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Libros
“Me gusta escribir
sobre mujeres porque
son las grandes
olvidadas de la Historia”.
la caída del Segundo Imperio francés y a María
Antonieta se la tildó de frívola, inmoral... y se la
acusó de contribuir al fin de la monarquía en
Francia. Pero hay que decir que cuando estas
reinas debieron enfrentarse al exilio e incluso
a la muerte demostraron gran dignidad y valor.
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ENTREVISTAMOS A...
Cristina Morató
A partir de la semana que viene, encontrarás en nuestra revista
una serie de lectura escrita por esta autora catalana sobre
las protagonistas de su último libro, Reinas malditas.
P
or qué gustan las historias de palacio?
En general, nos atraen las vidas de las reinas porque nos parecen un romántico
cuento de hadas y sus vidas muy privilegiadas. Sin embargo, el lector no encontrará en
mi libro la versión edulcorada de estas soberanas,
porque en general fueron muy desdichadas. Todas tienen en común la soledad, el desarraigo,
la nostalgia, la falta de amor o el sufrimiento por
no poder dar un heredero al trono. También
comparten la dolorosa pérdida de sus hijos, los
fracasos matrimoniales o el sentirse extranjeras
en una corte donde no eran bien recibidas. Para
muchas de ellas, los palacios eran jaulas de oro.
El papel de esas reinas era muy limitado…
Sí, sólo se esperaba de una reina consorte que
fuera un objeto decorativo y reproductor. Su
prioridad era dar a luz a un heredero varón que
garantizase la continuidad dinástica. María Antonieta tardó cuatro años en dar a luz a su primer
hijo y su vida en Versalles debió de ser un infierno
debido a las presiones, los libelos y las intrigas.
Hoy los tiempos han cambiado: las reinas del siglo
XXI no tienen sangre azul, se casan por amor y
no están dispuestas a ser un mero jarrón.
¿Por qué fueron “malditas”?
Por las desgracias personales que las golpearon
y porque muchas han sido muy maltratadas por
la Historia. A Eugenia de Montijo se la culpó de
Sissi, María Antonieta,
Victoria de Inglaterra,
Eugenia de Montijo,
Cristina de Suecia,
Alejandra Romanov.
“Las suyas no fueron
grandes historias de amor,
porque sus matrimonios
eran un asunto de Estado.
Fueron princesas rehenes.
Hay que pensar que
algunas, como Sissi o María
Antonieta, eran unas niñas
cuando fueron arrancadas
de su familia y de su país,
para vivir en una corte
extraña y casarse con un
desconocido”.
Plaza & Janés. 20,90 €.
¿Cómo se investiga la vida personal de una reina?
He intentado descubrir el lado más humano y
menos conocido de unas reinas y emperatrices
muy famosas y poderosas en su época. Para conocer sus verdaderos sentimientos, he recurrido
a sus cartas familiares, a sus diarios personales
y a las memorias que publicaron sus más fieles
damas de compañía. María Antonieta tenía la
obligación de escribir cada semana a su madre,
la poderosa emperatriz María Teresa de Austria,
y contarle “absolutamente todo” lo que hacía en
la Corte. La reina Victoria llevó desde muy joven
un diario que escribió hasta poco antes de morir,
cumplidos los noventa años. Hay que entender la
época que les tocó vivir y no juzgarlas.
La Emperatriz Sissi, Alejandra Romanov, Cristina de
Suecia, Eugenia de Montijo, Victoria de Inglaterra,
María Antonieta… ¿Quedaba algo por contar de unos
personajes tan biografiados y conocidos?
Victoria de Inglaterra, por ejemplo, no era tan
puritana ni estricta como creemos. De joven era
muy apasionada y, tras quedarse viuda de su adorado príncipe Alberto, recuperó la alegría de vivir
en los brazos de su inseparable sirviente escocés
John Brown. La verdadera Isabel de Baviera (Sissi)
nada tiene que ver con el personaje que interpretó
Romy Schneider. En el fondo de su corazón, era
republicana, y se tuvo que casar a la fuerza con un
monarca absolutista. Su vida en la corte de Viena
fue un infierno y se negó siempre a cumplir con
sus obligaciones en una corte anticuada y pomposa, en la que enfermó gravemente.
¿A cuál de todas ellas te hubiera gustado conocer
en persona y charlar con ella?
Siento debilidad por la rebelde, cosmopolita y
extravagante Cristina de Suecia. Heredó el trono
a los seis años y fue educada como un varón por
su padre, el gran Gustavo Vasa. Aprendió esgrima,
equitación, tiro..., pero también recibió una vasta
formación académica. Aunque era fea y poco
aseada y blasfemaba como un soldado, fue una
de las reinas más admiradas del XVII. Erudita
y culta, apoyó a los intelectuales y fue mecenas
de las artes (convirtió Estocolmo en un centro
cultural de renombre). Abdicó para poder ser
libre y dar rienda suelta a sus locuras y fantasías. n
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