años de soledad, envuelto siempre manuscrito de El coronel no

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VA RIA
el int eri or. Po r él, sab íam os qué
est aba esc rib ien do Jul io Ola cire gui o
Ra mó n lllá n Bac ca o leía mo s los
pri me ros poe ma s y cue nto s de J oaquí n Ma lta s o de Cli nto n Ra mí ru .
De dic aba la mis ma ate nci ón al últi mo
ma nus cri to de Ga rci a Má rqu ez que a
la pri me ra nov ela de un Ma est ro de
Sah agú n. Par a cad a uno ten ía su
com ent ari o am abl e.
La sor na bar ran qui ller a dec ía que
viv ía del cue nto . Y alg o de ver dad
hab ía en el chi ste , pue s no hub o con cur so nac ion al, reg ion al, mu nic ipa l y
ver eda l en que no fue ra jur ado . Su
nom bre era pre nda de gar ant ía par a
el fall o. No sol am ent e se leía tod os
los esc rito s, sin o que cal ific aba y les
hac ía com ent ari os. Al mo rir, se encon tró una peq ueñ a lib ret a don de
ten ia ana liza das tod as las nov ela s de
un con cur so que se fall aría un me s
des pué s.
A vec es los juic ios est aba n car gados de hum or. "D esp ués de esc rib ir
ese cue nto , el Seg uro Soc ial le dio
inc apa cid ad per ma nen te tot al" , dec ía
alg una vez de una de nue stra s glo rias
lite rar ias . Lue go de un con cur so en el
cua l se pre sen tar on má s de 600 cue ntos , dec idim os hac er un "M anu al
par a jur ado s de con cur sos de cue n. nes com o
tos " que tem"a ins truc cIO
ésta s:
Pri me ro: "Ev ítes e lee r tod o aqu el
cue nto que em pie za en una fría tard e
de inv iern o. El fina l es igu alm ent e
pre vis ible ". Seg und o: "Lo s cue nto s
cuy os títu los a con tinu aci ón se enu ncia n, ya fue ron leíd os, juz gad os y
rec haz ado s en por lo me nos die z con cur sos ant erio res ... ". Co n este mé tod o
se pod ía hac er una pre sele cci ón, de
ma ner a que al fina l sól o se lee rían
con scie nte me nte die z o vei nte trab ajo s .
A pro pós ito de eso s cue nto s que reiterad am ent e se enc uen tra n en los con cur sos , don Ge rm án esc ribi ó: "H ay
inc lus ive cue nto s mu y ma los a los quc
he lleg ado a ten erle s un cie rto afe cto
de tan to enc ont rar los en tod os los
con cur sos , sin que nun ca lleg uen siqui era a ser me nci ona dos . Se con vie rten en alg o mu y par eci do a eso s con ocid os que nun ca lleg an a ser am igo s,
per o a qui ene s se ve con cor dia lida d
por que par ece que ins pir an "cs e car iño que uno le tien e a los zap ato s
..
vieJos .
.
Est~
mít ico per son aje de Cien
año s de soledad, env uel to sie mp re
en una nub e de hum o de tab aco
neg ro, hab ía sid o loc uto r de not icia s ,
ven ded or de libr os, lec tor inc ans abl e,
am igo tot al de los am igo s, dir ect or de
Inr avi sió n, per o sob re tod o, pun to de
con tac to ent re esc rito res y ed itor es .
De sde que rec orr ió inf ruc tuo sam ente las edi tor iale s bog ota nas con el
ma nus cri to de El cor one l no ¡iene
qui en le escriba, has ta sus últi ma s
act uac ion es en los com ités edi tor iale s
del Ban co de la Rep úbl ica , de la
Fun dac ión Sim ón y Lol a Gu ber ek,
en Edi tor ial Pla net a o en Pro libr os,
su con sej o a los edí tor es era sie mp re
atin ado , sie mp re cer tero pue s se hab ía
leíd o tod o lo esc rito en Co lom bia y
su me mo ria era enc iclo péd ica .
La mu erte son peq ueñ as aus encia s . i Ya na lleg an a tod os los rin cones de Co lom bia los sob res de El
He ral do con la not a am abl e y el
rec ort e de pre nsa don de reli gio same nte dab a not icia sob re tod o lo
pub lica do en el paí s . Ya no exi ste
má s la cha rla ale gre y gen ero sa. Ya
no má s el ges to de gua rda r el paq uet e
de cig arr illo s en el bol sill o der ech o .
Ya no má s la bús que da de cue nto s
par a la nie ta!
Al mo rir Jos é Fél ix Fue nm ayo r.
esc rib ió est as pal ahr as per fec tam ent e
aut obi ogr áfic as : .... . EI per iod is ta y
esc rito r que mu rió en Bar ran qui llu
nal al, cra uno de eso s hom bre s de
qui ene s uno no lleg a a pen sar nun c a
que han de mo rir un di" . De \Ina
juv enl ud esp irit ual inc xti ngu ihk )'
gra !. De una inte lige nci a nat ura l sin
alh ara ca , di scr eta me nte ale gre . gen eros o y cor dia l. ten ía una sin cer ida d
sin tras lien da y una 5cn cill ezl jue descon cer tab a a qui ene s no le hab ian
tra lad o su fici ent em cn te".
La últi ma vez que vin o a Bo got á,
tra ia un peq ueñ o tes oro env uel to en
una bol sa de plá stic o . Era n las Edi cio nes Pri nci pe del Libro de las cal/ciol/es de Fed eric o Ga rcia Lar ca y de
los Veinre poe mas de am or y Ul/a
canción desesperada de Pab lo Ne rud a
que le hab ia dej ado de rec uer do el
Sab io Ca talá n ant es de par tir def initiva me nte a Bar cel ona . Ese vie rne s
los ent reg ó a Ma ria Me rce des Car ran za par a que rep osa ran en la Ca sa de
Poe sía Sil va . Ni él mi sm o sab ia que
con ese ges to se est aba des pid ien do .
Mi ste rio sas for ma s de cor tes ia tien e
la mu erte .
iAd iós , don Ge rmá n!
JUA N LUIS ME llA
(To mad o de: Gac eta: Colcultura (BOgOl 3 J.
sep! . / o cl. de 1991, pág . 1J.
LA M U ER TE DE
G ER MA N VA RG AS C.o \NT l LL ()
De jó de esc ribi r .. tin día má s"
A la eda d de 72 a'I '" mul'l ó l'i pl'n ,' - I
dis ta y esc ritor German Var g.\1'o Can tillo . Fue.' uno dl~ los intl 'kl'tlla ll';, m ú. .
hrillantl"~ de IHll ' s tr,l rai~ ~' dl':- cu~l"I-
una inq uie tud inte lec tua l ins oho rna -
d o r del a le: n l(l :-: . q Ul.' en l rl'g \,', -; U \ ' Ida ;I
ble ... era el típi co bar ran qui llcr ,) inte -
la lile rat ura
Dok, ln Cull\lflll y !\lhhnIIA fi t" . v .)1 21\, !!um 21'> . IWI
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
y l'l pc.' ri i"l dl '
IlHl .
VARIA
La imagen que muchos tienen de él
es la de un hombre serio y de mirada
inquisidora con la que trataba de adivinar los sentidos más ocultos de las
palabras, las personas y las cosas, Ello
quizá le ayudó a darse cuenta de los
valore~ que ocultaban los libros de sus
amigos, y sus amigos siempre afirmaron que sus juicios eran certeros,
amables, contundentes y sin duda
realizados con el sentido de la amistad. Por eso cuando Gabriel Garda
Márquez clamaba por una opinión en
la cual creer y aceptar, no dudaba en
pedírsela a Germán Vargas Cantillo.
Nació en 1919 en Barranquilla, la
mitológica ciudad de arena y de mar
que pasó de pueblo a metrópoli al
ritmo de los olores, los sabores y las
algarabías propias de las gentes del
Caribe. Ciudad que sirvió a toda una
generación para animarse a descubrir un territorio y un universo. Allí
se formó Germán Vargas, uno de los
personajes que aparecen en Cien años
de soledad. Animador, alIado de El
cabellón Cepeda, Alfonso Fuenmayor, Alejandro Obregón y Garda
Márquez, entre otros, de la tertulia
de La Cueva, sitio legendario donde
una generación descubrió el valor de
la amistad, el alegato, la palabra colgada a la belleza, los libros , la literatura y la importancia de perder el
tiempo hablando de todo o de nada.
Nunca supo, en aquel entonces,
que de esta generación se hablaría,
como de los piratas y los bucaneros,
por todos lados. Por los barrios de
Barranquilla, por los bares de mala y
buena muerte, por los lugares en
118
donde el pecado es una manifestación deliciosa del alma, por los
vientos del Caribe y hasta por la
ge,lle que miraba por encima del
hombro y habitaba en mansiones
frias rodeadas de pálidas montañas.
Germán Vargas tuvo la fortuna de
leer, primero que todos, los originales de sus originales compañeros de
farra, parranda, delicias, lecturas y
muchas otras cosas que el viento del
mar y del río se tragó para siempre.
Su juicio era esperado con ansiedad.
De sus lecturas había desarrollado
un acendrado sentido para encontrar
calidad entre las apretadas letras de
un texto literario. Su formación le
llevó a saborear, con exactitud, el
valor y la calidad de un relato.
Además de ser profesor, dedicó
gran parte de su vida al periodismo .
Allí se destacó por su equilibrio, por
un sentido muy particular de encarar
el lenguaje. Lo suyo era la economía
de las palabras, la capacidad para
incitar lecturas, el permanente llamado a la inteligencia del lector por
su agudeza y su profundidad. Crítico
de mucha visión fue, entre muchos,
un descubridor de obras y de formas
para ejercer el oficio de la literatura.
Escribió varios libros de gran importancia. Entre ellos La violencia
diez veces contada, Voces,1917-1920
y Cinco semblanzas, entre otras. Aye.r,
en forma silenciosa, se fue del mundo
un hombre que ·todos los días con la
puntualidad de un ángel llegaba al
periódico El Heraldo a escribir su
columna Un día más.
Con su muerte, ha quedado vacía
otra silla en La Cueva: el amigo ha
marchado, como en su momento se
fue la risa explosiva de Cepeda Samudio o muchos otros que, acodados en
las mesas brillantes y aceitadas escribieron, casi sin darse cuenta, páginas
completas e inolvidables de la historia de un universo real y maravilloso.
GILBERTO BELLO
(Tomado de: El Espectador (Bogotá), mayo 25
de 1991, pág. 9A).
JAMAS SOLEMNE
Esta fue una entrevista en la que lo
que interesaba era el hombre y no las
eternas historias sobre el Grupo de
Barranquilla y su relación con Gabo.
Al final estos temas fueron inevitables. El mismo preguntó ¿no me vas a
preguntar?
N ada como una entrevista no sacada a tiempo. Que ésta, en cambio sea
un homenaje al maestro Germán
Vargas. Gozaba de la vida. Gozaba
de los libros y de los buenos platos.
Había leído todo. Tenía antenas para
descubrir libros maravillosos. Nunca
dejó de ser un muchacho.
Germán Vargas Cantillo fue y será
un ser extraordinario. Alma profunda,
piel morena, ojos azules. Caminaba
como si no quisiera llegar a ninguna
parte. Como un hábito de costumbre
inclinaba un poco el cuerpo para
sacar del bolsillo sus cigarrillos Pielroja que fumaba con placer. Sus kilos
de más eran orgullo de los años; su
tranquilidad, un don ganado de la
vida: con orgullo afirmaba "para mí
no hay problemas y si los hay les saco
el quite". Su no ambición era una
muestra de esa sabiduría desprevenida y alegre que siempre llevaba en
la voz grave y la carcajada en la boca.
Pocas veces decía ~jamás', pero lo
afirmaba rotundamente y con certeza cuando anotaba "jamás he sido
solemne n .
La frescura para Germán Vargas
era parte de su encanto personal; eso
le daba libertad y agilidad. Le encantaban los cuentos; no podía negar
nunca la herencia de la tradición
oral costeña, siempre tan repleta de
DoleHn Cullural)" DihliOl1rifi('\l. Vol . 211 . nunl 2t1. 19Q1
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
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