RAMON PEREZ DE AYALA. Hacia una revaloración de su narrativa. Prof. Eladio García. l. Planteamiento Meditar la producción ayalina, centrada quizá en Belarmino y Apolonio, desde la postura orteguiana, nos revela el esfuerzo de revitalización artística del asturiano, aunque sus cuatro primeras novelas, aquí también tomadas en cuenta, son anteriores al decisivo ensayo de Ortega, Meditaciones del Quijote y a sus Tres cuadros del vino, deliciosa valoración prematura del mito. En efecto, Tinieb"las enlasCumbres, A.M.D.G., La pata de la raposa, y Troteras y danzaderas conforman un todo estructural y un manejo del lenguaje que anuncia la plenitud de Belarmino y Apolonio o Los trabajos de Urbano y Simona. Estas novelas demuestran muy al vivo un narrador dispuesto a ironizar desde la particular postura de una disyunción entre lo narrado y el modo narrativo. El lenguaje ayalino, por de pronto, no es necesario a lo narrado. Se separa en Fronteras y Danzaderas, de la tradición naturalista que trataba la prostitución con la mayor seriedad en lo que respecta a la consecuencia entre los medios y los objetos. La mirada ayalina que hace retroceder la comprensión de ese fenómeno a su esplendor helénico supone una distorsión significativa, nada exenta de humor y de ironía. Las novelas posteriores mantienen la estructura, que se perfecciona y se estiliza; mantienen la ironía, pero aumenta la conciencia expresa de una vinculación con el mito o con el clasicismo, y que se hace manifiesta ya desde el título. Ortega, al analizar los Tres cuadros del vino atribuye a Velázquez el singular y contradictorio mérito de destruir la creencia en la potencialidad del vino como agente de la divinidad. La época administrativa y científica de que habla, transforma a Los Bo"achos en una visión de la borrachera, en un estado de estupidez mental, en fenómeno carente de significación cósmica. De igual modo, su genial ensayo Meditaciones del Quijote, implica una valoración del mito, el que pasa a ser la belleza sin más, La realidad como tal realidad, carece para Ortega de significación estética. Y la incorporación de la realidad al terreno del mito, hecho que maugura la novela moderna con el Quijote con la destrucción correlativa de los-libros de caballerías, inicia una línea continuada y excluyente de la novela en favor de la realidad. Tal dinámica creciente es una de las ideas más fecundas que sugiere Ortega para plantearse el sentido de un desarrollo del arte y que aclara incluso direcciones de la narrativa que Ortega no sospechaba en 1914. La idea orteguiana de que no hay belleza sin idea se hace plena en Ramón Pérez de Ayala. Hay en toda su narrativa una vuelta sui géneris al origen, que queda claro si se advierte que la estructura que prefiere es la estructura de la llamada novela barroca que es, como se sabe, una fecundación de la antigüedad en el Renacimiento. Cervantes consideraba su obra clásica el Persiles. La revivificación de la novela habría, pues, que buscarla en la revivificación del género y de los motivos. Ortega y Pérez de Ayala no creían que una época fuese gratuita, que la relación obra-tiempo histórico no podía obviarse sin más. De ahí, el otro elemento ayalino: la ironía y la mordacidad. Quizá Ramón Pérez de Ayala pensó que toda concepción del mito entra en crisis en la medida que la ironía lo destruye como creencia, pero, no es menos cierto, que todo el encanto de su novela estriba en el ácido sabor de los frutos antiguos. 2. Desarrollo Podríamos suscribir las palabras de Eugenio de Nora al referirse a la situación en 47 que Ramón Pérez de Ayala se encuentra frente a la conciencia actual. "De la personalidad múltiple y brillante de don Ramón Pérez de Ayala cabría decir, paradójicamente, que aunque dibujada con firmes y clásicos trazos, permanece sin embargo velada y en lo esencial enigmática. Un sentimiento de perplejidad nos invade, en efecto, al comprobar la coherencia y el rigor de la obra (salvando algún exabrupto juvenil), en contraste con la vacilación borrosa y exteriormente, punto menos que equívoca de la conducta; perplejidad que se acrecienta si recordamos que, después de una ascención rapidísima y admirable, desde 1904 hasta 1906, la carrera del novelista, y aun la del escritor total, se trunca e interrumpe sin justificación visible, y su voz enmudece por completo en el ápice de la madurez creador.a. "No apunto estos datos al azar -prosigue Eugenio de Nora- ni marginalmente; menos aún como repulsa o con sombra de malevolencia. Al contrario, quiero subrayar cómo estas circunstancias han creado en tomo a Pérez de Ayala cierta niebla de confusionismo, aprovechada generalmente para mantener (o simular) actitudes de incomprensión, de flagrante ignorancia, o -también de "menosprecio" supuesto e interesado. El silencio prolongado de un escritor viviente no autoriza sin embargo el arrinconamiento de su obra en los desvanes de lo pretérito; hasta que con ayuda del tiempo -resulte o no un "clásico", sigue tratándose de un contemporáneo, y -en este caso- de la obra actual, viva, sugerente, y todavía, afortunadamente para todos, lejos de esa "vida eterna" que la haga cómodamente transferible al panteón suntuoso o tierra común de las historias literarias. Esto es, no obstante, lo que con frecuencia se hace respecto a la novela ayalina, repitiendo sobre una obra pujante y viva los más muertos lugares comunes, por simple pereza mental". (1) Muerto Ramón Pérez de Ayala el 5 de agosto de 1962, a cuatro días de cumplir 82 años, poco se ha hecho, salvo la publicación de sus obras completas, (sin A.M.D.G.) y de algún penetrante estudio, en la valorización de su obra literaria. Creemos, sin embargo, que la escasa, comparativamente, indagación crítica sobre la obra ayalina, si bien abunda en lugares comunes, es, también, rica en juicios certeros e intuiciones fecundas. Es natural que esos juicios desconexos deban encontrar en un ámbito significativo, abarcador, su propia refrendación. Ellos, creemos, han estado huérfanos de un apoyo sistématico y han quedado, por lo tanto, como afirmaciones sorprendentes. Las intuiciones, por su lado, han quedado en otro plano de generalidad sin apoyo en una interpretación acabada de las obras de Ramón Pérez de Ayala que las motivaron. Esto nos lleva a tratar de renovar nuestra mirada sobre su novelística, de lo que nos ocuparemos ahora, sin por ello, desconocer el valor que su ensayismo y su poesía tienen. Se ha dicho que en Ramón Pérez de Ayala es difícil e incluso artificial distinguir tales momentos. Tal dificultad puede obviarse si se elige una muestra novelística donde concurran tales realidades literarias, cosa que casi siempre sucede, y donde aparezcan mutuamente potenciadas. Desde luego, nada se puede agregar al silencio del insigne escritor. (2) Podemos decir, eso sí, que pocas producciones despiertan prospectivamente, tal cúmulo de problemas, tal cantidad de estímulos y sugerencias en el sentido de su modernidad, pero también tanta afinidad con el pasado, tanta vívida reminiscencia, tanto reencuentro temático y lingüístico, tanta alusión y motivo del pasado. Así, alusión a presente actual, determinable en el menudo y anecdótico y a un pasado esplendente, se presentan a la conciencia del lector que se enfrenta ya de una manera muy precisa a una apertura original, a una relación sui generis, que se resuelve en una postura narrativa sui generis. Esta bipolaridad permanente de la obra ayalina le presta una indiscutible unidad y es una bipolaridad que se puede rastrear en casi todos los planos del hecho literario. Es extensa e intensa. Esta restricción, este casi, es lo que proponemos como unidad, como sentido ya que se trata de una postura narrativa que termina por ironizado todo, pasado y presente y que se confunde con su reconocida lucidez, punto donde, creemos, alcanza Ramón Pérez de Ayala su unidad, su tan buscada consonancia estética y, que lo colocan de una manera 48 intintivamente original, en directa relación con las formas que se gestaban en el resto de Europa (3). El camino que hemos de recorrer supone tres momentos fundamentales, donde habrá que distinguir submomentos. a) Análisis de la hipolaridad ayalina. b) Este análisis de su bipolari dad sugiere el siguiente juicio que lo acerca al barroco: escritor de tensiones irresolutas y c) la lucidez de Ayala, lugar en que ellas se resuelven, donde convendrá considerar polémicamente las conclusiones de Eugenio de Nora, al respecto. (4) Podría pensarse, en efecto, si se toman sus NovelasPoemáticas,Prometeo Luz de domingo, La cai'cla de los limones y Belarmíno y Apolonio como centros gravitantes de una evolución, que la narración de Pérez de Ayala, entendida como integrante de la europea, significa, en la sumersión bilateral en que aparece, o la ironía de la cultura europea o la ironía de la vida española. Pero, en cualquier caso, un tipo de narración en que fueron adelantados, cada uno en una dimensión, Ramón Pérez de Ayala y Ramón del Valle lnclán. Puede pensarse también en Azorín, Unamuno y Baroja. Empezaremos por el principio, según el ejemplo aristotélico, e intentaremos distinguir la bipolaridad de la novelística del escritor asturiano, en varios planos. En el léxico y en los nombres propios, en el de los personajes entendidos como individualidades frente a individualidades (Belarmino frente a Apolonio), como de los personajes entendidos como individualidades frente a sí mismos (Alberto Díaz de Guzmán), el tiempo y el espacio, los acontecirrúentos, aspectos del contenido, la distorsión del género, la alusión hermética y el melodrama, dos formas de trato específicas con el lector. Pérez de Ayala firmó su primera novela con el pseudónimo de Plotino Cuevas, seudónimo o, contradictoriamente, "neoplatónico", o, cómicamente discordante. El nombre de la novela Tinieblas en las cumbres: El título mismo obedece al gusto por el contraste y la doble vertiente significativa: tinieblas y cumbres; las tinieblas del eclipse de sol que la pintoresca tropa de personajes sube a contemplar a la cumbre del Puerto de Pilares (Pajares, entre Oviedo y León) y las tinieblas espirituales en que vacila y se hunde la conciencia, también de cumbre, excelsa, pero disgragada, del protagonista" (5) Hemos tratado de insinuar que la obra de Pérez de Ayala constituye una unidad. Tinieblas en las cumbres empieza con una inversión quijotesca que le es muy cara. La novela o el relato suele empezar en una fonda o pensión. En Cervantes suelen resolverse, en ellas, la cantidad de situaciones que los caminos ofrecen con tanta riqueza. Esta es una primera cobertura que no conviene olvidar. En tal fonda se habla ya suscintamente de la próxima excursión, del paseo a contemplar el eclipse. Tal excursión se hará con unas niñas de poquísima reputación que habitan en la parte alta de la ciudad. La tendencia ayalina a considerar lo espacio temporal específico, lo que es el objeto inmediato de su propio contorno, con un lenguaje que lo vincula con lo genérico cultural, se produce de inmediato. La ciudad, reiterada como ubicación permanente de los acontecimientos decisivos (no se olvide que Tinieblas en las cumbres es la primera de una tetralogía), es Oviedo, aquí llamada Pilares. Hay litografías donde aparece el acueducto de pilares y en que se ven aldeanos y un tren pequeño que pasa por debajo de sus arcadas. Efectivamente, estos pilares, para quienes recuerdan Oviedo con precisión, estaban a regular distancia de la Estación del Norte, por el Ferrocarril a Madrid y en dirección justamente a Puerto Pajares. Pérez de Ayala vuelve a la relación discordante. "Adviértase -dice- que Pilares, que este es el nombre literario de la ciudad en la geograf Ía novelesca que nos hemos forjado, por no ser menos que algunas grandes ciudades de la antigüedad, como Atenas o Roma, consagra una parte de su seno, y acaso la más pintoresca, al asilo de las pornes o doncellas sotanadas, como casas que dijo Quevedo. Es decir, que lo que en Atenas fue artístico y voluptuoso barrio de la Cerámica y en Roma los suburbios, Summoenium, Vicus Porticus, y las Arcadas de Circus Maximus, lo son en Pilares las Puertas Nuevas, alta y baja, dichas así sin duda en remembranza de antiguos pórtigos de la ciudad". (6) Efectivamente, parelelas a las vías del tren existen hacia la izquierda y en dirección a Castilla, la Puerta baja, porque el carrúno es llano y la Puerta alta que se encamina hacia las 49 colinas y montañas. Al contraste espacio temporal Pilares- Atenas y Roma se agrega1 otros valores contrapuestos. En el barrio viven obreros y jornaleros, cuyos· hijo contemplan la prostitución. Nada más lejos en Pérez de Ayala que darle a este motivo, 11 nunca al sexo, un carácter naturalista. Esto lo separa, como narrador, de su pasado cru inmediato. La conclusión es otra. Por la carretera a Castilla se va también al cementeric "y no es raro que vengan a mezclarse al eco de mujeriles carcajadas la temerosa canción d clérigos sombríos que caminan a la zaga de sinuoso ataúd. "De esta suerte, los afortunados infantes y mancebos gustan a todo pasto tan reci. contraste, y muy lerdas han de ser las criaturas si no vienen a dar en cuenta de que est mundo es un fandango, y que pierde su tiempo el que no lo emplea en la azarosa danz del placer". (7) Esta visión del sexo, del instinto, de la muerte, están lejos del dolorid, tono del Azorín de La Voluntad. A Ramón Pérez no se le transforma en una visió cósmica de la inutilidad de la vida, aunque este sentimiento se canalice en uno de su personajes principales, Alberto Díaz de Guzmán, cosa que encaja muy bien con ~ perspectivismo con que están concebidas sus cuatro primeras novelas. Pérez de Ayala n ve en la prostitución ningún tipo causal de relación con el ambiente, no paree preocuparle el problema del origen inmediato o escandalizarse por su existencia. S mirada o es festiva y tiende a realzar el matiz grotesco, o busca la indagación sicológi~ La preocupación de las primeras páginas de Tinieb"las en "las cumbres apunta el orige remoto de tal actividad y con ello a una vinculación del presente espacial con su remoto quizá esplendoroso pasado. El origen inmediato de tales personajes ayalinos es una pasió ciega y repentina cuya solución normal es impedida por circunstancias adversas ajenas a 1 interioridad de los personajes y cuyo destino, muy semejante siempre, conlleva J estructura de una novela de acción. (8) Ello quiere decir Únicamente que en talE personajes, Rosina y Angustias, hay un tipo de redención que está muy lejos de la novel naturalista. En ello, Pérez de Ayala Ele mantiene en una presentación dualística d1 mundo, matizado de melodrama, pero que no se resuelve en una actitud de trascendentl seriedad naturalista. Demos un poco de amplitud a tales aseveraciones antes de volver a ) noción actualidad-antigüedad. Se podría decir que a pesar de la correspondencia qu existe en las cuatro primeras novelas, cuestión perfecta y explícitamente tratada por Pére de Ayala, hay una vinculación fundamental entre Tinieb"las en "las Cumbres y Troteras . Danzaderas. Si bien La Pata de la Raposa es la continuación de la primera·, acaba pe adquirir un sesgo que la hace emparentable, con A.M.D.G., ya que en ésta aparece 1 motivación de lo que será, ya maduro, la vacilante conciencia de Bertuco, Alberto Díaz d Guzmán. Tinieblas es como se sabe la historia de una excursión de algunos señoritc ovetenses con damas de vida ligera. Entre ellas, destaca Rosina, una moza hija d pescadores, todavía confusa y ruborosa. Luego viene su pasado: la vida en la aldea d pescadores, la llegada del circo, el repentino amor de Rosina por Fernando, muchach fornido y apuesto; el encuentro de ambos, el inevitable embarazo, la vergüenza, la fug hasta llegar a Pilares a la c~a donde la vienen a buscar los juerguistas. Luego el pase( plagado de incidencias discordantes, el despertar de la angustia del acompañante d Rosina, Alberto Díaz de Guzmán, su despedida. Rosina reaparece en Madrid, en Troten y Danzaderas viviendo en espléndida situación con su hija Rosa Fernanda, enamorada d la verbosidad y el rendimiento de un poeta y sostenida con opulencia por un polític importantísimo. En el tráfago de personajes, Alberto Díaz entre otros, aparece un di Fernando, su seductor, con el cual termina en viaje a París. Si tomamos a Rosina como' concepto de Pérez de Ayala ~e de la prostitución, es la de una sonriente ironía, ausen1 de actitud quejumbrosa o escandalizante. Más emotiva, aunque no menos redenta, no} en el terreno del arte, como Verónica, curiosa criatura de Troteras, sino, también, en el ¿ la vida, es Angustias, la hija de Belarmino, el filósofo zapatero de Pilares. Belarmino Apolonio es quizá el libro más contrastado de Pérez de Ayala cnn una- construcció doblemente paralelística: la pugna de Belarmino y Apolonio y el destino separado de do 50 Guillén y Angustias. El tema, muy suscintamente dicho, aquí sólo en vistas de la posición ayalina frente a la prostitución y en vistas a separar este motivo de su base contemporánea naturalista, es la existencia de un zapatero que a causa de su preocupación filosófica descuida su negocio hasta la ruina, que se produce a causa de la llegada de otro zapatero, Apolonio, que llega a Pilares desde Galicia, con ayuda económica, apoyo aristocrático, empaque científico-publicitario y apostura personal. Su pasión no es la filosofía sino el teatro. Belarmino tiene una hija, que es hija de una hermana. Es Angustias. Apolonio tiene un hijo llamado Pedro, Lope, Francisco, Guillén, Eurípides (por Pedro Calderón de la Barca, Lope de Vega, Francisco Rojas Zorrilla, Guillén de Castro, Eurípides). La rivalidad vocacional de los zapateros no impide que don Guillén, entonces sólo Perico y seminarista, se haya enamorado perdidamente de Angustias y ella de él. Por mediación de una curiosa Celestina, Felicita Quemada, se fugan ambos jóvenes. Perico es sacado de la fonda donde se hospedan a viva fuerza y queda Angustias sola, en la deshonra que le enrostra por carta su madrasta Xuantipa. El relato toma la acción cuando Perico, ahora don Guillén, es un sacerdote prebendado y cuenta a un amigo, conocido en una pensión, el porqué de sus actitudes discordantes y, en fin, su vida toda y la de los zapateros pilarenses. Este amigo ha tenido alguna curiosidad por quien es a la época una triste prostituta a quien apodan la Pinta, Angustias, porque su apellido es Pinto. Conocida la historia de don Guillén, este amigo (9) pone en relación a los antiguos y frustrados amantes. Don Guillén, viejo y culto consejero de riquísimas dignidades, hereda una fortuna y logra reunir a los dos zapateros, ahora en un hospicio, que en la desgracia y en el contacto se han reconciliado. La estructura, de nuevo, de personajes separados por circunstancias que rebasan su íntima voluntad, demuestra la falta de condenación, como destino de la prostitución. Y.a lo dijimos que ello arranca del enlace ayalino de un proceso actual con una cobertura tradicional, especialmente greco-latina. Dejar constancia de tal conexión es muy importante a nuestros intereses que apuntan a demostrar que lo genuinamente ayalino es o una ironía de la cultura europea o una ironía de la vida española. Se trata, pues, de una relación dinámica recíproca. La conexión entre lo real actual y lo original cultural se da de manera muy evidente. Jorge Mañach en una entrevista con Pérez de Ayala le dice: "Sus ensayos recuerdan a veces mucho a los de Bertrand Russel, por cierto valeroso realismo. No quiero sugerir que haya influido en Ud. sino que la suya es una mP-ntalidad parecida, hasta en su fuerte sentido del humor, a la del pensador británico. Pérez de Ayala no parece rechazar esa afinidad. -Pero en fin, lo dominante en Ud. es el escritor de creación y observación crítica ... Belarmino y Apolonio, por ejemplo, ¿no está hecho del natural? -Sí, los dos tipos son completamente históricos. Vivieron en Oviedo. Esto se podía ya sospechar puesto que Carlos Clavería (11) descubre ya en La Pata de la Raposa, novela del año doce, una alusión a Belarmino. Manolo, el criado de Alberto Díaz, fuera de meter sus manos en los dineros del amo, tenía ciertas pretensiones intelectuales, así tendía a cultivar a su modo el intelecto, adquirir un vocabulario de palabras sesquipedales, como archisupercrematísticamente, asombrar a sus relaciones con el fárrago de su sabiduría, y enviar bajo seudónimo a un periodicucho semanal de Pilares, artículos tremebundos, que comenzaban así, por ejemplo: 'La contumelia de las circunstancias es la base más firme de la metemsicosis' (esta frase se la había plagiado a un tal Belarmino, zapatero y filósofo de la localidad)." Este encuentro de Ayala vivencia! concreto le sirve para conectar imaginativamente a este zapatero filósofo con la imagen socrática. Primero, que este zapatero aparece casado con una mujer de nombre Xuantipa, con base etimológica supuestamente bable, pero que recuerda sin duda a Jantipa, la mujer de Sócrates. Xuantipa increpa a Belarmino su continua distracción, su falta de atención al trabajo y al sostén de su casa. La imagen 51 socr.-.. 1ca se despierta igualmente por la concurrencia de estudiantes y profesores, quienes polemizan sobre el valor y el sentido del enigmático y críptico lenguaje belarminiano. El estudiantón, suerte de discípulo de BeJarmino, "le escuchaba fascinado, sin sacar nada en limpio, pero con la esperanza cierta de llegar a dominar el tecnicismo de aquel moderno filósofo de portal, o estoico, como él decía, sin saber que en Grecia tanto valía estoico como filósofo de portal". Más adelante: "Con todo esto, el portal, el portal de Belarmino estaba concurrido como la escuela de un filósofo de la antigüedad" (12) El caso más evidente, aunque de una trágica e implacable ironía, es el relato Prometeo, el primero de sus tres estupendas novelas poemáticas (1916). La composición de esta novela poemática resume, de una manera grotesca a veces, como ninguna otra, ciertos procedimientos ayalinos, la mezcla de géneros literarios, la tendencia a la reflexión y muy especialmente, la tendencia al uso clásico o mitológico al empezar el desarrollo del conflicto, pero, lo que no es menos llamativo, es que en el transcurso de la narración se ~vierte una evolución, desde lo puramente grecolatino a lo tradicional hispánico, que se resuelve decididamente en lo provincial asturiano. Empieza con una rapsodia a modo de Prólogo, que encierra poéticamente el contenido narrativo, que viene a continuación. "Era ya una costumbre antigua del autor -dice Eugenio de Nora (13)- la inclusión de poemas en sus relatos, especialmente en La Pata de la Raposa, entre los anteriores, los versos intercalados abundan. Pero hacerlos presidir sistemáticamente cada escena o episodio, tiene con seguridad una significación diferente y nueva. ¿Cuál? Ayala mismo da una respuesta exacta sin duda, pero como vamos a ver, no del todo completa: "Creo -escribe- que la poesía es el punto de referencia, y como dijéramos el ámbito en profundidad de la prosa narrativa. Muchas y enfadosas descripciones naturalistas ganarían en precisión y expresividad si se las cristalizase en un conciso poema, inicial del capítulo... Algo por ese estilo me propuse en las glosas poéticas de mis novelas breves". Apetencia pues de concisión, de economía, de densidad expresivas, propósito de dar a la narración un "ámbito en profundidad" que ahorre descripciones enfadosas. Pero ¿es esto sólo? Opino que no. La motivación profunda de estos poemas parte en realidad de una zona más profunda. Ayala, al encuentro de su forma personal, -personalísima- de ,, nove lesca, d es b orda, en ngor, . , " novela " ; y es esta " nueva creac1on ,, ,, a expresion e1 genero que lo lleva su complejidad ("novela poemática", sí, pero también, y cada vez más, novela dramática, o tragicomedia novelesca), exige una visión simultánea a la acción, pero desde fuera de la acción misma, y lo más impersonal posible, que asuma la totalidad, el destino de los personajes y la significación suprema de sus actos", no "simple glosa poética·~ sino la verdadera voz cantante, la encarnación del Coro de las tragedias antiguas, el subrayado impersonal que ilumina y declara el destino de los protagonistas". A esta poesía introductoria que es el ámbito, en todo caso, en profundidad de la prosa narrativa, sigue en el Prometeo la narración en tono Homérico: la aventura aconteció -escribe Ayala- sobre poco más o menos como la refiere el aeda Homero, de los ojos sin luz. Los lances, tan pronto afortunados como adversos, que precedieron a la aventura, así como las circunstancias con que la acompañó, repiten la fábula antigua, si bien la mudanza de los tiempos introdujo ligeras variaciones". Sabernos que este moderno Odiseo es astuto, corpulento, magnánimo y aficionado a los brebajes ambrosianos, hoy bebidas alcohólicas. Después de la invocación, donde se dice que este divino Odiseo partió de su ciudad natal hacia la sagrada Ilios, luego al país de los lotófagos de la ardiente y maliciosa venerable y encantadora Circe, descendió, liberado de la ardiente y maliciosa hija de Apolo, a las moradas del Aides, país lamentable, interrogó al tebano Tiresias, anduvo entre Escila y Caribdis, que también se dice de Herodes a Pilatos, se holgó en el ameno antro de la mimosa ninfa Kalypso hasta que encontró a Nausica de brazos blancos. Este ropaje simbólico recubre a Odiseo que es en realidad profesor de griego en la universidad literaria de Pilares, pero que en sus 52 momentos de poses10n báquica creía encarnar al héroe homérico. De padre español, nacido en Florencia de madre italiana y de nombre Marco de Setiñano. Huérfano a temprana edad es recogido por unos tíos que lo educan, aplicándose luego al leer y estudiar, para caer en la duda al querer encontrar la sabiduría en los libros. "Leía como bebía; paladeando y de manera que sus pulsos se agitaban, la mente se le aguzaba y se le infundía como una nueva vida". Pero su tío le había dicho, frase que le resonaba: "Sólo la acción conduce al éxito". Decide ir a España (seguramente la sagrada Ilios), llega a Sevilla, la tierra de los lotófagos, "los cuales se alimentan con una flor que hace perder la memoria", conoce a Kirke (Lolita que le cuesta un ojo de la cara), decide recorrer España, el Mediodía, el Levante, centro donde supuso se encontrarían por convergencia, la fu erza, la gracia y la astucia o inteligencia activa, pero sólo cayó en el reino de Hades, "en una ciudad centenaria, centenariamente mu erta", viaja a Madrid, para finalmente decidirse a hacer oposiciones a la cátedra de griego en Pilares. Escribe a su tío en Italia: "Estoy de dómine en una provincia española. Vine a España creyendo que era el país de las posibilidades. Ahora se me figura el país de las imposibilidades". Se siente un hombre frustrado cuya única salvación es la de engendrar un hijo, un hijo que sea lo que él quiso ser, un Prometeo, hombre semidivino -redentor- que ahora más que nunca necesita de él la Humanidad, sutura viva o intersección del cielo con la tierra. Marco Setiñano se entrega "a la obsesión de la paternidad heroica". Se desprende de Calipso que se llamaba Federica Gómez y era viuda. Para huir, se hace una balsa, es arrastrado por el mar y en una tormenta es arrojado desnudo a la playa, rememorando, quizá, uno de los más delicados pasajes homéricos, pero transformado por obra del sarcasmo ayalino, el hermoso encuentro con Nusika en un incidente que despierta, en quien recuerda el pasaje homérico, indiscutible desazón. Nausika se llama en el escorzo sanchopancesco de los nombres ayalinos, Perpetua Meana, andaluza y graciosa, hermosa y de cuerpo conforme al canon griego. Odiseo es invitado a la casa donde Perpetua veranea, se le presenta a la marquesa, dueña de la casa, todo en un declinante tono homérico. Marco contento con la belleza de Perpetua, comprobada su gracia e inteligencia, le propone matrimonio. "Por el filo del tránsito entre la primavera y el verano, como si obedeciese al régimen de un gozoso mito solar, Perpetua anunció a Marco que iban a tener un hijo" (14 ). En arrobada espera aguardan la llegada del hijo. "Marco no había querido avisar a·la familia de Perpetua. Estaba sólo y como insensato. El médico tocándole el hombro, le dijo: Ya puede entrar. - ¿Sin novedad? -Sí, un varón. Marco se precipitó en la alcoba. La comadrona llevaba al recién nacido. Era una criatura repugnante, enclenque, el cráneo dilatado, la espalda sinuosa. Prometeo ". (15) Prometeo creció raquítico y se acentuó su natural monstruosidad. "El hijo del catedrático disfrutó de privilegios e inmunidades que la revoltosa turba escolar envidiaba. Los alumnos se vengaban en los recreos, mofándose del jorobadito y poniéndole motes. Cuando Prometo escuchaba los insultos, su belfo, prominente y prematuramente velloso, adquiría temerosa amarillez. Luego, extraviado y lleno de frenesí, se lanzaba, como una araña gigantesca sobre el denostador, mordisquéandolo y arañándolo. Se hizo temer," (16). Su agresividad se hace general, así como el horror que inspira es general". De matinada, allá en la aldea, Telva de Nolo salía de la alquería a ordeñar las vacas, canturreando una tonadilla. Detúvose sin hablar, hizo un esfuerzo y clamó: - 1·N olo.' , 1·N o lo.' ·P ' . .' . . . 1 er 1as ben d'itas ammas A.somóse Nolo amodorrado en un ventanuco que una vid silvestre encuadraba. 53 - ¿Qué ye aquello se ximielga en la figar? Preguntó Telva. Nolo bajó a informarse de cerca. Al extremo de la quintana, colgando de una higuera bailaba al aire el cuerpo de Prometeo, deforme, liviano, como fruto seron· do". (17) Se ha tratado de interpretar Prometeo como el problema de la paternidad frustrada, pero, por cierto que ello pueda ser, queda como fundamental el juego enorme de contrastes. Marco y Perpetua sanos y hermosos, Marco busca, después de múltiples viajes y experiencias, la mujer que pueda dar un hijo salvador de la humanidad. Las alusiones homéricas ironizadas terminan por entregar su contrario, un fruto amargo y sin esperanza. Las otras novelas poemáticas en hondo contraste, encierran igualmente, dentro de lo vital que promete ser fecundo, el fruto de la amargura y de la muerte. Así en Luz en domingo relato de la vileza humana, y en La caída de los limones, lo insospechado y brutal de la naturaleza interior. Se ha visto con razón, en doble perspectiva, una suerte de barroquismo en Ramón Pérez de Ayala, idea que trataremos de resolver no en sentido retrospectivo, sino en un sentido prospectivo. En primer lugar, la inadecuación entre el objeto y su mención, como el arcaísmo o la exquisitez que muestra a través de la cultura, han aparecido como rasgos barrocos. Pero también, la cantidad enorme de planos en que se advierten, a una primera lectura, bipolaridades. La mezcla de personajes, señoritos y prostitutas, la ciudad y el campo, la santidad y la perdición, la religiosidad y la crueldad, en una misma persona, la prostitución y la más exquisita sensibilidad, la poesía y la escatología, la alusión hermética y la tendencia al melodrama, la composición de los nombres propios: Pedro Caramanzana, Felicita Quemada, que alude sin duda al trágicc destino de sus castísimos amores con Anselmo Novillo, el usurero Bellido, el bando de los Becerriles y los Chorizos de La caída de los limones, Teófilo Pajares, los nombres de prostitutas, la Luqui, la Paya, la Pinta, la Piemavieja, nombres muchos que recuerdan sus congéneres cervantinos, espr.cialmente estos últimos que llevan sin duda el recuerdo de la Tolosa, de la Molinera, de la Cariharta, la Gananciosa, la Escalanta, la Pipota. Tal tipo de procedimiento ha llevado a Spitzer a hablar de un perspectivismo lingüístico en el Quijote, noción que podría aplicarse a Ramón Pérez de Ayala. Asímismo, el problema de la visión diafenomenal, que se discute en el capítulo segundo de Belarmino y Apolonio: "El novelista es como un pequeño cíclope -dice-, esto es, como un cíclope que no es cíclope. Sólo tiene de cíclope la visión superficial y el empeño sacrílego a ocupar la mansión de los dioses, pues a nada aspira menos el novelista que a crear un breve universo, que no otra cosa pretende ser la novela. El hombre con ser más mezquino, aventaja al cíclope, a causa de poseer dos ojos, con que ve en profundidad el mundo sensible. Ahora bien, describir es como ver con un ojo, paseándolo por la superficie de un plano, porque las imágenes son sucesivas en el tiempo, y no se funden ni se superponen, ni por lo tanto adquieren profundidad. En cambio la visión propia del hombre es diafenomenal, como quiera que, por enfocar el objeto con cada ojo desde un lado, lo penetra en ángulo, y recibe dos imágnes laterales que se confunden en una imagen central, es una visión en profundidad. El novelista en cuanto hombre, ve las cosas estereoscópicamente, en profundidad; pero en cuanto artista, está desprovisto dé medios con qué reproducir su visión. No puede pintar, ú1\icamente puede describir, enumerar. La misión de ver con mayor profunidad, delicadeza y emoción y enseñar a los otros a ver de la propia suerte, le toca al pintor. La maldición originaria del novelista cífrase en que necesariamente se ha de extender sobre un sinnúmero de objetos". (18) Pérez de Ayala piensa en que hay que buscar la visión diafenomenal, inhibiendo al novelista. La aplicación de tales ideas lleva a la convicción de que el problema no se presenta sólo cuando el novelista trata de pintar, sino también cuando el novelista quiere presentar dos acontecimientos que suceden simultáneamente y que en la novela sólo pueden presentarse sucesivamente. Este aspecto trágico de la temporalidad de la novela y del lenguaje, Pérez de Ayala intentó romperlo en largos párrafos de El curandero de S' 54 honra. Es claro que el juicio sobre el barroquismo ayalino se ha formado por tal cúmulo de actitudes, tal cantidad de problemas en todos los planos, por las antítesis formales y de contenido, por la tendencia a la mezcla de géneros y de perspectivas, por la latencia de una forma antigua en muchas de sus novelas, por el enorme y arcaizante vocabulario, por el juicio temprano de don Benito Pérez Galdós a Tinieblas en las cumbres: "Le diré en hr•wes palabras que de su libro Tinieblas en las cumbres diría poco si dijese que me ha gustado. Me ha encantado, me .ha embelesado; lo tengo por una obra maestra de la literatura picaresca. Verdad, gracia, sentimiento, realidad, idealidad, todo hay en él. Y en riqueza de léxico, no creo que nadie pueda igualarlo". El propio Pérez de Ayala cree que es novela lupanaria moderna, la primera en el concepto moderno, cuyos antecedentes los encuentra en La Celestina y en algunas novelas ejemplares de Cervantes. Manach le pregunta: -"¿Acepta usted la tesis, tan corriente, de que el arte de sus novelas es esencialmente barroco? -No, no la acepto... Lo barroco es una expresión hacia afuera, y yo más bien tiendo a la concentración... --Cuando se habla de barroquismo en usted, creo que más bien se alude a una cierta tensión dinámica de su arte narrativo y descriptivo... -En ese sentido, tal vez sí; pero lo barroco es complejo y formalista, y yo busco la sencillez en el conceptualismo. Mi estilo no tiene nada de hinchado o de retorcido. Le tengo horror a la metáfora, que es tan característica del barroco. Si puedo reducir la metáfora a un adjetivo, lo hago". (19) Como lo dijimos al principio, la pretensión nuestra es buscar una perspectiva desde la cual pueda entenderse, no negando los juicios, sino tratando de resolverlos en una unidad mayor. Esta unidad no debe ser sólo la relación de la novelística de Ayala con el pasado, sino que incluyéndolo. Ese juicio unitario apunta al papel que la novelística de Ayala ocupa con respecto al futuro. Nuestra conclusión pretende, pues, ser positiva en el sentido de que Pérez de Ayala adelanta formas que son relativamente generales a las literaturas de principio de siglo y que de algún modo pretenden hacer con cien tes un largo pasado de cultura y de elaboración artística. Es un tipo que apunta, qut emerge, de conciencia refleja, esto es de meditación, de reflexión sobre contenido, sobre procesos vitales y técnicos, que a una conciencia de crisis, como la ayalina se le presenta con el estupor de un objeto. En rigor, las cuatro primeras novelas de Ayala están concientemente pensadas, como el intento de llevar a la novela, dentro de un esquema aún más abarcador, la crisis de la conciencia española y europea. "El plan aspiraba a reflejar y analizar la crisis de conciencia hispánica desde principios de este siglo. En este lapso España y el mundo (ni que decir tiene), han padecido una de las crisis de conciencia más profundas en toda la historia occidental. A España, no sé si por desgracia o por suerte, le tocan siempre las amargas primicias en estos períodos críticos, aunque algunos, no pocos, persisten en suponer que España va siempre atrasada y a remolque del resto de Europa. En rigor la crisis de la conciencia española comienza, con doloroso espasmo, en 1898, después de la desgraciada guerra con los Estados Unidos. Se me dirá: ¿Qué tiene que ver esa crisis de conciencia puramente interior, ni cómo pudo ser primicia y presagio sombrío de la crisis de conciencia que luego habría de sobrevenir como sucesión inevitable de la primera gran guerra europea? Miradas así las cosas, un tanto superficialmente y no en su génesis fatal, quizá no se advierta la conexión de la necesidad histórica entre nuestra temprana crisis de conciencia y la crisis de la conciencia europea, posterior a Versalles. Sin embargo, si extraemos el último contenido esencial y simplificamos hasta su esquema más simple a ambas reacciones de conciencia ante un presente de crisis suprema, veremos que son idénticas la anticipada crisis de la conciencia española y la crisis ulterior de la conciencia europea. Este contenido y esquema podrían formularse así: ¿qué valor tiene, o qué aliciente ideal puede tener la vida para el hombre 55 individual, considerado como un fin en sí mismo, si la nación a que pertenece ha fracaso en ser, a su vez, un fin en sí mismo?" (20). Relación interna con Europa y crisis general de conciencia. Hemos llegado a los dos ténninos en que se puede ubicar la obra ayalina. Del europeísmo de Ayala, habla ya Madariaga, en 1924 (21), dándole un carácter telúrico y donde aparece una sutil impresión verdadera: "No es excesivo decir que el carácter asturiano es en cierto modo antitético del carácter del resto de Espafia. Mientras España es ante todo creadora y sobresale por su genio, Asturias es más bien crítica y sobresale por el talento. Asturias es pues, conciente, y en este sentido, el más hondo, sin duda el más europeo de los reinos españoles. Cierto que para las más de las gentes parece ocupar este lugar Cataluña, representante oficial en España de la civilización y del progreso europeos. Para mí, sin embargo, esta opinión se apoya en una observación externa y superficial. El genio de Cataluña es ante todo emotivo y fonnal y su carácter esencialmente conservador . Cataluña se esfuerza por ser Europa, mientras que Asturias quiere ser Asturias y esto es mucho más europeo que aquello ... D. Ramón Pérez de Ayala es sin disputa el escritor más distinguido que la España de hoy debe a Asturias. Ayala es un asturiano típico por la actitud inteligente e intelectual que distingue sus escritos. Hombre culto, moderno humanista, posee un sentido sintético de la historia y una comprensión serena del mundo y de la vida. Su actitud favorita es la del espectador". Estas palabras de Madariaga hay que interpretarlas en la totalidad del contexto. Pérez de Ayala aparece en efecto como asturiano, como europeo, como talentoso. Es interesante además, vertir tales conceptos en términos de análisis y de correlación literarias. Yo le encuentro por ello razón a Fernando Uriarte (22), quien vincula, con agudeza a Pérez de Ayala con Hesse, en el punto preciso donde conviene vincularlo, agregando, secundariamente, para mí primaria, a Thomas Mann. Dice: "En Tinieblas en las cumbres, registró Pérez de Ayala la conmovedora desorientación de un joven de la época. El protagonista Alberto Díaz de Guzmán es la respuesta al reto problemático, en el momento de máxima ebullición. El novelista español botaba allí su primera piel y contraía un compromiso conmovedor consigo mismo. En el acontecer de las otras tres novelas, Alberto es ya un personaje .cotidiano en lucha amortiguada con aquella tiniebla de arranque juvenil. "Alberto era un hombre a quien el azacaneo de la vida había despojado, prematuramente, una por una, de todas las mentiras vitales, de todas las ilusiones normativas, y para quien habían perdido el carácter de fuerza motriz todas esas palabras que se acostumbran escribir con mayúscula: religión, moral, ciencia, justicia, sabiduría, riqueza, etc. Lo mismo que en la eternidad del firmamento van apagándose las estrellas, dentro de su alma habían ido muriendo todos los grandes luminares de la infancia". Alcanza la superación por vía reflexiva. Nosqtros no queremos vincular a Ayala sólo con un autor, sino con un momento amplio de la narrativa y de su postura estructural. Creemos que Ramón Pérez de Ayala hizo los intentos del caso para encontrar una solución a la crisis que advertía, para esa separación repentina con el pasado y ello lo llevó a concebir una forma de nuevo trato con el lector implícito con la cual ese pasado cambiaba de categoría. El cambio implicaba que aquéllo que era pura y natural vigencia, que aquello que es el fundamento sin discriminar de lo cotidiano, había que alejarlo y hacerlo crítico, presentarlo en tono de virtuosismo y de ironía fundamental. Hemos afirmado que el narrador en Pérez de Ayala, rebusca formas, palabras, acontecimientos en su propio pasado y que ese pasado aparece en fonna de inquietante contraste, aún más, que ese pasado es un todo, desde el mundo clásico greco-latino, hasta el pasado cervantino (quizá lo único eterno en la conciencia ayalina), calderoniano, hasta el presente del habla asturiana y sus contenidos vitales. Nos encontramos con facilidad con expresiones como la siguiente; fuera de una permanente alusión a la antigüedad: lo invitó a beber una botella de bon vino y así en una seriación infinita casi, en el planó del lenguaje, de los motivos, de los temas, que arrancan sin perder la unidad de su estructura ideal al lector culto del puro curso narrativo para insertarlo en 56 otros momentos del saber, de la reminiscencia, de la evocación, en continuo llamado hacia más allá de lo puramente dicho, apoyándose en el prestigio de la palabra ya acuñada en juego de doble plano (23) no de todos compartido. Parece que al deformar el mito Pometeico, o al dar una imagen decaída de Sócrates o de la filosofía, estuviese, el escritor, haciendo una seña curiosa al lector concreto llamándolo fuera del ámbito del curso de la narración para detenerse, en cada una de las puntillosas insinuaciones que aparecen en todas partes en sus libros. Ese encubrir máximos ideales en personas cuyo destino es miserable o contradictorio, recuerda, sin duda, la creación de Thomas Mann, aunque la sonrisa de éste es perfecta. Pérez de Ayala reduce el ámbito del lector implícito en continuas y reiteradas alusiones y con ello la idea de que la literatura es la vida misma, Ortega peqsó alguna vez que la novela estaba en crisis. Ramón Pérez de Ayala aparece en la frontera misma de una de sus formas de superación. Prof. ELADIO GARCIA C. Universidad de Chile. Eladio García C., Profesor del Estado en la Asignatura de Castellano, distinción unánime, 1955, Becario del Deutscher Akademischer Austauschdienst, Lector de la Universidad de Tubinga ( 1961-1962), Curso Completo de Filología Clásica, Univ. de Chile, Curso de Alemán en el Goethe Institut (München), Profesor Investigador de Filología del Instituto de Investigaciones Histórico Culturales de la Facultad de Filosofía y Educación, Univ. de Chile., Catedrático de literatura española moderna de la misma Universidad. Autor de: "El purén indómito" como obra literaria. La obra científica de Federico Hanssen. Don Miguel de Unamuno y don Américo Castro. Schopenhauer, Hesse y Baroja. El paisaje 1m Azorín. Colaborador de la Revista Mapocho, de los Anales de la Universidad de Chile, del Boletín de Filología de la misma Universidad, de Estudios Filológicos de la Universidad Austral de Valdivia. Es actualmente profesor extraordinario de la Facultad de Ciencias y Letras de la Universidad de Costa Rica. 57 NOTAS l. Eugenio de Nora. /.a novela española contemporánea. Madrid, Gredos, 1958, t . 1, pp. 467468. 2. Quizá haya una razón trascendental : la evolución de su pesunismo, tal como creemos advertrrio en las presentes consideraciones. 3. Esta afirmación, si nuestra indagación es cierta, hacen completamente inocuo el juicio de Albarés, citado por Andrés Aro.oros, lntroducción a la novela contemporánea, Salamanca, Anaya, 1966, p. 33, en el qut: se afirma que .. en Espana no hay ruptura del naturalismo de 1880 al neorralismo de 1950". No solo la novelística de Azorín, Unamuno y Valle Inclán lo desrnieten, sino incluso y muy correctamente, la de Pío Baroja. 4. A la luz de nuestro desarrollo deberán confrontarse las pp. 511- 512, op. cit. por ejemplo : "Por el contrario, la inteligencia de los novelistas europeos se ejerce incansablemente sobre los problemas vivos, actuales, del mundo real contemporáneo, mientras Ayala aborda mitos literarios de rancio abolengo o temas de presunta intemporalidad 'eternos', excedente y reelaboración de la vieja cultura humanística, de lo español clásico, o de la inmediata ideología del 98". 5. Eugenio de Nora, op. cit. p. 4 74. 6. R. P. de Ayala ,¡\guilar, 1964, t. l. p. 12, nota l. 7. Ibid, Ibídem. 8. Este es un hecho curioso y decisivo para juzgar la narrativa de Ramón Pérez de Ayala y que se advierte con facilidad en Tinieblas en las cumbres Troteras y Danzaderas (Destino de Rosina y Fernando), en Belarmino y A polonio (Pedrito y Angustias) y, por supuesto, en Los trabajos de Urbano y Simona. Comfróntase mi traducción de Origen y crisis de la novela mntlerruz de W. Kayser. Rev. Mapocho. La clara estructura de la novela barroca, con su pareja de prorngorustas, y llegan a conocerse, a quienes luego los obstáculos enviados por la Fortuna mantienen separaaos volviendo finalmente, a pintarse, ha sido designada por nosotros como novela de acción". ' 9. El relato empieza, en la mayoría de los casos, in media res. 10. Jorge Mañach, Visitas Españolas, Madrid, Rev. de Occidente. 1960, p. 155. 11. Carlos Clavería, Cinco Estudios de literatura Española Moderna , Salamanca, CSJC. , 1945, p. 73. La alusión no aparece en la edición argentina de Espasa Calpe, Colección Austral, No. 183. 12 Belarmino y Apolonio Bs. Aires, Losada, p. 94 y 95 . 13. Op.cit. pp. 492493 . 14. Prometeo Buenos Aires, Losada, p. 48. 15. /bidem, p.10 16. Ibidem, p. 54. 17. Ibídem, p. 51. 18. Belarmino y Apolonio. p. 28. 58 ... 19. Mañach, op. cit., p. 155. 20. R. Pérez de Ayala. Troteras y Danzaderas. Buenos Aires, Losada, 1942. Prólogo, p. 7. 21. Salvador de Madariaga. Semblanzas literarias. Barcelona, Ed. Cervantes, 1924. pp. 106-107. 22. Fernando Uriarte. Temas y problemas de dos novelistas: Hesse, Pérez de Aya/a. Santiago, Revista Mapocho, Año 1, Tomo 1, No. l. 23. Eleazar Huerta· advierte muy bien esta posibili<,fad desde la esencia del lenguaje mismo: "Pero los hombres, si han creado el lenguaje y son capaces de comunicarse mediante el mismo, es que no viven .sólo en el espacio que los rodea. Poseen memoria, costumbres, memoria, es decir, existen socialmente y en el tiempo. Todo lo cual funciona en la actividad verbal, sea práctica, sea literaria, como presituación de cada situación concreta, como base cultural de la misma. De donde resulta que el lenguaje, como núcleo y resumen de la cultura, es previo a las personas reales y a los personajes ficticios, pero el lenguaje vivo, el decir, es actividad del individuo y posterior a éste. (Naturalmente, me estoy refiriendo a una sociedad madura, que tiene ya un lenguaje, unos hábitos, ut¡.a tradición literaria cuando nacemos. No hay porqué enredarse en la cuestión ' de los orígenes). Pues bien, a la luz que nos da dicha dimensión temporal que una persona real o un personaje literario sean, en cada momento un tipo en su ambiente (lo que presuponemos de él - su circunstancia y su decir (lo que ahora está haciendo) debemoa inquirir cómo la cultura, mediante convicciones y vigencias, está implicada en la ficción básica. La ficción básica, en Estudios Filológicos. 1967, p. 168. Ramón Perez de Ayala advierte que esta realidad del lenguaje puede acentuarse hasta una verdadera ·reduplicación, hasta hacerla ostensible. 59