La Genio del Cubata

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I
“Una noche de sábado como otra cualquiera, estaba yo sentado en un pub con un
cubata entre las piernas; lo estaba rozando con los muslos y los huevecillos; de
pronto noté algo más potente entre mis piernas; descubrí a Andersen, pero en tía
y a lo bestia: Era ‘la genio del cubata’.
Puedo pedir tres deseos y, hasta que no me los conceda, será mi esclava; me tomaré
tiempo para pensarlos...”.
UN HOMBRE:
Este podría ser el principio de un cuento bonito. ¿Por qué no lo
escribes?
UNA MUJER:
Me gusta la idea, pero las veces que he intentado una cosa así no
lo he conseguido. Además, ya sabes que sólo suelo escribir cosas
que me pasan o que siento.
UN HOMBRE:
Tienes que liberar tu imaginación, sé que es inmensamente grande.
Libérala y escribe.
UNA MUJER:
“Escribir un cuento...”. Lo intentaré, pero tienes que ayudarme.
Después de todo, tu estabas allí cuando ocurrió. Es más, fuiste
el culpable de que yo escribiese aquel principio...
Llegar a aquel lugar constituía una prueba de habilidad o ingenio. Había que recorrer
un laberinto de pasillos, a veces oscuros y mal olientes; escaleras que a veces
subían y a veces bajaban; miles de puertas misteriosas y otras que no eran menos
enigmáticas.
Un laberinto lleno de humanos hormigueantes que chocaban, resbalaban se
esquivaban. Miles de seres, la mayoría de ellos borrachos, sin rumbo definido,
buscando solo algo distinto, algo que valiera la pena encontrar, pero que nunca
hallarían dentro de su embriaguez.
Tras recorrer mil kilómetros de laberinto angustioso, se podía descubrir un desvío
solitario y sin salida, donde solo se encontraba algún pobre despistado. Pero no
por ello era un pasillo menos apestoso. Y allí, una de esas misteriosas puertas, que
conducía a un castillo reducido a dimensiones microscópicas. Poca gente lo conoce,
pero alguien que lo descubrió, descubrió también que era el habitáculo de un ser
tan fascinante, que tal vez no encajaba en el ambiente, o tal vez lo hacía a la
perfección; alguien tan increíble, pero así mismo tan real, como la “genio del cubata”.
Ciertamente, la genio no existía en ese mundo. Sólo existía dentro de alguien. Tan
dentro, que quizá uno y otra fuesen el mismo ser. Pero uno encubría al otro; hasta
que llegó “él”, el protagonista, y descubrió el secreto que se guardaba en el fondo
de un brebaje de ron y limón. Fue un descubrimiento casual. Llegó allí:
Una tediosa noche de sábado, estaba yo sentado en aquel lugar con un cubata entre
las piernas; lo estaba rozando con los muslos y los huevecillos y, de pronto, ¡oh,
cielos, noté algo más potente entre mis piernas!. Descubrí entonces un ser sensual
y excitante: era la "genio del cubata”.
Puedo pedir tres deseos y, hasta que no me los conceda, será mi esclava; me tomaré
tiempo para pensarlos...”.
...O quizá me decida por no romperme la cabeza pensando y considere que e mejor
tener una esclava. Después de todo, si es mi esclava me obedecerá y será más
provechoso que los tres deseos.
Pregunté entonces: “Si te pido un beso, ¿me lo darás?”. La genio contestó: “Sí,
claro. Soy tu esclava y debo obedecerte”. Y, a pesar de todo, fui tan estúpido que
no se lo pedí.
Estaba yo de pie, sin tomar nada, en el mismo lugar. Era el mismo sábado o
seguramente aun más tedioso, como hubiese podido ser otro, pero que fue ese; y
decidí acomodarme. Encontré un hueco que me resultó sumamente cómodo;
desprendía un calor agradable, tan fuerte que atravesaba mi ropa, pero no quemaba;
producía, en general, una sensación increíblemente excitante, casi orgásmica... Y
sufrí la transformación: Me convertí en la “genio del cubata”.
Debía conceder tres deseos. Y me arriesgaba a ser su esclava para la eternidad
si él no me los pedía. De hecho me arriesgué...
...Aunque él parecía encontrarse también muy a gusto y seguramente se tomaría
su tiempo para decidir los tres deseos. Era una decisión difícil, debía elegir con
cuidado y, después de todo, no tenía prisa: yo era su esclava.
La verdad es que a mí tampoco me importaba ser su esclava. Al fin y al cabo, me
había liberado del cubata que me reprimía. Incluso me ayudó a enfrentarme a él,
aunque al principio tuve que darle unos tragos para no morir en los primeros
momentos tras mi transformación.
Además, ¿quién podría negarse a estar, durante algún tiempo, bajo los deseos de
un hombre que desprendía vibraciones tan positivas y sensaciones tan agradables?.
A veces, para hablar con él, me volvía y rozaba la piel de su cara... ¡Hum! Hubiese
jugueteado con su piel hasta hartarme. Era una sensación nueva y agradable para
una genio recién nacida como yo. Y qué diría que sus labios, esos labios que seguro
estaban riquísimos, tan apetitosos, tan suyos. De la entrepierna en la que me
encontraba acomodada no habría nada que decir: eso sólo se siente. Cada vez me
apetecía más apretujarme contra su cuerpo...
ELLA: ¿Qué te parece la continuación del cuento?
EL:
No está mal. Tienes que seguir. Puedes conseguirlo.
ELLA: No sé si lo dices por decirlo o porque lo crees. Pero voy a seguirlo.
EL:
Hay detalles que me encantan. La descripción de los labios y otras cosas
que ahora no recuerdo bien...
...Pero el miedo de no saber qué hacer me lo impedía. Nadie me había enseñado
cómo eran los hombres, sus relaciones, sus gustos, sus necesidades, sus anhelos,
sus esperanzas. Era una raza nueva para mí. Y me encontraba ante uno de esos
especímenes que yo intuía, no sé por qué, que no era uno de los más fáciles de
tratar y entender. Pero supuse que a la larga eso era bueno, porque, si conseguía
conocer, entender y superar en algún modo a mi amo, lo conseguiría con cualquier
otro humano. Era una prueba difícil y yo estaba dispuesta a sufrirla.
Esta genio no está nada mal, y me puede servir de mucho como esclava. Pero no
me la puedo llevar siempre conmigo. Rompería mi esquema de vida, tendría que
estar pendiente de ella. Y si llegase a acostumbrarme a su compañía, sería aun
peor; algún día, alguien trataría de robármela, porque algo tan inaudito no se puede
ocultar. Incluso, puede que un día ella quisiese irse por su cuenta; después de todo,
si es una genio, no le costará mucho aprender a vivir en este mundo y llegará a
amar la libertad. Seguramente querrá tener su propia vida sin depender de mí. Si
algo de esto ocurre, yo la perderé. Pero, para entonces, yo ya será un poco su
esclavo, porque me habré acostumbrado a ella. Y faltará algo en mi vida; bastantes
cosas he perdido ya como para perder ahora algo que todavía no ha sido mío.
Tras los primeros y fabulosos momentos de mi nueva existencia, me encontré
rodeada de otros seres que no entendían mi aparición, que no aceptaban mi presencia.
Me di cuenta de que necesitaba una nueva identidad para vivir en un mundo como
este. No fue difícil, ni siquiera tuve que pensarlo. De pronto, me encontré con un
nombre extraño, pero agradable. Aunque ese nombre me relacionaba directamente
con mi amo, tan directamente, que era casi imposible que alguien me reconociese
por mi misma. Una vez dicho mi nombre, no importaba nada más de mi vida. No
había preguntas. Tal era la fuerza de mi amo.
De pronto, él se separó de mí. Se alejó. No entendí por qué me abandonaba tan
bruscamente. ¡Nada más conocerme! No podía estar enfadado conmigo. Ni me
conocía lo suficiente como para saber que yo no le gustaba. Me dejó fría. Es
increíble cómo un ser tan cálido puede producir tanto frío. Tal vez pensó que yo
podría ser molesta. De repente, le dio miedo pensar que tenía bajo su responsabilidad
a un ser que, aunque ya mayor, era en realidad un recién nacido. Además yo procedía
de otro mundo. Es decir, era una recién nacida en este mundo, pero con vida interna
anterior, una vida desconocida para él. Yo no entraba en sus esquemas y él no
pensaba modificarlos. ¡Pero yo seguía siendo una genio genial!.
ELLA:
Quiero que leas esto. He seguido con la genio.
EL:
Me encanta que lo hayas hecho...
Ha cambiado mucho desde el principio. Empieza a ser un cuento algo triste,
demasiado realista, tal vez. Creo que deberías inspirarte menos en la
realidad.
ELLA:
Es lógico que cambie. Es difícil que mi propio estado de ánimo no influya
en él. No estoy acostumbrada a escribir cuentos. Ni siquiera sé todavía
como enfocarlo. No sé si quiero que sea un cuento bonito o feo. De momento
solo quiero que sea un cuento, un cuento para “niños grandes.
EL:
Es importante que sigas. Pero intenta no plasmar tanto lo que te rodea.
ELLA:
Sí. Tengo que centrarme, pero es difícil que la realidad no me influya.
Después de todo, es la realidad tal y como yo la veo. Hemos inventado unos
personajes, que pronto se han hecho independientes. Yo sólo me meto
dentro de unos y otros y les leo los pensamientos. Pero, si hay algo de mi
vida en ellos, sólo yo, y tal vez tu –pero solo tal vez- lo sabremos.
II
OTRA MUJER: Me gusta tu cuento. Y tus personajes han vivido dentro de mí
durante algún tiempo.
ELLA:
Lo que para ti fueron unos momentos es tan real como el resto.
Y fue así:
Soy una genio, sí, lo sé. Mi energía procede del centro de mi ser, justo del centro.
Es una especie de vibración que emana de mi vientre; es algo extasiastico, breve...
lo que en este mundo llamarían orgásmico. “Allí” no. “Allí” todo es distinto. Debo
parecer extraña, pero no lo soy. O quizá sí. Soy una contradicción, pero no importa.
Aquí estoy, como la otra noche, cuando ella comenzó a estar a mi servicio. Espero,
siempre espero, desde que ella apareció en mi vida.
Sí, una contradicción. Este es un mundo contradictorio, pero empieza a gustarme.
Lleno de gentes todas distintas y contradictorias. Pero quizá me guste. Sí, me
gusta la acción de este momento. En este pub, un lugar cualquiera, siempre a su
servicio, al servicio de ese hombre de labios apetitosos y dulces; tan dulces como
lo eran cuando todavía era “Allí”. Es extraño, hablo de “Allí” como si lo conociera.
Y creo que este mundo me hace olvidar el mundo del que vengo. Cada día está más
lejano, del mismo modo que cada día soy más su esclava, esclava del hombre que
me liberó.
Si mi genio quisiera... Pero, ¿qué digo?. Es mi esclava, no puede opinar. Desearía
que esa genio maravillosa realizara todos mis sueños, aquellos y estos sueños de
depravación; maravillosa y excitante depravación. Mis deseos más profundos pueden
ser realizados.
Puede que él me lo pida; sé que en su cabeza, en su cerebro, hay algo. El recuerdo
de su cuerpo, su excitante cuerpo, me hace desear aun más ser su esclava para
siempre, siempre... Sé lo que desea, sé que me busca, pero será mejor esperar que
él me lo pida. Si descubre que yo puedo saber lo que quiere, quizá tenga miedo.
Provocarle puede ser la solución.
ELLA:
Ellos viven dentro de mí. Por eso son reales. Pero son ya tan
independientes, que han vivido dentro de ti y, por eso, para
ti también son reales.
LA OTRA MUJER: Creo que cada vez me gusta más. Sigue con ello.
En aquel castillo microscópico, algún tiempo más tarde, esa energía que parte del
centro de mi ser transformó unas imágenes en sensaciones que quedarán así
escritas en el aire y vagarán siempre, porque él las rechazó:
“Soy un pájaro grandioso, perdido en la inmensidad
del cielo, de ese cielo que me gustaría que fueses
tú; quisiera compartir mi libertad contigo, que
sintieses cómo me deslizo por tu infinito, cómo
disfruto del roce contigo, cómo puedo suspenderme
de ti.
Siempre habrá un ojo que intente descubrir la
verdad de este conjuro mágico, un espía nulo, pues
es inútil que escudriñe, no puede averiguar nada,
porque su mirada es fría y distante, y no puede
entrar en mi mundo; en nuestro mundo, si lo quieres
compartir en este instante de inmensidad.”
AMO:
Me alegro de haberte conocido. Contigo las cosas van bien, me ayudas
cuando lo necesito, estás ahí cuando creo que estoy solo. Pero es que yo
elegí estar solo y quiero seguir así. Es demasiado bonito para que dure
y me da miedo que se pueda acabar.
GENIO: Yo me encuentro bien sirviéndote. Me gusta y, como lo hago con gusto
no me resulta difícil. Pero no entiendo que, por miedo a que algo se acabe
no lo disfrutes mientras puedas. Además, si querías estar solo, ¿por qué
me liberaste?
AMO:
Yo no sabía que estabas allí.
GENIO: Pero, cuando lo descubriste, pudiste haberme devuelto al cubata.
AMO:
En aquel momento me pareció divertido y útil.
GENIO: Y, ¿ya no lo es?
AMO:
Util sí, mucho, y bonito. Pero lo único que quiero es que seas útil, y que
ésa sea tu belleza.
GENIO: Creo que lo único que soy es útil. No creo haber hecho nada más..., por
ahora.
Creo que cada vez me gusta más. Me gustan sus gestos, sus locuras, su contradicción,
su ingenuidad y, a la vez, su perversión. Me gusta. Tengo la impresión de que
también le gusto. Pero es como si entre nosotros ocurriese algo extraño. Ambos
intentamos ocultar o disimular nuestros impulsos y sentimientos; y eso hace que
estemos incomunicados.
Voy por la calle sin rumbo; busco a alguien. ¿A quién? Mi esclava.
Mis labios han crecido, están más gruesos y más rojos. Me duelen los músculos y
tengo los huesos encajados.
Ella es mi esclava, ¿y yo?. ¿Quién soy yo? Ella apareció en mi cubata, pero... ¿quién
soy yo? No lo sé. Ella es mi aliento, mi respiración. Quizá debería pedirle tres
deseos y olvidarme; pero no deseo olvidarme. Ella, sólo ella...
Necesito un masaje por todo mi cuerpo dolorido y cansado que pide vida. Mis labios
están hipersensibles. Los mordisqueo, revientan y derraman gotas de sangre. La
esencia de mi cuerpo brota por mis labios..., y es tan sabrosa.
Voy por la calle sin rumbo. La gente me mira, ¿por qué? ¿Qué quiero? ¿Qué busco?
Quizá la genio del cubata. Quizá yo sea su esclavo. No importa. La quiero, la deseo...
Necesito alguien que apague mi sed. ¿Quién? Un hombre. Eso está claro. Aunque
no tanto. Es difícil encontrar un “hombre”. Quizá él...
III
Llegamos al piso.
“Amo, voy al baño, ya no aguanto más”.
“Bien genio. Mientras, yo prepararé un whisky”.
Hago un pis. Me lavo las manos y la cara. Me observo en el espejo mientras me
seco. Nunca me había visto tan claramente a mí misma. No sabía ni siquiera si me
gustaba o no. Por lo pronto, parecía agradable. Y mi piel era tersa y estaba fresca.
Salgo. Y allí está ese whisky con hielo, la música de la radio y él, desnudo, tumbado
en el sofá. Me desnudo bajo su atenta mirada. “Hazme un sitio”. Me tumbo a su
lado. “Oye, qué caliente está tu cuerpo”. Me apretujo contra él. “Estoy empezando
a pensar que vengo del país del frío”. “Después de todo, los cubatas siempre van
con hielo”. “No sé cómo he podido resistirlo hasta ahora”. Me rodea con sus brazos
mientras me susurra: “Escucha esta canción. Nunca oirás nada mejor ni sentirás
nada igual.”
Levanto la vista y me encuentro esos ojos transformados en pequeñas serpientes
que me inyectan veneno; y siento sus labios, sus apetitosos y húmedos labios, muy
cerca. Al fin los siento sobre los míos; mis ojos se cierran y dejo libre mi imaginación.
Noto como mi mente flota fuera de mí. Siento su lengua, suave y delicada, abriéndose
paso en mi boca. Recorre cada rincón y descubre el perfil de mis labios. Nuestros
labios y nuestras lenguas juguetean mientras sus manos acarician mi pelo y mi
espalda.
“Esto se está convirtiendo en un juego de espías; hay que descubrir todas las bases
secretas del enemigo”, pienso mientras mis manos comienzan a actuar. Él me mira.
Comienzo a examinar su cara. Es un trabajo minucioso; cada rasgo, cada forma. Lo
que más me atrae e la piel que rodea sus ojos. Tiene un tacto tan delicado...
La piel de sus labios, sus húmedos labios, produce en mí sensaciones inexplicables.
Sus manos han quedado paralizadas durante el examen. Pero ahora me aprietan
mientras nuestras bocas vuelven a unirse. Me mordisquea los labios. “Está empleando
una nueva táctica. Cada vez me gusta más el juego”.
Comienza a acariciar mi cara desviándola hacia un lado y me muerde el cuello
apasionadamente. Siento escalofríos de placer por todo el cuerpo. Me sujeta con
fuerza, tirándome del pelo, y sigue mordisqueando y besando mi cuello. Mientras,
la otra mano se desliza acariciando mi cuerpo; mi pecho, mi barriguita, mis muslos.
Mi respiración se acelera: me está poniendo cardiaca. Intento deshacerme de él,
no puedo resistirlo. No me deja, tira con más fuerza de mi pelo. El dolor se
transforma en placer cuando vuelve a besarme.
Intento relajarme; mi pecho está a punto de estallar. Hasta ahora, sus espías
dominan la situación. Empiezo a acariciarle con la yema de los dedos. Él sigue
poniéndome cardiaca. Le araño la espalda hasta llegar a ese culito maravilloso.
Vamos igualando fuerzas. Recorro sus muslos. Por fuera primero, por dentro luego,
rozando sus huevecillos. Se lanza sobre mí en un abrazo bestial. Nos convertimos
en una masa que se revuelve de placer al sentir el contacto entre cada una de
nuestras células.
Descubre mi cuartel general. Manda primero un cuerpo especial de investigación
y, cuando cree haber encontrado la ocasión ideal, manda el grueso de sus fuerzas.
Los espías van tan bien camuflados que entran y salen de mi cuartel sin que los
míos puedan hacer nada por impedirlo. Decido cambiar de táctica. Si no puedes
vencer a tu enemigo, únete a él. Ahora buscamos juntos el mismo secreto; lo damos
todo, todo, hasta quedar exhaustos.
La batalla ha terminado y los dos hemos ganado. La lucha ha sido agotadora, pero
ha merecido la pena.
GENIO: En el mundo del que vengo no ocurren estas cosas. Todo es tan frío, tan
distinto.
AMO:
En este mundo tampoco ocurre siempre. Es más complicado de lo que
parece. Aunque tu inexperiencia es maravillosa...
GENIO: También lo es tu experiencia. Enséñame más.
AMO:
Creo que los dos tenemos cosas que aprender...
IV
Despierto y ella no está a mi lado. Me encuentro mal. Me duele la cabeza y tengo
el estómago ácido. No la encuentro por ningún rincón de la casa.
“Genio, ¿dónde estás? Sabes, no estoy para juegos. Vamos, dime dónde te has
metido. Venga, déjate de bromas. Tengo que prepararme para ir al trabajo.”
¿Habré soñado? Pero, no. Era tan real... Todavía se siente su presencia en el
ambiente.
Me preparo y, tras ojear de nuevo toda la casa, abandono la búsqueda definitivamente.
Ya llego tarde al trabajo. Luego seguiré buscando. Tal vez duerma dentro de uno
de esos brebajes de ron y limón.
Por la noche, al salir del trabajo, cuando solo me apetece ir a casa a descansar
(debo estar volviéndome loco), me voy a buscar a mi genio. Tengo que encontrarla.
Debe estar en algún sitio. Me gustaría poder encontrar el camino al lugar donde
la descubrí, pero en aquel laberinto es casi imposible. Yo llegué aquel día de
casualidad. Pero debo encontrarlo. Tal vez haya ido allí: es el único sitio que conoce.
Voy tomando cubatas en los pubs por los que voy pasando y que me resultan
familiares. Tras recorrer no sé cuantos lugares, encuentro aquel castillo microscópico.
Mientras tomo uno de aquellos brebajes aparece mi genio:
AMO:
¿Por qué has desaparecido? Me dejaste preocupado. Menos mal que al
fin has vuelto.
GENIO: Debía irme. Yo solo existo en este mundo.
AMO:
Pero eso no puede ser. ¿Cómo puedes desaparecer?
GENIO: No es precisamente que desaparezca. Es, simplemente, que solo existo
aquí o en lugares como este, en los que hay cubatas en abundancia.
AMO:
Pero, entonces, no eres real. Eres una ilusión.
GENIO: Sí soy real. Tanto como tú. Pero la genio que conoces, que vive en mi
siendo a la vez yo, solo existe aquí. Si no, recuerda tus mañanas y tus
tardes, tan grises y monótonas, tan diferentes al amo que yo conozco.
AMO:
Pero eso es terrible, genio. No puedo ni imaginarlo. Tiene que haber una
solución.
GENIO: Puede que la haya en ningún lugar. Pero, para encontrarla, habría que
buscarla...
AMO:
Debo intentarlo. ¿Te apuntas a la búsqueda?
V
OTRO HOMBRE:
Bueno, esto ya está a punto para que lo termines, aunque deber
ser difícil encontrarle un final.
ELLA:
Sí que lo es. Sobretodo cuando es un final que no implica término,
sino que abre las puertas a que ocurra cualquier cosa.
OTRO HOMBRE:
Pero, ¿es qué piensas hacer una segunda parte?
ELLA:
No. Solo que yo ya he hecho suficiente con presentar los
personajes e introducir un ambiente. Ahora, cada cual vivirá y
entenderá los personajes de distinta forma, si es que es capaz
de imaginar. Porque, como sabrás, mis personajes son tan libres
que son capaces de vivir en cualquiera, y así debe ser. Yo no
los puedo encerrar en un pedazo de papel.
OTRO HOMBRE:
Ya solo te queda intentar publicarlo y enfrentarte a que guste
o no.
ELLA:
Yo no me tengo porque enfrentar a nada. Le gustará a quien lo
sepa leer y encontrar lo que hay detrás de las palabras. Y a
quién sea como un niño, abierto a vivir cualquier aventura y
cualquier fantasía en su vida cotidiana.
Y ahora, para que no se pueda alargar más y terminar en un debate absurdo, se
utilizan las palabras mágicas creadas para estos momentos:
FIN (Del escrito)
CONTINUA en tu imaginación...
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