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REVLSTA DEL
CENTRO DE LECTURA
Reus, agosto-septiembre de
1959
Nm. 86-7
Dlrector: Sr. Preslder-te del Cer-tro de Lect...ra
Depósito Legal - T. 20 - 958
SUMARIO: E1 problema social sobre bases nuevas, por ÀUGUSTO MEP.CÀDE. - « Biblioteca. Estadística Mensual». - «E1 cuento y la literatura de Cordel por JUÀN ÀMÀDES. - « Roses de P.euss
y « Lexposició de roses al Centre de Lectura por ÀNTONIO COP.P.EIG. - «Libros, por G. P..
«Relación donativos Pedro Balagué)). - «Curso Académico 1959-60. - «Servicio Metereológico)).
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PROB[[MA SOCIA[ SOBR[ BAS[S NU[VAS
vII
¿Cómo puede estimularse la demanda y la producción privada con el fin
de conseguir la más rápida mejora del nivel de vida nacional? Este es el problema que dejamos planteado en el precedente artículo, después de examinar
las posibilidades de actuar contra la crisis a través de expansionar Ias ínversiones en obras públicas.
ntes de intentar desarrollarlo debemos recordar conclusiones anteriores,
según las cuales una crisis es la consecuencia de una propensión excesiva al
ahorro. ¿Y quienes efectuan este ahorro excesivo, que no cristaljza en inversíón
sino en crisis y que, por consiguiente, se pierde para ellos y para 1a colectividad,
incluso en una cuantía muy superior a la del ahorro que lo provoca, por el
efecto multiplicador ya descrito?
En hábitos de ahorro no existen reglas fijas: encontraríamos familias con
grandes ingresos que ahorran cero o se enduendan progresivamente, contra
familias con ingresos modestísimos que a través de grandes privaciones consiguen ahorrar algo. Pero a pesar de esta variedad de conductas es lógíco que el
volumen más importante de ahorro se produzca en los sectores de elevados
ingresos y estudios realizados así lo conflrman. Àdemás, existe el ahorro que
por si mismas efectuan las empresas con ios beneflcíos no distribuídos y que,
en aigunos períodos, acaso constituyan el mayor volumen.
Si Ias crisis son consecuencía de una insuflciencia de la demanda provocada por una excesïva propensión al ahorro, y el mayor volumen de ahorro tiene
lugar entre los sectores sociales de ingresos más elevados, ¿no es Iógico llegar
a la conclusión de que Ias crisis, y el atraso económico que ellas han impuesto
en algunos países, es en el fondo un problema de defectuosa distribución de
ios ingresos?
Pero eI problema, planteado desde un punto de vista estrictamente económico, tiene características dístintas de cuando se ha planteado desde el punto
de vista social de la justa o injusta distribución de la riqueza. Porque el problema se ha discutido sobre el supuesto de quitar a unos para dar a otros. Y
descie nuestro punto de vista econóínico puede discutirse en el sentido de como
evitar la pérdido de una producción y de una ríqueza que, por perderse con la
crisis, no beneficía a nadie. No se trata, por consiguiente, de quitar, sino de aíïadir. No se trata de que unos reciban más a expensas de otros, con las consiguie-
nteslógicas y egoistas intraasigencias, sino acaso de que todos puedan recibir xnás.
Vencer las crisis, a g udas o endémicas, es hacer efectiva una producción y una
riqueza que deja de producirse. La crisis quita a todos: pobres y ricos, y en una
magnitud muy superior a la cuantía del ahorro causante del fenómeno. kescatar lo que nos quita la crisis puede significa que todos recíban más o, por lo
menos, que unos reciban más sin ser a expensas de otros. Puede que reciban
más 1os sectores de menores ingresos, que son 1os que menos ahorran y menos
pueden ahorrar; pero la mejora de su nivel de vida y el consiguiente aumento
de la demanda de bienes de uso y consumo, puede implicar una expansión del
instrumental productivo, que es ahorro, y Ias clases de elevados ingresos y las
empresas puedan beneficiarse de estas nuevas posibílidades de incremento de
ahorro, queahora se pierden, y de las nuevas oportunidades empresariales que
una expansión económica implica.
Imaginémonos un país en que todos los medios de producción, propiedad
rústica y urbana, industria, comercio, transportes, minas, banca, etc., fuesen
propiedad de un solo individuo, con lo que los ingresos del resto del país
dependerián principalmente de los salarios, donativos e impuestos que satisfa..
ciese. Si este hombre, inmensamente rico, quisiero serlo aún más, y Ios países
extranjeros no le permitiesen la exportación de capitales y sí soio exportar por
la contrapartida de Io que importase, es evidente que este hombre, si ocupando
todo el personal, impulsaba la producción sin mejorar los s1ario reales, le
quedarían grandes cantidades de mercancías invendibles, destinadas a pudrirse:
habría crisis. Si incrementaba la producción y mejoraba los salarios reales,
mejoraría el nivel de vida de sus empleados, sin dejar de ser igualmente rico.
Pero si por impulsar la producción y el nivel de vjda de su personal resultaba
necesario ampliar sus instalaciones industriales, su riqueza aumentaría en la
magnitud de estas nuevas instalaciones. Es decir, el hombre inmensamente
rico solo podría serlo aún más mejorando Ia situación económica de sus empleados, ya que eIIo le permitiría disponer de nuevas instalaciones que, con un
nivel de vida inferior, serían innecesarias, con lo que la mejora desus obreros
le beneflciaria en lugar de perjudicarle. Y este resu]tado es igualmente válido
cuando la propiedad delos instrumentos de producción no pertenece a un solo
inclividuo, sino a millones de ellos, con lo que Ios ricos sólo pueden ser más
ricos en Ia rnedida que los pobres mejoren su situación.
Si nuestro hombre inmerisamente rico, convencido de estas teorías, tuviese
la obsesión de evitar el paro y la crisis, de conseguirlo, conseguiría automáticamente mejorar en forma progresiva y rápida el nivel de vida de su país. Sería
él progresivamente más rico, al disponer de mayores instalaciones productivas.
Podría poseer mayores ingresos, pero como sus ya satisfechas necesidades de
consumo y de servicios dificilmente podrían expansionarse, su voluntad de
evitar las crisis le obligaría a destinar aquellos ingresos a nuevas y superiores
inversiones que aumentarían la producción o los servicios, y como que de Ios
nuevos ingresos derivados de este incremento de producción personalmente
sólo podría absorber una irrisoria parte, se veria obligado a hacer beneflciar
del resto a la colectividad. Y es que Ia condición de eiiminar ias crisis implica
iaexorablemente la mejora progresiva del nivel de vida nacional.
Se ha dicho de nuestro sistema económico que era «esencialmente» injusto,
porque Ia propiedad privada de los instrumentos de producción, en un sisteina
en que la riqueza surgía al conjuro del trabajo, dejaba en permanente despo..
sesión a los trabajadores, es decir, & los que más contribuían a su creación.
Pero esta crítjca no corresponde a una característica «esencial» del sistema capitaiista, entendiendo como tal el de libertad de empresa e iniciativas y el xníniino indispensable de regulaciones. Porque la tendencia «natural de nuestro
sistema económico, si de él se eliminase el lastre de las crisis, que no constituyen su característica sino su obstáculo, y si con ellas desapareciese el freno que
representa a sus tendencias expansionistas, es el de crear tal inagnitud de
riqueza que haría desaparecer progresivamente las diferencias de niveles de
vida entre pobres y ricos, por elevación continuada del nivel de vida de los
primeros. Porque la condición de eliminar las crisis, con las posibilidades progresivas de aumentar la producción de bienes de uso y consumo, impone que
exista demanda suficiente para absorber esta producción en constante incremento. Y como nuestras posibilidades individuales de consumo están limitadas
a la saturación de nuestras necesidades, el sistema es capaz de saturar primero
las necesidades de ios ricos, pero si la expansión no es detenida por la crisis,
irá lienando sucesívamente necesidades y deseos de otras capas sociales: la
misma existencia de las crisis, que equivalen a ahorro excesivo, demuestran
una relativa culminación de necesidades, aunque no demuestren una culminación de ambiciones. Nuestro sistema sin crisis soio toleraría acumulaciones de
riqueza, en elementos de producción o stocks, en cuanto sirviesen para mejorar
el nivei de vida de la colectividad. Todo el instrumental productivo tiene como
fin la producción, y ésta su uso o consumo. Si este último íin se cumple, y no
es frustrado por las crisis, Io que a nadie interesa, el sistema es capaz de elevar
eI nivel material, y probablemente el moral, de la humanidad hasta límjtes
insospechados.
La fórmula sociaIista-comunista de la propiedad pública de ios instrumentos de producción sólo en teoría puede constituir para muchos una solución
sugestiva. Porque lo de la propiedad pública es muy teórico: en ia práctica,
alguien debe regentar aquellos instrumentos de producción. Y si estos instrumentos pertenecen al Estado, este alguien será una burocracia, que concentrará
automáticamente en ella el poder económico, además del policiaco, judicial, etc.,
paiancas suíicientemente poderosas para apoderarse también del poder político,
lo que implica entronizar una nueva clase social, orgánicajnente jerarquizada,
con una concentración tal de poderes que la experíencia histórjca demuestra que
usaría y abusaría de su predominio, inmensamente superior al de la actual organizacíón capitalista, que está fraccionada, descentraljzada y mal jerarquizada.
Por ello, estas fórmulas, en teoría supresivas y uniflcadoras de todas las clases
sociales, en ia práctica tienden, inexorablemente, a crear un nueva clases socia],
que sus propias doctrinas, con ia capacidad de organización moderna, permiten
posea una excesiva concentración de poderes, con todos 1os riesgos de dominacjón absoluta y despotismo que ello implica.
Tambjén es más que dudoso que la burocracía pueda tener una capacidad
de dirección, administracjón y espíritu de servicio superior al del actual sistema
de Iibre empresa. En éste, aunque sea en forma inperfecta, porque aún no se
ha conseguido plenamente el principio de la igualdad de oportunidades para
desempefíar cualquier cargo social o económico (principio que tampoco es probable que se consiga como norma en una oligarquía burocrática), existe una
cierta selección automátjca para los cargos directivos econójnícos: si un empresario no reune un mínimo de aptitudes, no progresa, o es hundido por la
competencja de sus rivales. Y en un sistema dominado por la burocracia es
posible que se pueda medrar a pesar de una ineflciencia para el cargo y a expensas de la colectjvidad. Por ello, cada uno es Iibre de Opinar si nn determinado equipo productivo, de propiedad privada en régijnen capitalista o de
propiedad públjca en régimen socialista, es capaz de rendir más y prestar mejores servicios a la colectividad bajo un sistema burocrático o bajo el sistema
de libertad de empresa e iniciativas.
De las formas de organización ideadas por ios hombres, no todo se resume
en capitaiismo y comunismo. Entre otras, que aquí no es del caso examinar,
destaca el Cooperativismo, clasiíicable entre las organizaciones de libre empresa y compatibie con la estructura de nuestro sistema económico, lo que le
permite desarrollarse plenamente dentro del mismo y adoptar las técnicas
p roductivas y comerciales de Ias empresas capitalistas. Las Cooperativas convierten los clientes en asociados y, con ello, suprimen el espíritu de Iucro como
objetivo primordial de la empresa, substituyéndolo por un espíritu de servicio.
En teoría, las Cooperativas aplican en sus servicios el «precio justo», el estricto para cuhrir gastos, pero como no es posible técnicamente establecerlo a
priori, toman unos «márgenes de previsión» y, si al liquidar eI ejercicío resultan
sobrantes, que denominan «excesos de percepcíón», ios devuelven a sus clientes
asociados como «retornos cooperativos, sin perjuicio de retener parte para sus
necesidades de expansión. Àunque puedan parangonarse los márgenes de previsión con los márgenes brutos habituales de las empresas rnercantiles, y los
retornos cooperativos con los beneficïos que éstas dístribuyen, la diferencia es
esencial, porque la empresa capítalista tiene normalmente por objeio conseguir
los máximos benefjcjos en favor de sus propietarios y, en parte, a expensas de
sus clíentes, mientras que la Cooperativa, si obtiene un exceso, debe reintegrarlo a sus clientes-socios, a los mismos que lo han satïsfecho. Àdernás, los retornos cooperativos no se distribuyen en relación al capital aportado, como ios
beneficios en eI sistema capitalista, sino en relación a los servicios utilizados.
Y esta, en aparíencia, ínfjma diferencia en la forma de reparto de los excedentes, tiene una enorme trascendencia social y económica, ya que influye decisívamente en una más equitativa distribución de la ríqueza y de los ingresos,
porque ios benefjcios empresariales que en el Capitalismo se concentran generalmente en pocas manos, en el Cooperativismo se diluyen entre la multitud
de sus asociados. Por todo ello, consideramos el Cooperativismo moralmente
superior al Capitalismo, y la competencia que su desarrol]o impone a éste sírve
íncluso para mejorarlo. Ei Cooperativismo, enemigo de la violencia y de la
coacción, aplica el principio de ia voluntariedad de adhesión, pero el enorrne
desarrollo que ha alcanzado en multitud de países en su primer siglo de existencia permite vaticínar su triunfo a largo plazo.
Àunque el Cooperativismo nos daría casi resuelto el principal problema
que estudiamos, como yá veremos, corno que su influencia en nuestro sistema
econórnico no es todavía predominante, y su desarrollo se consigue lentamente
a base de la voluntariedad y del convencimiento, nos limitarnos a sefa1ar
sus ventajas.
En resumen: no puede ocultarse que nuestro sistema económico tiene hoy
graves defectos, pero tiene una virtud: su tendencia a la expansión, que soio es
frustsada por las crisis, agudas o endémicas. Si se consiguiese suprimir este
obstáculo a su natural expansión, lo que a todos interesa, es capaz de crear tal
volumen de riqueza que haga desaparecer el principal defecto de que puede
acusársele, el de la extrema injusticia social. Creemos que nuestro sisterna de
libre empresa es susceptible de proporcionar a la humanidad el mayor volumen posible de bienestar moral y material y ésto, a nuestro juicio, está invoIucrado en un solo problema: la supresión de las crisis con las medidas inherentes a este propósito.
Àugusto Mercadé.
BIBLIOTECA - ESTADISTICA MENSUAL - JULIO-ÀGOSTO 1959
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Agosto 434
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Historla y
BeIlas
Ciencias Ciencias
Aplicadas Aetes Literatura Geografía
Puras
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