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SEMANARIO PINTORESCO ESPAÑOL.
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TIPOS FILIPINOS.
Gobcrnadorcillo de pueblo.
Debemos al Sr. coronel D. Mariano de Lacy los curiosos
dibujos que acompañan a estas líneas, los cuales hemos copiado de su notabilísimo álbum que formó en el viajo que hizo á aquellas posiciones asiáticas.
El gobernadorcülo y su alguacil.—Es aquel una especie
de alcalde pedáneo, delegado del Gobernador, en los pueblos
pequeños sujetos á la demarcación de este. El natural que
desempeña semejante cargo, se diferencia délos demás en
su porto y traje, á fin do conservar aquel aspecto y continente grave de superioridad que le hacen respetable ante sus
convecinos y subordinados. Lleva por consiguiente sombrero de copa alta como el europeo á quien trata do imitar, y
su bastón como símbolo jurisdiccional; pero lo que principalmente caracteriza su traje os la chaqueta que lleva puesta sobre la camisa que va por fuera del pantalón según es
costumbre entre aquellos indígenas.
La adjunta lámina dará una idea bastante exacta á los
lectores del aspecto un tanto grotesco del gobcrnadorcillo
de nuestras Islas Filipinas. Su agente auxiliar, ó sea el alguacil, • tiene también su tipo especial; y , como aquel, el
privilegio de usar chaqueta de la extraña manera que se
ha indicado; que, por lo visto, lo exige asi el decoro de la
AÑO XXn.—10 DE MATO DE
1837.
Alguacil.
clase, por las funciones que cerca de la autoridad está llamado á desempeñar.
EL mmn.
ESTUDIOS HISTÓRICOS.
En una época en que felizmente los elementos do ilustración, cerrados tanto tiempo en los archivos de los conventos y en las bibliotecas do rancios eruditos, han roto las
murallas de su prisión, los lazos del monopolio, y han esparcido su luz por todas las ciases do la sociedad, ofreciéndose
á ella cual astro radiante, en las diferentes formas con que
el genio del literato ha sabido disfrazarla; en xm tiempo en
que hasta la ciencia mas austera, en que la historia de todos
los siglos, adaptándose bajo las túnicas fascinadoras de la
novela, á las diversas capacidades, ha sabido penetrar en el
seno de las familas; en el rincón del aldeano mas miserable;
en un tiempo en que resumiendo todos los ramos del saber
humano, compendiándolos, matizándolos con el pincel ameno de la poesía; se les ha hecho accesibles á la condición ds
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SEMANARIO PINTORESCO ESPAÑOL.
casi todas las edades y de casi todas las personas; es muy
estraño que el imperio musulmán, esa era tan importante
para nuestra nación, haya permanecido todavía olvidada: y
digo olvidada porque liasta hoy, si se exceptúan algunos artículos sueltos que en varias sociedades literarias se han
publicado copiando, si bien con bellos colores nada mas que
escenas parciales de aquella vasta dominación, ó algunos
sabios discursos pronunciados en respetables corporaciones
de la corte; para la clase medía nada se ha dicho, y los curiosos detalles de aquel tiempo aun permanecen sepultados
como aherrojados en la historia general, ó en las historias
especiales, á cuyo estuilio serio de suyo, por un millón de
razones que nadie desconoce, no puedo dedicarse la mayor
parte de las gentes.
Con el titulo de EL TURBANTE ms propongo bosquejar
un ensayo que si no satisface del todo los deseos del público,
siempre me hará acreedor á su agradecimiento por la buena
intención de serle útil, que me ha animado al tomar la pluma para trazar estos renglones.
Yo no quiero cantar la batalla de Clavija, ni la de Calatar'iazor,, ni la de las Navas de Tolosa, que ya hem'os escuchado otras veces al sor» de liras bien pulsadas: yo quiero
reraontarme al origen de los árabes; investigar sus usos, sus
costumbres, sus armas; la diferencia entre sus razas y entre sus tribus; estudiar sus leyes y su religión, dar una ojeada por el gran genio que los reformó y redujo á aquella multitud de miembros diseminados á un verdadero cuerpo social; no despreciar su venida á España, ni la utilidad que
ha reportado á la Península, ni olvidar los monumentos que
erigieron ni el cambio que sus costumbres esperimentaron
entre los cristianos, con algunas otras observaciones particulares.
Aunque mi pensamiento es uno; como son difíjrontes las
fases que presenta, habremos de dividirlo para mayor claridad en cinco artículos.
1." Origen del árabe hasta el nacimiento de Mahoma.
2.° Imperio musulmán, historia do Mahoma.
3.° Invasión de los moros en España.
i.° Religión de Malioma, el Coran y el fauna.
!j.° Invasión de los Árabes en España: triunfo de la fiímilia de Omiar: costumbres de los Omiades: expulsión de los
árabes; expulsión de los moros: interpretación de algunos
Santos Padres sobre un versículo del Apocalipsis acerca del
destino futuro de los musulmanes.
Atendida la índole y cortas dimensiones del periódico
en que escribimos, no podremos ser muy detallados: poro en
los estrechos límites de sus columnas ofreceroraos una teoría compacta, un sistema razonado, y procuraremos no omitir acontecimiento importante, ni circunstancia curiosa que
en algún modo pueda ilustrar y recrear el ánimo del lector
que es el único objelQ que nos proponemos..
ARTICUU) I.
EL BEDUINO.
Abrnham so casó con Sahra, y tuvo á Isahac: conoció á
su esclava Agar y tuvo á Ismael; Ismael tuvo á Zedar.
Ismael fué tronco de un pueblo inmenso llamado á desempeñar asombroso papel en el teatro misterioso del mundo.
vY de nuevo multiplicando, dijo el Criador, multiplicaré
tu posteridad y no se podrá contar por la muchedumbre.»
(Génesis 9.)
Y conforme á la palabra divina se vio pronto la Arabia
cubierta por numerosa prole de aquel hombre.
Ahori>. bien; porque los Árabes descienden do la esclava
Agar se llaman agarenos, porque descienden del valiente
Zedar se llaman zedarenos. Se llaman sarracenos porque
altivos presumen descender de la legítima mujer de Abraham, de la virtuosa Sara.
Sin embargo corriendo el tiempo y en la sumisión que
el dialecto de los Imiaritas rindió á los Korraquizas al espirar aquel; en la natura! combinación que sucede cuando
una lengua muere y otra florece; la palabra sarraceno vino á signilicar ladrón, oriental, palafrenero, según la manera particular do pronunciarla.
Los árabes reconocen también otro origen mas antiguo.
Aficionados á prolijas genealogías, que como veremos después, guardan asimismo de sus caballos y aun de sus palmeras natales; remontan aquel á Yactan, ó Katan, hijo de
rieber y nieto de Sem, hijo de ^oé; el cual Katan, tuvo
muy posteriormente á Sabá y éste á Imiar y Caban.
En consecuencia; partiendo de su fuente encontramos
dos clases de árabes: los que se derivan do Sem; llamados
árabes nativos, al-arah, al-ariba,y los que descienden de
Ismael conocidos con el nombre de naturalizados.
Si atendiendo á la genealogía del árabe distinguimos en
él dos razas, las dividiremos en tres especies considerándolo conforme al lugar en que habita. Los que viven hacia
el Oriente, esto es, en las cercanías del Niemen, se llaman
orientales; se llaman occidentales los que moran hacia el
Occidente, unos y otros en poblaciones mas ó menos cómodas; y se llaman uravitas, escenitas ó beduinos, los que vagan perdidos por ese mar de'tostadas arenas, por el gran desierto del Asia.
El beduino no reconoce patria, porque con dificultad
cierra el sueño sus párpados otra vez donde una noche los
cerró: no reconoce mas leyes que los elementos que incesantes braman sobre su cabeza; no conoce mas gloria que
vencer á su enemigo, que luchar brazo á brazo can el oso,
con el tigre ó con e! león: el beduino en una palabra és aquella criatura sobre cuya frente cayó el anatema de Dios cuando dijo hablando de Ismael: «Este será un hombre fiero, las
manos de él contra todos y las manos de todos contra él;
y frente afrente de sus hermanos plantará sus tiendas.n
(Génesis H.)
En este versículo de la Biblia está compendiada la historia del beduino.
El europeo que después de muchos días de investigación
y de repetidos viajes se ocupado él; lo explica áposíen'ori:
el Criador por conducto de Moisés, eco de su santa palabra,
lo hizo á priori: el historiador profano muchos años después
de conocerle ha explicado lo que es; el sagrado libro muchos
años antes do haberlo criado la providencia explicó lo que
habia de ser.
Por aquel inescrutable designio del Todopoderoso, que
el legislador de Israel expresa de lleno con las enfáticas palabras de que se sirve cuando dice: uDios que penetra en la
telilla de los ríñones escoje á este y desecha á este;» escogió á Isac; eligió á Jacob; derramó sobre ellos su celeste luz,
luz de gracia, que ora en manga de fuego ó en gigantesca
nube, los condujo paso á paso en el caos de este mundo tenebroso; y llamándole su pueblo querido, pueblo escogido,
dejó al resto de los mortales alumbrados nada mas que por
el tibio fulgor de su corazón.
Solo, aislado el beduino en el ancho desierto, como i»
gacela que cruza ligera sus arenales, se encuentra luego sin
saber quién es, de dónde procede, ni cuál es su fin.
, Las montañas que tiene á la vista son elevadas; las llanuras que nacen al pié de las montañas no tienen fin, todo,
todo lo que el beduino ve es grande: grande el suelo que
pisa, grande el cielo que le cubre, grande la tempestad que
ruge sobre su cabeza, grande la manga de viento que le persigue rebramando, y grande, atrevido se forma también su
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SEMANARIO PINTORESCO ESPAÑOL.
carácter; bárbaro, insaciable su corazón. uEste será un
hombre fiero. (Génesis.)
El beduino siente á caria paso surgir de su pecho anhelos vehementes, cuallos del león con quien alterna, y como estos anhelos se encuentran resistidos por multitud de
agentes exteriores que pueden mas que su ánimo, y como
el tibio fulgor, vaga penumbra de la unidad divina, que los
legara su padre Ismael, so ha ido oscureciendo por grados
hasta perderse entre las brumas del desierto; y como á la
par observa que el frió, el calor, el viento y el agua le d e s agradan con un infiujo á que no puede resistir, llega á temer esos elementos; los cree, por una analogía nalural consigo mismo, dotados do poder intencional, y para tenerlos
propicios los adora, los reconoce como otros lantos dioses y
establece el mas grosero politeísmo.
Muy poco puede decirse del beduino en sus primeros
tiempos, porque la historia se ofrece muy oscura en aquel
punto, no sucediendo felizmente otro tanto en la época
moderna.
El beduino vive en pequeñas sociedades flotantes sobre
el mar de arena en que ha nacido, si es que el nombre de
sociedad puede darse á una reunión de familias, mandadas
por un jefe anciano que se llama Sodir, único que entiende
y delibera en las desavenencias individuales de la tribu y
aun el que ordena el plan de la caza y de la rapiña, que hace
su única industria y diversión.
El beduino no reconoce domicilio fijo: sn patria es el desierto, su pueblo las tiendas de pieles que planta á la casualidad para librarse del frió de la noche ó de los ardores
del sol durante el dia.
Cuando se encuentran con un cucharro, peñascal lleno
de agua en sus cavidades que la naturaleza coloca de trecho en trecho, establecen allí su morada, y allr permanecen
con sus camellos, con sus caballos y con sus burros hasta que
se agola ol agua del cucliarro, dedicados á la caza y esperando descubrir alguna carabana do comerciantes para lanzarse
alegres sobro ella y robarla, pues el robo lo consideran como patrimonio exclusivo y propio suyo, que el Criador les
legó en su cuna. nLas manos de él contra todos y las manos
de todos contra él.n (Génesis.)
•
Apcsar de la vida errante é incierta que gravita sobre la
existencia del beduino, su traje os nada lijero. Consiste en
larga camisa de algodón ordinario"que los ricos cubren con
un saco do seda y un manto de lana, Ilabba que lleva tres
abertubas, una para la'cabeza y dos para los brazos: en el Keffié. pañuelo rodeado á la cabeza con tres puntas que cuelgan
dorias sienes y por la espalda, mezcladas con las tronzas de
sus cabellos. Sus armas son el D/eris, lanza que dispara amano; el Yagatan, puñal que maneja con destreza, y en ciertas
ocasiones el sable. Lujoso se ofrece en verdad el traje del
beduino, aunque algunos viajeros aseguran con dolor haberlos visto divagar en el desierto enseñando las carnes por ¡os
rasgones do los harapos que cubren su cuerpo.
Las mujeres, que no carecen de hermosura, se cargan de
sortijas, zarcillos, brazaletes, y se pintan los pies y las
manos de amarillo, las uñas de encarnado, los párpados de
negro y aun se dibujan íigsras en el rostro.
Cuando un beduino se dispone á casarse, la familia del
novio pasa á la tienda do los padres de la novia á pedir con
solemnidad su hija, cuya mano diíicihnenle niegan; arreglando ya en aquel momento el patrimonio, cuyo pacto consiste en piedras preciosas, en camellos y rebaños.
Al dia siguiente cuando todos se engolfan en la fiesta
de las bodas, huye la novia á su tienda, y en pos de ella corren los mas valientes jóvenes, que la prenden y otra vez la
depositan en los brazos de su prometido csposo.Enlonces degüellan un cordero y aquella sangre vertida es el sello que
consuma el matrimonio; sello frágil que el marido pueiie
romper á su antojo repudiando la mujer bajo cualquier
protesto por frivolo que sea.
Cuando un matrimonio de beduinos indijentes da á luz
un hijo, por evitarle la miseria que le aguarda en el curso de
la vida, ó tal vez por sustraerlo á las desgracias que el sabio de la tribu les predice al nacer, lo matan en la infancia
creyendo dispensarle con esto el mayor bien posible.
El beduino en (in, valiente, atrevido, bárbaro, furioso
como el tigre, como la hiena, como el león, con quienes se
ejercita en la Inclia; gigante colosal como el desierto, como
los mares, como las tempestades que son sus habituales expectáculos, siempre ha vivido errai;te, pero siempre con independencia: amigo de hacer favores, aunque de ponderarlos
mucho, perdona al vencido y jamás ha doblado su cerviz al
yngo del íencedor.
Ni los persas, ni los turcos, ni Alejandro ni Cosroes,
ninguno puede gloriarse de haber puesto su freno al genio del gran desierto. Cuando huestes aguerridas invaden sus
soledades repliega la tribu .?us flotantes cabanas, monta ligera en sus camellos y deja libre paso al extranjero; pero
avanza mas que él en la carrera y al siguiente sol otra vez
se hallan sus tiendas fronte á los burlados escuadrones del
enemigo. «Y [rento á frente de sus hermanos plantará su»
tiendas.» (Génesis.)
El bedinno tiene también su literatura compuesta de
prosa y desacordados versos: muestra afición excesiva alas
novelas; pero en estas el héroe principal viene á ser siempre
el mismo narrador que bajo frondosa palmera, y en medio
de la tribu que lo escucha con 'avidez^ cuenta FUS amores,
cuenta sus victorias sobre las caravanas, ó su valiente lucha
con alguna fiera atroz.
Digamos por conclusión algunas circunstancias comunes
á las tres razas bajo cuyo aspecto hemos considerado al árabe.
Unos y otros aprecian sobremanera los caballos, que dividen en Koclanes y en Kadixi; y los Koclanes en simples
Koclanes y en Gelquer. dedicados los Kadixi á la carga
los descuidan con frecunncia, pero a los de las otras dos especies los tratan como á sus hijos: remontan su genealogía á
mas de dos mil años, y el que tiene uno descendiente en línea
recta de jos caballos de Salomón se considera feliz.
Los árabes toman los nombres para sus doncellas de las
gracias de la naturcza; como LUL, perla; ZAIIARA, flor, para los hombres los loman de las virtudes ó de los vicios
dominantes en ellos: como ALSGERIB, eZ ilustre; AL-MET, él
borracho. No usan apellido y se distinguen con el nombre de
SU padre ó de sus posesiones: como EDEM-ALIIAHED, hijo de
Alhamed; ABU-CASSKN, poseedor de CASSF.N.
Cuando la Arabia entera gomia bajo los errores de un
politeísmo ciego, única religión que la dominaba, nació
SADÁ, que llegó á ejercer grande influjo como guerrero y
como sacerdote.
Sabá hundió él politeísmo; plantó la Astrologia ó adoración de los astros á la cual se daba- culto en la Caaba, gran
templo de la Meca, que no nos ocupamosen describir porser
demasiado conocido; y la Astrologia se desplegó triunfante
hasta principios del siglo sétimo, en que brilló el genio de
. los árabes, el conquistador, el legislador, el reformador de
la Arabia; el sagaz y visionario MAROMA.
MANHIX IBO ALFARO.
¿No os ha sucedido, lectores mios, yendo de prisa por
una acora, encontraros con alguno, marchando á paso lento
delante de vosotros, embozado en su capa, con el brazo izquierdo puesto en jarras, y con su paso tan pronto Jiácía la
izquierda como hacia la derecha impidéndoos de pasar delante de él? ¿Y no le habéis calificado de fatuo"!
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SEMANARIO PINTORESCO ESPAÑOL.
NOCIONES
FISIONÓMICO-HISTÓRICAS
DE I.A ARQUITECTURA EN ESPAÑA.
Artículb primero.
MONUMENTOS CÉtTlCOS(COTlXt'AClOX. 1
Cromlech ilo Keswick en Cumijciland.
7."—Los RECINTOS SAGRADOS, están hechos con men-hires, ó con trilitos, ó con piedras asentadas sobre el suelo,
colocadas á cierta distancia unas de otras, y á veces se hallan rodeadas de fosos; pero muy comunmente son de terraplenes, de tierra mezclada con guijarros, y carecen de entrada. Varian mucho en sus figuras, entre las cuales se ven
el cuadrado, el polígono, el círculo, la elipse, la de herradura cerrada por una línea recta, y otras irregulares.
EL CROMLECH {Véase el grabado adjunto), es una de las
mas importantes especies de estos recintos. Es mas ó menos redondo ó elíptico; y á esta disposición debe su nombre
céltico que significa circulo de piedras (crom lech). Algunos
(le estos círculos tienen dos ó mas lineas concéntricas de piedras; y hay ejemplar en el cualdentro de un gran círculo hay
otros no concéntricos con él ni entre sí. El número de las
piedras del Cromlech, que según dicen era sagrado y que
coincidía con el de los dioses, no bajaba de 12 y se hallan
algunos de 19, de 30 y hasta de 00. Solían estos monumentos estar acompañados de menhire^ en su centro, y de dólmenes dentro ó fuera de su perímetro.
Hay quien llama indistintamente cromlech i todos los recintos sagrados druidicos.
Se cree que estos monumentos servían á la par de templos y de tribunales de justicia, y también se supone que en
ellos se celebraban las asambleas públicas, se hacían las
inauguraciones de los jefes militares y aun sus inhumaciones. Los men-hires que se elevaban en su centro parece que
tenían el nombre de la deidad que simbolizaban, y se asegura que alrededor de ellos practicaban los celtas los ritos
propios de su religión.
Los recintos sagrados son en Francia mucho menos numerosos que los men-hires, bien al contrario que en las Islas
Británicas en donde son mas comunes é importantes.
En Francia son notables los de Sainl-Hílaire-snr-Rílle
cerca de Fontevrault, y de Menee en Bretaña; otro cerca de
Gelainville, y una multitud de ellos en la Baja Bretaña y en
la península de Kcmervan. En Kermurier existe uno en forma de herradura cuya base está cerrada en línea recta. En
los alrededores de Bégars (departamento des Cútes-du-Nord),
hay otro que traza una elipse: á uno de sus extremos, en
una explanada semicircular, mas elevada que el área del r e cinto, se ven 12 gruesos pedruscos, distribuidos en semicírculo, simplemente asentados sobre la superficie de la
tierra; y otros 7, semejantes á ellos forman una línea recta
en el diámetro del semicírculo: al extremo contrario so eleva un men-hir de 8 metros do altura.—En Bretaña, en
Neuillac, en Bignon y en otras partes, se encuentran varios
recintos de tierra.
En Inglaterra el cromlech mas famoso es el de Avebury
en el condado de Wiltshire: consta de un gran círculo de
1,300 pies de diámetro encerrando á otros dos mas pequeños colocados uno junto á otro, pero sin tocarse, de tal modo
que 6asi parecen un 8 metido dentro de- una O. Estos dos
círculos menores tienen cada uno dos linas concéntricas de
piedras: en el centro del uno había un men-hir, y en el del
otro un dolmen. El círculo grande está igualmente trazado
con piedras, y de su parte exterior parten en dirección divergente las dos calles de alineamientos que en otra ocasión hemos citado, y una do las cuales iba á parar á otro
cromlech pequeño.—Otro no menos célebre es el denominado Stone-llenge, á O millas de Salisbury capital del Wiltshire. Se compone de 2 líneas circulares y 2 recintos elípticos de enormes pedruscos: la línea exterior estaba formada
por 30 trilitos figurando una balaustrada, el segundo círculo contenia 29 piedras, el tercero era también de trili'os, y
el cuarto de 20 men-hires.—Es digno de mencionarse el
SEMANARIO PINTORESCO ESPAÑOL.
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cromlech de Castlc-Rigg, altura cercana á Keswick en
—Un poquito, responde la hija.
Gumberland, que se representa en nuestro grabado, y es de
—Ya veo, dice la Condesa á la novia en tono de burla
los mas sencillos. Tiene 14 piedras de diversos tama- amistosa, que según lo que dice tu mamá, es fácil que conños, todas, ó las mas, de granito cárdeno: la mayor es de quiste á Julio.
7 pies, algunas otras como de 4, y las restantes mucho mas
—Julio es hombre de tono para enamorarse de una pobre
pequeñas. El monumento es oval siendo su mayor diámetro aldeana; responde con prontitud Adela.
sobre poco mas ó menos de 33 varas castellanas; y el menor,
—Es decir que no la temes...
de 33. Encierra una especie de cerca rectangular situada á
—No.
uno de sus lados, larga como de 8 pies, y ancha como de 4:
—Y si á ella le diese la ocurrencia de amar á Julio, ¿to
esto fué acaso un dolmen cuya mesa haya desaparecido.— daria celos?
El cromlech de RoUrich se parece completamente á este, es-,
—Tampoco.
cepto en no contener la mencionada construcción á modo
—No me dices la verdad... mira que soy mujer...
de cerca.
—Créame V. señora Condesa... otras le quieren... y no
En Escocia, en las Islas Orcades citaremos el de Stcnnis rae inspiran celos...
y el de Galernish en Lewis. El círculo del de Stennis es
—Vamos... niña, la dice su madre; no tengas reparo en
muy ancho, siendo su diámetro de 300 pies, y está rodeado descubrirlo todo á esta amiga, á quien tratamos con tanta
de un foso de 20 pies de anchura y 12 de profundidad; las confianza.
piedras de que está compuesto tienen de largo de 12 á
—íY'a. lo creo!... responde Adela.
14 pies; pero solo quedan 17 de ellas. De el de Galernish solo
—Florencia, continua la Marquesa, es la que está ciegasubsisten 4 una de las cuales está derribada, y son largas mente enamorada de Julio.
como de 18 á 20 pLús.
—¡Hola! exclama la Condesa mirando á la novia; ¡tiene
En Irlanda se encuentran muchos recintos sagrados cer- buen gusto!
ca de Douegall en el condado de Tyrconnel, próximos unos
—Y no puede sufrir que sea yo la predilecta.... dice
ü otros, y conocidos por el nombre de Lac-derg.
Adela.
En España y en Portugal asegura Richard Twiss haber
—¡Hola! vuelve á exclamar la Condesa.
encontrado muchos recintos sagrados.—Mr. Balissier en s«
—¡Es tanorgullosa!..
Histoire de I' arl monumental dice que en la base de los
—¡Hola! exclama por tercera vez la Condesa.
talayots, en las Islas Baleares, se ven cromlech.
—¡Y de tan mala intención!..
{Se continuara).
—¡Eso mas!
—Si señora, y ¡tan aráiga de murmurar!..
'
MANUEL DE ASSAS.
—Lo creo, dice la Condesa tomando airo de importancia;
tal sucede á las que nacidas en baja cuna, se enriquecen;
llegan á ocupar buena posición en la sociedad, porque el dinero todo lo consigue, pero no pueden prescindir de sus groseros instintos; murmurar es uno de los defectos sociales
NOVELA
mas repugnantes, y que en ninguna persona de la aristocracia lo encontrarás; nosotras hablarnos si, del prójimo... le
POR DON TIMOTEO ALFARO.
analizamos enlodas sus partes... esto, lejos de murmuración, es una crítica ilustrada hija de la mas fina sociedad.
—l'iensa V. muy bien, señora Condesa.
—Siendo asi, Adela, tu rival, no le temas; Julio es homFlorencia y Matilde se despiden; Adela al besar á Florenbre del gran tono, y ahora recién venido de Paris...
cia, la dice:
—Julio, dice la marquesa del Roble; es hombro del gran
—No follará V. á nuestro dia de campo...
—Haré lo posible por no faltar, responde con tristeza Flo- tono, pero tiene contra si que es ¡tan inconstante!., hija
mia, habla con franqueza á mi amiga á quien nada oculto;
rencia.
—¿Quienes son esaS niñas? pregunta la Condesa asi que créame V. Condesa, Julio no ha de ser el mejor marido.
—Si, mamá, si lo será.
hubieron salido.
—Figúrese V. Condesa, que después de comprometerse
—Son unas amigas mias, responde-Adela.
con mi hija, ha tenido algunas aventuras amorosas... él si,
—¿De la aristocracia?
la quiere ciegamente, pero...
—No.
—Aventuras, también las tendrá después de casado, eso
—Entonces supongo que no serán algunas pobretonas...
pertenece al buen tono; tu no debes quejarte, Adela, él es
dice muy persuadida la Condesa.
—La mayor, que so llama Florencia como ha oido V., es rico, que importíi mas que nada, y serás tan elegante como
hija de uno que se enriqueció cstraordinariamente en Amé- la condesa del Armiño.
—Mas querrá mi Adelita pasar un rato con su Julio, dice
rica, responde la madre de la novia.
la Marquesa; le ama tanto!..
—¡Eso es bueno! exclama la Condesa.
—¡Qué sabe V.!.. contesta Adela de mal humor, resenti—La otra, continua la madre de la novia, es prima car'lal suya, que la trajo á su casa hace cuatro años ¡wr babor da de que so madre hablara con tal franqueza.
—Yo hija raia, lo que observo en ti... y me alegro mucho
quedado huérfana en la aldea donde vivia.
de que le amos... al lin va á ser tu marido... si hoy es hom—Y os muy hermosa... dice la Condesa.
—Bastante, responde la novia; pero le falta aquel aire de bre de pasiones, acaso algún dia...
Suena la campanilla de la puerta. •
sociedad, que solo se ailquiere viviendo en la corte; es ademas tan insulsa... no la gusta que la obsequie ningún
—¡Será Julio! exclama con mal disimulada alegría Adela.
hombre.
—Si, respondo la madre; quedó en venir á esta hora.
—Sin embargo de todo eso, tiene dignidad en su figura?
- M e alegro mucho, dice la Condesa.
Jice la madre de Adela.
Vn criado anuncia:
—Algo, responde esta.
— El Sr. D. Julio Antuncz.
—V talento... añade la madre
- Q u e pase adelante, responde la marquesa del Roble.
LA FLOR DE LA CARIDAD,
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SEMANARIO PINTORESCO ESPAÑOL.
Preséntase Julio clegantemonto vestido; después de saludar á la novia y la madre, dice á la Codesa:
-=-Señora, tengo el Ironor de ponerme á los pies de V.
—Gracias... responde ella alargándoíe su mano; que grueso viene V...
—A mi me prueba el viajar.
—¡Y que deseos tenia de ver á V.! ¡después de cuatro
años...
—Hemos dispuesto para pasado mañana un dia de campo,
dice la Marquesa a Julio; vea Y. que compromisos tiene.
—Yo, señora, como no sea dos amigos...
—¿De la aristocracia? pregunta la Condesa no dudando
que lo serian.
—No, responde Julio con frialdad, el uno es poeta y el
otro músico...
—¡Qué dice V.! respondo con asombro la Condesa; el uno
poeta..! el otro músico..!
—Personas muy decentes, señora, y de mnclio talento.
—Lo creo... pero al fin tienen que trabajar para comer...
—Y á mucha honra, Condesa.
—¡Vaya! ¡vaya! V. en los viajes ha perdido síi buen tono.
—Y V. amiga mia, siempre con esos castillos de viento.
—No, señor, no son caslillos de viento.
—Y Florencia ¿asistirá al dia de campo? pregunta Julio
dirigiéndose á su novia.
—No S3. rospomie esta dándole á entender con una mirada que esas preguntas eran sospechosas
—Me alegraría mucho que asistiera...
—¿Por qué?.. pregüiiUi sobrcsaftada la novia.
—Son asuntos de amor... responde con alegría Julio.
—¡Asuntos de amor!., exclama ella, y dirige una mirada
significativa á su madre.
—Asuntos de amor, si; uno do los amigos que llevaré pasado mañana, ns el galán mas enamorado de Florencia.
— ¡De veras!., exclama Adela, respirando con desahogo.
—Si, y ya ve V. si para él al manos, será indispensable
que asista Florencia.
—Ya lo creo.
—¿Y cuál de los dos es? pregunta le Marquesa.
—El posta.
—No le faltarán miserias... dice con aire de orgullo y levantándose, la Condesa.
—¿Se retira V.? la pregunta Adela.
—Si, qncrida, contesta dándola un beso; y luego dirigiéndose á Julio, le d¡c3; tengo un placer en habar visto á usted tan bueno. .
—Mil gracias, señora, igualmente yo...
—Que no deje V. de llevar sus dos amigos... añade irónicamente la Condesa.
—Será V. servida. ,
La madre do Adela sale á despedir á la Condesa, y quedan solos Julio y su novia.
—¡Cuánto me he acordado do V. Adela, en mis viajes! la
dice Julio mirándola con ternura.
—Lo hace V. por halagarme, Julio, yo creo que su corazón no habrá sido insensible á las bellezas extranjeras; responde Adela diciendo la verdad sin saberlo.
—No señora, no-he visto aun mujer tan hermosa como V.
—¡Qué lisonjero!..
—Digo lo que siento.
—Lo creo, ahora que me tiene V. delante, siente asi;
pero cuando se marche... sucederá una cosa muy distinta.
—YpiensaV.de mí!...
—Si.
-¡Cruel!
—Esto no es ser cruel, ya ve V. que le quiero...
—Menos que al enamorado Arturo, respondo sonriendo
Julio.
—Si, por el valor que mostró cuando hace cuatro años
acometieron á Vds. aquellos viles asesinos...
—Es un...
Julio no concluye, una imagen halagüeña que cruza por
su mente, lo anuda la garganta.
—¡Que no hubiera yo estado allí, para siquiera ataros ala
herida mi pañuelo!., exclama con entusiasmo Adela.
Julio tiembla de placer, recuerda que vm ángel de inocencia y amor dospoj(5so por socorrerle del pañuelo de sus
hombros, dejando á los céfiros besar sus virginales espaldas.
Entra la madre de Adela, y á los pocos momentos se retira Julio.
Después de comer, salió este á pasear al Prado; luego tuvo que cubrirse con su paraguas y volver á casa; espantosos
truenos resonaban en el espacio, recias gotas se desprendían
de las nubes.
Al cruzar por la Puerta del Sol, dirigió sus ojos maquinalmente á una carretela cubierta, que pasaba con velocidad
á su lado, y vio en la ventanilla izquierda el rostro de un
querubín que lo miraba con interés. Siente Julio una impresión vehemente, quiere acercarse á la hermosa, acelera
el paso, pero la carretela desaparece.
No puede echar de si la imagen de aquella mujer hasta
que por la noche sube á una casa de juego, donde en cortos
momentos pierde nueve mil reales en billetes de banco
El dia siguiente, á las siete de la tarde salió á pasear el
desgraciado tahúr, con intención de subir por la noche á ver
si lograba indemnizar su pérdida en la misma casa de juego.
Al entrar en la calle del Desengaño llama su atención una
joven cubierta con un velo, acompañada do otra al parecer
su doncella; acércase creyendo reconocerla: efectivamente,
es la joven de la carretela. •
Enagenado, olvida Julio el paseo y la casa de juego,
marchando tras la hermosa joven como atraído por una fuerza irresistible.
Párase esta delante de un ciego, que rodeado de tres niños el mayor de diez años, cantaba con ellos al son de la
guitarra, los gozos de San Juan Bautista.
--¿Son do V. estos niños? le pregunta con amabilidad.
^ S i señora, responde ol ciego; si V. los socorre con une
limosnita...
—No haga V. caso, dice un transeúnte á la joven; son
unos picaros estos ciegos, y suelen rodearse de niños que
no son suyoSj para cscitar la caridad de almas buenas como
ladoV.
—En estos casos nada me importa sor engañada, de todos
modos es un pobre, responde la joven mirando con repugnancia al transeúnte. '
—Crea V. señora, que son hijos míos, dice en alta voz el
ciego.
—Lo creo, responde Matilde; y le pono en la mano medio
duro, cerrándosela en seguida para que nadie vea lo que lo
ha dado.
Sin embargo de estas precauciones, todo lo ve Julio que
miraba atentamente, y llevado de su natural generosidad escitada por el ejemplo de la joven, saca un duro del bolsillo
y lo regala al ciego.
Después so dirige al templo de San Martin; donde ha
visto entrar á la hermosa virgen cuyos pasos seguia.
Arrodillase esta delante de San Antonio y comienza a
orar con un fervor nada común.
Una hora pasó Julio contemplándola como si estuviera
en el paraíso.
Tocan á oraciones y la joven manda á su doncella que la
siga.
Al ir á tomar agua bendita, oye una voz que la dice:
—Señora me hará V. el obsequio...
Mira la joven y encuentra un caballero que la ofrece agua
SEMANARIO PINTORESCO ESPAÑOL.
bendita. No puede verle el rostro bien, por ser'de noche y
cubrirle la sombra de la iglesia; poro cuando sale á la calle,
le reconoce ^in duda á luí de los faroles, porque las tintas
del xubor coloran su semblante.
V.
Son las cinco de la tarde; una brillante concurrencia se
mueve entre los frondosos bosques de la Casa de Campo (i).
Distingüese desde luego á la marquesa del Roble solicita en
obsequiar á sus convidados^ y á la condesa de la Mina, sumamente amable con las personas que mas sobresalen en
aristocracia ó en riqueza.
Sin embargo de brindar atenciones las mas orgullnsas damas á Florencia, como bija de un hombre que podía prestar
millones al Rey, Matilde á quien su prima y sutio amaban
con cstremo, era recibida de un modo muy diferente, acaso
porque no le gustaban las costumbres de buen tono, acaso
porque las riquezas de su tio no habia de heredarlas ella,
acaso porque era mas herinosa que ninguna.
Todas las jóvenes, aunque so velan rodeadas do elegantes
donceles, aguardaban con-impaciencia al modelo en tono y
arrogancia, aguardaban al simpático Julio, envidiando la
suerte de la dichosa Adela, que en breve tiempo le poseería.
El sol va perdiendo su fuerza, un suave vientecillo comienza á soplar, suenan en las orillas del Manzanares los
alegres cantos de las labanderas, y en los espesos bosques
de sauces los melancólicos trinos de los ruiseñores.
La condesa de la Mina y la madre de Adela, mientras
ios criados preparaban la comida en un recinto cubierto de
yerba y cercado de altos cliopos de Lombardía, paseaban cogidas del brazo, aguardando á Julio.
—Mucho tarda, dice la madre de la novia.
—Estará dando lecóiones de buen tono á sus humildes
amigos el poeta y el músico ; responde con sátira la
Condesa.
—Pero qué lios importa, amiga mía?, si son decentes...
—Siempre rebajan nuestra alta sociedad... dice con ridicula arrogancia la Condesa.
—No, en nuestros tiempos alternan ya coala aristocracia
las personas de mérito.
—Por eso croo que la aristocracia está hoy relajada; si
fueran siquiera un Melendez... un Mercadante... y no un
simple poelilla... un simple musiquillo...
—Lo que siento, dice la madre de Adela sin poner atención en las palabras de la Condesa; es que anoche fué á casa
Julio; tan triste!..
—¿Pues qué tiene?
—No sé, él dijo que nada...
>
—Alguna aventurilla tal vez, Marquesa...
—Es tan impresionable, que no me estrañaría..,
—Si, no hay que dudar... su corazón es un volcan.
—Y ¡qué lástima, Condesa! sus sentimientos son envidiables!..
—Es un buen chico.
—Ya viene... dice la madre de Adela con alegría.
—Si, respondo la Condesa; ¡y con su par de acólitos!
Julio y sus amigos se acercan y saludan con finura á ias
dos señoras; la madre de Adela les recibe con amabilidad,
la Condesa con cierto aire de orgullo.
—Cuánto no habéis hecho esperar!., dice á Julio su futura suegra.
—No hemos podido venir antes...
—Vamos, vamos á comer.
Después do saludarse los concurrentes y los recicnvenidos, siéntanse á comer á la sombra de los robustos chopos.
Julio que al principio no se habia fijado en todas las da(1) SUio real cerca do palacio y 4 la orilla izquierda del .Minianaros.
151
mas, siente fuertes latidos de su corazón; ha visto una virgen encantadora; ha visto la joven de la carretela.
Llega el momento de los brindis, y todos ruegan á Julio
principie.
- No, eso toca á mi amigo el poeta; nosotros los legos necesitamos un poco de tiempo para discurrir.
El poeta levanta la copa é improvisa:
¿En qué mujer hallaré
La virtud con la inocencia,
Con la hermosura y la fe?
A un ángel lo pregunté,
Y el ángel dijo; «en Florencia.-»
—¡Bien!, ¡bien!'gritan todos entusiasmados, menos Florencia á quien no agrada mucho este obsequio.
—Ahora toca á Julio, dice el poeta. .
Este no se hace do rogar, y comienza:
Doncellas que ois mis versos,
Entre vosotras está.
El ángel de la belleza,
La flor de la caridad.
Aplausos numerosos resuenan; lodos miran á la novia
como para felicitarla, mientras Julio dirije con expresión
sus ojos á la hermosa joven, que on la puerta de San Martin tendió su caritativa mano á un infortunado ciego.
Cuando la noche comenzó á tenderse por el campo, los
donceles buscaban predilectas niñas, á quienes ofrecer su
brazo para pasear sobre las pintorescas alfombras de aquellos
espesos bosques.
Ofréceselo Julio á la jdven- de la carretela', con una timidez que nunca hasta entonces habia sijntido; ella le mira
con rubor, se detiene, y al fin acepta.
Arturo Sánchez, el despreciado amante de Adela, que habia sentido una pasión nada común, hacia la joven á quien
Julio apellidó la llor de la caridad, dirige á este una mirada
amenazadora, que no causa mas efecto que el rocío en los
peñascos.
Todas las parejas iban á corta distancia unas tras otras;
Julio detenia el paso, porque necesitaba la soledad para dirigir sus tiernas palabras al ángel que se apoyaba en su brazo.
—¡Qué noche tan deliciosa! exclama este.
—Si, respondo con voz lánguida la doncella.
—¿Quiere V. que entremos á pasear en este bosquecillo
solitario?
—No... vayamos con todos...
—¿No le gusta á V. el retiro?
—Si... pero...
—Entremos, señora, no tenga V. ningún reparo.
La joven se deja conducir involuntariamente.
—La soledad, continúa Julio, ¡mal se acomoda á mi corazón!
—También al mió, responde ella inclinando la vista al
suelo.
—Me felicito, señora, de parecerme en algo á V.
—Gracias, como me he criado en aldea, no me gusta el
bullicio déla corte.
—¡So ha criado V. en aldea!...
-Si.
—;Y volvería V. á vivir en ella?
—Si.
—¡Ah! ¡yo también señoraf
—¡Usted! exclama ella mirándole con sorpresa.
—Yo, si señora.
—No puedo creer que dejara V. las diversiones de la corte, la magnificencia de su casa, por una miserable aldea...
—Si, créame V. ¡qué dichoso, yo paseando por aquellos
rústicos lugares con un ángel! ¡qué dichoso orando con ese
ángel en la pequeña iglesia! ¡qué dichoso favoreciendo con
ese ángel á los aldeanos indigentes!
•i52
SEMANARIO PINTORESCO ESPAÑOL.
—¿Tan fácil será encontrar un ángel en la tierra? pre—¿Me ama V.? vuelve á preguntar Julio, mirándola con
gunta conmovida la joven.
tristeza.
—Si señora, responde con entusiasmo Julio, ese ángel
Matilde alza los ojos, suspira, y se deja caqf temblando
respira cerca de mí, es el ángel de la hermosura, la flor de en los brazos de Julio.
{Se continuará.)
la caridad.
La joven calla, su corazón late con vehemencia.
—¿No me entiende V. señora? pregunta Julio.
MAÑANA.
—No, ignoro quién es la flor de la caridad...
—He dicho que respira cerca de mí...
—Cerca de V. á nadie veo... responde con vergüenza la
nOMAJICE.—EM UN ÁLBUM.
joven.
—¡A nadie!., ¿y la hermosa que se apoya en mi brazo?..
Cada vez que ante mis ojos
La hermosa no responde.
_ •
se pone el álbum de Paula
—Señora, continua Julio; con el silencio me condenaV...
• (los arrobas se me ocurren
—Y V. con esta declaración es perjuro.
de poéticas cosazas.
—¡Perjuro!
Cojo el papel en seguida
—Si, perjuro á esa mujer que en breve tiempo será esy empiezo luego á hilvanarlas,
posa de V.
y así que junto dos letras
—¿Y si nunca juré amor á esa mujer?
lo dejo para mañana.
—Haría V. muy mal en casarse con ella.
Hoy no puedo; es imposible
—^Mas no seria perjuro.
que está mí musa ocupada
—¡Ah! ¡perjuro... si... seria V. perjuro!
en comprarse un miriñaque
—¿Por qué?
y bordarse unas enaguas.
—Antes de contestar, permítame V. hacerle una preMañana sí: me levanto
gunta.
tempranito, cuando el alba
—Con mucho gusto.
quite del rostro del cíelo
—¿Sabe V. quien soy?
las nocturnas telarañas,
—La vi á V. en la ventanilla de una carretela...
Y en menos de dos minutos
—¿Y fué por vez primera? le interrumpe la joven con
mi aprcciablo pluma ensarta
viveza.
de imágenes y bollozas
—Si, poro desde aquel momento...
veinte cclumuas cerradas.
—Basta... basta Julio.
La hablaré de amor y modas,
—Creí ver en V. unas facciones conocidas, sentí un amor
del bello sexo y sus gracias,
que me parecía haber sentido otro tiempo...
de corazones de pollos
—Basta... basta... V. es perjuro.
y pulmonías del alma.
—¡Pero señora!., exclama Julio sorprendido.
—Una tarde corría por el muslo de V. la sangre, dice
Viniendo á parar al cabo
la joven.
en decirla que es muy guapa,
—Es verdad... interrumpe Julio asombrado.
cosa que ya le habrán dicho
—^Y una niña ató á la herida el pañuelo de sus hombros...
los espejos do su casa.
;—¡Es verdad!..
Mas ¡ay! que así poco á poco
se van pasando semanas,
—Y V. la dijo: «¡Matilde, yo te amo!))
y yo sigo discurriendo,
—¡Es verdad! exclama absorto Julio; ¿pero como usted
y el albura sigue en su caja. •
sabe..?
—Soy de Oraeñaca...
Ya se ve, con estos fríos,
y estos vientos y estas aguas,
—Señora... ¡es posible..! exclama Julio mirándola con
desde el tintero á la pluma
atención; ¡esasfacciones!.. ¡V. es Matilde!..
se deshacen las palabras;
—^Yo soy Matilde, responde ella mirándole con ternura.
Y hoy que el calor nos sofoca,
—¡Matilde!., Matilde adorada!., perdón!., exclama Juüo
es imposible hacer nada;
besándola una mano.
mas de seguro prometo
—Quien ató el pañuelo á la herida de V. y le condujo á
que de mañana no pasa.
su casa, no podrá monos do perdonarle.
¡Pero calle! para muestra
—Ya soy feliz Matilde... V. me ama!..
con estos renglones basta,
^ N o , Julio, amar...
en hallando un pensamiento
—Pero Matilde... será V. tan cruel!.,
que de contera les valga.
Pero Julio, faltará V. á la palabra de casarse...
Copiemos ya pues lo escrito
—Mi corazón no puede ser sino de Matilde, grita con fuecon letra decente y clara,
go el enamorado galán.
que el pensamiento postrero
—El mió ya no puede ser de V. responde Matilde, el hoya me ocurrirá mañana.
nor lo prohibe.
—¡Ingrata! exclama Julio, apartándose de ella que fija
JOSÉ GONZÁLEZ DE TEJADA.
ruborizada la vista en el suelo.
Ambos permanecen en silencio.
Director y propietario, D. MANUEL PE ASSAS.
Concluían do salir de un espeso bosquecillo, y se hallaneJaccion y Administración , callo de Vergara, 4, priníipal izquierda.
ban ya á oriflas del estanque, uno de los sitios mas pintorescos de la Casa de Campo.
Madrid.—Impronta á cargo de MANCEL GÓMEZ,
—¿Me ama "V.? la pregunta Julio.
calle de la Union, núm. 3.
Matilde calla, un ruiseñor trina cerca de ellos.
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