LA EXPRESIÓN ORAL EN LA PRESENTACIÓN DE PROYECTOS

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LA EXPRESIÓN ORAL EN LA
PRESENTACIÓN DE PROYECTOS
1. INTRODUCCIÓN
Los lenguajes de especialidad son las variedades del habla caracterizadas por un
conjunto de rasgos gramaticales y léxicos que el hablante puede escoger cuando crea que la
situación comunicativa en que se encuentra está condicionada por alguno de los siguientes
factores:
• La Materia o tema de la presentación: Impone unos determinados tecnicismos.
Dependiendo del tema puede resultar imprescindible la utilización de un lenguaje
determinado que incluya, por ejemplo, formalizaciones, elementos gráficos, etc.
• El Medio de expresión utilizado: puede ser expresión escrita (documento) u oral
(defensa). Es imposible transmitir por escrito el mismo tipo de información que se
da, por ejemplo, en una conversación.
• El Estilo: La descripción de un objeto, el relato de sucesos, la exposición de una
cuestión para hacerla conocer a otras personas, la defensa de una opinión, etc.
• La Atmósfera o el ambiente: que imponen un tono más o menos formal.
• El Receptor: que exige una graduación de la propia expresión y de los contenidos
haciéndolos oscilar entre el nivel científico, rico en formalizaciones, símbolos
específicos y tecnicismos sólo inteligibles para los iniciados, el nivel didáctico,
cuidadoso de la claridad y del empleo de procedimientos visuales y, por último, el
nivel de divulgación.
• La Intención del emisor: que puede ser la de informar, ordenar, dar una opinión,
etc.
Además de tener en cuenta las condiciones anteriores, la mayoría de los lenguajes de
especialidad (científica, técnica, informática, etc.) coinciden en la necesidad de presentar
enunciados (orales o escritos) que, sobre la base de la lengua común, persiguen unos
determinados criterios, como los que señalamos y explicamos a continuación:
• Objetividad en la presentación de los datos y de cuanto se relaciona con los
hechos y con las circunstancias en las que se producen, eliminando en lo posible
las valoraciones y sentimientos del emisor. Los rasgos lingüísticos relacionados
con la objetividad se clasifican en función de su finalidad:
- Para ocultar la presencia del emisor es conveniente el empleo de oraciones
enunciativas, sin ningún tipo de información sobre el emisor; oraciones
pronominales con se, de valor impersonal; y la nominalización de frases
verbales: la ingestión (ingerir) de dosis pequeñas acelera el corazón.
- Para destacar y definir objetos, es conveniente utilizar adjetivos
especificativos, cuya función es restringir la extensión del sustantivo:
mensajero intraplaquetario; complementos prepositivos: control del proceso
de desarrollo; y el modo indicativo: participan, perturba, difiere.
- Para determinar las circunstancias de los procesos se utilizan distintos tipos de
oraciones adverbiales; complementos circunstanciales; e infinitivos, gerundios
y participios con valor circunstancial al comienzo de la frase: al mezclar,
utilizando argumentos, dada la enorme velocidad.
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Claridad y precisión en la exposición de los contenidos para que éstos sean
comprendidos con toda exactitud. No deben existir ambigüedades que provoquen
interpretaciones diversas. Contribuyen a la claridad:
- La construcción sintáctica de límites precisos; mejor la coordinada y
yuxtapuesta que la subordinada: dichas sondas se han incorporado y difieren
entre sí.
- La explicación de los contenidos; se pueden utilizar para ello las oraciones de
relativo explicativas: las llamadas arteriolas, las cuales se continúan con los
capilares; o bien otros recursos como incisos, entre comas, rayas o pausas o
enlaces explicativos: flechas, es decir, arcos dirigidos.
- La clarificación del sentido técnico que tienen determinados tecnicismos, ya
que no hay una separación absoluta entre los términos del lenguaje común y
los del lenguaje de especialidad. Frecuentemente, se trasvasan de un plano
léxico a otro: sal, sacarina, cristal, agravante, usurpación, bolsa, etc.
Carácter verificable, ya que la verdad científica, para ser objetiva, exige la prueba
explícita. Por este motivo, todo enunciado científico debe utilizar medios necesarios
para comprobar sus afirmaciones: datos, pruebas documentales, experimentaciones,
elementos gráficos, etc.
2. SOBRE LA VOZ
2.1. LA PRONUNCIACIÓN
En la expresión oral, corrección y fluidez forman una unión indisociable: un orador
locuaz y ágil, pero que comete incorrecciones léxicas y errores flagrantes, es tan malo como
un orador correctísimo y preciso, pero que se para, se encalla o se hace un lío. La buena
expresión combina las dos propiedades a un nivel aceptable.
La pronunciación defectuosa se puede corregir mediante una serie de ejercicios de
dicción consistentes en repetir un mismo sonido en distintas combinaciones o en repetir un
trabalenguas con sonidos fácilmente confundibles entre sí; de esta forma, se obliga a la lengua
y demás órganos de la fonación a funcionar con toda corrección en medio de cualquier
dificultad, generalmente en cambios rápidos de posición. En los ejercicios de pronunciación
es importante la velocidad, pero lo es más la correcta y clara pronunciación. Se comenzará,
por tanto, lentamente y utilizando de forma consciente los órganos que intervienen en la
pronunciación de cada sonido.
2.2. LA ENTONACIÓN
Entonar bien significa adecuar la elevación o el descenso de la voz a la información
que queramos transmitir y a nuestro interlocutor.
Este rasgo de la expresión oral va estrechamente ligado a la voz y al estado anímico
del hablante, ya que toda comunicación, aunque sea objetiva, manifiesta también aspectos
expresivos y subjetivos de quien tiene la palabra. A veces, los hablantes utilizan la elevación o
el descenso de tono para atraer la atención del interlocutor; en otras ocasiones, es la propia
inseguridad del hablante acerca de lo que dice, la emoción, los nervios, etc., lo que conduce a
estas elevaciones o descensos. En cualquier caso, debemos conocer y educar la entonación
para:
• transmitir exactamente la información que queremos,
• no manifestar estados anímicos que deseemos ocultar,
• evitar la monotonía del discurso,
• centrar la atención del oyente, y
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resaltar lo más importante de lo que decimos.
2.2.1. ELECCIÓN DEL TONO APROPIADO
Según el tipo de oraciones, la entonación puede ser descendente, ascendente u
horizontal. Además, es necesario adoptar el propio timbre y hablar sin fatiga durante largo
tiempo. En caso contrario, un orador se expone a adoptar un tono de voz excesivamente
elevado, lo que comportará consecuencias molestas para los que tienen que hablar mucho, y
también para el oyente, ya que le resultará desagradable el sonido emitido. Un ejercicio para
descubrir cuál es la propia voz puede ser el siguiente:
1) Respirar profundamente.
2) Pronunciar la ‘a’ de todas las maneras posibles sin estrechar la garganta ni
nasalizar.
3) Entre estas emisiones, escoger la que resulte más fácil y sea, a la vez, la más
sonora.
4) Adoptar ese sonido como nota media y leer un texto, en prosa o en verso, teniendo
cuidado de que la voz gire alrededor de esa nota (un magnetófono puede resultar
de gran ayuda). La dicción resultará monótona al principio, pero se adquirirá el
hábito de hablar con palabras sonoras y expresivas.
2.2.2. RESPIRACIÓN: UTILIZAR EL DIAFRAGMA
Si se maneja bien la respiración se maneja bien la voz. La respiración consta de dos
partes: primero se toma aire (inspiración) y después se expulsa (espiración). La espiración es
la parte de la respiración que se aprovecha para hacer vibrar las cuerdas vocales. De ella
depende un buena intensidad de la voz y un ritmo adecuado, para que las palabras no se vean
entrecortadas.
Para articular muchas palabras sin tener necesidad de tomar aire constantemente, es
preciso que este soplo sea regular y largo. Unos ejercicios específicos nos ayudarán a efectuar
de forma correcta cada inspiración y espiración, y permitirán ampliar la capacidad pulmonar,
lo que evita las sofocaciones y ahogos:
2.2.2.1. EJERCICIO 1
Destinado a estimular la llamada respiración diafragmática. Es un ejercicio muy
apropiado como comienzo de cualquier exposición oral; con él se evitará respirar únicamente
con la parte superior del pecho. Se compone de dos fases:
a) La inspiración debe aprovechar toda la caja torácica dilatando el diafragma, y no
sólo llevarse a cabo en la parte alta de aquélla. Para comprobar si realizamos una
inspiración correcta, pondremos una mano delante y otra al lado del diafragma
(situado justo debajo de las costillas). Luego, inspiraremos. Hemos de notar con
nuestras manos cómo se distiende la parte inferior de la caja torácica, tanto hacia
arriba como lateralmente.
b) En esta posición intentaremos, mientras espiramos, mantener bajo el diafragma el
mayor tiempo posible, asegurándonos de que nuestro soplo es regular y largo y
proporciona una presión de aire constante. Repetiremos el ejercicio al menos cinco
veces al día.
2.2.2.2. EJERCICIO 2
Destinado a ampliar el tiempo de retención de aire hasta la siguiente inspiración. Se
compone de cinco fases:
a) Sentarse con el tórax erguido.
b) Elegir un “blanco” a unos 30 metros de distancia.
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c) Inhalar la mayor cantidad de aire posible.
d) Lanzar hacia el blanco la siguiente frase: yo nooo ..., hasta que se sienta acabar el
aire; en ese momento, terminar la frase: ... te olvido. Se debe articular
correctamente, haciendo que la voz alcance el blanco elegido con poco volumen.
e) Repetir el ciclo durante 5 ó 6 minutos.
2.2.2.3. EJERCICIO 3
Destinado a relacionar voz y respiración. Es apropiado para la preparación de una
lectura en voz alta o una dramatización. Se compone de cuatro fases.
a) Colocar una vela delante, a la altura de la boca, a unos 20 ó 25 centímetros.
b) Sentarse con el tórax erguido.
c) Inhalar como es habitual, hasta el máximo de su capacidad.
d) Hablar en voz alta cuidando de que la llama de la vela no oscile frete a la voz.
Si la llama oscila, alejar la vela de 5 en 5 centímetros hasta que no se mueva. A partir
de allí, practicar hablando y acercándola también de 5 en 5 centímetros hasta los 20
centímetros originales. Cuando a esa distancia la llama no oscile, podrá estar seguro de
que habla sin soplar.
2.3. LAS PAUSAS Y EL SILENCIO
Las pausas ocupan una parte importante del tiempo total de la comunicación oral entre
dos o más personas; hay que considerar, por tanto, el silencio como un aspecto fundamental
en el intercambio de comunicación. En el momento de silencio el hablante planea lo que va a
decir, medita sobre lo que ha dicho, busca una palabra que tiene en la punta de la lengua o
simplemente respira. Debemos considerar el silencio del las pausas como un recurso a favor
del hablante porque:
• El silencio permite poner en juego una comunicación no verbal que enriquece y
vivifica la comunicación verbal; esbozar una sonrisa sincera en uno de estos silencios
servirá de intercambio.
• El silencio permite escuchar al interlocutor, incluso al auditorio; se trata de una
escucha intuitiva, que nos facilitará nuevas ideas que comenta o mayor insistencia en
las mismas si intuimos que no han sido captadas. Hay que saber captar las reacciones
individuales y de grupo para poder adaptarse a ellas.
• El silencio permite que las palabras pronunciadas con anterioridad al mismo adquieran
una densidad, un peso y una resonancia que no tendrían por sí solas.
• El silencio, vivido tranquilamente, permite al hablante la concentración para organizar
las ideas que desarrollará a continuación.
• El silencio es absolutamente indispensable al final de frases largas y, también, para dar
a entender que pasamos de una parte a otra del discurso.
3. EL LENGUAJE DE LOS GESTOS
Algunos de los comportamientos gestuales erróneos de un orador son:
• Los oradores que no saben qué hacer con sus brazos y manos, que tratan de mirar al
público y lo rehuyen, que se ajustan continuamente la falda o camisa, o que ocultan las
manos en las mangas del jersey, mostrarán al público una inseguridad y unas ganas de
esconderse en la ropa que llevan puesta. Debemos evitar en lo posible realizar este tipo
de gestos.
• Los oradores que permanecen de pie suelen hacer también gestos erróneos; algunos
agarran la mesa que tienen delante, siendo entonces incapaces de soltarla; otos se
dedican a pasear en un continuo ir y venir; otros se pegan a la pizarra, de tal manera
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que nadie puede ver todo lo que escriben. Todos estos gestos y comportamientos
indican que el orador no domina la situación que está viviendo, que está nervioso o
que no tiene experiencia. Si conseguimos evitarlos tendremos asegurado, en parte, el
éxito de la exposición.
• Los oradores que permanecen excesivamente rígidos cuando están sentados o, por el
contrario, se derrumban sobre la mesa, no ofrecen una imagen correcta. Los rígidos
apoyan los codos sobre la mesa y parecen sostenerse en sí mismos. Los derrumbados
se muestran como hundidos, introvertidos y replegados en sí mismos. También se
deben evitar tics como el movimiento de los pies de los que padecen el baile de san
Vito: se cruzan, se abren, se frotan; o el de las manos cuando se frotan continuamente
o realizan movimientos de lo más variopinto: tocar los objetos de la mesa, manosear
los folios escritos, etc.
Después de observar todos estos ejemplos sabemos qué tipo de gestos debemos
evitar; sin embargo los gestos más adecuados son los espontáneos y diferentes para
cada una de las expresiones que transmiten. No hay que caer en estereotipos.
4. ARGUMENTACIÓN
Son muchas las formas que podemos adoptar para defender nuestra afirmación o
convencer a otra persona de lo que pensamos. Las más frecuentes son las siguientes:
• La experiencia personal: es un argumento poco riguroso, porque lo que uno puede
ver es muy limitado y su opinión siempre será parcial.
• Argumento de autoridad: consiste en manifestar que otras personas, de cuya
sabiduría en una materia concreta nadie puede dudar, opinan igual que uno mismo.
Citar un libro, una revista especializada en la materia que discutimos, la palabra de
alguien más sabio, contribuye a mostrar la fiabilidad de nuestra opinión.
• Argumento de universalidad: se utiliza mucho en publicidad. Consiste en defender
algo diciendo: Todo el mundo lo usa, para todo el mundo esto es lo mejor, etc.
• Argumento de singularidad: hay personas, sin embargo, para las que no resulta
convincente el criterio de universalidad. Por el contrario, las convenceremos por el
motivo opuesto: les gusta ser originales, únicos, pertenecer a la minoría inteligente que
ve más de lo que ve la masa.
• Argumentos mediante ejemplos: la aportación de ejemplos específicos puede apoyar
una generalización. Es requisito imprescindible que los ejemplos sean ciertos y,
además, se necesita más de uno.
• Argumento por analogía: consiste en hacer ver que la idea que se defiende es
semejante, paralela a otra que nos convence mucho.
• Argumento basado en las consecuencias de un hecho: si las consecuencias de un
hecho se consideran buenas, el hecho se juzga como bueno, y si los efectos se
consideran perniciosos, se juzga como malo.
5. REGLAS PARA DEFENDER LA PROPIA
OPINIÓN
Para defender la propia opinión y descubrir las razones de las que escuchamos es
importante esto:
PRESENTAR DE FORMA CLARA LAS IDEAS
Quien trate de defender lo que piensa sobre determinada cuestión lo hará con tanta
mayor eficacia cuanto mejor organice la presentación de sus razones. El primer paso es
preguntarse: ¿qué quiero probar?, ¿cuál es mi conclusión? El segundo paso, una vez
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clarificada la conclusión, es exponer las propias razones. Para ello, el hablante ha debido
reflexionar primero preguntándose qué razones tiene para extraer esa conclusión.
6. LOS PLANES DE EXPOSICIÓN
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Plan lineal. Podemos elaborar la estructura de una exposición haciendo una
enumeración espacial de las partes del objeto que estamos tratando.
Plan categorial. Se trata de un tipo de organización en que se da una progresión, de
mayor a menor, de las características que consideramos esenciales de un tema.
Plan de oposición. Cuando el objetivo de nuestro discurso es comparar dos
situaciones o describir las ventajas e inconvenientes de una acción u objeto, podemos
estructurarlo siguiendo este modelo. Consiste en agrupar la información en los
diferentes bloques que vayamos a tratar.
7. SOPORTES TÉCNICOS
Según las estadísticas, el público que asiste a una exposición oral recuerda el 15% de
lo que oye, el 35% de lo que ve y simplemente el 50% de una conferencia con soportes
audiovisuales. Como consejos básicos para el uso de los diferentes soportes técnicos tenemos
que evitar:
• usarlos innecesariamente, porque no aporten ni clarifiquen absolutamente nada de lo
dicho con las propias palabras.
• que sean extremadamente complicados y su uso nos robe todo el tiempo y la energía
que necesitaríamos para exponer eficazmente nuestro discurso.
• no haberlos probado antes de iniciar nuestro discurso.
Este es un breve repaso de los principales soportes audiovisuales:
• Las pizarras: son un buen recurso para anotar de forma rápida ideas, palabras,
sugerencias, es decir, elementos cuya permanencia no sea imprescindible. También
son un recurso muy útil en el caso de querer que el público siga nuestro razonamiento
paso a paso; al ser un medio dinámico, garantizan la atención. No obstante, no permite
preparar el material antes de la presentación y resultan poco adecuadas cuando se
quiera escribir algo importante que deba permanecer todo el tiempo. Es preciso cuidar
la caligrafía y el trazo si se trata de dibujos.
• Las transparencias: son uno de los medios audiovisuales más sencillo y de mejores
resultados. Tienen muchas de las funciones de las pizarras tradicionales sin ninguno de
sus inconvenientes: suciedad, posición del orador de espaldas al público, limitación
temporal de lo que se escribe... Permiten una preparación previa y, por lo tanto, un
mejor control de lo que decimos. Es muy importante no sobrecargar las transparencias
con una excesiva información. Hay que procurar que el trazo de escritura sea grueso y,
si utilizamos colores, éstos deben ser nítidos e intensos. Resulta muy útil marcar
aquello que se está leyendo con un puntero. Hay que remarcar que las trasparencias no
deben ser leídas por nosotros en voz alta ya que el público lee mucho más rápido que
nosotros y, además, podría sentirse estafado si no se le explica nada.
• Las presentaciones con ordenador: permiten la presentación de textos, gráficos,
imágenes en movimiento, etc., con colores y gran precisión.
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8. EL MOMENTO DE LA EXPOSICIÓN
En el momento en que debamos presentar de forma oral no debemos olvidar entrar en
la sala demostrando aplomo y energía, depositar nuestros papeles sobre la mesa y, a
continuación, proceder a mirar atentamente a nuestra audiencia, hasta que se produzca
silencio. Entonces, con una sonrisa dirigida al conjunto, debemos saludar y presentarnos:
“Buenos días a todos. Me llamo Juan Ramón Villodas. Estoy aquí para presentarles el
proyecto que he denominado Flauta MIDI ...”. Esta alusión a nuestra persona y a la tarea que
vamos a llevar a cabo, precedida, a su vez, de una entrada enérgica y rápida, producirá en la
audiencia la impresión de estar ante una persona clara, directa y activa.
Al hablar hay que procurar usar una terminología adecuada al tipo de público,
evitando tecnicismos innecesarios o expresiones vulgares fuera de lugar. Si creemos que un
término puede ser de difícil comprensión, hay que introducir la definición o explicación del
mismo de forma natural.
Es muy importante también invitar a la intervención en el turno de preguntas
programado para después de la presentación.
Si nos vemos sometidos a una serie de ataques personales, en ningún momento
debemos perder la calma, sino que rechazaremos las alusiones directas e indirectas con humor
e ingenio, si podemos, pero siempre de forma clara, tajante y tranquila: el humor es un gran
recurso, pero nunca debe utilizarse para humillar a los demás. Hay que pensar que la
discusión debe centrarse en las ideas y no en las personas, por lo que no debemos entrar en el
posible juego. Existen muchas formas educadas de desviar el tema: “Quizá no sea éste el
momento ni el lugar de entrar tan a fondo en esta cuestión. Este es un asunto que se aleja un
poco de lo que planteaba y pienso que ahora no disponemos de tiempo para tratarlo ...”.
Nunca debemos mostrarnos superiores y sí pecar de una cierta humildad, pero sin resultar
falsos.
Se pueden definir varios tipos de presentación:
• Presentación descriptiva: sería aquélla que sigue una secuencia analítica, es decir,
nos habla e informa de cómo es alguna situación, producto, ... descomponiendo el total
del tema sobre el que se va a hablar en parte. Puede utilizarse en la presentación, por
ejemplo, de un producto nuevo.
• Presentación narrativa: sería aquélla que sigue una secuencia cronológica,
ordenando los puntos referentes al tema según un orden temporal. Puede utilizarse, por
ejemplo, en una presentación de las diferentes líneas de investigación seguidas.
• Presentación expositiva: es similar a la descriptiva, y se caracteriza por su claridad y
objetividad. Pretende presentar una cuestión cualquiera con el propósito de hacerla
comprender a otras personas. Puede utilizarse en la presentación del informe de los
resultados obtenidos tras la implantación de nuevas tecnologías.
• Presentación argumentativa: sería la que trabaja sobre razonamientos, introduciendo
ideas o puntos de vista personales, que se defienden con razones y, a veces,
combatiendo otros que se consideran erróneos. Es muchas veces la forma más
habitual, bien en solitario o bien en concomitancia con la expositiva o cualquiera de
las otras formas, por ejemplo, en la defensa de la utilización de una nueva técnica.
Así la exposición puede dividirse en tres bloques principales:
• Introducción. Es la parte que inicia la comunicación y en ella debemos definir el
título-tema, indicar los motivos por los que interesa el asunto a tratar y anunciar los
pasos que se seguirán.
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Desarrollo. Es la exposición propiamente dicha. Aquí debemos indicar la idea o ideas
principales y también la idea o ideas que las apoyan, así como la documentación de la
que partimos.
Conclusión. Aquí hay que recapitular los puntos más importantes de nuestra
exposición. Si hemos pretendido demostrar algo, hay que presentar una conclusión
que incluya la confirmación de las razones expuestas. También deben aparecer los
consejos y sugerencias de nuevos caminos para el futuro, en el caso de que éstos
fueran necesarios.
De esto se deduce que debemos prestar una gran atención a la introducción y a la
conclusión. La primera nos va a permitir captar la atención del público desde el principio, por
lo que será importante que la primera frase sea sintética, para resaltar con precisión aquello de
lo que se va a tratar. En cuanto a la conclusión, las últimas palabras deben producir buena
impresión, ya que quedarán grabadas en la memoria del auditorio.
9. BIBLIOGRAFÍA
“Expresión Oral”. LAROUSSE. Barcelona 2000.
CARBONELL, R. Gª. “Todos pueden hablar bien”. Editorial EDAF, S.A. Madrid 1981.
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