Lectura 7

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TEORÍA GRAMATICAL IV
PROFS.CARMEN ACQUARONE – ALICIA GIL
Unidad 1
Lectura Nº 7
Humberto Mederos Martín: Procedimientos de cohesión en el español actual
(Universidad de Santa Cruz de Tenerife, 1988)
3. ANÁFORA MEDIANTE PROFORMA
3.6. FUERZA COHESIVA DE LOS PERSONALES Y DEL SUJETO GRAMATICAL
Al analizar la capacidad cohesiva de los referentes personales, conviene distinguir los papeles
participantes (primera y segunda persona) de los otros papeles (tercera persona). Sólo los de tercera persona,
al suponer una mención anterior, tienen la capacidad de enlazar anafóricamente con un segmento precedente
y de ser, en consecuencia, cohesivos. Las formas de primera y segunda persona son, de manera característica,
deícticas: no remiten al texto, salvo en casos excepcionales. La propia situación del acto de la palabra
posibilita la interpretación de los papeles del habla.
La primera y segunda persona son anafóricas, en la lengua escrita, cuando aparecen en estilo directo.
Difiere este caso del más típico: cuando el narrador se dirige a los lectores.
[8]
Miguel entraba y se dirigió al dueño con una sonrisa
–¿Cómo está usted? Yo sé que ha preguntado. (S1, 23)
Yo alude a Miguel, y usted y el sujeto gramatical de ha preguntado hacen referencia a el dueño. Los tres
términos tienen fuerza cohesiva.
Santos volvió la vista, y lo veía por el marco de la puerta desde la sombra del pasillo, haciendo la bandera en el
tronco delgado de uno de los árboles, en la luz del jardín.
–Vamos, Daniel; no te enredes; ya sé que eres un tío atleta.
Vino diciendo:
–Eso tú no lo haces. (S1, 24)
[9]
En (9) los sujetos gramaticales de enredes y eres remiten a Daniel, y tanto el sujeto gramatical de sé como
tú aluden a Santos.
Todas estas anáforas son, en realidad, indirectas. Tanto la primera como la segunda persona siguen
refiriéndose al hablante y a su interlocutor. Lo que ocurre es que el lector ha de acudir al texto para descubrir
quién es quién en el acto de habla.
3.9. EL NOSOTROS COHESIVO
Nosotros, -as, así como el sujeto gramatical correspondiente, pueden referirse al hablante y al destinatario
y, en ese caso, incluyen sólo las personas del coloquio; pero puede extenderse a la tercera persona (con o sin
el destinatario o los destinatarios) y, en ese caso, estamos ante un nosotros mixto. Puede ocurrir que el
nosotros remita exclusivamente al contexto de enunciación, como cuando el representante de una delegación
lo usa para referirse a sí mismo y a los representados –que pueden estar o no con él en ese momento–, o bien,
que remita parcialmente a algún antecedente, como sucede en
[19]
Tan grande era el alivio que me inundaba (o tan grande y medrosa mi soledad) que di en pensar que ese
rudimental troglodita, que me miraba desde el suelo de la caverna, había estado esperándome. El sol
caldeaba la llanura; cuando emprendimos el regreso a la aldea, bajo las primeras estrellas, la arena era
ardorosa bajo los pies. El troglodita me precedió (B1, 17) […]
3.11. LOS POSESIVOS
La potencialidad referencial de los posesivos deriva de distinguir la categoría de persona, hecho que
comparten con los pronombres personales. La categoría de persona está en la base de ciertas relaciones
sintagmáticas en los personales; en cambio, está completamente ausente de las relaciones sintagmáticas del
posesivo. La persona en los posesivos es una significación léxica (Alarcos 1978: 148; Costa 1981: 24).
El rasgo de persona en los posesivos los pone en relación con las personas del coloquio del modo que
indica el siguiente esquema:
yo
............................................
mío
nosotros
...................................... nuestro
tú
............................................
tuyo
vosotros
......................................
vuestro
.....................................
suyo
usted
él
ella
ustedes
.............................................
suyo
ellos
ellas
Todo posesivo encierra una relación diádica: los dos términos implicados son, por una parte, alguien o
algo que posee, incluye, tiene, etc., y, por otra, la persona o cosa que se posee, tiene, etc. Además del rasgo de
persona, los miembros del paradigma que remiten a las verdaderas personas del coloquio (primera y segunda)
aportan una información de carácter también léxico. Tal información consiste en decirnos si la persona o cosa
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que posee o incluye es una o más de una: mi casa frente a nuestra casa, tu casa frente a vuestra casa. En
cambio, su casa no aporta tal información. [...]
En dialectos meridionales y americanos del castellano, el posesivo experimenta variaciones análogas a las de
los personales. La desaparición del uso activo de la forma vosotros y su sustitución por ustedes lleva consigo
la ausencia de vuestro. Las formas nuestro, suyo se sustituyen por expresiones preposicionales: de nosotros,
de él, de ellos, etc.
Como en los personales, en los posesivos sólo tienen fuerza cohesiva las formas de tercera persona, esto
es, su, suyo, siempre que equivalgan a de él, de ella, de ellos y de ellas, y no en los casos de segunda persona
de cortesía, también segunda persona del plural normal en dialectos meridionales y americanos.
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3.13. LOS DEMOSTRATIVOS: CONSIDERACIONES GENERALES
[...] Semánticamente están especializados, junto a otras unidades gramaticales (pronombres personales,
artículo, ciertos adverbios de tiempo de tiempo y lugar, ciertos rasgos sintácticos como el tiempo, etc.), en la
función deíctica: identifican una cierta entidad en el contexto de situación por su relación con las personas
gramaticales. Son verdaderos gestos verbales. Junto a esta función netamente deíctica, y derivada de ella,
cumplen otras: referencia a algo evocado y a algo previamente declarado. En este último caso, en su función
anafórica, contribuyen a dotar de cohesión a una secuencia de oraciones. En su función deíctica y anafórica,
los demostrativos están muy próximos a los pronombres personales de tercera persona y al artículo,
considerado por algunos autores [...] como una especie de demostrativo débil. Del mismo modo que estas
unidades y los nombres propios, el demostrativo incluye un contenido de determinación; solos o
acompañando a un nombre pueden constituir frases nominales definidas.
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3.14. EL VALOR COHESIVO DE LOS DEMOSTRATIVOS
Los demostrativos tienen un amplio uso anafórico en todas las variedades del español. A este propósito
dice Fernández (1951: pár. 133) que el texto escrito «ofrece un campo a la mención anafórica mucho más
adecuado que el diálogo, más la narración en presente que la narración en pretérito y mucho más la prosa
analítica que la narración en presente». Para analizar con más detenimiento la función cohesiva, conviene
atender a las variaciones siguientes: (1) sentido propio de cada demostrativo; (2) número y (3) género.
3.14.1. SENTIDO PROPIO DE CADA DEMOSTRATIVO
[...] Este señala lo cercano al hablante y aquel lo alejado. De hecho, las oposiciones son este/aquel y este/ese.
La primera aparece en circunstancias bastante determinables, aunque prácticamente anecdóticas, en
comparación con la segunda oposición, más lábil, pero enormemente frecuente.
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El caso más típico de la oposición este/aquel se da cuando es preciso distinguir entre dos menciones
precedentes. Para la más alejada se usará aquel y, para la más próxima en el texto, este. Normalmente
aparecen los demostrativos en función nominal, aunque también pueden aparecer con función modificadora.
Los demostrativos pueden ser de cualquier género. Este uso es muy formal y es inusitado en el discurso
cotidiano (Fernández 1951: pár. 129)
(50)
a. Esto es lo que, sin embargo, mantuvo en cierto modo durante siglos la filosofía inspirada en Platón y en
Aristóteles. Cuando éste pretendió dar razón del entendimiento agente, hubo de recurrir a una solución
metafísica de tipo platónico (P, 15) [...]
c. Llegan a escena el Ciego y el Niño. Este lleva una guitarra. Aquel, un zurrón. (Sa, 25)
[…]
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Este/ese, en función anafórica, pueden alternar sin que se vea afectado el contenido cognoscitivo. La
presencia de uno u otro no altera las condiciones de verdad de la oración en que se encuentren. Se trata de
una diferencia puramente pragmática. [...] la oposición se da entre una cierta determinación de la localización
[este] frente a la indiferencia con respecto a la localización [ese]. [...] Kirsner (1979) ha mostrado
convincentemente con apoyos estadísticos que la base de la distinción en los demostrativos holandeses no
descansa en criterios locativos de proximidad o alejamiento, sino en una visión de los demostrativos como
instrucciones fuertes o débiles para encontrar el referente. Aunque el demostrativo español no parece
descansar exclusivamente sobre semejante criterio, sí lo manifiesta textualmente con gran frecuencia. Lo
cercano al hablante puede entenderse en ocasiones como aquello considerado de interés para el hablante,
novedoso para el oyente y digno de resaltarse. En el siguiente ejemplo se aprecia el mayor realce de la segunda
mención de expresión mediante este y mismo:
(54)
Para ello se dicen«amor mío» y otra expresión de análogo cariz. Hemos de distinguir entre lo que con esa expresión
quiere decirse y esta expresión misma con lo que dicen (O, 16)
3.14.2. EL NÚMERO
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La concordancia formal de número entre una frase nominal que contenga demostrativo y su antecedente
es una estrategia que facilita al receptor el hallazgo de este último.
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No siempre concuerdan los dos términos de la anáfora. Lo hacen cuando la frase nominal que actúa como
término anafórico esté constituida por solo un demostrativo, y el antecedente sea también una frase nominal:
(61)
a. La muerte (o su alusión) hace preciosos y patéticos a los hombres. Estos conmueven por su condición de
fantasmas (B1, 57) […]
76
[…]
3.14.3. EL GÉNERO
El género es otra de las claves a disposición del receptor del mensaje para resolver la identidad del
antecedente. [...] Hay concordancia únicamente cuando el demostrativo aparece solo. Si funciona como
adyacente, concordará con el nombre al que acompañe:
(65)
a. demuestra este reiteradísimo hecho que para existir una sociedad es menester que preexista una separación. Esta
puede haber sido engendrada por causas muy diversas. (O, 123) […]
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El demostrativo neutro es un expediente cómodo para remitir a un complejo conceptual previo, cuya
reelaboración chocaría con la rapidez elocutiva que exige el diálogo. No es de extrañar, pues, que su uso sea
más abundante ahí que en otro género del hablar. Merece consignarse también la mayor frecuencia de eso
que de esto en el coloquio.
3.16. OTRAS UNIDADES PRÓXIMAS A LOS DEMOSTRATIVOS
3.16.1. TAL
[...] Encierra valores muy variados, pero destaca la idea de cualidad o de modo, nota que marca la
diferencia semántica con los demostrativos este, ese, aquel. Aunque puede usarse como deíctico en ocasiones,
es mucho más frecuente verlo en función anafórica. Puede evocar, como aquel, algún objeto o acontecimiento
pasado.
(78) a. Evidentemente, la posesión progresiva de los anteriores atributos implica la instalación en niveles de mayor
autonomía funcional y más perfecto control del medio. La cuestión, sin embargo, que realmente interesa consiste en
saber con más detalle cuáles son las estructuras y procesos concretos que posibilitan tales atributos (P, 56)
.........................................................................................................................................................................
82
.........................................................................................................................................................................
3.16.2. SEMEJANTE
Un adjetivo que tiene prácticamente el mismo valor que tal (Bello 1981: pár. 339) cuando funciona como
adyacente nominal es semejante. Ese valor del término va ligado a su anteposición al nombre.
(80) a. Sus estructuras adaptativas principales son tropismos, kinesias y taxias; esto es, estructuras elementales de
aproximación-evitación, reactivas y rígidas. Pero, a pesar de esto conviene tener presente, como en su día lo hizo Jennings
(1906), que semejantes estructuras no son mecanismos inconexos (P, 20)
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3.16.3. TANTO
Este intensificador, variable en género y número, que posee una forma neutra, puede usarse en ocasiones
anafóricamente. En esto y en otros rasgos se asemeja a los demostrativos, grupo en el que algunos gramáticos
lo incluyen. A diferencia de tal, no se combina con el artículo (excepto la forma neutra) y admite, en cambio, el
sufijo elativo –ísimo.
(81) –En la sala no cabía un alma más.
–Nunca había visto tanta gente apiñada.
El antecedente de tanta es la cantidad que se infiere de la oración anterior: ‘mucha (gente)’.
.........................................................................................................................................................................
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3.16.4. OTRAS EXPRESIONES
Han de registrarse también dentro de la cohesión demostrativa en sentido amplio una serie de
expresiones como citado, mencionado, dicho, susodicho, sobredicho, anterior, así como ciertos adverbios que
remiten a determinados lugares, como antes, arriba, anteriormente, más adelante, o aquellas expresiones que
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señalan una parte del texto mediante la indicación del capítulo, apartado, párrafo, página, etc. Estaríamos, en
estos últimos casos, ante muestras de deixis textual. El adjetivo siguiente anuncia prospectivamente algo (85 f).
(85) a. Los policías nacionales T.E. y M.T. ratificaron [...] las declaraciones que hace dos semanas realizaron los dos agentes en
el programa de TVE En este país. En el citado programa, los policías... (E, 14)
.............................................................................................................................................................................................
f. Contada la historia a grandes rasgos, y con todas las reservas propias del caso, lo acontecido vino a ser lo siguiente. En
el cerebro anterior de los peces... (P, 29)
Otras expresiones anafóricas (Fernández 1951: pár. 137) son los correlativos el primero... el otro; el uno... el
otro; y otras combinaciones posibles así como otras formas análogas.
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Tienen valor anafórico cohesivo expresiones relativas que encabezan oraciones explicativas o parentéticas.
En estos casos el relativo viene a ser como un demostrativo neutro anafórico. El antecedente es siempre una
oración:
(86) a. Cuando escrupuloso, anota los vocablos «estúpido» o «mamarracho», no los dice de nadie ni a nadie. Lo cual nos pone
delante de la más imprevista paradoja (O, 129, 130).
El numeral ambos, con variación de género, tiene también un uso anafórico. Funciona solo o acompañando
a un nombre. [...] Su ámbito de uso está restringido al estilo formal. Es muy frecuente confundir sendos ‘uno
cada uno’ con ambos.
(87) a. De una moto con sidecar se apeaba una chica en pantalones. Reconoció la cara del muchacho. Ambos vinieron hacia él
(S1, 14).
3.17. LOS ADVERBIOS DEMOSTRATIVOS
Dejando a un lado los adverbios tanto, tal y así, considerados usualmente demostrativos (Bello 1981: pár.
386-387), nos detendremos en aquellos de lugar y tiempo que tengan relevancia cohesiva. En particular, en la
serie aquí, acá, ahí, allí/allá, que guarda fiel paralelismo con este, ese, aquel. Mucho de lo que dijimos arriba
sobre estos últimos es extensible a aquellos. Entre los adverbios temporales demostrativos destacamos ahora y
entonces.
La serie de los locativos está organizada sobre la categoría de persona. Implican deixis en relación con cada
una de las personas: en relación con la primera (aquí – acá), en relación con la segunda (ahí ) y en relación con
lo que no es ni primera ni segunda persona (allí – allá). [...]
De modo análogo a lo que ocurre con los demostrativos concordantes, se usa aquí para señalar lo más
próximo en el texto y allí, lo más alejado. La forma ahí viene a ser el archivador o neutralización de ambos:
(89) Estuvimos en casa de Pedro y en casa de Juan. Aquí tomamos el aperitivo y allí cenamos.
..............................................................................................................................................................................
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..............................................................................................................................................................................
Un sentido locativo figurado es frecuente en aquí y ahí. Puede parafrasearse como ‘en esto’, ‘en eso’, ‘en este
punto, cuestión, cosa’. El antecedente, en este uso, suele abarcar un tramo superior a la palabra:
(91) a. ¿Qué sucedía? ¿Por qué no le había agradado el presente de su amada? ¿Qué misterio encerraba el parchís? ¡Ah! ¡Ah!,
precisamente ahí estaba el misterio (Ce, 19)
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...............................................................................................................................................................................
Tienen un uso cohesivo los adverbios temporales ahora y entonces. El uso cohesivo de ahora está limitado a
aquellos casos en que ahora remite a un acontecimiento que acaba de ocurrir, como lo pone de manifiesto el
significado ‘en este momento’ implicado por este deíctico.
(94) Una espesa niebla cubría la cima del volcán, hasta que al atardecer la brisa dejó visible la negra mole. Ahora podíamos
comprobar a su tremenda presencia.
Entonces tiene, aparte del valor demostrativo que consignamos, otros de carácter conectivo, sobre los que
hablaremos más adelante. Entonces, como demostrativo temporal, remite al tiempo explícito o implícito de un
acontecimiento referido anteriormente. Puede figurar como antecedente una expresión temporal o una oración:
(95) a. El vino que beba hoy, ya lo tiene bebido para cuando se casen. Y siempre serán unos cuantos cántaros de menos para
entonces. (S 1, 16)
b. El joven de provincias se quedó huérfano de padre y madre siendo aún muy niño. Entonces, sus tíos le decían (Ce, 21)
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3.18. EL ARTÍCULO
……………………………………………………………………………………………………………………………………………….
Siguiendo a Christopherson (1939) y Jespersen (1949), distingue los siguientes ocho grandes usos del artículo
definido:
(1) El uso anafórico: en el ejemplo Se veía un ciervo cojeando. El animal había recibido un tiro en una pata, el
pasaje anterior proporciona un conjunto compartido al que se acudirá para identificar el referente de el animal.
(2) El uso en una situación en que el referente está visible. En una situación donde está visible para el hablante
y oyente una pipa, aquel puede decir alcánzame la pipa. La pipa visible constituye un conjunto compartido de
objetos, que puede ser identificado luego con la expresión la pipa. Habría que ampliar el criterio de visibilidad y
extenderlo al de perceptibilidad, como sugiere Clark y Marshall (1981:59, n. 4)[...]
(3) El uso en una situación inmediata. En este tipo de situación, aunque el objeto no esté perceptible, puede, sin
embargo, inferirse su existencia de la situación. El hablante puede decir a alguien que no haya visto al cartero:
El cartero viene a las once. El cartero es algo que se infiere de la situación y forma, por tanto, el conjunto
compartido de objetos al que se refiere el cartero. [...]
(4) El uso en una situación mayor con base en un conocimiento específico. Así, por ejemplo, María puede saber
en qué kiosco compra el periódico Juan, por lo que constituye un conjunto compartido de objetos al que puede
referirse con la expresión el kiosco en voy al kiosco.
(5) El uso en una situación mayor con base en un conocimiento general. Supóngase que María y Juan saben,
como un hecho general, que todos los pueblos de ciertas dimensiones tienen una oficina de correos. Esto
constituye un conjunto compartido de objetos al que podría referirse María con la expresión la oficina de correos
en ¿Dónde estará la oficina de correos? [...]
(6) El uso metafórico asociativo. En hojeaba un libro con las tapas despegadas, la frase nominal un libro actúa
como un dispositivo desencadenante de un conjunto de asociaciones en el oyente, entre las cuales está la que
media entre un libro y sus tapas. Todas estas asociaciones forman un conjunto compartido. Hawkins denomina
«disparador»7 («trigger») a la primera frase nominal, ya que provoca la aparición de un conjunto de nociones, y a
las frases nominales definidas de primera mención dependientes del disparador las llama «asociados». [...]
(7) Se agrupan en este apartado un conjunto de subtipos con una «determinación suplementaria» (Jespersen
1924: 109) que tienen en común las siguientes características: no son usos situacionales del artículo: ni el
hablante ni el oyente comparten conocimiento alguno del referente sobre la base de una mención previa, es
decir, no son usos anafóricos. [...]
7
Tal vez fuera preferible el término «activador» para traducir el inglés «trigger», como sugiere Bosque (1980: 26, n. 4).
..............................................................................................................................................................................
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(8) Por último, cita Hawkins (1978: 148) la presencia obligada del artículo con cierto número de modificadores,
que, por otra parte, no presentan el referente definido desconocido:
(105) La primera persona que viajó a América fue un islandés.
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Nos centraremos a continuación en aquellos usos del artículo que presentan relevancia cohesiva.
Corresponden, en la lista de usos de Hawkins, al uso anafórico estricto y al uso anafórico asociativo. En
ambos casos la frase nominal articulada remite al discurso precedente. Los tipos más citados del uso
anafórico del artículo son los siguientes:
(108) a. ofreció a la princesa de Lucinge los seis volúmenes en cuarto menor (1715 -1720) de la Ilíada de Pope. La princesa
los adquirió (B1, 7)
b. Ignoro si creí alguna vez en la Ciudad de los Inmortales: pienso que entonces bastó la tarea de buscarla. Flavio,
procónsul de Getulia, me entregó doscientos soldados para la empresa (B1, 9)
c. Un sargento resultó herido en un atentado terrorista. El militar fue trasladado inmediatamente a un serv icio de
urgencia.
El primer ejemplo presenta un caso de reiteración parcial de una frase nominal precedente. En el segundo
ejemplo, la relación entre los núcleos nominales es de sinonimia parcial. Por último, en (108c), la relación es
de hiponimia: el segundo lexema es más genérico que el primero. Son tres casos muy frecuentes que
responden a relaciones sistemáticas entre lexemas de la misma categoría léxica. En estos otros ejemplos, en
cambio, la relación que establece el receptor entre los lexemas obedece a datos muy variados: unos pueden
encontrarse dispersos en el texto y otros proceden de conocimientos de las cosas de que dispone el hablante,
sin olvidar cualquier tipo de relación metafórica.
(109) a. Un jinete rendido y ensangrentado venía del oriente. [...] Interrogados por el verdugo, algunos prisioneros
confirmaron la relación del viajero. (B1, 9)
b. He dicho que la Ciudad estaba fundada sobre una meseta de piedra. Esta meseta comparable a un acantilado no
era menos ardua que los muros. En vano fatigué mis pasos: el negro basamento no descubría la menor
irregularidad (B1, 13)
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c. esos versos primeros siguen quedando un poco fuera de lugar, están excesivamente sobrecargados de una ganga
modernista [...] Si uno imagina otro texto transformado, atemperado el tono triunfal rubendariano [...]
El eco modernista aparece de nuevo en momento más inoportuno (S, 250)
d. Copio su curiosa declaración: «Como un error de lógica, que a mi parecer, es también una falla poética, Keats
opone a la fugacidad de la vida humana, por la que entiende la vida del individuo, la permanencia de la vida del
pájaro, por la que entiende la vida de la especie». En 1895, Bridges repitió la denuncia (B2, 117)
En (109a) los datos que inducen al oyente a conectar viajero y jinete no son de base léxica sino de discurso.
En (b) hay una especie de casi sinonimia entre meseta y basamento. Hay que tener en cuenta que en la
cuestión psicológica de la resolución del antecedente de un anáforo intervienen muchos factores. Así, por
ejemplo, el hecho de que ambos términos aparezcan muy próximos evita toda equivocidad en la identificación.
En (c) se da una cadena cohesiva: esa ganga modernista: el tono triunfal rubendariano: el eco modernista. La
relación entre el primero y el último eslabón presenta unos elementos descriptivos más concretos: supone en
el oyente un determinado trasfondo cultural. En (d) la denuncia remite a su curiosa declaración. Hay sinonimia
entre ambos núcleos nominales. Pero también hay una referencia de la denuncia al contenido proposicional,
no a la literalidad ya que están implicados dos hablantes, de la larga cita.
Junto a los casos anteriores hallamos muy frecuentemente otros en que los términos anafóricos
pertenecen a categorías distintas. Lo normal es que el antecedente tenga como centro un verbo, y el anafórico
un nombre.
(110) a. Le pregunté qué sabía de la Odisea. La práctica del griego le era penosa: tuve que repetir la pregunta (B1, 19)
b. El PC rumano ha pedido a los médicos que limiten el número de abortos [...] El comunicado del PC subraya la
necesidad de un mayor crecimiento de la población (E, 4)
En (110a) se da la reiteración de una misma raíz: el anafórico es el resultado de la nominalización del núcleo
verbal del antecedente. Sería este un caso extremo, de base lingüística, del tipo que comentamos. Más
frecuente es que los términos no se relacionen etimológicamente sino semántica o pragmáticamente, como
ocurre en (b), donde se da una cierta inferencia acción - efecto), frecuente en todos estos casos, entre el acto
de pedir, que es un acto verbal, y un enunciado, el resultado de un acto verbal.
Hawkins (1978: 110) condensa en los siguientes términos los actos que un hablante realiza al referirse
anafóricamente mediante una descripción definida:
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(a) Indica al oyente que prescinda de los objetos de que ha hablado con otros interlocutores y que entresaque,
del conjunto de objetos sobre los que ha hablado con ese oyente un objeto que satisfaga al predicado8
descriptivo.
(b) Selecciona un predicado descriptivo que va a conseguir la unicidad de la referencia (con nombres contables
singulares) en el conjunto de que se trata, esto es, no debe existir ningún otro objeto en este conjunto al que
se ajuste el predicado.
(c) Selecciona un predicado descriptivo con el requisito adicional de que él y el oyente comparten el
conocimiento de que el objeto mentado tiene la propiedad del caso .
El otro uso del artículo que puede ser cohesivo es el denominado por Hawkins (1978) «uso anafórico
asociativo» («associative anaphorice use»). Cuando este tipo de anáfora, denominada también «interreferencia»
(Janssen 1979: 67 y ss.) o «determinación o contigüidad contextualmente implícita» (Winkelman 1979: 299) se
da en el marco de la oración, no se sujeta a restricciones exclusivamente gramaticales, sino que está regulada
por principios pragmáticos. Veamos algunos ejemplos de cohesión mediante este uso tan frecuente del
artículo:
(111)
a. En el último tomo de la Ilíada halló este manuscrito.
El original está redactado en inglés y abunda en latinismos. La versión que ofrecemos es literal (B1, 8)
b. Un jinete rendido y ensangrentado venía del oriente. A unos pasos de mí, rodó el caballo (B1, 9)
c. Al pie de la montaña se delataba sin rumor un arroyo impuro, entorpecido por escombros y arena: en la
opuesta margen resplandecía [...] la evidente Ciudad de los Inmortales (B1, 11)
d. La fuerza del día hizo que me refugiara en una caverna. en el fondo había un pozo (B1, 13)
e. y un día que no hacía viento y el gallo no podía defenderse, subió al tejado y lo arrancó de allí y lo echó a
la fragua, y empezó a mover el fuelle. El gallo chirriaba en los tizones (S2, 12)
f. La madre se puso muy contenta al ver las industrias de su hijo, y en premio lo mandó a la escuela. Todos
los compañeros le envidiaban allí la tinta (S2. 13)
La anáfora asociativa (Hawkins 1971: 123 y ss.) del artículo definido está basada en el conocimiento general. La
presencia de un término (activador) suscita todo un conjunto de asociaciones que permiten el uso en primera
mención
8
El uso del término «predicado» en este contexto procede de la lógica. En líneas generales, es predicado toda palabra o secuencia
de palabras, tomada en una determinada acepción que unida a uno o más argumentos constituye una oración (Harford y Heasley 1983:
16). [...]
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del artículo. Después de haber mencionado una universidad, podemos seguir con el rector, los profesores, los
alumnos, las facultades, la biblioteca, los decanos, los departamentos, etc. Lo mismo sucede en estos otros
casos, un banco: la caja, el director, el sistema de seguridad, el apoderado; una carta: la dirección, el remite, el
sobre, el sello; una película: la acción, el protagonista, el rodaje, etc. Es uno de los usos más frecuentes del
artículo. El problema más importante que plantea este tipo de anáfora no es otro que el de determinar los
parámetros que definen el conjunto de los asociados de un activador. Es obvio que ambos interlocutores han
de compartir el conocimiento de tales asociaciones. Parece desempeñar un papel importante la noción
«parte-todo», que englobaría tanto partes necesarias como accesorias. Muchas de estas relaciones serían
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metonímicas. Algunos asociados más que verdaderas partes son atributos: un coche: el color, el tamaño. La
frecuencia con que se dé la relación es otro factor importante. Como observa Hawkins (1978: 124), aunque los
perros suelen viajar a menudo en coche, no se da la secuencia asociativa un coche: el perro.
Hay un gran parecido entre el uso anafórico asociado y el uso en una situación amplia. Si en el uso
anafórico actúa como activador una frase nominal, en una situación amplia será la misma situación. Tanto en
un caso como en otro podrían aparecer las mismas frases nominales articuladas
Las asociaciones pueden ser más especializadas y sólo estar al alcance de ciertos oyentes cualificados:
una anáfora: el antecedente.
En la anáfora asociativa se da una clara diferencia entre artículo y demostrativo. Mientras que es posible
la secuencia un barco: el capitán, no lo es, en el mismo sentido, un barco: este capitán (Ducrot 1972:
240-241)10.
Terminaremos este apartado dedicado al artículo con una precisión no meramente terminológica. Algunos
autores (Quirk et al. 1979: 155; Lucas 1974; HH 1976: 73) consideran que en la relación anafórica entre dos
frases nominales, como por ejemplo un camión: el vehículo, el anáforo es el artículo. Esta forma de análisis no
parece proporcionar muchas ventajas. Siguiendo el paradigma Juan: él, lo propio, en el grupo anterior, es
considerar como anáforo toda la frase nominal. De ver el artículo solo como pieza anafórica, deriva la
distinción entre una función retrospectiva y prospectiva del artículo. Esta última es la que se daría en casos
como el partido en el poder, donde el artículo remitiría al modificador en el poder. Posiblemente haya aquí una
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Usamos el término «metonimia» en sentido amplio, como suelen hacer algunos estudiosos (Jakobson 1974: 133 y ss.; Martínez
1975: 324 y ss.; Preminger 1975: s.v. synecdoche), abarcador de la sinécdoque.
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Ya aludimos en la nota (6) a los intentos llevados a cabo en el campo de la psicología y la inteligencia artificial para organizar el
conocimiento del mundo o enciclopedia de que dispone todo hablante.
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confusión de dos hechos. Es indudable que la presencia del artículo en primera mención se deba a la
información que aporta el modificador, pero de ahí no se sigue necesariamente la existencia de una relación
anafórica. Más conforme con la idea de cohesión de HH, para quienes el anáforo precisa del antecedente para
su cabal interpretación, sería decir que no es el, sino el vehículo lo que precisa del antecedente el camión para
su correcta interpretación (Huddleston 1978: 339). No distinguiremos, pues, entre una función prospectiva y
otra retrospectiva del artículo anafórico.
3.19. LO MISMO
Sin abandonar el sentido comparativo, puede analizarse también lo mismo como un sustantivo, como una
especie de pro-forma, posibilidad vedada, al menos en la modalidad estándar del español, a las
correspondientes formas concordantes. La expresión inglesa análoga the same, con la que el castellano
comparte numerosas características, ha sido estudiada por HH (105-112) dentro del tipo cohesivo que
denominan «sustitución».
Lo mismo puede aparecer en función de atributo o de complemento predicativo con determinado tipo de
verbos intransitivos: seguir, sentirse, disgustarse, entristecerse, etc. Pueden conmutarse en estos casos por
igual:
(112)
a. Amelia: Desde que vino el médico nuevo estás más animada.
Martirio: Yo me siento lo mismo. (Ga, 135)
b. –Parece muy decidido.
–Lo mismo parece Luis.
c. –Juan es un matasanos.
–Lo mismo es Roberto.
d. –Llegará a ser un gran arquitecto.
–Lo mismo llegará a ser su primo.
e. –Quedó perplejo.
–Lo mismo quedaron sus padres.
Lo mismo no puede tener como antecedente un nombre propio ni un nombre humano. Puede sustituir a
oraciones normalmente en función de complemento directo o, en términos semánticos, a hechos:
(115)
a. –Temo no vayan a armar jaleo.
–Lo mismo temo yo.
b. – Pensó que iba a llegar tarde.
–Lo mismo pensó Luis.
c. –Me pregunto si vendrá.
–Lo mismo me pregunto yo.
TEORÍA GRAMATICAL IV
PROFS.CARMEN ACQUARONE – ALICIA GIL
d. –...Que volváis. Ocaña, a ti te lo digo, que volváis, que no te dejes pasar este verano sin daros otra vuelta. Y lo
mismo les digo a ustedes (S1, 240)
A veces un elemento, por lo general nominal, de la oración presupuesta queda fuera del dominio de la
sustitución:
(116)
3.20.
a. –Pienso que sus poemas carecen de todo sentido de la composición.
–Me atrevería a decir lo mismo de sus cuadros.
EL VERBO HACER COMO SUSTITUTO
De la variedad de acepciones y de usos del verbo hacer dan buena cuenta los diccionarios, y algunas
gramáticas dedican comentarios lacónicos a su papel como sustituto verbal. De todas estas cuestiones se ha
ocupado la documentada monografía de Y. R. Solé. «Hacer»: verbo funcional y lexical (1966).
Vamos a tratar en este apartado del uso de hacer como sustituto verbal. La posibilidad que tiene este
sustituto de recibir plena interpretación a partir de una frase verbal situada generalmente en una oración
anterior es la razón de que se incluya entre los procedimientos cohesivos.
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Hacer puede sustituir a un verbo junto a todos sus adyacentes:
(120)
a. ¿Durmió?
b. ¿Compró un coche?
c. ¿Escribió a su tía?
d. ¿Escribió una carta a su tía?
e. ¿Lo llamó pelma?
f ¿Habló de política?
g. ¿Puso el paquete sobre el disco?
h. ¿Viajó a Nueva York?
i. ¿Se construyó la casa? –Sin duda, se hizo
–Sin duda,
lo hizo
En realidad, el sustituto está formado por hacer+lo. En lugar de lo, puede aparecer otro neutro: eso, esto,
todo, eso, lo mismo, otro tanto; también la frase esas cosas, y en ocasiones es posible que esté hacer solo.
Hacer+ lo puede aparecer en todos los casos, excepto cuando contiguos a hacer aparecen ciertos tipos de se.
Entonces pueden alternar hacer y hacer eso. […]
104
Por lo general, los verbos léxicos que caen dentro del dominio de hacer+ lo son los que denotan acción y, en
consecuencia, implican un actor (Halliday 1970: 152). Rechazan la sustitución por hacer+lo, en cambio, los
verbos que denotan un proceso mental y una relación (Halliday 1970: 153). Entre los verbos de proceso
mental se encuentran los que expresan percepción (ver, oír ... ), reacción (gustar, doler, sentir .... ), cognición
(saber, imaginar, creer....), las funciones semánticas que implican estos procesos mentales «son los de un ser
humano, o animado al menos, cuya conciencia se ve afectada, y cierto fenómeno que la afecta» (Halliday 1970:
153).
3.2 1. ASÍ
[…] Lo más frecuente es que el antecedente de así sea extenso, es decir, que no esté formado por una sola
palabra sino por una secuencia más larga, de varias palabras o de una o varias oraciones. Normalmente la
sustitución de así por su antecedente obliga a un reajuste morfológico y sintáctico que en unos casos puede
ser más intenso que en otros. Veamos todas estas observaciones en los siguientes ejemplos:
(143)
a. Sport, aire-libre... Así se cultiva al lado de Europa el animal inglés. (C, 61)
b. Adela: (agria) si no quiere bordarlas, irán sin bordados. Así las tuyas lucirán más. (Ga, 129)
c. Hace algunos años, Keith definió el límite de los 750 cc. de cerebro como el Rubicón de la hominización. Sea o no
así, lo cierto es que en los 2 o 3 millones de años que nos separan de ese límite, el cerebro del género homo ha
duplicado la capacidad que logró alcanzar en los cientos de millones de años que ha durado la cerebración (P, 46)
d. es evidente que la realidad «palabra» es inseparable de quien la dice, de a quien va dicha y de la situación en que
esto acontece. Todo lo que no sea tomar así la palabra es convertirla en una abstracción (0, 130)
e. Fürst: Sí. Se ha planteado el problema de la elección de un jefe de Comité.
Tell: Ah, sí.
Fürst: Y estamos haciendo una votación.
Tell: Una votación... Bueno...
Fürst: ¿No te parece bien? ¿Qué ocurre?
Tell: Nada... Así se empieza (Sa, 55)
f. En esa hora, Kohi y González consiguieron una rápida sintonización en sus posiciones. Al menos así se desprende
de la declaración conjunta (E,13)
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g. Melchtal: [...] Pero es que ellos se presentan como los verdaderos patriotas. Nosotros somos los «terroristas». Así
engañan a mucha gente. (Sa. 58)
h. Tell: [ ...] Vuelvo a casa. Soy un héroe y estoy con mi hijo. (Un silencio]. Así hubiera podido ser (Sa, 94)
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