GuÌa Lluvia de estrellas

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Propuestas de trabajo para docentes sobre
El chico del río
de Tim Bowler
a cargo de la Prof. Elsa Pizzi
Puerto de Palos - Casa de ediciones. Av. Honorio Pueyrredón 571, (C1405BAC)
Buenos Aires. Argentina. Tel./Fax (011) 4902-1093. e-mail: [email protected]
Un chico misterioso
Verano, vacaciones junto a un río, quince años, un abuelo muy
enfermo, un chico misterioso, un anciano charlatán, un cuadro
sin terminar. Dos pasiones: la natación y la pintura.
Jess tiene quince años y es una eximia nadadora. Su abuelo,
un hombre enérgico, vital, terco, dueño de un irónico sentido del
humor y de un gran talento para la pintura, está gravemente
enfermo del corazón, pero se empeña en salir de vacaciones. Ha
decidido volver al lugar donde nació. Jess y sus padres temen por
él: es un lugar aislado, lejos de hospitales donde puedan atenderlo;
sin embargo, él está obsesionado con ir, así que respetan su deseo.
Al día siguiente de la llegada, Jess se interna en el río para
nadar. Se siente observada, pero no encuentra a nadie. Más tarde,
remontando el curso del río, ve a un chico. Su presencia la obsesionará. El chico es un excelente nadador y parece vivir en el
agua. ¿Quién es? ¿Por qué ella es la única que lo ve? ¿Tiene alguna
relación con el cuadro que el abuelo está pintando y que se llama
“El chico del río”?
Aunque todavía no lo sabe, Jess tiene una misión: ayudar a su
abuelo a terminar sus asuntos pendientes y así, completar su vida.
Finalmente, en el río, nadando, se enterará, encontrará las respuestas, comprenderá. Habrá crecido.
Como siempre, las propuestas de actividades, no tienen otro
objetivo que el de suscitar múltiples posibilidades de análisis y
compartir la riqueza de la pluralidad de todas las lecturas posibles.
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1. El título de la novela
El título de un cuento, una película o una novela puede ser
enigmático, descriptivo, oscuro, simbólico… Puede querer brindarnos una pista acerca de la temática o simplemente presentarnos al personaje principal.
• Discutir entre todos los distintos significados que les sugiera el
título de la obra y establecer relaciones entre ellos.
• Determinar la relación que existe entre el título y el tema. Dejar
en claro el hecho de que el abuelo es un anciano y su autorretrato es el de un chico de quince años. Recuerden que es la primera vez que el abuelo titula un cuadro, que quien se da cuenta
de que es un autorretrato es Alfred, pero que no se ha percatado de que también está representado un río, lo único que los
integrantes de la familia ven en la pintura.
• Trabajo de producción: describir un paisaje que manifieste la
personalidad de cada uno. Sugerimos elegir algunos y leerlos en
voz alta a la clase para que los alumnos adivinen de quién se
trata la descripción.
2. Técnica narrativa
La técnica del relato es una parte constitutiva esencial de la
pieza narrativa. Nunca es casual la perspectiva que adopta el
narrador y siempre colabora para narrar los acontecimientos tal y
como el autor se lo propone.
• Distinguir entre narrador y la perspectiva que adopta para contar los hechos. ¿Por qué el autor no eligió la primera persona?
¿Qué ventajas permite la elección de una tercera persona, pero
posicionada en un solo personaje?
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• Determinar las anticipaciones que el narrador va brindando a lo
largo de la novela.
• ¿Por qué el primer párrafo de la novela altera el tiempo del
relato y el de la historia? Establecer la estructura a partir de este
reconocimiento.
• Trabajo de producción: elaborar el diario íntimo que podría
haber escrito la mamá de Jess.
3. Los subgéneros
Los grandes géneros literarios incluyen subcategorías que suelen tener marcadas diferencias temáticas o de construcción. A
veces son claras las diferencias y en algunos casos los límites pueden ser imprecisos.
• Cuestionar a los alumnos acerca de si se trata de una novela realista o fantástica, teniendo en cuenta que Jess es la única que ve al
chico del río, por lo que podría ser un producto de su imaginación. Recordar, sin embargo, que ella desconoce el pasado de su
abuelo, por lo que no tiene elementos en qué basarse para reconocer los rasgos físicos que él tenía a la edad de quince años, ni para
saber que era un gran nadador y que le había quedado pendiente
el desafío de recorrer el curso del río. De todo esto se entera cuando Alfred afirma que el cuadro es un autorretrato.
Si bien no es una novela “de aprendizaje” propiamente dicha,
el hecho de recorrer el río (símbolo evidente de la vida humana),
las dificultades que tiene que superar Jess para llevarlo a cabo y lo
que comprende cuando llega a la desembocadura y el viaje interior
que implica la aceptación de la muerte de un ser querido (y que
da como resultado un crecimiento espiritual), la vinculan con este
subgénero.
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• Leer una novela de aprendizaje, por ejemplo, El llamado de lo
salvaje, de Jack London (Cántaro, 2000) y establecer semejanzas y
diferencias en cuanto al camino de aprendizaje que efectúan los
protagonistas de ambas novelas.
4. Los personajes
Las situaciones críticas permiten que las personas se pongan a
prueba. La muerte de alguien querido siempre es un momento que
nos negamos a imaginar por temor a lo que hay que enfrentar. En
esta novela, vemos que los personajes aceptan la muerte, a pesar del
dolor que les provoca.
• Se sugiere vincular la caracterización de los personajes con el
tema de la muerte. Por ejemplo, el abuelo sabe que va a morir y
lo toma como algo natural. No es a la muerte a la que teme,
sino a morir sin poder resolver cuestiones pendientes. ¿Cuáles
son esas cuestiones? De una personalidad fuerte, domina el
centro de las relaciones familiares y se toma el asunto haciendo
gala de su ácido sentido del humor.
• Describir a los personajes en relación con sus actos y con los
roles que tienen en la familia. ¿Quién es el más fuerte, el más
débil, el sensato? El abuelo tiene un vínculo difícil con su hijo,
pero una conexión profunda con su nieta, Jess. ¿Qué papel
juega la madre? Se sugiere hacer hincapié en el uso de adjetivos
para la descripción y guiar la actividad para que los actos que
realizan los personajes (que serán manifestados a través de verbos) sirvan como fundamentación para el adjetivo elegido. Para
fundamentar, puede recurrirse también a la cita textual.
• Los padres admiten haber descuidado los sentimientos de su hija
por estar pendientes del anciano. Debatir acerca de esta conducta.
• ¿Cómo ve Jess a los adultos? Proponer a los alumnos que des6
criban la visión que ellos tienen de los adultos de su familia,
destacando sus sentimientos y los sentimientos que ellos suponen
tienen los adultos.
• ¿Cómo reaccionan los miembros de la familia ante Alfred?
Debatir acerca del comportamiento de cada uno y manifestar
con quién se sienten más identificados. Se sugiere que siempre
fundamenten sus opiniones.
• En pequeños grupos, representar gráficamente las relaciones familiares. Pueden ser figuras abstractas o dibujos de los personajes.
5. El río, cambio y permanencia
En un momento el abuelo le dice a Jess:
“Todo cambia, Jess. Todo. Nada permanece. Nada dura para siempre.
No vale la pena pelear contra esto. Debemos aceptarlo”.
La imagen del río fluyente para referirse a una concepción del
cosmos como un cambio continuo se atribuye al filósofo griego
Heráclito (544-484 a. C.), a quien pertenece la frase “En el mismo
río no es posible bañarse dos veces”.
La existencia del cambio y del movimiento son conceptos
esenciales en el pensamiento de Heráclito. Pero el cambio no es
algo caótico ni azaroso, sino el resultado de la racionalidad y del
orden cósmicos. Si se analizan aquellos textos en los que Heráclito
habla del movimiento de un río, por ejemplo, se verá que lo que
prevalece es la imagen de que la unidad y la estabilidad del río
dependen de la regularidad del flujo de las aguas que lo forman.
Con ello se quiere hacer ver, por un lado, que existe un equilibrio
entre los elementos opuestos que constituyen el mundo y, por
otro, que debería rechazarse la idea de que cada cosa se comporta
individualmente. Los objetos de la naturaleza (una roca, una montaña, etc.) se nos presentan a los ojos como realidades momentáne7
amente estáticas. Según su Teoría de la Discordia, todos los elementos que constituyen el cosmos acabarán por cambiar, pero lo
harán de una forma proporcional y equilibrada, de modo tal que
contribuirán a mantener una armonía universal.
• Confrontar esta concepción con la opuesta, expresada en frases
populares tales como: “No hay nada nuevo bajo el sol”, “Ya está
todo inventado”, “La historia siempre se repite”.
• Debatir en pequeños grupos y redactar una argumentación
expresando su acuerdo o desacuerdo con una u otra concepción.
Utilizar recursos tales como la ejemplificación y la generalización.
6. El río, símbolo de la vida humana
El motivo de la vida como un río que fluye es uno de los más
populares en la literatura de todos los tiempos. Se trata sin duda de
una de las metáforas más acertadas acerca de la vida y su discurrir.
• Junto con los alumnos, buscar letras de canciones, poemas,
libros, películas, que tomen este motivo y lo desarrollen, de una
u otra manera. Cada interpretación tendrá como finalidad
desentrañar la metáfora que esconde cada texto y formular la
sentencia que se esconde en esa figura retórica. (Ejemplo: el
grupo de rock argentino Vox Dei, en su disco “La Biblia”,
incluyó un tema basado en ese libro, llamado “Libros Sapienciales”. En él se pone de manifiesto la imagen del río que fluye hacia
el mar como símbolo de la vida y de la eternidad).
• Pedir a los alumnos que expliquen, a su juicio, por qué, desde
tiempos inmemoriales, se eligió el río como metáfora de la vida
humana. Relacionar con las características de los ríos que hayan
estudiado en geografía.
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• A lo largo de la novela, distintos sentimientos van surgiendo:
orgullo, fracaso, desesperanza, alegría. Relacionarlos con las
características del curso de un río.
El autor ha tenido presente el libro primero del Eclesiastés,
donde ya se compara la vida humana con un río que desemboca
en el mar, como podemos ver en el epígrafe que abre la novela.
Quien también se inspiró en ella fue Jorge Manrique, en la tercera
de las Coplas por la muerte de su padre:
Nuestras vidas son los ríos
que van a dar a la mar,
que es el morir;
allí van los señoríos
derechos a se acabar
e consumir;
allí los ríos caudales,
allí los otros medianos
e más chicos,
allegados son iguales
los que viven por sus manos
e los ricos.
• Definir qué es una copla. Establecer métrica y rima.
• Trabajar en clase el concepto de la muerte igualadora que se
expresa en esta copla y se retoma en la decimocuarta.
El poeta argentino Juan L. Ortiz (1896-1978) publicó en
1938 su tercer libro de poemas, donde se incluye “Fui al río”.
Fui al río.
Regresaba
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–¿Era yo el que regresaba?–
en la angustia vaga
de sentirme solo entre las cosas últimas y secretas.
De pronto sentí el río en mí,
corría en mí
con sus orillas trémulas de señas,
con sus hondos reflejos apenas estrellados.
Corría el río en mí con sus ramajes.
Era yo un río en el anochecer,
y suspiraban en mí los árboles,
y el sendero y las hierbas se apagaban en mí.
¡Me atravesaba un río, me atravesaba un río!
• Analizarlo en relación con la consustanciación del poeta con la
naturaleza y el significado que denota haber elegido el río.
Vincularlo con su biografía y con el resto de su obra.
7. La muerte
En el arte y en la cultura humana en general, la muerte ha sido
representada de diferentes maneras: ominosa, terrorífica, pero
también graciosa. Casi siempre es una mujer, la mayor parte de las
veces fea, aunque a veces también hermosa.
• Preguntar a los alumnos su opinión acerca de esta necesidad
humana de corporeizar la muerte. ¿Cómo la imaginan ellos?
• En la película “All that jazz”, la muerte está encarnada como una
mujer bellísima. De acuerdo con las características del grupo y
su madurez, se sugiere la visualización de la película y el debate
posterior acerca de la relación que el protagonista establece con
la muerte.
• El motivo de la muerte burlada aparece muchas veces en la lite10
ratura. Preguntar a los alumnos a qué se debe, en su opinión. Un
ejemplo de este motivo es el que aparece en el cuento de Manuel
Mujica Lainez, “El hombrecito del azulejo” (en: Misteriosa Buenos
Aires, Sudamericana, 1995). Se sugiere su lectura y análisis, relacionando su descripción con la estrategia que despliega Martinito
para distraerla. ¿A qué recurre? ¿Por qué, en este caso, el autor
ha echado mano del motivo de la muerte burlada?
Por el contrario, la literatura también refleja la imposibilidad
de evitarla, como se ve en el “Romance del enamorado y la muerte”.
Un sueño soñaba anoche,
soñito del alma mía,
soñaba con mis amores,
que en mis brazos los tenía.
Vi entrar señora muy blanca
Muy más que la nieve fría.
–¿Por dónde has entrado, amor?,
¿cómo has entrado, mi vida?,
las puertas están cerradas,
ventanas y celosías.
–No soy el amor amante,
soy la Muerte, Dios me envía.
–¡Ay, Muerte tan rigurosa,
déjame vivir un día!
–Un día no puede ser,
una hora tienes de vida.
Muy deprisa se calzaba,
más deprisa se vestía;
ya se va para la calle
en donde su amor vivía.
–Ábreme la puerta, Blanca,
11
ábreme la puerta, Niña.
–¿Cómo te podré yo abrir
si la ocasión no es venida?
Mi padre no fue a palacio,
mi madre no está dormida.
–Si no me abres esta noche,
ya no me abrirás, querida.
La Muerte me anda buscando,
junto a ti, vida sería.
–Vete bajo la ventana
donde labraba y cosía,
te echaré cordón de seda
para que subas arriba,
y si el cordón no alcanzare,
mis trenzas añadiría.
La fina seda se rompe;
la Muerte que allí venía:
–Vamos, el Enamorado,
que la hora ya es cumplida.
• Señalar las semejanzas que existen entre el Enamorado y el
Abuelo frente a la muerte.
La elegía es una composición poética que se caracteriza por
expresar un sentimiento de tristeza motivado, generalmente, por
la muerte de una persona. Es una clasificación temática, ya que la
composición estrófica y la métrica pueden variar. Así, las Coplas
de Manrique constituyen una elegía, del mismo modo que el
siguiente poema de León Felipe (incluido en: Antología rota,
Losada, 1978):
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Elegía
A la memoria de Héctor Marqués, capitán de la Marina Mercante
española, que murió en alta mar y lo enterraron en Nueva York.
...tierra extranjera
cayó sobre su carne aventurera
José del Río Sáinz.
Marineros,
¿por qué le dais a la tierra lo que no es suyo
y se lo quitáis al mar?
¿Por qué le habéis enterrado, marineros,
si era un soldado del mar?
Su frente encendida, un faro;
ojos azules, carne de yodo y de sal.
Murió allá arriba, en el puente,
con la rosa de los vientos en la mano,
deshojando la estrella de navegar.
¿Por qué le habéis enterrado, marineros?
¡Y en una tierra sin conchas! ¡En la playa
negra!...
¡Allá,
en la ribera siniestra
del otro mar!
¡Nueva York!
–piedra, cemento y hierro en tempestad–.
Donde el ojo ciclópeo del gran faro
que busca a los ahogados no puede llegar,
donde se acaban las torres y los puentes,
donde no ve ya
la espuma altiva de los rascacielos,
en los escombros de las calles sórdidas
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que rompen en el último arrabal,
donde se vuelve la culebra sombría de los “elevados”
a meterse otra vez en la ciudad...
Allí, la arcilla opaca de los cementerios, marineros...
¡allí habéis enterrado al capitán!
¿Por qué le habéis enterrado, marineros,
por qué le habéis enterrado,
si murió como el mejor capitán
y su alma –viento, espuma y cabrilleo–
está ahí, entre la noche y el mar?...
A bordo del Cristóbal Colón, 1932.
• Relacionar la descripción del capitán con su profesión.
• Trabajar los recursos poéticos: la antítesis y las preguntas retóricas,
que constituyen un reproche, desde el punto de vista del significado.
• Producción: si Jess le hubiera escrito una elegía a su abuelo, ¿qué
sentimientos habría expresado, además de la tristeza? ¿Cómo lo
habría descripto?
Una de las más famosas dentro de la literatura hispana es la
que el poeta español Miguel Hernández le dedica a su amigo
Ramón Sijé.
La noticia le había llegado a través del poeta Vicente Aleixandre. Eran los últimos días del año y el fallecimiento se había producido unos días antes, el día de Nochebuena a las once de la
noche, en 1935. En una carta a Juan Guerreo Ruiz dice “He llorado a lágrima viva y me he desesperado por no haber podido
besar su frente antes de que entrase en el cementerio…”.
Miguel, instalado en un pequeño cuarto de una pensión
madrileña, recordando al amigo y compañero con el que inició su
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camino en la aventura literaria, comienza a escribir la elegía. Lo
hace en un momento de dolor, de culpabilidad por no haber podido despedirse del amigo. Es un poema escrito con los sentimientos que están a flor de piel. Un poema escrito para dejar patente el
peso que lleva Miguel dentro de sí; es un poema para que nadie
olvide el amor que unió a los dos amigos.
• Proponemos la lectura de este poema y su comentario en clase.
Elegía
En Orihuela, su pueblo y el mío, se me
ha muerto como del rayo Ramón Sijé, con
quien tanto quería.
Yo quiero ser llorando el hortelano
de la tierra que ocupas y estercolas,
compañero del alma, tan temprano.
Alimentando lluvias, caracolas
y órganos mi dolor sin instrumento
a las desalentadas amapolas
daré tu corazón por alimento.
Tanto dolor se agrupa en mi costado,
que por doler me duele hasta el aliento.
Un manotazo duro, un golpe helado,
un hachazo invisible y homicida,
un empujón brutal te ha derribado.
No hay extensión más grande que mi herida,
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lloro mi desventura y sus conjuntos
y siento más tu muerte que mi vida.
Ando sobre rastrojos de difuntos,
y sin calor de nadie y sin consuelo
voy de mi corazón a mis asuntos.
Temprano levantó la muerte el vuelo,
temprano madrugó la madrugada,
temprano estás rodando por el suelo.
No perdono a la muerte enamorada,
no perdono a la vida desatenta,
no perdono a la tierra ni a la nada.
En mis manos levanto una tormenta
de piedras, rayos y hachas estridentes
sedienta de catástrofes y hambrienta.
Quiero escarbar la tierra con los dientes,
quiero apartar la tierra parte a parte
a dentelladas secas y calientes.
Quiero minar la tierra hasta encontrarte
y besarte la noble calavera
y desamordazarte y regresarte.
Volverás a mi huerto y a mi higuera;
por los altos andamios de las flores
pajareará tu alma colmenera
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de angelicales ceras y labores.
Volverás al arrullo de las rejas
de los enamorados labradores.
Alegrarás la sombra de mis cejas,
y en tu sangre se irán a cada lado
disputando tu novia y las abejas.
Tu corazón, ya terciopelo ajado,
llama a un campo de almendras espumosas
mi avariciosa voz de enamorado.
A las aladas almas de las rosas
del almendro de nata le requiero,
que tenemos que hablar de muchas cosas,
compañero del alma, compañero.
Miguel Hernández, en “El rayo que no cesa”.
8. Otros pintores, otras metáforas
J.R.R. Tolkien, el afamado autor de la maravillosa novela El
señor de los Anillos, también fue autor de otras obras igualmente
profundas, como El Hobbit, Egidio, el granjero de Ham, El Silmarillion y otros textos. Entre sus cuentos, “Hoja, de Niggle”, nos
transporta a un escenario en el que el arte es una “pérdida de
tiempo”, un pasatiempo sin valor social.
Sugerimos comparar la metáfora de este cuento con el de la
novela de Tim Bowler. En ambos casos nos encontramos con
artistas a punto de emprender un viaje definitivo y obsesionados
por concluir una obra pictórica cuyo significado profundo reside
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más allá de la materialidad de la tela.
El cuento pueden encontrarlo en Arbol y hoja, Barcelona, Ed.
Minotauro. También es posible hallarlo en
http://www.temakel.com/hojaniggle.htm.
Aquí les reproducimos algunos párrafos.
Había una vez, un pobre hombre llamado Niggle, que tenía que
hacer un largo viaje. Él no quería; en realidad, todo aquel asunto le
resultaba enojoso, pero no estaba en su mano evitarlo. Sabía que en
cualquier momento tendría que ponerse en camino, y sin embargo no
apresuraba los preparativos.
Niggle era pintor. No muy famoso, en parte porque tenía otras
muchas cosas que atender, la mayoría de las cuales se le antojaban un
engorro; pero cuando no podía evitarlas (lo que en su opinión ocurría
con excesiva frecuencia) ponía en ellas todo su empeño. Las leyes del
país eran bastante estrictas. Y existían además otros obstáculos. Algunas
veces se sentía un tanto perezoso y no hacía nada. Por otro lado, era en
cierta forma un buenazo. Ya conocen esa clase de bondad. Con más frecuencia lo hacía sentirse incómodo que obligado a realizar algo. E incluso
cuando pasaba a la acción, ello no era óbice para que gruñese, perdiera la
paciencia y maldijese (la mayor parte de las veces por lo bajo).
En cualquier caso, lo llevaba a hacer un montón de chapuzas para
su vecino el señor Parish, que era cojo. A veces incluso echaba una mano
a gentes más distantes si acudían a él en busca de ayuda. Al mismo
tiempo, y de cuando en cuando, recordaba su viaje y comenzaba sin
mucha convicción a empaquetar algunas cosillas. En estas ocasiones no
pintaba mucho. Tenía unos cuantos cuadros comenzados, casi todos
demasiado grandes y ambiciosos para su capacidad. Era de esa clase de
pintores que hacen mejor las hojas que los árboles. Solía pasarse infinidad
de tiempo con una sola hoja, intentando captar su forma, su brillo y los
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reflejos del rocío en sus bordes. Pero su afán era pintar un árbol completo,
con todas las hojas de un mismo estilo y todas distintas.
Había un cuadro en especial que le preocupaba. Había comenzado
como una hoja arrastrada por el viento y se había convertido en un
árbol. Y el árbol creció, dando numerosas ramas y echando las más fantásticas raíces. Llegaron extraños pájaros que se posaron en las ramitas,
y hubo que atenderlos. Después, todo alrededor del árbol y detrás de él,
en los espacios que dejaban las hojas y las ramas, comenzó a crecer un
paisaje. Y aparecieron atisbos de un bosque que avanzaba sobre las tierras de labor y montañas coronadas de nieve. Niggle dejó de interesarse
por sus otras pinturas. O si lo hizo fue para intentar adosarlas a los
extremos de su gran obra. Pronto el lienzo se había ampliado tanto que
tuvo que echar mano de una escalera; y corría, arriba y abajo, dejando
una pincelada aquí, borrando allá unos trazos. Cuando llegaban visitas
se portaba con la cortesía exigida, aunque no dejaba de jugar con el
lápiz sobre la mesa. Escuchaba lo que le decían, sí, pero seguía pensando
en su gran lienzo, para el que había levantado un enorme cobertizo en
el huerto, sobre una parcela en la que en otro tiempo cultivara patatas.
No podía evitar ser amable. “Me gustaría tener más carácter”, se
decía algunas veces, queriendo expresar su deseo de que los problemas de
otras personas no le afectasen. Pasó algún tiempo sin que le molestaran
mucho. “Cueste lo que cueste”, solía decir, “acabaré este cuadro, mi obra
maestra, antes de que me vea obligado a emprender ese maldito viaje”.
Pero comenzaba a darse cuenta de que no podría posponerlo indefinidamente. El cuadro tenía que dejar de crecer y había que terminarlo.
Un día, Niggle se plantó delante de su obra, un poco alejado, y la contempló con especial atención y desapasionamiento. No tenía sobre ella
una opinión muy definida, y habría deseado tener algún amigo que lo
orientase. En realidad no le satisfacía en absoluto, y sin embargo la
encontraba muy hermosa, el único cuadro verdaderamente hermoso del
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mundo. En aquellos momentos le hubiera gustado verse a sí mismo
entrar en el cobertizo, darse unas palmaditas en la espalda y decir (con
absoluta sinceridad): “¡Realmente magnífico! Para mí está muy claro lo
que te propones. Adelante, y no te preocupes por nada más. Te conseguiremos una subvención oficial para que no tengas problemas”.
Sin embargo, no había subvención. Y él era muy consciente de
que necesitaba concentrarse, trabajar, un trabajo serio e ininterrumpido,
si quería terminar el cuadro, incluso aunque no lo ampliase más. Se
arremangó y comenzó a concentrarse. Durante varios días intentó no
preocuparse por otros temas. Pero se vio interrumpido de forma casi
continua. En casa las cosas se torcieron; tuvo que ir a la ciudad a formar
parte de un jurado; un conocido cayó enfermo; el señor Parish sufrió un
ataque de lumbago y no cesaron de llegar visitas. Era primavera y les
apetecía un té gratis en el campo. Niggle vivía en una casita agradable,
a varias millas de la ciudad. En su interior los maldecía, pero no podía
negar que él mismo los había invitado tiempo atrás, en el invierno,
cuando a él no le había parecido una interrupción ir de tiendas y tomar
el té en la ciudad con sus amistades. Trató de endurecer su corazón, pero
sin resultado. Había muchas cosas a las que no tenía cara para negarse,
las considerase obligaciones o no; y había ciertas cosas que se veía obligado a hacer, pensara lo que pensase. Algunas de las visitas dieron a
entender que el huerto parecía bastante descuidado y que podría recibir
la visita de un inspector. Desde luego, pocos tenían noticia del cuadro;
pero aunque lo hubiesen sabido, tampoco había mucha diferencia. Dudo
que hubiesen pensado que era muy importante. Me atrevería a decir
que no era muy bueno, aunque tuviera algunas partes logradas. El
árbol, sobre todo, era curioso. En cierto modo, muy original. Igual que
Niggle, aunque él era también un hombrecillo de lo más común, y bastante simple.
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Llegó por fin el momento en que el tiempo de Niggle se volvió
sumamente precioso. Sus amistades, allá lejos en la ciudad, comenzaron
a recordar que el pobre hombre debía hacer un penoso viaje, y algunos
calculaban ya cuánto tiempo, como máximo, podría posponerlo. Se preguntaban quién se quedaría con la casa y si el huerto presentaría un
aspecto más cuidado.
Había llegado el otoño, muy húmedo y ventoso. El hombre se encontraba en el cobertizo. Estaba subido en la escalera tratando de plasmar
el reverbero del sol poniente sobre la nevada cumbre de una montaña
que había visualizado justo a la izquierda y al extremo de una rama
cargada de hojas. Sabía que se vería obligado a marcharse pronto; quizás
al comienzo del nuevo año. Sólo tenía tiempo de terminar el cuadro, y
aun así no de modo definitivo: había algunos puntos donde sólo tendría
tiempo para esbozar lo que pretendía. [ … ]
9. El uso de los símbolos
¿Por qué usar símbolos? El propósito de este trabajo es discutir
con los alumnos el uso de los símbolos en la literatura.
• Luego de leer la novela, proponer una charla acerca del rol de
los símbolos en la literatura. Preguntar qué son los símbolos y
por qué motivo piensan que son usados en la literatura. Luego
tratar de identificar los símbolos centrales de esta novela (el río,
el mar, el arte) y preguntar qué representan.
• Como segunda parte del trabajo, proponer a los alumnos que
experimenten el uso de símbolos en la escritura de un texto. En
forma individual o en grupos de a dos, pueden pensar en un
símbolo que represente una idea, un concepto para luego utilizarlo en la escritura de un texto de dos carillas. Este texto puede
ser un relato breve, un poema o un ensayo que ponga de mani21
fiesto el significado de ese símbolo. Los textos pueden ser leídos
en clase, si los alumnos así lo desean.
10. La natación, un deporte que requiere esfuerzo
• Averiguar qué es la natación de distancia, y a qué se refiere Jess
cuando piensa en “los nadadores del canal”. ¿Se hace este tipo
de prueba en la Argentina?
• Georgina Bardach adquirió fama al obtener la Medalla de Bronce
en los 400 metros combinados el 14 de agosto de 2004. Averiguar qué siente cuando está en el agua y comparar con lo que le
ocurre a Jess.
• ¿Por qué la palabra “esfuerzo” es también parte del vocabulario de
Georgina Bardach? Planificar una entrevista a la nadadora y promover que se lleve a cabo, quizá por medio del correo electrónico.
11. Respuestas personales
Uno de los trabajos más interesantes y productivos, a la vez
que desafiantes, es encontrar formas en las que los alumnos puedan
expresar sus sentimientos acerca de la novela que acaban de leer.
He aquí algunas alternativas:
• Proponer que escriban una carta a alguno de los personajes de la
novela. Que le pregunten acerca de aquellas cosas que aún le 0
también.
• Preguntar, ¿si pudieran intercambiar lugares con alguno de los
personajes, con cuál lo harían? ¿Por qué?
• Que reflexionen acerca de cuál es el personaje que más se asemeja a cada uno y expliquen por qué.
• Crear un artículo periodístico que dé cuenta de los sucesos de la
novela.
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• Reescribir alguno de los pasajes de la novela desde el punto de
vista de otro de los protagonistas.
• Proponer la redacción de preguntas para hacerle al autor. ¿Qué
cosas les gustaría preguntarle? (Pueden hallar la dirección electrónica del autor en su biografía).
• Comparar esta novela con alguna otra que hayan leído y que les
parezca que tienen puntos en común o que se diferencian completamente.
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