TEMA 20. TEATRO ESPAÑOL POSTERIOR A 1936

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TEMA 20.
TEATRO ESPAÑOL POSTERIOR A
1936: TENDENCIAS, RASGOS PRINCIPALES (2),
AUTORES Y OBRAS MÁS SIGNIFICATIVAS (1).
El teatro español posterior a la guerra presenta evidentes
limitaciones, debidas a los especiales condicionamientos
políticos o culturales de la época (intereses empresariales,
preferencias del público burgués, limitaciones ideológicas
ejercidas por una censura férrea), a los que hay que sumar
la muerte o el exilio de autores y directores. Pese a todo, y
frente a un teatro de consumo, no han faltado dramaturgos
que pugnaban por recoger las inquietudes de cada
momento o que buscaban nuevas formas de expresión
teatral.
TENDENCIAS DEL TEATRO POSTERIOR A 1936
Podemos esquematizar en cinco tendencias principales
que marcan claramente la evolución del teatro tras los
desastres de la guerra:
1.TEATRO EN EL EXILIO: Al acabar la Guerra Civil
habían fallecido Lorca y Valle-Inclán. Hubo una gran
vitalidad dramática de los exiliados españoles, sobre todo
en América: en Buenos Aires, se representó El adefesio de
Rafael Alberti y también obras de Lorca y Alejandro
Casona. En México, se representaron obras de los
hermanos Machado.
Obras y autores más destacados en el exilio: Rafael
Alberti, El adefesio (1944); Pedro Salinas: Judit y el
tirano; Max
Aub San
Juan (1943).
Destaca
también Alejandro Casona, que destaca por su lirismo,
simbolismo, lenguaje poético, conflicto entre realidad y
fantasía e intención didáctica; entre sus obras
destaca Prohibido suicidarse en primavera y La dama del
alba.
2. TEATRO EN LOS AÑOS 40:
2.1. Distinguimos por un lado un tipo de alta comedia en
la línea de Jacinto Benavente. Se trata de un teatro
burgués, cuyos personajes pertenecen a las clases
acomodadas y urbanas casi siempre enredados en asuntos
matrimoniales y adulterios, que mezcla el humor con el
sentimentalismo y el final feliz. Alcanzó un gran éxito de
público porque sólo pretendían entretener en una amable
crítica de costumbres y defensa de valores tradicionales.
En este tipo de teatro se sitúan nombres como José María
Pemán (Callados como muertos), J. I. Luca de
Tena (¿Dónde vas, Alfonso XII?) y Edgar Neville (El
baile). Posteriormente, Alfonso Paso (Los pobrecitos).
2.2. Teatro humorístico: Por lo general obras
insustanciales a excepción de E. Jardiel Poncela, que
busca una renovación del lenguaje dramático y cultiva un
humor inverosímil (verbal y de situaciones) con obras
como Eloísa está debajo de un almendro (1940), Los
ladrones somos gente honrada (1941). Una ruptura la
representa Miguel Mihura con Tres sombreros de
copa (1932), en donde une tradición con humor y
vanguardia. Satiriza en esta obra la mediocridad de la
burguesía de provincias y la vida miserable del teatro de
variedades. Mihura sigue escribiendo después en 1950
obras como Maribel y la extraña familia (1959).
2.3. Teatro existencial: Para esta tendencia hay una fecha
clave, 1949, con Antonio Buero Vallejo y su
obra Historia de una escalera, y Alfonso Sastre y su
obra Escuadra hacia la muerte (1953). Ambos autores
marcan dos hitos históricos en el teatro social y político de
esta época.
3. TEATRO SOCIAL DE LOS AÑOS 50 y 60:
A partir de 1955 surge una orientación hacia lo social o de
“protesta y denuncia”, sin abandonar otras tendencias. Se
producen cambios sociales: público joven con formación
universitaria; relajación de la censura.
Teatro social realista: Trata temas sobre la injusticia
social, la clase obrera y trabajadora, la vida triste de los
españoles. Los personajes están marcados por su condición
de
víctimas.
Entre
los
autores
destacan
nuevamente Antonio Buero Vallejo, cuya obra gira en
torno a la defensa de la dignidad del hombre.
Técnicamente este teatro destaca por el “efecto de
inmersión”, a través del cual introduce al espectador en el
drama. Antonio Buero Vallejo evoluciona paralelamente a
la literatura de esta época del siglo XX: 1) literatura
existencial con Historia de una escalera o En la ardiente
oscuridad 2) Literatura social con El concierto de San
Ovidio o El Tragaluz. 3) Experimentalismo y enfoque
social y político con La Fundación.
Otros autores de esta tendencia son Alfonso Sastre, autor
de La mordaza (1954)
y de Escuadra hacia la
muerte; Lauro Olmo con su obra La camisa (1962) y
Martín Recuerda con Las salvajes en Puente San Gil.
En cuanto a la técnica teatral, es por lo general un teatro
realista, con recursos propios del sainete y ciertos rasgos
tomados del esperpento, o cierto simbolismo de aire
kafkiano, según de qué autor se trate. Las puestas en
escena se caracterizan por la complejidad de los espacios
escénicos, y los personajes, seres también complejos.
4. TEATRO EXPERIMENTAL DE LOS AÑOS 70:
Por un lado existe una continuación del teatro comercial
anterior con autores como Alfonso Paso. Un caso especial
es el de Antonio Gala y su obra Los campos del
edén (1963).
En los años setenta, la influencia de las
vanguardias facilitó el inicio de un teatro que ha recibido
distintas
denominaciones: underground,
generación
simbolista, teatro maldito, teatro del silencio, teatro
hermético. Se basa en el espectáculo y las técnicas
audiovisuales, colocando lo literario en segundo lugar.
Entre los autores destacan Francisco Nieva, Coronada y
el toro (1982), F. Arrabal, creador del teatro pánico,
presidido por la confusión, el humor, la búsqueda formal y
la incorporación de elementos surrealistas en el lenguaje.
Los temas más frecuentes en sus obras son la sexualidad,
la religión, la política, el amor y la muerte. Sus obras: Picnic o El cementerio de automóviles.
También es destacable el hecho de que en esta época
proliferaron los grupos de teatro independiente como Els
Joglars, con frecuentes creaciones colectivas.
5. TEATRO A PARTIR DE 1975: La crisis del teatro a
partir de los años ochenta llevó a la desaparición de la
censura y el apoyo de las instituciones. El teatro comercial
continúa estrenando comedias y musicales anglosajones.
Se da un teatro oficial a través de la creación del Centro
Dramático Nacional y de la Compañía Nacional de Teatro
Clásico. También continúan los grupos experimentales
como Els Joglars, Dagoll-Dagom, La fura dels baus, y
comienzan a aparecer salas alternativas con precarios
medios y reducido aforo.
Entre los autores destacan de nuevo Francisco
Nieva (mezcla lo surrealista, onírico y fantástico). José
Luis Alonso de Santos, con un teatro costumbrista: La
estanquera de Vallecas (1981), Bajarse al moro (1985);
Fernando Fernán Gómez, Las bicicletas son para el
verano; J. Sanchís Sinisterra, ¡Ay, Carmela!
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