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R E V I S T A !
S E M A N
ALÍ
DIRECTOR: A . V A L E R O DE B E R N A B É
Año l l . - N ú m . 21. - Madrid, 3 da Pobrero de 1935
E
periódico parisino Comcedia publica en
J uno de sus últimos números un artículo
de André-G. Block, en el que este escritor recoge y comenta párrafos de nuestros escritos referentes al desvío del capital aspañol,
motivo principal de que la industria de casa no
haya alcanzado aún el punto de madurez que
todos la deseamos.
Por estar publicados en estas niisma,s co-
tienen verdaderamente nada de ingleses esjx
cíficos.»
Perfectamente; estamos de acuerdo con nuestro amable (íolega. También aquí, en España,
existe algo de eso. Doña Francisquita y La traviesa mo/tnero, entre otras, han sido dirigidas
por extranjeros—la primera, por Ilans Behrendt, y la s e g u n d a , por H a r r y D'Abbadie
O'Arra-st, con fotografía de Fleinrich tíartner
y Jules Kruger, respectivamente—, con la colaboración de elementos técnicos extranjeros
también, en su mayor parte, especialmente la
primera; pero es que el capital no era español en
su totalidad, y é.ste exclusivamente fué el objeto de nuastra lamentación.
Nosotros deseamos que el cinema nacional se
alce sobre los sólidos cimientos que el capital
español puede fabricarle a poco que .se lo prop<uiga. Por eso quisiéramos
para él la misma suerte del
cine inglés. Con las colaboraciones extranjercus que sean
posibles y en toda su amplitud; pero movido todo ello
^¡Oué (ín nins grnndp!» es la nueva realizariñn de Joité Gaspar,
basada en una obra de Muñoz
Sera. He aquí una esrena de esta
graciosa película, e d i t a d a por
tlinnamond
Lina Yegros y Antonia Portago,
pr<itui;oni.s(as de la versión cinegráfícti de < 1.a bien pagada», cuyo
rodaje tinaliza c o n gran éxito
Kusebio Fernández Ardnvín, en
los Kstudios C. K. A.
lumnas, y por referirse a CINEORAMAS, queremos nosotros también poner algunos comentarios al amable artículo de André-G. Block, ya que con tanta galantería
nos cita.
Después de enumerar el amplio mercado con que la
producción española cuenta—207 millones de habitiintes, incluyendo Portugal y Brasil—, amplitud superior
a la que ofret^e el mercado ruso, André-G. Block dice,
recordando nuestras palabras sobre el avance gigantesco del cine inglés: «No olvidemos que el cinema británico, si se alimenta de capitales ingleses, se dirige, desde
•uego, a la colaboración extranjera,
y que los mejores films ingleses. La
privada de Enrique VIII y Catalina de Rusia, han sido realizados
por extranjeros, con el concurso de
artistas extranjeros. Y estos films no
|)itr (liiuTo español, <[iif
iiiiesti-o suelo existe inactivo, arrinconado en el fondo de laarcas. Dice máa a<lclantc .\ndrc-(¡. BUKÍIC: «¿Por qué los capitales que necesitan—se refiere a H s p a ñ a - n o vienen del Extranjero, de Francia, por ejemplo? Una unión cinematográfica franco-española podria dar resultados magníficos, útiles a la industria
cinematográfica de los dos paí.ses.»
Y comentamos nosotros: Si el capital español sigue tan dormido como hasta ahora,
tan dcspreí)Cupado de la-i jiosibilidades infinitas de este negocio maravilloso, que
tiene para España una extensión enorme, será cosa de ir pensando en algo de esta
índole, y así lloaremos a ver convertido en realidad el peligro que señalábamos
en anteriores artículos: que ante la ceguera de los nuestros, de fuera vendrán
hombres dispuestos a encauzai- la industria con nuestra colaboración, sí; pero con
su dinero.
Si la producción
sigue así, no hará
falta que desde lejos se nos solicite.
Seremos nosotros
los que vayamos a
ofrecernos, poniendo todo lo que poseemos—arte, raza
e idioma—en manos extrañas, antes de perecer, y
todo ello no sin antes lanzar al rostro impasible del
c a p i t a l español,
envueltos en nuestro desprecio, los
d u r o s reproches
que se merece su
falta de patriotismo.
¿Colaboración
artística y técnica? Toda la neces a r i a , lista debe
existir. Sería magnífico para n o s otros que vinieran
directores c o m o
J u l i é n Duvivier,
Rene Clair, Nicolás F a r k a s , Jacques Feyder, Jeán
Epstein, etc., para
llevar a la pantalla,
en unión de nuestros elementos, las
obras g r a n d i o s a s
que en Rspaña se
pueden realizar, al
igual que Alexander Korda y Paul
Czinner lo hicieron
en Inglaterra, ayudados precisamente por im gran fot()grafo francés, Per i n a l ; pero como
dice muy bien Andi-é-ü. Block, «sin
Irene I.Ó(Ms o ñ a r evocar, al
li e r e d i » .
nuestra ^ran
igual que cinema
aririx. e n la
británico, una RuperHonifirasia imposible en
r i ó n d f la
cartón piedra o
fifcura riMi
tral de <•)<>.
una ciudad de AleIionibr r x
mania, sino dándo^ una m u j e r
nos la vida española, la epopeya de
Wmi
-.vJuK»»
sus c o n q u i s t a d o re?, las riberas del
Perú, los b(j8(pies del .Vmazonas, las minas ,lt> plata de Méjico, etc.»
.Magnífico todo e.sto, es cierto. Y nos pnxhice una muy agradable
impresión ver que uu escritor extr,xujero coin(ñde con nasotros y pide
para la industria española un tono personal, un aliento, una emoción
de raza, cosa que la mavoria dé los duectoros naciourdes no quieren
ver y algunc» hasta parece huirla. ¡No más imitaciones de operetas
alemanas, ni de comedias yanquis, muy m d<ks todas ellas! Hay que
es[)añolizar nuestro cine. Ahora que producimos cun nuestro escaso
dinero tratamos con un gesto inconsciente de reuu'dar los films ajenos. Sin embargo, cuando se piens.^ cu la pu.sibilidad de producir con
capital extranjero—como indicad articulo de Coinoedia—nos
piden
de fuera un cine español. NaturahiKuite. El ipie podemos, debemos
y estamos en la obligación de hacer, sin <iue por ello no .sólo no
pierda, sino (jue gane v,n universalidad.
K. IIKR.NANDEZ (ilRBAL
El cinema gusta a veces de entrar
en zonas que no son propiamente
las suyas. La revista, por ejemplo,
es uno de los géneros que más tientan al cinema, que más le seducen
con sus gracias y sus frivolidades.
He aquí a esta deliciosa Ann Dvorak, tstar» bien calificada
de
Hollywood, en algunas actitudes de
danza, en algunos de sus movimientos, que .ion más bien de revista que de film. Ann Dvorak,
triunfadora en la pantalla, da, sin
enibargo, a estas actitudes de dan^ toda la plástica y toda la alegría de una bailarina verdadera.
Bien es verdad que a la *star* la
acompañan, en este * flirt* suyo con
el baile, su rostro y su figura: un
rostro de una gran expresión, de
una encantadora vivacidad, y una
.figura esbelta y ágil, de finísima
elegancia, muy dentro de los cánones estéticos de hoy.
on una "rtar
dQtio y wood
¿Quién no conoce, por ejemplo, la famosa frase
de Greta Garbo (;uando un dia un director se permitió hacerle repetir unas palabras tres o cuatro veces. .?
Cionsiderando tal insistencia como un insulto, la famosa Greta Gustafson (cpie tal es su verdadero nombre) se volvió a su doncella y le dijo: / tank i go horm...
I>o que, en un inglés abominable, viene a significar:
«Me parece que me voy a casa». Y el director tuvo
que darle toda clase de explicaciones y asegurarle
que no volvería a molestarla para que no hiciera buenas sus palabras malas...
He pre.senciado algunas escenitas que merecen la
pena de contarse, aunque en algunos casos no me
atrevería a dar el nombre de la persona interesada,
porque aquí..., como en todas partes,
es muy expuesto escribir la verdad cuando molesta a quien está en posición económica más elevada que quien tiene el
atrevimiento de escribirla.
Conozco a una actriz que má.s que
mujer parece un ángel; su cara es la
uiás pei-fe<'ta expresión de la inocencia;
se diría que su cuerpo tiene la pureza de
una flor; siempre sonríe, y es de una
amabilidad encantadora... fuera del sel.
t n día esiaba haciendo una escena, en
la que, bajo la tensión nerviosa que suponía el i»eligro que estaba corriendo,
conectaba un dictáfono en el despacho
de un jefe de Policía, y la actriz, que
pensaba más en mostrar su linda cara
frente a la cámara que en lo que estaba
haciendo, no daba pie con bola... La
escena hubo de repetirse cuatro o cinco
veces, hasta que, cansada de intentar
en vano la misma cosa, gritó: «¿Quieren ustedes decirme qué diablos le pasa
a este aparato que no puedo hacer carrera de él?» K\ direíitor .se acercó a ella.
Al hadel «temperamento» de las estrellas empléase el voeablo inuadamente, ya que la acepción que en
la a esta palabra refiérese al carácter
de los artistas, a su modo de ser, a su educación, en suma. En
el artículo que ilustra estas fotos hablase de las estrellas de cine en
sentido general, y sólo se personaliza al referir anécdotas de Greta
Garbo y Chevalier. Nos interesa hacer constar que al elegir la* ilustraciones del artículo de nuestro corresponsal en Hollywood bemos
pretendido sólo ofrecer al lector rostros de artistas conocidos y destacados, cual «on Norma Sbearer, Herbert Marsbal y Clark Cable,
que aparecen en la primera ilustración; Gary Cooper, Miriam
Hopkins y Fredeiic March, que figuran en la foto de abajo, y Douglas Fairbanks. Mary Pickford, Ivonne Vallée y Cbevalier, cuyos rostro» se asoman a la tercera foto. F.n modo alguno pretendemos relacionar, ni queremos que nadie lo relacione, el espíritu de este artículo con las figuras cinematográficas que decoran la página
8TOV seguro de que con frecuencia habéis oído haJ blar del «temperamento» de las estrellas de cine.
Claro que tal palabra no es más que una españoHzación mal entendida de la palabra inglesa temperamerU,
cjue significa «carácter»..., y caráder y temperamerUo son palabras de sentido completamente diferente en nuestro
idioma. Pero el cinematógrafo, entre otros males menores, ha traítlo consigo el del empleo de una porción de
barbarismos (creo que la Gramática los llama así, aimque
no estoy hoy más seguro de lo que lo estaba cuando me
suspendieron en primer año del Bachillerato) que son aceptados por la mayoría de los escritores (!!). Por consiguiente, para no ser menos que otros que tienen menos derecho que yo a escribir mal, afirmaré que la mayoría de las
istrellas son «temperamentales»..., aunque de buena gana
liria que lo que les sucede es que no tienen educación.
La actitud que algunas de ellas tomaron en determínalas ocasiones se generalizó tanto, que ha Uegaíio a ser pro/erbial... Del mismo modo que decimos en España «prenime más que una titiritera», se dice aquí «es temperamental conuj una estrella de cine».
E
y le dijo con la mayor amabilidad: «Si es muy fácil... Mire usted... Hágalo así.» Y en pocos segundos, sin
la menor dificultaíi, hizo lo que ella no supo hacer... Yo había oído muchas veces la palabra arpia, y
hasta creía tener una idea bastante acertada de lo que significaba; pero estaba equivocado. ¡Hasta que
oí a aquella mujer no comprendí de veras lo que es una arpía! No creo necesario decir que al día siguiente se había nombrafio otro director..., porque el primero no sabía comprenderla. La muchacha es
una buena actriz...; «¡pero tan temperamental!...»
La primera vez que vi a Maurice Chevalier fué con motivo de una estre\nsta... que nunca llegó a publicarse, sencillamente porque nunca la escribí. Llegué al set, y a los cinco minutos estaba arrepentido
de haber ido. ¡Hasta me pesaban los pocos centavos que habia gastado en gasolina para ir de mi casa
al Estudio!... Engañado por la encantadora sonrisa que a tantas mujeres ha cautivado desde la pantalla y a tantos bombes ha hecho pasar más de im mal rato provocados por la envidia y los celos, creí
encontrar un hombre amable, simpático y sumamente atractivo..., y me encontré con un señor reservado,
que se negó a contestar a casi todas mis preguntas, que hizo burla de las pocas que se dignó contestar,
que parecía recelar de' todo y que en los cinco minutos que estuve con él ni se sentó ni me invitó a
que me sentara.. ¡Dicen que Chevalier es muy temperamental! En otra ocasión fui a ver a otro actor
del que se hacen los mayores elogios, del que todo el mimdo habla primores en cuanto se refiere a su educación, buenos modales, discreción y amabilidad. Al cabo de una hora de estar en su compañía yo estaba
convencido de que la gente tenía razón: ¡el hombre era tan admirable como el actor!... Poco antes de
despedimos me dijo: «Usted es un periodista que me gusta mucho. ¿Sabe usted por qué?» Al oír mi negativa, afirmó: «Porque no escribe usted mientras está con la persona que entrevista. ¡Odio a esos periodistas que lo primero que hacen es armarse de papel y lápiz y se disponen a escribir todo lo que
oyen! El otro día vino a verme una redactora de una revista de Nueva York, y mientras yo contestaba a sus preguntas ella escribía con asombrosa rapidez todo lo que le decía... No pude contenerme...
Ije arrebaté las hojas que había escrito y las hice pedazos!... ¿Cómo no comprendía la muy estúpida que
labia de ponerme nervioso con tanto escribir...?» Al salir del Estudio estaba seguro de que el simpático
galán que tan buena impresión me había hecho por más de una hora, no tenía ni pizca de educación; es
decir..., ¡que era demasiado temperamental! Durante mucho tiempo, directores y productores aguantaron el chubasco temperamental de sus artistas..., hasta que, al fin, se dieron cuenta de que lo mejor era
luchar contra ellos empleando sus mismas armas. Primero hicieron algunos experimentos, y al convencerse de que las estrel as no son insustituibles, porque cualquiera puede serlo, se decidieron a pagarles
en la misma moneda que recibían. Es decir, a estrella temperamental, director más temperamental todavia... ¡Y en la mayoría de los casos venció el director!... En los pocos en que el actor o la actriz gritaba más alto, ¡el último grito lo daba el cajero al entregar el último cheque!
Por eso están los ánimos más apaciguados cada día... Quiero decir los de las estrellas, porque los
de los directores no es fácil que se apacigüen, ni deben hacerlo si no quieren volver a líis andadas.
De modo que el resultado ha sido un cambio de lugares para el temperamento. Ahora ya no se dice
con la frecuencia de antes que un artista es temperamental; se dice de los directores...
Hollywood, Diciembre de 1934
EUGENIO DE Z A R R A G A ,
H
AY entablado un duelo fonnidable entre la cinematografía americana y la cinematografía europea. Aquélla
venía manteniendo su hegemonía sobre las pantallas
da todo el mundo. Una hegemonía mantenida a fuerza de
recursos materiales, de dominio de la técnica y—todo hay
que decirlo- <le falta de verdadera competencia por parte de
lis producciones de Europa. Pero en muy ]>oco tiempo estaproducciones han dado un salto magnífico, y Norteamérica no
se ve ya sola en los mercados del cinema. Día a día van ganándole nuevas victorias c¡ cinema alemán, el cinema inglés,
el <;inema francés. No tienen estas pantallas europeas la
magnificencia material, la maestría técnica que hay en
Hollywood. Pero dan al cinema, en cambio, más espíritu, más sensibilidad, más humanidad.
Jimto a esta m ^ u a progresión ascendente que llevan
esas producciones hay otro hecho de gran interés también: el ímpetu y el entusiasmo con que se acercan al
(¡inema países que hasta ahora no tenían verdadera solera cinematográfica, países en los que el film apenas venía siendo más que un balbuceo. ¿Es posible negar, por
ejemplo, que en España va formándose ya una verdadera conciencia cinematográfica, un sentido exacto de
lo que podemos y debemoí hacer? Portugal es también
otro caso de producción cinematográfica naciente que
quiere incorporarse al ritmo triunfal—sensible y humano—que logra hoy la pantalla europea. «Nuestra industria cinematográfica—escriben los cronistas portugueses- -empieza ahora a organizarse en moldes que pare«•en definit¡\ os.» Esta aportación de los países que hasta
ahora no tenían una obra y una tradición verdaderamente cinematográficas puede hac;er mayores las victorias de la pantalla europea sobre la producción norteamericana.
Intenttw, inexj erien:ias, desorientaciones. Ad cabo de algun«
años, tres películas parecen encauzar ya «le un modo más fijo
y seguro a<juel ritmo vacilante de la pantalla portuguesa.
Esas tres pelícuips son A severa, Conqao de LÍSIHXX, Gado
Bravo, l.as dos primeras se rei)resentaron ya. Esta última
no lo ha .-i<lo aún; pero todos los pronósticos y todas las impresiones afirman en ella una gran película, una cinta que
puede ser norma y cauce de la futura producción portuguesa. H. da Costa, la firma más destacada y solvente de la industria cinematográfica portuguesa, es y a una garantía de lo
([ue puede esperarse de esa nueva producción.
que pueden dar personalidad, valor propio, a la producción j)ortuguesa:
la captación de esas bellezas del paisaje |)ara fondo de las tramas de
amor y de dolor que .sean nudo e hilo de hií- películas. El paisaje no puede .ser todo en una iielícula; pero sí puede ser mucho, sí fiuede complementar perfectamente los estados de alma do los personajes, ser como
el comentario de la Naturaleza a la pasión de las nuijcies y los hombres
del film. Un pai.saje (;ertcraniente escogido valorará, reai/ará la emoción de la trama.
Portugal ofrece al cinema una espléndida gama de paisajes: el sereno y
el adusto, el jugoso y el seco, el de mar, el de valle y el de montaña. Ix)
mismo el acantilado, oue es para los barcos riesgo de aventura dramática, que la playa cjue se ofrece como un remanso de serenidades. La belleza brava de la Sierra de la Estrella y el encanto tranciuilo de la Costa
del Sol. Todas las gracias de la Naturaleza están allí, ofrecidas espléndidamente a la cámara cinematográfica. Como en los viejos versos de nuestro poeta, aíjuella belleza está «esperando la mano de nieve—que sabe
arrancarla».
• •
Portugal encaja perfectamente dentro de ese sentido humano, sensible,
que el espíritu de Europa está dando
al arte del cinema. Todo en Portugal
es emoción y sensibilidad: hasta el paisaje parece tener esa misma gracia humana, ese ajento jugoso y espiritual. Y
éste es precisamente uno de los rasgos
No sólo el paisaje, diverso y bello siempre. En Portugal están también,
aguardando al cinema, el ambiente, la tradición, el carácter. ¿Hará
falta destacar ahora todo lo que en este sentido guarda Portugal? Esas
callejas de lisboa, desiguales y misteriosas, que son como el alma callada de la vieja ciudad. Esa emoción de vida antigua que hay en Evora.
Y el encanto pintoresco, musical y romántico, de Coimbra. escenaiio de
la vida estudiantil. ¿Que todo esto es espíritu de otro tiempo,
latido de vida distante? Junto a esos ambientes de tradición,
Portugal ofrece la alegria cosmopolita de su Estoril, con la
playa, los hoteles y el casino, en que se juntan hombres y mujeres de todos los países. Y así, muy antiguo y muy moderno
a la vez, con la completa belleza de una vida rica en pasado
como en porvenir, Portugal es ante el cinema un magnífico índice de posibilidades.
• •
Unid a su paisaje y a su ambiente su música. Es f)reci.samente en los
films de fondo nui.sical donde el cinema sonoro logra sus mejores realizaciones. Y Portugal es un pais eminentemente líriio, lleno de tradición musical, con una ricpieza folklórica extraordinaria. La música popular cuenta allí con un abolengo glorioso. El fado es como el alma de ese
arte, cuyas esencias están tan dentro del espíritu y de la tradición del
pueblo. El folklore portugués^—un folklore, naturalmente, actualizado,
encajado dentro del ritmo de hoy—es un factor de excepcional importancia para el cinema. Pero todavía ofrece Portugal nuevas facilidades
al film: hay en los escritores de la vecina nación novelas que podrían ser
convertidas en grandes películas. Apenas hace falta recordar nombres
y títulos que están en el recuerdo de todo.s. Algunos títulos y algunos
nombres, sin embargo: Lu ciudad y las sierras, de E^a de Queiroz; El kombre que mató al diablo, de Aquilino Hibeiro; Cielos de fuego, de Campos Monteiro... Con tales elementos, ¿qué le falta al cinema portugués para incorporarse al ritmo triunfal del cinema europeo? l^e falta ol dinamismo, la decisión, la fe. La voluntad de vencer, en fin. Y ésa es la voluntad ciue ahora
aparece entusiásticamente reflejada en Gado Bravo, la nueva película que
Portugal va a someter al fallo de Europa.
Gado Bravo—ambiente, y paisaje, y música, y sobre ello una trama de humana emoción—es un film lleno de entusiasmo y de
El cinema portugués ofrece en sus primeros pasos la inseguridad, la
inconsistencia de todo
lo que se inicia.
fe. Tras sus escenas, Portugal afirma ante el
mundo de la pantalla su encendida voluntad de vencer.
papel de la protagonista en ;
«Gado Rravo» corre a cargo de
Olly Cebauer, una fina actriz
que ya »e destacó en anteriores
film» europeos, y que en este de
ahora afirma, una vez más, su
personalidad de artista rica en
malicr» y recursos de expresión^
Kn
lo» niedíoM
rineniatugráfiro'-
i n t e r n a r i o n a l c H se aguarda con
<(;ado Kravu», la oueva película
portuguesa, ofrece en xut) escena!* momentos de color y de tiuisnio, como el recogido en esta
fotografía, en la que aparecen
Nila Rrandao v Raúl de Carvalh»
impaciencia el estreno de la nueva producción portuguesa <Cado
Kravo». Ksta es otra escena, interpretada t a m b i é n por Nita
Rrandao v Raúl de t'.arvalh»
Arthur Duarte, .Nita Rrandao, Raúl de Carvalhoi tres
de lo» intérpretes principales de «Gado Bravo»
1 ^
'%ODUCCIQN
BRITISH"
May Robson, la actriz que hace de «Dama por un día», una creación insuperable, en una esrena de esta gran película, con los desgraciados y los necesitados que forman como el coro de la
gran artista en la primera parte de eate
film
la hija es más fuerte que todo y da
alas de audacia al espíritu de May
Robson. Ella será, cuando la hija
llegue, dama por un dia, señora
del gran mun<lo durante las horas
que sean necesarias.
Mas los esfuerzos de la buena
mujer se estrellan. Nadie cree su
verdad, nadie se presta a colaborar en aquella farsa generosa Hasta que un gángster—ese corazón
que hay siempre en los malos—se
dispone, con otros compañeros de
delito, a ayudarla. Las amantes
de ellos se fingirán, ante la hija y
d/y TOFLMO
«DAMA
POR
ámquista del eip
E
L cinema íuó, durante mucho tiempo, una industria y una técnica. Era entonces el camino ascenJ dente de la Cinematt^afia: movimiento, dinamismo, obstáculos que había que vencer en un diario esfuerzo.
Algo quedaba todavía en el camino de la ascensión. Al cinema le quedaba aún la conquista más importante, la que le convertiría definitivamente en arte: la conquista del espíritu. Había hecho suya la
actí'ón; pero le faltaba, para la victoria completa, el alma. I>e f dtaba la esencia impalpable y e t e r n a
de las cosas, lo que da a la vida humana aliento de inmortalidad.
Hasta que un dia, merced a una labor tenaz, fervorosa y admirable, el cinema hizo suyo ese espíritu.
Sobre la magnificencia anterior técnica e industrial, el film presentó al mundo su art«, su ya innegable
caUdad estética, su alta jerarquía humana y espiritual.
Esta es la hora que vive hoy la cinematografía. Ya no se espera a las películas, como antes, viendo en
ellas los milagros de la técnica. Se las aguarda con impaciencia, precisamente, por su gran valor humano, por lo que tríien de emoción espiritual. Ahí está, como un ejemplo de la jerarquía de arte alcanzada
por el cinema, el hecho reciente de la creación de una cátedra de Cinematografii en los Kstatlos Unidos...
A esta hora de plenitud corresponde Dama por un día. Llegó a nosotros esta cinta rubricada ya por el aplauso
de otros países. El público tuvo aquí, ante ella, el gestí da asombro y de fervor que inspiran siempre las grandes creaciones del espíritu. Porque esto era, antes que nada. Dama por un día: obra de una profunda emoción
espiritual, al servicio de la cual se ponían técnica e interpretación, lograntlo dar a aquel espíritu de la cinta
la máxima valoración.
inolvidable la creación que May Robson hacía de la protagonista del film de
aquella Dama por un día que vivía sus horas sórdidas sublimando a éstas con el recuerdo y la esperanza de la
hija distante. Bajos fondos, miseria, delito. Allá va May Robson con su carrillo de manzanas: de esas manzanas
que ella ofrece a la gente que pasa, y que son, moneda a moneda, el dinero para la hija que se educa lejos, en
el Colegio aristocrático en que la muchacha vive y crec-e, ignorante de la verdad vulgar y lamentable.
La vida y el alma de esa mujer son toda una obsesión de la hija distante. Sus horas no tienen más objeto que
el pensamiento y la esperanza de esa muchacha que cree a su madre en un medio dorado y feliz, entre blanduras y comodidades, en un trato continuo con lo mejor de la
sociedad americana. May Robson recurre a toda suerte de ardides para prolongar la No hay hipérbole en afirmar que .May Hobson hace
ficción: escribe en el papel de un hotel lujoso; cita, copiándolos de los periódicos, los de esta película una internombres de las más altas personalidades sociales...
prelarión verdaderamente
IJ& bella mentira va a venirse un día abajo: la hija anuncia que va a llegar y que magistral, una de esas inllegarán con ella su prometido y el paílre de éste, para conocer a la familia de la no- terpretaciones que se recordarán s i e m p r e y havia. La realidatl pavorosa se alza con toda su crudeza y su tristeza ante el espíritu de brán de ser citadas al escrila pobre mujer. No es posible sostener ahora, cara a cara, la ficción. Pero cl amor de bir la historia del cinema
8u prometido, damas de la alta sociedad.
La pobre mujer está radiante de alegria.
Ya han l i b a d o los viajeros. Ya la farsa ha
comenzado. Un nuevo obstáculo va a echar
por tierra la ficción. El gángster y su banda
caen en poder de la Policía, que teme, al
verles con aquellos trajes de sociedad, que
estén preparando algiin golpe de importancia. El gángster confiesa al juez la verdad.
«Piense usted lo que quiera, haga usted lo
que quiera—le dice—; pero la verdad es
ésta: se trataba nada más de hacer una buena obra...» Y el juez, interesado en la farsa,
se presta entonces a colaborar en ella. Y
ante el asombro emocionado de la pobre
dama por un día, ésta ve, la fecha señalada
para la reccf»ción, cómo al hotel lujoso en
que ella esperaba no encontrar a nadie
van U f a n d o las más destacadas persc
Vno de los momentos de máxima emoción en «Dama por
un día»: ruando va a llegar la
hija distante, ignorante de
aquella pobre verdad que la
madre ocultaba celosamente
Los «gangsters» y sus a m i - - ^
gas intentarán ser ante la muchacha que llega de lejos los
personajes que la madre d e s cribía en sus cartas.... para
que no conozca la verdad de
su vida miserable
La hija y su prometido ante
esta «dama por un día», que
ha logrado ver,
fínalmente,
convertidos sus sueños en
una maravillosa realidad
naüdadcs de la vida social... La farsa tiene asi un
epilogo de felicidad.
Y acabado el film—ése es, esquemáticamente—,
¿qué es lo que queda, sobresaliente, en el espíritu del espectador? Queda una interpretación
magnifica, en la que destaca, sobre todo, la labor de esa prodigiosa May Robson—hasta tal
punto, que se llega a olvidar el nombre de la
prottigonista, y sólo se recuerda el de la intérprete—, secundada en el film por ese
núcleo de e.xcelentes artistas que son Jeán
\^
Parker, Glenda Farrell, Warren William,
\
Guy Kibbe, Walter Connolly, Barry
Norton y Ned Sparks... Queda la dirección de Frank Capra, llena de aciertos. Y una técnica sencillamente admirable, de espléndidas perfecciones.
Queda todo esto en el ánimo del que
h a visto Dama por un día. Pero
queda, sobre todo, la emoción de
una obitt palpitante de espiritualidad. Es un film que marca la
conquista total del espíritu por el
cinema. Dama por un día rebosa de calidades humanas. Todo
es alma—anlielo, y sueño, y
esperanza, y alegria, y dolor—en ese film, en el que vida y fantasía, realidad y ensueño se abrazan estrechamente. Admirables la interpretación y la dirección y la técnica. Pero
admirable, sobre todo,
la honda emoción espiritual que se desprende de
aquellas escenas en las que May Robson y Frank Capra han creado una de l a s '
más perfectas realizaciones de nuestro tiempo. •
FASTUOSA « ^ A U Z A U O N ^ P ^
C O L I S E V
un ü"
ANI-
TA Loos, al ewrihir
su famosa novela Los caballeros las
prefieren rubias, no hizo sino polarizar, en
cierto modo, la imprecisa y generahzada afición de los varones hacia las damas. En realidad, los «donjuanes» no habían pai-ado miertos hasta entonces en el color bruno, pajizo o
castaño del cabello de sus «víctimas». El solo
hecho de que pertenecieran al sexo contrario y que su palmito no fuese del todo desdeñable bastaba para que el asedio estuviese
justificado.
finita
^age
Aun cada uno de ellos, claro e», tenía forjado in mente el arquetipo de su ideal femenino. Cuando llegaba el momento de «poner
oitio a la plazas, no concedían demasiada importancia al hecho de que la «sitiada» tuviese
el pelo de este o aquel color.
Pero desde que Anita Ixjos, encaramada en
los escaparates de las librerías, lanzó su triunfal grito de ¡TJOS caballeros las prefieren rubias!, éstos se creyeron obligados—mera cortesía, sin duda—a confirmar el criterio de la
célebre escritora, y todas sas actividades
amatorias encauzáronse hacia la conquista de
las «nibias».
Para las que no lo eran, el porvenir se ofrecía terrible y desolador.
¿Cómo contrarrestar aquel avasallador e insospechado triunfo de las áureas cabelleras? ¿Qué hacer, Dios mío?
Las morenas, las castañas, las pelirrojas, inclusive, estaban aterradas.
El problema era gravísimo, y requería una solución pronta, enéipca y
decisiva. ¡Guerra a las rubias!, se dijeron. Y como un viejo proverbio de
estrategia militar aconseja combatir
al enemigo con sus propias armas, tomaron un acuerdo radical: ¡Pintarse
el pelo!
A partir de aquella inteligente decisión, el mundo entero vióse inundado de áureas cabelleras femeninas.
Fué entonces cuando Anita Loos,
arrepentida de su propia obra y espantada, sin duda, de los estragos
que su aventurada y caprichosa afirmación había hetího, lanzó su segimda obra: Pero se casan con las morenas. ¡Aquello fué el delirio! El efecto que la aparición de esta novela
causó entre las rubias —auténticas o
mixtificadas —fué terrible. Las otraí>,
en cambio, las que habían permaxiecido fieles al tono de sus cabellos
y resignadas con su suerte, exclamaron jubilosas:
-¡Claro! ¡Si no podía ser! AI fm y
al cabo, «lo moreno lo hizo Dios».
Total: que en vista de que ni las
rubias ni las morenas, ni la propia
,\nita fjoos—culpable, en último tér-
mino, de todo lo sucechdo—, no se ponían de acuerdo, loe caballeros quedáronse perplejos.
¿En qué quedamos?
'í' añadían:
Esa Anita liOos de nuestros pecados, ¿querrá decimos de una
vez a quiénes debemos preferir?
Pero como la señorita IJOOS no volvió a decir «Esta boca es mía»
y ellos no podían permanecer eternamente en esa mcertidumbre lime is numey—, resolvieron el (clásico retomo a
l'antico, y determinaron repartii' por igual sus predilecciones entre las morenas y las rubias, sin fijarse demasiado en
la autenticidad del color. Y renac'ó la calma.
I'no de los sectores femeninos
donde las cabelleras sufrieron más
raiUcal transformación en virtud
del primitivo aserto de la novelista yanqui fué en el cine. Rompió
el fuego Marión Davies, a la que
podemos calificar de «mbia radiante». Fué luego Leila liyams,
quien adoptó p:ira sus cabellos el
Cuatro foto* de Jeán llarjow. Ma«nífica belleza, muy de hoy, la delieiosa «platino» luce en ellas au
hermosura sana, sonriente y optimista...
I
f
tono predilecto de los varones, y siguieron luego Karén Morley,
Anita Page, Una Merkel, Virginia Bruce, Joan Marsh, Mary Carlysle, Margaret Perry, Ruth Selwyn y tantas otras, hasta llegar a Jeán
Harlow, que implantó la moda del rubio «platinado», modalidad en
extremo sugestiva, y que no puede ser adoptada si no se posee un
tipo de belleza excepcional.
—^Actualmente, ser rubia nada más (¡nada más!) es poco—dice Jeán
Harlow—. Hay que ser rubia con personalidad, con estilo propio.
Y añade:
— l i H S rubias oro no están de moda. Hoy imperan las «platino*.
Claro es que una mujer no puede ni debe ser totalmente rubia. Las
cejas y las pestañas no deben ser en manera alguna de color pajizo, aunque se tengan los ojos azules. Yo, que no soy bella, he logrado dar a mi tipo
cierto interés |K»r el
rubio refulgente de
mi pelo.
Un poco severo
nos p£u-ece el juicio
que merece a Jeán
Harlow su propia
belleza; pero lo aceptamos para proclamarla seguidamente
c o m o la «]^>latino»
más interesante del
mundo. Del mundo
cinematográfico, a l
menos.
Preguntada Jeán Harlow acerca del
optimismo, de la luminosa alegría que
fluye de su rostro, de su mirada, de su
cuerpo, de su modo de produoiroe eu el
film y en la vida, ha dicho:
—^Mi secreto está en que huyo sistemáticamente de la cólera y de la tristeza. No recuerdo haber estado nunca enfadada ni triste. Jamás el desaliento se
ba apoderado de mi, y he tenido siempre una sonrisa esperanzada y una mirada optimista en los momentos más
difíciles de mi vida. Hay que mostrar
siempre en lo» ojos el brillo de una euforia infinita; en los labios, la curva graciosa de una sonrisa apenas iniciada, y en los
ademanes, an gesto resignado, pero no
claudicante. No rebelarse nunca ante
los hechos consumados, aceptarlos como son y mirar al porvemr confiadamente. Para que la belleza de una mujer no oe marchite prematuramente, debe cuidar el espíritu antes que el rostro.
Y a lo sabéis, pues, lectoras.
MIQSOTYS
JL
-iJJLmjckoiíy
I
I
AN pronto está eo París, como en Londres, como en Berlín:
siempre trabajando. Sin reclamo», sin interviús, sin retratarse con las vedettes. Gallone tiene un prestigio auténti
co, que no le permite debcansar un solo dia; es el nías solicitado; todas sus películas tienen éxito.
Además, es fiel a Europa, a los viejos valores
ropeos. No ha cru/ado el charco ni lo cruzará xi
más dólares que le ofrezcan.
Con su boina y sus almuerzos a la italiana
es feliz dirigiendo películas en el viejo solar.
;
Es el hombre silencioso y sonriente que
á
no grita en los Estudios ni descorcha cham- jkl
)án en los cabarets. Maestro callado y
^
mndido en su obra, como aquellos orfebres italianos, de donde le viene el linaje,
la paciencia y el tmo.
Carmine Gallone tiene lo más difícil
de un oficio: el estilo propio e intransferible. Sus films no se pueden confunducon los de ningún otro. Se estaba proyectando e j prueba privada Paris- Beguin, la
gran película que hizo Oriso sobre un escenario de Francis Careo, y
entró en la salita José Santugini. No sabía ni el título de la cinta. A los pocos
minutos gritó, alborozado:
•¡Esto es de Carmine Gallone! ¡No puede ^er de
otro!»
Es que en las cintas de
Gallone hay siempre en la
pantalla un personaje impersonal: el asunto, el paisaje espiritual, en que los
personajes corporales son
esclavos y reyes, a un tiempo, del conjunto.
¡Qué buenazo debe ser
Gallone!, piensa uno viendo Un hijo en América o El
rey de los hoteles I ¡Qué concepto tan dulce / humano de la vida! Como su
paisano VirgiHo, siente la
dicha de vivir como la primera buena noticia que recibe uno al despertar todas
la» mañanas. Napolitano
enamorado del sol, del vino, de las playas, es meapaz de terminar trágicamente . u n a película; sin
quererlo, él mismo pone
«Cedo gabinHe»
una pirueta fina para ocultar cada lágrima.
El nombre de Gallone no va unido al de ninQallone y no ha cambiado de alma ni r|c (¡arácter.
guna star famosa. El no ha descubierto ni lanEsto sólo lo puede realizar un director que no
zado a ninguna celebridad fatal y multidivoractúa sobre los signos extemo.s, sino sobre el
ciable. Eso es demasiado estruendoso y solemne
clima espiritual de .>U8 intérpretes. Cedo gabirtepara el maestro callado y jocundo que es él.
te..., opereta vienesa que tiene por estrella a la
Pero casi todas han estado a sus órdenes: Annamás vienesa de las estrellas, se ha rodado en
bella, Simone Simón, Jane Mamae, Betty StockIxindres y en idioma «nglés. Carmine Gallone,
feld, Magda Schueider...
italiano formado en París, ha hecho el milagro.
Magda Schneider, la vienesa morena, chiquitita
Por eso, cuando los ingleses, bien pro\ Lsto."
bonita, ha cambiado de idioma filmando con
de libras esterlinas, han cogido a Carmine GH-
«Un
hijo e«
América»
llone y se han ido
con él a ItaUa, ha hecho
de las suyas. Allí, al arre lil>re, como un fauno fabuloso, ha
rodado esa maravilla de Carnaval de
Venecia que forma el fondo de Por tu amor,
las playas del Lido, y la alta mar, y la
luna sobre los canales... Todo entre carcajadas y besos, como un loco, como un borracho... Ix)s ingleses le dejaban hacer, y
pagaban todos sus caprichos. ¡Quiero
esta noche el Gran Canal para mí solo!
¡Y San Marcx)s, y todas las góndola.,
con todos sus gondoleros! Las góndolas se llenaron de girls inglesas traídas
lie Ix)ndres para hacer de venecianas. Pe0 Carmine, a mitad del deafile, concibe
uua idea endiablada.
Todas la-» girls, con sus disfraces fastuosos,
tienen que tirsrse al agua, y el Carnaval
termina en un Marathón
acuático.
Si Gallone hubiese nacido hace cuatro siglos >
hubiese sido Dux de Venecia, la historia de la Señoría hubiese sido bien
d i s t i n t a . lx)s venecianos
que no murieseii de risa,
llegarian todos a centena1 NkP ^ t M i
Por tu amor es la mejor película de Gallone,
porque la ha realizado sin
trabas ni limitaciones presupuestarias.
Quiso un tenor, y tuvo
a Franco Foresta, «la voz
de diamante». Las libras
gastadas han vuelto al bolsillo de los productores, la
Windsor S t e r l i n g , junto
con la satisfacción de haber hecho reír a muchos
millares de sus semejantes
y de haber dado ocasión
a C&rmiiie Gallone de realizar «su película», como
el hambriento a quien se
coloca ante un banquete
bien surtido.
Porque Gallone. a pesir de ser el maestro silencioso y modesto, lleva dentro de sí un
principe del Renacimiento, de esos que aunque
no tuviesen para comer eran incapaces de vender
los platos cincelados n' las cop is talladas firmaI ts por sus orfebres predilectos,
(jiallone es un señor director y un director
-üñor».
FMn.io CALVO
TOBY
WING
¡a exquisita
belleza
Paramount,
sabe
fáciles
los
secretos
tocador
cuando
cutis
blanco,
de
que
son
del
se tiene
terso
lo
y
el
fino.
Tener el cutis fino no es problema
El primer paso para cualquier tratamiento de belleza consiste en elegir con acierto el jabón de tocador.
Elija el Heno de P r a v i a , de pureza
y finura bien conocidas, y h a b r á
dado felizmente ese primer paso.
La espuma del Heno de P r a v i a hace más que
limpiar. Contiene los aceites necesarios paro
dar tersura y vida a la piel. Sobre un cutis sano
y fino, cuidado con el H e n o d e P r a v i a , el
maquillado resulta más fácil y más delicado.
P E R F U M E R Í A
G
A
L
.
M A D R I D ,
B U E N O S
A I R E S
£1 temperamento
F
Lang es, por antonomasia, el químico, el experimentador del cinema, el creador de insospechadas e inconocibles formas cinegráficas. Si sus tirtistas o sus elementos de producción ocupasen para
actuar el mismo espacio que los muñecos de Starevich y que los dibujos de
Disney, seguro que el mayor encanto de Fritz Lang consistiría en trabajar en un laboratorio cerrado, herméticamente cerrado a los vientíjs
de fuera, donde pudiera dar larga vida a sus maravillosas fantasías.
Pero Fritz Lang, con toda su fama de tejedor de fantasías, no ha sido
precisamente el que ha dado la pauta para implantar este cinema. Agigantar o descomponer la reahdad no equivale a destruirla. Las fantasías de Fritz Lang son muy especiales y merecen un estudio. A lo
que no palpamos ni vemos, a lo que sólo imaginamos, a eso llamamos
frecuentemente fantasía. A lo que está por nacer, a lo que no hemos visto nunca... ¿Por qué no ha de ser fantasía un hecho pasado, una cosa olvidada, algo que, al fin y al cabo, nosotros no hemos visto?
He aqui el absurdo. La Historia, reconstruida, no sería nunca fantasía,
por estar escrita sobre una realidad pasada; ni aun los episodios de la Biblia, con sus mitológicos personajes. Alexander Korda no fué fantaseador
por estar basada Lo luna de Israel en una época; Lloyd Bacón tampoco
lo fué por inspirar su El arca de Noé en las escrituras bíblicas. Y Fritz Lang
sí lo es por construir sus films sobre aventuras y sucesos insospechados.
CabaUstico! Sin embargo, este portentoso Fritz Lang no es lo que opina
a gente. Toda su aparatosidad, todo su escándalo de máquinas no es
nada más que un ardoroso ensayo de arquitecturas, de formas, de ritmos futuros. Fritz Lang construye maravillas, y por el solo hecho de construir maravillas, su cinema es algo inédito, genial: es espléndido...
'RITZ
uM» o <Ln asesino entre nosotros», especie de campaña que hizo Fritz Lang contra ei
famoso vampiro de Dusseldorf. Este film es considerado como la tercera obra maestra
del gran realizador vienes
amiguita de .Munich. Un tropel de palabras sale de la boca de Fritz Lang.
—Pero, ¿por quién te enteraste?
—Por casualidad.
—¿A qué te dedicas en Berlín? ¿Cómo tú ahora por aquí?
—Ya lo estás viendo. límpecé, como te dije, a colaborar en una revista
de Munich. Después, en varios periódicos de Berlín. Me hice cuentista. Como mis cuentos han tenido aceptación y me daban lo bastante para coUna mujer le orienta haeia el einema
mer, me vine a vivir aquí. Ayer, ojeando una estadística de heridos, en
Fritz Lang nació en Viena hace justamente cuarenta y cinco años. La la Redacción de mi periódico, vi tu nombre, y hoy vengo a verte. Créeme
tendencia de todo padre de familia es hacer que sus hijos aprendan su mis- que ya te daba por muerto.
A partir de este momento, Thea von Harbou empezó a influir en la vida
ma profesión, o algo iiunediato a su carrera, a su rango social y a sus posibilidades económicas. El padre de Fritz era arquitecto. Ksto bastaba para de Fritz Lang. En una de sus visitas le dijo:
—He encontrado a un señor que me admite argumentos para pelícuquerer que su hijo lo fuera también. Pero aim siendo un jovenzuelo como
era entonces, no solamente tuvo valor para vender sus libros y salir fue- las. Le hablé de ti, y me dijo que te admitiría algo.
Fritz Lang escribe dos, tres, cuatro escenarios. El cinema le es indiferenra de Viena, sino que lo tuvo suficientemente para despedirse de Austria
y empezar a vivir en un país extranjero. En Berlín permaneció unos me- te al principio; pero lo saborea con gusto después. Eric Pommer queda
ses, empleado en una tienda de objetos de escritorio. Después marchó a encantado con los trabajos de Lang. Le propone la realización de El rastaMunich, donde consiguió ingresar en la Escuela de Bellas Artes. Conoció a cuero; unos meses más tarde le entrega el manuscrito de El lago de oro, y,
una alumna llamada Thea. Hizo t a n t a amistad con ella, que al ser atraído' por último, le hace la cama para que lleve a la pantalla el libro de Jacques
Lang por el Montpamasse con que todos los artistas sueñan, y al marchar Nobert El doctor Mabuse.
a París en 1912, no dejó de escribirla ni una sola semana. En esta época
Thea von Harbou sigue de cuentista. De vez en cuando hace algún que
pasa hambre y vive como puede. Pero su residencia entre los bohemios otro argumento; pero no pone atención a la pujanza de Fritz Lang. Un
de Montpamasse no llega a los dos años. Estalla la guerra. Fritz Lang día se da cuenta de todo, y le entrega uú escenario para que lo realimarcha a combatir al lado de Alemania... Un día despierta de un .sueño ce: Las tres luces. Fritz Lang adtauiere magnitud. Sin la post-guerra,
íesado en un Hospital, y observa que se encuentra herido. Otro buen día atenta a las fructificaciones, aquel obscuro estudiante de Viena no hubiee anuncian la visita de una muchacha con una cartera debajo del brazo. ra sido nada. Thea lo comprende todo. Hace ya tiempo que son novios,
Fritz está convaleciente. Quien le visita es Thea von Harbou, su antigua y llegan a casarse. Ahora son dos fundidos en un solo ser: Thea, el cere-
bro que imagina, que urde fantasía*
en tomo a una verdad que puede
ser mentira, o de una mentira que
puede ser verdad; Fritz es el cerebro de plomo que concretiza, que
ajusta esas fantasías para realizarlas y plasmarlas, para hacerlas cine
y presentárnoslas como un pedazo
de vida que nos rodea a cada instante. Fritz Lang no es la imaginación desenfrenada que se cree la gente; lo es por él Thea von Harbou. Y.
sin embargo. Los Nibelungos y Metrópolis le conceden cierta c a t ^ o r i a
de loco.
Sin duda, Lang es en el mundo la
personalidad de Thea y su propia
personalidad a un tiempo.
La trayectoria de su obra
El naf^iraiento del cinema como
arte lo podemos situar en una épo
ca: 191.5-1925. De estos años fluye
ron las primeras obras. El primero
es Lubitsch en dar al mundo su Madame Duharry. Después, Robert Winne nos asombra con El gabinete del
doctor Caligari. Tres año? más tarde.
Fritz Lang revoluciona el cinema con
Los Nibelungos. Vemos aquí, pues,
que la cuna del séptimo arte es Alemania. Pero no olvidemos que los cineastas de aquella época tenían una
indudable compaginación. Constituían una pléyade, una escuela...,
y ellos mismos formaban el profesorado. Lubitsch, Murnau, Wienne, Lang. Di
pont, Stenrberg... Todos ellos, maestro.-^
y discípulos, habían de fertilizar con
su semilla la América estéril, incapaz de dar al cinema otra
cosa que perfeccionamiento técnico.
Fritz Lang se manifiesta en Las
tres luces, su
primer
film
(na escena de «L.OS Nibelungos», la
obra de Frilz Lang que asombró al
mundo entero con sus maravillosos decorados, con su interpretación magistral y con su maestra, hasta entonces no igualada, realización
L'na inquietante escena
del original e intrigante
film de Fritz Lang «Fl testamento del doctor Mabusev, último de los realizados en Alemania por la
¡Vero-Film
ace^)table. Al enamorarse de los personajes wagncrianos, su labor culmina en Lo.s Nibelungos.
Hay mucho y muy buen cinema en las escenas
de la fragua y de la muerte del dragón; pero
no lo hay tanto en La venganza de Crimilda, donde Lang desciende notablemente.
Se ha dicho que Los Nibelungos es la superación de la segunda etapa del cinema, y esta afirmación nubla por completo las obras posteriores de Lang.
En Metrópolis, Fritz Lang es ya
otro. Pertenece a nuestro siglo y
se adelanta en sus concepciones. No se limita a retratar
una raza por medio de un
retazo de literatura; en Me
tmpolis, lo mismo que en Spione, La mujer en la Luna, M y
El testamento del doctor Mabuse, Fritz
Lang estudia la civilización actual y se
adelanta a ella. Maquinismo, luchas sociales, ladrones y vampiros, ciencia y cerebros mecalizados, como el del doctor Mabuse. La obra de Fritz
Lang h a seguido siempre el ritmo de la civilización,
de la cultura; adquirió una velocidad cinematográfica.
Ha<;e algím tiempo, Fritz Lang y Eric Pommer emigraron d e
.Alemania. Realizó en los Estudios franceses de la Fox una obra
titulada Lilión. Desgraciadamente, esta película de Fritz Lang no
venilla a Rspaña. Lilión encarna otra modalidad de Fritz Lang. El film
e s t á hecho sobre una obra teatral de Hongrois Franz Moluar. Interpretado
]><)r Charles Boyer, Madeleine Ozeray y Florelle, se dice que es la mejor obra
l e a l i z H i l a l i a s t a ahora por Fritz L uig.
encontré frente a mi en Hollywood, en nn clulf |
de noflie que aquellos dias se habia puesto de iof>1
da. Había música de negros, y sobre la pista rltmií" '
ba una bailarina envuelta en gasas.
|
La conocí apenas traspuso el umbral de la puertí
Un sombrero de terciopelo negro en la cabeza, un lH
joso renard sobre los homljroe. La acompañaba su m*'
rido, un muchachote de pelo casi rojo, de mirada altiv*
Durimte toda la noche apenas dejé de contemj>lar a K
artista. El fireve sombrero negro mostraba íntegrameni'^
la belleza y la pureza de su perfil. Ante ella yo fui recoí*
dando cuanto sabía de su vida, una vida fastuosa p*''
fuera, como tantas otras; pero por dentro llena de em<''
ción y de dolor. Sus veinticinco años escasos encerraban V*
un drama profundo, que algimas veces me parec^ía ver í*"
flejado en los rasgos y las expresiones de su rostro.
Había nacido en uno de los innumerables pisitos de BrooklyJ*
el barrio de los humildes en Nueva York. Su padre trabaj*
M
É ba como jornalero en una fábrica de ladrillos. Ella, cuando fl*
W tenia aún más que cinco años, le llevaba a mediodía la coaá^
^Jj
en im cesto. Después, la chiquilla bailaba ante los obreros coi^
pañeros del padre una «lanza infantil, que ellos pagaban a ^
de semana, dándole unas moneilas de cinco centavos.
Un dia, el padre fué enviado a trabajar al barrio elegante y muf^
daño de Nueva York. Bárbara Stanwyck tuvo entonces su priiue',
ra visión luminosa del gran mundo. Conoció cómo viven los podí*
rosos del mundo; se enamoró de aquellas flores, de aquellos t r a j *
•£
•gura d e la bellísima
de aquellas casas. Ella era
entonces nada más que Ru- estrella tiene una distinauténtica, un repoto
by. Y Ruby sintió la envi- ción
lleno de majestad. Nadie
dia enroscársele al corazón. adivinaría en esta Bárbara
Quería para si misma uno Stanwyck de boy la m u de aquellos espléndidos pa- chachilla que hace
v e i n t e años
lacios entre jardines. Y es- iba
c o n un
te deseo se convirtió para cestillo a lleI
la muchacha en una obse- varla comida
sión, en una pesadilla que a su p a d r e ,
de
atormentaba amablemente jornalero
una fábrica
sus horas y ponia en ellas
de ladrillos
una lucecita de esperanza.
Decidida a realizar su
)ropósito, comenzó aíjuela misma semana a guardar las monedas que le daban. Y hace poco, cuando
compró en Brentwood una
magnífica «villa» por trescientos mil dólares, quiso
que en esta suma entraran sus aliónos de aquel
tiempo lejano, de cuando
iba con el cestillo a llevar
la comida a su padre, y en
su corazón palpitaba la envidia ante la riqueza de los
demás.
Pero el camino entre el piso humilde de Brooklyn
y la «villa» lujosa de Brentwood fué largo y duro.
Murió el padre. Vinieron los días obscuros y tristes
de la orfandad en un asilo. Tuvo que separarse de
su hermano Malcom.
—Aquella separación —ha confesado después ella —,
tras la muerte de mi padre, me insensibilizó y me hizo odiar al mundo con toda mi alma.
A los veinte años era una de tantas girls como
viven en la calle 42. Vivía entonces con Mae Clarke,
triunfadora también, más tarde, en Hollywood.
Trabajando en una revista de Broadway, conoció
a Frank Fay, que actuaba también en el mismo teatro. El amor. El matrimonio. Siguieron trabajando.
Al llegar el cine hablado, fueron llevados a Hollywood, donde se convencieron de que el nombre que
habían legrado en el teatro era bien poca cosa y
apenas les servía para el cine. El mundo del cinema
les desconocía. Había que empezar otra vez, que conojer el calvario de todos los principiantes. Pero su
amor y su fe les compensaban de toilo.
Frank Fay tuvo suerte en sus primeras intervenciones cinematográficas. Bárbara Stanwyck, no. Hasta tal punto, que su labor
en La puerta cerrada estuvo a punto de cerrarle las puertas de todos los Estudios.
Le UM;Ó el triunfo, ü nalmente. Fué en una
producción, de cuya Empresa formaba parte Frank,
que impuso, naturalmente, a su mujer. Llegó
iiás tarde el éxito magnífico de Forbbiden: la
Prensa, el público, la publicidad, los contratos magníficos... Ella misma traza lot plagios para su palacio en Brentwood. Adopta uo chiquitín del asilo de huérfanos
\ en que ella había estado cuando niña.
Está tan vivo en la star el recuerdo
de sus dias doloridos, que Bárbara Stanwyck destina anualmente
una cantidad de importancia para
ayudar al sostenimiento de los orfelbatos.
Todo lo tenía y a Bárbara Stanwyck. El triunfo, el amor, el arF^to, sin embargo, ¿era paella la felicidad? ¿Es Bárbara Stanwyck una mujer feliz?
Indudablemente, no. Porque
^' éxito de su carrera lo ha
Pagado con el fracaso de su
^ o r . Frank Fay, su esposo,
ha logrado, como ella, el éxito deslumbrante, total. Y esto
crea entre ellos, inevitable"^ente, una situación que no
^ la del matrimonio feliz. EH
*^Poso, que no conoció el éxito
^n las mismas proporciones de
^lla, es agrio y celoso. Se repite,
•^^na vez más, el eterno drama de
*^ gentes de teatro al casarse y
«Sieatp'^ e n mi corázónk
es u b t de las últimas creaciones de Bárbara StanHe aquí a la gran
momento del
Itñrbara Slaiin vrk
en una actriz de
una gran diversidad de expresiones. Su f i n o rostro
acusa con el mismo acierto distintos estados de alma. Ved aqui esta
deliciosa e x p r e sión de ingenuidad de la s(ar>
que conoció el d o lor desde su infancia
al no fer iguales en la gloria. El tiuiere .ser una personalidad en primer t( r
mino; nt) se resigna a ser nada más el marido de Bárbara Staniryck. 1 )ife
.[tío los triunfos de ella .•^on sólo «una ventura pa^ajtíra».
Estas heridas en el amor propio no son, sin embargo, natía para la
ii( trix. Más daño le hacen los devaneos y los amoríos de él.
El divorcio es cosa facilísima en los Estados l u i d o s , y de una gran
frecuencia en el mundo del cine. Bárbara Stanwyck no quiere, sin embargo, ir a él. Y es ella quien finanza a P'rank sus desgraciados ensayos en
la radio y quien se resigna a ser su partenaire, comprometiendo con ello
su crédito cinematográfico cuando el marido va a Nueva York o a alguna otra ciudad a trabajar en alguna revista. La hoy estrella no olvida,
sin duda, que Frank se ca.só con ella cuando no era más que una corista.
Aquí ya no es la
expresión ingenua
ni la s e r e n i d a d
que asoma tantas
veces al rostro supremamente bello
de la a c t r i z . Ks
una expresión clásica de vampiresa
de cinema, de mujer bajo cuya voluntad y cuyo maleficio l o s h o m bres son p o b r e s
seres que pierden
lodo control sobre
sí mismos... ^
una de tantas en la calle 42. líl Iji «star» en su casa,
la ayudó a salvarse del fracaso cuando ha cesado ya el
trabajo agobiador de
en Hollywood. Y una razt'm, so- los Kstudios. Hoy vive
bre todo: le quiere.
Kárbara Stanwyck en
Conociendo esto, se compren- una m a n s i ó n lujosa,
derá el porqué de esa amar- como soñaba en su niñez, cuando todo era
gura y esa dureza que ast)- para ella necesidad y
man a ella. Todo esto, ([ue
dificultad
en otra mujer de menos espíritu la hubiese anulado,
]
en Bárbara Stanwyck es como un avii-atc más!
para su lucha, como un nuevo aliento |>ara sai
apasionado esfuerzo de conseguir una gloria ci- \
nematográfica catla día más Itella. .\lguni\s de ^
sus últimas cinta-s—citemos ahora Carita de
ángel y Siempre en mi corazón—le ofrecen
tihora ima magnífica oportimidad de llevar
a la pantalla retazos do su propia alma y
de sus propias luchas. En esos films sangra su corazón de mujer, de mujer que
desde niña contK'ió las asperezas y las
tri.->tezas de la vida. ¿Y la gloria?, se
dirá. La glorii), .-i. .Mas a cambio de
ella. Bárbara Stanwyck ha pcxlido la
felicidad en el amor.
Ros t r o s
del
cinema
uno lie los /(H'orilos tle hoy, dr los tfue
en el alza y la haja de la Holsii rineniulo^ráfica lofcrtin iiliiini mejores rolizaviones.
Muchas de estas bogas efinivras de las fisuras
de la pantalla se deben ni capricho, al fa^or fn<;itii'o. y nunca hieii razonndo. del público. Justo es. sin embarco, decir (¡ue no es
éste el caso de Clnrk dable, pon/ue en él hay
una auténtica calillad artística, un uiaíínifica temperamento
de actor snbrio y justo,
dueño de la expresión, sef^nro y ejcacto en el
ICesto y en la actitud. Clark dable sabe dar
u sus interpretaciones
una hontia
emoción
humana, base innegable de aquella ¡eran popularidad del actor
•r
iü de ima^en^ micVa4 .
Tienen tus labios distendidos una (^urva de arco que puede disparar, muy lejos y muy certera, la fWiha de la simpatía.
Tus dientes tienen un esmalte más bello cien ve«;es que el que pueda
dar una labor humana.
1^
Son fuertes, además. Deben morder sin compasión los afortunadas comestibles que se entreguen a su blanca cuchilla.
Tu boca, Rosalind, tiene otro aliciente: ha sido pintada
en un tono menor, que no ofende...
El labio inferior—¿tienes tú algo inferior?—se dobla,
sumiso, (!omo un dócil estuche que sabe que puede
mostrar una joya auténtica...
SANTIAGO A G U I L A R
1.—Jein Muir nos
Y
A podéis suponer la clase de invitación... Mirad esos labios gruesos, glotones, bondadosos. Son una hendidura que la sombra cierra con un beso
de atrayente misterio.
Jeán Muir tiene—paradoja gentil—una boca morena. Y ella es rubia, al
punto de que sus cabellos parecen una peluca del X V I I I . (Gavota, pañuelo de
encaje, galanteo en el jardín...)
Pero Jeán Muir es muy del día. Nada de arcaísmos. Ella ha nacido, no para
pecar, como Mae West, sino para amar. Y amar con toda la boca.
Re<!ortada de luz en la sombra, esa boca no coasigue ser clara todavia.
Hay profundidades que no pueden anegarse con una proyección. Hay bocas
—la de Jeán Muir, una-—que .sólo pueden cubrirse con besos...
2.—El simpálieo desdén de Glenda Farrell
Hay labios de mujer que adquieren un rictus desdeñoso que, no obstante,
no llega a inspirar antipatía.
V\ simpático desdén
de Glenda Farrell...
Jeán Muir noa invita en la sombra...
i
f
Así los de Glenda Farrell, la interesante
oxigenada. ¿Verdad que es una boca de
niña consentida, caprichosa y acaso cruel?
Boca felina, que rima bien con los gatitos
que acompañan a la dueña sobre el pecho
adolescente...
No sabemos si se nos b u r l a o nos .s(mríe.
El rictus de esa bo(ía, que estira el labio superior
y lo deforma, nos desorienta un tanto.
No tenemos tiempo de anaUzar el sentido de los
labios de Glenda Farrell, abiertos sobre el «cierre
a blancas» infinito de su dentadura.
Es mejor captar su simpatía de presa, cerrar los ojos...
y esperar algo que sería demasiada suerte—¿no les parece a ustedes?—conseguir a las primeras de cambio...
3.—Boca dulee, serena, la de Margaret Lindsay
Esta boca grande, sincera, tendida, de Margaret Lindsay, es un alto en
el camino de nuestra vida, «tan sin aventuras»—que dijo ese gran escri-
'"r que se llama Federico Navas, un Cervantes menor ;le nuestro tiempo—, lleno
^'e dulcedumbre y de serenidad.
•
Es una boca palpitante, que se adivina
cálida y húmeda, como un fruto del Tról¿'co, bajo la abierta ventana de la nariz.
f'-l carmín artificial traza dos sendas obs^
'•"ras, do un paralelismo íntegro, que se
J
\ a esfumando hasta juntarse en la graciosa comisura. Margaret es—|
tiene que serlo—una buena chica. La bondad se le rezuma por !a«|
'l'ilces e imperfectas—¡perdón, hija!—facciones juveniles. Los ojos mi-I
''an a lo alto, bu.scando, tal vez, ese ideal de quimera que sueñan toda» las cal)ec¡tas de diez y ocho estíos. El dorado ideal—Eldorado de
promisión—que se esconde, precisamente, para el amado ignoto, tras
^' precioso broche de una boca sincera como la de Margaret...
4
~Rosalind Rnss4>ll, la radiante
Te llamas Rosalind. Añadiéndole una letra que le falta, sin duy separando la mitad do las sílabas, resultarías «Rosa linda». •(To1
tú en dos frases.)
Tu alegría nos vence. Ese chispear de malicia inofensiva que hay
n tus pupilas rasgadas—afiladas a lo dardo—y en tu boca luminosa,
^ Un clarear de primavera, un estallido de juventud radiante.
Boca dulce, serena,
la d e M a r g a r e t
Lindsay
POfí
JOSé
SANTUGINI
'
memonas, voy a concluir hoy la lalo. comenzada en el anterioi Consultorio.
Tengo sobre mi mesa varias cartas; cojo una...
Alguien, que dice llamarse Eddie Cantor, me
pide algunos datos sobre Ezequiel González. Voy
a complacerle.
E D D I E C A N T O R . — E z e q u i e l González por
<piien usted pregunta es aquel actor que dssempeñó, en Los xdtimos veinte años, el papel de
emperador Francisco José.
L'NA MORENA ADMIRADORA DE TARZÁN.—El
reparto de Tarzán y su compañera es el siguiente;
Tarzán: Johnny Weissmuller (el que grita y se
sube a los arbolas); Janne: Maureen O'Sullivan;
Orangután ] .<>: míster Brown; Orangután 2.«>: míster Smith; Cocodrilo: John Bradley (hijo); Manada de elefantes: Richard Huges, Clarence Morris, Francis Hilde y Al Trake.
E L CABALLERO PIMPINELA.—Sí, eso dicen; pero yo iif) me atreverít. a 8s^;urarlo. Quizá Anny
(Vdra, eu la intimidad de su hogar, .>egue a su
esposo, el boxeador Scbmalling; pero como esos
combates son a puerta cerrada... En fin, que no
quiero meterme en jaleos.
I ' N ENTUSIASTA DE LOS «DOBLES».—Tiene us-
.ed razón. Las películas habladas en francés son france.sas, las habladas en alemán
C
OMO (10 ()0'ií)i por
Un
curioso
«doblo.
menos de sucede., Un fotógrafo de los Estudios ha logrado com1 a s felicitaciones poner, con tubos, botes
más entusiastas y más sin- vacíos, una peluca y
ceras (1) han llegado has- una paciencia a prueta mí desde la publicación ba de bomba, esa silueta d e Lionel Barrymoen estas mismas páginas re en «Rasputín». Se
(2) de un articule en el espera d e un momento
«jue resolvía las consul- a otro la reclamación
tas que sobre temas cine- diplomática del llamado «Monje maldito» y
matográficos me habían el derrumbamiento de
hecho mis lectores. Son
la silueta
varios los centenares de
cartas recibidas y millares de preguntas las
que se me hacen en esat cartas, entre ellas, po?
ejemplo: «¿Sería ponerle en un compromiso rogarle me indicase de dónde toma u»ted esos
datos?» (-¿Se atrevería usted a darme las señas
;le su casa?» y «¿Cuándo se n i u c i e usted?»
Es indudable que la curiosidad del púbbco,
no satisfecha con las respuestas dadas por mí
entonces, pretende ahora conocer raí vida" privada y hasta mi futuro. ¿Cómo, si no, explicarse esas dos preguntas últimas?
Para corres{)onder al interés y al cariño de mis
lectores, sin perjuicio de
publicar algún día mis Rosemary Ames, a la
?2\
K/;-,.
btc de 1934.
dd ti d. N P V . . - -
d e r e c h a ; caracteriza- de «•".•««ro al óleo,
a la izquierda
SheilerTerry yNeilHamilton,
son alemanas, las habladas
según noticias de Hollywood,
tn italiano son italianas; pe-
esperan un ventajoso contra-
ro, en cambio, las habladn.s
lo. He aquí ambos haciendo
en castellano [xieden ser tolo menos españolas.
antesala hasta que los llamen
para firmar
UN CERVANTISTA.—También había oídu yo decir que Chaiiapiíie era
bajo; pero una de dos: o en Don Quijote estaba muy bien caracterizado, o eso de llamarle bajo es una broma qut le gastan los que no le llegan al hombro.
U N A CURIOSA IMPERTINENTE.—Nada de impertinente, señorita; usted
me mand? que la fuente el argumento de IM reirui Cristina de Suecia, y yo se lo cuento con mucho gusto.
Verá usted:
Resulta" que Greta
Garbo sale peinada de
un modo muy raro, se
lava la cara con nieve
y es la .-eina
Sí, la reina, aunque
cualquiera, a pesar de
leer antet» el reparto,
la confundiría con el
icy, porque va vestida de hombre, como
Marlene Dietrich cuando la dio esa manía,
sino que la Garbo no
lleva gafas en la película. Pero no la confunden con el rey por
la sencilla razón de
ciue bilí no lo hay, afortunadamente para él.
Y digo «afortqnadame.ite» porque es que
en esto se presenta
John Gilbert, que trae
mucho frío y dice unas
cosas en castellano para que las entiendan
los ingleses, y... ¡menudo disgusto se hubiera llevado el rey, de
haberlo habido!
Cuando John Gilbert
se quita el abrigo de
pieles, ol pueblo y los
cortesanos comienzan a
murmurtr que ya es
demasiado, qu3 si aque-
lio es un escándalo, que si no ha> deiecho..., sin da."se
cuenta ni loo unos ni los otros de ( ) U " si no es asi, la película
no le gu.sta al público.
Y nada: que luego, al final, cl malo mata al bueno, y
Greta Garbo se quada muy triste, sin corona, sin novio,
metida en uo barco que va a España y sin saber más castellano que el ({ue le ha enseñado John Gilbert. Y se acaba.
Si quiere usted, le puedo coxitar el argumento de Los tres
rnosqueteros, que también es muy bonito.
U N A AUMIRADORA UE GAEDEL.—No creo, como usted
dice, que Gardel cante por en.señar los dientes, sino que
ensaña los dientes porque canta.
La música del tango Silencio es así: «Tarata tarara, ta^
tara tarara, tata tarara, tarará tarara, etc.»
La letra es aconsejando que ao hagan ruido
DI disparen, y que dejen dormir a los niños; pero
no la se de memoria.
A los pies de usted, señorita.
Y vamos con otra carta. Esta misma. Uice así: «Eres un fresco. Te estuve
esperaado a la salida de misa, y que si quieres. ¡Hemos terminado!»
No, perdón; no era esta carta. Me he confundido.
Aquí hay otra. Varaos a ver.
PELIRRO,TA.—La crema que usa Joan Crawford para embellecer su
cutis la fabrica ella misma con arreglo a la «siguiente fórmula:
Dos puñados de cemento, un buchito de
aguarrás, tres cascaras
de limón enteras, la
cascara de un huevo
bien machacada y unos
troc;¡tos de carbón bien
limpios.
No sé los resultados.
Lo
Ú J Í C O que
sé es
que
ella la recomienda a
sus gmigas.
Usted pruébela, por
si acaso.
Y nada más.
Ahora, coa t o d t
tranqudidad y cuidado, voy a íesponder a
esa carta que leí antes
indebidamente. ¡Tiene
un genio.
Baby Le Roy arbitra un
ronibate de boxeo entre
Billy l^e y David llolt.
.\l vencedor le está prohibido llorar y tirarse al .
La
nueva
creación
de
Paul
deliciosa
\
Horbiger
Je
nny
o
SEikmiTi
SEÑORA
I
Un film nuevo, de juvenil optimismo
PLAZA DE LA INDEPENDENCIA,4-
MAÑANA LUNES, p r e s e n t a c i ó n d e
Franco Foresta
el tenor d e la v o z d e diamante, en
Una
opereta
brillante
cómica
de
Cariiiiiic Calloiic
UNA
SELECCIÓN
Mmtícfíkiu
CAPÍTOL
"Siempre en mi corazón*'
D
iKÍASE que en este film, excelente por muchos conceptos, hubo dos insj)iradores:
uno de ellos, delicado y agudo analizador
de almas; hábil manipulador de lugares melodramáticos, el otro. Cuando el primero ha logrado interesamos con un drama sobrio, sereno
y original, no exento de gracia y en ocasiones de
sano ;;üII^ííri?pio, viene el s ^ u n d o inspirador,
extirpa todos los broíe» ¿í: t"rr:::in. rompe la ilación espiritual, transforma los personajes, :;íí"!t?
y exagera su fisonomía y, en fin, acaba haciendo
lo que podríamos llamar la hiperestesia teatral o
caricatura del drama: el melodrama.
De un carácter noble, profundo, equilibrado y
original, redondeado como el brillante a fuerza
«Fragua, yun<pie y martillo—doblan los metales»,
dice un cantar andaluz. A un espiritu recio que
se ha formado en la honradez y se escuda en
toda una vida de rectitud, no hay contrariedades, ni desdichas, ni ingratitudes que lo dobleguen
hacia la infamia. í ^ t o sólo ocurre en el teatro
y en el cine, cuando el autor, para deshacer el
nudo, se acuerda más del procedimiento de Alejimdro que de la lógica.
La realización es buena, aunque adolece de
lentitud. Y a lo que no puede oponei-se reparo alguno es a la magnífica labor de los protagonistas: Bárbara Stanwyck y Utto Kruger.
dicha, casi no [niede hablarse, en realidad.
Las tñrgenes de \\ impole Street, como Siempre en
mi corazón, son literatura adaptada a la pantalla.
Temas de teatro, vistos por la cámara al modo
teatral, y en los que el micrófocno, el gesto, el
ademán, la retórica y la declamación, en suma,
se sobieponeo a la imagen y, a costa de ella,
vienen a acimentar eSa corriente ecléctica de
un nuevo arte que ni es teatro ni cinema, y a
cuy a exi.stencia híbrida ha contribuido, sin querer, el micrófono.
PALACIO DE LA intaíCA
" I J I S vírgenes de Wimpole Street"
"Destile de Primavera"
Parecidas caracteristicas—lentitud, cxcelent*'
A V E M DA
Dür" director, buenos intérpretes, buena música. Resultado: una opertiü iiik?,
cualidades
cinematográficas. ¿Cómo se explica
eso? De un modo muy sencillo: Geza von Bolvary, realizador de tantap
operetas, parece sometido a un trabajo excesivo, y para cumplir su
•encargos» tiene que sacrificar la calidad a la cantidad; Franziska Gaal,
revelación un dia de actriz singularísima, no h a tenido la fortuna de
que los directores la busquen en su
propia personalidad, sino que la someten a las exigencias de la producción en tumo, confiados en las excepcionales facultades de la estrella y
esperando que ellas por sí solas encuentren la nota genial en un ambiente de frivolidad e intranscendencia, poco propicio a las manifestaciones de un arte superior; y la
música, de Stolz, proveedor de paitituras para los Estudios, está pidiendo, en este caso, la decoración teatral
y el desfile de segundas tiples, capitaneada^ jior una vedette bajo el lienzo
piüící'ío de las bambalinas.
Otra vuZ P-^ encontramos ante
la negación del cinema ?n una cinta a a que no se le han r ^ a l c - d o
elementos cinematográficos.
ALKAZAR
" U n vab para ti"
Di.strae, tiene gracia y hasta originalidad en algunas escenas. Esta
comedia lírica, bien avenida con las
exigencias del cinema frivolo, cuml-lark Cabir. Williain Powrll y Myrna lx>y, IOH prolagonixtas dr «Ll mmiigu público n." 1>. superproducción dr apatíionanle in(eré» que ae estrena el próximo lunes en el Coiisevm
ple su propiósito de |*roporcionar un
rato de solaz al público, «in rebasar
de sincero, sin arista* ni tara psicológica, surge,
inten>ivtación—tiene este film si lo comparamos
nunca el buen gusto, aunque no se detiene,
de pronto, el contraluz incongruente,
'•on el comentado anteriormente. En cambio,
s«2Ún es costüoibrc en obras de esta índole,
sostiene los car^irt^res hasta el final, y en ese
rencoroso y desleal, de otro carácter, que no es el
ante lo arbitrario y convencional.
estudio de caracteres se destaca c! interpreta»lc
deodoblami¿r.?'i. ^mo la antítesis dei anterior.
Príncipes enamorados que descienden alegrepor Charles Laugthon, quien, de-spués de la obeiiu-ute «le! trono tarareando una cancioncilla y
Cierto que la vida ¡i a
<»eado furiosamente
sa estupidez de Aenobarbo y la no menos obesa
cuyo leit-motiv pare»"C decir a tninistios y chamoobre él. Pero el dolor, al caer sobre
alma nosensualidad de Enrique VIII, nos ha deleitado
belanes: «.\hí queda eso...» Nad« de aUdicacioDes,.
ble, la purifica y engrandece. Si ocurre lo contra—artísticamente—con la estampa de un purini engorros protocolarios. Un auio a la puerta,
rio, la pretendida nobleza era una ficción, una
tano inglés del tiempo de la reina Victoria, al que.
un vals entre dientes y... «que ustedes se laí> comUiCH'^a falsa que circulaba por el mundo, hasta
sin
ánimo
de
generalizar,
podría
calificarse
de
pongan,
anligí's». El amor es lo más expeditivo
que la soinCÍ'eron a pmeba y se descubrió su
sejiulcro blanqueado: frialda*! por íucra y gusadel mundo.
mala lev.
nera de egoísmos en el alma.
Camila H o m y Luis Graveure f c r o a n la simEntre las iwe..:»- soy^blando:
P2sta creación ;le Charles Laugthon, la belleza
pática y revolucionaria pareja que renuui3¡» r-'i
entre las rocas, de pieilro
y la exquisita .eusilnlidad artística de Norma
un reintj, si no para decir, como otros héroes dei
¡Malo!
Hiif írer • el brío, apostura y eficíacia interpretaniás .humilde condición social: «Contigo, pan y ce- ]
tiva lie ¡"Vederic March, salvan el film y lo hacen
bolla», para jurarse, enajenados: «Contigo, ot<to
Sí, lleva razón dtm Antonio Machado. Usa farecomendable.
cilidad de adaptación, (?se no ser blando ni duro,
y Costa Azul.» Estos, al menos, se ve que lo
ese danzar al son que nos tocan, es de mal agüero.
Oe la realización cinematográfica piopiíuueiitc
entienden.
RIALTO
"Los miserables'*
Por fin se estrenó en Madrid la
primera jomada de Los miserables—«ananké social», como se
complacía en llamarlo el propio
Víctor Hugo—. Se estrenó al fin,
y nada en esta magnifica adaptación cinematográfica explica el recelo con que se la miraba por algunas Empresas.
El público, siempre noble y desimpresionado de prejuicios, la recibió a corazón abiertc; porque
esa generosa lección de bondad y
hombría de bien, de abnegaciones
y sacrificios que, en definitiva,
se desprende y queda encendida
como una luz de optimismo en
medio de tanto desastre moral, lejos de ser demoledora o simplemente tendenciosa, es edificante y
humana; tiene un valor de ejemplaridad y un anhelo infinito de
l l e aquí una racena de la espeí lurular produeeión «Broadmay por dentro»,
regeneración que exceden, en senpróximos estrenos que prepara Colisevm
tido poético y moral, a las preocupaciones frecuentes en la pantalla. Pero tamnematográficas, desprender de retórico tejido
¡>ién como espectáculo puro y sim¡»le. Los
el armazón de la obra, y lo ha incorporado a la
miifrables—uo vamos a descubrirlos ahora—
pantalla, fino y elegante, sin adiposidad, pero
tienen sobrada acción para inspirar varias pecon una vibración de poesía interna que le aselículas interesantes.
meja a un resorte de acero dota<lo de alma.
Raymond Bemard. el «lirector, ha respetado
Las escenas, henchidas de emoción, de sugela novela. Sigue, en lineas generales, ol camino
rencias, interés y perspcacia psicológica, anitrazado por Víctor Hugo, y lejos de inventar,
madas de temura, do cridas de inju.sticia o
interpreta. ¡Pero con qué amorosa solicitud se
ensombrecidas de dramatismo, desfil m con una
aplica a este difícil trabajo de comentar con imávertiginosa rapidez, que. al mi.smo tiempo, es
genes la creación literaria del maestro, que atriritmo sitíompasado y at^ordado a la velocidad
buía a la palabra un poder casi divino: *Car le
—síntesis nerviosa—ilel nuevo arte.
mot c'est le Verbe et le Verbe c'e<tt Dieu!* Ha sa- Raymond Bemard ha acertado plenamente en
bido este director, veterano en buenas lides cila peligrosa y casi .sieaij>re iiuposible incorfK)ra-
F
I
G
Á E l expreso
R de hl seda
M A Ñ A N A
s
EL
LUNES
APASIONANTE
FILM
cióa a la pantalla de una obra notable de la literatura. Sin desvirtuar, como hemos dicho, el pensamiento de Hugo, le ha dado una
nueva existencia, de acuerdo con
la estética del cine. Los tropos se
hicieron luz y entran al cerebro
y al corazón en ideas y emociones,
por el camino de los ojos.
Pero si la realización es un acierto, la inteqjretación de Henry
Baour— lástima (^ue estén tan gastados algunos adjetivos - es senciUame.ite genial. Cuidado que es difícil encamar un símbolo, porque
un .símbolo o poco menos viene a
ser para el lec;tor el héroe de cada
una de las obras famosas de la literatura. Pues Henry Baour es la
exacta encamación del arquetipo,
físico y moral, que yo al menos me
había forjado sobre el protagonista de Los miserables. Al lado de
Baour, todos los demás personajes palidecen, no por la natural
uno de lo»
importancia del papel que él representa, si.io por la maravillosa
ecuación que existe entre sus facultades artísticas y la jomplicada y origio.il
psicología del personaje que le ha cabido interpretar.
El resto de los intérpretes, con Florelle a la
cabeza, admirable en los conjuntos y con propia
personahdad on las intervenciones particulares.
Rica exhibición de tipos bien observados y sorprendidos j)or la cámara en lo más íntimo y pe- |
«Miliar de su carácter.
Este film, más que una mera versión cinema- j
tográlica, es una recreación de la obra do Víctor j
Hugo.
ANTO.NIO G U Z . V I A N
PRENSA
Lunes, extraordinario programa doble
Prensados
vivos
POLICIACO
UNA PELÍCULA
MISTERIOSA,
DE EXTRAORDINARIO
INTERÉS
La
Segundo
y
tercer
episodio
de
La sombra que mata
la misteriosa e i n t r i g a n t e
película
I N T É R P R E T E S :
HEIL HAMILTON
SHELIA TERRY
P R O D U C C I Ó N :
Warner Bros, Firts National
MERINO
y
El hombre dei hispano
UNA DELICIOSA COMEDIA, CON
J E A N MURAT v MARY B E L U
El por qué de esta Sección
E
convencidos de la sorpresa que para muchos será la aparición
en estas páginas de una Sección semaiml dedicada exclusivamente al
- i cinema namateur». Y estamos convencidos también, por otra parte, de
l 8TAM08
•—Original
premio que
se roncede
al film que
n o le sobre
ni u n palmo, e n el
c u a r t o
concurso
de «Cinema
Amateur»,
de Barcelona, y que en
el anterior
certamen
fué declarado desierto.
¿Habrá este
año un film
que sea digno de este
bello galard ó n , debido al arte
magnífico
y moderno
de A. Serracbina, y cedido p o r
Delmiro de
Carait?
rOT. A (CHIVO
•iUs>
Lna be
•
lia foto del
f i l m ••Carbón», de los
cineastas
«amateurs»
Rodés y
Bros
FOT. «CINEMA
AMATBUI»
No, no falta quienes se ocupan con entusiasmo y aci ^rto del cinema «amauna acogida cordial entre los enterados de la importancia que ha adquirido
teur». Lo que falta es quién se ocupe de él... ¡en el resto de España! Esto
nuestro cinema «amateur».
Para los primeros no es aventurado decir que la primera explicación que es todo. Y bien claro. Y esto pretenda «Cinegramas» al inaugurar esta .sección.
Es una necesidad sentida por todos. Faltaban las páginas que fueran
darán a esta novedad irá acompañada de aquella sonrisa, entre burhna e
mra el resto de ?]spaña la expresan de la existencia del cinema «amateur»;
indulgente, del que se cree por encima de vulgares pasatiempos.
*¡Ah, sí, cinema «amateur»!... Yo también conozca) a uno de estos señores a a expresión de sus ideales, de su entusiasmo creador, de sus éxitos. La
quien los Reyes Magos le regalaron una camarita y ahora se entretiene en jH» necesidad, en fin, de unas páginas que signifiquen la unión de todos los cineístas españoles: de unas páginas que les representen en todos los momar a sus pequeñudos en el parque del Retiro...»
Si el cinema «amateur» significara esto, CINEORAMAS no abriría hoy esta mentos.
«Cine amateur», feliz resultado de esta común necesidad, no será unas
Sección. Pero el cinema «amateur» es «algo» más. Un «algo» más que es
todo un ideal, una ambición, un arte. Un «algo» más del cual muchos frías páginas de infonnai-ión. Será el resultado de la colaboración activa de
de los que intervienen en nuestro mundillo profesional deberían aprender y los clubs más importantes de cine «amateun y de destacados elementos cineístas de toda España.
aprovechar.
«Cine amateur.-,» no es, ¡mes, un artificio. Por el contrario, alimentaTiempo vamos a tener para valorar y destacar en estat página-^ las cualidades de nuestro cinema «amateur». Antes lo han
do por el entusiasmo de elementos achecho en Hollywood (1932), en Paris
(1933),
tivos del cine «amateur», vibrará y
en Venecia y en Londres (1934) ; pero ya esta.sentirá al unisono con los ideales de
mos acostumbrado'! los e'ipañoles a que nos descutodos. No es el órgano de ningún club
bran primero los de fuera.
determinado y si el de todos los cineístas «amateurs».
No es que falte quien valore y se ocupe de divulgar nuestro cinema «amateur». No. Tenemos
A todos ofrecemos, pues, cordialel ejemplo de los cineístas de Cataluña, de sus
itmite estas páginas entusiastas. De
clubs, de la acttujción entusiasta y acertada del
que nuestro esfuerzo logre que sean la
más antiguo e importante club: la Seccióti de
fiel expresión de todo este movimienCinema del C. E. de C, cm sus anuales concurto lleno de rejilidades y promesas está
sos y sus proyecciones de divulgación en ciudades
tm la voluntad de todos.
donde un núcleo de cineastas lo solicita; de la
«Cine
amateur»
será
tammagnifica revista trimestral «Cinema Amateur»,
bién, y no es éste el aspecto menm
única de la Península dedicada exclusivamente
importante de la misión que nos han
a este a.<spccto del cinema, editada también por
confiado los cineístas, unas páginas
los entii.sia.ftas cine>stas y amigos nuest'-os de la
di- consulta y de orientación. No basta
Sección de Cinema del C. E. de C.
* * * " ' ' " * • • • " ' t * ^ ' inédito • Arquiniedes». de l.uis Masriera divulgar. Más interesarde que las obras
• CINBUA AUATlUk-
hachas son las que puexien y deben lograrse. Por e.so nuestro esfuerzo máximo se orientará en hacerlas posible.
LA PRIMERA CÁMARA "AMATEUR" PARA IMPRESIONAR
El cuarlo ('.onoiirso de cinema "amateur*^ organizado por la Sección de
Gnema de! C. E. de C.
¡Películas
Como orientatüón para los cineístas de este Concurso que anualmente organiza la Sección de Cinema
del C. E. de C , creemos interesante presentar a nuestros lectores u n a
síntesis de su marcha ascendente.
Este Concurso fué convocado por
primera vez en el año 1931, y se
presentaron 44 films en 82 bobmas,
de las cuales, 45 eran de paso 9 1/2
milímetros, 33 de 16 milímetros y
cuatro de 16 milímetros, en colores.
El metraje presentado por los cineístas amateurs en este primer concurso equivale a 30.000 metros de
35 milímetros.
So recibieron films de varias ciudades catalanas, de Bilbao y de Bélgica. Los nombres de los ganadores
son: Ramón BatUes, Ignacio Canals,
Delmiro de Cáralt, Eusebio Farré.
Jorge y José Fontanet, Domingo Jiménez, Luis Giran, Tomás de Palacio (de Bilbao), J u a n Salvans, Isidro So<:ias y Ramón Viadiu. El Premio extraordinario al mejor film del
Concurso fué otorgado a La dansa
mes bella, de Delmiro de Caralt.
Fueron necesarias trece sesiones
para la proyección, delante del Jurado y público, de los films presentados. El segundo Concurso tuvo entre
los cineístas anuiteurs un éxito aun
mayor. Ix)s films presentados fueron
64. Este Concurso destacó a nuevos
valores cineísticos de Cataluña. IJOS
de 16 m/m.
soiiorass!
(Sonido EN BANDA)
Maravilloso
producto de la
Concesionario para
España y Portugal
•
SOCIEDAD IBÉRICA OE CONSTRUCCIONES ELÉCTRICAS
Barquillo,
1
M A D R I D
Apartado
990
premiados fueron: Delmiro de Caralt
Isidro Socias, Domingo Jiménez
Juan Salvans, José Fontanet, Igna
CÍO Salvans, Luis Gibert, Jorge Puig
José María Galcerán, Agustín Fabra
Eusebio Farré, Salvador Rifa, Fran
cisco Gibert y Francisco Carreras. El
Premio extraordinario se otorgó a
Juan Prats, por su film Abelles.
La importancia de este concurso
quedó definitivamente consolidada
en el tercero, celebrado durante los
meses de Marzo y Junio de 1934, en
el que se recibieron films de varios
pimtos de España y de Inglaterra,
Hungría, Francia y Austria, dando
con ello una mayor importancia al
Concurso. IJOS films recibidos fueron
73. Por primera vez fué premiado
un film de un cineísta madrileño.
Los premiados fueron: Daniel Jorro,
de Madrid; Agustín Fabra, Eusebio
Ferré, José María Galcerán, Francisca Trian de Prats, Juan Salvans,
Salvador Mestres, Francisco Gibert,
Domingo Jiménez, Ignacio Salvans,
Millán, Monistrol y Montaner, Francisco Argemí, Llober Gracia, Rodés
y Bros, Francisco Carreras, Ramón
San Ricart, Femando Riviére, Rudolf Honegger y José Escobar. De los
extranjeros fueron premiados M. L.
Nathan, de Londres; Paul Magaziner,
de Budapest; Miss Ruth Stuar, de
Londres, y Mr. & Mrs. J . B. S. Thubrón. Para presentar al público las
producciones amateurs premiadas, los
organizadores de este Concurso celebran, una vez terminadas las sesiones de fallo, otras de públicas en los
cinemas más grandes y distinguidos
de Barcelona, sesiones que obtienen
cada vez más un éxito de público y
de crítica ascendente.
M I IIIM»IM«aMBtH«Mlirill lili I I I
(TO DE LOS E J j f b S
OPERA
Sor Angélica
\
Mañana lunes, ia más
encantadora c o m e d i a
del c i n e m a f r a n c é s
LINA YEGRO!
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LA U N I C A ^
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CARTEL C O N EXllÉklREaENTE
M ^ r i e
9.° SEMAN/^
y
de proyección en el
C I N E M
J e á n
M u r a i
O X IMA ME N T E
d o en l a pantalla moertido comedia frivola
jran presentación
I J . B#A
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E L l'l
E P I S O
MIGUEL
Mary Roland n la sufieiencia artística
Belleza otoñal y espléndida la de Mary Roland, en su>
gestas se retrata la suficiencia y la capacidad artística.
Mary Roland es la artista segura de sí misma, para la
que no hay dificultades ni papeles ingratos. Ella sabe hacer cuanto quiere, que es todo lo que puede, y puede todo
lo que se propone e intenta...
Además, Mary Roland es de una suave y exquisita ele
rancia.
Auténticamente platino, la delicadeza de su figura se
yergue ante el objetivo con arrogancia elástica de palmera
o de junco.
No descomponer la línea y hacerlo todo bien es el lama invariable de la blonda y sugestiva Mary Roland.
Y esto es, precisamente, lo que expresa este rostro rubio y jovial—a pesar del otoño—<!<• la pantalla.
Itandolplc Sentí o
la seriedad
o
que
a Irav^r
de "íwr
La seriedad y
la dignidad artística: he aquí lo que
expresa, a través
de sas gestos, el
rostro de Kandolple Scott.
Actor consciente y e s t u d i o s o ,
Scott aspira a distinguirse de los deIM seriedad y la dignidad a r l i s t i r a s i be
aquí lo que expresa,
a través de sus gestos,
cl rostro de Randolple .Scott
>.
o 9 rostro?
d e La.
antaLLa
l^anr)' (^arrull, en enla futo niinbolixa de un niudu deliciusamenle sugestivo el espíritu de este trabajo... A derir verdad, entre la máscara y el rostro, en este caso
como en easi todos, es forzoso y obligado optar por rl segundo...
Adríenne Antes o el hieralisnio estético
L rostro de Adrienne Ames, a través d? sus gestos extáticos y solemJ nes, expresa majestad e ir.teJigpncia artística y estética.
Su actitud suele ser habitualmente de esfinge, de una plástica y armoniosa inmovilidad. En sus pupib^s anchas, como horizontes despejados,
arde una extrañ<) luz de melancolía, y su boca, desgarrada v sensual, acu-a una marcatla psicología de hiperestésica.
La lal)or artística de Adrieime Ames &s siempre notabilísima, y da lugar
a que la crítica más severa se ocupe de ella con atención preferanto. Todo
lo debe a su estilo mayestático personalísimo, a su elegancia remansada y
solemne, que le infunde aires quintaeseociados de silueta de Vogiie.
F^piritual, inteligente, exquisita, sus gestos esfíngicos expresan la majestad y es, eo todos -ÍUS momentos, en todos sus movimiento^, <^n todo
cuanto realiza, la majestad misma...
(üary Cooper, sin "partenaire"
Es como se muestra capaz de todos los gestos maravillosos y de todas
las expresiones sorprendentes. Desde luego este gesto de Gary Cooper revela todo lo que es, todo lo que vale y todo lo que puede llegar a re.ilizar...
Casi siempre, en el duetU>, se anula uu poc<^ la personalidatl y los mériton
artísticos del otro. A veces, con la noble intención de declinar todo 3I triunfo, quién sabe si por alguna razón purameate sentimental, en la querida
compañera o en el admirado conqiañero.
Así, solo, Gary Cooper expresa en sus gestos su mismn personalidad: el
artista inmenso e incuestionable que es, es decir, el galán famosísimo y
apuesto de la pantalla umversal.
•*— Desde luego, este g e s t o d e Gary
t^ooper revela lodo
lo que «es»', lodo lo
que vale y todo lo
que puede llegar a
rrali/.ar
lie aqui i
to de Naii
rroll. 1(1
de tu
luniiiio'-^i
n u H, al'
|IUITÍI...
llftén T w r l \ f t r e e s , cuyos gestos expresan una
sola rotta: ou alma de marfil, también, como su
rara...
VA rostro de Acirieiiiie Aiiiex. a través de sus gestos extáticos y s o l e m n e s , expresa majestad e inteligencia artística y estética...
má.s por su aplonm \ inadurez en todas su^
intei'venoiones. A vec-es, y en fuerza de recargar las tintas de la experiencia y meticulosidad, paiece como si tuviese más años de
ios que en rcididtd tiene.
Se le suele llamar s\ viejo mwhachc de
¡os EiStudios cinemáticos.
Y él agradece esta designaciór como una
gran deferencia justiciera o como un pi- Sur)
ropo amable y gloiificador.
Sin P K i b a i g o , no tiene que envidiar nada, ui
en figura ni en cualidades artística«, a ninjíún
actor de loa do turno obligatorio.
Con la ventaja sobre los otros de que ba sabido
llegar a riejo antes de tiertipn...
.Sary Maritza, la de la mirada penetrante
En la expresión de este rostro juvenil y delicado de Sary Maritza, la mirada penetrante y aib-rniecadora—dorniidíi más bien, como en una sugestión di sueño hipnótico—lo iev?la iodo. A
poco que se analicen los rasgos más acusados de
este rostro fino y suave de magnolia, se comprendere que su característica más relevante es la
voluptuosidad.
Sar\ M'iiitze tiene expresión de amar y ser
amada.
Sus i n t e r v e n c i o n e s más entonadas—más
a tono con su cualidad temperamental—^«ou
aqutlla>' en que la siiena ¡se muestra más pródiga en seducciones voluptuot^as e iiTesistibles.
Es decir, cuando se siente más enamorada y más
mujer.
í;lpgant3, gracio.sa. icteligentc, sus gest.o.-> expre.'^au «lo que es». Aun cuando finja un sentimiento antípoda, en ella aparece y predomina
siempre la hembra sutil y .sensual, capaz de morir y de matar... por la sublimo tontería de un
beso.
\ a n c y Carrol o ia expresión luminosa
Luminosa e ingenua, y alegre y pueril. La señorita CaiTüll tiene una carita «rraciosa y simpática de golfillo de París. Nariz respingona,
Í>i»cft golosa e insinuante, ojos expr<^>sivos y v¡-
Maritza. la ile la miraiin p e n e t r a n t e y adurniecrilora...
vaces, movimientos rápidos e intencionados, pergenio, en suma, de ángel del arroyo.
¿Expresa eo sus gestos, sin embargo, sus
verdaciero.s sentimientos? En absoluto sabe
amoldarlos y reflejarlos en el espejt» de su
rostro. Sus palabras, sus acciones, son siempre un poco de pilluelo, ahora que, eso sí, de
pilluelo noble y honrado, e incapaz de intervenir cu ningún acto punible o ruin. Al final
todo lo arregla y encubre con su sonrisa, capaz deechar por tierr.i todos los códigos y todas las filosofías.
¡Nancy Carroll! ¡La más graciosa y sugestiva y pimpante de las artistas de la pantalla!
/ t7oi/o encantador que tanto sabes de las artes
.sutiles y maravillosas de la seducción! ¡Salud!
feggy H o p k i n s . j u n c o y lirio, rayo de luna y o r o
de sol...
Peggy llnplíins, la ingrávida
¡Bello rostro el de la rubia y espiritual Peggy
llopkius! En sus gestos revela sensibihdad y serenidad y ternura. Maderaoiselle Peggy alardea, con
exacto conocimiento de la medida de su propio
valer, de una elegancia sin par y sin limitaciones. ^
Elegancia de todo: de expresión, de movimientos, de actitudes, de espíritu, de cuerpo, de toda "
su personalidad y de todas sus potencias. Para •
retratarla exactamente bastará con decir que e.s
la encamación de la majestad y la elegancia, i
Pero todo e-sto en grado superlativo y ado¡)tando ;
una forma de expresión suprema.
Mucho han dicho de Peggy Hopkins los [)oe-"
tas y biógrafos, reducidos por su rara e ingrávida belleza—junco y lirio, rayo de luna y orode sol—; pero nadie ha dicho todavía que es la'
mujer de más exquisita y cultivada inteligencia
de cuantas actúan en la pantalla universal.
j
Que es, precisamente, el florón más preciado
de su corona de reina de la majestad y la elegancia...
HeJén Tweivetrees n la belleza de marfil
Tal es de sutil y delicada la piel de su rostro,
(jue se la denomina en todo el mundo la belleza de
marfil. A través de sus gestos expresa una sola
cosa: su alma de marfil, también, como su cara.
Todo en ella es delicado y magnífico. Perfume
de rosas humanas y caricias de seda, palpitación de amor y aurora roja y boreal de vida.
Todo bajo la luz filtrada y suave del marfil de
su rostro y del marfil de su alma.
¡Helén Twelvetrees! ¡Qué pocas podrán compararse it s n belleza y a sus encantos!...
.HAN DEL SAHTO
<:=J~nte
fcu nuevo
KING
Notre
pain
OTRK pain quotidien no e s un film audaz, ni vanguardixta. ui pretende iiK.urporarse a lo» que, acaso con u n a clasificación demasiado simi)lista, están c i tali^ados como «sociales». Vaya por delante esta aclaración, para (jtic
los espíritus «burgueses», de u n a burguesía intransigente y retardataria, uo .se
sientan alarmados, ni tampoco se consideren halagados prematuramente aquellos otros que, militando en un bando ideológico dispar, puedan sui>onei ¿ ¿
que la tendencia de esta película favorezca sus ideales. Ñ o . Notre ¡MÍn quotidien as, simplemente, un film humano. Es>, eso sí, duro y áspero, amargo y
desagradable, como la vida misma. Pero no tendencioso. D e él podrán
deducirse acaso enseñanzas eficaces y orientaciones felic es; pero ua be
advertirá, a lo lai^o de ous escenas emocionadas
y palpitantes de veracidad, un propósito sectario ni una finalidad turbia. Como todas las películas de este tipo, brinda un cauce loable,
acaso e n ésta c o m o en ninguna otra análoga
más acentuaílamente acusado: la de señalar al
hombre humilde su ruta única y posible.
Notre pain quatidien, con La foide, Hallelujah
y Street scénes, igualmente creados , j o r Kmg
V'dor, completa la brllante sene cinematográfica en que el genial director, de un modo incomparablemente artístico y con elevada concepción de los temas abordados, glosa, analiza
y expone la tragedia sorda y espeluznante de los
humihles, la lucha tenaz y aniquiladora de los
parias de todas las razas por hallar un porvenir
mejor... En este que hoy comentamos, King
Vidor pretende señalar como posible redención
de la « m a s a » el retorno a la tierra, que, próvida j cordial, les brinda el sentido auténtico de
la vida. P a r a lograr su emi^resa, el gran produceur
ha combinado c o n la maestría habitual, que hace
de su nombrs u n o de los más destacados en obras
de la envergadura ideológica de las citadas películas, la imagen, el movimiento y la idea. La
resultante de esta fusión de elemento? tan valiosos, dosificados por u n a inteligencia excepcional,
ha sido, sencillamente, la aportación de u n a obra
VIDOR
quotidien":
Tres escenas del más
alto interés de < Notre
pain quotidien», última o b r a d e l genial
King Vidor
cáiltgrcunaA
maestra al acervo cinematográfico del mundo.
No es reciente ni improvisada esta amplia y
generosa visión del cinema de nuestros días en
King Vidor. La anécdota trivial, el problema
minúsculo, el liviano conflicto psicológico o
sentimental no le han interesado nunca. El
aspira a que los personajes de sus producciones
uo sean sólo tipos de hombres o de mujeres, sino
>ij)ecimens vivos, exponentes humanos de un estado social. En Ijafoulf, &e acerca al hombre mediocre, incapaz de librarse del encasillamiento
caprichoso que la sociedad le ha asignado; en
Hallelujah pone al desnudo el alma de la raza
negra, primitiva a medias y a medias civilizada; en Street scénes muestra en su ruda crudeza el drama de la calle, con sus murmuraciones, sus miserias y sus tragedias, más amargas cuanto más ignoradas.. Notre pain quoti<Hen
es la resurrección del hombre por el retorno a
la tierra, por la solidaridad, por la comunión
<lel espíritu y del esfuerzo.
• •
Este film tiene su historia, breve, pero lo suficientemente aleccionadora para deducir de ella
enseñanzas provechosas.
King Vid o r , obsesionado por
la ¡dea de
su obra, por
la finalidad
humana de
su tendencia, dudó
mucho antes de acometer la tarea de plasi n a r í a eo ^
un g u i ó n .
Hombre cuyo cerebro
se eleva a
Kin^ Vidor, el célebre director, que ba
las alturas
realizado con positivo acierto «Notre
de
lo ideal
pain quotidien»
c u a n d o le
a l i e n t a la
noble íispiración de crear arte puro, no ignora que
sus pies están posados en la tierra y teme siempre
que sus nobles projwsitos estéticos no hallen el eco
propicio ni la colaboración indispensable. Pero,
l'ese a todo, el guión fué escrito. Y escrito ya, lo
sometió a los magnates del dólar. Pero los grandes productores de Hollywood, después de prolijas reflexiones, de consultas innumerables y
de no justificadas dilaciones que herían el pres-
tigio y la solvencia artística de King Vidor,
acordaron no aceptar el escenario, so pretexto
do que la idea era «peligrosa». Se hacían demasiadas ahisiones a la crisis del obrerismo, al paro
y a otro.» tema-s, los cuales, según ellos, n o ITH
prudente tratar en el cinematógrafo...
Fué éste im rgdo golpe para King Vidoi, que
vio confirmadas sus sospechas do falta de apoyo
económico. Pero no por ello desmayó. Obsesionado con su idea, seguro de que sabría llevarla a
la pantalla de un modo triunfal, a<joraetió la empresa |>or sus propios medios, arriesgando en ella
su propio dinero. Y Notre pain quotidien se hizo, teniendo por intérpretes principales a
Tom Keene y Karen
Morlay, s e c u n d a d o s
por un elenco de más
de cuarent a artistas.
Hollywood, el escéptico Hollywood, advierte
ahora su error. La película no es lo que olios
suponían. Es, sencilla
cinema sea un reflejo veraz y expresivo de la
vida actual, y uo ua simple pasatiempo de los^
(lías lluviosos. King Vidor, al concebir la idea y
al realizar el film, ha hecho una obra admirable,
sincera y valiente».
Notre [tain quotidien, aun sin título definitivo
en castellano, será sometido en breve al juic¡«>
del público español. Esperemos que éste le dispense la cordial acogida que merece la tendencia
humanitaria que lo anima y las altas calidade>s
estéticas (pie su realizador puso en él.
y s i m p l e m e n t e , una
obra maestra de la cinematografía contemporánea. Lacris's que ensombrece y conturba los espiritns no es insoluble. Puede
resolverse, segi'in el criterio
nobilísimo y exaltado de humanos anhelos cpie King Vidor
expone en su obra, por la vuelca
de hombre a la tierra a la que
nunca debió abandonar deslumhrado por los falsos oa^i-, que la ciudad
le mentía.^. La tierra pagcv siempre cou
amor el amor que se la otorga... Por
eso el retorno a la tierra pueile salvarle
de la miseria del naufragio total, que
equivale a un caos definitivo. .
De la labor artística realizada por King
Vidor, ¿qué decir? (on unanimidad poco frecuente, la crítica americana ha dispensado
a este gran film sus elogios más encendidos.
He aquí lo que una revista cinematográfica
yanqui dice de la última obra del genial productor: «Notre pain quotidien es un gran film, singularmente por la finalidad que persigue. FiS la glorificación en el écran del mísero, del olvidado, del
desdeñado por la sociedad. Pero esta película hace
algo más que mostrar la la<!ra horrible quo significa
la lucha por ln vida del pobre paria; propone, además,
una solución. Es un film para los que aspiran a que el
RICARDO V . \ L L S
Í
^1
LAS NUEVAS
TRIUNFADORAS
DEL CINEMA
K«te de Nagr es una actriz de realidades, pero todavia, y afortunadamente para ella y para el público, lo
es también de esperanzas. Porque ia bella estar» ha llegado al triunfo en plena juTentud, cuando para
muchas la vida profesional no es más que un camino, una aspiración inlogreda aún. Kate de Nagy ha
hecho ya unas cuantas pelfrulas que muestran en ella una actriz de fina comicidad, de alegría clara, muy
de hoy. He aquf a la encantadora alemanita, sorprendida en los Estudios cinematográficos en que trabaja
ahora. Está en los descansos de su labor, cuando cesa la tensión del trabajo ante la cámara. Estas
fotografías, que en cierto sentido pudiéramos llamar «íntimas», reflejan bien la suave belleza de la «star»
que ha logrado ser, cuando todaWa tiene ante sf un horizonte de triunfos, una de laa mejores intérpretes
de la comedia amable y de la opereta cinematográficas.
MARIC.ON/.ÁI.EZ
(Madrid).—
Clark Gable (William Clark Gable) tiene el pelo castaño y los
ojos grises. Mide seis pies y una
pulgada. Nació en 1 9 0 J . en
Cádiz (Ohio). Divorciado de
Josephine Dillón.—Carole Lombard es rubia y tiene los ojos
azules. Se llanta verdaderamente Jane Peters. Mide 1,57 y
también divorciada de William fornia). Mande un sello dtPowell. Las direcciones son:
10 centavos.
DeClark Gable: Metro-GoldwynE L HOMBRK INVISIBLE (AlMayer; Hollywood (Calitornia). coy).—Jeán Harlow nació el
\' de Carole Ix)mbard: Para- 3 de Marzo de 1 9 1 1 . Tiene el
mount Studios; Hollywood (Ca- pelo castaño (es rubia química)
lifornia). ¿Hay algún simpático y los ojos pardos. Mide 1 , 6 6 .
lector que quiera complacer a Casada cuatro veces: con Charesta señorita mandando la letra les F. Me Grew, Howard Hude la canción Cania tu libertad, ghes, Paul Bern y Hal Rosson.
de la película El rey de los gitaLos principales films que ha
nos, de José Mojica?
interpretado son: Angeles del
E L BOMBERO
(Madrid).—
Infierno. Los seis misteriosos.
Desde luego que el director que La jaula de oro. Abismos de
usted menciona contrata a aspasión. El monstruo de la ciupirantes y a profesionales; pero dad. Cena a las ocho. Tú eres
la cuestión es que usted sea mío, etc., etc. Este lector desea
capaz de reunir todas las condi- tener correspondencia cinemaciones que le exigiifa el suso- tográfica con señoritas aficiodicho director. Puede probar y nadas. Escribir a Rafael Llopis
escribiile 8 Estudios C. E. A., Ferri; Libertad, 2 6 , 3.°. Alcoy
Ciudad Lineal (Madrid). El ver- (Alicante). La otra pregunta no
dadero nombre de Ramón No- puedo contestarla, porqtie no
varro es José Ramón Sarna- conozco esa película.
niego Novwro.
ROSAURA DE ANÓN (Falencia).—Gary Ccx)per nació el
DOSA SOL fCáceres).—Muy
agradecidos a los elogios que 7 de Mayo de 1 9 0 1 , en Helena
(Montana), con el nombre de
hace de CINEGRAMAS. Fredrich
Frank J. Cooper. Mide 1 , 9 0 .
March nació en Racine (Wis), el
31 de Agosto de 1 8 9 8 . Se llama Ojos azules y cal>ello castaño,
verdaderamente l'redrich Bickel .aficionado a todos los deportes.
Marcher. Está casado con l-'lo- C«sado con Shandra Shaw. Sus
rence Eldridge desde el año principales films son: Hijos del
1 9 2 7 . Es un conocido actor de divorcio. La legión de los conteatro. Puede escribirle a: 2 0 th denados, Beau sabreur. El gran
Century Studios, 1041 N. For- combate. El ángel pecador, Las
mosa .\ve., HollywcxHl (Cali-^ calles de la ciudad. Perfidia.
.Marruecos, l'na mujer a bordo.
.Acepto esta mujer, etc., etc.
Su dirección es: Paramount
Studios; Hollywood (California).
Para pedir una foto a su «queridísimo» actor tiene que enviarle
un sello de diez centavos. Sus
señas son: .Metro-Goldwyn-Mayer; Culver City, Hollywood
(California).
UN
ENTUSIASTA
DEL VALS
(Teruel).—No conozco la letra
del vals El girasol, de la película ^
El hombre que se reía del amorr
pero no se apure, porque lanzó,
el S O. S. y otro lector se apresurará a mandármelo. Este se- •
ñor desearía cambiar correspondencia con señoritas aficionadas
al cine. Escribir a Amado Higón .Vlallén; .\venida de la República, número 3 4 , Teruel.
En números sucesivos le daré:
los repartos que me pide.
FORTUNATA Y JACI.VTA
(Va-
lencia).—Marlene Dietrich tiene treinta y un años y está casada con Rudolph Sieber. El
reparto de Vuelan mis canciones
es el siguiente: Franz Schubert, H a n s Jaray; Carolina
Estherhazy, Marta Eggerth;
Emmy Passanter, Luise Ullrich. Director: Willy Forst.
Agua en el suelo (director,
E. F'emández Ardavín) tiene el
siguiente reparto: Maruchi, Ma-
teatros. No tengo noticias de
las otras cosas que me pregunta,
ni creo que sean ciertas. I-as
películas que ha interpretado
son: Ladrón de amor. El precio
de un beso. La ley del harén.
Hay que casar al principe. Mi
último amor. El caballero de la
noche. El rey de los gitanos, La
melodía prohibida. La cruz y la
espada. Puede e.scribirle a Fox
Studios, 1 . 4 0 1 , N. Western.
.\ve. Hollywood (California), y
apresúrese, no sea que levante
el vuelo.
ruchi Fresno; Ei cura, Luis,
Peña; Apoliriar, Pepe Calle; i
Alexandro, Nicolás Navarro; ^
L A madre del cura, Pilar Gar-1
cía; Gafitas, Casado: El ama, >,
María .^naya; Hermano del
UNO DE LA VIEJA GUARDIA
Maruchi, Rufino Inglés; I^i (Sevilla).—El reparto de Cuagitana, Angelita Pulgar.
tro kermanitos es el siguiente:
MARV CAROL
(Madrid).—, Yo, Katherine Hepburn; Amy,
Mary Brián nació el 1 7 de Fe- Joan Bennett; Fritz Bhaer,
brero de 1 9 0 8 , en Corsicana (Te- Paúl; Lucas, Meg France Dee;
xas). Tiene el pelo y los ojos Beth, Jeán Parker; Tía March,
castaño ol)scuro y mide 1 , 6 0 . Edna May Oliver; Laurie, DouLa descubrió para el cine Her- glas Montgomeri; Mr. Laurence,
bert Brenón, siendo su primer H e n r y Stephenson; Marmee,
film Peter Pan. Brigitte Helm Spring Byngton; Mr. March,
nació el 1 7 de Marzo de 1 9 1 0 , Samuel Hinds; Hannah, Mabel
en Berlín. Mide 1,67, y está ca- Colcord; Brooke, John Davis
sada con el director Richard Lodge; Mamie, Nydia WestWesbuch.
man. Dirigida por George CuUNA FUTURA ESTRELLA (Makor. El reparto de Doctor .\' es
drid).—Muchas gracias por los el siguiente: Doctor Xavier.
saludos en nuestro nombre y Lionel A t w i 11 ; Joan, Fay
en el de todos los lectores. .\ ver Wray; Doctor Wells. PrestoV
si dentro de unos meses, cuando Foster; Lee, Lee Tracy; Otto.
nos escriba, cambia usted el George Rosener; Mamie, I-.eila
seudónimo por el de Una estre- Bennett; Doctor Riwitz, .\rlla consagrada. José Mojica es thur Edmund; Doctor Haines.
mejicano (San Gabriel), y na- John W'ray; Doctor Duke.
ció en el año 1901. No puedo Harry Beresford; Stevens, Roasegurarla las causas del por- bert Wrwick; Editor, Thomas
qué de la retirada del cine de Jackson; Policía, Ha ry HolMojica. El creo que asegura que man; La madame, Mae Busch.
es que ya está cansado de tan- Dirigida por Michael Curtiz. El
ta película y que pensaba hacer director tle Dama por un dia es
una toumée alrededor del mun- Frank Capra
do trabajando en los principales
I.IBRIS j
II
¿Pueda una mujer e n a m o r a d a d e su
marido serle infiel sin ser culpable?
Etto M to cuMtión qu* planteo lo p«licula «pañola iMADRID SE DIVORCIA», filmado totalmenta tn Madrid, qu« >• ttnnará
«n brov*.
Ubro d* tOPCZ ALARCON
CrMcMfi da ROSITA LACASA
Concesionario para España y Portugal:
I. F. de Mora.-Gta. Atocha. 8.-Madríd
Distribución CENTRO:
METROPOL
FILM
Resto de Espada:
Atlantic Film.-Pi y Margall,17.-Madrid
direelor de los Esludios que aquella entidad eonHruye en la eapital catalana, y los redactores cinrmatográlicos
madrileños
ENCARRAL
f s , lo sensaa^Wí^roducción
NOCHES MOSCOVITAS
Urv ;|ilm de Alexis Granowsky
Con
A n n a b e l l a
Una PMena del gran nim polícíaro .El expreso d e la seda., interpretada por Neil
liainilton y Shelia Terry
ina
-
y
H a r r y - B a u r
R E N A C I M I E N T O
F I L M S
Don Juan, Fausto, La dama de las camelias, etc.,
y logrando las felicitaciones de Benavente, los
Quintero, Linares Rivas y otros maestros españoles. De Suramérica pasó, con Martínez Sierra, a los Estados ITnidos, debutando en Los
Angeles con El gran galeoto, con elogio enorme
de Prensa y pi'iblico. .losé Crespo estudió el in-
Notas biográficas
Andrés de Seguróla
N
ACIÓ en Barcelona, en 1879, llevando su
familia el título de condes de Alza desde
la época de Felipe IV. Estudió Leyes en
Barcelona y Valencia; pero convencido de su
gran voz como baiitono bajo, varió de carrera,
debutando, a los \ jintiún años, en el Liceo de
Barcelona, pasando al Teatro Real, de Madrid;
COLORES
D E L
R O J O
Á N G E L U S
ES SUFICIENTE U N A
al de Lisboa; a la S<;ala, de Milán; al tJovent
Garden, de Ijondres; al San Carlos, de Ñapóles,
y, finalmente, a la Opera, de Buenos Aires; al
Solís, de Montevideo: al Municipal, de Santiago:
al Municipal, de Lima; al Iris, de Méjico, y al
Nacional, de la Habana. Posteriormente le pu.sieron el apodo de Comendador, por haber cantado
ante Alfonso X I I I , ante Víctor Manuel de Italia,
ante don Carlos de Portugal, ante el Sultán Abduhl Ahmid, de Turquía, y otros príncipes. Seguróla llegó a dominar el cine como había dominaíio
el teatro. En La voluntad del muerto, de la Universal, Seguróla hace gala de sus méritos. Con la
Fox, triunfa en Granaderos del amor, IM ciudad
de cartón. El capitán de cosacos y Uno, dos y tres,
y en Paramount, en La fuerza del querer. En Europa y América, Seguróla se hace arbitro de la
escena española. Desde treinta y cinco años usa
monóculo, que ha hecho «-élebre.
José Crespo
Natural de Murcia, siguió en Madrid la carrera
de la escena desde sus diez y o<;ho años, triunfan-
A P L I C A C I Ó N DIARIA
PARA
MARCAR
LA
C U R V A FLEXIBLE DE
SUS
LABIOS,
TANDO
SU
EXALVIDA
NATURAL
l O U l S
P H I L I P P E
AGENTE EXCLUSIVO PARA ESPAÑA:
H. A L V A R E Z G Ó M E Z
Y C.
SEVILLA, 2.-MADRID
do en el Eslava, y luego, con Martínez SierraCon éste recorrió la Península de éxito en éxito,
y en 1925 pasó a Paris, apareciendo, con Catalina Barcena, en el Fémina, siendo aplaudido en
Rosita Itallesterus. protagonista de «¡\ iva la vidal», película española de grandes valoraciones, editada en Barcelona por Exclusivas Iluet
glés en-seguida. Triunfó en Eí Cardenal, y la Fox
lo contrató enseguida, entu.siasmada. La Metro
se lo disputó a la anterior Empresa, y José subió
como la espuma. Entretanto, con(X"edor del inglés, rodó films americanos. En Ciudad de cartón,
Dos noches, Montecarlo, etc., etc., logró crecida
fama. Su última película rodada es Tres amores.
mfiomro ID lOTEIIIll?
dnUlone» Ae
sufren las consecuencias de no cuidarse lo basianicen su hi),'icne
imima. Médicos cminenles en lodas panes del mundo recomiendan
lavados díanos con una cucharada de LVÍsOtOWM en un Iiiro de
agua. LVSOtOWM desiruyc sernicnes morbosos, elimina malos olores y es un gran proliláclico. ijuaviza y sanea la piel añadiendo unas
golas al agua de lavarse. Elixir d c o t i i r l c o meniolado ideal para la
higiene de la boca y dientes. Contra íclidez del alíenlo. J a b ó n íinamcnie perlumado conira impurezas de la piel.
pii.
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LA ASTROLOGÍA 1» olrtce la RIQUEZA.
Indiqnc la lecha it su nacimiento y recibirá
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que le indicará los números de su suerte para GANAR A LA LOTERlA y otros |UEGOS
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cutimos en sellos de correo de su pais, a
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Sorprenda a sus
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esta noche un
cutis de ^^estrella^^
Muchas de las grandes artistas del cine que nos cautivan con su arte exquisito distan mucho d e tener el cutis perfecto que tanto admiramos en la pontcilla. Más que en su belleza de mujer, los buenos Directores se fíjan en sus
dotes d e artista.
Y se comprende: ya que, gracias o un secreto d e belleza celosamente guard a d o durante varios años, resulta muy fácil convertir un rostro corriente en
una belleza sorprendente y fascinadora.
Entre las principales ventajas que p o s e e este gron embellecedor conocido
por Esmalte N a c a r a d o d e Rosas Carpe, debemos mencionar las siguientes:
Evita por completo el brillo d e la cara; hace desaparecer en el acto las pecas, manchas, espinillas, granitos, <arrugos, poros dilatados, etc., y conserva
durante todo el día o toda la noche un cutis fresco, terso y nacarado.
Ya lo saben nuestras lectoras: a su alcance está tener un cutis d e «estrella»,
pues el legítimo y original Esmalte N a c a r a d o d e Rosas Carpe se. vende
ahora en todas las buenas perfumerías de España a 7,50 ptas. el frasco gran
de y 4,25 el frasco pequeño.
El Colorete Natural Carpe, el único permanente que existe, y el Lápiz d e
Labios Superpermanente Carpe, son otros dos productos de Cinelandia que,
con el Esmalte N a c a r a d o de Rosas, completan el famoso Maquillaje
Permaneri^te Carpe^
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