Lectura 4. Tradiciones a lo largo del país EL NORTE: UNA REGIÓN

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Lectura 4. Tradiciones a lo largo del país
EL NORTE: UNA REGIÓN SIN ALTARES
Al norte de nuestro país el culto a los muertos se expresa de una manera
propia, con algunos rasgos de singularidad solemne y sobria.
En esta región no se estila poner altares; sin embargo los deudos visitan a
sus difuntos en el cementerio y les llevan flores, exclusivamente flores, ya sea
en corona, en ramo, etc.
Uno de los ritos propios de esta región específicamente en Pesquería,
Nuevo León, es una costumbre que a través de España nos llega de Roma y
que seguramente al paso del tiempo ha adquirido características propias, tiene
lugar inmediatamente que la persona fallece.
"Los varones de la familia, -hijo mayor, hermano, padre, etc. bajan al difunto
del lecho mortuorio y lo acuestan en el suelo". Podrá llevar cualquier tipo de
indumentaria: traje, corbata, algún vestuario especial, pero nunca zapatos".
LOS CORAS. NAYARIT
Según Fray Antonio Arias de Saavedra, ya en el siglo XVII los coras habían
adquirido una serie de preceptos del cristianismo y respecto al tema que nos
ocupa creían que los difuntos habitaban invisibles entre la población, después
de una resurrección al tercer día de su muerte.
Cuando moría un cora sus deudos manifestaban su pesar cortándose el pelo
en señal de luto. Para evitar que entrase sus deudos le ponían en la puerta los
objetos o pertenencias que en vida más apreció.
Hubo también entre los coras la costumbre de deificar a ciertos hombres
cuando morían. y objetos como platos, jícaras, arcos, flechas, plumeros, etc.
Costumbre frecuente fue sepultar el cadáver después de cinco días de muerto.
También fue común la creencia de que los muertos solían aparecerse en forma
de moscas, búhos, perros, o bolas de fuego, o como fantasmas de forma
humana negros, blancos o luminosos. Cada ofrenda ha sido compuesta
conforme a las posibilidades familiares: tamales de maíz "negro" maíz, agua
bendita y esquite.
"Reciben a los muertos de rodillas, quien lleva el bastón y entra el primero y
permanece en el interior de la casa el resto de la ceremonia; uno de los
difuntos rocía con agua bendita y el que lleva la cruz bendice a los miembros
del grupo y toma de sus manos las flores que cada uno sostiene; finalmente
salen de la casa para unirse a los demás". La gente dice que los muertos están
muertos, pero están mucho más vivos que antes".
LOS HUICHOLES
Los días de muertos tienen su expresión máxima en el ámbito de la
comunidad campesina, tal vez porque es donde se está mas cerca del contacto
con la naturaleza, de esa madre, destino, certeza de la que también el morir
forma parte.
Muchos pueblos comprenden la unidad entre hombres y dioses como
necesaria para mantener la armonía del universo. Ese concierto, ese orden
cósmico incluye a los difuntos de los que el hombre vivo no ha querido
olvidarse y que conserva en unidad sagrada:
"El agua centellante que corre por lo ríos y esteros no es meramente
agua, sino la sangre de nuestros antepasados. Si os vendemos estas tierras,
tendréis que recordar que ellas son sagradas y deberéis enseñar a vuestros
hijos que lo son y que cada reflejo fantasmal en las aguas claras de los lagos
habla de acontecimientos y recuerdos de la vida de mi pueblo.
Tal unidad es también el centro del pensamiento huichol Los símbolos
sagrados se constituyen por elementos de la naturaleza como el venado, el
peyote y el maíz.
Entre los huicholes no se celebra a los muertos los días 1o. y 2 de
noviembre, sino que a cada difunto, cinco días después de su fallecimiento se
le ofrenda una ceremonia llamada muequi cuevixa, mediante la cual se propicia
que el alma del difunto regrese del inframundo para despedirse de sus
parientes. (91) Esta ceremonia dura toda la noche y está saturada de rituales
que van desde cantos, que realiza un cantador o mara'acame, hasta llanto,
alimentación y pintura en los asistentes con significados precisos.
Todo ello se realiza en el patio de la casa del difunto, donde no falta un
adoratorio o kiiriki, donde se colocan sus pertenencias y diversas ofrendas,
principalmente alimenticias. Entre ellos no existe la palabra Dios y sus
deidades están todas relacionadas con las fuerzas de la naturaleza. Las
deidades y los muertos velan siempre por la cohesión del grupo. De ahí que las
ceremonias en honor a los difuntos revistan aspectos tan singulares.
En la ceremonia los cantadores rezan invocando a las deidades de los
cinco puntos cardinales (porque, incluyen el centro) a más, realizan durante
toda la noche una serie de actos altamente simbólicos. Cuando se simboliza 1a
partida, se hace un ritual de limpieza significando que todo concluye. Si el
difunto fue bautizado conforme al catolicismo también se rememora el bautizo.
Al igual que entre tos coras, el alma del muerto se posa sobre el
mueviérite del cantador Y le dice que ya no puede llegar como antes y que le
olviden.
La elaboración del kiiriki o adoratorio es todo un hecho simbólico donde
cada objeto tiene carácter sagrado, cada piedra, cada pared, cada signo. En
cuanto a las ofrendas pueden ser objetos o alimentos: flechas simbólicas,
bastones, jícaras, "ojos de dios", cabezas de venado, colas de venado, arcos,
equipales, etc. y alimentos de los que ellos consumen generalmente y algunos
específicos.
Los objetos rituales son muchísimos, cada uno con su razón específica.
Todo tiene una relación, todo constituye una búsqueda de unidad y de armonía
dado que para el huichol cuanto hay en el mundo no es producto de una
creación en el sentido bíblico, sino de una transformación. Lo sagrado y lo
profano, lo espiritual y lo físico, asumen re1aciones y responsabilidades a fin
de proteger el equilibrio físico y metafísico del grupo social.
VICTORIA, GTO
Recuerdos, una de las formas del rescate de la tradición de Doña Pilar
Sánchez Martínez a su hijo Enrique. Octubre de 1991. Recuerdo como se
hacían las fiestas desde 1930 más o menos, cuando ya estaba más
grandecilla. Mi abuelita, cristiana fervorosa, como viví hasta los nueve años con
ella, me enseñó muchas cosas de las costumbres de su época. Todas esas
flores son amarillas o rojizas y hay muchas en ese tiempo.
"La mesita del altar se rodeaba también de la misma rama. Sobre la mesa
se ponían telas blancas, símbolo de lo que es pureza e inocencia de los niños
finados de la familia a los que cariñosamente se les llamaba "los angelitos".
Todo debía estar listo para antes del mediodía, porque a las doce en punto se
repicaban largamente las campanas, muy alegres, y se tiraba gran cantidad de
cohetes de todas las casas. A esto se le llamaba "recibir a los ángeles", que
según la tradición, en ese momento venían como visita del cielo a la familia. En
ese mismo momento se encendía en el altarcito una vela blanca por cada uno
de los ángeles que se esperaban y se platicaba con los demás hijos cómo
había nacido, cuánto había vivido, como se llamaban, de qué murieron, en fin,
cosillas así.
"Las velas permanecían encendidas hasta el anochecer, en que se rezaba
con toda la familia un rosario solemne con misterios, cantados con letra propia
para los niños; mira, por ejemplo, me acuerdo de esto que cantaba mi abuelita:
•
•
•
•
Quisiera tener alitas
para volar, para volar,
volando voy, volando voy,
volando voy para el reino celestial.
Si era posible se ponían algunas flores blancas sobre la mesa, si no, no.
En ese momento creían recibir a los finados adultos, y la mesa se adornaba
con grandes ramilletes de las flores amarillas que ya te dije. La familia tenía
una cruz negra no muy grande por cada uno de los parientes de la familia ya
fallecidos. Todos se colocaban sobre el altar en desorden, y en el suelo se
encendía una vela amarilla por cada cruz colocándola de manera prudente
para evitar un incendio ya que en ocasiones eran muchas. Sobre el mismo
altarcito se colocaban alimentos a los que se daba el nombre de ofrendas, y allí
permanecían hasta el mediodía del dos de Noviembre, ya que en ese momento
los muertos volvían a su destino. (94) Las tostadas eran de nixtamal, no
doradas en manteca ni en aceite, eran tostadas nada más con la pura lumbre
en comal.
Como casi no había tumbas en ese tiempo, cada quien recordaba el lugar
donde fueron sepultados sus familiares y con algo removían la tierra formando
un montículo en ese lugar poniendo arriba algunas flores. Después del
mediodía se repartía entre los vecinos, parientes o amigos, lo que se había
puesto sobre el altar diciéndoles: "Mira, te traigo tu ofrenda". Esto se agradecía
y se correspondía con gran beneplácito.
Las velas amarillas o los candiles se dejaban encendidos hasta que se
consumían. Algunas personas acostumbraban figuras en el suelo una cruz
grande con cal o con ceniza. mira, los candiles eran una especie de lámpara de
aceite puestos en una cazuela de barro con una mecha de pabilo. La
improvisaba cada familia con aceite que ellos mismos preparaban con semillas
de higuerilla.
NUEVO VALLE DE MORENO, GTO.
Nuevo Valle de Moreno es un pueblo del que la historia escrita no dice
nada y del que la tradición oral no alcanza a desandar los primeros tiempos
Las personas de más edad apenas conocen lo que corresponde al siglo. Todo
permanece oculto hasta que un día alguien, tal vez un lugareño, intente hacer
la historia escrita de este pueblo del norte de Guanajuato.
En este lugar no se realizan altares de muertos. La celebración la
constituye la Santa Misa dedicada a los files difuntos. Nadie arregla tumbas,
nadie lleva flores. El cementerio, como todos los días, permanece solitario, bajo
el viento frío de inicios de noviembre.
Este pueblo, que en los años setentas figuraba en los mapas turísticos
del Estado como "pueblo fantasma" tiene también una historia acorde con la
del país. Durante la Revolución de 1910 la región también vivió la zozobra, la
lucha y el hambre. También algunos de sus hombres empuñaron las armas, y
retrocediendo en el tiempo, durante la lucha por la Independencia Nacional.
Apenas una gran roca señala el sitio de la muerte de Moreno donde
cada 27 de octubre, algunas personas, maestros y escolares visitan el lugar
para recordar al héroe. Sin embargo las personas de mayor edad recuerdan los
rosarios "vivientes" que iban acompañados así:
A los ángeles santos
quiero y adoro
porque sacan las almas
del purgatorio.
Viva María,
viva el Rosario,
viva Santo Domingo
que lo ha fundado.
El demonio a la oreja
te está diciendo:
deja misa y rosario
sigue durmiendo.
Viva María
Sus costumbres funerarias incluyen la diferenciación entre el "angelito" y
el muerto adulto. El angelito es preponderantemente niño, pero pueden ser
Cuando se trata del funeral de un angelito la ceremonia inicia con la
"coronación", o acto de vestirlo y ponerle su corona -que se realiza
preferentemente con papel dorado. Se viste como el santo de la devoción
familiar, pero es de uso común que si es niño lleve traje de San José y si es
niña, de María Inmaculada, asociando esto con la virtud, la pureza y la castidad
del difunto dado que en el pueblo la idea de angelito es la de un ser inocente y
libre de pecado. Se estallan cohetes y las mujeres y los niños llevan flores
para, al finalizar el acto, depositarias sobre la tumba. Una informante refiere
que oyó contar a Doña María Castor, persona que hasta su defunción reciente
era la de más edad en el pueblo, que en las épocas difíciles del primer cuarto
de siglo, llegaron a enterrarse algunos difuntos sin ataúd.
LA REGIÓN DE PÁTZCUARO, MICH.
En la región del lago de Pátzcuaro, en las poblaciones ribereñas como
Ihuatzio, Tzintzunzan o Erongarícuaro, o en las islas de Yunuen, Pacanda o
Janitzio se realiza tradicionalmente una solemne ceremonia en honor de los
difuntos. Es talla vistosidad que a la fecha mucha gente acude, tanto del país
como del extranjero a presenciar este acto.
Los pescadores, con sus remos a modo de mástiles y con sus petates o
redes de pesca (chinchorros) construyen una especie de recinto íntimo para
albergar el altar en el que se colocará la ofrenda Mientras, sus mujeres
construyen con madera o carrizo una armazón en figura de atril que luego
adornan con panes, flores, frutas, mazorcas de maíz, guajes y figuras de
alfeñique como corazones, animales y seres humanos, así como pequeñas
orquídeas de un color rosa- violeta llamadas "itziquitzúmacuas" o ánimas. En
algunos casos la ofrenda alimenticia incluye también guisos. Son tantas las
luces de las velas encendidas iluminando las figuras inmutables sentadas junto
a su ofrenda, mientras aún los incesantes flashazos de las cámaras estallan
irreverentes.
DIA DE MUERTOS EN XAYACATLAN, PUE.
Los xayacatecos conciben el mundo de los muertos semejante al de los
vivos, un lugar donde las almas realizan las actividades cotidianas de la vida
terrena: las mujeres lavan, planchan, hacen tortillas, etc. los hombres
siembran, cortan leña, etc.
Esta cotidianidad se extiende al día de Todos los Santos cuando, para visitar
a sus familias, las almas lo hacen en grupos; inclusive si una persona muere en
un día próximo a estas fechas a su alma le tocará quedarse en el mundo de los
muertos a "cuidar la puerta".
El día 28 de octubre se coloca el altar familiar porque ese día llegan almas
de los difuntos que tuvieron una muerte violenta, aunque las ofrendas para
ellos son muy sencillas: es generalmente un plato de comida y una vela
encendida. Este consiste en morralitos para los niños y canastitas para las
niñas.
Cuando ellos se van llegan las almas de los difuntos adultos. Las velas son
muchísimas, pues representan a los difuntos adultos, familiares de varias
generaciones.
Tal arco se coloca como orla del altar, que a su vez es presidido por santos
como la Virgen de Guadalupe. Aún subsiste la cuarteta que alude al temor de
su canto:
Cuando el tecolote canta,
el indio muere:
esto no será cierto,
pero sucede.
Completan el arreglo varios floreros colocados a los lados con flores diversas:
gladiola, nube, flor ninfa, albahaca, pata de león y sobre todo cempoaxóchitl.
Si la familia cuenta con un asno a éste se le prepara para significar que
ayudará a las almas a llevar sus itacates.
De esta manera el ambiente festivo dura dos o tres días, hasta que se da
cuenta de los productos de la ofrenda.
REAL DEL MONTE, HGO.
Dos de noviembre de cada año:
los muertos y los mineros
somos los mismos hermanos.
En esta espaciosa sala cuyo piso alfombrado semeja un púrpura océano, un
mar bermejo que lleva al recuerdo de la luz, se yergue el altar de todos santos;
a lo alto y al centro, en el fondo limpio como la amistad que se ofrece a los
muertos y a los vivos, la imagen del Cristo; sobre la misma pared, y un poco
más abajo, el retrato del deudo; en este caso, el difunto esposo de Elenita, que
en vida llegó a este pueblo, para hacerse cargo de la Administración de
Telégrafos, con su gesto adusto, viril, como los mineros a los que sirvió con
eficiencia. Sobre el piso, más y más ofrendas: plátanos, nueces, guayabas,
tamales, naranjas, guisos, pan de muerto, dulces, velas; enmarcando el
conjunto del altar, pero formando parte de él, una estilización de arco que nace
del tercer escalón y casi toca el techo, que es bastante alto (dos metros y
medio, aproximadamente), con flores de cempoaxóchitl, jícamas colgando, y
simétricamente colocadas, unas flores hechas de pencas de una planta
xerófila; sobre este arco de base a manera de cortina, imitando una puerta del
arte mudéjar, como si de pronto, las mil y una noche árabes, se trasladaran a
este altar para honrar a los muertos grandes y chicos. Otro arco se yuxtapone
con más flores, más fruta, más estética para nuestros ojos azorados.
Valdivieso, responsable de la Casa de la Cultura y el Museo Comunitario de
esta ciudad de Mineral del Monte, Hgo., y que nosotros, los que volvemos al
pasado desde el aroma de los cempoaxóchitl(con una forma diferente de llamar
a las flores del sol), las banderitas de papel de china picado y los panecillos
olorosos a canela, que hemos obtenido junto con la impresión de haber
remontado el valle para alcanzar en las primicias de la sierra hidalguense, la
ventura de parlar con los ancestros que convivieron con los mineros que
descansan bajo la placa que reza:
"De Dios vine
y a él retorno,
la vida
en la mina consumí;
descansan mis cenizas
en la tierra generosa
y mi alma espera
gloriosa eternidad".
Desde el recuerdo ahora reciente de este altar junto a la plaza principal No 1
Real del Monte, Hgo., anoto el número telefónico que me ha de conectar con el
mundo mágico y sorprendente del mundo a los muertos, a los antepasados:
nueve uno guión siete cero uno siete cinco, o tal vez nueve uno guión siete
siete uno guión siete cero cinco tres uno.
REGIÓN DE PAPANTLA, N. DE VERACRUZ.
Es esta una región donde se conserva cuidadosamente una serie de prácticas
en el culto a los muertos. Los ritos muestran una influencia muy grande del
catolicismo, sobre todo en la cuestión del santoral, el calendario, las
festividades, la música, la concepción del bien y del mal, etc. No obstante,
también se manifiestan ciertos rasgos de la cultura prehispánica propia de la
región, la totonaca.
Ambas concepciones del mundo se expresan en las ofrendas, predominando la
indígena, dado que, como en el mundo totonaca no hay infierno, "todas las
deidades divinizadas, dueños y dueñas, creadores y formadores tienen buenas
virtudes, solo que cuando los hombres los descuidan y no les dan sus
sustentos para lo que fueron creados y destinados envían los castigos: a eso
se deben las sequías, las hambrunas y las enfermedades. Se cree que los
castigos, los sufrimientos, son propiamente del mundo terrenal en el punto de
equilibrio.
Ello significa que el lugar donde le toca descansar al alma será designado por
las divinidades-dueños, pero el alma deberá ser ayudada por sus deudores.
Quienes mueren en forma trágica como ahogados, asesinados, etc. deberán
andar durante cuatro años cavando arroyos y ríos en busca de nuevos muertos
y se les escucha cuando llueve o relampaguea.
En esta región de Veracruz son varios los días en que se celebra a los difuntos:
1.- San Lucas, día 18 de octubre, se celebra a quienes tuvieron muerte
violenta como ahogados, asesinados o accidentados.
En el altar familiar, común en todos los hogares se les coloca una
pequeña ofrenda de pan, chocolate, tamales o mole, entre sencillos adornos de
palma u otra planta llamada tepejilote. Si se conmemora algún difunto en
especial se invita también a los padrinos de la cruz, quienes con familiares y
rezanderos oran y llevan la cruz al cementerio, donde depositan también parte
de la ofrenda alimenticia.
2.- Ninín.- Constituye propiamente la celebración que en el resto del país
se denomina Día de Muertos. Incluye la ofrenda para angelitos el día 31 y la
ofrenda para difuntos adultos el día primero. Más adelante señalaremos
algunas de las particularidades que presenta esta celebración.
3.- La octava, los días 8 y 9 de noviembre, donde nuevamente se recibe
a los difuntos, el primer día los angelitos y el segundo los adultos pues supone
que desde los días lo. y 2 andan rondando por la comunidad. Se vuelve a
adornar el altar con flores y alimentos, pero en menor cantidad.
4.- San Andrés, el 30 de noviembre se despide definitivamente a los
difuntos y propiamente concluye la celebración que para algunas familias
concluyó en la octava. Ya no retornarán hasta el año siguiente. En el altar de
muertos, o en el al lar familiar se vuelven a colocar flores y alimentos, se reza,
se cantan alabanzas y suele velarse la cruz de algún difunto si la familia
recuerda especialmente a alguien; ésta se lleva al día siguiente al camposanto
con una abundante ofrenda alimenticia y floral.
Estas cuatro fechas en realidad forman parte del gran ceremonial del difunto
llamado
también
en
conjunto
Ninín.
Las
comunidades
consideran
imprescindible realizar las ofrendas y la actividad se desarrolla en una
vertiginosa alegría ya que hasta los caminos del hogar, el cementerio, los
hogares, son objeto de limpieza, sin contar con la actividad comercial, el corte
de plátano, de leña, preparación de los homos, etc.
El día 31. 1o y 2 son las fechas más importantes. Para llamar a los difuntos y
ofrecerles los preparativos existe una invocación especial. Hecha ésta se les
espera entre cohetes, repique de campanas, música, e inclusive a veces baile.
Los difuntos, en forma de insectos vendrán a probar la esencia de los
alimentos. En el altar de angelitos se coloca desde luego lo propio del gusto
infantil principalmente dulces de fruta en conserva, tamalitos de dulce,
chocolates, juguetes. Para los adultos esto se constituye por lo propio del gusto
de los mayores, donde destacan los alimentos picantes, las bebidas
embriagantes, los cigarrillos, la indumentaria y la fruta, todo ello entre profusión
de flores, principalmente el cempoaxóchitl, llamado galhpuxan o flor de muerto,
y sobre artísticos manteles elaborados precisamente para tal ocasión. Un
aspecto interesante de la ofrenda en la región la constituye la "ofrenda para
huérfanos", pequeño altar que se elabora fuera de las casa, ya que este tipo de
difunto no entra hasta el altar familiar. Su ofrenda es sencillamente una
veladora, agua, dos tamalitos, pan y chocolate.
El culto incluye la visita al cementerio y tanto el altar como el sepulcro, al que el
día 2 se lleva parte de la ofrenda alimenticia llevan 12 y 13 estrellas:
"representan los cielos del inframundo y la vía láctea por donde transitan las
almas, el 12 se refiere a la mujer y el 13 al hombre y a la divinidad principal:
Chichiní".
POR LOS PUEBLOS DEL SURESTE, CAMPECHE
"Cuando la comida que se les pone en el altar
a los difuntos está fría procedemos a comérnosla
con mucho respeto, ya que es lo que nuestros queridos
difuntos nos han dejado para alimento de toda nuestra familia".
Lilia de Ulumal
Los pueblos del grupo maya desde lo más remoto de su historia
incluyeron, como todos los pueblos mesoamericanos, el culto a los ancestros.
Entre ellos predominó la creencia en un renacimiento cíclico de los seres
humanos, y la de un estrecho nexo entre la fecundidad humana y la de las
plantas nutricias.
Para el hombre que moría, el lugar más común de destino era el Mitnal, para algunos autores versión maya de la palabra azteca Mictlán-. Entre los
mayas, a semejanza de los aztecas, se reserva una suerte privilegiada a los
guerreros caldos frente al enemigo, a las mujeres muertas en el parto y, en
lugar de los comerciantes, a los sacerdotes. Este rasgo también lo
encontramos en otras partes del país expresado de distintos modos:
No llores madre afligida
y ni tengas desconsuelo,
que de Dios fuiste escogida:
enviar ángeles al cielo.
Al morir el niño no hay que llorarlo, (tampoco al adulto), para "no mojar el
camino del cielo".
Para los lacandones las almas de los adultos no abandonan pronto su morada.
Esta situación puede prolongarse hasta ochenta días.
Los mayas de los tiempos antiguos enterraban, y aún hoy cuando pueden, a
sus muertos en una proximidad inmediata de su casa. de noviembre las almas
de los difuntos vuelven a la tierra para su visita anual y se vuelven a ir una
semana después. La mesa se adorna con flores de cempoaxóchitl, de algodón
o de las que se encuentren, colocándose un adorno de ésta en la puerta para
invitar a entrar a los difuntos.
Sobre la mesa se pone cacao, pan, velas encendidas, dulce de calabaza,
pepitorias, etc.
En algún lugar de la habitación se coloca también un poco de chocolate y pan,
así como una vela encendida para todas aquellas almas que no hayan tenido
parientes vivos para honrarlas.
Es común también que se invite al cura o al cantor para que dirija las
oraciones. Algunas familias colocan una mesa adicional a la de difuntos donde
consumen sus alimentos. Se disponen también tazones llenos de agua y flores
para que los muertos, al igual que los vivos según la costumbre, se laven las
manos antes y después de la comida. Los asistentes las encienden sobre las
tumbas de sus muertos, donde también se colocan las flores que adornaron la
mesa. En los días posteriores se regresa al camposanto para quitar de las
tumbas las flores marchitas. "El renacimiento del hombre le ha parecido a este
pueblo una cosa tan necesaria como la germinación anual de la planta, a la que
lo asimilan tanto los textos como los signos mismos de escritura". "Para el
maya, renacimiento equivale a nacimiento, así como para el cristiano la
presencia del alma en el cuerpo equivale a la vida. El psiquismo del muerto,
que sin ritos no podría reencarnarse, se vería errando en las peores
condiciones, las más peligrosas para el hombre, mientras que la tierra se
despoblaría hasta finalmente quedar vacía". 
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