NOVELAS DEL RENACIMIENTO. Ejercicios HISTORIA DEL

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NOVELAS DEL RENACIMIENTO. Ejercicios
HISTORIA DEL ABENCERRAJE Y LA HERMOSA JARIFA
Quiso mi buena suerte que hoy por la mañana mi señora me cumplió su palabra,
enviándome a llamar con una criada suya, de quien como de sí fiaba, porque su
padre era partido para Granada, llamado del Rey, para dar vuelta luego. Yo
resucitado con esta improvisa y dichosa nueva, apercebíme luego para
caminar. Y dejando venir la noche por salir más secreto y encubierto, púseme en
el hábito que me encontraste, el más gallardo que pude, por mejor mostrar a
mi señora la ufanía y alegría de mi corazón. Por cierto no creyera yo que
bastaran dos caballeros juntos a tenerme campo, porque, traía a mi señora
conmigo, y si tú me venciste no fue por esfuerzo, que no fue posible, sino que
mi suerte tan corta o la determinación del cielo, quiso atajarme tan supremo
bien. Pues considera ahora en el fin de mis palabras el bien que perdí y el mal
que poseo. Yo iba de Cártama a Coin breve jornada, aunque el deseo la
alargaba mucho, el más ufano Abencerraje que nunca se vio, iba llamado de mi
señora, a gozar de mi señora y a casarme con mi señora. Véome ahora herido,
captivo1 y en poder de aquel que no sé lo que hará de mí: y lo que más siento es
que el término y coyuntura de mi bien se acabó esta noche. Déjame, pues,
cristiano, consolar entre mis suspiros. Déjame desahogar mi lastimado pecho,
regando mis ojos con lágrimas, y no juzgues esto a flaqueza, que fuera harto
mayor tener ánimo para poder sufrir, sin hacer lo que hago, en tan desastrado
y riguroso trance.
Al alma le llegaron al valeroso Narváez las palabras del Moro, y no poco
espanto recibió del extraño suceso de sus amores. Y paresciéndole que para su
negocio, ninguna cosa podía dañar más que la dilación2, le dijo:
—Abindaráez, quiero que veas que puede más mi virtud que tu mala fortuna, y
si me prometes de volver a mi prisión dentro del tercero día, yo te daré libertad
para que sigas tu comenzado camino, porque me pesaría atajarte tan buena
empresa.
ANÓNIMO
LOS SIETE LIBROS DE DIANA
Bajaba de las montañas de León el olvidado Sireno, a quien amor, la fortuna,
el tiempo trataban de manera que del menor mal que en tan triste vida
padecía no se esperaba menos que perderla. Ya no lloraba el desventurado
pastor el mal que la ausencia le prometía ni los temores del olvido le
importunaban, porque vía cumplidas las profecías de su recelo tan en
perjuicio suyo que ya no tenía más infortunios con que amenazarle. Pues
llegando el pastor a los verdes y deleitosos prados que el caudaloso río Esla
con sus aguas va regando, le vino a la memoria el gran contentamiento de
que en algún tiempo allí gozado había, siendo tan señor de su libertad como
entonces sujeto a quien sin causa lo tenía sepultado en las tinieblas de su
olvido: consideraba aquel dichoso tiempo que por aquellos prados y
hermosa ribera apacentaba su ganado, poniendo los ojos en solo el interés
que de traerle bien apacentado se le seguía, y las horas que le sobraban
gastaba el pastor en solo gozar del suave olor de las doradas flores, al tiempo que la primavera, con las alegres nuevas del verano, se esparce por el
universo, tomando a veces su rabel, que muy pulido en un zurrón siempre
traía, otras veces una zampoña, al son de la cual componía los dulces versos
con que de las pastoras de toda aquella comarca era loado. No se metía el
pastor en la consideración de los malos o buenos sucesos de la fortuna ni en
la mudanza y variación de los tiempos; no le pasaba por el pensamiento la
diligencia y codicias del ambicioso cortesano ni la confianza y presunción de
la dama celebrada por solo el voto y parecer de sus apasionados; tampoco le
daba pena la hinchazón y descuido del orgulloso privado. En el campo se
crió, en el campo apacentaba su ganado, y así no salían del campo sus
pensamientos, hasta que el crudo amor tomó aquella posesión de su
libertad que él suele tomar de los que más libres se imaginan. Venía, pues, el
triste Sireno, los ojos hechos fuentes, el rostro mudado y el corazón tan
hecho a sufrir desventuras que si la fortuna le quisiera dar algún contento
fuera menester buscar otro corazón nuevo para recibirle. El vestido era de
un sayal tan áspero como su ventura, un cayado en la mano, un zurrón del
brazo izquierdo colgando. Arrimóse al pie de una haya; comenzó a tender
sus ojos por la hermosa ribera, hasta que llegó con ellos al lugar donde
primero había visto la hermosura, gracia, honestidad de la pastora Diana,
aquélla en quien naturaleza sumó todas las perfecciones que por muchas
partes había repartido. Lo que su corazón sintió imagínelo aquél que en
algún tiempo se halló metido entre memorias tristes.
JORGE DE MONTEMAYOR
AMADÍS DE GAULA
Amadís, comoquiera que gran esfuerzo mostrase como lo él tenía, mucho
pensaba en la salida que de este gran negocio podría ocurrir, como aquel
sobre quien lo cargaba, aunque allí estuviesen muchos príncipes y grandes
señores y caballeros de alta guisa, y tenía ya su vida condenada a muerte o
salir con aquella gran empresa que a su honra amenazaba y en gran cuidado
ponía, y cuando todos dormían él velaba pensando en el remedio que
ponerse debía, y con este cuidado con acuerdo y consejo de don
Cuadragante y de su primo Agrajes, hizo llamar a todos aquellos señores
que en la posada de don Cuadragante se juntasen en un gran sala que en ella
había que de las más ricas de toda la ínsula era. Y allí venidos todos, que
ninguno faltó, Amadís se levantó en pie, teniendo por la mano al maestro
Helisabad, a quién el siempre mucha honra hacía, y hablóles en esta guisa:
"Nobles príncipes y caballeros, yo os hice aquí juntar por traer a vuestras
memorias como todas las partes del mundo vuestra fama corre se sabe los
grandes linajes y estados de donde vosotros venís, y que cada uno de vos en
sus tierras podía vivir con muchos vicios y placeres, teniendo muchos
servidores, con otros grandes aparejos que para recreación de la vida
viciosa y holgada se suelen procurar y tener, allegando riquezas a riquezas.
Pero vosotros, considerando haber tan gran diferencia en el seguir de las
armas, o en los vicios y ganar los bienes temporales como es entre el juicio
de los hombres y las animalías brutas, habéis desechado aquello que
muchos codician, y tras que muchos se pierden, queriendo pasar grandes
fortunas por dejar fama toda, siguiendo este oficio militar de las armas, que
desde el comienzo del mundo hasta este nuestro tiempo ninguna buena
ventura de las terrenales al vencimiento y gloria suya se pudo ni puede
igualar, por donde hasta aquí, ningunos otros intereses ni señoríos habéis
cobrado sino poner vuestras personas llenas de muchas heridas en grandes
trabajos peligrosos hasta las llegar mil veces punto y estrecho de la muerte,
esperando y deseando más la gloria y fama que otra alguna ganancia que de
ello venir pudiese, en galardón de lo cual si lo conocer queréis, la próspera y
favorable fortuna vuestra ha querido traer a vuestras manos una tan gran
victoria como al presente tenéis.
RODRÍGUEZ DE MONTALBO
En la producción novelística del siglo XVI se desarrollan distintas tendencias
literarias: novelas de caballerías, pastoriles, moriscas y picarescas. Cada uno
de estos fragmentos corresponde a una de estas técnicas narrativas (falta la
picaresca que la estáis leyendo)
1.
¿Qué preocupaciones embargan a
cada protagonista? ¿A qué clase social
pertenece cada uno de ellos? ¿Cuáles son
las principales diferencias entre Lázaro,
el Abencerraje, Amadís y Síreno?
2.
¿En
qué
ambientación
se
desarrolla cada una de las escenas?
3.
¿Quiénes son los narradores?
¿Qué tipo de lenguaje utilizan en cada
fragmento?, ¿cuáles son los rasgos mas
sobresalientes?
4.
El idealismo y el realismo se ha
señalado como una de las grandes
diferencias entre las novelas picarescas
y las demás ¿qué elementos observas en
estos fragmentos que demuestren esa
diferencia comentada?
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