Buenos Aires de Jazz - ABCD On Line / Winisis On Line

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Clarín Espectáculos 4 31/8/1999
CADA VEZ HAY MAS LOCALES PARA IR
Buenos Aires de Jazz
Al menos una decena de pubs albergan a muchos de los muy buenos músicos del género
que tiene la Argentina. Aquí, artistas y empresarios hablan de este nuevo e imprevisto
fenómeno.
-------------------------------------------------------------------------------NORA SANCHEZ
Empezaron a aparecer tímidamente, casi como lugares de culto reservados para unos
cuantos entusiastas. Así, de a poco, en Buenos Aires se fue abriendo paso un circuito de
clubes de jazz y de ciclos semanales dedicados al género. Hoy, es posible disfrutar de
una jam session (sesión de improvisaciones), balancearse al ritmo de una Big Band o
sentarse a escuchar las mil y una corrientes del jazz. Y el público que elige estas
propuestas es variado. Los aficionados se mezclan con músicos y curiosos, la mayoría
de 25 años para arriba.
Uno de los reductos especializados es el Jazz Club, en el Paseo La Plaza. “Cuando
inauguramos, hace dos años, prácticamente no había lugares de este tipo. Nuestro
objetivo es difundir propuestas artísticas que por lo general no son comerciales”, cuenta
su dueña, Berenice Corti.
En el Jazz Club, la luz es tenue. Desde las paredes, fotografías de viejas glorias del
género custodian un viejo piano de cola y un pequeño escenario. Unas cincuenta
personas esperan la hora del show tomando cerveza. Es viernes a la noche, y está
anunciada Jane Blackstone, una cantante neoyorquina que exhibe en su currículum
haber cantado en Blue Note y The Village Vanguard, y haber acompañado a figuras
como nuestro “Gato” Barbieri.
En cuanto empieza la música, todos hacen un silencio respetuoso. Es fácil reconocer a
los fanáticos: son los que balancean la cabeza de un lado al otro, siguiendo el ritmo. Una
de ellas es la ex rockera María Rosa Yorio, que ocupa sola una mesa y, de vez en
cuando, les echa una mirada furibunda a las únicas personas que se atreven a conversar
durante el show. Es que, en el Jazz Club, el público va a escuchar. Por algo, es uno de
los lugares favoritos de los músicos.
“El público de jazz de Buenos Aires es muy atento, sabe de swing y entiende los
diferentes estilos. Además, los músicos argentinos son buenos y sienten muy bien el
género. Como la Argentina es un país latino, tiene una maravillosa mezcla de música
latina y jazz”, afirma Blackstone.
Un día después, la misma cantante presenta el mismo programa de standards en Tobago,
un lugar que abrió hace un año. Pero el ambiente es otro y el clima, menos íntimo y más
bullicioso: pisos de madera, patio, chimenea, toda una pared tapizada con libros de arte
y música y capacidad para 120 personas. No todos escuchan. En Tobago, la música no
es el único atractivo. También hay muestras de arte, una interesante propuesta
gastronómica y hasta una selección de habanos. Un clima ideal para prolongar una
charla de sobremesa, con el jazz de fondo. Los domingos, en cambio, el ambiente es
otro para la jam session, y siempre caen músicos dispuestos a sumarse a una
improvisación.
En Clásica y Moderna, el público -que ronda los 40- también puede cenar, aunque
guarda un silencio casi ritual. Los sábados, entre libros y a la luz de las velas, el
trompetista Roberto Fats Fernández y su joven pianista, Andrés Beeuwsaert presentan el
espectáculo Intimidad con el jazz. “Me apasiona tocar en este lugar, porque a pesar de
que la gente está cenando, cuando toco no se escucha el ruido de un cubierto. Cosa que
no pasa en los Estados Unidos, donde la gente está comiendo y habla fuerte. Acá la
gente es muy respetuosa de la música”, dice Fats.
“Hace diez años que Clásica y Moderna tiene este ciclo de jazz, por el que pasaron
Paquito DRivera, Pino Marrone y Alberto Favero, entre tantos otros. Empezamos los
miércoles a la 1 y, con el tiempo, lo trasladamos a los sábados a las 22”, cuenta Paco
Poblet, uno de los dueños.
En el subsuelo de un hotel se esconde otro local con tradición de jazz: Oliverio Allways.
Empezó hace 14 años, en la calle Paraná, y hace cuatro que está en la avenida Callao.
Con una estética de café concert, tiene aires setentistas, con paredes decoradas con
espejitos. Allí, un sábado a la noche, la cantante Laura Hatton presenta su CD Amo el
jazz, con temas de Thelonious Monk y Billie Holiday, entre otros. “Es difícil tocar jazz.
No es una música comercial y la gente que la escucha tiene que tener una cultura ya
hecha, porque el oído para el jazz se va haciendo muy lentamente. En la mayoría de los
boliches te piden que cantes temas fáciles, que le gusten a la gente. Lo mismo cuando
tocás en una fiesta”, reflexiona Hatton.
Algo similar nota el violinista Héctor López Furst: “La receptividad del público
depende mucho del lugar. Casi siempre, en los lugares donde presentamos recitales nos
escuchan con atención. Pero lo que nos causa gracia es que por ahí te contratan para un
cóctel y nosotros somos los mismos, la gente es la misma que nos va a ver, pero no nos
da ni cinco de bola”. López Furst nota un repunte en el circuito de jazz porteño. “Esto
ocurre porque en otras áreas de la música popular no pasa nada a nivel creativo. En
cambio, el jazz se renueva continuamente”, dice antes de tocar con su cuarteto en
Notorious.
Notorious nació como una disquería con bar para escuchar CD. En diciembre del 98,
incorporó un pequeño auditorio de estilo moderno y mesas alumbradas a la luz de las
velas, donde se puede cenar. “Para seleccionar la programación, privilegiamos las
propuestas artísticas. Preferimos que el grupo tenga material original o una formación
interesante. Como éste es un lugar ligado a la música, la gente viene dispuesta a
escuchar”, afirma Clea Torales, una de sus programadoras artísticas.
Con entradas bastante accesibles y un estilo rústico, Jazz & Blues también se especializa
en el género y atrae a un público numeroso y bastante joven. Su dueño, Gustavo
Firmenich, es saxofonista. “Desde el punto de vista comercial, sería más provechoso
programar bandas de rock. Aunque hay un pequeño resurgimiento de los clubes de jazz
y el género se volvió más accesible para el que no es experto. Antes se creía que los
temas de jazz duraban 15 minutos y tenían solos eternos. Ahora, en cambio, hay muchos
grupos que revalorizan la melodía”, dice.
Es cierto, el jazz no es una música comercial. Pero, lentamente, volvió a hacerse un
lugar en la noche de Buenos Aires, la ciudad del tango. Y eso no es poco.
Boliches que ya no son
-------------------------------------------------------------------------------RICARDO GARCIA OLIVERI
Era un placer escucharlo al Mono Villegas. Cuando hablaba, también. Solía evocar sus
actuaciones como un típico pianista de boliches, en aquellas épocas llamados
nightclubs. El recordaba especialmente uno, el Jamaica, que estaba en San Martín y
Viamonte desde los años 50. Otro local de la misma época fue Mogador, ubicado en
Paraná 877.
Es difícil que en cualquier tiempo pasado hayan existido tantos espacios dedicados al
género como actualmente. Pero, y sin dejar de ser minoritario, el jazz siempre los tuvo
en Buenos Aires. También cabría acotar que, en compensación, los existentes eran más
constantes, más estables. Y que la actividad no era una vez por semana sino todos los
días.
Tal vez, otra diferencia estribaba en que no se trataba de shows temáticos sino que se
armaban con un poco de cada música. En la breve pero intensa vida del 676, el boliche
que puso Piazzolla a esa altura de la calle Tucumán, allá a principios de los 60 actuaban,
en una misma noche de día hábil, el propio Astor con su memorable Quinteto; el
contrabajista Jorge López Ruiz con su agrupación de jazz y, como número invitado,
Joao Gilberto, que estaba en la cúspide de su éxito y de su neurastenia. Todo por el
mismo precio. Y aún más: ya muy pasada cierta medianoche cayeron dos músicos del
Modern Jazz Quartet, que se estaban presentando en el teatro Opera, llegaron después
de comer para escuchar a esos fenómenos, y terminaron enganchados en una “pizza”
(jam session, pero en porteño) que, como correspondía, terminó con la luz del día.
Los diez años que abarcan la segunda mitad de los 60 y la primera de los 70 (hasta que
llegaron la Triple A y la dictadura) fueron, probablemente, los mejores. El jazz estaba
en los grandes escenarios y en boliches lujosos como el Embassy, de la calle Suipacha
(que venía de mucho antes) y La Fusa, producto típico de esa época, sito en plena calle
Santa Fe. Esto, entre los que albergaban músicas de otros tipos, pero que también tenía
sus antros exclusivos. La cantante Lois Blue abrió su propio local, No Name, en el
sótano de Sarmiento que antes había sido el Goyescas, dedicado a las variedades, y que
después fue el teatro Olimpia. También estaba el Santa María, de Montevideo casi
Córdoba. Además existían instituciones como el Hot Club y el Club de Jazz, liderado
por otro gran impulsor, César Parisi, y los conciertos organizados por un especialista en
divulgar el jazz desde la radio, Capuano Tomey.
Sin embargo, en plenos años de plomo abrieron sus puertas La Ciudad, lujoso local de
la calle Talcahuano; el ya legendario Jazz & Pop, de Chacabuco; Shams, de Federico
Lacroze; y todos los de Palermo Viejo, El Ciudadano, La Trastienda y tantos otros.
La que sigue es otra historia, y más reciente.
Para agendar
--------------------------------------------------------------------------------Café Tortoni: Av. de Mayo 829. 4342-4328. Viernes a las 23 ($ 12, sin consumición),
Creole Jazz Band (tradicional). Sábados ($ 15, sin consumición), Fénix Jazz Band.
-Clásica y Moderna: Callao 892. 4812-8707. Sábados, a las 22 ($ 15). Durante todo el
mes, tocará el trompetista Roberto Fats Fernández.
-Downtown Matías: San Martín 979. 4312-9844. Miércoles, a las 21 (consumición
obligatoria). Esta semana se presenta el Miguel Sinagra Cuarteto (fusión).
-El Gato Negro: Corrientes 1669. 4374-1730. Sábados a las 24 ($ 8 más una
consumición obligatoria). Eduardo Casalla Trío (standards).
-Farfala: Bartolomé Mitre 1552. Miércoles, 20.30 (gratis). Se presenta la Orquesta
Argentina de Jazz.
-Jazz Club: Paseo La Plaza (Corrientes 1660). 4370-5346. Miércoles ($ 10), jueves y
domingos ($ 8), viernes y domingos ($ 12). Los precios incluyen consumición y
derecho a show. Los miércoles, la Jazz Club Big Band (jazz tradicional) y los jueves,
jam session. Próximos shows: Ludmila Fernández (swing, blues), Daniel Piazzolla (latin
jazz), Héctor López Furst y César Franov (fusión).
-Jazz & Blues: 3 de Febrero 1167. 4771-8172. Todos los jueves, a las 21, The Quintet
(jazz standard). Entrada: $ 8 con consumición. Viernes, a las 22 y 0.30 ($ 5 y $ 6, con
consumición). Sábados, a las 22 y 0.30 ($ 6 y $ 8). En setiembre: Daniel Piazzolla (latin
jazz), Jazz 4 (standards), Black Gold Jazz (standards) y Pablo Alvarado Jazz Ensamble.
-Notorious: Callao 966. 4815-8473. Viernes a las 22 ($ 10, más una consumición
obligatoria). Próximos shows: George Haslam & Dúo Straijer Diab (nuevo jazz
británico), AfroJazz, Daniel Piazzolla & Escalandrún (latin jazz) y El Surubí Mareado
(contemporáneo).
-Oliverio Allways: Callao 360. 4372-6906. Jueves, a las 21. Viernes, a las 22. Sábados,
a las 21 y 1, domingos a las 22. Entradas: entre $ 8 y $ 15. Para el 3, 4 y 5 de setiembre
se anuncia al guitarrista Mike Stern.
-Opera Prima: Paraná 1259. 4812-8271. Sábados a las 23.30 ($ 15 sin consumición).
Jorge Navarro y Baby López Furst (clásicos del jazz).
-Tobago: Alvarez Thomas 1368. 4553-5530. Todos los jueves, a las 22.30, Javier
Malosetti Trío (jazz y blues), con entrada libre. Los domingos, a las 21, jam session,
con una consumición mínima de $ 10. Viernes y sábados, a las 23 ($ 15). En setiembre:
Sergio Mihanovich (clásicos de Ellington, Porter y Gershwin), Agustín Pereyra Lucena
Cuarteto (bossa nova), Osvaldo Fattoruso (fusión candombe-jazz rock).
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