Apuntes sobre psicología social y grupos*

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APUNTES SOBRE PSICOLOGÍA SOCIAL Y GRUPOS
Apuntes sobre psicología social y grupos*
Maricela Adriana Soto Martínez
RESUMEN. El grupo es un espacio indispensable para la comprensión de los procesos colecti-
vos; es justamente a través del dispositivo grupal que se pueden elucidar algunos de los
elementos que dan forma a los modos de constitución y organización de la subjetividad. Desde
esta perspectiva, el grupo aparece como un campo de articulación entre las estructuras
psíquicas y las sociales. Es importante señalar que el grupo no debe ser entendido como una
sumatoria de los individuos que lo componen, sino como una dinámica de relaciones en
permanente creación. De esta manera, el grupo es una unidad de análisis. En este escrito
trataremos de desarrollar algunas notas en torno de la psicología social, posteriormente
mencionaremos algunos de los referentes teóricos que nos han servido de sustento para
plantear al grupo como un campo de relaciones en el que se producen y crean significaciones
sociales imaginarias.
EN LA PSICOLOGÍA SOCIAL, como en otras ciencias sociales, pueden reconocerse
básicamente dos líneas de orden epistemológico y teórico que han ido definiendo los
caminos de la investigación e intervención psicológica.
Por un lado, aparecen las vertientes positivistas que plantean una realidad social
independiente de los sujetos, donde las leyes de los hechos sociales se dan sin tener
en cuenta la voluntad y acción de las personas. Desde esta perspectiva, la psicología
trata de conocer y explicar esas leyes, hechos o factores objetivos que actúan sobre
el comportamiento de las personas. Así, la psicología en su vertiente más
funcionalista y conductista, abordará temáticas tales como el liderazgo, la influencia
social, la motivación, la voluntad, etcétera. La experimentación —en busca de la
objetividad, rigurosidad y validez— es para esta psicología académica el método
privilegiado.
A reserva de una reflexión más profunda, podríamos señalar, por el momento, el
carácter conservador de la psicología social afiliada a estos principios. Empeñada en
cancelar las posibilidades de creación de los sujetos, la psicología social académica
* Este trabajo forma parte del proyecto “Memoria y futuro. Organizaciones sociales y civiles como
fuerzas instituyentes de la sociedad mexicana” y tiene una enorme deuda con los aportes de la psicología
social de intervención.
ANUARIO 2002 • UAM-X • MÉXICO • 2003 • PP. 191-200
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parece ofertarse como campo de predicción y control de la conducta; avalada por sus
instrumentos técnicos, fue conformándose como un campo de saber al servicio del
orden social establecido.
Por otro lado, vamos a encontrar posturas más fenomenológicas que rescatan la
perspectiva del actor social. En este campo las interrogantes no están dirigidas a los
hechos sociales entendidos como cosas, sino a los sujetos directamente involucrados
con determinadas situaciones o condiciones. ¿Cómo fabrican su mundo los sujetos?,
¿qué sentido otorgan al contexto que les rodea?, ¿cómo construyen y significan sus
relaciones?, son algunos de los intereses que se desprenden de esta perspectiva.
De alguna manera, esta tradición sustentará los planteamientos críticos de la
psicología social. El reconocimiento en los procesos colectivos de la dimensión
simbólica, de lo histórico social, de la elaboración de proyectos y demás elementos
que constituyen las formas subjetivas de la colectividad, llevará a plantear
interesantes reflexiones en torno de los modos en que los sujetos crean y recrean su
mundo. Desde esta perspectiva los sujetos no están determinados ni condicionados
por el contexto social que les rodea. Por el contrario, los sujetos son capaces de
transformar su mundo, cuestionar sus instituciones y construir su realidad social;
de esta manera, la psicología social, en una fuerte crítica a las posturas naturalistas
o deterministas, se insertará como un campo disciplinario desde el cual se puede
pensar en la transformación de la sociedad.
Partimos de una posición ante el quehacer de la psicología social que contempla
lo social como un proceso en constante cambio; que supone al sujeto como
producto de ese proceso pero también como posible agente de transformación;
esto es, que considera una relación dialéctica entre los sujetos y el medio social
(incluyendo éste los aspectos económicos, políticos, culturales, históricos,
etcétera) [Vilar, 1990:100].1
Las reflexiones en torno de los proyectos de la psicología social no son nada
desdeñables si pensamos en las condiciones actuales de nuestra sociedad. El para qué
de nuestro quehacer como psicólogos sociales nos lleva efectivamente a plantearnos
la interrogante sobre nuestro objeto de estudio. El individualismo aparece como una
de las características más fuertes de la modernidad y el llamado “fin de las ideologías”
parece haber finiquitado la producción de proyectos y el pensamiento utópico. Esta
atomización, dice Hugo Zemelman, no es espontánea, es provocada, pues hay políticas
1
Algunos planteamientos de esta postura en la que el sujeto ocupa un lugar relevante, han sido desarrollados
por la psicología social construccionista y por la llamada psicología social comunitaria; destacan también la
denominada por Bauleo como psicología social analítica y los trabajos de la psicología social planteada por
Enrique Pichon-Rivière.
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deliberadas en este sentido; una de ellas, señala, son los medios de información o
comunicación con su exacerbación del receptor individual, privado y aislado.
[...] mecanismos de socavamiento solapado de lo que podríamos llamar proyectos
colectivos; ahora vale lo individual, se vincula lo individual con vida privada, con
privacidad, se vincula rápidamente con calidad de vida, por lo tanto se puede
llegar a vincular con indiferencia, con apatía, con transferencia de responsabilidades
[1995:6].
En este sentido, podríamos preguntarnos, ¿qué queda para la psicología social?
Es posible que tenga que confinarse también al campo de lo individual o es posible
que pretenda promover espacios colectivos. Sin embargo, parece que la psicología
social está obligada a escuchar con más cuidado el panorama de la realidad. En una
suerte de paradoja, la atomización de la sociedad actual se ha visto acompañada,
desde algunas décadas, por la emergencia de nuevos actores sociales en defensa de
sus derechos; las luchas por la autonomía y autogestión han ido planteado nuevas
demandas de conocimiento para nuestra disciplina.
Uno de los elementos centrales para la comprensión de estos procesos colectivos
es justamente el campo de lo grupal; éste nos permite elucidar algunos de los elementos
que dan forma a los modos de constitución y organización de la subjetividad. Desde
nuestra perspectiva, el grupo es un campo de articulación entre las estructuras
psíquicas y las estructuras sociales; el grupo aparece como un espacio de permanente
producción de significaciones sociales imaginarias; esto es, campo de relaciones y
campo discursivo en el que se manifiestan los modos en que los colectivos dan sentido
a su contexto y se significan a sí mismos. Es importante señalar que el grupo no debe
ser entendido como una sumatoria de los individuos que lo componen, sino como
una dinámica de relaciones en permanente creación. De esta manera el grupo es una
unidad de análisis.
Sobre lo grupal
El trabajo con grupos no debe ser reducido sólo a una técnica aplicada a un conjunto
de individuos. Como se ha señalado, el grupo es un objeto de estudio privilegiado
para tratar de elucidar algunos elementos de los fenómenos colectivos y las formas
colectivas de la subjetividad.
Cornelius Castoriadis ha expuesto sus tesis en torno del imaginario social,
imaginario efectivo e imaginario radical, a partir de los cuales se crea y se significa la
institución de la sociedad. La historia, dice Castoriadis:
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[...] es imposible e inconcebible fuera de la imaginación productiva o creadora,
fuera de lo que llamamos el imaginario radical tal como se manifiesta a la vez e
indisolublemente en el hacer histórico y en la constitución, anteriormente a cualquier
racionalidad explícita, de un universo de significaciones. Si incluye la dimensión
que los filósofos idealistas denominaron libertad, y que sería más correcto llamar
indeterminación (la cual, implícita en lo que definimos como autonomía, no debe
ser confundida con esta última), es porque este hacer plantea y se da algo distinto
de lo que simplemente existe, y porque lo habitan significaciones que no son ni
mero reflejo de lo percibido, ni simple extensión y sublimación de las tendencias
de la animalidad, ni tampoco elaboración estrictamente racional de los datos. El
mundo social se constituye y se articula cada vez en función de un sistema de
semejantes significaciones, y estas significaciones existen, una vez constituidas, en
la modalidad de lo que llamamos el imaginario efectivo (o lo imaginado). Sólo con
referencia a estas significaciones estamos en condiciones de entender la “elección”
que cada sociedad hace de su simbolismo, en particular su simbolismo institucional,
así como los fines a los que subordina la “funcionalidad” [1983:253].
Con estas palabras Castoriadis contribuye enormemente a las reflexiones sobre la
subjetividad. El sentido que los sujetos le atribuyen a los fenómenos, los modos de
significar los géneros, de entender el arte, la economía, y en general la forma en que
los sujetos construyen su mundo y su cultura son brillantemente analizados por este
autor. Sin embargo, es importante señalar que las reflexiones en torno de las formas
colectivas de subjetividad aparecen también en el trabajo sobre los grupos.
Debemos, en principio, a Kurt Lewin la idea de que el grupo es una unidad de
análisis; con este autor el grupo dejó de ser una colección de individuos y pasó a ser
un campo con sus formas específicas de desarrollo, con sus leyes y reglas de
comportamiento diferentes a las leyes de los individuos que lo componen.
A la psicología le costó mucho tiempo descubrir que un todo dinámico posee
propiedades diferentes de las propiedades de sus partes o de la suma de sus partes.
No hace mucho tiempo (en los comienzos de la psicología de la Gestalt) se decía
que “el todo es más que la suma de sus partes”. Hoy en día esa formulación
difícilmente pueda considerarse adecuada. El todo no es “más” que la suma de sus
partes, sino que tiene diferentes propiedades. El enunciado debiera ser: “El todo
es diferente de la suma de sus partes [Lewin, 1978:142].
A partir de cierta matematización, Lewin trataría de explicar las relaciones que
las personas establecen con su contexto. Con el concepto de “campo psicológico”
este autor no hace referencia solamente a la persona, sino a la forma en que la persona
tiene de representarse el medio psicológico. Incluso, Lewin planteará que el campo
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psicológico puede tener otro tipo de objeto psicológico: el grupo; el grupo y su
medio, el grupo y su representación. Para Lewin los grupos no pueden ser entendidos
únicamente a partir de sus similitudes, como los grupos de edad por ejemplo; la idea
de unidad interna explicada por medio de campos de atracción y repulsión será
central en este desarrollo teórico. De esta manera, la formulación de grupo planteada
por Kurt Lewin tendrá, para los estudios sobre los fenómenos colectivos, dos
contribuciones importantes: por un lado, la idea de que el grupo es un campo de
relación distinto a la suma de los integrantes; y por otro, que el grupo, a partir de las
relaciones de interdependencia, se constituye como unidad de análisis. El grupo,
plantea Lewin, son aquellas personas que son interdependientes entre sí.
Otro de los aportes sobre los procesos grupales es el realizado por W.R. Bion. Para
Bion el grupo se presenta también como un todo, pero no es un todo en el aquí y el
ahora, no es un todo de líneas de atracción y repulsión como lo había explicado Lewin.
Bion retoma el modelo freudiano de los sueños y lo aplica al discurso de los grupos.
Este autor supone que en el grupo existen procesos manifiestos y procesos latentes que
harán que se establezca una dinámica; a partir de esto, Bion reconoce tres supuestos
básicos en el proceso grupal: supuesto básico de dependencia, supuesto básico de
ataque y fuga y supuesto básico de apareamiento. Para el autor, estos supuestos o
hipótesis básicas determinan los comportamientos y los procesos del grupo.
Estos aportes resultan interesantes puesto que abren algunas líneas de reflexión
en torno de las formas en que los colectivos significan y construyen su contexto. Las
hipótesis básicas de Bion muestran cómo el grupo produce una imagen y un discurso
sobre sí mismo, un discurso e imagen que no está en ninguna parte pero que es
producida por el grupo y a su vez lo produce a él.
En esta apretada síntesis no podemos dejar de mencionar los aportes de Enrique
Pichon-Rivière, para quien el problema de los supuestos básicos estaría situado en
un nivel de lo que llamaría Esquema Conceptual, Referencial y Operativo (ECRO).
Este esquema es producido por el grupo, es la forma en que éste recorta sus códigos
y se entiende. La explicación de Pichon a este respecto está centrada en dos miedos
básicos: el miedo al ataque y el miedo a la pérdida; a partir de estos miedos universales
en la constitución humana (miedo al ataque de la nueva situación y miedo a la
pérdida de la vieja situación) se producen esas estructuras imaginarias en el grupo.
Esta perspectiva que hace referencia más al individuo, Pichon la articulará con las
perspectivas colectivas a través de su teoría del vínculo, teoría que da cuenta de la
relación entre la estructura social y la configuración del mundo interno del sujeto.
Para Pichon, el grupo se organiza en tres niveles: la latencia, el discurso manifiesto
y el ECRO. Asimismo, para este autor el proceso grupal se puede sintetizar en la
pretarea, la tarea y el proyecto. Para Pichon el proceso grupal está en función de la
relación que el grupo establece con su tarea. Lo anterior es significativo puesto que
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da cuenta de los modos en que los colectivos se cohesionan y establecen un sentido
para su propia existencia.
Otro de los aportes teóricos va a ser el de Armando Bauleo, discípulo de PichonRivière, quien pondrá una atención especial al relato que los grupos construyen
sobre sí mismos. Para Bauleo, el grupo fabrica una especie de novela, una narrativa
que para el grupo es verdaderamente real. Cuando al grupo se le pregunta cómo
nació, cuál es su historia, el grupo, dice Bauleo, hace un recorte claro, con una lógica
y una racionalidad propias. Este aporte de Bauleo nos acercará todavía más al conjunto
de producciones imaginarias que se desarrollan en los colectivos; los grupos construyen
verdaderas novelas para dar cuenta de sí mismos, el grupo se imagina como un
grupo redentor, como un grupo revolucionario y aunque esto sucede en un plano
ilusorio, este discurso nos acerca a las distintas formas en que se organiza el imaginario
social, como por ejemplo, los mitos y la memoria colectiva.
Esa instancia imaginaria construida por el aporte de los integrantes del grupo
real, luego va a mantener cierta autonomía de ellos y va a intervenir provocando
o estimulando ciertos comportamientos en aquellos mismos integrantes. El poder
de esa estructura está posibilitado por las aspiraciones ahí depositadas, por las
proyecciones y por su carácter mítico que la constituirá en Tótem, por el cual se
deben efectuar ciertas acciones para cumplir la ley que ese mito objetiviza. Es
así, como el mito construido tendrá como función el que los sujetos se comporten
de acuerdo a lo por él determinado [Bauleo, 1983:40].
Finalmente, a estas últimas perspectivas sobre el proceso grupal, en donde el
grupo aparece como un campo de relaciones y un campo discursivo, debemos añadir,
brevemente, que las aportaciones del análisis institucional en su vertiente
socioanalítica, retoman a Guattari y plantean al grupo como un contexto de máxima
transversalidad, en donde se hacen presentes dimensiones institucionales y
organizacionales; lo grupal aparece así como una trama institucional y social. Esta
postura sería una crítica a las prácticas grupistas y grupalistas.
Entendemos como grupismo a aquellas prácticas y dispositivos grupales que
encierran al grupo en sí mismo, que establecen encuadres y dispositivos que aíslan
artificialmente al grupo de sus contingencias transversales, de sus relaciones
institucionales con su entorno social; por otra parte, el grupalismo es la consecuencia
teórica del grupismo, y podemos definirlo como la tendencia a interpretar todo
tipo de fenómenos a partir de referentes estrictamente grupales [Manero, 1990:7].
Éstas son entonces algunas de las reflexiones sobre los procesos grupales. Nos
pareció pertinente detenernos en ellas, aunque de manera breve, puesto que la
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investigación en torno de los grupos ha sido central para tratar de elucidar los
fenómenos colectivos y las formas colectivas de la subjetividad, objetos éstos de la
psicología social.
Psicología social, investigación e intervención
En nuestra Universidad, el dispositivo privilegiado de formación es la investigación.
Y en este mismo sentido habría que plantear que la intervención aparece como un
dispositivo central de la investigación.
Los modos de intervenir en el terreno pueden ser varios: la observación participante,
la revisión de documentos, el registro etnográfico, las entrevistas individuales, los
dispositivos grupales, etcétera. Sin embargo, para la psicología social, interesada por
la articulación entre las estructuras psíquicas y las estructuras sociales, el grupo se ha
convertido en un espacio privilegiado de reflexión. Los dispositivos grupales permiten
que se produzca un rico material discursivo; como hemos visto, las voces del colectivo
dan cuenta del conjunto de procesos que aparecen en éste; dinámica de relaciones,
latencia, institución, proyectos, son elementos que se manifiestan en este campo.
La concepción operativa de grupo es un marco de referencia importante para
tratar de elucidar las formas de constitución de la subjetividad. Si no reducimos ésta
sólo a una técnica, podemos tener acceso a un discurso que puede de ser leído.
Conceptos como el ECRO, por ejemplo, permiten escuchar cuáles son esas
significaciones sociales que construye el colectivo.
Es importante señalar que desde esta perspectiva el investigador o coordinador
del grupo es un referente más en el proceso grupal. El sujeto de la investigación o de
la intervención es también objeto de reflexión. Ser investigador, interviniente o
coordinador, no nos hace ser neutrales ni teórica ni epistemológicamente: somos
portadores de posturas ideológicas, políticas, religiosas, de clase o de género.
Hemos mencionado ya que el grupo es un espacio de máxima transversalidad.
Esto significa que es difícil dibujar una línea que delimite claramente qué es aquello
exterior a él y qué es eso que pertenece a su interior. Aparecen, por el contrario,
fuertes tensiones y relaciones entre el adentro y afuera. Existen atravesamientos de
fenómenos y la creación artificial de límites puede hacernos perder la complejidad
de las relaciones que se establecen en él. Los elementos culturales e identitarios, la
historia, la articulación entre el presente y el futuro, la elaboración de proyectos y
otras de las manifestaciones en que se organiza el imaginario social —como las
producciones utópicas, las esperanzas, la memoria colectiva, etcétera— aparecen
como elementos centrales en los procesos grupales. Cuando hacemos referencia a la
creación artificial de límites no nos referimos al encuadre del dispositivo grupal.
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La situación grupal se estructura con el criterio de “grupo pequeño”, es decir,
con un número limitado de personas que permita el diálogo cara a cara y establece:
1) constantes metodológicas que permiten la observación e intervención sobre
el proceso (llamadas técnicamente encuadre) y 2) un rol diferenciado de los
integrantes que es la coordinación grupal (cumplido por un individuo o por un
equipo) [...] Un dispositivo grupal es un recurso de carácter metodológicotécnico que permite instrumentar el momento empírico de la investigación. Se
constituye a partir de la producción de un grupo que trabaja alrededor de una
tarea, dando como resultado un material complejo —una verdadera urdimbre
de relaciones y dimensiones— que será la base del análisis y del diálogo con las
hipótesis de trabajo. El punto esencial es comprender que un dispositivo grupal
no puede reducirse a la idea de técnica como procedimiento mecánico, sino
que demanda una fundamentación teórica y metodológica que sustente su elección
para la investigación y que proporcione las bases para la lectura e interpretación
del material obtenido [Baz, 1996:82].
La crítica a la creación artificial de límites obedece más bien a la necesidad de
establecer una lectura que asuma la complejidad de la situación. Específicamente
hacemos referencia a la necesidad de una mirada multirreferencial, entendida como
un enfoque metodológico que asume la complejidad, el desorden y la heterogeneidad
que aparecen en los procesos de inteligibilidad de lo social. Finalmente, hay que
decir que señalar lo anterior es importante puesto que a partir de los referentes
teóricos se establece una concepción de grupo, desde ahí es desde donde se observa,
se escucha, se pregunta y se registra. Esto es, el campo teórico es el marco desde
donde se lee al grupo.
Por último, sintetizaremos algunos de los puntos que se han mencionado:
• Hablamos de una psicología social que no sólo rescata la perspectiva del actor
social, sino que trata de promover a éste como un autor o creador de sus propios
procesos de transformación.
• Hacemos referencia a una psicología social interesada en los procesos de
construcción de la subjetividad.
• Esta perspectiva de psicología social plantea una articulación entre las estructuras
psíquicas y las estructuras sociales, articulación que tiene como espacio privilegiado
al grupo.
• El grupo es entendido como una unidad de análisis y no como la sumatoria de
los individuos que lo componen.
• El grupo es un lugar en el cual se verifica un interesante proceso de edición del
colectivo.
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APUNTES SOBRE PSICOLOGÍA SOCIAL Y GRUPOS
• El dispositivo grupal, dispositivo de investigación e intervención, permite leer la
producción permanente de significaciones sociales imaginarias.
• Por lo tanto, mediante el dispositivo grupal podemos asistir a los modos en que se
construyen las formas colectivas de subjetividad. Tema central de nuestra psicología
social.
• El campo de lo grupal aparece como un espacio de máxima transversalidad que
requiere de lecturas multirreferenciales.
• Finalmente, el trabajo grupal entendido como una forma de intervención para
abordar distintas problemáticas psicosociales y participar de una lectura de la
realidad que promueva el sentido de lo colectivo, de lo horizontal y de los procesos
de autogestión y autoinstitución. Quehacer central de nuestra psicología social.
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