3(1920)

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Organo de NuestraYenerable Orden Tercera de Ferrol
Dirección y Administración: Colegio de PP. MERCEDARIOS
71—
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j =JNIARZO 1920
NUIVI. 20
S
T5 M
_A_ 3R,
I0
Grandeza de San José, por Fr. Serapio Gonzä l ez Gallego.—Páginas
Mercedarias, por G. Herreros.—Carta abierta, por Juan.—Getse"
mani, p-m. Fr. P. N. Galle.—A María al pie de la Cruz, por Matilde Montero Dopico.—Las siete Palabras, por Jos d Rubi. —Batalla del Retama,
por A. S. .—Al
B
Monte de la Mirra, por Fr. Ameno S.Alt
B1anco.—M5 rzo, por Fr. P. N. Gai e.—Necrologia, por Fr . P.
Gite,—En la Mu
te de Mercedes Plä, por Matilde Montero Dopico.—Bibliografia. —Noti"
clas.—Suscripción para la iglesia de La Merced.
331-3,:e
GRANDEZA DE SAN JOSÉ•
gloria humana es algo parecido a nu estra propia sombra: cuanto más corr e
os--mostrael,náhuyd
otros, y cuanto más nosotros huimos de
ella, tanto más nos persigue.
Nadie ha huido tanto de la humana
gloria como los santos, y sin embargo
nadie ha sido tan honrado como ellos
en la tierra. Con las estatuas de Platón
y de Aristóteles adörnanse los salones
y aulas de institutos, universidades,
ateneos y otros ceniros del saber humano; con las de
Ilipócrates y Galeno embellécense las clínicas y acad emias de medicina y cirujia, en los museos de pintura Y
escultura encontraremos relieves alegóricos de Fidias Y
Praxiteles, Miguel Angel, Leonardo de Vinci, Rafael
Sanzio, Murillo, Velázquez...; las fachadas de los teatros
y grandes óperas estarán adornadas con los bustos de
Shakespeare, Lope de Vega, Tirso de Molina, Calderón de
la Barca, o con los de Mozart, Wagner, Rosini, Verdi; en
las plazas y grandes avenidas de las primeras capitaleS
del mundo nos encontraremos con magníficos monumento°
A
348
dedicados a héroes y sabios; colosales estatuas de bronce
coronando suntuosos y artísticos p edestales, en los que se
han puesto a contribución la industria, el arte y el genio.
Y el glorificado de una manera tan espléndida por la
sociedad será un Bayardo, un Gonzalo F. de Córdoba o
un Napoleón I; ya un O'Connell o un Bismark, ya en fin,
un Milton, un Dante, un Miguel de Cervantes, un Newton,
un Arago o un Képler.
Sin embargo la multitud pasa por delante de las efigies de esos grandes hombres con la más absoluta indiferencia. La mayor parte de esa multitud, ruda e ignorante,
que desconoce la historia, nada sabe de sus hazañas, de
sus libros o de su ciencia; por eso supone a esas estatuas
motivos de embellecimiento de la ciudad. El público culto
acaso las mira con un poco de curiosidad, tal vez dedica
un recuerdo de admiración al sabio o al héroe en ellas
r epresentado, pero de ahí no pasa.
Mas con las imágenes de los santos no se adornan las
plazas públicas, ni los templos de la ciencia humana y
caduca, sino los templos del Altísimo, y lo más íntimo del
hogar doméstico del creyente. Delante de las efigies de
los santos el vulgo ignorante, sin' saber muchas veces a
cuales representan, se descubre reverente: son las imäge •
nes de los grandes amigos de Dios, y esto le basta. Las
Personas cultas e ilustradas también se descäbren y postran ante ellas, y al mismo tiempo recuerdan las heroicas
v irtudes en que se distinguieron los santos en ellas represe ntados, por las cuales, haciéndose amigos de Dios, se
han hecho acreedores a la mas profunda admiración, amor
Y reverencia de la humanidad.
De modo que los grandes _de la tierra, buscando afanosos la gloria humana, la han encontrado pequeña, mezquina, y muchas veces mezclada de execración por sus
cr ímenes y vicios; y los santos huyendo de ella, ambicio
n ando la humillación y el olvido, han conseguido que la
hu manidad los encumbre sobre los altares de su Dios y
s obre el altar del corazón de cada creyente. Son los santos como la humilde violeta, que hace notar su presencia
Per la fragancia de sus aromas. La presencia de los san349
ii
u.
tos se nota siempre, por ocultos que estén, pues la fragancia de sus virtudes embalsama al mundo.
Y en efecto el santo que festejaremos'en este mes con
tanto amor y entusiasmo, no ha sido, en verdad, un sabio
de primer orden, ni un inventor notable, ni un audaz guerrero, conquistador afortnnado, inspirado artista o escritor
brillante; no ha figurado en el mundo sino como un pobre
y humilde carpintero. Y sin embargo ningún grande de
la tierra sera jamás honrado como el ínclito Patriarca
y glorioso San José. Sabemos que ha sido un gran amigo
de Dios, el mayor que después su Madre ha tenido en la
tierra, y esto nos basta para que le tributemos honores
superiores a los que se suelen tributar a los más altos y
encumbrados personajes.
El Cordero inmaculado, que debía ser inmolado en lo
alto del Gólgota sobre el ara de la cruz para la redención
del género humano, y para pacificar al hombre con • Dios,
debía ser de una pureza infinita, para que su sangre inocentísima y rubicunda, ut vestimenta calcantium in tor
culari, tuviese la virtud de lavar y purificar al hombre
horriblemente manchado con las impurezas del pecado.
Por eso nuestro Salvador, al vestirse de la fiaca e impura
naturaleza humana, apartó de si todo lo que aun remotamente tuviese visos de impureza, empezando por no querer padre sobre la tierra, naciendo de madre virgen, por
el más estupendo de los milagros.
Pero, si no quiso tener padre en la tierra, tampoco
quiso nacer de una madre desamparada de humano apoyo,
sobre la cual cayere la aparente ignominia de haber sido
madre sin ser esposa; por eso le dió un esposo, que, sir'
jamás mancillar su virginal pureza, fuese su apoyo,
salvaguardia de su honor. Ese varón privilegiado, escogido por el Eterno para aparecer en la tierra como padre
de su Divino Hijo, y para velar por la pureza de la más
grande y más bella de las criaturas salidas de sus manos,
fué el varón justo por excelencia, el castísimo y glorioso
Patriarca San José.
De modo que, a este santo, el Hijo del Altisimo llamó
padre, y su Madre santísima, la criatura excelsa, más
pura que los ángeles, más bella que los arcángeles, más
encumbrada que los tronos, en que toda la Trinidad
tenía sus complacencias, le llamó queridísimo esposo.
¿Necesitarnos más datos para formarnos una idea de la
grandeza de San José?
Y no sólo Jesús le llamó padre y María esposo, sino
que ambos estuvieron sometidos a sus órdenes. El Evangelio nos dice que luego que sus padres le encontraron en
el templo, después de tres días de haberlo perdido, descendit curn, eis, et venit 1Vazaret, et erat subditus
De modo que José tenía bajo sus órdenes al mismo Dios,
y a la más excelsa criatura que ha salido de sus manos
hacedoras.
¡Oh, la grandeza que esto significa para nuestro santo
no se puede expresar con el pobre y miserable lenguaje
humano; enseguida agotamos el léxico, y no hacemos sino
repetirnos sin haber esbozado ni un rasgurio de tan incomprensible grandeza! ¡Yo quisiera, lector amado, tener
ahora la inteligencia de un ángel, la sutil penetración de
un espíritu celestial de los que están delante del trono de
Dilos, y ven cara a cara su inmensa grandeza y su infinita
..hermosura, y así te podría trazar un cuadro con colores,
con tintes celestes y rasgos sobrehumanos de la grandeza
del más elevado de los santos, y tal vez conseguiría elevar tu alma a las misteriosas e impenetrables alturas del
empíreo, y enardecerla en el amor de un ser privilegiado,
que esta cerca del Cordero Inmaculado, cabe al trono de
Altísimo.
• Pero aunque sea con la pobreza de nuestro lenguaje
r espondamos a esta pregunta: ¿Quién es el Dios • que se
somete a las órdenes de José? Es un ser eterno e infinito
en todo género de perfecciones y atributos, que, para hacer un alarde de grandeza y de poder, con un 'solo acto
de su voluntad sacó de la nada 13Ds innumerables mundos
que giran sin cesar en los incomensurables espacios. Nada
sabemos al detalle de lo que hay en esos mundos de los
'cuales sólo nos llega un rayo de luz; pero en nuestro glo351
350
bo terráqueo sabemos, entre muchas otras cosas, que puso
un rey, al hombre, dotado de inteligencia, que es un rasguflo de su inteligencia soberana, con un par de ojos escudrifiadores y penetrantes debajo de una frente esbelta
y noble, capaz de conocerle y de amarle. Y quiso manifestar a este rey algunas chispitas de sus infinitos atributos; y para mostrarle algo de su grandeza puso delante de
sus ojos la magnificencia de los cielos, la inmensidad de
los mares, la profundidad de los abismos; para revelarle
de alguna manera el furor de su justicia, creó el rayo y
el trueno, y el horrible estruendo y fragor de la tempestad, y el huracán devastador que todo lo arraso; para esbozarle algo de su incomparable hermosura creó los pajarillos del aire, y la pintada mariposa, y los lirios del
valle, y las margaritas del prado, y las bellísimas y aromáticas flores que adornan el verde alfombrado de un
suelo de vegetación exhuberante y virgen; para indicarle
algo de la alegría infinita de que goza en su eterno seno
creó el murmurio de los torrentes, y los trinos del ave
enamorada, y los susurros de la brisa en el bosque, y los
arrullos de la palomica sin hiel, y los retozos del inocente
recental; y en fin, para manifestarle una partecica de su
infinito poder sacó de la nada todas esas innumerables
criaturas, desde el globo solar hasta la diminuta perla,
desde los inmensos mares, hasta la gota de rocío que brilla en el cáliz de la flor, desde el león que ruge en el desierto, hasta la diligente hormiguita que abastece previsora
sus granerosr
Y a este Dios hecho niflo ha tenido José en sus brazos,
y lo ha apretado contra su corazón, y lo ha colmado de
ardientes besos, y lo ha alimentado con el sudor de su
frente, y lo ha llamado Hijo, y le ha oído de sus divinos
labios darle el dulcísimo nombre de padre, ¡y le ha tenido
sujeto a sus órdenes!...
¡Qué grandeza incomprensible la de este santo! 1\1-o
podríamos decir del glorioso Patriarca San José lo que se
ha dicho de la Madre de Dios: que es omnipotente por
participación?
Acude a él, lector amado, en las supremas aflicciones
y terribles crisis de tu espíritu; no dudando un momento
de que tu oración será oida, y consolada tu afligida
alma.
FR. SERAPIO GONZÁLEZ GALLkao.
Páginas Merce arias
Una compacta multitud invadía la plaza de Aviñón en las
Pr imeras horas de la tarde de un día del mes de Agosto de 1336;
a quella multitud ávida de emociones, arrastrada por esa curiosid ad brutal que impele a las masas populares a presenciar todos
l os espectáculos que excitan fuertemente sus sentidos, rodeaban
Un patíbulo en el que un hombre iba a ser quemado vivo: ya el
ve rdugo avivaba con ayuda de grandes garfios de hierro los grandes leños apilados y reforzados con haces de paja para que el
ft..l ego fuese más vivo, ya el reo apesar de sus protestas de inocenia, de sus súplicas, de sus lágrimas, de sus invocaciones al Dios
Ju sticiero que veía su alma limpia del crimen que se le imputaba
er a arrastrado hasta la pira, cuando un religioso, cubierto con
bla nquísimo hábito en cuyo pecho resaltaba el rojo escudo que
Ja ime de Aragón diera a los hijos de la Merced como prenda de
S u real afecto a la Orden que la Reina del cielo le revelara, se
ab rió paso entre la muchedumbre que se apartó respetuosamente
buir mnrando con ese acento de admiración que praduce todo lo
gr ande y extraordinario.
iPaso, paso a Fr. Claudio de . Porta-Coeli!
Gracias a este sentimiento que su presencia produjo, el religi oso pudo llegar al patíbulo en el preciso momento en que el
Ver dugo y su ayudante cogiendo al reo por medio del cuerpo le
arrojaban con brutal violencia en medio de las ll amas que se
ele vaban con terribles resplandores häcia el cielo.
, Un alarido terrible salió de todos los pechos mientras Claudio
u, e P orta-Coeli elevando sus ojos y sus manos al cielo con acento
1-nde scriptible que dominó aquel alarido de terror, gritó:
—15
352
333
a-
—¡Madre mía Santísima de la Merced! ¡Este hombre es inocente! ¡No permitas que perezca!
Un silencio pavoroso se hizo en la plaza, silencio al .q1-1(
siguió una aclamación estruendosa, entre la que sobresalió esta
palabra pronunciada por miles de bocas:
—¡Milagro! ¡Milagro! ¡Es inocente! ¡Milagro! Y todos avellos pechos palpitaban con violencia, todos los ojos sentían la s
lágrimas acudía a ellos, todas las manos se unían instintivament(
en ademán de orar.
Las llamas en vez de devorar aquel cuerpo arrojado en medio
de ellas le habían rechazado, lanzándole a gran distancia hasta
los mismos pies del Mercedario que levantó al infeliz medio desvanecido. María Santísima a la voz de su hijo salvaba a aquel
hombre proclamando su inocencia y aquella multitud, ávida poc(
antes de presenciar su muerte y los mismos jueces que dieron la
sentencia llevaron al reo en triunfo en compañía de su liberta'
dor hasta el Convento de la Merced en que ambos se refugiarot
para huir del entusiasmo popular.
II
—Y bien, hijo mío, ya estais repuesto, decía poco despué
Fr. Claudio de Porta-Coeli a su libertado que en la portería de.
Convento había sido objeto de cariñosos cuidados por los religiosos. •
—SI, padre, gracias a Vos, ya revivo.
—Gracias a Nuestra Madre Santísima; .Ella y solo ella le
salvado.
—Y si vierais, Padre, qué poco merecía yo esta protección
soy inocente del crimen de que me acusan, sí; pero en cambi(
qué ingrato...
Fr. Claudio hizo callar al cuitado con un gesto lleno de bon.
dad. Es tan misericordiosa nuestra Madre, hijo mío, dijo dulce.
mente; que no mira la gratitud de aquellos a quien concede su
mercedes: yo mismo soy una prueba de ello: En mi juventud y(
no quería reconocer la excelsitud de esta Orden celestial, dec-D
que los Padres de la Merced solo servían para enriquecer a lo!
moros enemigos de Cristo y un día que unos Padres de esta Or'
den Redentora llegaron a mi casa solariega les mandé -arroja:
de ella...
—¡Vos, Padre mío! dijo su interlocutor asombrado.
—¡Yo mismo! Y de este medio se valió María Santísima par'
llevarme a sí.
—¿Y cómo fué?...
354
—Voy a referíroslo, hijo mío, para gloria de mi ¥adre y confusión de Mi iniquidad: Aquella misma noche, tuve un extraño
sueño, me hallé en un hermoso y dilatado valle a cuyo fondo
.sobre alta_ y soberbia montaña se alzaba una fortaleza, un terrible..
escuadrón armado de alfanjes y llevando pesadas cadenas para•
aprisionarme venía en mi seguimiento; con esa angustia que
causa toda pesadilla yo corría, corría sin aliento y cuando mis
p erseguidores iban a darme alcance, por un suptemo esfuerzo,
conseguí pasar el puente levadizo y llegar a la entrada del castillo en cuya puerta, hermosa, resplandeciente, se alzaba una imagen de Nuestra Santísima Madre, teniendo a sus pies dos cautivos
libertados, y mis ojos deslumbrados leyeron estas palabras sobre
la puerta de la fortaleza «Irme est Porta-C(21i» llamo angustiado a
la puerta, temiendo que mis enemigos me dieran aún alcance y
una voz severa me respondió. «Esta puerta no se abre a los que
cierran la suya a los pobres de Cristo».
El religioso 'se detiene un n'omento para limpiar su frente en
la que brillaban algunas gotas de sudor, mientras por sus mejillas enflaquecidas por la maceración y el ayuno corrían lágrimas.
, —Volví a llamar, siguió al caho de im momento, con voz
t emblorosa como si aun viera ante sí la puerta salvadora cerrada:
lloré, insté, pedí perdón prometiendo cambiar de vida .y la misma voz volvió a sonar diciendo: «Da prendas de tu palabra».
Entonces Me arranqué mi ceñidor de seda y mi anillo de oro y
los puse a los pies de María...
--Y entonces se abrieron? preguntó ansioso su interlocutor.
—Entonces, volví en mí y me halle en mi lecho.., pero no
e ncontré ni mi ceñidor ni mi anillo de oro que IleVaba en el dedo
al dormirme.
—¿Y qué hicisteis entönces. Padre mío? •
—Corrí al Convento de la Merced y confesando . mis enormes
culpas pedí el santo habito.... No lo merecía, ¿verdad? pero María
Santísima quería mi salvación. Ella Como Madre amorosa velaba
Por mí, absuelto de mis culpas me fué impuesto este habito bendito en presencia del Obispo, de todo el Cabildo, nobleza y pueblo, admirados de la gracia infinita que la Santísima Virgen
hacía a; quien tanto había despreciado su sagrada Orden.
Ya veis hijo ' mío, cómo las Mercedes de Maria se extienden a
t odos, amigos renemigos... ¿cómo nó si es Madre de Misericordia? si Vos, habeis sido ingrato con Ella, sed desde hoy agradecido siervo... ¿qué hombre rechvará el cariño de una Madre?
—10h., Padre mío, teneis razón yo desde hoy, hago vo. to de
:11
355
resignarse al papel de víctima, y aun cuando pienses me vendría
tu carta como pedrada en ojo de boticario, tuerto y todo, te mando estas líneas, aceptando la batalla; pero nó donde tu quieras,
entendä,ffionos, sino -donde a- mí- nw convenga.
No, es cierto, querido, que yo abomine del progreso moderno;
y vaya por delante esta rotunda negación, que presume dé en
tierra con toda la aparente y abrumadora fuerza de tus silogismos,
los Cuales pretendían nada menos que cogerme en flagrante delito
de Contradición entre mis ideas y las manifestaciones todas de mi
vida. Lo que pasa es que, por acá, sabemos distinguir entre las
esencias, y los accidentes de las cosas, y no creas que voy ahora a
largarme con un .tratalo de Filosofía; por desgracia sé de sobra
que estas cosas resultan dernasiado pesadas a la generalidad de
las gentes, y a pesar de que te hago la justicia de seleccionarte
del ;, vulgo, que decía Horacio, con todo, creo no te haría buen
estómago ver en mi carta cosas que más bien pareciesen disquisiciones robadas de algún capituló de Lógica- Fundamental. No
obstante, .me reservo decirte en ocasiones sucesivas que: el verdadero progreso y perfeccionamiento de la sociedad, no consiste
precisamente, a mi modo de ver, en esas manifestaciones grandiosas, quién lo duda, de la inteligencia, Penetrando comm su mirada, reflejo de la mirada divina, en los secretos de la naturaleza,
sondeando la profundidad de los abismos, surcando en todas direcciones el inmenso cielo y trasmitiendo sus impresiones, casi
con la velocidad de las ideas mismas, a través de todos los medios; sino principalmente en el progreso moral y ético, ya. que en
esto estriba la felicidad, fin último . y razón de ser de la vida del
hombre. Y, amigo mío, el amor, esa chispa de la bondad divina
que centellea en nuestros corazones,S que es esa misma felicidad,
lo has visto muchas Veces erguirse puro y radiante sobre la miseria de la vida terrenal, corno la inmaculada flor brota y crece
sobre la podredumbre que alimenta su raíz; y en cambio-, lo has
visto huir infinitas veces también, de la fastuosidad mundana,
no apróvechada, triste es confesarlo, mas que para zaherirlo con
sus refinadas comodidades de aparente hermosura y brillo
seductor.
Yo quisiera que nuestra charla se mantuviera siempre serena
en las alturas de la especulación y de la hipótesis, pero si gustas
de ejemplos prácticos, no importa; sobre ellos haremos anatomía
de estas cosas, y a la acción de nuestro escalpelo, someteremos a
Yanquilandía, a la apocalíptica Albión etc. etc.
Consérvate bueno y adios.
•
servirle con todos mis bienes y familia, tengo mujer e hijos,
sino...
qué? Tambien en el mundo necesita defensores y padres
amantes que velen su honra - y canten . sus glorias; nosotros, los
que vivimos en su casa somos los hijos predilectos... Ella nos escuda bajo su manto de pureza, pero , los que luchais en et mundo
sois también sus soldados, en lucha perpétua, fuera de las mura
Ras de su fortaleza... pero no temais, el manto de ' María cobija
el mundo entero pues que el sol la viste, las estrellas la coronan
y la luna le sirve de pedestal: ánimo pues, hijo mío, y ahora id
a tranquilizar a esa mujer y esos hijos que no vivirán hasta que
os tengan al lado. Y el Mercedario procurando sustraerse a las
protestas de su libertado le acompañó hasta la puerta del Convento.
Una mujer llorosa y tres pequeñuelos permanecían en el dintel sin atreyerse a llamar.
Al ver al religioso en compañía de aquel a q-uien salvara de
tan prodigiosa manera, la mujer y los niños cayeron de rodillas
cubriendo de besos y lágrimas el borde del blanco habito del hijo
de la Merced.
Este, profundamente conmovido impulsó dulcemente a su
protegido hasta los brazos de su esposa mientras decía:
—Id en paz, hijos míos, y sed muy devotos de nuestra Madre
Santísima.
•Y elevando su mano enflaquecida sobre sus cabezas, trazó en
el aire la señal augusta de la cruz.
JULIA G. a HERREROS
Terciaria de la Merced
000
CARTA ABIERTA
Amigo Perico: Recibí tu epístola retadora. En ella te apresuras a tomar posiciones, que seguramente juzgas ser las más
adecuadas desde tu punto de vista, y no vacilas en colocarm e en
resbaladizo plano, regocijándote Con aires de triunfo, viéndom e ir
a pique sin defensa posible, y sin otro asidero que el maltrecho
de mi pobre intelecto, cautivo y aprisionado por la fuerza de tus
argumentos. Pero, amigo mío, como comprenderás, no es fácil
JUAN.
1:1
357
u.
356
g
AdIUMIHIU1H111111111111111111111111111111n1filuimulmilimulfilMmumimmummiHm1111111H11111111111MIIIIIHMIIIIMUMIIIIIIIHIninlytniflIfill0111,0"I'
E
0-MrTSM1ÆA_INTI
Los cielos enviaban/u- ice claridad, fulgurando los astros con
brillantísimos reflejos/ e:débil y perfumada brisa mecía las ramas
de los olivos y terebintos que se inclinaban semejando un quejido oculto en medio del follage. Todo parecía envuelto en un
manto de tristeza, como si la naturaleza presagiase las amarguras
del Corazón de Cristo en aquella noche.
Los Apóstoles duermen, mieniras el pérfido Judas rodeado de
una chusma pasa el torrente Cedrón y se acerca cautelosamente
al huerto...
Jesús está solo.. , se postra en tierra y junta su rostro con
E-
1
E
5
5
S
5.11
e
Getsemani
e
ella.:. está abrumado con el peso de nuestras iniquidades...
De pronto se estremeció el Señor, tornóse lívido sil rostro y
su mirada llena de angustia está fija en el cielo...
Ve ya... los azotes, las espinas, los clavos,- la cruz...; siéntese
arrastrado por la soldadesca, acusado ante los jueces, escarnecido
por Herodes, azotado en el Pretorio, vestido de púrpura irrisoria
y coronado con horrorosa corona de punzantes .
espinas; oye los
gritos de la peble que pide su sangre, la sentencia del juez . que le
c ondena, los pregones públicos que van propalando su afrenta y
los gemidos de las mujeres que riegan con lágrimas las ensang rentadas huellas que deja en su camino.; contempla su cuerpo
de scoyuntado, dolorido, levantado en alto y pendiente de duros
c lavos, sin hallar otro alivio en su agonía que los escarnios de
los sacerdotes; la hiel de los soldados y el triStisiMo desamparo
e n que le deja: su Padre...
Tras aquellos enemigos que persiguen su cuerpo mortal ve
' cl aramente Jesús a la multitud de almas que han de perseguir su
cuerpo místico; ... capitaneados por Judas que arroja a su divino
r ostro las treinta monedas de plata, los herejes, heresiarcas...
Pe cadores de todos los tiempos que 'vamos arrojando a su angustiado rostro el cieno inmundo de nuestros pecados...
5
e
de
358
439
tristísima! ¡Oh Getsemani! ¡Quién pudiera ver lo que tu víste!...
La voz de Dios que extremeció el Paraiso buscando al hombre
caido «Adán, " dónde estás? ¿Dónde estás humanidad?... esa voz
resuena de nuevo, y más poderosa aún, entre la enramada de
Getsemani. ¿Dónde estás humanidad?.., y entre las sombras de la
media noche, jesús agonizante. abatido rompe el silencio de los
. siglos y en nombre de la humanidad calda responde:
AlMas inmortales revolcándose torpemente en el lodazal de la
carne y de sus brutales apetitos... la cruel codicia del oro vendiendo en público mercado las vidas y las conciencias... la humanidad ciega, esclava, en-vilecida, postrada al pie de nefandos
altares... .
Ve a Satanás que recorre el mundo sobornando las conciencias, endureciendo los corazones, corrompiendo los cuerpos -Y
engañando alevosamente las almas... y Satanás es seguido y El
que es el amor no es amado, está . solo, olvidado. desconocklo..•
y entonces contempla su sangre divina profanada por los ingratos, su pasión y muerte ineficaz para tantos, sus dolores y afrentas avivando los eternos tormentos de los réprobos...
Alli estaban presentes todos los delitos que ha cometido, .comete y cometerá cada uno de los hombres pasados, presentes
y por venir .. •
Derribado en el suelo..: anegado en un mar de angustia s y
tristezas, apenas _ puede levantar su cabeza para mirar al 'cielo
pidiendo misericardia... su rostro esta lívido, lágrimas abrasadas
corren por sus mejillas.., es el Corazón enamorado de los hombres que ve .a los hijos de su amor devorados por la fiera insaci a
-bledpcao.
La sangre corría por aquel rostro divino hasta llegar a enea'
par la tierra—. gemidos y sollozos se escapan de su pecho y levantando su mente en ardorosa oración clama:
«Esa humanidad soy yo«, «Ego sum»
FR.
P. N. GATTE
«Triste está mi alma hasta la muerte»
«Padre, si es posible traspasa de mi este caliz»
.•
los Apóstoles siguen durmiendo mientras el traidor capit aneando a unos malvados se acerca al huerto...
¡Oh árboles frondosos, a cuya sombra se cometió el más
horrendo (le los atentados! ¡Oh torrente Cedrón, cuyo rítmico
movimiento en medio de la soledad de la noche fue escuchado
por el Divino Jesús! ¡Oh brisas murmuradoras de aquella noche
y
z:
361
460
4.
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A María al Pie de la Cruz
Esta es la madre más triste
de todas las tristes madres
a quien, cuando muere un hijo,
no queda en el mundo nadie.
Muere Jesús inocente
y, en la cruz agonizante
agudas lanzas y clavos
hacenld derramar sangre;
agua en so agonía anhela
y en sed tan inaplacable
fieros, sin piedad, sus hijos
le ofrecen hiel con vinagre.
Resignado Jesús muere
porque al precio de su sangre
quiere favar de sus hijos
las faltas imperdonables,
y en las últimas' palabras
que eleva al Eterno Padre
dice: «Perdón, Padre mío,
pues no saben lo que se hacen».
María triste, afligida,
sintiendo el dolor de madre
que ve al hijo moribundo
en una cruz infamante.
con las sienes taladradas
por las espinas punzantes;
con pies y manos abiertos
por el hierro penetrante
y herido el tierno coStado
que la dura lanza abre,
desolada, yerta, sola
vertiendo llanto a raudales
y abrazando la cruz, besa
los pies del frío cadáver
que de ella pende; el del Hijo,
que lloran cielos y mares,
que lloran tristes las fieras
en el bosque impenetrable
y con blanda queja lloran
entre el ramaje las aves.
¡Pobre Madre! ¡espera sólo
que al Hijo de la cruz bajen!
Y cuando, con un sudario
lo envuelven para dejarle
en un sepulcro de piedra,
allí quisiera quedarse
por no apartarse del Hijo
a quien llora inconsolable.
Y afligida, dice entonces,
y con voz que temblar hace
a la tierra conmovida:
«Ved si habrá en alguna parte
dolor que igualarse pueda
a este dolor, que es de madre!»
F.
11:
Concédeme, Madre mía,
por pena tan penetrante,
que tu corazón traspasa
como un acerado sable,
que de mi alma las heridas
la sangre de tu Hijo lave.
MATILDE MONTERO DOPICO
Terciaria de la Merced
oalo
sglErrEl
Es la hora solemne de la Redención. El pueblo hebreo cree,
o mejor dicho quiere hacer creer a ;su intranquila conciencia, que
el fantasma de ..Nazareno ha desaparecido para siempre de sobre
el haz de la tierra.
El Cristo con San Juan y la Virgen
1 111
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11 1 1 1 1
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El Hombre ha sido escarnecido, inhumanamente atormentado; al insulto y al tormento ha seguido la cruenta peregrinación en que el cuerpo necesariamente se rinde y se agota. ¿Qué
energías pueden, pues,- (Fe -lar, en el C.311ept3 de aquellos impíos, para resistir, la horrible pena de la Crucifixión? Ciegos ante
la Luz, sordos a la Voz de la Verdad, los judíos esperan que apenas alzada la infamante Cruz desaparezca tbda huella de Aquel
que predicó lo nunca oido: El Amor de todas las criaturas.
Mas ¡Ah! en su locura ciega no pueden vislumbrar que de
Aquel cuerpo exánime han de brotar aun las sagradas palabras,
las cuales formando, el resumen de toda la doctrina por Cristo
predicada, habían 'de hallar eco en los mundos para que probasen
con su eterno dominio de las generaciones, que era el Eterno Dios
quien las lanzaba, .. se necesitaba que aquella petición al Padre no desvirtuara ni por
un momento la misteriosa unidad de la Trinidad Santísima, y
como afirmación de esta unidad, Jesús pronuncia la segunda palabra: En verdad te digo, que hoy serás conmigo en el Paraíso. Ante
el acto de fe del buen ladrón, revelado en aquella fi rme súplica
que nace de su boca: «Señor, acuérdate de nií cuando estés en tu
Reino» el Redentor pone de relieve su omnipotencia y manifesta.ndo plenamente su poder, habla, no ya como Hijo que demanda una gracia al Padre, sino como Verdadero Dios, que por sí y
ante sí puede otorgar el premio y el castigo, inclinando como en
su Vida toda, la balanza del lado de la Misericordia y otorgando
con firmeza el más sublime de los premios a la que fué la más
e mpedernida de las almas, que iluminada por la luz directa de la-,
Gracia, abjura de rus errores en el postrer momento exclamando:
« Señor, acuérdate de mí cuando estés en tu Reino».
Perdónalos, Señor, que no saben lo que se hacen.
•
He aquí el apóstrofe, la venganza, si cabe la palabra, con que
el Salvader quiere tomar satisfacción de las innúmeras injurias
que ha recibido. Qué comentario poner a esta sublime prueba
de Amor? Podrá, la Historia mostrarnos las muertes más injustas,
podrá ensefiarnoS la firmeza de un sabio que en defensa de una
idea pierde la vida, que con su sola abjuración científica le han
de perdonar sus verdugos; podría hasta encontrarse un ser que
en su agonía perdonase a sus asesinos esperando en una justicia
más alta que la de la. tierra; pero sentirse calumniado, escarnecido, recicir el más infame suplicio, ver el abandono de un mundo por el que muere y en la suprema hora, en el angustioso
momento de la muerte, pedir a la .Eterna Justicia el perdón de
los mismos que le torturan, perdón que no hay poder alguno,
que una'vez concedido, pueda revisarlo. ¡Ah! ese acto de amor y
de ternura no puede brotar del alma del sabio ni de la del héroe,
tan solo un Ser puede proclamarlo: Dios.
Es verdad te digo, que hoy
Sed tengo
Las manifestaciones grandiosas de la Divinidad han llenado
los espacios: La Humanidad se postra, anonadada, ante la magnífica figura del Crucificado. Sin embargo ¿será: posible que deslumbrada aquella por los resplanddres de lo sabrenatural cambie
en admiración el dolor que debe sentir al considerar los sufrimientos del Cordero de Dios? No, la Infinita Sabiduría, eterna
conocedora del corazón humano sale al encuentro del desvío y
encauza los sentimientos del hombre con aquella exclamación de
angustia: «sed tengo». La augusta figura de Jesús que en sus dos
primeras palabras nos transporta a las regionés de lo Infinito,
vuelve a mostrarnos la realidad, llevando a nuestro espíritu la
sensación de angustia experimentada por Aquel Divino Cuerpo,
que abrasado por los tormentos del martirio nos enseña con su
e xclamación que todo el sufrimiento, que los humanos pueden
c oncebir tiene 'asiento en El, donde en aquel doloroso momento
radican todas las torturas de la carne sobrellevadas con la resignación que Inspiran todos los actos del Justo.
serás conmigo en el Paraíso.
Había hablado el Hijo; al solicitar del Padre el perdón de sus
enemigos .poníase de manifiesto la infinita Caridad de Cristo, se
había realizado una prueba más del origen divino del Salvador y
quedaba estampado un nuevo ejemplo para la Humanidad predicando el perdón para los que nos ofenden; pero era preciso más,
Mujer, he ahí a tu hijo; hijo, he ahí a tu Madre
La figura visible del Redentor se aleja del inundo, va a desa parecer de la tierra aquel Ser que se hizo carne para que los más
h orribles padecimientos hicieran presa en El, dando así satisfacción a la Justicia Divina por las injurias que de continuo recibía
•
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365
de los hombres. Y en aquél momento de desolación y llanto ¿va
a quedar incompleta la obra Divina, que de no asignar a María
otro papel que el de Madre del Salvador, una vez vuelto Este a
las eternas regiones de lo Infinito quedaría en la tierra corno un
pasado sin explicación. .presente ni futura? Imposible. El Verbo
- hecho carne, presto ya a abandonar el mundo mortal, manifiesta a la humanidad de un modo tácito y conciso la corredentora
misión de su Madre Inmaculada, y cuando la tierra va a sumirse
en tinieblas, cuando los hombres van a quedar desorientados ante
la inmensidad de los acontecimientos, Cristo amplía la maternidad
de María, ro limitándola a haber ejercido las funciones de Madre
del Unigénito, sino ratificando la Divina palabra que allá en los
remotos tiempos salió de los Augustos labios del Señor: «Una
mujer quebrantará la cabeza de la serpiente». Y erigiendo a la
Virgen en Madre de todos los hombres eterniza su personalidad,
dando con ello, en cierto modo por terminada su obra exterior
de Redención, ya que en las palabras que aun ha de .exclamar,
brilla más íntimo recogimiento, ejemplo de muertes, que una
relación directa con lo que le rodea.
Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?
Momo..
Nuevamente el Divina Maestro nos pone de relieve los inmensos dolores de su Cuerpo; así como después de la manifestación de
su omnipotencia al conceder la Gloria a Dimas, recuerda la existencia del Hombre en su sed insaciada, del mismo modo una vez
relevada la Humanidad de su triste orfandad al concederla por
Madre a su propia Madre, vuelve a señalarnos que todas las cualidades de la carne le acompañan en todos los momentos de su
pasión, para probar una vez más que su ejemplo es imitable y
como comprobación de los acerbos dolores que experimenta, lanza
esta exclamación de desaliento, que ha de formar al momento un
sublime contraste con las palabras subsiguientes mostrándonos
el triunfo de la Gracia sobre las flaquezas de la carne.
Todo se ha consumado
La Redención está terminada. De los labios del propio Redentor lo escucha absorta la Humanidad «Todo se ha consumado».
Todas las profecías encontraron exacto cumplimiento. Aquella
sed de justicia que en el ambiente flotaba, ha quedado satisfecha
con el cruento Sacrificio del Inocente Cordero. ¡Momento solem-
ne del que únicamente recogiéndonos en nosotros mismos pode-
mos vislumbrar los destellos! Con una expresión de indefinible
dulzura Jesús ha terminado la sublime obra. La faz del Salvador
se cubre de un nimbo de aurora, que al destacarse en la oscuridad de las tinieblas nos dá la sensación del contraste que en
aquellos augustos momentos se desarrolla entre la tierra y las
regiones del «más Aquí todo tristeza, desolación, luto;
allá todo alegría, entusiasmo y regocijo. Al resollar por los espacios de los mundos la Divina palabra, tantos siglos esperada,
c onmuévense las eternas regiones, mostrando en todo su esplendor la magnificencia de los ámbitos celestiales, ábrense las puertas que el ominoso pecado original cerró un día y millones y
millones de almas regocijanse en sí mismas contemplando llegado
el momento de ver a Dios como premio a las virtudes que tantos
Siglos 4tris desarrollaran en la tierra. Y al tiempo que aqui abajo
ruge el huracá.n y brama el trueno escúchase en la Eternidad el
coro de vítores y alabanzas con que los Santos Padres, los Profetas, los: Patriarcas, los perseguidos, los Justos.., todos los Bienav enturados saludan .la nueva aurora que para ellos luce al cumplirse la consoladora profecía de que el Mesías, nacido de la tribu
de David, había de redimir al mundo. Y bo son solo los•que fuer on sirle los que son y los que han de ser los que en aquel momento forman inefable armonía con su Hossanna al Rey de los
Cielos, qué regresa a sus eternas mansiones después de haber
r edimido al género humano, después de haberle dado lo-que fuera
de sí mismo podía querer más, su propia Madre y . después por
último de haber realizado el acto de más sublime Amor del más
g eneroso desprendimiento entregándose por completo y eternamente a la Humanidad en aquella augusta cena, síntesis de todas
l os más inefables misterios •
En tus manos encomiendo mi espíritu
Terminada la misión de Cristo en la tierra, como Él afirmó
en la anterior palabra, pudo efectuar en silencio el tránsito de su
a lma al Cielo, mas este hecho no estaría conforme con su .vida
t oda, pues no obstante mostrar en todo momento los destellos de
s u Divinidad, no abandonó en ningún instante su carácter de
H ombre, para que aquella Vida, todo perfección y virtud fuese
el más vivido ejemplo que había de inspirar la vida de los hombr es. Como hombre nació, como hombre vivió y carne de nuestra carne constituyó la envoltura de su Divino Espíritu. Era pues
l ógico que el último momento de su muerte fuese también el
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367
su
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5.
que había de ser ejempla de la muerte de los justos. Por eso terminada la obra que en su infinita sabiduría concibió el .Señor,
se despide de la tierra mostrando el único modo de alcanzar el
Cielo que momentos antes acababa de abrirnos, enseñándonos
que una vez hecha la liquidación de ' nuestra vida con arreglo a
los eternos mandatos de su Sagrada Ley, precisa aún poner nuestro espíritu en Sus manos, en manos del mismo Cristo que al
abandonar la tierra, se despide para recibir en el Cielo a todos los
que con inquebrantable fe le sigan y le invoquen exclamando:
«Segor, en tus manos encomiendo mi espíritu».
JOSÉ Rum
Comandante de Ingenieros—Terciario de la Merced
5
ene BATALLA DEL NETA/v‘AL
(10
El Santo Cristo de Limpias
de Marzo de 1469)
Después de muchos temores a las frecuentes acometidas de
los moros que desolaban los paises cristianos, sembrando el esp anto y la confusión más horrorosa en nuestro territorio, Y comp rendiendo los felices resultados que al arrojo y valor personal
o torgaba la Madre de Dios y el glorioso Apostol Santiago, fiaban
más nuestras huestes en el auxilio del- cielo, que en su e armas y estrategia. Un caso entre muchos nos lo pondAi de mani fiesto. Era por el ' año de 1469, a primeros de • Marzo. 'Sin atender a pactos y. alianzas la morisma invadía nuestros campos y
como el fuego que consume las mieses . destruían nuestros tem
Plos y nuestros hogares en el último esfuerzo de' su invasora
c odicia. Las noticias recibidas en Cazorla no podían ser más
de sagradables, por lo que D. Lópe Vázquez • de Acuña, Conde de
I- Liendía, reuniendo gente de a pie, y de a caballo en . número de
set ecientos guerreros esperaba día tras día la arremetida de AboMelich, Príncipe de Marruecos, que capitaneaba un ejército de
n uey e mil agarenos.
Reinaba en Castilla a la sazón Enrique IV de quien poco se
Podía esperar, y en Granada Muley-Albohacen que mucho se
h acía temer. La tarde del 9 de Marzo pasáronla en las inmedia-
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368
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ii
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dones del Convento de la Merced entre cántigas sentidas y férvorosas loas a Santa María. El temor se iba desvaneciendo y los
rumores y conversaciones de los animósos cristianos auguraban
la más completa victoria. Sonó el clarín, y a una indicación de
D. Lópe entraron en nuestra Iglesia los 'infantes y gin etes, y a
campana tañida bajaron al templo a recibir la • sincera confesión
de aquellos valientes guerreros los santos sacerdotes mercedarios.
Muy pasada ya la media noche cuando se terminó aquella escena
conmovedora. Al amanecer del día diez recibieron aquellos
heróicos escuadrones la Sagrada Comunión de manos de los
religiosos dA la Orden, después de oir la Santa Misa. Hecha la
señal y puestos en orden de batalla, salieron los setecientos cristianos al frente de I). Lópe, llevando el estandarte de la villa
Fray Juan García de Burgos, Vicario del Convento.
El doctor Fray Alonso de la Laguna, Comendador de Cazorla
se había quedado en la Iglesia con su Comunidad orando delante
del Santísimo Sacramento, con los ancianos, mujeres y niños
que no podían pelear.
Cuando nuestros soldados divisaron al, ejército enemigo y sus
innumerables tiendas de campaña, después de entregar Fray
Juan el estandarte al alférez Juan de Jorquera al grito de ¡Ave
María! ¡Santiago! y ¡a ellos! aGometieron con . valor, trabándose
una espantosa batalla.
Cuando más encarni7ada era la lucha vieron Moros y Cristianos en el Cielo a una graciosa y bellísima princesa vestida de
blanco a quien seguía a caballo un apuesto guerrero. La Señora
parecía la Virgen de la Merced y el guerrero el. Apostol Santiago,
corno estaban ajustados en el retablo del ConYento.
Itnimados los nuestros siguieron el alcance de los enemigos
que atemorizados por aquel prodigio se dieron a la fuga quedando
desbaratados por completo. Y a los cuatrocientos ginetes moriscos
• que se habían esparcido por la campiña para cautivar la gente
los ganados, armaron ingeniosa emboscada en la que cayeron,
rindiendo todo el botín. Los despojos que se ganaron fueron trece
banderas, muchas armas blancas, infinidad de lanzas y gran 'cantidad de joyas de oro y plata, todo lo cual el mismo día que fué
viernes, rindieron a Dios, a Nuestra Santísima Madre de la
Merced y al Apostol Santiago en la Iglesia de nuestro Convento
de Cazorla que solemnizó con jubiloso Te-Dem de acción de
gracias, tan señalada victoria.
A. S, B.
Al Monte de la Mirra
LIBRO PRIMERO
En que se declara qué sea este declinar el día al que sigue la
noche obscura del alma, y que es necesario pasar por ambas para
llegar a la bienaventurada unión.
CANCIONES
El día declinaba,
el sol tras de los montes se escondía,
todo en silencio estaba, •
y ya nada se vía,
y el valle de tinieblas se cubría.
Sentí las centinelas
cerrar las puertas, alzar el levadizo,
y coMenzar las velas
donde conmigo se hizo
mi Amor por vez primera encontradizo.
A solas, sin testigo
subí al adarve, me asomé a la almena,
• allí atisbé al Amigo;
la noche era serena
y ausencias me avivaban más la pena.
Por entre la enramada
avanzaba con noble compostura;
en la puerta sagrada
he visto su figura,
sus pasos denunciaban su hermosura.
Porque, sobre las huellas
que en pos dejaba, nacían azucenas,
y .violetas bellas,
y de entre 'las arenas
brotaban lirios y nardos y verbenas.'
eU
Paróse. en los umbrales
llamando varias veces a la ahlaba,
sonaron atabales...
y mientras aguardaba
por entre los canceles me miraba....
Rindiéronle homenaje
las guardas que defienden el castillo;
por el blanco ropaje .
• majestuoso y sencillo
sin duda conocían al caudillo.
Con ademanes suaves
me llamó a Sí; y de la fortaleza
me entregó las llaves...
- y con delicadeza .
reclinando en mi pecho su cabeza, •
• • Me recordaba el día
en que juntos bajábamos al llano,
de cuanto le decía
c fi ando me d iö la mano »
a la apacible sombra de un manzano.
Y con dulce concierto
me hablaba de la viña y fiel granado,„
y del ameno huerto
que El mismo había plantado , .
del trigo más hermoso y regalado.
Y del risueño suelo
regado por las aguas cristalinag
de un límpido arroyuelo •
que al besar las espinas
las cambia en flores bellas y divinas.
De Cuando apacentaba
el hato, sesteando en el tomillo,
y en pos de mi lo guiaba,
ocultando su brillo
disfrazado de humilde pastorcillo.
Y en el florido prado
tenía en contemplarrnd sus delicias,
y en estar a mi lado
entre blandas caricias
que 'de inefable paz eran primicias,
1)e cuando me cantaba
endechas en las noches del estío,
y triste se ausentaba
cubierto de rocío...
y me decía: adios, queda, amor mío!...
El día declinaba
el sol tras de los montes se escondía
todo en silencio estaba
y ya nada se vía,
y el valle de tinieblas se cubría.
CAPÍTULO PRIMERO
En que se declara la Canción.
Muy afectuosamente el alma enamorada refiere en las estancias de esta canción la inenarrable dicha e inefables mercedes que
el Señor le otorgó, previniéndola con su gracia, guiándola a la
bienaventurada soledad, hablándole en el silencio y sosegada
quietud, dándole esfuerio para pasar a través de la noche obscura,
y en fin, consolándola para desasirla de todas sus desordenadas
aficiones. Para lo cual se ha de .advertir que para llegar el alma
a esta total desnudez y desarrimo de las criaturas y a unirse a
Dios, ha de pasar por este declinar el día, y caminar a obscuras
y de noche, a cuyas tinieblas dan los teólogos místicos el nombre
de purgación o purifiCación del alma.
Este declinar el día es el prevenir de las inspiraciones de la
gracia, y el amortiguarse la parte sensitiva en el ánima que, entrando en la soledad y. silencio, luego empieza a sentir alivió y
desaliento, inquietud y reposo, tedio y gozo, alegría y tristeza,
odio y amor, abstracción y fuga, muertey vida; no por la soledad y silencio en sí mismos, que estaS"doS cosas no le dieran
cuidado, antes le alegraran, si fuese de día, más por ser ya de
noche; y a esto llamamos purificación espiritual. Aquí libre el
alma de la confusión de sus desatinadas cogitaciones, y llena de
santa confianza se presenta delante de Dios para. invocarlo y contemplarlo, y entonces en la tarde amanecerá una como luz de
mediodía y cuando se vea más a obscuras renacerá brillante como
luz del alborada que ilumine todas sus sendas.
Y así como en el discurso del día se suceden unas a otras las
horas sin advertencia actual nuestra, por sernos desconocida la
naturaleza íntima del tiempo, así, casi sin advertirlo, viene a hallarse el alma a solas en el silencio consolada por estas mociones
divinas al declinar el día, que es, un a.ntecedor la purgación del
sentido y un amortiguarse los apetitos interiores y exteriores, los
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373
cuales sosegados y quietos permiten al alma entrar en la . resplaudeciente noche de los misterios divinos.
Porque, juzgando el Señor como a obscuras, no podrá el alma
subir a la verdadera contemplación no estando sosegado el apetito'
sensitivo, del mismo modo que no es de noche hasta que el póstrer rayo del sol desaparece del horizonte, ni. llegar a Dios por
actos anagógicos . no estando biefi purificado el entendimiento, y
bien dispuesto el afecto de hi voluntad, porque el Sumo Bien no
es visto sino de n almas puras, ni se agrada sino .de afectos muy
dispuestos, de la misma manera que los úcis no logran ver la
serenidad y belleza de la luz., no estando limpios y transparentes.
Que soto criando el alma se esfuerza en dejar los sentidos y
operaciones intelectuales y todas las cosas sensibles e inteligibles,
así las que•tienen'ser Como las que no' lo tienen; secreta e ignorantemente se levanta a la unión de aquel Amor que es sobre toda substancia e intelección, porque saliendo de sí y deSasiéndose
de todo aquello que puede' enrredar el entendimiento y apasionar
la voluntad, cori limpieza y pureza es llevada altisimamente al
rayo clarísimo de las divinas tinieblas. Y esto más especialmente
quiere decir la primera estancia de la canción, pues obscureciéndose el sol de nuestros apegos y aficiones tras las encumbradas cimas de la acción de la gracia, todo queda en silencio, y viendo
no se ve nada, porque el claro resplandor de las divinas tinieblas,
como en.valle, tiene su asiento en lo más íntimo del ánima.
FR. AMERIO 5. BLANCO.
,
(Continuará)
primera flor es la violeta,- y la violeta es la pupila de la primavera, que se entreabre escondida entre espinas y folla,ge, y que
e sparce las primeras fragancias.
Si alguna esplicación pudiera haber para los misterios de la
Gracia, la encontraríamos en las manifestaciones de la naturaleza,
Pues, como dice el Angélico, el orden sobrenatural está calcado
sobre el orden natural, ya que todas las obras de Dios' llevan el
sello de su .unidad; por eso en la Santidad Observamos que, las
flores, que presagian tan rico fruto, están ;fin bolieadas
en la violeta de la humildad; y en los mismos Santos, las primicias de los
se guidores de Cristo brillan por esta escondida y fragantísima
virtud.
Después del lirio de pureza inmaculada María, J' osé es la
v ioleta que con su perfume suavísimo atrae la Sociedad.
que por
c aminos de soberbia se precipita al abismo:
El Santo Evangelio hablando de San José nos dice que era
Justo: cum ESSET JUSTUS; que era esposo de . María:
Afariae, y que Jesús era considerado como hijo de José:Virum
filius
Jose'ph. En estas pocas palabras se encierra la más grande alabanza del Patriarca de Nazareth, y se encuentra el modelo perfecto
del hombre en las luchas distintas de la vida. Por eso el inmortal
P io IX, al ver la navecilla que le estaba confiada, navegando en
un tempestuoso mar, agitado por contrarios vientos.., no... no
t eme al naufragio; vuelve sus ojos al cielo, y en un decreto lleno
de ternura, confía la nave mística de Pedro al Patriarca San José,
al guardián solícito de Jesús Y María en la tierra.. «Ite ad Joseph»
«Id a Josci», esclama con voz amorosa y enérgica el gran Pontífice. «Icl a Jos11» , repite León XIII, el es el modelo de •
santificación
Para la familia y de regeneración-Tara el obrero.
¡Primavera!... Sólo este nombre es ya un poema un poema
sin versos ni frases escogidas; pero que en su misma palabra sintetiza cuanto de bello y lírico puede inventar la imaginación.
Esta palabra suena a nuestros oidos como un eanto... es el
despertar de la naturaleza corno -de un largo y profundo suefiö;
la tierra sonriente y engalanada, fresca y vigorosa, bEiase en un
piélago de luz y muestra' a raudales su gala y exuberancia con
los verdes ropajes de sus collados y floridos mantos de sus 'valles.
Despierta-la naturaleza, y su primer creación es la flor; la
La familia, batida por el empuje de la impiedad, sacudida en
sus robustos sillares por el soplo de una libertad deletérea y enve nenadora, necesitaba un modelo y un guía. Ese modelo no
Podía escogerse en otro lugar más que en 14 familia de Nazareth.
San José debía presentarse a todas las familias cristianas, comö
n orma de domésticos deberes y guía en sus variadas vicisitudes, •
San José manteniendo en la casa de Nazareth la autoridad de
Padre y de jefe, con un amor sincero, con una humildad tranquil a, suave y confiada, con una ' fe ciega en la Providencia, es el
Modelo de todos los que han sido llamados por Dios para gober
nar una familia. Es necesario que el jefe doméstico, en medio
de
esa primera sociedad, haga valer su autoridad, obrando con amor,
Para atender a las necesidade de sus, miembros; con humildad,
Para no oprimir con el peso de un imperio despótico y con fi!,
u.
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▪
CH
I
a.
para enseñar poner los ojos del alma en el pensamiento de la
otra vida, y confiar en la Providencia.
La familia es un templo, cuyo sacerdote- es el jefe de ella, y
es preciso que las funciones del sacerdocio doméstico, reciban su
inspiración de aquel sublime Esposo de María y Padre putativo
de Jesús, que con admiración de los ángeles, ejerció de sacerdote
y de jefe en aquel divino hogar, que la misericordia de Dios levantó como el templo más augusto de sus amores en medio de
los hombres.
Los que sufren, los que tienen que amasar el pan cuotidiano
con el sudor del trabajo, vuelvan sus ojos al taller de Nazareth y
contemplen junto al Rey de cielos y tierra, al lado de la Reina
de la pureza, a San José trabajando día y noche; para allegar el
pan de cada día, con que debían alimentarse aquellas tres personas; que convertían en cielo invisible, el visible taller, regado
con el sudor del Patriarca San José.
Vean aquella mansa y apacible serenidad, aquel dulce y regalado sonreir, con que mutuamente se consuelan en sus laboreS
Jesús, María y José, y con esta vista y espiritual contemplación,
no se hará dolorosa la jornada cuotidiana, antes se conceptuará
dichoso, sabiendo que el trabajo fué santificado. , ennoblecido
hasta divinizado en el taller del pobre carpintero de Nazareth.
inTmciz,o]Loo-f.A.
Con preferencia buscamos en nuestros jardines aquellas -flores
que empiezan a entreabrirse para - regalarnos con su aroma y
hermosura...
Dios se complace en trasplantar de este valle de tristezas al
Paraiso de encantos inefables las flores candorosas de la inocencia.
Como a azucena, cercó el Señor a Merceditas con espinas para
que nada pudiese ajar la belleza de su alma y cuando apenas
contaba diez y nueve afros la llevó a los verjeles de la gloria para
que la maldad de un- mundo corrompido no inficionase la gracia
de sus virtudes.
Era preciso que muriese en la flor de la edad porque no
había más que esa muerte que añadir a su corona... Una traidora
dolencia ha puesto fin a una vida preciosa. Llena de juventud,
de exclarecidos dotes de naturaleza, de ingenio, gracia y actividad excepcionales, de virtudes altas, hondas y .solidísimas, su
Vida se desvaneció corno la de upa flor olorosa; exhalando suaves
y ricos perfumes.. Su espíritu limpio y devoto, ardió corno un
cirio ante las gradas del santuario,
Devotísima de Nnestra Santísima Madre, consagró a ella las
primicias de su inocente corazón.
Deja a su querida familia y Terciario de la Merced, como
prenda de Cele.Stial consuelo un recuerdo imborrable: la ejemplaridad de su vida y la edificación de su cristiana muerte.
• ¡Descanse en la paz de los • justos la buena Terciaria de la
Merced!
La. Orden de la Merced, obra del amor de María, no podía,
permanecer indiferente al culto de su glosioso y bendito Esposo.
Asi es que la devoción . Josefina no tardó en convertirse para
la gran familia mercedaria en una devoción sumamente amada,
como advertirnos al registrar nuestras gloriosas crónicas, siete
veces seculares.
Nuestros Santos y nuestros sabios trabajaron con celo y ent u
y es--siamopretnduclyvió;onsupalbr
critos dieron a conocer al mundo las grandes prerogativas del
Santo Esposo de María, y los innumerables beneficios que las
almas podían reportar de su tierna devoción hacia él.
Por eso la iglesia, viendo que nuestra devoción al Santo P atriarca marchaba a la par con la afectuosa y rendida que tribu tamos a Nuestra Celes ial Fundadora, se dignó declarar al Glorioso
Patriarca San José PROTECTOR DE LA ORDEN MERCEDARIA.
FR . P. N. GANE.
a.
FR:
P. N.
GAITE
Víctima de rápida enfermedad dejando a los suyos sumidos
en amargo llanto, entregó su alma al Creador el joven alférez
de fragata, D. José Vila Suances. Exalumno de nuestro- Colegio,
en el que se conservan muy gratos recuerdos de su paso por su
aplicación y ejemplar conducta, se habla captado las simpatías de
cuantos le trataron. Era bueno, y confiarnos en Dios Nuestro
Señor habrá ido a recibir el premio de su bondad en ei Cielo. A
su distinguida familia adompariamos en el justo dolor que les
atormenta por tan irreparable pérdida.
et;
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n
Crónica de la primera peregrinación
gallega al santuario de Limpias.
(En la Muerte de Mercedes PU, Directora del Coro de Ia Beata María Ana de Jesús)
1—La finada.— x La poetisa
Rasgáronse los cielos y, en la noche,
el ángel descendió
hasta el lecho en que estaba atligidfsima
de la muerte cercana al estertor.
Cual acorde de un arpa que del cielo
a ella descendía, escuchó un son
que le dijo: »Al nacer de nueva aurora,
conmigo, elevarás el vuelo a Dios».
Vióse al punto morir para esta vida;
vióse al punto nacer a otra mejor;
y mirando a su madre que allí estaba
llorando como madre así le habló:
«N me llores, me llaman de los cielos
con Jesús a morar parto... laya voy!!!
¡El me llama!.. ¡me quiere hacer dichosa!
es la voz de mi Padre, sí, es su voz».
Y cerrando los ojos al instante
de la materia el alma se alejó.
Yo imagino de 'in alma de una madre
en tal paso la pena, la aflicción;
mas la madre cristiana oye en su pena
también del ángel la sonora voz
• repitiendo: «No llores, no, no llores
que tu hija a morar subió con Dios».
Er1t un ángel nacido para el cielo
y en él canta las glorias del Señor.
MATILDE MONTERO DOPICO
Terciaria de la Merced
378
No queriendo juzgar por nosotros mismos a nuestro hermano
en estas páginas, en las que se podría ver el apasionamiento de
familia, plácenos copiar al «Correo Gallego» que en su número
15.175 publica lo siguiente:
«El entusiasta e ilustrado religioso mercedario P. Serapio
González, iniciador de la pegrinación ferrolana al santuario de
Limpias, ha dado a la estampa un libro por todo extremo interesante, llamado a tener gran aceptación del público, con el título
qu.e precede a estas líneas.
A parte la belleza de la forma, en la que campea una hermosa sencillez y una gran sinceridad, el libro es de un interés
grande.
Además de una amenisima • narración del viaje de Ferrol a
Sanlander y Limpias, en la que se da cuenta de la incorporación
de los demás peregrinos gallegos, de la llegada a Santander, con
las solemnidades allí celebradas y de otros pormenores que man
tienen viva la atención del lector, contiene la obra una bellísima
relación, que es la parte culminante, de la entrada de los peregrinos en la iglesia de Limpias y de las emocionantes escenas
allí desarrolladas ante la portentosa imagen del Cristo de la
Agonía.
La permanencia en Limpias y Santander, el retorno a Galicia
con la etapa de León y la visita a la ínclita Pulehra leonina, la
maravillosa catedral, y demás edificios notables de la insigne
ciudad y los episodios del viaje, narrados con la facilidad y atractivo que a sus obras literarias imprimé el P. Serapio, cautivan
el ánimo y hacen que el libro se lea con singular delectación.
Contiene la obra importantes apéndices de copiosa lectura y
de gran aprovechamiento.
Es, en suma, el libro del P. Serapio, notabilísimo, y no es
arriesgada la afirmación de que no tardará en agotarse.
*
Merece mención especial la parte material de la obra.
Esmeradísimamente impresa, en papel superior, en los talle-
•Il res tipográficos de la Casa Editora de «El Correo Gallego», hace
cumplido honor al crédito de que ésta goza.
- Ilustran el libro preciosos fotograbados de retratos y vistas
que avaloran la obra, pero entre .ellos destaca el que figura en la
portada, que es verdaderamente magnífico, representando la maravillosa cabeza del Cristo de Limpias.
Lo perfecto del fotograbado y el primor de la impresión dan
al que lo contempla la sensación de una hermosa fotografía.
Nuestro parabién al P. Serapio González, que ha tenido la
atención, por nosotros agradecida, de enviarnos un ejemplar,
bondadosamente dedicado.
000
SECCIÓN DE NOTICIRS
DESDE FERROL
PANEGÍRICO.—Predicó el de San Blas en la parroquia de
San Juan, de Pifieiro el R. P. Gaite.
LOS SIETE DOMINGOS.—Como en años anteriores se practicó esta hermosa devoción por la mañana . durante la misa de
seis y media, y por la tarde después del Santo Rosario, viéndose
con este motivo nuestra Iglesia concurridisima.
SANTA CUARESMA.—Empezó con la solemne imposición
de la ceniza y Absolución General de la Orden. Todos los días se
hizo el Via-Crucis, y los viernes expuso un Padre de la Comunidad como plática doctrinal las excelencias de la meditación de la
Pasión del Señor, los privilegios de la Bula y el valor de las indulgencias. .EL NIÑO JESÚS DE PRAGA.—E1 día veinticinco de Febrero
hemos conmemorado el aniversario de la inauguración de la
piadosa Asociación del Niño Jesús.—La Comunión de la mañana
llenó de entusiasmo a toda la Orden Tercera por el fervor con
que, los niños que constituyen tan simpático coro, se acercaron
al Comulgatorio. La solemnidad de la noche es indescriptible, y
la religiosa expectación de niños" y niñas durante los piadosos
ejercicios puede proponerse como modelo de verdadera devoción.
Después de recibir la bendición del P. Ameno que les exhortó
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en frases cariñosas a perseverar en la empresa de su santificación
se r etiraron llenos de regocijo.
PRIMERA COMUNIÓN.—La hicieron en nuestra Iglesia los
sim páticos niños Jaime y Natalia Janer 'y Aifredito Vázquez, pronu nciando con este motivo el R. P. Ameno una sencilla plática.
MISAS GREGORIANAS—Se han dicho por el alma de la
dis tinguida y virtuosa señora doña Luisa San Martín, Viuda de
lio driguez, Hermana profesa de nuestra V. O. T. de la Mer,.
eed .-11. 1. P.
VALIOSO BEGAL0.—Copiamos de nuestro colega «El ComP o stelano» lo que sigue:
«En el comercio de D. Avelino Cimadevila se exhibe estos
d ías un hermoso cáliz de plata sobredorada, repujado y de estilo
-oji val, que es 'una delicada obra de orfebrería.
Hallase adornado con las figuras, admirablemente dtbujadas
Y cinceladas, de los fundadores de la Orden Mercedaria y con las
Ar mas de ésta, ofreciendo un conjunto bellamente artístico.
Dicho trabajo, qne ha sido hecho para la Comunidad Merced aria del Ferrol, acredita una vez más la competencia de los excel entes orfebres Sres. Rey Villaverde, padre e hijo que tan inMej orables muestras siempre están dando de su dominio en
e l arte».
En efecto este precioso cáliz responde en todo al buen gusto
Y a la generosidad de las donantes señoritas de Brage Rovira a
qu ienes damos las más - expresivas gracias por su hermoso reenerdo.
TOMA DE HÁBITO.—El día veinticinco de manos del Reve rendo P. Ameno recibió el santo escapulario de la Orden la
dist inguida y piadosa señorita Melchora Pérez Peña. Nuestra corQal enhorabuena.
DE ESPAÑA
VOTOS SOLEMNES.—Los emitió en el Convento de Merceua rias de Lorca la R. M. María Maricholar de Zapiraín, a cuyo
acto asistió lo más . selecto de la ciudad, impresionando el rito y
cere monial de la Orden a cuantos tuvieron el feliz acuerdo de
Presenciarlo.
En el mismo Convento profesó de votos simples la virtuosa
llovida Sor Amor de Jesús. Reciban ambas religiosas nuestra
frat ernal parabién.
T ambién se han celebrado las fiestas de San Blas con verda-
2181
1
clero esplendor, y el Triciclo de desagravios durante los dias de
Carnaval.
DEL BOLETÍN MERCEDARIO de Valencia copiamos lo que sigue
«DEFUNCION MUY SENTIDA.—Lo ha sido la de doña Isabel
de Vives-Sala Moll y Llobell, hermana de nuestra Orden, 111
queridísima e idolatrada madre.
Aun cuando el vacío que deja en mi alma nada ni nadie 10
puede llenar, porque es tan propio el sentimiento en el cora.zón
de un buen hijó para con su cara madre natural, con todo, me
consuela—amados lectores—el que me queda otra Madre, que
bien ha sido Ella siempre mi especial Madre, lo será más en lo
sucesivo. Ya nadie me queda en este mundo que me quiera de
veras como mi madre me quiso; nadie mejor que ella cerraba las
heridas que en el corazón se producen andando por este 'suelo;
nadie mejor que ella me alentaba en el arduo camino qu e el
sacerdote tiene que recorrer; nadie mejor que ella endulzaba mis
pesares, calmaba mis desazones, aplacaba mis alterados sentí
mientos, me hacía ser bueno, porque no lo era como era ella. Y
ahora,. desprovisto de esta sombra, privado de este dulce talismán,
¿qué hacer en este destierro...?
Yo me acojo a Tí, ¡oh Madre de la Merced!, y te aclamo, d e
hoy más que nunca, mi madre, mi única esperanza, mi consuelo
mi faro, mi luz, mi salvación. Sin Tí nada tengo; contigo nad
me faltará. llame fiel al sacerdocio, ejemplar ministro de Dios e
instrumento de, tu devoción dulcísima; nada quiero más; nad
anhelo, sólo Tú me bastas.
Estas líneas consagro a la memoria de mi querida madre df 1
mundo; toda ni vida será un continuado sufragio por su alma
¿Y cómo podré mejor pagar los sacrificios por ella sobrellevados
para mi bien? Pero tengo un consuelo allá dentro del alma: de
que ella goza de las delicias del cielo y de la vista de nuestra
buena Madre María de la Merced. Ella ha muerto pensando ea
María; ella ha muerto invocando a María; ella ha muerto olvi
dándolo todo: sólo María era su anhelo. Yo, que de su lado y d e
su lecho ni un instante me he separado; yo, que he seguido pas o
a paso todos sus movimientos y el proceso de su penosa enfer
medad, puedo dar fe, piadosamente pensando, de que mi madr e
está en el cielo. Me ha querido mucho...; también ahora por ro
suplicará ante María Santísima.
• Cuantos la han tratado, la han querido; era afabilísima, tod
dulzura, todo amabilidad. De ello han dado testimonio las mül
tiples manifestaciones de pena por la pérdida del ser querido d e
mi alma Descasse en paz.
A todos y a cada uno en particular de cuantos se han asociado a mi pesar, les agradezco en el alma la fineza, que no mer ezco; solo por mi madre la acepto, porque era ella acreedora ä
sus sentimientos y a mucho más».
La Comunidad mercedaria de Ferrol, así como la Venerable
O rden Tercera justamente se asocia al profundo dolor del meritísimo y virtuoso Presbítero D. Francisco J. Noll, Director de
n uestros Terciarios de Valencia., y al elevar una oración por su
di stinguida y santa madre Hermana profesa de la Merced, desea
d ulcificar la amargura que le aqueja en estos tristes momentos.
DEL EXTRANJERO
EN EL COLEGIO PONTIFICIO ESPAÑOL. —L' Osservatore
cuenta de una espléndida fiesta que se ha celebrado
en el Colegio pontificio español, en honor de la colonia,espafiola.
En el artístico teatrito del referido colegio, los alumnos de
D eclamación interpretaron de una manera admirable un acto de
la comedia «No hay instante sin milagro», de Calderón de la
tarea, y el «Isidrín», de los hermanos Quintero.
La «Schola Can torum» ejecutó una jota de Navarra, de Brull,
Y «El emigrante», del maestro Vives.
Entre la concurrencia distinguidísima que asistió a la fiesta
es pañola, se cita al marqués de Villasinda, embajador cerca de la
S anta Sede, el consejero señor López Dóriga y p' ersonal de la
Embajada.
Los prelados de Chiavarri, arzobispos de Caleide, Irenepolis y
de Dannata; el maestro general de los Mercedarios, P. López, el
pr ocurador general de los Teatinos y las dignidades más preemin entes de todas las órdenes religiosas.
También asistieron el marques de Benavides con una de sus
hijas y muchas distinguidas damas españolas e italianas.
NUEVO FROVINCIAL DE ITALtA.—En el Capítulo Provinc ial celebrado en Sán Adrián ha sido electo Provincial de Italia
el M. R. P. Adolfo Londey. Felicitamos al ilustre mercedario,
'inc con nosotros ha compartido trabajos gloriosos en la restauración de la Provincia de Castilla en la que fué varios años meritisimo Lector de Sagrada Teología y Cánones.
INAUGURACIÓN DE UN NOVICIADO.—Por noticias llegad as de Córdoba, sabemos que resultó realmente brillante el acto
d e la bendición e inauguración del nuevo edificio destinado para
el noviciado de las beneméritas Hermanas Mercedarias. La conRomano da
or,
11
382
683
u.
currencia de familias – fué extraordinaria por su número- y pos
social: el R. P. Provincial Interino y Fundador de las Hermanas Fr. José L. Torres tuvo a su cargo la ceremonia de la bendición y el R. P. ComenUador Fr. Juan del C. Garrido el discurso oficial.
A más, no era posible que por falta de local quedasen perdidas tantas vocaciones y que numerosas jóvenes llamadas a la
vida religiosa tuvieran que postergar sir ingreso a la vida del
claustro. Es, pues, la obra que se inaugura una de aquellas que
no tienen espera y que viene a llenar una necesidad muy sentid i
Pueden por ello estar muy satisfechos, el R. P. Fundad(
Fr, José L. Torres y todas las religiosas mercedarias y . las gen(/rosas cooperadoras.
Entre los numerosos padrinos y madrinas designadas para
dicho acto figura en primera línea nuestra querida comprovincia
na y benefactora señora Elena V. de Romero, que lo es también
y muy decidida de las R.R. HH., lo que nos complace mucho.
Reciba el P. Torres y las Superioras los parabienes de LA
CiÓni
MERCEb.
EL R. P. CONSTANCIO VALLEJO; PROCURADOR GENE
RAL.—El sabio sacerdote de vida ejemplar. y observante como
pocos, ha marcado su acción en los dictados de la Constitución,
sin buscar en ningún -momento ni comodidades ni excepciones
Amante de su Orden, ha puesto a su servicio todas sus luces y
energías y jamás ha tenido otro norte ea su obrar que el progre
so de la misma.. Convencido de la necesidad de formar religiosos
abnegados y sabios, ha propendido siempre por alcanzarlo, y en
todos los puestos , desempeñados por él se ha notado este anhelo
santo y así tanto corno Maestro de Novicios, como Comendador y
Provincial, ha marchado siempre el primero por el camino del
deber. De carácter dulce e insinuante, jamás usó de otros medios
que los de la dulzura para imponer la disciplina monástica. Era
prendedor por carácter y por convicción jamás se le vió ocioso
siempre se le vió entregado al trabajo. Nuestra casa tiene testi
monios perdurables de su labor, la iglesia, que él inició y la llevo
casi a término.
Este es el nuevo Procurador General que muy en breve entrará a participar del gobierno de la Orden y a quien estaráo
confiados sus asuntos de mayor entidad.
Con el Rdmo. P. Vallejo son ya dos los religiosos argentino
que ocupan tan. elevado cargo: el Rdmo. P. Fr. Pedro Nolasco
Oro, de feliz memoria, y Condiscípulo del P. Vallejo, fué el otro.
D. PEDRO NOLASCO PEREYRA..—Entregó su alma al Creador. en Godoy Cruz, este piadoso ,caballero, después de una breve
enfermedad soportada con gran serenidad. Cristiano sin tacha,
formó un hogar modelo de todas las virtudes y como tal supo
también sobrellevar las rudas pruebas a que Dios le sometió en
la muerte de sus dos hijas: Amante de nuestra Orden, estaba
ligado a ella por un afecto muy sincero de toda su vida: pertenecía a varias congregaciones de nuestra iglesia y hacía muchos
años que venía desempeñando el cargo de Hermano Ministro de
la Tercera Orden en Mendoza (Argentina).
Poseedor de una regular fortuna, jamás dejó de ayudar a la
casa del Señor y a todos cuantos le demandaron tina limosna; por
eso a su muerte son innumerables los pobres que lloran su desaparición y la iglesia lamenta la partida de un hijo que siempre
tuvo su corazón abierto a sus demandas de ayuda.
Que Nuestra Santísima. Madre de Mercedes, a quien tanto amó
en vida y cuyo dulce nombre fué el último que sus labios pronunciaron, le alcance e/ premio a sus virtudes y la conformidad para
su esposa e hijo, que le lloran inconsolables. R. I. P.
PRIMERA MISA.—La cantó en Yucar, Córdoba, su primera
misa el R. P. Fr. Abelardo Vallejo, religioso de imestra Orden.
Es un soldado más que viene a reforzar las filas de los que luchamos por el reinado de Cristo y de su santa doctrina en la sociedsd y en buena hora llega, cuando el combate arrecia y errando
la acción del sacerdote católico se hace más necesaria para salvar
a la sociedad de la voráoine que la envuelve por doquier.
Al presentarle nueströs más cordiales saludos y felicitaciones,
por este acto, el. más solemne de su vida, hacemás votos porque
sea un dignísimo ministro del Altísimo y porque su carrera
sacerdotal sea abundantísima en frutos de santidad. •
ESTUDIOS HISTÓRICOS.—Bajo este título ha publicado el
R. P. Fr. Toledo, el primer tomo de su labor histórica realizada
durante varios años de paciente trabajo en los conventos de la
Provincia Argentina. Es una obra altamente laudable la emprendida por el R. P. Toledo y que ha de reportar grandes beneficios
a. nuestra querida Orden • tan poco y tan malamente conocida _en
n uestra patria. El primer tomo contiene un estudio sucinto de
cada una de las casas que tiene y hd tenido la Orden en la Argentina, sin que por esto carezca de gran interés la 'narración y de
un concepto elevado y justiciero al juzgar los acontecimientos y
laa personas.
Felicitarnos efusivamente al R. P. Toledo por su valiosa obrä
Y agradecemos el ejemplar enviado.
u.
384
385
5u5cripci6n para la hinia de Ea ffierced
Nuestro llamamiento del número anterior ha
tenido ya eco en muchos corazones generosos, en
muchas almas fervientes, adornadas de verdadera
piedad. Constantemente estamos recibiendo donativos para el futuro templo Mercedario y boletines
cubiertbs con suscripciones mensuales.
En el número próximo empezaremos a publicar
al final de la «Sección de Noticias los nombres y
las-cantidades de los donantes.
Permítasenos hoy anticipar que una persona
devotísima de nuestra Madre, que modestamente
oculta su nombre, ha entregado joyas valuadas en
seis mil pesetas.
Decididam_ente Nuestra Santísima Madre quiere
redimirse de hi mazmorra, en que Ella misma está,
aherrt)jada ya hace más de once años, y reinar
la ciudad del Ferrol, que es suya por un voto.
L.2
:C
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ERROLASIP. Y EST. DE EL CORREO GALLEGO
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