EL DÍA, domingo, 3 de enero de 2016 p1 EL MILAGRO ESPAÑOL más famoso, el del Cojo de Calanda, en el s. XVI, desmontado por dos concienzudos investigadores. 6/7 del domingo revista semanal de EL DÍA El coleccionismo arqueológico en Tenerife Texto: Fabio Carreiro Lago David Rodríguez Fidel (graduados en Historia) D esde la conquista castellana surge el interés por la cultura de los primeros pobladores de Canarias, lo cual puede ser inferido a partir de las alusiones sobre el modo de vida de los aborígenes en las primeras descripciones, relatos, crónicas o historias sobre la Conquista (Gomes de Sintra, Espinosa, Abreu Galindo, etc.), pero hasta el siglo XVIII hubo una importante conservación de lo que hoy consideramos como bienes arqueológicos. Existen referencias al expolio y al coleccionismo a partir del siglo XVIII al acaparar interés la captura comercial de momias, que sobre todo tendrá importancia en el siglo siguiente, como se puede reconocer a partir de algunos comentarios de viajeros sobre cómo algunas momias y otros objetos eran destinados a gabinetes científicos en Europa(1). Sin embargo, las evidencias de la captación de determinados restos materiales y su organización sistemática en colecciones no la encontramos hasta el siglo XIX, por una contribución externa, paralela a la producción de los primeros trabajos de contenido arqueológico en Tenerife, como Bory de SaintVicent en 1803(2). En las décadas siguientes, la literatura científica sobre las Islas en ese marco se complementaría con las aportaciones destacadas de Barker-Webb y Berthelot, en 1835, Berthelot en 1842 y Verneau en 1891(3). En estos inicios del coleccionismo, se buscaban especialmente cráneos que sirvieran para establecer un origen racial, en el progreso de la concepción de una equivalencia entre raza y cultura(4). Todo este proceso va adquiriendo una mayor relevancia cuando miembros de la burguesía canaria y tinerfeña, particularmente, promovieron un enfoque más científico del pasado aborigen, con la creación de los primeros gabinetes o pequeños museos, como sería el caso del doctor Gregorio Chil y Naranjo, en Gran Canaria, y Bethencourt Alfonso, en Tenerife, a finales del siglo XIX(5). Esta primera etapa, que podemos conceptuar como de “coleccionismo científico”, perduraría, con distinta intensidad, hasta la segunda mitad del siglo XX. Paralelamente a la labor de esta elite de científicos extranjeros y canarios, se producía un coleccionismo de aficionados, que sería de alguna manera como el germen del coleccionismo que se desarrolla plenamente desde la segunda mitad del siglo XX en adelante. A esto habría que añadir los efectos del expolio, los hábitos de ciertos canarios que destruían cualquier resto que se encontraban y la utilización de cuevas por los pastores, que llevó a la pérdida de numerosos yacimientos arqueológicos(6). En la búsqueda del pasado más remoto de las Islas, a partir de bien entrada la segunda mitad del siglo XX, los parámetros que estaban detrás del coleccionismo cambiaron sustancialmente, pero las prácticas detrás de estos procesos no y el expolio y el coleccionismo continuaron, generando una honda preocupación, sobre todo en los círculos científicos y académicos(7). La continuidad de la práctica del coleccionismo estaría estrechamente vinculada en esta segunda etapa, que podríamos denominar “coleccionismo identitario o nacionalista”, y que lle- Museo Villa Benítez (arriba) y antiguo Museo Arqueológico de Tenerife (época de Luis Diego Cuscoy). ga hasta nuestros días, con el proceso de construcción de identidades(8), a pesar de una evolución en la concepción y preocupación social por la conservación del patrimonio, teniendo en cuenta este como los vestigios que se han conservado del pasado de un pueblo durante su desarrollo y existencia(9). Entre estos vestigios, los componentes materiales representan, sin lugar a dudas, un aspecto fundamental, no sólo por ser la expresión viva de una comunidad, sino también porque, como ocurre en el caso de algunas de las sociedades de la Antigüedad, al ser la de los guanches una cultura ágrafa, este es el principal elemento para su estudio y conocimiento(10). El valor que se le da a estos elementos del pasado es importante, pero siempre teniendo en cuenta que no es el mismo para toda la sociedad. En este sentido, bastaría como ejemplo la consideración de los yacimientos arqueológicos para un sector de la sociedad como poseedores de valores emblemáticos o de identidad, mientras que para otros tendrían un valor fundamentalmente científico(11). Mediados de los años 70 del siglo XX es un período crucial donde el coleccionismo se desarrolló vivamente. Analizando el estado de la investigación arqueológica en aquel momento en Canarias, se conocía la existencia de una gran cantidad de materiales arqueológicos recuperados, tanto en museos como en colecciones privadas(12). Precisamente fue durante esa época de intensos cambios sociales y políticos en nuestro país cuando tuvo más profusión el coleccionismo privado, por factores como la influencia del movimiento independentista MPAIAC, que en cierta medida instrumentalizaba la cultura guanche, y alguno de cuyos miembros alentaba las prospecciones, el saqueo y el coleccionismo privado, basándose en que los materiales de los “antepasados” p2 domingo, 3 de enero de 2016, EL DÍA EN PORTADA no debían caer en manos de un poder que consideraba colonial. La existencia de importantes colecciones privadas era un asunto conocido en ciertas instancias políticas y científicas al que, sin embargo, no se puede otorgar en este contexto una significación negativa por cuanto la normativa hasta mediados de los años 80 (Ley 16/1985 de Patrimonio Histórico Español, la ley autonómica se aprobaría en 1999) no impedía expresamente este tipo de prácticas, que eran realizadas con cierta permisividad. Pese al actual panorama jurídico y administrativo, estas actividades, han llegado, de forma un tanto sorprendente, hasta nuestros días. El Museo Arqueológico de Tenerife y el coleccionismo Del fenómeno coleccionista se ha nutrido el Museo Arqueológico de Tenerife, inaugurado en 1958, siendo su primer director Luis Diego Cuscoy, que dio cabida en sus fondos a colecciones insulares que se habían formado con anterioridad. Entre estas colecciones cabría mencionar los fondos que se custodiaban en el Museo Municipal, que había heredado, a su vez, las colecciones del Gabinete Científico de Santa Cruz, al que habían contribuido, entre otras personalidades, el doctor Juan Bethencourt Alfonso, que había formado inte- resantes colecciones antropológicas y arqueológicas, especialmente de cerámicas. El Cabildo, como responsable del Museo, anteriormente había adquirido también los fondos del museo denominado Museo Villa Benítez, que había fundado a finales del siglo XIX Anselmo Benítez, y de la misma manera entraron a formar parte del museo la colección Vallabriga y donaciones como las de la Casa-Museo Ossuna de La Laguna y de otros donantes particulares(13). A estas colecciones, que se corresponderían con la primera etapa aludida de “coleccionismo científico”, se unieron aquellas que, como consecuencia de las disposiciones de la Ley 16/1985 de Patrimonio Histórico Español, se fueron integrando en el Museo Arqueológico, con las donaciones de muchos coleccionistas, comenzando por Juan Mazuelas, en 1989, siendo un caso aparte lo ocurrido con la colección de Hermógenes Afonso (Hupalupa), que fue confiscada por la Dirección General de Patrimonio tras una Año de entrega o donación 1985/1988 Coleccionista Juan Mazuelas 1992 Hermanos Bauza Castro 1994 Hermógenes Afonso (Hupalupa) 1994 Fernando Massanet 1995 Santiago Melián 1995 Santiago de la Rosa NOTAS (1)R. González Antón, M.C. del Arco Aguilar, M. del Arco Aguilar, C. Rosario Adrián, C. Benito Mateo, C. Rodríguez Martín y M. Martín Oval “El pasado imaginado. Reconstituyendo momias”, en P. Atoche Peña, C. Rodríguez Martín y A. Ramírez Rodríguez. Mummies and Science. World Rumies Research. Ed. Academia canaria de la Historia et al. Santa Cruz de Tenerife, 2008. Pág. 75. (2)J. Farrujia de la Rosa. En busca del pasado guanche. Historia de la Arqueología en Canarias. Ed. Ka. Santa Cruz de Tenerife, 2010. Págs. 88-89. (3)M. García Morales. Collecting the others, searching for ourselves. The biography of a Collection of aboriginal objects. Trabajo fin de Máster (iné- Actual Museo Arqueológico de Tenerife (área 1: las colecciones). Tabla 1. Principales colecciones arqueológicas del Museo de la Naturaleza y el Hombre. tido). University of London, 2003. Págs. 14-15. (4)F. Estévez González. Indigenismo, raza y evolución. El pensamiento antropológico canario (17501900). Ed. Aula Cultural de Tenerife y Museo Etnográfico. Santa Cruz de Tenerife, 1987. Págs. 123-131. (5)M. Ramírez Sánchez .”Un acercamiento historiográfico a los orígenes de la investigación arqueológica en Canarias: las sociedades científicas del siglo XIX” en G. Mora Rodríguez y M. Díaz-Andreu García, La cristalización del pasado: génesis y desarrollo del marco institucional de la arqueología en España”. Madrid, 1997. Págs. 311-319. (6)M. Álvarez Sosa e I. Morfini. Tierras de Momias. Ed. ad Aegyptum. 2014. Pág. 147. (7)M.C. del Arco Aguilar y J. F. Navarro Mede- denuncia. Una selección de los materiales más representativos de estas colecciones se encuentran actualmente en una sala del Museo de la Naturaleza y el Hombre (en el que está integrado el Museo Arqueológico), conocida como Área 1, en la que se pretende agradecer la confianza que han mostrado las personas e instituciones que han depositado estos materiales en la institución con el objetivo de la custodia y el disfrute social del patrimonio(14). En cualquier caso, es necesario señalar que estas colecciones presentan una serie de problemas metodológicos a la hora de afrontar su estudio, por su descontextualización, que provoca dificultades en su interpretación, datación e incluso, a veces, en su atribución cultural. Resulta evidente que las colecciones formadas en esta segunda etapa del coleccionismo surgen de un interés particular de determinadas personas por la cultura canaria, su identificación del pasado aborigen con el propio pasado y su conservación, seguramente cargadas de buenas intenciones, pero desde un punto de vista bastante simplista. La selección de materiales en la composición de las colecciones parece una constante, recogiéndose solo elementos que morfológica o estéticamente genera- ros. Los aborígenes. Ed. Centro de la Cultura Popular Canaria. 1987. Pág. 12. (8)J.F. Navarro Mederos. “Arqueología, identidad y patrimonio. Un diálogo en construcción permanente”. TABONA, 11. 2002. Págs. 8-17. (9)M.C. Jiménez Gómez “El tratamiento del patrimonio arqueológico en la Ley 4/1999 de Patrimonio Histórico Canario”. Estudios Canarios. LIII. 2009. Pág. 76. (10)A. Tejera Gaspar. Tenerife y los guanches. Ed. Centro de la Cultura Popular Canaria. Santa Cruz de Tenerife, 1992. Pág. 101. (11)E. Pérez González, E. Chávez Álvarez y A. Quinteiro Goñi. “La evaluación del patrimonio arqueológico. Una propuesta aplicada a parte del conjunto ban atracción o interés en determinados casos. En algunos coleccionistas se aprecia también la obsesión por coleccionar cráneos y, como mucho, ciertos huesos largos, tal vez como herencia de la práctica coleccionista anterior. Toda esta selección ha hecho que se pierda mucha información, destruida para siempre. Desde 1995 hasta 2015, prácticamente todos los años se han entregado colecciones en el Museo Arqueológico de Tenerife, no siempre de la importancia (en cuanto a abundancia de materiales) y significación de las grandes colecciones anteriormente relacionadas, pero sí pequeños repertorios o piezas individuales e, incluso, como refiere la prensa, grandes repertorios que sorprenden pero que no deben hacer considerar este fenómeno como excepcional. El fenómeno del coleccionismo privado de arqueología sólo encontrará su fin, más allá de las prohibiciones legales, con la educación y concienciación social, con la comprensión de que estos restos del pasado nos pertenecen a todos y, por lo tanto, más allá de imágenes idílicas del pasado, sólo la adecuada documentación científica del patrimonio acrecienta el saber y permite transmitir su conocimiento. de yacimientos del Barranco de Agua de Dios”. TABONA, nº 18. 2009-2010. Pág. 136. (12)D. Martín Socas y M.D. Cámalich Massieu. “El hábitat de los aborígenes prehispánicos” en A. Millares Torres. Historia general de las Islas Canarias. Tomo I. Ed. Edirca. Santa Cruz de Tenerife, 1975. Pág. 304. (13)L. Diego Cuscoy. Museo Arqueológico de Tenerife. Ed. Publicaciones del Museo Arqueológico. Santa Cruz de Tenerife, 1973. Págs. 5-6. (14)M. del Arco Aguilar, R. González Antón y C. Rosario Adrián. “Inauguración Museo de la Naturaleza y el Hombre. Arqueología”. ERES, 11. 2003. Pág. 95. p3 EL DÍA, domingo, 3 de enero de 2016 EN PORTADA Melecio Hernández Pérez: cronista del Puerto de la Cruz Texto: José Melchor Hernández Castilla Dedicado a Melecio Hernández Pérez por haberse brindado a comentar parte de la historia de su vida M elecio Hernández Pérez nace el 14 de diciembre de 1933, en la casa familiar del Botánico, en el Puerto de la Cruz. Es uno de los hijos menores del matrimonio formado por Adoración Pérez Perera y Melecio Hernández Benítez, que tienen además de 8 hijos – 4 hembras y 4 varones–, una niña y un niño que fallecen a corta edad. El 14 de abril de 1931, su padre, Melecio Hernández Benítez, es uno de los miembros constituyentes del primer ayuntamiento republicano del Puerto de la Cruz. Ocupará la Alcaldía a partir del día 21 de dicho mes Florencio Sosa Acevedo, acompañado de los concejales Ildefonso Padilla Yanes, Juan Ríos Pérez, Domingo Perera Hernández, Nicolás López y López, Manuel Carrillo Jordán, Gonzalo Cáceres y Cáceres, Pedro Pacheco Delgado, José López, Ángel Hernández, Inocencio Sosa Hernández, Santiago Yanes Amador, Martín Pérez Trujillo, Luis Martin Hernández y José González Hernández (2). El 24 de octubre de 1934, se constituye un nuevo gobierno local bajo el mandato de Isidoro Luz Carpenter(3). Melecio Hernández Benítez forma parte de los 17 hombres de ideas socialistas que son acusados de “asaltar” el Círculo Iriarte en el Puerto de la Cruz el 19 de julio de 1936 (fecha en que fue detenido), si nos atenemos a la causa 58 de 1936. Catorce de ellos son acusados de “auxilio a la rebelión”, entre ellos, Melecio, y tres de “incitación a la rebelión”(4). De la sentencia celebrada en Consejo de Guerra el 22 de febrero de 1937, en la plaza de Santa Cruz de Tenerife, 11 personas son condenadas a penas que oscilan entre 6 meses y un día y 10 años de prisión mayor: Alfonso Carrillo Hernández, Domingo Hernández Hernández, Manuel Hernández Llanos, Francisco Sánchez Santana, Inocencio Sosa Hernández, Francisco Jiménez Martín, Pedro García Barrera, Juan Álvarez Real, José Rodríguez Barreto, Melecio Hernández Benítez, Pío Pérez Pérez; 4 personas son condenadas a la pena de 1 año y 8 meses de prisión menor: Plácido Sánchez Martí y Martín, Olegario Álvarez Real, Antonio Pérez Hernández, Eduardo Curbelo Díaz; y 2 personas son condenadas a “Melecio Hernández se ha convertido, por méritos propios, en el cronista del Puerto de la Cruz, en esa especie de renovador del espacio que le rodea. Ha captado todo aquello que forma parte de la idiosincrasia, de la ciencia, de su gente, a la que conoce profundamente” (Marcos Brito Gutiérrez, 1991, “Anecdotario del Puerto de la Cruz”) (1). la pena de 3 meses de arresto mayor: Julio Sánchez Espina y Domingo Gómez Díaz (4). Además, con fecha de 22 de junio de 1938, todos son declarados responsables civiles e individualmente deben pagar la cantidad de 100.000 pesetas, que cada uno ha de satisfacer con sus bienes (5). De las 17 personas, sólo 2 corresponden a concejales del ayuntamiento portuense de 1931: Melecio Hernández Benítez e Inocencio Sosa Hernández. A Melecio Hernández Benítez lo condenan a 8 años y 1 día de cárcel mayor, de la que cumple aproximadamente 4 años, saliendo bajo libertad condicional el 2 de julio de 1940. Transcurre este itinerante y duro encierro en las prisiones de San Miguel, o la llamada Provincial, Fyffes, y en los barcos flotantes “Isora”, primero, y después en el “Porto Pi”, en la bahía del puerto de Santa Cruz de Tenerife, así como en Gando, en Gran Canaria, con la consiguiente pérdida del mantenimiento familiar. En el difícil periodo de 1936 a 1940, la situación familiar es paliada por haber formado parte Melecio, desde 1927, de la sociedad mercantil de alimentación Juan Ríos y Cía., ubicada en el Puerto de la Cruz, y también por el trabajo de los hijos mayores. Asimismo, durante el tiempo de la prisión e inicios de la excarcelación, Melecio Hernández Benítez recibe el apoyo de sus parientes y propietarios de Villa Benítez, residentes en Santa Cruz, donde inicia un negocio sin la deseada prosperidad, y donde distribuye productos procedentes de la isla de El Hierro. Los Linares y la gestión empresarial en Los Realejos Melecio Hernández Pérez recibe la mejor educación que se pueda tener después de la Guerra Civil, pues entre sus maestros más destacados figuran María Pérez Trujillo, José Curbelo y Luis Gálvez, entre otros, y sobre todo el profesor Inocencio Sosa Hernández, amigo de su padre, y que tendría una gran influencia sobre su formación profesional y su amor por los libros y la poesía. Melecio es un lector empedernido desde la infancia y pese a que la biblioteca de su padre se ve mermada por la confiscación de libros por parte del régimen político del momento, él se las ingenia para ir comprando libros en la librería de Vicente Cartaya, del Puerto de la Cruz, y así satisfacer su afán de lectura. La hijo, apodera y más tarde delega la gerencia en Melecio Hernández Pérez(10). El padre de Melecio fallece en 1964, a la edad de 73 años. En 1966, Melecio se casa con María Luisa Castro García, hermana del que fuera alcalde del Puerto de la Cruz entre 1974 y 1976, Antonio Castro García, y del matrimonio nacen dos hijos, Mele y Mavi. En 1981, fallece Nicolás Hernández–Siverio Pérez, en su mesa de despacho, mientras conversa con Melecio. Después esta pérdida, tras una larga negociación de las partes hereditarias y resuelta la situación, Melecio, tras 33 años de trabajo, decide retirarse de la empresa para empezar en su propio y pequeño negocio librero. situación económica familiar le impide acometer estudios universitarios; no obstante, se prepara concienzudamente para la contabilidad empresarial, no sólo con distintos profesores sino también con su padre, tenedor de libros(7). Alrededor de 1945, su padre, que había trabajado como contable y viajante en varias firmas comerciales como la Elder Dempster Limited de Tenerife, o la empresa Antonio Topham, del Puerto de la Cruz, entre otras, es llamado para trabajar como gestor empresarial por una empresa de Los Barros, en Los Realejos, regentada por Nicolás Hernández Siverio, familia conocida con el sobrenombre de “Los Linares”. En 1949, Melecio, hijo, entra a trabajar como auxiliar de contabilidad en la misma empresa de su padre, donde también lo hacían sus hermanos Dora y Fernando, este último como hábil viajante. Dicha empresa, “Los Linares”, por esas fechas se convierte en mayorista de importación y exportación de víveres y artículos en general(8), momento en que ya es regentada por el hijo del dueño, Nicolás Hernández–Siverio Pérez. Las dependencias del negocio se ubican en una enorme casona, los bajos son los almacenes y en un gran solar abierto se depositan los envases(9). A principios de los años 60 es uno de los negocios mayoristas más importantes de Tenerife, y Nicolás, Melecio Hernández Benítez (18921964). Archivo privado de Melecio Hernández Pérez. El cronista del Puerto de la Cruz Melecio comienza a escribir públicamente en 1952, y lo hace en revistas y periódicos como “Aguere”, “El Día”, “La Tarde”, “La Voz de La Isla”, “La Voz de la Ciudad”..., aunque, sus primeros escritos proceden de temas deportivos en la publicación “Aire Libre” y en otras, firmando con su nombre propio y distintos seudónimos(11). Su mayor número de publicaciones se suceden en “El Día”, y particularmente en su suplemento La Prensa, en el que sigue colaborando. En 1986, Melecio abre su propia librería, en la casa de sus padres del Botánico, en el Puerto de la Cruz, lo cual supone la culminación a una vida llena de interés por los de libros. Se jubila en 1999 y cierra la librería, no así su vida de escritor. Ahora sigue disfrutando de su vida familiar, de los libros y de la escritura. Ha participado en varios libros propios y colectivos: “Anecdotario del Puerto de la Cruz” (1991), con motivo del centenario del Gran Hotel Taoro; “Alrededor del Charco: historias y leyendas del Puerto de la Cruz” (1995); es coautor de “El Puerto de la Cruz, de ciudad portuaria a turística” (2005), con Nicolás González Lemus e Isidoro Sánchez García, “El turismo en la historia del Puerto de la Cruz a través de sus protagonistas”, con Nicolás González Lemus (2010), “La familia Talg y la hospedería moderna en Canarias”, revista “Turismo”, de la Escuela Universitaria de Turismo Iriarte (2009), con Nicolás González Lemus, y también ha colaborado en libros de variada temática: “Homenaje a Ulpiano Pérez Barrios” (1996), con el capítulo “Turismo y hospedaje p4 domingo, 3 de enero de 2016, EL DÍA EN PORTADA de tiempos antiguos en el Puerto de la Cruz”; “Sol, fuego, cabras y mar en las noches de San Juan”, de Chucho Dorta – Benahuya– (1992), con el capítulo “Pastores y pescadores, vinculados por San Juan”, entre muchos otros. Igualmente, figura referenciado y reproducidos sus textos en obras como “La Virgen de Candelaria y las Islas Canarias”, “El hotel Taoro, cien años de turismo en Tenerife 1890–1990” y “Vuelos históricos en Tenerife”, entre otros. Independientemente, ha escrito prólogos de libros. Valgan sólo dos muestras: “50 años de sanidad municipal. Puerto de la Cruz 1947–1997”, y “El modelo turístico en el Puerto de la Cruz: presente y futuro” (2012), de Oswaldo Ledesma González (12). Los artículos de prensa publicados ascienden a varios centenares, con los que tiene el propósito de elaborar un libro con una selección de los mismos, además de otras tantas anécdotas dadas a conocer en prensa que no fueron recogidas en el libro de 1991. Ha pronunciado conferencias, presentado libros, y ha sido pregonero de las fiestas de San Juan (1989), Semana Santa (2000), Fiestas de Julio (1986) y de San Telmo, de su Puerto de la Cruz (13). Fue también miembro fundador de la Casa de la Cultura Rómulo Betancourt en 1986, y de la Asociación Wolfgang Köhler en 1995, así como integrante actual de la Junta Directiva del Instituto de Estudios Hispánicos de Canarias. Entre sus distinciones cuenta con el testimonio unánime de reconocimiento y gratitud de la Comisión Municipal Per- V apego a su familia, herencia del manente del Ayuntamiento del Puerto, por la publicación de trabajos relativos al quehacer creativo de escritores y poetas de la ciudad (1984); premio y distinción del Centro de Iniciativas Turísticas “Simpatía y Popularidad” (1988), y Medalla de Plata del mismo centro (1995), por sus conocimientos de la vida, cultura e historia portuenses. Entre sus últimos galardones, la Distinción Memorialista otorgada el 10 de noviembre de 2015 por la Junta de Cronistas Oficiales de Canarias, en acto celebrado en el IEHC, y el Premio Paco Afonso a la Cultura, el 26 de noviembre de 2015 (ex aequo) (14). Un hombre bueno A Melecio Hernández Pérez lo conozco desde el año 1992, cuando regentaba la librería Bótanico. Cuando lo conocí pensé que siempre había tenido la librería, por la manera de hablarme y por la pasión que expresaba por los libros. De nuestras conversaciones a través de los años me gustaría resaltar la exquisita cultura de Melecio y su sentido de la moral, donde el buen hacer es la expresión de esas dos cualidades. Pero más allá de eso, para mí, por encima de todo, Melecio es un hombre bueno, lo que se manifiesta en su vida diaria, en la sensibilidad hacia los demás y en un profundo BIBLIOGRAFÍA: Información escrita: 1) Hernández Pérez, Melecio (1991). Anecdotario del Puerto de la Cruz. Edita Casino Taoro. La Orotava. 2) González Lemus, Nicolás; Hernández Pérez, Melecio (2010). El turismo en la historia del Puerto de la Cruz a través de sus protagonistas. Escuela Universitaria de Turismo Iriarte. España. Página 241. 3) Ídem. Página 244. 4) Blog de Pedro Medina Sanabria. Memoria e His- oy a contarles una graciosa anécdota que tuvo como coprotagonista a un matrimonio amigo de La Laguna, ya que los verdaderos protagonistas lo fueron sus dos hijos varones gemelos, que al poco tiempo se dieron cuenta de que uno de ellos no hablaba, padecía una afasia severa y era mudo total, y lo que más bien se le daba era “hacer mutis por el foro” por más que obvias razones. Tiempo después se entera este matrimonio –que quisiera que en este artículo permanezca en el más firme anonimato– de que en Cádiz hay un especialista y reputado logopeda del que cuentan maravillas, que podría obrar casi un milagro y que el infante hablara, por lo que no se lo piensan dos veces y el padre y el gemelo mudo se van en barco para Cádiz al encuentro con el especialista, que había impartido charlas y conferencias en distintas Universidades. Llegan a la Tacita de Plata después de cerca de tres días de travesía, y cuando desembarcan en el puerto gaditano de una grúa se zafa una paca de paja prensada golpeándole en la cabeza al niño “mudo”, cuando, para asombro y a la vez alegría para el padre, el chiquillo, mirando al conductor de la grúa, le dice: “Mira, me voy a cagar en la muy puta madre que te parió”, palabras que fueron oídas nítidamente por el padre, al que le faltó tiempo para ir a una cabina telefónica para llamar a su mujer y decirle: “El milagro se ha producido en el mismo puerto de Cádiz, pues la carga de una grúa se desprendió y le dio en la cabeza a nuestro hijo, quien, repuesto del golpe, rompió a hablar diciendo que se cagaba en la muy puta madre del de la grúa”. Contestándole su esposa y madre de los chiquillos: “¿Sabes lo que te digo?, que la que se va a cagar pero en todos tus muertos, en línea ascendente o descendente, soy yo. ¿Todavía no te das cuenta de que el gemelo que te llevaste para Cádiz es el que hablaba y que su hermano el mudo lo dejaste en Tenerife?”. Melecio Hernández Pérez. toria de Canarias: diecisiete vecinos del Puerto de la Cruz, los militares, eran unos salvajes y unos canallas, encartados en la causa 58 de 1936. 5) Ibídem. 6) Ibídem. 7) Melecio Hernández Pérez (2015). Currículo de Melecio Hernández Pérez como Memorialista. Junta de Cronistas Oficiales de Canarias. 8) Ibídem. 9) Aguayo (2014). “Nicolás Hernández Siverio”. EL DIA, Santa Cruz de Tenerife, 17-3-2014. El niño mudo parlante Y el viaje de la orquesta “Los Universitarios” a Munich HUMOR ANTICRISIS Juan Oliva-Tristán Fernández* Luego no supe más de esta familia, por lo que desconozco si al final el mudo “cantó” por el trabajo del famoso especialista logopeda, que de conocer la presente anécdota se seguirá descojonando, eso sí, fuera del recinto portuario, por lo de las pacas locas, que en este caso no llegó a epidemia. La primera orquesta moderna la creamos en el año 1959 en mi ciudad de La Laguna Paco Ucelay, que, aparte de poner su casa para los ensayos, tocaba la trompeta y la guitarra de acompañamiento, Domingo Luis Martín, al piano, Julio Fajardo, que le daba al acordeón, Falo Perera, al contrabajo, Domingo Díaz, que era el vocalista, y quien esto les cuenta a los mandos de la batería. Perdón, y Leoncito Bacallado, guitarra de punteo. En el Puerto de la Cruz actuábamos en el Lido San Telmo, en la sala de fiestas “Skandinavia” y en el hotel Las Vegas de Ángel Piñeiro, padre de mis buenos amigos Alo y Berta Piñeiro, y con las “perras” que ganamos en el citado hotel decidimos ir a actuar a Alemania, y concretamente a Munich, embarcando un 8 de diciembre de 1960 en el “Ernesto Anastasio”, rumbo a Málaga, y tras una breve escala proseguimos amor de sus padres por sus hijos. 10) Ibídem. 11) Melecio Hernández Pérez (2015). Currículo de Melecio Hernández Pérez como memorialista. Junta de Cronistas Oficiales de Canarias. 12) Ibídem. 13) Ibídem. 14) Ibídem. Información oral: – Melecio Hernández Pérez. – Mavi Hernández Castro. – Salvador García Llanos para Barcelona, para coger un autobús y entrar en Francia por La Junquera, pasando por Nimes y Besanson, llegando ya de noche a Lyon, donde pernoctamos, no sin antes meternos en un cine para ver la película “A bout de soufle”, de Alain Delon. Al día siguiente entramos en Alemania, atravesando la Selva Negra para llegar por la noche a Munich, que nos recibió con 22 grados bajo cero, bajándonos del autobús y venga una carrerita por aquí, otra por allá, con el fin de entrar en calor, al punto que uno de los empleados teutones nos preguntó: “¿Oigan, ustedes son canarios?”, y Quique el Peta le contesta: “Canarios no, pingüinos, coño”. Agarramos varios taxis que nos dejaron en el hotel Ventilator, lugar de nuestra residencia, actuando en el barrio de Schwaving, donde estaban ubicadas las salas de fiestas, cabarets y casinos de la ciudad, y en uno de los locales donde cantamos la dueña, sargentona ella, a cada momento le pedía a Domingo Luis que cantara “Granada”. La vuelta a España nos la vino a solucionar la venta de un excelente microscopio cuyo destinatario era Antonio González, que fuera senador por designación real, y en tren, y tras una parada en Ginebra, llegamos por el puesto fronterizo de Port Bou a Barcelona, a la que llegamos la víspera de Reyes, durmiendo en una pensionucha de esas que Sanidad no dudaría un segundo en clausurar. Al día siguiente, y en el Villa de Madrid, para Tenerife, moviéndose el barco más que la compresa de una coja, echando la “mascada” todos, acojonándonos cuando vimos también al capitán y al primer oficial abrazados, momento en el que nos dimos cuenta de la gravedad de la situación. *Pensionista de larga duración y parrandero vitalicio. Pueden comprobarlo entrando en You Toube con la clave: la bodega de Julián: con viejos sabandeños. De nada. p5 EL DÍA, domingo, 3 de enero de 2016 INVESTIGACIÓN EN PORTADA TURISMO Pepe Rodríguez Rey (Óleo sobre lienzo de 100 cmx100 cm) Conocido como jurado del concurso MasterChef España, Pepe Rodríguez Rey es un cocinero de largo recorrido, que a través del restaurante familiar El Bohío muestra una cocina mediterránea anclada en el recetario tradicional manchego, las técnicas modernas y la elegancia de sus presentaciones. Nacido en Illescas (Toledo), se crió en el entorno del restaurante familiar El Bohío, fundado como casa de comidas unos años antes de la Guerra Civil española por su abuela Valentina. Luego pasaron a hacerse cargo sus padres y, al acabar el instituto, empezó a trabajar como camarero. Cuando su madre no pudo hacerse cargo de la cocina, tanto Pepe como su hermano Diego (actual jefe de sala) empezaron a turnarse entre los fogones. Pero allí, con 22 años, Pepe descubrió su pasión como cocinero. En Vitoria conoció a los principales chefs españoles y franceses de los años 80 y, durante los ocho primeros años entre los fogones de El Bohío aprovechó las vacaciones del restaurante para trabajar con grandes maestros de la cocina, sobre todo con Martín Berasategui, a quien considera su mentor. El Bohío, reconocido con 3 soles de la Guía Repsol 2014, recibió la estrella Michelin en 1999 y la preserva desde entonces. En 2010, Pepe fue galardonado con el Premio Nacional de Gastronomía. Ese mismo año fundó, junto a su hermano Diego, Iván Cerdeño y Rodrigo Delgado, el restaurante La Casa de Carmen (Olías del Rey, Toledo), que en noviembre de 2013 también consiguió una estrella Michelin. Además de ser copropietario de ambos restaurantes, Pepe también cuenta con una empresa de asesoramiento de restaurantes, empresas y colectividades a través del grupo Bohío. p6 domingo, 3 de enero de 2016, EL DÍA CLAVES DEL CAMINO EL MILAGRO MÁS ASOMBROSO El prodigio del Cojo de Calanda En la historia del cristianismo existen pocos milagros tan asombrosos y desestabilizantes como el que experimentó hacia 1640 Miguel Juan Pellicer, un joven labriego de 20 años de edad al que en el transcurso de una noche le sería restituida la pierna que le habían amputado años atrás. Ahora, cuatro siglos después, los investigadores Antonio Gascón y Ángel Briongos han publicado el análisis más completo y exhaustivo sobre el llamado “milagro del Cojo de Calanda”. Sus documentadas conclusiones nos ponen tras la pista de una trama de inconfesables intereses y mucha picaresca. Texto: José Gregorio González L a verdad es que la historia del Cojo de Calanda se las trae. No estamos ante una aparición celestial “al uso”, una curación contra todo pronóstico o un portento divino que inclina el desarrollo de una batalla hacia el bando de los creyentes. La historia de Miguel Pellicer es la de un joven de la Villa de Calanda –a unos 100 km de Zaragoza y Teruel– que, tras ser atropellado en julio de 1637 por un carro de trigo en Castellón de la Plana, termina, después de deambular por varias ciudades, perdiendo la pierna derecha como consecuencia de la gangrena y los malos cuidados que recibió la herida. Es en el Hospital Real y General de Nuestra Señora de Gracia de Zaragoza donde, por decisión del catedrático Juan de Estanga y el cirujano Miguel Beltrán, se le amputa la pierna cuatro dedos por debajo de la rodilla, permaneciendo ingresado en el citado centro por espacio de medio año para recuperarse. De allí salió con una prótesis de madera, que terminaría quitándose por dolores e incomodidades diversas. La triste historia de nuestro protagonista pronto fue conocida en el entorno de la Basílica del Pilar, pues allí acudió por espacio de dos años a pedir limosna en la entrada del templo, así como a untarse el aceite de las lámparas del Pilar buscando aliviar el dolor de su muñón. Cada día buscaba el amparo de la Virgen, tras descargarse de las muletas que le servía de apoyo. Finalmente regresó a Calanda, con su familia, haciendo posible que el milagro tomara forma la noche del 29 de marzo de 1640, dos años y medio después de serle amputada la pierna. El relato que ha llegado hasta nuestros días cuenta cómo su madre se acercó a la habitación en la que descansaba, sobrecogiéndose al observar que de entre las ropas de la cama sobresalían dos piernas. Tras comprobar que no era un intruso, la casa se llenó con los gritos de la madre ante tan milagroso acontecimiento, del que fueron testigos varias personas que esa noche compartían mesa y conversación en el hogar familiar de Pellicer. Un casa, que por cierto, se convirtió Representación del portento de Calanda y los autores de la investigación. en oratorio público poco después del portento. La pierna había sido restituida..., mostrando incluso algunas viejas cicatrices y lo que a todas luces parecía la marca de la propia amputación. Pellicer, igual de sorprendido por lo que estaba sucediendo, solo atina a decir que estaba soñando que se encontraba en el templo del Pilar untándose la herida aceite. El notario Miguel Andreu levantaría un acta cuatro días más tarde con el testimonio pormenorizado del protagonista, acta conocida como Protocolo de Mazaleón, y que permanecería extraviado hasta 1938. Poco después, Miguel Pellicer se convertiría en una celebridad tras “autentificarse” el milagro por las autoridades eclesiásticas, publicándose los resultados de lo que hasta la fecha ha venido siendo considerada la investigación histórica y a tiempo real de los hechos bajo el nombre de Sentencia en abril de 1641. Ese documento, firmado por el arzobispo de Zaragoza Pedro de Apaolaza, declara milagro- sos los hechos al sentenciar: “Pronunciamos y declaramos, que á Miguel Juan Pellicer, natural de Calanda, de quien en este Proceso se trata, le ha sido restituida milagrosamente su pierna derecha, que antes le habían cortado, y que tal restitución no ha sido obrada naturalmente, sino prodigiosa y milagrosamente; debiéndose juzgar y tener por milagro, por haber concurrido en ella todas las circunstancias que el Derecho exige para constituir un verdadero milagro, como por el presente la atribuimos á milagro, y por tal milagro lo aprobamos, declaramos y autorizamos, y así lo decimos”. Como ejemplo vivo del más asombroso de los milagros, Pellicer se convirtió en una suerte de embajador del Pilar, siendo recibido por gobernantes, recaudando fondos para el sostenimiento del templo y atribuyéndosele también la intermediación en un milagro, como sí de un santo se tratara, en 1900. Detectives en busca de la verdad Hay que reconocer que el trabajo de Gascón y Briongos El milagro del Cojo de Calanda. La génesis de un mito (Editorial Geoda) es monumental y defi- p7 EL DÍA, domingo, 3 de enero de 2016 CLAVES DEL CAMINO nitivo. Nos brindan una lección de buen hacer, llegando al fondo del que para muchos es el milagro más increíble de todos los tiempos. Sin embargo, sus conclusiones están del lado de la verdad, y esa verdad parece hablarnos de cosas muy diferentes a la intervención divina, hasta el punto de revelar que el portento de la restitución salamandrina de un miembro amputado no es tampoco exclusivo del Cojo de Calanda. Los autores cotejan todas las fuentes documentales existentes, detectando ya en las primeras versiones discrepancias y contradicciones muy evidentes, que con criterio se pueden atribuir a la inventiva de los autores, que llenaron lagunas de forma imaginativa e incluso interesada. Tal y como explican los autores, “todo lo que rompe la armonía y beatitud de la historia de Calanda ha sido hábilmente ignorado o descartado por todos y cada uno de los autores que hasta esta fecha han tocado el tema, faltos de respuestas coherentes a dichas anomalías o sorprendidos, tras el análisis, de que las respuestas racionales a ellas dieran como resultado el entrar en franca oposición a lo que hasta aquel momento se había aceptado como inamovible, hecho en principio inadmisible desde la perspectiva de la fe”. Desde las primeras páginas los autores nos ponen sobre la pista de un proceso manipulado, de actuaciones poco claras en notarios, médicos y clero, de una utilización de las fuentes a lo largo de los siglos interesada e incluso tergiversada, o de una biografía nada piadosa del protagonista, con lances vitales que lo sitúan incluso en la cárcel por apropiarse de las limosnas y llevar una vida indecorosa. Oficialmente, Miguel Pellicer fallece el 12 de septiembre de 1647 en Velilla de Ebro, aunque otra versión lo sitúa años después en Pamplona muriendo ajusticiado, lo que nos permite hacernos una idea de la naturaleza del actor principal. Sería temerario intentar resumir las 740 páginas de El Milagro del Cojo de Calanda, escrito por Antonio Gascón y Ángel Briongos, en esta breve crónica dominical. Necesariamente invitamos a su lectura pausada y sosegada, un auténtico y pedagógico placer. Ahora Otra recreación pictórica del falso milagro y portada del libro que lo explica todo. bien, no podemos pasar por alto varios apuntes relevantes, y por ello incómodos, que despuntan en este monumental trabajo, al entender que pueden estimular el interés del lector potencial. Uno de ellos tiene al vicario de Calanda, Jusepe Herrero, como protagonista. Como Gascón y Briongos señalan, Herrero ha sido un personaje generalmente desatendido a pesar de su papel clave avalando desde un primer momento el portento. En el momento del milagro, el vicario tenía un proceso abierto por el Santo Oficio por sus “malos modales”, por una mala uva que brotaba de manera colérica incluso durante la celebración de los oficios religiosos, llegando a ser encarcelado durante días por la Inquisición. Una de las paradojas que se dan en este caso es que algunos de los sujetos que testifican en su contra por ese comportamiento deplorable también testifican a favor del milagro de Calanda cuando se comienzan a tomar declaraciones. Es decir, el “milagro” les coloca en el mismo bando. El portento del Cojo de Calanda fue de lo más oportuno para Herrero, desviando la atención y diluyendo su propio proceso, una providencial carta que el vicario supo jugar y que terminaría años después con la sorpresa de ser él mismo, Jusepe Herrero, nombrado notario del Santo Oficio. Otro aspecto que los autores rescatan y que hará las delicias del lector es el relativo a la exhumación de sus hipotéticos restos mortales en el cementerio viejo de Velilla de Ebro, en 1950, un asunto silenciado durante años y sometido a los rigores de una con- fidencialidad legal que lo condenaba al olvido hasta dentro de unas décadas. Finalmente, los autores lograron la autorización necesaria para consultar el expediente. En aquel tiempo la iniciativa de examinar los restos partió de Vicente Lope Onde y de Emilio Alfaro Lapuerta, juez y periodista respectivamente. Se excavó en la zona en la que la memoria popular situaba el cadáver de Pellicer y se encontró un esqueleto casi completo, encontrándose en la parte superior de la tibia derecha una marca o hendidura, además de algunas anomalías adicionales. Pero, como a estas alturas será fácil suponer, las cosas no sucedieron exactamente así, apuntándose a varios cadáveres exhumados durante días, a la manipulación de los restos recolocando huesos, al ir y venir de personas participando en el proceso sin el debido control, etc., etc. Este capítulo, sin duda, no dejará indiferente a nadie. A todas éstas ¿hubo milagro en Calanda? Todo apunta a que no fue así. Es muy posible que jamás le fuese amputada la pierna a Pellicer, y que éste, hábilmente, la ocultase dando esa impresión para recoger más limosnas. La noche de autos, quizá por un descuido, quedó al descubierto su pierna deformada y arrancó la historia del milagro, que por miedo inicialmente, e intereses diversos después, se consolidó con rapidez. Interesaba más que aquella historia prosperase que fuese cortada de raíz, ganando cómplices con el transcurrir de los años en los autores que se aproximaron a la misma. Si quieren conocer la verdad, El Milagro del Cojo de Calanda. La génesis de un mito es la fuente. p8 domingo, 3 de enero de 2016, EL DÍA www.eldia.es/laprensa Revista semanal de EL DÍA. Segunda época, número 1.013 BALCÓN DE VENEZUELA LAS NUEVAS TECNOLOGÍAS Y EL RETO DEL TRATO HUMANO. EL TURISMO QUE VIENE, A EXAMEN Texto: Antonio Pedro Tejera Reyes (del Grupo de Expertos de la Organización Mundial del Turismo. UNTWO.) Nada podrá superar en el mundo del turismo el trato personal, la recepción y acogida amable y cordial en cualquiera de sus manifestaciones, acompañada del calor humano detrás de una sonrisa sincera… Algo imposible de sustituir. N o dejamos cada día que pasa de asombrarnos de los increíbles avances de las nuevas tecnologías y su implicación en el desarrollo del turismo. Ahora tenemos los nuevos parámetros del hotel del futuro, donde se puede desde nuestra propia casa hacer la reserva, alojarse debidamente en él, disfrutar de todos sus servicios, pagar lo que haya que pagar y regresar saliendo por sus puertas automáticas, sin prácticamente tener ninguna necesidad de ver a persona alguna. Algo realmente increíble si nos remontásemos siquiera hace apenas veinte años atrás. Sin lugar a ninguna duda razonable, este es el futuro del turismo llamado de masas. Ese del viaje con los niños metidos en una mochila, en el pecho o en la espalda, una maleta pequeña con sus ruedecitas y la clásica bandolera a la cintura donde van los documentos personales del viaje, las tarjetas de crédito y algún dinero suelto para pequeñas necesidades. Seguro que no para comprar un periódico, porque el viajero de masas apenas se ocupa de lo que pasa por el mundo. Este es el enorme porcentaje espectacular del turismo creciente que este año ha vuelto a batir récords con sus 1.200 millones de turistas internacionales, cuando el año pasado llegaba a 1.133, lo que supone, antes de terminar el año, un porcentaje de aumento de un 4,3%. Espectacular. Unos setenta millones mas de turistas moviéndose por el mundo, trasladándose de un país a otro. Indiscutiblemente, las nuevas tecnologías tienen mucho que decir en todo esto. El abaratamiento de los precios debido a ellas, los nuevos tipos de transporte y su influencia en todos los servicios que el viaje precisa forman parte destacada de este movimento mundial imparable, como hemos visto en el transcurso de los años, cuando ni siquiera los enfrentamientos bélicos han podido parar esta corriente multitudinaria de los viajes, que, ante estos trágicos e indeseables hechos, lo más que han conseguido es desviar estas corrientes turísticas hasta otros lugares donde encuentran las condiciones elementales para cubrir sus expectativas. Todo este impresionante desarrollo del turismo nos ha llevado a segmen- tarlo según sus apetencias, lo cual deja focalizadas las acciones de los destinos receptivos emergentes –y los tradicionales también– en conseguir estudiar su oferta de forma inteligible para sus posibles mercados, en lo cual juega una más que importante cualidad el saber determinar los valores que se poseen y la capacidad de adquisición de los mercados a los cuales les pueda interesar la oferta. El mercado chino, uno de los principales emergentes del mundo, presenta un marcado interés cultural, por lo cual Grecia, Francia, Italia, España, etc. son principales puntos de sus destinos. Las playas del Caribe, las nieves de Suiza, Chile o Argentina, o los casinos de Montecarlo y de Burdeos no están en sus principales apetencias. Este es un simple ejemplo. Otro de ellos está en las ofertas de los parques de atracciones, donde Disney World se lleva la palma. Un ejemplo vivo lo tenemos en la isla de Tenerife, con su famoso Loro Parque (catalogado por TripAvisor como el mejor de Europa y número 2 del mundo), que con su mayor colección de papagayos y unas instalaciones modélicas con actividades de orcas, delfines, leones marinos, la presencia de tigres, monos… ,¡una colonia de pingüinos!, etc., ha logrado la supervivencia de un destino turístico tradicional de los años 60-70 del pasado siglo, maltratado duramente por erradas acciones políticas. El turismo llamado de lujo es otra de las muchas caras de este movimiento que también avanza con las debidas limitaciones económicas, no bien interpretadas por todos sus empresarios, algunos de ellos confundidos al intentar aplicar tecnologías avanzadas, donde ese viajero acostumbrado al trato personal sale completamente desilusionado. Aún está en nuestro recuerdo la habitación del superlujoso hotel Acapulco Princess, cuando en una visita profesional que realizamos al mismo –año 1973– observamos, puestos en fila, treinta y dos pares de zapatos que llevaba su Stand de Perú, en la FITUR 2012. Se hace presente la atención personal como un insustituible elemento de alto atractivo para el turismo. Debajo, el galardonado hotel Tigaiga. La curiosa vajilla del Hotel Real Intercontinental Guatemala, es un ejemplo de tipismo y excelencia en su presentación. ocupante. ¿Podía este ocupante de tan sorprendente suite movilizarse usando los sistemas “inteligentes” del turismo de masas? Ese turismo del contacto humano nunca podrá ser atendido con llaves de plástico o self-service. Es otra apuesta que tiene que ser conjugada con unos servicios añadidos en los que entra de lleno la labor de los municipios donde florezcan estos hoteles. En este simple reportaje no podemos extendernos más en el tema, pero es una de las grandes fallas que presenta este sector del llamado turismo de lujo. En toda esta estructura del nuevo turismo, o el turismo que viene, venimos insistiendo desde hace muchos años en nuestros multitudinarios encuentros, aulas, seminarios, congresos, convenciones, etc. en el valor insustituible del trato humano. El mundo está compuestos por personas que, de una forma u otra, necesitan y valoran el trato cordial y amable de sus semejantes. Son múltiples los ejemplos que podemos aportar de esa poderosa verdad, donde la acogida que se nos dispense a la entrada en cualquier lugar hace que el receptor sienta ese calor humano que se recibe cuando se percibe la amabilidad en el trato que trasmite su presencia. La acogida en las empresas de turismo –así como en cualquier otro lugar–, donde el recepcionista le llama a uno por su nombre, es una señal de la excelencia imposible de sustituir. Poderosos valores de gestión son aquellos personajes que han sabido ganarse con su trato la confianza de sus clientes, casos concretos en aquellos hoteles cuya clientela asiste año tras año al mismo en sus vacaciones –o a invernar, como ocurre en la isla de Tenerife–, donde, inclusive, le son reservadas las mismas habitaciones, las mismas mesas en los comedores, y se atiende en sus mas mínimos detalles conociendo sus preferencias. Caso concreto el hotel Tigaiga, en Puerto de la Cruz, uno de los mas galardonados del mundo –21 veces ganador consecutivamente, desde 1995, del prestigioso premio TUI HOLLY, por la calidad de sus servicios–, donde la saga familiar Talg, en tercera generación, ha sabido conservar toda una tradición que le ha valido esos múltiples premios internacionales como un lugar de acogida de primera clase. El trato personal es el valor insustituible del turismo por mucha tecnología que aportemos a este. Los miles de ejemplos que podemos citar sobre este tema los hemos puesto de modelos incontrovertibles, como decimos, en cientos de ocasiones ante millares de personas, la mayoría de ellas en plena formación para desempeñar puestos de gestión en el turismo, en lo cual nos cabe la enorme satisfacción de unos resultados más que positivos, regados por esos mundos de Dios.