Carta dirigida a todos los Decanos y Decanas de Colegios de Arquitectos y Directores y Directoras de Escuelas de Arquitectura de España. La decisión del Ministerio de Educación, clarificando la estructura de los estudios de arquitectura en España para incorporarlos al Espacio Europeo de Educación Superior – EEES- parece ser inminente. Es una decisión trascendental para que nuestras escuelas y los arquitectos que en ellas se forman sigamos teniendo la alta consideración que hasta el día de hoy vemos reconocida por nuestros colegas europeos. La adecuación de los arquitectos españoles a las estructuras universitarias y profesionales de Europa está siendo un proceso de difícil aceptación por muchos y, en cualquier caso, de articulación muy compleja que requerirá de varias etapas en las que consecutivamente se puedan ir modificando prudentemente cada uno de los aspectos profesional, académico e institucional. Esto es así ya que, respecto al resto de Europa, tenemos uno de los mejores sistemas de enseñanza, un sistema de certificación para el ejercicio muy extraño y otro de organización profesional absolutamente único. A pesar de ello, nuestro futuro está en la Unión Europea, como lo está nuestro presente. Nosotros hemos de escoger: si queremos ser vagón de cola en vez de locomotora, los representantes de los arquitectos españoles sólo tenemos que seguir actuando como hasta ahora, es decir y parafraseando a Unamuno, defendiendo el “que cambien ellos” y creyendo que de la misma manera que hemos resistido más de un siglo y medio con un ancho ferroviario diferente, también podemos hacerlo con un sistema universitario y profesional distinto. Pero resulta que ya hoy, los arquitectos europeos pueden trabajar en todo el territorio de la Unión (y por tanto en España), tanto si han estudiado en Irlanda como aquí, con las condiciones que se aprobaron en la Directiva 2005/36/CE del Parlamento Europeo (Consejo de 7 de septiembre de 2005) y normas que lo aplican (en nuestro caso el RD. 1837/2008 de 8 de septiembre). En otro orden de cosas, cada año vertemos al mercado español miles de nuevos arquitectos. El que crea que todos estos profesionales van a ejercer la profesión y lo van a hacer de la misma manera que nuestros antecesores, debería tener la honestidad y la coherencia de defender un sistema de selectividad drástica, para no crear una montaña de frustración mayor que los Pirineos y para ahorrar a la Hacienda Pública un derroche innecesario. Lo que ocurre en realidad es que los –o las- que entran en nuestras escuelas, engrosando la masa conocida como estudiantes de arquitectura, lo hacen para acceder a una enseñanza muy útil para abrirse la vida a base de resolver los problemas complejos, típicos de nuestra civilización, con independencia de si estos son arquitectónicos o de otro orden. Saben también que después deberán estudiar un master o seguir un aprendizaje profesional ulterior en trabajos ligados o no a la industria de la construcción, a la ordenación urbana o al diseño. En el caso concreto de aquellos o aquellas que quieran construirse un currículum de arquitecto proyectista de edificios públicos o de especialista cualificado, es más que probable que necesiten de una experiencia internacional que les permita operar en las redes europeas o internacionales que juegan en este ámbito. Por lo tanto, la realidad de la práctica actual de la arquitectura y la integración en Europa de nuestro sistema, exigen una modificación de nuestro actual modelo profesional, por más exitoso que lo hayamos considerado hasta ahora. Hay un acuerdo general en que el título actual de arquitecto español tiene un valor añadido respecto a la mayoría del de los europeos que consiste en disponer de unas capacidades técnicas muy superiores. En realidad los arquitectos españoles con una cierta práctica, se han considerado a menudo, a la vez arquitectos e ingenieros civiles o de la edificación. Y esto es lo que creo que deberíamos reivindicar como colectivo, previo un ajuste de las posibles trayectorias curriculares. Por otro lado, si alguien hace el ejercicio de cuantificar el tiempo (en créditos ECTS por ejemplo) necesario para adquirir las competencias que permitan un ejercicio competente de las atribuciones reconocidas a nuestra profesión, reconocerá la dificultad de que una sola persona pueda llegar a adquirir aquellas competencias en un periodo razonable de menos de nueve o diez años (que es lo que se venía tardando históricamente en superar la carrera). La conclusión evidente desde un punto de vista corporativo es la necesidad del reconocimiento de la especialización o intensificación sobre una única base de conocimientos. Insisto en que es un proceso largo, complejo y con etapas consecutivas. La primera fue la “liberalización” de la práctica profesional para permitir la libre circulación de arquitectos y de todas las profesiones. La segunda etapa había de ser la implantación del EEES que ya se ha hecho en toda Europa excepto en España. La implantación del EEES es una gran oportunidad para modernizar y optimizar nuestro sistema universitario, siempre que tengamos un poco de confianza en nuestras virtudes y en las capacidades de nuestros profesionales. Para ello y a nuestro entender, la estructura que finalmente se adopte para los estudios ha de responder a tres requerimientos: • • • Acceder al ejercicio de la profesión de arquitecto. Esto quiere decir dotar a los estudiantes de las competencias que les permitan hacer frente exitosamente a las atribuciones propias de los arquitectos en España que se habían fijado en 330 y ahora se consideran en un mínimo de 360. Permitir la movilidad entre Escuelas -de Arquitectura u otras- a nivel español y europeo. Este es uno de los objetivos principales de la implantación del EEES que ha sido absolutamente desconsiderado en el proceso seguido hasta ahora. Acceder eficientemente al mercado laboral. Esto implica un sistema de títulos que permitan certificar las competencias que en cada momento se han adquirido, y permitir a las personas construirse currículos diferenciados. Estos dos últimos puntos implican un sistema de grado y masters. Todo ello ha de permitir a las escuelas colaborar con otras escuelas europeas, en los nuevos parámetros que ya no serán los de los intercambios Sócrates - Erasmus que tan buenos resultados han dado. Más en general, la estructura que se apruebe ha de permitir a las Universidades organizar su oferta lo más flexiblemente posible, de manera que aquellas que prefieran ofrecer un solo título doble sin posibilidades de entradas ni salidas lo puedan hacer tanto como los que creemos necesario un sistema mucho más abierto que permita incorporarse a los masters a otros graduados, con las condiciones que se establezcan y en los momentos que consideren oportuno. Sí se nos permite expresarlo de una manera clara: Sólo la autonomía universitaria y la diversidad que ella implica permitirá un sistema justo para nuestros futuros estudiantes. Todo ello, sin menoscabo de los derechos adquiridos por los actuales o futuros titulados de planes anteriores, que han de ver reconocidas sus competencias y, eventualmente, su condición de master. La Conferencia de Directores de Escuelas de España, había expresado, hasta hace poco, y de manera unánime su defensa del Grado de 300+30 ECTS, cuando parecía que el único título habilitante debía ser el de Grado que el Ministerio proponía sólo de 300+6 ECTS. Esta premisa dejó de ser aplicable al reconocerse que los ingenieros pudieran acceder a la habilitación con un master y consecuentemente, la Conferencia mostró su perplejidad al Director General y expuso la necesidad de buscar fórmulas para que los arquitectos pudieran también habilitarse a través de un master de 360 ECTS. En la Conferencia de Directores de Escuelas de Arquitectura nunca se ha defendido la exigencia de que no haya un título intermedio de grado. Sólo últimamente una Escuela de las seis que forman la Comisión Permanente lo ha defendido. En este sentido queremos que esto sirva de rectificación a la errónea afirmación contraria que consta en la carta dirigida a cada uno de los Directores de Escuela, por el estimado colega Jordi Ludevid, de fecha 22 de diciembre de 2009. No creemos que esta sea una guerra entre Escuelas y Colegios ni creemos tampoco que podamos llegar a dudosas unanimidades. Creemos, en cambio, que hemos de ser capaces de que la discusión sea abierta e inteligible para todos los estudiantes y arquitectos colegiados. Lo que nos estamos jugando es el futuro de nuestros más jóvenes estudiantes y de aquellos que todavía han de entrar en la Universidad. Y no podemos condicionarlo por cuestiones transitorias de los que nos ha tocado vivir entre el viejo sistema y el futuro. Atentamente, Ferran Sagarra i Trías Director ETSAB Escola Tècnica Superior de Arquitectura de Barcelona. Joan Puigdomènech i Franquesa Director ETSAV Escola Tècnica Superior de Arquitectura del Vallès. Barcelona, 24 de diciembre de 2009