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EL
CORTE
El ruido de los motores de borda se alarga en las rutas de
los ríos y sube escalando los trillos tupidos de los rastrojales .
Como jinetes fantásticos que a gran velocidad hacen curvas
elegantes para eludir vueltas y recodos de los ríos, los motoristas frenan las máquinas que impulsan las piraguas, levantan la
propela para que no choque en la poca hondura, se acercan a
las barrancas, la mano sobre el volante, y empinándose gritan
a todo impulso :
-Corte pal viernes . . Abajenlo temprano . . . Avisen pa entro
a los demás . . . -y la carrera se reinicia hacia otra estación .
Y la noticia dejada en las barrancas, como consigna Ineludible, se riega de boca en boca hasta perderse en la fresca hondura de los tallales, consumida hasta por los sutiles oídos de la
selva . . . El corte . . .! La esperanza . . .!
Y de Bramadero, Boca Gigante, Capeta, Sierra Mona hasta
Noquendó, los hombres se movilizan, electrizados por la noticia . . . Durante días de terrible constancia los machetes decapitan las rumorosas copas verdes . Un golpe de mano firme que
describe una parábola violenta, la lámina filosa que amputa la
carne húmeda de las matas que se inclinan agobiadas por el peso de los racimos en sazón . . . Y así van cayendo, indefensas,
con los brazos extendidos en el aire . Luego terribles machetazos
trozan los tallos ya muertos que van a disolverse en el suelo
fértil de las plantaciones .
.
.
.
Las mujeres y los niños se alegran, simples e ingenuos, mientras los hombres colman de largos racimos verdes las tambaleantes embarcaciones, para luego descender río abajo .
-Mi corte de listao pa la manda que hice pa la salú de
Panchito. Con hilo y too . . . Acordáte . El tónico pa las calenturas, y tres riales de pan de rosca, de güero . . .
-Y a mí, papa, la muñequita que me dijo hace tiempo . Yo
la voy a cuidar . . . Se acuerda, papa, esta vez . . . Nunca me la
ha comprao . . . y las galletas .
-A mí el pito y medio de confite . . .
-Primero vamo a ver lo que reciben y a cómo lo pagan . . .
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CESAR A
CANDANEDO
De noche, cuando la marca comienza a bajar, las lucecillas
de proa chapalean, alargadas en la superficie ondulante, sembrando el contorno de visiones pavorosas . Y bajo la mirada vigilante de los luceros, o durante las noches lluviosas de terrible
negrura se identifican las piraguas bajadoras por el golpe lento
de los canaletes, el pujido de los hombres y el chasquido de las
palancas contra los raizales .
El barco bananero se balancea dando tumbos, anclado en
medio del río de aguas oscuras . Ante el empuje vigoroso de la
corriente que baja con pronunciado declive, la cadena que sostiene
el ancla cruje insistente . Cuando el empujón es mas violento el
barco rueda unos pasos, arrastrando el escollo del fondo .
Piraguas colmadas de largos racimos rodean el casco . Los
pira€ceros, de semblantes agotados, observan el curso de la entrega, listos a disputarse el turno inmediato .
En uno de los bordes de la cubierta el Selector anota la entrada de los racimos que cargadores cansados y sudorosos estiban
en las bodegas .
---Bonche . . . - comienza, clasificando, el que entró en el
turno, y alza difícilmente un hermoso y pesado racimo .
--Segunda . . . - ataja el Selector .
-No . . . Primera es . . . Como éste me los recibieron en el
corte pasao.
Y el hombre, abajo, afirmado en los bordes de la piragua
retiene, levantado, el siguiente racimo .
-Segunda es, ya dije . . . Si no quiere así, quítese para que
arrime otro . . . Hay muchas piraguas esperando y otras no demoran en bajar, para perder tiempo en babosadas . . . Resuelva
ya, y sí no quiere, le largo la soga para que avere . . . Ahora no
nos importa mucho, sabe . . .
-Qué se va a hacer, señor . . .! Bonche es, estoy seguro, pero será segunda porque usté dispone de esa manera . . . Y esté
ahora es la ley . . .
-Segunda . . . - el entregador grita de nuevo y alza otro
racimo.
---Tercera . . . - raje el Selector .
-No . . . Fíjese, es una buena segunda, sin na que pedir,
mire . . .
-Suspenda, carajo . . . No siga unté . . . Yo soy el que acepta
y dispone, entiéndalo bien . . . Si no le gusta, se va de una vez,
se lleva su guineo para que se lo meta . . . Y le suelto la amarra . . .
-Bueno, ya pa qué . . . ! Diga usté solo . . . Hay que aceptar
aunque sea a la fuerza, de toos modos, porque manda . . .
Y así, consumiendo horas amargas, todos van llegando al
turno.
-Esa que viene y las otras que quedan en la piragua, no
las cuento siquiera . . . Están muy chicas . . . Oye, Alejandro, me
las pones todas en ese montón de rechazo, para la esquina aquella,
cerca del ancla .
LOS CLANDESTINOS
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La lluvia no ha cesado en todo el día .
-Cuidao . . . ! Cuidao . . . ! Baja madera . . . Juigan ligero, que
los atropella . . . - gritan desde el barranco de la orilla .
Abismados, concentrados en las preocupaciones que la entrega les depara, pensando en la suerte y en las situaciones que les
sugiere la conducta del Selector, ansiosos de marcharse pronto,
golpeados por la caída doliente de la lluvia, entumecidos por el
frío y el hambre, envueltos en la oscuridad prematura de la tarde lluviosa, los hombres no percibieron el peligro sino en el instante inmediato al choque . El cuerpo deforme de la palizada de
troncos con las raíces hacia arriba, de ramas y tallos arrancados
de los bananales de la orilla, se estrelló contra la proa, formando
un estrépito siniestro, El barco reculó, empujado hacia atrás . Los
troncos, "parados del montón, se detuvieron un momento y luego
impelidos por la corriente siguieron adelante, arrastrando, a empellones, las piraguas estacionadas por ambos lados del casco .
Unas embarcaciones se tambalearon luchando, antes de hundirse ; otras se fueron a pique en seguida, tragadas por el vórtice,
mientras los hombres luchaban por mantenerse a flote, unos, colgados de las sogas pendientes de la cubierta ; otros nadando, confundidos con las piraguas y los racimos verdes, agua abajo . . .
Las voces de los que trabajan abordo en la entrega y las luces del barco, cruzan el río . Los que terminaron saltan, dejando
las piraguas amarradas a pequeños muelles flotantes, trepan los
trillos resbalosos de los barrancos y van a acercarse, indecisos y
temerosos, al lugar del pago .
-Venga, amigo . . . - el pagador reclama desde la ventanilla.
-Tenga . . . - estira el papel del apunte .
-Uno, dos, tres, cuatro, cinco y seis con cincuenta . . .
Torne . . .
El hombre mira receloso, vacila un momento, como dudando,
pero finalmente alarga la mano .
-El guineo, tres días de trabajo pa cortarlo, abajarlo y los
piones . . . No sé sacar cuenta, pero siento que esta vez me han
robamásquenlpad . No queda náa pa llevar al rancho . . . Ni los encarguitos . . . No suma ni pa los piones . . . Por
Suerte son clandestinos, como si hubiera adívinao . . . - y se alea con el dinero aún en la mano .
-Pero le jue mejor que a mí . . . Siempre cogió algo grueso . . .
A mí, de ventidós que abajé, me recibieron doce solamente y a
como quisieron pasarlas : Bonches, las pusieron de segunda ; segundas, las pusieron de terceras, y así como les dio la gana . . .
Las otras querían que se las dejara de rechazo, dicen ellos, pero
las jondié al río . . . Prefiero que él se las coma, que es menos
malo, a que las embuchen esos barqueros . . . - Leoncio Chaverra
le contaba, siguiéndole los pasos .
-Lo convido . . . Me alcanza pa poco, pero . . .
-¿Y qué más se puede hacer con estos cuatro riales, por
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CESAR A . CANDANEDO
todo el trabajo de uno . . .? Pa andar colgando, mejor trozao . . .
Diga . . .
-Es que no dejan saber cuánto va uno a coger . Le ponen
lo que quieren . . . A capricho será . . .
-Pocas veces sale uno bien . . . Y las otras se vuelve pura
robadera . . .
. .
e
Cesó la lluvia . . . Un viento húmedo se extiende en la zanja
del río . Los árboles alargan las sombras . Desde las charcas del
bajo, los sapos inician su canto, se esponjan y dejan largas cadenas de huevos . . . De los barrancos sin piedras, sacavocados por
la corriente que golpea con fuerza Intentando abrirse paso en
línea recta, se desprenden grandes bloques de tierra que hacen
brincar el agua, al hundirse .
En la plazuela que bordean las casas de la orilla, se encienden las luces ; las vendedoras exponen sus comidas destinadas a la venta sobre mesillas improvisadas ; los jugadores golpean las fichas en las mesas de los portales y constantemente
mueven los pies para ahuyentar a los mosquitos . Adentro, en el
reservado, está el paro y pinta . Los que terminaron la entrega
conversan, beben, fuman y escupen, parados alrededor de los
mostradores .
-Me han tirao otra vez . Tampoco me trajeron el cheque del
corte antepasao . . . Y cuando van a dar el aviso no quieren que
uno falte, con mil recomendaciones . Pero al perro lo capan una
sola vez, jueputas . . . - conversa Pablo Palacios con otro, entrando por la puerta que da al patio .
-Aunque uno ande trozao por la necesidá, tiene que dejar.seroba,dgüv eo,padrsguieoland Lo mejor es no decir náa . Aguantar callao la capó, como aguantamos
los soles y aguaceros que cargan las espaldas del pobre . . . Porque pior sale uno si reclama . . . Entonce no le reciben náa . . .
- Máximo Maquilón responde .
-Yo no me aguanto esa, sepa . . . Aquí hay que matar a uno,
pero peje grande, pa a ver si así cogen miedo . . . Ganas me
dieron de empujar al agua al Selector ese cuando lo vi mal sentao en la borda . . . porque él es un culpable . . . Tirano es el
perro . No sabe nadar y lástima que aquí no hay peje malo . . .
Aguas de río . . . Esta vez no lo hice porque me acordé ; en mala
hora, que allá abajo tienen a Dolores madurándolo en la cárcel
porque apuñalió a Aniseto -otro tirano- y con razón . . . ! Esa
si es justicia . . .! Mientras que los que nos roban cara a cara
andan sueltos y son caballeros . . . Varias muertes tenemos que
hacer aquí . . . Ya es el único remedio . . .
-Si usté jode a, tino de éstos, lo secan preso ; si roba por
hambre, como no Antolin, lo mandan pa Coiba, pa que respete
la propiedá, pero éstos que le roban a uno todos los días, pa
enriquecerse más, Ios dejan libres y muy honraos . . . Pero estoy
de acuerdo . . . Sólo matando .
LOS CLANDESTINOS
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-Al que apuñalea con justicia, lo secan ; al que roba sin
necesidá, le dan diploma .
-¿Me puede dar otra, don Plinio . . .? - Maquilión se acerca, humilde .
-Ya tiene cuatro apuntas . . .
-¿Cuatro . . .? Ya estaría en el suelo, si así juera . Yo me
acuerdo sólo de dos que le pedi .
-Son cuatro . . . Apuntas las tengo, y yo no me equivoco ni
estoy jumao...-Plinio Pacheco insiste .
-Bueno, as¡ será porque usté lo dice . . . Ponga siempre otra .
Alcanzo algo de la chapia y lo que falta lo tapo en cl otro
corte que venga .
Los hombres ahora hablan bajo, muy quedo .
-Este cantinero debe ser familia del Selector . . . De la misma maná es . . . Por plata es capaz de chuparle la nariz a un
muerto, si algo le va a tocar . . .
-Lo único bueno que tiene es la hija que se ve reconstá
allá, contra la puerta . . . Hembra bien equipá, como manda el
reglamento de San Pedro . . . ¿Verdá . . .?
-Y hablando de todo un poco, ¿cómo andan las fincas por
este lao de acá? Porque por onde nosotros, sólo por el lao de
Surumbú hay algo, y de los cholos . . .
-Vengo a decirle, tierra de orilla que se presta pa embarcó, no queda . . . Toda la tiene agarrá la Compañía . . . Montaña
adentro si queda, pero lejos . . .
-Gente que nunca ha písao este suelo, ya tiene lo mejor
desde antes de nacer . . . Fincas, montañas, todo . . .
-Tierra de orilla si queda pero pa las cabeceras . .
-Pero onde nosotros nadie tiene náa . Todo es Mila . . . Y esté pregunta, ¿de quién es ésto? De I\?ila, le dicen . . . ¿Y esto
otro . . ? De Mila . . . Así se va de azul a azul . Y si va a cortar
un palo pa meterle al rancho pa que no se le caiga, cuidao con
Mila . . . Por allá ni los cholos, sepa . . .
-Yo decía el otro día en la reunión de la Sociedá, hablando de la tierra, el remedio lo tenemos a mano . Hacer la cura
es lo que falta náa más : coger a uno de esos y decirle : ¿usé
quiere tierra . . .? Trabaje pues . No trabaja porque unté es libre,
aquí ta la tierra : cómasela, carajo ; coma tierra, cabrón . . . Coma . . . Y se le restriega el jocico contra el suelo . . . en pedregal . . .
Y luego se hace güeco, se echa maniao, y desde arriba se le pregunta : ¿quiere tierra? Y se le jondea una paláa en la cabeza,
hasta llenar el güeco . . .
-Tenemo el remedio a mano . . . Y también se le mete un
palo, como rabo, pa grupera . . .
-Y aquí cogen a todo el familión y a ca uno le ponen diez
pitarías del gobierno . . . y meten hasta los abuelitos muertos y
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CESAR A . CANDANEDO
así hacen el fincón . . . Y resultan dueños de todo, de cerro a
cerro . . . Y Dios viendo.
Repartidos en mesas, rodeados de botellas, los hombres hablan .
-Y ta la política encima . . .
-Política de retrato . . . Hombres lindos, nueveciticos y amujeraos . . .
-Y allá onde ustedes, ¿con quién votan . . .?
-Nosotros vatamo con el mismo . . . -y se encoge de hombros
-¿Y quién es . . . cómo se llama de nombre . . .?
-El mismo, pues . . .
Silencio . . . ! Sólo las cantinas continúan abiertas. El viento
frío que sube del agua estremece las luces encerradas, prisioneras en los tubos de las lámparas . Algunos hombres roncan, tendidos en los portales, . . . Madrugada . . . La marea sube, sube . . .
Abajo tal vez se esté retirando . . . Lejos . . .
-Yo soy muy hombre . . . - un borracho gime, en el suelo .
Todo ha terminado . Los del barco preparan los papeles .
-Y cómo resultó esta vez, Selector - el representante .
-No está malo . . .
-Diez mil quinientos en , total . Cinco mil bonches y se
pagaron muy pocos . . . El resto segundas. Y bastante rechazo,
ahaaaa . . .!
-Bueno, se compone la cosa . . . ¿Verdad . . .?
-Con la repunta salimos - el Capitán interrumpe .
El frío de la madrugada bate el contorno .
La campanilla toca levar ancla . Los hombres amontonados
debajo de las lonas frías, salen como fantasmas, encogidos y silenciosos .
-Dos al ancla, rápido, que se pasa la llena . . . - el Capitán
ordena .
Y la cadena del ancla, como un culebrón, comienza a subir
por el costado de la nave, arrollándose en torno del cilindro del
guinche . De pronto se detiene . Los prolongados esfuerzos de los
marineros agarrados a la palanca no logran hacerla subir más .
Por buen rato los hombres siguen luchando, sudorosos, pero inútilmente . Mojados, las venas tensas, pujando, siguen pegados al
güinche .
-Palo trabao en el ancla es, palo grande . Así no lo zafan . . .
- un marinero que no interviene en el trabajo .
Los marineros continúan asidos a la palanca .
LOS CLANDESTINOS
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De improviso, sin anuncio, la máquina arranca y da un fuerte Impulso hacia adelante con el fin de destrabar el peso que
en el fondo sujeta a la cadena y el ancla . Por efecto del violento empuje del barco, que toma a los obreros desprevenidos, la
manigueta del güinche gira rapidísima, sin control y parte el
aire en sutiles vibraciones . La parte de la cadena que había sido
arrollada, se precipita al agua, dando vueltas como en un derrame metálico ruidoso .
Uno de los trabajadores del güinche cae al lado, sobre la
cubierta, tapizada de sogas y lonas .
-Corran . ., que lo mató la cadena . . . - gritan los que han
visto el golpe .
Y tendido en un rincón el marinero herido brinca entre convulsiones y ronquidos . En sus rapidísimas vueltas de retroceso
la manigueta le ha hundido el cráneo, sobre el temporal derecho ; le ha partido, además, el brazo y el antebrazo del mismo
lado, con heridas que semejan grietas profundas, horribles .
Los marineros siguen alarmando con sus gritos . Todos rodean al compañero caído . La campanilla toca y la máquina ahoga
sus trepidaciones . El hombre bañado en sangre sigue revolcandose entre convulsiones y ronquidos . De pronto, poco a poco, va
tranquilizándose, hundiéndose lentamente en el pozo de la muerte .
-Pobre Lino . . .! Mala suerte . . . - los compañeros se miran consternados .
-Taba guardando pa irse pa onde la madre . . .
-Lo que es ser pobre . . .! Trabajar y morirse pa otros . . .
Sin ganancia, es lo que más duele . . . Porque de ésta no se para ya . . .
-Hay que buscar al hermano, pa que venga, corriendo .
El Capitán se acerca lentamente y observa . Luego derrama
una botella de alcohol sobre la cabeza del herido, partida .
-Pónganlo para aquel lado donde hay menos sol y échenle
encima esa lona, mientras llega la enfermera con las inyecciones . . . - ordena .
Una hora después de la salida, lejos todavía del hospital,
tras una leve sacudida, el marinero muere lentamente .
La campanilla toca de nuevo .
-Echen el ancla con cuidado, no vaya a dañar a otro . . .
- advierte el piloto .
-Baje usted, Eduardo, y pida los presos para que salten al
muerto . Yo voy después a ver al médico y a arreglar con la autoridad .
Los marineros permanecen callados, mirándose de rato en
rato, probablemente pensando en sus propias vidas oscuras, expuestas a perderse en cualquier recodo del camino, vulgarmente,
a quedar sin una señal, bajo un montón de malezas .
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CESAR A. CANDANEDO
-Usted se encarga de eso, Eduardo, como le dije . No haga
mucho gasto, vea . . . Eso sale barato . El hueco y la cargada es
de los presos. El cajón, el café, las galletas de palo y el aguardiente, todo eso, lo paga la Compañía . . . Tome, que le salga lo
más barato . . .
-¿Y para el rezo, Capi . . .?
-¿Cuándo ha visto usted que un peón necesita eso . . .? Qué
ocurrencia que vamos a hacer más gastos . . . ! Usted parece muchacho . . .!
-Ni pión ni nadie . . . El muerto al hoyo, es la verdá . . .
- alguien comenta en voz baja .
-Encárguese de esa, y luego coja el primer barco .
El barco comienza a moverse, acelerado el motor .
-Bueno, vaya usted a que manden un policía para que haga
bajar a éste . . . Que lo eche para abajo, que yo no lo llevo .
-Usté tiene que llevarme . . . Me matan a mi hermano y no
quieren llevarme pa que no reclame, y se quede así . Yo necesito arreglar eso . . . ¿Cómo es que la vida de un hombre vale
menos que la de un perro . . .?
-¿Un hombre . . .? Esa es una palabra muy grande . . . El no
era más que un jornalero . . . - el Selector recalca .
Y
e
e
-Bájese, amigo, usté no puede ir, sabe . . . - Invita.
-Yo voy . . .
Y el hombre se agarra a la baranda de la cubierta, dispuesto
a no bajar, a reclamar la muerte de su hermano .
-Enséñeme sus papeles pa ir a la Capital . . .
-Pero él puede Ir y volver, sólo pa reclamar . . . Y puede
ver al Cónsul o al Ministro, si no lo atienden . . . Déjenlo . . . Da
lástima, después que pierde al hermano, así, . . - Interviene un
marinero osado .
-No crea . . . Esos son otros cabrones que se la pasan rascándose los güevos solamente . . . Y no hacen náa por los paisanos pobres . . . Sepa : no ponga esperanza en esos bandidos . . . Ya
yo los conozco desde un reclamo que tuve que hacer cuando trabajaba con López . . . - otro .
-Y a usted, Aurelio, ¿quién le pidió opinión . . .? Baje a hacer sus obligaciones y a limpiar lo que esté sucio . . . Otro día no
se meta en lo que no le importa . . . - el Capitán .
-¿Cómo piensan que el Ministro va a recibir o a contestar
a un negro feo y mal vestido . . .? - el Selector
-Bájese, que nos vamos, que por usté va a ir una autoridad
de aquí, para arreglar allá . . . - invita nuevamente el agente .
-Ricardo, busque las cosas del difunto .
-Aquí tiene . . . Cuente y reciba : este sombrero viejo, esta
ropita, estos cigarrillos, este foco . . . Es todo . . .
LOS CLANDESTINOS
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-¿Y el sueldo . . .?
-Que lo parta un rayo en el primer aguacero que le caiga . . .
- grita, como protesta, mientras se aleja en compañía del agente .
Y el barco siguió el viaje, Indiferente, como si nada hubiese
sucedido . . . A bordo va el funcionario que arreglará con la
Compañía . . .
a
.
.
Cuando el sol comienza a Incrustar sus luces primeras en
el agua, se inicia la bajada . . . Parados en la popa, con la palanca evaden hábilmente las piedras que sobresalen en las corrientes, las palizadas y loe recodos . Magníficos navegantes . . .
Sin apuro, oyendo la voz del agua, escrutando en silencio el
horizonte, escuchando el tableteo del viento en los árboles, olfateando el vaho que desprende la tierra, siguiendo tras el vuelo
de los pájaros, avizoran el tiempo, calculan las lluvias y crecidas, mientras las piraguas se deslizan suavemente, como columnas que surgieran del corazón del río . Y así van llegando a los
fondeaderos donde esperan los barcos plataneros . . .
V
.
.
Una piragua se acerca sola .
-Cholo bruto . . .! Miren cómo viene . . .! Dos dedos le faltan
pa que la piragua se hunda . . . Si le echa unas manos más, se
entierra en el agua . . . Son capaces de traerse too el corte de un
solo viaje . . .! Animales . . .! Ni se asustan siquiera . . . - anota un
marinero.
La entrega continúa . . . Nuevas piraguas siguen llegando por
el camino verde del río .
Contra el casco, por cada lado, se estaciona una barca, y
arriba, sobre la cubierta, también de lado y lado, cuatro hombres
reciben el plátano que le entregan los indios, desde el fondo de
la piragua, constantemente inclinándose y levantándose de nuevo .
Los primeros hombres que reciben las manos las pasan a los demás y éstos las arrojan al montón que crece con rapidez . Cuando
el número de manos llega a cien, se inicia otra serie, y así sucesivamente, hasta que la entrega termina .
El comprador se acerca, observa el trabajo y va hacia uno
y otro lado de la cubierta . . . Luego toca la fruta y compara
tamaños . . . Finalmente pregunta :
-¿No ha venido todavía el cholo Guainora . . .? Acabando
ya y no se presenta . . . A lo mejor no viene . . . Así son estos
diablos . . .! Cholos pícaros . . .! ¿Tú no lo has visto, Anzuelito . . .?
-No viene . . . - y continuó entregando .
-¿Por qué . . .?
-Ta muerto . . .
-¿Muerto . . . ?
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CESAR A . CANDANEDO
-Lo mató culebra grande montiando puerco . . .
--Le tenía comprado todo el corte . . . Yo no pierdo mi plata . . . Voy a denunciar la mortuoria, antes que alguno por ahí
presente cuentas . . . Que me entreguen, siquiera, el platanar . .,
Me conformaría . . .
Nuevos grupos de piraguas descienden . La entrega continúa,
monótona .
-Sesenta y cuatroe oye con claridad .
-Sesenta y cuatro . . . - el indio responde
Una pausa se interpone brevemente .
-Una botella pa el frío . . . - alguien solicita .
-Venticinco . . . - se reanuda la cuenta .
-Venticinco . . . - una voz responde .
-Ventiseis . . . - grita la voz fuerte del recibidor .
El movimiento, el trabajo y las voces se prolongan rompiendo
la noche .
Durante la entrega es preciso gobernar bien la atención porque, cuando algunas veces se infringen ciertas leyes, se originan
equivocaciones lamentables en el momento de cantar el número
de manos . La voz delantera la lleva el hombre de la cubierta .
En algunas ocasiones, cuando se produce un cambio en la
numeración de las manos y el indio lo percibe, se detiene y pregunta con desconfianza :
-Oye,libre, ¿tú quiere robar . . .?
Si el indio no tiene experiencia en contar, acepta la cuenta
que le den los recibidores . Pero a veces confía la entrega a otro
indio o a algún Ubre, quienes por alguna paga le hacen el trabajo .
La entrega finaliza, agotado el producto . Es preciso que el
barco descienda antes de que la marea baje del todo .
-¿Cuánto . . .? - el comprador Inquiere .
-Sesenta mil solamente . . . Menos que en el otro, pero mejores. Se ve que ahora es cuando está la cosecha en lo mejo :
pa el corte.
Los indios van aproximándose a los comercios que traban
en combinación con los barcos plataneros . Dando vueltas, remolones, se acercan a cambiar los vales que representan el valor
del plátano entregado a bordo.
Entran, miran los estantes y vidrieras y hacía la puerta de
salida, mudos e indiferentes a cuanto les rodea . Tal vez un ansia secreta de evasión los atormente, un deseo de escapar del
peligro que intuyen concretamente . Pero siguen ahí, pegados,
acorralados, sin voluntad para la huida, sujetos a fuerzas oscuras invisibles a las cuales, al final, tienen que ceder y sucumbir . . .
-Perfume barato, bonito . . . Mira . . . Güele mucho, comadre . . . - el negociante invita .
LOS CLANDESTINOS
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Le india huele . . . Inclina el frasquillo y va derramándolo
sobre sus caídos y descubiertos senos . . . Luego lo pesa a la Indiecita adolescente que papera al lado, la cara pintada de azul
y rojo . . . Ella perfuma las orejas, el cuello y los senos parados,
agresivos y punsantes, color cansa .
Estos son los momentos que aprovechan los comerciantes,
conocedores sutiles del hombre, que manipulan hábilmente los
resortes maravillosos que hacen decidirse a los resbalosos, entre
ellos el ritual brindis de la casa para los buenos amigos y estimados clientes . . .
Cuando el Indio prueba, ya nadie lo detiene . . . Con extraña
fidelidad se adhiere al mostrador, frente a la fila de botellas .
y allí se mantiene mientras conserve un centavo, el crédito reoíste a expensas del corte que viene, o pueda soportar en pieles sacudidas de la marejada .
Entrega . . . Fiesta, . .
Las piraguas cruzan, sigilosas, de orilla a orilla . . . Voces en
alto . ., Alarma . . . Gritería . . . De ambas orillas la gente baja,
corriendo, hacia el río .
-4a valuó, juman, en el remolino de la piedra grande . . .
-- una vos grita en la oscuridad .
-Busquen pa abajo, a ver el sale .
Les luceros sacuden sobre el agua sus luces Inquietas . Ansiedad . . . Mujeres que lloran . . . Gritos perdidos . . .
-¿Pa qué buscar más . . . v Ya ta jogao . . . Mañana lo jallamo.
e
e
El acordeón y la caja en plena acción derraman sus gritos
y quejas que el viento mete en los peros de la montaña .
El baile en plano apogeo . Algunos libres, borrachos se acercan a les india& son la intención de soltarles las parumas pero
estas, ¿gulas y esquivas, escapan presurosas, o van a ocultarse
tras loe varones que miran desde el ruedo.
-Pone botella rón . . . - ordena uno en el mostrador .
Y cuatro Indios la consumen de una servida .
Escupen y se alejan un Instante para regresar, como las
abejitas que recogen pacientemente la miel de las flores silvestres, Ahora beben indios e indias, como al una sed alcohólica
bárbara loa atormentara sin descanso pidiéndoles siempre más .
-Pone otra . . . - Invita Chami .
Cuando el alcohol comienza a dislocar las resistencias, empinan a danzar,, . Brincan agrupados y una queja larga y monótona se escapa de los pechos jadeantes . Enyugados por los
braza tendidos de hombro a hombro ; apersegados, siguen llenándolo todo de alaridos Incomprensibles que luego van bajando
de volumen hasta morir en un quejan* que se disuelve en la
noche .
La venta ha tenido que concertar nuevos vendedores para
toda la noche . El dueño y su mujer han resuelto Incorporarse
al grupo que atiende a la clientela .
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CESAR A . CANDANEDO
A medida que la embriaguez progresa los grupos de indios
avanzan cabeceando, atontados, con los ojos senil cerrados, chocando las cabezas anestesiadas . . . Invaden las cantinas, se adhieren a los mostradores y beben como si no tuvieran fondo .
.
.
.
-Compadre, ¿cobró mucha plata de plátano . . .?
-Nitica . . . Pone trago, puej . . . Libre gana mi plata . . .
-Ponga media, Luis, por mi cuenta . . .
--Eduarddd . . . Come here, to hell . . . . Este cl :olita pedir plata te you . . . Es el mismo de ayer . , . - Mister Case ríe alegremente .
La india, en los últimos meses de preñez espera, recostada
contra el horcón del centro, que el ayúdante gringo del gerente,
gringo también, la auxilie con algo, algunos dólares, antes de internarse con su carga dolorida, selva adentro, halada por la larga soga del río . Ella cree tener derecho a exigir . . . El marido y
ella participaron en la chupata del comisariato, la tarde anterior, cuando el cholo Sócrates Garabato se jumó primero que los
acompañantes y cayó, mientras ella se mantuvo firme, bebiendo
poco, al lado de los gringos y policías . . .
Y fue entonces cuando Eduard, ahogada en alcohol la timidez innata que lo afligía, se atrevió a echarle el brazo que ella
soportó mansamente . El la atrajo fuertemente hacia su pecho,
al extremo de lastimarle los senos ya repletos .
Con la mirada roja, desorbitada y el rostro congestionado
por la excitación y el licor ingerido copiosamente ; con los escasos cabellos frontales que disimulaban una calvicie anticipada,
caídos hacia adelante, continuaba abrazado a la india,
-What hell are you doíng here . . .? - intervino el gerente .
Eduard despertó sobresaltado .
Y como si obedeciera a una poderosa presión emotiva, agitado por una ansiedad vieja y huérfana, sediento, besó largamente la boca amplificada y mantecosa de la india . . . Aunque
la estrechaba fuertemente, no lograba unir su rostro al de ella,
como intentaba, porque la crecida barriga lo Impedía, manteniéndolo alejado .
Los gritos prolongados y agónicos de los indios perforan la
noche . De nuevo danzan y brincan . . . Chocan, ruedan sobre el
suelo arenoso, patalean y se revuelcan enloquecidos, como poseídos de un extraño frenesí . Y así regresan de cantina en cantina, tropezando, cayendo, bullagueros, impertinentes, bestiales,
sin dinero, hediondos a sudor y baba fermentada . . . Al fin, escapadas las últimas resistencias, caen bajo el peso de la borrachera que los domina inmovilizándolos como piedras .
Se desploman, doblados, en los portales, en las calles, en los
solares o bajo los naranjales, Insensibles a la agresión, a las bur-
LOS CLANDESTINOS
87
las crueles o al despojo frecuente . . . O van, arrastrándose, a tenderse bajo la mudez abierta de la noche, sobre la maleza que
cubre la orilla arenosa, golpeados por el relente que sube del río .
Al despertar, durante la madrugada, torturados por los espasmos angustiosos y calados por el frío, su aullido trémulo,
transido de agonías remotas, rasga la quietud de la hora .
Y asustados los furtivos y golosos murciélagos que bajaron
en silencio a beber en los manantiales de las venas, imposibilitados para alzar el vuelo, se esconden entre los matojos a realizar la pesada digestión, hartos de líquidos embriagantes .
-Chamí, come here . . . - grita Míster Case .
El indio se deslizaba, cauteloso, por la vereda que une las
dos calles paralelas, Interrumpe la marcha sigilosa, sorprendido
en el momento en que quiere pasar inadvertido, sin ser visto . . .
Baja la cabeza y vacilante el paso avanza hacia el comisariato
donde el gerente espera .
-Mal caucho, ¿dónde estar, Cholo Chamí . . .? Bajar banana,
bajar banana, siempre banana, pero no bajar mal caucho . . . No
traer mai plata . . . ¿Qué pasar, cholo Chami . . .?
La cabeza greñuda incrustada en la corpulencia del indio
senil-desnudo, se mueve, oscilando, de un lado hacia otro, en
silencio.
-Mal fitty dólars, ¿cómo pagar, Cholo Charol . . . ? ¿No tener
cholita for me in la monte . . .? Ser buena pago, cholo Chamí,
tú saber. . . - y el gringo ríe .
-Tamañita .
Y mantiene la mano extendida, horizontal, en señal de medida.
Despacho del Corregidor . Policía en la desvencijada puerta .
Varios indios esperan, agrupados en un extremo del estrecho
local .
-¿Qué te pasa Anzuelito, peliaste anoche con la juma que
cargabas . . .? - el funcionario inquiere, al entrar .
-No, Facho . . . Vengo buscar justicia . . . Pasa anoche taba
juman pon mujer y toa familia ; cuando yo no aguantaba más,
rendiu, caer bajo palo mango solar primo Chan . . . Barbaridá . . .!
Plata, buena puñá, taba aquí metía . . . Taba tan jumao, durmió
pesan y canfunlá libre trozó trapo, cortó poquito güevo, tú veee
-señala los testículos- y robó plata mía amarraá con trapo . . .
Alustrio otra juma perdió toa plata entrega plátano . . . Mucho
Indio perjudicao . . . Indio pone nombre ladrón . . . Canfunlá güevero . . . Hoy yo ta pobrecitico . . . Tú, Facho, obliga entrega mi
plata . . .
-¿Dure, quién fue . . .? Tú sabes, dime el nombre, pues . . .
Escríbalo, Froilán . . .
88
CESAR A . CANDANEDO
-Jue Libre . . . Muchacho vio . . . Cortó trapo y salió juyendo . . . Yo taba jumao, mujer taba jumá, tos cholos taban borracho . . .
-Averigua y me dices quién fue, para ponerlo preso . . . - los
indios salieron en silencio .
-Bien hecho . . . Toa se la debieran coger . . . ¿Pa qué tienen
plata los cholos . . .? Pa brutos . . . - el Secretario .
-Que los jodan, por salvajes . . . Lo merecen . . . Son los que
más plata cogen . . . Los únicos que tienen plátano de verdá, que
es lo que aquí da moneda . . . y puerco .
-Fue Cambamba . . . A media noche la hizo . . . Lo mismo que
con Salustiano el de Río Verde . . .
-Hay que hablarle, sabes, Froilán .
-Con la partidera que ha tenio na le queda a esta hora . . .
y lo que se habrá chupao.
-¿Ya Palomo tendrá otro poco enterrá? Lástima que la primera vez se acomodó el clandestino blanco, Restrepo, el que salió por onde los indios bravos, por el camino de Armalí . . . Fue
el que más cogió . . . Con la segunda estaba espantao y parece
que la tenía repartía en varios sitios, de poco cada uno . . .
Avisados por repetidas experiencias, enseñados por lamentables realidades, después de la entrega del plátano, hecho efectivo
el vale, los indios separan una parte del dinero recibido destinada a la compra de licor ; la otra es envuelta con trapos y ocultada debajo de los testículos como el sitio por excelencia en
cuanto a consideración, respeto y seguridad, baluarte capaz de
detener la codicia de los libres . Acomodan el atado y lo cubren
con los pliegues del tapa-rabo que faja el bajo vientre, cruza,
horizontal, sobre las nalgas, pasa entre las piernas y termina fijando uno de los extremos sobre la pélvis.
Durante las grandes borracheras algunos libres, productos
abominables de las circunstancias, siguen de lelos, a Una vista,
a los indios que han recibido buena cantidad de dinero ; los
aguaitan como a bestias, los espían y cuando caen insensibilizados, los acomodan en posición fácil, cortan los tapa-rabos y se
apoderan del dinero tan duramente obtenido por el Indio .
Así como la actividad productiva de la colectividad agrupa
a los individuos en agricultores, carpinteros, pescadores, rezanderos, etc ., también crea, de sus ingredientes sociales disponibles,
otros tipos que la ciencia no clasifica pero que el hombre con su
maravillosa capacidad de nominación, ficha y numera, aun e n
la comunidad más rudimentaria : así, como producto de su práctica, aparece en el escenario de la vida comunal el ladrón güevero
o simplemente el güevero, el que rebusca la parte más íntima
del Indio a quien la experiencia dotó del recurso original de asegurar su tesoro.
Cambamba, negro lugareño, alto y horrible, con sus seguidores Pitongo y Soplete, pertenecía al grupo .
LOS CLANDESTINOS
89
Cuando el precio del plátano baja, el indio necesita servirse
del crédito comercial respaldado por cortes futuros que compromete anticipadamente, y racionar el licor. Entonces se agranda,
terriblemente aumentada, la tristeza antigua que rodea su vida,
sus chozas montadas en las barrancas batidas por el viento de
la selva .
El Indio baja al río con gran lentitud y durante horas espera que el "peje pique el anzuelo", o disputándole a las ágiles
nutrias, bucea los nidos de risacuas escondidos en los huecos de
las lajas sumergidas en lo más profundo de los charcos .
Aunque el chocó conoce los sitios donde hay oro, lo ha visto
en las brillantes . arenillas de las quebradas rumorosas y también
en las vetas azules de algunas rocas, lo oculta, se aleja y huye
agitado por un temor misterioso, casi de brujería, y no toca el
metal porque sabe mediante oscuras adivinaciones que fue él el
gran culpable de múltiples desgracias de sus viejos padres, y razón principal del sojuzgamiento de los suyos . Y ese temor viene
de muy lejos, circula en su sangre, está presente en su espíritu,
lo atormenta y aflije pues considera esas cosas como creación
del Antumiá, quien siempre trata de perderlo .
Cuando las enfermedades acosan al indio en su tugurio,
diezman los palenques llevándose numerosos niños y no pocos
adultos, o cuando la producción decae a consecuencia de las
plagas que atacan las plantaciones, o de las Inundaciones que
periódicamente las destruyen, y el dolor y el hambre rondan con
su cara fatidica y dura, emigran en apacibles caravanas de piraguas viajando hacia zonas distantes, costas de mar afuera donde abundan las iguanas y aguas ricas en peces y mariscos .
Y entonces, sin apuro, acampando en los sitios más protegidos, sentados frente al tiempo, aguardan pacientemente que
los malos espíritus se alejen y retorne la época propicia para
volver a las chozas frias abandonadas, que dejaron poseídas por
la muerte .
Recuperados, con cuerpos nuevos reconstruidos por la comida, el sol y el agua marina, vuelven a la tierra propia, al pequeño mundo de la Intimidad, del paisaje cariñoso .
Llegan, observan todo, husmean, encienden el fuego y luego
los varones, apartando las malezas más altas de los trillos, van
a asomarse al platanar, como quien se acerca a algo maravilloso
que reproduce prosperidad . Ahí espera el tallar, ha esperado fielmente . Las plantas, en pelea desesperada con los audaces rastrojales, se levantan erectas, cargadas, tierra adentro protegidas
de los vientos por los murallones empinados de la selva .
Una entrega más, entre tantas apuntadas en el libro de
los años .
Fiestas . . .
Licor abundante . . .
90
CESAR A . CANDANEDO
-Cholo Chamí . . . ¿Mal caucho . . .? - reclama el gringo tan
pronto identifica la silueta maciza y fugitiva del chocó .
-Ya quanta . . .
Y se aleja dejando en el comisariato a una cholita impúber,
mientras Míster Case rie alegremente .
Amenecer triste . . .
La neblina deja caer su polvillo blanco . Gotas de fino rocío
tapizan las hojas y los bejucos que cuelgan de los matojos . Blanquea el pasto que crece en los bordes salientes de las orillas
húmedas .
Los indios se van . . .
Las piraguas silenciosas comienzan a remontar los caminos
tortuosos de los ríos que se pierden selva adentro .
Si no existieran las selvas, los indios tampoco existirían .
Uno . . . igual . . . es su destino.
Avanzan hacia la tierra ancha, para todos, tierra de la esperanza . . .
LA PLATA MANDA
Luis Montes, el Cojo -como todos le llamaban había llegado al país
años atrás . Chato, fornido, exuberante, listo y resuelto, pronto se dio
cuenta de que el sueldo que le pagaban en la Zona no alcanzaba para cubrir los apremios de su naturaleza, que siempre le pedía más . . .
Hombre de ojo abierto, poderosamente inclinado a la aventura y el
riesgo . Montes ligero encontró lo que debía hacer para colmar su propósito fundamental : conseguir más plata . En la Zona pudo hacerlo, pero el
trabajo de espía no encajaba en su temperamento de español bragao. . .
La aventura, en cambio, le atrajo de modo exigente, y la lucha le dio una
planitud encendida y radiosa .
* * *
El negocio del Cojo salió como había calculado . Así pudo conocer,
casi de memoria, todos los caminos que conducen a la frontera por Paya,
Tucutí y juradó . . . Por esos caminos muy pocos se arriesgan . En Arquía
-punto obligado- la gente contaba que los indios mataban a los castellanos ; más adelante había que arrastrar la piragua durante dos horas por la
montaña, y subir con ella una cuesta hasta caer en el otro río ; en otro lugar del trayecto un tigre engreído había comido a varios hombres . Ahí estaban -testigos- los huesos y el equipaje deshecho . . .
Pero al Cojo y sus hombres no le meten los pelos pa' adentro . . . El
trago que anima, la pistola -ametralladora y el taco de dinamita, empujan
a los más flojos .
- Aquí le traigo Jefe . . . Consérvelo como un recuerdo . . . Y a usted, señora, para las niñas .
El Cojo consiguió buenas amistades que lo hicieron muy popular
-por maniabierto- en los caseríos ribereños del Atrato . Fama adquirieron
los bailes conque festejaban a sus amigos, aunque algunas veces terminaron entre muertos y macheteados .
En Río Sucio algunos maliciosos hablan anotado :
- En mejor del baile el contrabanado pasa .
CESAR A . CANDANEDO
94
Lo decían bajito, pues sabían que el Cojo no sacaba patente para
matar, Además, también era brutalmente cierta su divisa :
- La plata manda . . .!
En sacos encauchados cruzaban, a hombros, los bultos de sedas, telas
y medias finas.
Las cosas cambiaron, de pronto, El Jefe es otro . De la Zona llegan
quejas . Pólvora, fulminantes y dinamita circulan sin procedencia clara . Y
por qué no armas . . . ? Todos sospechan ya . El nuevo Jefe ha telegrafiado
a la frontera,
La mercancía, para el regreso, está lista y no debe perderse . Hay que
jugarse el todo por el todo . Si se mojaran los tambores, la pérdida sería
total .
w
- A todos les interesa salvar la carga . Ahí está la ganancia y el pago
también aseguró el Cojo .
Y continuando :
- Qué dicen ustedes muchachos? Las noches se prestan ahora . Eso
sí, hay que mojarse el culo, o dejarse coger. Malas noticias me trajo hoy
el telegrafista .
- Lo que usté disponga. Cordillera, Pelao, Israel, Casiano y Pestaña,
toos, queremos dirnos ya . . . -Contestó Goyo Zorra .
La noche se desplomó, tupida, sobre la brecha del río, los caimanes
esperan, flotando como tucos . El sábalo pica la flor del copé . Los luceros
no dejan caer sobre el agita su polvo dorado .
A media noche el bote se despega del raizal oscuro del manglar . En
medio del río el motor arranca y la quilla hiende, filosa, el agua dormida .
Arréale toda la máquina, que nos siguen . Cada uno a su arma . Listos, muchachos . . .! Israel, encárgate de la dinamita con mecha corta!
En los barrancos se encienden luces . La gente asoma el borde, alarmado .
- Endereza para el arenal de arriba, para atajarlos . . . Cuida la propela, de los tucos -recomienda el Cabo .
En la cancha sinuosa del Atrato se entabló la lucha terrible, a muerte .
LOS CLANDESTINOS
95
La máquina delantera no de más . De los retenes de la orilla disparan .
Ya no se puede pensar en arreglos . El otro bote se acerca jadeante .
- Esta vez caen en la naza -gritan .
- A la dinamita . . . Disparen todos . . . Ahora, muchachos . . . Bandidos . . . ya me cogieron también! -lamenta el Cojo .
Una parábola luminosa enciende la noche . La explosión levanta un
golpe de agua, cae en el bote contrario y silencia el motor .
- Ay . . .! Ya me pegaron .
- No sigas, Vicente, que a mí también me han tirao .
- Echense, que nos matan a toos .
En el fondo mojado del bote agonizan el Corregidor y un Guarda .
Hay tres heridos, además . . . Las detonaciones ruedan, siniestras. . .
Los contrabandistas se alejan, seguros . El motor vuela, evadiendo las
curvas y los mogotes. El ruido de la máquina forzada invade el contorno
y se extiende en las oquedades hasta el amanecer.
- Echame medicina aquí a ver si se ataja la sangre -pide el Cojo .
Junto, a la yugular una bala dejó su camino, y una cicatriz, que en
adelante caerla, permanente, en la filiación . . .
- Busquemos la vida por otro lado - anunció el Cojo, a su gente, después de dos meses de licencia . . .
Con hombres de Juradó, El Valle, Ardite, Coreó, Cupica y Nuqui
completó la cuadrilla de ciento veinte .
Las montañas de Jurad¿>, que no conocían al hombre, un día amanecieron llenas de espanto . Los caobas -sólo ellos, terrible preferencia!caían vencidos por los hacheros sudorosos . Las tucas tendidas eran arrastradas hasta el río y llegaban al sitio de embarque remolcadas por lee bao
sas aprisionadas por las ligaduras de fuertes bejucos .
* * *
La protesta dramática de la selva llegó efectiva . Los caoberos comenzaron, también, a caer . Un día dos, otros cinco, y así, diariamente . El sarpuma, el fantasma siniestro de los caucheros darienitas, llegó al campamento . Los pies hinchados y los dedos erectos estallan, rajados por el peso del cuerpo. Los vampiros dejan su refugio en el Pital, en el Higuerón o
en el Espavé y bajan, en las noches tranquilas, a vaciar los canales oscuros
de .as venas, al abrigo de un aleteo sedante y tibio.
CESAR A . CANDANEDO
9s
w+ •
- El viernes nos vamos pa' ajuera . Tres meses viviendo con los palos,
Hay que divertirse, y llevar a los enfermos -comunicó Patino .
- Hay fiesta esta noche . Pagamento -se comunicaban todos .
- Goyo Zorra, avísale a los músicos que los espero esta noche, listos
para tocar . Zacarías, invita a lee mujeres, y dile a los maridos que ellas no
falten .
Jámbole, llama a Candelaria para que venga con las hijas a cocinar
para ustedes, y de regreso pasas por la cantina para que el Quebrao maride, por mi cuenta, cuatro cajas de ron .
Desde la hamaca de su vivienda de amo, el Cojo organizó la fiesta de
los caoberos . El baile sería en la casa grande .
- Y esa fiesta pa' qué, Pringo pregunta Vuecha .
- Pa' nosotros, los caoberos . Mande su mujé y no pregunte máj . Ya
usté conoce a don Luis . , . La plata.
manda y él no paga Patente pa maté
El viento arrastra, despacio, el grito de la caja y lo lleva, empinado,
por la ladera vecina,
- Esta noche hay camorra - comentan en Ardite .
W M
-
Se acabó el ron, pisco Antolín .
- A rematá con el tapa e tusa, compa Sabulón .
Se estremece la casa y el pino retumba . El sudor y el grajo se mezclan
en un ambiente de seco y guarapo.
- No se apelote, niña , . , Baile y escobille bajito, que esta noche tenemos que estrujasno el alma a tiestos . . . y es que ese marío no vale ni
un viaje de agua en tulo .
- Devore ese pensamiento, Cirilo .
- En su bien encontrará su mal, niña Panchita . Pero déle que me acalambro . . .
LOS CLANDESTINOS
97
. . .
- No esconde la boca como puñalá e pícaro, Polita .
. . .
- Urelia . . . Venite ya . . . Los muchachos tan llorrando -llama Pascual .
- Y nosotras también nos vamos, don Luis . . . Ya es tarde-comunica un grupo de mujeres .
- Corregidor . Mande a la permanencia a ese hombre que grita afuera .
Que nadie nos moleste, ya sabes. . . -ordena el Cojo .
Y echando mano a la pistola -ametralladora :
- Aquí nadie se va . . . Hay que tener conciencia . . .
La plata manda, coño . . .! Patiseco, tranca las puertas . . . Adán, apaga las luces. - Hay que tener conciencia . . .!
MATUSAGARATI
Chuchú Rivas, la señora Juliana, Agustín, Onésimo, Quenque y otros
más lo había advertido . Seguirían repitiéndolo con puntualidad, de la
misma manera que otros viejos lo habían hecho, oído de otros más viejos
todavía y éstos a su ves también de antecesores hasta estiran a los días
amargos de la Colonia .
- No vayan, no se acerquen a ese lugar, que es de peligro . Las manadas de puercos salvajes, el tigre a una vista ; las serpientes ; las arañas peludas ; las tembladeras de lodo traicionero que retienen y se tragan, chupando, a todo lo que cae en su vano pegajoso, y otras otomías que es mejor
no decir,
Pero también hay cacería abundante . Patos, pavones, güichiches, cercetas, perdices y loros . De igual modo venados, saínos, conejos y monos
en tropel, bailando en ramas bejucales .
Matones de carricillales, tablones de filuda paja cortadera y hormigas
feroces en tupidos ramales .
Nadie quiere escarmentar en cabeza ajena .*
*
- ¿Tú qué dices, Felipe? Ya el tiempo está bueno, nos arriesgamos
en la laguna.
Si te atreves, nos preparamos. Mucho puerco. Eso sí que
el zancú esté que hace nubazón . . . El tronío del canto hasta que estremece las hojas. . . y del pico largo que es . Jumar, jumar na más . El tiempo
está claro .
¿Y lo que dice la gente no te da miedo :
-- Viejeras . . .No se les pone cuidado . . $i te resuelven, nos vamos
mañana, Ir listos a pasar la noche en la montaña . Buscamos el rancho que
dejó Vega cuando raicilló . Hacer fogata para la plaga porque también aracan el jején y la chitra . , Tabmién sirve para el cara de chácara que a veces se aproxima, atraído por el falo .
- Acordáte que conejo y paisana no se pueden comer . La carne
amargo de la comedera de casuana.
CESAR A . CANDANEDO
102
- Los puercos, pura, manteca . El bervá y el corocito a todo caer .
¿Viste los que cruzaron la anchura del río y salieron en la revesa del canto del pueblo? Venían de allá, se tiraron al agua con todo y marea huyéndole quién sabe a qué . . .El misterio de lo que a veces ocurre allá lejos, en
las honduras donde no camina el hombre .
Mientras conversaban y hacían planes, sentados sobre las piedras del
desembarcadero, miraban hacia la otra orilla lejana donde las entradas a
la selva apenas se diseñaban, baja la marea .
•
t t
A intervalos Chepigana se oculta para reaparecer cuando el bote sube
la cresta de la ola . De frente se distinguen las señales que dejó la última
plelea del equinoccio. Ahora el bote se desliza sobre un caño poblado de
inquietas aguamalas de formas cambiantes. A los lados paredes de ramas ;
cangrejos y jaibas se alejan asustados ocultándose en las raíces tupidas del
manglar. Lejos, en la selva más alta, las manchas amarillas de los guayacanes en flor. Los alcornoques dejan caer el agua que salpica, la piedra de
sus semillas cuajadas .
Humedad, cenagosa humedad. Cativales que no dejan que el sol caliente la tiene ; extendidos anegadizos de agua espesa y podrida ; el grito
permanente del sapo de montaña que mete su punta de miedo ; bejucos
de espinas en forma de pico de loro, que desagarran la ropa y el cuero ; casangas gritonas y brigadas de monos alaraqueros qe avanzan a brinco largo, tras los hombres ; extensos caminos de guerreadores cuyo avance lo
anuncia la fuga de animalillos rastreros, palmares de tupa y maquenca ;
raicillales y el bálsamo oliendo en el aire . Arboles enormes empinados,
que cuidan lo que hay en la montaña.
* * *
Hace tiempo que se guían por el trillo viejo de antiguos monteadores .
Al son de los recovecos orilleros, unas veces se acercan para distanciarse luego y regresar, al vaivén de los accidentes del terreno, En #ate
avanzar y retroceder han visto espejear, encendida por el sol, abierta, la
lámina celeste de la laguna con sus mogotes, sus troncos, sus pájaros, sus
yerbatales tejidos de bejucos, y la brisa entretenida en las subidas copas .
- Fíjate, Andrés, la juella del animalar . Caminan para el salitral . El
carnal que llevaremos, si el ánima del monte lo deja . . .
- Miré también la otra que va detrás, a la vista, calculando . Debe ser
congo . Si tuviéramos perros, ya estaría trepado el otro cazador, el de las
patas manchadas .
La huella, todavía caliente, indicaba que hacía poco había cruzado .
Buena señal de que los puercos andarían cerca .
LOS CLANDESTINOS
103
Millares de zancudos acosan . No es posible estar quieto . De poco sirve el humo del tabaco . Hay que cambiar de posición a cada momento . Pican manos, brazos y la espalda taladrando la tela . Desesperan con su líiii
íííííí en el caracol de la oreja .
En un claro está la manada . Hozando y mordisqueando, parece un
pedregal en movimiento . Un montón a la vista . Detrás del trajín del avance
todo queda arrasado . Sabandijas, culebras, lombrices, hormigones, peque hoz mamíferos, frutas caídas y tubérculos silvestres, todo sucumbe ante
la capacidad de las mandíbulas insaciables en permanente acción,
Las denotaciones huyen montaña adentro en el carrizo largo de los
ecos sucesivos y prolongados . Varios animales cayeron . La partida se alborota e intenta huir pero el jefe, el cacique, se interpone, y el grupo retrechero se recupera y ataca .
- Rápido, corre, trépate, que te joden . . . desesperado.
Felipe alcanzó un árbol seguro y fácil . Andrés corrió, disparó de nuevo sobre los atacantes, tumbó otros pero la partida lo siguió con furia,
chasqueando los filudos dientes . Angustiado, intentó colgarse de una rama musgosa, pero se deslizó y quedó boca abajo en medio del monte circulante .
- ¡Uipe! ¿Qué te pasa, Andrés? - al rato .
Inmóvil, como piedra dura, el hombre soportó las mordidas . les despellejaduras, los dedos casi arrancados y las incisiones de las pesuñas cortantes. . . y el terrible almizcle alborotado.
El tiempo no tuvo medida . El dolor inicial y persistente comenzó a
calmarte, a hundirse en la nada . Un calor pegajoso, derramado, ahora corre por todo el cuerpo aplastado contra el suelo, en la misma posición de
defensa de la parte más noble del cuerpo . Vibra en el contorno el gruñido
agresor que te funde en el chasquido de las quijadas, quebrando el sopor
redondo y compacto que impera,
Andrés aguantó la angustiosa tortura del miedo, quitecito, pequeño,
adherido a la tierra porque sabía que de eso dependía su vida . Sabiduría
aplicada y mañosa de viejo montañero .
Inesperado, sorpresivo, un bramido retumbante como expulsado de
los socavones de la tierra, estremece el Instante . Las bestias levantan la cabese, para las orejas, olfatean en el viento, alta la trompa, extienden las
colas y parten en toda carrera, rumbo al suroeste . Agitando el monte de
lea orillas del rastro, la manada se perdió entre el confuso rumor que se
extinguís poco a poca .
- ¡Ay, Felipe, me han muerto! -revolviéndose con dificultad .
Una masa alargada de lodo, sangre, despellejaduras y músculos arrancados, era el cazador chepiganero .
CESAR A . CANDANEDO
1 04
- No se apendeje, que yo me lo llevo cargao . Me agacho y acomódese a guachinche, poco a poco, que así lo saco . Anímese na más.
Vencidas varias paradas para recuperarse, entre inquietud y miedo,
mientras el sol descendía y la oscuridad se aproximaba amenazante, el herido quedó sobre una barbacoa improvisada que hacía de lecho .
Terribles mordeduras, dedos doblados y sin uñas, desgarrones sangrantes. Tendones, filamentos y nervios rotos ; piel despegada en girones ;
huecos a todo manar . Del vestido sólo quedaron hilachas de la parte delantera. Curó al herido con sal y querosín, cura de animal, pero cura . Le
dio agua, siempre presente en lo difícil del hombre . Agua .
- Andáte a avisar ajuera . . .
- ¿Y cómo te dejo?
- Con la Providencia . . .Corre antes que te agarre muy lejos la noche
febril y trémulo.
En la alta madrugada, desde el río, se oyó el primer grito . Se "resolvió el peje", como dice los darienitas, y la gente bajó corriendo al cantil .
- ¿Y Andrés, qué le pasó . . .7 -alarmados.
- Casi se lo comen los puercos. Está muy balbao . No camina . Quedó
en la posada : lo trepé con mucho trabajo, encima de una barbacoa . No lo
alcanzan fácil . Lo malo es el tigre que anda rondando.
Los hombres cruzaron el Tuira, ancho y lleno hasta el borde . Como
hormiguitas, tenuemente alumbrados se metieron por la puerta oscura y
goteante de la montaña, alerta y llena de ojos . Ya clareaba cuando la comisión llegó . Como no se movía, lo creyeron muerto. Una pesadilla terrible la aplastó . No sintió siquiera las oleadas de insectos que lo agredieron .
Una lluvia de improviso, las ramas que traquearon, los quejidos de la noche y el grito del sapo de montaña, todo se fundió en un rodar salvaje,
persistente y hondo . . .Rodó y rodó hacia un abismo sin fondo perceptible, interminable y negro .
La partida regresó pisando el rastro. En las patas de la talanquera dejaron lar mordeduras y el escarbado del nuevo ataque . Desapareció la sangre empozada que lenta pero constante goteó por los costados . En el escampado que contorna la posada amaneció también la huella del manchado.
Andrés, carne de perro, sanó pronto . Muchas cicatrices lo marearon,
Ya no se bañó más en compañía, pero siguió igual su ánimo de viejo cazador sin miedo, que reta al peligro .
LOS CLANDESTINOS
105
- Andrés decía la gente- sabe algo . Está empautao . Por eso no se lo
comerieron . ¿Se acuerdan de Tranquilino en el camino de Tatao? Sólo
dejaron los güesos más gruesos y la calavera rodando en el bichal .
No sabría la magnífica? -inquiere un circunstante .
Desde aquel tiempo Andrés sonríe de modo raro pero no contesta
cuando le preguntan cómo se salvó de la manada . . .
PANCITO
Desde los miradores de las grandes piedras que descansan en la cúspide y también desde los portales colgantes de las casas trabajosamente instalados en las peladuras rojizas de los cortes que nivelaron los precipicios
del costillar duro del cerro de la isla, las gentes avizoran los trabajos s ,
riesgos de unos chicos desnudos, alegres y gritones que en un bote destartalado, carcomido por la broma marina, la vela tambaleante y los canaletes en desorden , intentan cruzar el brazo de mar que blanquea en salientes v acantilados, se hunde en vórtices rugientes para luego golpear con
furia el espinazo lijoso de barras y arrecifes que crecen en la ancha desembocadura .
El sol enciende la ancha cinta del río que con su tajo gigantesco corta la selva, aumenta y finalmente se precipita sobre el mar para morir,
agua abajo.
Sobre el largo litoral del frente recorta su talud la cordillera que al
amanecer, todavía entre brumas . baña su sombra en el agua verde . Costeando, avanzan las largas piernas de los árboles orilleros y en algún punto del trayecto se pierde la imagen borrosa de alguna casita que naufraga
entre el mar v la montaña .
En la curva de una ensenada donde el mar hiere la costa con la puñalada de un estero montado en un islote verde donde las mareas lamen los
troncos de las palmeras y rachas de viento tempestuoso se detienen a brear, entre filosas piedras, mangles nudosos y retorcidos, puntea agazapado, el rancho de Pancito .
Vive solo . Sin embargo, cuerdo aún, mientras está despierto habla,
habla, casi constantemente . Le oyen los que deslizan sus nabes en el estrépito de los grandes aguajes, o en el precipitado regreso de las quiebras .
También perciben sus voces los que cruzan a toda carrera en botes con
motor montado en la popa . Habla de muchas cosas, palabras extrañas que
solo él entiende ; habla con seres presentes en el archivo de recuerdos lejanos . . . y también con los pájaros marinos que al anochecer, en bandadas
tropeleras, se congregan sobre las rocas que pueblan el peñón .
Tantas horas han compartido -pájaros y hombre! la hospitalidad segura del islote ; le han repetido tantas veces el idioma múltiple de las aves
que se confunde en la algazara de vocerío, que ya distingue los chillidos
CESAR A . CANDANEDO
110
estridentes de rencor, las quejas del sufrimiento o los arrullos quedos y
sedosos durante la temporada de los celos,
Cuando baja a la playa o trepa las barrancas tortuosas de las orillas, o
desciende a calcular el tiempo mirando el horizonte, o en pos de jaibas y
caracoles, las aves le brindan el paso, familiares . Y algunas veces, como si
comprendieran las angustias que lo torturan, no vuelan lejos, no viajan : se
quedan acompañando sus soledades . Si se instala en una raíz saliente, posan sobre peñas vecinas, escrutan el contorno, mudan de posición, arrancan las plumas (fojas, o cierran los ojos como si meditaran y sufrieran
cambien . . .
Entonces, chico el ánimo, fallida la voluntad y el taladro del pesar
que horada insistente, escondido tras la frágil cortina fragante que sale de
la pipa . vence el tedio al contar los barcos que entran a través de la boca
tenebrosa que forman las islas del canal, a toda máquina, río arriba, seguidos de la cola alargada de humo espeso ; o hundido en viejos pensamientos evoca los crímenes en las Minas de Cana, durante la extracción del
oro v las tropelías en Arusa . O entre las sombras retorna al presente para
contar --ya más de mil veces- los hilillos luminosos de los ojos puntales
del faro que todas las noches monta guardia empotrado en la cumbre costera del farallón . Este entretenimiento simple sustituye la ausencia de las
aves que algunas noches se instalan en las cabezas de los morros que se alzan en la costa .
Durante las tardes lluviosas y oscuras, cuando la soledad aplasta con
su horror, apoyado contra el respaldo de una roca gris, sobre una piedra
plana grava con las aristas cortantes de una concha, una raya más al lado
de las que ya tatúan la piel tosca, cada vez que asoma uno de los botes
cuadrilleros que transportan hombres desconsiderados, gritones y mal hablados .
- Panciiitooo! Qué es de la hembra . . .? - la voz de Montaña, el capataz se estira, halada por los ecos . Frena la velocidad y caracolea la nave
en el agua mansa, a la vera del islote, en medio de burlas y carcajadas
ofensivas .
- Tu madre . . .! Que se viren y nadie se salve, apañados por la tintorera . . .
O en otro estado de temperamento :
- Salgo mañana, pa que sepa, si tanto le interesa . . . -vuelve la espalda .
Y . en efecto, al amanecer, impelido por la marea a favor, el bote se
acerca con poco esfuerzo . El hombre sale a ver a la niña de sus ojos, a la
que lleva escondida en lo recóndito del corazón y a quien nada dijo pero
mira en forma que lo expresa todo . . . La contempla al pasar y enmudece,
LOS CLANDESTINOS
11 1
atolondrado . . . Para ella son conchas y caracoles de primorosos arabescos
que también viajan en el fondo de la nave,
-- Sale Pancito . . . Qué traerá hoy? -al distinguir el punto movedizo
sobre el vidrio del agua tersa .
Se trata de una vieja historia, que como historia de pobres es un poco triste .
Pancito le llamaron, enfermo grave de tifoidea cuando inútilmente le
solicitaban que defecara líquido para que Benjumea hiciera su sorprendente diagnóstico .
- Ralaá . . .Aguao mismo, para que sirva, que es la cura . . . - le instahan .
Pero la suerte adversaba al muchacho . Siempre salía sólido. Y cada
vez que al tunante llegó al catre y asomó al bacín a realizar la extraña
pesquisa, volvió el rostro agrio y con gesto de disgusto soltó la misma frase pesimista .
- El mismo Pancito . . .Comió piedra?
*
- Párate, Pancito, pára firme, que te lleva el viento . . . -le mofaron
por primera vez chicos vecinos, testigos de la circunstancia desagradable,
cuando tambaleándose, enclenque, aguadas les piernas, los pantalones
deslizándose hacia el sueño, sin saliente que los detuviera, si asomó a la
puerta durante la trabajosa convalecencia .
Desde entonces así le nombraron . . .Y no pudo despegarse el nombre
. . .Se quedó Pancito . . .
- José de las Mercedes es mi avenicio, hijo de puerca . . . -se defendía, colérico . Trataba inútilmente de lanzar guijarros, mientras a cada
amago ponía en peligro la estabilidad del enflaquecido cuerpo .
* * *
Siempre la maldición de que en tierra de ciegos el tuerto es rey .
Negro, chato, el pelo torcido en forma de spring, apretado y corto, el
curandero vino de afuera . Escapado de la penitenciaría, vadeó ríos, cruzó
fronteras y montañas . . . y al fin se hizo notorio . Dotor, se hacía llamar .
Llevado ante un caso, siempre solicitaba deyecciones frescas . Simulaba observar largamente el contenido, movía la cabeza, arrugado el rostro, presumía cavilar y, de pronto, ante el estupor de los presentes, con el
CESAR A . CANDANEDO
112
índice hurgaba el excremento y en rapidísimo movimiento acercaba la
mano a la boca y chupaba el anular, contraída la faz .
Escupía, solicitaba agua, gargajeaba con violencia y, ya limpio, pronunciaba el singular dictamen .
- La tiene amarga . . . Prepárense que la maldá es de cuidao . Y déle
ésto pronto, que puede ser tarde más tarde .
- Sabe el moreno . . .! -decía alguno, señalando a Benjumea mientras
éste blanqueaba el tajo de la boca .
Fama que lo llevó a varios lugares, y dinero fácil consiguió el traficante, al principio, y también su apodo merecido . . .
- El come estiércol . . .! -todos le nombraron .
El mar colabora con los propósitos secretos del solitario que tantas
horas le ha confiado la úlcera de su dolor escondido . Suelto, a la deriva,
la marea orilló el material conque había soñado . Un bolso levantado de
raíz, saturado de líquidos salobres, hinchadas las fibras suaves . . .
Lo varó sobre piedras soleadas, a desaguarse ; luego lo rodó hasta el
alero y con manos hábiles inició la obra . Con machete trabajó los grandes
lineamientos, las formas toscas de cabeza, hombros y cintura . Los brazos
surgieron sin manos. De la bifurcación de dos tallos potentes salieron
muslos, rodillas, piernas y pies . La desventura fue inmensa y la dificultad
superior al comprobar la rigidez agarrotada de las piernas inflexibles, rebeldes al movimiento vital .
Largo, flexible y pescuezón, calado de sombrero de alas anchas, sudoroso y febril, interrumpe por instantes' el ardoroso afán . Manos inseguras recorren el cuerpo inerte. Buscan un sueño, quieren la vida, las sensaciones . . Temblorosas, se detienen en curvas y depresiones que brotan de
la materia pálida . Trabajadas las prominencias groseras, ya apuntan las
formas humanas propuestas por la intención .
Días largos alternados entre obligaciones apremiantes, transportes y
ensueños . Se levantó, la contempló silencioso, rectificó y midió en las
vueltas sutiles del cerebro .
Formones curvos, limas, cuchillos, lija, cabellos, goma y tintas intervieron para configurar la imagen de la amada .
De la serapación de las robustas ramas apunta, inseguro todavía, lo
apremiante de la anatomía femenina . Pómulos, boca, cuello, senos y brazos afloran tersos, extraídos por manos cariñosas . Las copas del pecho
enhiesto lo detienen, fatigado e indeciso . Pensando, se remonta hasta la
dolorosa infancia . . . Respira hondo ; reanimado, vuelve con empeño doloroso, tras el sueño que espera vivificar en la matera muerta .
LOS CLANDESTINOS
113
Se aleja unos pasos de la obra . . . Contempla, estático, sujeto por la
ansiedad . La cabeza se dobla sobre el pecho oprimido . Tántas contrariedades que lo azotan. . .!
Luego no se conoce qué sucedió . Densa laguna se interpone entre el
espacio y el tiempo.
Al fin, entre las sombras del anochecer, rota la quietud de las aves
que se apartaban amistosas y sorprendidas tendían el cuello, trasladó el
; diligente y amoroso, lo cubrió en el lecho .
cuerpo
Loa murmullos del coloquio poblaron la noche . . . A ratos gorjean
los pájaros despiertos y se oye el lamido de la onda que golpea bajo las
piedras socavadas.
Los pelicanos se balancean, arrastrados por el agua que sube . Clarea
el amanecer, rotas las brumas humedecidas . Pancito desciende,
acuestas el cuerpo mudo. Con barreno, formones cóncavos, otras herramientas
y materiales, acomete lo capital de su íntimo anhelo . Perforaciones inclinadas, simétricas, en la misma zona . . Doblado el cuerpo flaco, cava y
prepara la fosa fálica. Dedos metidos e inquietos sondean filos, rugosidades, astillas sueltas y hondura . Brea colocada sobre la pelvis, retiene los
vellos sembrados en flotante maraña . Concluída la trama pilosa, y dominado por la emoción, oprime el genital muerto .
5
W
Grandes aguajes estremecedores irrumpen . Bajan mogotes y castaños
desprendidos de las orillas suaves ; los árboles arrancados por el torbellino
esperanzados de asirse a algo, estiran los brazos anhelantes, las ramas estropadas ; palaizadas y troncos que transportan pájaros en veloz desfile,
viajan mar afuera .
La luna que esparce sus caprichos y sortilegios sobre el fragor rugiente del mar, no interrumpe la premura del hombre . . .
Con largos dedos temblorosos acicala la abertura discreta y cubre el
Interior de goma elástica y húmeda que se adhiere a las paredes fibrosas
del útero. . .
Ya el tálamo rústico espera . . .
El eco lejano se confunde con la queja persistente de las olas y el
vuelo de los pájaros amigos que regresan . A ratos se escucha, el plac de
una concha que se abre, roto el ribete rosado que le cierra el borde nacarado. . . Inyectados jugos misterioros que alcanzaron hasta las vibrátiles
raicillas, los árboles del islote comienzan a florecer . . .
Sudados, desnudos, en el desembarcadero los hombres trabajan y
conversan en los instantáneos descansos que toman . Trasladan a tierra la
madera fragante que colma los botes aprovechando la fuerza de la repunta .
CESAR A . CANDANEDO
114
- Tas de remojo, Pancito . . . Se ve que estaba niña . Te la pagas . . .?
- Vida ajena. . .Lenguilargo. . .Robagallina .
- Y entone . . .?
- Falondre. . .
Hace tiempo muy pocas veces se aleja del islote,
Validos de una casual y desgraciada ausencia, los cuadrilleros consumaron el asalto . Rota la entrada, descorrida-la cortina rústica, la encontraron sobre el lecho .
- Aquí taaá . . .Vengan pa que la conozcan . . . Aquí tienen la niña . .
Bajo las sábanas, abierta, parecía dormir .
- María Manca . - Mujer de palo, a tragar agua salaaá . . . - el capataz .
- Viejo loquísimo . . .Se la teje hoy . . .Que la siga a San Miguel . . .
-los gritos obscenos y las carcajadas asustaban a las aves atónitas que aún
no se habían alejado .
- Al bote. . . -asida de las extremidades, sueltas las vestiduras que batía el viento, la arrojaron violentamente al fondo de la embarcación .
El motor aceleró, agua afuera . - .Y sobre la vaciante en apresurado
declive, la arrojaron, casi desnuda . . . Al caer se mantuvo a flote, moviéndose, como si nadara .
De vuelta, compenetrado de lo irreparable, trastornado de furia y dolor, montó sobre el bote que esperaba . Parado en la embarcación, navegó
desesperado, mar afuera . . .Ya los pájaros marinos volaban bajo, rumbo
al islote, invitados por la noche . . .
Si botes cuadrilleros se vuelcan y tintoreras y cazones se dedican a
cazar hombres que flotan e intentan ganar la orilla, no falta quien recuerde .
- Por malos . . . Es el ánima del hombre que se perdió detrás de su
mujer de balso .
En este tiempo, cuando barcos madereros se enfrentan al canal de las
islas de la entrada cuando voces y sombras fantasmales aparecen y se diluyen en las noches claras, los marineros conversan siempre del hombre
triste que busca su Mujer de Palo . . .
INDICE
Página
LA CACERIA DE HOMBRES
5
CLANDESTINOS
31
EL CORTE
73
LA PLATA MANDA
91
MATUSAGARATi
99
PANCiTO
107
1 . Alabao :
Glosario
Canto religioso que, según creyentes, sirve para hacer salir las ánimas .
2 . Alcance :
Saldo que queda al trabajador, descontados deudas
y adelantos.
3, Alquilado :
Trabajador concertado Para realizar trabajo duro y
largo .
4 . Anticipo :
Avance o adelanto en dinero que da comerciante o
contratista para asegurar más a un trabajador.
5 . Antualito :
Término popular de uso frecuente en el Chocó y
que significa dentro de poco, cerca.
^ . Antumiá :
En dialecto indígena chocó, Diablo, Satanás,
7.
Apandiado :
De doblado, pando, curvo .
8 . Arrecho :
Excitado sexualmente .
9, Atisfar :
Atisbar, aguaitar, oír cautelosamente .
10 . Aviso de corte :
Anuncio de fecha en que debe hacerse la cosecha
de bananos para embarque .
11 . Bajarlos : Detener a los clandestinos en comunidades del curso superior de los ríos y bajarlos, en embarcaciones, a la cárcel central .
12 . Balsa :
Trozos de madera echados al agua que son atados
para que las lanchas los remolquen hasta los aserraderos
13 . Bananero :
Barco dedicado principalmente al transporte de bananos .
14 . Beber.
Ingerir licor, chupar .
1S . Bill :
Billete de lotería popular, oficial o fraudulento .
16 . Blanquearlos :
Blanqueamiento de la piel de los detenidos que no
trabajan expuestos al sol .
17 . Bonche :
Anglicismo Se usa para calificar de primera clase
racimos de bananos.
18 . Botellas :
Envases de vidrio llenos de licor .
19 . Brindis de la casa :
Servida de licor que hace el comerciante para que
el campesino o el indígena decida gastar su dinero
en la cantina o bar .
20 . Buba :
Enfermedad trasmisible causada por un treponema .
21 . Buco :
Localismo darienita . Bastante, abundante .
22 . Buscar gente :
Frase que significa apresar clandestinos, bajarlos y
hacerlos trabajar sin paga .
23 . Cabeza de guineo :
Racimo de banano .
24 . Cabima :
Recina medicinal extraída del` cabimo, árbol silvetre .
25 . Cagadera :
Diarrea .
26, Cagado de gallote :
Sucio con heces de sopilote, a lo que creencia popular atribuye mala suerte .
27 . Cajé :
Café, mal pronunciado por los chocoanos.
28 . Calanchina :
Empresa informal de varios individuos que se dedican a trabajo o actividad productiva .
29. Calle 20 :
Antigua ubicación de barrio de tolerancia en la ciudad de Panamá . igual Pedro de Obarrio .
30 . Camarón :
Trampa en el juego de dominó .
31 . Canalete :
Apero que se usa para impulsar embarcaciones
menores .
32 . Canfuniá :
Negro, en dialecto indígena chocó .
33 . Cañablancal :
Lugar poblado de cañablanca, caña silvestre usada
principalmente, para construir bohíos .
34 . Capado :
Castrado, sin testículos .
35 . Capi :
Apócope de Capitán, de barco o de policía .
36 . Carilimpia :
Mujer sin vergüenza, sin pena.
37 . Catear :
Lavar
38. Catival :
Sitio poblado de cativos, árboles silvestres, altos .
39 . Castellano :
Medida usada para comprar oro .
40. Cauchero :
Hombre que saca caucho en la selva .
41 . Causa.
Ulcera, llaga .
42. Clandestino :
En Darién, hombre que llega de Colombia sin documentación . Pasaporte, cédula, visa, etc.
arena en los ríos para extraer oro .
43 . Clavo :
Pianoma plantar que deja la buba (20) .
44 . Coger agua :
Aprovecharse, ganar dinero .
45 . Coma .
Tratamiento amistoso . Apócope de comadre .
46 . Comadre :
Tratamiento que se da a las mujeres indígenas .
47 . Compa :
Trataminto amistoso. Apócope de compadre .
48 . Comegeniado' .
Corroído, agujereado, semejante a la destrucción
causada por el comején .
49 . Conchudo :
Roce, curtido, sin sentimientos .
50 . Cornuda :
Pez martillo .
51 . Corte :
Cosecha del banano para ser embarcado,
52 . Correría :
Agente policía a quien se asigna labor de hacer
recorridos en sector de un poblado,
53 . Costanero :
Costado oval, con cáscara, de trozo de madera que
se cuadra .
54, Cuadril :
Colocado en la cadera .
55 . Cuadro :
Sanción que se impone a agente policial .
56 . Cuarterón :
Medida práctica, superficiaria, que se usa en Darién
57 . Cuipo :
Árbol silvestre, muy alto, común en Darién .
58, Culi-cagá :
Chiquilla, inexperta, que no sabe .
59 . Custodia :
Agente policial que vigila a alguien a algo .
60 . Cutipae
Constipado, resfriado .
61 . Chacarero :
Pájaro, oropéndola,
62 . Chaflán :
Corte agudo, filoso, en madero, rama o tronco .
63 . Chance :
Bit . Lotería, oficial o fraudulenta .
64 . Chapia :
Deshierbe alto de la maleza .
65 . Chocó :
indio de las selvas del Darién, su dialecto . Departamento de la República de Colombia .
66 . Chocoano :
Colombiano procedente del Chocó .
67 . Chitra :
Flebótomo que transmite leishmaniasis cutánea .
68, Cholo :
Referente a los indígenas .
69 . Chopo :
Arma do fuego, fusil .
70 . Chupar :
Beber licor .
71 . El Canal :
Rase militar imperialista norteamericana ubicada en
territorio panameño .
72 . El Malo :
El Diablo, Satanás .
73 . El Municipal:
Juzgado donde al Juez cobra a trabajadores cuentas
por comisión de dinero - de comerciantes y conchabadores.
74 . Encierro :
Redada contra hombres hecha por agentes de policía.
75 . Entigró :
Encolerizó como tigre .
76 . Escaramogiado :
Carcomido, roído .
77 . Espellejado :
Pelado, sin piel.
78. Fianza :
Responsabilidad supuesta que asume ente una autoridad bajo cuyas ordenes está orno un individuo .
79. Fondo :
Peso puerto en el extremo de una cadena o cuerda
para anclar embarcación menor .
80. Goma :
Secuela de embriaguez alcohólica .
81 . Grado :
Escuela.
82 . Gramalota :
Pasto que crece apure el agua . 83 Gringo :
83 . Gringo
Norteamericano.
84 . Grupera :
Apero de las monturas bajo la cola de las cabalgaduras que evita deslizamiento hacia el pescuezo de
la bestia.
85 . Guardado :
Prisionero.
86 . Hormiga guerreadora :
Hormiga que muerde violentamente.
87 . Horqueteado :
Colocado en la cadera, en el cuadril .
88. Juma:
Embriaguez alcohólica .
89 . Jumiando :
Echando humo. Hombre engañado, víctima de
adulterio .
90. la Encarnación :
Fiesta religiosa el 25 de marzo .
91 . Lagarto :
Caimán .
92. La libertad :
Salir de la cárcel.
93 . La sombra :
la cárcel, encarcelado .
94 . Libre :
No indígena entre los indígenas.
95 . Limonada :
Mezcla de jugo de limón y agua, bebida a la cual Y
atribuyen propiedades anafrodisíacas .
96 . Lista :
Anotación de nombres de clandestinos que son
apresados.
97 . Madre :
Primera ulceración bubosa que sufre una persona .
98 . Madre de agua :
Ser fantástico que según creencias de algunas regio-nes, vive en los ríos .
99 . Madera gruesa :
Persona de influencia y podar .
100 . Manda:
Promesa u ofrenda religiosa a cambio de algo .
101 . Mano :
Pares de plátanos que se cuentan durante las entre- gas de los cultivadores a los compradores .
102 . Maderiar :
Sacar madera de la selva.
103 . Mojarse el culo :
Trabajar, molestarse, etc .
104. Monte :
Hacer cultivo agrícola.
105 . Ojo de pescado :
Crecimiento calloso hacia los tejidos, que molesta y
da sensación de punzada .
106 . Papeles :
Documentos de inmigración que deben usar los extranjeros que ingresan a un país .
107 . Papeles verde sucio :
Billetes de banco norteamericanos, dólar .
108 . Paro y pinta :
Apuesta de dinero en juego de dados .
109. Paruma :
Trozo de lienzo conque la india cubre alrededor de
la cintura .
110 Pepa pega :
Hoja a la que se atribuyen poderes mágicos para
atraer a las mujeres.
111 . Peje :
Pez .
1l2. Pica ;
Sendero en la selva .
113 . Platanero ;
Barco que transporta plátanos .
114, Ponche ;
Animal acuático, comestible en los campos .
114, Primera:
Racimo de banano de calidad - superior. Bonche .
116. Qiay ;
Contracción de qué hay .
117 . Raicilla :
Raía de planta silvestre, comercial, de la cual se
extrae hipecacuana.
:
118. Rechazo
Racimo de guineo que el que recibe se niega a
aceptar .
119, Risacua ;
Pez de agua dulce .
120, Rola :
Dinero.
121 . Rulo :
Machete largo .
122, Sarpuma:
Término usado en Darién para designar enfermedad
que afecta los pies de los caucheros .
122, $.en ;
Bebida alcohólica barata .
124, Segunda ;
Racimo de banano que el Selector califica inferior
a primera e bonche.
127. Selector:
Individuo al servicio
o comprador
11
de los compradores de banano,
mismo, que recibe el producto, lo
clasifica, para los efectos del precio, o lo rechaza,
aunque muchas veces se queda con él pero sin pagarlo.
126. Sin habla :
Aterrorizado, Pop mucho miedo.
127 . Soplado :
Con los testículos hinchados a causa de un esfuerzo
muy grande .
128 . Taparrabo :
Faja de lienzo de colores que el indio varón usa
para cubrir el sexo.
129. Tajaso :
Forma que dan al caucho, tendidos, para secarlo
rápidamente.
130. Toreen :
Racimo de banano que el Selector califica inferior
a Segunda.
131 . Tiempos:
Veces en que un comprador suscribe un número de
lotería fraudulenta .
132. Tola:
Apero de pesca
133. Tuca :
Trozo grande de árbol destinado al aserradero pasa
concretarse en madera .
134 . Tuquero :
Trabajador que derriba árboles para proveer a los
aserraderos
.
135 . Tumbadero :
Sitios donde se derriban árboles para sacar madera .
136 . Venga - venga :
Oración a la que se atribuyen efectos mágicos para
conseguir mujeres.
137 . Voticos :
Votos electorales .
138 . Voz de puerco :
Cambio de voz que sufre el niño al pasar a la adolescencia .
Manfer, S.A .
IAPARTADO 2018. PANAMA1, REP. PANAMA
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