62/3 Anales Nestlé Anales Nestlé Volumen 63/Número 1 Diabetes de tipo 2 Diabetes de tipo 2 Publicación destinada exclusivamente al cuerpo médico Impreso en Suiza art. 4376 E UOOO-OT-OT 00 Indic.Edit. 63/1 (i-vi) 15/2/06 12:13 Página i Anales Nestlé Volumen 63/Número 1 Diabetes de tipo 2 00 Indic.Edit. 63/1 (i-vi) 15/2/06 12:13 Página ii © 2005. NESTEC S.A., Avenue Nestlé 55, CH-1800 Vevey, Suiza. Impreso por Les Presses de la Venoge S.A., CH-1026 Denges, Suiza. Todos los derechos reservados. Ninguna parte de esta publicación podrá ser reproducida, recogida en cualquier sistema de memoria o transmitida, sea por medios electrónicos, mecánicos, fotocopia, grabación u otros, sin el previo permiso escrito. El material contenido en esta publicación ha sido considerado como material no publicado anteriormente, salvo en los casos donde se ha solicitado la autorización a la fuente de la cual derivaba una parte del material ilustrado. Nestec, S.A. no puede hacerse responsable de los errores o de las omisiones o de las consecuencias que puedan surgir de la utilización de la información contenida en esta publicación. Citado en EMBASE/Excerpta-Médica ISSN 0527-8606 PUBLICADO POR NESTLÉ ESPAÑA, S.A. Edificio Nestlé Esplugues de Llobregat (Barcelona) Reservados todos los derechos de adaptación y traducción Director: Fco. Javier Dorca Fornas Producción: SCM, S.L. Febrero 2006 Impreso en Suiza Revista preparada por un Comité internacional compuesto de expertos pediatras y realizada por los servicios científicos Nestlé. Correspondencia: Comité de Redacción de Anales Nestlé Edificio Nestlé 08950 Esplugues de Llobregat (Barcelona) 00 Indic.Edit. 63/1 (i-vi) 15/2/06 12:13 Página iii Índice Editorial Artículos originales Prevalencia mundial de la diabetes de tipo 2 en la infancia y sus implicaciones para la salud . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1 ZVI LARON Resistencia a la insulina y diabetes de tipo 2 en la infancia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11 CLAIRE LÉVY-MARCHAL, PAUL CZERNICHOW Complicaciones de la diabetes de tipo 2 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 19 TIMOTHY G. BARRETT Prevención primaria y secundaria y tratamiento de la diabetes de tipo 2 en la infancia . . . 29 ARLAN L. ROSENBLOOM, JANET H. SILVERSTEIN iii 00 Indic.Edit. 63/1 (i-vi) 15/2/06 12:13 Página iv Editorial El inquietante aumento de la prevalencia de la diabetes no insulinodependiente (tipo 2) en el mundo y la morbilidad asociada son dos retos de capital importancia para los sistemas sanitarios de todos los países, que justifican plenamente que el Comité de Redacción de Anales Nestlé haya decidido dedicar a esta enfermedad un número de esta revista. De hecho, existe el temor de que la diabetes de tipo 2 se convierta en una de las principales causas, cuando no la principal, de la disminución de la esperanza de vida en este siglo en los países occidentalizados y suponga un grave revés para muchos países en vías de desarrollo que intentan solucionar los problemas derivados de la subnutrición. Si estas previsiones se cumplen, se trataría de un proceso sin precedentes que podría llegar a convertirse en una auténtica tragedia, aunque evitable en gran medida, tanto para las poblaciones como a escala individual. En el primer artículo de este número, el profesor Zvi Laron, del Centro Médico Infantil Schneider, de Tel Aviv (Israel), hace un análisis del conocimiento actual sobre la prevalencia a escala mundial de la diabetes de tipo 2 en la infancia. En ese artículo demuestra de forma absolutamente convincente el vínculo que existe entre su rápido aumento y el de la obesidad, cuyo carácter epidémico exige que se adopten medidas en todo el mundo para invertir la tendencia. Los datos epidemiológicos de los que se dispone permiten establecer una relación indiscutible entre el aumento de la prevalencia de la diabetes de tipo 2 y algunas modificaciones ambientales, sobre todo una mayor disponibilidad alimentaria y una reducción del ejercicio físico, que, para muchos, son sinónimo de modernidad. El profesor Laron analiza dónde y cómo se ha constatado por primera vez el aumento de la prevalencia de la diabetes de tipo 2 y el modo en que una enfermedad relativamente imperceptible hasta entonces se haya convertido en una gran preocupación de salud pública, tanto en los países en vías de desarrollo como en los países industrializados, tanto en las poblaciones indígenas como en las que se han instalado posteriormente. El segundo artículo, de la doctora Claire Lévy-Marchal y del profesor Paul Czernichow, del Hospital Robert Debré (Inserm U690) de París (Francia), está dedicado a la fisiopatología de la resistencia a la insulina en la infancia. En él se analizan sucesivamente los efectos que, con respecto a la sensibilidad a la insulina, tienen la masa grasa total del organismo, y más concretamente del tejido adiposo intraperitoneal, y los cambios hormonales característicos de la pubertad y el embarazo, así como los factores étnicos y genéticos. En este artículo también se analiza el papel que desempeña la resistencia a la insulina en lo que se ha dado en llamar el síndrome metabólico y la forma en que se manifiesta en la infancia. Todos estos datos ilustran bien que no se puede considerar la biología humana independientemente del medio en que se desarrolla, por lo que cada vez se tiene más en cuenta la interacción entre los factores constitucionales y ambientales y existe un mayor reconocimiento de la complejidad de las enfermedades crónicas (es decir, sus múltiples etiologías). El objeto del tercer artículo se refiere a las complicaciones derivadas de la diabetes de tipo 2. El profesor Timothy G. Barrett, del Instituto de Salud Infantil de Birmingham (Reino Unido), hace un repaso de las complicaciones agudas y crónicas de esta afección; centra su exposición en las iv Anales Nestlé 2005;63:1/i-v 00 Indic.Edit. 63/1 (i-vi) 15/2/06 12:13 Página v primeras y hace referencia al modo en que la cetoacidosis diabética y el coma hiperosmolar, que complican la diabetes de tipo 2, se manifiestan en la infancia. Posteriormente, revisa las principales complicaciones de esta afección, como las retinopatías, las nefropatías y las lesiones nerviosas y cardiovasculares. Insiste en el hecho de que la diabetes de tipo 2 «es un elemento de lo que se ha dado en llamar síndrome metabólico, con sus complicaciones específicas en relación con la obesidad, como la hipertensión, los ovarios poliquísticos, los problemas ortopédicos, la resistencia a la insulina y el perfil lipídico anormal». La escasa experiencia que se tiene al respecto nos impide precisar su pronóstico, aunque ya se sabe que algunas de las complicaciones que también están asociadas a la diabetes de tipo 1 todavía son más virulentas en los niños afectados por diabetes de tipo 2. Este número de Anales Nestlé concluye con una revisión de Arlan L. Rosenbloom y Janet H. Silverstein, del Centro de Servicios Médicos Infantiles de la Universidad de Florida (Gainesville, Estados Unidos), sobre prevenciones primaria y secundaria y el tratamiento de la diabetes de tipo 2. Estos autores analizan el papel del área microambiental (hogar, escuela y establecimientos de alimentación) y los sectores macroambientales (desarrollo rural y urbano, la industria y la distribución alimentarias, los medios de transporte, etc.) que se debe tener en cuenta al elaborar la política de prevención primaria para que ésta tenga posibilidades de éxito. Por otra parte, subrayan que las metas de las estrategias de prevención secundaria son, a menudo, desalentadoras por la dificultad que entraña modificar los comportamientos y por la falta de alternativas. Por último, se hace un repaso de las prioridades en el tratamiento, sus objetivos y el papel que, con respecto a éste, desempeñan la modificación del comportamiento, la alimentación, la actividad física, los agentes hipoglucémicos y la cirugía. Todos los artículos de este número de Anales Nestlé insisten en destacar los implacables retos a los que tienen que enfrentarse quienes se encargan del cuidado de los niños. Los médicos y quienes les ayudan en el cuidado de los niños cada vez se ven más implicados en actividades que superan en gran medida a las que tradicionalmente han estado asociadas al sector biomédico. La «caja de herramientas y las técnicas de tratamiento» del siglo XXI son fundamentales en lo que respecta a nuestra capacidad para dispensar atención médica, pero, paradójicamente, estos progresos obligan a quienes tienen que dispensarla a ir más allá de los reducidos límites de las estrategias tradicionales para combatir las causas profundas de las enfermedades evitables. La diabetes de tipo 2 ilustra muy bien estos retos. Comité de Redacción de Anales Nestlé Anales Nestlé 2005;63:1/i-v v 01 Zvi Laron 63.1–01/10 15/2/06 12:26 Página 1 Prevalencia mundial de la diabetes de tipo 2 en la infancia y sus implicaciones para la salud ZVI LARON Endocrinology and Diabetes Research Unit, Schneider Children’s Medical Center, WHO Collaborating Center for the Study of Diabetes in Youth, Tel Aviv University, Tel Aviv, Israel Introducción La diabetes mellitus de tipo 2 no es una entidad única sino un grupo de síndromes caracterizado por resistencia a la insulina e hiperinsulinemia [1]. Su nomenclatura y definición han sufrido varios cambios en los últimos años, pasando de «diabetes mellitus de comienzo en la edad adulta» a «diabetes mellitus no insulinodependiente» (NIDDM, non-insulin dependent diabetes mellitus, en inglés) y actualmente a diabetes de tipo 2. No obstante, su distinción con respecto a la «intolerancia a la glucosa» y a la «diabetes química» sigue siendo motivo de controversia. La diabetes mellitus de tipo 2 no es una entidad única sino un grupo de síndromes caracterizado por resistencia a la insulina e hiperinsulinemia. Hasta hace poco tiempo, la diabetes de tipo 2 infantil no se mencionaba en la literatura sobre la diabetes. En un libro publicado en el año 2000, titulado Diabetes in the New Millenium, se indica, en el capítulo dedicado a la diabetes de tipo 2, que su prevalencia varía entre los diferentes países y entre las poblaciones de estos países, y que, en los países industrializados, la enfermedad se acerca a niveles epidémicos en las personas de entre 18 y 70 años, pero no se menciona a los niños [1]. En los libros sobre diabetes en la infancia basados en la experiencia europea apenas se hace mención Anales Nestlé 2005;63:1-10 de este grupo de síndromes [2-4]. Chiumello fue, en 1970, uno de los primeros en Europa en mencionar la diabetes química en niños obesos con hiperinsulinismo [5]. Este autor señaló que un 25% de los niños obesos tratados en su clínica de Milán (Italia) presentaba hiperinsulinismo e intolerancia a la glucosa, pero se negaba a considerarlos diabéticos por cuanto esos trastornos podían normalizarse mediante tratamientos dietéticos. Unos cuantos años más tarde, Jackson y cols. informaron, con ocasión del 2.º Simposio Beilinson, de una disminución progresiva de las reservas de insulina en niños con diabetes química [6]. En la misma reunión, Rosenbloom informó que 10 de los 74 niños que trataba por trastornos del metabolismo de la glucosa tenían diabetes química [7], y Fajans y cols. informaron sobre 24 niños de edades comprendidas entre los 9 y 17 años que presentaban «diabetes de la madurez con comienzo juvenil» (MODY, acrónimo inglés de maturity onset diabetes of the youth) [8], dicho de otro modo, diabetes de tipo 2 hereditaria [9]. En Japón, en un cribado realizado en la década de En los libros sobre diabetes en la infancia basados en la experiencia europea, apenas se hace mención de este grupo de síndromes. Sólo 25 años más tarde, la diabetes de tipo 2 se considera «una epidemia fuera de control». 1 01 Zvi Laron 63.1–01/10 15/2/06 12:26 Página 2 Zvi Laron Tabla I: Valores superiores a los normales de glucemia en ayunas y picos de glucemia y de insulinemia en el transcurso de una prueba oral de tolerancia a la glucosa Glucemia en ayunas Pico de glucemia Insulinemia en ayunas Pico de insulinemia 0-13 años 14-20 años 75 mg/dl (4,1 mmol/l) 135 mg/dl (7,5 mmol/l) 7 mU/l 90 mU/l 80 mg/dl (4,4 mmol/l) 150 mg/dl (8,3 mmol/l) 11 mU/l 200 mU/l los setenta con varios centenares de escolares, se detectó a 75 niños afectados por diabetes de tipo 2 frente a los 12 en que se detectó diabetes de tipo 1 [10]. Sólo 25 años más tarde, la diabetes de tipo 2 se considera «una epidemia fuera de control» [11]. Tabla II: Enfermedades y síndromes asociados a la intolerancia a la glucosa y/o a la diabetes de tipo 2 (reproducido con el permiso de J Pediatr Endocrinol Metab) Ataxia de Friedreich Ataxia telangiectasia Corea de Huntington Deficiencia de glucosa-6-fosfato deshidrogenasa (G6PD) Distrofia miotónica Distrofia muscular Glucogenosis de tipo 1 Hemocromatosis Porfiria aguda intermitente Retinitis pigmentaria, neuropatía, ataxia y diabetes Síndrome de Alstrom Síndrome de Cockayne Síndrome de Klinefelter Síndrome de Laurence-Moon-Biedl Síndrome de Prader-Willi Síndrome de Turner Síndrome de Werner Trisomía 21 Definición en niños y adolescentes Los criterios de Estados Unidos para interpretar los resultados de las pruebas orales de tolerancia a la glucosa difieren con respecto a los de la Sociedad Internacional de Diabetes Pediátrica y Adolescente (ISPAD, International Society of Pediatric and Adolescent Diabetes, en inglés). Weber [12] y Laron y Mimouni [13] precisaron los límites normales de variación de la glucemia y de la insulinemia durante las 3 horas posteriores a la administración oral de 1,75 g de glucosa por kg de peso corporal (con un máximo de 100 g) tras un ayuno nocturno de entre 12 y 14 horas; para ello diferenciaron a los niños de entre 2 y 13 años de los de entre 14 y 20 (Tabla I). También recomendaron que no se realizara la prueba sin haberse asegurado antes de que los niños (o adolescentes) hubieran recibido aportes normales de hidratos de carbono durante los 3 días anteriores, o una alimentación rica en hidratos de carbono 3 días antes de realizar el test en el caso de que se hubiera prescrito su reducción en la dieta del niño. Nuestra postura personal es que el diagnóstico de la diabetes de tipo 2 en los niños o adolescentes (intolerancia permanente a la glucosa y resistencia a la insulina) requiere calcular la glucemia y la insulinemia durante la prueba de hiperglucemia oral. También resulta 2 útil intentar detectar una glucosuria persistente, pero para ello es necesario excluir previamente una glucosuria renal primaria o dosis repetidas de hemoglobina glucosilada (HbA1c), cuyo porcentaje debe ser normalmente inferior al 7,5%. Calcular la relación entre glucosa e insulina tras una noche en ayunas es una forma sencilla de evaluar la sensibilidad o la resistencia a la insulina. De hecho, la secreción de insulina debe mantenerse en estado basal en un sujeto normal cuando la glucemia sólo es moderadamente elevada. Etiología de la diabetes de tipo 2 La etiología de la diabetes de tipo 2, cuya principal característica es un estado de resistencia a la insulina, es heterogénea y su mecanismo todavía no se ha dilucidado completamente [14]. Investigaciones recientes respaldan la hipótesis de que la resistencia a la insulina está asociada a una alteración del metabolismo intracelular de los ácidos grasos en el músculo, que podría derivar en ciertos casos de un trastorno hereditario de la fosforilación oxidativa mitocondrial [15]. En la tabla II se enumeran los diferentes tipos de asociación entre los trasAnales Nestlé 2005;63:1-10 01 Zvi Laron 63.1–01/10 15/2/06 12:26 Página 3 Prevalencia mundial de la diabetes de tipo 2 en la infancia y sus implicaciones para la salud Tabla III: Heterogeneidad de la diabetes de tipo 2 Enfermedades Referencias Tipos de MODY 16 Síndromes de resistencia a la insulina 17 Anemia y diabetes de respuesta a la tiamina 18 Lipodistrofias 19 Grupos étnicos de alto riesgo 20 Predisposición clásica a la diabetes de tipo 2 21, 22 Diabetes preprogramadas in utero 23, 28 Diabetes asociada con hiper- o hiposecreción de GH o IGF-I 24, 25 Síndrome de Cushing 26 Diabetes inducidas farmacológicamente 26-30, 36 Obesidad 31 Diabetes gestacionales 32 tornos de la tolerancia a la glucosa y/o la diabetes de tipo 2, además de una larga lista de síndromes. Una diabetes de tipo 2 auténtica es consecuencia de toda una serie de etiologías, en su mayoría de carácter hereditario. Entre ellas, se puede reconocer la anemia de respuesta a la tiamina, que es una afección reversible (Tabla III). La historia natural de la diabetes de tipo 2 resulta de la combinación de factores genéticos, ambientales y comportamentales. Los trastornos metabólicos que preceden a la manifestación de una diabetes propiamente dicha son la resistencia a la insulina, la hiperinsulinemia y la intolerancia a la glucosa. Si estos desequilibrios se mantienen durante mucho tiempo, se puede llegar a un déficit de las células β del páncreas y a un agotamiento de la secreción de insulina (Fig. 1). En la tabla IV se describen los 6 tipos conocidos de MODY; el carácter hereditario de este síndrome debe poner en alerta a los médicos e incitarlos a buscar las mutaciones que lo causan. Los síndromes de resistencia a la insulina, con o sin lipodistrofia, son raros y las alteraciones moleculares subyacentes se han determinado en gran medida (Tabla V). Sea como fuere, la diabetes de tipo 2 suele estar asociada sobre todo con la obesidad [31]. Diabetes de tipo 2 inducida por medicamentos Fajans y Conn fueron los primeros en proponer que se combinara la administración de cortisona con una prueba de hiperglucemia provocada por vía oral para identificar a los sujetos con riesgo de desarrollar diabetes [33]. Actualmente se considera que los pacientes tratados con glucocorticoides tienen que someterse a una evaluación de su tolerancia a la glucosa [31], al igual que aquellos a los que se les administra la hormona de crecimiento (GH) [25], ya que tanto los glucocorticoides como la GH reducen la utilización de la glucosa a la vez que aumentan la secreción y la resistencia a la insulina [34]. Los anticonceptivos orales también aumentan la glucemia y la resistencia a la insulina. Las personas genéticamente predispuestas a la diabetes son especialmente sensibles a las sustancias enumeradas en la tabla VI. También se ha descrito intolerancia a la glucosa e incluso diabetes de tipo 2 en casos de deficiencia congénita de hormona de crecimiento sin tratar [34] y en el síndrome de Laron • Genética Resistencia a la insulina • Genética Hiperinsulinemia + Tolerancia normal a la glucosa Factores de riesgo y marcadores • Obesidad • Autoinmunidad latente • Pubertad • Historia familiar • Síndrome de los ovarios poliquísticos • Acantosis nigricans Hiperinsulinemia + Hiperglucemia posprandial ↓ Función de las células β • Glucotoxicidad • Grupos étnicos • Lipotoxicidad Diabetes de tipo 2 • ↑ Resistencia a la insulina • ↓ Función de las células β • ↑ Producción hepática de glucosa Figura 1: Fisiopatología de la diabetes de tipo 2 (reproducido con permiso de Arslanian, J Pediatr Endocrinol Metab 2000;13 Suppl 6:1386-94; adaptado de Hamman, Diab Metab Rev 1992;8:287-338). Anales Nestlé 2005;63:1-10 3 01 Zvi Laron 63.1–01/10 15/2/06 12:26 Página 4 Zvi Laron Tabla IV: Tipos de diabetes de la madurez con comienzo juvenil (MODY), modificado según la ref. [16] Tipos* MODY 1 Proteína alterada HNF-4α Gen afectado HNF4A Locación 20q cromosómica Comienzo de Adolescencia/ hiperglucemia adulto joven Gravedad de la hiperglucemia Complicaciones microvasculares Progresiva; puede llegar a ser grave Frecuentes MODY 2 MODY 3 MODY 4 MODY 5 MODY 6 Glucocinasa GCK 7p HNF-1α TCF1 12q IPF-1 IPF1 13q HNF-1β TCF2 17q Neuro-D1/β-2 Primera infancia (desde el nacimiento) Moderada con poco deterioro con la edad Raras Adolescencia/ adulto joven Comienzo edad adulta Similar al tipo 3 Incierto Progresiva; puede ser grave Similar al tipo 1 Variable Variable Frecuentes Pocos datos Frecuentes Variables 2q32 *Obsérvense las diferencias en la manifestación clínica entre las mutaciones relativas a los factores de transcripción (enfermedades graves) y las que afectan a la glucocinasa (enfermedad de manifestación moderada). Tabla V: Gravedad de la resistencia a la insulina y diabetes de tipo 2 Resistencia congénita grave a la insulina Mutaciones de los receptores de insulina Lipodistrofias Leprechaunismo Síndrome de Rabson-Mendenhall Síndrome de Alstrom Resistencia a la insulina entre leve y moderada Pubertad Síndrome del ovario poliquístico Síndrome de Cushing Acromegalia Tirotoxicosis Feocromocitoma Obesidad Tabla VI: Medicamentos y sustancias tóxicas que pueden causar intolerancia a la glucosa o diabetes de tipo 2 Medicamentos de uso frecuente Glucocorticoides Hormona de crecimiento Contraceptivos orales Agonistas β-adrenérgicos Medicamentos específicamente indicados L-asparaginasa (leucemias) Diazóxido (hipoglucemias persistentes) Ciclosporina (inmunosupresor) Tacrolimus (inmunosupresor) Difenilhidantoína (enfermedades neurológicas) Fármacos antipsicóticos Sustancias tóxicas Vacor (pesticida) Pentamidina (agente antiprotozoario) (resistencia primaria o insensibilidad a la GH) [24, 35]. La hipersecreción de GH también causa intolerancia a la glucosa, diabetes e hiperinsulinemia, pero la acromegalia es muy excepcional en la edad pediátrica y también son raros los adenomas pituitarios que secretan GH. No obstante, también se puede administrar dosis excesivas de GH en el tratamiento del retraso del crecimiento intrauterino (RCIU), la estatura baja idiopática, el síndrome de Turner, algunas enfermedades óseas, etc., es decir, en casos de indicaciones no convencionales de la hormona de crecimiento. Por último, también se ha 4 descrito una diabetes de tipo 2 tras la administración de algunos antipsicóticos [36]. Diabetes de tipo 2 congénita y hereditaria Algunos datos recientes respaldan la hipótesis de Hales y Barker [37] según la cual la diabetes de tipo 2 está programada in utero. En efecto, Anales Nestlé 2005;63:1-10 01 Zvi Laron 63.1–01/10 15/2/06 12:26 Página 5 Prevalencia mundial de la diabetes de tipo 2 en la infancia y sus implicaciones para la salud el seguimiento de una cohorte de 7.086 adultos finlandeses nacidos entre 1924 y 1933 permitió identificar a 471 individuos que habían desarrollado diabetes de tipo 2. La incidencia media era del 7,9%, pero era inversamente proporcional al peso y la estatura al nacer y el peso de la placenta [38]. Resultados parecidos se registraron en un gran estudio norteamericano publicado en 1999 y realizado con una cohorte de 69.526 enfermeras [39]. Aunque el carácter hereditario (es decir, la transmisión familiar) de la diabetes de tipo 2 se haya determinado sin lugar a dudas [21], de momento no se ha podido demostrar que un único gen pueda ser la causa, y se baraja una gran lista de «genes candidatos» [40, 41]. Cabe resaltar aquí el mayor riesgo de transmisión de la diabetes de tipo 2 de madres a hijos, tal y como se ha puesto de manifiesto en Estados Unidos en el caso de los indios pima [42]. También se han descrito casos de diabetes de tipo 2 y de sordera por transmisión materna asociados a mutaciones o deleciones del ADN mitocondrial [43]. Asimismo, se han descrito otras formas de diabetes de tipo 2 de comienzo precoz sin que se haya identificado ningún defecto molecular concreto [44], por lo que aún están a la espera de que se esclarezca su etiopatogenia. El aumento de la incidencia de la diabetes de tipo 2 parece ir en paralelo al aumento de la prevalencia de la obesidad observado en las últimas décadas en poblaciones de todas las edades, incluidos los niños. Epidemiología de la diabetes de tipo 2 La prevalencia de la diabetes de tipo 2 que se ha descrito anteriormente no aumenta con el tiempo, salvo en el caso de la que deriva de una creciente utilización de glucocorticoides [29]. No obstante, se ha detectado un aumento evidente de la prevalencia de la diabetes de tipo 2 Anales Nestlé 2005;63:1-10 Tabla VII: Factores de riesgo de la diabetes de tipo 2 en niños y adolescentes Factores de riesgo comprobados Pertenencia a ciertos grupos étnicos Historia familiar de diabetes de tipo 1 o 2 Diabetes gestacional de la madre Hiperandrogenismo de la pubertad en las mujeres Síndrome del ovario poliquístico Acantosis nigricans Obesidad marcada Factores de riesgo posibles Retraso del crecimiento intrauterino Pubertad Síndrome de Turner durante las tres o cuatro últimas décadas en todas las edades, incluidos los niños. Este fenómeno se observó en primer lugar en los indios pima de edades comprendidas entre los 15 y 24 años, en los que la mitad de ellos presentaba cetoacidosis [45, 46]. En Canadá se ha constatado que la frecuencia de la diabetes de tipo 2 en los hijos de los primeros pobladores «indios» es la misma que la de la diabetes de tipo 1 en los niños de origen caucásico [47]. Por otra parte, en un estudio realizado en Cincinnati (Ohio, Estados Unidos) se ha comprobado que el porcentaje de diabetes de tipo 2 en relación con el total de casos de diabetes (1.027 pacientes consecutivos) en los niños y adolescentes de entre 0 y 19 años había pasado de un 2 a un 4% entre 1970 y 1992, y a un 16% en 1994 [48], y que la incidencia de la diabetes de tipo 2 en los adolescentes se había multiplicado por 10 durante el mismo período [49]. En Estados Unidos, las jóvenes de origen norteamericano están entre 4 y 6 veces más afectadas que los varones, pero en el caso de los niños de origen mexicano la relación es de 1:1 [50]. Un estudio realizado en Florida (Estados Unidos) entre 1994 y 1998, con 682 niños de entre 5 y 19 años a quienes se había diagnosticado diabetes, mostró que un 15% estaba afectado por diabetes de tipo 2 [51]. La diabetes de tipo 2 también aparece como un problema emergente en Gran Bretaña en los niños originarios de las Indias Orientales o de origen árabe [52], pero prácticamente no se sabe nada acerca de la prevalencia en la infancia de la diabetes de tipo 2 en la mayoría de las poblaciones. Hay que seña- 5 01 Zvi Laron 63.1–01/10 15/2/06 12:26 Página 6 Zvi Laron lar que el grupo de estudio austríaco sobre la incidencia de la diabetes ha publicado recientemente datos que demuestran que la diabetes de tipo 2 es rara en Austria y comienza entre los 12 y 15 años. De hecho, su incidencia sería de 0,25/100.000 en comparación con la de la diabetes de tipo 1 asociada con obesidad, que sería de 12,4/100.000 [53]. Obesidad y diabetes de tipo 2 El aumento de la incidencia de la diabetes de tipo 2 parece ir en paralelo al aumento de la prevalencia de la obesidad observado en las últimas décadas en poblaciones de todas las edades, incluidos los niños [54, 55]. Los resultados más completos sobre las tendencias de la prevalencia de la obesidad proceden de Estados Unidos, en especial de los estudios denominados NHE I y II, cuyos datos se obtuvieron en la década de los sesenta, y de los 4 estudios NHANES (National Health and Nutrition Examination Surveys), realizados entre 1971 y 2000. Estos estudios demuestran claramente que la prevalencia combinada de la obesidad y el sobrepeso se ha multiplicado por dos en los niños y adolescentes norteamericanos y que este fenómeno sigue en aumento [56, 57]. El origen étnico también es un factor muy significativo en Estados Unidos, como lo demuestran, efectivamente, los resultados más recientes obtenidos entre 1999 y 2000: los niños de raza negra y los hispanos tienen aproximadamente el doble de probabilidades de presentar obesidad (definida como un peso superior al percentil 95) que los niños caucásicos no hispanos [57]. En Canadá, en 1996, el porcentaje de niños que tenían sobrepeso u obesidad, según los criterios de la IOTF (International Obesity Task Force), alcanzaba el 33% en el caso de los varones y el 27%, en el de las mujeres [58]. En Brasil, según los grandes estudios realizados en 1974/1975, 1989 y 1997, la prevalencia del sobrepeso (incluida la obesidad), estimada según los criterios de la IOTF, se había triplicado entre mediados de la década de los 70 y finales de los años 90, que pasó del 4,1 al 13,9% en los niños y adolescentes de entre 6 y 18 años [59]. En Chile, 2 grandes estudios llevados a cabo con niños de 6 años también han mostrado un 6 aumento notable del sobrepeso infantil (incluida la obesidad) entre 1987 y 2000, que pasó del 12 al 26% en el caso de los niños y del 14 al 27%, en el de las niñas [60]. Toda una serie de estudios se ha dedicado también a la evolución de la prevalencia de la obesidad infantil en los países europeos. Las cifras más elevadas se observan en los países del sur de Europa. En Grecia, la prevalencia en las edades comprendidas entre los 6 y 17 años sería, según los criterios de la IOTF, de un 26% en los varones y de un 19% en las mujeres. En España, un 27% de los niños y de los adolescentes sufren, en la actualidad, sobrepeso u obesidad [61]. El problema fundamental es la resistencia a la insulina que deriva de la obesidad, lo que constituye el mejor indicador de la enfermedad. En los países de Oriente Medio, como Egipto, la prevalencia del sobrepeso (incluida la obesidad) es actualmente superior al 25% en los niños en edad preescolar y de un 14% en los adolescentes [62]. En Marruecos, la prevalencia de la obesidad ha pasado del 2,7% en 1987 al 6,8% en 1992 en los niños en edad preescolar, y en Túnez se ha pasado del 1,3% en la década de los 70 al 3,5% a finales de la década de los 80 [63]. Pero son muy pocos los datos de que se disponen con respecto a África, Centroamérica y Sudamérica que permitan hacerse una idea precisa del aumento secular de la prevalencia de la obesidad en los niños en edad escolar. En China continental, cuya población representa la quinta parte de la población mundial, la prevalencia de la obesidad infantil ha ido aumentando rápidamente durante las últimas 2 décadas [64], en particular en las zonas urbanas [59]. Por otra parte, Kitagawa y cols. han observado que la prevalencia de la diabetes de tipo 2 había aumentado de 0,2/100.000 (1976-1980) a 2/100.000 en 1991-1995 en los escolares japoneses (enseñanza primaria), y de 7,3 a 13,9/100.000 durante el mismo período en los estudiantes de enseñanza secundaria; cambios que fueron acompañados de un aumento paralelo de los Anales Nestlé 2005;63:1-10 01 Zvi Laron 63.1–01/10 15/2/06 12:26 Página 7 Prevalencia mundial de la diabetes de tipo 2 en la infancia y sus implicaciones para la salud aportes energéticos [65]. Queremos señalar que en el Reino Unido se ha detectado una asociación entre la diabetes de tipo 2 y la obesidad en niños de origen caucásico [66]. De hecho, el problema fundamental es la resistencia a la insulina que deriva de la obesidad, lo que constituye el mejor indicador de la enfermedad. Relación entre las diabetes de tipo 1 y tipo 2 A pesar de las diferencias entre los genotipos que predisponen a la diabetes de tipo 1 y a la de tipo 2, parece que entre ellas hay algunas relaciones. Al analizar los datos extraídos de las 500 familias que constituyen nuestra gran cohorte israelí de diabetes de tipo 1 [67], hemos encontrado que un 42% de los miembros de las familias con diabetes de tipo 1 tenían una de tipo 2 comprobada o presumible (Laron, resultados no publicados), pero se deberían realizar estudios complementarios que permitieran comprender mejor las razones de esta asociación. En relación con los niños japoneses, se ha descrito una variedad de diabetes de tipo 1 de desarrollo lento, que no necesita tratamiento sustitutivo inmediato mediante insulina y que, en el momento del diagnóstico, no iría forzosamente acompañada de anticuerpos de células de islotes pancreáticos (ICA, islet cell antibodies, en inglés), anticuerpos contra la deshidrogenasa del ácido glutámico (GAD, glutamic acid dehydrogenase, en inglés) o autoanticuerpos antiinsulina (IAA, insulin autoantibodies, en inglés). A partir de entonces, este tipo de diabetes ha sido clasificada como diabetes de tipo 1B [68]. Cribado de la diabetes de tipo 2 Se debería realizar una prueba de hiperglucemia por vía oral a los niños que pertenecen a grupos étnicos de riesgo, los hijos de padres diabéticos (tipo 1 o tipo 2) y los niños obesos. A todos los miembros de las familias en que una enfermedad monogénica esté asociada a una diabetes mellitus se les deberían realizar pruebas de detección sistemática de la mutación o deleción en cuestión. Por otra parte, a los pacientes que presentan alguna de las enfermedades incluidas en las tablas III y IV, con frecuencia Anales Nestlé 2005;63:1-10 asociadas a una intolerancia a la glucosa y/o a una diabetes, se les debería controlar regularmente la glucemia en ayunas, la glucemia postprandial y la HbA1c y se debería determinar la glucosuria. La misma política debería aplicarse en caso de tratamiento mediante sustancias capaces de producir una intolerancia a la glucosa. Asimismo, se debe prestar especial atención si ya se han detectado casos de diabetes en la familia. En la tabla VII se recuerdan los factores de riesgo que influyen en el desarrollo de la diabetes de tipo 2. La prevención de la diabetes de tipo 2 se asocia a la del sobrepeso debido a su estrecha relación con la obesidad; de ahí la necesidad de adquirir hábitos nutricionales saludables y hacer ejercicio físico regularmente, es decir, cambiar a un estilo de vida más sano. Prevención de la diabetes de tipo 2 La pregunta sobre si estaría indicado realizar un diagnóstico prenatal en las familias con diabetes hereditarias de carácter monogénico sigue sin recibir respuesta. Por el contrario, sería muy conveniente que se redujeran los matrimonios consanguíneos en las poblaciones con una especial predisposición genética. En realidad, la prevención de la diabetes de tipo 2 se asocia a la del sobrepeso debido a su estrecha relación con la obesidad; de ahí la necesidad de adquirir hábitos nutricionales saludables y hacer ejercicio físico regularmente, es decir, cambiar a un estilo de vida más sano [69] (véase A.L. Rosenbloom y J.H. Silverstein en este número, págs. 29-42 ). Conclusiones No hay duda de que la prevalencia de la diabetes de tipo 2 ha experimentado un considerable 7 01 Zvi Laron 63.1–01/10 15/2/06 12:26 Página 8 Zvi Laron aumento en el curso de las últimas décadas, tanto en los países en vías de desarrollo como en los países industrializados. La causa principal, sino la única, de este fenómeno es el aumento en todo el mundo de la prevalencia de la obesidad [31] como consecuencia de la generalización de formas de vida «modernas» perjudiciales para la salud y de la resistencia a la insulina que de ella se deriva . De este modo, la diabetes de tipo 2 se ha convertido en un grave problema de salud pública, con enormes repercusiones en gastos sanitarios [71], por lo que está justificado llevar a cabo de forma urgente intervenciones preventivas a escala mundial. 8. 9. 10. 11. Agradecimientos Este trabajo ha sido subvencionado en parte por EFD (Sr. E. Kaufman). Bibliografía 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8 Waldhausl W. 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La resistencia a la insulina es muy frecuente en la obesidad y a menudo desempeña un papel principal en la progresión de la intolerancia a la glucosa hacia una diabetes manifiesta. Es posible que la secreción prolongada de insulina sea uno de los mecanismos que puede causar el «agotamiento» de las células β del páncreas. La prevalencia de la obesidad en los niños está experimentando una progresión constante, tanto en los países en vías de desarrollo como en los industrializados. En los últimos 20 años su prevalencia en Europa y en Estados Unidos se ha duplicado. También se ha detectado un aumento de la misma magnitud en los niños con sobrepeso [2-4]. Este incremento de la prevalencia del sobrepeso permite presagiar un aumento concomitante de la prevalencia de la resistencia a la insulina, y el hiperinsulinismo que de él se deriva es un factor de riesgo elevado de diabetes de tipo 2 [5]. Esto resulta más preocupante por cuanto la aparición de una diabetes en edad temprana aumenta el riesgo de presentar complicaciones cardiovasculares en los adultos jóvenes, tal y como se desprende de un estudio estadounidense —Bogalusa Anales Nestlé 2005;63:11-18 Tejidos no insulinodependientes SNC 70% Otros Tejidos Músculos 30% insulinoOtros dependientes Estado basal Captación de glucosa mg/kg/min Introducción Captación periférica de glucosa Inserm U690, Hopital ˆ Robert Debré, 48 Bd. Serurier, 75019 París, Francia 7 5 Intestino Tejido Músculos 3 1 SNC Control Diabetes Figura 1: Captación periférica de glucosa en condiciones fisiológicas (es decir, en caso de tolerancia normal a la glucosa) y en la diabetes de tipo 2 (SNC: sistema nervioso central). Heart Study— que demuestra la progresión de los factores de riesgo cardiovascular desde la infancia hasta la adolescencia y hasta el comienzo de la edad adulta [6-8] (véase Z. Laron, en este número, págs. 1-10). Masa grasa corporal y sensibilidad a la insulina La relación entre la sensibilidad a la insulina y la masa grasa corporal está bien documentada respecto al adulto. La masa grasa corporal es el indicador más importante del desarrollo de una resistencia a la insulina en los niños obesos. Los primeros indicios de esta relación se obtuvieron del Bogalusa Heart Study, que puso de manifiesto una correlación entre los niveles de insulinemia en ayunas y el grosor del panículo adiposo [9]. La utilización de métodos de mayor 11 02 Claire 63.1–11/18 15/2/06 12:31 Página 12 Claire Lévy-Marchal, Paul Czernichow precisión (pinzamiento euglucémico hiperinsulinémico y modelos mínimos) han permitido confirmar la relación inversa entre la masa grasa y la sensibilidad a la insulina en niños y niñas, tanto de origen caucásico, hispano o afroamericano [10-14]. La resistencia a la insulina desempeña un papel principal en la progresión de la intolerancia a la glucosa hacia una diabetes manifiesta. Es posible que la secreción prolongada de insulina sea uno de los mecanismos que puede causar el «agotamiento» de las células β del páncreas. Se han podido extraer datos más interesantes de los estudios realizados sobre la relación entre algunos depósitos de grasa específicos y la sensibilidad a la insulina. Entre un 15 y un 18% de las grasas totales del hombre adulto y entre un 7 y un 9% de las de las mujeres se sitúa en la región abdominal, en que se distingue la grasa subcutánea, la intraperitoneal y la retroperitoneal. Únicamente el compartimento intraperitoneal es drenado directamente por el sistema portal, por lo que se supone que tiene unos efectos particulares en el metabolismo hepático. El tejido adiposo subcutáneo también puede dividirse en tejido adiposo del tronco y tejido periférico y, aunque ambos se drenan a través de la circulación general, su influencia en el desarrollo de una resistencia a la insulina puede diferir. Vague ha sido de los primeros en establecer que hay una asociación entre la adiposidad de tipo androide, caracterizada por concentrarse en el tronco y el abdomen, y las complicaciones metabólicas, sobre todo la constitución de una resistencia a la insulina y una diabetes [15]. El tejido adiposo intraperitoneal representa un 10% del flujo de los ácidos grasos libres totales; la grasa periférica más o menos el mismo porcentaje; y la grasa no esplácnica de la parte superior del cuerpo, alrededor de un 75% [16]. 12 Para calcular la masa de los diferentes depósitos grasos abdominales se utilizan técnicas de imagen, como el escáner y la resonancia magnética nuclear (RMN), que ofrecen, generalmente, una mejor definición de los depósitos grasos que la que se obtiene mediante los cortes tomográficos. Como hemos visto, la masa grasa total y las grasas viscerales (o abdominales) afectan a la sensibilidad a la insulina tanto en niños caucásicos como en los de origen afroamericano o hispano [10, 17-19]. No obstante, estos factores contribuyen de forma diferente en función del origen étnico, aunque resulta difícil precisar qué proporción de la variabilidad se debe a dicho factor. También es probable que la influencia del compartimento graso visceral en la sensibilidad a la insulina aumente con la edad, lo que se explicaría por las modificaciones del reparto de las grasas en el organismo durante la pubertad y en etapas posteriores. Es evidente que, desde este punto de vista, se necesitan datos más precisos sobre el desarrollo de la adiposidad en función del crecimiento y el desarrollo puberal para comprender mejor los mecanismos de la resistencia a la insulina durante la infancia. Se ha indicado recientemente que el predominio del compartimento visceral en relación con el depósito subcutáneo de las grasas abdominales estaba asociado con las anomalías de la tolerancia a la glucosa (o sea, un nivel de glucosa plasmática normal en ayunas pero superior a 1,4 g a las 12 horas de una carga oral de glucosa), mientras que lo que se asociaba a una reducción de la sensibilidad a la insulina, al menos en los niños obesos [20], no era necesariamente un aumento de peso en sí mismo, sino los depósitos lipídicos en los compartimentos intramiocelulares y viscerales. Pubertad y sensibilidad a la insulina Hace ya algunos años que se puso de manifiesto el carácter normal, fisiológico, de la reducción de la sensibilidad a la insulina durante la pubertad [21]. Moran y cols. han demostrado claramente, después de haber realizado un estudio de una población de adolescentes sanos, que la reducción de la sensibilidad a la insulina durante la pubertad era del orden de un 25%. Esta Anales Nestlé 2005;63:11-18 02 Claire 63.1–11/18 15/2/06 12:31 Página 13 Resistencia a la insulina y diabetes de tipo 2 en la infancia 12 Resistencia a la insulina (mg/kg/min) reducción ya es considerable en el estadio II de Tanner y máxima durante los estadios III y IV, y se suele producir una relativa mejora en el estadio V. En cualquier estadio de la pubertad, las mujeres son más resistentes a la insulina que los varones [22] (Fig. 2). Queremos subrayar que este efecto de la pubertad en la sensibilidad a la insulina se suma al del crecimiento de la masa corporal. Otra prueba del efecto de la pubertad es el aumento de los niveles de insulinemia en ayunas, tanto en los varones como en las mujeres en los estadios II y III [23]. Varones Mujeres 10 8 6 4 2 0 La reducción de la sensibilidad a la insulina durante la pubertad ya es considerable en el estadio II de Tanner y máxima durante los estadios III y IV, y se suele producir una relativa mejora en el estadio V. En cualquier estadio de la pubertad las mujeres son más resistentes a la insulina que los varones. Todavía no son bien conocidos los mecanismos que explican el desarrollo de una resistencia fisiológica a la insulina en la pubertad pero, a este respecto, resulta interesante constatar que en los niños no obesos la resistencia a la insulina está inversamente relacionada con la disminución de la acumulación de las grasas subcutáneas en la pubertad [24]. Sin embargo, de los estudios longitudinales no se puede deducir que los cambios en la grasa corporal desempeñen un papel principal en lo que respecta a las modificaciones de la sensibilidad a la insulina [25]. El papel de la hormona de crecimiento (GH) durante la pubertad está respaldado por la relación inversa detectada en los diabéticos insulinodependientes (tipo 1) y controles sanos entre los perfiles de los niveles de GH durante las 24 horas y la sensibilidad a la insulina [21]. De esta relación se excluyó el papel de las hormonas gonadales [12]. Desde el punto de vista clínico, el conocido aumento de la necesidad de insulina en los diabéticos de tipo 1 en la pubertad es absolutaAnales Nestlé 2005;63:11-18 1 2 3 4 5 Clasificación de Tanner (estadios) Figura 2: Resistencia a la insulina en función del sexo y el estadio de desarrollo de la pubertad (clasificación de Tanner), ajustada en función del índice de masa corporal. La cohorte de 159 mujeres era más resistente a la insulina que la de 198 varones (p < 0,0001). Las mujeres parecen más resistentes a la insulina que los varones en todos los estadios de la escala de Tanner, pero la diferencia sólo es significativa en el estadio T4 (p < 0,01) (según la ref. [22] con permiso del editor). mente compatible con la disminución de la sensibilidad a la insulina en ese período del desarrollo. En efecto, las necesidades de insulina, que suelen ser de entre 0,8 y 1 U/kg/día en los prepúberes, pasan normalmente a ser de entre 1,2 y 1,5 U/kg/día en los adolescentes. En otras situaciones caracterizadas por una resistencia grave a la insulina, como en el caso de la lipoatrofia congénita, las complicaciones metabólicas del tipo de las dislipidemias aparecen de forma muy precoz. No obstante, por regla general, la resistencia a la insulina aumenta en la pubertad, estadio fisiológico en que se suele desarrollar la diabetes de tipo 2. En efecto, se sabe que la resistencia a la insulina se agrava durante la pubertad en los niños obesos, tal y como lo evidencian los anormalmente elevados niveles de insulina detectados en estos pacientes mediante pruebas orales de tolerancia a la glucosa (Fig. 3). Por otra parte, el hecho de que la diabetes de tipo 2 se diagnostique con mayor frecuencia en los niños púberes pone de mani- 13 02 Claire 63.1–11/18 15/2/06 12:31 Página 14 Claire Lévy-Marchal, Paul Czernichow de la resistencia a la insulina en algunas etnias son, de hecho, diferentes de los implicados en la génesis de la diabetes de tipo 2, como lo evidencia el hecho de que en una serie de niños obesos americanos no se detectara ninguna relación entre el origen afroamericano y una tolerancia anormal de la glucosa [29]. 250 TNG TDG Insulinemia (mU/l) 200 150 100 50 0 30 60 90 120 Tiempo (min) 150 Figura 3: Insulinemia en mU/l durante una prueba oral de tolerancia a la glucosa en sujetos con una tolerancia normal a la glucosa (TNG) o una tolerancia disminuida a la glucosa (TDG). fiesto el papel fundamental que desempeña la resistencia a la insulina en la fisiopatología de la diabetes no insulinodependiente en la adolescencia. Las diferencias étnicas no se explican por el grado de adiposidad ni por factores ambientales tales como la dieta, la actividad física o las condiciones socioeconómicas en las que viven estos niños. Así pues, es necesario llevar a cabo otros estudios para esclarecer cuál es el papel que desempeñan los factores genéticos en el desarrollo de la diabetes de tipo 2 en los niños de origen hispano y afroamericano. Diferencias étnicas Factores ambientales Gracias al Bogalusa Heart Study se puso de manifiesto por primera vez la elevada prevalencia de la resistencia a la insulina en niños de origen afroamericano [9]. Estas observaciones, confirmadas posteriormente, se han hecho extensivas a los niños de origen hispano [10, 14, 26]. Esta resistencia a la insulina se compensa en los niños afroamericanos mediante un aumento de la respuesta insulínica. Las diferencias étnicas no se explican por el grado de adiposidad ni por factores ambientales tales como la dieta, la actividad física o las condiciones socioeconómicas en que viven estos niños [14, 27, 28]. Así pues, es necesario llevar a cabo otros estudios para esclarecer cuál es el papel que desempeñan los factores genéticos en el desarrollo de la diabetes de tipo 2 en los niños de origen hispano y afroamericano. El origen de la resistencia a la insulina y el de la diabetes de tipo 2 no son parecidos. Los factores causantes de una elevada prevalencia 14 Bajo peso al nacer Desde hace años se considera que el bajo peso al nacer es un factor de riesgo de desarrollar una diabetes de tipo 2 en la edad adulta [17, 30]. La asociación entre un bajo peso al nacer y la diabetes de tipo 2 se ha verificado en distintos grupos étnicos [31-35], y se ha demostrado que la diabetes de tipo 2 está precedida de la aparición de una resistencia a la insulina al principio de la edad adulta [36] (Fig. 4). La situación no es tan evidente en lo que respecta a los niños, sin duda debido al carácter habitualmente moderado de la resistencia a la insulina, aunque, a esta edad, no hay duda de que existe en caso de retraso del crecimiento intrauterino. Sea como fuere, la asociación entre el peso al nacer y la tolerancia a la glucosa en la infancia se ha observado en distintas etnias [37-42]. Anales Nestlé 2005;63:11-18 02 Claire 63.1–11/18 15/2/06 12:31 Página 15 Resistencia a la insulina y diabetes de tipo 2 en la infancia Diabetes materna y riesgo para los hijos El hiperinsulinismo es parte integrante del síndrome metabólico originalmente descrito por Reaven como síndrome X, en el que la obesidad se asocia a una reducción de la tolerancia a la glucosa, un descenso del colesterol ligado a las lipoproteínas de alta densidad (HDL) y un aumento de los triglicéridos y la presión arterial. El síndrome metabólico Aunque desde hace décadas se debate sobre la implicación del hiperinsulismo per se en la morbilidad cardiovascular, actualmente no se cuestiona su efecto adverso. De hecho, el hiperinsulinismo es parte integrante del síndrome metabólico Anales Nestlé 2005;63:11-18 12 Captación periférica de glucosa (mg/kg FFM/min) El efecto de la diabetes materna ha sido objeto de amplios estudios en los indios pima, en quienes la prevalencia de la diabetes de tipo 2 (asociada con la obesidad) en la edad adulta es muy elevada, cercana al 50%. La diabetes de la madre triplica el riesgo de que su descendencia sea obesa y, por esta razón, aumenta el riesgo de que se desarrolle una diabetes no insulinodependiente [43]. Este riesgo de desarrollar una diabetes de tipo 2 en los indios pima está ligado, no sólo a factores genéticos propios, sino también al hecho de que la madre presente o no diabetes durante el embarazo. De hecho, el riesgo de diabetes en los hijos es 4 veces mayor si la madre ya era diabética en el momento del embarazo que si la enfermedad se le desarrolló más tarde. Además, se ha demostrado que, de los hermanos cuya madre había contraído la diabetes entre dos embarazos, quien había nacido tras un embarazo diabético tenía el triple de riesgo de sufrir diabetes que su hermano mayor, nacido antes del desarrollo de la diabetes materna [44, 45]. 14 10 8 6 4 2 0 Controles RCIU Figura 4: Relación entre el peso al nacer y la sensibilidad a la insulina por kg de masa libre de grasa (FFM, fat-free mass, en inglés) medida con la técnica del pinzamiento euglucémico en 26 adultos jóvenes nacidos con retraso del crecimiento intrauterino (RCIU) y 25 controles emparejados por edad. originalmente descrito por Reaven como síndrome X, en el que la obesidad se asocia a una reducción de la tolerancia a la glucosa, un descenso del colesterol ligado a las lipoproteínas de alta densidad (HDL) y un aumento de los triglicéridos y la presión arterial [46]. Recientemente se ha identificado el síndrome metabólico también en niños y adolescentes y se produce por el desarrollo de una resistencia a la insulina en adolescentes que hasta ese momento estaban sanos [47]. También se ha demostrado que los demás elementos del síndrome metabólico, en particular, la hiperten- 15 02 Claire 63.1–11/18 15/2/06 12:31 Página 16 Claire Lévy-Marchal, Paul Czernichow sión y las anomalías del perfil lipídico están influidos, como en el caso de la resistencia a la insulina, por el desarrollo de la pubertad [47, 48]. De estas observaciones se deriva la necesidad de comparar la medida de la presión sanguínea, los niveles de insulina y lípidos plasmáticos de los adolescentes con valores de referencia apropiados en función de la edad y el sexo. En la actualidad se dispone de estos valores gracias a un estudio realizado con adolescentes caucásicos de Québec (Canadá) [49]. La estimación de la prevalencia del síndrome metabólico en la infancia es difícil debido a la falta de consenso sobre su definición y la escasez de valores de referencia para los diferentes parámetros en función de la edad y las poblaciones afectadas. Una publicación muy reciente indica que la prevalencia del síndrome de resistencia a la insulina no era despreciable en los niños franco-canadienses aparentemente sanos [50]. Del último estudio americano sobre el estado de salud y nutrición NHANES III (National Health and Nutrition Examination Survey) se desprende una prevalencia del síndrome metabólico de entre un 2 y un 4% en los niños norteamericanos de grupos de diferentes edades. Esta prevalencia alcanzó un 29% en el caso de los adolescentes con sobrepeso [51]. Otros estudios han confirmado que al menos un 25% de los niños obesos sufrían un síndrome metabólico [20, 52, 53]. En todos estos estudios se ha identificado claramente el efecto de la adiposidad y que la prevalencia del síndrome metabólico aumentaba con el incremento del índice de masa corporal (body mass index). Conclusiones La resistencia a la insulina desempeña un papel fundamental en el desarrollo de la diabetes de tipo 2 en los adolescentes obesos. Además intervienen numerosos factores, siendo los más importantes, indiscutiblemente, la masa grasa corporal total y el tejido adiposo intraperitoneal, cuya contribución relativa varía en función del origen étnico y del patrimonio genético de las poblaciones, aunque los factores genéticos de la resistencia a la insulina y la diabetes de tipo 2 sean aparentemente distintos. También 16 influyen en la sensibilidad a la insulina los factores de carácter endocrino, en especial la pubertad, y los factores ambientales del feto durante el embarazo. Bibliografía 1. DeFronzo RA, Tobin JD, Andres R. 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BARRETT Institute of Child Health, University of Birmingham, Birmingham B4 6NH, Reino Unido Introducción Hasta hace relativamente poco tiempo, la mayoría de los pediatras consideraba que la diabetes mellitus era más bien una enfermedad pancreática aislada que un problema relacionado con la obesidad, puesto que, en aquella época, la mayoría de las diabetes en la infancia era de tipo 1 y no se solía acudir al médico por un problema de sobrepeso. Más del 95% de las diabetes infantiles diagnosticadas en todo el mundo siguen siendo de tipo 1 y están causadas por la destrucción autoinmunitaria de los islotes pancreáticos que producen insulina. La principal anomalía es el déficit de insulina, por lo que el paciente necesitará un tratamiento de por vida con insulina. Sin embargo, cada vez con mayor frecuencia los niños presentan una diabetes de tipo 2 por la creciente prevalencia de la obesidad en muchas sociedades. La diabetes de tipo 2 se ha desarrollado en la infancia durante los últimos 25 años, primero en Norteamérica y ahora en todos los continentes, y está asociada al aumento de la prevalencia de la obesidad en todo el mundo. La diabetes de tipo 2 que presenta la mayoría de los niños no es más que uno de los componentes de lo que se ha acordado en denominar «el síndrome metabólico», es decir, un conjunto de anomalías asociadas con un mayor riesgo de enfermedad aterosclerótica cardiovascular en la edad adulta [1]. No obstante, este trabajo se centra más bien en las complicaciones específicas de la diabetes de tipo 2 y no tanto en las complicaciones más generales de la obesidad y el síndrome metabólico. Anales Nestlé 2005;63:19-28 Revisión de los datos sobre la diabetes de tipo 2 en la infancia La diabetes de tipo 2 se describió por primera vez en Estados Unidos en los indios pima adolescentes [2]. Desde entonces se han descubierto más casos en niños de otras partes de Estados Unidos y Canadá, en otras poblaciones de origen indio y en afroamericanos e hispanos [3-5]. Más recientemente se han descrito casos de diabetes de tipo 2 en todo el mundo, en países tan diversos como Libia, Nueva Zelanda y Japón [6-8]. En el Reino Unido, los primeros casos se produjeron en niños originarios del sur de Asia [9] y en un estudio nacional reciente la proporción de los niños de minorías étnicas era exagerada [10]. Esta diseminación de casos de diabetes de tipo 2 es un reflejo a escala mundial de la diseminación de la obesidad que tuvo lugar en Norteamérica en los años setenta. La diabetes de tipo 2 se ha desarrollado en la infancia durante los últimos 25 años, primero en Norteamérica y ahora en todos los continentes, y está asociada al aumento de la prevalencia de la obesidad en todo el mundo. El defecto metabólico fundamental de la diabetes de tipo 2 es la resistencia periférica a los efectos de la insulina y está asociado con un defecto variable en la secreción. La resistencia 19 03 Timothy 63.1–19/28 15/2/06 12:37 Página 20 Timothy G. Barret a la insulina se produce cuando hay una resistencia de los tejidos diana a captar la glucosa estimulada por la insulina. Por tanto, para mantener una normoglucemia, se produce una hipersecreción compensatoria de las células pancreáticas, lo cual explica el hiperinsulinismo. Si este mecanismo de compensación pancreática falla, se desarrolla la diabetes de tipo 2. Se estima que la hiperglucemia que se produce como consecuencia de la resistencia a la insulina puede contribuir a una eventual disminución de la función de las células β y de la producción de insulina a través de una glucotoxicidad sobre las células β. La resistencia a la insulina, además de contribuir al desarrollo de la diabetes, también está implicada en la patogenia de la hipertensión, la enfermedad coronaria y el síndrome del ovario poliquístico, por ser uno de los elementos constitutivos del síndrome metabólico [11]. Así pues, la diabetes de tipo 2 en la infancia no es más que uno de los elementos de un conjunto patológico más amplio, cuyas características comunes son la obesidad y la resistencia a la insulina. una enfermedad microvascular en los 9 años siguientes a su diagnóstico, y que un 20% de ellos presentaban complicaciones macrovasculares que eran la causa del 59% de las muertes entre estos pacientes [13]. Administrar a estos pacientes un tratamiento intensivo, aunque ha permitido reducir en un 25% las manifestaciones microvasculares pero no la enfermedad macrovascular, ha aumentado considerablemente el riesgo de hipoglucemia [14]. Por otra parte, parece ser que la metformina reduce el riesgo de complicaciones asociadas con la diabetes en los pacientes adultos con sobrepeso y con diabetes de tipo 2. Estos pacientes ganaban menos peso y tenían menos episodios hipoglucémicos que si se les trataba con insulina [15]. A partir de estos estudios hemos podido conocer mucho mejor la historia natural de la diabetes de tipo 2 en los adultos y hemos comprobado que un tratamiento apropiado de estos pacientes reduce el riesgo de complicaciones. En cambio, no disponemos de muchos datos sobre la evolución a largo plazo de la diabetes de tipo 2 en el niño y en especial sobre la eficacia de las intervenciones que pueden prevenir o retrasar sus complicaciones. El grupo de Investigación para el Estudio y el Control de la Diabetes y sus Complicaciones (DCCT) y el Estudio Prospectivo sobre la Diabetes del Reino Unido (UKPDS) Complicaciones agudas Sabemos que las diabetes de tipo 1 y 2 acarrean a largo plazo complicaciones microvasculares, neurológicas y macrovasculares. El estudio DCCT (Diabetes Control and Complications Trial) de Estados Unidos mostró que el tratamiento intensivo de la diabetes de tipo 1 reducía en un 76% el riesgo de desarrollar retinopatía, en un 39%, el de aparición de microalbuminuria y en un 60%, el de sufrir lesiones nerviosas, aunque a costa de doblar y hasta triplicar los episodios graves de hipoglucemia. Hay que destacar que los adolescentes (56/348) sólo representaban el 16% de esta cohorte en que se administraba un tratamiento intensivo con una perspectiva de prevención primaria [12]. En el Reino Unido, el Estudio Prospectivo sobre la Diabetes (UKPDS, United Kingdom Prospective Diabetes Study) mostró que un 9% de pacientes adultos con diabetes de tipo 2 desarrollaban La cetoacidosis diabética es un modo de presentación frecuente de la diabetes de tipo 1. En Norteamérica y en Europa su frecuencia oscila entre un 15 y un 67% y su frecuencia es mayor cuanto menor es la edad del niño en el momento del diagnóstico [16, 17]. En cambio, se cree que la prevalencia de la cetoacidosis es menor en los casos de diabetes de tipo 2 diagnosticados recientemente. Aunque una revisión de la diabetes de tipo 2 indica que es posible que se produzca una descompensación aguda con cetoacidosis diabética en el momento del diagnóstico del 25% de los niños con diabetes de tipo 2, esta cifra se extrae del análisis de los casos y no del estudio de poblaciones de pacientes [18]. Para calcular de forma más exacta esta prevalencia se revisó la forma en que se presentaba en 89 jóvenes afroamericanos e hispano-caribeños menores de 18 años. 20 Cetoacidosis diabética Anales Nestlé 2005;63:19-28 03 Timothy 63.1–19/28 15/2/06 12:37 Página 21 Complicaciones de la diabetes de tipo 2 La diabetes de tipo 2 sólo se diagnosticó a partir de la cetoacidosis diabética en 5 casos, ya que la mayoría de los pacientes sólo presentaba hiperosmolaridad, y un 30% era totalmente asintomático en el momento del diagnóstico [19]. Un estudio británico realizado con 25 niños afectados por diabetes de tipo 2 demostró que en ningún caso la enfermedad se había manifestado por la cetoacidosis, aunque 6 de estos niños presentaban cetonuria en el momento del diagnóstico [10]. Así pues, la prevalencia de la cetoacidosis diabética en niños con diabetes de tipo 2 es menor que en los niños con diabetes de tipo 1. Sin embargo, cualquier niño con diabetes puede tener una deficiencia de secreción de insulina temporal o permanente, por lo que los médicos deben estar muy atentos a los posibles signos de cetoacidosis cuando reconocen en su consulta a un niño obeso por una posible diabetes. Coma hiperosmolar Actualmente se sabe que el coma hiperosmolar (hiperglucemia con hiperosmolaridad), que es una complicación bien conocida de la diabetes de tipo 2 en los adultos, también puede afectar a adolescentes obesos con esta afección [20]. Los criterios para el diagnóstico de estos cuadros son: una concentración de glucosa plasmática superior a 33,3 mmol/l (6 g/l), una concentración de CO2 sérico > 15 mmol/l, una cetonuria moderada, una cetonemia baja o inexistente, una osmolaridad sérica > 320 mOsmol/kg y estupor o coma [21]. Recientemente se ha descrito coma hiperosmolar en 7 adolescentes obesos afroamericanos de 13 a 21 años que habían ingresado por cetoacidosis diabética, con dolor abdominal y náuseas. En el momento de ser hospitalizados, su glucemia oscilaba entre 45 y 111 mmol/l y su osmolaridad sérica entre 334 y 405 mOsmol/l. Todos murieron como consecuencia de una hipopotasiemia acompañada de arritmia, edema cerebral, fallo renal y encefalopatía. A ninguno de estos pacientes se le había detectado diabetes antes del episodio fatal de coma hiperosmolar [20]. Antes del año 2002, este tipo de complicación sólo se había observado en 12 niños; ninguno de ellos tenía sobrepeso. En un estudio posterior realizado con 190 niños con Anales Nestlé 2005;63:19-28 diabetes de tipo 2 se observaron 8 casos de coma hiperosmolar como comienzo de la enfermedad en niños con edades comprendidas entre los 10 y 17 años. Se trataba de niños obesos de origen afroamericano; uno de ellos falleció como consecuencia de un fallo orgánico multisistémico. Otro de los pacientes desarrolló rabdomiólisis, insuficiencia renal aguda y pancreatitis [22]. Otra publicación estudia el caso de 6 varones cuya diabetes se manifestó por hipertermia y rabdomiólisis asociadas con hiperosmolaridad e hiperglucemia. De los 5 pacientes que eran obesos, 3 cumplían los 9 criterios diagnósticos del coma hiperosmolar, 2 eran de origen afroamericano y uno era caucásico. Dos pacientes murieron, uno por una arritmia intratable y el otro por fallo multisistémico con fallo cardíaco, edema pulmonar e insuficiencia renal [23]. No cabe duda de que el coma hiperosmolar es una complicación grave y frecuentemente mortal de la diabetes de tipo 2 en los adolescentes obesos, derivada de deficiencias graves de agua, potasio y fósforo y agravadas por los vómitos. Para mejorar su pronóstico, se debe corregir de forma prudente las deficiencias de agua y electrólitos mientras se tratan de un modo agresivo las complicaciones. A pesar de que aún no contamos con muchas publicaciones sobre el coma hiperosmolar en niños con diabetes de tipo 2, los datos disponibles indican que en torno a un 4% de los nuevos casos diagnosticados de diabetes de tipo 2 se complicará con un coma hiperosmolar, cuyo índice de mortalidad se puede estimar en la actualidad en un 12%. La prevalencia de la cetoacidosis diabética en niños con diabetes de tipo 2 es menor que en los niños con diabetes de tipo 1. Sin embargo, los médicos deben estar muy atentos a los posibles signos de cetoacidosis cuando reconocen en su consulta a un niño obeso por una posible diabetes. 21 03 Timothy 63.1–19/28 15/2/06 12:37 Página 22 Timothy G. Barret Complicaciones crónicas Retinopatía Aunque hay numerosas publicaciones sobre casos de diabetes de tipo 2 en la infancia y sobre series de pacientes afectados por esta enfermedad, todavía hay pocos estudios longitudinales infantiles que permitan seguir su evolución. Para evaluar el riesgo de complicaciones es preciso incluir los datos extraídos de los estudios de adultos jóvenes con diabetes de tipo 2. Uno de los primeros informes de seguimiento de la diabetes de tipo 2 diagnosticada de forma precoz (antes de los 30 años) corresponde al de 103 indios sudafricanos que presentaban la enfermedad desde hacía una media de 11 años [24]. En 37 de estos pacientes (35,9%) se manifestó una retinopatía y 6 de ellos padecían, también, lesiones proliferativas. Por otra parte, en 16 pacientes se detectó una nefropatía (15,5%). La duración media de la evolución de la enfermedad en los pacientes con retinopatía y nefropatía era de 14,9 y de 14,8 años, respectivamente. Los datos más importantes sobre la frecuencia de la retinopatía asociada con la diabetes de tipo 2 proceden de un amplio estudio japonés que reunió a 1.065 pacientes diagnosticados antes de los 30 años [25, 26]. Este estudio se realizó con 394 pacientes; 322 de ellos no tenían retinopatía al inicio del estudio, pero 72 ya presentaban en aquel estadio lesiones no proliferativas, como microaneurismas, hemorragias intrarretinianas y exudados. De los 322 que no presentaban ninguna retinopatía al principio, 88 desarrollaron lesiones no proliferativas durante un período medio de seguimiento de 5,7 años. El desarrollo de una retinopatía depende del valor medio de hemoglobina glucosilada (HbA1c) y de la duración de la diabetes. Su incidencia aumenta de forma significativa cuando la media de HbA1c supera el 8,5%. Si comparamos la frecuencia de la retinopatía de este estudio japonés con la observada por el DCCT (1993), podremos comprobar que, para un valor medio de HbA1c de un 7%, la incidencia de la retinopatía por cada 1.000 personas al año era del 29,4% en el estudio japonés y del 11% en el grupo de terapia intensiva del DCCT. Esta incidencia alcanzaba el 71,3% en el estudio japonés 22 y el 40,1% en el grupo de pacientes con terapia convencional del estudio norteamericano y cuyo valor medio de HbA1c era, de media, de un 90% [27], lo que indica, al menos en lo que se refiere a los adultos jóvenes japoneses, que la diabetes de tipo 2 se asocia con un mayor riesgo de retinopatía diabética que la diabetes de tipo 1. El desarrollo de una retinopatía depende del valor medio de hemoglobina glucosilada (HbA1c) y de la duración de la diabetes. Su incidencia aumenta de forma significativa cuando la media de HbA1c supera el 8,5%. En conjunto, en este estudio japonés, 160 pacientes presentaron retinopatía no proliferativa, ya fuera al comienzo del tratamiento o durante el seguimiento [26], y 50 de ellos desarrollaron una retinopatía proliferativa, cuya probabilidad de aparición dependía del valor medio de la HbA1c y la presión diastólica. Una vez más, la progresión de la retinopatía era más rápida cuando el valor medio de HbA1c superaba el 8,5%. El índice de progresión para un valor de HbA1c del 7% era de un 27,8% en el estudio japonés y de un 11,0% en el grupo de pacientes americanos tratados con una terapia intensiva, pero alcanzaba el 69,5% en el estudio japonés y el 24,0% en los pacientes del DCCT tratados con una terapia convencional cuando sus valores de HbA1c superaban el 9% [27]. En el estudio japonés, el aumento de la presión sanguínea diastólica reflejaba la progresión de la retinopatía, lo cual confirma las constataciones realizadas en el Reino Unido, donde se ha demostrado que un control cuidadoso de la presión sanguínea de los pacientes con diabetes de tipo 2 de comienzo más tardío reduce el riesgo de progresión de la retinopatía [14]. Nos sentimos inclinados a establecer una relación entre el control glucémico y la evolución de la diabetes de tipo 2, pero los estudios británicos han mostrado que esta relación es compleja. De este modo, aunque un tratamiento Anales Nestlé 2005;63:19-28 03 Timothy 63.1–19/28 15/2/06 12:37 Página 23 Complicaciones de la diabetes de tipo 2 adecuado mejora el control de la glucemia y reduce el riesgo de lesiones microvasculares, los valores de HbA1c aumentan progresivamente en todos los grupos de tratamiento [28]. Este aumento nos lleva a la deprimente conclusión de que los niños afectados por diabetes de tipo 2 presentarán inexorablemente complicaciones, y que lo máximo que se puede esperar de un tratamiento intensivo es que se retrase la aparición de estas complicaciones. La elevada frecuencia de retinopatía hallada en adultos jóvenes japoneses con diabetes de tipo 2 no se ha detectado en el único estudio longitudinal de diabetes de tipo 2 en la infancia realizado con indios pima de Arizona (Estados Unidos). Esta cohorte comprendía 178 pacientes a los que se había diagnosticado diabetes en la adolescencia (antes de los 20 años), y hacía entre 5 y 25 años que la presentaban. En este grupo se observaron 31 casos de retinopatía (17%), una cifra significativamente inferior a la de los indios pima, en los que la diabetes sólo se había manifestado en la edad adulta. Sólo se observó retinopatía en los pacientes mayores de 20 años y la incidencia acumulada de retinopatía era inferior a la de nefropatía en todas las edades. Sin embargo, hay que señalar que, a pesar de que se da un menor porcentaje de retinopatía en la diabetes de tipo 2 de inicio precoz, un 45% de los pacientes desarrolla una retinopatía a los 30 años [29]. Nefropatía Para precisar la incidencia de la nefropatía en pacientes japoneses con diabetes de tipo 2 de comienzo precoz se utilizó la base de datos de la Universidad Médica de Mujeres en Tokio del período 1960-1990 [25]. Estos resultados se compararon con la incidencia de la nefropatía en pacientes con diabetes de tipo 1 [30]. En estos estudios, la nefropatía diabética se definió por una proteinuria persistente (> 300 mg/ml). A los 426 pacientes incluidos en este estudio, que habían desarrollado una diabetes de tipo 2 antes de los 30 años y no presentaban ninguna nefropatía al inicio del estudio, se les realizó un seguimiento que duró una media de 6,8 años [25], durante el cual 41 de ellos (9,6%) desarrollaron una nefropatía. La incidencia de esta nefropatía variaba en función de los valoAnales Nestlé 2005;63:19-28 res de HbA1c dependiendo de la dosis, y los criterios que mejor predecían su aparición eran la presión arterial diastólica y la duración de la diabetes al comienzo del estudio, independientemente de la calidad del control metabólico de la diabetes. Para averiguar si la incidencia de la nefropatía diabética era más alta en uno u otro tipo de diabetes de comienzo precoz, se comparó a 620 pacientes con diabetes de tipo 1 con 958 pacientes con diabetes de tipo 2, a los que se había diagnosticado la enfermedad cuando tenían menos de 30 años y se les había realizado un seguimiento en el mismo centro durante 30 años [30]. Esta comparación puso de manifiesto que al cabo de 30 años la incidencia acumulada de las nefropatías es significativamente más elevada en la diabetes de tipo 2 (44,4%) que en la diabetes de tipo 1 (20,2%). Tras haber padecido diabetes durante 20 años, 50 de los 1.065 pacientes japoneses con diabetes de tipo 2 diagnosticada antes de los 30 años estaban en diálisis y 128, un 23% de los que recibían diálisis, habían desarrollado una retinopatía proliferativa antes de los 35 años. Todos estos datos indican que la diabetes de tipo 2 es la principal causa de nefropatía en Japón en los pacientes jóvenes con diabetes. Los estudios realizados con los indios pima también señalan que 36 (20%) de los 178 pacientes con diabetes de tipo 2 diagnosticada en la adolescencia (antes de los 20 años) desarrollaron una nefropatía durante un período de seguimiento de entre 5 y 25 años [29]. En este estudio, la nefropatía se definió como la relación proteínas/creatinina ≥ 0,5 (g proteínas/g creatinina). De estos 36 casos, 29 pacientes (80,5%) tenían una relación proteínas/creatinina > 1 y tras varios años de evolución presentaron una proteinuria persistente y/o progresiva. La incidencia de esta nefropatía no fue significativamente diferente de la que presentaba la diabetes de tipo 2 de inicio en la edad adulta y estaba correlacionada con la duración de la diabetes. A diferencia de la retinopatía, que no aparece en esta población antes de los 20 años de edad, la nefropatía se manifestaba en pacientes de entre 10 y 15 años. Así pues, las observaciones sobre la nefropatía de los indios pima parecen confirmar las del estudio japonés. Aunque los pacientes con diabetes de tipo 2 de comienzo precoz parecen estar relativamente protegidos 23 03 Timothy 63.1–19/28 15/2/06 12:37 Página 24 Timothy G. Barret del riesgo de retinopatía en relación con los adultos afectados por este tipo de diabetes, tienen un riesgo considerable de presentar una nefropatía y eventualmente una insuficiencia renal al inicio de la edad adulta. Los datos presentados en 1998 en forma de resumen en la Reunión de la Asociación Americana de Diabetes mostraron que ya se detectó una microalbuminuria en el 22% de los indios pima a los que se diagnosticó diabetes de tipo 2 en la infancia, y que este porcentaje alcanzaba el 60% algunos años más tarde. Durante el diagnóstico inicial de estos pacientes no se detectó microalbuminuria pero sí hipercolesterolemia en un 7%. Durante el seguimiento, la microalbuminuria era de un 17% y la hipercolesterolemia de un 30% [31]. Estos datos subrayan la progresión de la enfermedad microvascular y macrovascular en la diabetes de tipo 2 de comienzo en la infancia. Estos hallazgos fueron confirmados por los datos recogidos en un estudio de seguimiento de una cohorte de 469 adultos jóvenes con diabetes [32]. Durante un período de seguimiento medio de 9 años, se descubrió que 31 (6,6%) pacientes diabéticos tenían una nefropatía incipiente o manifiesta (es decir, micro- o macroalbuminuria); que 24 de 426 pacientes (5,6%) presentaban una diabetes de tipo 1; y 7 de 43 (16%), una diabetes de tipo 2. Asimismo, unos valores elevados de HbA1c y una presión arterial alta eran factores que aumentaban el riesgo de desarrollar una nefropatía. Comparados con los diabéticos insulinodependientes (tipo 1), los afectados por diabetes de tipo 2 tenían un mayor riesgo de nefropatía, tras realizar los ajustes en función del sexo, el eventual tabaquismo, el control glucémico y la presión arterial. Los estudios realizados en Japón, en los indios pima en Estados Unidos y en Europa parecen mostrar, en definitiva, que los índices de progresión de la retinopatía son parecidos tanto en los adolescentes afectados por diabetes de tipo 1 como de tipo 2, pero la nefropatía, tiene una incidencia dos veces superior en los diabéticos de tipo 2 de comienzo precoz que en los diabéticos de tipo 1. Neuropatía La neuropatía diabética es una complicación microvascular corriente en los adultos con 24 diabetes de tipo 2 y puede aparecer ya en el diagnóstico. Sin embargo, desconocemos la frecuencia de esta complicación en pacientes jóvenes afectados por este tipo de diabetes. Para intentar resolver esta cuestión se realizó un estudio minucioso sobre neuropatía a 8 adolescentes ingleses de Bristol [33]. Los métodos aplicados fueron los siguientes: 1) palpación del pulso del pie; 2) búsqueda de reflejos del tendón de Aquiles; 3) estudio de las funciones de las fibras nerviosas largas (palestesia y umbral de sensibilidad táctil epicrítica), evaluadas con un diapasón de una frecuencia de 128 Hz para realizar una estimación semicuantitativa de la palestesia y mediante la prueba de Semmes-Weinstein, realizada con monofilamentos estándar de 10 g para evaluar el riesgo de ulceraciones; y 4) estudio de las fibras nerviosas cortas (dolor), evaluadas a partir de la discriminación de un pinchazo y de la búsqueda de callosidades en la planta del pie, cuya presencia está asociada con un mayor riesgo de ulceraciones. Cuatro adolescentes mostraban signos de neuropatía periférica, que afectaba tanto a las fibras nerviosas largas como a las cortas. Seis presentaban callosidades en la planta de los pies y 5 tenían pulsos pedios palpables pero débiles. Los reflejos osteotendinosos y la respuesta a la vibración eran normales en todos ellos. Hay que destacar que ninguno de los 120 adolescentes con diabetes de tipo 1 examinados por el mismo podólogo mostró signos de neuropatía periférica, lo que indica que los jóvenes con diabetes de tipo 2 pueden presentar complicaciones nerviosas microvasculares desde que se les diagnostica la enfermedad o poco tiempo después, a diferencia de los diabéticos de tipo 1. Esto se podría explicar por el hecho de que el diagnóstico del tipo 2 se suele hacer con retraso, tras un período asintomático de duración variable. Trastornos cardiovasculares Son pocas las cohortes de adolescentes con diabetes de tipo 2 de comienzo precoz a quienes se ha realizado un seguimiento desde el aspecto cardiovascular [31, 34]. Se han publicado los datos preliminares de un estudio sobre la supervivencia de 642 pacientes japoneses que, en el momento del Anales Nestlé 2005;63:19-28 03 Timothy 63.1–19/28 15/2/06 12:37 Página 25 Complicaciones de la diabetes de tipo 2 diagnóstico, realizado entre 1980 y 1990, eran menores de 30 años, a quienes se siguió durante más un año. De 475 pacientes, 47 habían fallecido antes de enero de 2001, debido, sobre todo, a accidentes cerebrovasculares o a isquemia cardíaca [34]. Anteriormente se ha mencionado una prevalencia elevada de factores de riesgo cardiovascular en los indios pima de entre 15 y 19 años, tanto si presentaban una tolerancia normal a la glucosa, una hiperglucemia durante una prueba de carga de glucosa o una diabetes de tipo 2 manifiesta. Estos factores de riesgo eran la obesidad y la hipertensión, que ya se revelaban en el diagnóstico, y un aumento de la relación albúmina/creatinina en la orina > 30 mg/g en el 20% de los casos [31]. Es bien conocido que las lesiones de la placa fibrosa pueden estar en la aorta y las arterias coronarias de niños y adultos jóvenes y que están asociadas con la obesidad y la dislipidemia [35]. Los factores de riesgo de la enfermedad cardiovascular son anteriores al comienzo de la diabetes de tipo 2 en los adultos, pero no hay estudios prospectivos sobre su progresión y sus consecuencias a largo plazo en los niños y adolescentes afectados por este tipo de diabetes. Los factores causantes de la enfermedad cardiovascular son el aumento del colesterol transportado por las LDL (lipoproteínas de baja densidad), la disminución del colesterol transportado por las HDL (lipoproteínas de alta densidad), un aumento de la presión arterial, un incremento de la glucemia, la inactividad física, la obesidad y una dieta excesiva [36]. No se ha podido demostrar que la resistencia a la insulina sea un factor de riesgo independiente de la enfermedad cardio- No es descabellado suponer que los niños que desarrollan una diabetes de tipo 2 presentarán enfermedades cardiovasculares cuando sean adultos. Por lo tanto, es esencial diseñar programas efectivos para reducir estos factores de riesgo durante la infancia. Anales Nestlé 2005;63:19-28 vascular o si actúa como factor que predispone a la diabetes de tipo 2. En cualquier caso, no es descabellado suponer que los niños que desarrollan una diabetes de tipo 2 presentarán enfermedades cardiovasculares cuando sean adultos. Por lo tanto, es esencial diseñar programas efectivos para reducir estos factores de riesgo durante la infancia. Otras complicaciones La esteatohepatitis no alcohólica está asociada frecuentemente con la obesidad y la resistencia a la insulina. En un estudio realizado con 49 indios cree de Manitoba, en Canadá, con edades comprendidas entre los 8 y 18 años, que presentaban diabetes de tipo 2, se observó que 11 de ellos (22%) tenían niveles de alanina aminotransferasa (ALT) 2 veces superiores al límite máximo normal; y en 8 de ellos estos niveles eran 3 veces superiores (16%) [37]. Todos los pacientes eran obesos, tenían niveles de HbA1c elevados, no presentaban signos biológicos que apuntasen a la existencia de hepatitis, aunque las ecografías abdominales reflejaban una esteatohepatitis cuya evolución podría derivar hacia una cirrosis [38]. Hay que añadir que el aumento de las enzimas hepáticas es una contraindicación a la prescripción de agentes farmacológicos, como la metformina, que pueden hacer que los pacientes sean más sensibles a la acción de la insulina. Otra de las complicaciones de la diabetes de tipo 2 observada entre los indios cree de Manitoba, tal y como se desprende del estudio de Dean y Flett, es el alto porcentaje de abortos espontáneos [39]. Estos autores revisaron las historias médicas de 51/86 adultos jóvenes con diabetes de tipo 2 que, en el momento del estudio, tenían entre 18 y 33 años. Se registraron 7 fallecimientos: 2 muertes súbitas en una sesión de diálisis, 2 como consecuencia de un traumatismo y 3 por enfermedades no relacionadas con la diabetes. Las 2 mujeres que fallecieron durante la diálisis tenían 25 y 31 años. Entre los supervivientes, a una mujer de 26 años se le amputó un dedo del pie. Otras 3 mujeres de 26, 28 y 29 años estaban en diálisis desde hacía 2 meses, 1 año y 6 años, respectivamente; una de ellas había perdido la vista a los 26 años. En total se registraron 56 embarazos en esta serie, 25 03 Timothy 63.1–19/28 15/2/06 12:37 Página 26 Timothy G. Barret en 21 de los cuales no hubo nacimientos de niños vivos [39], aunque en este informe no se especifica si habían sido abortos espontáneos o nacimientos de bebés muertos. Conclusiones Se dan cada vez más casos de diabetes de tipo 2 en la infancia en todo el mundo, asociados con la creciente prevalencia de la obesidad infantil. Esta diabetes es uno de los elementos de lo que se ha dado en llamar síndrome metabólico, con sus complicaciones específicas en relación con la obesidad, como la hipertensión, el ovario poliquístico, los problemas ortopédicos, la resistencia a la insulina y el perfil lipídico anormal. Su manifestación en el niño es diferente de la que presenta la diabetes de tipo 1. En efecto, la diabetes de tipo 2 es frecuentemente asintomática y sólo se suele diagnosticar en un examen sistemático con motivo de una enfermedad intercurrente. Aunque la incidencia de la cetoacidosis diabética sea 2 veces menor en la manifestación de la diabetes de tipo 2 que en la diabetes insulinodependiente, no hay duda de que se produce, lo que debe tenerse en cuenta en el diagnóstico de un niño obeso que presente síntomas osmóticos. Además, el coma hiperosmolar es una complicación cada vez más frecuente, potencialmente mortal, de la diabetes de tipo 2 en los niños obesos. Los criterios para diagnosticar esta complicación son bien conocidos en la actualidad y los médicos deben ser capaces de distinguirla de una hiperglucemia simple. El diagnóstico precoz y un tratamiento apropiado deben permitir que se reduzca la mortalidad asociada a esta afección. Ya no existe ninguna duda sobre el hecho de que la diabetes de tipo 2 que comienza en la infancia conlleva los mismos riesgos de complicaciones micro- y macrovasculares que la diabetes de tipo 2 en el adulto, lo que supondrá un aumento significativo de la prevalencia de retinopatías, nefropatías y enfermedades cardiovasculares en la edad adulta. Aunque los datos disponibles son contradictorios, parece que el riesgo de retinopatía es similar tanto en los niños con diabetes de tipo 2 como en los de tipo 1. Sin embargo, el riesgo de nefropatía es sustancialmente mayor en los niños con diabe- 26 tes de tipo 2, con una incidencia 2 veces superior a la de tipo 1 durante la década siguiente al diagnóstico de la enfermedad. Este mayor riesgo de nefropatía podría depender de otros componentes del síndrome metabólico, aunque también se sabe que la diabetes de tipo 2 puede permanecer sin diagnosticar durante muchos años. Razón de más para intentar detectarla sistemáticamente en los niños de los grupos de riesgo y para desarrollar sistemas de cuantificación que permitan identificar claramente a estos grupos de riesgo [40]. La diabetes de tipo 2 que comienza en la infancia conlleva los mismos riesgos de complicaciones micro- y macrovasculares que la diabetes de tipo 2 en el adulto, lo que supondrá un aumento significativo de la prevalencia de retinopatías, nefropatías y enfermedades cardiovasculares en la edad adulta. Por el momento no disponemos de estudios de seguimiento a largo plazo de niños con diabetes de tipo 2 desde un punto de vista cardiovascular, pero sabemos que determinados componentes del síndrome metabólico pueden ser la causa de la aterosclerosis coronaria y aórtica en jóvenes adultos [35]. Puesto que la mayoría de los niños con diabetes de tipo 2 secundaria a la obesidad presentan signos de síndrome metabólico, parece razonable pensar que corren un riesgo significativo de presentar complicaciones cardiovasculares en la edad adulta. Probablemente, las enfermedades cardiovasculares se convertirán, en este nuevo siglo, en un reto cada vez mayor para la sociedad, pero aún estamos muy lejos de poder valorar todas las consecuencias del aumento de frecuencia de la diabetes de tipo 2 en términos físicos, económicos y sociales. Hasta ahora se consideraba que la diabetes de tipo 2 sólo afectaba a las personas maduras o a la tercera edad, pero en la actualidad estamos viendo que esta enfermedad crónica y sus complicaciones castiAnales Nestlé 2005;63:19-28 03 Timothy 63.1–19/28 15/2/06 12:37 Página 27 Complicaciones de la diabetes de tipo 2 gan a la parte más productiva de nuestra población, tanto desde un punto de vista económico como reproductivo. Puesto que existe un declive inexorable de las funciones de las células β pancreáticas una vez que se ha manifestado la diabetes de tipo 2, tenemos que desarrollar estrategias de prevención para evitar que los niños padezcan obesidad y desarrollen posteriormente una diabetes de tipo 2. Las dimensiones de este problema superan la capacidad de los médicos para resolverlo por ellos mismos y nuestra sociedad requiere la intervención de las autoridades gubernamentales. 11. 12. 13. 14. Bibliografía 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8. 9. 10. Reaven GM. Banting Lecture 1988. Role of insulin resistance in human disease. Diabetes 1988;37:1595607. Savage PJ, Bennett PH, Senter G y cols. High prevalence of diabetes in young Pima Indians: evidence of phenotypic variation in a genetically isolated population. Diabetes 1979;28:937-42. Dean H. NIDDM-Y in First Nation children in Canada. Clin Pediatr 1998;37:89-96. Neufeld ND, Raffel LJ, Landon C y cols. 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Ehtisham S, Shaw N, Kirk J y cols. Development of an assessment tool for screening children for glucose intolerance by oral glucose tolerance test. Diabetes Care 2004;27:280-1. Anales Nestlé 2005;63:19-28 Prevención primaria y secundaria y tratamiento de la diabetes de tipo 2 en la infancia ARLAN L. ROSENBLOOM, JANET H. SILVERSTEIN Department of Pediatrics, University of Florida College of Medicine, Children’s Medical Services Center, 1701 SW 16th Avenue, Gainesville, Florida 32608-1153, Estados Unidos Introducción Prevención primaria de la diabetes de tipo 2 La prevención primaria se define como la estrategia que permite prevenir o retrasar el desarrollo de un estado o de una enfermedad en individuos o poblaciones identificadas como de alto riesgo con respecto a esa afección [1]. La pandemia mundial de obesidad infantil y las complicaciones ligadas a la resistencia a la insulina que de ella se derivan, en especial la diabetes de tipo 2, incluyen la prevención de la obesidad en la categoría de prevención primaria [2-5]. La prevención o la intervención secundaria se define como el tratamiento de individuos que ya han desarrollado una enfermedad, para prevenir o retrasar el desarrollo de sus complicaciones [1]. Este proceso incluye programas de sensibilización y educación dirigidos a la población para conseguir y mantener el apoyo financiero necesario para ese fin. El objetivo de la prevención secundaria, aplicada a la diabetes de tipo 2, es identificar a los individuos que ya han desarrollado una obesidad, con su correspondiente resistencia a la insulina, con la esperanza de que modifiquen su estilo de vida, lo que les permitiría evitar la progresión hacia la diabetes y las demás complicaciones vinculadas a la resistencia a la insulina [6]. Por último, la prevención terciaria es la intervención para reducir o eliminar los efectos nocivos de las complicaciones antes citadas, en este caso, tratar la diabetes y las demás complicaciones ligadas a la resistencia a la insulina. Este nivel de intervención requiere determinar qué se debe analizar y cómo. La prevención de la obesidad es un reto social. Durante los últimos años se ha discutido ampliamente la justificación de los esfuerzos de prevención primaria de la obesidad en la infancia debido a las implicaciones para la salud pública que ha supuesto su frecuencia, que ha aumentado rápidamente [2-7]. La prevención de la diabetes de tipo 2 quizá no sea la razón más importante para prevenir la obesidad en la infancia. Además de los riesgos que a largo plazo supone el sobrepeso en sí mismo, la obesidad se asocia con un rendimiento escolar bajo debido a la apnea del sueño, a la torpeza asociada con la inactividad física y a la estigmatización social. Los criterios de calidad de vida, tales como la autoestima, la apariencia física y la estabilidad emocional, ya están significativamente afectados en los niños de 8 a 11 años con sobrepeso [8]. Los niños de este grupo de edad con problemas de comportamiento tienen el doble de probabilidad de tener sobrepeso que los niños sin problemas de comportamiento [9]. La importancia médica en sentido estricto de la prevención primaria de la obesidad se debe al hecho de que el deterioro preclínico de la tolerancia a la glucosa, resultante del desarrollo de una resistencia a la insulina inducida por la obesidad, supone un riesgo cardiovascular y que un considerable número de adolescentes muy obesos presentan una tolerancia a la glucosa alterada [10]. Anales Nestlé 2005;63:29-42 29 Arlan L. Rosenbloom, Janet H. Silverstein Durante los últimos años se ha discutido ampliamente la justificación de los esfuerzos de prevención primaria de la obesidad en la infancia debido a las implicaciones para la salud pública que ha supuesto su frecuencia, que ha aumentado rápidamente. Por su parte, la prevención secundaria de la obesidad sólo suele funcionar a corto plazo debido a las enormes dificultades, al menos en las poblaciones adultas, que entraña modificar el modo de vida y los hábitos alimentarios. El reto para los pediatras y la sociedad consiste en invertir los hábitos alimentarios y de diversión, que son objeto de una gran publicidad y de fácil acceso para las capas populaTabla I: Elementos microambientales y sectores macroambientales que se deben tener en cuenta en la prevención de la obesidad (según ref. [19]) Elementos microambientales Hogar Escuelas, instituciones (internados) Grupos poblacionales (clubs, iglesias) Equipamientos colectivos (parques, centros comerciales) Establecimientos de alimentación (carnes, frutas y verduras) Servicios de restauración de comida rápida (incluidas las cafeterías de las escuelas y las máquinas expendedoras) Equipamientos para el ocio Vecindario (circuitos para bicicletas, calles seguras) Servicios sanitarios de la población Sectores macroambientales Tecnología y diseño (electrodomésticos, arquitectura) Producción e importación agroalimentaria Industria alimentaria y distribución Publicidad (promoción de comida rápida) Industria deportiva y de ocio Administración y financiación del sistema escolar Desarrollo rural y urbano (urbanismo, prioridades locales) Sistemas de transporte Sistemas sanitarios 30 res. En efecto, a medida que los alimentos con un alto contenido energético se han ido convirtiendo en las fuentes más baratas de alimento, la obesidad afecta mucho menos a las clases socioeconómicas favorecidas e incide de un modo desproporcionado en las clases más bajas de la sociedad. En algunos países en vías de desarrollo, la obesidad ha desplazado a la malnutrición como el principal problema nutricional de la infancia [11]. En Estados Unidos, los esfuerzos por reducir el sobrepeso son saboteados por las escuelas y los institutos con dificultades financieras que, a cambio de apoyo económico, otorgan concesiones para la venta de comida rápida y la instalación de máquinas automáticas de refrescos y tentempiés. Además, en los comedores de colegios e institutos, las comidas que se sirven suelen tener un alto contenido energético y graso, como las pizzas y las patatas fritas. Por otra parte, no todos los centros ofrecen la posibilidad de practicar ejercicios lúdicos, como la danza o el aeróbic, y también hemos podido constatar que se han reducido drásticamente los programas obligatorios de educación física. Para algunos jóvenes existe un problema adicional: la falta de ambientes seguros que permitan practicar actividades físicas y la falta de fondos para llevar a cabo programas extraescolares. Finalmente, muchos centros no incluyen en sus programas escolares la enseñanza de lo que podría considerarse un modo de vida saludable (Tabla I). El reto para los pediatras y para la sociedad consiste en invertir los hábitos alimentarios y de diversión, que son objeto de una gran publicidad y de fácil acceso para las capas populares. En el marco de la escuela o de la colectividad se han desarrollado programas destinados a las poblaciones de alto riesgo [12-17]. Los programas escolares pretenden mejorar las comidas servidas en los comedores, incorporar a la enseñanza módulos sobre un estilo de vida saludable y crear un ambiente escolar que Anales Nestlé 2005;63:29-42 Prevención primaria y secundaria y tratamiento de la diabetes de tipo 2 en la infancia promocione la actividad física. Las guarderías, los centros preescolares y de educación primaria intentan implicar a las familias en la elaboración de este tipo de programas, mientras que en los centros de enseñanza secundaria se recurre a redes sociales y al entorno para promover cambios en el comportamiento y reducir los factores de riesgo. Aunque es posible demostrar el efecto que, a corto plazo, tienen estos programas en el comportamiento, se requieren estudios a más largo plazo para determinar si estos cambios se mantienen y si son efectivos para reducir el riesgo de desarrollar diabetes de tipo 2 y otras manifestaciones del síndrome de resistencia a la insulina. Se han elaborado programas de este tipo para mejorar la nutrición y favorecer el ejercicio en las escuelas, incluidas las de las reservas indias en Estados Unidos, aunque todavía no se ha demostrado su efectividad [16, 18]. La magnitud del problema derivado de la relación entre obesidad y diabetes de tipo 2 se reconoce actualmente en Asia [20-24], Oriente Medio [25], Europa oriental y occidental [24, 26] y Sudáfrica [11], además de las poblaciones indígenas de Australia, Nueva Zelanda y Norteamérica [27-31], así como en las poblaciones no indígenas, y no sólo en las de origen africano y mexicano [32-35]. Todas las personas que tienen contacto con poblaciones y familias con riesgo de obesidad deberían hacer hincapié en la importancia de las intervenciones en este ámbito. Los pediatras y el conjunto del personal sanitario deberían promover la lactancia materna prolongada que, entre sus muchos beneficios, cuenta con el de reducir el riesgo de obesidad en la infancia [36, 37]. Los padres también deberían comprender que un niño más gordo no es un niño más sano y que no deberían ofrecer caramelos, patatas fritas y otros alimentos hipercalóricos y de pobre valor nutricional como premio a sus hijos. Dado que los hijos de padres con un peso normal corren un riesgo mucho menor de desarrollar sobrepeso (< 7% frente a 40% si uno de los padres tiene sobrepeso y 80% si ambos lo tienen), es importante que la prevención de la obesidad se extienda a toda la familia, ya que, si no es así, es decir, si sólo se dirige a un miembro de la familia, sea varón o mujer, no tendrá ninguna posibilidad de éxito [38]. La familia también debe promover la actiAnales Nestlé 2005;63:29-42 vidad física, en particular el uso de las escaleras en lugar del ascensor o las escaleras mecánicas, ir a la escuela o de compras andando o en bicicleta, dar paseos a pie o en bicicleta o realizar tareas domésticas, sobre todo al aire libre. Pero el único método verdaderamente eficaz para aumentar la actividad física de los niños es apagar el televisor [39]. Por último, hay que destacar que las comidas deben tomarse a su hora, sentado a la mesa y sin ninguna otra distracción. Dado que los hijos de padres con un peso normal corren un riesgo mucho menor de desarrollar sobrepeso, es importante que la prevención de la obesidad se extienda a toda la familia, ya que, si no es así, es decir, si sólo se dirige a un miembro de la familia, no tendrá ninguna posibilidad de éxito. Prevención secundaria de la diabetes de tipo 2 Algunos estudios realizados en adultos con sobrepeso han mostrado una mejora de la tolerancia a la glucosa y un desarrollo más lento de la diabetes de tipo 2 gracias a programas de intervención en su estilo de vida, que incluían consejos individualizados encaminados a perder peso, reducir los aportes de grasas, en especial las saturadas, incrementar los aportes de fibras y animarlos a hacer ejercicio [40-42]. Uno de estos programas (el Minnesota Heart Health Program), desarrollado durante 13 años en Minnesota (Estados Unidos) implicaba a 6 poblaciones e incluía clases para adultos sobre el modo de controlar su peso, fomentaba el ejercicio físico y la reducción del colesterol, ofrecía un programa informático de control del peso, un curso por correspondencia para adelgazar y un programa para evitar engordar. A pesar de este intenso esfuerzo, se constató una 31 Arlan L. Rosenbloom, Janet H. Silverstein gran tendencia a engordar, incluso después de haber tenido en cuenta todas las variables posibles de confusión [43]. Las intervenciones en los niños, particularmente en los preadolescentes, debería ser más efectiva que en el caso de los adultos. En un estudio de intervención que incluía a 113 familias, se constató, por ejemplo, que los niños adelgazaron mucho más que los adultos y mantuvieron su peso mucho mejor que ellos; 10 años después, un tercio de estos niños seguían sin ser obesos [44]. En otro estudio realizado con 24 familias con hijos de entre 8 y 12 años, la intervención consistió en 10 o 12 sesiones de un programa de modificación de comportamiento. Dos tercios de las familias siguieron el programa de tratamiento hasta el final y los niños que lo completaron adelgazaron. Sin embargo, la pérdida de peso no se mantuvo durante los 4-13 meses siguientes [38]. En cualquier caso, estos progresos modestos hay que interpretarlos con prudencia por el carácter selectivo de las poblaciones estudiadas. La prevención de la diabetes de tipo 2 y otras complicaciones del síndrome de resistencia a la insulina en niños y adolescentes obesos es una tarea francamente desalentadora. Por tanto, en el diseño de los programas de prevención de la diabetes hay que tener en cuenta las creencias y los comportamientos de la sociedad en materia de salud. Por ejemplo, en un estudio realizado en una población india de Estados Unidos, los individuos que presentaban diabetes no establecían ninguna relación entre esta afección y sus complicaciones, en particular la retinopatía y las amputaciones; más de la mitad de los niños de esta población pensaba que la diabetes estaba causada por «una sangre mala» y más de un tercio la atribuía a un estado de debilidad general [45]. El equipo terapéutico debe incluir a un psicólogo o un asistente social por la importancia de los cambios de comportamiento y la motivación necesaria. Uno de los cambios más sencillos consiste en eliminar el consumo excesivo de refrescos azucarados con un gran contenido energético, té y zumos de fruta azucarados y sustituirlos por agua, té y otras bebidas con edulcorantes artificiales [46]. Se debe interrumpir el círculo vicioso del aumento de peso que lleva consigo una disminución de la actividad 32 física y ocasiona un mayor aumento de peso. Como hemos visto antes, el método más efectivo para lograrlo es apagar el televisor, ya que el aumento de la actividad conlleva, por sí solo, un incremento de la sensibilidad a la insulina. Además, incluso una pérdida de peso modesta reduce la hiperinsulinemia, siempre que vaya acompañada de un aumento de la actividad. La prevención de la diabetes de tipo 2 y otras complicaciones del síndrome de resistencia a la insulina en niños y adolescentes obesos es una tarea francamente desalentadora. El único medicamento autorizado en Estados Unidos para facilitar la pérdida de peso en los niños es el orlistat, que se ha aprobado para el tratamiento de la obesidad en adolescentes mayores de 12 años. La autorización de la Food and Drug Administration (FDA) se basa en los resultados de un estudio aleatorizado y comparativo con un grupo placebo de 54 semanas con 539 adolescentes obesos. Se administró una dosis de orlistat de 120 mg, 3 veces al día, con las comidas, en un dieta de restricción calórica que sólo aportaba un 30% de la energía en forma de grasa. Se observó una reducción del índice de masa corporal (IMC) superior o igual a un 5% en el 27% de los adolescentes del grupo orlistat frente al 16% correspondiente al grupo placebo [47]. Éste y otros medicamentos que son efectivos en los adultos sólo funcionan en los niños durante el tiempo en que son administrados. Por otra parte, el tratamiento de la obesidad mediante metformina (500 mg, 2 veces al día frente a placebo durante 6 meses) también ha sido objeto de un estudio realizado con 29 adolescentes negros y caucásicos con edades comprendidas entre los 12 y 19 años con un IMC superior a 30, que además habían presentado un aumento de la insulinemia en ayunas (> 15 µU/ml) y tenían una historia familiar de diabetes de tipo 2, aunque su glucemia en ayunas y sus valores de hemoglobina A1c (HbA1c) eran normales. En el grupo control se Anales Nestlé 2005;63:29-42 Prevención primaria y secundaria y tratamiento de la diabetes de tipo 2 en la infancia observó un aumento medio del IMC de 0,23 desviaciones estándar (DE), mientras que en el grupo tratado se constató una disminución del IMC de 0,12 DE, lo que constituía una diferencia significativa. También se observó una disminución significativa de la glucemia y la insulinemia en ayunas en el grupo tratado en comparación con el grupo control. Hay que destacar que el 40% de los adolescentes que tomaron metformina presentó trastornos abdominales transitorios, con o sin diarrea [48]. Aunque estos últimos resultados son alentadores, su duración es limitada. En los adultos, los cambios en el estilo de vida, que no tienen efectos adversos y a los que se les supone una eficacia más prolongada que la de los tratamientos farmacológicos, son más efectivos que la metformina para prevenir la progresión de las alteraciones de la tolerancia a la glucosa hacia una diabetes de tipo 2 [42]. El tratamiento quirúrgico de la obesidad mórbida en niños y adolescentes es una práctica creciente debido al aumento de la gravedad de la obesidad y las enfermedades asociadas en este grupo de edad. Sin embargo, no hay recomendaciones a este respecto para la intervención quirúrgica en niños y adolescentes obesos pese a que se han iniciado diferentes estudios para determinar las indicaciones, las consecuencias adversas a largo plazo y la eficacia de las técnicas de tratamiento de la obesidad mórbida infantil. Un informe de 1975 constató que 18 adolescentes con obesidad mórbida, a quienes 3 años antes se les había realizado un bypass gástrico o una gastroplastia, habían tenido una pérdida de peso del orden de un 25% [49]. Un segundo informe redactado 5 años más tarde describió los datos recogidos sobre 30 pacientes menores de 20 años que experimentaron una pérdida de peso media de 40 kg 3 años después de que se les realizara una derivación gástrica o una gastroplastia y de 26 kg, 5 años más tarde. Hay que señalar que en un tercio de los casos hubo complicaciones postoperatorias graves y que un paciente falleció tras la operación por una rotura de la anastomosis [50]. Recientemente se ha publicado un trabajo sobre el seguimiento durante un año de 100 adolescentes menores de 17 años a quienes se había realizado cirugía gástrica de derivación con nuevas técnicas. En 7 de ellos se pudo eliminar las enfermedades asociadas, como la Anales Nestlé 2005;63:29-42 apnea durante el sueño, la hipertensión, la disnea, la fractura por compresión vertebral, así como la negativa de acudir a la escuela. Nueve de los jóvenes perdieron más de 30 kg. Pero fue necesario intervenir de nuevo a 4 de ellos debido a una hernia en la zona de la incisión, cálculos biliares o una obstrucción del intestino delgado. Las únicas complicaciones médicas fueron una anemia leve por falta de hierro y una deficiencia pasajera de folatos [51]. El tratamiento quirúrgico de la obesidad mórbida en niños y adolescentes es una práctica creciente debido al aumento de la gravedad de la obesidad y las enfermedades asociadas en este grupo de edad. Sin embargo, no hay recomendaciones a este respecto para la intervención quirúrgica en niños y adolescentes obesos. Tratamiento de la diabetes de tipo 2 Los desafíos que plantea el tratamiento de la diabetes de tipo 2 en niños y adolescentes difieren mucho de los de la diabetes de tipo 1. Mientras que la de tipo 1 afecta más o menos por igual a todos los grupos de población, la diabetes de tipo 2 afecta de una forma desproporcionada a las familias con menos recursos, de forma paralela a la distribución de la obesidad en la población. Además, la de tipo 1 se manifiesta en la infancia, es decir en la edad en que la influencia paterna es mayor, mientras que la de tipo 2 se presenta en la adolescencia o en adultos jóvenes, momento en que la influencia del entorno es más importante. Por otra parte, también hay una gran diferencia en las experiencias familiares; por ejemplo, sólo en alrededor de un 5% de las familias con un niño afectado por la diabetes de tipo 1 hay otro miembro de la familia afectado. En cambio, un 90% o más de los jóvenes con diabetes de tipo 2 tiene otros 33 Arlan L. Rosenbloom, Janet H. Silverstein familiares afectados por la enfermedad. Estos miembros de la familia suelen haber fracasado en el control de su peso y su glucemia, con las consiguientes complicaciones que de ello se derivan, lo que ha contribuido a crear un clima de desesperación y ha transmitido la sensación de que cualquier esfuerzo por conseguirlo es inútil. Prioridades del tratamiento Las prioridades del tratamiento difieren entre las diabetes de tipo 1 y 2. Mientras que sólo los niños con diabetes de tipo 1 que tienen sobrepeso y son relativamente inactivos necesitan hacer ejercicio intenso y modificar su dieta, en el caso de los que presentan diabetes de tipo 2 se debe hacer hincapié, sobre todo, en modificar su comportamiento, y dejar en un segundo plano los medios de control de la diabetes de tipo 1, por ejemplo, la monitorización de la glucemia y los tratamientos, para mantenerla en los límites normales. Finalmente, hay que reconocer que la innovación tecnológica ha revolucionado el tratamiento de la diabetes de tipo 1, ya se trate de la mejora de la pureza de la insulina y su modo de administración, de los sistemas de automonitorización de la glucosa en sangre o el desarrollo de análogos de la insulina con perfiles de acción más fisiológicos que las formas anteriormente disponibles. En el horizonte también se vislumbra el páncreas artificial y la posibilidad de reemplazar células de los islotes pancreáticos. Por otra parte, se puede considerar que el progreso tecnológico ha agravado el problema de la diabetes de tipo 2, en especial por haber desarrollado formas de entretenimiento en casa, electrodomésticos, medios de transporte y técnicas modernas de tratamiento agroalimentario gracias a las cuales cada vez es más fácil encontrar alimentos con un alto contenido energético, más apetecibles y más baratos. Objetivos del tratamiento Los objetivos del tratamiento de la diabetes de tipo 2 son: adelgazar, normalizar la glucemia y evitar las complicaciones de la hipertensión y la hiperlipidemia, reducir la acantosis nigricans y aumentar la capacidad física. 34 El tratamiento es más importante de lo que podría deducirse por el nivel de glucemia en algunos pacientes, debido a la multitud de factores de riesgo cardiovascular asociados a la resistencia a la insulina. Al igual que ocurre con los adultos a quienes se acaba de diagnosticar una diabetes de tipo 2, es frecuente que los adolescentes ya presenten complicaciones en ese estadio, que son el reflejo de un período prolongado de trastornos de la tolerancia a la glucosa. De los 100 niños y adolescentes indios pima con diabetes de tipo 2, un 7% presentaba un nivel de colesterol superior a 200 mg/dl (valor límite más elevado que el que se usa normalmente), un 18% tenía hipertensión (presión sanguínea > 14/9, hoy día considerado un límite demasiado alto) y un 22% presentaba microalbuminuria (relación albúmina/creatinina > 30) en el momento del diagnóstico. Diez años más tarde, cuando aún no habían cumplido 30 años, tenían un índice medio de HbA1c del 12%, lo que refleja un mal control de la glucemia; un 60% presentaba microalbuminuria y un 17%, macroalbuminuria (albúmina/creatinina > 300) [52]. Algunos investigadores japoneses han observado que los pacientes que desarrollan diabetes de tipo 2 antes de los 30 años tienen un riesgo mayor de insuficiencia renal [53]. Es posible que, habida cuenta de las enfermedades asociadas a la diabetes de tipo 2, la reducción del riesgo de complicaciones requiera un control más estricto de la glucemia en este tipo de diabetes en el estadio de resistencia a la insulina que el que se pueda necesitar en la diabetes de tipo 1. En el UKPDS (United Kingdom Prospective Diabetes Study), se demostró que el riesgo de complicaciones microvasculares disminuía en un 25% cuando el índice medio de HbA1c pasaba del 7,9 al 7,0% [54]. Al reducir la presión arterial por debajo de 14,4/8,2 se consiguió un descenso aún mayor del riesgo de lesiones microvasculares (37%), la frecuencia de accidentes vasculares cerebrales (44%) y la insuficiencia cardíaca (36%) [55]. Cambios en el comportamiento El primer paso en el tratamiento de adultos con diabetes de tipo 2 es incluirlos en un programa de modificación de los hábitos nutricionales Anales Nestlé 2005;63:29-42 Prevención primaria y secundaria y tratamiento de la diabetes de tipo 2 en la infancia (dieta baja en calorías y grasas saturadas y rica en fibras) y aumento de la actividad física, aunque su eficacia es, en el mejor de los casos, transitoria. No obstante, para controlar la glucemia de forma eficaz hay que realizar algunos cambios en el estilo de vida, lo que implica llevar a cabo modificaciones del comportamiento, un elemento imprescindible para que las intervenciones de prevención secundaria de la diabetes de tipo 2 en individuos obesos sean eficaces. Estas modificaciones pasan por los estadios que se describen a continuación. En el estadio precontemplativo el individuo no es consciente del problema o se niega a aceptar la necesidad de cambios y no tiene ninguna intención de realizarlos, con el pretexto de que «en mi familia todos son gordos». En esta etapa el desafío radica en concienciarlo del problema y de la necesidad de cambiar y en personalizar la información sobre los riesgos de la situación y de los beneficios de realizar un programa de tratamiento. En muchas familias es importante eliminar el fatalismo de las malas experiencias precedentes de otros miembros obesos de la familia. El estadio contemplativo implica el reconocimiento de que existe una salida favorable para el problema al que se enfrenta un individuo; pese a que todavía no esté preparado para el cambio, al menos se lo plantea. «He oído muchas cosas sobre las posibles consecuencias de mi sobrepeso y sé que puedo llegar a ser diabético (o que empeore mi diabetes), pero no me veo capaz de seguir una dieta.» Esta etapa requiere motivación y estímulo por parte del equipo médico para evitar que el sujeto se culpabilice. El estadio preparatorio es el de la planificación, la definición de objetivos, la búsqueda de más información e incluso el inicio del cambio de comportamiento, haciendo partícipes a la familia, amigos y equipo médico. La responsabilidad de los profesionales de la salud en esta etapa consiste en asistir al sujeto para que pueda desarrollar un proyecto personalizado con objetivos realistas. En el estadio de paso a la acción se ejecutan planes específicos elaborados con el equipo médico que suponen, en particular, cambios ambientales y el compromiso de la familia con el fin de poder conseguir los cambios planeaAnales Nestlé 2005;63:29-42 dos. Este estadio dura unos 6 meses. La pregunta del equipo médico implicado debería ser siempre: «¿Qué ha cambiado desde su última visita?». Cualquier progreso en la implementación del plan de acción, como andar más o reducir el consumo de bebidas azucaradas, tiene que ser aplaudido mientras se continúa tratando de resolver los problemas y encontrar el apoyo social adecuado. La fase de mantenimiento consiste en proseguir las acciones deseadas, apoyándose en los resultados positivos ya obtenidos, tales como la mejora de la imagen personal, el aumento del ejercicio físico, los mejores resultados escolares, el mejor control de la diabetes, la reducción o la desaparición de la acantosis nigricans y la disminución de la presión arterial. La labor del profesional de la salud en esta etapa consiste en desarrollar los mecanismos para cumplir con el tratamiento y la formación continua del paciente, realizar recordatorios al paciente y estar atento ante los primeros signos de recaída. Nutrición Un dietista capaz de dar muestras de paciencia, que no tenga una actitud crítica frente al paciente, acostumbrado a los niños y consciente de que la nutrición es una función clave en el tratamiento de la diabetes de tipo 2 es un miembro esencial de cualquier equipo médico. Debe poseer la capacidad de transmitir al paciente suficiente confianza cuando lo informa sobre los nuevos hábitos alimentarios que podrán mejorar su estado nutricional de una forma realista y progresiva. Los objetivos generales del tratamiento dietético son reducir el aporte de grasas a menos de un 30% y el de grasas saturadas a menos de un 10% de la energía total del régimen, y limitar los aportes de colesterol a menos de 300 mg/día o, en caso de hipercolesterolemia, a menos de 200 mg/día. La parte de proteínas del aporte energético total debe ser de entre un 15 y un 20%, y los carbohidratos complejos deben aportar el 50-60% restante. Actividad física La práctica regular de ejercicio físico es una condición sine qua non para el control del 35 Arlan L. Rosenbloom, Janet H. Silverstein peso, para mejorar la sensibilidad a la insulina y controlar la presión arterial, la glucemia y el nivel de lípidos plasmáticos. Como ocurre con la prescripción dietética, las recomendaciones en materia de ejercicio físico deben tener en cuenta el ambiente del niño, sus gustos, sus aversiones y su motivación. Los recursos de la escuela o de organizaciones juveniles (como la YMCA en Gran Bretaña o Estados Unidos) son importantes a este respecto. El estímulo de las actividades familiares, aunque sea ideal, no suele ser realista debido a la situación y al ambiente del niño, especialmente en las familias monoparentales en que el padre que tiene la custodia se ve obligado trabajar durante todo el día y el vecindario no es lo suficientemente seguro para dejarlo jugar en la calle. Fármacos hipoglucemiantes Los tratamientos farmacológicos están diseñados para disminuir la resistencia a la insulina, aumentar su secreción, reducir la absorción posprandial de la glucosa, o en el caso de empleo de inyecciones de insulina, compensar su secreción inadecuada (Tabla II). Biguanidas Las biguanidas actúan en los receptores hepáticos de la insulina, reducen la producción hepática de glucosa y favorecen la captación de glucosa estimulada por la insulina de los tejidos adiposos y musculares. Además, poseen un efecto anorexigénico que puede favorecer la pérdida de peso y, como hemos mencionado antes, la metformina se ha utilizado con este propósito. También se utiliza para reducir la acantosis nigricans y el hiperandrogenismo ovárico. El empleo de metformina a largo plazo se asocia con una reducción de entre un 1 y 2% de la HbA1c, pero su elevada proporción de efectos secundarios (30%), en particular dolor abdominal, diarrea y náuseas, dificulta el cumplimiento del programa entre los adolescentes [56]. La metformina no debe administrarse a pacientes con insuficiencia renal, enfermedad hepática o insuficiencia cardíaca o respiratoria, ni a niños que necesiten estudios radiográficos en los que se utilicen productos de contraste por el riesgo de acidosis láctica que ello conlleva. Los pacientes obesos y con diabetes de tipo 2 suelen presentar la enfermedad del hígado graso no alcohólico y experimentan un ligero Tabla II: Mecanismos de acción y efectos de los distintos fármacos sobre la glucemia, peso y lípidos plasmáticos en la diabetes de tipo 2 Efecto de los fármacos Tipo de fármaco Acción Glucemia Riesgo de baja glucemia Aumento de peso Disminución de lípidos ↓ producción de glucosa hepática ↑ sensibilidad a la insulina Sulfonilureas ↑ secreción y sensibilidad a la insulina Meglitinida/ ↑ secreción de insulina repaglinida a corto plazo Inhibidores de hidrólisis y absorción la glucosidasa lentas de carbohidratos (acarbosa, miglitol) complejos Tiazolidinedionas ↑ sensibilidad a la insulina (rosiglitazona en los músculos, hígado y pioglitazona) y tejido graso; ↓ producción de glucosa hepática Insulina ↓ producción de glucosa hepática; reducción de la resistencia a la insulina ++ +/– 0 + ++ + 0 ++ + + 0 + 0 0 + ++ 0 +/– + +++ + ++ + Biguanidas (metformina) 36 Anales Nestlé 2005;63:29-42 Prevención primaria y secundaria y tratamiento de la diabetes de tipo 2 en la infancia aumento del nivel de enzimas hepáticas. La metformina puede emplearse en estas situaciones y su uso puede mejorar las pruebas de la función hepática. Sin embargo, si las concentraciones de las enzimas hepáticas siguen aumentando, debe interrumpirse el tratamiento. La metformina es el único fármaco oral hipoglucémico sobre el que existen datos pediátricos. Ochenta pacientes de entre 8 y 16 años que no habían recibido tratamiento previo participaron en un estudio aleatorizado multicéntrico comparativo con un grupo placebo. Se empezó con una dosis de 500 mg, 2 veces al día y se fue aumentando hasta 2.000 mg por día en el transcurso de 2 semanas. La aplicación de criterios de protección llevó a reducir el número de sujetos del grupo placebo tras las 16 semanas del estudio. Cuatro meses o más después del inicio del ensayo, la glucemia media en ayunas había disminuido en 44 mg/dl con la metformina y había aumentado en 20 mg/dl con el placebo. La concentración media ajustada de HbA1c era del 7,5% en el grupo tratado y del 8,6% en el placebo. Los pacientes que tomaron metformina no ganaron peso y, en algunos casos, incluso adelgazaron y mejoraron su perfil lipídico. No se ha observado ningún efecto adverso grave [57]. Cuando la metformina no es efectiva, es importante efectuar una investigación detallada para comprobar si se ha tomado el medicamento de forma correcta, incluida la renovación de las recetas en la farmacia. Hay que insistir en que la metformina puede normalizar el ciclo ovulatorio de las chicas con hiperandrogenismo ovárico y, por tanto, puede aumentar el riesgo de embarazo no deseado. Sulfonilurea y meglitinida/repaglinida Este grupo de fármacos aumenta la secreción de insulina y es particularmente útil cuando existe una función residual de las células β. Las sulfonilureas se unen a los receptores específicos del canal K+/ATP mientras que la meglitinida y la repaglinida se unen a lugares distintos de este complejo. La activación del ATP o el enlace del ATP por estos fármacos causa el cierre de los canales potásicos, por lo que se produce una despolarización de la membrana que permite un influjo de calcio y la liberación de insulina. Mientras que los lugares de unión del ATP se equilibran rápidamente, los de la Anales Nestlé 2005;63:29-42 sulfonilurea lo hacen de forma lenta, prolongando esta unión, lo que explica los efectos de las sulfonilureas tradicionales. La meglitinida tiene un tiempo de equilibrio y una duración de unión intermedios, lo que explica que se suela preferir para estimular más rápidamente la secreción de insulina y se administre antes de las comidas [58]. Los principales efectos adversos de las sulfonilureas son la hipoglucemia, que puede, tal y como hemos visto, ser prolongada, y el aumento de peso tan temido por los pacientes adolescentes. Inhibidores de la glucosidasa Los inhibidores de la alfaglucosidasa, como la acarbosa y el miglitol, reducen la absorción de los glúcidos en la porción superior del intestino delgado e inhiben la descomposición de oligosacáridos, lo que retrasa su absorción en el segmento inferior del intestino y así se reduce la hiperglucemia posprandial. Con este tipo de moléculas se ha observado una reducción de los niveles de HbA1c de entre un 0,5 y un 1% [59], aunque la flatulencia asociada al uso de estos fármacos los hace inadecuados para los pacientes jóvenes. Tiazolidinedionas Estos fármacos actúan directamente sobre el músculo, el tejido adiposo y el hígado para aumentar la sensibilidad a la insulina, y por lo tanto se les considera el tratamiento más adecuado para los numerosos problemas del síndrome de resistencia a la insulina. Se unen con las proteínas nucleares, activando los receptores de los perixosomas (PPAR, peroxisome proliferator activator receptors, en inglés), unos receptores esteroides huérfanos que son particularmente abundantes en los adipocitos, por lo que aumenta la formación de proteínas involucradas en los mecanismos de acción de la insulina a la altura del núcleo, ya sea en el crecimiento celular, la diferenciación de las células adiposas, la regulación de la actividad de los receptores de insulina y el transporte de glucosa al interior de las células. El tratamiento a largo plazo con tiazolidinedionas está asociado con una reducción en la concentración de HbA1c de entre un 0,5 y un 1,3% [60]. Se han descrito algunos efectos indeseados, como edema, 37 Arlan L. Rosenbloom, Janet H. Silverstein ganancia de peso y anemia. La primera de estas moléculas incluso tuvo que ser retirada del mercado porque producía un aumento de las enzimas hepáticas en aproximadamente el 1% de los pacientes tratados, e incluso causaba la muerte en caso de que hubiera problemas hepáticos preexistentes. Hasta el momento, las tiazolidinedionas más nuevas, la rosiglitazona y la pioglitazona no parecen tener hepatoxicidad. La unión de tiazolidinedionas a los receptores PPARγ es ubicua y suele realizarse con las células grasas y el endotelio arterial, con lo que se obtiene una mejoría de la función endotelial y se favorece el crecimiento de las células musculares y su migración en respuesta a la estimulación por los factores de crecimiento [61]. Las tiazolidinedionas también mejoran el perfil lipídico puesto que reducen los niveles de triglicéridos y cLDL y aumentan los de cHDL. Estos efectos en el endotelio vascular y los perfiles lipídicos podrían favorecer la reducción de las lesiones macrovasculares asociadas a la diabetes de tipo 2 [62]. El empleo de rosiglitazona en los niños está en estudio. que se encuentra reducida en alrededor de un 50% en el momento del diagnóstico en los adultos, lo que explica que la mayoría de ellos desarrolle dependencia a la insulina 6 o 7 años después del diagnóstico [55]. A pesar de la resistencia concomitante a la insulina, se necesitan unas dosis relativamente pequeñas de insulina suplementaria, o sea unas pocas unidades, para mantener la glucemia dentro de los límites normales. El nuevo análogo de la insulina de acción prolongada, la insulina glargina, resulta particularmente eficaz, en combinación con la meglitinida, en individuos que se niegan a tomar metformina. La hipoglucemia no ha sido un efecto colateral corriente de la insulina de acción prolongada en la diabetes de tipo 2, pero el aumento de peso es un efecto colateral frecuente del uso de insulina en estos pacientes. En cualquier caso, todos los afectados por diabetes de tipo 2 tendrán que recibir tarde o temprano un tratamiento a base de insulina debido a una pérdida progresiva de la función de las células β. Insulina El desarrollo de la diabetes de tipo 2 es una indicación de la función limitada de las células β, Las decisiones terapéuticas dependerán del estado del paciente, la gravedad de la hiperglucemia y la presencia o no de cetoacidosis [63]. Los adolescentes, además de su predisposición a desarrollar una cetosis durante el diagnóstico de su diabetes de tipo 2, presentan un riesgo elevado de coma hiperosmolar, con el consiguiente peligro de evolución mortal [64]. El tratamiento de la cetoacidosis en estos pacientes con diabetes de tipo 2 no es diferente del de la diabetes de tipo 1. Seguramente, algunos pacientes reciben un tratamiento para una diabetes de tipo 1 hasta que se realiza el diagnóstico definitivo de diabetes de tipo 2 [65]. A la espera de que se aprueben otros agentes orales hipoglucémicos para su empleo en los niños, se proponen las siguientes recomendaciones (Tabla III). La metformina por vía oral debería prescribirse prioritariamente ya que permite una reducción de los niveles de HbA1c parecidos a los observados después del tratamiento con sulfonilureas, pero sin el riesgo de hipoglucemia y de aumento de peso que éstas conllevan. Además, el efecto de la metformina puede ser La metformina por vía oral debería prescribirse prioritariamente ya que permite una reducción de los niveles de HbA1c parecidos a los observados después del tratamiento con sulfonilureas, pero sin el riesgo de hipoglucemia y de aumento de peso que éstas conllevan. Además, el efecto de la metformina puede ser superior al de las sulfonilureas sobre los niveles de triglicéridos y colesterol-LDL. 38 Recomendaciones Anales Nestlé 2005;63:29-42 Prevención primaria y secundaria y tratamiento de la diabetes de tipo 2 en la infancia Tabla III: Recomendaciones terapéuticas en función de la gravedad de la diabetes de tipo 2 en la infancia Pacientes sintomáticos/glucemia > 17 mM Iniciar un tratamiento con insulina y un programa nutricional y de actividad física Intentar reducir la insulina e ir privando al paciente de insulina por medio de visitas a intervalos comprendidos entre 2 semanas y 1 mes Pacientes asintomáticos/glucemia < 17 mM Iniciar un programa nutricional y de actividad física, con visitas mensuales durante los primeros 3 meses Si la HbA1c es > 7% después de 3 meses, añadir metformina y continuar con las visitas mensuales Si la HbA1c es < 7%, continuar con las visitas cada 3 meses Si la HbA1c sigue siendo > 7%, añadir sulfonilurea o tiazolidinediona (solamente en adolescentes mayores) y volver a las visitas mensuales Si la HbA1c es > 7% al cabo de 3 meses, añadir insulina superior al de las sulfonilureas en los niveles de cLDL y triglicéridos. Si el tratamiento con metformina durante un período de entre 3 y 6 meses no es efectivo, se puede añadir sulfonilurea, meglitinida o insulina. A los adolescentes mayores se les pueden prescribir tiazolidinedionas. Diferentes combinaciones pueden traducirse en un mejor cumplimiento. Es importante que los adolescentes diabéticos estén bien informados sobre la sexualidad y embarazo. Si fuera necesario, se debería prescribir un tratamiento contraceptivo a las chicas jóvenes, no sólo porque parece ser que la metformina y las tiazolidinedionas pueden normalizar el ciclo ovárico [66] sino porque no se deben emplear agentes orales hipoglucémicos durante el embarazo. Aunque el autocontrol de la glucemia no suela ser tan necesario en la diabetes de tipo 2 como en la de tipo 1, resulta necesaria una monitorización más frecuente en caso de enfermedad aguda, cuando se realizan ajustes de posología o en caso de que existan síntomas de hiperglucemia o hipoglucemia. Por otra parte, también es necesario tratar de averiguar si hay hipoglucemia asintomática en los individuos que reciben insulina o sulfonilureas. La frecuencia de un autocontrol sistemático de la gluceAnales Nestlé 2005;63:29-42 mia debe ser individualizada y debe incluir el registro de los niveles de glucemia en ayunas y después de las comidas. Los cambios sociales necesarios para la prevención primaria y secundaria de la diabetes de tipo 2 son de tal magnitud que se requieren enormes compromisos por parte de la sociedad y los gobiernos. Cada 6 meses, como mínimo, deben medirse los valores de HbA1c o incluso más a menudo, cada 3 meses, si el control metabólico no es satisfactorio y requiere un ajuste del tratamiento. Es esencial la implicación de un dietista capaz de gestionar los problemas nutricionales de los niños con diabetes. Las recomendaciones dietéticas deben tener en cuenta el medio cultural, los recursos y la forma de vida de la familia, y deben quedar claras para todos los que participan en el cuidado del niño. La participación de un psicólogo en el equipo terapéutico es al menos tan importante como la de un dietista, porque se necesita modificar el comportamiento para lograr un control metabólico adecuado. Conclusiones La diabetes de tipo 2 en la infancia y la adolescencia es un problema emergente de salud pública que no es más que el reflejo del fenómeno mundial del aumento de la frecuencia de la obesidad infantil. Los cambios sociales necesarios para la prevención primaria y secundaria de la diabetes de tipo 2 son de tal magnitud que se requieren enormes compromisos por parte de la sociedad y los gobiernos. El tratamiento de la diabetes de tipo 2 está en función del grado de las anomalías metabólicas y la gravedad de los síntomas. Como ocurre con la prevención primaria y secundaria, se deben fomentar los cambios en el comportamiento nutricional y físico. 39 Arlan L. Rosenbloom, Janet H. Silverstein Bibliografía 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8. 9. 10. 11. 12. 13. 14. 15. 16. 17. 40 Fletcher RH, Fletcher SW. Wagner EH. Clinical immunology: the essentials. 2nd ed. Baltimore: Williams and Wilkins, 1988. Sokol RJ. The chronic disease of childhood obesity: the sleeping giant has awakened. J Pediatr 2000; 136:711-3. Tersbakovec AM, Watson MH, Wenner WJ y cols. Insurance reimbursement for treatment of obesity in children. J Pediatr 1999;134:573-8. Zwiauer KFM. Prevention and treatment of overweight and obesity in children and adolescents. Eur J Pediatr 2000;159(Suppl 1):S56-68. Segel DG, Sánchez JC. Childhood obesity in the year 2001. The Endocrinologist 2001;11:296-306. Rosenbloom AL, Silverstein JH. Is type 2 diabetes in children preventable? The individual and community challenge. 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