La Vida Termina - Iglesia de Dios, Guatemala

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La Vida Termina
¿Qué Hay Después?
AL FINALIZAR NUESTRA VIDA
¿Qué nos espera después?
¡Existen pocas cosas en la vida sobre las cuales podemos tener plena confianza! La vida está llena de
incertidumbres. La gente dice tantas cosas que no son ciertas. Se hacen promesas pero jamás se cumplen.
Las predicciones del futuro nunca se materializan. La empresa mejor planeada falla. Los programas que se
hacen los consumirá el fuego y vendrán a ser un fracaso. Los más cercanos y más fieles amigos con
frecuencia nos desaniman. Cuando más seguros nos sentimos, repentinamente lo perdemos todo.
La vida está llena de incontables frustraciones e incertidumbres. Empezamos a preguntarnos si es que
existe algo seguro en el cual confiar. Cierto, no hay mucho en qué confiar en esta vida, pero no se nos ha
dejado sin realidades sobre las cuales podamos depositar nuestra confianza. Considere el Sol: Jamás dejará
de retornar para disipar la oscuridad de la noche. Las estaciones del año: El frío y la nieve del invierno
serán siempre reemplazados por el calor y la influencia regeneradora de la vida del verano; y cuando
vemos aparecer las flores, las campanillas blancas y el azafrán sabemos que la primavera está de vuelta.
La Semilla: adecuadamente plantada y regada con agua, dará sus renuevos y producirá la misma clase de
simiente. Por ejemplo, se siembra maíz, no habrá posibilidad alguna que la naturaleza produzca otra cosa
que no sea maíz. La Cizaña: No habrá tiempo u ocasión en que no aparezcan las malas hierbas, la cizaña.
LA MUERTE: LO MAS SEGURO
Una cosa más que es positiva es que si alguien tiene que vivir más de unos cuantos días, éste debe tomar
alimento y agua y en reciprocidad (no importa cuánto o por qué tiempo coma o beba) la muerte finalmente
viene para terminar con la vida. No hay nada más seguro para nosotros que la muerte. Esta representa
para nosotros dos desafiantes preguntas e interesantes observaciones. Las
interrogantes son: “¿Cuál
es el destino del hombre después de la muerte?” y “¿Existe una seguridad positiva a lo que viene después
de la muerte?”.
Encontraremos las respuestas. Mientras consideremos una interesante observación. Es ésta: Todas las
incertidumbres mencionadas al principio de éste mensaje pertenecen al hombre; y solamente en la Biblia
hallamos con toda seguridad declaraciones acerca de aquello que sí es positivo, que ha sido sostenido por
la verdad por observación y experiencia, aún desde la alborada de la humanidad. Notemos algunas de las
cosas positivas de las que nos habla la Sagrada Escritura: “Todavía serán todos los tiempos de la tierra;
la sementera y la siega, y el frío y calor, verano e invierno, y día y noche, no cesarán” (Génesis 8:22).
De seguro que ha existido sobrada prueba de la verdad de ésta predicción, y recuerde, éstas promesas se
acreditan a Dios. “De la higuera aprended la parábola: Cuando ya su rama se enternece, y las hojas
brotan, sabéis que el verano está cerca” (Mateo 24:32). Las flores y las hojas son presagio indiscutible
de la primavera y el verano. “Y dijo Dios: Produzca la tierra hierba verde, hierba que dé simiente;
árbol de fruto que dé fruto según su género, que su simiente esté en él, sobre la tierra: y fué así. Y
dijo Dios: Produzca la tierra seres vivientes según su género, bestias y serpientes y animales de la
tierra según su especie: y fué así.” (Génesis 1:11,24).
Esto proporciona seguridad en la estabilidad de la procreación de la vida. Nadie debe preocuparse de que
la semilla de maíz produzca frijoles, o algo más que maíz; o que la descendencia de cualquier animal (u
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hombre) sea de cualquier otra clase que la de sus progenitores. Y esto es una declaración escritural. Dios
lo pronunció hace unos 4,000 años y la hierba aún se produce profusamente por doquier. También por él
“...está establecido a los hombres que mueran una vez...” (Hebreos 9:27).
Este es en sí un decreto sobre todos los demás, que el mismo hombre quiere probar como falso o hallar
manera de evadirlo. La raza humana está aún plagada por la muerte. Pero el hombre ha estado y aún está
agotando en forma tenaz todo medio para vencer la muerte y probar así que el
pronunciamiento bíblico que declara que el hombre debe morir una vez, no es cierto. Dios “...Tu le
pusiste términos de los cuales no pasará” (Job 14:5). La muerte es aún tan segura como lo es la vida.
Nadie puede negar esto.
SI LA VIDA TERMINA
¿QUÉ HAY DESPUES?
A la luz de todo lo que hemos visto ¿A quién miraremos con confianza para que nos dé la respuesta? ¿Al
hombre? O ¿A Dios y su palabra, que es la Biblia? Es obvio que es a Dios a quien debemos acudir, puesto
que encontramos amplia evidencia en que Él conoce y sabe lo que está hablando y es capaz de confirmar
sus promesas. Por tanto, no nos será difícil creer todo lo que Él ha dicho. Por eso, más adelante le
hallamos diciendo: “...y después el juicio” (Hebreos 9:27).
¿Qué sucede luego? Cristo nos lo dice muy claramente en las siguientes palabras: “Y cuando el Hijo del
hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará sobre el trono de su
gloria. Entonces el Rey dirá a los que estarán en su derecha: Venid, benditos de mi padre, heredad
el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo. Entonces dirá también a los que
estarán a la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y para
sus ángeles. E irán estos al tormento eterno, y los justos a la vida eterna.” (Mateo 25:31, 34, 41, 46).
De modo que hay quienes cuya existencia está cortada. ¿Cómo podrá evitarse éste acortamiento de la
vida? Nuevamente, la respuesta es completamente clara. Dios dice: “Mirad a mí, y sed salvos...”
(Isaías 45:22).
¿Cómo podemos ser salvos?
1o. CONFESANDO. Como un resultado de una convicción en nuestro corazón, de que nada somos y
nada tenemos. Solo así podemos redimir nuestras propias almas delante de los ojos de Dios. El apóstol
Pablo dice: “Que si confesares con tu boca al Señor Jesús, y creyeres en tu corazón que Dios le
levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia; mas con la boca se
hace confesión para salud.” (Romanos 10:9,10). Nuestra confesión debe ser doble. Mientras confesamos
a Jesucristo como nuestro Salvador, también habremos de confesar nuestros pecados delante de Dios. “Si
confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para que nos perdone nuestros pecados, y nos limpie
de toda maldad.” (1 de Juan 1:9). El requerimiento es antiguo, se requería explícitamente bajo el sistema
de sacrificio o dispensación cuando se cometía pecado, según (Números 5:7).
2o. ARREPINTIÉNDOSE del pecado, mostrando evidencia de arrepentimiento por haber ofendido a
Dios. El arrepentimiento también se exigía en los tiempos de Ezequiel (Ezequiel 14:6 y 18:30).
3o. BAUTIZANDOSE por inmersión en las aguas, significando con esto el fin de una vida
pecaminosa (Hechos 2:38).
4o. OBEDECIENDO los mandamientos de Dios, sus preceptos, requerimientos e instrucciones
(Juan 14:21).
LA ELECCIÓN ES NUESTRA
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Si deseamos la vida eterna con la seguridad de que: “La muerte no será más; y no habrá más llanto, ni
clamor, ni dolor...” (Revelaciones 21:4) entonces debemos ajustarnos a los requerimientos de Dios. Pero
si no estamos interesados en estas cosas maravillosas que Dios tiene reservadas para nosotros, lo único
que podemos hacer es rechazar a Dios y su palabra. Él no forzará a nadie, pero recuerde estas promesas:
“Antes, como está escrito: Cosas que ojo no vió, ni oreja oyó, ni han subido en corazón de hombre,
son las que ha Dios preparado para aquellos que le aman.” (1 de Corintios 2:9).
¿Por qué no habremos de amarle? ¡Él nos ama! ¿Qué tanto? Tanto “...que ha dado a su Hijo unigénito,
para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:16)
Al finalizar nuestra vida ¿Qué nos espera después? La vida eterna si usted la desea. Desearla lo suficiente
para hallar los requerimientos de Dios, o la muerte eterna si usted no cuenta con la visión del Reino
eternal de Dios, dedicándole, como es digno, el tiempo y esfuerzo para aceptar las exigencias del plan de
salvación.
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