Introducción La Sexta Declaración de la Selva Lacandona (SDSL

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Fiorella Fenoglio
Agustín R. Vázquez
Introducción
La Sexta Declaración de la Selva Lacandona (SDSL)
—emitida por el EZLN en el año 2005— define cuatro
ejes o ruedas que caracterizan al modo de producción
capitalista: explotación, despojo, represión y desprecio. A tres años y medio de la convocatoria dirigida a
los trabajadores del campo y la ciudad, se realizó —a
finales de diciembre del año 2008 y principios del año
2009— el Primer Festival Mundial de la Digna Rabia
con el objetivo de que se encontraran las luchas nacionales e internacionales de los adherentes a la SDSL y
de otros colectivos y organizaciones no adherentes que
están luchando. A lo largo del encuentro, algunas de
las organizaciones y colectivos asistentes ofrecieron el
diagnóstico sobre el modus operandi del capitalismo y
sus efectos sobre las condiciones de vida de millones
de personas. Además, algunas de ellas presentaron los
modos y formas que han creado para tratar de cambiar
y superar este modo de producción, el cual no ha sido
el único —ni lo será— en la historia de la humanidad.
En este artículo se plasma la palabra de las y los
participantes y ponentes de la mesa “Las cuatro ruedas
del capitalismo: Explotación”. La explotación es la relación social que define la condición estructural del capitalismo y —a pesar de su ocultamiento en los discursos gubernamentales y académicos y de la amnesia que
promueve la supuesta izquierda institucional— se ha
acrecentado a partir de la ampliación del mercado mundial de fuerza de trabajo, resultado de la incorporación
de trabajadores de Europa del Este y China y por las
condiciones de vida actuales de la clase trabajadora1.
Primero, nos enfocaremos en una de las caras de la
explotación: la maquila, que es la expresión carcelaria
de las condiciones de reproducción de los trabajadores
de nuestro tiempo. Desde hace dos décadas, la maquila
se ha convertido en la forma dominante de organización del trabajo que viven los proletarios del sur social
de la nueva geografía que ha configurado el capitalismo y que —en el caso concreto de México— se inaugura con la operación del Tratado de Libre Comercio
de América del Norte (TLCAN). Cerraremos el artículo con algunas reflexiones en torno al sindicalismo,
expresadas por los participantes de la mesa.
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Explotación
“Nosotras no entendemos cómo en la sociedad
se prohíbe el aborto, mientras en las maquilas
se dan cientos de casos donde las mujeres abortan
debido a los químicos que manejamos”.
(Coalición por Justicia en las Maquiladoras- Tamaulipas)
La explotación se vive de manera cotidiana por todos
aquellos que son trabajadores del campo, la ciudad y el
mar al no ser los propietarios de los medios de producción con los cuales se transforman las materias primas
en mercancías que serán vendidas en el mercado. La
ganancia del propietario de los medios de producción
—el capitalista o burgués— proviene de aquella parte
del tiempo de trabajo que le entregan los trabajadores
durante la jornada de trabajo y que no les es retribuida. Esta parte del trabajo que el capitalista se apropia
se convierte en plusvalía. Como los capitalistas nunca sacian su sed de ganancias, han buscado diferentes
mecanismos para obtener cada vez más. Como por
ejemplo, combinar la intensificación de la producción
con el alargamiento de la jornada de trabajo.
Las trabajadoras de la maquila viven este mecanismo de extracción del plusvalor en su forma más
extrema. Su jornada de trabajo oscila entre las doce y
las catorce horas diarias, durante las cuales están bajo
constante vigilancia y observación por parte de supervisores o celadores, quienes se encargan de asegurar
que las trabajadoras no descansen ni un momento,
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obligándolas a operar a ritmos continuos, transformándolas más en máquinas que en trabajadoras.
Las experiencias narradas por las compañeras de
la Coalición por Justicia en las Maquiladoras (CJM)
—organización trinacional que, cuyos centros de lucha, en México, se ubican en la ciudad de Tijuana y en
las ciudades fronterizas de Tamaulipas, y que laboran
en fábricas propiedad de corporativos trasnacionales
como Sanyo, LG, Safe-Key System, entre otras— son
ejemplo claro de este tipo de explotación. La compañera Reyes Edelmira Rodríguez Hernández nos
explica: “Somos tratados como máquinas, ya nuestro
cerebro va encaminado a que me levanto todos los
días a las seis de la mañana para ir a trabajar, me conecto doce horas a una máquina, y ni siquiera puedo
ir al baño porque tengo que terminar la producción, si
no, no me dejan salir hasta que termine”.
Para asegurar el ritmo continuo del trabajo, en las
fábricas se imponen normas de comportamiento que, de
no ser acatadas, implican el despido de los trabajadores,
y con ello, la imposibilidad de vivir y llevar el sustento a la familia. Con esas normas de comportamiento el
ambiente de trabajo en las maquiladoras es más terrible
que una cárcel, pues —nos comparte un trabajador de
Tijuana— “en la cárcel te pasas la mayor parte del tiempo en una celda de 3 por 2.5 metros. En la maquila, te
pasas la mayor parte del tiempo en un espacio de 1.5
por 1.5 metros. En la cárcel, la celda tiene una ventana
pequeña al exterior y ventilación natural, en la maquila
no tienes ventanas al exterior y el aire está contaminado.
En la cárcel, te dan tres comidas al
día, en la maquila tienes 30 minutos
para salir a comer, pagas por ello y
es tan mala como la de la cárcel. En
la cárcel, nadie te molesta por fumar, en la maquila sólo puedes fumar a la hora de la comida y tienes
que escoger entre comer o fumar”.
Continúa el compañero: “En la
cárcel, la pena se acorta por buen
comportamiento, en la maquila, si
te comportas bien, te premian con
más trabajo. En la cárcel, el guardia te abre y cierra las puertas a
tu paso, en la maquila tienes que
ir abriendo y cerrando las puertas
con tarjetas de seguridad. En la cárcel, nadie te molesta porque veas TV o leas un libro, en la maquila no
hay TV y si lees un libro te despiden. En la cárcel, no
tienes que pedir permiso para ir al baño, tienes tu propio excusado y te tardas lo que te plazca, en la maquila tienes que pedir permiso para hacer tus necesidades
fisiológicas, si te dan permiso, tienes cinco minutos
para regresar a tu puesto de trabajo, y compartes el
excusado con cientos de personas. En la cárcel, permiten que te visiten tus amigos y familiares dos veces
por semana, en la maquila ni siquiera puedes hablar
por teléfono con ellos. En la cárcel, tus gastos los pagan los contribuyentes y nadie te obliga a trabajar, en
la maquila tienes que pagar todos los gastos por ir a
trabajar y además te descuentan impuestos. En la cárcel, los custodios por lo general son unos sádicos, en
la maquila se llaman gerentes y supervisores”.
Este encierro diseñado por los capitalistas, con
el fin de acrecentar su plusvalía y ganancia, lo comparten todas y todos los trabajadores del mundo. El
Colectivo de Trabajadores Exiliados Iraníes comenta
que, en 2008, los capitalistas propietarios de ingenios
dejaron a más de 5 mil trabajadores, de la región sur
de Irán, sin paga. Explican que, en ese país, los trabajadores se ven obligados a vender su fuerza de trabajo
a dos o más patrones. Tal es el nivel de explotación
que algunos han optado por el suicidio.
Por su parte, el Frente Zapatista Sudcaliforniano,
de Baja California Sur, explica que, en Santa Rosalía,
99 obreras de una empresa maquiladora de calamar
fueron despedidas por el hecho de querer organizarse.
Desde entonces, ellas luchan por su indemnización.
Al igual que las trabajadoras de Tijuana, las trabajadoras de la maquila del mar tienen jornadas de trabajo
de 12 horas, en la cual se repiten las formas de control y disciplina: prohibido ir al baño y permanentes
violaciones a sus derechos laborales. Explican que
a cada trabajador le pagaban por un kilo de calamar
entre treinta y cincuenta centavos, mientras que en
el mercado asiático —cuyo volumen consumido proviene en un noventa por ciento de las costas de Baja
California— se vende en 14 pesos el kilogramo.
Quienes explotan a estas trabajadoras de la maquila del calamar son capitalistas de nacionalidad
coreana y china, cuyos países son presentados —
en círculos académicos y periodísticos— como la
verdadera alternativa de modelo a seguir para los
países latinoamericanos. Incluso China —a juicio
de un periodista— forma parte de un bloque contra
el mal de nuestro tiempo: la hegemonía norteamericana. Esta visión antiimperialista de los tontos2 a las
trabajadoras de la maquila no les representa nada, ya
que es claro que los capitalistas son iguales, no importando su nacionalidad. El mal es el capitalismo.
Los miembros de la Cooperativa de Trabajadores
Democráticos de Occidente, de El Salto, Jalisco —
que se convirtió de ser el Sindicato de Euzkadi, en
una cooperativa, hoy ya con el 50 por ciento de los
medios de producción, de la fábrica, en propiedad
de los propios trabajadores—, cuentan que ellos padecieron el ser trabajadores del hombre más rico del
mundo, que es Carlos Slim Helú. “Ya que la planta —no solamente la fábrica de Euzkadi, de llantas,
sino también la planta de General Tire, de San Luis
Potosí— fue adquirida por este empresario voraz.
Con ello, Carlos Slim Helú adquirió cuando menos el
40 por ciento del control de la producción de llantas
en México. Que fue lo que le vendió a la Continental,
en 1987. Cuando llega la Continental, pretende imponer un agresivo paquete de productividad, que incluía
el alargamiento de la jornada de ocho horas a doce
horas diarias”.
El alargamiento de la jornada de trabajo no tiene
exclusividad. En Europa —continente que se precia
por haber conquistado derechos para la clase obrera—, los intereses capitalistas no se quedan atrás. La
Confederación General de Trabajadores (CGT), del
Estado Español, nos dice que el actual gobierno español —encabezado por José Luis Rodríguez Zapatero,
del Partido Socialista Obrero Español (PSOE)— tiene
entre sus objetivos reestablecer en la Constitución de
dicho país la jornada de trabajo semanal en 65 horas.
La reducción de la jornada de trabajo, conquista
de la clase trabajadora, está siendo atacada por los
capitalistas, apoyados en los gobiernos de derecha o
de izquierda, da igual. Como ejemplos, tenemos el
régimen “comunista” de China y el actual gobierno
de la Ciudad de México —encabezado por Marcelo
Ebrard—, que se vanagloria de apoyar a los jóvenes
en sus estudios a través de “becas”, pero, a cambio,
los jóvenes —de entre 14 y 17 años— deben trabajar
en los servicios públicos los fines de semana.
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Otra forma de ampliar la parte del trabajo que se
apropia el capitalista sin pagar por ella, es mediante
la subcontratación. Un trabajador de la Volkswagen
(VW), empresa alemana productora de automóviles,
describe que en esta industria muchos de los procesos de trabajo que antes se realizaban al interior de la
empresa, se han transferido a empresas más pequeñas, cuya nacionalidad es múltiple y cambiante con el
tiempo. Con esta fragmentación y deslocalización de
los procesos de trabajo se reducen los costos directos
e indirectos de la producción, lo que resulta en una
mayor ganancia para los capitalistas.
Estas empresas proveedoras tienen contratos laborales similares a las maquiladoras, ya que los trabajadores no cuentan con prestaciones sociales, derechos de antigüedad y, para colmo, el pequeño monto
de ahorro de los trabajadores se utiliza como fuente de
financiamiento de los corporativos a través de títulos
accionarios. El trabajador de la VW explica que los
trabajadores de dichas empresas proveedoras están
sujetos a despidos continuos, ya que la empresa les
solicita a estos trabajadores que cedan su antigüedad
a cambio de ser recontratados por la empresa.
El temor al desempleo se ha convertido en un
arma de la clase capitalista. Ahora, su principal arma
es el contrato laboral conocido como outsourcing y
que es el esquema común al que pueden aspirar quienes acceden al actual mercado de trabajo. Representa
el nuevo contrato laboral de trabajadores calificados
y semicalificados que laboran en empresas y en el
sector público. Es también el único esquema de contratación laboral que se les impone a las trabajadoras
de limpieza de los rascacielos de las principales ciudades de los Estados Unidos, tal y como nos cuenta
Valery, de la Campaña Justice for Janitors.
Esta pulverización de los derechos laborales —a
través de contratos laborales negociados en lo individual— se agrava con el peso de un ejército industrial
de reserva que imposibilita la capacidad de negociación de la fuerza de trabajo por derechos laborales; lo
cual ha permitido que la burguesía desprecie la vida de
la clase trabajadora al desaparecer el pago de servicios
de salud por parte de las empresas. Un trágico ejemplo nos lo muestran los trabajadores de la Cooperativa
de Trabajadores Democráticos de Occidente quienes
explican que una de las estrategias empleadas por la
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empresa Continental Tire, para intentar doblegar la
huelga que sostuvieron por mil 141 días, fue suprimir
el derecho a la salud de los compañeros huelguistas.
Como resultado, murieron cuatro compañeros.
Las compañeras de la Colectiva Feminista
Binacional y de la CJM reafirman que no sólo son explotadas, sino que su vida peligra por trabajar en las
maquiladoras, ya que el ritmo de trabajo repetitivo durante más de doce horas, el ruido de las fábricas y los
materiales con los cuales desempeñan su trabajo tienden a deteriorar su salud, lo que ha provocado abortos y diversas enfermedades. Además, agreguemos a
la ecuación el hecho de que no cuentan con equipo
de seguridad industrial, lo que incrementa los riesgos
de accidentes laborales. Como ejemplo, la Colectiva
Feminista Binacional expone la historia de Eva Baylón
de la Cruz —mujer de 30 años, con tres hijos—, quien
perdió un ojo mientras trabajaba para la empresa Sanyo,
porque no contaba con equipo de seguridad. Sanyo,
una empresa que obtiene millones de dólares anuales
por la venta de sus mercancías, pero que no gasta un
peso en la compra de equipo de seguridad industrial.
Igualmente, las trabajadoras de la maquila del calamar expresan que debido a la imposición de jornadas
de trabajo extenuantes, además de que tenían que trabajar jornadas nocturnas, muchas de ellas se veían en
la necesidad de recurrir al uso de drogas para aguantar
la jornada, afectando así paulatinamente su salud.
Israel Monroy —de la CJM— expone que “los
trabajadores de Custom Trim —en Matamoros—,
desde el año de 1997, luchan por mejorar sus condiciones de trabajo y denuncian a nivel internacional los
daños a la salud que presentaban en los trabajadores,
denunciando también la complicidad de los gobiernos
municipales, sentando así un precedente en la primera
queja internacional en los Acuerdos de Cooperación
Laboral de América del Norte, denunciando al gobierno mexicano por permitir los daños a la salud de
los trabajadores de Custom Trim”.
El capitalismo no sólo explota organizando el
encierro, sino que en ese encierro la vida de quienes
producen se expone a la muerte en aras de que unos
cuantos —los llamados capitalistas, los que viven a
costa del trabajo de los demás— ganen más y más
dinero. Sin importar el rastro de muerte, enfermedad
y dolor que dejen a su paso.
Sindicalismo
Los participantes y ponentes en
la mesa de explotación durante
el Primer Festival Mundial de la
Digna Rabia coinciden en señalar
que el sindicalismo —como forma de organización de los trabajadores para la defensa de sus derechos y para su liberación como
clase explotada y oprimida— está
en crisis. Los sindicatos se convirtieron en un entramado de burocracias vinculadas a la patronal
y al Estado. Han dejado de luchar
por los intereses de los trabajadores, para dar paso al enriquecimiento de unos cuantos
parásitos, instalados en las cúpulas.
Considerados como una excepción en la historia del sindicalismo, la Cooperativa de Trabajadores
Democráticos de Occidente —para quienes el sindicalismo en México se caracteriza por la constante dependencia entre la clase obrera y el Estado— cuestiona que la figura sindical baste para alcanzar la liberación de los trabajadores del yugo del capital, ya que el
charrismo —como figura representativa del sindicato— ha trasladado la relación gobernante-gobernado,
del Estado al interior de la organización de los trabajadores. “El medio sindical está totalmente prostituido
entre los sindicatos corporativos, la CTM, la CROC y
todos estos sindicatos que han servido solamente para
explotar, o ayudarle a los patrones a explotar a los trabajadores. O esto que está apareciendo en las maquiladoras, que son los sindicatos de protección, que no
existen. O sea, que son sindicatos blancos que se dedican a controlar y a reprimir a los trabajadores”.
Como evidencia de ello, tenemos a los compañeros de la CJM de Tijuana, quienes han vivido en carne propia el uso del sindicalismo como mecanismo
represor. Esta Coalición explica que en las maquiladoras los sindicatos se han convertido en sindicatos
blancos que sirven para amedrentar y golpear las demandas de las trabajadoras de las maquilas.
En Irán —por otro lado—, los sindicatos se han
convertido en organizaciones que golpean y reprimen a
trabajadores que se organizan con formas y en espacios
distintos a las reconocidas por el Estado. Son una especie
de contenedores de la rabia e indignación por libertad
económica que las trabajadoras y trabajadores exigen.
Así, el sindicalismo reconocido por el Estado opera como
arma para impedir la unión de la clase trabajadora.
Un compañero trabajador de VW explica que “otra
forma de control de los trabajadores ha sido negociar
con las dirigencias sindicales corruptas, para tener
unos estatutos, a modo, que rijan la vida interna de los
sindicatos. Que no haya una educación, preparación y
concientización de la defensa de los derechos de los
trabajadores mediante la organización. Y se favorece a
las dirigencias para no tener una clara transparencia del
manejo de los recursos económicos y para reelegirse”.
Esta crisis, generada por la práctica política al interior de los sindicatos, también se explica por la alteración de la composición técnica de la clase trabajadora, en la producción de mercancías de las últimas tres
décadas. Valery —participante de la campaña Justice
for Janitors— considera que el grueso de la clase trabajadora actual se encuentra en el trabajo de servicios.
Este sector nació con una clase trabajadora que se integró a la explotación y subordinación hacia el capital
sin posibilidades de negociar contratos laborales que
impidieran la imposición unilateral de los propietarios
de los medios de trabajo. Por ello, la campaña Justice
for Janitors pretende construir nuevas formas de organización de la clase trabajadora para limitar el poder de
la política laboral del actual capitalismo. Esa forma de
organización —a diferencia del pasado que sólo inte-
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graba a los gremios— se fortalece ahora con la participación de los trabajadores de limpieza directamente
involucrados, así como con la activa participación de
los miembros de la familia de la trabajadora, gente de
los barrios y comunidades.
Por su parte, el compañero trabajador de la VW
señala que “la división en el sindicalismo por el
control de sus dirigencias sobre sus representados,
son pruebas contundentes de que el sindicalismo no
tendrá la posibilidad de impulsar —en el corto plazo— un cambio social. Los trabajadores más honestos de los diversos sectores tendrán que aprender a
organizarse fuera de sus sindicatos. Solamente de esta
manera podrá surgir, de manera honesta, la unidad de
la clase trabajadora. Las direcciones longevas no tienen visión ni necesidad de cambios, los aspirantes a
la dirigencia tampoco pretenden hacer algo extraordinario. Cuando los aspirantes pretenden democratizar
los sindicatos, o es un farsante o es un ingenuo, menosprecia el control gubernamental sobre las instituciones laborales, el acceso a la democracia sindical
está bloqueado. Nuestro tiempo es de la mutilación,
a través de las reformas legislativas. Ningún trámite
legal es vía para restituir el derecho mutilado”.
En este sentido, la CGT del Estado Español —organización que posee una trayectoria de independencia
con relación a la figura estatal— reconoce que su forma
de organización y lucha debe transformarse, siendo uno
de sus actuales ejes: construir “estrategias de lucha para
oponerse, inmediatamente, a la discriminación contra los
trabajadores inmigrantes y su detención. Es necesario
acabar con los Centros de Internamiento en Europa —verdaderos homólogos del Guantánamo que tiene Estados
Unidos—, donde se detienen a trabajadores inmigrantes
y donde se encuentra todo oscuro, donde no se sabe las
condiciones que atraviesan durante ese encierro”.
El sindicalismo representa una especie de enajenación de la clase trabajadora porque la burocracia
desprendida de esta clase sustituyó al conjunto de la
clase trabajadora. Esa dirigencia se convirtió en el
especialista o profesional de la liberación de los trabajadores cuando, en realidad, sólo como conjunto la
clase trabajadora podrá liberarse. Un conjunto que ya
no sólo se encuentra en la clase obrera de la industria,
sino se constituye por el jornalero agrícola, por la y
el trabajador de servicios, por el trabajador informal,
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por los y las sin papeles o inmigrantes, por todos los y
las trabajadoras del campo y de la ciudad.
La crisis actual: el capitalismo —por sí mismo—
no se derrumba ni se reforma
Mientras exista explotación, despojo,
represión y desprecio seguirá existiendo el Capitalismo.
(Sexta Declaración de la Selva Lacandona)
En el Primer Festival Mundial de la Digna Rabia, las
y los trabajadores presentaron distintos diagnósticos
sobre las actuales condiciones de los trabajadores del
campo, la ciudad y el mar. En ellos, la mención a la
actual crisis de la economía mundial fue un tema recurrente. Todos coinciden en señalar la necesidad de
prepararse y organizar alternativas a este modo de
producción, ya que se sabe —por experiencia propia
de las crisis previas— que los costos recaerán sobre
las trabajadoras y los trabajadores.
Un compañero trabajador de la empresa italiana
FIAT nos dice: “No hay tiempo que perder en esta
crisis de sobreproducción. Los obreros ya están en la
miseria. Tenemos la oportunidad de superar la crisis
ahora. El capitalismo ya no tiene la capacidad de absorber a todos los trabajadores en la industria y, por lo
tanto, los trabajadores están en la miseria. En el borde
de la subsistencia, donde las clases medias están perdiendo privilegios”.
Por su parte, la CGT del Estado Español señala
que esta crisis es profunda —ya que no sólo es económica—, el modelo de desarrollo como tal se encuentra en crisis porque también asistimos a una crisis política, social y ecológica. Por lo tanto, las ideas
de reformismo que pretenden señalar que existe un
capitalismo bueno (el industrial) y uno malo (el financiero) son una tramposa dicotomía planteada por los
defensores de la propiedad privada y el Estado.
Tramposa y falsa esa dicotomía porque Carlos Slim
así como es dueño de empresas que manufacturan, también es dueño de empresas de servicios (como Sanborns
y, en el pasado, de parte de Televisa). La familia Hank
es dueña de empresas manufactureras de automóviles
y de corporativos financieros; la familia Bush es dueña
de partes de la industria petrolera, y es propietaria de
participaciones en corporativos financieros.
En este sentido, el trabajador de FIAT alerta que
“los obreros no deben enfrentar la crisis con la ilusión
de ver un capitalismo reformado, ni siquiera gestionado
con normas transparentes. El capital financiero ha destruido al obrero y el capitalismo industrial también”.
¿Y si el bloque BRIC4 gana la hegemonía del
sistema mundial? No es necesario esperar hasta su
triunfo para saber lo que le espera al proletariado,
basta asomarse a las favelas de las ciudades de Brasil;
preguntarle a los mineros rusos sobre su jornada de
trabajo y si se cumplen las condiciones mínimas de
seguridad industrial; asomarse a las maquiladoras de
la India o aproximarse a lo que es harto sabido: en
China el trabajo es esclavo.
Entonces ¿qué hacer si la crisis agudizara el encierro de las trabajadoras y trabajadores del campo, de la
ciudad y del mar? ¿Si se incrementara el despojo de recursos naturales? ¿Si el desempleo y el trabajo informal
aumentaran? ¿Dónde están las puertas y ventanas para
salir del encierro? Algunas de las respuestas propuestas
se encontrarán en un siguiente escrito —en el próximo
número de Rebeldía—, sólo adelantamos que esas puertas y ventanas están en la lucha y organización del nosotros, del nosotras, las y los de abajo y a la izquierda.
Además de compartir las medidas que utiliza el
capitalismo para explotarlos —como la intensificación
del proceso de trabajo, el alargamiento de la jornada
de trabajo, medidas disciplinarias excesivas, contratos
laborales sin prestaciones sociales y el reconocimiento de superar la forma de organización y lucha contra
el capital conocida hasta ahora—, las y los trabajadores reconocen que las condiciones de pauperización de
la clase trabajadora los acerca a quienes ya han sido
excluidos del sistema económico: los desempleados y
las y los trabajadores informales.
A partir de este diagnóstico presentado en el Primer
Festival Mundial de la Digna Rabia, se visualiza que las
y los de abajo comparten con los y las de más abajo una
tendencia en común: encontrarse y reconocerse para salir del encierro capitalista, y luchar por la preservación
de la vida con justicia, democracia y libertad. 
Notas:
1. Para un análisis cuantitativo de las condiciones de vida de
la clase trabajadora en México en los últimos años ver el artículo del Centro de Análisis Multidisciplinario (CAM), de la
Facultad de Economía de la UNAM. Publicado en la Revista
Rebeldía no. 61.
2. Expresión acuñada por Sergio Rodríguez Lascano durante
su ponencia en el Primer Festival Mundial de la Digna Rabia,
4 de enero 2009.
3. El supuesto bloque antiimperialista conformado por Brasil,
Rusia, India y China que se caracteriza por contar con una “activa” intervención del Estado en la economía es el intento de
reeditar la tesis de “la autonomía relativa del Estado”, cuyo fin
en el marco capitalista es: aumentar la acumulación del capital, o sea, explotar y controlar a la clase trabajadora.
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