Nº 17 - Revista Axis Mundi

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AXIS MUNDI
Nº 17
AXIS MUNDI
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AXIS MUNDI
AÑO 2 - Nº 17
SEPTIEMBRE 2014
PUBLICACIÓN OFICIAL DE LA ESCUELA DE FILOSOFÍA INICIÁTICA
CONTENIDO
Tawba ....................................................... 3
Por Phileas del Montesexto
Post Tenebras Lux .................................... 5
Por Phileas del Montesexto
El muro (I) .............................................. 10
Por Llewellyn Vaughan-Lee
Publicación de la Escuela de Filosofía Iniciática y el Programa
de estudios “Opus Philosophicae
Initiationis” (OPI)
Director responsable
Phileas del Montesexto
Articulistas de este número
Joan Almirall Arnau
Eduardo Ciotola Mosnich
José Rubio Sánchez
Phileas del Montesexto
Manuel Arduino
Articulistas externos
Llewellyn Vaughan-Lee
Mariana Caplan
Correctores
John Tyrson
Eladio Ortega
Los yoguis cristianos .............................. 16
Por Joan Almirall Arnau
El Tao de la Carretera (XI)...................... 21
Por José Rubio Sánchez
La llama no se apaga .............................. 23
Por el equipo de redacción
Preguntas y respuestas ........................... 26
Por Phileas del Montesexto
Las trampas del camino espiritual ......... 28
Por Mariana Caplan
Hacia el V Encuentro Mundial .............. 30
Por el equipo de redacción
Bestiario del más allá (IV) ..................... 31
Por Manuel Arduino
Página web
www.revistaaxismundi.com
Muéstrame, espejo; dime, sombra ........ 35
Por Eduardo Ciotola Mosnich
Los conceptos vertidos en cada uno de los
artículos es de completa responsabilidad
de sus autores y no reflejan necesariamente
la opinión del Programa de estudios OPI.
Recortes de prensa ................................. 38
Por varios autores
El viejo, el niño y el burro ...................... 42
Anónimo
Humor .................................................... 43
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AXIS MUNDI
EDITORIAL
Tawba
“Morid antes de morir y pedíos cuentas a vosotros mismos antes de que se os pidan”
(Hadiz del profeta Mahoma, recogido por Al Tirmidhi)
La Tradición Sapiencial nos dice que el camino iniciático es contracorriente, ascendente, pero
sobre todo que es una VÍA DE RETORNO, lo cual significa que a través de él no vamos a ningún lugar lejano sino que regresamos al centro, al corazón de nuestro Ser.
Y en esta vuelta a la Fuente Primordial, todas las tradiciones nos hablan de un hito fundamental: la Metanoia o “muerte mística”, que supone la defunción del “viejo hombre” a fin de
que nazca un “hombre nuevo”, a través de un abandono de los viejos hábitos profanos que se
sustituyen por renovados hábitos virtuosos y acordes con un nuevo estilo de vida.
El Islam llama a esta muerte “tawba” que significa “volver el rostro hacia Allah” o “giro del
corazón”, donde se muere al mundo profano y se nace en el mundo espiritual.
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“Tawba” significa posar nuestros ojos en lo esencial, en la divinidad pura que radica en nuestro
corazón, la misma que nos puede ayudar a re-cordar, a volver al corazón o fuente primordial.
Esta fuente primordial es llamada por los sufíes “el corazón de los corazones”, quienes se llaman a sí mismos “viajeros” o “caminantes del sendero místico” –nobles viajeros– en atención
a un hadiz atribuido al santo profeta Mahoma:
“Vive en este mundo como si fueras un viajero,
un pasajero, con la ropa y los zapatos llenos de polvo.
A veces, sentado a la sombra de un árbol, a veces
caminando por el desierto. Sé siempre un pasajero,
ya que éste no es tu hogar”.
Cuando le preguntaron a Dhû’l-Nun, un maestro sufí: “¿Cuándo ha alcanzado el sufí su meta?”,
éste respondió con tranquilidad: “Cuando es como era, donde estaba, antes de ser.”
La médula del Islam es la sumisión a Dios, que no es otra cosa que una entrega total, una canalización consciente de todos los esfuerzos vitales hacia un objetivo único, en una ofrenda
sincera de toda la existencia a Allah (Dios, el Uno sin segundo), que está en consonancia con
la máxima latina: “Pedes in terra ad sidera visus”, es decir “Los pies en la tierra, la mirada en
el cielo”.
Consciente de esta idea, el verdadero discípulo musulmán puede desempeñar cualquier tarea
cotidiana al mismo tiempo que su mirada interior siempre estará fija en Allah, contemplando
de frente al Uno sin segundo, escondido detrás de todo evento cotidiano, agradable o desagradable.
Aunque la prensa suela ignorar esta cara interna del Islam, relacionando a los musulmanes con
los criminales de Hamas, los “yihadistas” de Irak o los secuestradores de estudiantes en Nigeria, en verdad el camino de Allah es otra cosa bien distinta. El Islam es un camino de amor, una
vía tradicional, sapiencial y válida para convertirnos en lo que somos.
La verdadera Yihad está ocurriendo –aquí y ahora– dentro de cada uno de nosotros. Y es absolutamente necesario que triunfemos en esa guerra santa para que en el mundo exterior reine
de una vez por todas la verdadera paz, la PAZ PROFUNDA.
Palabras del Profeta
Dijo Mahoma: “Oh, vosotros que guerreáis, acabáis de llegar del pequeño yihad, para realizar
el gran yihad”, y estos le preguntaron, “¿Y cuál es ese gran yihad?”, a lo que Mahoma contestó:
“Es la guerra contra el ego”.
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Post Tenebras Lux
Parte II - El Período Intermedio
Phileas del Montesexto
El mes platónico
El planeta Tierra es un pequeño cuerpo celeste que está sujeto a ciclos cósmicos, algunos de
corta duración y otros tan enormes que apenas pueden ser comprendidos desde una óptica
humana. El principal movimiento planetario es el de rotación sobre su propio eje, que dura 24
horas y determina la sucesión de días y noches.
El segundo movimiento es la traslación, que es el que efectúa nuestro planeta en relación al Sol
girando alrededor de él y determinando las cuatro estaciones del año. Este movimiento dura
365 días con 6 horas: un año.
Hay un tercer movimiento menos conocido que es el de precesión y que sucede en función de
la inclinación del eje de la Tierra: 23,46 grados con respecto a un eje perfecto que se trazara en
dirección al Sol. Esta diferencia hace que la Tierra efectúe un movimiento de “trompo” muy
lento que dura 25.920 años y que recibe el nombre de “año platónico” dividido en doce “meses
platónicos” o eras zodiacales: Aries, Piscis, Acuario, Capricornio, Sagitario, Escorpio, Libra,
Virgo, Leo, Cáncer, Tauro y Géminis. Cada una de estas eras dura aproximadamente unos
2.160 años. Por lo tanto:
Año platónico: 25.920 años
Mes platónico: 2.160 años
Día platónico: 72 años
La alusión a Platón toma como punto de referencia una obra del genial filósofo: el “Timeo”,
donde se dice: “Cuando las velocidades relativas de las ocho órbitas, medidas por el círculo de
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lo mismo en progresión uniforme, se completan simultáneamente y alcanzan el punto inicial,
entonces el número perfecto de tiempo culmina el año perfecto. De esta manera y por estos
motivos, fueron engendrados todos los cuerpos celestes que en sus marchas a través del cielo
alcanzan un punto de retorno, para que el universo sea lo más semejante posible al ser vivo
perfecto e inteligible en la imitación de la naturaleza eterna”. (1)
En este contexto, es importante no confundir las doce “eras” astronómicas o meses del año
platónico con las cuatro “edades” (oro, plata, bronce, hierro). Al analizar y comparar sus duraciones, apreciamos que:
a) Un año platónico dura 25.920 años y un mes platónico (era) 2.160 años.
b) Un maha-yuga dura exotéricamente 4.320.000 años y esotéricamente 64.800 años.
c) El Kali-yuga o Edad de Hierro (nuestro tiempo actual) dura exotéricamente 432.000 años y
esotéricamente 6.480 años.
Tomando en cuenta estas cifras, podremos notar que dentro de nuestra Edad de Hierro (6.480
años) se suceden varias eras, ya que éstas duran 2.160 años. Tomando como punto de partida
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el 3.102 a.C. (2) dentro del Kali-yuga pueden incluirse las eras de Tauro, Aries, Piscis y Acuario
y tal vez Capricornio. Obviamente, estos cálculos no deben tomarse a rajatabla sino en función
de su simbolismo numérico.
En estos primeros años del siglo XXI estamos experimentando una transición entre las eras
de Piscis y Acuario que coincide con la última arremetida de la edad de hierro, que –tomando
como referencia las cifras esotéricas– debería finalizar aproximadamente entre los siglos XXIII
y XXXIV. Ante estos períodos de tiempo tan largos y aceptando nuestra incapacidad para fijar
fechas exactas, deberíamos abstenernos de hacer cálculos futurológicos.
A fines del siglo pasado surgió el movimiento “New Age” que consideraba a la Era de Acuario
como una “edad de oro”, confundiendo la era zodiacal con el “Satya-yuga”. Aunque la “New Age”
tuvo un impulso inicial genuinamente espiritual, rápidamente se infiltraron en él elementos mercantiles, mesiánicos y fantasiosos que lo contaminaron y le quitaron finalmente toda credibilidad.
En el manifiesto fundacional de este movimiento, titulado “La conspiración de Acuario”, Marilyn
Ferguson declaró que “tras una era violenta y oscura, la de Piscis, entramos en un milenio de
amor y de luz, la era de Acuario”. (3)
Sin embargo, Acuario no debe considerarse una era de oro sino una encrucijada, un período de
transición, una crisis planetaria, una verdadera metanoia donde un mundo viejo tiene que morir –pasar por su “descenso ad inferos”– para que nazca un mundo nuevo y mejor. Y como toda
crisis, Acuario es una gran oportunidad, un momento ideal para el entrenamiento espiritual y el
desarrollo consciencial.
Es necesario contemplar la era de Acuario inmersa en el macrociclo del Kali-yuga, la edad de
hierro. Siendo así, Acuario constituiría el coletazo final de esta edad de oscuridad e ignorancia.
El período “Z” y la Nueva Edad Media
Vivimos en un “gozne del tiempo”, y estamos presenciando la desaparición paulatina de una época que irá dando paso a otra: del hierro al oro.
A este período final del Kali-Yuga e inicio del Satya-Yuga lo podemos relacionar simbólicamente
con la letra “Z”, ya que en su forma geométrica se puede observar una energía que ingresa y una
energía que se retira. (Véase “Axis Mundi” Nro. 10, p. 25)
No podemos determinar con exactitud en qué parte de ese período “Z” nos encontramos pero
sí podemos comprobar que el mundo está experimentando una profunda crisis que supone una
desintegración dolorosa pero necesaria para que finalmente aparezca algo nuevo y mejor.
En estos momentos de derrumbe e incertidumbre, donde el materialismo lo contamina todo, se
están conformando pequeñas células de resistencia –no políticas sino espirituales– a este sistema
que conformarán la Vanguardia de ese mundo que anhelamos.
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Este período “Z” es crepuscular porque la transición del hierro al oro no puede ser inmediata
sino gradual. Dicen los Puranas: “Cada edad está precedida de un período de amanecer y seguida
de un período de crepúsculo. Estos períodos de transición (amsha) al comienzo y al final de cada
yuga duran una décima parte de la duración del yuga”. (4)
Jorge Ángel Livraga, al referirse a la era de Acuario, la dividía en tres partes: una de “hielo”, otra
de “líquido” y otra de “vapor”. La primera etapa (hielo) se caracteriza por una paralización general, grandes cambios climáticos, escasez de alimentos y combustibles, terremotos y maremotos,
estado de guerra general, aumento del individualismo, derrumbe de los sistemas materialistas,
etc., todos síntomas que tienen en común un endurecimiento del ser humano simbolizado por el
hielo. (5)
No obstante, el hielo se irá derritiendo y dará paso a la segunda etapa líquida, con una paulatina
disolución de las viejas formas, para pasar más tarde a una tercera etapa gaseosa donde la tendencia “será de elevación y espiritualidad”, donde “se irá plasmando un renacimiento en base a
los “módulos de supervivencia” que hayan resistido. Una humanidad muy mermada en número,
pero altamente optimista y espiritualizada, irá conformando una civilización que hará gran culto
a la tradición, a las cosas bellas y al esoterismo. Los Misterios habrán vuelto a la Tierra”. (6)
Teniendo en cuenta esta visión de Acuario como período “Z”, el propio Livraga y otros pensadores como Umberto Eco o Albert Schweitzer, por ejemplo, trazaron un paralelismo entre nuestro
tiempo y la Edad Media, llegando a hablar de una “Nueva Edad Media”. Afirma Livraga: “Esta
Edad de Acuario –cuyas características se reflejan como Edad Media– va a dar nacimiento a un
nuevo tipo de hombre, a un nuevo tipo de Civilización y a una nueva forma de Cultura”. (7)
El primero en referirse a esta “Nueva Edad Media” fue el ruso Nikolái Berdiáyev, quien afirmó
en 1924: “El poder del mal será más fuerte, adquirirá formas nuevas y nos provocará sufrimientos nuevos. Pero al hombre le queda abierta la puerta del libre albedrío, la libertad de elección
(...) Del ejercicio de nuestra libertad y de los empeños creadores del hombre dependen muchas
cosas. Por lo mismo, la posibilidad de los dos caminos está dada. Yo presiento el crecimiento de
las fuerzas del mal, pero quería resaltar los rasgos positivos posibles de la sociedad venidera (...)
Ante el presagio de la noche, uno puede armarse para la lucha contra el mal; se puede abrir los
ojos al conocimiento”. (8)
Luego de Berdiáyev, otros pensadores han comprobado la exactitud de muchas de sus afirmaciones y el semiólogo Umberto Eco postuló, por ejemplo, que el derrumbe de la “Pax Romana” del
Imperio Romano puede equipararse con el fracaso de la “Pax Americana” de los Estados Unidos, preguntándose: “¿Qué necesitamos para hacer una buena Edad Media? Ante todo una gran
Paz que se degrada, un gran poder estatal internacional que había unificado el mundo bajo una
lengua, costumbres, ideología, religión, arte y tecnología y que, en un momento dado, a causa
de la propia ingobernable complejidad, se derrumba. Y se derrumba por la presión que en sus
fronteras ejercen los «bárbaros», que no son necesariamente incultos, sino que son portadores de
nuevas costumbres y de nuevas visiones del mundo”. (9)
Continuará en el próximo número de “Axis Mundi”
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Notas bibliográficas
(1) Platón: “Timeo”
(2) Tomando como punto de partida la muerte de Krishna, que –según las escrituras indas– sucedió el
20 de febrero de 3.102 a.C. a las 14:27 horas con 30 segundos.
(3) Ferguson, Marilyn: “La conspiración de Acuario”
(4) Linga Purana, 1.4, 3-6
(5) Livraga, Jorge: “Cartas a Delia y Fernando”
(6) Livraga: op. cit.
(7) Livraga, Jorge: “Magia, religión y ciencia para el III milenio”, tomo II
(8) Berdiáyev, Nikolái: “La nueva edad media”
(9) Eco, Umberto: “La estrategia de la ilusión”
Gráfica comparativa
Edad Media Occidental
Las personas, para evitar las pestes y el bandidaje,
se protegían en castillos amurallados, con guardias
armados para evitar el ingreso de indeseables.
Inseguridad en los caminos, salteadores.
Intelectualidad ligada a pequeños centros universitarios y a abadías donde se guardaban celosamente las obras clásicas. El conocimiento en manos de unos pocos con una lengua común: el latín.
El conocimiento valioso se esconde en la escasez:
es difícil acceder a él.
Diferencias abismales entre pobres y ricos. Pobreza.
Pestes.
Combate entre grandes imperios y señores feudales, con gran poder económico y político.
Dogmas religiosos y quema de herejes a través del
Santo Oficio de la Inquisición.
Esclavitud.
Persecución de minorías (judíos, moros, herejes,
etc.)
Peregrinaciones masivas.
Peligro de “invasiones bárbaras” o avance del
Islam. Cruzadas militares (motivos religiosos).
Separatismo, pequeños estados.
Grupos intelectuales de resistencia.
Nueva Edad Media
En las grandes ciudades, los barrios privados amurallados con elaborados dispositivos de seguridad
y guardias armados se muestran como una forma
efectiva de evitar el ingreso de elementos indeseables del exterior.
Inseguridad urbana, delincuencia.
Ignorancia creciente y decadencia cultural masiva.
El conocimiento universitario cada vez más elitista. Se habla de la “era del oscurantismo digital”. La
cultura se globaliza en torno a una lengua común:
el inglés.
El conocimiento valioso se esconde en la abundancia y en la sobredosis informativa.
Diferencias abismales entre pobres y ricos. Pobreza.
Nuevas enfermedades.
Competencia salvaje entre multinacionales y grandes corporaciones económicas, poseedoras de un
enorme poder político.
Dogmas científicos, políticos y sociales, y desprecio o condenación pública a los que se niegan a
aceptar la ideología predominante.
Nuevas formas de esclavitud.
Segregación de minorías (inmigrantes, negros,
etc.), aunque socialmente sea políticamente correcto oponerse a toda discriminación.
Turismo masivo.
Choque de civilizaciones. Cruzadas militares contra el Islam (motivos geopolíticos y económicos).
Separatismo, independentismo.
Núcleos espirituales de resistencia.
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El muro (I)
Llewellyn Vaughan-Lee
Un mundo de Luz
En profunda meditación llego a un muro. Conozco este muro. Lo he visto ya muchas veces en
meditación y en visiones diurnas. Es un muro alto de ladrillo. Sé lo que hay al otro lado del
muro: un mundo de luz. Pero no hay manera de llegar a él; en el muro no hay ni una entrada
ni una escalera ni una grieta. Cuando vengo al muro, paseo a lo largo de él, y luego tengo que
dejarlo y volver a las calles estrechas de este mundo. A veces he hecho todo esfuerzo posible
y, subiéndome al borde, he mirado por encima de él. O simplemente he sentido lo que hay
allí: espacios infinitos de luz y los seres de luz que viven allí. Y sin embargo, siempre he tenido
que volver de regreso a este mundo tan angosto y lleno de sombras: la penumbra de nuestra
existencia.
En el verano de 2008 pasé tres semanas en el otro lado, en ese mundo de luz. Fue un tiempo
loco. Yo estaba muy enfermo y apenas dormía. Cuando me iba a la cama y cerraba los ojos,
estaba en el mundo de luz. No necesitaba dormir, ni podía. Había mucha luz; luz sobre luz.
A veces también durante el día, me encontraba completamente despierto en este mundo de
luz. Podía ver nuestro mundo desde el otro lado, ver sus amores, esperanzas y sueños, sus
estructuras de poder terrenal y sus lugares de oración. Podía ver la esencia espiritual de todos
los árboles y flores, y los patrones de oscuridad en que la gente está tan atrapada. Y veía a los
seres de luz que nos están esperando, que nos quieren ayudar, y veía de qué manera los hemos
olvidado. Veía la sustancia pegajosa del olvido que nos cubre y drena cualquier recuerdo que
podamos tener. Veía cómo otros seres de oscuridad que pertenecen a este mundo, también
drenan nuestra luz, nos mantienen atrapados, y nos cubren de codicia y deseo, de odio e ira.
Y veía que es así como es.
Pero yo no podía vivir para siempre en el mundo de luz, a pesar de que lo anhelaba. Había
demasiada luz. Ardía en mi conciencia. No me dejaba dormir. Estaba agotado. Tenía que ser
capaz de vivir en este mundo, por denso y distorsionado que fuera. Y así, para sobrevivir,
para vivir, me aparté del mundo de luz. Cerré a él mi conciencia y me concentré en el mundo
físico, en que mi cuerpo sanase. Durante semanas apenas recé o medité. Trabajé en mi casa,
concentrándome en las paredes, puertas y techos que estaba pintando, en lugar de en horizontes
infinitos de luz. Volví maltrecho y magullado a este mundo, a veces lleno de resentimiento por
tener que dejar atrás la luz, sintiéndome enojado, abandonado y traicionado por tener que
regresar. ¿Cómo podía ser que se me hubiese dado a probar el más allá, y luego se me hubiese
hecho retroceder a la oscuridad y la limitación de este mundo con todas sus distorsiones
y malentendidos, todas las cosas que nos han enseñado a llamar vida? Sí, hay belleza aquí,
pero también hay mucha oscuridad. En el otro lado no existe esta oscuridad, o esta densidad,
nunca hay este olvido. Somos seres de luz. ¿Cómo podemos olvidar?
Ya una vez, cuando tenía veintitrés años, durante un verano de intensas experiencias interiores,
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AXIS MUNDI
fui llevado al otro lado y se me dio la opción de vivir o morir. Recuerdo esta experiencia
muy vívidamente: ser sacado de mi cuerpo, hacia lo alto, a un lugar de libertad y luz. Me
dijeron muy claramente: “Ahora eres libre. Puedes irte”. Y con la misma claridad recuerdo mi
respuesta: “Soy un sufí. Estoy aquí para servir”. Y así regresé. Nunca se olvida la experiencia
del otro lado. Te ronda como una promesa y un veneno. A veces te hace anhelar la muerte,
para volver a la luz y la libertad que sabes que están esperando. Pero por mi propia voluntad
yo me había comprometido, había hecho una promesa, y por eso regresé, y el entrenamiento
espiritual verdadero comenzó.
Y ahora, más de treinta años más tarde, se me llevó de regreso al otro lado, y no sólo por
un momento dentro y fuera de tiempo. Primero tuve una experiencia interior que fue como
probar la muerte, con todo el sufrimiento que a menudo acompaña a la muerte, y entonces
llegué al más allá. Durante tres semanas, estuve en plena conciencia en el otro lado. Lo que
hay en el más allá es tan puro, ilimitado y ligero. Hay océanos de amor y luz. Y luego tuve que
volver. Yo sabía que tenía que volver. Mi cuerpo y mi mente no podían vivir más en ese mundo
de luz, y todavía no me había llegado la hora de morir por completo. Yo lo sabía, aunque
deseaba ser liberado, aunque suplicaba y me quejaba, aunque estaba enojado y resentido.
Tenía que volver. Mi cuerpo y mi mente necesitaban ser sanados de la exposición a semejante
intensidad de luz. Y después, en las semanas y meses siguientes, sucedió esto poco a poco. Yo
no quería estar aquí. Sin embargo, estaba aquí, y el mundo todavía se veía igual como yo lo
recordaba. No había entendimiento profundo, ni iluminación. Yo había estado en el otro lado
y ahora estaba de vuelta, maltrecho, con moretones y quejándome. Pero estaba de regreso.
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Y me sentía cansado. Aun cuando el cuerpo estaba curado, me sentía cansado. ¿Era este
cansancio el efecto secundario de esta experiencia, o era otra cosa? Comencé a darme cuenta
de que era un profundo cansancio del alma y no del cuerpo. Es como si la sustancia de mi ser
más íntimo se sintiera agotada. Y me pregunté cómo puede el alma estar cansada, si el alma
pertenece a un mundo de luz y amor, si el alma es la parte de nuestro yo que está con Dios.
Entonces vi la pared de ladrillo, y sabía lo que había al otro lado. Esta vez no necesitaba
tratar de escalar la pared para mirar al otro lado. Conocía el paisaje de luz, y cuán diferente
es de lo que llamamos vida o existencia. Y se me había dejado a este lado del muro, en estas
calles estrechas, donde incluso las flores que crecen al borde de las calles se han olvidado del
mundo de luz. Y me pregunté: ¿ha sido siempre así? ¿Se trata sólo del muro que separa lo que
llamamos vida de lo que llamamos muerte? Sé que en la meditación se puede dejar atrás el
cuerpo y la mente y entrar en la luz, pero siempre hay que volver. ¿Es la única manera de vivir
plenamente en la luz dejar atrás el mundo físico y morir? La mayoría de la gente sólo accede
a este mundo de luz después de su muerte, o en las experiencias cercanas a la muerte. ¿Es este
muro la barrera que se ha colocado entre los mundos, como la laguna Estigia de los antiguos?
Los sufíes describen cómo necesitamos una separación entre los mundos, “setenta velos de
luz y oscuridad” o “la gloria de Su faz lo consumiría todo”. Como sé por propia experiencia,
la luz de lo divino es demasiado cegadora como para que podamos percibirla directamente,
su energía es demasiado fuerte. Esta es una de las razones por las que la vida espiritual es un
lento proceso, un paulatino alzarse de los velos mientras uno desarrolla fuerza espiritual y se
hace cada vez más capaz de soportar la luz. Pero esos velos filtran la luz. No son un muro que
nos mantiene apartados de ella.
Por primera vez desde que había visto el muro de ladrillo, empecé a preguntarme por qué se
me mostraba algo así, siempre un muro de ladrillo. ¿No es un río de olvido, un velo de luz
o un puente de arco iris? Está hecho de ladrillos, y los ladrillos pertenecen a este mundo.
Y entonces de repente caí en la cuenta. Este muro había sido hecho ladrillo a ladrillo por
los seres humanos. No es una separación natural entre los mundos. Ha sido levantado
deliberadamente por la gente, por sus ideologías, leyes y estructuras de poder. La humanidad
ha creado deliberadamente un muro de separación entre este mundo físico y el mundo de
la luz. Y ha sido levantado durante tanto tiempo y de una manera tan efectiva que todos lo
aceptamos. Actualmente vivimos en la sombra de este muro sin ni siquiera darnos cuenta de
ello. Ni tampoco nos damos cuenta de que nos han negado nuestra herencia de luz. Estamos
condicionados a aceptar el mundo de sombras y medias verdades que llamamos vida, sin ni
siquiera darnos cuenta de que se nos aparta del mundo de la luz cortándonos la comunicación
con ella. En esto se ha convertido nuestra herencia. Nos hemos apartado con éxito de lo divino,
quedándonos abandonados a nuestra suerte.
El cansancio del Alma
De pronto entendí el profundo cansancio del alma, el cansancio de vivir en este mundo
apartado de la luz, separado de lo que es verdadero. Me di cuenta de qué manera la luz nos
sostiene profundamente, nutriendo nuestro ser espiritual verdadero. En las profundidades
de nuestro ser estamos hechos de luz, somos seres de luz. La luz necesita la luz. Necesitamos
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AXIS MUNDI
que la luz nos nutra; si no, nuestra alma pasa hambre, incluso muere de hambre. Sin luz nos
podemos volver espiritualmente exhaustos, desanimados, deprimidos. Nuestra naturaleza
divina necesita esta luz interior tanto como nuestro cuerpo físico necesita alimento y luz solar.
Siempre que vayamos en pos de los deseos del ego, este mundo tiene una energía que nos
sostiene. Está lleno de deseos que nos atraen, y las energías instintivas de la vida nos atraen
a su viaje de autodescubrimiento. Tenemos también una cultura que nos sustenta con sus
infinitas atracciones y adicciones, llenas de promesas de satisfacción que nos seducen a creer
que realmente estamos satisfechos. Pero llega un momento en que la persona se cansa de este
infinito ir en pos de la autogratificación, en que el alma nos impulsa a hacer el viaje de retorno,
a descubrir la luz que está dentro de nosotros. Y este es el viaje real y exigente que se llama vida
espiritual, durante el cual accedemos paulatinamente a la luz del alma, y somos nutridos por
ella. La vida parece transformarse, y el significado del alma nos nutre más que los placeres o
dolores de los deseos. Pero si uno mira atentamente, uno encuentra que algo se echa de menos,
tanto en nosotros mismos como en el mundo que nos rodea. Y lo que se echa de menos es
una cierta luz que también debería formar parte de la vida, una cierta nota en la canción de la
creación que debería estar presente. Y esta luz, esta nota es el conocimiento profundo de que
todo forma parte de Dios y es una expresión de lo divino. Y a pesar de la belleza del mundo, a
pesar de su horror, hemos perdido este conocimiento; su nota está apenas presente, su luz se
ha oscurecido. Y esta es la tragedia no expresada de nuestro mundo.
Cuando empiezas a preguntarte cómo puedes vivir en un mundo donde no se oye esta nota,
incluso la promesa de satisfacción interior se desmorona. ¿Qué importa realmente nada si se
niega la verdad primigenia? Me he dado cuenta de que se ha negado esta verdad hasta tal grado
que ni siquiera planteamos ya la pregunta. Planteamos muchas preguntas sobre el estado de
nuestro mundo, sobre la pobreza y la devastación ecológica. Pero se ha censurado nuestra
conciencia de una manera tan efectiva que no planteamos la pregunta más importante: ¿Qué
sucedió con lo divino? ¿Dónde está en el mundo la luz que pertenece a Dios? Si realmente
nos preocupa el estado del mundo, esta pregunta es aún más apremiante, porque realmente
no se puede hacer nada sin esta luz, esta energía, esta fuerza que viene de la Fuente. Pero se
nos ha hecho olvidar que esta luz incluso existe. El muro que nos separa del poder divino ha
estado presente por tanto tiempo que ni siquiera preguntamos qué hay al otro lado. Ni nos
damos cuenta de que es sólo un muro. Hemos sido traicionados por las estructuras de poder
y las ideologías más de lo que nos podamos imaginar. Y somos parte de esta traición. Nuestro
olvido de la luz refuerza el muro, fortalece sus ladrillos y el mortero que los une con cemento.
En las profundidades del alma está este agotamiento, como si el alma misma del mundo no
pudiera aguantar más el desierto de la separación, no pudiera sustentarse más a sí misma sin
la luz. ¿Por cuánto tiempo más podemos continuar? ¿Podemos continuar sin luz para siempre?
La creación del muro
Comencé a preguntarme cómo había sido creado el muro. Hace muchos años hubo una época
en que la humanidad vivía en un mundo de luz. Puede ser que fuera lo que llamamos la
“Edad de Oro”. Podría ser comparada con el Paraíso Terrenal de la Biblia cuando Adán y Eva
paseaban desnudos delante de Dios, antes de que “se escondieran de la presencia de Dios
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el Señor” (Génesis 3:8) y fueran expulsados. En aquel tiempo no existía un muro entre los
mundos: no estábamos separados de Dios. Vivíamos en presencia de Dios y no teníamos
conciencia de otra forma de vida. Pero entonces, a diferencia de las culturas indígenas que
viven en armonía con el mundo natural y su dimensión espiritual, en nuestra tradición judeocristiana, la humanidad empezó a reclamar su propio poder, se separó de Dios y experimentó
la “Caída” (1). En la Biblia la representan con la imagen de comer del fruto prohibido. Ya que
a la humanidad se la había dotado de libre albedrío, estaba permitido que está transgresión
tuviera lugar. Se nos permitió ir contra la ley de Dios. (2)
Es importante darse cuenta de que este primer acto de transgresión fue una elección consciente.
La Biblia puede culpar a Eva de seducir a Adán, pero tras esta dinámica patriarcal está la
conciencia de elegir ir contra la ley de Dios, de comer del árbol prohibido. Por esto fuimos
expulsados: elegimos negar la ley divina, y esta elección ha continuado durante milenios. A
la humanidad le gustaba el sentimiento de su propio poder y autonomía, y creó un mundo
separado gobernado por su ego (3). Al apartar nuestra atención de lo divino y centrarnos más
en nuestro propio poder, empezamos a construir un muro entre los mundos. Paulatinamente
fuimos creando un mundo en el que lo divino dejó de estar presente. Nuestra negación de lo
divino elaboró y creó el muro de separación, que nos excluyó de nuestra herencia espiritual.
En diferentes épocas han venido santos y sabios a recordarnos nuestra naturaleza divina.
El cristianismo surgió mediante un despertar del amor divino con su mensaje de sacrificio,
perdón y misericordia. Por medio de la vida de Cristo, su crucifixión y enseñanzas, se abrieron
las puertas de la gracia, y luz y amor fluyeron al mundo. En los primeros años de la cristiandad,
mediante la devoción de pequeños círculos de creyentes había una corriente de amor. Pero
demasiado pronto los mecanismos del poder terrenal empezaron a bloquear este flujo. Bajo
el pretexto de unificar las creencias cristianas, aquellas enseñanzas que daban al individuo
acceso directo a lo divino, por ejemplo las de los evangelios gnósticos, fueron prohibidas, y sus
practicantes fueron perseguidos como herejes. Sólo por medio de los sacerdotes y la estructura
jerárquica de la Iglesia, podía el individuo tener acceso a Dios. Poco a poco, pero también
de manera sistemática, al convertirse la Iglesia en un poder terrenal, se crearon estructuras
religiosas que pugnaban por mantener a Dios en el cielo para que la jerarquía de la Iglesia
pudiera mantener su poder en la Tierra. Finalmente, en la brutal masacre de las cruzadas y las
torturas de la Inquisición, vemos una Iglesia que ha optado por abandonar el amor y el perdón
a cambio de los frutos del poder mundano. Lo que se entiende menos es cómo esta ideología
religiosa consolidó la separación entre los mundos. A Dios sólo se podía alcanzar después de
la muerte, el cielo no podía existir en este mundo pecaminoso.
Desde el “Siglo de las Luces”, el racionalismo y la dedicación a la ciencia en Occidente
continuaron reforzando el muro de separación, de modo que se llegó a percibir el mundo como
un lugar mecánico carente de naturaleza sagrada. El patriarcado había talado hacía mucho
tiempo los bosques sagrados, el cristianismo había trabajado para erradicar las creencias
paganas, y entonces la ciencia nos ofreció un mundo insensible y desolado que se podía
conquistar con la tecnología. El muro entre los mundos pasó a ser parte de la conciencia de
la humanidad de tal manera que en Occidente dejamos de saber que había un muro. El hecho
de que el mundo se estuviese muriendo de hambre por falta de lo sagrado ni siquiera entró en
nuestra conciencia colectiva. Finalmente, en el siglo pasado, el comunismo y el capitalismo
se convirtieron en los demonios gemelos del mundo, cada uno celebrando una existencia
definida sólo por lo que podemos ver y tocar. Y cuando triunfó el consumismo, y el brillo de
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sus juguetes captó nuestra completa atención, nadie pareció darse cuenta de que lo divino no
estaba presente. Habíamos vivido con el muro durante tanto tiempo, que no había nada en
nuestra memoria colectiva para recordarnos lo que habíamos abandonado y lo que está tan
cerca al otro lado de sus ladrillos.
Por supuesto, siempre ha habido individuos que, ya sea dentro o fuera de las estructuras de
la religión, han hecho conscientemente el viaje al otro lado. La humanidad siempre ha tenido
acceso a técnicas espirituales para acceder directamente a la luz. La disciplina de la meditación,
por ejemplo, es una práctica sencilla de volverse hacia dentro y acceder a la luz a través de los
centros espirituales más elevados de uno. Si se accede a una conciencia más elevada dentro de
uno mismo, deja de existir un muro, uno está presente en la dimensión de luz sobre luz. Esta
es la conciencia pura que se percibe a través de las prácticas místicas, tales como la meditación
budista, o la luz del corazón del sendero sufí.
Estas son prácticas hermosas y poderosas, a través de las que se pueden trascender las
limitaciones del mundo físico, mientras se está todavía presente en este mundo. Pero el foco
de estas prácticas ha sido casi siempre de un ascenso, de ir más allá del mundo físico con sus
sufrimientos y problemas. Su efecto suele ser apartarse del mundo exterior. Es fácil entonces
desapegarse, dejar de estar interesado en las demandas de la vida cotidiana, que por medio
de las prácticas se han convertido en una ilusión. Estas prácticas no desmantelan el muro: en
vez de esto, ofrecen una manera de ir más allá de él, incluso de dar un acceso a una conciencia
en la que el muro no existe, donde no hay separación entre los mundos. Los místicos y los
viajeros espirituales que han tenido estas experiencias pueden recordar a algunas personas que
el mundo de la luz existe, y que hay un camino más allá del muro a la luz, pero el muro sigue
siendo tan sólido como antes, y al mundo en que vivimos hoy en día se le deja hambriento de
luz.
Notas del texto
1. Algunos niños tienen aún acceso al mundo de la luz, antes de quedar atrapados en los
confines de la conciencia adulta: “Hubo un tiempo en que el prado, / la arboleda y el arroyo, /
la tierra y cualquier cosa que se ve con frecuencia / me parecían / ataviadas de luz celestial. / ...
/ ¡El cielo se extiende sobre nosotros en nuestra infancia! / Las sombras de la casa-prisión se
empiezan a cerrar / Sobre el chico que crece”. (William Wordsworth, “Oda a la inmortalidad”)
2. Las culturas indígenas que no fueron en contra de la ley natural, no buscaron tener poder
sobre la naturaleza, no experimentaron esta escisión entre el espíritu y la materia.
Publicado con la autorización de Alex Warden del Golden Sufi Center
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Los Yoguis Cristianos
El Yoga en la Teosofía y en la Rosacruz
Joan Almirall
Cualquier persona conocedora de los aforismos del Yoga de Patanjali verá muy claramente
que las novedades que se introdujeron en el movimiento esotérico de finales del siglo XIX y
principios del XX tenían que ver con dicha obra y las etapas del Yoga que allí se describen.
Determinadas posturas, mudras, kriyas, bandhas, control de la energía vital o prânayama,
absorción de la mente hacia el interior (pratyahara), concentración, meditación, son prácticas
propias del Yoga. La transformación del cuerpo etérico o pránico, la transfiguración de un
cuerpo de luz, era una práctica yógica, que se alcanzaba por medio de determinados ejercicios
respiratorios y la meditación en los chakras. Algunos yoguis indios entendieron que Jesús
debió conocer esto de alguna manera, pues veían en los Evangelios y en algunas partes de la
Biblia la descripción velada de estas técnicas. Por su parte teósofos y rosacruces modernos
introdujeron muy conscientemente estas técnicas en sus trabajos espirituales. Podemos decir
que el Yoga y sus prácticas se encuentra detrás del renacer espiritual que comenzó en Occidente
de la mano de la Sra. Blavatsky y sus seguidores, así como de los grandes maestros rosacruces.
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En 1861 Babaji, un Yogâvatar procedente de los Himalayas, tomó contacto con Lahiri Mahasaya,
al que le reveló algunas técnicas o kriyas, consistentes en lo que se denomina pranayama y
pratyahara, para acelerar el desarrollo del vehículo etérico o vital y dominar la mente. Se
trata de distintas técnicas de respiración y meditación que permiten al practicante retener el
carbono que se exhala en la respiración normal, y como una planta ir modificando el propio
cuerpo etérico o vital. En los ejercicios de meditación el practicante de los mismos conseguía
tener una imagen muy clara de los chakras y del ascenso de la serpiente Kundalini a través de
la espina dorsal. Además, por el uso de una serie de mudras, el yogui podía ver determinados
colores y luces, en la pantalla interior del tercer ojo, a la altura del entrecejo. Estos son algunos
de los resultados de la práctica de los kriyas que enseñó Babaji a Lahiri Mahasaya y que le
pidió que diera conocer al mundo.
Discípulo de Lahiri Mahasaya fue Sri Yukteswarananda Giri, un monje que conoció a Lahiri
en Benarés en 1884. Yukteswarananda era monje hindú, miembro de la Orden de Swamis
fundada por Adi Shankara, y pertenecía al linaje Giri o de las Montañas. Fundó dos ashram
en Bengala. En 1894 Sri Yukteswarananda se encontró con su Param-guru, Babaji, quien
le encargó que escribiera un libro sobre la Biblia, comparándolo con la filosofía védica. El
mismo año Swami Yukteswarananda publicó la obra “La ciencia sagrada”, donde mostraba,
básicamente, que la transfiguración de Jesucristo era fruto de un proceso espiritual que se
podía alcanzar con la práctica de ciertos kriyas. Unos años después, Yukteswarananda pidió
a su discípulo Swami Yogananda Paramahansa que fuera a Occidente a enseñar las técnicas
del Kriya Yoga, que podrían ayudar a los cristianos a vivir exactamente el proceso que narran
los Evangelios. Yogananda llegó a Estados Unidos en 1920, donde fundó la Self Realization
Yogananda en los Estados Unidos de Norteamérica
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Fellowship, desde donde impartió sus enseñanzas de Kriya Yoga e inició en las mismas a miles
de personas de todo el mundo occidental, escribiendo un sinfín de libros sobre el tema, de
entre los que destaca la voluminosa obra The Second Coming of Christ: The Resurrection of
the Christ Within You (La Segunda Venida de Cristo: La resurrección del Cristo que mora en
tu interior).
En el año 1879 los fundadores de la Sociedad Teosófica, Helena Petrovna Blavatsky y el Coronel
Olcott se trasladaron a India y establecieron la sede central de la Sociedad en Bombay, y
finalmente, en 1882 adquirieron una gran extensión de terreno en Adyar, un suburbio de la
ciudad de Madrás (Chennai), donde todavía hoy se encuentra la sede central de la Sociedad
Teosófica. Los contactos de muchos teósofos con India fueron fluidos y abundantes. La Dra.
Annie Besant y C.W. Leadbeater conocieron, gracias a dichos contactos y sus prácticas esotéricas,
algunas de las técnicas y kriyas para tomar conciencia de los centros vitales llamados chakras,
que trataban, sobre todo, con los miembros de la Escuela Esotérica de la Sociedad Teosófica,
cuyos grados eran el de Probacionista y el Discípulo en el Sendero. Desde el año 1895 hasta
el año 1904 la Dra. Besant y C.W. Leadbeater escriben algunas obras que sin duda inspiraron
a todos los teósofos de la época, incluyendo a los maestros rosacruces. De este período son
las siguientes obritas: El sendero del discipulado (1895) y El cristianismo esotérico (1901)
de la Dra. Besant, y Los auxiliares invisibles (1896) y Clarividencia (1899), en estas obras se
explicaba las dos primeras etapas del sendero: el probacionismo y el discipulado, así como la
manera de trabajar con los auxiliares invisibles en estados de trance y sueño. Desde finales del
siglo XIX y hasta el año 1909, ya bajo la presidencia de la Dra. Besant, la Sociedad Teosófica
fue un canal de difusión de doctrinas y prácticas yóguicas, así como del Kundalini Yoga.
En el año 1902 el Dr. Rudolf Steiner se integra en la Sociedad Teosófica como Presidente
de la Sección Alemana, dirige también la Escuela Esotérica de dicha Sociedad. En el año
1904 publica dos obras clave: Teosofía y Cómo se adquiere el conocimiento de los mundos
superiores: un sendero moderno de iniciación. Durante estos años, por una parte, el Dr.
Steiner daba sus conferencias sobre ciencia oculta a amplios grupos de oyentes e interesados,
y además trabajaba con grupos reducidos, que a veces no superaban las tres personas, en el
ámbito de la Escuela Esotérica de la Sociedad Teosófica. A los probacionistas de este grupo
les conminaba a meditar por la mañana y por la noche, a hacer un ejercicio de retrospección
de los acontecimientos, sentimientos y pensamientos del día; además, tenían que estudiar
determinados textos y lecciones ocultas, llevar un cuaderno de seguimiento de las prácticas
y regularmente eran examinados sobre las mismas, y se les pedía que se abstuvieran de beber
alcohol y comer alimentos animales.
Más tarde, el Dr. Steiner identificó estas prácticas de estudio y meditación con la Iniciación
de los Rosacruces. En 1907, tras el primer Congreso Alemán de la Sociedad Teosófica, el
Dr. Steiner dio un curso de catorce conferencias sobre la Teosofía del Rosacruz, en el que
desarrollaba dos tipos de iniciación occidental. Por un lado la Iniciación propiamente cristiana,
que tenía siete fases inspiradas en el Evangelio de San Juan, en las que el probacionista llegaba
a estar tan identificado con sus vehículos internos, que en un momento dado, se producía la
separación del vehículo astral del cuerpo físico. La segunda Iniciación era la del Rosacruz. En
ésta, tras el estudio y comprensión de la ciencia oculta, y de unos ejercicios de meditación, en
los cuales podía ver e identificar sus chakras superiores, accedía a una práctica de ejercicios
respiratorios, que le permitían hacer exactamente el mismo proceso del que hablaba el Kriya
Yoga, esto es, que el probacionista rosacruz podía llegar a retener el carbono de la respiración,
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como el kriyaban, y construir así un nuevo cuerpo etérico, que gracias al carbono refinado
llegaba a ser como el diamante, tal como lo describen los budistas, el cuerpo transfigurado del
Cristo.
Gran parte de las ideas sobre la Rosacruz que siguieron al año 1907, año del Congreso alemán,
estaban relacionadas con este proceso, que denominó la elaboración de la piedra filosofal.
Christian Rosenkreutz había sido proclamado Caballero de la Piedra Solar, y el Sol es la fuente
principal de energía etérica y vitalidad, del prâna, por lo que la piedra filosofal tenía que
ver con el cuerpo etérico o pránico, y su transformación. La respiración está íntimamente
relacionada con este proceso de elaboración de la piedra filosofal, el control del prâna o
prânayama de los yoguis, es para el Rosacruz la clave del Camino de Transfiguración del
Cristo. Steiner construye en Munich un pequeño Templo con dos estancias una azul y otra
roja, la roja relacionada con la sangre arterial, que transporta el oxígeno, y la azul relacionada
con la sangre venosa, que transporta el dióxido de carbono que se elimina en la exhalación. El
Templo de Munich guarda una estrecha relación con el proceso de transfiguración del cuerpo
etérico, por medio de ejercicios respiratorios, de prânayama y kriyas, tal como hacían los
yogis y kriyabanes seguidores de las enseñanzas de Lahiri Mahasaya. El gran teatro de madera,
el Goetheanum, también tenía dos cúpulas y dos grandes salas, al igual que el pequeño templo
de Munich.
Los kriyas consisten en bandhas o cerramientos y mudras, posiciones de las manos, entre
otras técnicas, uno de estos mudras permitía el desarrollo del tercer ojo, en la frente, por el
cual, muy fácilmente, se pueden ver algunas formas luminosas y colores. Una de estas formas,
de la que habla Swami Yogananda en sus libros y lecciones, es una brillante estrella de cinco
puntas en el centro de un círculo de color azulado. El Dr. Steiner conocía esta imagen, pues
utilizó el símbolo de un pentagrama en un círculo azul en una de sus obras de teatro. Sin
duda, este mudra debía practicarse entre los probacionistas que seguían al Dr. Steiner, pues
uno de sus alumnos, el Sr. Max Heindel, que siguió las lecciones del círculo de la Escuela
Esotérica que daba el Dr. Steiner, utilizó este mismo símbolo, en el que inscribió una cruz
blanca con siete rosas rojas, sobre el pentagrama blanco en un círculo azul, la visión del tercer
ojo, para realizar un nuevo trabajo de concentración (dharana) de energía etérica en aquel
símbolo, que se encontraba en el Templo de Mount Ecclesia en Oceanside (California). Desde
allí comenzó un nuevo trabajo de curación, pues aquel tranquilo paraje californiano, a orillas
del Océano Pacífico, pretendía ser una clínica, consagrada a la curación no solo del cuerpo
físico, sino también del alma, a través de la transformación de las fuerzas etéricas del cuerpo.
Max Heindel fundó la Fraternidad Rosacruz.
En su importante obra, “El concepto Rosacruz del Cosmos”, el Sr. Max Heindel nos cuenta
como el misterio del mundo y el desarrollo futuro del hombre se encuentran, precisamente,
en la sangre arterial, y en la obtención de la Piedra Filosofal, tal como lo había aprendido de su
maestro, el Dr. Rudolf Steiner. La Iniciación Rosacruz tal como la propone Max Heindel, en la
etapa de la Transfiguración, el Fuego de Neptuno asciende por el canal espinal, transformando
y eliminando todos los residuos del cuerpo, que se vuelve progresivamente transparente
o diamantino. En la última etapa de la Iniciación, Max Heindel explica como ese cuerpo
diamantino rompe los nudos que le unen al cuerpo, simbolizado por los cuatro estigmas de las
manos y de los pies, y la corona de espinas, y como un pentagrama blanco y puro, se emancipa
totalmente de la materia y aparece como un resucitado.
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Tanto el Dr. Steiner como el Sr. Max Heindel se apartaron de las concretas técnicas yóguicas,
kriyas y mudras, que les habían aportado la visión y comprensión de los procesos de desarrollo
interno, y fueron decantándose por mostrar un camino más relacionado con la práctica y la
actividad moral, que con las determinadas técnicas yóguicas que ellos habían utilizado. De
hecho el Dr. Steiner acusará a la Sociedad Teosófica de utilizar prácticas yóguicas, que él
había descartado en su experimentación espiritual. Sin embargo, tanto en los libros como en
los elementos simbólicos utilizados quedaba el recuerdo de esas técnicas, se suprimieron los
ejercicios respiratorios y los mudras que provocaban visiones del tercer ojo, por considerarlos
peligrosos, y se centraron en una vía moral de desarrollo paulatino y lento de las facultades
internas del alma.
Todos estos símbolos, procedentes del Kriya Yoga se integraron en la tradición rosacruz: el
pentagrama se convierte en una rosa de oro en el centro de una cruz dorada, el ascenso del
Fuego de Neptuno a través del canal espinal en un Caduceo Dorado, símbolo de la realización
sublime del alma, gracias a la Fuerza de Kundalini. Los rosacruces modernos siguieron
trabajando la meditación, la meditación matutina y la meditación vespertina de la Escuela
Esotérica del Dr. Steiner, se convirtieron en los servicios de curación rosacruces. De hecho,
actualmente, las prácticas espirituales de rosacruces y antropósofos consisten en el progreso
espiritual a partir de un nuevo comportamiento moral y las meditaciones diarias. Pero a
pesar del cambio de rumbo, los símbolos hacia los que se orientan teósofos, antropósofos
y rosacruces, son antiguos símbolos del Raja Yoga, el verdadero camino hacia la perfecta
unificación del Ser.
Max Heindel (izquierda) y Rudolf Steiner (derecha)
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El Tao de la Carretera (XI)
La distracción
José Rubio Sánchez y José Miguel Cuesta
“Antes que el alma pueda oír, es menester que la imagen (el hombre)
se vuelva tan sorda a los rugidos como a los susurros;
a los bramidos de los elefantes furiosos,
como al zumbido argentino de la dorada luciérnaga.
Antes que el alma pueda comprender y recordar,
debe estar unida con el Hablante Silencioso,
de igual modo que la forma en la cual es modelada la arcilla,
lo está al principio con la mente del alfarero.
Porque entonces el Alma oirá y recordará.
Y entonces al oído interno hablará:
LA VOZ DEL SILENCIO”
H.P. Blavatsky: La Voz del Silencio
Cuando circulamos por las calles y carreteras de nuestra localidad, vemos en algunas esquinas,
fachadas de edificios o cruzando por encima de esas mismas calles, carteles llenos de frases,
imágenes y colorido que llaman nuestra atención, tanto más cuanto más provocativos son.
Modelos de cuerpos perfectos, hombres y mujeres, nos miran con ojos seductores mientras un
coche último modelo nos promete la felicidad absoluta –si lo compramos–, o unos grandes almacenes nos recuerdan, de nuevo, que es la semana de las rebajas, ayer fue la de marroquinería
italiana, antes de ayer la cerámica china, así ad infinitum, llamando nuestra atención de forma
cada vez más rocambolesca.
Quizá no siempre lo logran, aunque siempre lo intentan, pues están puestos en lugares estratégicos con esa intención. No hay carretera ni calle sin publicidad. Provocándonos, incitándonos,
prometiéndonos felicidad al alcance de todos, en fin: distrayéndonos.
Recuperemos el punto de vista de la Sabiduría Milenaria. Del mismo modo que nos ocurre
al conducir, en nuestro caminar por la vida también surgen deseos, fantasías, ilusiones que,
sin ser nunca suficientemente despreciables, y a veces algo necesarias, en realidad envuelven
la vida del hombre en una burbuja llena de reflejos, que no permiten encontrar el verdadero
sentido de la vida, y sin embargo, gastan nuestro tiempo y esfuerzo –no hablemos del dinero–
demorando una y otra vez dirigirnos al verdadero sendero.
Al conducir la distracción puede ser fatal, es algo obvio. Pero, ¿y en la vida del Alma? ¿Cuántas
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sirenas llenan los oídos de Odiseo con embaucadoras promesas, atrayéndolo hacia las criminales rocas?
Al igual que al conducir desviamos la atención, rebajamos la velocidad y, tal vez, nos vemos
obligados a frenar para no chocar con el vehículo que va delante, a veces en la vida hacemos lo
mismo, distrayéndonos de la meta, frenando, en ocasiones chocando con otros compañeros de
viaje, accidentándonos, y hasta muriendo.
El Alma, en su periplo, según la Filosofía Tradicional, se distrae en este mundo de espejos, olvidando lo esencial. Conversa con la nada y se mantiene silenciosa ante lo Real. De ese modo,
como el conductor distraído, se arriesga, como máximo a tener un accidente, y como mínimo
a perder miserablemente su tiempo.
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La llama no se apaga
Retiro del Círculo “Mario Roso de Luna” de Lima
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Conferencia “Nigredo, muerte mística y metanoia” de Phileas del Montesexto en Montevideo
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Ascenso al nevado del Huaytapallana (5.557 metros), realizado por el Círculo OPI de Huancayo
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Preguntas y respuestas
Phileas del Montesexto
Los Maestros de Sabiduría
Pregunta Rossana de Argentina: “Cuando leo acerca de los Maestros y sobre la Iluminación en
particular me desalienta lo mucho que me falta para llegar. ¿Cómo puedo motivarme y cómo
puedo avanzar más rápido?”
Respuesta: Hay un problema en tu pregunta. Estás considerando a la Iluminación como una
meta en sí misma, como un objetivo, mientras que ésta es una consecuencia de tu transitar
diario. En cierta forma, con cada paso que avanzas conscientemente estás conquistando una
cima. Como dice un proverbio chino: “El viaje es la recompensa”. Por esto, no caminamos hacia
la cima por la cima misma sino porque CAMINAR ESTÁ EN NUESTRA NATURALEZA y si
dejamos de hacerlo estamos traicionándonos a nosotros mismos.
El ejemplo de Ignacio de Loyola es muy inspirador. Antes de ser mundialmente conocido como
fundador de la Orden Jesuita, Ignacio era soldado y –al caer herido en una batalla– estuvo convaleciente durante meses, donde conoció la vida de los santos cristianos a través de la lectura.
Al hacerlo, este profano desinteresado de la vida espiritual experimentó una metanoia signada
por esta lúcida reflexión: “Si ellos pudieron llegar a ese grado de espiritualidad, ¿POR QUÉ NO
LO VOY A LOGRAR YO? ¿Por qué no tratar de ser como San Francisco, Santo Domingo, etc.?
Estos hombres estaban hechos del mismo barro que yo. ¿Por qué no esforzarme por llegar al
grado que ellos alcanzaron?”
La pregunta de Ignacio de Loyola es válida para cada uno de nosotros: “Si ellos pudieron, ¿por
qué nosotros no?” No temamos ir despacio, temamos no avanzar.
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Pienso y actúo
Pregunta Juan Luis de Perú: “Pienso primero y luego actúo” ¿es correcto y desde el punto de vista
iniciático? ¿Dónde quedaría la intuición?”
Respuesta: La frase que planteas: “Pienso primero y luego actúo” podría traducirse como: “pienso
primero” (es decir, actúo bajo la ilusión de la dualidad placer-dolor) y “luego actúo” de una forma
bastante mecánica, y este proceso es propio de nuestra mente inferior o kama-manas, aquella que
nos permite sobrevivir en el mundo.
Antes que nada es oportuno recordar que la mente tiene un doble aspecto: uno asociado al pensamiento concreto (Kama-manas o mente de deseos) y otro al pensamiento abstracto (Manas).
La palabra sánscrita “Kama” significa “deseo” en sánscrito mientras que “Manas” proviene de la
raíz “man” (pensar), es decir que hay que tener en cuenta que en Kama-manas el pensamiento
está contaminado por “Kama” (el deseo) mientras que Manas la mente superior –al estar indisolublemente ligada a Buddhi, la intuición– posee más elementos para comprender la realidad por
encima de los estímulos sensoriales.
Las dos facetas de la mente son necesarias. Sin la mente de deseos no podríamos sobrevivir en el
plano físico, aunque solamente la mente superior es capaz de suministrarnos elementos para trascender la materia, descubrir las supuestas “casualidades”, recurrencias y coincidencias de la vida
cotidiana a fin de aprovecharlas como lecciones existenciales y desarrollar la conciencia.
Todo entrenamiento espiritual nos conduce a la armonización de los opuestos y esto es particularmente cierto con referencia a las dos caras de la mente, que deben ser re-unidas para conformar
una Mente unificada, para que ésta sea un instrumento eficaz a las órdenes del Yo Superior.
Fantasías espirituales
Pregunta José de Honduras: “¿En qué momento el camino espiritual se puede convertir en una
fantasía?”
Respuesta: Cuando descubrimos que el mundo profano es insatisfactorio, tenemos dos salidas
posibles: USARLO como trampolín hacia la conciencia, aprovechando sus pruebas y desafíos, permaneciendo incombustibles como las salamandras (es decir, viviendo en el fuego y sin quemarse),
o bien ESCAPARNOS, autoengañándonos y construyendo en torno a nosotros un mundo de fantasía, buscando prácticas exóticas y maestros estrafalarios.
Los fantasiosos cambian una ilusión por otra. Salen de una caverna tenebrosa y entran en otra, más
colorida y agradable, pero que sigue siendo una caverna. La espiritualidad nunca puede ser una
distracción ni un “hobby”. No puede esperarse que sea “divertida” en el sentido sensorial, pero sí
estará llena de aventuras, desafíos y misterios a desentrañar.
Para no caer en estas fantasías, es importante detectar las “trampas” del camino espiritual, las cuales la escritora Mariana Caplan definió con exactitud y que reproducimos a continuación.
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Las trampas del camino espiritual
Mariana Caplan
El supermercado espiritual
Es una tentación andar de sitio en sitio, de escuela en escuela, de grupo en grupo, buscando
experiencias fuertes y sin establecer un compromiso de autoinvestigación y práctica profunda
en una disciplina concreta.
Usarlo como hobby
Un entretenimiento placentero o intelectual, con escasa implicación personal. Como decía
la antropóloga y maestra zen Joan Halifax, “hay aficiones peores” (y sabía bien lo que decía,
ella que trabajaba en las cárceles). Pero si te lo tomas como un mero entretenimiento, no es
fácil que se dé la transformación personal profunda.
Autodecepción
Leemos libros y escuchamos a maestros y maestras que nos transmiten conceptos como
el desapego, la compasión, la humildad. Por un momento nos engañamos pensando que
hemos alcanzado una comprensión de esas cosas, pero más adelante observamos en nuestra
experiencia que no, que no está integrado, que cuesta. Puede que te desmotives por un
momento, pero tienes que aprender a aceptarlo (aceptarte) y seguir avanzando.
La adicción a las experiencias místicas
Durante la meditación puedes llegar a experimentar estados alterados de conciencia de gran
gozo, intensidad y felicidad profunda. No te obsesiones con volver a alcanzar esos estados
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porque es impredecible. Ábrete a ellos pero no los persigas demasiado porque podría ser
causa de decepción y desmotivación, especialmente porque cuanto más los persigues más te
rehuyen.
La inflación del ego
Incluso puede parecerte que has alcanzado la realización (comprensión profunda) del
sentido de la vida y cosas así. Puede que hasta te creas que has alcanzado la iluminación o el
despertar. No te entusiasmes demasiado y sigue practicando. Lo que importa es cómo aplicas
todo eso a tu vida cotidiana y a tus relaciones con las demás personas.
Abandonar tus responsabilidades
A veces, ciertas experiencias místicas o “realizaciones” (como la experiencia de la vacuidad
o que la realidad no existe tal como interpretas) pueden conducirte a observar el mundo de
una manera “pasota”, como si no fuera contigo, como si tú ya estuvieras más allá, y abandonar
tus responsabilidades. Te equivocas, eso no te acerca más al camino espiritual sino que te
aleja de él. Practicar la sabiduría en los conflictos cotidianos muchas veces es más difícil que
retirarse a una cueva a meditar, fuera del mundanal ruido.
En la era de la información, las trampas del camino espiritual se multiplican. No es oro todo lo que reluce.
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Hacia el V Encuentro Mundial
29 y 30 de noviembre de 2014
Ya estamos cerca del quinto Encuentro Mundial del Programa OPI a realizarse en Perú. El
evento será dirigido por Phileas del Montesexto y lleva por título “Construyendo el Castillo
Interior” y versará sobre el habitáculo simbólico de nuestra Alma Espiritual (el Castillo
Interior) en relación a la Fortaleza de Cuatro Torres de los Elementos.
Asimismo, realizaremos danzas circulares sagradas con la dirección de la profesora Lena
Strani de Uruguay, dramatizaciones simbólicas en la noche, cantos devocionales, diversos
trabajos de introspección y diferentes prácticas vinculadas al método de trabajo del Programa.
Informes: [email protected]
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Uruguay 2010
Perú 2011
Colombia 2012
Chile 2013
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Bestiario del más allá
Capítulo IV - Los elementales de las salas de juego
Manuel Arduino
Algo comenzó a ocurrir en mi vida, en mi vida diaria, en la que comienza todas las mañanas,
se vea o no el sol.
A medida que experimentaba en el plano astral con las visiones e impresiones que impactaban
mis sentidos ultra-físicos, esos mismos sentidos sutiles parecían manifestarse a lo largo de
una serie de incidentes que de alguna manera me dejaban boquiabierto.
Camino al trabajo me cruzaba con unas cuantas personas, sólo que ahora las veía como
envueltas en un nimbo luminoso, en un aura. Curiosamente las auras tenían distintas
dimensiones, contexturas y un singular despliegue de matices.
Ya había leído en la obra de Leadbeater sobre el presumible significado de los colores en
el aura y en los cuerpos interiores, pero ahora que me veía cara a cara con esta realidad
escondida, y al mismo tiempo estaba obligado a superar la natural y muy humana inclinación
al miedo, miedo al hecho de que a partir de estas experiencias en el campo oculto mi vida
cambiara dramáticamente y no para bien.
Los árboles, las casas, los pájaros, los automóviles, todo, en mayor o menor medida, exhibía
ese nimbo, más o menos expresivo y colorido según se tratara de criaturas movientes o
de objetos materiales. Pero todo revelaba su condición de seres vivos, la piedra y el metal,
incluso los materiales artificiales.
Al principio me dije de iniciar mi propia investigación en este nuevo campo experimental.
Con el paso del tiempo este poder aleatorio se fue desvaneciendo, un poco porque las
experiencias controladas y guiadas por Leadbeater un día dejaron de ocupar mi tiempo
nocturno, otro tanto porque la ambición y la vida en el mundo me hicieron retirar la atención
de estas maravillosas experiencias de conciencia.
Durante todo el período iniciatorio en los misterios escatológicos del mundo astral, mis ojos
se desplegaron, los sentidos dormidos se pusieron a funcionar y la calidad de mi experiencia
vital se modificó inmensamente. De alguna manera había sido tocado por la vara de la
Fortuna y era un testigo muy implicado de los secretos de la naturaleza. No puedo menos
que dejar constancia escrita de este proceso que viví y de las consecuencias que el mismo
trajo aparejadas para mi vida integralmente considerada.
Hoy, con tantos años encima, todavía reverberan en mi mente los fenómenos caprichosos
y hasta tortuosos que contemplé y las improntas perdurables que ellos dejaron en mi alma.
De cierta forma el señor Leadbeater era consciente de lo que me estaba ocurriendo. La
noche siguiente fue él quien mencionó este ensanchamiento momentáneo de las funciones
perceptivas y dijo que era un mero anticipo de las facultades que algún día, en alguna de
mis futuras existencias, este servidor habría de adquirir, de organizar y de fijar entre sus
capacidades perceptivas y cognitivas.
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Esa noche nos trasladamos mentalmente hacia una ciudad que había visto en distintas
imágenes en el cine y en la televisión, una ciudad donde los excesos y el desenfreno reinaban
con la total aquiescencia del mundo: a la ciudad de Las Vegas.
-Quise que viera el efecto maléfico de la adicción al juego, de la ludopatía, en el reino de
la ambición y la codicia. Todo luce a lo lejos muy luminoso y deslumbrador, pero es sólo
cuestión de aproximarse suficientemente para observar la realidad desnuda de estos antros
de perdición.
La cortedad y la firmeza de las palabras de mi guía me pusieron alerta.
En un soplo estábamos mirando el interior de uno de esos grandes casinos. Todavía no había
sido ocupado en totalidad por la masa permanente de jugadores compulsivos que entran y
salen uno detrás del otro sin solución de continuidad. Pero había unos cuantos habituales,
empeñados en arriesgar su dinero en todo tipo de modalidades de juego.
-Comencemos por las máquinas tragamonedas, mi buen amigo –me dijo el señor Leadbeater.
Hacia allí nos dirigimos.
El tipo de entidad que cubría la cabeza y hasta el pecho del jugador es muy difícil de describir.
Sólo recuerdo que me pareció que esa masa gibosa y monstruosa cambiaba con los estados
de ánimo del jugador. Crecía, palpitaba, como un inmenso tumor color escarlata que se
alimentaba de la codicia, de la decepción, del apego por la experiencia de estar perdiendo
más y más dinero, por la indetenible excitación emocional que el mecanismo produce. En
todos los casos se advertía que la forma elemental obsesionaba al jugador y lo impelía a
continuar jugando, más y más dinero, más y más energía y dinero.
Observé también que aquellos jugadores que se retiraban de la sala, iban con su propio
elemental reducido a una especie de boina localizada en algún punto entre la coronilla y el
corazón, y que al salir a la calle la forma grosera volvía a palpitar al extremo de inducir al
pobre infeliz a entrar a otra sala de juego en busca de más adrenalina.
-La sensación de perder el dinero les atrae más que la contraria. Se quedan jugando
prácticamente hasta que ya no les queda nada. Sin embargo, la larva astral del vicio del juego
no se extingue tan fácilmente, especialmente porque el jugador compulsivo siempre tiene en
mente volver por la revancha.
Dirigimos luego nuestra investigación a las mesas de ruleta.
Las formas larvarias allí parecían presas de un gran histerismo, saltaban sobre la cabeza de los
jugadores, de alguna manera daba la impresión de que chillaban en el lenguaje y la sonoridad
del mundo más bajo del plano astral. Por otra parte, una especie de pajarillos rojos vibraban
y saltaban junto con la bola en la medida que eran creados por la ambición y la ansiedad de
los jugadores concentrados en torno a las mesas de juego. Era un espectáculo siniestro. Muy
difícil reducir a una definición o comparación la forma y el aspecto de esas entidades. Lo más
aproximado es llamarlas “bolas de impulsos”, bolas de energía psíquica que se alimentan del
deseo y de la codicia y que obsesionaban intensamente a sus víctimas.
En el Black Jack el tipo de entidades elementales parecía algo más perverso todavía. Algo
más perverso y si se me permite el desliz, algo más “sofisticado”. En lo que simulaba ser un
par de ojos asomaba un brillo astuto y calculador y cada vez que el jugador ganaba una suerte
cambiaban de colores, como verdaderos camaleones parasitarios.
Dibujo: Grillo
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-A menudo las formas astrales de la culpa y la auto-decepción cubren sus mentes y los fuerzan
a ir más allá: a ejercer el latrocinio a la búsqueda de más dinero para colmar el insaciable
apetito por la perdición moral. Observe el número grande de jugadores derrotados que
cargan en sus espaldas esas especies de mantarrayas negras y grises, mezcla de culpa, miedo
y decepción.
El señor Leadbeater había descripto de manera excelente la carga que portaban consigo
los perdedores: ciertamente tenía mucho de la mantarraya el elemental que se les había
pegado siniestramente, sólo que esas formas parecían inusualmente embotadas y estúpidas,
de la misma calaña que la culpa y la decepción. Y el matiz grisáceo perlaba intensamente,
imponiendo la presencia del miedo, del miedo a uno mismo tal vez, a los desastres que
uno es capaz de cometer cuando se encuentra desesperado y sin salida, en esta suerte
de enquistamientos de formas vampíricas que todos los jugadores compulsivos sufren
ignorantemente.
Vista con los ojos astrales, la ciudad de Las Vegas era realmente repugnante, una forma
nauseabunda que procuraba crecientes y terribles motivos de infelicidad a un número cada
vez mayor de no avisados seres humanos.
-Tenga presente la experiencia que acaba de vivir, por su bien y por el bien de los demás.
Cuando me desperté, estas palabras vibraron en mi mente con un tono admonitorio.
Había aprendido algo más de la terrible realidad invisible y desconocida, producida nada
más y nada menos por los continuos e indetenibles errores y vicios humanos.
¿Sería capaz de sustraerme definitivamente de todos los llamados del mundo para que
probara de sus fatuas ambrosías?
Nadie puede cantar victoria sobre ninguna materia, sobre ningún reto del astroso mundo en
ningún momento. No es posible afirmar que de esa agua uno no ha de beber.
El hombre es un retazo de sueño y el reino de las pesadillas es su corte electiva. Donde debe
existir el prodigio, él ha creado el terror.
PALABRAS DE SRI RAMAKRISHNA
“Dios puede ser realizado a través de todos los caminos. Todas las religiones son
verdaderas. Lo importante es llegar a la
azotea. Se puede llegar por una escalera de
piedra o por escaleras de madera o bambú o medidas por una cuerda. También
se puede subir por una caña de bambú”.
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Muéstrame, Espejo; Dime, Sombra
Eduardo Ciotola Mosnich
De niños, solíamos responder a los ataques verbales de alguien, con una frase que, ahora entiendo, guarda mucha Sabiduría; la frase es: “quien lo dice, lo es”. Y con eso pretendíamos zanjar
discusiones.
Pasa el tiempo y la Vida nos pone ante una la evidencia de que la frase de “los niños dicen siempre
la verdad”, es cada vez más cierta. Y lo es, porque los niños parece que custodiaran en su inocencia y transparencia, mucha Sabiduría. ¿Son sabios los niños? Sí. Y son sabios no porque “sepan
mucho”, sino porque conservan aquello que ayuda sabiamente a la Humanidad.
En sicología se usa un término para explicar lo anterior, pero en forma de un mecanismo de defensa, llamado “proyección”.
Muéstrame, Espejo
Para ponerlo en términos sencillos, la “proyección” es, como ya lo dijimos, un mecanismo de defensa por el que alguien atribuye a otras personas nada menos que sus propias virtudes o defectos.
Si hablamos de virtudes y defectos que se proyectan, entonces hablamos que las proyecciones en
sí mismas no son buenas ni malas pero pueden ser positivas o negativas.
En una proyección negativa, atribuimos a otras personas (incluso podrían ser objetos también)
afectos, emocionalidades, impulsos, paradigmas o pensamientos propios que son inaceptables
para nosotros.
En otras palabras, «proyectamos» en otros, aquello que no aceptamos como propio en vista de
que nos genera tensión, temor, angustia o ansiedad.
En cuanto a la proyección positiva se sabe que esta se da cuando el individuo “ve” o atribuye a
otra persona cualidades dignas de destacar, admirar, amar e incluso envidiar.
El momento más propicio para observar proyecciones positivas es durante los primeros momentos del proceso de enamoramiento.
Visto así, el mecanismo de proyección que alguien realice, estará íntimamente ligada de su propia
sico-estructura, del desarrollo introspectivo que tenga y especialmente de su auto-imagen y autopercepción.
Así pues, que aquello de “quien lo dice, lo es”, tiene un gran respaldo científico. A esto lo llamamos “el juego de Espejos”.
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¿Qué quiere decir esto? Que, lo que vemos en otros no es otra cosa que lo que somos nosotros,
sólo que reflejado en alguien (o algo) externo a nosotros. Normalmente una persona.
Lo que nos molesta de otros, es lo que nos molesta de nosotros; y lo que admiramos de otros, es
lo que admiramos en nosotros.
¿Porqué es importante esto? Por que cuando alguien nos lanza un comentario, alguien nos asigna
un rol de espejo y ve en nosotros, aquello que la persona es y por tanto, no tiene nada que ver con
nosotros mismos.
Entenderlo de esta manera, nos invita a discernir (alienar, dirían los logoterapeutas), ya que lo
que alguien nos dice, para bien o para mal, no es contra nosotros ni somos nosotros. Sólo dice
(bien o mal) de quien lo lanza. Solo vemos, lo que somos.
Detenernos a analizar esto, dentro de un contexto de “peregrinos espirituales”, es muy importante
para nuestro autoconocimiento y superación individual. Y podemos ver buenos e inmediatos
resultados, cuando realizamos un pequeño ejercicio como el que a continuación detallamos.
Hagamos una lista de personas representativas en nuestra vida, ya sea porque las admiramos o
porque nos generan algún tipo de repulsa.
Luego, hagamos un listado de lo que admiramos o nos atrae de esa persona o de lo que más nos
molesta y desagrada.
Leamos la lista con conciencia. Listo: eso somos nosotros.
Naturalmente que la información obtenida por sí y “per-se” no ayuda en nada, si queda sólo
como información. El valor está en lo que hacemos con ella luego de lo cual, la recomendación
cae por su propio peso, porque entonces tendremos que aceptar dicha información, comprender-
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la y actuar en consecuencia tratando tomar decisiones para superar las negatividades y reforzar
las positividades.
Para un buscador de la Luz, todo esto es una excelente ocasión para armar y construir su propia
matriz individual de fortalezas y debilidades y luego poder aprovechar las oportunidades y revertir los riesgos.
Así, el aspirante a la Metanoia encuentra en este juego de espejos, una excelente oportunidad para
ir construyendo (o rememorando) su primordial Sentido y Propósito de Vida.
Dime, Sombra
Observemos bien lo que otros nos dicen, y descubriremos que usualmente son adjetivos o decretos.
Si son adjetivos, sean buenos o no, debemos entender que lo que escuchamos no es otra cosa que
el desesperado diálogo de alguien consigo mismo.
En cambio, los decretos son órdenes las mismas que pueden ser motivadoras o paralizantes.
Puede ocurrir que contamos a alguien algo que pensamos hacer y de pronto escuchamos de nuestro interlocutor, expresiones tales como “no creo que lo hagas”, “eso ya te lo escuché antes y no
pasó nada”, “a tu edad no estás para esas cosas”, “las cosas están mal y no creo que puedas hacerlo”
o frases similares. Obviamente que estamos ante una andanada de decretos y encima, decretos
negativos o paralizantes.
Frente a esta situación, tenemos dos opciones: o nos desmotivamos y aceptamos los decretos
pesimistas o simplemente nos decimos: “Qué bien, es mi Sombra la que me habla. Lo asumiré
como un desafío.”
Cuando alguien comparte algo bueno, positivo, creativo, constructivo, trascendente y en cambio
escucha negatividades de su interlocutor, es cuando más convencidos debemos estar, de que lo
pensado por nosotros va por buen camino.
Debemos decirnos: “Ah, esto le molesta a mi Sombra, porque lo que vamos a generar es Luz.
¡Adelante! ¡Lo haré!”
Finalmente, querido lector, una condición importante detrás de todo lo que estamos proponiendo: la vigilia consciente y constante para estar advertidos por dónde debemos ir y con quiénes
debemos caminar.
Debemos decir: ¡¡¡háblame Sombra, que necesito Luz!!!
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Recortes de prensa
La meditación influye sobre el sistema nervioso
Los seres humanos conocen cada vez más de la naturaleza y de la cultura en virtud del afán
por saber e investigar sobre todos los temas a través de múltiples recursos. Y esa construcción
del conocimiento se logra de modo más eficiente cuando aun los enigmas más desafiantes
se abordan con métodos creativos, probados (o, al menos, probables) e interdisciplinarios.
Es por eso que uno de los aspectos más fascinantes de las neurociencias modernas es
su afán por construir puentes con otras disciplinas y campos del conocimiento. Esto
resulta imprescindible porque para entender el complejísimo sistema nervioso debemos
necesariamente inmiscuirnos en cada una de las conductas y abordarlas desde una mirada
amplia y libre de prejuicios.
Ejemplo de estos vastos desafíos es el gran foco que han puesto muchos laboratorios del
mundo, a lo largo de las últimas décadas, en el estudio de conductas ligadas a la espiritualidad
y la meditación, ámbitos que típicamente fueron considerados antagónicos de la ciencia. Sin
embargo, cada vez más científicos dedican sus esfuerzos a comprender cómo es que nuestro
cerebro permite comprometernos con conductas ligadas a conceptos tan abstractos.
A fines de la década del 70, fue fundada en el Centro Médico de la Universidad de
Massachussetts la Clínica de Relajación, luego devenida en la Clínica de Reducción de Estrés
basada en Mindfulness. Esta práctica es considerada una forma de meditación para algunos
y una práctica complementaria a las terapias tradicionales para otros.
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En la actualidad, el llamado mindfulness (“atención plena” o “presencia mental”, según
algunas traducciones) y otras técnicas se utilizan como ayuda en el manejo interdisciplinario
de distintas condiciones clínicas, médicas y psicológicas, incluyendo el dolor crónico, la
ansiedad y el estrés.
Ciertos estudios reconocen que durante una práctica de meditación, se evidencia un
predominio del tono parasimpático , es decir, de las estructuras de nuestro sistema nervioso
autónomo que generan los cambios fisiológicos asociados con la relajación, tales como
la disminución de la frecuencia cardíaca y la respiratoria. Para estos investigadores, la
meditación puede producir cambios también en nuestro sistema nervioso central . Se ha
visto, por ejemplo, que áreas de la corteza prefrontal, asociadas con emociones y funciones
sociales, son intensamente estimuladas con la meditación, mientras que áreas del cerebro
típicamente asociadas con el procesamiento de las emociones negativas, tales como la
amígdala, disminuyen su actividad.
Pero quizás los hallazgos más sorprendentes realizados en voluntarios que reportaban altos
niveles de espiritualidad son aquellos que muestran cambios incluso más allá del sistema
nervioso.
Por ejemplo, se ha visto un aumento en los niveles circulantes de anticuerpos, sugiriendo
que algunas prácticas de meditación sirvieron, incluso, para mejorar la función inmune.
Lo interesante también es que este tipo de resultados se observan con un buen período de
sueño continuo, demostrando que estados en los que hay cambios fisiológicos y normales de
nuestra conciencia contribuyen a la regulación de la función inmune, así como también de
la endócrina.
Estas investigaciones, lejos de demostrar el efecto irrevocable de un ejercicio en particular,
nos permiten bucear en la compleja interacción entre el cerebro y ciertas prácticas sociales
que, aunque no aparenten, también dependen de él.
Tomado de “Clarín” (Argentina), 22/7/12
Entrevista: David Jou
«Hawking y otros científicos frivolizan la religión y divinizan las leyes físicas»
Seguir el discurso de David Jou, profesor de Física de la Universidad Autónoma de Barcelona
y poeta, es apasionante, pero no resulta fácil. Convencido de que la ciencia sin espiritualidad
«no tiene sentido», su pensamiento contesta a las preguntas con una profundidad y un alarde
de conocimientos de tantas materias, desde la física cuántica y la biología a la religión, que
uno no puede más que escucharle como lo haría un alumno (y poco aventajado). Sin embargo,
este experto en termodinámica de procesos irreversibles reconoce que comenzó a interesarse
por el cerebro humano en parte «como un ejercicio de modestia». «Los físicos tenemos la
impresión de que lo sabemos casi todo del Universo y no nos damos cuenta de que dentro de
nosotros hay otro ‘universo’ mucho más complejo». De ello habló el científico el pasado jueves
en el ciclo «Los límites de la ciencia» que organiza la Fundación Banco Santander en Madrid.
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-¿En qué se parecen el cerebro y el Universo?
-Hay 100.000 millones de galaxias y 100.000 millones de neuronas. El Big Bang provocó la
gran expansión del cosmos, y en el cerebro ocurre un momento parecido durante la gestación
en el que se producen 250.000 neuronas por minuto. También hay otro aspecto que tiene que
ver con la materia oscura.
-Explíquese.
-La materia solo supone el 5% de la composición del Universo. El resto es materia y energía
oscuras, de las que sabemos muy poco. En el caso del cerebro, las neuronas son solo el 15%
del contenido del cerebro, el resto son células gliales, que intervienen en aspectos importantes
de la computación.
-¿Es el cerebro la cúspide del desarrollo del Universo?
-Para poder tener un órgano de la complejidad del cerebro se necesita un Universo de como
mínimo 11.000 millones de años luz de radio, que es algo espectacular. Esto es así porque
la vida que conocemos está formada por átomos de carbono, nitrógeno y oxígeno, que no
existían cuando el Universo tenía tres minutos.
-¿Todas estas similitudes tienen algún sentido o son una cuestión de azar?
-De azar no lo creo. Son maneras de organizar la materia bajo diversas restricciones. No diré
que sea una cosa intencionada, pero la capacidad que tiene nuestro cerebro para comprender
el Universo es de verdad sorprendente.
-Si el fruto final del cerebro es el pensamiento, ¿podemos hablar de algo parecido a nivel
cósmico?
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-No lo sé. Se puede interpretar el Universo como un gran ordenador del que podría emerger
un gran pensamiento que interaccionara con el que ha surgido en su interior. Religiosamente,
no habría problema en imaginar un pensamiento que podría ser el Logos del Evangelio de San
Juan.
-¿Qué papel juega Dios en todo esto?
-Es concebible pensar en una racionalidad de la cual vengan no tan solo las leyes físicoquímicas, sino que también dé sentido y finalidad al Universo. Hablamos de valores y del bien
y el mal.
-Algunos colegas suyos, incluido Hawking, a quien usted conoce bien, rechazan de forma
tajante la existencia de Dios.
-Admiro mucho su obra científica, pero, de cierta manera, ellos también tienen un creador
porque divinizan las leyes físicas. Por otra parte, sus conocimientos de religión son muy
escasos, la presentan como una cosa sin elucubración intelectual cuando llevamos más de
2.000 años de teología. Para ellos, que haya existido o no un concilio vaticano no tiene ninguna
importancia. Sus consideraciones sobre la religión son excesivamente frívolas.
-Combinar religión y ciencia parece resistirse a veces.
-El problema es que la ciencia va cambiando. No pretendo establecer una armonía entre ciencia
y religión, sino abrirme a las sorpresas de las posibilidades. Por otro lado, mire, la ciencia y la
tecnología nos marcan un tiempo muy acelerado. Yo creo que si estuviéramos cien años sin
investigación científica el mundo podría mejorar mucho solo administrando con justicia lo
que se ha hecho hasta ahora. Conviene también tener una visión crítica sobre la ciencia. Sin
espiritualidad, sin amor en sus términos más generales, no tiene sentido.
-¿Hasta qué punto lo que nos rodea es una creación de nuestra mente?
-Hay demasiadas coincidencias para pensar que no exista una realidad exterior, pero el
problema es hasta qué punto la podemos conocer o si al conocerla de manera limitada la
estamos creando a través de nuestra interpretación. Así, vivimos en una creación nuestra
que no es propiamente la realidad. La filosofía, la cultura, el arte y la religión juegan un papel
importante en esas interpretaciones.
-¿Podríamos nosotros crear un nuevo Universo algún día?
-Tendríamos que producir una gran concentración de energía en un determinado punto de
densidad que pondría en marcha los mecanismos de aceleración del espacio. Pero mejor no
hacerlo, porque en pocos minutos desaparecería nuestra galaxia y finalmente el Universo en
el que vivimos. Tendríamos que multiplicar por 10.000 millones la energía que ahora tenemos
en el CERN (Organización Europea para la Investigación Nuclear), lo que parece algo mucho
más allá de nuestro alcance.
-Viéndolo de forma poética, quizás Dios fue un físico que trabajaba en otro CERN en otro
Universo.
-Efectivamente. Pero si nosotros construyéramos un universo así, no sabemos de qué tipo nos
saldría, con o sin vida. Ese físico sería uno mucho más competente que nosotros.
Tomado de “ABC” (España), 9/3/13
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El viejo, el niño y el burro
Había una vez un anciano y un niño que viajaban con un burro de pueblo en pueblo. Puesto que el
asno estaba viejo, llegaron a una aldea caminando junto al animal, en vez de montarse en él. Al pasar
por la calle principal, un grupo de niños se rió de ellos, gritando:
-¡Mirad qué par de tontos! Tienen un burro y, en lugar de montarlo, van los dos andando a su lado. Por
lo menos, el viejo podría subirse al burro.
Entonces el anciano se subió al burro y prosiguieron la marcha. Llegaron a otro pueblo y, al transitar
entre las casas, algunas personas se llenaron de indignación cuando vieron al viejo sobre el burro y al
niño caminando al lado. Entonces dijeron a viva voz:
-¡Parece mentira! ¡Qué desfachatez! El viejo sentado en el burro y el pobre niño caminando.
Al salir del pueblo, el anciano y el niño intercambiaron sus puestos. Siguieron haciendo camino hasta
llegar a otra aldea. Cuando la gente los vio, exclamaron escandalizados:
-¡Esto es verdaderamente intolerable! ¿Han visto algo semejante? El muchacho montado en el burro y
el pobre anciano caminando a su lado.
-¡Qué vergüenza!
Puestas así las cosas, el viejo y el niño compartieron el burro. El fiel jumento llevaba ahora el cuerpo
de ambos sobre su lomo. Cruzaron junto a un grupo de campesinos y éstos comenzaron a vociferar:
-¡Sinvergüenzas! ¿Es que no tienen corazón? ¡Van a reventar al pobre animal!
Estando ya el burro exhausto, y siendo que aún faltaba mucho para llegar a destino, el anciano y el
niño optaron entonces por cargar al flaco burro sobre sus hombros. De este modo llegaron al siguiente
pueblo. La gente se apiñó alrededor de ellos. Entre las carcajadas, los pueblerinos se mofaban gritando:
-Nunca hemos visto gente tan boba. Tienen un burro y, en lugar de montarse sobre él, lo llevan a cuestas. ¡Esto sí que es bueno! ¡Qué par de tontos!
La gente jamás había visto algo tan ridículo y empezó a seguirlos.
Al llegar a un puente, el ruido de la multitud asustó al animal que empezó a forcejear hasta librarse de
las ataduras. Tanto hizo que rodó por el puente y cayó en el río. Cuando se repuso, nadó hasta la orilla
y fue a buscar refugio en los montes cercanos.
El molinero, triste, se dio cuenta de que, en su afán por quedar bien con todos, había actuado sin el
menor seso y, lo que es peor, había perdido a su querido burro”.
Es imposible contentar a todo el mundo. Hagas lo que hagas, siempre habrá alguien que te critique. Aprende a vivir con ello.
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Humor
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“¡Oh, no dejes morir la llama!
Custodiada generación tras
generación en oscuras cavernas
y en templos sagrados sustentada. Alimentada por sacerdotes
puros de amor, ¡no dejes morir
la llama!” (Edward Carpenter)
www.initiationis.org
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