Repaso 2016 - Esperanza y vida eterna

Anuncio
Asignatura de Repaso ca 2016:
Esperanza y Vida Eterna
PROGRAMA .................................................................................................. 3
Contextualización de la asignatura de repaso ................................................. 4
De los materiales puestos a disposición para el estudio................................... 8
Documentos de estudio personal. .................................................................. 9
1. Catecismo de la Iglesia Católica (nos 1817 al 1821): La esperanza. ......... 9
2. Joseph Pieper: Las virtudes fundamentales. Deformaciones de la
esperanza ......................................................................................... 11
3. J. J. Alviar: La muerte. La purificación ultraterrenal .............................. 20
4. Pablo Blanco Sarto: La encíclica Spe salvi ............................................ 21
5. Diccionario de San Josemaría: voces Esperanza, Escatología ................. 23
Documentos adicionales para la profundización. ........................................... 24
1. Paul O´Callaghan: La virtud de la esperanza y la ascética
cristiana en algunos escritos de San Josemaría .................................... 24
2. Card. Josehp Ratzinger: Entre muerte y resurrección............................ 25
3. D. José Luis Illanes: Cristo, esperanza del mundo. Reflexiones
sobre la Encíclica “Spe salvi” .............................................................. 27
4. ¿Qué se puede esperar de un mundo sin Dios? -vídeo- ......................... 29
Sobre los videos. ........................................................................................ 35
1. De la (des)esperanza humana a la esperanza cristiana ......................... 35
1.1.
La esperanza como dimensión humana ante la vida y la muerte. ... 35
1.2.
Esperanza humana y cristiana ...................................................... 36
2. La esperanza de Israel (Esperanza en el AT) ........................................ 38
2.1.
La esperanza del justo ................................................................. 38
2.2.
El papel de los profetas en la esperanza de Israel. ........................ 39
3. La nueva esperanza en Cristo resucitado (Esperanza en el NT) ............. 42
3.1.
La victoria de Cristo y la esperanza cristiana ................................. 42
3.2.
La esperanza en el Apocalipsis ..................................................... 44
4. La experiencia de la esperanza cristiana .............................................. 45
4.1.
La esperanza en la Liturgia cristiana ............................................. 45
4.2.
La esperanza en San Josemaría ................................................... 47
5. La retribución y la vida eterna ............................................................. 49
5.1.
La retribución cristiana ................................................................ 49
5.2.
El Cielo que esperamos ............................................................... 53
6. La vida más allá y el purgatorio........................................................... 55
6.1.
Muerte y más allá........................................................................ 55
6.2.
El purgatorio ............................................................................... 58
7. El cielo en la tierra: metamorfosis de la esperanza cristiana .................. 60
7.1.
Sucedáneos de la esperanza cristiana: las utopías políticas ............ 60
7.2.
La viejas y nuevas utopías cristianas y el milenio .......................... 62
8. Spe Salvi, de Benedicto XVI ................................................................ 67
8.1.
¿Por qué una encíclica sobre la esperanza? ................................... 67
8.2.
Los lugares de la esperanza ......................................................... 69
Bibliografía ................................................................................................. 73
PROGRAMA:
1. La dinámica de la virtud de la esperanza, pasión y virtud. La centralidad de
esta virtud en la vida cristiana. Su relación con la fe y el amor. La esperanza
como virtud teologal: el hombre espera con base en la promesa que Dios le
ha hecho por medio de Cristo.
2. La escatología cristiana otorga el contenido de la esperanza cristiana:
principalmente la vida eterna (que incluye la visión beatífica y la
bienaventuranza eterna) y la venida del Señor en la gloria al final de los
tiempos (Parusia), que incluye la resurrección final, el juicio universal y la
renovación del cosmos.
3. A pesar de las dudas que muchas personas tienen respecto a la vida
después de la muerte (Spe salvi, n. 10), es razonable esperar en Dios, quien
nos ha demostrado de ser omnipotente, bueno, misericordioso y fiel a su
palabra. Se puede plantear la verdad de la doctrina escatológica cristiana en
cuatro direcciones:
o la afirmación racional de la incorruptibilidad del alma humana;
o la coherencia antropológica de la escatología cristiana: hacia una
inmortalidad integral;
o la coherencia espiritual de la escatología cristiana: pensando a la luz de
Cristo el premio (la vida eterna) y el precio (la muerte) del cielo;
o la revelación interior de la verdad de la escatología cristiana: el actuar
del Espíritu Santo, causa y fuerza de la esperanza cristiana.
4. La esperanza humana es reflejo de la esperanza teologal y se basa en ella.
Esta esperanza se hace presente en las actividades del creyente que, unido
a Cristo, contribuyen a la edificación del Reino de Dios en la tierra,
especialmente por medio del trabajo. La virtud de la esperanza queda
enteramente purificada y realizada por medio de la muerte vivida en modo
cristiano y la purificación del purgatorio.
Contextualización de la asignatura de repaso
Recientemente se ha publicado el libro ‘Informe sobre la Esperanza. Diálogo
con el Cardenal Gerhard Ludwig Müller1’. En su introducción centra el objetivo
de la publicación: “¿Qué interrogantes se plantean nuestros
contemporáneos? ¿Qué respuesta le urgen al creyente? El hombre de
hoy no percibe su falta de fe como una tragedia pero, en cambio, sí le inquieta
profundamente la falta de esperanza y, lo que es peor, pretende sustituirla con
sucedáneos, como el optimismo. La cuestión clave es, por ello, la cuestión de la
esperanza”2.
La problemática posee un elevado tono antropológico: “El hombre vive siempre
en tensión hacia el futuro, imaginándolo, planificándolo, soñándolo…3” y, a su
vez,” el futuro es también la región de lo desconocido y, en sí mismo, contiene
también amenazas que despiertan temor4”. Esta es la razón por la cual nos
encontramos en un mundo en crisis, con un hombre en crisis (económica,
migratoria, seguridad –terrorismo-…)
"Muchos de nuestros coetáneos, educados en un mundo sin Dios desconfían en
que la historia, incluso su misma historia personal, tenga una trama, un origen
y un destino. Esta se experimenta como ráfagas inconexas, conformándose con
pequeños relatos que solo contienen esperanzas raquíticas; no contando con un
relato noble que les eleve, que dé sentido a toda su vida, que explique por qué
están aquí, para quién vivimos, por qué sufrimos... el resultado solo puede ser
una crisis de esperanza
En realidad, al rechazar la fe en Dios; al dejar de recordar su gratuidad y sus
beneficios en nuestra vida, es decir, al perder nuestra memoria fundante; al
olvidar que Él es nuestro principio y fundamento... nos hemos vuelto pequeños
dioses, rehusando profundizar en nosotros mismos para acabar redefiniendo
nuestra identidad a nuestro capricho. Esta cultura occidental que, a partir de
concepciones filosóficas y teológicas erróneas, ha tomado conciencia de no
necesitar a Dios para fundar el ser y el hombre, no solo ha perdido la fe sino la
esperanza y, con ella, la excelencia. Como D. Goldman, autor de libros como
How Civilisations die, 'la banalidad de occidente es desalentadora'.
Sin Dios, perdemos el coraje para confrontarnos con las grandes exigencias
existenciales que surgen irremediablemente en nuestra vida: la muerte, la
enfermedad, el sufrimiento, la violencia... Podremos evitarlas de mil modos,
pero en los momentos de lucidez nos descubriremos vacíos y perdidos. Sólo
mirando el rostro de Dios que se nos revela progresiva e íntimamente en Cristo
1
Card. Gerhard Ludwig Müller; Carlos Granados "Informe sobre la Esperanza", BAC
2016
El Cardenal es el actual Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. El libro
es fruto del diálogo con Carlos Granados.
2
Ibid. Presentación, pág IX
3
Ibid. pág 3
4
Ibid. pág 3
y confiando en su Providencia, recibiremos la fuerza necesaria para afrontar las
preguntas decisivas y últimas."5.
La vida humana tiene lugares donde surgen esperanzas que podemos llamar
'naturales'6: el amor (que contiene siempre una promesa de eternidad y
permite a los enamorados imaginar un futuro de nuevas posibilidades), la
paternidad (el niño que con el mismo hecho de nacer abre horizontes a los
padres y a la sociedad, prolongando su mirada hacia el porvenir)… Y también
otros ‘manufacturados’: la política, las instituciones…
Lamentablemente estos lugares, actualmente, se tambalean y la crisis de
esperanza es cada vez más profunda.
“Es la esperanza de Dios, la confianza de que la vida puede llegar a su meta y
vencer todos los temores, incluido el de la muerte: esta esperanza es como la
pepita de oro que brilla en el fondo de la batea, dando su verdadera medida a
las esperanzas cotidianas”7
"Hay aquí una gran misión para la Iglesia: mostrar que la vida de fe es
manantial de esperanza. El hombre de hoy no percibe su falta de fe como una
tragedia pero, en cambio, sí le inquieta profundamente la falta de esperanza y,
lo que es peor, pretende sustituirla con sucedáneos (...) Acudimos, a veces
hasta con un cierto sonrojo, a las obvias y absolutamente prescindibles
'dinámicas de autoayuda' (...) , maquillamos no solo nuestras caras, sino
nuestras vidas enteras; nos sumergimos una y otra vez en los mundos virtuales
de la ficción televisiva para 'vivir' historias que siempre acaban bien; nos
creemos todos y cada uno de los mensajes que nos lanzan los medios sobre las
bondades de nuestra sociedad tecnificada; damos pleno crédito a aquellos
mensajes electorales que nos prometen el paraíso en la Tierra, a cambio 'solo'
de nuestro voto (voluntad) y de nuestra renuncia a exigir a los políticos una
gestión ética del poder (conciencia). Para poder continuar siendo optimistas....
¡pagamos un alto precio!
Autocensurándonos continuamente para no ver lo negativo de la vida,
acabamos ejerciendo una gran violencia contra nosotros mismos y, al final,
contra aquellos que pretendan 'aguarnos la fiesta'. ¡Cuánto escepticismo y
cinismo provoca el tan difundido planteamiento optimista del momento actual!
¡Cuánta sinrazón esconde el planteamiento presuntamente racionalista de este
'hombre nuevo' (...)!
La razón, cuando se vive en armonía con la fe, puede reconocer 'la esperanza
que no defrauda' (Rom 5, 5). Pensemos, como afirmó Benedicto XVI en
Ratisbona el 12 de septiembre de 2006, que la gran civilización occidental nace
de la mutua interacción de cuatro movimientos perennes: el preguntarse
griego, el profetismo hebreo, la fe católica y la libertad de conciencia moderna.
Según este Papa, la única posibilidad para el hombre contemporáneo es partir
5
6
7
Ibid. pág 8
cfr Ibid. pág 4
Card. Gerhard Ludwig Müller; Carlos Granados "Informe sobre la Esperanza", BAC
2016 pág 4
de la pregunta sobre Dios y, a partir de ella, potenciar su entera capacidad
racional." 8.
"Habiendo, pues, recibido de la fe nuestra justificación, estamos
en paz con Dios, por nuestro Señor Jesucristo.
Por él hemos alcanzado, mediante la fe, la gracia en la que estamos
afianzados, y por él nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios.
Más aún, nos gloriamos hasta de las mismas tribulaciones, porque
sabemos que la tribulación produce la constancia; la constancia, la virtud
probada; la virtud probada, la esperanza.
Y la esperanza no falla, porque el amor de Dios ha sido
derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que se
nos ha dado" (Rom 5, 1-5)
Para dar, pues, adecuada respuesta a la gran misión de la Iglesia y de cada uno
de sus miembros de la que habla el Card. Gerhard L. Müller, es preciso
profundizar y fundamentar las grandes verdades sobre el hombre que Dios ha
revelado:
- creado a su imagen y semejanza.
- destinado a ser feliz en la morada que Él, Jesús, ha preparado como don
eterno ante la fidelidad del hombre.
- los caminos por los que Dios ha querido salvar al hombre.
- el sentido de la muerte, del dolor
-
la justicia y la misericordia infinita de Dios
...
Finalmente, no es posible terminar esta contextualización sin hacer
referencia a dos acontecimientos de este año 2016:
8
-
El Año Jubilar de la Misericordia proclamado por el Papa Francisco.
La esperanza cristiana tiene su piedra de toque en el amor incondicional
de Dios al hombre que quiere que todos los hombres se salven9. Este
amor de predilección divino se expresa de manera constante en su
misericordia que, de hecho, es imposible comprender "sin tener presente
su justicia"10.
-
El quinto centenario de la Reforma luterana que se celebrará el
próximo 31 de octubre en Lund (Suecia) con un acto ecuménico
presidido por el Papa Francisco, el obispo Munib A. Younan y el
reverendo Martin Junge, respectivamente Presidente y Secretario
General de la Federación Luterana Mundial.
Ibid.pág 9 - 10
cfr. CIC nº 1821: "Podemos, por tanto, esperar la gloria del cielo prometida por Dios
a los que le aman (cf Rm 8, 28-30) y hacen su voluntad (cf Mt 7, 21). En toda
circunstancia, cada uno debe esperar, con la gracia de Dios, “perseverar hasta el fin”
(cf Mt 10, 22; cf Concilio de Trento: DS 1541) y obtener el gozo del cielo, como eterna
recompensa de Dios por las obras buenas realizadas con la gracia de Cristo. En la
esperanza, la Iglesia implora que “todos los hombres [...] se salven” (1Tm 2, 4)."
10
cfr. Card. Gerhard Ludwig Müller; Carlos Granados "Informe sobre la Esperanza",
BAC 2016. Pág 223
9
Esa conmemoración, en vista del 500 aniversario de la Reforma de
Lutero, en 2017, resaltará los sólidos progresos ecuménicos entre
católicos y luteranos y los dones recíprocos surgidos del diálogo.
El acontecimiento de Lund se enmarca en el proceso de recepción del
documento de estudio ''From Conflict to Comunion'' (Del conflicto a la
comunión) publicado en 2013, que desde entonces ha sido ampliamente
distribuido entre las comunidades católicas y luteranas. El documento es
el primer intento, por ambas partes, de describir juntos a nivel
internacional la historia de la Reforma y de sus intenciones; y así,
presenta los temas de la acción de gracias, del arrepentimiento y del
compromiso de testimonio común, con el fin de expresar los dones de la
Reforma y pedir perdón por las divisiones que siguieron a las disputas
teológicas''.
Asimismo, coincide también el año 2017 con el 50 aniversario del diálogo
internacional luterano-católico, que ha dado importantes resultados
ecuménicos, entre los cuales el más significativo es la Declaración
conjunta sobre la Doctrina de la Justificación (DCDJ) que fue firmada por
la Federación Luterana Mundial y la Iglesia Católica en 1999 y acogida
por el Consejo Metodista Mundial en 2006; y que anuló disputas
centenarias entre católicos y luteranos sobre las verdades fundamentales
de la doctrina de la justificación, que estaba en el centro de la Reforma
en el siglo XVI (y que obviamente son objeto de nuestro estudio)
De los materiales puestos a disposición para el
estudio
Los materiales seleccionados para el repaso nos permitirán profundizar en el tema de
este año.
Además de esos textos, es importante consultar:
-
La Biblia, haciendo un recorrido desde el aspecto negativo de la muerte que
se palpa en el Antiguo Testamento, hasta el cambio del signo de la muerte,
operado por Cristo:
“Podríamos decir que toda la obra de Jesús ha sido una obra de
esperanza. Él ha nacido como 'la esperanza de Israel' y en su
predicación ha sembrado de esperanzas el camino de los hombres,
abriéndoles los ojos, permitiéndoles caminar, liberándolos de los
pecados que obstaculizaban su camino11”·
-
La encíclica Spe Salvi de Benedicto XVI
Un magnífico tratado sobre la esperanza y la salvación, al que se dedicará una
parte importante del estudio y las sesiones.
11
. Card. Gerhard Ludwig Müller; Carlos Granados:"Informe sobre la Esperanza", BAC
2016 pág 5
Documentos de estudio personal.
1. Catecismo de la Iglesia Católica (nos 1817 al 1821): La
esperanza.
Como siempre el CIC nos proporciona las verdades que hemos de atesorar
(si es posible incluso de memoria), y sobre las que fundamentar nuestro
apostolado.
El objeto de esta asignatura es el estudio y fundamentación teológica de
estas verdades; y de cómo la virtud de la esperanza incide en la vida
ordinaria del cristiano.
1817. La esperanza es la virtud teologal por la que aspiramos al Reino de los
cielos y a la vida eterna como felicidad nuestra, poniendo nuestra confianza en
las promesas de Cristo y apoyándonos no en nuestras fuerzas, sino en los
auxilios de la gracia del Espíritu Santo. “Mantengamos firme la confesión de la
esperanza, pues fiel es el autor de la promesa” (Hb10,23). “El Espíritu Santo
que Él derramó sobre nosotros con largueza por medio de Jesucristo nuestro
Salvador para que, justificados por su gracia, fuésemos constituidos herederos,
en esperanza, de vida eterna” (Tt 3, 6-7).
1818 La virtud de la esperanza corresponde al anhelo de felicidad puesto por
Dios en el corazón de todo hombre; asume las esperanzas que inspiran las
actividades de los hombres; las purifica para ordenarlas al Reino de los cielos;
protege del desaliento; sostiene en todo desfallecimiento; dilata el corazón en
la espera de la bienaventuranza eterna. El impulso de la esperanza preserva del
egoísmo y conduce a la dicha de la caridad.
1819 La esperanza cristiana recoge y perfecciona la esperanza del pueblo
elegido que tiene su origen y su modelo en la esperanza de Abraham en las
promesas de Dios; esperanza colmada en Isaac y purificada por la prueba del
sacrificio (cf Gn 17, 4-8; 22, 1-18). “Esperando contra toda esperanza, creyó y
fue hecho padre de muchas naciones” (Rm 4, 18).
1820 La esperanza cristiana se manifiesta desde el comienzo de la predicación
de Jesús en la proclamación de las bienaventuranzas.
Las bienaventuranzas elevan nuestra esperanza hacia el cielo como hacia la
nueva tierra prometida; trazan el camino hacia ella a través de las pruebas que
esperan a los discípulos de Jesús. Pero por los méritos de Jesucristo y de su
pasión, Dios nos guarda en “la esperanza que no falla” (Rm 5, 5). La esperanza
es “el ancla del alma”, segura y firme, que penetra... “a donde entró por
nosotros como precursor Jesús” (Hb 6, 19-20). Es también un arma que nos
protege en el combate de la salvación: “Revistamos la coraza de la fe y de la
caridad, con el yelmo de la esperanza de salvación” (1 Ts 5, 8). Nos procura el
gozo en la prueba misma: “Con la alegría de la esperanza; constantes en la
tribulación” (Rm 12, 12). Se expresa y se alimenta en la oración,
particularmente en la del Padre Nuestro, resumen de todo lo que la esperanza
nos hace desear.
1821 Podemos, por tanto, esperar la gloria del cielo prometida por Dios a los
que le aman (cf Rm 8, 28-30) y hacen su voluntad (cf Mt 7, 21). En toda
circunstancia, cada uno debe esperar, con la gracia de Dios, “perseverar hasta
el fin” (cf Mt 10, 22; cf Concilio de Trento: DS 1541) y obtener el gozo del cielo,
como eterna recompensa de Dios por las obras buenas realizadas con la gracia
de Cristo. En la esperanza, la Iglesia implora que “todos los hombres [...] se
salven” (1Tm 2, 4). Espera estar en la gloria del cielo unida a Cristo, su esposo:
«Espera, espera, que no sabes cuándo vendrá el día ni la hora. Vela con
cuidado, que todo se pasa con brevedad, aunque tu deseo hace lo cierto
dudoso, y el tiempo breve largo. Mira que mientras más peleares, más
mostrarás el amor que tienes a tu Dios y más te gozarás con tu Amado con
gozo y deleite que no puede tener fin» (Santa Teresa de
Jesús, Exclamaciones del alma a Dios, 15, 3)
2. Joseph Pieper: Las virtudes fundamentales.
Deformaciones de la esperanza
La investigación y exposiciones filosóficas de Pieper se han dirigido
sobre todo a la fundamentación de la antropología. Después de
darse a conocer con su tesis doctoral sobre S. Tomás de
Aquino (1928-29), se interesó particularmente por la sociología, y
después por la ética. El método fenomenológico y la
metafísica confluyen en él para estudiar sólidamente la estructura
humana, llena de sentido ontológico y abierta a valores auténticos,
con análisis profundos y juicios estimulantes. La ontología se integra
en Pieper con la historia y la escatología, abarcando el arco completo
de la existencia humana. Así pone de relieve los valores perennes de
la filosofía, que, como la tomista, no conoce el desgaste del tiempo
ni ignora la novedad de la historia.
Para comprender por qué usaremos estos textos, se puede acudir al libro
"Una filosofía de la esperanza: Josef Pieper" (Bernard N. Schumacher)12
"La temática de la esperanza humana ha sido sometida a un duro examen
hacia el final del pasado milenio, marcado por cierto pesimismo y
acompañado de una creciente incertidumbre en cuanto al por-venir del
curso de la humanidad y de la persona (...) la Señora Esperanza había
conocido cierto éxito revistiendo el hábito del optimismo de los filósofos del
progreso de los s. XVIII y XIX. Había sido comprendida sobre todo como el
principio motor del dinamismo histórico de la humanidad en camino a lo
que Kant denomina la 'comunidad ética' o, más tarde, hacia lo que Bloch
llama 'la nueva Jerusalén'. Esta esperanza (...) cedió el paso desde el s. XIX
a la ascensión del nihilismo expresado por Nietzsche, y más tarde por la
corriente existencialista nihilista contemporánea. La esperanza ha sido
tratada como una ilusión, un vicio, un regalo envenenado, una maldición
que los dioses habrían infligido al hombre. Se la describió como una
promesa imposible de cumplir, una bella idea sin realidad concreta, una
locura, un consuelo, incluso el más grande de los enemigos, el peor de los
males.
(...)
Paralelamente (...) se constata una reacción que defiende la primacía de la
esperanza, la cual tiene un puesto clave en este fin de milenio. No
solamente es abordada bajo el aspecto de su relación con el proceso
histórico de la especie humana, focalizando la atención sobre su término
último como lo hicieron los filósofos del progreso, sino también desde el
punto de vista del individuo humano concreto en relación con su por-venir
de posibilidades, objeto de análisis de los antiguos. En efecto, la mayoría
de los filósofos contemporáneos de la esperanza mantienen que el
acto de la esperanza y su objeto no sólo son personales, sino
también comunitarios.
Sin embargo, la esperanza no constituye un tema de reflexión propio
únicamente de la modernidad, sino que ha sido objeto de numerosas
12
Bernard N. Schumacher. "Una filosofía de la esperanza: Josef Pieper" EUNSA 2005
investigaciones a lo largo de la historia occidental de la humanidad. Ya los
griegos proponen diversos ensayos de definición según los períodos
históricos, distinguiéndola, por ejemplo, de la expectación y del
deseo y añadiéndole la dimensión de la confianza. Los Padres y los
escolásticos la abordan más bien desde el punto de vista teológico,
aunque también algunos la analizan como una pasión-esperanza. A
pesar del hecho de que Descartes, Spinoza, Leibniz, Hobbes y Locke le
consagran poca atención, se la vuelve a encontrar, no obstante, en el
pensamiento moderno en los escritos de Kant, para quien constituye una de
las cuatro cuestiones principales a las cuales el filósofo debe responder, así
como también en los de Hume, Mill o Kierkegaard.
Bloch tiene razón, al menos en parte, al sostener que la esperanza estaba
'tan inexplorada como la Antártida' antes de que él publicase, en 1956, su
Principio Esperanza. En efecto, la esperanza jamás ha sido un tema
dominante en la historia de la filosofía; generalmente ha sido tratada,
cuando fue el caso, 'de pasada', como aún hoy ocurre con la mayor parte
de los filósofos. Dada la urgencia de la situación histórica contemporánea,
que demasiado a menudo ha conducido a la desesperación, es
sorprendente que semejante tema no haya sido objeto de una
mayor reflexión por parte de la 'corporación' filosófica, que con
frecuencia y demasiado fácilmente la ha relegado al dominio de la
sociología, de la psicología o de la teología. Además, la esperanza
es filosóficamente significante por el hecho de consistir en una
actitud fundamental y central del ser humano; ella constituye el
principal motor del hombre histórico-temporal 'en camino'. Un ser
humano sin esperanza es, en efecto, un muerto viviente, una
absurdidad psicológica y metafísica."13
"Pieper ha contribuido a hacer redescubrir con Marcel y Bloch el
fundamento ontológico de la esperanza humana: el del no-seraún, que viene acompañado de una visión escatológica que expresa
la estructura interna de la naturaleza humana, tendente hacia un
por-venir. Así, en cierto sentido, su trabajo es pionero entre los filósofos
de la esperanza del s. XX en el redescubrimiento no sólo de la importancia
del concepto ontológico del hombre 'en camino' (...) para llegar a una
comprehensión de la esperanza, sino también del análisis de esta última.
(...)
Así, es falso históricamente pretender que sólo Bloch y Marcel revalorizaron
la esperanza como problema filosófico o aun sostener que el problema
filosófico de la esperanza no haya sido analizado hasta el momento, como
asegura presuntuosamente Bloch (...) ignorando todas las filosofías de la
esperanza abiertas a una trascendencia con trascendencia. No obstante,
conviene subrayar que Pieper, estimulado por Marcel y provocado por
Bloch, completa y profundiza su filosofía de la esperanza únicamente
después de la segunda guerra mundial, entrando en una fructuosa
discusión con los filósofos contemporáneos de la esperanza y el absurdo."14
13
Bernard N. Schumacher. "Una filosofía de la esperanza: Josef Pieper" EUNSA 2005
Pág. 9-13
14
Ibib. Pág 15
"El itinerario que Pieper realiza (...) tiene su punto de partida (...)
en su concepción del lenguaje y, más particularmente, del lenguaje
común o no especializado del hombre de la calle como portador de
un mensaje concerniente a la naturaleza de la realidad. Sigue tanto a
Platón como a Aristóteles, Agustín, Tomás de Aquino, Kierkegaard y
Newman, los cuales enseñan el recurso de la lengua viviente para
aprehender la esencia de lo real. Sin tal orientación, sin esta apertura a lo
real, el pensamiento se tornaría, según Pieper, 'descomprometido (...) sin
fondo y extraño".
(...)
Pieper no se detiene demasiado a enumerar y discutir" -para dar
comienzo a su estudio- "los rasgos característicos de la esperanza
humana. Se contenta con cifrar seis, que aborda además muy
rápidamente (...).
"La esperanza está acompañada (1) por un mínimo de certeza y de
seguridad con respecto a la posible posesión de la cosa esperada hacia la
cual el sujeto tiende. Si esto faltase ya no se hablaría de esperanza, sino de
simple deseo. El objeto esperado es (2) un bien, comprendido no
bajo su aspecto moral, sino ontológico. Debe ser, desde cierto punto
de vista, bueno, apetecible para el sujeto. Para que se pueda hablar de
esperanza, es necesario que haya una inclinación, un deseo del sujeto hacia
un objeto bajo la relación de bien. El objeto esperado es (3) arduo. No
se espera un objeto cuya posesión no requiere ningún esfuerzo por parte
del sujeto. Esto vale tanto para lo que el sujeto puede actualizar mediante
sus propias fuerzas, como para lo que no depende de él y que le es
ofrecido. Lo arduo de esto último se concreta también en la
dificultad que el individuo puede experimentar al recibir
gratuitamente un bien, requiriendo, por ejemplo, un acto de
humildad. Por el contrario, la cosa que puede ser poseída por un simple
acto de voluntad no constituye el objeto de la esperanza. Éste no es (4)
algo que se realice necesariamente. Escapa a toda programación.
No se puede esperar propiamente hablando que caiga la noche o que nazca
el día, puesto que son acontecimientos que suceden naturalmente, excepto
por supuesto si algo viniese a obstaculizar esta alternancia normal, lo cual
jamás ha ocurrido. Se conoce o se aguarda alguna cosa de la cual se está
absolutamente seguro que se realizará en el futuro, pero no se la espera.
Su objeto (5) escapa a la disposición de quien espera. En el lenguaje
corriente nadie habla de esperanza con respecto a lo que él mismo puede
realmente producir, es decir, de lo que está seguro de poder hacer. La
realización del objeto esperado está sujeta siempre a cierta incertidumbre,
producto de parámetros independientes del sujeto que espera, viniendo a
añadirse a su saber-hacer. Quien está seguro, por ejemplo, de poder
reparar un objeto dañado, no afirma que espera poder repararlo. Desde el
momento en que se añada el parámetro de una certeza absoluta, la
esperanza desaparece. Todo acto de esperanza conlleva cierta falta
de control por parte del sujeto que espera. El objeto de la pasiónesperanza actualizable por los medios humanos se caracteriza también por
esta indisponibilidad, ciertamente en menor grado, que el bien de la pasiónesperanza o de la esperanza fundamental alzada en razón del poder de
otro. El último rasgo (6) de la esperanza consiste en la
expectación, la cual puede tener por objeto un bien o un mal. La
esperanza, sin embargo, se orienta siempre hacia un bien para el
sujeto que espera (sub ratione boni), lo contrario es objeto de
temor."15
Se presentan diversos textos del libro de J. Pieper "Las virtudes
fundamentales"16, sobre la esperanza y sus deformaciones (la
desesperación y la presunción).
15
Bernard N. Schumacher. "Una filosofía de la esperanza: Josef Pieper" EUNSA 2005
Pág. 67-69
16
Josef Pieper. "Las virtudes fundamentales". RIALP 2003 (8ª edición)
Piepper, 208
Una muerte sin esperanza es, indudablemente, cosa más terrible y difícil que un
morir con la esperanza en la vida eterna. Pero no vayamos a caer por ello en el
absurdo de pensar que sea también más valiente el dirigirse a la muerte sin
esperanza —consecuencia nihilista ésta a la que difícilmente sabrá escapar el
que tenga por norma defender que lo arduo es el bien—. No es, como dice
Agustín la herida lo que hace al mártir, sino la conformidad de su acción a la
verdad. No es lo «fácil» ni lo «difícil» lo que decide, sino la manera que tiene
de estar constituida la verdad de las cosas. Lo decisivo es que es verdad que
hay vida eterna. Y la «rectitud» de la esperanza consiste en ser una virtud que
«responde» a esta realidad. Por otra parte, no debe olvidarse que el momento
en que atraviesa la esperanza por la más despiadada y desenmascaradora de
las pruebas es aquel en que se ve forzada a afrontar la situación del martirio.
Una cosa es decir y pensar que se vive en la esperanza de la vida eterna, y otra
esperar realmente en esa vida. Qué sea propiamente la esperanza, es algo que
nadie alcanzará a saber con la hondura con que lo experimenta el que ha de
acreditarla en el caso de más extrema gravedad que pueda incumbir a la
fortaleza. A nadie como a ese hombre podrá revelársele con tan sobrecogedora
evidencia que es un don esperar en la vida eterna, y que, en verdad, sin este
don no se da la fortaleza cristiana.
Pieper 369
La vida sobrenatural en el hombre tiene tres fuentes: en la fe se nos presenta
la realidad de Dios, que está más allá de todo conocimiento natural, «no sólo
del hombre, sino también de los ángeles» La caridad se vincula al Sumo Bien,
revelado de un modo confuso en la fe. La esperanza es la espera tensa y
confiada en la eterna bienaventuranza de la participación completa e intuitiva
en la vida trinitaria de Dios; la esperanza espera la vida eterna, que es Dios
mismo, de la propia mano de Dios, sperat Deum a Deo. La concreta y efectiva
relación mutua de estas tres cosas —fe, esperanza y caridad— se puede
expresar, en resumen, en tres tesis: Primera. La fe, la esperanza y la caridad se
infunden a la naturaleza humana como hábitos (habitus) sobrenaturales, las
tres al mismo tiempo y simultáneamente con la realidad de la gracia, el único
fundamento entitativo de toda vida sobrenatural. Segunda. En el orden de la
formación actual de estos modos de ser sobrenaturales la fe es anterior a la
esperanza y a la caridad, y la esperanza es anterior a la caridad. Y, por el
contrario, en el desorden culpable de la disolución se pierde primero la caridad,
después la esperanza, por último la fe. En la jerarquía, según su perfección, la
caridad tiene el primer lugar, la fe el último y la esperanza el lugar intermedio
Pieper, 375s
La esperanza natural surge de la energía juvenil del hombre y se agota con ella.
«La juventud es causa de la esperanza. Pues la juventud tiene mucho futuro y
poco pasado» . Y así, al ir declinando la vida, se va cansando sobre todo la
esperanza, el «aún no» se convierte en lo que ha sido y la vejez se vuelve, en
el recuerdo, hacia el «ya no» en lugar de dirigirse al «aún no». Sin embargo, en
la esperanza sobrenatural ocurre lo contrario: no sólo no está ligada a la
juventud natural, sino que fundamenta una juventud mucho más esencial.
Otorga al hombre un «aún no» que triunfa completamente sobre el declinar de
las energías naturales de la esperanza y no queda afectado por éste. Da al
hombre «tanto futuro» que el pasado de la más larga y rica vida aparece, por el
contrario, como «poco pasado». La virtud teologal de la esperanza es la fuerza
del anhelo hacia un «aún no» que se dilata tanto más inconmensurablemente
cuanto más cerca estamos de él. La fuerza tensa de la esperanza sobrenatural
se derrama e irradia también sobre las energías remozadas de la esperanza
natural. En innumerables vidas de santos resplandece este hecho
verdaderamente sorprendente. Lo curioso es la poca frecuencia con que parece
notarse la arrebatadora juventud de nuestros grandes santos, sobre todo los
que actúan en el mundo, los constructores, «fundadores». Apenas hay nada
que hable más alto que la juventud del santo en favor del hecho, que concierne
de un modo especial al hombre de nuestros días, de que, en el sentido más
literal de las palabras, nada asegura y produce tanta «eterna juventud» como
la virtud teologal de la esperanza. Sólo ella puede comunicar para siempre al
hombre esa tensión, suelta y tirante al mismo tiempo, esa elasticidad y ligereza,
esa frescura propia de un corazón fuerte, esa alegría elástica, esa
despreocupada valentía confiada, que caracterizan y distinguen al hombre
joven y lo hacen tan amable. No se piense que al decir esto se hace una simple
concesión al «espíritu de la época». Hay una frase de San Agustín que dice:
«Dios es más joven que todos». La juventud que la esperanza sobrenatural da
al hombre afecta al ser humano de una forma mucho más profunda que la
juventud natural. La juventud fundada en lo sobrenatural, pero que repercute
muy visiblemente en lo natural del cristiano que espera, vive de una raíz
soterrada en una zona del ser humano a la que no alcanzan las fuerzas de la
esperanza natural. Pues la juventud sobrenatural deriva de la participación en la
vida divina, que nos es más íntima y próxima que nosotros mismos. Por eso la
juventud del hombre que tiende hacia la vida eterna es esencialmente
indestructible. Es inaccesible a la vejez y a la desilusión; triunfa precisamente
del declinar de la juventud natural y de las tentaciones de la desesperación.
Dice San Pablo: «Mientras nuestro hombre exterior se corrompe, nuestro
hombre interior se renueva de día en día». Pero no hay en las Sagradas
Escrituras y en el lenguaje humano en general una frase en que resuene tan
triunfalmente, a través de las lágrimas, la juventud firme, frente a cualquier
clase de aniquilamiento, del hombre que espera, como la afirmación de Job:
«Aunque me quitase la vida esperaré en él».
Pieper, Deformaciones de la esperanza
Hay dos formas de falta de esperanza. Una es la desesperación, otra la
praesumptio. Praesumptio se traduce usualmente por «presunción» (…)
Con la desesperación, igualmente que con la presunción, se petrifica y congela
lo propiamente humano, que sólo la esperanza puede mantener en fluidez viva.
Ambas formas de falta de esperanza son, en sentido auténtico, no humanas y
mortales. «Estas dos cosas producen la muerte en el alma: la desesperación y
la esperanza pervertida», dice San Agustín. Y San Ambrosio: «No parece ser
hombre en absoluto quien no espera en Dios».
Cuando hablamos hoy día de la desesperación pensamos la mayoría de las
veces en un estado anímico en que se «recae», casi contra la propia voluntad.
Pero aquí entendemos por desesperación una decisión voluntaria. No un temple
de ánimo, sino un acto espiritual. Por tanto, no es algo en que se recae, sino
algo que el hombre pone. La desesperación de que se trata aquí es pecado. Y
precisamente un pecado que se caracteriza por tener una especial eficacia y
una acrecentada actividad para el mal.
La esperanza y la desesperación pueden poseer, según los casos, diversos
grados de profundidad. Por encima de una esperanza que tiene sus raíces en el
ser más profundo del alma puede haber, más cerca de la superficie, por así
decirlo, desesperaciones de diversas clases, pero que no afectan a la esperanza
más profunda ni tienen importancia definitiva. Y por otra parte, un hombre
desesperado en su fondo más último puede mostrarse completamente
«optimista» —para otros y para sí mismo— en los penúltimos dominios del ser;
por ejemplo, en el campo de la naturaleza y de la cultura, si sabe cerrar
herméticamente la cámara más íntima de la desesperación de modo que no
pueda salir ningún quejido. (Y es sintomático el hecho de que el hombre
mundano de nuestra época haya logrado en esto una verdadera virtuosidad).
En la desesperación se pone de manifiesto de forma especialmente patente la
esencia del pecado, que es contradecir a la realidad. Pues la desesperación es
la negación del camino a la plenitud, ante aquello que es precisamente «el
camino», sin más, hacia la vida eterna.
El principio y raíz de la desesperación es la «acedía», la «pereza». (…) Además
de la desesperación, la «acedia» engendra, en primer término, una vagabunda
inquietud del espíritu, la evagatio mentis: Ningún hombre puede mantenerse en
la tristeza; y como es precisamente su mismo ser auténtico lo que produce
tristeza en el hombre que cae en la «acedia», resulta que este hombre se
esfuerza en evadirse del reposo en el centro auténtico de su esencia. La
evagatio mentis se revela a su vez en la abundancia de palabras de la
conversación (verbositas), en la insaciabilidad del afán de novedades
(curiositas), en el desenfreno sin respetos con que «saliendo de la mansión del
espíritu se dispersa en diversas cosas» (importunitas), en la interna falta de
sosiego (inquietudo), en la inestabilidad de lugar y decisión (instabilitas loci vel
propositi). Una observación incidental: todos estos conceptos, relacionados con
la «vagabunda inquietud del espíritu», se repiten en el análisis heideggeriano
de la «existencia humana cotidiana», el cual, ciertamente, no llega a calar en la
significación religiosa de la «acedia»: «Huida de la existencia humana de sí
misma», «charlatanería», «curiosidad» como estar ocupado en las
«posibilidades de entregarse al mundo», «no parar», «dispersión», «falta de
reposo». A la evagatio mentis y a la desesperación sigue la tercera hija de la
«acedia», la embotada indiferencia (torpor) ante todo lo que en verdad es
necesario para la salvación del hombre; esa indiferencia está unida, por una
interna necesidad, a la triste e indolente negación del «hombre superior». La
cuarta hija es la poquedad de ánimo (pusillanimitas), ante todo, en cuanto a las
posibilidades místicas del hombre. En quinto lugar, la irritada oposición a todo
aquello cuyo oficio es cuidar de que la verdadera y divina mismidad del hombre
no caiga en el olvido, en el enajenamiento. Y, finalmente, la auténtica maldad
(malitia), nacida del odio contra lo divino que hay en el hombre, la consciente e
interna elección del mal en cuanto tal.
El núcleo y la esencia, por tanto, de la presunción es, como dice San Agustín,
una perversa securitas, la ilusión de una seguridad antinatural.
Con el pecado de la presunción se trastorna el deseo de seguridad de la
criatura al sobrepasar los límites de lo que es adecuado a la realidad Es
importante tener presente esta propiedad de la presunción.
La esperanza no sólo presupone la grandeza de ánimo, sino también la
humildad. San Agustín, en su Comentario a los Salmos, dice que sólo al humilde
le es dado esperar. La desesperación y la presunción cierran el camino a una
auténtica oración. Pues la oración no es otra cosa —en su forma primaria de la
súplica— que el lenguaje de la esperanza.
No se puede suprimir totalmente la inseguridad de la existencia humana. Pero
se puede «dominar» mediante la esperanza y sólo mediante ella.
3. J. J. Alviar: La muerte. La purificación ultraterrenal
D. J. José Alviar (Manila, 1955) es profesor de Teología Dogmática
en la Facultad de Teología de la UNAV.
o B. S. Chemical Engineering, De La Salle University (Manila), 1978
o Baccalaureate in Theology - University of Navarra (Pamplona),
1985
o Doctorate en Theology (premio extraordinario) - University of
Navarra, 1989
Ha dedicado preferentemente su docencia e investigación a las
cuestiones que la escatología cristiana se ha planteado durante los
últimos decenios.
Fruto de los estudios del profesor Alviar es el libro Escatología. Balance y
perspectivas (Ediciones Cristiandad, Madrid 2001). Ofrece una síntesis
razonada de la actual reflexión escatológica de la Iglesia en sus autores
más representativos, situando con acierto los temas que ahora deben
ocupar al teólogo.
Como material de repaso estudiaremos los capítulos 11 a 13 de dicho libro.
La vida eterna, incoada en este mundo, es la gran esperanza que sostiene
nuestras pequeñas esperanzas, condicionadas a la vida cotidiana y terrenal.
La certeza de que todos tenemos que morir, de que este mundo es
finito, y de que sus justicia es siempre imperfecta, nos conduce a
una sabiduría muy profunda.
Reflexionar acerca de la muerte, el juicio particular, la purificación
ultraterrenal y el moderno debate en torno a la escatología intermedia,
comenzado a principios del s. XX, ayudará a profundizar en la esperanza
cristiana y en la manera con la que la persona afronta su vida cotidiana.
El tema, con la proximidad de la celebración de los 500 años de la reforma
luterana y la 'problemática' sobre la justificación, es de gran actualidad,
teniendo en cuenta el próximo viaje del Papa Francisco a Lund
(Suecia) para participar en una ceremonia ecuménica. En este contexto es
importante “el documento de estudio ‘Del conflicto a la comunión:
conmemoración común luterano-católica de la Reforma en 2017’. Ese texto
"presenta los temas del rendimiento de gracia, del arrepentimiento y del
compromiso al testimonio común, a fin de explicar los dones de la Reforma
y pedir perdón por las divisiones que siguieron a las disputas teológicas”17.
Esta temática está ligada a uno de los documentos adicionales que se
adjuntan para la profundización (Card. Josehp Ratzinger: Entre muerte y
resurrección (Una aclaración de la Congregación de la Fe a cuestiones de
escatología)).
Leer documento:
La muerte-La purificación ultraterrenal JJ Alviar
17
cfr. Comunicado conjunto Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los
Cristianos (PCPUC) y la Federación Luterana Mundial (LFW), http://visnewses.blogspot.com.es/2016/01/conmemoracion-conjunta-de-la-reforma.html
4. Pablo Blanco Sarto: La encíclica Spe salvi18
D. Pablo Blanco Sarto (Zaragoza, 1964)
o Filólogo hispanista (especialidad literaria) UNAV 1988
o Doctor en Filosofía PUSC 1987
o Doctor en Teología dogmática UNAV 2005
o Profesor agregado del Departamento de teología dogmática UNAV
en las áreas de ecumenismo, teología sacramentaria y doctrina del
concilio Vaticano II.
Especialista en la vida y en la Teología fundamental y de las
religiones del Cardenal J. Ratzinger.
Un estudio breve y científico de la encíclica Spe salvi de Benedicto XVI, y
que debe servirnos de referencia.
La esperanza es un tema del Ratzinger teólogo19 , quien señalaba
hace años que «la Iglesia debe encontrar el lenguaje apropiado para un
mensaje permanentemente válido: la vida es algo extremadamente
serio, y hemos de estar atentos para no rechazar la oferta de vida
eterna –de eterna amistad con Cristo–, que se le hace a cada
uno»20.
En la introducción del artículo, el prof. Pablo Blanco concluye: "Se aprecia
por tanto un intenso tono ecuménico, por ejemplo cuando alude a la
doctrina sobre el purgatorio (cf. n. 48). A la vez, el Papa alemán propone
un diálogo crítico con la modernidad en torno al tema de la esperanza. El
que ha sido como prefecto el «guardián de la fe» es también ahora
el Papa del amor y la esperanza".
La lectura de este artículo nos proporciona una guía para la lectura de la
encíclica ‘Spe salvi’; así como los documentos adicionales que se adjuntan
para la profundización:
- Cristo, esperanza del mundo
Bibliografía: J.L. Illanes, Cristo, esperanza del mundo. Reflexiones
sobre la encíclica Spe salvi, Rialp 2011, 112 págs.
Leer documento:
Cristo esperanza del mundo-Reflexiones sobre Spe Salvi- JL Illanes
En la página 27: Introducción al documento
18
Artículo Publicado en Palabra nº 530 (2008/1) Págs 66-70
19
Joseph Benedicto XVI Ratzinger
•
•
•
•
•
1970: Conversaciones radiofónicas con el título “Fe y futuro”
1973: homilías publicadas con el título “La esperanza del grano de mostaza”
1977: Joseph Benedicto XVI Ratzinger . "Escatología". HERDER, 2009
1989: Volúmenes de homilías “Mirar a Cristo” (1989)
1997: volúmenes de homilías “Imágenes de esperanza”
20
Joseph Benedicto XVI Ratzinger ; Vittorio Messori "Informe sobre la fe", BAC, Madrid
200512, 159-160.
-
-
La esperanza, ancla y estrella
Bibliografía: J. Granados-J. Noriega, La esperanza, ancla y
estrella. En torno a la encíclica Spe salvi, Monte Carmelo 2009,
238 págs.
¿Qué se puede esperar de un mundo sin Dios?
José María Torralba. Hablar de Dios en la cultura postmoderna.
C.U. Villanueva. © Fundación Casatejada 2013
Vídeo
En la página 29: Introducción al vídeo
5. Diccionario de San Josemaría: voces Esperanza,
Escatología
Dentro de la Teología Espiritual contemporánea la referencia a
nuestro Padre es obligada.
La puesta en valor y el desarrollo de su predicación y de su exposición
doctrinal es una herencia que hemos recibido, no sólo para nuestra propia
vida sino para el inmenso apostolado que hemos de realizar.
Leer documento:
Diccionario de San Josemaría voces Esperanza y Escatología
Documentos adicionales para la profundización.
1. Paul O´Callaghan: La virtud de la esperanza y la ascética
cristiana en algunos escritos de San Josemaría21
Fr. Paul O'Callaghan (Dublin, 1956) Director del Departamento de
Dogmática de la Universidad Pontificia de la Santa Cruz (PUSC).
o Electronics Engineer (B.E., M.Eng.Sc.) from University College
Dublin (1979)
o Licence and Doctorate in Theology from the University of
Navarre (1987)
o Profesor de Antropología Teológica en PUSC
Sus intereses académicos son: la antropología, la escatología, la
teología de la creación, el diálogo ecuménico Católico-Luterano,
relaciones entre la filosofía y la teología.
En este artículo Paul O'Callaghan parte de una afirmación de San
Josemaría, en los principios de su labor sacerdotal: «Espéralo todo de
Jesús: tú no tienes nada, no vales nada, no puedes nada. —Él
obrará, si en Él te abandonas»22. Esta convicción permaneció intacta e
incluso creció a lo largo de su vida como se obserba en su homilía "La
esperanza del cristiano"23, donde encontramos estas dos consideraciones
significativas:
- una autobiográfica: aquellas palabras habían sido escritas "con un
convencimiento que se acrecentaba de día en día (...) Ha pasado un
tiempo, y aquella convicción mía se ha hecho aún más robusta, más
honda"24
-
otra apostólica y eclesial: "He visto, en muchas vidas, que la
esperanza en Dios enciende maravillosas hogueras de amor, con un
fuego que mantiene palpitante el corazón, sin desánimos, sin
decaimientos, aunque a lo largo del camino se sufra, y a veces se
sufra de veras"25
Por tanto, la de san Josemaría Escrivá es una reflexión de fe a partir de
una experiencia cristiana plenamente integrada en la realidad
humana: que se manifiesta en las concretas situaciones humanas de cada
momento histórico como una disposición estable a la lucha para superar los
obstáculos, tanto interiores como exteriores, tanto personales como
colectivos.
Documento: La virtud de la esperanza y la ascética cristiana en
algunos escritos de San Josemaría
21
Publicado en Romana 2007 y en www.opusdei.es (17.05.2007)
JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Consideraciones espirituales, Cuenca 1934, p. 67. Esta
colección fue posteriormente ampliada, y en 1939 se publicó con otro título: Camino. El
punto citado de Consideraciones espirituales corresponde al n. 731 de Camino
23
JOSEMARÍA ESCRIVÁ, La esperanza del cristiano (8-VI-1968), en "Amigos de Dios",
Madrid 1996, nn. 205-221.
24
Ibid. nº 205
25
Ibid. nº 205
22
2. Card. Josehp Ratzinger: Entre muerte y resurrección (Una
aclaración de la Congregación para la Doctrina de la Fe a
cuestiones de escatología)
El documento es una aclaración a la "Carta referente a algunas
cuestiones de escatología" del 17 de mayo de 1979 de la
Congregación para la doctrina de la Fe, con aprobación papal, y
dirigida a las Conferencias Episcopales. El documento plantea que la Iglesia
está hoy ante una doble necesidad:
- asegurar la plena fidelidad respecto a las verdades
fundamentales de la fe.
-
la urgente tarea de la interpretación, en el cambio espiritual de
esta época, a fin de que también hoy la fe sea comunicable.
"Interpretación y fidelidad pueden mantener entre sí una cierta relación de
tensión, pero justamente por ello está referidas la una a la otra de forma
indisoluble: solo quien hace de nuevo accesible la verdad, la transmite
fácticamente, permanece fiel a ella; pero igualmente solo quien permanece
fiel a ella la interpreta correctamente. Una interpretación que no es fiel
no es exposición sino falsificación. De ahí que la insistencia en la
fidelidad no sea ninguna renuncia a la interpretación, ninguna incitación a
la 'estéril repetición de viejas fórmulas' (como tontamente se insinuara
desde diversas partes en la disputa en torno a Küng), sino muy por el
contrario la más decisiva aspiración a la correcta interpretación."
La carta citada se refiere al artículo de fe "que afecta a la
esperanza en la vida eterna, y dice al respecto: "Si a los cristianos
no se les define con seguridad cuál es el contenido de la expresión
'vida eterna', se desvanecen las promesas del Evangelio y la
importancia de la creación y la redención, e incluso a la vida
terrenal se le roba toda esperanza (cfr. Heb 11, 1)"
Nos encontramos, pues, en la discusión -comenzada en las primeras
décadas del s. XX- de la Escatología intermedia. "La Congregación pone
de manifiesto cómo las cuestiones disputadas teológicas son hoy
abiertamente divulgadas, sin que puedan prever su objeto ni su peso la
mayor parte de los creyentes. 'Así se discuten de hecho la existencia del
alma y la importancia de la vida tras la muerte, y se pregunta qué ocurre
entre la muerte de Cristo y la resurrección general. Con todo esto, los
creyentes quedan confusos porque ya no encuentra su habitual
manera de hablar y los conceptos que les son familiares'.
Y más adelante, "Puesto que las 'verdades de fe fundamentales' pertenecen
a todos los creyentes, y son efectivamente el contenido concreto de la
unidad de la Iglesia, por esto precisamente no puede el lenguaje
fundamental de la fe ser un lenguaje de especialistas, y en
consecuencia el lenguaje como portador de la unidad no es
caprichosamente manipulable. La teología como ciencia necesita del
lenguaje especializado; como interpretación intentará traducir siempre de
nuevo los contenidos transmitidos. pero lo uno y lo otro están referidos al
lenguaje fundamental de la fe, que solo puede desarrollarse
comunitariamente en la tranquila continuidad de la Iglesia orante, pero que
no soporta cortes abruptos. El escrito romano subraya mucho la no
contradicción, sino la complementariedad de ambas tareas: por
una parte, la teología debe investigar, discutir, experimentar; por
otra parte, ella no puede darse a sí misma su objeto, sino estar
siempre referida a la 'esencia de la fe', que es una fe de la iglesia:
penetrar esta esencia, desarrollarla, pero no cambiarla o
sustituirla, es la tarea de la Iglesia, que de este modo está
auténtica y suficientemente llena de aspiraciones".
Con estas consideraciones metodológicas desarrolla el texto romano su
contenido, que esencialmente puede resumirse en dos puntos:
1. La resurrección de los muertos que nosotros confesamos
en el credo abarca a todos los hombres; no es 'para los
elegidos nada más que la extensión de la resurrección de Cristo a
todos los hombres"
2. Respecto al estado intermedio 'entre' muerte y
resurrección, "la iglesia asegura la continuidad y la
existencia autónoma del elemento espiritual en el hombre
tras la muerte", "existiendo con conciencia y voluntad, de
forma que el 'yo del hombre' continúa. Para caracterizar este
elemento, la iglesia utiliza la expresión 'alma'". La carta romana
sabe por tanto que esta palabra 'alma' tiene en la Biblia diferentes
significaciones, pero asegura "que no hay ningún fundamento
sólido para prescindir de esta palabra, viendo en ella por el
contrario el instrumento verbalmente necesario para asegurar la
fe de la iglesia" A la palabra 'alma' como portadora de un aspecto
fundamental de la esperanza cristiana se la considera por tanto
aquí como un lenguaje básico de la fe anclado en la oración de la
iglesia, irrenunciable para la comunión en la realidad creída y por
ende tampoco simplemente a disposición del teólogo.
A partir de aquí, el Card. J. Ratzinger se introduce en en la 'problemática
de la escatología intermedia' ¿En qué situación queda el hombre desde
su muerte hasta su resurrección 'al final de los días'?. El Cardenal
aborda esta discusión teológica en tres capítulos:
1. El trasfondo de la modernas controversias.
2. Contenido y problemática de los nuevos intentos de solución
3. Líneas fundamentales para un nuevo consenso.
Documento: Entre muerte y resurrección
Otros documentos complementarios
Entre muerte y resurrección -tradujo y condensó Alvaro AlemanyCarta Recentiores episcoporum Synodi
3. D. José Luis Illanes: Cristo, esperanza del mundo.
Reflexiones sobre la Encíclica “Spe salvi”
D. José L. Illanes (Sevilla, 1933)
o Doctor en Teología y en Derecho.
o Profesor Ordinario de Teología Dogmática y Fundamental y,
posteriormente, de Teología Espiritual en la Facultad de
Teología de la Universidad de Navarra. Desde el curso 200304, en que tuvo lugar su jubilación, es Profesor Ordinario
Emérito.
o Miembro emérito de la Pontificia Academia de Teología.
o Director del Instituto Histórico San Josemaría Escrivá de
Balaguer (Roma), desde el momento de la erección de ese
Instituto en el año 2001.
Se presenta un resumen del libro " Cristo, esperanza del mundo.
Reflexiones sobre la Encíclica “Spe salvi”26.
En el libro se intenta responder a la pregunta: ¿qué clase de
esperanza buscan los seres humanos en última instancia?
En su encíclica Spe Salvi, el Papa Benedicto explica que hemos sido
creados con una necesidad de lo infinito, que es Dios mismo, y que
por muchas esperanzas que el hombre ponga en la Tierra, al final
ninguna otra le satisface.
“A lo largo de su existencia, el hombre tiene muchas esperanzas, más
grandes o más pequeñas, diferentes según los períodos de su vida. A
veces puede parecer que una de estas esperanzas lo llena totalmente
y que no necesita de ninguna otra. Puede ser la esperanza del amor a
una persona; la esperanza de cierta posición en la profesión, de uno u
otro éxito determinante para el resto de su vida. Sin embargo, cuando
estas esperanzas se cumplen, se ve claramente que esto, aunque sea
bueno, en realidad, no lo era todo. Está claro que el hombre necesita
una esperanza que vaya más allá. Es evidente que sólo puede
contentarse con algo infinito, algo que será siempre más de lo que
nunca podrá alcanzar”.
26
José L. Illanes. " Cristo, esperanza del mundo. Reflexiones sobre la Encíclica “Spe
salvi” RIALP 2001
A partir de aquí D. José L. Illanes busca la respuesta en la encíclica a
las siguientes preguntas:
o ¿Qué distingue a la esperanza cristiana?
o
¿Es individualista la esperanza cristiana?
o ¿Qué clases de falsas esperanzas existen en el mundo actual?
o ¿Está nuestra esperanza en el Cielo obscurecida por el Purgatorio?
o ¿Cómo podemos cultivar la esperanza? El Papa indica cuatro lugares
para aprender y cultivar la esperanza:
-
la oración
-
el actuar.
-
el sufrimiento como lugar de aprendizaje de la esperanza.
-
y, finalmente, otro lugar para aprender la esperanza es
el Juicio de Dios.
Documento: Cristo esperanza del mundo-Reflexiones sobre Spe SalviJL Illanes
4. ¿Qué se puede esperar de un mundo sin Dios?27 -vídeoSe va a servir de algunas de las ideas de la encíclica Spe Salvi para responder a
esta pregunta. Para ello va a articular la exposición en dos puntos:
o De la esperanza al progreso y vuelta.
En el mundo antiguo existían dioses, pero que no eran motivo de
esperanza.
" A pesar de los dioses, estaban «sin Dios» y, por consiguiente, se
hallaban en un mundo oscuro, ante un futuro sombrío. «In nihil ab
nihilo quam cito recidimus» (en la nada, de la nada, qué pronto
recaemos)"28.
En la concepción cristiana
"la última instancia no son las leyes de la materia y de la
evolución, sino la razón, la voluntad, el amor: una Persona. Y
si conocemos a esta Persona, y ella a nosotros, entonces el inexorable
poder de los elementos materiales ya no es la última instancia; ya no
somos esclavos del universo y de sus leyes, ahora somos libres. Esta
toma de conciencia ha influenciado en la antigüedad a los espíritus
genuinos que estaban en búsqueda. El cielo no está vacío. La vida no
es el simple producto de las leyes y de la casualidad de la materia,
sino que en todo, y al mismo tiempo por encima de todo, hay una
voluntad personal, hay un Espíritu que en Jesús se ha revelado como
Amor"29
Esta concepción cambia con la modernidad.
"La novedad – según la visión de Bacon– consiste en una nueva
correlación entre ciencia y praxis. De esto se hace después una
aplicación en clave teológica: esta nueva correlación entre ciencia y
praxis significaría que se restablecería el dominio sobre la creación,
que Dios había dado al hombre y que se perdió por el pecado
original"30.
"Hasta aquel momento la recuperación de lo que el hombre había
perdido al ser expulsado del paraíso terrenal se esperaba de la fe en
Jesucristo, y en esto se veía la «redención». Ahora, esta
«redención», el restablecimiento del «paraíso» perdido, ya no
se espera de la fe, sino de la correlación apenas descubierta
entre ciencia y praxis. Con esto no es que se niegue la fe; pero
queda desplazada a otro nivel –el de las realidades exclusivamente
27
José María Torralba (Valencia, 1979)
- Profesor Titular del Departamento de Filosofía
- Director del Instituto de Antropología y Ética.
- Doctor Filosofía (UNAV 2007)
28
Benedicto XVI. Spe Salvi nº 2
29
Benedicto XVI. Spe Salvi nº 5
30
Benedicto XVI. Spe Salvi nº 16
privadas y ultramundanas– al mismo tiempo que resulta en cierto
modo irrelevante para el mundo."31
"Al mismo tiempo, hay dos categorías que ocupan cada vez
más el centro de la idea de progreso: razón y libertad. El
progreso es sobre todo un progreso del dominio creciente de la razón,
y esta razón es considerada obviamente un poder del bien y para el
bien. El progreso es la superación de todas las dependencias,
es progreso hacia la libertad perfecta. También la libertad es
considerada sólo como promesa, en la cual el hombre llega a su
plenitud. En ambos conceptos –libertad y razón– hay un aspecto
político. En efecto, se espera el reino de la razón como la nueva
condición de la humanidad que llega a ser totalmente libre.
Sin embargo, las condiciones políticas de este reino de la razón y de la
libertad, en un primer momento, aparecen poco definidas. La razón y
la libertad parecen garantizar de por sí, en virtud de su bondad
intrínseca, una nueva comunidad humana perfecta. Pero en ambos
conceptos clave, «razón» y «libertad», el pensamiento está siempre,
tácitamente, en contraste también con los vínculos de la fe y de la
Iglesia, así como con los vínculos de los ordenamientos estatales de
entonces. Ambos conceptos llevan en sí mismos, pues, un
potencial revolucionario de enorme fuerza explosiva."32
Como consecuencia de esta división de tareas, de la idea moderna de
progreso, es que se modifica el concepto cristiano de fe. Los propios
cristianos empezamos a entender la religión y nuestra fe en Dios
como algo meramente individual, como algo que meramente
tiene que ver con la salvación de la propia alma, como algo
egoísta. Es preciso superar esta visión, y éste es el reto que nos plantea
Benedicto XVI.
En la actual etapa de postmodernidad (s XX) la propia idea de
progreso entra en crisis, y se llega a un estado de desesperanza
y, sobretodo de desconfianza en las capacidades de las personas
y de la sociedad para progresar hacia lo mejor33.
31
Benedicto XVI. Spe Salvi nº 17
Benedicto XVI. Spe Salvi nº 18
33
Benedicto XVI. Spe Salvi nº 25
32
"Una consecuencia de lo dicho es que la búsqueda, siempre nueva y fatigosa, de rectos
ordenamientos para las realidades humanas es una tarea de cada generación; nunca es
una tarea que se pueda dar simplemente por concluida. No obstante, cada generación
tiene que ofrecer también su propia aportación para establecer ordenamientos
convincentes de libertad y de bien, que ayuden a la generación sucesiva, como
orientación al recto uso de la libertad humana y den también así, siempre dentro de los
límites humanos, una cierta garantía también para el futuro. Con otras palabras: las
buenas estructuras ayudan, pero por sí solas no bastan. El hombre nunca puede ser
redimido solamente desde el exterior. Francis Bacon y los seguidores de la corriente de
pensamiento de la edad moderna inspirada en él, se equivocaban al considerar que el
hombre sería redimido por medio de la ciencia. Con semejante expectativa se pide
demasiado a la ciencia; esta especie de esperanza es falaz. La ciencia puede contribuir
mucho a la humanización del mundo y de la humanidad. Pero también puede destruir al
hombre y al mundo si no está orientada por fuerzas externas a ella misma. Por otra parte,
Benedicto XVI distingue entre el progreso material (acumulativo)
y el progreso espiritual o moral (aunque la tradición, la experiencia
histórica, es el punto de partida, no es suficiente para que las nuevas
generaciones comiencen desde ella, cada generación ha de comenzar de
nuevo)
"a) El recto estado de las cosas humanas, el bienestar moral
del mundo, nunca puede garantizarse solamente a través de
estructuras, por muy válidas que éstas sean. Dichas
estructuras no sólo son importantes, sino necesarias; sin
embargo, no pueden ni deben dejar al margen la libertad del
hombre. Incluso las mejores estructuras funcionan únicamente
cuando en una comunidad existen unas convicciones vivas capaces de
motivar a los hombres para una adhesión libre al ordenamiento
comunitario. La libertad necesita una convicción; una convicción no
existe por sí misma, sino que ha de ser conquistada
comunitariamente siempre de nuevo.
b) Puesto que el hombre sigue siendo siempre libre y su
libertad es también siempre frágil, nunca existirá en este
mundo el reino del bien definitivamente consolidado. Quien
promete el mundo mejor que duraría irrevocablemente para siempre,
hace una falsa promesa, pues ignora la libertad humana. La libertad
debe ser conquistada para el bien una y otra vez. La libre
adhesión al bien nunca existe simplemente por sí misma. Si
hubiera estructuras que establecieran de manera definitiva
una determinada –buena– condición del mundo, se negaría la
libertad del hombre, y por eso, a fin de cuentas, en modo
alguno serían estructuras buenas."34
Cuando pensamos en el Reino de Dios pensamos en un mundo regido por
la Ley de la Caridad, por los principios evangélicos, y solemos entender
que eso depende de nuestro esfuerzo, de nuestras acciones, de nuestra
contribución a la instauración de ese Reino de Dios... y esto es sin duda
muy cierto: Dios cuenta con nosotros para mejorar el mundo,
porque no debemos preocuparnos sólo por nuestra salvación,
sino de que los principios cristianos, la caridad, impregne las
estructuras sociales. Pero a la vez no debemos perder de vista
que el Reino de Dios es sobrenatural ("Mi Reino no es de este
mundo"35), por lo que no queda nunca cristalizado en ninguna
estructura sociopolítica concreta.
debemos constatar también que el cristianismo moderno, ante los éxitos de la ciencia en
la progresiva estructuración del mundo, se ha concentrado en gran parte sólo sobre el
individuo y su salvación. Con esto ha reducido el horizonte de su esperanza y no ha
reconocido tampoco suficientemente la grandeza de su cometido, si bien es importante lo
que ha seguido haciendo para la formación del hombre y la atención de los débiles y de
los que sufren."
34
Benedicto XVI. Spe Salvi nº 24
35
Io 18, 36
"la búsqueda, siempre nueva y fatigosa, de rectos ordenamientos para
las realidades humanas es una tarea de cada generación"36.
Lo decisivo no son las estructuras, sino las personas, su corazón,
su modo de ver la vida; por eso no hay que dar pábulo a la
desesperanza, porque nuestra esperanza no está en esas
estructuras, sino en Dios.
o ¿Qué se puede esperar? Esperanza y esperanzas
Sin Dios no hay esperanza posible, lo que no es incompatible con una
condena a una vida desesperanzada o sin sentido por parte de aquellos
que no creen, los cuales muchas veces encontrarán esperanzas
(fundamentalmente a través del amor).
Un modo para explicar esto es la distinción entre esperanza (en
singular) y esperanzas: "quien no conoce a Dios, aunque tenga
múltiples esperanzas, en el fondo está sin esperanza, sin la gran
esperanza que sostiene toda la vida (cf. Ef 2,12)"37.
Tenemos experiencias de metas que nos llenaban de esperanza, y nos
damos cuenta que son insuficientes o que no nos llenan, o que son
frágiles (sobre todo en el amor porque siempre acecha el peligro de la
traición, del engaño, de la muerte...) y nos enfrentamos ante una
situación donde o encontramos a Dios, como fuente de la esperanza, o
concluimos que no hay esperanza.
Traza un paralelismo con la distinción, en el ámbito de la ética,
entre el fundamento último de la moralidad (Dios) y los
fundamentos penúltimos38. El que no sea necesario tener presente a
Dios en cada una de nuestras acciones buenas, no niega o significa que
no sea Dios el fundamento último de la moralidad. Sin Dios no habría
moralidad.
No es necesario que una persona reconozca expresamente a Dios
para encontrar esperanzas en su vida, pero toda esperanza, en
último término, remite a Dios, tiene su fuente en Dios.
Por último es necesario, al hablar de la esperanza hacer una
referencia al Juicio final. Hay actualmente una visión incompleta del
mismo, ha quedado reducida a la preocupación por la salvación del alma
personal. Esta reducción tiene que ver con la visión modernista del
progreso, y obscurece la visión del mundo en su totalidad.
"Por eso la fe en el Juicio final es ante todo y sobre todo
esperanza, esa esperanza cuya necesidad se ha hecho evidente
precisamente en las convulsiones de los últimos siglos"39.
Hay dos ámbitos o nociones en los que esta concepción del juicio
final es fundamental:
36
Benedicto XVI. Spe Salvi nº 25
Benedicto XVI. Spe Salvi nº 27
38
Juan Pablo II. Veritatis splendor
39
Benedicto XVI. Spe Salvi nº 43
37
- El sufrimiento. Ante él nos ponemos de cara ante el sentido del
mundo, y sólo un Dios que ha querido encarnarse y sufrir, es
fuente de esperanza ante el sufrimiento y la muerte.
- La justicia. La injusticia no puede ser la última palabra de la
historia. "Estoy convencido de que la cuestión de la justicia es el
argumento esencial o, en todo caso, el argumento más fuerte en
favor de la fe en la vida eterna."40
Dos conclusiones de tipo práctico
- la crisis de fe como una crisis de esperanza: "la crisis actual
de la fe que, en sus aspectos concretos, es sobre todo una crisis de
la esperanza cristiana"41. Es preciso refuta que la fe en
Jesucristo es algo que no tiene que ver con la vida cotidiana
de las personas o con la organización social42.
- El mensaje cristiano es performativo. El cristianismo no es
simplemente un conocimiento; ante todo el cristianismo es
un modo de vivir.43
40
41
Benedicto XVI. Spe Salvi nº 43
Benedicto XVI. Spe Salvi nº 17
42
Benedicto XVI. Homilía de la Santa Misa en la apertura del año de la fe (11 de
octubre de 2012):
" precisamente a partir de la experiencia de este desierto, de este vacío, es cómo
podemos descubrir nuevamente la alegría de creer, su importancia vital para
nosotros, hombres y mujeres. En el desierto se vuelve a descubrir el valor de lo
que es esencial para vivir; así, en el mundo contemporáneo, son muchos los
signos de la sed de Dios, del sentido último de la vida, a menudo manifestados de
forma implícita o negativa. Y en el desierto se necesitan sobre todo personas de fe
que, con su propia vida, indiquen el camino hacia la Tierra prometida y de esta
forma mantengan viva la esperanza. La fe vivida abre el corazón a la Gracia
de Dios que libera del pesimismo. Hoy más que nunca evangelizar quiere
decir dar testimonio de una vida nueva, trasformada por Dios, y así
indicar el camino. La primera lectura nos ha hablado de la sabiduría del viajero
(cf. Sir 34,9-13): el viaje es metáfora de la vida, y el viajero sabio es aquel que ha
aprendido el arte de vivir y lo comparte con los hermanos, como sucede con los
peregrinos a lo largo del Camino de Santiago, o en otros caminos, que no por
casualidad se han multiplicado en estos años. ¿Por qué tantas personas sienten
hoy la necesidad de hacer estos caminos? ¿No es quizás porque en ellos
encuentran, o al menos intuyen, el sentido de nuestro estar en el mundo? Así
podemos representar este Año de la fe: como una peregrinación en los desiertos
del mundo contemporáneo, llevando consigo solamente lo que es esencial: ni
bastón, ni alforja, ni pan, ni dinero, ni dos túnicas, como dice el Señor a los
apóstoles al enviarlos a la misión (cf. Lc 9,3), sino el evangelio y la fe de la Iglesia,
de los que el Concilio Ecuménico Vaticano II son una luminosa expresión, como lo
es también el Catecismo de la Iglesia Católica, publicado hace 20 años."
43
Cfr. Benedicto XVI. Spe Salvi nº 10
"la fe cristiana ¿es también para nosotros ahora una esperanza que transforma y
sostiene nuestra vida? ¿Es para nosotros «performativa», un mensaje que plasma
de modo nuevo la vida misma, o es ya sólo « información » que, mientras tanto,
hemos dejado arrinconada y nos parece superada por informaciones más
"Como cristianos, nunca deberíamos preguntarnos solamente:
¿Cómo puedo salvarme yo mismo? Deberíamos preguntarnos
también: ¿Qué puedo hacer para que otros se salven y para que
surja también para ellos la estrella de la esperanza? Entonces
habré hecho el máximo también por mi salvación personal."44
44
recientes? En la búsqueda de una respuesta quisiera partir de la forma clásica del
diálogo con el cual el rito del Bautismo expresaba la acogida del recién nacido en
la comunidad de los creyentes y su renacimiento en Cristo. El sacerdote
preguntaba ante todo a los padres qué nombre habían elegido para el niño, y
continuaba después con la pregunta: «¿Qué pedís a la Iglesia?». Se respondía:
«La fe». Y «¿Qué te da la fe?». «La vida eterna». Según este diálogo, los padres
buscaban para el niño la entrada en la fe, la comunión con los creyentes, porque
veían en la fe la llave para «la vida eterna». En efecto, ayer como hoy, en el
Bautismo, cuando uno se convierte en cristiano, se trata de esto: no es sólo un
acto de socialización dentro de la comunidad ni solamente de acogida en la
Iglesia. Los padres esperan algo más para el bautizando: esperan que la fe, de la
cual forma parte el cuerpo de la Iglesia y sus sacramentos, le dé la vida, la vida
eterna. La fe es la sustancia de la esperanza. Pero entonces surge la cuestión: ¿De
verdad queremos esto: vivir eternamente?"
Benedicto XVI. Spe Salvi nº 48
Sobre los videos.
Los vídeos han sido elaborados por D. Juan L. Lorda45, con los alumnos del C.
Mayor Albayzar, en la Facultad de Teología de la Universidad de Navarra.
1. De la (des)esperanza humana a la esperanza cristiana
1.1. La esperanza como dimensión humana ante la vida y la
muerte46.
En el vídeo D. Eduardo Terrasa se propone responder a dos
preguntas:
o ¿Qué importancia tiene la esperanza en el momento
histórico en el que vivimos?
o ¿Qué podemos esperar?
Pone de relieve cómo actualmente tiene un peso muy grande la
desesperanza, y cómo la utilización de la razón (con cálculo, con
estrategia, buscando la eficiencia, etc..) en terrenos como las
relaciones personales o los fines que definen nuestro trabajo
empequeñece al hombre, y perjudica el diálogo, pues al no
saber esperar, la impaciencia -que en el fondo es el pecado
original- rompe la relación que tenemos con nosotros mismos,
con los demás, con la naturaleza…
¿Por qué tienen un gran éxito, por ejemplo, los libros de autoayuda?
Preguntas finales:
- ¿Cómo pueden esperar los ricos, que creen que ya tienen todas
las cosas?
- La gente quiere una ‘esperanza controlable’. ¿Cómo se puede
esperar en sentido amplio si esa esperanza parece incontrolable?
- ¿Qué puede esperar un mundo que ha puesto un muro a Dios?
45
46
D. Juan L. Lorda (Pamplona, 1955)
- Ingeniero Industrial (1977)
- Doctor en Teología (UNAV-1982)
- Profesor ordinario T. Sistemática y Antropología Teológica de la UNAV.
- Miembro grupo de investigación Ciencia, razón y fe (CRYF) de la UNAV
- Miembro Consejo Asesor de Catequesis de la Conferencia Episcopal Española
- Miembro Association Internationale Cardinal Henri de Lubac
D. Eduardo Terrasa
- Doctor en Periodismo (UNAV)
- Doctor en Derecho Canónico (UNAV-1986)
- Profesor ordinario de Antropología de la UNAV
1.2. Esperanza humana y cristiana47
El hombre es un ser de esperanza, radicalmente abierto. ¿Por
qué? Porque tenemos:
o una inteligencia abierta a todo, al infinito.
o una voluntad que es un deseo de amar a todo bien.
o un anhelo de justicia, de superar el mal, de superar
nuestra muerte, tenemos un anhelo de vivir.
Este anhelo de vivir, de felicidad, es imposible de realizar por el
hombre, y esta es su gran indigencia y, al mismo tiempo, es el lugar
de la esperanza cristiana48.
Inicia su exposición con tres de las cuatro preguntas de Kant para
resumir la filosofía:
o ¿Qué puedo saber?
La Metafísica, que desarticula en la crítica de la razón pura.
o ¿Qué debo hacer?
La Moral que desarrolla en la crítica de la razón práctica.
o ¿Qué me está permitido esperar?
La Religión (dentro de los límites de la razón, donde la religión
desaparece en realidad, porque no es trascendente).
Kant, impresionado por la física, se pregunta cómo hacer
compatible la virtud con la felicidad. No ocurre al igual que en la
física… y por ello necesita a Dios (aunque lo haya negado en la
crítica de la razón pura)
Vuelve la mirada, por la literatura49, a los griegos en los que reina la
fatalidad, ante lo que único que cabe al hombre es aguantar, sufrir
dignamente, sin venirse abajo; y termina con una cita de Unamuno en
una carta personal a un amigo:
“Yo no digo que merezcamos un más allá, ni que la lógica nos lo
muestre; digo que lo necesito, merézcalo o no y nada más; digo
que lo que me pasa no me satisface, que tengo sed de eternidad,
y sin ella todo me da igual. Yo necesito y sin ello no hay alegría de
vivir, ni la alegría de vivir quiere decir nada; es muy cómodo decir
‘hay que vivir y contentarse con la vida’ y ¿los que no nos
contentamos con ella?”
47
D. Juan L. Lorda
CIC nº 1818
49
Charles Moeller, "Literatura del siglo XX y cristianismo. Tomo IV. La esperanza en Dios
nuestro Padre". Editorial Gredos, Madrid, 1960. Traducción de Valentín García Yebra
48
El cristianismo aporta una idea de Dios que es capaz de hacer
algo, y una gran esperanza en el futuro, porque Dios es un
Dios bueno, que nos quiere a pesar de los pesares, de los
sufrimientos, de la muerte, de las injusticias… y este es el
fundamento de nuestra esperanza. En una historia de la
salvación en la que él se ha mostrado y nos ha mostrado que
efectivamente nos quiere salvar.
Preguntas finales:
-
¿Hay esperanza sólo en el Cielo, o también tenemos esperanza en
la tierra?
-
Si la esperanza es tender a un bien, en Kant ¿qué sería
propiamente la esperanza? Porque si atendemos a su
inmanentismo, no hay una tendencia hacia afuera?
-
¿Qué sucede con una persona que ha vivido la virtud y se da
cuenta que no es feliz; y luego ha esperado en Dios con la fe, y le
ha pedido algo concreto que cree es la felicidad y no le ha
respondido, y se siente como en un vacío?
2. La esperanza de Israel (Esperanza en el AT)
2.1. La esperanza del justo50
Comienza trayendo a la mente el cuadro
El Grito51, que es como el grito del
hombre moderno. Bastante
autobiográfico, el autor escribe:
“paseaba por un sendero con dos
amigos. El sol se puso, de repente el
cielo se tiñó de rojo sangre; me
detuve y me apoyé en una valla
muerto de cansancio; sangre y
lenguas de fuego acechaban sobre el
azul oscuro del fiordo y de la ciudad.
Mis amigos continuaron y yo me quedé quieto temblando de
ansiedad, sentí un grito infinito que atravesaba la naturaleza”.
En el AT hay un grito parecido, también muy desgarrador, pero lleno de
esperanza: el grito de David, recogido por Isaías: “Ojalá rasgaras el cielo
y bajases”. Esta es la esperanza en todo el AT; de hecho leyendo los
libros de la Biblia lo que vemos es una enorme pedagogía divina,
desplegada a lo largo de los siglos, para ir preparando a los
hombres a desear las cosas tan grandes que Dios mismo les
quiere dar.
Es muy bonito ver, a lo largo de todo el AT, a pesar de los
pecados de los hombres, de las dificultades, de la oscuridad
humana... siempre hay un resto fiel, que aguanta y que es fiel a
Dios, y es esperanzado... y de ese resto fiel es de donde va a
venir el linaje.
El gran pecado para el Pueblo de Israel es reducir su esperanza
a lo más inmediato y no fiarse de la grandeza de Dios. De hecho
los grandes pecadores del AT son aquellos que confían en poderes
terrenos, cercanos, más asequibles, más rápidos… y no saben seguir
esperando la gran promesa de Dios.
Preguntas finales:
50
51
-
Se ha hablado de una esperanza del Pueblo en conjunto, pero
¿hay también una esperanza personal, a nivel individual?
-
Después de la venida de Cristo ¿ha cambiado la esperanza? o,
¿cómo se mantiene con respecto a la del AT?
-
Leyendo el Libro de Job parece que todo se queda en esperanzas
terrenas ¿pero se espera algo más?
D. Pablo Edo (Madrid, 1978)
- Ldo. en Filología Hispánica (U. Complutense Madrid, 2001)
- Doctor en Teología Bíblica (UNAV, 2007)
- Visiting Scholar Universidad Oxford (2011-2012)
- Profesor Adjunto Departamento Sagrada Escritura
Edward Munch. Galería Nacional de Noruega, Museo Munch.
2.2. El papel de los profetas en la esperanza de Israel52.
¿Realmente los Profetas, como se dice en la Liturgia, van
llevando al Pueblo con la esperanza de la Salvación?, o más
bien ¿son Profetas del castigo, que anuncian un juicio, un día
terrible?
Ezequiel (Profeta del destierro, es un tiempo de
desesperanza), cap. 37: "El valle de los huesos
secos"53:
"[3]Y me dijo: Hijo de hombre, ¿vivirán estos
huesos? Y dije: Señor Jehová, tú lo sabes.
[11]
Me dijo luego: Hijo de hombre, todos estos
huesos son la casa de Israel. He aquí, ellos dicen:
Nuestros huesos se secaron, y pereció nuestra
esperanza, y somos del todo destruidos."
52
53
D. Fernando Milán (Madrid, 1975)
- Ldo. en Filología Hispánica (U. Complutense Madrid, 1999)
- Doctor en Teología Bíblica (UNAV, 2008)
- Secretario del Departamento de Teología Bíblica de la Facultad de Teología de
la Universidad de Navarra
- Profesor Adjunto Departamento Sagrada Escritura
Ez 37, 1-14
"[1]La mano de Jehová vino sobre mí, y me llevó en el Espíritu de Jehová, y
me puso en medio de un valle que estaba lleno de huesos. [2]Y me hizo pasar
cerca de ellos por todo en derredor; y he aquí que eran muchísimos sobre la
faz del campo, y por cierto secos en gran manera.[3]Y me dijo: Hijo de
hombre, ¿vivirán estos huesos? Y dije: Señor Jehová, tú lo sabes.
[4]
Me dijo entonces: Profetiza sobre estos huesos, y diles: Huesos secos, oíd
palabra de Jehová.[5]Así ha dicho Jehová el Señor a estos huesos: He aquí, yo
hago entrar espíritu en vosotros, y viviréis. [6]Y pondré tendones sobre
vosotros, y haré subir sobre vosotros carne, y os cubriré de piel, y pondré en
vosotros espíritu, y viviréis; y sabréis que yo soy Jehová.
[7]
Profeticé, pues, como me fue mandado; y hubo un ruido mientras yo
profetizaba, y he aquí un temblor; y los huesos se juntaron cada hueso con su
hueso. [8]Y miré, y he aquí tendones sobre ellos, y la carne subió, y la piel
cubrió por encima de ellos; pero no había en ellos espíritu.
[9]
Y me dijo: Profetiza al espíritu, profetiza, hijo de hombre, y di al espíritu: Así
ha dicho Jehová el Señor: Espíritu, ven de los cuatro vientos, y sopla sobre
estos muertos, y vivirán. [10]Y profeticé como me había mandado, y entró
espíritu en ellos, y vivieron, y estuvieron sobre sus pies; un ejército grande en
extremo.
[11]
Me dijo luego: Hijo de hombre, todos estos huesos son la casa de
Israel. He aquí, ellos dicen: Nuestros huesos se secaron, y pereció
nuestra esperanza, y somos del todo destruidos. [12]Por tanto, profetiza,
y diles: Así ha dicho Jehová el Señor: He aquí yo abro vuestros sepulcros,
pueblo mío, y os haré subir de vuestras sepulturas, y os traeré a la tierra de
Israel. [13]Y sabréis que yo soy Jehová, cuando abra vuestros sepulcros, y os
saque de vuestras sepulturas, pueblo mío. [14]Y pondré mi Espíritu en
vosotros, y viviréis, y os haré reposar sobre vuestra tierra; y sabréis
que yo Jehová hablé, y lo hice, dice Jehová
Estamos en un punto de una profunda desesperanza del Pueblo de
Israel durante el destierro:
- El Pueblo había sido herido sin remedio54.
-
¿Quién te podrá curar?55.
Jerusalén está destruida...56
¿Y las promesas de Dios? Su esperanza es una nueva renovación, una
nueva creación, de un modo inesperado:
"¿Se olvidará la mujer de lo que dio a luz, para dejar de compadecerse
del hijo de su vientre? Aunque olvide ella, yo nunca me olvidaré de
ti."57
Prueba de ello es que la Biblia es el "libro de la esperanza", con
un esquema de promesa y cumplimiento (promesas realizadas
parcialmente, pero entre ellas siempre está la esperanza en lo que
vendrá).
Promesa y cumplimiento
Hª de las alianzas
Hª de las esperanzas
Fundamento de la esperanza
Fidelidad de Dios
Reinado de Dios
Esperanza en promesas a Israel
Profeta como Moisés
54
55
56
57
Rey como David
Jeremías 30, 12-15
[12]
Porque así ha dicho Jehová: Incurable es tu quebrantamiento, y
dolorosa tu llaga.
[13]
No hay quien juzgue tu causa para sanarte; no hay para ti medicamentos
eficaces.
[14]
Todos tus enamorados te olvidaron; no te buscan; porque como hiere un
enemigo te herí, con azote de adversario cruel, a causa de la magnitud de
tu maldad y de la multitud de tus pecados.
[15]
¿Por qué gritas a causa de tu quebrantamiento? Incurable es tu dolor,
porque por la grandeza de tu iniquidad y por tus muchos pecados te he hecho
esto.
Lam 2, 13:
"¿Qué testigo te traeré, o a quién te haré semejante, hija de Jerusalén? ¿A
quién te compararé para consolarte, oh virgen hija de Sion? Porque grande
como el mar es tu quebrantamiento; ¿quién te sanará?"
Lam 1, 1:
"¡Cómo ha quedado sola la ciudad populosa! La grande entre las naciones se ha
vuelto como viuda, la señora de provincias ha sido hecha tributaria."
Is 49, 15
Es por esta razón por la que los libros proféticos están llenos de
imágenes muy ricas de la Esperanza.
Esperanza. Hay dos tipos de imágenes:
- Las relativas a la escatología-apocalíptica
escatología
-
Las relativas al Ungido (Mesías)
“Pueblo
lo mío! Voy a abrir vuestros sepulcros, os haré salir de
vuestros sepulcros y entrar en la tierra de Israel58.
Dios va a hacer una nueva creación, y así les va a dar un nuevo
corazón, un nuevo templo, una nueva tierra, una nueva ley grabada
en los corazones.
corazones. Por eso esta imagen de Ezequiel es tan fuerte, pues
cuando ya no cabe ninguna esperanza Dios devuelve la vida.
Preguntas finales:
58
-
En qué momento vuelven a cobrar vida los muertos, o los
esqueletos de la imagen.
-
¿Hay
ay una especie de evolución en cuanto a este concepto de
Esperanza (en principio a lo largo de los profetas, pero también a
lo largo de la historia del Pueblo de Israel)?
Israel)
-
Los Profetas ¿cómo son? ¿optimistas o pesimistas?
Ez 37, 12
3. La nueva esperanza en Cristo resucitado (Esperanza en el
NT)
3.1. La victoria de Cristo y la esperanza cristiana59
La Esperanza en el NT tiene un nombre, y ese nombre es
Jesucristo; pero al mismo tiempo nos abre el camino de la
esperanza de un modo también impensable para los hombres.
D. César va a estructurar su exposición en 3 textos de la Escritura:
-
“Pablo, Apóstol de Jesucristo por mandato de Dios, nuestro
Salvador, y de Cristo Jesús, nuestra esperanza”60.
Hablamos de la Esperanza no sólo como una virtud, sino
como actitud vital.
Las esperanzas humanas son limitadas, pues podemos poco y no
durante no mucho tiempo (como mucho hasta la muerte) La
esperanza cristiana consiste fundamentalmente en Cristo; se
superan los límites de nuestras capacidades y del tiempo.
-
“Si nosotros hemos puesto nuestra esperanza en Cristo
solamente para esta vida, seríamos los hombres más
dignos de lástima”61.
Es importante entender que nuestra esperanza en Cristo, y
esto lo distingue de la esperanza en el AT, afecta a la persona,
al sujeto individual (en el AT, aunque también es persona, es
una esperanza para el Pueblo).
Para eso el cristiano ha de entender que en Jesús se han
realizado las promesas; no de un modo ‘mágico’ sino según el
plan de Dios, porque nació (uno como nosotros), vivió como uno
de nosotros, predicó y humanamente fue un fracaso (Pasión y
Muerte)62… y Resucitó, que es la respuesta última, el
cumplimiento último de todas las promesas
59
60
61
62
D. César Izquierdo (Huércanos -La Rioja-, 1953)
- Profesor Ordinario Departamento Teología Sistémática UNAV
- Vicedecano Facultad de Teología de la UNAV. Director de "Scripta Teológica"
- Miembro Comisión Teológica Asesora de la Conferencia Episcopal Española
I Tim 1, 1
I Cor 15, 19
Cfr. Lucas 24:13-35 (Discípulos de Emaús)
-
“A ellos les ha revelado cuánta riqueza y gloria contiene para los
paganos este misterio, que es Cristo entre ustedes, la
esperanza de la gloria”63.
La esperanza para el cristiano no es algo que viene de
fuera, porque Cristo está en nosotros; aquí se abre el
horizonte de la esperanza que trasciende el tiempo y que es la
gloria.
La esperanza cristiana no está anclada a este mundo, aunque lo
incluye, para llegar a la vida en Dios: “nos hiciste para ti, y
nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti”64.
Preguntas finales:
63
64
-
¿Se puede esperar algo de la esperanza en este mundo o sólo en
el otro?
-
A veces se dice que la esperanza nos hace tener la atención
puesta en el otro mundo, en el más allá, y a veces descuidamos
este mundo, esta realidad. ¿Cómo se puede entender o qué
respuesta se puede dar?
-
Quien no cree en Cristo, ¿puede tener esperanza?
Col 1, 27
S. Agustín. Conf 1, 1, 1
3.2. La esperanza en el Apocalipsis65
El Apocalipsis es el Libro en el que más se habla de la
Esperanza. Es curioso, la gente piensa que es un libro esotérico, en
el que hay que buscar cosas curiosas, extrañas… por eso hay que
situarlo en su contexto:
-
Apocalipsis significa Revelación.
El Apocalipsis se escribe cuando la Iglesia ha
experimentado las alegrías enormes de la expansión, de
la compañía de Dios (también en fenómenos extraordinarios
que abundan en ese momento)… pero junto a ellas hay un
contrapunto de tragedia (persecuciones, malos
entendimientos entre cristianos, hay trigo pero también hay
cizaña…). La Iglesia no está para las cábalas, es una revelación
de que Dios está cerca.
“Después tuve la siguiente visión: Había una puerta abierta en el cielo,
y la voz que había escuchado antes, hablándome como una trompeta,
me dijo: ‘Sube aquí, y te mostraré las cosas que deben suceder
enseguida”66.
En el Apocalipsis se marcan como tres tiempos:
- el de la Tierra (con imágenes que no están perfiladas adrede):
la ciudad Babilonia (Roma en ese momento, pero luego ha
podido ser otra como la expansión del comunismo…)… donde se
repite la parábola del trigo y la cizaña.
el del Trono de Dios
-
el tiempo final, el escatológico: hay un final solemne de la
historia, también trágico, pero al que los cristianos no tenemos
miedo, porque queremos ver al Señor al final de los tiempos, y es
objeto de esperanza de alegría, de felicidad.
“Después vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer
cielo y la primera tierra desaparecieron y el mar ya no existe. Vi
la Ciudad Santa, la nueva Jerusalén”67.
Preguntas finales:
65
66
67
-
¿Por qué en el Apocalipsis se da un mensaje de esperanza dentro
de tanta narración enigmática y tanto sufrimiento?
-
Si la historia del Apocalipsis narra un conjunto de sucesos que
parece que se van repitiendo, de forma más o menos cíclica, a lo
largo de la historia, en la actualidad ¿en qué momento de esta
historia, digamos cíclica, podría decirse que estamos?
-
¿Qué paralelismos puede haber entre el relato del Génesis y el del
Apocalipsis?
D. Juan L. Lorda
Ap 4, 1
Ap 21, 1-2
4. La experiencia de la esperanza cristiana
4.1. La esperanza en la Liturgia cristiana68
D. Félix quiere desarrollar su exposición a través de 3 palabras clave
que la vertebren:
-
Adviento. Este tiempo se configura como un tiempo de
expectación alegre. Antes de la reforma litúrgica predominaba
un matiz de mortificación y penitencia, y a D. Félix le gusta
quedarse con la descripción que hace del Adviento el Beato Card.
Schuster: “se trata de un tierno reconocimiento y de un
intenso deseo por la venida del redentor”69 Así, después de
la reforma, la mortificación y penitencia pasaron a un segundo
plano, para remarcar lo expresado por el Beato.
-
Expectación. La expectación70 es una hija de la esperanza,
pues se da cuando queremos conseguir algo no por nuestras
fuerzas, sino por el tipo de acontecimiento que se espera. Esta
expectación la Liturgia la califica con 5 adjetivos:
o solícita
o devota
o fiel
o con sumo deseo
o vigilante
-
Vigilia, la tradición vigiliar de la Iglesia (que parte de la oración
nocturna de Jesús –Getsemaní-): “durante las vigilias de la noche
sus párpados llevaron el pesado sueño del mundo, que ahora
brille a sus ojos la luz sin ocaso”71.
Por eso hablar de Esperanza desde el Adviento es lo mismo
que dialogar sobre el empeño y la constancia en la
plegaria: se le espera al Señor y se le espera orando
constantemente con empeño.
Para eso el Adviento nos propone dos figuras: las lámparas y
las antorchas. La diferencia es que las lámparas suelen ser de
barro o arcilla, pequeñas, con poco aceite y da poca luz; mientras
que las antorchas nos hablan de más luz, de una luz más
duradera.
68
D. Félix M. Arocena (San Sebastián, 1954)
- Ldo en CC. Físicas (Universidad País Vasco, 1978)
- Doctor en Derecho Canónico (UNAV, 1982)
- Doctor en Teología (UNAV, 2002)
- Profesor Agregado "Liturgia y Teología Sacramentaria" en UNAV
- Profesor Visitante en la Facultad de Teología de la U. Eclesiástica "San Dámaso"
-Madrid69
Card. Schuster. Liber Sacramentorum
70
En el AT "esperare" aparece sólo una vez; sin embargo, "expectare" aparece 7
veces.
71
Antífona exequias de un monje en rito Siriaco
En la experiencia de la celebración litúrgica se hace presente
todo el misterio de Cristo, incluida la Parusía. En el tiempo
litúrgico la esperanza es sublimada como posesión
sacramental.
Preguntas finales:
-
Ha dicho que la Parusia se hace presente en la celebración.
¿Podría explicar eso?
-
En la Misa, ¿cómo podemos encontrar la esperanza?
-
¿Por qué el verde es el color de la esperanza en la liturgia?
4.2. La esperanza en San Josemaría72
Toda la visión de S. Josemaría de la Esperanza se centra en cómo él
ve el misterio de Jesucristo: como perfecto Dios y perfecto
Hombre; lo que determina toda su visión de la espiritualidad.
Hay tres puntos destacables:
72
73
74
-
S. Josemaría como místico, como persona que experimenta a
Dios.
“Hace ya bastantes años, con un convencimiento que se
acrecentaba de día en día, escribí: espéralo todo de Jesús: tú
no tienes nada, no vales nada, no puedes nada. El obrará,
si en El te abandonas. Ha pasado el tiempo, y aquella
convicción mía se ha hecho aún más robusta, más honda. He
visto, en muchas vidas, que la esperanza en Dios enciende
maravillosas hogueras de amor, con un fuego que mantiene
palpitante el corazón, sin desánimos, sin decaimientos, aunque a
lo largo del camino se sufra, y a veces se sufra de veras.”73.
-
Problemática teológica: “espéralo todo de Jesús”,
entonces… ¿no hay que hacer nada? ¿no hay que trabajar? ¿no
hay que moverse? ¿no hay que comprometerse?; los problemas
reales ¿quién los resuelve?
En la misma homilía “Esta ha sido mi predicación constante desde
1928: urge cristianizar la sociedad; llevar a todos los estratos
de esta humanidad nuestra el sentido sobrenatural, de modo que
unos y otros nos empeñemos en elevar al orden de la
gracia el quehacer diario, la profesión u oficio. De esta
forma, todas las ocupaciones humanas se iluminan con una
esperanza nueva, que trasciende el tiempo y la caducidad
de lo mundano”74.
San Josemaría entiende “espéralo todo de Jesús”, pero
eso no significa olvidarse de la historia porque Cristo se ha
hecho hombre, ha vivido como hombre, ha trabajado
como hombre, y ha divinizado todas las cosas de los
hombres siguiendo sus leyes y autonomía; y eso es lo que
han de hacer todos los cristianos.
D. Pablo Marti
- Ldo. en Derecho (Universidad de Málaga, 1994)
- Doctor en Teología Espiritual (PUSC, 2003)
- Profesor Adjunto de Teología espiritual en la Facultad de Teología UNAV
S. Josemaría Escrivá. Homilía "La Esperanza del Cristiano". Amigos de Dios.
Ibid
-
Esta visión implica un compromiso personal del cristiano.
¿Qué supone el abandono? ¿Qué supone el “espéralo todo de
Jesús”?
o “Soñad y os quedaréis cortos” porque Dios va a poner
el incremento, la gracia. Pero para realizar eso hay que
comprometerse a fondo, y toda su enseñanza sobre la
lucha ascética viene por aquí, por poner todo de mi parte.
Por eso critica mucho la frase: “la esperanza es lo último
que se pierde”.
o “Hay que poner todos los medios sobrenaturales,
como si no existieran los humanos; y hay que poner
todos los medios humanos como si no existieran lo
sobrenaturales". Salvando la primacía de la gracia,
esperarlo todo de Jesús y poner toda la libertad que es el
mayor don que Dios ha dado a los hombres.
Preguntas finales:
-
¿Cuál tiene que ser el límite que existe entre poner los medios
humanos y poner los medios divinos? porque es muy fácil decir
poner de todo en una parte, pero en la práctica ¿cuál es el límite
que hay entre estos dos?
-
¿Es lo mismo la esperanza que la confianza en Dios?
-
Cuando S. Josemaría decía "espéralo todo de Jesús", ¿se refería
más bien a esperar todo en la vida presente o en la vida futura?
5. La retribución y la vida eterna
5.1. La retribución cristiana75
1. Inmortalidad del alma humana
Candados de amor en París
Hay una semilla de inmortalidad en el hombre76, ¿es sólo un
deseo humano que ante la realidad de la muerte no va a tener
sentido, o hay una necesidad de un alma inmortal?. Bien lo
expresa Francisco de Quevedo en su poema "Cerrar podrá mis ojos la
postrera"77. ¿Se puede demostrar racionalmente la
inmortalidad del alma? Sí, han demostrado que existe no sólo la
espiritualidad del alma, sino también su inmortalidad y su
permanencia en el tiempo78.
75
76
77
D. Pablo Edo
cfr. Gaudium et Spes 18:
"El máximo enigma de la vida humana es la muerte. El hombre sufre con el
dolor y con la disolución progresiva del cuerpo. Pero su máximo tormento es el
temor por la desaparición perpetua. Juzga con instinto certero cuando se
resiste a aceptar la perspectiva de la ruina total y del adiós definitivo. La
semilla de eternidad que en sí lleva, por ser irreducible a la sola materia,
se levanta contra la muerte. Todos los esfuerzos de la técnica moderna, por
muy útiles que sea, no pueden calmar esta ansiedad del hombre: la prórroga
de la longevidad que hoy proporciona la biología no puede satisfacer ese deseo
del más allá que surge ineluctablemente del corazón humano."
Francisco de Quevedo. Cerrar podrá cerrar mis ojos la postrera
"Cerrar podrá mis ojos la postrera
sombra, que me llevaré el blanco día;
y podrá desatar esta alma mía
hora, a su afán ansioso linsojera;
mas no de esotra parte en la ribera
dejará la memoria en donde ardía;
nadar sabe mi llama la agua fría,
78
cfr.
-
y perder el respeto a ley severa:
Alma a quien todo un Dios prisión ha sido,
venas que humor a tanto fuego han dado,
medulas que han gloriosamente ardido,
su cuerpo dejarán, no su cuidado;
serán ceniza, mas tendrán sentido.
Polvo serán, mas polvo enamorado"
muchos autores, entre ellos:
Platón, en sus diálogos Fedón, República, Fredo y Timeo
Aristóteles, Ética a Nicómaco X, De anima
Sto. Tomás de Aquino, Suma Teológica, II-II Pars, q. 164
2. Existencia de un Dios remunerador
Si existe un alma inmortal ha de existir un creador de la
misma que ha de ser divino y poderoso y pueda ser alguien
que retribuya al alma; esta idea no es sólo cristiana.
El Papiro de Hunefer
Juicio de Osiris del papiro de Hunefer. Anubis, pesa el corazón del escriba contra la pluma de la verdad en la balanza
de Maat. Tot, anota el resultado. Si su corazón es tan ligero como la pluma, se le permite pasar a la otra vida. Si no
es así, es devorado por la expectante criatura Ammyt.
Hay una idea humana de que existe retribución por lo que uno ha
hecho en vida79; en el Cristianismo se revela, por ejemplo, en la
parábola del Juicio Final80, cuando distribuye a los que han obrado el
bien y a los que han obrado el mal, según sus obras.
79
El Libro de los muertos es el nombre moderno de un texto funerario del Antiguo
Egipto que se utilizó desde el comienzo del Imperio nuevo (hacia el 1550 a. C.) hasta
el 50 a. C: El nombre del fallecido, que constituía su individualidad y era requerido
para su existencia continua, era escrito en varios lugares a lo largo del libro y el
sortilegio 25 se cercioraba de que el difunto recordaba su propio nombre. El
ba era la fuerza anímica del muerto y era este, representado como un ave con
cabeza humana, el que podía «salir al día» desde la tumba. Los sortilegios 61 y
89 actuaban para preservarlo. Finalmente, la sombra del difunto era
salvaguardada por los sortilegios 91, 92 y 188. Si todos estos aspectos de la
persona se preservaban, saciaban y recordaban de distintas maneras,
entonces el difunto podía vivir en la forma de un Aj, un espíritu bendecido con
poderes mágicos que podía morar entre los dioses.
80
Mt 25:
[31]
Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria rodeado de todos los ángeles, se
sentará en su trono glorioso.[32] Todas las naciones serán reunidas en su
presencia, y él separará a unos de otros, como el pastor separa las ovejas de
los cabritos,[33] y pondrá a aquellas a su derecha y a estos a su izquierda.[34]
Entonces el Rey dirá a los que tenga a su derecha: "Vengan, benditos de mi Padre, y
reciban en herencia el Reino que les fue preparado desde el comienzo del
mundo,[35] porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron
de beber; estaba de paso, y me alojaron;[36] desnudo, y me vistieron; enfermo, y me
visitaron; preso, y me vinieron a ver".
[37]
Los justos le responderán: "Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de
comer; sediento, y te dimos de beber?[38] ¿Cuándo te vimos de paso, y te alojamos;
desnudo, y te vestimos?[39] ¿Cuándo te vimos enfermo o preso, y fuimos a verte?".
[40]
Y el Rey les responderá: "Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más
pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo".
[41]
Luego dirá a los de su izquierda: "Aléjense de mí, malditos; vayan al fuego
eterno que fue preparado para el demonio y sus ángeles,[42] porque tuve
hambre, y ustedes no me dieron de comer; tuve sed, y no me dieron de beber;[43]
3. Llamada a la santidad y esperanza en el NT
Se entiende, por tanto, que en el NT siempre las llamadas a vivir
con rectitud y santidad de vida estén estrechamente
relacionadas con la esperanza:
- "manténganse con el espíritu alerta, vivan sobriamente y pongan
toda su esperanza en la gracia que recibirán cuando se manifieste
Jesucristo"81.
- "Mantengamos firmemente la confesión de nuestra esperanza,
porque aquel que ha hecho la promesa es fiel."82
- "mientras aguardamos la feliz esperanza y la Manifestación de la
gloria de nuestro gran Dios y Salvador, Cristo Jesús."83
- " El que tiene esta esperanza en él, se purifica, así como él es
puro."84
- "Nosotros nos fatigamos y luchamos porque hemos puesto
nuestra esperanza en el Dios viviente, que es el Salvador de todos
los hombres, especialmente de los que creen."85
estaba de paso, y no me alojaron; desnudo, y no me vistieron; enfermo y preso, y no
me visitaron".
[44]
Estos, a su vez, le preguntarán: "Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento,
de paso o desnudo, enfermo o preso, y no te hemos socorrido?".[45] Y él les
responderá: "Les aseguro que cada vez que no lo hicieron con el más pequeño de mis
hermanos, tampoco lo hicieron conmigo".[46] Estos irán al castigo eterno, y los
justos a la Vida eterna»
81
1 Pt 1, 13-16: "[13] Por lo tanto, manténganse con el espíritu alerta, vivan
sobriamente y pongan toda su esperanza en la gracia que recibirán cuando
se manifieste Jesucristo.[14] Como hijos obedientes, no procedan de acuerdo con los
malos deseos que tenían antes, mientras vivían en la ignorancia.[15] Así como aquel que
los llamó es santo, también ustedes sean santos en toda su conducta,[16] de acuerdo
con lo que está escrito: Sean santos, porque yo soy santo.
82
Hb 10, 23-24: [23] Mantengamos firmemente la confesión de nuestra
esperanza, porque aquel que ha hecho la promesa es fiel.[24] Velemos los unos
por los otros, para estimularnos en el amor y en las buenas obras."
83
Tito 2, 12-13: "[12] Ella nos enseña a rechazar la impiedad y las concupiscencias del
mundo, para vivir en la vida presente con sobriedad, justicia y piedad,[13] mientras
aguardamos la feliz esperanza y la Manifestación de la gloria de nuestro
gran Dios y Salvador, Cristo Jesús."
84
1 Io 3, 2-3: "[2] Queridos míos, desde ahora somos hijos de Dios, y lo que seremos
no se ha manifestado todavía. Sabemos que cuando se manifieste, seremos
semejantes a él, porque lo veremos tal cual es.[3] El que tiene esta esperanza en
él, se purifica, así como él es puro."
85
1 Tim 4, 9-10:" [9] Esta es doctrina cierta y absolutamente digna de fe.[10] Nosotros
nos fatigamos y luchamos porque hemos puesto nuestra esperanza en el
Dios viviente, que es el Salvador de todos los hombres, especialmente de los
que creen."
Preguntas finales:
-
Ha mencionado que el alma es inmortal y hay una demostración
para ello. ¿Podría explicar en qué consiste esta demostración?
-
¿Qué diferencia o continuidad podemos señalar entre el Dios que
aparece en el AT, donde se pone más énfasis quizás en el
castigo, y el Dios que se manifiesta en el NT, donde el énfasis está
puesto en la esperanza, en el amor, la misericordia?
-
¿Es correcto obrar bien para recibir una recompensa, la vida
eterna?
5.2. El Cielo que esperamos86
Partiendo de algo 'obvio y evidente para muchos: el Cielo es
un sitio aburrido', D. Mikel presenta unas sugerentes ideas sobre el
Cielo, el Infierno, el Purgatorio... sobre la vida eterna.
La experiencia de la eternidad, de algo que no acaba... eso es el
infierno: "el todavía no y nunca nada", pero cuando estamos
en la posesión de lo perfecto estamos en el ámbito del "ya
todo"; y esto es el cielo.
¿Por qué el cielo? Porque Dios nos quiere felices, y esto es
amar y ser amado.
Dios lo tiene todo y no puede ganar nada; luego la única posible
intención del acto creador es crear personas que puedan ser
felices, crear a alguien que pueda ganar algo. Luego la única
intención del acto creador es nuestra felicidad, que es lo único
que El gana, que no lo gana El, sino nosotros y El en nosotros porque
somos un tesoro suyo.
Dios, arriesga y nos da la libertad y nos dice: ¿quieres
responder a este amor mío?
Una cosa es el amor constitutivo y otra es el amor mutuo. La
historia de la creación es la historia de pasar del amor
constitutivo al amor mutuo.
¿Quién soy yo? Soy el único que puedo responder al acto de
amor que me hace existir, yo soy mi vocación: Dios me llama a
la existencia con un amor arriesgado y yo soy el que tiene el poder
real, porque me da la gana, de responder al amor que me constituye.
El Cielo es:
- soy amado
- respondo
- me enamoro
- y disfruto del amor pleno de Dios: el que ya me tenía
desde toda la eternidad y el que ahora me puede tener
cuando yo respondo con ese amor, que es amor mutuo.
86
D. Mikel Santamaría (Bilbao, 1957)
- Doctor en Fiolosofía
- Ldo. en Teología
- Profesor Asociado Antropología Universidad de Navarra ISSA
Preguntas finales:
-
Al final de los tiempos ¿qué pasa con la creación?
-
Si nosotros, aquí en la Tierra, podemos corresponder a Dios, a ese
amor, nos podemos enamorar porque nos da la gana, ¿por qué no
podemos disfrutar de ese amor de Dios tal cual lo podemos
disfrutar en el Cielo?
-
Mi pregunta es sobre la eternidad. Si en la eternidad hay sucesión
de alguna cosa tras otra, o si no. En definitiva ¿qué es la
eternidad? Si se puede definir sólo en la posición del tiempo, y
también conectando con una cosa de la Biblia que dice que habrá
unos cielos nuevos y una nueva tierra ¿qué sucederá con el
tiempo?
6. La vida más allá y el purgatorio
6.1. Muerte y más allá87
Hay con algunos trabajos interesantes (hechos en EEUU la
mayoría) sobre cómo influye la vida de piedad en la aceptación
de la enfermedad y la muerte. Mi experiencia, cuantificada, es que
efectivamente las personas con trato con Dios suelen llevar mucho
mejor la enfermedad; tienen más paciencia, más serenidad, más
optimismo… e incluso ayuda a mejorar el pronóstico de curación de
algunos enfermos (esto es un dato bastante conocido en ese mundo).
Esto pasa también con respecto a la muerte.
A la muerte se le tiene, en general, temor; recordemos el famoso Dies
irae88 (una música preciosa, pero con un texto terrible). El miedo es
universal, otra cosa es el modo de afrontarlo.
87
D. Miguel Ángel Monge (El Tiemblo -Ávila-, 1940)
- Ldo. en Medicina (Universidad de Granada)
- Doctor en Teología (Universidad Lateranense -Roma-)
- Dtor. servicio de Capellanía de la Clínica Universidad de Navarra.
88
Poema Dies irae:
Día de la ira; día aquel
Aparecerá el libro
Buscándome, te
en que los siglos se
escrito
sentaste agotado
reduzcan a cenizas;
en que se contiene
me redimiste
como testigos el rey
todo
sufriendo en la cruz
David y la Sibila.
y con el que se juzgará
no sean vanos tantos
al mundo.
trabajos.
¡Cuánto terror habrá en
Así, cuando el juez se
Justo juez de
el futuro
siente
venganza
cuando el juez haya de
lo escondido se
concédeme el regalo
venir
mostrará
del perdón
a juzgar todo
y no habrá nada sin
antes del día del
estrictamente!
castigo.
juicio.
La trompeta,
esparciendo un sonido
admirable
por los sepulcros de
todos los reinos
reunirá a todos los
hombres ante el trono.
La muerte y la
Naturaleza se
asombrarán,
cuando resucite la
criatura
para que responda ante
su juez.
¿Qué diré yo entonces,
pobre de mí?
¿A qué protector
rogaré
cuando ni los justos
estén seguros?
Rey de tremenda
majestad
tú que, al salvar, lo
haces gratuitamente,
sálvame, fuente de
piedad.
Acuérdate, piadoso
Jesús
de que soy la causa de
tu calvario;
no me pierdas en este
día.
Grito, como un reo;
la culpa enrojece mi
rostro.
Perdona, señor, a
este suplicante.
Tú, que absolviste a
Magdalena
y escuchaste la
súplica del ladrón,
me diste a mí
también esperanza.
Mis plegarias no son
dignas,
pero tú, al ser bueno,
actúa con bondad
para que no arda en
el fuego eterno.
Colócame entre tu
rebaño
y sepárame de los
machos cabríos
situándome a tu
derecha.
Tras confundir a los
malditos
arrojados a las llamas
voraces
hazme llamar entre los
benditos.
Te lo ruego, suplicante
y de rodillas,
el corazón acongojado,
casi hecho cenizas:
hazte cargo de mi
destino.
Día de lágrimas será
aquel día
en que resucitará, del
polvo
para el juicio, el
hombre culpable.
A ese, pues, perdónalo,
oh Dios.
Señor de piedad,
Jesús,
concédeles el
descanso. Amén.
Podemos resumir en tres puntos las ideas teológicas:
-
la muerte es el final de la vida terrena.
-
la muerte entró en el mundo como consecuencia del
pecado original.
-
la muerte fue transformada por Cristo, transformándola
de maldición a bendición.89
San Josemaría: “¡Qué maravilloso será cuando Nuestro Padre nos
diga (…) entra en el gozo de tu Señor! (…) No lo olvidéis nunca:
después de la muerte, os recibirá el Amor. Y en el amor encontraréis,
además, todos los amores limpios que habéis tenido en la tierra. El
Señor ha dispuesto que pasemos esta breve jornada de nuestra
existencia trabajando y, como su Unigénito, haciendo el bien.”90
Papa Francisco: “Jesucristo ha triunfado sobre el pecado y la muerte
(…). Su resurrección no es algo del pasado; entraña una fuerza de
vida que ha penetrado el mundo. (..). Es una fuerza imparable. (…) Es
cierto que en medio de la oscuridad siempre comienza a brotar algo
nuevo (…). Cada día en el mundo renace la belleza.”91
89
Frente al terror del Dies irae:
- Salmo 23: “El Señor es mi Pastor, nada me puede faltar”.
- “In paradisum”:
In paradisum deducant te Angeli;
Al paraíso te conduzcan los Ángeles;
in tuo adventu suscipiant te martyres,
a tu llegada te reciban los mártires,
et perducant te in civitatem sanctam
y te conduzcan a la ciudad santa de
Ierusalem.
Jerusalén.
Chorus angelorum te suscipiat,
El coro de los ángeles te reciba,
et cum Lazaro quondam paupere
y con Lázaro otrora pobre
æternam habeas requiem."
tengas el eterno descanso.
90
91
S. Josemaría. Amigos de Dios, homilia “La esperanza del Cristiano”, 221
Papa Francisco. Evangelii gaudium nº 275-276:
“Recordemos que Jesucristo ha triunfado sobre el pecado y la muerte y está lleno de
poder. Jesucristo verdaderamente vive. De otro modo, «si Cristo no resucitó, nuestra
predicación está vacía» (1 Co 15,14). El Evangelio nos relata que cuando los primeros
discípulos salieron a predicar, «el Señor colaboraba con ellos y confirmaba la Palabra»
(Mc 16,20). Eso también sucede hoy. Se nos invita a descubrirlo, a vivirlo. Cristo
resucitado y glorioso es la fuente profunda de nuestra esperanza, y no nos faltará su
ayuda para cumplir la misión que nos encomienda.
Su resurrección no es algo del pasado; entraña una fuerza de vida que ha penetrado el
mundo. Donde parece que todo ha muerto, por todas partes vuelven a aparecer los
brotes de la resurrección. Es una fuerza imparable. Verdad que muchas veces parece
que Dios no existiera: vemos injusticias, maldades, indiferencias y crueldades que no
ceden. Pero también es cierto que en medio de la oscuridad siempre comienza a brotar
algo nuevo, que tarde o temprano produce un fruto. En un campo arrasado vuelve a
aparecer la vida, tozuda e invencible. Habrá muchas cosas negras, pero el bien
siempre tiende a volver a brotar y a difundirse. Cada día en el mundo renace la
belleza, que resucita transformada a través de las tormentas de la historia. Los valores
tienden siempre a reaparecer de nuevas maneras, y de hecho el ser humano ha
renacido muchas veces de lo que parecía irreversible. Ésa es la fuerza de la
resurrección y cada evangelizador es un instrumento de ese dinamismo.”
Preguntas finales:
-
¿Es posible que la esperanza que ha explicado sea simplemente
un intento de aferrarse a algo, pero sin ningún fundamento?
-
¿Se puede evitar el miedo a la muerte?
-
Es costumbre en algunas personas el invocar a la hora de la
muerte la intercesión de algunos santos, de la Virgen. ¿Qué opina
de ello?
6.2. El purgatorio92
Es el misterio de la purificación del alma más allá de la
muerte; es un dogma de fe. En la Biblia (en el AT y en el NT), sin
embargo, no lo podemos encontrar de modo explícito o formal ¿Cómo
es posible? ¿Se trata de un invento posterior, porque en los
documentos de los teólogos encontramos el término
Purgatorio sólo a partir del s. XII?
Podemos afirmar que están en la Biblia los textos para fundamentar la
teología sobre el Purgatorio.93
En primer lugar, una observación sobre los lugares de la SE:
- en el AT: Dios es el Santo, el único perfectamente santo.94
-
El hombre, si desea acercarse a Dios, necesita una purificación.95
En segundo lugar es una consideración sobre la historia de la Iglesia,
que nos muestra dos costumbres:
- la espontánea actividad de encomendarse y contar con la
intercesión de los santos y los mártires
- la costumbre de rezar por aquellos cristianos que vivieron
de una ‘forma más o menos perfectamente hacia la
santidad’; ofreciendo sufragios, en especial la Santa Misa.
Estas dos consideraciones son, además, complementarias: “Si al cabo
de una vida, no he alcanzado una perfecta santidad ¿qué pasa
conmigo?; Dios tiene que tener alguna solución”; y esta es la noción
básica del Purgatorio.
Los que mueren en la gracia y la amistad de Dios, pero
imperfectamente purificados, aunque están seguros de su
salvación eterna sufren una purificación después de su
muerte a fin de obtener la santidad necesaria para entrar en
el gozo de Dios.96
92
D. JJ. Alviar (Manila, 1955)
- B. S. Chemical Engineering, De La Salle University (Manila), 1978
- Baccalaureate in Theology - University of Navarra (Pamplona), 1985
- Doctorate en Theology (premio extraordinario) - University of Navarra, 1989
- Profesor Ordinario Departamento Teología Sistemática UNAV
93
Martin Lutero, en el s. XVI diría: no se encuentra en ninguna parte de la Escritura,
por tanto es preciso rechazar esta doctrina, junto con la doctrina sobre las
indulgencias.
94
Is : Dios y los Ángeles cantando Santo, Santo, Santo es el Señor.
95
El Levítico nos presenta una pedagogía de la necesidad de la purificación del hombre
para presentarse ante Dios.
96
cfr. CIC nº 1023, 1024:
1023 Los que mueren en la gracia y la amistad de Dios y están perfectamente
purificados, viven para siempre con Cristo. Son para siempre semejantes a Dios,
porque lo ven "tal cual es"
1054 Los que mueren en la gracia y la amistad de Dios, pero imperfectamente
purificados, aunque están seguros de su salvación eterna, sufren una purificación
después de su muerte, a fin de obtener la santidad necesaria para entrar en el gozo de
Dios.
Preguntas finales:
-
¿Cuándo se empieza a hablar propiamente del Purgatorio?
-
Algunos cristianos fundamentalistas consideran que el hombre
sólo se salva por la fe, y entonces, ¿por qué la existencia del
Purgatorio si sólo la fe nos salva?; y luego, que Dios es Amor, y
¿qué Dios amoroso quisiera ver a sus hijos en un continuo
sufrimiento después de la muerte, si ya han sido salvados por la
fe?.
-
¿Hay alguna alusión en los Padres de la Iglesia?
7. El cielo en la tierra: metamorfosis de la esperanza
cristiana
7.1. Sucedáneos de la esperanza cristiana: las utopías políticas97
La esperanza tiene dos grandes perspectivas:
- en el fin, que es Dios. Esperanza en el Cielo, en el conocimiento
de Dios, en el Amor de Dios. Contra eso se pueden dar
deformaciones en las que se mezclan cosas de diverso tipo:
elucubraciones sobre el final: no estoy pensando en Dios, sino
¿cuándo va a ser el fin del mundo? ¿quién es el anticristo?
¿cuándo se va a abrir el séptimo cielo?98
-
97
98
99
en la ayuda de Dios, que nos va a ayudar para alcanzar el
fin.
Hay dos deformaciones: la presunción y la desesperación.99
La desesperación la trata muy bien Joseph Pieper en el libro "Las
virtudes fundamentales": aquí no estamos hablando de un estado
de ánimo, sino de actos libres, porque sino, no son responsables;
la desesperación es la pérdida de confianza en la
salvación. Pieper señala un tipo muy interesante de
desesperación: la acedia, la tristeza ante las cosas de Dios, y
causan tristeza por el esfuerzo que comportan (diferente de la
sensación de impotencia, que al contrario es un motivo de excitar
la esperanza).
D. Juan L. Lorda
cfr textos NT sobre el fin de los tiempos, la eternidad
- 2 Tes 2-3:
Cap 2: [1]Acerca de la Venida de nuestro Señor Jesucristo y de nuestra reunión
con él, les rogamos, hermanos,[2] que no se dejen perturbar fácilmente ni se
alarmen, sea por anuncios proféticos, o por palabras o cartas atribuidas a
nosotros, que hacen creer que el Día del Señor ya ha llegado (…)
Cap 3: [6] Les ordenamos, hermanos, en nombre de nuestro Seños Jesucristo,
que se aparte de todo hermano que lleve una vida ociosa, contrariamente a la
enseñanza que recibieron de nosotros (…) [10] En aquella ocasión les impusimos
esta regla: el que no quiera trabajar, que no coma.[11] Ahora, sin embargo, nos
enteramos que algunos de ustedes viven ociosamente, no haciendo nada y
entrometiéndose en todo (…)”
- 2 Pt 3, 8:
“Pero ustedes, queridos hermanos, no deben ignorar que, delante del Señor, un
día es como mil años y mil años como un día”.
CIC nº 2091 , 2092
2091 El primer mandamiento se refiere también a los pecados contra la
esperanza, que son la desesperación y la presunción:
Por la desesperación, el hombre deja de esperar de Dios su salvación personal, el
auxilio para llegar a ella o el perdón de sus pecados. Se opone a la Bondad de
Dios, a su Justicia —porque el Señor es fiel a sus promesas— y a su misericordia.
2092 Hay dos clases de presunción. O bien el hombre presume de sus
capacidades (esperando poder salvarse sin la ayuda de lo alto), o bien presume
de la omnipotencia o de la misericordia divinas (esperando obtener su perdón sin
conversión y la gloria sin mérito).
Además podríamos añadir una nueva deformación: tentar a
Dios (abusar de la confianza de Dios): yo hago una cosa
excepcional y exijo que Dios me ayude. A veces puede existir
un discernimiento difícil, donde la cuestión es al final si lo que
hago es voluntad de Dios o voluntad mía; y esto sólo se resuelve
en el alma de cada uno y en la dirección espiritual.
Preguntas finales:
-
¿Qué se puede hacer cuando una persona está desesperada?
-
¿Qué podríamos hacer para no caer en una desesperación contra
la tibieza?
-
¿Por qué se dice en el evangelio que el pecado contra el Espíritu
Santo no tiene perdón?, es como si Dios en ese momento perdiera
su misericordia.
7.2. La viejas y nuevas utopías cristianas y el milenio100
¿Es posible construir el Reino de Dios en la Tierra?, y ¿hasta
dónde se puede?
Es una presencia del Anticristo intentar hacer el Reino de Dios
en la historia, porque es una perversión de la esperanza; el
Reino de Dios se hará en el más allá. Constituirnos a nosotros
como ‘los puros’ lleva consigo una corrupción importante de la
esperanza. Caeríamos en una presunción, en la hipocresía (ocultar
nuestros defectos). 101
Históricamente hay un apoyo en el capítulo 20 del Apocalipsis: “luego
vi a un ángel que bajaba del cielo y tenía en su mano la llave del
abismo y una gran cadena. Dominó al dragón (la serpiente antigua)
que es el diablo y Satanás, y lo encadenó por mil años.” Y cuenta
cómo serán esos mil años de triunfo provisional de Cristo.
Con esta idea apareció en los primeros siglos el milenarismo o
quiliasmo que terminará S. Agustín con su ‘Ciudad de Dios’,
pero la pregunta quedaba pendiente. Esta visión erróna se repite.
100
-
Etienne Gilson escribió un libro llamado “Las metamorfosis de la
ciudad de Dios”102 en el que describe las diferentes formulaciones
históricas que se han pretendido.
-
Joaquín de Fiore103, hizo un comentario al Apocalipsis. El no era
milenarista pero encendió un chispazo de entusiasmo por “la era
del Espíritu”: la realización de una iglesia de los perfectos, por
oposición a la Iglesia real.
D. Juan L. Lorda
cfr. CIC sobre la venida de Jesucristo, la última prueba, los últimos signos, el
Anticristo
Esta impostura del Anticristo aparece esbozada ya en el mundo…
102
Etienne Gilson. Las metamorfosis de la Ciudad de Dios. RIALP 1965
103
De origen humilde, fue un sabio autodidacta que posteriormente fue escritor
experto en temas de teología y filosofía. Entre 1156 y 1157, mientras viajaba por
Palestina, tuvo una experiencia mística en el Monte Tabor, a raíz de la cual obtuvo el
don de la exégesis.
Fue un buen abad, y además de por sus debates teológicos, también se distinguió por
sus profecías, fundadas en la exégesis bíblica, gracias a la hermenéutica. Postulaba la
historia del mundo en tres eras distintas, una por cada persona de la Trinidad:
1. La Edad del Padre abarca desde la Creación hasta el nacimiento de Cristo. Es una
edad dominada por el miedo al castigo y las figuras importantes de esta etapa
son los profetas.
2. La Edad del Hijo, que empieza con el nacimiento de Cristo, está dominada por el
sentimiento de fe y sus figuras importantes son los sacerdotes. Joaquín de Fiore
vivió en esta época.
3. La Edad del Espíritu Santo, que comienza con el Milenio. Es una edad en la que
domina la fraternidad en Cristo, es una época en la que no habrá guerras ni
enemistades y las figuras importantes serán los monjes.
101
-
Nikolas Berdiaev (filósofo ruso de principios del s. XX) afirma que
“el comunismo era una herejía cristiana” porque respondía a un
intento de hacer la perfección en la tierra: “el comunismo se
opone a toda religión, no sólo debido al sistema social que
encarna sino porque el mismo representa a una religión” que
absorbe todo el ámbito de la esperanza.
El Reino de Dios está entre nosotros, y lo tenemos que hacer
crecer. Y ¿cuáles son sus bienes?: el amor a Dios y el amor a los
demás. Es aquí donde está el Reino de Dios, no en otras cosas, por eso
hay que tener cuidado con confundirlo con una situación de poder. 104
104
Gaudium et spes Capítulo III: La actividad humana en el mundo. nº 33-39:
“CAPÍTULO III:
LA ACTIVIDAD HUMANA EN EL MUNDO
Planteamiento del problema
33. Siempre se ha esforzado el hombre con su trabajo y con su ingenio en
perfeccionar su vida; pero en nuestros días, gracias a la ciencia y la
técnica, ha logrado dilatar y sigue dilatando el campo de su dominio sobre
casi toda la naturaleza, y, con ayuda sobre todo el aumento
experimentado por los diversos medios de intercambio entre las naciones,
la familia humana se va sintiendo y haciendo una única comunidad en el
mundo. De lo que resulta que gran número de bienes que antes el hombre
esperaba alcanzar sobre todo de las fuerzas superiores, hoy los obtiene
por sí mismo.
Ante este gigantesco esfuerzo que afecta ya a todo el género humano, surgen entre
los hombres muchas preguntas. ¿Qué sentido y valor tiene esa actividad? ¿Cuál es
el uso que hay que hacer de todas estas cosas? ¿A qué fin deben tender los
esfuerzos de individuos y colectividades? La Iglesia, custodio del depósito de la
palabra de Dios, del que manan los principios en el orden religioso y
moral, sin que siempre tenga a manos respuesta adecuada a cada
cuestión, desea unir la luz de la Revelación al saber humano para iluminar
el camino recientemente emprendido por la humanidad.
Valor de la actividad humana
34. Una cosa hay cierta para los creyentes: la actividad humana individual y
colectiva o el conjunto ingente de esfuerzos realizados por el hombre a lo
largo de los siglos para lograr mejores condiciones de vida, considerado
en sí mismo, responde a la voluntad de Dios. Creado el hombre a imagen de
Dios, recibió el mandato de gobernar el mundo en justicia y santidad, sometiendo a
sí la tierra y cuanto en ella se contiene, y de orientar a Dios la propia persona y el
universo entero, reconociendo a Dios como Creador de todo, de modo que con el
sometimiento de todas las cosas al hombre sea admirable el nombre de Dios en el
mundo.
Esta enseñanza vale igualmente para los quehaceres más ordinarios.
Porque los hombres y mujeres que, mientras procuran el sustento para sí y su
familia, realizan su trabajo de forma que resulte provechoso y en servicio de la
sociedad, con razón pueden pensar que con su trabajo desarrollan la obra del
Creador, sirven al bien de sus hermanos y contribuyen de modo personal a que se
cumplan los designios de Dios en la historia.
Los cristianos, lejos de pensar que las conquistas logradas por el hombre se oponen
al poder de Dios y que la criatura racional pretende rivalizar con el Creador, están,
por el contrario, persuadidos de que las victorias del hombre son signo de la
grandeza de Dios y consecuencia de su inefable designio. Cuanto más se acrecienta
el poder del hombre, más amplia es su responsabilidad individual y colectiva. De
donde se sigue que el mensaje cristiano no aparta a los hombres de la
edificación del mundo si los lleva a despreocuparse del bien ajeno, sino
que, al contrario, les impone como deber el hacerlo.
Ordenación de la actividad humana
35. La actividad humana, así como procede del hombre, así también se
ordena al hombre. Pues éste con su acción no sólo transforma las cosas y la
sociedad, sino que se perfecciona a sí mismo. Aprende mucho, cultiva sus
facultades, se supera y se trasciende. Tal superación, rectamente entendida, es más
importante que las riquezas exteriores que puedan acumularse. El hombre vale más
por lo que es que por lo que tiene. Asimismo, cuanto llevan a cabo los hombres
para lograr más justicia, mayor fraternidad y un más humano planteamiento en los
problemas sociales, vale más que los progresos técnicos. Pues dichos progresos
pueden ofrecer, como si dijéramos, el material para la promoción humana, pero por
sí solos no pueden llevarla a cabo.
Por tanto, está es la norma de la actividad humana: que, de acuerdo con los
designios y voluntad divinos, sea conforme al auténtico bien del género
humano y permita al hombre, como individuo y como miembro de la
sociedad, cultivar y realizar íntegramente su plena vocación.
La justa autonomía de la realidad terrena
36. Muchos de nuestros contemporáneos parecen temer que, por una
excesivamente estrecha vinculación entre la actividad humana y la
religión, sufra trabas la autonomía del hombre, de la sociedad o de la
ciencia.
Si por autonomía de la realidad se quiere decir que las cosas creadas y la sociedad
misma gozan de propias leyes y valores, que el hombre ha de descubrir, emplear y
ordenar poco a poco, es absolutamente legítima esta exigencia de autonomía. No es
sólo que la reclamen imperiosamente los hombres de nuestro tiempo. Es que
además responde a la voluntad del Creador. Pues, por la propia naturaleza de la
creación, todas las cosas están dotadas de consistencia, verdad y bondad propias y
de un propio orden regulado, que el hombre debe respetar con el reconocimiento
de la metodología particular de cada ciencia o arte. Por ello, la investigación
metódica en todos los campos del saber, si está realizada de una forma
auténticamente científica y conforme a las normas morales, nunca será en realidad
contraria a la fe, porque las realidades profanas y las de la fe tienen su origen en un
mismo Dios. Más aún, quien con perseverancia y humildad se esfuerza por penetrar
en los secretos de la realidad, está llevado, aun sin saberlo, como por la mano de
Dios, quien, sosteniendo todas las cosas, da a todas ellas el ser. Son, a este
respecto, de deplorar ciertas actitudes que, por no comprender bien el sentido de la
legítima autonomía de la ciencia, se han dado algunas veces entre los propios
cristianos; actitudes que, seguidas de agrias polémicas, indujeron a muchos a
establecer una oposición entre la ciencia y la fe.
Pero si autonomía de lo temporal quiere decir que la realidad creada es
independiente de Dios y que los hombres pueden usarla sin referencia al
Creador, no hay creyente alguno a quien se le oculte la falsedad envuelta
en tales palabras. La criatura sin el Creador desaparece. Por lo demás,
cuantos creen en Dios, sea cual fuere su religión, escucharon siempre la
manifestación de la voz de Dios en el lenguaje de la creación. Más aún, por el olvido
de Dios la propia criatura queda oscurecida.
Deformación de la actividad humana por el pecado
37. La Sagrada Escritura, con la que está de acuerdo la experiencia de los
siglos, enseña a la familia humana que el progreso altamente beneficioso
para el hombre también encierra, sin embargo, gran tentación, pues los
individuos y las colectividades, subvertida la jerarquía de los valores y
mezclado el bien con el mal, no miran más que a lo suyo, olvidando lo
ajeno. Lo que hace que el mundo no sea ya ámbito de una auténtica
fraternidad, mientras el poder acrecido de la humanidad está amenazando
con destruir al propio género humano.
A través de toda la historia humana existe una dura batalla contra el poder de las
tinieblas, que, iniciada en los orígenes del mundo, durará, como dice el Señor, hasta
el día final. Enzarzado en esta pelea, el hombre ha de luchar continuamente para
acatar el bien, y sólo a costa de grandes esfuerzos, con la ayuda de la gracia de
Dios, es capaz de establecer la unidad en sí mismo.
Por ello, la Iglesia de Cristo, confiando en el designio del Creador, a la vez
que reconoce que el progreso puede servir a la verdadera felicidad
humana, no puede dejar de hacer oír la voz del Apóstol cuando dice: No
queráis vivir conforme a este mundo (Rom 12,2); es decir, conforme a
aquel espíritu de vanidad y de malicia que transforma en instrumento de
pecado la actividad humana, ordenada al servicio de Dios y de los
hombres.
A la hora de saber cómo es posible superar tan deplorable miseria, la norma
cristiana es que hay que purificar por la cruz y la resurrección de Cristo y encauzar
por caminos de perfección todas las actividades humanas, las cuales, a causa de la
soberbia y el egoísmo, corren diario peligro. El hombre, redimido por Cristo y hecho,
en el Espíritu Santo, nueva criatura, puede y debe amar las cosas creadas por Dios.
Pues de Dios las recibe y las mira y respeta como objetos salidos de las manos de
Dios. Dándole gracias por ellas al Bienhechor y usando y gozando de las criaturas
en pobreza y con libertad de espíritu, entra de veras en posesión del mundo como
quien nada tiene y es dueño de todo: Todo es vuestro; vosotros sois de Cristo, y
Cristo es de Dios (I Cor 3,22-23).
Perfección de la actividad humana en el misterio pascual
38. El Verbo de Dios, por quien fueron hechas todas las cosas, hecho El
mismo carne y habitando en la tierra, entró como hombre perfecto en la
historia del mundo, asumiéndola y recapitulándola en sí mismo. El es quien
nos revela que Dios es amor (1 Io 4,8), a la vez que nos enseña que la ley
fundamental de la perfección humana, es el mandamiento nuevo del amor. Así,
pues, a los que creen en la caridad divina les da la certeza de que abrir a
todos los hombres los caminos del amor y esforzarse por instaurar la
fraternidad universal no son cosas inútiles. Al mismo tiempo advierte que
esta caridad no hay que buscarla únicamente en los acontecimientos
importantes, sino, ante todo, en la vida ordinaria. El, sufriendo la muerte por
todos nosotros, pecadores, nos enseña con su ejemplo a llevar la cruz que la carne
y el mundo echan sobre los hombros de los que buscan la paz y la justicia.
Constituido Señor por su resurrección, Cristo, al que le ha sido dada toda potestad
en el cielo y en la tierra, obra ya por la virtud de su Espíritu en el corazón del
hombre, no sólo despertando el anhelo del siglo futuro, sino alentando, purificando
y robusteciendo también con ese deseo aquellos generosos propósitos con los que
la familia humana intenta hacer más llevadera su propia vida y someter la tierra a
este fin. Mas los dones del Espíritu Santo son diversos: si a unos llama a dar
Preguntas finales:
-
¿Es posible el Reino de Dios en la Tierra, en qué medida se puede
dar?
-
¿Qué movimientos milenaristas ha habido a lo largo de la historia?
-
¿Qué ha hecho la Iglesia frente a estos movimientos milenaristas
a lo largo de la historia?
testimonio manifiesto con el anhelo de la morada celestial y a mantenerlo vivo en la
familia humana, a otros los llama para que se entreguen al servicio temporal de los
hombres, y así preparen la materia del reino de los cielos. Pero a todos les libera,
para que, con la abnegación propia y el empleo de todas las energías terrenas en
pro de la vida, se proyecten hacia las realidades futuras, cuando la propia
humanidad se convertirán en oblación acepta a Dios.
El Señor dejó a los suyos prenda de tal esperanza y alimento para el camino en
aquel sacramento de la fe en el que los elementos de la naturaleza, cultivados por
el hombre, se convierten en el cuerpo y sangre gloriosos con la cena de la
comunión fraterna y la degustación del banquete celestial.
Tierra nueva y cielo nuevo
39. Ignoramos el tiempo en que se hará la consumación de la tierra y de la
humanidad. Tampoco conocemos de qué manera se transformará el
universo. La figura de este mundo, afeada por el pecado, pasa, pero Dios nos
enseña que nos prepara una nueva morada y una nueva tierra donde habita la
justicia, y cuya bienaventuranza es capaz de saciar y rebasar todos los anhelos de
paz que surgen en el corazón humano. Entonces, vencida la muerte, los hijos de
Dios resucitarán en Cristo, y lo que fue sembrado bajo el signo de la debilidad y de
la corrupción, se revestirá de incorruptibilidad, y, permaneciendo la caridad y sus
obras, se verán libres de la servidumbre de la vanidad todas las criaturas, que Dios
creó pensando en el hombre.
Se nos advierte que de nada le sirve al hombre ganar todo el mundo si se pierde a
sí mismo. No obstante, la espera de una tierra nueva no debe amortiguar,
sino más bien aliviar, la preocupación de perfeccionar esta tierra, donde
crece el cuerpo de la nueva familia humana, el cual puede de alguna
manera anticipar un vislumbre del siglo nuevo. Por ello, aunque hay que
distinguir cuidadosamente progreso temporal y crecimiento del reino de
Cristo, sin embargo, el primero, en cuanto puede contribuir a ordenar
mejor la sociedad humana, interesa en gran medida al reino de Dios.
Pues los bienes de la dignidad humana, la unión fraterna y la libertad; en
una palabra, todos los frutos excelentes de la naturaleza y de nuestro
esfuerzo, después de haberlos propagado por la tierra en el Espíritu del
Señor y de acuerdo con su mandato, volveremos a encontrarlos limpios de
toda mancha, iluminados y trasfigurados, cuando Cristo entregue al Padre
el reino eterno y universal: "reino de verdad y de vida; reino de santidad y
gracia; reino de justicia, de amor y de paz". El reino está ya
misteriosamente presente en nuestra tierra; cuando venga el Señor, se
consumará su perfección.
8. Spe Salvi, de Benedicto XVI
8.1. ¿Por qué una encíclica sobre la esperanza?105
En el diálogo del cristianismo con la época moderna, "los cristianos
también hemos de aprender de nuevo lo que es y lo que no es
la esperanza, para comprendernos a nosotros mismos a partir
de nuestras propias raíces".
Contiene dos invitaciones:
- una, dirigida a la modernidad a que haga una autocrítica.
- otra, para nuestra propia reflexión como cristianos, para
aprender de nuevo qué es la esperanza.
Comienza evocando a los primeros cristianos, recordando qué es lo
que les pasaba cuando se convertían, y que han experimentado una
liberación profunda: ahora saben en qué consiste la vida
verdadera, la verdadera libertad; una vida en sentido pleno,
una vida en la plenitud del ser y la alegría.
Pero ¿esto no es un individualismo? como si alguien en su
inconsciente egoísmo atravesara la batalla con una flor en la mano.
¿Cómo es posible que se haya llegado a la idea y a la crítica
de que el mensaje de Jesús aparta de la responsabilidad por
los demás y por el mundo?
Esta deformación nos viene propiamente de la modernidad, que
cambia la fe en Dios, por la fe 'en el progreso' y la confianza ilimitada
en la razón; se olvidaron de que el hombre no es sólo materia, sino
también libertad.
¿No hay que confiar en el progreso? El progreso humano no puede
entenderse sólo como un dominio de la naturaleza, sino
también como un avance en la ética, y por tanto en la
libertad. La ciencia por sí misma no puede salvar al hombre,
puede ayudarle, pero también destruirle.
EL hombre sólo puede ser salvado por el Amor, y éste se ha
manifestado por Jesucristo; y estar en comunión con Jesucristo nos
hace participar en su ser para todos, en la responsabilidad por la
justicia, en un ya no poder vivir sólo para uno mismo. Y esto es lo que
hemos de aprender de nuevo.
105
D. Ramiro Pellitero (León, 1956)
- Ldo. en Medicina y cirugía (Universidad de Santiago de Compostela, 1981)
- Doctor en Sda. Teología (UNAV, 1992)
- Miembro del Consejo Consultivo Internacional del Instituto Acton Argentina,
para el estudio de la religión, la libertad y la economía.
- Senior Research Fellow, School of Interdisciplinary Studies, University of
Glasgow
- Miembro de la Catholic Theological Society of America.
- Profesor Agregado de Teología Pastoral.
- Miembro de la Catholic Theological Society of America.
¿Cómo puedo salvarme yo mismo? ¿Qué puedo hacer para
que otros se salven? El ancla de la esperanza cristiana es
siempre esperanza para los demás.
Preguntas finales:
-
¿La encíclica ha aportado algo nuevo sobre la esperanza?
-
Ha hablado de una vida plena de felicidad, pero a veces esto
queda como un planteamiento a un nivel teórico. ¿Cómo podemos
explicárselo a una persona corriente? ¿Cómo presentarle esta
propuesta?
-
Ha dicho que la esperanza es algo colectivo, pero al fin y al cabo
al cielo nos vamos cada uno individualmente ¿cómo conectar
ambas cosas?
8.2. Los lugares de la esperanza106
Hay dos temas fundamentales en el Papa Benedicto XVI: la
eclesiología y la escatología; y según los expertos esta es la
encíclica más personal de Benedicto XVI.
Benedicto XVI establece cuatro lugares para la esperanza107:
106
-
La oración como escuela de la esperanza108. "Cuando ya
nadie me escucha, Dios todavía me escucha"; y nos
podemos preguntar en qué consiste esa oración; y lo primero que
nos dice es que hemos de pedir a Dios que nos ensanche el
corazón, que tiene un índice de dilatación infinito. Citando a S.
Agustín dice: "Imagínate que Dios quiere llenarte de miel [símbolo
de la ternura y la bondad de Dios]; si estás lleno de vinagre,
¿dónde pondrás la miel?" Por eso hemos de hacer limpieza,
podríamos decir que la oración es un purgatorio en vida
-
El actuar y el sufrir como lugares de aprendizaje de la
esperanza109. El dolor, la rutina, el cansancio el sufrimiento
puede llevarnos a la desesperación, sobre todo cuando es el
sufrimiento de los inocentes110 ¿Cómo puede Dios permitir esto?111
Ante lo que Dostoievski ofrece la respuesta del hermano de Iván,
Dimitri (que no es precisamente un alma de la caridad) que
encuentra cómo Dios se solidariza con el dolor humano, cómo es
el mismo Cristo quien carga con esos momentos duros de nuestra
existencia, y a lo largo de la novela se explica todo ese proceso de
acercamiento a Dios a través de la figura de Cristo sufriente112
D. Pablo Blanco (Zaragoza, 1964)
- Filólogo hispanista (especialidad literaria) UNAV 1988
- Doctor en Filosofía PUSC 1987
- Doctor en Teología dogmática UNAV 2005
- Profesor agregado del Departamento de teología dogmática UNAV en las áreas
de ecumenismo, teología sacramentaria y doctrina del concilio Vaticano II.
- Especialista en la vida y en la Teología fundamental y de las religiones del
Cardenal J. Ratzinger.
107
Bendicto XVI. Spe Salvi nº 32-50
108
Benedicto XVI. Spe Salvi, 32-34
109
Benedicto XVI. Spe Salvi 35-40
110
cfr .Fiodor Dostoievski, "Los hermanos Karamazov". En el libro llamado Rebelión,
Iván proclama que rechaza el mundo que Dios creó debido a que está construido sobre
las bases del sufrimiento de niños inocentes. Más adelante, en el capítulo
probablemente más conocido de la novela, El Gran Inquisidor, Iván le cuenta a Aliosha
un poema suyo (aún no escrito) que describe a un representante de la Inquisición
española y su encuentro en Sevilla con Jesús, quien ha retornado a la Tierra. El
inquisidor cuestiona a Jesús afirmando que al darle libre albedrío a la humanidad, lo
que se ha obtenido es la condena de la humanidad a la miseria y al desespero.
111
Benedicto XVI. Spe Salvi nº 37-38
112
Entrevista a Tatjana Kasatkina, directora del departamento de teoría de la
literatura en la Academia de las Ciencias de Moscú, que partició en el Meeting de
Rimini
Benedicto XVI es sumamente realista: "Podemos tratar de limitar
el sufrimiento, luchar contra él, pero no podemos suprimirlo.
Precisamente cuando los hombres, intentando evitar toda
dolencia, tratan de alejarse de todo lo que podría significar
aflicción, cuando quieren ahorrarse la fatiga y el dolor de la
verdad, del amor y del bien, caen en una vida vacía en la que
quizás ya no existe el dolor, pero en la que la oscura sensación de
la falta de sentido y de la soledad es mucho mayor aún. Lo que
cura al hombre no es esquivar el sufrimiento y huir ante el
dolor, sino la capacidad de aceptar la tribulación, madurar
en ella y encontrar en ella un sentido mediante la unión
con Cristo, que ha sufrido con amor infinito"113. Por eso no
sólo hemos de encontrar un sentido o un significado al sufrimiento
sino darnos cuenta que el sufrimiento es "un camino de
purificación y maduración, un camino de esperanza."114 Y aquí es
donde explica la dimensión solidaria del sufrimiento: " Sufrir con el
otro, por los otros; sufrir por amor de la verdad y de la justicia;
sufrir a causa del amor y con el fin de convertirse en una persona
que ama realmente, son elementos fundamentales de humanidad,
cuya pérdida destruiría al hombre mismo."115
"Quisiera añadir aún una pequeña observación sobre los
acontecimientos de cada día que no es del todo insignificante. La
idea de poder «ofrecer» las pequeñas dificultades cotidianas, que
nos aquejan una y otra vez como punzadas más o menos
molestas, dándoles así un sentido, era parte de una forma de
-
113
114
115
"La naturaleza del hombre es relación con el infinito", decía el título del
Meeting. Es una afirmación fuerte sobre el hombre y su verdad. Si Dostoievski
lo hubiera leído, ¿qué habría dicho?
- Habría dicho que así es, porque en todo hombre vive Cristo. Por tanto, no se
puede entender al hombre sin Cristo, ¿pero cómo alcanza Dostoievski esta
verdad? Toda su obra es un camino, el de la asimilación de Dios en el ser de
sus protagonistas. Si tomamos cualquiera de sus grandes novelas, veremos que
al principio, al menos el héroe principal, le preocupa muy poco ese Dios que
vive en él. A Raskolnikov le atrae el dinero; a Dimitri Karamazov, Grusenka;
Iván Karamazov odia a su padre, Smerdiakov está obsesionado por el hecho de
ser hijo ilegítimo. Los ejemplos se podrían multiplicar. Pues bien, Dostoievski les
pone en camino hacia la profundidad, poniéndoles a todos delante o en la
misma cruz de Cristo.
- ¿Dónde se reconoce este camino?
- En el hecho de que los personajes empiezan a pronunciar palabras que, si se le
dijeran a una persona que no conoce la trama de la historia, son puntualmente
intercambiables por las que Cristo pronuncia en los Evangelios cuando habla de
Sí mismo y de los hombres. De este modo, el personaje es conducido por los
eventos más decisivos de la historia evangélica. Siempre digo que toda novela
de Dostoievski es siempre una historia de amor del hombre con Dios: del
hombre-personaje y, esperemos, del hombre-lector. Sin duda, así fue para el
hombre Dostoievski".
Benedicto XVI. Spe Salvi nº 37
Benedicto XVI. Spe Salvi nº 38
Benedicto XVI. Spe Salvi nº 39
devoción todavía muy difundida hasta no hace mucho tiempo,
aunque hoy tal vez menos practicada. En esta devoción había sin
duda cosas exageradas y quizás hasta malsanas, pero conviene
preguntarse si acaso no comportaba de algún modo algo esencial
que pudiera sernos de ayuda. ¿Qué quiere decir «ofrecer»?
Estas personas estaban convencidas de poder incluir sus
pequeñas dificultades en el gran com-padecer de Cristo,
que así entraban a formar parte de algún modo del tesoro
de compasión que necesita el género humano. De esta
manera, las pequeñas contrariedades diarias podrían
encontrar también un sentido y contribuir a fomentar el
bien y el amor entre los hombres. Quizás debamos
preguntarnos realmente si esto no podría volver a ser una
perspectiva sensata también para nosotros."116
-
El Juicio como lugar de aprendizaje y ejercicio de la
esperanza117. Queda pendiente la pregunta de Ivan Karamazov.
¿Qué hacemos? ¿Cerramos los ojos? El mito de la modernidad ha
fracasado y por eso apela a esa misma modernidad que ante esas
situaciones que claman al cielo exigen esa justicia definitiva, que a
lo mejor no podemos encontrar de momento en este mundo; y de
modo paradójico: "Este inocente que sufre se ha convertido en
esperanza-certeza: Dios existe, y Dios sabe crear la justicia de un
modo que nosotros no somos capaces de concebir y que, sin
embargo, podemos intuir en la fe"118. Tiene que haber una
justicia que, a su vez, tiene que ser irrevocable y
definitiva, y por eso tiene que existir el infierno y también
el purgatorio.
Y recuerda el Papa Benedicto que ese Purgatorio tiene también
una dimensión solidaria119, es decir, nosotros podemos ayudar y
colaborar con esas almas que en este momento se están
purificando; y esto es importante porque la salvación cristiana es
siempre una salvación solidaria.
-
116
María, estrella de la esperanza120: "Santa María, Madre de
Dios, Madre nuestra, enséñanos a creer, esperar y amar contigo.
Indícanos el camino hacia su reino. Estrella del mar, brilla sobre
nosotros y guíanos en nuestro camino".
Benedicto XVI. Spe Salvi nº 40
Benedicto XVI. Spe Salvi nº 41-48
118
Benedicto XVI. Spe Salvi nº 43
119
Benedicto XVI. Spe Salvi nº 48
120
Benedicto XVI. Spe Salvi nº 49-50
117
Preguntas finales:
-
¿En qué otros documentos habla el Card. Ratizinger sobre el tema
de la esperanza?
-
¿Cómo poder encontrar en el dolor esperanza si el dolor mismo
pareciera que es desesperanza?
-
¿Podría hablarnos algo más de María como lugar de esperanza?
Bibliografía
General
Benedicto XVI, Enc. Spe salvi (2007).
Específica
1. La virtud de la esperanza
o Cessario, Romanus, Las virtudes (Amateca 0019), Edicep, Valencia
1998, pp. 53-82.
o Günthör, Anselm, Chiamata e risposta, vol. 2, Morale speciale: le
relazioni del cristiano verso Dio, San Paolo, Cinisello Balsamo 1988,
pp. 179-237.
o O’Callaghan, Paul, Cristo, speranza per l’umanità. Escatologia
cristiana, Pontificia Università della Santa Croce, Roma 2010, pp. 2134 (Christ our Hope: An Introduction to Eschatology, Catholic
University of America Press, Washington D.C. 2011).
o Pieper, Josef, “Esperanza”, en Las virtudes fundamentales, Rialp,
Madrid 1980, pp. 367-413.
2. La escatología cristiana, cumplimiento de la promesa que da lugar a la
esperanza
o Alviar, J. José, Escatología, Eunsa, Pamplona 2004.
o Pozo, Cándido, La teología del más allá, BAC, Madrid 19923.
o O’Callaghan, Paul, Cristo, speranza per l’umanità, pp. 67-250.
o Idem., La muerte y la esperanza, Palabra, Madrid 2004.
3. La verdad de la esperanza cristiana
o O’Callaghan, Paul, Cristo, speranza per l’umanità, pp. 35-62.
4. El trabajo, la esperanza humana y su purificación
o O’Callaghan, La virtud de la esperanza y la ascética cristiana en
algunos escritos del Beato Josemaría Escrivá, Fundador del Opus Dei,
“Romana (ed. esp.)” 12 (1996) 262-79 (también en “Romana”
Estudios 1985-1996, pp. 277-298).
o Idem., Cristo, speranza per l’umanità, pp. 295-324; 327-398.
Descargar