sector energético en colombia: alcances potenciales de

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SECTOR ENERGÉTICO EN
COLOMBIA: ALCANCES
POTENCIALES DE LOS
ACUERDOS DE PAZ
Por: Lilian Yaffe
Resumen
Desde el lanzamiento en 2012 de la negociación del gobierno de Juan
Manuel Santos con las FARC en Noruega y La Habana, muchos consideran que ha llegado el día en que los actores armados en Colombia
abandonarán los frentes de combate para convertirse en actores democráticos. Sin embargo, incluso si se firman los acuerdos de paz, el país
seguirá enfrentando importantes desafíos económicos y políticos en los
años venideros. ¿Qué tan preparado está el país para hacer frente a las
demandas de una era post-conflicto? Este trabajo aborda la relación entre el conflicto armado y el sector energético en Colombia, explorando
las perspectivas futuras en un escenario post-conflicto. La primera parte
presenta una visión general del sector energético colombiano, centrándose en los recursos más afectados por el conflicto armado: petróleo,
hidrocarburos y carbón. La segunda parte explica las diferentes etapas
históricas del conflicto colombiano, analizando sus consecuencias sobre
el sector de la energía. La tercera parte aborda las perspectivas futuras
para el sector de la energía, que contemplan los efectos de un acuerdo
de paz. La última parte presenta las conclusiones y recomendaciones a
nivel empírico y normativo.
Palabras claves: conflicto armado; guerrilla; petróleo; energía;
Colombia; violencia; acuerdo de paz.
BIO
May. 2016
Abstract
Since the launch of negotiations in 2012 between the FARC and the government of Juan Manuel Santos in Norway and Havana, many believe
the day has come when the armed groups in Colombia leave the battlefronts to take an active role in the country’s democracy. However, even if
the peace agreements are signed, the country will continue to face major
economic and political challenges in the coming years. How prepared is
the country to meet the demands of a post-conflict era? This paper addresses the relationship between the armed conflict and the energy sector
in Colombia, exploring future prospects in a post-conflict scenario. The
first part presents an overview of the Colombian energy sector, focusing
on the resources most affected by the armed conflict: oil, hydrocarbons
and coal. The second part explains the different historical stages of the
Colombian conflict, analyzing its impact on the energy sector. The third
part deals with future prospects for the energy sector, which include the
effects of a peace agreement. The last part presents the conclusions and
recommendations at the empirical and policy levels.
Key words: armed conflict; guerrilla; oil; energy; Colombia; violence;
peace agreement.
Lilian Yaffe, Ph.D. is the Director of Graduate Studies in the Program of International Studies at the University
of Miami. She holds a PhD in International Studies from the University of Miami and an MA in Latin American
Economic Development from Andalucia International University in Spain. Dr. Yaffe currently teaches Global
Economics, Comparative Politics and Latin American Political Economy. Her research interests include violent
conflict and civil wars, focusing on their effects over economic development.
1
Introducción
Durante las últimas cinco décadas Colombia ha estado inmersa en
un conflicto armado que ha tenido importantes implicaciones para
el sector de la energía: los ataques insurgentes contra oleoductos
y gasoductos, líneas de transmisión y otras infraestructuras
cruciales, azotan el país desde hace varios decenios. El oleoducto
Caño Limón-Coveñas, en particular, ha sido extremadamente
vulnerable a los ataques de las fuerzas insurgentes de Colombia,
ya que se ubica en su mayoría en zonas escasamente pobladas,
con alta presencia de grupos rebeldes. Las torres de transmisión
de energía eléctrica también han sido un blanco fácil; múltiples
campañas de bombardeo han destruido cientos de ellas, causando
repetidos cortes de energía en muchas regiones del país. Las
líneas de ferrocarril, utilizadas para el transporte de carbón, han
sido atacadas también. Además de causar pérdidas económicas
millonarias, estos ataques contra la infraestructura energética
también han ocasionado daños ambientales a los hábitats en
Colombia. Los derrames de petróleo, principalmente del oleoducto
Caño Limón-Coveñas, han causado graves daños a algunos de
los ríos del país, afectando flora, fauna, y tierras de cultivo, y
resultando en niveles extremos de destrucción del medio ambiente
(Lynch, 2003).
¿
Se terminarán los ataques a la
infraestructura energética en un
escenario de post-conflicto? ¿Bajo qué
condiciones podría el país recibir el
apoyo de empresas y movimientos
sociales, para generar políticas que
promuevan una mayor inversión en el
sector energético?
Hemisferio parecen ser ahora más favorables que nunca. ¿Cuáles
serían las consecuencias para el sector energético de Colombia de
firmar un acuerdo de paz? ¿Se terminarán los ataques a la
infraestructura energética en un escenario de post-conflicto?
¿Bajo qué condiciones podría el país recibir el apoyo de empresas
y movimientos sociales, para generar políticas que promuevan
una mayor inversión en el sector energético? ¿Y cuáles serían las
consecuencias económicas y sociales de una expansión continua
del sector de la energía, a expensas de otras iniciativas de
inversión?
Este artículo explora la relación entre el conflicto armado y el sector
energético en Colombia y plantea una serie de interrogantes partiendo
de la base de que en un escenario de post-conflicto se requeriría
de un crecimiento económico sostenido con el fin de facilitar y
estabilizar la construcción de la paz. ¿Será el sector energético
el principal contribuyente al crecimiento económico en un futuro
próximo? ¿Cuáles serían los principales riesgos y consecuencias
de dicha estrategia, y cuáles los efectos de una excesiva
dependencia de las exportaciones de bienes primarios? ¿Cuáles
son las perspectivas futuras dada la dramática disminución en el
precio internacional del petróleo, que comenzó durante los últimos
meses de 2014 y al parecer persistirá en el mediano plazo? ¿Qué
sucedería si el país no alcanza niveles de crecimiento económico
sostenido en el post-conflicto? ¿ Daría ello lugar al aumento
de la desigualdad, lo cual podría conducir a nuevas fuentes de
insurgencia y contestación violenta? Como muestra el artículo,
el sector de la energía tendrá un papel clave en este escenario.
El Sector Energético Colombiano: Petróleo, Hidrocarburos y
Carbón.
Petróleo e Hidrocarburos
Después del comienzo en 2012 de los diálogos de paz del gobierno
de Juan Manuel Santos con las FARC, las condiciones para
terminar casi cinco décadas del conflicto armado más antiguo del
La infraestructura para la producción de petróleo se extiende por
todo el país, con grandes yacimientos de petróleo y oleoductos.
2
SECTOR ENERGÉTICO EN
COLOMBIA: ALCANCES POTENCIALES
DE LOS ACUERDOS DE PAZ
El mayor yacimiento y campo petrolero es Campo Rubiales,
ubicado en el departamento del Meta y operado conjuntamente
por Ecopetrol y Pacific Rubiales. La producción bruta en el
campo Rubiales pasó de 37.000 barriles/día en 2008, a 177.000
barriles/día en 2012. Otros grandes campos incluyen Caño-Limón,
Castilla y Cupiagua. Ecopetrol, además de su responsabilidad de
exploración, extracción, procesamiento y comercialización del
petróleo, también es responsable de su transporte a través de los
oleoductos en Colombia.
El país posee una extensa red de oleoductos que unen las zonas de
producción con las principales refinerías y puertos de embarque.
Hay seis grandes oleoductos, cuatro de los cuales conectan
los campos de producción con Coveñas, donde se encuentra la
terminal de exportación del Caribe.
En las últimas dos décadas se han llevado a cabo cambios
estructurales importantes, los cuales han estimulado la evolución
del sector petrolero. Antes de 2008, la producción de petróleo
había sido casi constante durante muchos años, después de un
período de disminución de la producción que comenzó en 1999.
Las principales causas de esta disminución fueron la escasez
natural en los yacimientos de petróleo existentes, y la falta de
descubrimientos de nuevas reservas. No obstante, en los últimos
años el gobierno de Colombia ha implementado medidas para
aumentar el atractivo del clima de inversión para las compañías
petroleras extranjeras. Por ejemplo, algunas iniciativas dan a las
empresas petroleras extranjeras el derecho a poseer el 100% de
participación en negocios de petróleo y competir con Ecopetrol.
Adicionalmente, el gobierno ha vendido acciones de Ecopetrol a
inversionistas privados, reduciendo su participación a un 90%
aproximadamente. Estas iniciativas permiten que compañías
extranjeras interesadas puedan participar en el sector petrolero
de Colombia, con niveles récord de exploración y perforación. De
acuerdo con el Banco de la República, el sector petrolero recibió
$5.39 millones de dólares en inversión extranjera directa (IED) en
2014, lo que representa el 34% del total de la IED en Colombia
(EIA, 2014).
Como resultado de estas medidas, en 2008 el país reversó la
disminución de producción de petróleo que se había iniciado
en 1999. El sector petrolero experimentó un rápido crecimiento,
alcanzando niveles promedios de un millón de barriles diarios
a finales de 2015. A pesar de que Fedesarrollo estima que para
2016 las cifras de producción disminuirán de nuevo (Ahumada
Rojas, 2015), el Ministerio de Minas y Energía estima que la
producción de Colombia llegará a 1,3 millones de barriles
diarios en 2020.
Carbón
Colombia posee las mayores reservas de carbón en América
Latina, con 5.557 millones de toneladas cortas de carbón (MmSt)
de reservas probables. Es el 11º mayor productor mundial y
quinto exportador mundial de carbón (después de Indonesia,
Australia, Rusia y Estados Unidos). Las reservas de carbón se
encuentran principalmente en La Guajira, en la frontera del
Caribe y las estribaciones de los Andes. En consecuencia, la
mayor parte de la infraestructura de producción y exportación
de carbón de Colombia se encuentra en la costa del Caribe (EIA,
2014). La mayoría del carbón producido en el país es carbón
térmico, que se utiliza para la generación de energía.
En cuanto a los niveles de producción, el país produjo 85,5
millones de toneladas de carbón en 2014, y exportó el 94%
de su producción total de carbón en ese año; el carbón es la
segunda mayor exportación de Colombia después del petróleo
y representó el 19% de los ingresos de exportación en 2012. En
cuanto a los destinos de estas exportaciones, los pronósticos
predicen que las exportaciones de carbón a los EE.UU. y Europa
disminuirán en un futuro próximo. Como consecuencia de estos
cambios estructurales de la demanda internacional, el carbón
de Colombia se exporta cada vez más a Asia.
3
Según la Administración de Información de Energía de Estados
Unidos, China e India representarán el 80 por ciento del
crecimiento de la demanda de carbón entre 2005 y 2030. Las
exportaciones colombianas de carbón a Asia aumentaron de
menos del 1% del total en 2008 a un 9% en 2014 (EIA, 2014).
Las causas de esta expansión son múltiples: una combinación
de precios más altos en Asia, menores costos de transporte y
caída de la demanda de los Estados Unidos han impulsado esta
expansión en los mercados asiáticos. La conversación sostenida
en el año 2012 por los presidentes de Colombia y China, reveló el
interés de China en invertir en el sector de carbón de Colombia y
en la construcción de un ferrocarril hacia la costa del Pacífico,
para facilitar las exportaciones a Asia. Tanto la ampliación del
Canal de Panamá, como los otros proyectos de infraestructura
de transporte respaldados por China, podrían generar mayores
exportaciones carboníferas de Colombia a Asia en el futuro (EIA,
2014). Así, se espera que en el año 2019 la producción de carbón
aumente hasta los 143,9 MmSt, y que las exportaciones aumenten
hasta los 120 MmSt (cuando en el año 2003 fueron de 50 millones
de toneladas) (Viscidi, 2014a).
Conflicto Armado y Sector Energético en Colombia
El conflicto armado colombiano ha tenido implicaciones
importantes para el sector de la energía: ataques insurgentes
a oleoductos, gasoductos, líneas de transmisión, ferrocarriles y
demás infraestructuras cruciales para la producción de energía
han plagado al país. Además de causar pérdidas económicas
millonarias, estos ataques terroristas también son la principal
causa de los daños ambientales a los hábitats en Colombia. Los
derrames de petróleo, principalmente del oleoducto Caño LimónCoveñas, han causado graves daños a algunos de los ríos del
país, afectando flora, fauna, y tierras de cultivo.
Los actos criminales perpetrados por la guerrilla contra los
sectores productores de energía también incluyen la práctica del
secuestro y extorsión a las grandes compañías petroleras. Esto ha
permitido a los guerrillas ocupar zonas de alto potencial económico
en los sectores de energía y minería, y extraer ganancias de estos
recursos altamente significativos. Dentro de estas áreas están las
zonas productoras de petróleo y carbón del país como La Guajira,
Cesar, Casanare y Barrancabermeja (Sánchez y Chacón, 2006,
361).
Finalmente, tras la inversión del gobierno en tecnología y el
aumento en gasto militar para proteger la infraestructura, las
acciones criminales contra oleoductos y torres de electricidad se
redujeron significativamente en la última década. Por ejemplo,
los ataques a oleoductos pasaron de 155 en 2005 a 31 en 2010.
Sin embargo, la integridad de los activos energéticos está siendo
nuevamente amenazada por grupos armados ilegales, con fuertes
aumentos en el número de ataques a la infraestructura energética
en el año 2014. A partir de 2011 hubo 84 ataques a gasoductos
y este número se ha incrementado continuamente: en 2013 hubo
más de 150 ataques, causando un aumento significativo en
las interrupciones imprevistas de producción en Colombia (EIA,
2014). Según el Ministerio de Defensa, en el año 2014 hubo 259
ataques a la infraestructura de oleoductos en Colombia, la cifra
más alta en una década.
S
egún el Ministerio de Defensa,
en el año 2014 hubo 259 ataques
a la infraestructura de oleoductos en
Colombia, la cifra más alta en una
década.
Hay muchas explicaciones posibles sobre cuáles son los objetivos
de las guerrillas al atacar la infraestructura energética. Por una
parte, el éxito de la industria petrolera de Colombia en los últimos
años la convierte en blanco de ataques para las organizaciones
guerrilleras. El control territorial, la extorsión y los secuestros,
son grandes motivadores para estos grupos. Si bien el motivo
declarado de ambos grupos de izquierda es ampliar el acceso
de las comunidades a regalías obtenidas por la explotación de
4
SECTOR ENERGÉTICO EN
COLOMBIA: ALCANCES POTENCIALES
DE LOS ACUERDOS DE PAZ
recursos naturales, los ataques también podrían obedecer a
desesperados intentos de los grupos rebeldes para mantener
su amenaza al Estado y facilitar su financiación durante las
negociaciones de paz en curso. Para el ELN, los ataques y
secuestros son una manera de demostrar que representan una
amenaza lo suficientemente grave como para ser incluidos en las
negociaciones de paz (Viscidi et al., 2014).
al gobierno para allanar el camino hacia diálogos de paz con este
grupo guerrillero, con el cual se han realizado conversaciones
exploratorias en los últimos dos años (DW, 2016). El anuncio,
en marzo de 2016, del inicio de las conversaciones de paz entre
el gobierno y el ELN pareció corroborar el éxito de la estrategia
negociadora del ELN y podría significar el cese definitivo de los
ataques terroristas contra la infraestructura eléctrica del país.
A pesar de la pluralidad de causas, lo cierto es que los problemas
de seguridad y el malestar social han causado interrupciones
en la producción a corto plazo, han aumento de los costos de
transporte, y han minado la confianza de los inversionistas. El
valor de las acciones de varias empresas locales de energía se
ha reducido, y la producción de petróleo en general de Colombia
cayó a un promedio de 935.000 barriles por día (bbl/d) en el año
2015, el nivel más bajo desde agosto de 2012 y muy por debajo
del récord de 1,12 millones de bbl/d alcanzados en noviembre
de 2013. Los expertos estiman que en promedio Colombia perdió
35.000 bbl/d por la interrupción no planeada de la producción en
2013, un aumento de más del 115% comparado con el año 2012
(Devine, 2014).
Post-Conflicto y Sector Energético: implicaciones económicas
y ambientales
A pesar de encontrarse en negociaciones de paz con el gobierno,
en el año 2015 las FARC no interrumpieron los ataques a los
centros de producción de energía. Por el contrario, en el primer
semestre del año se registraron importantes ataques, como el
realizado en junio contra el oleoducto Caño Limón-Coveñas,
que obligó a la suspensión temporal del bombeo. La guerrilla
buscó con los ataques demostrar su poder militar y presionar al
Gobierno a pactar un cese bilateral de hostilidades, pese a que el
presidente Santos habría insistido en que sólo lo haría al final de
la negociación (Portafolio, 2015). Durante el segundo semestre de
2015, y habiendo declarado un cese unilateral de hostilidades, la
guerrilla de las FARC suspendió los ataques a oleoductos, torres
eléctricas y carreteras (Excelsior, 2016).
Varios elementos han cambiado positivamente en el escenario
económico colombiano durante la última década, especialmente
en relación con los capitales de inversión y la inversión extranjera
directa. Por un lado, el clima de inversión del país ha mejorado
sustancialmente y en la actualidad Colombia ocupa el puesto
42 entre 183 países, según los indicadores del Banco Mundial
sobre la facilidad para hacer negocios. Además, la situación
de seguridad ha impulsado el estatus de Colombia entre las
economías de América Latina, aunque persisten preocupaciones
a corto plazo por los ataques de las guerrillas a los ferrocarriles
que transportan carbón, oleoductos y otras infraestructuras. Por
otra parte, en un esfuerzo por combatir la corrupción, el gobierno
ha aumentado el compromiso institucional, estableciendo la
Agencia Nacional de Infraestructura - ANI que se encarga de
supervisar las compras y adquisiciones para grandes proyectos
de infraestructura.
En paralelo, el ELN agudizó el número de ataques a oleoductos
(siendo el más reciente a Caño Limón-Coveñas, a la altura del
departamento de Arauca en febrero de 2016). Este recrudecimiento
en los ataques por parte del ELN parecía encaminado a presionar
Si se llega a un acuerdo completo y se firman acuerdos de paz,
un escenario post-conflicto requeriría un crecimiento económico
sostenido con el fin de permitir y estabilizar la paz. ¿Será el sector
energético el principal contribuyente al crecimiento económico en
un futuro próximo? ¿Cuáles son los riesgos y consecuencias de
dicha estrategia y los efectos de una excesiva dependencia de las
exportaciones de bienes primarios? ¿Qué se puede esperar dada la
dramática disminución en el precio internacional del petróleo que
comenzó durante los últimos meses de 2014?
Desafíos Económicos
5
Sin embargo, a pesar del gran desempeño económico de Colombia
en los últimos cuatro años (alcanzó crecimiento promedio del
PIB de 4,5 %), la reciente caída pronunciada en los precios de
los commodities plantea un grave riesgo para el crecimiento
potencial del país (Viscidi et al., 2014). Además, la producción
de petróleo y gas en los Estados Unidos y Canadá ha aumentado
considerablemente desde 2008, ya que los avances tecnológicos
han impulsado el desarrollo de recursos no convencionales,
tales como el petróleo de esquisto. Así, el incremento de la
oferta energética mundial afectará drásticamente el panorama
para América Latina, aunque el alcance y la naturaleza de su
impacto variará mucho de un país a otro. Colombia será uno de
los más afectados por la disminución de los precios, dado que
en los últimos cinco años el sector del petróleo ha contribuido a
aproximadamente el 5,6 % del PIB y con alrededor del 40 % de
los ingresos de exportación, siendo así un motor económico clave
para el país (Viscidi, 2014b)
En cuanto a las perspectivas de paz y las proyecciones
económicas, parece existir una contradicción entre los objetivos
de seguridad y la implementación de políticas económicas más
amplias. En particular, la expansión de industrias extractivas
(en parte causada por mejores condiciones de seguridad en
virtud de la Política de Seguridad Democrática), está resultando
contraproducente para la resolución del conflicto. Las industrias
extractivas se han convertido en fuentes de ingresos para todos
los grupos armados ilegales.
La conjunción de estos eventos (incertidumbre de las conversaciones
de paz, baja de los precios del petróleo, y retrasos burocráticos
en Colombia para la concesión de derechos de perforación) ha
creado preocupación entre los inversionistas extranjeros. No ha
ayudado que los ataques a la infraestructura petrolera por parte
de la FARC (hasta 2015) y del ELN (hasta el 2016 inclusive) hayan
continuado, y los ataques fueron además un factor clave en la
caída de la producción de petróleo. La consecuencia previsible
ha sido que las compañías de energía estén ahora más reacias a
invertir en Colombia. La inversión petrolera, estimada en $ 2,8 mil
millones hasta junio de 2014, fue la más baja para ese semestre
desde 2011. Una licitación petrolera realizada en julio de ese año
logró contratos por $1.4 mil millones, poco más de la mitad de lo
que el gobierno había estimado (Mauldin, 2014).
El petróleo es un importante generador de ingresos, con el cual
el Estado colombiano está contando para financiar el postconflicto. Por ejemplo, la construcción de infraestructura vital
para el desarrollo como carreteras, túneles y vías navegables, así
como escuelas y hospitales, dependen de los ingresos petroleros,
los cuales son sin duda la principal fuente de financiación de
las promesas del gobierno si se alcanza el acuerdo de paz. Los
expertos calculan que la reconstrucción -únicamente para el
campo y las zonas rurales- requeriría entre 80 y 100 billones
de pesos en los próximos diez años (Delgado-Kling, 2014). Los
responsables de las políticas macroeconómicas esperan que el
aumento en la producción compensará la persistente caída del
precio del petróleo. Pero los productores enfrentan múltiples
disturbios relacionados con el conflicto violento, y también un
clima de inversión incierto. Estos dos factores adversos presionan
al gobierno, y en particular el sector de la energía.
Por último, otro elemento a considerar es la volatilidad del tipo
de cambio, que sin duda afectará el escenario económico de
Colombia. Las fluctuaciones de los dos últimos años (2014 y
2015) han llevado al país a pasar de los extremos de temer la
“enfermedad holandesa” (de revaluación extrema del peso
colombiano), a la actual devaluación de más del 50% ($1800/1U$
vs. $3000/1U$ aproximadamente) provocada, entre otras, por la
caída de los precios del petróleo. Este comportamiento errático e
impredecible del tipo de cambio sin duda afectará las finanzas del
país y alterará los costos estimados para la construcción de la paz
y el post-conflicto. Estimados del Fondo Monetario Internacional
establecen que el proceso de paz y el post-conflicto le costarán
al país 45 billones de dólares, los cuales al cambio del año 2014
correspondían a 90 billones de pesos, y hoy ascienden a 150
billones de pesos por efectos de la devaluación.
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SECTOR ENERGÉTICO EN
COLOMBIA: ALCANCES POTENCIALES
DE LOS ACUERDOS DE PAZ
Desafíos ambientales y de infraestructura
Con el fin de aumentar la producción y al mismo tiempo extender
la vida de las reservas de petróleo, el país tiene que ampliar
la exploración de petróleo y otros recursos. Sin embargo, esta
estrategia tiene un costo, no sólo financiero –con los precios
actuales a la baja – sino también medioambiental. La oposición
pública y los conflictos en torno a los impactos sociales y
ambientales están en aumento. Colombia tiene el segundo número
más alto del mundo de conflictos ambientales después de la India
y lidera el ranking de América Latina con aproximadamente la
mitad de los conflictos relacionados con el carbón y la minería de
oro (Viscidi , 2014b).
En respuesta a la fuerte oposición pública a la minería, por
preocupaciones sociales y medioambientales, el gobierno
ha implementado estrictas normas para la adjudicación de
permisos de explotación, lo cual ha retrasado algunos proyectos.
En una iniciativa que muestra apoyo estatal a la protección del
medio ambiente, en 2011 la Autoridad Nacional de Licencias
Ambientales (ANLA) fue creada. El objetivo principal de
esta entidad es la administración y gestión de las licencias
ambientales. Sin embargo, la ANLA ha sido lenta al otorgar
permisos de concesión y tiene enormes atrasos. Como parte de
las iniciativas institucionales alternas, el gobierno también trató
de mejorar las regulaciones mediante el establecimiento de
la Agencia Nacional de Minería (ANM). Actualmente la mayoría
de las concesiones mineras están invadiendo cada vez más las
reservas indígenas, que cubren aproximadamente 30 millones de
hectáreas del país. Debido a esto, previo al otorgamiento de las
concesiones de explotación debe consultarse a las comunidades
indígenas y otras minorías étnicas que se verían afectadas por los
proyectos mineros. En consecuencia, el proceso es a menudo lento
y las comunidades se oponen a los proyectos (Viscidi et al., 2014).
Buscando mejorar la competitividad, es necesario optimizar la
infraestructura ferroviaria y de carreteras; esto sería beneficioso
para el sector energético de Colombia y para la economía en
general. La escasez de carreteras y accesos ferroviarios para
transportar carbón del interior del país a sus puertos ocasiona
altos costos de transporte, que encarecen los productos de
exportación. El gobierno estima que al resolver el déficit de
infraestructura se podría aumentar el crecimiento anual del PIB
en un punto porcentual. En consecuencia, se han diseñado planes
para mejorar las infraestructuras y en el año 2011 se creó la
Agencia Nacional de Infraestructura (ANI), iniciando un plan para
otorgar al menos 25 concesiones para el año 2014 y destinando
23,2 billones de dólares para proyectos de infraestructura (ibíd.,
2014).
Adicionalmente, el sector público y el privado han realizado
alianzas en este sentido, invirtiendo $7 mil millones de dólares
para financiar diez sociedades público-privadas aprobadas. La
esperanza es que el gasto en infraestructura servirá no solamente
para mejorar las carreteras, túneles y ferrovías, sino que esto
a su vez contribuirá al crecimiento y desarrollo futuro del país
(Mauldin, 2014).
Conclusiones
Después de casi cuatro años de conversaciones y negociaciones
de paz entre el gobierno colombiano y las FARC en La Habana,
el país sigue dividido en espera de los resultados de las
conversaciones. Los optimistas creen que nunca ha habido un
momento más propicio que ahora para lograr la paz, teniendo
en cuenta las características particulares de las negociaciones
y las condiciones actuales del país, la guerrilla y el gobierno
de Colombia. Los pesimistas, a su vez, se oponen al proceso de
manera apasionada y visceral, acusando a los negociadores de
entregarle el país a la guerrilla. No obstante, dado el ritmo y el
progreso de las conversaciones de paz, parece muy probable que
las reuniones en La Habana concluirá con la firma de un tratado de
paz con las FARC, al cual probablemente le seguirá uno posterior
con el ELN (Redacción Paz, 2014).
Está claro que, de firmarse los acuerdos de paz, su aplicación
exitosa dependerá en gran medida de una inyección grande de
7
capital para asegurar y estabilizar la paz. Siempre se había pensado
que estos fondos provendrían en su mayoría de la explotación
y exportaciones de recursos naturales –siendo el principal, el
petróleo. Con la profunda y rápida caída de los precios del petróleo,
las regalías e ingresos generados por las exportaciones petroleras
parecen inciertos en los próximos años, poniendo al gobierno en
una situación difícil e inestable frente a los firmantes del tratado
de paz y el resto de los colombianos, que han seguido el proceso
con temor a que dará lugar a cargas fiscales adicionales y más
pesadas. La reforma fiscal que aprobó el presidente Juan Manuel
Santos en diciembre de 2014, presupuestada a precios del petróleo
que reflejaban el boom de los últimos 4 años (alrededor de U$100
por barril), es ahora claramente insuficiente para financiar el
post- conflicto en Colombia, dada la fuerte caída de los precios
del petróleo (aproximadamente U$ 30 por barril).
Otra ironía de la situación es que han sido precisamente los
grupos guerrilleros quienes constantemente han dirigido sus
ataques contra las más importantes fuentes de financiación
del post-conflicto: la exploración y producción petrolera. A las
pérdidas causadas por esos ataques, el país tendrá que añadir
las derivadas de la caída de los precios del petróleo y materias
primas. En general, habrá menos recursos financieros para la
construcción de un escenario post-conflicto. Esto podría, a la
larga, reducir las posibilidades de paz duradera para Colombia.
En cuanto a la seguridad, es claro que un resultado exitoso
de las conversaciones de paz no conduciría a una mejora
inmediata de ésta. Delitos como la extorsión, que potencialmente
incluyen ataques terroristas en pequeña escala, probablemente
aumentarán en el período inmediatamente posterior a un acuerdo
de paz. También parece evidente que la situación no mejorará
hasta que el desarrollo económico, la aplicación del estado de
derecho y las mejoras en los indicadores sociales se implementen
de manera más eficaz en la Colombia rural. De no hacerlo, se
fomentaría de nuevo la existencia de grupos armados ilegales
impidiendo una terminación definitiva al conflicto colombiano.
Cuanto más tiempo tome el Estado para combatir y erradicar esta
situación de forma activa, mayores y más complejos serán los
problemas de seguridad. Con las bandas criminales emergentes y
el nuevo esquema de micro-tráfico, el panorama de seguridad en
Colombia seguirá siendo inestable y seguirá afectando al sector
energético (Torres, 2014).
Por último, muchos países (entre ellos Colombia) enfrentan el
dilema de cómo desarrollar y explotar los recursos naturales,
protegiendo a la vez el medio ambiente y las poblaciones locales, y
distribuyendo la riqueza petrolera de manera eficiente. El gobierno
debe establecer una estrategia energética clara y conseguir el
apoyo de la industria, y de los grupos de activistas sociales y
medioambientales. Es crucial tener en cuenta que el éxito en La
Habana depende de un gobierno fuerte con el apoyo del público,
así como también de una economía próspera.
O
tra ironía de la situación es
que han sido precisamente
los grupos guerrilleros quienes
constantemente han dirigido sus
ataques contra las más importantes
fuentes de financiación del
post-conflicto: la exploración y
producción petrolera.
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SECTOR ENERGÉTICO EN
COLOMBIA: ALCANCES POTENCIALES
DE LOS ACUERDOS DE PAZ
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SECTOR ENERGÉTICO EN
COLOMBIA: ALCANCES POTENCIALES
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11
SECTOR ENERGÉTICO EN
COLOMBIA: ALCANCES POTENCIALES
DE LOS ACUERDOS DE PAZ
ACERCA
DEL
CESA
ACERCA
DEL
CEGLI
COLECCIÓN
GLOBALIZACIÓN
E INTEGRACIÓN
El CESA -Colegio de Estudios Superiores de Administración- es una institución
educativa privada sin ánimo de lucro, líder en la enseñanza de Administración
de Empresas en Colombia. Hoy es la primera institución monodisciplinar en
recibir la Acreditación Institucional de Alta Calidad en la Educación Superior por
parte del Ministerio de Educación Nacional.
El CESA trabaja bajo un modelo pedagógico basado en tres pilares: formación de
líderes que trascienden en sus organizaciones y en la sociedad; emprendedores
que contribuyen al crecimiento del país y las comunidades; y, seres humanos
éticos con valores de servicio yrespeto que inspiran y contribuyen al cambio
social.
El CEGLI -Centro de Estudios en Globalización e Integración- se enfoca en los
procesos de globalización económica y de integración política a nivel mundial, y
tiene como objetivo inmediato aportar información valiosa a la comunidad CESA,
que le permita identificar cuáles son los retos y oportunidades que los procesos
de globalización e integración introducen al mundo de los negocios y al sector
productivo colombiano.
La colección de Globalización e Integración aborda aquellas materias de
relevancia, en las que desde una perspectiva colombiana, sea necesario
profundizar en relación a los procesos internacionales y regionales de
globalización económica e integración política.
Monitorizar la aparición de nuevos actores, formales o no, que en el sistema
internacional tengan la capacidad de afectar la evolución de la economía y del
sector empresarial, así como las dinámicas políticas y las tendencias sociales,
es uno de los objetivos principales.
Así mismo, la colección presta especial atención a la evolución del comercio
global y las posibilidades que éste ofrece para la generación de crecimiento
económico, riqueza y prosperidad.
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