Historia de España 1 Historia de España 2 Historia de España 3 Historia de España 4 CASTILLA Y LEÓN CONVOCATORIA JUNIO 2009 SOLUCIÓN DE LA PRUEBA DE ACCESO AUTORA: Marta Monje Molina Opción A Tema El texto, un fragmento de El imperio hispánico 1479-1665, obra del historiador Ernest Belenguer, es una fuente secundaria de carácter historiográfico. En él se dibujan las líneas maestras del siglo XVI español, que Belenguer divide en tres fases: una etapa de crisis (1504-1516), a la que siguen los largos reinados de Carlos I (1516-1556), con quien se inicia la dinastía de los Austrias, y de su hijo, Felipe II (1556-1598), marcados por la implicación de la monarquía hispánica en los asuntos de Europa. Belenguer destaca el impulso económico provocado por la conquista y la colonización de América y la llegada de enormes remesas de metales preciosos, que a medio plazo provocaron el estancamiento de las estructuras productivas castellanas y un alza importante de precios. Además, la política exterior en Europa provocó enormes dificultades financieras, muy evidentes durante el reinado de Felipe II. En el ámbito cultural, el humanismo floreció durante la primera mitad del siglo; el Concilio de Trento, iniciado en 1545, convirtió a la Península en un «reducto» del catolicismo, aislado de las influencias europeas. En el gráfico, una fuente secundaria de carácter historiográfico, se representan los principales hechos del reinado de Felipe II y sus objetivos: defensa del catolicismo, que provocó el aislamiento cultural de España, y lucha por la hegemonía en el norte de Europa y el Mediterráneo. Enmarca el esquema una línea que representa el círculo vicioso de los enormes gastos a los que recurrió la monarquía hispánica para sostener su política exterior, que provocaron sucesivas bancarrotas. La crisis de los años 1504-1517 El inicio del siglo XVI en España estuvo marcado por la muerte de Isabel la Católica (1504) y la incertidumbre con respecto a su sucesión, que hizo peligrar la unión dinástica de los reinos de Castilla y Aragón propiciada por su matrimonio con Fernando II de Aragón. Los objetivos fundamentales de la política exterior de los Reyes Católicos fueron conseguir la unidad de los reinos ibéricos, aislar a Francia y consolidar su posición en Italia. Para cubrirlos concentraron su política matrimonial en Portugal, Inglaterra y Borgoña. La muerte de sus dos hijos mayores —Juan, casado con Margarita de Austria, e Isabel, que había contraído matrimonio con Manuel I el Afortunado de Portugal (así como del hijo de estos, Miguel)— hizo recaer los derechos sucesorios en Juana, casada con Felipe de Habsburgo (apodado el Hermoso), hermano de Margarita de Austria y heredero del emperador Maximiliano I. Los indicios de inestabilidad mental de Juana provocaron que la reina Isabel hiciese constar en su testamento que su © Oxford University Press España, S. A. marido —cuyos derechos se circunscribían a la Corona de Aragón— quedase encargado de gobernar en Castilla en caso de que Juana fuese incapaz reinar. Se produjo entonces una pugna por el poder entre el rey Fernando, que ejerció la regencia en Castilla entre 1504 y 1506, y Felipe de Habsburgo. Pocos meses antes de la muerte de la reina, Felipe se había aproximado a Francia por el Tratado de Blois. El pacto perjudicaba los intereses en Italia de Fernando el Católico, por lo que este decidió firmar la paz con el reino francés en 1505 y contraer matrimonio con Germana de Foix; se abría así la posibilidad de una futura separación de Aragón y Castilla en caso de tener un heredero. Las Cortes de Toro (1504-1505) reconocieron a Juana como reina y a Fernando como regente; sin embargo, este debió ceder el poder a Felipe el Hermoso —a quien apoyaban los grandes de Castilla— por las concordias de Salamanca y Villafáfila. La pareja real llegó a Castilla procedente de Flandes en abril de 1506, pero la muerte de Felipe I en septiembre de ese año abrió una nueva etapa de incertidumbre. Dada la conducta de la reina, Fernando el Católico asumió de nuevo la regencia (1507-1516), durante la cual se produjo la anexión de Navarra (1512). A su muerte el cardenal Cisneros se hizo cargo de una nueva regencia (1516-1517) hasta que se produjo la llegada de Carlos de Gante (1500-1558), hijo de Juana la Loca y Felipe el Hermoso. El reinado de Carlos I El acceso al trono de Carlos I (1516-1556) supuso la instauración de una nueva dinastía en los reinos hispánicos (la casa de Austria o de los Habsburgo). A la herencia materna (reinos de Castilla y Navarra, Corona de Aragón, las Indias), el joven rey sumaba los territorios de su familia paterna: desde 1515 Carlos gobernaba de hecho en los Países Bajos y el Franco Condado. En 1519, tras la muerte de su abuelo Maximiliano I, fue elegido y coronado emperador del Sacro Imperio con el nombre de Carlos V. De esta forma, heredaba un conjunto de estados heterogéneos, con lenguas, culturas e instituciones diferentes. A su llegada a Castilla en 1517, Carlos I encontró una gran oposición, y cuando tuvo que ausentarse del reino para hacerse cargo de sus posesiones imperiales estallaron las revueltas de las Comunidades (1520-1522) y de las Germanías (1519-1523). La primera fue protagonizada por varias ciudades del interior de Castilla (Toledo, Segovia, Salamanca, Zamora, Ávila, Cuenca y Madrid). Sus partidarios, los comuneros, pretendían que el monarca prescindiera de sus consejeros extranjeros y acatara la voluntad de las ciudades representadas en las Cortes. Los comuneros solicitaban, además, la reducción de impuestos, la protección de la industria textil, y una serie de reformas municipales a favor Historia de España 5 CASTILLA Y LEÓN de los plebeyos y contra la nobleza. En la batalla de Villalar (1521), los comuneros fueron derrotados y sus líderes (Juan Bravo, Juan de Padilla y Francisco Maldonado), ejecutados. La revuelta de las Germanías (1519-1523) tuvo lugar en Valencia y Mallorca y se caracterizó por un componente social más marcado que el levantamiento de las Comunidades (con la cual no tuvo conexión alguna), ya que se dirigió contra los señores feudales y sus siervos mudéjares. La monarquía salió reforzada de ambos episodios frente a las ciudades y las Cortes, y también frente a los nobles. Desde entonces, Carlos V pudo abordar una ambiciosa política exterior y obtener sin oposición recursos de Castilla. La política exterior de Carlos V tuvo como principal objetivo preservar su herencia dinástica. Mientras que para Castilla y Aragón la defensa del Mediterráneo occidental frente a los turcos era una tarea prioritaria, el monarca dio preferencia al predominio en Europa, asegurándose así la hegemonía de los Habsburgo en Italia (a costa de Francia) y un considerable prestigio militar (victorias de Pavía o San Quintín). Sin embargo, Carlos V no fue capaz de contener el avance del Imperio otomano en el Mediterráneo ni la difusión del protestantismo por el norte y centro de Europa, lo que provocó la ruptura de la unidad religiosa del Sacro Imperio. El emperador presionó al papa Pablo III para que convocase el Concilio de Trento. El Concilio abrió sus sesiones en 1545 e inicialmente trató de fundamentar la unidad cristiana; cuando ese objetivo ya no fue posible, se dedicó a fortalecer el dogma del catolicismo. La lucha por la hegemonía en Europa protagonizada por Carlos V absorbió enormes recursos y fue necesario recurrir a los préstamos de los banqueros europeos (Fugger, Welser), que dejaron una pesada herencia de deudas y acreedores a su hijo Felipe II. Dicha política pudo sostenerse gracias a la enorme afluencia de oro y plata procedentes de las Indias, que empezaron a llegar en cantidades considerables a partir de 1530. Pocos años antes, se había iniciado la primera fase de la conquista del continente americano. Entre 1519 y 1521 el extremeño Hernán Cortés sometió al Imperio azteca; pasada una década, Francisco Pizarro acabó con el Imperio incaico del Perú (1531-1535). Inmediatamente, se establecieron las bases de la organización territorial de las nuevas conquistas con la constitución de los virreinatos de Nueva España y Perú. La promulgación de las Leyes Nuevas (1542), destinadas a eliminar los abusos cometidos contra la mano de obra indígena, provocó la rebelión de los encomenderos en Perú. La Corona cedió ante ellos y llegó a una solución de compromiso, reduciendo la encomienda a un tributo. En el ámbito de la cultura, el primer cuarto del siglo XVI se caracterizó por la difusión de las corrientes renacentistas, favorecida en España por sus relaciones con Italia, pionera del Renacimiento, y con los Países Bajos, que anteriormente habían influido en la difusión del gótico tardío. El Renacimiento se caracterizó por un pensamiento humanista laico, inspirado en los escritores y artistas griegos y latinos. Los principales representantes del erasmismo en España fueron Juan Luis Vives, los hermanos Alonso y Juan de Valdés, Pedro Mexía y Juan Mal de Lara. La imprenta contribuyó a la difusión de las ideas de estos autores. © Oxford University Press España, S. A. CONVOCATORIA JUNIO 2009 El reinado de Felipe II Tras la paz de Augsburgo (1555), que consagró la división entre católicos y protestantes en Europa, Carlos V abdicó (1555-1556) y renunció a sus dominios hispánicos y en las Indias, Borgoña e Italia, en favor de su hijo Felipe. Posteriormente, cedió sus derechos imperiales y dominios austríacos a su hermano Fernando I. A diferencia de su padre, Felipe II (1556-1598), no se ausentó de la Península, y estableció su corte en Madrid (1561). En el ámbito de la política interna, consolidó el sistema de gobierno basado en los consejos, aumentó el poder de los secretarios del rey y se apoyó en virreyes y gobernadores para dirigir los territorios en los que estaba ausente. Asimismo, impulsó la Contrarreforma en España, provocando un clima de autoritarismo político y religioso, que condujo a la revuelta de los moriscos de Granada (Guerra de las Alpujarras, 1568-1570) y a la rebelión de Aragón (1590-1592) —sin embargo, Felipe II fue muy respetuoso con las instituciones de sus reinos—. La Paz de Cateau Cambrésis (1559) con Francia permitió a Felipe II concentrarse en la defensa del Mediterráneo occidental frente a los turcos y los piratas berberiscos. Para ello, junto con el papado y la República de Venecia, formó la Liga Santa, cuya flota, al mando de Juan de Austria (hermanastro del rey), venció a los turcos en Lepanto (1571). Sin embargo, el mayor problema con que tuvo que enfrentarse Felipe II fue la rebelión en los Países Bajos, un conflicto que se prolongó durante los siguientes ochenta años (1568-1648). Las protestas comenzaron por la política represiva que se seguía con los calvinistas y contra el autoritarismo del rey. En el verano de 1566 estallaron una serie de disturbios populares y Felipe II envió como gobernador al duque de Alba, partidario de la intolerancia política frente a los partidarios de una posición más flexible, encabezados por la princesa de Éboli y el secretario del rey, Antonio Pérez. Un noble, Guillermo de Orange, abrazó el calvinismo y se hizo fuerte en las provincias del norte (Holanda y Zelanda). Con ello comenzó una larga guerra (1568) que no pudo evitar la división del área: por un lado, Flandes, que comprendía las provincias católicas del sur (las actuales Bélgica y Luxemburgo, aproximadamente) y, por otro, las provincias del norte (los actuales Países Bajos), que bajo la Unión de Utrecht (1581), se declararon independientes. El conflicto en los Países Bajos agudizó las luchas por el poder en la corte del rey (asesinato de Juan de Escobedo y detención de su instigador, Antonio Pérez) y se agravó debido al apoyo de Isabel I de Inglaterra a los rebeldes, lo que convenció a Felipe II de la necesidad de invadir este reino. Para ello necesitaba, además de una flota poderosa y la base terrestre de los Países Bajos, un gran puerto atlántico. La unión con Portugal (1580) le permitió disponer de uno (Lisboa), además de otorgarle el control de su gran imperio marítimo (Brasil y los enclaves comerciales de África y Asia). Sin embargo, la expedición de la denominada Armada Invencible (1588) contra Inglaterra fue un estrepitoso fracaso. Dos años después tuvieron lugar los disturbios de Aragón (1590-1592), motivados por un enfrentamiento entre Historia de España 6 CASTILLA Y LEÓN CONVOCATORIA JUNIO 2009 Felipe II y el Justicia Mayor de Aragón, que amparó al antiguo secretario del rey, Antonio Pérez (aragonés), perseguido por la justicia real y la Inquisición. Los intentos por arrestarlo provocaron un motín en Zaragoza; el rey aplastó la rebelión y ejecutó al Justicia Mayor, aunque Pérez consiguió escapar. Felipe II, además, se implicó en las guerras de religión en Francia y dio su apoyo a la facción católica. Su intervención finalizó al firmar con Enrique IV de Borbón la Paz de Vervins (1598). (976-1013), el gobierno efectivo pasó a manos del hayib o valido andalusí, Almanzor. Él y sus dos hijos, que le sucedieron en el poder, son conocidos como los amiríes. Almanzor controló la Administración y el Ejército y emprendió expediciones de castigo contra los reinos cristianos del norte. En el año 1009 estalló una revolución en Córdoba durante la cual fueron asesinados los amiríes. Por último, en el año 1031, una asamblea de notables decretó en Córdoba el final del califato. Pese a disponer de enormes fuentes de ingresos, procedentes de los impuestos que pagaba Castilla (especialmente la alcabala) y de las Indias, Felipe II no pudo cubrir los gastos derivados de su política en Europa. En 1590 se instituyó un nuevo impuesto indirecto (llamado de millones). La magnitud de los envíos de metales preciosos procedentes del Nuevo Continente provocó la llamada revolución de los precios (durante el siglo XVI los precios se multiplicaron por seis en Europa occidental). España resultó muy afectada y su comercio perdió competitividad en el exterior. La diferencia entre gastos e ingresos endeudó a la Corona y provocó las bancarrotas de 1557, 1575 y 1596. 쐌 La Ilustración. Corriente de pensamiento que se difundió por Europa en el siglo XVIII. En el caso de España fue la base ideológica de las reformas llevadas a cabo por los primeros Borbones, especialmente Carlos III. Los rasgos más importantes del pensamiento ilustrado fueron la confianza en el empleo de la razón para resolver los problemas del individuo y la sociedad, el fomento de la economía nacional y el impulso del conocimiento científico y de la educación. En lo que respecta al imperio colonial, durante el reinado de Felipe II se inició la segunda fase de las conquistas interiores del continente y, desde México, se exploró el océano Pacífico: las islas Filipinas («del rey Felipe») fueron conquistadas entre 1565 y 1571 por Miguel López de Legazpi. El espíritu de la Contrarreforma tuvo sus máximas expresiones artísticas en el monasterio de San Lorenzo de El Escorial (1563-1583), en cuyo diseño participó, entre otros arquitectos, Juan de Herrera, y en el pintor Doménikos Theotokópoulos, el Greco (1541-1614). Al mismo tiempo, la defensa a ultranza de los principios de la Contrarreforma provocó la censura (Índices de Libros Prohibidos) y la represión de las ideas libres que, con gran dureza, llevó a cabo la Inquisición (represión de los erasmistas, arresto del arzobispo Carranza, autos de fe de Valladolid contra los protestantes, 1559), sumiendo en el retraso y el aislamiento a la ciencia y el pensamiento españoles. Términos históricos 쐌 Califato de Córdoba. Fase de la historia de al-Ándalus, que siguió a las etapas del emirato dependiente (711756) y emirato independiente (756-929). El período se abrió cuando Abd al-Rahman III, emir desde el año 912, se proclamó califa en Córdoba (929). Abd al-Rahman III restauró la unidad del Estado islámico y estableció la hegemonía de al-Ándalus sobre toda la Península Ibérica. Promovió además el desarrollo artístico e intelectual en Córdoba y Madinat al-Zahra (Medina Azahara). Su sucesor, Al-Hakam II (961-976), fue un notable erudito y un gran protector de la cultura. Continuó la política de su padre, consolidó el centralismo de los omeyas y mantuvo la hegemonía militar de al-Ándalus sobre los reinos cristianos del norte de la Península Ibérica y en el Magreb. Tras la muerte de Al-Hakam II, los califas de Córdoba se mantuvieron en el poder de forma simbólica. Aprovechando la minoría de edad del nuevo califa, Hisham II © Oxford University Press España, S. A. En España, los canales de difusión de las ideas ilustradas fueron las academias, las instituciones científicas y de enseñanza superior y las sociedades económicas de amigos del país. Al ámbito de la Ilustración perteneció un importante grupo de intelectuales y literatos (Feijoo, Jovellanos, Cadalso, Fernández de Moratín), políticos (conde de Floridablanca) y científicos (Mutis). Las ideas ilustradas tuvieron también su reflejo en el campo del arte: el neoclasicismo. Este estilo predominó en las reformas urbanísticas llevadas a cabo en Madrid por Carlos III. 쐌 Encomienda. Institución castellana de origen medieval establecida en las Indias a partir de las Leyes de Burgos (1512) para controlar la mano de obra indígena. Consistía en la asignación de un grupo de indígenas a un encomendero, quien, a cambio de su trabajo y del pago de tributos, se comprometía a alimentarlos, cristianizarlos y respetarlos. El régimen de encomiendas provocó tales abusos que desde ciertos sectores de la Iglesia se alzaron voces de protesta, entre ellas, las del dominico andaluz y antiguo encomendero Bartolomé de las Casas. Consecuencia de dichas protestas fue la promulgación de las Leyes Nuevas (1542), que, al suprimir las encomiendas, fueron recibidas con hostilidad en las Indias; en Perú incluso estalló una revuelta armada. La Corona cedió y se llegó a una solución de compromiso reduciendo la encomienda a un tributo. Finalmente, esta fue abolida en casi toda la América española en el siglo XVIII. 쐌 Reyes Católicos. Nombre con el que son conocidos Isabel I de Castilla (1474-1504) y Fernando II de Aragón (1479-1516), cuyo matrimonio (1469) hizo posible la unión de sus reinos bajo una sola dinastía. Tras imponerse en la guerra civil castellana (1474-1479) a Juana la Beltraneja —hija de Enrique IV y esposa de Alfonso V de Portugal—, implantaron en Castilla un gobierno centralizado (consejos, secretarios, virreyes), dominaron a la nobleza y a las Cortes y reforzaron el orden interno (Santa Hermandad, 1476), así como la administración de justicia (regidores, chancillerías, audiencias). Persiguieron además la unidad peninsular (conquista de Granada, 1492) Historia de España 7 CASTILLA Y LEÓN y la uniformidad religiosa (creación de la Santa Inquisición, 1478; expulsión de los judíos y los mudéjares en 1492 y 1502-1526 respectivamente). En el ámbito de la política exterior afianzaron su posición en Italia frente a Francia, para lo recurrieron a la guerra y a una política de alianzas matrimoniales con Inglaterra, el Imperio alemán y Portugal. Completaron su política mediterránea mediante la ocupación de una serie de plazas fuertes en el norte de África para defenderse de los piratas berberiscos y del Imperio turco. En el Atlántico, se produjo la conquista de las Islas Canarias. Ante la imposibilidad de establecer una ruta de enlace con las Indias por el sur, dominada por los portugueses, apoyaron la expedición de Cristóbal Colón hacia el oeste, que dio lugar al descubrimiento de América (1492), acontecimiento que transformó en beneficio de Castilla el ámbito geográfico y las relaciones de poder que habían caracterizado a la Europa medieval. Preguntas El descubrimiento de América (octubre de 1492) se suele considerar el acontecimiento que dio paso a una nueva época: la Edad Moderna. La expansión del Imperio otomano, que culminó con la conquista de Constantinopla (1453), supuso el cierre de la ruta comercial de las especias con las Indias a través del continente asiático y aceleró la búsqueda de alternativas a través del océano Atlántico. Castilla y Portugal, los dos reinos mejor situados para acometer esta búsqueda, fueron los pioneros en las exploraciones atlánticas: ambos reinos disponían de una marina cualificada y de enclaves insulares, y habían perfeccionado la cartografía y los instrumentos de navegación (brújula, astrolabio). Portugal, no obstante, llevaba ventaja. Sus marinos habían bordeado la costa africana occidental y habían alcanzado el cabo de Buena Esperanza (1488). Castilla solo disponía de las Islas Canarias —bajo su soberanía tras el Tratado de Alcaçovas (1479)—, que fueron conquistadas entre 1483 y 1496. Este contexto explica por qué la Corona portuguesa rechazó el proyecto de buscar una ruta alternativa a las Indias por el oeste presentado por un oscuro navegante genovés, Cristóbal Colón, y en cambio sí fue aceptado por la castellana, que vio en él una oportunidad de ampliar su influencia en el Atlántico. Con financiación genovesa y, tras firmar las Capitulaciones de Santa Fe (abril de 1492), una donación de los Reyes Católicos por la que Colón era nombrado almirante, virrey y gobernador general de las tierras que descubriera, pudo este organizar su primer viaje. Colón partió de Palos (Huelva) el 3 de agosto de 1492 con tres naves —una nao, la Santa María, y dos carabelas, la Pinta y la Niña— y unos cien marinos. Tras treinta y tres días de navegación, el 12 de octubre alcanzó la isla que los nativos llamaban Guanahaní y que él denominó San Salvador (actual isla Watling, en las Bahamas). La expedición llegó a otras islas: Juana (Cuba) y La Española (Santo Domingo/Haití). Colón acababa de descubrir un nuevo mundo; sin embargo, creyó que llegaba a las Indias. © Oxford University Press España, S. A. CONVOCATORIA JUNIO 2009 Tras el primer viaje de Colón, los Reyes Católicos obtuvieron las concesiones pontificias conocidas como bulas Inter caetera (1493). Dictadas por el papa Alejandro VI, otorgaban a Castilla el dominio de las tierras descubiertas o por descubrir al oeste de una línea imaginaria, trazada en el sentido de los meridianos, a cien leguas al oeste de las islas Azores. Portugal, sin embargo, protestó ante la expansión de Castilla, y fue preciso suscribir un acuerdo castellano-portugués (Tratado de Tordesillas, 1494), que dividió el océano Atlántico: Castilla se quedó con las tierras situadas al oeste del meridiano 46° Oeste (aproximadamente), y Portugal, con las localizadas al este. Colón realizó otros tres viajes. En el segundo (25 de septiembre de 1493-11 de junio de 1496) exploró las Antillas menores, San Juan Bautista (Puerto Rico o Borinquen) y Santiago (Jamaica). En el tercer viaje (30 de mayo de 1498-20 de noviembre de 1500) descubrió la isla de Trinidad y el continente americano a la altura del Orinoco. En su cuarto y último viaje (11 de mayo de 15027 de noviembre de 1504), exploró las costas atlánticas de América central buscando algún paso que condujese a las islas de las especias. En 1513 Vasco Núñez de Balboa, tras atravesar el istmo de Canadá, descubrió el mar del Sur (océano Pacífico), confirmando así que un continente entero se interponía entre Europa y las ansiadas islas de las especias. La unión dinástica de las coronas de Castilla y Aragón se produjo como consecuencia del matrimonio de Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón. Sin embargo, la unificación de ambos reinos no significó la creación de un Estado unido y sin fronteras internas y con unas instituciones, unas leyes, una lengua y una moneda comunes. Por el contrario, Castilla y Aragón permanecieron claramente diferenciados, e incluso enfrentados, en su manera de entender la política. Isabel I era hija del rey Juan II de Castilla y hermanastra de Enrique IV (1454-1474) quien, tras el pacto de los Toros de Guisando (1468), la reconoció como heredera. Para afianzar su posición Isabel contrajo matrimonio con Fernando de Aragón (1469), lo que provocó que Enrique IV la desheredara y designara como su sucesora a su supuesta hija, Juana la Beltraneja (fruto, según los enemigos del monarca de las relaciones de la reina Juana con el favorito Beltrán de la Cueva). A la muerte de Enrique IV, Isabel I se impuso a Juana, casada con Alfonso V de Portugal, en una guerra civil (1474-1479). En esta lucha resultó fundamental el apoyo de su marido. Por la Concordia de Segovia (1475) se estableció la igualdad de ambos en el ejercicio del poder real, y este reconocimiento se extendió al reino aragonés cuando Fernando accedió al trono en 1479 tras la muerte de su padre, Juan II. La unión dinástica nació marcada por la desigualdad: Castilla ocupaba un territorio mucho mayor que el de Aragón y tenía un mayor volumen de población; además, su economía se encontraba en expansión y poseía unas instituciones más homogéneas y útiles para el ejercicio sin trabas del poder monárquico. Parecía inevitable Historia de España 8 CASTILLA Y LEÓN que la construcción de un Estado sólido se cimentara, sobre todo, en el reino castellano. Los Reyes Católicos convinieron aparecer juntos en monedas e inscripciones (primero Fernando, por ser el varón), aunque Castilla figuraba siempre en primer lugar en títulos y escudos. Acordaron, además, que, en caso de que Isabel falleciera antes, Fernando nunca sería rey de Castilla, sino que el trono lo ocuparían los hijos de ambos. De hecho así ocurrió a la muerte de Isabel en 1504: accedió al trono su hija Juana, acompañada de su marido, Felipe de Habsburgo. No obstante, la inestabilidad mental de Juana y la muerte prematura de Felipe I en 1506 permitieron a Fernando proclamarse gobernador o regente de Castilla hasta la mayoría de edad de su nieto, Carlos de Habsburgo, hijo de Juana y Felipe. Fernando incluso volvió a casarse tras la muerte de Isabel, buscando un heredero para Aragón, pero el único hijo que nació de esa unión no sobrevivió. Estas circunstancias permitieron que Carlos heredase el patrimonio familiar en su totalidad. El comienzo de la guerra entre España y Francia en 1635, en el contexto de la Guerra de los Treinta Años, fue el detonante de la crisis de 1640, año en que se iniciaron las sublevaciones de Cataluña y Portugal. La frontera pirenaica estaba amenazada y el conde duque de Olivares, valido de Felipe IV (1621-1665), pensó que podía ser una buena excusa para obligar a Cataluña a contribuir a la guerra con tropas y dinero. Además, penetraron en el territorio catalán los soldados de los tercios reales. Las protestas contra ellos se multiplicaron desde la Generalitat y el Consell (gobierno municipal) de Barcelona. En mayo de 1640 estalló una rebelión de campesinos, que atacaron a los tercios concentrados en las comarcas de Gerona. Un mes después se les unieron los segadors («segadores»), congregados en Barcelona con motivo de CONVOCATORIA JUNIO 2009 la procesión del Corpus Christi (7 de junio), quienes se apoderaron de la ciudad en los sucesos conocidos como Corpus de Sangre. Los representantes del rey, incluido el conde de Santa Coloma, virrey de Cataluña, así como parte de la oligarquía y de la aristocracia de la ciudad, fueron pasados a cuchillo. Esta rebelión de contenido social conducía inevitablemente a la guerra civil, por lo que los representantes de la Generalitat (pertenecientes a la baja nobleza, la burguesía y las oligarquías urbanas), temerosos de las represalias del rey y de la radicalización social de las masas populares, decidieron ofrecer el condado de Barcelona a Luis XIII de Francia; este nombró un virrey francés y, con sus tropas, ocupó Cataluña, que de esta forma pasó a ser un escenario más de sus enfrentamientos con los Habsburgo. Finalmente, y tras doce años de guerra, el ejército del rey Felipe IV logró entrar en Barcelona (1652), poniendo fin a la secesión. El ejemplo de Cataluña debilitó la autoridad de la Corona y alentó a Portugal a rebelarse. Además, los holandeses amenazaban las colonias portuguesas en Asia, África y Brasil. En definitiva, Portugal se sentía mal protegido por España; esta, a su vez, alegaba que era difícil defender las posesiones lusas sin una contribución económica y militar de Portugal. En 1640 se reclutaron soldados portugueses para sofocar la rebelión catalana y se intentó movilizar a la nobleza lusa liderada por el duque de Braganza. Los nobles no solo se negaron a colaborar, sino que, a su vez, se sublevaron (diciembre de 1640) y proclamaron rey al duque de Braganza con el nombre de Juan IV. La guerra (conocida en Portugal como Guerra de Restauración) se prolongó hasta 1668, año en el que la Corona española reconoció la independencia del reino portugués (Tratado de Lisboa). Opción B Tema El texto describe los rasgos fundamentales del régimen franquista, dictadura instaurada en España tras la Guerra Civil (1936-1939) que se mantuvo vigente hasta 1975. El recurso a la movilización y la existencia de un partido único emparentan al franquismo con los regímenes fascistas. Lo aleja de ellos, sin embargo, el peso político que tuvieron en él el catolicismo («intelectual orgánico del régimen») y el Ejército, que además fue clave en el mantenimiento del orden público. El peso del Ejército hace que la dictadura de Franco deba ser calificada de militar en lugar de falangista. Donde no caben matices es en la importancia que tuvo en el mantenimiento del régimen la represión, que se llevó a cabo a todos los niveles, en el ámbito político, sindical y cultural. Su grado de intensidad varió según las épocas pero siempre estuvo presente. El texto, por el tipo de lenguaje empleado, propio de las ciencias sociales, es una fuente secundaria de carácter historiográfico. © Oxford University Press España, S. A. El esquema, una fuente gráfica secundaria, también de carácter historiográfico, representa las líneas fundamentales de la evolución política del régimen franquista en sus primeros veinte años (1939-1959), que divide en dos fases: una primera marcada por la posguerra y el aislamiento del régimen (1939-1951) y una segunda fase, de consolidación y normalización en el exterior, que ocupó el resto de la década de 1950. España durante el franquismo (1939-1975) Tras el triunfo de los militares sublevados en la Guerra Civil española (1936-1939), el general Francisco Franco implantó una dictadura militar, que se mantuvo vigente hasta su muerte. Franco, que concentró en su persona el poder ejecutivo (fue jefe del Estado y del Gobierno) y el mando del Ejército y del partido único (FET y de las JONS), dirigió el país con gobiernos formados por ministros que procedían de las diferentes «familias» políticas que apoyaban el régimen (militares, falangistas, monárquicos, católicos). Se pueHistoria de España 9 CASTILLA Y LEÓN de hablar de un primer franquismo (1939-1959), representado en el esquema, y de un tardofranquismo o franquismo tardío (1959-1975). El primer franquismo El primer franquismo se divide a su vez en dos etapas, una fase de posguerra (1939-1951) y otra de normalización exterior y consolidación (1951-1959). Marca la separación entre ellas la mejora en las relaciones internacionales del régimen, que permitió el abandono progresivo de la autarquía y el aislacionismo que caracterizaron sus primeros años. 쐌 Posguerra (1939-1951). Entre 1938 y 1942, la figura más relevante del franquismo fue Ramón Serrano Súñer, quien diseñó un Estado de tinte fascista. El partido único, FET y de las JONS, aunque aportaba cierta cobertura formal al Gobierno, no llegó a convertirse en un movimiento de masas. Además de Serrano Súñer, integraron los gobiernos de esta época ministros de las distintas facciones o «familias del régimen», aunque predominaron los de origen falangista y los militares. La posición del franquismo en los primeros años de la Segunda Guerra Mundial fue de no beligerancia, aunque apoyó a la Alemania nazi y la Italia fascista. El Gobierno franquista suministró materias primas estratégicas a ambos países, cooperó en la invasión de la URSS (División Azul) y permitió los bombardeos sobre Gibraltar. España acordó su entrada en el conflicto en noviembre de 1940, tras la entrevista entre Franco y Hitler un mes antes en Hendaya (Francia); la intervención se pospuso a causa de la campaña alemana en el este de Europa. En 1942, Serrano Súñer salió del Gobierno, y Franco adoptó una postura internacional más neutral. Este cambio en la línea política no impidió que tras la victoria aliada en la Segunda Guerra Mundial la España franquista sufriera una etapa de ostracismo internacional. En febrero de 1946 se produjo el cierre de la frontera francesa y, en diciembre de ese mismo año, la ONU aprobó una resolución de condena del régimen de Franco en la que se recomendaba la retirada de embajadores. Para tratar de superar el aislamiento del régimen, Franco incrementó la influencia de los católicos en el Gobierno de España; se inició entonces una etapa de nacionalcatolicismo. Además, dotó al régimen de un entramado jurídico para legitimarlo y equipararlo, al menos en apariencia, con otros estados europeos. Entre las nuevas normas figuraban el Fuero del Trabajo (1938) y las Leyes Fundamentales: la Ley Constitutiva de las Cortes (1942), por la que se creó una asamblea consultiva formada por delegados corporativos (procuradores) que representaban a sindicatos, familias y municipios, aunque en realidad eran una prolongación de las instituciones franquistas; el Fuero de los Españoles (1945) recogía «derechos y deberes fundamentales»; la Ley de Referéndum Nacional (1945) preveía la posibilidad de realizar consultas populares mediante plebiscito o referéndum; por último, la Ley de Sucesión a la Jefatura del Estado (1947) concedía a Franco la potestad de nombrar a su sucesor, establecía que España era «un reino» e incluía la posibilidad de una restauración monárquica. © Oxford University Press España, S. A. CONVOCATORIA JUNIO 2009 En esta primera época también se aprobó una amplia legislación para respaldar una durísima represión: Ley de Responsabilidades Políticas (1939), que afectaba a todos los cargos públicos de la Segunda República; Ley para la Supresión de la Masonería y el Comunismo (1940); Ley para la Seguridad del Estado (1941), y Ley de Represión del Bandidaje y el Terrorismo (1947). El régimen de Franco llevó a cabo unos 50 000 fusilamientos, y en 1939 los presos políticos ascendían a 300 000 personas (cifra que en 1951 se redujo a una décima parte); muchas de ellas fueron condenadas a trabajos forzados en obras faraónicas como la del Valle de los Caídos. Se configuró un poderoso aparato represivo que ahogó la débil oposición en el interior y se instauró un clima social en el que predominaron los valores tradicionales y la moral católica. La oposición al franquismo en el exilio (republicanos, monárquicos) fue débil. Los republicanos estaban muy divididos, aunque lograron mantener algunas de sus instituciones. Los monárquicos estaban representados por Juan de Borbón, hijo de Alfonso XIII. Don Juan se mostró favorable a una monarquía constitucional (Manifiesto de Lausana) e intentó que Franco le cediera el poder. Sin embargo, tras la aprobación de la Ley de Sucesión (1947), se resignó a que su hijo Juan Carlos fuera educado en España bajo los principios del Movimiento, ya que esto implicaba que se convertiría en sucesor de Franco. Las guerrillas, lideradas por los comunistas y los anarquistas, mantuvieron diversos focos de resistencia armada en el interior del país a lo largo de la década de 1940. Durante este período, la destrucción ocasionada por la Guerra Civil y el desfavorable contexto internacional obligaron a los dirigentes del franquismo a adoptar una política económica de autarquía, muy dirigista y de autosuficiencia con respecto al mercado exterior. Como consecuencia, se produjo un estancamiento económico generalizado y escasez de productos básicos; adquirió gran relevancia el mercado negro o estraperlo. 쐌 Normalización exterior y consolidación (1951-1959). En la década de 1950 las relaciones diplomáticas mejoraron. La España franquista resultaba útil a Estados Unidos en su política de contención del comunismo; por eso este país restituyó su embajador en Madrid (1950). En 1953 el Gobierno español firmó una serie de pactos con Estados Unidos que supusieron la integración económica y militar de España en los planes estratégicos de la primera potencia del bloque occidental. Los acuerdos permitieron a los estadounidenses construir bases militares en Torrejón de Ardoz (Madrid), Zaragoza, Morón de la Frontera (Sevilla) y Rota (Cádiz). La culminación del acercamiento a Estados Unidos fue la visita a España del presidente Eisenhower en 1959. También en 1953 se firmó un Concordato con la Santa Sede que consagró la confesionalidad del Estado español: la religión católica era obligatoria en la escuela, el único matrimonio válido era el religioso y la Iglesia, mantenida por el Estado, estaba exenta de impuestos. El Concordato reconocía a Franco el derecho de presentar al Papa los candidatos a obispos. En Historia de España 10 CASTILLA Y LEÓN 1955 España ingresó en la ONU, pero quedó fuera de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). Los inicios de la década de 1950 también marcaron un cambio de rumbo en la política interior del franquismo. En 1951 se produjeron las primeras huelgas relevantes debido a la persistente escasez de productos básicos. Se impulsaron entonces una serie de transformaciones, favorecidas por el fin del bloqueo diplomático y la concesión de ayudas financieras, para mejorar la situación económica y eliminar progresivamente la política de autarquía. La línea política se suavizó y se incrementó aún más el peso de los católicos. En el cambio de Gobierno de 1951, Joaquín Ruiz-Giménez, reformista moderado y miembro de la ACNP, ocupó la cartera de Educación. Sin embargo, el falangista Gabriel Arias-Salgado, a cargo del Ministerio de Información y Turismo desde 1957, impuso una severa censura de prensa. En 1956 se produjeron en Madrid protestas universitarias que provocaron numerosas detenciones y el cese de los ministros Joaquín Ruiz-Giménez (Educación) y Raimundo Fernández Cuesta (Secretaría General del Movimiento). Un año después entraron en el Gobierno los ministros católicos del Opus Dei, los llamados tecnócratas, que, con el plan de estabilización de 1959, enterraron la política autárquica. En 1958 se completó la institucionalización del franquismo con la promulgación de la Ley de Principios del Movimiento Nacional. Ese mismo año España ingresó en el Fondo Monetario Internacional (FMI) y en la Organización Europea de Cooperación Económica (OECE). El franquismo tardío Al igual que el primer franquismo, el franquismo tardío también se divide en dos etapas, separadas por el año 1973. Fue este un período en el que tuvo lugar un vertiginoso y desequilibrado crecimiento económico, que provocó grandes transformaciones sociales, y aumentó la oposición al sistema. Pese a ello se mantuvo el inmovilismo institucional y la represión. 쐌 Tardofranquismo o desarrollismo (1959-1973). En los años sesenta, el régimen franquista mostró una apariencia más moderna. El peso de la «tecnocracia» aumentó, al igual que la influencia política de los partidarios de una apertura política moderada frente a falangistas y militares. Dichos sectores se agruparon en torno al almirante Carrero Blanco y se mostraron favorables a Juan Carlos de Borbón. Manuel Fraga Iribarne, ministro de Información y Turismo (1962-1969), promovió la Ley de Prensa e Imprenta (1966), aperturista, que sustituía la censura previa por multas y la suspensión de las publicaciones críticas. En 1967 se promulgó la Ley Orgánica del Estado, que diseñaba la España postfranquista. Dos años después, Juan Carlos de Borbón fue nombrado sucesor del general Franco; para ello, hubo de jurar lealtad a los principios del Movimiento. Sin embargo, junto a estos factores de estabilidad existían otros de incertidumbre. La oposición al régimen se intensificó. Creció la influencia de sindicatos ilegales como © Oxford University Press España, S. A. CONVOCATORIA JUNIO 2009 Comisiones Obreras (CC OO, 1962-1966) y la Unión Sindical Obrera (USO, 1960). A partir de 1967, las huelgas fueron cotidianas, en particular en Asturias, Vizcaya, Guipúzcoa, Barcelona y Madrid, y alcanzaron especial relevancia en el sector metalúrgico. En el ámbito universitario, estudiantes y profesores mantuvieron una situación de revuelta constante desde 1965, lo que obligó al Gobierno a declarar el estado de excepción (1969). En estas luchas tuvieron gran influencia el Partido Comunista de España (PCE) y el Frente de Liberación Popular (FLP). También aumentó la presencia de la izquierda revolucionaria y del terrorismo. El régimen recurrió una vez más a la represión. En 1963 se creó el Tribunal de Orden Público (TOP) y se produjeron ejecuciones como la del dirigente del PCE, Julián Grimau (1963). A partir de 1967 los partidarios a ultranza de Franco, civiles y militares, exigieron una vuelta a los principios de la sublevación de 1936. Este sector del franquismo temía lo que pudiera ocurrir tras la muerte del dictador, y fue denominado el «búnker», es decir, el último refugio del sistema. La división en el régimen se hizo evidente tras el estallido del escándalo Matesa en 1969, que provocó una crisis gubernamental y la formación de un gabinete formado por tecnócratas del Opus Dei y dirigido por Carrero Blanco. En política exterior se mantuvieron los acuerdos con Estados Unidos y se solicitó el ingreso en la CEE (1962), que fue denegado. Se abandonaron, asimismo, las colonias de Guinea Ecuatorial, que accedió a la independencia (1968), e Ifni, cedido a Marruecos (1969). El Sahara Occidental se conservó. En materia económica, con el Plan de Estabilización de 1959 se promulgaron una serie de medidas que inicialmente frenaron el crecimiento económico, pues con ellas se pretendía controlar la inflación. Además, se equilibró el presupuesto y las importaciones se detuvieron al devaluarse la peseta. Esta política económica supuso la instauración de una economía de mercado en España. Asimismo, facilitó las exportaciones, la entrada de turistas y la inversión extranjera. La acción de gobierno se concretó en los Planes de Desarrollo (cuatro entre 1964 y 1976), coordinados desde la Comisaría del Plan de Desarrollo por Laureano López Rodó. El eje de la actividad económica se desplazó de la agricultura a la industria y, en menor grado, a los servicios. El capital y los trabajadores afluyeron al sector industrial, que se concentró en Cataluña, Madrid y País Vasco. Creció la producción de bienes de consumo (automóviles y electrodomésticos), la industria química, la siderúrgica y la alimentaria. También crecieron la construcción y el turismo. El boom de la construcción estuvo vinculado al éxodo masivo del campo a las ciudades, que incrementó la demanda y provocó la especulación y un crecimiento urbanístico caótico. El turismo revolucionó la costa mediterránea e impulsó el sector servicios y la actividad inmobiliaria. Sin embargo, el crecimiento económico presentó deficiencias importantes: dependencia de la coyuntura exterior, desequilibrios regionales e inexistencia de una reforma fiscal. Historia de España 11 CASTILLA Y LEÓN El desarrollo económico también provocó cambios profundos en la sociedad. Aumentó el peso de las clases medias urbanas y de los obreros industriales. Al mismo tiempo, la población española experimentó uno de los mayores crecimientos vegetativos de toda su historia. Los años más prósperos (1956-1967) son conocidos como los del baby-boom. Por otra parte, el impacto de la expansión económica, la apertura al exterior, el aumento del nivel de vida y el incipiente desarrollo de la sociedad de consumo en la modernización de la mentalidad de los españoles fue muy grande. 쐌 La agonía del régimen (1973-1975). Tras el asesinato de Carrero Blanco por ETA (1973), Franco nombró presidente del Gobierno a Carlos Arias Navarro, representante de la «línea dura» del franquismo. El nuevo Gobierno fue incapaz de conciliar unos propósitos aperturistas teóricos con una represión práctica. La oposición al régimen siguió creciendo y se articularon organizaciones en torno al PCE (Junta Democrática, 1974) y al PSOE (Plataforma de Convergencia Democrática, 1975). Los últimos actos de represión de la dictadura provocaron escándalo en el ámbito internacional y sirvieron para difundir la propaganda antifranquista. Así sucedió con el proceso 1001, en el que se juzgó a dirigentes de CC OO (1973), con la ejecución del anarquista Salvador Puig Antich (1974) y con las últimas ejecuciones realizadas durante el franquismo, que tuvieron lugar en septiembre de 1975. A finales de ese año, el Gobierno tuvo que hacer frente a la Marcha Verde, impulsada por el rey de Marruecos, Hassan II, en la que invitó a miles de marroquíes a invadir el Sahara español. El gobierno franquista decidió abandonar la colonia, cediéndola a Marruecos y a Mauritana (Acuerdo de Madrid de noviembre de 1975). Franco murió el 20 de noviembre de 1975, y con él se extinguió su régimen. Su sucesor, Juan Carlos I, inició su reinado dando los pasos necesarios para instaurar un régimen democrático en el país. Términos históricos 쐌 Anarquismo. Doctrina y movimiento político que propugnan la desaparición del Estado y de todo poder. Como movimiento, surgió en la segunda mitad del siglo XIX como consecuencia de la división entre los socialistas seguidores de Karl Marx y de Mikhail Bakunin en el seno de la Asociación Internacional de Trabajadores (AIT) o I Internacional, constituida en 1864. Los anarquistas o bakuninistas eran partidarios de la acción directa mediante la convocatoria de huelgas y la creación de sociedades de resistencia, mientras que los marxistas fueron más proclives la acción política. En España, el anarquismo, introducido por el bakuninista Giuseppe Fanelli, tuvo una gran implantación, especialmente en Cataluña y Andalucía. En 1870 los bakuninistas constituyeron la Federación Regional Española (FRE). Prohibida cuatro años después, resurgió en 1881 con el nombre de Federación de Trabajadores de la Región Española (FTRE) y logró mantenerse vigente hasta 1888 © Oxford University Press España, S. A. CONVOCATORIA JUNIO 2009 cuando, debido a las disputas internas y a la represión, se extinguió. El anarquismo se dividió entre los partidarios de la acción violenta y los defensores de planteamientos más moderados. Los primeros llevaron a cabo acciones violentas en Andalucía (actividades de la Mano Negra en la década de 1880) y Cataluña (atentados en el Teatro del Liceo, 1893, y durante la procesión del Corpus Christi, 1896, ambos en Barcelona). En 1897, el entonces presidente del Gobierno Antonio Cánovas fue asesinado por un anarquista italiano. Del fermento de descontento obrero a principios del siglo XX, surgió en Cataluña Solidaridad Obrera (1907), que en 1910 pasó a convertirse en un organismo sindical nacional, la Confederación Nacional del Trabajo (CNT), anarcosindicalista y partidaria del comunismo libertario. Esta organización dominó el movimiento anarquista en España durante los treinta años siguientes. Participó en la huelga general de 1917, sostuvo un sangriento pulso con el Gobierno y los patronos en Barcelona (1918-1923) e impulsó el llamado Trienio Bolchevique en Andalucía (1918-1920). Proscrita durante la Dictadura de Primo de Rivera, en la Segunda República estalló en el seno de la organización la división entre los partidarios de adaptarse al nuevo régimen y quienes se integraron en la Federación Anarquista Ibérica, que eran defensores de la vía insurreccional. Al estallar la Guerra Civil, la CNT entró a formar parte de los gobiernos de la Generalitat en septiembre de 1936 y de la República dos meses después. Partidaria de simultanear la guerra y la revolución, impulsó las colectivizaciones en Aragón y se hizo con el control de algunas instituciones del Estado. Tras su enfrentamiento con la Generalitat (sucesos de Barcelona, mayo de 1937), fue apartada del Gobierno y perdió influencia en la política republicana. Tras la restauración de la democracia en 1977, la CNT fue legalizada pero no recuperó su antigua pujanza. 쐌 Concordato. Convenio entre un Estado y la Santa Sede por el cual se regulan las relaciones de dicho Estado con la Iglesia católica. Aunque durante la Baja Edad Media y en la Edad Moderna se habían dado acuerdos entre el papado y los monarcas hispánicos, los primeros concordatos en la historia de España se firmaron en el siglo XVIII. En esa época, los Borbones trataron de aumentar el control sobre la Iglesia a través del patronato regio, o el derecho a nombrar obispos y otras dignidades eclesiásticas, y el exequátur, que suponía la revisión de las bulas papales por parte del monarca antes de su aplicación. Clemente XI había apoyado al archiduque Carlos durante la Guerra de Sucesión, lo que deterioró de manera considerable sus relaciones con Felipe V (1700-1724 y 17241746). En 1737, Clemente XII logró que estas se normalizaran mediante la firma del primer Concordato en la historia de España. El acuerdo reguló una serie de cuestiones (derecho de asilo, reducción del número de eclesiásticos, moderación en el recurso a las excomuniones) pero fue ambiguo en lo referente a la participación de la Corona en los beneficios eclesiásticos y la cuestión del Historia de España 12 CASTILLA Y LEÓN patronato regio. Por esta razón, durante el reinado de su sucesor, Fernando VI (1746-1759), se estableció un nuevo Concordato (1753), que amplió el patronato regio y aumentó la participación de la Corona en los beneficios eclesiásticos, aunque la Santa Sede se reservó importantes atribuciones. El Concordato de 1753 se mantuvo vigente hasta que la Constitución de 1812 y los forcejeos entre Fernando VII y los liberales hicieron que perdiera parte de su vigencia. Durante la minoría de edad de Isabel II (1833-1843), las relaciones de la Santa Sede con el naciente Estado liberal español quedaron destruidas como consecuencia de la desamortización general del entonces ministro de Hacienda Juan Álvarez Mendizábal (1836-1837) y otras medidas que atentaban contra los intereses de la Iglesia (abolición del diezmo). Cuando los moderados llegaron al poder (1844) se fijaron entre sus objetivos restaurar las relaciones con el Papado. Establecieron el catolicismo como religión oficial del Estado en la Constitución de 1845 y suspendieron la venta de bienes nacionales (propiedades del clero que habían sido desamortizadas). Finalmente, en 1851 firmaron con la Santa Sede un Concordato, por el cual el Estado español se comprometía a destinar una parte de su presupuesto (dotación del culto y clero) para hacer frente a los gastos eclesiásticos. Con esta medida se compensaba a la Iglesia de la pérdida de bienes desamortizados y subastados. El Concordato quedó suspendido temporalmente durante el Sexenio Democrático (1868-1874) y definitivamente con la proclamación de la Segunda República (19311939). Tras su victoria en la Guerra Civil (1936-1939), Franco inició una aproximación al Estado Vaticano buscando la firma de un nuevo Concordato, pero en la Santa Sede se desconfiaba de la continuidad de un régimen rechazado por la comunidad internacional y extraordinariamente duro en su línea política. Finalmente, cuando el Estado español normalizó sus relaciones diplomáticas, se estableció un Concordato con la Santa sede en agosto de 1953. El Concordato consagró el dominio de la Iglesia católica sobre la sociedad española: se declaró la confesionalidad del Estado español, la obligatoriedad de la religión católica en la escuela, la validez exclusiva del matrimonio religioso y el mantenimiento de la Iglesia por el Estado, además de su exención de impuestos. A Franco se le reconocía el derecho de presentar al Papa los candidatos a obispos. Tras la instauración de la democracia en España el Concordato perdió toda su vigencia. La Constitución de 1978 estableció la no confesionalidad del Estado, aunque abrió cauces para la protección de las creencias religiosas existentes en la sociedad española y su promoción a través de la educación. 쐌 Alfonso XIII. Rey de España (1886-1941). Hijo póstumo de Alfonso XII (1857-1885), durante su minoría de edad, su madre, María Cristina de Habsburgo-Lorena, ocupó la regencia (1885-1902). Con dieciséis años accedió a la mayoría de edad y dio comienzo a su reinado, marcado por el desastre de 1898 y el impulso regeneracionista © Oxford University Press España, S. A. CONVOCATORIA JUNIO 2009 encarnado en los conservadores Francisco Silvela, (1899-1900, 1902-1903) y Antonio Maura (1903-1904; 1907-1909), y el liberal José Canalejas (1910-1912). Sin embargo, desde 1913 la división interna se adueñó de los partidos dinásticos. Aunque el país se mantuvo neutral en la Primera Guerra Mundial, a lo largo del reinado de Alfonso XIII se sucedieron numerosas crisis, algunas muy graves: la Semana Trágica (1909), los conflictos de 1917 (Juntas de Defensa, Asamblea de Parlamentarios, huelga general), el grave conflicto social de 1918-1923 y el desastre de Annual (1921) en la Guerra de Marruecos. Finalmente, un general, Miguel Primo de Rivera, dio un golpe de Estado en septiembre de 1923 —que Alfonso XIII aceptó— y estableció un régimen dictatorial. La incapacidad del dictador para establecer un nuevo sistema político convirtió su etapa de gobierno en un mero paréntesis. Tras la dimisión de Primo de Rivera en 1930, Alfonso XIII confió el poder a otro general, Dámaso Berenguer, quien intentó retornar a la normalidad constitucional de 1876 frente a una oposición creciente. En enero de 1931, Berenguer fue reemplazado por el almirante Juan Bautista Aznar, quien formó un Gobierno monárquico de concentración compuesto por políticos que aún respaldaban a Alfonso XIII. El nuevo ejecutivo anunció la convocatoria de elecciones, primero municipales y después a Cortes constituyentes, y se comprometió a conceder la autonomía a Cataluña. Por su parte, los partidos republicanos firmaron el Pacto de San Sebastián (agosto de 1930), por el que se comprometían a llevar a cabo una insurrección que instaurara la República (la fracasada sublevación de Jaca, en diciembre de 1930) y crearon un comité revolucionario, en realidad, un Gobierno provisional clandestino. El 12 de abril de 1931 se celebraron elecciones municipales. Los partidos firmantes del Pacto de San Sebastián vencieron en las grandes ciudades, donde los votos expresaban realmente el estado de la opinión pública. El rey, falto de apoyos, partió al exilio el 14 de abril; ese mismo día se proclamó la Segunda República española. 쐌 Adolfo Suárez. Político español (1932). Licenciado en derecho, inició su carrera política en la Secretaría General del Movimiento y, posteriormente, ocupó los cargos de gobernador civil de Segovia y director general de Radio y Televisión. Fue elegido ministro Secretario General del Movimiento en el primer Gobierno de la Monarquía (diciembre de 1975-julio de 1976), encabezado por Carlos Arias Navarro. Tras la dimisión de este, Juan Carlos I le nombró presidente del Gobierno, cargo desde el que impulsó la Ley para la Reforma Política, aprobada en noviembre de 1976 por las Cortes y que supuso el desmantelamiento del sistema político franquista. En los meses siguientes procedió a la legalización de los partidos políticos, incluida la del Partido Comunista de España —que provocó numerosas protestas y dimisiones en el Ejército—. Al mismo tiempo, logró la unión de diferentes fuerzas políticas conservadoras y de centro en la Unión de Centro Democrático (UCD), de la que se convirtió en líder. Historia de España 13 CASTILLA Y LEÓN En junio de 1977 se celebraron elecciones democráticas. En ellas logró la victoria UCD, aunque sin mayoría absoluta, y Suárez se mantuvo en la presidencia del Gobierno. Durante su mandato (1977-1979), impulsó una política de acuerdos que se centraron en la lucha contra la crisis económica (Pactos de la Moncloa, octubre de 1977), la formación del Estado de las Autonomías (restablecimiento de la Generalitat de Cataluña, septiembre de 1977) y la aprobación de una nueva Constitución democrática. Promulgada esta en diciembre de 1978, se procedió a convocar nuevas elecciones generales (marzo de 1979), que otorgaron una nueva mayoría relativa a UCD. Durante su segundo mandato (1979-1981), Suárez se vio sometido a un fuerte desgaste personal como consecuencia de la división en UCD, el terrorismo, el descontento en el Ejército y la intensificación de las críticas de la oposición encabezada por el PSOE. Finalmente, dimitió en enero de 1981, pocas semanas antes del frustrado golpe militar del 23 de febrero. Posteriormente, abandonó UCD para formar un nuevo partido, el Centro Democrático y Social (CDS), en representación del cual fue elegido diputado en las elecciones generales de 1982, 1986 y 1989. Tras la derrota del CDS en los comicios autonómicos y municipales de 1991, abandonó la vida política. Preguntas Precedió al golpe de Estado de 1936 una conspiración militar que se aceleró tras la victoria del Frente Popular en las elecciones celebradas en febrero de ese mismo año. En ella colaboraron, además de importantes sectores del Ejército, elementos civiles (monárquicos alfonsinos, carlistas, falangistas). El estratega de la operación fue el general Emilio Mola, destinado en Pamplona. El general José Sanjurjo era la personalidad designada para presidir un directorio militar que se crearía tras el golpe; pero Sanjurjo falleció el 20 de julio, cuando el avión que debía transportarlo desde Cascaes (Portugal) a Burgos se estrelló durante el despegue. El también general Francisco Franco, futuro caudillo de España, no se incorporó a la conspiración hasta el último momento. La sublevación comenzó el 17 de julio de 1936 en Marruecos, donde se encontraba la mayor y mejor preparada guarnición del Ejército español. Estaba formada por cerca de 50 000 hombres: los legionarios (el Tercio) y las tropas indígenas. Franco, tras controlar la situación en Canarias, se trasladó a Marruecos, donde llegó el 19 de julio, y se puso al frente de la rebelión en esa zona. El 18 de julio, Mola decretó el estado de guerra e inició el levantamiento en la Península. Pocas horas después, el general Gonzalo Queipo de Llano sublevó la guarnición de Sevilla al grito de «¡Viva la República!»; a lo largo del día se aseguró el control de la franja de territorio situada entre Jerez de la Frontera (que hacía posible el enlace de Sevilla con la costa), Cádiz y Algeciras (imprescindibles para el desembarco de las tropas procedentes del norte de África). Asimismo, los sublevados tomaron el control de puntos aislados de Andalucía (Córdoba, © Oxford University Press España, S. A. CONVOCATORIA JUNIO 2009 Granada, entre el 20 y el 24 de julio); el resto del territorio andaluz siguió en poder de los republicanos, aunque en los días siguientes estos apenas pudieron organizar acciones de respuesta. La tarde del 18 de julio los militares sublevados se hicieron con el control de Burgos y a las once de la noche de ese mismo día el general Cabanellas, al mando en Zaragoza, dio signos inequívocos de sumarse a la rebelión. El presidente del Gobierno, Santiago Casares Quiroga, dimitió y el presidente de la República, Manuel Azaña, encomendó a Diego Martínez Barrio la formación de un Gobierno de conciliación con los rebeldes, encargo en el que no tuvo éxito. El 19 de julio el general Andrés Saliquet declaró el estado de guerra en Valladolid y se incorporó al levantamiento, al que se sumaron Zamora, Salamanca, Ávila, Segovia y Cáceres. También se inició el alzamiento en Vitoria y en diferentes guarniciones de Galicia. El coronel Antonio Aranda sublevó Oviedo y se hizo fuerte en la ciudad; resistiría un duro asedio hasta octubre de 1936, cuando llegaron las primeras columnas de apoyo procedentes de Galicia. En Palma, el general Manuel Goded se levantó contra el Gobierno y, tras asegurar la situación, voló a Barcelona, donde la sublevación militar fue sofocada por las milicias de la CNT y las fuerzas leales al Gobierno en una sangrienta lucha en las calles de la ciudad. En Madrid, mientras tanto, formó Gobierno José Giral, quien decidió la entrega de armas a las milicias obreras. A lo largo del día se produjeron algunos movimientos militares en la capital de España (Carabanchel y Getafe); finalmente, el general Joaquín Fanjul se atrincheró en el Cuartel de la Montaña y declaró el estado de guerra. El 20 de julio se controlaron los focos de sublevación en Madrid y una multitud acompañada de guardias de asalto tomó el Cuartel de la Montaña. En Valencia, Albacete y Murcia el Gobierno pudo controlar la situación durante los días siguientes. El 19 de julio la flota republicana inició el bloqueo del estrecho. Franco realizó gestiones para recabar ayuda de la Alemania nazi y la Italia fascista. En los días siguientes llegaron los primeros aviones italianos y alemanes que permitieron a Franco iniciar el traslado del ejército de África a la Península. Al mismo tiempo, Mola envió columnas hacia Madrid que fueron detenidas en la Sierra de Guadarrama por tropas leales a la República y milicianos llegados de Madrid (20-25 de julio). El 1 de agosto, una vez transportado el ejército de África, Franco ordenó el avance hacia el norte a través de Extremadura y la progresiva ocupación de Andalucía. Asentadas las posiciones, los sublevados controlaban, además de las Islas Canarias, Palma de Mallorca e Ibiza, dos áreas separadas: por un lado, ambas costas frente al estrecho de Gibraltar, y por otro, Galicia-Castilla y LeónNavarra. A excepción de Zaragoza y Sevilla, eran zonas con escasa población y de economía rural. La mayor parte del Ejército, sobre todo los oficiales, se sumaron al golpe. Solo en Navarra, gracias a los carlistas, hubo un masivo apoyo popular al golpe de Estado. Historia de España 14 CASTILLA Y LEÓN La zona leal al Gobierno quedó también dividida en dos: la cornisa cantábrica y el País Vasco (excepto Álava), por un lado, y Madrid, Cataluña, Valencia, Castilla-La Mancha, parte de Extremadura, Málaga y Murcia, por otro. La sublevación fracasó en la mayoría de las grandes ciudades y núcleos industriales. También se mantuvieron fieles al Gobierno republicano los guardias de asalto, algunas unidades militares aisladas y la Guardia Civil, así como la mayor parte de la flota naval y la aviación. La actitud de la UGT y la CNT en aquellos lugares donde pudieron obtener armamento fue decisiva para el triunfo de las fuerzas republicanas, como lo fue el respaldo del PNV al Gobierno republicano en el País Vasco. Se inició entonces la llamada guerra de columnas (julionoviembre de 1936). Las tropas rebeldes, mejor preparadas, tomaron la iniciativa. A lo largo de agosto llevaron a cabo un rápido avance hacia Madrid que les condujo a Cáceres (15 de agosto), uniendo así las dos zonas de la Península que controlaban los sublevados. Prosiguieron su avance a Madrid y el 27 de agosto, aviones Junker alemanes realizaron los primeros bombardeos sobre la ciudad. Después de frenar su marcha para liberar Toledo (27 de septiembre), el ejército franquista prosiguió su avance hacia la capital de España. En el norte, las tropas de Mola tomaron Irún (5 de septiembre) y San Sebastián (13 de septiembre). En el frente político, en septiembre el socialista Francisco Largo Caballero formó un Gobierno que agrupaba a republicanos moderados, Esquerra Republicana, PNV, PSOE, UGT y PCE. Franco, por su parte, alcanzó la primacía entre los generales insurrectos (fue proclamado Generalísimo y jefe del Estado y del Gobierno el 1 de octubre de 1936). En los primeros días de noviembre se produjeron los primeros ataques sobre Madrid. Los militares sublevados habían previsto un golpe de Estado breve que durase horas o días. Sin embargo, se había iniciado una larga guerra civil que se prolongó hasta abril de 1939. Para la elaboración de la Constitución de 1978 se tomaron como modelo la española de 1931 y otras leyes fundamentales europeas, como la de la República Federal de Alemania. La Constitución de 1978 fue fruto de un amplio consenso político entre fuerzas de izquierda y derecha. Esto la diferencia en gran medida de las constituciones del siglo XIX y, sobre todo, de la de 1931 (la derecha de la época la consideró excesivamente progresista, democrática y laica, y se sintió marginada del proceso constituyente). En algunos aspectos (como en el de las autonomías), la Constitución de 1978 resulta imprecisa. Sin embargo, este rasgo le ha conferido a la vez flexibilidad para adaptarse a gobiernos de distinto signo político y ha permitido insertar los nacionalismos periféricos en el sistema democrático. El nuevo texto constitucional se fundamentó en el consenso: una comisión o ponencia formada por siete miembros redactó un anteproyecto que se debatió en las Cortes (mayo-octubre de 1978). La Constitución fue © Oxford University Press España, S. A. CONVOCATORIA JUNIO 2009 aprobada en referéndum el 6 de diciembre y promulgada el 29 de diciembre de 1978. El texto constitucional contiene los siguientes principios: 쐌 España es un Estado democrático y no confesional. 쐌 La soberanía nacional reside en el pueblo español. 쐌 La forma de Estado es la monarquía parlamentaria. 쐌 La unidad de España es compatible con la pluralidad nacional. Además declara que el Estado español es unitario, es decir, no es federal pero tampoco centralista, sino autonómico, y que el castellano es la lengua oficial del Estado, aunque el resto de las lenguas existentes en España son también oficiales en sus respectivas comunidades autónomas. La Constitución de 1978 establece que el rey es el jefe del Estado. Aunque sanciona y promulga las leyes, disuelve las Cortes y convoca las elecciones, está al margen del debate político. Es inviolable y no está sujeto a responsabilidad. El monarca también tiene el mando supremo de las Fuerzas Armadas. En la sucesión a la jefatura del Estado se favorece al varón sobre la mujer, lo que convierte al tercer hijo de don Juan Carlos, Felipe de Borbón y Grecia, en el heredero al trono. El poder legislativo reside en dos cámaras elegidas por sufragio universal: el Congreso de los Diputados y el Senado. El Congreso tiene mayor peso en la aprobación de las leyes, mientras que el Senado prácticamente se limita a refrendarlas. El poder ejecutivo reside en el Gobierno, que dirige la política interior y exterior y depende, para su permanencia, de la confianza del legislativo. El poder judicial corresponde a los juzgados y tribunales; en la cúspide del sistema judicial español se encuentra el Tribunal Supremo. En la Constitución también se recoge una declaración de derechos y libertades muy avanzada. Como novedad respecto a constituciones españolas anteriores, la actual incluye numerosos derechos de carácter social y económico. También establece un Tribunal Constitucional para la defensa y resolución de los derechos individuales y el arbitraje en conflictos de competencias entre las instituciones del Estado y las de las Comunidades Autónomas. El Tribunal decide si las leyes españolas son acordes o no con la Constitución de 1978. En la Carta Magna también se establece la figura del Defensor del Pueblo para salvaguardar los derechos fundamentales de los ciudadanos. Respecto a la no confesionalidad del Estado, la Constitución española es muy moderada, ya que abre cauces para la protección estatal de las creencias religiosas y su promoción a través de la educación. Cuando se redactó el texto en 1978, se pensó en proteger la religión mayoritaria, la católica, para evitar la polémica religiosa que caracterizó a la Segunda República. La protección se amplía, sin embargo, a otras confesiones religiosas existentes en la sociedad española, por lo que el Estado se Historia de España 15 CASTILLA Y LEÓN compromete a garantizar el derecho de los ciudadanos a la formación religiosa y moral. Se denomina Edad de Plata de la cultura española el período comprendido entre el final del siglo XIX (1898) y 1936. El número y la categoría de artistas, escritores, filósofos, ensayistas, periodistas y, muy especialmente, científicos, además de la existencia de un público mucho más ávido de lecturas y conocimiento, hicieron posible una de las épocas de mayor esplendor de la vida cultural española. Para ello, fue preciso que se dieran una serie de condiciones: 쐌 El fortalecimiento de un Estado nacional, que evolucionó progresivamente hacia una democratización real y al desarrollo de una sociedad de masas. Esto supuso un grado de libertad de pensamiento hasta entonces desconocido en España. 쐌 La presencia de una herencia regeneracionista, que dio gran importancia a la educación, la cultura y la investigación científica. La entidad pionera fue la Institución Libre de Enseñanza. Junto a ella surgieron también el Instituto de Reformas Sociales (1903-1924), la Junta para la Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas (1907), el Institut d’Estudis Catalans (1907) y la Residencia de Estudiantes (1910). 쐌 La creación de un vasto mercado para la prensa y el libro como consecuencia del crecimiento de los índices de alfabetización y escolarización. Las empresas editoriales conocieron una gran expansión. Madrid y Barcelona se consolidaron como grandes centros de creación cultural. En este contexto se sucedieron tres generaciones de extraordinarios pensadores y artistas que ejercieron una labor de magisterio sobre la sociedad española. Se trata de la generación de fin de siglo (modernistas y generación del 98), la generación del 14 y la generación del 27: 쐌 La generación de fin de siglo, integrada por escritores, artistas y científicos nacidos en torno a 1870, se hizo eco del malestar social y existencial del final del siglo XIX. Agrupó dos tendencias estéticas: el modernismo y la generación del 98. El grupo de escritores que constituyó la Generación del 98, cuyo precursor fue Ángel Ganivet (Idearium español, 1897), se caracterizó por su pesimismo existencial y estuvo influido por el irracio- © Oxford University Press España, S. A. CONVOCATORIA JUNIO 2009 nalismo de Schopenhauer, Bergson y Nietzsche. Frente a la tendencia a la evasión de los modernistas, manifestaron una actitud crítica con su tiempo. Obsesionados con Castilla y la simbología del Quijote, abogaron por la recuperación del espíritu español al margen de Europa o incluso frente a ella. En esta generación destacaron filósofos (Unamuno), escritores (Baroja, Azorín), dramaturgos (Benavente, ValleInclán) o poetas (Antonio Machado). En el campo de las artes alcanzaron notoriedad Gaudí (arquitectura), Zuloaga y Rusiñol (pintura) y Albéniz, Granados y Falla (música). También hubo un desarrollo importante en el ámbito de los estudios científicos, con Ramón y Cajal (biología y medicina), premio Nobel en 1905, o Menéndez Pidal, Altamira y Asín Palacios en el de las ciencias sociales. 쐌 Los miembros de la generación del 14 abrieron España a las vanguardias, a la ciencia moderna y a la integración con el resto de Europa (a la que admiraban y creían que debía imitarse). Entre sus filósofos y escritores destacaron Ortega y Gasset, d’Ors, Gómez de la Serna, Pérez de Ayala, Juan Ramón Jiménez o Rodríguez Castelao. En el campo de las artes lo hicieron Picasso y Turina, mientras que en el de la ciencia fueron representantes destacados Rey Pastor (matemáticas), Cabrera y Terradas (física), Negrín (biología y medicina) y Castro y Sánchez Albornoz (ciencias sociales). 쐌 Por último, la generación de intelectuales y artistas de las décadas de 1920 y 1930 constituyó un grupo de jóvenes que creció en un ambiente europeísta y se benefició de la libertad política. Acostumbrados al lenguaje de las vanguardias, difundieron el surrealismo y optaron por el cambio, la modernidad y la democracia. En este grupo destacaron los poetas de la generación del 27 (García Lorca, Alberti, Guillén, Aleixandre, Salinas, Cernuda). Entre los novelistas alcanzaron notoriedad Sender, Barea y Aub, y en el campo de las artes, Dalí (pintura), Buñuel (cine) y Halffter (música). Entre los científicos ocuparon un lugar destacado Severo Ochoa (biología y medicina), premio Nobel en 1959, y Francisco Grande Covián. El fin de la democracia en España, la Guerra Civil y el franquismo supusieron la quiebra de esta época de esplendor cultural y pusieron fin al magisterio de tres generaciones. Historia de España 16