurrir a la guerra;
pero el objetivó de ésta no consistirá ya en exterminar al ene
migo, sino en obligarle por la fuerza de las armas a someterse a
la política del vencedor.
En el primer caso, el objetivo político es el exterminio del
enemigo; en el segundo, la solución de la disputa con las me
nores pérdidas posibles para ambos bandos, porque cuanto más
posibilidades de civilización se malgastan en la guerra, peor
será la situación del vencedor y del vencido al terminarse
aquélla. Este último caso se ha dado ya por dos veces en la vida
de una misma generación: en 1918 y 1945.
En fin de cuentas, como dijo el General Sherman: “El único
objetivo legítimo de una guerra es una paz más perfecta.” Y tal
paz será imposible ‘si durante la guerra arrojamos por la borda
los verdaderos principios en favor de los cuales pretendemos
combatir y hacemos zozobrar la civilización, a la que tanto
nosotros como nuestros enemigos pertenecemos. Por lo tanto,
para que el objetivo político sea provechoso, la victoria ensí
misma no es suficiente, porque vencer para ser arrastrado en
la ruina común constituye una locura.
La finalidad
estratégica
dela guerra.
La finalidad de la estrategia es crear una situación militar
que permita alcanzar el objetivo político en las mejores con
diciones posibles. Por ello la estrategia se halla ‘íntimamente
relacionada con la política. Así, en los tiempos pasados, cuando
las guerras se hacían frecuentemente para obtener esclavos,
exterminar al enemigo no resolvía el problema. Y tampoco
hoy, cuando las guerras se hacen para obtener ventajas co
rnerciales, constituye una solución convertir el territorio ene
migo en un desierto.
Menos adecuado todavía sería tal método en el caso de un
objetivo de carácter ideológico, como la extirpación de una
herejía o de un credo político, pues las ideas no se-combaten
con proyectiles y sólo se puede intentar crear una situación
en la que el objetivo político sea logrado ventajosamente, de
mostrando una gran superioridad moral sobre el enemigo en
la dirección de la guerra. Aunque- él combata deslealmente, ya
nos sea materialmente ventajoso o no, nosotros debemos com
portarnos caballerosamente, y si desde el principio no tene
mos intención de hacerlo, más valdrá que no nos disculpemos con pretextos hipócritas.
En la época actual, de ideologías contrapuestas e irreconci
liable,
la cuestión se ha - complicado extraordinariamente.
Tanto más cuanto que la radio permite a un beligerante ac
tuar sobre la mentalidad del enemigo con la misma celeridad
que los aviones lo hacen sobre su cuerpo y sobre sus propie
dades.
En las guerras sociológicas del pasado reciente, la lucha se
hallaba restringida a las fuerzas armadas y se presuponía ge
neralmente que una derrota decisiva sobre el campo de batalla
obligaría al enemigo a avenirse a la paz, toda vez que, al enta
blarse las negociaciones preliminares para ella, el vencido se
vería privado temporalmente de respaldar sus argumentos con
la fuerza.. En tales guerras, el objetivo se reducía a eliminar
las fuerzas combatientes del enemigo o, por lo menos, a redu
cir tanto su potencialidad, que se viera obligado a cambiar
su política.
Completamente opuesta es la teoría moderna, que, basán
dose en que las fuerzas combatientes del enemigo dependen
moral y materialmente de la entereza y de los recursos indus
triales de su población civil, preconizan actuar sin contempla
- ciones
sobre ésta para reducir & la impotencia al combatiente.
Esta fué la teoría que, bajo el nombre desorientador de
“bombardeo estratégico”, fué puesta en práctica durañte la
- última
guerra con la intención de crear una situación militar
favorable al triunfo del objetivo político aliado: la extirpación
del hitlerismo. ¿Cuál fué el resultado? Aunque Alemania haya
sido vencida y el nacionalsocialismo derrocado, Rusia y el
sta/mismo han ocupado su puesto. La Gran Bretaña se halla
en bancarrota y su Imperio en vías de disolución, mientras
América se ve obligada a emplear anualmente - billones de
- dólares
para contener la riada comunista. Políticainente, este
“valioso expenimento”—como lo llamó Churchill—ha resultado
un fracaso catastrófico.
-
fines del bombardeo estratégico serían “la destrucción del po
derío militar, industrial y económico de Alemania y el derrum
‘bamniento moral de su población”.
Esta política fué desarrollada ulteriormente por Churchill
en su declaración al Congresó de mayo de 1943, en la que pre
conizaba “una devastación sin precedentes”. Tal política, sub
rayada por la de “rendición incondicional”, que estimuló la
voluntad de resistencia hasta el fin, significa el restablecimiento
de las condiciones que prevalecieron en la guerra de los Trein
ta Años. Son casi las mismas palabras de Fernando II “Pre
fiero un desierto, que una comarca regida por herejes.”
¿Cómo fué practicada esa política de devastación?- Se redac
tó una lista, por orden de prioridad, de las ciudades alemanas, grandes y medianas, cada una de las cuales tenía señalado su
turnó para ser arrasada. ¿Cuál fué el método de destrucción
empleado? Sir Arthur Harris, a quien fué encomendado el
bombardeo - estratégico, lo describe con las siguientes pa
labras:
“Pero debo subrayar que en ningún caso, excepto en Essen
(donde las factorías se hallaban situadas en el centro de la
ciudad), atacamos especialmente ninguna factoría durante la
batalla del Ruhr; la destrucción de factorías, que se efectuó,
no obstañte, en gran escala, debe considerarse como una es
pecie de propina. Los objetivos fueron usualmente escogidos
en el centro de la ciudad, que estaba, naturalmente, más den
samente edificado que los suburbios, y era, por consiguiente, más vulnerable al ataque con bombas incendiarias.”
-
«Justamente
enél centro.»
En seguida, después de enumerar una serie de ciudades ale
manas, añade después Harris: “... todas fueron seriamente
atacadas y, en la mayoría de los casos, seriamente dañadas.
Las áreas devastadas ascendían a centenares y aun a millares
de héctáreas, casi siempre en el mismo centro de la ciudad.”
Por- lo tanto, fueron atacados los centros •de la civilización
y no los objetivos militares.
No puedo asegurar qué las fuerzas americanas de bombar
deo estratégico hayan utilizado el’ mismo método. Sin embar
go, aunque el Mayor General Edward P. Curtis, Jefe de Es
tado Mayor del General Carl Spaatz, en una carta publicada
en -el mismo número de, Ordnance en que apareció el artículo
del Mayor Driscoll, dice que “puede testimoniar, sin temor a
contradicción, que sólo se efectuarón ataques contra objetivos
militares vitales”, quisiera preguntarle qué objetivo vital mi
litar existía en Dresden cuando fué tan cruelmente bombar
deado por los aviones americanos e ingleses en febrero de 1945.
Se ha pretendido que la ciudad constituía un importante nudo
de comunicaciones y que había que evitar a toda costa que
los alemanes lo utilizasen para tratar de detener el avance
ruso; de ser así, hubiera bastado con someter sus accesos a con
tinuos bombardeos aéreos.
Un casó todavía peor, débido a pura-estupidez o a vanda
lismo, ocurrió un mes después, cuando hubiera podido espe
rarse, que, estando la guerra próxima a su fin, todos los es
fuerzos tenderían- a limitar las destrucciones en lo posible.
Hildesheim, uña de las más perféctas ciudades medievales que aún se conservaban en Europa, sin ninguna importancia mili
tar (el empalme ferroviario se hallaba situado en las afueras
de la ciudad), fué arrasada por la U. S. Air Force. ¿Por-qué?
Pues simplemente porque le había llegado el turno. ¡Porque
su número había llegado a figurar al principio de la lista!
Estaba condenada a la destrucción, y por eso fué destruída.
Sostengo que este tipo de bombardeo es inestratégico, y de
ello, el Mayor Driscoll deduce, sin más, que soy partidario de
“Bombardeo
estratégico.
reducir
a las Fuerzas aéreas a un simple papel de apoyo tático.
A continuación llega a decir: “El bombardeo estratégico ha
Si la finalidad de la estrategia es crear una situación militar
demostrado su capacidad para desempeñar las siguientes mi
que permita a los hombres de Estado alcanzar su objetivo po
siones, además del limitado papel táctico que le asigna el Ge
lítico, y si éste consiste en establecer una paz de acuerdo con neral Fuller: defensa aérea, superioridad aérea; reconocimien
las normas de la moral occidental y en la que nuestra civiliza
to; transporte armado de tropas y de municiones; preparación
ción pueda prosperar, resulta claro, después de lo que hemos de desembarcos; cobertura de las operaciones terrestres y anfidicho, que el bombardeo estratégico que se practicó en la re
bias; lucha -antisubmarina (incluyendo reconocimiento, bom
ciente guerra no reulta adecuado a la finalidad propuesta.
bardeo y minado); seguridad contra la invasión; apoyo a las
Los responsables de su adopción no fueron lós aviadores, sino operaciones de largo alcance; lanzamiento de saboteadores y
los políticos, y especialmente Mr. Churchill, que, -aunque en agentes; destrucción de las fuerzas aéreas enemigas.”
Se trata de una falsa interpretación, porque yo preconizo
tiempo de paz preconiz3 una política “azul”, en tiempo de- guerra ve invariablemente “rojo”. Fué su -política sanguina
también esas operaciones, aunque no las considero todas como
ria la que prevaleció en la Conferencia de Casablanca en ene- - estratégicas.
No’ me opongo a esas operaciones sensatas, sino al bom
ro de 1943, donde quedó categóricamente establecido que los
63
-
-
bardeo meramente destructivo—ya sea de corto o de largo
radio de acción—, sin referencia a eventuales movimientos de
tropas o al objetivo político propuesto. Por lo que se refiere
al bombardeo estratégico propiamente dicho, nunca he ne
gado su utilidad, como pretenden algunos, y cuando el Mayor
Driscoli escribe: “La teoría fundamental de las operaciones
aéreas consiste en localizar y destruir los eslabones esenciales
de la producción enemiga”, suscribo este aserto de todo cora
zón. Pero ¿cuáles son esos “eslabones esenciales”?
Dos Objetivosprincipales.
Ya en los primeros días de la guerra opinaba- yo que exis
tían dos grandes categorías de objetivos: las - fuentes de ener
gía industriales y militares y los medios de transporte de esa
energía. En otras palabras: el carbón, el petróleo y los medios
de transporte. Y añadía que si el primero de estos dos objeti
vos pudiera ser averiado permanentemente,
la mayoría de
las factorías, ferrocarriles, máquinas y vehículos propulsados
a base de gasolina del enemigo se verían paralizados.
Pero todo ello requeriría tiempo, y la efectiva parálisis sólo
se produciría al faltar por completo el carbón y el petróleo.
Por eso he sostenido que los centros importantes de comuni
caéiones ferroviarias o por carretera, así como las zonas ex
tensas de aparcamiento y los puentes principales eran obje
tivos legítimos, en sentido estratégico. La selección de estos
objetivos ofrece la ventaja de poder concentrarse sobre ellos
los bombardeos; pero tiene el inconveniente de permitir tam
bién al enemigo concentrar su defensa. Cuando, en mayo
de 1944, se ordenó concentrar los bombardeos sobre las comu
nicaciones ferroviarias alemanas con Francia y sobre las fá
bricas enemigas de petróleo sintético, escribí en mi The Secoad
World War: “Al fin, “el bombardeo estratégico” llegó a ser
—por aquel tiempo, al menos—verdaderamente
estratégico.”
Finalmente, estoy de acuerdo con el paladín del bombardeo
estratégico cuando afirma que “la supremacía aérea aijada
fué decisiva en el desarrollo de la guerra en la Europa occiden
tal”. Pero disiento cuando añade seguidamente: “Resulta muy
cómodo afirmar a posteriori que el bombardeo estratégico se
hubiera podido realizar de manera diferente o mejor en algu
nos aspectos.” No se trata de opinar a posteriori o a priori, sino
de simple sentido común. Porque si ha sido necesario llevar a
cabo, de manera tan costosa y devastadora, un experimento
de bombardeo -inestratégico, para descubrir que las factorías
y los Ejércitos no pueden funcionar sin carbón, sin, petróleo y
sin transportes, entonces—j que el Cielo nos ayude!—debemos
ser una raza de imbéciles.
Esto me lleva a tratar del último punto, que, aunque de ca
rácter político, se halla íntimamente relacionado con el bom
bardeo inestratégico. Nosotros los europeos constituímos un
conjunto
de turbulentas naciones que llevan combatiendo
entre sí desde hace dos mil años y que aborrecen toda- ajena
injerencia. En 1917, los americanos intervinieron en -la guerra
a favor de uno de los bandos, y sea lo que fuere lo que enton
ces pidiéramos como ingleses o como franceses, como euro
peos no necesitábamos ser salvados por ningún poder no
europeo; lo que verdaderamente nos convenía era que nos
dejaran dirimir nuestras ..querellas, de acuerdo con nuestro
sistema, tradicional. Si los americanos no hubiesen interve
nido, nosotros habríamos llegado a un acuerdo, como en oca
siones anteriores. Sin la ayuda americana, los europeos ha
bríamos puesto fin a la primera guerra mundial, pro bablemente, en 1917, mediante una paz negociada, que no hubiera
sida peor que la que llegó a establecerse.
Todavía en la última guerra, con su “préstamo y arriendo”,
los americanos vinieron a inmiscuirse en el embrollo europeo,
y entre 1942 y 1945, respaldados por su enorme potencia in
dustrial, arrasaron la mayor parte de la Europa Central. Pero,
a falta del “préstamo y arriendo”, la guerra no podía haber
durado largo tiempo. Todavía hubiera sido posible una paz
negociada, que no habría sido tan mala como lo que hoy cali
ficamos de tal. Aunque seguramente hubiera sido seguida (si
no precedida) de una guerra entre Alemania y Rusia, nada
habría sido más beneficioso a la larga para el mundo, porque
de ese modo los dos poderes dictatoriales que amenazaban el
porvenir de Occidente se hubieran desangrado mutuamente.
Pensar que Hítier, aunque hubiera conquistado la Rusia euro
pea, podría conservarla en su poder largo tiempo, es una
ilusión.
No se necesitaba que ocurriera todo lo que ha ocurrido para
que se vieran claras todas estas cosas, que hubieran podido
preverse fácilmente; pero, por desgracia, ninguno de nuestros
personajes responsables fué capaz de ello. Europa no puede hoy
vivir en paz ni hacer la guerra por sí sola, y depende, para
todo, de la ayuda americana. Si se la abandona, será presa
fácil de comunismo, y si se la sigue ayudando, se producirá,
con toda probabilidad, una nueva guerra. Y en este último caso,
se plantea la siguiente cuestión: ¿Volverán a recurrir los ameri
canos al bombardeo inestratégico? Si lo hacen así, Europa que
daría convertida en un inmenso cementerio.
De’ este modo volvemos a enfrentarnos con las cuestiones
que planteábamos al principio de este artículo. ¿Cuáles son
nuestros principios morales? ¿Cuál es nuestro objetivo polí
tico? ¿Vamos a combatir de acuerdo con las reglas caballeres
cas ,o estamos decididos a conseguir otra “victoria total”?
Pensamientossob’relaestrategiadenuestrotiempo.
Almirante Sir Gerald Dickens. De la publicación inglesa The Fighting Forces.
(Traducción del Comandante de Infantería del 5. de E. M. Rafael Cremades Cepa.)
Introducción.
Aunque en este estudio me ocupo ampliamenitede la aplica
ción de ciertos principios estratégicos en relación con nuestro
país y con el Imperio, no quiere ello decir que dichos principios
sean aplicables solamente a nuestro caso, si una vez más lu
chamos solos. Estoy convencido de que pueden aplicarse igual
mente a los países del Pacto del Atlántico considerados como
un todo y, ciertamente, a aquellos que pudieran luchar contra
ellos. En una palabra, son universales. Conviene que exprese
mos nuestros propios puntos de vista con firmeza en una época
en que mis hallamos demasiado dispuestos a subordinar nues
tras opiniones a las de los demás y a denigrar frecuentemente
nuestra potencialidad estratégica y combativa. Nuestro vasto
Imperio marítimo, con sus bases estratégicas en todos los ma
res, su Marina mercante, grande en número y calidad; su genio
64
en estrategia naval; sus combativas razas, que han producido
insuperables soldados, marinos y aviadores; su riqueza (sola
mente temporalmente eclipsada); su capacidad productiva; su
amplio y civilizado modo de pensar, y sus grandes tradiciones,
juntamente con otras muchas cualidades y atributos, le man
tienen como una de las grandes potencias mundiales, cuyas
exigencias estratégicas merecen un cuidadoso estudio y atención.
***
La estrategia dependede la política. Por eso, antes de idear
un plan de campaña estratégico, el estadista debe dar a cono
cer a todos los interesados el objetivo político que persigue.
Naturalmente, también el estadista tendrá que pensar mucho
en la naturaleza de la probable paz resultante de las diversas
afternatf’as
que pu-edarr preseritarse a su país si se empeia
en una guerra. En primer lugar, buscará una paz que ofrezca
seguridad futura a los vencedores; deseará la máxima com
pensación económica al esfuerzo de guerra hecho por su país
y la rehabilitación más tápida posible de los territorios aliados,
neutrales y aun enemigos que hayan sufrido a consecuencia de
la guerra. También le preocupará -la idea de reducir al mínimo
la inevitable amargura que anidará en los corazones del pue
blo enemigo tras los daños que la guerra lleva consigo, res
tringiendo tales daños en lo que no perjudique al esfuerzo mi
litar de su país.
Parece que se ha llegado hoy a un punto en la historia de
las naciones en que éstas creen fatalmente que las guerras en
tre grandes potencias han -de ser totales, no solamente por lo
que respecta a su objetivo, sino también en cuanto al procedi
miento; que el arte de gobernar no puede dulcificar sus con
secuencias, y que la destrucción limitada es incompatible con
las exigencias militares de hoy en día. Solamente el futuro -dirá
si veremos nuevamente guerras entre naciones con un obje
tivo limitado; pero existe fundamento suficiente para que ha
gamos caso de aquellos que sostienen que la gran destrúcción
causada por los bombardeos en la pasada guerra total fué in
necesaria desde el punto de vista militar, y que, ciertamente,
la guerra se hübiera llevado con más eficiencia y la victoria
conseguida más rápidamente, si los ataques aéreos contra
las ciudades y los centros de producción no hubieran absor
bido una parte tan grande de nuestro esfuerzo de guerra.
Además, las “mieles de la victoria” hubieran sido mucho más
dulces.
Esta cuestión ha levantado una viva controversia en .las
fuerzas armadas y en otros círculos, - y como la solución que
se dé ha de tener importancia decisiva en nuestra existencia
futura, conviene que este asunto sea comprendido y discutido
en círculos aún más amplios.
En esta controversia vemos dos opiniones opuestas. Por un
lado, la que sostiene que el principal esfuerzo aéreo de la gue
rra no debe, como regla general, combinarse estrechamente
con el terrestre y el naval, y que no ha de tener necesariamente
como objetivo primordial la destrucción de las fuerzas armadas enemigas, sino que debe dirigirse contra los centros de pro
ducción y la población en general. Aún es- más: sostienen los
partidarios de esta teoría que, en esta manera de hacer la gue
rra, el poder aéreo puede actuar (y de manera decisiva si le
dan medios) sin esperar a que los Ejércitos de tierra y las Ma
rinas progresen -en -sus operaciones específicas.
Los de la opinión -opuesta- sostienen que- las fuerzas armadas
enemigas siguen siendo (como han dic-ho los grandes generales
a través de los tiempos) el objetivo más.fructífero, y que ape
nas puede concebirse la idea de un plan de acción doble, que
no constituye la mejor estrategia a seguir por una gran po
tencia marítima, sobre todo hasta que no se haya asegurado el
dominio del mar.
Aparte de que puedan tener o no razón desde el punto de
vista puramente- militar, los partidarios de esta última teoría
sostienen que los procedimientos de hacer la guerra defendi
dos por ellos son los que mejor se avienen a las exigencias polí
ticas y humanitarias. Dicen que si la derrota del enemigo ha
de conseguirse principalmente a costa de machacar sus ciuda
--des, fábricas y población, la destrucción será tan grande que
•
la paz subsiguiente ya no merecérá la pena y los vencedores
sufrirán las consecuencias de la destruccióh general tanto
•
como los vencidos. Fundan este aserto en la situación en que
hoy nos encontramos, profetizando que, con los nuevos pro
yectiles, el resultado de otra guerra será el de reducir el mun
do al caos.
El argumento más convincente en una controversia - como
de la que se trata en este artículo será aquel que se -base en la
verdadera experiencia de la guerra. Esta experiencia la hemos
tenido en gran escala y, según puedo apreciar, nos muestra
que perdimos.más que ganamos al probar una forma de estrate
gia que se aparta de los principios de la guerra, y que si puede
• ser conveniente
para un poder continental, no lo es de ninguna
manera para iino marítimo. iCuál fué él resultado de esta ma
nera de obrar? Al estallar la guerra, había un número peligro
samente pequeño de aviones para la defensa del Reino Unido
y no existía una defensa aérea seria en nuestras bases estraté
gicas vitales, tales como Malta, Singapur y Hong- Kong. Nues
tros Ejércitos, muy pequeños en los primeros tiempos de la
guerra y que necesitaban del máximo apoyo aéreo, tuvieron
muy poco, y en algunos casos, prácticamente, ninguno. Sufrie
ron la cnTaecuencis- dé ello en Bélgiéa, Francia, Nbruega,
Grecia, Creta, etc. Pero el resultado más serio fué el abandono
en que se dejó a nuestras comunicaciones marítimas: todo
- refuerzo
aéreo potencial (de gran importancia, cualquiera que.
fuera su entidad) no fué empleado en la lucha- por el dominio
del mar, y además, en los años inmediatamente anteriores a la
guerra, la Aviacian costera, parte esencial de nuestras defen
sas marítimas, fué separada del control naval, siendo -en cual
quier caso completamente inadecuada para cumplir su misión
cuando llegó la guerra. Apenas es necesario decir que la labor
desarrollada por la Aviación, tanto costera como de- bombar
deo y de caza (cuando se le permitió actuar en la guerra civil),
fué magnífica y de inapreciable valor.
Hay muchas cosas en la conducción de la guerra cuya crí
tica actual pudiera parecer fuera de lugar; pero es necesario
ocuparse de ciertos hechos que demuestran dos errores estra
tégicos que, si no se les comprende bien (y en ciertos círculos
responsables aún no lo han sido completamente), pudieran re
petirse en una guerra futura. El primer error consistió en no
conseguir dar la debida seguridad a nuestras comunicaciones
marítimas. Habíamos olvidado una vez más en nuestra Histo
ria que dependemos completamente del mar. El segundo error
fué que intentamos desarrollar un plan de acción doble coir
fuerzas demasiado pequeñas ni aun para asegurar la ejecución
de uno solo. El daño ocasionado a Alemania por nuestros bom
bardeos no fué nada comparado con el que sufrimos a conse
cuencia de los ataques cóntra nuestra navegación, efectuados
por submarinos, aviones y otros medios. Nuestras graves pér
didas de barcos retr-asaron la ofensiva final por lo - menos en
un año.
Si admitiéramás, únicamente a efectos de argumentación
en la discusión empeñada, que el bombardeo de un país enemigo
constituye la mejor forma de ofensiva estratégica, no podría
mos menos de observar que ni esa ni otra cualquier form3 de
ofensiva fué posible durante un considerable período de tiem
po después de estallar la guerra. Hubo que tomar primero cier
tas seguridades vitales y, como consecuencia de ello, dispersar
nuestras pequeñas fuerzas, parte en débiles y espasmódicas
medidas defensivas y parte en una ofensiva parcial y de muy
poco efecto. Esto constituyó un error estratégico, que ya había
- nacido
en tiempo de paz y que es extraño subsistiera durante
la guerra, siendo así que, en sus comienzos, se nos puso bien de
manifiesto que la seguridad que buscábamos no la podíamos
encontrar bombardeando Alemania. Veamos lo que hubo de
manifestar Mr. Churchill acerca de la trascendental necesidad
dela seguridad en el mar. En su famosa carta al Presidente
Roosevelt, en diciembre de 1940, decía: “... la decisión en el
año 1941 está en el mar. Como no seamos capaces de alimen
tar esta Isla, importar las municiones de todas clases que pre
cisamos; transportar nuestros Ejércitos a los diferentes tea
tros de la guerra en que haya que enfrentarse con Hítler y su
aliado Mussolini, y hacer esto con la- seguridad de poder con
tinuar hasta que se destruya -la moral de los Dictadores con
tinentales,
podemos fracasar, y el tiempo que necesiten los
Estados Unidos para completar sus preparaciones defensivas
puede llegar a ser grande. Por eso, la conducción de la guerta
en 1941 depende de- la navegación y de la capacidad dé
transporte a través de los océanos, en particular del Atlái
tico...”
Dejando a un lado, de momento, los reparos que pudieran
oponerse a una victoria lograda a costa de la gran destrucción
ocasionada por bombardeos en gran escala, el único argumento
en favor de esta clase de ofensiva,- y que podría satisfacer posi
blemente a las -necesidades defensivas, se daría en el caso de
que dispusiéramos al empezar la guerra de unas fuerzas aéreas
que, por su enorme entidad, pudieran asestar al enemigo un
golpe definitiva. Pero es muy difíçil en nuestra época llegar a
cumplir tales condiciones. No siendo nación agresora, todas
nuestras fuerzas armadas disponibles al comenzar la guerra
(aun incluyendo las de nuestros posibles aliados) no bastárían
para lograr ese resultado definitivo. La pasada guerra nos ha
mostrado que la reducción de un enemigo por el - bombardeo
de sus ciudades y fábricas es, en el mejor de los casos, un pro
ceso lento y costoso, aun disponiendo de las grandes flotas
aéreas con que se contó al final.
La U. S. Strategic Bombing Survey muestra cuán limitado
fué- el efecto del bombardeo sobre la producción de guerra.
Libros como La Segunda guerra mundial, del General Fuller, y
Consecuencias militares y políticas de la energía atómica, del
profesor Elacket, también arrojan luz sobre esta cuestión.
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Es un hecho cierto que en el año último mismo de la lucha
producía Alemania tanques más potentes que los nuestros; un
número de cañones, aviones, municiones, etc., tan elevado como
antes, y además aún fué capaz de atacarnos con armas tan
peligrosas como’ el “V-i” y el “V-2”, llevándonos la delantera
por lo que respecta a aviones de reacción. Los que se muestran
partidarios del bombardeo a ultranza conceden mucha impor
tancia a las conocidas advertencias de Speer a Hítler en la
fase final de la guerra, y en las que dijo que los bombarderos
aliados estaban haciendo imposible la resistencia alemana.
Speer tenía razón; pero hay que hacer constar que su ansiedad
estaba motivada principalmente por la destrucción de una
gran cantidad de gasolina: un objetivo muy propio para el
bombardeo estratégico y algo muy diferente de los inútiles y
costosos esfuerzos hechos para hacer desaparecer fábricas y
ciudades.
Siendo magnífica, como fué, esta contribución para lograr
el colapso de Alemania, es evidente que se hizo posible, de
una manera efectiva, por la terrible presión militar y econó
mica ejercida por los Ejércitos aliados convergiendo sobre Ale
mania desde el este y el oeste, así como, desde luego, por los
efectos acumulados del poder marítimo, cosa ésta de la mayor
importancia, aunque no sea muy reconocida. Si no hacemos
caso de estas lecciónes y, en una guerra futura, esperamos de
rrotar al enemigo principalmente por el bombardeo de sus ciu
.dades y población, tendremos que crear una Fuerza aérea “es
tratégica” tan tremenda, que ya no nos quedarán hombres,
municiones ni dinero para emplear en las otras Fuerzas aéreas,
terrestres y navales. ¿Podemos correr tal riesgo? Evidentemente
que no. Más que estrategia, sería eso un juego de azar. Y aun
lo sería más todavía si tomáramos la iniciativa de lanzar la
bomba atómica. Después me ocuparé de eso.
Si este razonamiento es perfecto y no podemos conseguir una
inmediata
victoria con el bombardeo estratégico, debemos
atender a nuestra seguridad, esto es, a la de nuestro territorio
y comunicaciones marítimas. El control de nuestras comuni
caciones marítimas ha de ser siempre una empresa muy vasta
en caso de guerra con cualquier gran nación que tenga acceso
al mar, aunque las fuerzas de esa nación sean predominantemente terrestres y aéreas. Es de presumir que tal nación (des
de luego, estamos pensando en Rusia en este momento), si
quiere atacarnos, poseerá una cierta Marina que incluirá pro
bablemente una masa de submarinos y numerosos minadores.
Una Marina de esta clase, junto con grandes fuerzas terrestres
y aéreas, podría constituir una seria amenaza para nuestras
bases y navegación. Pero nuestros barcos de carga deben pa
sar, pues nos traerán la mayor parte de nuestros alimentos;
prácticamente, todas las materias primas que necesitamos para
fabricar -armas y municiones, muchas clases de artículos manu
facturados, armas y otras cosas esenciales. Deben también
transportar las fuerzas de tierra y gran parte de las aéreas del
Imperio, y sobre todo el petróleo y aceite, sin los cuales nues
tros barcos de guerra y la mayoría de los mercantes no pueden
navegar, nuestros aviones volar y el Ejército de tierra se en
cuentra anclado. En otras palabras: dependemos del mar día
tras día, y toda interrupción en el ir y venir del tráfico marí
timo, toda pérdida de barcos y de cargamentos, tendrá rápi
das repercusiones en nuestra vida física y económica y sobre
cada una de nuestras operaciones navales, terrestres y aéreas.
Cuantos menos barcos y cargamentos perdamos, más rápida
mente podremos armar y concentrar las fuerzas de todo el
Imperio y convertirlas en la potente arma ofensiva que nece
sitaremos para poner fin a la obra. Cuanto más grande sea la
seguridad al principio, antes podrá hacerse la ofensiva combi
nada y definitiva. Tal ofensiva hubiera podido tener lugar
en 1942 5 no hubiéramos perdido tantos barcos y si hubiéra
mos enfocado más nuestra producción de guerra hacia la ob
tención de la seguridad marítima y de medios de invasión,
tanto navales (lanchas de desembarco) como terrestres y
aéreos.
El Mariscal del Aire lord Tedder dice en su libro La potencia
aérea en - la guerra que una ofensiva pasiva sería un suicidio
inevitable y doloroso, y que debemos tener dientes capaces de
morder rápida y fuertemente. Todos debemos mostramos con
formes con esta sana idea, aúnque podamos discrepar acerca
de qué es lo que deba ser mordido.- Hay una gran diferencia
entre defensiva pasiva y defensiva estratégica, pues esta úl
tima puede y debe llevar consigo una intensa acción ofensiva.
Así, por ejemplo, en el caso del aire y en lo que se refiere al do
minio del mar, exigiría constantes ataques contra los aeró
66
dromos y bases desde los cuales los aviones enemigos pudieran
atacar nuestros puertos y navegación, contra el tráfico marí
timo enemigo y contra los submarinos y otros buqués de gue
rra que efectuaran incursiones contra el nuestro. La acción del
Ejército del aire incluiría también minados ofensivos, ataques
combinados con fuerzas terrestres y navales contra bases ene
migas; invasiones aerotransportadas
de zonas enemigas desde
las cuales pudieran efectuarse ataques contra la navegación,
y además una- ofensiva continua contra aquellas zonas desde
las que el enemigo atacara territorios o líneas de comunica
ción vitales para nosotros, y contra las líneas de comunicación
aéreas y marítimas y depósitos de repuestos y combustible
utilizados por el adversario para tales ataques. Nuestros dien
tes tendrían mucho que morder dentro del marco de una de
fensiva estratégica. Nuestras guerras pasadas confirman esto
claramente.
Cuando nuestra estrategia marítima estuvo bien
concebida—y no ocurrió siempre así—, la acción ofensiva fué
principalísima,
aun cuando dicha estrategia fuera esencial
mente defensiva. La misión principal de la Marina fué (y es)
buscar y destruir a las fuerzas del -enemigo que amenazan el
tráfico o el territorio propio, y después de esto, impedir el trá
fico adversario. Incidentalmente, el control de las comunica
ciones marítimas supone su prohibición para el enemigo, que
se ve así apretado por un lazo que terminará por ahogarle.
Hemos de recordar que ese control nos posibilitará asestar
con libertad desde el mar golpes contra diversos puntos estra
tégicos del perímetro del territorio enemigo; en verdad, sola
mente desde el mar pueden llevarse a cabo operaciones que
impliquen el empleo de todos nuestros Ejércitos. Pero debe
mos recordar esto: las fuerzas aéreas, lo mismo que las terres
tres y las navales, son solamente medios para conseguir un
fin. El fin remoto es, desde luego, derrotar al enemigo; pero
uno de los fines próximos es el control de las comunicaciones
marítimas, sin el cual no podremos conseguir esa derrota, a no
ser que nos enfrentemos con injustificables riesgos.
Pero podrá decirse, con razón, que el dominio del aire es
también uno de los fines próximas y uno que será necesario
para complementar aquel que tiende a asegurarnos las comu
nicaciones marítimas. El proceso para obtener ese dominio
debe ser gradual en cualquier caso: primero local y después ge
neral. No hay, sin embargo, ninguna razón particular que se
oponga a que esas dos exigencias puedan ser satisfechas simul
táneamente, teniendo en cuenta que el proceso de abatir el po
derío aéreo enemigo puede tener lugar tanto en las batallas
libradas para disputar al enemigo las comunicaciones maríti
mas (y, desde luego, en aquellas sostenidas para defender te
rritorios vitales) como en otra clase de actividad aérea. Si el
enemigo no acierta a comprender la avasalladora importancia
que tienen para nosotros las comunicaciones marítimas y de
dica pocas fuerzas aéreas para entorpecerlas, mucho mejor; y•
así podrá encontrar nuestra fuerza aérea principal otros sitios en
donde buscar el dominio del aire.
Una vez asegurada razonablemente nuestra seguridad, ¿se
ría posible la ejecución del bombardeo estratégico? ¿No sería
conveniente en ese caso efectuar una vigorosa ofensiva contra
los centros enemigos de producción y población? Dejando a
un lado las preocupaciones acerca de la situación en la post
guerra, como consecuencia de la gran destrucción, y las consi
deraciones morales sobre la ciega matanza de no combatien
tes, únicamente se puede responder que todo dependerá de las
circunstancias.
¿Puede ser obtenida la victoria más rápida y seguramente y
de forma más satisfactoria por medio de los bombardeos o por
la invasión? Si se recurre a la última, todo bombardeo que de
bilite el esfuerzo combinado conducente a la invasión final debe
ser proscrito. Pero el verdadero bombardeo estratégico, es de
cir, aquel que contribuya más directamente a favorecer el es
fuerzo concentrado hacia adelante, debe ser una parte princi
pal importañte de la campaña. Los objetivos habrán de ser
predominantemente
militares. Hay siempre una gran canti
dad de ellos, como más arriba se ha dicho. Los objetivos mili
tares son, á veces, difíciles de definir y siempre se darán casos
de duda; pero, evidentemente, no perderíamos tiempo tratan
do de hallar una fórmula rígida. El destrozo causado por las
Fuerzas aéreas aIjadas antes de la invasión de Normandía en
los puentes y ferrocarriles de Francia y en los suministros de
combustible que necesitaban los alemanes para la lucha que
se avecinaba, es un ejemplo clásico de bombardeo estratégico,
en su más -alto grado. Fué un factor decisivo y estaba com
prendido dentro del marco de una operación definida y com
binada; no era meramente parte de un vago plan aislado de
destrucción en gran escala y a largo plazo. Con todo, sería ab
surdo prohibir el bombardeo de ciertas instalaciones produc
toras de primera importancia, que constituyen un objetivo
por sí mismas. En este aspecto, como en todos, hay excepcio-.
nes. No es posible establecer una regla rígida. Sugiero que todo
lo que se puede hacer es no perder de vista los fines militares
y políticos en cada una de las fases de todas las campañas y
operaciones.
Hay otra razón, y muy fuerte, por la cual no puede hablarse
mucho de bombardeos “estratégicos” de ciudades en la forma
que se hicieron en la pasada guerra. La guerra ha sido siempre,
con mucho, cuestión de posiciones. ¿Y no sigue siendo así?
Aun cuando el indicado tipo de bombardeo figure entre los
diversos medios a emplear para presionar al enemigo y domi
narlo, siempre será necesario mejorar las posiciones de ataque
propias, pues es apenas concebible que la base de partida ini
cial, por buena que sea, siga siéndolo a través de las cambian
tes circunstancias de la guerra. Las nuevas posiciones, a su
vez, llegará un momento en que no servirán y habrá que bus
car otras. De esta manera, la necesidad de nuevas posiciones
llegará a imponer el movimiento constante. Cada salto exigirá
la intervención de dos o de los tres Ejércitos, y la participa
ción de la R. A. F. será esencial en todas las operaciones más
importantes.
Sobre la Aviación caerán constantes peticiones y
deberá hacer planes de operaciones, reajustes de fuerzas, mo
dificaciones de armamento, nuevos tipos de aeronave y sabe
Dios cuántas cosas más. ¿Podrán ser completamente satisfe
chas estas demandas en plena guerra de movimiento, teniendo
que atender además a efectuar sin interrupción una ofensiva
independiente de bombardeo en gran escala contra centros de
producción?
La guerra es todavía un arte, y que se basa en la adecuada
elección de posiciones estratégicas y tácticas desde las que el
enemigo pueda ser atacado mejor, así como en saber escoger
el mejor momento para atacar. El poder atacar con éxito y
en el momento oportuno implica la necesidad de concentración
y movilidad.
La sorpresa es a menudo un factor dominante. Estas condi
ciones no podrán darse, a menos que las fuerzas propias estén
permanentemente dispuestas y estrechamente integradás estraté
gica y tácticamente, y a no ser que exista un plan estratégico
coherente y coordinado.
La bombaatómica.
Si ambos beligerantes o grupos de beligerantes usan sin res
tricción la bomba atómica contra ciudades y centros de pro
ducción, podemos descartar los principios de guerra u otros
cualesquiera. El resultado será el caos, y el vencedor, si se le
puede reconocer como a tal, se encontrará tan abrumado por
problemas económicos, sociales y humanos, no sólo en su pro
pio país, sino en el mundo que haya conquistado, que com
prenderá que ha logrado la victoria a un precio que no puede
pagar. Estas ideas deben tenerlas presentes los estadistas de
aquellos países expuestos a verse envueltos en una guerra en
un próximo futuro, y de esta forma, aunque pueda ser impo
sible establecer acuerdo alguno sobre el control internaciona
de la energía -atómica, cabrá esperar que, si la guerra llega,
ninguno de los bandos se atreverá a usar un arma de -dos filos.
Un notable ejemplo de esta forma de conducta, inspirando las
acciones de los beligerantes, lo tenemos en la pasada guerra
por lo que se refiere a los gases tóxicos.
Supongamos que en una guerra futura disponga la nación
agresora de la bomba atómica. Supongamos también que nos
otros y nuestros aliados estemos asimismo bien provistos de
esta clase de bombas; ¿seríamos los primeros en usarlas? ¿Nos
compensaría hacerlo? ¿Podríamos asestar un golpe definitivo
contra un país, por ejemplo, como Rusia?
Hay muchos entendidos que no lo creen posible. Indudable
mente, podríamos infligir terribes daños al país enemigo; pero
¿nos compensarían de los causados a nuéstras congestionadas
islas por-las bombas enemigas? Aún hay un aspecto a consi
derar en esta estrategia. Como prácticamente todas las nacio
nes europeas se verían envueltas en la lucha, habremos de es
perar si se recurre a la guerra atómica, que caigan bombas por
todo el Continente. Nos podemos ver obligados a bombardear
países ocupados por el enemigo y a destruir ciudades de Aus
tria, Hungría, los Balcanes, Alemania, Escandinavia, Países
Bajos y Francia.
¡Qué cuadro de desolación veríamos, con ruinas por todas
partes, media Europa radiactiva, incontables supervivientes
condenados a una muerte lenta, y la vida económica y, desde
luego, la civilización destruídas!
Sea o no inevitable el uso de bombas atómicas, de la guerra
bacteriológica o de otros horribles medios de destrucción que
podamos inventar, la potencia marítima sigue siendo tan im
portante como siempre. Luchamos formando Commonwealth,
y por ello, si el Reino Unido llega a verse seriamente debilitado
por el bombardeo atómico, el centro del esfuerzo debe trasla
darse a otra parye del Commonwealth. La potencia marítima
nos permitirá hacer esto. Debemos desterrar la idea de que
la Marina ha quedado relegada a una posición secundaria,
cualquiera que sea el arma nueva que haya surgido. En cual
quier caso, los barcos no son más vulnerables a las armas ató
micas que cualquier otro elemento. Son muy movibles, pueden
dispersarse, y una Flota moderna puede mantenerse en el
mar más tiempo y operar desde bases más lejanas de lo que le
era posible antes de la pasada guerra. Es formidable el arma
mento defensivo de una fuerza naval, su artillería y su avia
ción de caza. En la Aviación Naval hemos de ver no sólo una
punta de lanza, sino un escudo para la Flota.
No estará fuera de lugar un comentario más en este asunto.
No hay nada nuevo en esto de la guerra total. Era bastante
corriente en los tiempos antiguos y en todos ha sido practi
cada por las tribus salvajes. El pillaje, el incendio, la viola
ción, la matanza deliberada de hombres inermes, mujeres y
niños, de viejos y jóvenes por todo el país han sido bastante
totales en las guerras del pasado. Pero, conforme las naciones
se iban civilizando más, tales orgías fueron impedidas por los
Generales, estadistas y simples ciudadanos. El General se
daba cuenta de que tales excesos no sólo eran nocivos para la
moral y la disciplina, sino que interrumpían, debilitaban y di
lataban la concentración contra las fuerzas enemigas. El es
tadista veía los inconvenientes que se derivaban del resenti
miento producido y el simple ciudadano protestaba movido
por sus sentimientos humanitarios. De esta manera, aunque
todos se daban cuenta de que la guerra tenía que ser por fuer
za una cosa sangrienta, hacían lo que podían para mitigar al
gunos de sus males, estableciendo convenciones por las que los
no combatientes eran protegidos todo lo posible, los pozos no
debían ser envenenados, los prisioneros de guerra se veían tra
tados misericordiosamente, la Cruz Roja respetada y conside
rados los derechos y seguridad de los neutrales. Algunas de
estas convenciones se rompían de vez en cuando; pero cuando
esto ocurría, la opinión general deseaba que fueran nueva
mente restablecidas y observadas. Pero ahora las naciones
del-mundo han vuelto a los métodos de los godos y de los
hunos. Hay algunos excesos en los que, sin duda, aún no
hemos incurrido; pero se puede afirmar justificadamente que
eso ha quedado más que compensado por hechos como el
bombardeo atómico de Hiroshima y Nagasaki, populosas ciu
dades - de un país prácticamente derrotado. Debemos esperar
un renacimiento, en el que, si las guerras no pueden ser evita
das, los estadistas y - Generales no encuentren lugar en sú es
trategia para el confuso machaqueo a que recurrimos en la
pasada contienda. Y esto no es un romántico idealismo: obrar
así, a la larga, compensa.
Escuchemos de nuevo a Mr. Churchill. Hablando en La Se
gunda guerra mundial de los ataques aéreos contra nuestras
bases de la Aviación de caza en el verano de 1940, dice: “Fuí
a visitar algunas de estas bases; particularmente la de Man
ston (28 de agosto) y la de Biggin Hill. Estaban encajando
golpes terribles y las pistas de despegue se veían destrozadas
por los embudos. Por eso, el Mando de la Aviación de caza
vió con alivio que el de septiembre los alemanes dirigían sus
ataques
contra Londres, cambiando, por tanto, su plan.
Goering debía de haber insistido contra los aeródromos, de
cuya organización y coordinación dependía entonces todo el
poder combativo de nuestras Fuerzas aéreas. Por haberse des
viado de los principios de la guerra clásicos y de las normas
humanitarias hasta entonces aceptadas, cometió una estúpida
equivocación.”
¡Qué cierta es esta última frase! Por consiguiente, tanto nos
otros como las demás naciones del Pacto del Atlántico no de
bemos apartarnos de esos principios clásicos y de esos impera
tivos humanitarios. Lancemos, de acuerdo con ellos, nuestras
bombas, sean atómicas o no.
La máquina de. guerra rusa.
Capitón 8. H. Liddel Hart. Traducidoy publicado por la Revista Militar Argentina.
En el mes de mayo de 1949, antes de que la crisis del verano de combate y poderosos camiones, mezclados con carros tira
apareciera sobre Berlín, el Ministerio de Defensa británico de
dos por un animal.
Pródigamente equipados, los occidentales no podían com
claró que Rusia tenía entre 3.600.000
y 4.000.000 de hombres
bajo las armas en su presente período de paz. Tenía 3 millones prender cómo un Ejército podía ser conducido sin tantas cosas
en el tiempo en que Hítler invadió a Rusia. La apreciación de como ellos se habían acostumbrado a considerar necesarias.
Encontraron difícil creer que tal Ejército pudiese ser eficiente,
Z. V. Alexander coincide con la publicada en marzo por Han
son Baldwin, el eminente corresponsal de The New York Times porque tenía una modalidad distinta de la suya. Les parecía
que en detalle apreció el número de las Divisiones existentes
que sería fácil barrer a lo que miraban como una chusma mal
armada. La reacción fué notable, porque la propia propaganda
en el Ejército rojo entre 175 y 195. En círculos autorizados
franceses las apreciaron entre 175 y i8o.
del tiempo de guerra había cimentado una alta estima por el
Parece haber un estrecho acuerdo en valorar como muy Ejército ruso.
grandes las fuerzas de Rusia. Más importante es la pregunta:
-Estos vistazos superficiales afectaron considerablemente a
¿De qué calidad son sus fuerzas? Sobre esto, los puntos de los puntos de vista anglonorteamericanos, y de ahí la baja es
vista difieren completamente. Una opinión que prevalece tan
timación que tuvieron de la eficacia de las fuerzas rusas. Pero
tan bajo concepto es difícil de conciliar con el papel que des
to en los círculos militares británicos como norteamericanos,
es que la calidad de las fuerzas rusas es muy baja, técnica y empeñaron frente al Ejército alemán, especialmente sus gran
des avances en 1944-1945.
Tuvimos mucha dificultad en ven
tácticamente.
Parece que los Gobiernos se inclinan a aceptar
esa opinión, pues de otra manera no podrían estar satisfechos cer a las fuerzas alemanas aun con tan gran superioridad de
todo, mientras los rusos tenían una considerable superioridad
con las mezquinas medidas de defensa que tomaron.
Es fundamental examinar la pregunta tan a fondo como sea en poderío humano sobre los alemanes; pero no una gran su
perioridad en potencia de fuego y nada de la inmensa superio
posible. Hace sólo siete años que la opinión militar autorizada,
tanto en Gran Bretaña como en Estados Unidos, estaba tan ridad aérea que teníamos nosotros. No es razonable y es peli
equivocada como Hitler en la apreciación de la capacidad de groso explicar los éxitos rusos como debidos meramente a la
Rusia para enfrentarse con un Ejército tipo occidental. Los superioridad numérica del personal. La verdad reside en un
Generales británicos más importantes por sus cargos espera
justo término medio.
ban que Rusia sería vencida en un plazo de seis semanas, y los
Los únicos soldados europeos que tienen un verdadero co
Jefes norteamericanos estimaban que en menor tiempo. Este nocimiento del Ejércuto ruso son los alemanes, habiendo lle
error de apreciación era algo disparatado, aunque el análisis gado a conocerse en cuatro años de fuerte lucha. Es a ellos a
quienes uno debe acudir de primera intención para cualquier
de la campaña de Rusia de 1941 muestra que no era tan erróneo,
testimonio. Así lo hice yo, en una larga serie de discusiones con
como los hechos demostraron a su tiempo. El poder militar
Generales alemanes y otros combatientes durante la guerra.
ruso fué casi destrozado, y los alemanes hubiesen podido acer
carse a la victoria definitiva, a pesar de sus errores y cálculo Resumiendo sus informes, se puede tener un cuadro claro y
inicial equivocado. Ahora bien, el error en la apreciación mi
completo del armamento y táctica, carácter y calidad de las
litar de ambas partes y de todos los círculos no fué bastante
fuerzas rusas.
Primeramente veamos el asunto del material: ha habido, por
considerado para tomarlo como una advertencia general en el
futuro. Pero demostró la tendencia de los militares a entre
supuesto, cambios y evolución desde la guerra; pero una idea
garse a suposiciones y la necesidad en- que nos encontramos de exacta de la calidad del armamento y equipo al comienzo de
la guerra y de las mejoras que lograron durante ella puede ser
un análisis más científico de los hechos.
En general, los soldados se inclinan menos que los civiles a un claro indicio del progreso similar correspondiente desde la
menospreciar las fuerzas que se les oponen; pero en el caso de terminación de la contienda.
El estimonio general es que las armas rusas, en su mayoría,
las fuerzas rusas, el rótulo “rojo” los ha incitado como el pro
eran muy buenas en 1941, cuando empezó la invasión alemana.
verbial “trapo rojo para el toro”, y por esto han sido a me
Los fusiles rusos eran más modernos que los alemanes y tenían
nudo equivocados sus juicios de los hechos. Ellos no podían
imaginar que el Ejército rojo tuviera disciplina, y estaban dis un mayor alcance eficaz.
Sus ametralladoras eran igualmente buenas. Sus morteros
puestos a notar defectos o fallas particulares, como una prue
eran tan sencillos en su construcción y toscamente termina
ba de su incapacidad general.
dos, que parecían la obra de un herrero de aldea, aunque eran
De un modo similar, el juicio ruso sobre las otras naciones
de los más eficaces. Su aparente imperfección fué sobrepasada
ha sufrido el efecto engañoso de la palabra “capitalismo”.
Esto ha engañado varias veces a los Jefes rusos, que creyeron en mucho por la ventaja de una rápida producción.
que solamente hacía falta empujar a sus adversarios para que
izasen la bandera blanca.
Ventaja de los carros.
Los engaños mutuos se multiplicaron por el aislamiento de
Fué en los carros donde los rusos gozaron de mayor prepon
Rusia y la consecuente falta de información. Aun durante la
guerra, las potencias occidentales sabían mucho menos de la derancia.
Esta ventaja fué una de las que ellos más necesitaban, por
situación y fuerzas de su aliado ruso que de su enemigo ale
que las esperanzas del invasor estaban basadas principalmente
mán. Mientras eran capaces de discutir detalladamente la orga
en el efecto decisivo de sus carros. Desgraciadamente para los
nización de las fuerzas alemanas y podían situar las Unidades
con notable exactitud, conocían sólo los más vagos esbozos rusos, esta preponderancia técnica entró en acción muy tarde.
Es una historia aún no -revelada, pero de gran significación, lo
de cómo sus aliados soviéticos estaban organizados y dispues
tos. Solamente una vez, en 5942, fué permitido a las misiones que sucedió en 5945.
Cuando se inició la invasión alemana, los carros rusos eran
militares aliadas una oportonidad breve y limitada para ver
todavía de modelos producidos durante el segundo Plan quin
el frente de batalla. Después de esto fueron puestos en cuaren
quenal. Se estaban volviendo anticuados, aunque no más. que
tena. Es natural que las ideas de los militares occidentales fue
los qie estaban usando los alemanes (en su mayoría, de. la pro
sen grandemente influenciadas por las impresiones que mu
ducción 1933-1937).
Los carros rusos eran también más nume
chos de ellos adquirieron del vistazo que echaron a las tropas
rusas cuando los Ejércitos establecieron contacto al final de la rosos que los alemanes. Pero el Ejército rojo desperdició la
oc’asión de esta ventaja numérica por la forma en que dispersó
guerra y antes de que bajasen el telón de acero. Ese fué un pe
ríodo de caos y de descanso después del prolongado esfuerzo. sus carros, en vez de concentrarlos como hacían los alemanes,
y por una torpe dirección de los mismos. Como resultado, fue
ron destruídos por las Divisiones Panzer, hábilmente conduci
Impresiones
desavorabIes.
das, y el Ejército rojo quedó despojado de la mayor parte de
sus carros al finalizar el verano.
Predominaban las impresiones dedesorden, desaliño,necedad
Pero nuevos modelos, creados mientras Alemania invadía
y atraso. Lo imperfecto de la mayoría del equipo ruso les llamó
la atención, así como la extraña variedad de transportes, carros el Oeste, empezaron a fabricarse; el carro mediano “T. 34” y
r
a
el tanque pesado “K. V. i” demostraron sér superiores a cual
quiera de los que tenía el invasor, y frenaron su acción ma
nio brera.
El “T. 34” apareció en el verano, cuando los alemanes reali
zaron el último salto antes del avance sobre Moscú, y los que
estaban disponibles fueron usados como reservas estratégicas
para cerrar las penetraciones. en el frente. En 1942, los nuevos
modelos fueron fabricados en grandes cantidades.
En 1920, los primeros carros creados en Rusia copiaron mo
delos franceses, con algunas modificaciones.
Después compraron modelos “Vickers” a Inglaterra y los
perfeccionaron. El “T. 26” (basado en el “Vickers” de 6 tone
ladas) se convirtió en el principal carro ligero, y aunque sus
limitaciones fueron puestas de manifiesto en la guerra civil es
pañola, gran cantidad de ellos estaban todavía en uso en 1941.
En esta cuestión se nota una influencia alemana predomi
nante. Mientras Alemania no podía aún fabricar carros, por el
Tratado de Versalles, el Gobierno soviético le dió facilidades
para establecer centros experimentales en Voronezh y Kazan.
Los alemanes aprovecharon esta ayuda, desarrollando sus mo
delos ligeros “Panzer 1” y “Panzer II”, empleados en las inva
siones de Polonia y Francia.
Los rusos también se aprovecharon, pues el “T. 37” era si
milar al “Panzer 1”, y su sucesor el “T. 6o” era también simi
lar al “Panzer II”. Asimismo crearon un carro pesado, el
“T. 35”, similar al “Borsig”, que los alemanes ensayaron, y del
que algunos ejemplares fueron empleados en la invasión de
Noruega. Ninguno de los dos dió resultado satisfactorio, y
en 1941 los rusos debieron confiar principalmente en el “T. 28”
hasta que pudieroñ reemplazarlo por el nuevo modelo “K. y.”,
que también evidencia influencia alemana, y era algo más
pesado que el “Panzer III” y el “Panzer IV” que los mismos
alemanes perfeccionaron. El “K. V.” condujo al carro “Stalin”,
que hace su imponente entrada en el escenario a principios
de 1944.
gre”. Sólo mediante tácticas hábiles pudieron los alemanes
combatir la superioridad del “Stalin”, que permaneció hasta el
fin de la guerra como el más poderoso carro del mundo.
Es valioso contar en detalle esta historia de la “carrera del
carro” como una advertencia, porque muestra cómo los rusos
lograron el progreso del arma más importante. Al mismo tiem
po fabricaron armas mayores de otras clases.
Parecen particularmente aptos en la fabricación de armas
“a prueba de torpes”. Esto puede ser una necesidad especial
para los rusos, debido a su bajo nivel cultural; pero es una
ventaja muy conveniente en cualquier país, teniendo en cuen
ta que las condiciones bélicas son muy duras.
Desde la guerra han contado con técnicos alemanes en com
binación con los suyos, y con el conocimiento de muchas nue
vas armas y modelos mejorados que estaban siendo perfeccio
nados en Alemania. Es prudente reconocer que los rusos han
conservado, por lo menos, su antigua contribución al progreso
de los inventos.
El «T. 34» inclinóla balanza.
Mientras tanto, la balanza se inclinó gracias al “T. 34”, que
proviene de fuente americana. Un inventor privado, Walter
Christie, creó a principios de 1930 un carro muy rápido, de
nuevo diseño, que hacía entrever una gran promesa.
Los rusos adquirieron un modelo, lo perfeccionaron y produ
jeron un carro mediano (crucero), el “B. T.”, que fabricaron en
cantidad en 1936, como la máquina principal de sus fuerzas
blindadas. Era mucho menos digno de confianza que el proto
tipo importado, porque su blindaje era débil, y por eso los ru
sos tuvieron que pagar un elevado tributo en las batallas
de 1941. Sin embargo, partiendo de éste, fabricaron el “T. 34”,
que tenía un blindaje mayor (52 mm.), un cañón más poten
te (76 mm.) y era más rápido (54 Km. por hora) que culaquier
otro carro de los alemanes y de otro Ejército en ese tiempo.
Otras ventajas de esta máquina de 28 toneladas eran su es
tructura baja y sus raramente anchas orugas. Los rusos fabri
caron sus carros pensando en el suelo ruso, terreno arenoso que
muy a menudo se transforma en un barro espeso después de
las lluvias, lo que les daba una ventaja mucho más amplia.
La producción de los “T. 34” ascendió constantemente en
el año 1942, a pesar de todos los trastornos causados por Ale
mania. Mientras corrían los meses en que la batalla de Stalingrado estaba en todo su furor, una fábrica de carros de com
bate de la ciudad pasó a fabricar de diez a quince “T.
al
día. Los sitiadores alemanes, operando lejos de sus bases y
casi a 3.200 Km. de sus fábricas, no podían reponer sus pérdi
das en los constantes combates. Sus vehículos medianos de
20
toneladas, de una velocidad de 32 Km. por hora, el “Pan
zer III” y el “Panzer IV”, eran anticuados, como los Generales
alemanes admitían tristemente.
En 1943, los alemanes fabricaron el carro “Tigre” de 6o to
neladas, con un blindaje de 6o mm. en el frontis y un gran
cañón de 88 mm. Este carro hizo pagar un alto precio a los bri
tánicos y a los norteamericanos, débilmente armados y blinda
dos, en los cerrados terrenos de Sicilia, Italia y Norman día.
Pero en los abiertos espacios de Rusia, el relativamente len
to “Tigre” estaba en desventaja mayor para combatir con los
veloces “T. 4”. Los alemanes llamaban jocosamente a sus
“Tigres” “carromatos de mudanza”.
Luego, en 1944, los rusos introdujeron su nuevo carro pe
sado, el “Stalin”, con un blindaje de xo mm. en el frontis y
un cañón de 122 mm.; no obstante, con una estructura más
baja y ofrecieñdo de este modo un blanco menor que el “Ti-
La tuerza aérea.
La prueba de esta fuerza ha sido vista en el aire, donde es
más difícil ocultar las cosas. En la guerra, la fuerza aérea roja
no fué tan poderosa como su fuerza blindada, aunque cierta
mente no despreciable. Ha sido equipada para un estrecho
apoyo a las fuerzas terrestres, especialmente por ataques a
vuelo bajo, excluyendo las operaciones de largo alcance y más
complicadas. En esta limitada misión, los rusos fueron muy efi
caces, sin llegar a los occidentales. Sus “Yaks” de combate, sus
bombarderos de combate “Lavotchkin” y sus bombarderos de
motores gemelos “Tupolev” (T. U. 2) dieron buen resultado.
Los críticos occidentales se inclinaron excesivamente a basar
sus opiniones en los defectos de la fuerza aérea, técnicos yope
rativos, fuera de los límites para los cuales la habían organi
zado. El sistema de navegación es pobre y sus métodos pri
mitivos.
No está equipada con instrumentos para vuelo a ciegas y
localización por radar.
La producción rusa total de aviáción es mucho mayor que
la de cualquier otro país; pero es, en su mayor parte, de tipos
ligeros de cooperación terrestre o de entrenamiento. La pro
ducción cuantitativa es favorecida por la simplicidad en la
construcción, y la mayoría tienen todavía fuselajes de madera.
Esta es una razón pór lacual los rusos se han dedicado con
gran energía a la propulsón a chorro. El desarrollo de éstos se
vió facilitado porque compraron un número considerable de
“Rolls-Royce Nene” y otros motores a chorro, antes de que
tales convenios fueran controlados. Varios nuevos tipos de
combate con propulsión a chorro han sido vistos por observa
dores extranjeros, y uno de aquéllos ha sobrepasado los 960 Km.
por hora.
Como los aparatos de combate y bombarderos de combate
con propulsión a chorro son demasiado veloces para cooperar
en operaciones terrestres, parece que los rusos se están vol
cando ahora sobre el problema de interceptar a los bombarde
ros atóinicos. Ha habido también un desarrollo significativo
de los nuevos bombarderos de largo radio de acción, similares
a los “B. 29” 0 superfortalezas, al mismo tiempo que ha apa
recido un bombardero de cuatro motores de propulsión a
chorro.
Todo esto sugiere que existe un creciente interés en el bom
• bardeo
estratégico por parte de los rusos.
De igual modo, la producción de aviones de transporte de
largo radio de acción puede ser una inclinación a proyectadas
operaciones aerotransportadas.
Uno de los misterios de la úl
tima guerra es el de por qué los rusos, que fueron los invento
res de las tropas paracaidistas, nunca trataron de emplearlas
durante la guerra, en contraste con los países occidentales, que
se iniciaron más tarde en esta nueva esfera. Pero mientras
Rusia tenía un número mucho mayor de paracaidistas instruídos que cualquier otro país, tenían escasos transportes aéreos,
lo mismo que estaban atrasados en la técnica de navegación.
De ahí hay dos razones obvias, aunque pueden existir otras,
no registradas en la historia de las hazañas rusas de la guerra.
La Marina roja.
Mientras
importante
eficaz, con
los tiempos
que la fuerza aérea roja ha sido hasta ahora menos
que el Ejército rojo, la Marina roja ha sido la menos
mucho, de las Fuerzas armadas, no mejor que en
zaristas. Fracasó aun para dominar el mar Negro
69
durante la última guerra y todavía más en el mar Báltico.
taban pintadas. Su diseño evidenciaba poca preocupación por
Tiene 3 acorazados, unos 9 cruceros y quizá 6o destructores;
la comodidad de la tripulación. Carecían de los refinamientos
pero la mayoría son anticuados. Ha contruído recientemente
sus primeros dos portaaviones, buques de 22.000 toneladas, e instrumentos que los expertos occidentales consideraban
necesarios para el tiro y conducción. Hasta 1943, sólo los Jefes
capaces de transportar 6o aviones. Su principal potencia re
tenían radio.
side en su fuerza submarina, la mayor del mundo, con un to
Por otra parte, los carros tenían un buen espesor y forma
tal de 250 unidades. Tal número produce una impresión falsa,
en
el blindaje, un potente cañón, alta velocidad y seguridad;
ya que una gran parte es anticuada.
Sin embargo, importantes progresos se deben esperar de los los cuatro factores fundamentales. La comodidad de su tri
pulación fué de menor importancia, especialmente porque los
rusos, que están ahora en posesión de los submarinos alema
nes provistos de “schnorkel” y de las piezas componentes para soldados rusos son más resistentes que los de otros países.
construir una cantidad más de este tipo, como así también de La comodidad y el deseo de una mayor ayuda instrumental
el aumento de peso y complicaciones en la fabrica
expertos en su fabricación. Una gran fuerza submarina de este implicaba
ción. Tales deseos han entorpecido repetidamente el desarrollo
tipo, que no tenga que subir a la superficie y combine la velo
cidad con un radio de acción inmensamente largo, puede ser de y hecho fracasar el empleo de nuestros carros. Así pasó con los
un gran efecto potencial en otra guerra, especialmente para un alemanes, cuya producción sufrió por buscar la perfección.
Los principios sobre los cuales trabajaron en su programa
más estrecho bloqueo de la Gran Bretaña, y como una invisi
de mecanización pueden ser discernidos claramente. Ellos re
ble “cortina de hierro” para detener barcos con abastecimien
cogieron ideas de muchos tipos extranjeros diferentes y adap
tos y tropas de América a Europa.
taron los rasgos que creían valiosos. Luego perfeccionaron la
También existe la posibilidad de desarrollar los transportes
amalgama en un modelo y se volcaron con la producción en
submarinos de tropas. Estos pueden contribuir a la solución
del problema de una invasión a través del mar por una fuerza masa de sólo uno o dos tipos, que trataron de hacer lo más
simples posibles de fabricación.
terrestre, particularmente para la conquista de un objetivo re
Esto fué una gran ayuda para la rápida producción en gran
lativamente pequeño. Mientras el transporte aéreo es una so
lución, el submarino es otra. Parece, sin embargo, la más escala.
Pero no todo fueron ventajas; también hubo inconvenientes
remota, teniendo en cuenta las dificultades técnicas, especial
que las redujeron. Mientras que las tripulaciones podían per
mente para un país que no tiene experiencia de las operacio
manecer en posición incómoda, todo iba bien; pero empezaban
nes anfibias.
las dificultades cuando se les entumecía el cuerpo en los ve
hículos.
La Fuerzablindada.
La deficiencia de sus instrumentos ópticos disminuyó las
posibilidades de batir el blanco cuando abrían el fuego. Care
Al parecer, el poder de las fuerzas rusas descansa principal
cer de estos lujos fué un inconveniene en el movimieno.
mente en su Ejército, sobre todo en su punta de lanza blindada.
Los Ejércitos occidentales pusieron de manifiesto su apti
Es una arma formidable y sería disparatado menospreciar
su amenaza. Al mismo tiempo tiene limitaciones que deben tud para perder movilidad y flexibilidad por tener demasiados
medios, su variedad de especialidades y su esmerada organiza
ser notadas al valorizar su poder. Esta fuerza rusa, aunque
ción, y comenzaron a enredarse en los muchos hilos de este
fué el mejor elemento de sus efectivos, no resultó tan potente
ovillo. Pero los rusos se veían dificulatdos en su acción por te
como debía haberlo sido por la superioridad de sus máquinas.
ner demasiados pocos medios con relación a aquéllos.
Esto se debió tanto a limitaciones técnicas como a las tácticas.
Una excesiva complejidad y una excesiva simplicidad mo
Las máquinas eran toscas interior y exteriormente y no es- tivan falta de elasticidad.
NORMAS SO BRE pontánea
EJERCITO se forma con los trabajos de colaboración es
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C O LA BO RA C 1O N suPuede
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ESTUDIOSSOBRELASEGUNDAGUERRAMUNDIAL
LainvasiónaliadaenEuropaen1944vistadelladoalemán.
Teniente General alemán Hans Speidel. De la revistasuiza
Militir Zeifschriff. (Traducción del Comandante Wilhelmi.)
Hasta ahora, sólo existían sobre la invasión del Norte de
Francia, que comenzó el 6 de junio de 1944, bajo el mando del
General Eisenhower, informaciones aliadas. Los Generales
Marshall y Eisenhower y el Mariscal Montgómery han plas
mado en informes estratégicos y tácticos los preparativos y el
desarrollo de los combates de la invasión. La historia de las
• Divisiones
y Regimientos que en ella tomaron parte comple
tan la información táctica. Pero faltaba información de lado
alemán.
Ahora estamos en condiciones de dar a la publicidad un am
plio informe de fuente alemana. Se trata de una exposición del
Teniente General Hans Speidel, Jefe del E. M. del Mariscal
Rommel, Comandante del Grupo de Ejércitos “B”, del frente del
Oeste.
Después de una larga permanencia en el frente del Este, el
General Speidel asumió el cargo de Jefe de E. M. de Rommel
en el Oeste, el i de abril de 1944, y en ese puesto continuó
también con el sucesor de Rommel, Mariscal General von
Kluge. El General Speidel está, por consiguiente, en las mejo
res condiciones para exponer los preparativos realizados por
parte alemana con miras a la inminente invasión, y las medi
das adoptadas inmediatamente después del desembarco, así
como también los acontecimientos durante la marcha aliada
hacia el Este; y todo ello deducido de fuentes de información
auténticas. Vamos a publicar a continuación tal informe, ex
cluyendo únicamente el capítulo que trata de las circunstancias
políticas y preparativos que determinaron el atentado contra
Hítler de 20 de julio de 1944. (La Redacción de “Militar Zeit
schrift”)
1
La situaciónde losaliadosen los primeros
mesesde 1944.
El día i de abril de 1944 preguntó el Mando Supremo ale
mán al recién nombrado Jefe de E. M. del Grupo de Ejérci
tos “B”, si los aliados occidentales llevarían realmente a cabo
una operación de invasión de gran envergadura. Ni el Jefe
supremo de dicho Grupo de Ejércitos ni su E. M. dudaron ja
más que tal invasión, como operación decisiva, era de esperar
en plazo breve.
En Gran Bretaña había fuerzas equivalentes a unas 75 Di
visiones, de las cuales, según apreciación del mencionado Gru
po de Ejércitos, 6 eran de personal elegido, tanto en los
mandos como en la tropa, y estaban dispuestas, después de
varios años de instrucción, a ser empleadas inmediatamente
en una operación de desembarco. Se trataba de unas 40 a
45 Divisiones británicas y otras 20 a 25 norteamericanas (i).
Todas las Unidades estaban ampliamente motorizadas o me
canizadas (Divisiones acorazadas); además había entre ellas
7 Divisiones aerotransportadas.
Este conjunto de Divisiones
estaban divididas, bajo el mando del General de. los Estados
Unidos Dwight D. Eisenhower, entre los 12.° y 21.0 Grupos de
Ejército. El primero, norteamericano, a las órdenes del Gene
ral Omar N. Bradley, comprendía los Ejércitos 1.0 y 3.° de los
Estados Unidos, de los Generales Hodges y Patton; el se
gtsndo, británico, a las órdenes del Mariscal Montgómery, se
componía del 1er Ejército canadiense del General Grevar y
el 2.° británico del General Dempsey.
Si alguna duda hubiera existido sobre la futura invasión,
habría quedado disipada en virtud de las noticias recibidas en
(i)
invasión
vadir el
das y 4
tas más
Según los datos del General Eisenhower, en su libro “De la
a la Victoria”, el día del ataque había preparadas para in
Oeste de Europa 37 divisiones: 23 de infantería, ro blinda
aerotransportadas.
Para las fases posteriores había previs
divisiones.
marzo de 1944. Valiosas Unidades británicas y norteamerica
nas (r,’ y 7. Divisiones blindadas inglesas,
División in
glesa aerotransportada,
51. a División de Infantería
inglesa,
a y
a Divisiones dc Infantería americanas), una Unidad es
pecial de desembarco y sus correspondientes embarcaciones
habían sido llevadas a Inglaterra desde el Mediterráneo y el
sur de Italia.
Con ello, el centro de gravedad se había trasladado del Me
diterráneo a las Islas Británicas. Italia pasó a ser teatro se
cundario de operaciones.
El armamento y equipo de las Divisiones aliadas eran mag
níficos. En ninguna de ellas faltaban los adelantos de la téc
nica moderna: puertos artificiales permitían a las formaciones
de desembarco independizarse de lós existentes; rollos de tela
metálica serían empleados en crear rápidamente pistas de
aterrizaje; una “pipe-line” enviaría el combustible en canti
dades suficientes a través del Canal, con lo que este vital pro
blema del abastecimiento quedó resuelto; puentes de acero de
moderna construcción permitirían salvar corrientes de agua
y otros obstáculos con seguridad y rapidez.
Las Marinas de guerra de los Estados Unidos e Inglaterra se
encontraban reunidas en los puertos y bahías de las islas bri
tánicas. Las embarcaciones de desembarco eran capaces para
transportar simultáneamente 20 Divisiones, y era de presumir
que serían fáciles los viajes de ida y vuelta, dada la corta dis
tancia a recorrer y la buena protección aérea.
La flota aérea aliada, cón 17.000 aparatos aproximadamente
en primera línea, disponía de suficiente fuerza para llevar a
cabo simultáneamente las operaciones sobre la retaguardia
del frente, sobre Alemania, y para apoyar además los des
embarcos.
Los aliados disponían de una extensa red de espionaje, es
tablecida ya desde tiempo de paz, y a la cual engrosó y dió im
pulso el movimiento de resistencia francés. Dicho movimiento
de resistencia, cuya actividad había aumentado a partir del
invierno de 1943-44,
no desempeñó, sin embargo, un papel
demasiado importante en Francia al norte del Loira. Hasta
la primavera de 1944 no tuvieron lugar actos de sabotaje de
envergadura.
Todos los síntomas de una próxima invasión fueron cuidado
samente registrados y observados por el E. M. del Grupo de
Ejércitos “B”, especialmente después del comienzo de las
grandes ofensivas aéreas entre abril y mayo de 1944.
Los vuelos de reconocimiento, los- ataques de los bombar
deros, los golpes de mano con fuerzas ligeras marítimas y el
sembrado de minas o rastreamiento de las mismas, así como
los actos de sabotaje del Movimiento de resistencia, todos los
síntomas indicaban como más probable la zona comprendida
entre el Somme y la línea St. Malo-Orleáns.
La apreciación del potencial enemigo quedó debilitada por
que las bases necesarias, para dicha apreciación llegaban ya
“elaboradas” al E. M. del Grupo de Ejércitos “B”, proceden
tes de los siguientes sitios: del Jefe del frente Oeste; del Alto
Mando del Ejército de tierra (OKH) y de la Jefatura de la
Werhmacht. Por una orden- expresa del Jefe del frente del
Oeste se prohibió al Alto Mando del Grupo de Ejércitos en
trar en contacto directo con el Departamento llamado “Abwehr”
(defensa), que era el encargado de la información sobre el ene
migo. Así, por ejemplo, el Grupo de Ejércitos no tenía datos
ningunos concretos sobre el Movimiento de resistencia en
Francia, ni sobre .su relación con las fuerzas aliadas en caso de
invasión, sino que recibía los informes ya “de segunda mano”.
El Mando dél Grupo de Ejércitos no disponía en su E. M. de
ningún Oficial especializado del “Abwehr”.
Las noticias, tanto militares como políticas, había que in
quirirlas de una forma confidencial. El Mariscal Rommel
tampoco fué informado oficialmente del desarrollo de las ope
raciones en el Este ni en Italia. Sólo, gracias a sus “buenas” re-
‘71
laciones, pudo mantenerse informado. Los teléfonos y demás
medios de comunicación habían de ser empleados con sumo
cuidado.
La falta de información se hizo ostensible más tarde, cuan
do hubo que enjuiciar la posibilidad de un segundo desem
barco. En el terreno de los armamentos también faltó la in
formación, ya fuera sobre el estado y posibilidades de acción
de las armas “y”, sobre el desarrollo de las armas atómicas,
sobre el armamento ligero de la Marina o sobre los cazas a
reacción.
Cuando parecía que la preparación de las fuerzas de la in
el comienzo de la invasión y preparaba a sus tropas de acuer
do con esta idea. Pero se alegraba, sin embargo, de cada día,
de retraso, en interés de los prepartivos políticos y operativos,.
así como del aumento de la capacidad defensiva de sus tropas.
Constantemente proponía realizar operaciones ofensivas con
tra las tropas enemigas preparadas para la invasión, tanto
con misiones de información como para destruirlas. Esta de
bía realizarse por medio de escuadrillas de submarinos, ac
tuando contra los puertos ingleses, por nuevas minas espe
ciales, cuya construcción prohibió Hitler; por medio de ata
ques aéreos sobre los puntos de reunión, y por medio, final-.
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D!SEMBARcO
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vasión en las “tres dimensiones” estaba ya ultimada en Gran
Bretaña a finales de abril, el presunto instante de comenzar
la misma adquirió el mayor interés. La limitación de viajes a
las Islas Británicas, la llamada a filas de la “Honie-Guard”,
las repercusiones en la economía británica y, sobre todo, el
aumento de la ofensiva aérea inicaban un inmediato comienzo
del combate, que dependía, de todas formas, de las condicio
nes atmosféricas. El Alto Mando de las fuerzas armadas ale
manas (O KW) señaló, según unas informaciones de la Marina
de guerra, el día i8 de mayo como “seguro” comienzo de la
invasión. Después que transcurrió esta fecha sin que dicha
invasión se produjera, la Escuadra alemana del Oeste ya no
esperaba el ataque hasta el mes de agosto.
El Mariscal Rommel contaba todos los días con que sería
72
Km
mente, de empleo de armas “V-i”, cuya cosntrucción cada
vez iba más lenta.
Como zonas de desembarco, presumía el Mariscal en abril
de 1944 que serían las desembocaduras del Somrne, Bresle,
Arques y Sena, con los puertos de Ahbeville y el Havre, la
costa de Calvados y la península de Cotentin con Cherbourg.
En aquella época, Rommel consideraba vital para los Ejércitos
invasores el apoderarse inmediatamente de un puerto suficien
temente amplio. La importañcia de un “puerto artificial” tal
como el que se estableció por los aliados en junio frente a la
costa de Calvados, no la sospechaba entonces dicho Mariscal.
La supremacía aérea aliada estab,a asegurada en cualquier
caso.
La hipótesis de un desembarco en la desembocadura del
embarco alemán en Inglaterra, después de su derrota en tierra
Sena o a lo largo de la costa de Calvados estaba en contrapo
firme, en la zona de Dunkerque, en junio de 1940. De allí
sición con la opinión de la Marina de guerra, que consideraba
improbable dicho desembarco, sobre todo en la costa de Cal emanaron las directrices de Winston Churchill.
El excesivo destiembramiento en el Oeste no respondía ni a
vados, a causa de los arrecifes que existen frente a esta zona.
las
condiciones del momento ni a las leyes de dirección de la
Por esta misma razón, las instalaciones defensivas en esta par
guerra. Hitler creía poder aplicar también a la guerra el sis
te de Normandía eran de poca importancia.
tema revolucionario por él constantemente empleado de divi
Cuando las noticias sobre el enemigo confirmaron la impor
tancia de Normandía como zona de desembarco, el Mariscal dir las masas y luego conjugarlas unas con otras en su propio
Rommel solicitó (principios de mayo) la puesta en- línea en su beneficio. Esto había de conducir no sólo a dificultades en el
sector del tercer Cuerpo de Ejército antiaéreo, que estaba a mando, sino incluso al caos en las órdenes. Del General en
la sazón diseminado por el Centro y Norte de Francia, y que con jefe de las fuerzas del Oeste (Mariscal von Rundstedt) depen
día el Grupo de Ejércitos “B” (Mariscal Rommel), en el sector
sus cuatro Regimientos antiaéreos y 24 Baterías antiaéreas
de ls Países Bajos-desembocadura del Loira; y el Grupo de
de los últimos modelos podían constituir una notable poten
cia de fuego para la defensa antiaérea y contracarro en el Ejércitos “G” (Coronel General Blaskowitz), en el sector des
del Loira-frontera española-Mediterráneo-Alpes.
sector comprendido entre el Orne y el Vire. Goering se lo negó. embocadura
El Mando de las fuerzas navales del Oeste (Almirante Kran
La Marina de guerra envió al final de mayo algunas embar
ke) recibía las órdenes directamente -de la Jefatura de Marina,
caciones ligeras improvisadas, portadoras de piezas de artille
y la tercera Flota aérea las recibía directamente también de
ría, a las aguas de la desembocadura del Vire.
Rommel creía poco en la posibilidad esperada por Hítier de Goering. De esta manera, las operaciones navales o aéreas no
un desembarco enemigo en la zona del cabo Gris Nez. El creía podían ser dirigidas, ni• siquiera coordinadas, por el Jefe de las
que el enemigo, a pesar de la mayor proximidad a sus bases fuerzas del frente del Oeste, ni tampoco por el Jefe del Grupo
de partida de esta zona, no iría a chocar precisamente con la de Ejércitos “B”. Los Mandos sólo estaban informados parcial
zona más fortificada por los alemanes. En la Bretaña, a pesar mente, y a veces demasiado tarde, de las intenciones de aque
llas dos armas. Asíse daba a veces el caso de hacer propuestas
de las favorables condiciones portuarias, tampoco pareció pro
sobre ellas sin saber si se contaba con la autorización corres
bable un desembarco, en atención a lo limitado de las posibi
pondiente.
lidades operativas una vez ya en tierra. La noticia procedente
El Mariscal Rommel había recibido el encargo especial de
de la 0KW de que el enemigo desembarcaría con fuerzas -más
potentes en la costa de Bélgica y en la desembocadura del Es- Hítler de inspeccionar la capacidad de -defensa de todo el
calda fué tomada con reserva por parte del Alto Mando del frente Oeste, desde Dinamarca, pasando por el golfo de Vizca
ya y los Pirineos, hasta la frontera de los Alpes, y esto hasta
Grupo de Ejércitos: En contra de tal punto de vista hablaba
claramente la concentración en masa de las embarcaciones de en sus más mínimos detalles. En realidad, no se le investía de
desembarco en los puertos del sur y el oeste de Inglaterra y la suficiente autoridad; pero tenía, en cambio, la obligación de
informar inmediatamente a Hítler o al Alto Mando de las
en el País de Gales, así como también el cuadro de la actividad
fuerzas armadas. En realidad, esto era dar una lección al Ge
aérea enemiga.
neral en jéfe del frente Oeste.
El Mariscal - Rommel creía que podían producirse varios des
El Jefe del territorio de Francia (General de Infantería
embarcos parciales simultáneamente, o bien escalonados én el
K. Heinrich von Stülpnagel), el de Bélgica y Norte de Fran
tiempo, pero en estrecha dependencia entre sí, y que además
había que contar con operaciones fingidas. Consideraba al cia (General de Infantería Alexander von Falkenhausen) y el
trozo de costa comprendido entre el Somme y la rada de de los Países Bajos (General de Aviación Christiansen) depen
dían militarmente del Jefe del frente Oeste; pero para todos
St. Malo como especialmente peligrosos.
los asuntos relacionados con la ocupación y utilización del te
Fuera de la zona del Grupo de -Ejércitos se anunciaban sínto
mas de invasión a ambos lados del estuario del Gironda y en la rritorio dependían directamente del Alto Mando de las fuer
costa del Mediterráneo. La posibilidad de un desembarco en zas armadas. La parte “ejecutiva” en los países ocupados la ejer
cían desde 1942 los altos Jefes de las S. S. y de la Policía, por
la zona de Burdeos fué desechada como improbable. En cam
bio, una invasión por las costas del Mediterráneo, seguida de medio del Servicio de seguridad; dichos Jefes recibían las ór
denes directamente de Himmler, sin que las autoridades mili
operaciones a ambos lados del Ródano, con objeto de distraer
tares tuvieran conocimiento de las mismas. Así, por ejemplo,
fuerzas del frente Atlántico, fué considerada como segunda
sucedía, con las cuestiones de las deportaciones y ejecuciones,
posibilidad y se tuvo en cuenta para los estudios de defensa.
Las demás probabilidades sobre las directrices del Mando que el Jefe supremo del Oeste se encontraba ante hechos con
aliado las enjuiciaba así el Mariscal. Después de conseguido el sumados la mayoría de las veces.
Además, los altos Jefes de las S. S. y de la Policía vigilaban
desembarco (ya fuera al norte o al sur del Sena) y de haber
estrangulado la Bretaña, se intentaría alcanzar, como primer por medio de agentes el Servicio de seguridad de la Wehrmacht.
La Organización Todt trabajaba igualmente, amparándose
objetivo, la zona de París, para desde ella, y una vez recibidos
refuerzos, marchar sobre Alemania. La conquista de París y en que recibía órdenes directas de Hítler, según las indicacio
sus alrededores parecía decisiva para los aliados, en opinión de nes del ministro de Armamentos y Municiones o del Alto
Mando de las fuerzas armadas (0KW); El Jefe supremo del
Rommel, desde el punto de vista operativo, político o psico
Oeste tampoco podía, en este caso, más que dar indicaciones,
lógico
pero no órdenes. Una muestra de esto es la poca eficacia que
tuvieron las fortificaciones de la costa y de las islas del Canal
de la Mancha.
El Mandoy las fuerzasalemanasen el Oeste.
El Grupo de Ej5rcitos “B” no podía ordenar nada sobre las
La “Orden de campaña” de Hítler para el frente Oeste decía: fortificaciones a realizar a lo largo de su frente defensivo de
más de 2.000 Km., siño que tenía que recurrir a solicitarlo de
La batalla decisiva se dará en el “Atlantikwall” (muro atlán
tico), o sea que la defensa deberá organizarse a lo largo de la la Organización Todt, la cual estaba “superorganizada” y so
bresaturada de gente, y realizaba las obras pensando sólo en
costa, como línea principal de resistencia, la cual hay que con
servar a todo trance. Los intentos enemigos de invasión deben la construcción en sí y despreciando, en cambio, las exigencias
hacerse abortar antes y durante el desembarco, y las fuerzas militares. El ministro del Reich Speer intentó demasiado tarde
-pedir ayuda.
que logren tomar tierra en puntos aislados deberán ser auto
En la retirada de Francia, muchas veces los Mandos supe
máticamente
contraatacadas
y destruidas.
riores de las S. S. y de la Aviación se retiraban a posiciones
En el frente Oeste se prohibió toda libertad operativa: se
ordenó mantener a toda costa cada metro de terreno. Los planes muy a retaguardia o ya. en Alemania, sin tener en cuenta la
situación de las Unidades, y de esta manera se tenía la sensa
operativos que fueran consecuencia de un supuesto éxito ene
ción de una verdadera fuga, que únicameñte los Mandos di
migo en el desembarco y estuvieran encaminados, por consi
guiente, a interceptar sus planes en el suelo de Francia, fueron rectos de las tropas intentaban detener. Bajo estas desgra
- ciadas
condiciones de mando, muchas veces no podían Ile
también prohibidos.
varse a la práctica las órdenes dadas tal vez en el último mo
De esta forma, toda expansión de la imaginación fué pros
crita. La experiencia de los restantes teatros de operaciones mento por el Jefe de las fuerzas del Oeste.
El Mariscal Romrnel insistió repetidas veces, por escrito y
mostró - claramente que sólo con daño propio podía renunciarse
de palabra, cerca de los tres Ejércitos de su sector, para ver de
a la libertad operativa.
llegar definitivamente a un esfuerzo común’ en la defensa de
El mando de las fuerzas armadas inglesas tuvo planes mu
cho más maduros sobre la defensa contra un hipotético des- aquella parte del frente y para que estas tres mencionadas
fúerzas y la Organización Todt estuvieran directamente a sus
ordenes. Estas indicaciones, después de muchas evasivas, fue
ron rechazadas de una manera terminante. Hitler quería man
tener inestables las condiciones de los Mandos; no quería de
ninguna manera poner demasiada autoridad ni demasiadas
fuerzas en una sola mano, y menos aún en las manos de Rom
mel. La defensa fué sacrificada a la desconfianea del Führer.
En virtud de este divide et impera, perdió también el Oeste
la unidad de mando y se dió paso a la disgregación de las
fuerzas.
r.
Las fuerzas armadas de los Países Bajos, con i Mando
general (LXXXVIII), 2 Divisiones de Infantería (347 y 709) y
x División de Campaña del aire (la x6).
El Jefe, General de Aviación Christiansen, llamado por las
tropas “Krischan”, se distinguió en la primera guerra mundial
como Comandante de un crucero auxiliar y consiguió la conde
coración “Pour le Mérite”; más tarde se hizo aviador naval.
Después de 1933 pasó de nuevo a activo como Mayor General
y se le empleó en altos puestos de la Luftwaffe. Era franca
mente un buen marino, pero no tenía la formación ni el espi
ritu de un Jefe de Ejército; por tanto, no podía entender la
II
conducción de la guerra en tierra. Su nombramiento para ese
El MariscalRommely el E. M. del Grupode Ejércitos«3». cargo lo hizo Goering, sin tener en cuenta para nada las exi
gencias militares, con objeto de tener un enlace por interme
dio de uno de los procónsules de su confianza. Su Jefe de E. M.,
El puesto de mando del Grupo de Ejércitos “B” estaba muy
Teniente General Wühlisch, procedente del arma de Caballe
cerca del frente, en el castillo La Roche Guijon, que se en
cuentra en un gran recodo del Sena, entre Mantes y Vernan, a ría, trataba de compensar aquella falta de conocimientos. El
6o Km. aguas arriba de París. El castillo de los duques de La Comandante en jefe le dejaba amplia libertad de acción.
2.
El i Ejército, con 4 Mandos generales (LXXXIX,
Rochefaucauld es una estancia señorial normanda que se re
monta al año iooo, y cuya fachada posterior se apoya en la LXXXII, LXVII, LXXXI). En el frente tenía 6 Divisiones de
Infantería (la 70, que se componía de soldados enfermos del
roca viva.
estómago, pero que a pesar de sus dolencias se batieron valien
En dicho castillo se instaló únicamente lo más indispensa
ble del E. M., ya que el Mariscal no lo mandó desalojar, y la temente, y las 47, 49, 344, 348 y 711); 2 Divisiones de campaña
de la Luftwaffe (x7 y i8). A retaguardia contaba con 8 Divi
familia de los duques siguió habitándolo.
siones de Infantería (64, 712, 182 de reserva, 326, 331, 85, 89
El Mariscal ocupaba un modesto departamento a ras del sue
lo, que daba a una terraza con rosales. El E. M. del Grupo de y 346) y i División de campaña de la Luftwaffe (la i9).
El Jefe del 15 Ejército, Coronel General von Salmuth, había
Ejércitos se había constituído únicamente como un pequeño
grupo de trabajo. Se componía del Jefe del E. M., Teniente Ge acumulado, tanto en paz como en guerra, una gran experien
cia táctica y operativa. Había sido Jefe del E. M. del Mariscal
neral Hans Speidel; los Coroneles von Tempelhoff, Stanbwas
von Bock en la campaña occideñtal de 1940; en 1941 estuvo al
ser, Freyberg; los Generales de las Armas Latlmann (Artille
ría), Meise (Zapadores), Gehrke (Transmisiones); el Asesor de la frente del XXX Cuerpo de Ejército, en la campaña de Crimea,
Marina Vicealmirante F. Ruge, y además, un Oficial de E. M. de y en el invierno crítico 1942-43 mandó el segundo Ejército en
Aviación, los Ayudantes y el Oficial encargado del Diario de el sector de Kursk. Allí fué relevado del mando por ponerse en
Operaciones. En contra de lo ordenado, el Grupo de Ejércitos no duda injustamente su “energía y carácter”. Era enemigo del
Nacionalsocialismo y preveía la catástrofe que se avecinaba.
tenía en su E. M. ningún alto Jefe nacionalsocialista. Por este
3. El 7.° Ejército, con 3 Mandos generales (LXXXIV,
hecho fué también inculpado más tarde el Jefe del E. M. du
LXXV, XL) y teniendo en el frente el 2.° Cuerpo de para
rante el juicio seguido por la Gestapo.
El Mariscal Model introdujo inmediatamente después de su caidistas y 8 Divisiones de Infantería (716, 352, 243 incomple
toma de posesión del Mando este “órgano de inspección”, que ta, 319 en las islas del Canal, 266, 343, 265). En retaguardia
tenía la misión de tener constantemente informados a Himmler tenía 2 Divisiones de Infantería (84, 353); la 91 División, aero
transportada, y más tarde 2 Divisiones de paracaidistas. El Co
y Borman.
El trabajo en el seno del E. M. se realizaba lleno de armonía mandante en jefe, General Dollmann, procedía del arma de
y de mutua simpatía y comprensión; a los colaboradores se les Artillería. Estaba bien impuesto en todas las cuestiones del
Mando y los EE. MM; pero no tenía más experiencia opera
dejaba la mayor libertad de acción posible. La jornada del Ma
tiva que la del paso del Rin superior en la campaña de 1940.
riscal en las “tranquilas” semanas que precedieron a la inva
Estaba muy delicado de salud. Los métodos de Hítler le ha
sión era de un trabajo sin punto de reposo.
Casi diariamente visitaba a sus tropas, apenas sin escolta, bían afectado hondamente como persona y como soldado.
Murió el 29 de junio de 1944, de un ataque al corazón, en su
acompañado únicamente, por regla general, de su ayudante,
Capitán Langs, y a veces también por el Vicealmirante Ruge. puesto de mando. Unos días antes, Hítler había ordenado su
relevo, orden que el Mariscal Rommel no atendió.
Partía a las cinco o seis de la mañana, después de haber des
Como Unidades blindadas, contaba el Grupo de Ejércitos en
ayunado, sólo con su Jefe de E. M., y haber tratado entrambos
su sector con el “Ejército de las tropas acorazadas del Oeste”,
de los problemas más acuciantes. Con una corta pausa, en al
con un Mando general (r.er Cuerpo acorazado de las 5. 5.) y
gún sector de sus tropas continuaba su recorrido hasta la no
Divisiones acorazadas (r 5. 5., 12 5. 5., 21 y iró). En Fran
che. Después de su regreso empezaban las conferencias hasta
su frugal cena, que realizaba igualmente en la intimidad de cia, al sur del Loira, se encontraban el LXIII Cuerpo acora
su E. M. El Mariscal comía diariamente en el círculo de sus zado con las Divisiones 9 y ir, y las 2 y 17 Divisiones acoraza
más íntimos colaboradores, en general, de io a 12 Oficiales, a das de las 5. 5., que estaban en parte en período de reorgani
los que se solían unir algunos invitados. Era muy parco en la zación.
El Jefe de las tropas acorazadas del Oeste, General Geyr von
comida, bebía poco y no fumaba jamás. En la mesa no man
Schweppenburg,
se encontraba en París con un E. M. de ins
tenía conversación alguna. Después de comer daba un paseo
trucción que más tarde estaba previsto que pasara al E. M. Tác
nocturno y, después de sostener nuevas conferencias, se entre
tico. Para las cuestiones de instrucción y organización depen
gaba temprano al descanso.
Durante sus visitas al frente explicaba a los Oficiales y a día del General inspector de las tropas acorazadas, Coronel
las tropas la situación y disponibilidades propias, y tenía la General Guderian, y para las cuestiones de empleo, del Coman
dante en jefe del frente del Oeste.
virtud de saber mantener el justo término medio entre la ala
El General Geyr von Schweppenburg tenía una personali
banza y la crítica.
Daba especial importancia al comportamiento de la tropa dad que se salía de lo corriente, y cuya fuerza radicaba en sus
con la población civil. Repetidamente insistía sobre las leyes conocimientos políticos y castrenses, asi como en la experien
de humanidad, tanto en guerra como en la paz, y defendía el cia sobre los modernos medios de combate. Como agregado
mantenimiento
de los derechos de los habitantes del país, así militar en Londres, había informado siempre con valentía so
como la caballerosidad, conceptos que se habían hecho algo bre el aislamiento cada vez mayor en que se iba dejando a
Alemania. Sus advertencias produjeron el que fuera llamado
extraños en nuestros tiempos y que incluso, para la mentali
de Londres.
dad de Hitler, eran considerados como síntomas de debilidad.
En la totalidad del frente atlántico, de unos 4.000 Km. de
longitud, había unas 6o Divisiones de Infantería “de posición”.
Se componían de reemplazos viejos y con muy poca experien
Ejército de tierra.
cia de campaña. Su instrucción, a cargo muchas veces de ins
Del Jefe del Grupo de Ejércitos “B”, Mariscal Rommel, de
tructores anticuados, no correspondía a los cometidos que les
pendían en abril de 1944 2 Ejércitos con 8 Mandos generales,
esperaban. El equipo era muy precario y estas Divisiones se
24
Divisiones de Infantería y 5 Divisiones de campaña de la asemejaban al tipo de División de Infantería de finales de la
Luftwaffe. En detalle:
anterior guerra mundial. Con un material hipomóvil insufi
‘74
ciente, apenas si podían atendera sus ne
cesidades de aprovisionamiento. No esta
ban en condiciones, en una palabra, de
enfrentarse con un enemigo que era de
suponer estuviera motorizado, si la ba
talla se desarrollaba en forma de guerra
de movimiento. El Mariscal Rommel ha
bía informado répetidamente al 0KW so
bre esta cuestión, y a Hítler, personal
mente, tampoco le había ocultado nunca
la inutilidad de estas Divisiones en una
guerra moderna. Todas sus indicaciones
fueron desoídas. Hítler sostenía que a las
tropas .e posición lo único que incumbía
era “dejarse matar en sus puestos” y que,
por tanto, no tenían necesidad alguna de
“movilidad”.
Las Unidades acorazadas no estaban
suficientemente
formadas: les faltaban
Mandos instruídos y su material era tam
bién deficiente. A pesar de todo, el valor
combativo de estas Divisiones acorazadas
era superior al de las tropas “de posición”
y podía contarse con que su valor era, al
menos, un 30 por roo del de las antiguas
formaciones acorazadas de 1940-41.
En su
instrucción se notaba, sobre todo, la falta
de colaboración, tan necesaria, con la Avia
ción; cosa que, en cambio, había desarro
llado el enemigo de una forma notable.
Los mandos de la Luftwaffe mostraron
en esta ocasión tener muy poco sentido.
Al faltar la unidad de mando de las fuerzas
armadas, no fué posible la realización de la
acción de conjunto entre el Ejército de tie
rra y la aviación, y faltó la cooperación
incluso en un terreno en donde es tan ne
cesaria como en el de las transmisiones.
La Marinadeguerra.
La Armada alemana se encontró du
rante toda la guerra ante el trágico dilema
del quiero y no puedo. Con arreglo a su fuerza y condiciones
estratégicas, sólo podía ser un arma auxiliar. Pero, al prolon
garse la guerra, recayeron sobre ella misiones que sobrepasaban
los primitivos cometidos previstos por Hitler. Después de la
marcha del gran Almirante Raeder, el cual se había mantenido
adrede al margen de toda política, le faltó a Hítier el suficiente
contrapeso técnico.
Más que el Ejército de tierra, la Marina de guerra alemana
acusó desfavorablemente la influencia de las ideas políticas -de
sus mandos. Esto se puso bien de manifiesto al ser nombrado
más adelante el gran Almirante Doenitz como sucesor de Rae
der, en contra del deseo y opinión de este último.
La sobrestimación de que era objeto la Marina tenía sus
profundas raíces en el hecho 4e que desde la marcha de Biom
berg ya no había, en realidad, ninguna coordinación en la di
rección de las fuerzas armadas y, con ello, ningún puesto des
de donde se señalaran claramente, a cada uno de los tres Ejér
citos, sus cometidos. La falta de unidad de criterio en los pro
blemas de la dirección de la guerra tenía que conducir fatal
mente a consecuencias peligrosas. La Marina de guerra, igual
que la Aviación, vivía su propia vida y no siempre era suficien
temente comprensiva respecto a la necesidad de una dirección
única para las tres fuerzas armadas.
El Jefe de las fuerzas navales del Oeste, Almirante Krancke
(cuyo Jefe de E.. M. era el Contraalmirante Hoffmann), siguien
do las indicaciones de Doenitz, era muy celoso de su indepen
dencia y no se decidió a prestar una ayuda de envergadura
cuando sonó la hora de la desgracia. En lugar de poner sus
tropas del servicio de vigilancia de París (alrededor de 5.oOo
hombres) a disposición del frente en peligro, el Almirante
Krancke las ofreció el 20 de julio de 1944 para relevar a las
del servicio de seguridad y ocupación de Francia. Las fuerzas
navales del Oeste se componían de algunos destructores, ro
a 1-5 torpederos, algunas flotillas de lanchas rápidas, un cierto
número de dragaminas, patrulleros, buques cisterna y biuques
taller.
En caso de invasión, 40 submarinos deberían partir de al
costa atlántica. En su momento, sólo seis de ellos se hicieron
a lamar, sin que lograran tener éxito, bajo la aplastante su
perioridad aérea y naval del enemigo. El esfuerzo y el rendi
miento de los submarinos no podía ya compararse con sus
pérdidas. Ya hacía mucho tiempo que no se podía realizar
exploración alguna, ni naval ni aérea, en el océano.
Con objeto de tomar la delantera, los aliados realizaron un
fuerte ataque aéreo en la noche del 14 de junio de 1944. Durante
el mismo, fueron destruidos en Pier y en los “bunker” de subma
rinos de El Havre 38 unidades de superficie, entre las cuales se
encontraban 4 torpederos. Casi la totalidad de los torpederos
y las lanchas rápidas fueron puestas fuera de combate en el
mismo ataque. Las fuerzas aéreas enemigas que llevaron a
cabo este ataque lo hicieron volando a baja altura y in que
fueran estorbadas en su labor de destrucción.
El 29 de junio, según datos del gran Almirante Doenitz, fa
cilitados al Mando supremo, la Marina de guerra disponía, en
el Oeste, de i torpedero, 12 lanchas rápidas y 8 submarinos
equipados con “schnorkel” (el aparato más reciente de aquella
época contra la localización por radar). El gran número de
Jefes de la Marina, que no correspondían en forma alguna ni
a la fuerza ni a las misiones reales de esta Arma, había de con
ducir indefectiblemente a grandes diferencias entre los diferen
tes Mandos. Un ejemplo de esto es la cuestión de la dirección
de los fuegos de la artillería de costa. La Marina de guerra asu
mía el mando y dirección de fuegos de artillería, en tanto que
el enemigo se encontraba en el mar. Pero tan pronto como se
conocía que aquél había logrado desembarcar, dicha dirección
de fuegos pasaba al Ejército de tierra. Este sistema conducía,
durante el período de preparación, a irregularidades e incerti
dumbres entre las artillerías de ambos Ejércitos: tierra y mar
(elección de las posiciones de fuego, de los observatorios, del
municionamiento, etc.).
El Grupo de Ejércitos “B” había intentado repetidamente
derogar este sistema, pero Rommel fué uiempre desoído por
Hítler.
El Grupo de Marina del Oeste estaba completamente equivo
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cado respecto a los alcances de la artillería de los barcos ene
migos disparando contra tierra. Los datos que poseía dicho
Grupo de Marina expresaban que, con costas acantiladas, los
alcances serían de unos 15 Km. tierra adentro, y que cuando se
trataba de costas suaves, dicho alcance sería de alrededor de
20 Km. La realidad hizo conocer, sin embargó, que los verda
deros alcances estaban entre los 35 a 40 Km. Los combatien
tes del sector de Caen saben bastante sobre esto.
La Aviaciónalemana.
Su empleo y posibilidades de acción se habían convertido,
tanto en el Oeste como en el propio Reich, en el problema más
candente. No era posible obtener del Alto Mando de la Luf t
waffe (OKL) ninguna información clara de sus posibilidades,
de su fortaleza o de sus misiones. El Mariscal Goering eludía
toda declaración. En los meses decisivos no adquirió ninguna
impresión personal directa, sino que intentó dirigir toda la
Aviación desde Prusia Oriental. Tampoco podía realmente ha
cer declaraciones claras, ya que, al parecer, no estaba suficien
temente orientado sobre su propia Arma.
La tercera Flota aérea (Mariscal Sperrle) estaba directamente
a las órdenes de Goering. El 0KW (Alto Mando de las fuerzas
armadas) sólo tenía sobre ella un mando condicionado. El Ma
riscal Sperrle era una personalidad de vitalidad poco común;
pero a medida que iba comprobando las malas condiciones del
Mando, iba cayendo cada vez más en un amargo sarcasmo.
Procuraba ayudar, como buen camarada, allí donde le era po
sible, pues compartía las ideas políticas de Rommel. El i8 de
agosto fué depuesto por Hitler, haciendo de “cabeza de turco”
entre éste y Goering.
Por parte alemana, y según informes autorizados de la ter
cera Flota aérea, de los oo aviones que había en total en el
Oeste, sólo estaban en vuelo unos 90 bombarderos y 70 cazas.
Estos aparatos, por otra parte, no servían para nada, dada la
superioridad aérea enemiga. La promesa hecha por Hítier al
Jefe del Grupo de Ejércitos “B” el 1 de abril de 1944 sobre en
vío de oo cazas a reacción no llegó a realizarse.
76
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Los aliados apoyaron el 6 de junio sus operaciones de des
embarco con unos 25.000 vuelos.
Las Aviaciones de Gran Bretaña y de los Estados Unidos
dominaban el espacio desde la primavera de 1944 y hacían
imposible toda actividad aérea por parte de los alemanes.
Ya no había que pensar en obtener una información aérea sa
tisfactoria volando sobre las Islas Británicas, sobre sus puer
tos o sobre la vecina costa atlántica enemiga. Tampoco se dis
ponía de fuerzas aéreas de combate suficientes para oponerse
a las ininterrumpidas incursiones enemigas, ni para obtener
la menor información, aunque fuera momentánea. Los cazabombarderos enemigos, bien equipados de personal y con muy
buena técnica, interceptaban todo tráfico durante el día y
originaban elevadas pérdidas. Las formaciones de bombarde
ros destruían los nudos de comunicaciones por ferrocarril o
carretera, así como las defensas costeras, tan fundamental
mente, que el problema del abastecimiento, en caso de inva
sión, había de ser fatalmente insoluble. Las destrucciones de
las estaciones ferroviarias, al oeste de la línea Bruselas-ParísOrleáns, hacían imposible ya, a partir de mayo, el suministro
regular por vía férrea. Para sustituir este tráfico, a base de
convoyes por carretera, no se disponía ni de espacio suficiente
ni de combustible. Esta falta de abastecimientos fué ya una de
las causas de la catástrofe en las campañas de 1942 en Africa
y Rusia, así como también, más tarde, en la guerra de movi
miento en el Oeste.
Todos los pasos del Sena aguas abajo de París, así como to
dos los puentes del Loira por debajo de Orleáns, habían sido
destruídos antes del 6 de junio por ataques aéreos. No se
habían podido sustituir estos puentes, a pesar de todos los es
fuerzos, ni se disponía tampoco de suficiente material de pon
toneros. La Aviación enemiga aumentaba sus ataques de día
en día contra la Metrópoli y países ocupados.
Pero es necesario hacer constar que, pese a la aplastante su
perioridad enemiga, los pocos aviadores alemanes disponibles
estaban siempre en sus puestos y despegaban de sus bases,
aun sin ninguna perspectiva de éxito, tanto como se lo permi
tían los destrozos causados en las pistas de aterrizaje por las
bombas aliadas.
El Mariscal Rommel no dejó jamás de advertir repetidamen
te a Hitler, en sus informes verbales o escritos, la importancia
de los combates en las tres dimensiones y la inferioridad en
que nuestra Aviación se encontraba. Al mismo tiempo hacía
comparaciones con la experiencia de las operaciones y abaste
cimientos en Africa. Expuso a Hítler “que en el quinto año de
guerra debían darse clara cuenta también progresivamente las
más altas jerarquías de la Wehrmacht de que la colaboración
de la Lugtwaffe con el Ejército de tierra era cosa decisiva no
sólo para los combates, sino para la totalidad de la guerra”.
Todos los ruegos y advertencias fueron desoídos. Se le contes
taba siempre con promesas sobre nuevas armas y sobre sumi
nistro de miles de aparatos de caza por reacción.
Romrnel no se satisfacía con las alusiones a las “armas mi
lagrosas” y demandaba constantemente del ministro Speer
información sobre el estado de los inventos o desarrollos, así
como sobre el probable momento de su puesta en acción. Con
ocasión de esto fué advertido de que, respecto a la bomba ató
mica, una cosa eran los desarrollos de los científicos y otra su
fabricación. El profesor doctor Otto Hahn había conseguido
desarrollar, ciertamente, el método científico; pero para llevarlo
a la práctica le faltaba a Alemania el gigantesco potencial in
dustrial que, como se sabe, empleó Norteamérica. Las instala
ciones de electrólisis, establecidas en Noruega, fueron destrui
das en sus comienzos, en la primavera de 1943, por tropas de
zapadores inglesas y noruegas, y después de reparadas lo fue
ron nuevamente, y ya de una manera definitiva, en octubre
de 5943, por ataques aéreos. El profesor doctor Werner Heisen
berg, de Góttingen, dijo: “Se nos ha preguntado, por parte de
ingleses y americanos, por qué razón no se intentó también en
aquella época en Alemania producir bombas atómicas. La sen
cilla respuesta que puede darse, a esto es la siguiente: Porque,
durante la guerra, eso era irrealizable.”
Hay que tener en cuenta además la falta de dominio aéreo.
Según la experiencia del primer lanzamiento de bomba ató
mica, en agosto de 1945, por las fuerzas aéreas norteamerica
nas, era necesario disponer de una gran fuerza en el aire para
poder llevar la bomba a su objetivo.
Rommel protestaba también constantemente, de palabra y
por escrito, contra el gran dispendio de personal de la Luft
waffe, que en el Oeste, por ejemplo, mantenía una desmesu
rada red especial de transmisiones, con más de 50.000 hom
bres. Los servicios de retaguardia de la Aviación, que conta
ban en el Oeste con un total de 300.000 hombres, no represen
taba, como es corriente en estos casos, diez veces el personal
en vuelo, sino• cien veces dicho personal. Esto se explica úni
camente por la exigencia de Goering, que, al igual que Himmler, quería crearse un patrimonio propio; tendencia ésta a la
que se sienten siempre inclinados los magnatés de toda re
volución. El tercer Cuerpo de Artillería antiaérea estaba a
las órdenes de la Luftwaffe, en contra de toda razón de sen
tido común y de las necesidades del Grupo de Ejércitos, y re
cibía las órdenes directamente de París (tercera Flota aérea)
o de Goering (desde Prusia Oriental). El Cuerpo de Ejército
de Artillería antiaérea estaba en posición desfavorable al ini
ciarse la invasión, y no pudo moverse con suficiente rapidez.
El empleo en masa de su considerable potencia de fuegos hu
biera sido de gran importancia en los primeros días de la in
vasión. Pero en aquellas condiciones no fué posible disponer
de esta arma tan importante, con dirección de fuegos única,
tanto en misiones terrestres como antiaéreas, y en los pun
tos neurálgicos del combate. El Comandante en jefe del tercer
C. de E. Antiaéreo fué llamado junto a Goering durante los
éombates de Normandía, sin que el Grupo de Ejércitos tuviera
conocimiento de ello, y estuvo muchos días ausente.
En el aire se repitieron, aún en mayor escala, los mismos
cuadros de Africa e Italia. El enemigo dominaba el espacio,
sobre el frente, sobre los países ocupados y sobre Alemania.
Los aviadores alemanes habían desaparecido del cielo.
A causa de los errores en los planes, en la organización y en
la dirección, la Luftwaffe estaba ya vencida, antes de la ba
talla decisiva. Todas las empresas autónomas de la “guerra
aérea operativa” tan diversas fracasaron. La guerra aérea so
bre Inglaterra después de la evacuación de las tropas es(pedi
cionarias en Dunkerque en 1940; la “eliminación de la Ar
mada británica”; la batalla sobre el Atlántico; la defensa con
tra las incursiones anglonorteamericanas -sobre la Metrópoli;
los abastecimientos por vía aérea de Stalingrado, Tscherkassy,
Crimea y Africa, son otros tantos tristes eslabones de este proceso
histórico. La aviación anglosajona, por el contarrio, aceleró ac
tivamente en el Oeste y en Alemania la decisión de la guerra.
II
El murodel Atiéntico.
El “Atlantikwall” era una fortificación lineal costera de dis
tintos valores defensivos. En aquellos puntos en donde el
0KW suponía podrían .realizarse los desembarcos y ser los cen
tros de gravedad de los combates (a lo largo del Canal, sobre
todo junto al cabo Gris Nez, en la desembocadura del Sena,
en el bastión septentrional de la península de Cotentin, en el
grupo de islas ante St. Malo, en Brest y en Lorient), las obras
eran buenas. Por el contrario, al hacerse cargo Rommel del
mando, la costa de Calvados, y sobre todo el terreno delante
de Bayeux, estaban casi sin fortificar.
Hítler, en 1941, había señalado las playas como línea princi
pal de resistencia. Sin embargo, dada la longitud de la costa,
sólo podía realizarse en ellas la construcción de un sistema de
puntos de apoyo. La costa del Canal y el grupo de islas ante
St. Malo (Jersey, Guernesey y Sark) debían convertirse, con
arreglo a un plan de ocho años, en las “más formidables forti
ficaciones”. Esta era la voluntad de Hítler. Así nacieron los
“grupos ofensivos de Baterías”, en el cabo Gris Nez, con las
Baterías: Lindemann (3 cañones de 406 mm.), Gran Kur
fürst (4 cañones de 280 mm.), Todt (4 cañones de 380 mm.) y
Federico Augusto (3 cañoneS de 303 mm.), como apoyo del
frente del Canal.
En las pequeñas islas antes mencionadas del Canal había
en la primavera de 1944 II Baterías pesadas con 38 piezas,
en tanto que en esa misma época, en todo el frente que se ex
tiende desde Dieppe a St. Nazaire, o sea más de 5.000 Km.,
sólo había otras tantas Baterías con un total de 37 piezas.
Como guarnición se había previsto una División, reforzada con
un Regimiento acorazado y otro antiaéreo. No se construye
ron aeródromos en las islas, a pesar de que éstas sólo hubie
ran podido tener importancia como bases aéreas. Rommel era
un enemigo enconado de la fortificación de estas islas, y pre
conizaba la retirada de la guarnición, que estaba inútilmente
“jugándose la cara”.
Todas las obras de las fortificaciones adolecían de la falta
de una idea directriz, de escasez de materiales; pero, sobre
todo, sufrían las consecuencias del confusionismo existente por
la competencia entre los Mandos.
En 1944, sobre las costas abiertas sólo existían algunas for
tificaciones en forma de puntos de apoyo, con estaciones de
radar, puestos de mando y emplazamiento de Bat€rías. Los
abrigos estaban construidos en plan de fortificaciones ligeras
de campaña, y, a causa de la escasez de materiales, rara vez
estaban reforzados con hormigón. Los espacios entre dichos
puntos de apoyo eran a veces de varios kilómetros.
La Marina de guerra había clasificado la costa comprendida
entre el Orne y el Vire, a causa de su constitución geológica
(acantilados y escollos) como no peligrosa para un desembarco.
Ese sector, de cerca de 50 Km. de extensión, sólo estaba guar
necido por una División y media.
Rommel quedó desilusionado después de su primera visita
de inspección a todas las fortificaciones del Atlantikwall, en el
invierno 5943-44, y procuró recuperar lo perdido por medio
de trabajos de zapa con las tropas, particularmente en las cos
tas de Normandia. Pensaba constantemente en crear medios
para dificultar el desembarco enemigo.
Todas las medidas para la defensa de las costas, esto es, los
planes y la ejecución de las fortificaciones, fueron dejadas en
manos de un ingeniero, que no tenía ni instrucción táctica ni
estratégica, ni poseía tampoco la necesaria visión de conjunto
sobre la situación total de la guerra, y al que faltaban, por úl
timo, la experiencia y la colaboración con las fuerzas armadas.
En los años 1945 a 1943 no se llegó a un plan único de forti
ficación, a causa de las encontradas opiniones de la Marina,
del Ejército y la Organización Todt, sobre todo en lo concer
niente a la colocación y empleo de las Baterías. Rommel consiguió imprimir una conipleta transformación en torno a es
tos problemas. El no sólo se interesaba profundamente por
esta cuestión, sino que tenía además unos amplios conocimien
tos técnicos sobre la materia que creaban alguna intranquili
dad en los profesionales. Sus órdenes iban acompañadas de di
seños de su propia mano; se hicieron toda suerte de innova
ciones y sugerencias. Se establecieron obstáculos delante de
las playas, con objeto de estorbar los desembarcos, colocando
una especie de “arrecifes coralíferos” artificiales. Los accesos
probables, por aguas poco profundas, fueron minados y se
preparó también la destrucción de los puertos.
77
La línea de marea alta de las playas se convirtió en la línea
principal de resistencia con una serie de puntos de apoyo mi
nados a lo largo de la costa. La potencia de fuegos artilleros rio
se podía reforzar mucho, sobre todo a causa de la falta de ele
mentos de dirección, y por cada i8 6 20 Km. sólo había una
Batería. Pero también en este terreno procuró el Mariscal me
jorar en lo posible las condiciones, y aceptó la iniciativa, par
tida de la tropa (21 División acorazada), de disponer lanza
cohetes improvisados (“Organos de Stalin”) con acción sobre
el mar. Pero la ejecución de esto llegó demasiado tarde.
El peligro creciente, originado por los ataques en masa de
la aviación enemiga, se procuraba compensar con un mayor
escaqueamiento de las tropas y de sus alojamientos. Contra los
desembarcos aéreos que eran de esperar se creó el llamado
“frente terrestre”, que completaba la defensa costera en una
profundidad de 3 a
Km. según el terreno. Con esto se pre
tendía eliminar el peligro de que se sumaran los esfuerzos de
una posible tropa desembarcada con las procedentes de tierra,
llegadas por vía aérea. Como medios antiparacaidistas y con
tra los planeadores pesados, el Mariscal Rominel hizo colocar
ramas de árboles unidas con cables de alambre y a veces ar
madas con minas. Pero los trabajos habían de hacerse en los
períodos en que lo permitía la aviación enemiga.
Rommel tenía una clara visión de las posibilidades de des
embarco u operaciones aéreas, incluso con mal tiempo, e ins
truía a sus tropas de acuerdo con ello. De la Marina exigía el
minado del mar; pero aquélla se dedicó a minar el estuario del
Gironda, en lugar de la desembocadura del Sena. El verda
dero minado del mar abierto estaba previsto en forma de “ba
rreras relámpago”, que se deberían establecer inmediata’oente
antes de una in-vasión. Pero cuando se realizó la invasión de
Normandía, dichas barreras faltaron. El empleo ofensivo de
las minas, que deberían ser lanzadas desde aviones, fué recha
zado por el Alto Mando de las fuerzas armadas.
Las posibilidades de realizar inundaciones para la detención
de las tropas en tierra estaba condicionado a la naturaleza del
terreno. Unicamente en el frente terrestre de El Havre, en el
valle de Dives y en la costa oriental de la península de Coten
tin era posible la realización de obras para el embalse de agua
dulce y estaban en vías de construcción. La inundación a bas
de agua del mar era una operación que, según las experiencia
de la primera guerra mundial, exigiría más de diez años, y
por consiguiente, había de ser evitada por todos los medios.
La “propaganda de la muralla del Atlántico” empezó en 1942.
cuando se realizó el desembarco de Dieppe, y sé presentó esta
operación como un “extraordinario éxito de la defensa”. Fuer
zas inglesas del Ejército, de la Marina y de la Aviación lleva
ron a cabo una operación de “commandos” de gran enverga
dura a ambos lados de Dieppe, con la cual obtuvieron una
gran cantidad de información, fijaron las fuerzas alemanas y
reunieron una serie de datos necesarios para las ulteriores ope
raciones combinadas de desembarco. Las órdenes cogidas al
enemigo demostraron claramente la limitación en tiempo y en
espacio de este gran golpe de mano británico; pero, desgracia
damente, los Mandos del frente del Oeste se hicieron también
partícipes de la exagerada propaganda a este respecto, con
objeto de desviar la atención de los acontecimientos que se
desarrollaban en el frente oriental.
Para enmascarar el estado incompleto de las fortificaciones
y para despistar al enemigo, Goebbels lanzó al final del verano
de 5943 una “ola de propaganda” alrededor de la muralla del
Atlántico, tanto dentro como fuera de Alemania. Tomaba
como ejemplo el “grupo de Baterías ofensivas” del cabo Gris
Mex, con objeto de engañar al pueblo y que creyera que toda la
defensa del Atlantikwall respondía a la fortaleza de este sector.
Çomo medidas para “despistar” se hizo uso de la propala
ción de noticias sobre llegada de nuevas Unidades ficticias; la
aparición de Oficiales de E. M. que hacían ver a los diferentes
departamentos, incluso a las autoridades francesas de ferroca
rriles, que se preparaba la llegada de nuevas Unidades por vía
férrea, así como movimiento de columnas de camiones por
carretera.
Rommel no se hacía ilusiones sobre la eficacia de estas me
didas de propaganda, pero consideraba ventajosa toda ganan
cia de tiempo. Pero lo que no se comprendía era cómo iban
luego a poderse aprovechar o cómo se saldría adelante con los
arbitrarios y desenfrenados métodos del ministro de Propa
ganda del Reich.
GuíabbIiográfica.
Máquinasde combustión
interna(motores de
reacción), por don
José Fernández de Bobadilla y Mantilla de los Ríos, ingeniero
aeronáutico.—Editorial
Dossat, plaza de Santa Ana, 9; dos
volúmenes
de 6oo páginas aproximadamente
cada uno, de
20
X 28; tela; primera edición. Los dos volúmenes,
320
pe
setas.
Los libros modernos con frecuencia adolecen de uno de estos
inconvenientes:
o son tratados
muy superficiales
o, por el con
trario, se ciñen a exponer teoría pura; en la mayoría de los ca
sos, con unas complicaciones
de cálculo
de interés
relativo,
no
sólo para el público en general, sino para muchos técnicos.
La obra que hoy criticamos huye de ambos extremos,
pues
aunque
él autor desarrolla
el cálculo completo
de todas las
máquinas de combustión interna y aborda problemas de la ma
yor importancia y dificultad relacionados con las mismas, lo
hace exponiendo las teorías en forma tan sistemática y orde
nada, que, aun abordando los problemas más complejos, el
lector se adentra
sin dificultad
en la teoría pura, necesaria
no sólo para el cálculo de los motores, sino para su mejor ma
nejo y utilización.
completísima
y siempre con su criterio general de permitir la
máxima
comprensión
de sus explicaciones.
Por último, la tercera. parte, que titula Máquinas rotativas,
merece comentario
aparte, no sólo por su amplitud,
sino prin
cipalmente
por lo que en la misma se estudia. Comienza por
hacer una exposición completa de las turbinas de gas, para des
pués estudiar con todo detalle los nuevos motores de reacción.
De estos modernísimos
motores,
que posiblemente
sean los
propulsores
del futuro puede decirse que es poco lo escrito
sobre ellos, y sobre todo en la forma que se hace en esta obra.
En ella se estudian los distintos tipos de reactores desde el
punto de vista teórico y práctico, incluyendo las descripcio
nes de aquellos que han tenido realisación práctica, en forma
tal que, después de estudiados, queda el lector con el conveti
cimiento absoluto de quedar impuesto en la materia. Por úl
timo, se incluye en esta parte una exposición interesantísima
de las máquinas Compound, con las que se consiguen tan ele
vados rendimientos, y que es indudable sean los únicos moto
res industriales del futuro.
Hoy
día, en que la motorización
de los Ejércitos
es obligada
el concepto Conocimientos generales, estudia las teorías termo
dinámicas más necesarias para el desarrollo de la obra. En la
segunda, Motores alternativos o de émbolos, estudia con todo de
y que, por lo tanto, el manejo de los motores concierne a todas
las Armas y Cuerpos, creemos que el libro de que tratamos es de
sumo interés, y, en resumen, constituye una aportación valiosí
sima a la necesaria tarea de iniciar en las cuestiones motorísticas
a todos los que han de manejarlos o estén interesados por ellos.
talle los motores clásicos de biela y manivela en sus distintos
tipos; es decir, de explosión, de combustión,
de inyección y de
gas. A pesar de cuanto se sabe de estos motores, hay mucho
Es realmente una satisfacción
para esta revista el hacer la
crítica
de esta obra, no sólo por su importancia,
ya que es,
sin duda, el primer libro escrito en España en sentido tan am
Divide
nuevo
el autor
su libro en tres partes:
en esta obra. Especialmente
En la primera,
bajo
los rendimientos, que tan
destacado
papel desempeñan
en el cálculo de un motor, los es
tudia el autor de forma tan clara y explicando las diferencias
entre cada uno de ellos, que, después de leída la obra, queda
bien patente la importancia de los mismos. En general, en toda
esta parte expone el autor las distintas materias en forma
78
plio, y posiblemente en el mundo, sino por ser su autor inge
niero aeronáutico y prestigioso Jefe del Ejército del Aire, pro
cedente
del Cuerpo de Artillería
de nuestro Ejército, al cual
damos nuestra felicitación
sincera al par que le deseamos el
mayor éxito en la primera edición de su obra y en las que suce
sivamente
hemos de ver aparecer.
Los Pirineos, teatrode guerra.
He aquí las cosas pesando en la vida de los hombres. Una
gigantesca mole rocosa, al semiaislar un pais del resto del Con
tinente a que pertenece, influye de tal modo en la suerte de sus
Lijos, que canaliza las invasiones, detiene en parte las corrien
tes culturales extranjeras y particulariza las mutuas influen
cias, adquiriendo, como consecuencia, una fisonomia especial
los hombres acogidos tierras abajo de la cadena montañosa.
Ya Michelet dijo: •“Los Alpes, en su espesor, hacen insensible
el paso de Italia a Pro
venza; pero si se sale
de Tolosa, atravesando
el Pirineo, al llegar a
Zaragoza puede decirse
que se ha franqueado
un mundo.”
Los Pirineos han sido
así nuestra ley, nuestro
sino, nuestro tajón de
Aquiles y nuestro ba
luarte.
Para bien o
para mal, siempre es
tán presentes en nos
otros. Sin ellos, España
hubiera cobrado otra
fisonomía, y Europa
también. La Historia
debe a estos montes
muchas páginas, y es
que, aunque no se
acepte el determinismo
geográfico, no se puede
ignorar, al estudiar la
vida de un hombre, el
contorno y la dimen
sión de la casa en que
habita.
Barrera singular, cuyas dos vertientes, muy distintas, pres
tan un especial valor defensivo a la meridional. La vertiente
española abarca una serie de extensos y profundos contra
fuertes, de cadenas paralelas a la principal, de pliegues y siste
mas secundarios; laberíntico racimo que es todo un verdadero
campo fuerte, con su foso natural—el Ebro—extendido de cabo
a rabo. Nada de esto puede decirse del lado francés; aquí, la
inclinación rápida de la pendiente es de un 3 por loo, frente a
un 7 por ioo del campo español. Así, los Pirineos presentan
desde Las Landas francesas un aspecto mucho más majestuoso
y erguido que desde las parameras..ibéricas.
Ahora parece que estas hoscas montañas, que nos hacían
semiafricanos y semieuropeos, según intenciones despectivas,
han saltado a escena. El mundo sin paz ha recordado de súbito
que existen; pero al hacerlo ha tenido forzosamente que topar
con el pueblo español, que bajo ellas habita. ¿Dónde se con
tendrá al enemigo oriental en una posible guerra futura? ¡He
aquí a los Pirineos!
Y es curioso que su actualidad militar adquiera un tinte casi
totalmente inédito. Los campos de Flandes, por ejemplo, sa
ben bien del ruido de la guerra. En ellos pueden planearse mu
chas acciones y siempre habrá la lección de uti pasado cuajado
de experienias. En cambio, sobre los Pirineos se combatió poco.
En rigor, con un estilo moderno, sólo hubo sobre ellos una gue
rra: la de 1793 a 1793. Ahora, el Servicio Histórico Militar la
studia, y al hacerlo, y aunque no lo dice, puntúa la actualidad
del tema, hace contemporánea una página de la Historia (x).
Guerras de España frente a la Revolución francesa, un poco
olvidadas. Historiadores galos, inclusive, se duelen de ello.
Fervel delata la absorbente atención dada a las luchas de esta
época enel Norte y Este, con detrimento de las tenidas en los
Alpes y los Pirineos. Pero el mismo pondera la categoría de la
campaña, al establecer que, sin los esfuerzos desarrollados en
la zona pirenaica, la Revolución hubiera fracasado.
Militarmente, la importancia del tema resulta indudable.
“La táctica y la estrategia—señala la hora—, premiosa .y com
plicada la primera y de escaso campo de acción la segunda, tan
características del siglo XVIII, parecen iniciar su franca des
(x) Estado Mayor Central del Ejército.
tar: Camatice en. los Pisisjeos (1793-1795).
(Declarada de Utilidad.)—Madrid,
ciones; 57 centímetros; rústióa.
Servicio Histórico Mili
Tomo 1: Antecedentes.
‘949; 342 páginas, con ilustra
aparición, y hay por parte de nuestros ilustres Generales un
concepto de la acción militar mucho más amplio, más rápido
que el que hasta entonces había podido imperar en el cerebro
de los Mandos éuperiores, manifestándose la actividad de nues
tro Ejército de un modo mucho más suelto y movido.”
Y en cuanto a su influencia moral, basta considerar que “no
es posible poder interpretar acertadamente la causa de las va
riaciones radicales experimentadas por el alma española a tra
vés del siglo XIX, sin conocer afondo y estimar como es de
bido la naturaleza y las características del desarrollo de esta
guerra”, que, como todas, trajo prendidas de las bayonetas in
visibles hojas de propaganda de las ideas entonces en f’or.
El primer tomo del estudio abarca el panorama de una épo
ca y el escenario de un drama. Los “Antecedentes” se refieren
al horizonte político, al mundo militar, a los planes de campa
ña y al estudio del terreno, y basta decir que cada detalle está
dosificado en la justa medida para que, sin deslumbrar ni ma
tar la visión del conjunto, adquiera el relieve debido. Trabajo
éste que llena un vacío indudable en nuestra literatura militar
y que promete en sus póximos tomos magníficas enseñanzas.
Sobrela importancia
de la equitación
militar.
Henos aquí otra vez ante el noble bruto, pleno de memoria
y ayuno de inteligencia. La afición al caballo es la base de la
Equitación militar; pero ésta, según nuestro Reglamento, “tie
ne por objeto adiestrar al soldado en el empleo del caballo
como arma de guerra”. Por donde se ve que, par aquél, el
Arte Ecuestre no pueda ser considerado frívolamente, cual mera
distracción o afición deportiva, sino como un medio de lucha.
El auge extraordinario de la mecánica no ha podido despla
zar al caballo en el
panorama
militar.
Imposible olvidar las
exigencias de la rea
lidad, que obligan a
convertirse en buen
jinete al Oficial pre
ocupado desu perfec
cionamiento
profe
sional.
El terreno
—frente al cual bien
poco puede el hom
bre—impone en mu
chos casos tales ser
vidumbres a los me
dios mecanizados,
que los convierte
poco menos que en
inútiles, siendo pre
ciso acudir entonces
al ganado, caballo y
mulo. El primero es
el animal sempiterno
de la guerra, cuya
historia sería muy di
fícil hacer si ólvidá
semos su nombre.
La realidad, viva en experiencias, de la reciente contienda
mundial aconseja no rebajar la importancia del caballo, insus
tituible en determinados servicios y en muchas ocasiones una
verdadera “arma” de combate. Todo lo cual exige su conoci
miento y una afición indispensable a la Equitación militar.
El Comandante Kirkpatrick, huyendo de farragosas teorías
y dejándose guiar por su práctica larga en la doma y alta es
cuela, establece en un reciente libro (i), como primera regla del
Arte ecuestre, el estudio detenido del caballo, su comprensión y
su cariño; sin una ancha y vigorosa corriente de simpatía hacia
aquél nada es posible, quedando entonces todo groseramente
reducido a un violento, antipático e inútil forcejeo, y “montar
no es luchar”.
La obra está centrada sobre la necesidad de la doma. “En
un caballo perfecto, la armonía entre el peso y la fuerza está
siempre en su grado máximo; pero en los que tienen algún de
fecto de conformación (la mayoría) variará en mayor o menor
escala, según sea éste, y la falta de aquella armonía se tradu
(i)
Carlos Kirkpatrick y O’Donnell: ElArte Ecuestre—Editorial
Gran Capitán: Madrid, 1950; 226 páginas, con ilustraciones; CI cen
tímetros; tela.
79
cirá en la imperfección o dificultades en los movimientos; y si,
a su vez, le aumentamos el peso del jinete, le pondremos en
peores condiciones de equilibrio para el trabajo; la misión de
la doma consiste, pues, en vencer estas dificultades, dando
mayor movilidad y musculatura a las partes débiles, mode
rando las más vigorósas y restableciendo la justa repartición
del peso y de las fuerzas.” Esto es no ya sólo hacerse dueño
de la voluntad del animal, sino modificar, en lo posible, su es
tructura atómica.
Y la doma no resabia nunca al caballo si el que la ejecuta
es inteligente y posee facultades idóneas. “Todo caballo que
desde el principio ha recibido una buena doma y no le han pe
dido trabajos superiores a sus fuerzas, es muy difícil conozca
algún vicio o defensa.”
Se trata de un libro claro, preciso, lleno de magníficas ense
fianzas; práctico, porque el Arte ecuestre es arte ante todo, y
como tal, modo de hacer.
RESEÑAS BREVES
•
•
-
Angel Ruiz Martín, Comandante de Ingenieros y del S. E. M.:
Puentes metodizaos (Cálculo rápido).—Declarada de utili
lidad.—Ediciones “Ejército”. Madrid, s. a.; 130 páginas, con
ilustraciones; 57 centímetros; rústica.
Entre los puentes de material reglamentario, ante los que
el Oficial de Ingenieros no tiene que calcular nada, y los puen
tes de circunstancias, frente a los que ha de calcularlo todo,
están los puentes metodizados. “Se llaman así aquellos en que
se han fijado de antemano las características posibles: número
de pies de apoyo, número de viguetas por tramo, anchura libre
del tablero, gama de cargas, etc.” La elección se limita en ellos
a una gama de alturas de rasante y luces de tramos y a unos
cuantos tipos de sección para los pies, cumbreras, viguetas y
tablero, “los cuales pueden llevarse calculados ya en el bolsillo”.
La importancia de los transportes en las guerras actuales
queda combatida a vida o muerte por la acción destructora de
la Aviación, que penátra audaz hasta la propia retaguardia
enemiga, obligandó a numerosas reconstrucciones. Las exis
tencias de los materiales reglamentarios de pontoneros, por
grande que sea la potencia industrial de un país, se verá así
siempre limitada, siendo entonces preciso acudir a los puen
tes metodizados. También estarán estos indicados tratándose
de frentes estabilizados o al final de períodos de intensa acti
vidad, para recuperar el material reglamentario puesto ante
riormente en obra.
La guerra pondera, por su clima poco propicio a los cálculos
farragosos, la conveniencia de manuales que alivien a la mente
¿e las pesadas fórmulas y las largas y complicadas operaciones
numéricas. El Comandante Ruiz Martín presenta ahora, reco
pilados en un fácil y manejable libro, un conjunto de cuadros
y tablas para la construcción de puentes metodizados, del ma
yor valor práctico. La obra es ordenada y rigurosa, y su utili
dad resulta indiscutible.
de Lavedán: Gente de bronce.Legiónde paz.—Prólogo
Ramón García Díaz.—Madrid,
1949; 184 páginas;
59 centímetros; rústica.
El Real decreto de 28 de enero de 1920 dispuso la creación de
un “Tercio de Extranjeros”, formado por hombres de todos los
países, que voluntariamente se enrolasen, al objeto de dismi
nuir los contingentes de reclutamiento en nuestra Zoná de
Protectorado marroquí. El Tercio habría de emplearse táctica
mente como unidad de primera línea y, “en todo servicio”, sin
otro límite que el de la utilidad militar.
Gloriosa fué la historia de los viejos Tercios españoles.
Durante dos siglos mantuvieron nuestra razón de Estado, y si
conocieron la gloria de los mejores días, supieron también del
ocaso lastimoso, de las postrimerías del poder español. En 5920
renacen y puede ‘decirse que ya curtidos por la veteranía. Su
jefatura, la selección de la Oficialidad y el mejor adiestra
miento hacen del Tercio, desde el primer momento, la Unidad
indispensable: en Africa o frente al marxismo.
Ahora, un periodista dinámico, viajéio, lleva a las cuartillas
su estusiasmo por la Legión. Lo hace con aire deportivo, re
suelto. Y con esa admiración ciega que no necesita retóricas y
que provocan los números escritos con su sangre en nuestra
Cruzada: los 7.665 muertos, 29.931 heridos y 4.586 mutilados.
“Gente de bronce. Legión de paz no es más que un reportaje vi
vido en el día-a día de los legionarios del Tercio. De los legio
narios, de cómo son y viven, de dónde llegan y a lo que van.
Quiere que el lector vea el ambiente que les rodea; que sienta
sus penas, amarguras y dolores, alegrías y esperanzas; que con
temple la palpitación de su quehacer militar.”
Eugenio Montes: Elegíaseuropeas.—Prólogo de Jesús Suevos.—
Afrodisio Aguado, S. A. (Colección “Más allá”). Madrid, 5949;
226 páginas; 12 centímetros; rústica.
Hay un punto en lo ancho del mundo que es—o al menos lo
ha sido siempre hasta ahora—su centro, su corazón y su mente.
Pero Europa es demasiado grata para que no sufra el peligro
constante de su innata debilidad, esa debilidad que nace de
todo refinamiento de vida.
Ya no manda ni guía de una manera directa, y son los ex
traños los que la tratan como un enfermo desahuciado, al que
ofrecen su brazo, que muchas veces es garra. Varios Ejércitos
han acampado en su suelo y sus vivaques marcan las posibles
fronteras futuras de la civilización. Mas “una existencia histó
rica requiere la iniciativa”.
Eugenio Montes señala así la gravedad que para todos re
presenta el problema de la vigencia europea. “No es éste pre
cisamente un problema artificioso, inventado o académico, sino
algo que las tremendas vicisitudes que vivimos nos han plan
teado a todos con apremio y hondura. En él está incluida, que
ramos o no queramos, nuestra suerte. Y pues en ello nos va
la vida, conviene que sepamos a qué atenernos y que alcance
mos en algo tan decisivo completa claridad y nítido vigor.”
Son páginas escritas en los momentos cruciales de 1942 a
5945, cuando el viejo mundo se devoraba a sí mismo, para
dejar luego a merced del extranjero bárbaro, y como botín de
guerra, parte de su propio ser. Austria, en el capítulo final de
la obra, se ofrece como símbolo de algo frágil en peligro de
muerte. “ESe dejará que en la máxima encrucijada del Mun
do, en vez de la cruz, se ponga un poste ateo con el retrato de
Lenin y un letrero que diga: Por aquí pasó Europa?”
Juan Mercader Riba: Barcelona
durantela ocupación
francesa.
Consejó Superior de Investigaciones Científicas (Instituto
“Jerónimo Zurita”).—Madrid, 5949; 527 páginas; 21 centí
metros; rústica.
La guerra de la Independencia en las provincias catalanas
tuvo dos aspectos bien marcados: la lucha a sangre y fuego y
el propósito de Napoleón de anexionarse el antiguo Principado,
plantando ante sus hijos y autoridades halagos maquiavélicos.
La diplomacia europea, guiada por Inglaterra, advirtió enton
ces al Emperador que no toleraría la anexión, por oponerse a
ello la Çonstitución de Bayona; contúvose aquél, esperando
una definitiva victoria, y en el ínterin, Wéllington, vencedor
de Massena en Portugal, arrojó a los franceses de Castilla, obli
gando luego al orgulloso Suchet, al desembarcar la Escuadra
inglesa un Cuerpo anglosiciliano cerca de Valencia, a evacuar
Cataluña.,
El libro es, aparte de su valor estrictamente militar, un cua
dro vivo de aquella época, cuya dinamicidad se prolongó luego
en mil aspectos de la vida nacional, no siempre para bien.
Alberto
de
José
INDICE
GENERAL
Fernández Palacios y Fernández de Bobadilla: La gue
rra naval en el Pacifico.—Tomo
1. Editorial Naval.—Ma
drid, s. a.; 238 páginas con ilustraciones; 24 centímetros;
rústica.
José María Samaniego: La Electrichíaden automóviles
y avio
nes.—Aguilar, S. A. de Ediciones.—Madrid, 1949; 391 pá
ginas con ilustraciones; 25 centímetros; rústica.
Florentino del Arco Valverde: Aspirante a Guardia CiviI.—Ma
drid, 1949; 344 páginas; 20 centímetros; rústica.
Juan de Alfarache: Berenguer.—Editorial Purcalla (Colección
“Medio siglo de historia”).—Madrid, 5949; 194 páginas con
ilustraciones; 20 centímetros; cartoné.
Laureano García Anaya: El Ejército, factor ponderable
en el
Pedro
desenvolvimiento
económico,
socialy políticoda la Nación.—
Buenos Aires, 5949; 48 páginas con gráficos; 26 centímetros;
rústica.
Consejo Superior Geográfico: Memoriacorrespondiente al año
1948.—Madrid, 1949; 104 páginas con gráficos; 27 centíme
tros; rústica.
Luis Diego Cuscoy: Del Ifni a caboBlanco.—Seix y Barral.
Barcelona, 1949; 126 páginas; 18 centímetros.
Blass, S. A. Tipográfica, Núñez de Balboa, 27.—Madrid.
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