ESCRITOR DE LITERATURA INFANTIL Y JUVENIL

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ESCRITOR DE LITERATURA
INFANTIL Y JUVENIL
1. BASE : FILOLOGÍA
Un escritor puede salir de debajo de una piedra. Únicamente se precisa sentir la chispa de la
literatura en la sangre para que uno se ponga a ello con la mayor de las ilusiones. Un
fontanero, un electricista o un profesor, todos ellos pueden notar esa necesidad imperiosa de
comunicar, de contar una historia. Si bien unas profesiones son más proclives que otras a
generar nuevos escritores, hay cientos de ejemplos en la literatura universal de personas que
trabajando en lugares horribles, antagónicos a la belleza literaria, supieron sacar de ellos esa
magia, esa fuerza desgarradora de las letras. Así que, si cualquiera puede ser escritor cuando le
apetezca, ¿por qué la filología va a ser especial?
La salida profesional más común en nuestra carrera suele ser la enseñanza. Quizá haya algún
futuro periodista que combine ambas titulaciones, correctores, posibles editores… pero todo
eso pertenece a la incertidumbre, y cuando uno comienza sus estudios lo hace deseando algo
concreto. Algo que quizá ya sea, porque determinadas profesiones no se aprenden tras pasar
un examen y recibir un título. Me refiero a la figura del escritor que siente la llama desde
antes, durante o al terminar la carrera. Muchos de los que entran a engrosar las filas de
estudiantes de la facultad de letras sueñan con escribir. Es su mayor desahogo, su pasión.
Escribir, para ellos, es una necesidad vital, tanto como respirar. Si no lo hacen se agobian y se
vuelven irritables, y no hay quien los aguante porque prefieren la soledad. Y por eso llegan
aquí, esperando que alguien les enseñe a mejorar, les abra las puertas de la biblioteca clásica y
les desvele los misterios de la prosa de los autores más aclamados de todos los tiempos.
Aquellos que no buscan escribir en un principio y cuya aspiración flota por otros lares pero que
aún así se introducen en este fascinante mundo literario y lingüístico entran en una red, sin
saberlo, de la que probablemente no escaparán. Se verán atrapados por las palabras como
pececillos indefensos y la escritura, sin percatarse ellos, empezará a formar parte de sus vidas.
Quizá no sean novelistas ni poetas, pero sí escribirán discursos, conferencias, tesis, cartas o
serán profesores de niños cuya llama literaria resplandezca con tal fuerza que no les quede
más remedio que escribir para enseñar a escribir. Y por eso la filología es madre de escritores,
porque los estudia, los comprende, los ama con locura, los cuida y protege, dejándolos partir
con instrucciones para afrontar el mundo cuando ya es tiempo de volar.
Un filólogo tiene, pues, las llaves de la literatura en la palma de la mano. Tiene una cultura
literaria siempre en crecimiento que le lleva a descubrir los paisajes más sublimes del inmenso
viaje que emprende al leer. Tiene en su mente un léxico envidiable y es capaz de comprender
hasta al más pedante de sus amigos, por lo que puede hacer hablar, como si de marionetas se
trataran, a los personajes más inverosímiles, con registros propios de su clase, de su época, de
su situación social. Y goza del valor de redactar sin miedo, sabe jugar con las frases con
maestría o, al menos, con corrección.
Todo eso, pues, el filólogo lo tiene ganado. El escritor que viene de otros mundos debe
conocer y dominar el lenguaje, pero quien ha nacido entre autoridades lleva adelantada la
mayor parte del trabajo.
Pero, ¿qué debe hacer un filólogo para penetrar un poco más en la escritura como tal? ¿Cómo
aprender a escribir una novela, un relato, un cuento? ¿Basta con leer novelas, relatos y
cuentos o hay lugares que muestren una teoría por la que empezar a dar los primeros pasos?
En España, a diferencia de Gran Bretaña o Estados Unidos, se cree que un escritor debe ser
autodidacta. Así parece haber sido siempre y hay muchos prejuicios en torno a quienes se
forman para escribir mejor. En esos países, sin embargo, hay escuelas dedicadas a esta noble
profesión y escritores importantísimos han pasado por sus aulas antes de publicar sus obras
maestras. Para aquellos que no pueden permitirse cursar estudios (todavía caros, y algunos
ciertamente ineficaces) de este tipo, existen otras posibilidades, aunque luego hablaré un poco
más de estas escuelas literarias.
2. MANUALES Y DICCIONARIOS
Podría decirse que hay dos niveles de manuales que pueden consultarse para mejorar. El
primer nivel es el básico y sirve de apoyo a los estudios que la filología ofrece. Son consulta
obligatoria tanto para la escritura de una novela como para el estudio de la carrera o la
redacción de un trabajo. Se trata de los libros que tratan el tema de la escritura en sí misma,
detallando aspectos lingüísticos o dudas comunes de nuestra lengua. Y aquí encontramos los
manuales comunes y los diccionarios básicos. No mencionaré demasiados porque son
fácilmente hallables en cualquier biblioteca: el Diccionario de la Real Academia de la Lengua, el
María Moliner o cualquier otro que proporcione los significados precisos de las palabras podría
valer. Dentro de los diccionarios habría que añadir cualquier diccionario de sinónimos y
antónimos amplio y variado. Y en cuanto a los manuales, aquellos que suelen titularse Manual
de redacción, Cómo escribir correctamente, etc. Hay miles.
Pero el filólogo avezado con aspiraciones de escritor tendrá otras necesidades, es decir, los
manuales de escritura creativa y los diccionarios especializados.
En cuanto a los diccionarios indispensables, además de los ya mencionados, deberíamos incluir
REDES, de Ignacio Bosque, una maravillosa combinatoria general que puede sacar de más de
un lío al autor o proporcionarle ideas nuevas en un momento de bloqueo, ayudarle con
descripciones, etc; el Diccionario ideológico de Casares, que permite centrarse en los campos
semánticos de materias que el escritor puede no conocer pero sí necesitar en un pasaje de su
historia; y otros diccionarios enciclopédicos, que pueden ayudar en momentos de duda acerca
de la Historia, las Ciencias o cualquier otra disciplina desconocida para el que redacta.
En cuanto a los manuales específicos, me gustaría mencionar en primer lugar el de Jordi Sierra
i Fabra, La página escrita, dedicado a los millones de lectores jóvenes que desean con toda su
alma ser escritores y no saben cómo empezar. Mediante su propia experiencia Sierra i Fabra
ha elaborado un libro de consulta obligada para todo aquel adolescente o escritor joven y
novel que necesite inspiración, métodos de trabajo, decálogos de aquellos a quienes admira,
ejemplos de cómo él escribió novelas concretas, consejos utilísimos para convertirse en un
buen narrador y otras curiosidades y recomendaciones, como qué hacer cuando la novela está
terminada y uno se muere de ganas por publicarla.
Recientemente se publicó una novela titulada Cómo no escribir una novela que pone ejemplos
ridículos y en clave de humor de los errores más habituales que cometen los escritores
noveles. Para leerla es necesario tener ganas de pasárselo bien y dejar bien guardado el amor
propio, pues muchos autores descubrirán que sus primeros pasos fueron precisamente los
mencionados. Incluso puede que sigan cometiendo errores sin saberlo. Es un buen libro para
aprender si, en la soledad de la lectura, uno reconoce esas faltas y trata de remediarlas. Esta
novela dice lo que no hay que hacer, no lo que hay que hacer, por lo que el lector – autor
deberá buscarse la vida para encontrar un camino diferente al marcado, guiándose entonces
por otros consejos para saber si al final lo hace bien.
Otro manual muy recomendable es el de Enrique Páez, Escribir: Manual de técnicas narrativas.
Descubrirlo supone un soplo de aire fresco, un cajón de consejos, recomendaciones,
información, ejercicios y ejemplos, por no hablar de la bibliografía recomendada según los
temas que se tratan. Es una pequeña joya con un formato muy sencillo de seguir, ideal para
organizarse y comenzar a escribir con disciplina. Que contengan ejercicios de escritura
exclusivamente existen otros, como Taller de Escritura, de Felipe Montes, que no es otra cosa
que una recopilación amplísima de ejercicios de una Escuela.
Cómo lee un buen escritor es un ensayo de la francesa Francine Prose que da las claves de una
buena lectura para quien desee escribir, pues no es lo mismo, según ella, leer como
entretenimiento que leer como trabajo. Igual que un filólogo sabe leer entre líneas y más allá
del texto con el objetivo de profundizar para realizar un trabajo, por ejemplo, un escritor debe
hacer lo mismo para poder aprender de las estrategias de otros autores.
Existen otros títulos muy recomendados, como Zen en el arte de escribir, libro de consulta que
ha de estar muy cerca del lugar de trabajo, o Escribir es un tic, donde nos cuentan a modo de
anécdotas las más graciosas manías de algunos autores muy conocidos.
Y por último podemos centrarnos en libros con títulos como Cómo escribir una novela, o una
colección llamada Guías del Escritor, donde podemos encontrar libritos que traten sobre los
diálogos, sobre los personajes o sobre el propio narrador, entre otras cosas. Cualquiera de
estos títulos que he mencionado o libros de temática similar pueden servir para que el autor
haga un estudio metaliterario de su propia obra o de su propia intención, para poder llevar a la
práctica lo que haya imaginado con el mayor éxito posible.
La última obra que me permito mencionar es la Guía del Escritor, de Fuentetaja, que aparece
anualmente y muestra, además de consejos acerca de la publicación, del envío a concursos o
de la propia redacción, las direcciones de todas las editoriales activas en nuestro país, por si
nos apetece enviar el manuscrito a algunas de ellas. En la segunda parte del volumen tenemos
también una estupenda recopilación de los concursos que se publican durante todo el año,
ordenados por fecha y por el tipo de texto que se busca. Dan referencias a los lugares donde
pueden consultarse las bases, lo que resulta muy cómodo para aquellos que quieran
enfrentarse a un jurado y recibir en un premio, en caso de salir ganadores. Con respecto a los
concursos haremos un inciso un poco después.
3. INTERNET
Hablando de materiales de consulta, no podemos olvidar internet. He aquí una lista de los
blogs y páginas web destacables en el campo de la literatura infantil y juvenil. No explicaré qué
hay en cada una porque me parece mucho más interesante que el propio navegante lo
descubra por sí mismo:
http://www.eltemplodelasmilpuertas.com/
http://www.motorhueso.net/
http://gjordilauriana.foroes.net/forum
http://lij-jg.blogspot.com/
http://editarenvozalta.wordpress.com/
http://parrilladeliteratura.blogspot.com/
http://www.lauragallego.com/
http://www.escritores.org/
En todas ellas el incipiente autor puede encontrar consejos, convocatorias, temas de la
actualidad literaria infantil y juvenil y excelentes escritores a los que asomarse por primera o
enésima vez. No olvidaré recomendar la visita a las páginas personales de los autores que
mencionamos al final de la exposición, así como blogs de crítica literaria de libros de adultos,
porque un autor de juvenil leerá juvenil, sí, pero es tan necesario esto como leer libros para
mayores.
Las editoriales más importantes del país en materia joven e infantil como Alfaguara, SM,
Edebé, Anaya o Salamandra, entre muchas otras, también tienen páginas web que se
encuentran en cualquier buscador y que merece la pena curiosear para enterarse de las
novedades, lo que más vende en cada momento y qué busca cada una, con el fin de enviar el
texto final a la editorial que más vaya a valorarlo, y no a una que no lo necesite para nada.
En cuanto a este tema, el de la publicación, veremos que en internet hay ahora mismo
numerosas soluciones. Desde concursos a la autoedición, pasando por la novela por entregas
en un blog personal (como hizo Enrique Páez) o en envío directo a editoriales. No es difícil
hallar un camino, pero un manual de consulta obligada para ese momento esperado en el que
el autor pretende la publicación de su obra es el reportaje sobre Cómo publicar una novela que
El Templo de las Mil Puertas realizó no hace mucho. Se puede encontrar en la página web
arriba mencionada.
4. SOPORTES DE ESCRITURA
Pero antes de la publicación es necesario escribir la obra. Y durante este proceso es necesario
que el escritor se sienta cómodo y trabaje en un soporte adecuado. Hay quien prefiere el
clásico cuaderno con bolígrafo, o las hojas de papel sueltas con una pluma con determinado
color de tinta. Este punto parecerá irrelevante para quien no haya pasado horas y horas
escribiendo una novela. Lo cierto es que no lo es en absoluto. En muchas entrevistas a
escritores famosos se les pregunta cómo escriben, con qué. Muchos contestan que a mano, en
determinados cuadernos de una marca concreta o en el portátil. Otros en el ordenador de
sobremesa. Muy pocos dicen que les da igual, aunque sí puedan variar con el tiempo de un
soporte a otro. Si pasas mucho tiempo en un lugar de trabajo, es preciso que ese lugar se
adapte a ti. Y más cuando el esfuerzo es mental y tu imaginación debe conectar con el texto. Es
imprescindible, pues, sentirse cómodo con la elección, y cambiarla si es necesario hasta
encontrar la manera más eficaz para uno mismo. Para los que escriben a mano hay distintos
tipos de papel, distintos tipos de cuaderno y distintos tipos de estilográficas, bolígrafos o
lápices. En el ordenador parece más fácil todavía, porque basta con tener un procesador de
textos cualquiera, optar por la fuente y el color y ponerse a escribir. Y hasta hace poco era así,
pero de un tiempo a esta parte los programadores han desarrollado programas que, aunque
aún son desconocidos, vienen a facilitar mucho las cosas si se saben usar bien. Daré aquí los
nombres y explicaré en qué consisten. También pueden descargarse gratuitamente y aparecen
en cualquier buscador.
El primero de ellos es el YWriter5, un programa que funciona a la vez como procesador de
textos, aunque muy sencillo. Su principal ventaja no está ahí, sino en que se trata de un
programa de gestión de historias. Dividiendo la trama en capítulos, podemos incluir en ellos
los personajes previamente definidos con todo tipo de detalles, los objetos imprescindibles
que deberán aparecer más adelante para que la historia tenga sentido, los lugares donde se
ambienta la acción y un sinfín de posibilidades que, al explorarlas, aturden a cualquiera. Con
un poco de paciencia y práctica el programa se transforma en una herramienta utilísima para
planificar la historia y mantenerla controlada de principio a fin. Es igual que si todas esas notas
necesarias se tomaran a mano, pero con la diferencia del orden y de la posibilidad de mover la
información de un lugar a otro sin necesidad de copiarla mil veces.
El segundo, mucho más sencillo, es el Q10. Este programa es, simplemente, una pantalla
negra. A muchos les molesta escribir a ordenador porque internet o la propia interfaz del
procesador que utilizan les distrae enormemente. Para eso se creó Q10, pues al ejecutarlo la
pantalla se torna totalmente negra para poder escribir sin problemas. En la parte baja, muy
tenue, está la hora con la posibilidad de añadir una alarma sonora si el escritor debe dejar el
trabajo, o simplemente para marcar una rutina de trabajo. Aparecen también las palabras que
lleva escritas y existe la posibilidad de cambiar el color del fondo, así como la forma y el color
de la fuente, para que la experiencia sea más personal.
El tercero y último es Freemind, un programa complejo pero útil ya no sólo en la escritura sino
en el estudio de cualquier asignatura o para un trabajo de empresa. Permite la elaboración de
mapas conceptuales de infinitos niveles, y si bien hay que perder con él un poco de tiempo
hasta comprenderlo y poder utilizarlo con fluidez, luego se convierte en un instrumento muy
útil para organizar historias, árboles genealógicos o lo que sea necesario.
5. ESCUELAS DE ESCRITORES
Por último quiero hablar de la Escuela de Escritores de Zaragoza, que es el lugar que hemos
visitado y experimentado. Para conocerla en profundidad remitiré únicamente a la página
web, que es el lugar donde puede hallarse toda la información necesaria:
http://www.escueladeescritores.com/.
Su director en esta ciudad es Julio Espinosa, poeta y novelista que se encarga también de la
formación de los alumnos de la escuela. He aquí la entrevista:
¿Cuándo empezaste a escribir?
Mis primeros recuerdos son de la infancia, pero seriamente todo comenzó después de que me
retiré de Ingeniería, el año 1992. Fue entonces que comprobé que la literatura me llenaba.
Después, todo lo hice en función de ella.
¿Quiénes fueron tus maestros y tus mayores influencias?
Bueno, son dos cosas diferentes. Las influencias van asentándose poco a poco y uno siempre
tiene nueva. Actualmente me interesa mucho José Corredor-Matheos, por ejemplo, y antes,
Gonzalo Millán, Olvido García, Chantal Maillard y Juan Luis Martínez. En pensamiento, sin
duda, Miguel Casado. Pero mi primer maestro se sale de las esferas más académicas. Fue mi
padre, que sin publicar nunca, siempre tuvo una gran biblioteca en cuanto a títulos (aunque no
en cantidad). Él fue el primero que me hizo corregir. Y eso, dolió, pero sirvió mucho. Después
han venido otros. El más importante: Andrés Fisher, poeta chileno, hermano y amigo, que me
hizo ver de otra manera la creación.
¿Qué diferencia hay entre tu yo-poeta y tu yo-novelista? ¿Es muy distinto escribir
poesía que prosa?
Bueno, sí y no. Al comienzo parecen muy distintas, pero hay algo que comparten y es la
finalidad de querer mostrar algo oculto a los ojos en una primera instancia. Claro, en la novela
triunfa la acción y la tensión, mientras que en el poema podríamos hablar de que triunfa la
meditación. Pero hay un gen compartido, sin duda. En cuanto a la escritura, sí que son
diferentes, pues el aliento de la novela, no lo tiene la poesía. Escribir novela es algo corporal,
físico. La poesía tiene más que ver con una manera de reposar, de ocupar espiritualmente el
espacio.
¿Has tenido que compaginar la literatura con otros trabajos?
Jajaja. Claro. Primero como profesor de instituto, luego, en España, como cajero, camarero,
librero, teleoperador, limpiador de coches. Uno tiene que comer, ¿no? Eso sí, siempre tuve
claro que eran trabajos ocasionales. El objetivo central era y sigue siendo que me den el
tiempo, el espacio necesario para escribir.
¿Qué importancia tiene viajar para un escritor? ¿Y vivir fuera del país de
nacimiento?
El principal viaje está en la cabeza. Hay escritores que nunca han salido de su casa y poseen un
imaginario tremendo. En mi caso, más quenada me ha ayudado para tener más imágenes
dentro de mi cabeza y ubicar mejor a los personajes o a esas descripciones poéticas que van
surgiendo. Creo, en todo caso, que el viaje influye más a nivel vital que escritural. Vivir fuera,
más que condicionar la escritura, me ha posibilitado vivir de lo que me gusta. Ha sido difícil,
pero lo estoy logrando gracias a la Escuela de Escritores que dirijo aquí, en Zaragoza.
¿Cuándo decidiste encargarte de la Escuela de Escritores? ¿Cómo sucedió? ¿Querías
ser profesor?
Bueno, yo comencé siendo profesor del taller de poesía virtual de la Escuela. No me daba para
comer, pero desde el principio supe que podía ser, en un futuro, mi sustento y parte de mi
alegría. Al fin de cuentas, no hay muchas cosas satisfactorias laboralmente hablando y enseñar
a otros a escribir, no puede ser más que bueno. Lo de ser profesor, pues, ya tenía el título.
También mis padres lo son. Digamos que iba en los genes, jajaja.
¿Qué errores son los más comunes en los escritores recién iniciados?
Hay muchos, pero lo más probable es que, en vez de disfrutar escribiendo, resumen, resumen,
resumen. Seguramente es la influencia de la televisión y de la época, en la que no hay tiempo
para gozarse.
¿Recomiendas ser autodidacta o recibir clases para aprender a escribir?
Es una decisión personal. El taller no hace genios, pero reduce el tiempo de aprendizaje.
Mientras en el te puedes demorar dos, tres, cuatro años en aprender todo lo necesario para
escribir de manera adecuada, si lo haces solo te demorarás diez años como poco. Después,
claro, incluye el genio personal. Pero eso es otra cosa.
¿Es mejor escritor quien empieza joven o la edad es irrelevante?
Hoy se premia más que la juventud, que uno triunfe siendo casi un púber. Pero la verdad es
que no es tan relevante. Ya ves a Saramago, que comenzó a los 52 o 53. Otros, por el contrario,
como la poeta Blanca Andreu dan lo mejor de sí muy jóvenes.
¿Cómo funciona la Escuela de Escritores de Zaragoza? ¿Hay otras posibilidades en
nuestro país?
Nos hemos preocupado de tener un material pedagógico único. Trabajamos con lecciones que
tienen que ver con temas concretos para que los alumnos vayan aprendiendo paso a paso.
Naturalmente los aprendizajes son acumulativos. Y todo lo centramos en la clase/taller, donde
se van presentando y comentado los trabajos, pero siempre guiándose por un orden, unos
objetivos, una metodología. Aquí ningún profesor viene a hablar de su vida y milagros. Y de
verdad comentamos los textos. Nada de “Bien, muy bien”. Eso no le sirve al alumno. Dentro de
Zaragoza, está el taller de Marta Sanuy, que además es amiga. Eso sí, no sé dónde funciona
ahora o si sólo está por Internet. En Madrid está Fuentetaja y en Barcelona, los talleres del
Ateneo. Hay más, pero en este momento no recuerdo los nombres.
¿El aprendizaje de un escritor en España es muy distinto que en el resto del mundo?
¿Hay prejuicios en España para con la enseñanza de la escritura? ¿En qué países es
normal que los escritores reciban una formación? ¿Qué aconsejarías a aquellos que
se animan a empezar su carrera literaria?
Les diría que esto no es ni Operación Triunfo ni Gran Hermano. Se hace poco a poco y la fama
no existe. Somos muchos, casi todos, buenos. Hay pocas editoriales. Los géneros son diversos.
Lo mejor es ser un profesional, tomárselo en serio y trabajar día a día. Que además lo hagan
con humildad y que no crean que por publicar dos o tres libros, ganarse uno o dos concursos,
son grandes escritores. Hay grandes que nunca han ganado nada y han muerto en la miseria.
¿Qué recomendarías a aquellos que ya lo han intentado y han fracasado? El fracaso no existe
en la escritura. Eso es un error de perspectiva. Si escribes y das lo mejor de ti, aunque no
tengas reconocimiento mediático, has triunfado.
6. PANORAMA EDITORIAL
Conocer el funcionamiento de una Escuela de Escritores es fundamental para decidir si es
importante en la formación de uno mismo, pero lo es más todavía conocer cómo trabajan las
editoriales a la hora de escoger un título, qué venden en el momento en que pretendemos
enviar nuestro texto, qué clase de filtros van a aplicar… En general, en el reportaje del Templo
de las Mil Puertas, al que remito como pista fundamental, podemos encontrar toda esta
información. Pero de modo un poquito más particular hemos decidido dar un pequeño listado
de las editoriales que reinan ahora mismo en el panorama LIJ, como suele llamarse a esta
literatura para jóvenes. Es conveniente conocerlas a fondo y saber qué línea editorial siguen.
Muchas de ellas tienen concursos de gran dotación económica y de enorme prestigio, por lo
que ganar en uno de ellos puede ser el trampolín necesario para comenzar una carrera literaria
seria.
LISTADO DE EDITORIALES DE LITERATURA INFANTIL Y JUVENIL
-
Edelvives (edelvives.com)
SM(grupo-sm.com)
Alfaguara(alfaguarainfantilyjuvenil.com)
Edebé(edebe.com)
Anaya(anayainfantilyjuvenil.com)
Salamandra(salamandra.info/editorial)
Montena(lecturalia.com/editoriales/64/montena)
Minotauro(edicionesminotauro.com)
Hydra(hydra-editorial.com)
Laberinto(edicioneslaberinto.es)
Ediciones B(edicionesb.com)
Bambú(editorialbambu.com)
Paralelocero(editorial-bruno.es)
7. LA EDITORIAL ANAYA
Hemos hablado con un trabajador de la editorial Anaya para que nos explicase un poco más en
profundidad qué buscan ellos y qué hacen con respecto a los escritores que esperan ansiosos a
sus puertas. De este modo veremos un ejemplo, al menos, de que cada editorial sigue un plan
concreto y que conviene conocerlo investigando un poquito para saber si enviar el texto
merece la pena o no.
Anaya, por ejemplo, es una editorial a la que conviene entrar mediante el concurso que
organiza cada año. De los ganadores y finalistas del mismo consiguen extraer la veta de textos
que utilizarán durante el siguiente año. Esta empresa cabe decir que nutre a la mayor parte de
los colegios del país y que sus libros, especialmente los de Ana Alcolea, se venden
continuamente debido a la demanda de los mismos en las aulas.
Pero si el autor no desea participar en el concurso puede enviar la obra directamente. Debe
saber que si es un escritor con nombre, es decir, un profesional con muchas obras publicadas,
lo tendrá relativamente fácil si el libro es bueno. Pero en caso de no serlo, los libros no se
publican así como así. Por ello, se testean en los colegios antes de aventurarse a editarlos, para
ver qué éxito tienen entre los niños de la edad a la que van dirigidos. Sólo si pasa esta criba
será admitido en la biblioteca interna de la editorial.
Pero, si uno es escritor, piensa: ¿y qué criterios debo tener en cuenta para tener más
posibilidades de gustarles? Pues bien, he aquí una serie de pistas para que la gente de Anaya
tenga más estima a un texto que a otro:
Hay que adecuar el texto a la edad especificada con mucho cuidado. No es lo mismo
un niño de ocho que de seis, y a medida que la edad disminuye las diferencias entre un
año y otro se incrementan notablemente. La literatura infantil hay que tratarla con
respeto pues no vale escribir cualquier cosa. Las ideas o las palabras utilizadas llegarán
a cabecitas pensantes muy pequeñas que pueden malinterpretar o directamente no
entender el contenido.
El texto y las imágenes deben estar de acorde a esa edad. Cuanto más pequeño sea el
lector, habrá más ilustraciones y menos texto, invirtiéndose la cantidad a medida que
el niño crece. Al final las imágenes serán en blanco y negro o no existirán,
directamente. Vemos un ejemplo perfecto de esto en la colección de Kika Superbruja.
Existen dos tipos de libros de esta encantadora brujita. Los primeros, destinados a
niños de seis años, tienen un texto grande y breve y unos dibujos preciosos a todo
color. Pero la misma colección evoluciona y para los pequeños que ya han cumplido
ocho o nueve años se ofrece una versión un poquito diferente de la misma brujita: los
libros tienen muchísimo más texto y los dibujos son en blanco y negro, además de
disminuir la cantidad que de éstos hay en las páginas.
Es importantísimo prestar atención a los ilustradores, sobre todo en los libros
ilustrados o infantiles, pues en ocasiones el texto es mínimo o no existe y es la propia
secuencia de imágenes la que cuenta la historia. Por ejemplo, El hombre de la Flor, de
Mark Ludy, editado en Edaf.
El tema es también una de las bazas del escritor. En el año de la Expo, por ejemplo,
primaba el agua. Los niños viven acontecimientos y los métodos educativos siempre se
centran en aspectos concretos de la vida para trabajar con ellos. Los libros son
educativos, y por lo tanto el tema a tratar debe estar en consonancia con el mundo
que ellos viven.
Como esta literatura está destinada a formar a los más pequeños, además de
entretenerles, es fundamental que se incluyan los valores de nuestra sociedad: el
respeto, la solidaridad, la tolerancia… y que se ensalcen.
Para llegar bien a los niños es necesario entrar en su mundo. Ellos viven en una
burbuja de juegos, de imaginación, de magia. Es preciso alcanzar esa valiosa
ingenuidad para contar historias que les atrapen por lo maravillosas que sean.
En cuanto a los temas más vendidos, vemos que los niños prefieren la magia, las aficiones de
cada uno como los deportes o la naturaleza, los animales, mundos mágicos, brujas y
monstruos, o algo más sencillo: una trepidante aventura con un montón de amigos.
Los jóvenes, por el contrario, prefieren los viajes y la realidad social. Les atrae la tecnología,
pero también el mundo del drama y de las emociones adolescentes. El amor, el peligro, la
tristeza son temas que abundan y encantan a la juventud porque les representa.
8. LOS CONCURSOS Y OTRAS FORMAS DE PUBLICAR
Hemos hablado mucho de los concursos hasta ahora porque son la llave más grande que tiene
el autor de conseguir publicar y ser reconocido. Se enfrenta desde el anonimato al juicio de un
jurado, lo que implica que será la obra la que sea valorada, y no ellos mismos. Si finalmente
logran alcanzar el premio del mismo, entrarán por la puerta grande al mercado editorial.
En España hay una cantidad ingente de concursos literarios de todo tipo. En los periódicos,
folletines o revistas suelen aparecer siempre las bases de algunos. En internet tenemos
también la posibilidad de encontrar millones, especialmente si nos interesan las bases de
algunas prestigiosas editoriales como Anaya, SM o Edebé. Todas suelen tener sus bases y las
publican poco después de fallarse el certamen anterior. Si al autor le interesa esta vertiente y
desea presentarse, debe saber que sólo puede enviar su obra a uno de ellos, y no a varios a la
vez. Debería tener también un pequeño calendario anual para saber cuándo aparecen las
bases de cada concurso que le interesa y cuándo termina el plazo de presentación, además del
fallo, por supuesto, que marca el final del camino. Pero para enviar una obra a un concurso no
basta con escribirla. Debe cumplir unas normas de presentación que se suelen destacar en las
propias bases pero que, de no hacerlo, no se pueden olvidar. El texto debe estar escrito a
ordenador o a máquina, con líneas a doble espacio, páginas numeradas y encuadernado. Cada
concurso pide unos requisitos concretos, por lo que es importantísimo fijarse en ellos. No se
suelen aceptar ni siquiera para la primera lectura obras que no cumplen la presentación
deseada.
El manuscrito pasa por diferentes filtros. En primer lugar, el comité de lectura lo valora en
distintos niveles y si es capaz de ganar posiciones, al final el propio editor lo tendrá en su mano
y verá si merece la pena su publicación. Que la obra llegue al editor no quiere decir que vaya a
publicarse tal cual. Muchas veces es necesario hacer modificaciones, y entonces la editorial se
pone de acuerdo con el autor. Pero este contacto entre editorial y escritor sólo ocurre si se ha
conseguido ganar el concurso. En caso contrario, no se recibe siquiera respuesta. En el caso de
enviar la obra directamente a la editorial, sin pasar por el filtro del concurso, puede que el
autor reciba un brevísimo informe de por qué ha sido rechazada, pero es poco habitual. En el
caso de los concursos, nunca ocurre porque las plicas no ganadoras se destruyen sin abrirlas.
Cuando la editorial decide publicar la obra, el corrector literario y el departamento de
márquetin se encargan del formato y el modo de presentación.
Pero si el autor no pasa tampoco por ahí, y prefiere decidir él todas estas cuestiones, nada
mejor que la autoedición mediante la contratación de servicios editoriales. Otra opción igual
de válida es internet, de la que hemos hablado anteriormente: publicar un libro en la red es
tan fácil como crear un cuaderno de bitácora o soltarlo en un formato legible por la mayoría de
equipos. Muchos se preguntarán qué pasa con el plagio en este caso. Las Creative Common
son licencias que dan tranquilidad, pues permiten al autor divulgar sus propias obras sin
necesidad de editor o agente literario.
Pero si lo que se busca es vender no hay nada mejor que contar con el apoyo de una editorial,
pues ésta se encarga de promocionar la obra y comercializarla en muchos más lugares y con
mucho más éxito.
Hemos elegido como ejemplo la editorial Anubis que se encarga de:
1. Analizar la obra para comprobar que cumple una serie de requisitos.
a. Corrección ortográfica y gramatical.
b. Calidad narrativa.
c. Originalidad.
2. Enviar una propuesta de edición entre 100, 200 y 500 ejemplares.
3. Realizar los trámites administrativos:
a. Firma del contrato de edición.
b. Obtención del ISBN y del Depósito Legal.
c. Gestión del código de barras.
d. Asesoramiento para que el autor registre el libro como único propietario de
sus derechos de autor.
4. Acuerdo entre autor y editor de los aspectos estéticos de la obra y envío a imprenta.
5. Presentación y viabilidad comercial del libro.
Muchas veces el problema es que sólo puede publicar un mayor de edad, o los concursos están
destinados a todas las edades, por lo que un autor joven o menor de edad tiene pocas
posibilidades de sobresalir, ya que apenas tiene experiencia y no compite en igualdad de
condiciones. Algunos se quejan de ello, pero a la larga comprenden que es mejor tardar más
en publicar que no publicar cualquier cosa. De todas maneras, con el fin de promocionar a
jóvenes promesas se han creado numerosos concursos organizados por institutos, colegios o
las propias editoriales.
El más famoso del país es el que organiza la Fundación Jordi Sierra i Fabra para menores de
dieciocho años y que se falla al mismo tiempo que el Barco de Vapor, el Gran Angular y el
Premio Nacional de Ilustración. Las fechas de entrega suelen ser también las mismas, por lo
que el mundo editorial se revoluciona durante los días que duran tales acontecimientos. Las
bases se pueden consultar en internet, en las páginas web de la Fundación y de SM.
A pesar de que la literatura infantil y juvenil está infravalorada, muchas son las editoriales que
apuestan por ella y no sólo porque sea la que más vende. Libros maravillosos se encuentran
entre sus filas y muchos de ellos son verdaderas obras maestras dignas de tenerse en cuenta
en la literatura de todos los tiempos.
En una entrevista a la ilustradora argentina Romina Quirós, ésta afirma de la literatura LIJ lo
siguiente:
“Creo que todavía está vista como un género menor. En general considero que la literatura para
niños aún no es tomada completamente en serio. A veces pienso que se le hace difícil a un
escritor que se dedica a escribir textos infantiles y juveniles ingresar al pedestal de los grandes
literatos. En la actualidad es como si existieran dos sendas, una para los escritores consagrados
que escriben literatura adulta y otra para los escritores dedicados a los niños. Sin embargo, la
importancia de la literatura para niños es fundamental porque es formador de valores”.
9. AUTORES Y OBRAS
Como anexo nos gustaría incluir una breve lista de autores imprescindibles de este panorama,
para que se aprecie la importancia que esta literatura tiene en el mundo. Qué sería de la
infancia o adolescencia de muchos sin escritores como J. K. Rowling, Roald Dahl o Michael
Ende. Por ello daremos unos breves datos acerca de algunos, clásicos y no clásicos, vivos y
muertos, que han sacudido nuestra existencia en los años más dulces de nuestra vida. Que
este pequeño homenaje a las personas que quieren dedicarse a nutrir la LIJ se agrande para
incluir a todas estas figuras que nunca perdieron su niño interior y que dedicaron el valioso
tiempo de sus vidas a escribir historias que hacen soñar.
JORDI S IERRA I F ABRA
RENÉ GOSCINNY
LAURA GALLEGO GARCÍA
MAURICE S ENDAK
ALFREDO GÓMEZ CERDÁ
ROALD DAHL
GONZALO MOURE
J.K. ROWLING
C.S. LEWIS
MEG CABOT
STEPHENIE MEYER
CHARLES PERRAULT
JONATHAN S WIFT
DANIEL DEFOE
HANS CHRISTIAN A NDERSEN
LOS HERMANOS GRIMM
LEWIS C ARROL
ROBERT L. STEVENSON
JULIO VERNE
GIANNI RODARI
LA FONTAINE
MICHAEL ENDE
Y muchos otros que no olvidamos pero no nombramos por cuestión de espacio. Gracias a
todos ellos por haber hecho nuestra infancia y adolescencia más feliz con sus historias.
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