revista electrónica de teoría de la ficción breve

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Los estudios sobre minificción:
Una teoría literaria en lengua española
Lauro Zavala
UAM Xochimilco, México
1. Introducción: La teoría como ficción
La teoría literaria es una forma específica de ficción. Es un género literario de naturaleza didáctica, que
produce mapas conceptuales para orientar a los lectores en el bosque de la escritura. Y es uno de los productos
más útiles de la imaginación intelectual.
Lo que un lector encuentra en los autores clásicos de las ciencias naturales (como Charles Darwin,
Richard Feynman, Stephen Hawkins, Benoit Mandelbrot, Edmund Wilson o Jean-Henri Favre) es la presencia de
numerosas narraciones acompañadas por algunas reflexiones derivadas de estos relatos. Y también es así como
trabaja un teórico literario, que es un escritor con un interés específico por reflexionar sobre la naturaleza de los
más importantes textos de la creación literaria.
Todo esto es lo que un lector encuentra en los textos canónicos de la teoría literaria, como Mimesis de
Erich Auerbach; Retórica de la ficción de Wayne Booth; La novela de Bourneuf y Ouellet; Aspectos de la novela
de E. M. Forster y, más recientemente, El microrrelato: Teoría e historia de David Lagmanovich.
Aquí cabe preguntarse por qué en Hispanoamérica no contamos con una sólida tradición propia
en teoría de la literatura, a pesar de contar con docenas de poéticas personales de los escritores, y con numerosas
síntesis de las teorías producidas en otras lenguas.
En las líneas que siguen me propongo demostrar que, gracias al estudio de la minificción, por
primera vez en la historia literaria contamos en lengua española con una tradición teórica y analítica suficiente
para hablar del surgimiento de una teoría literaria producida en lengua española, que puede ser utilizada para el
estudio de textos literarios pertenecientes a cualquier género, producidos en cualquier otra lengua.
2. Un nuevo paradigma en teoría literaria
A lo largo del siglo XX la tradición académica de los estudios literarios en el mundo occidental
ha adoptado modelos de análisis derivados del estudio de textos narrativos producidos en las diversas lenguas
europeas. Pero en este banquete, la lengua española sólo participó con un trabajo de traducción, sin haber producido un cuerpo de reflexión teórica de carácter universal, derivado del estudio de los textos producidos en esta
lengua.
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Aquí es necesario señalar cómo las vanguardias literarias hispanoamericanas de los años veinte
eran una forma de dialogar con las vanguardias europeas. Hasta el día de hoy, estas vanguardias sólo han producido reseñas críticas de textos claves y monografías de escritores individuales, pero no un cuerpo teórico original.
De manera similar, lo que se ha llamado el ensayo hispanoamericano consiste en una tradición de
reflexiones acerca de lo que significa ser hispanoamericano (o ser mexicano, argentino o colombiano), o bien una
reflexión personal sobre el proceso medular de la creación literaria o artística en general. Pero nada de esto puede
ser considerado como una teoría de la literatura, y mucho menos una teoría de alcance universal.
Por su parte, la novela hispanoamericana de los años sesenta generó una visión regionalista sobre
la naturaleza del realismo mágico, sin llegar a mostrar cómo éste forma parte de un reciclaje irónico de la narrativa fantástica, que tiene manifestaciones similares en la escritura literaria producida durante la segunda mitad
del siglo XX en lenguas tan diversas como el húngaro, el serbo-croata o el polaco.
Es sólo a partir de la década de 1980 cuando ha empezado a surgir, por primera vez, un cuerpo de
reflexión teórica de alcance universal (en términos lingüísticos y genológicos), precisamente a partir del estudio
de los textos experimentales y lúdicos que conocemos con el nombre genérico de minificción. Se trata de una
teoría de carácter intertextual sobre la escritura irónica de naturaleza posmoderna.
Antes de ese momento, los modelos teóricos para el análisis textual de la literatura fueron producidos al estudiar materiales escritos en lengua rusa (el formalismo ruso), en lengua francesa (el estructuralismo,
el postestructuralismo y la deconstrucción), en lengua italiana (la semiótica bolognesa), en lengua alemana (la
romanística y la estética de la recepción) y en lengua inglesa (el formalismo estadounidense).
Todos estos modelos de análisis literario han sido utilizados también para el estudio de la narrativa
escrita en lengua española, incluyendo la producida en la región hispanoamericana. Sin embargo, el surgimiento
de la minificción en los países hispanoamericanos y su notable desarrollo durante los siglos XX y XXI ha llevado
a producir modelos de análisis que son, por la naturaleza híbrida, irónica y lúdica de estos textos, mucho más
flexibles que los producidos hasta ahora al estudiar los otros géneros literarios.
La razón principal para la generación de esta tradición teórica en lengua española se debe, precisamente, al hecho de que este género literario, el más reciente de la historia literaria, se ha producido de manera
abundante, espontánea y destacada, en la región hispanoamericana. Es digno de notar el hecho de que en otras
lenguas sólo existen textos de manera aislada, o al hecho de que sólo son producidos como consecuencia de un
concurso o de una iniciativa editorial.
En otras palabras, sólo es en la región hispanoamericana precisamente en lengua española, donde
se cuenta simultáneamente con autores como Arreola, Avilés, Borges, Britto, Cortázar, Denevi, Galeano, Monterroso, Samperio, Shua, Torri, Valenzuela y muchos otros. Cada uno de estos escritores ha sido autor de al menos
un importante libro de minificción a partir de la segunda década del siglo XX. Y ha sido a partir de la década
de 1980 cuando estos libros han sido objeto de congresos de expertos, libros colectivos de estudio sistemático,
tesis doctorales, antologías comentadas y otras formas de atención crítica, todo lo cual puede ser considerado, en
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conjunto, como un cuerpo de reflexión teórica y analítica tan original como los textos que le ha dado origen. Es
por ello que se puede hablar de una teoría literaria de carácter colectivo, de naturaleza rigurosa y de crecimiento
paulatino.
Es evidente que no existe nada semejante en otras lenguas, ni en el terreno de la creación literaria
ni en el terreno de la reflexión crítica. El hecho de que escritores como Hemingway, Kafka o Joyce hayan escrito
uno o varios textos breves en algún momento de su larga carrera literaria no es suficiente para hablar de la existencia de minificciones literarias en otras lenguas. Es decir, que la minificción es un fenómeno literario cuyo
epicentro se encuentra en Hispanoamérica. Este fenómeno coincide con la tendencia de la cultura contemporánea
a la fragmentación, al cuestionamiento de la monumentalidad y a la escritura cibernética.
Se trata de un fenómeno similar al de la novela decimonónica, pues aunque se puede hablar de novelas
realistas escritas en la segunda mitad del siglo XIX en inglés, español, alemán y otras lenguas, la quintaesencia
del género pertenece al francés, en las novelas de Flaubert, Stendhal, Balzac, Zola y Proust.
3. La narratología como una glosemática
Nos encontramos, entonces, ante un nuevo paradigma teórico. Y por ello es conveniente señalar
las diferencias con el paradigma europeo, y las consecuencias que el surgimiento de este nuevo paradigma tiene
para la narratología contemporánea.
Las diferencias entre ambos paradigmas saltan a la vista. Los modelos europeos ponen el énfasis
en la narrativa moderna, y están sesgados a la narrativa alegórica, donde el protagonista del relato sufre una transformación moral. Por su parte, los modelos narratológicos producidos en Hispanoamérica permiten distinguir la
naturaleza de los textos clásicos, modernos y posmodernos, pues todos ellos forman un sistema interrelacionado,
derivado de la naturaleza misma de la escritura producida en lengua española, donde el lugar central no lo ocupa
el personaje, sino la exploración y la experimentación con las posibilidades evocativas del lenguaje literario. Se
trata de una estética claramente posmoderna.
La jerarquización de categorías de análisis en cada tradición corresponde al tipo de narración
dominante en la literatura de cada lengua. Y esto es aplicable también al estudio de la narrativa visual (como la
historieta) y la narrativa audiovisual (como el cine de ficción y el documental).
Este espectacular cambio de paradigma es incluyente de los demás modelos y categorías para el
estudio de la ficción, precisamente por el hecho de que la minificción, como género experimental, dialoga con
todos los géneros de la escritura literaria y extraliteraria.
En oposición a lo que ha dicho el escritor español Pérez Reverte, es necesario recordar que la minificción no debe confundirse con cualquier anécdota intrascendente, sino que es un nuevo género literario, que en
ocasiones llega a ser más complejo que algunas novelas convencionales, como aquellas donde la trama es más
importante que la experimentación con la forma y el lenguaje.
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Existen dos tipos de teorías literarias: aquellas que tienen una agenda externa al texto literario,
de carácter ideológico, ya sea historiográfico, genérico, sociológico, psicológico, ecológico o cualquier otro, y
aquellas cuya finalidad es precisar lo específicamente literario de un texto literario, es decir, aquellos componentes
formales que lo distinguen de cualquier otro.
Entre las teorías ideológicas se encuentran el marxismo, el feminismo, el darwinismo literario, la
teoría de los arquetipos y otras. En ellas se enfatiza el estudio de la sustancia del contenido en cada obra literaria
particular.
Por su parte, las principales teorías formalistas incluyen las variantes rusa, checa y norteamericana, y en ellas se enfatiza el estudio de la forma de la expresión.
Un tercer grupo de teorías, de carácter genológico, tiene como finalidad mostrar la especificidad
genérica, es decir, la sustancia de la expresión. Y un cuarto grupo de teorías estudia la estructura del texto y el
lector implícito en éste, como es el caso de las teorías del estructuralismo francés, el post-estructuralismo europeo
y la deconstrucción, es decir, la forma del contenido.
Todas las teorías señaladas hasta aquí pueden ser consideradas, respectivamente, como teorías textuales y contextuales, y a ellas debe añadirse la existencia de las teorías intertextuales y las teorías pragmáticas,
atentas a los procesos de interpretación de los textos literarios.
4. Categorías de la nueva narratología
Detengámonos ahora a señalar las diferencias entre las categorías propuestas en ambos paradigmas teóricos para el análisis de los textos literarios concretos.
Por una parte, los modelos de análisis narrativo producidos a partir de las teorías de origen europeo y estadounidense se apoyan en categorías de naturaleza metafórica, y el reconocimiento, uso e interpretación de estas
categorías dependen del criterio de cada lector. Estas categorías son las siguientes: plot, character, setting, style,
point of view, theme (es decir: trama, personaje, ambiente, estilo, punto de vista y tema). Estas categorías has
sido derivadas del estudio de la novela decimonónica europea (Balzac, Flaubert, Proust), del cuento clásico (Poe,
Chéjov, O.Henry) y de la novela moderna, surgida en el periodo de entreguerras (Faulkner, Woolf, Joyce).
En cambio, los modelos de análisis narrativo de origen hispanoamericano se apoyan en categorías de naturaleza metonímica, y el reconocimiento, uso e interpretación de estas categorías dependen de la especificidad
de cada texto y de la interpretación que de ellas produce cada lector en cada lectura particular. Estas categorías
son las siguientes: título, inicio, tiempo, espacio, narrador, lenguaje, género, intertexto, ideología y final. Estas
categorías han sido derivadas del estudio de la minificción contemporánea, y se aplican al análisis de la novela y
el cuento de naturaleza posmoderna (a partir de Rayuela, de Julio Cortázar, para el análisis de la novela; y a partir
de Ficciones, de Jorge Luis Borges, para el análisis del cuento).
El modelo narratológico producido en la región iberoamericana es aplicable al análisis de la novehttp://cuentoenred.xoc.uam.mx
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la, el cuento, el cine y otras formas de narración, en cualquier lengua. Pero es en la minificción donde este modelo
muestra su mayor utilidad, precisamente por su compleja naturaleza de hibridación con géneros extraliterarios y
extranarrativos.
Entre los autores iberoamericanos que han explorado de manera sistemática algunas de las categorías señaladas para analizar textos minificcionales se encuentran: Dolores Koch (EU / Cuba); Juan Armando Epple (EU /
Chile); David Lagmanovich; Laura Pollastri; Graciela Tomassini; Stella Maris Colombo; Silvia Delucchi (Argentina); Francisca Noguerol; Fernando Valls (España); Irene Andrés-Suárez (Suiza); Henry González (Colombia);
Violeta Rojo (Venezuela); Javier Perucho (México).
Como ya fue señalado, los componentes distintivos de la minificción ---ironía inestable, hibridación genérica, intertextualidad lúdica y experimentación lingüística--- se han derivado de la tradición narrativa iberoamericana, en la que el lenguaje (y su poder evocativo) tiene más peso que el personaje (y su evolución
moral). Este peso específico del lenguaje por sobre el contenido narrativo parece ser una característica de la región
hispanoamericana, en general, así como la tendencia a la fragmentariedad y la escritura aforística, metafórica y
didáctica. No es casual que en esta región contamos con una fuerte tradición de escritura humorística breve y
fantástica, muy próxima a la estética de la caricatura política y de la alegoría ideológica.
5. Fronteras de la narrativa posmoderna
No es casual que el surgimiento de una narratología de la ficción posmoderna esté surgiendo al
estudiar la narrativa hispanoamericana, pues ha sido en este contexto en el que se ha producido una ficción con
características que, sin dejar de compartir algunos rasgos comunes a las formas de ficción producidas en otras
lenguas, puede ser considerada como paradigmáticamente posmoderna.
Se trata de una posmodernidad estética y no social o ideológica. La ficción posmoderna puede ser
considerada como una escritura fronteriza, pues se define por la presencia simultánea de rasgos específicos (de
carácter formal) de la ficción clásica y de la ficción moderna, ambos presentes en un mismo texto.
La naturaleza fronteriza de esta literatura no sólo consiste en la simultaneidad de rasgos clásicos y
modernos, sino sobre todo en la exploración de diversos tipos de fronteras. Éstas fronteras son las siguientes:
a) Primera Frontera: La Parte y el Todo
La creciente tendencia a la serialidad narrativa tiene numerosas consecuencias
propias de la ficción posmoderna. Entre ellas se puede mencionar un mayor peso de la estética de la fragmentación; una creciente indefinición de la trama; la preeminencia de la indeterminación narrativa; el sucesivo
cambio de tiempos gramaticales, diegéticos y referenciales; la multiplicación de protagonistas y voces narrativas;
la disolución de la linealidad causal propia de la narrativa decimonónica; la necesidad de que el lector sea más
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participativo en la estructuración de la trama; y la relativización de la noción de final definitivo.
Todas estas consecuencias se encuentran en las novelas fragmentarias, en las novelas formadas
por minificciones seriales y en los volúmenes formados por cuentos integrados, así como en los cuentos que se
encuentran dispersos en el interior de novelas extensas, y en general, en la mayor parte de la narrativa contemporánea, especialmente en la narrativa hispanoamericana contemporánea.
La serialidad, como ha sido señalado en diversas ocasiones, pone en crisis el
concepto moderno de fragmento (y su lugar de origen, es decir, la totalidad), sustituyéndolo por la noción
posmoderna de detalle (es decir, de la posibilidad de que este mismo fragmento sea leído de manera totalmente
autónoma en relación con la totalidad de la que surge). En el contexto de la teoría literaria, la posibilidad de que
un segmento cualquiera de una obra unitaria pueda ser leído indistintamente como fragmento (es decir, como un
texto que requiere de la totalidad a la que pertenece para cobrar sentido) o como detalle (es decir, como un texto
que puede ser leído de manera completamente independiente de esa totalidad originaria) recibe el nombre de fractal. Un fractal literario es simultáneamente un fragmento y un detalle, es decir, es parte de una totalidad (como la
novela) y es simultáneamente un texto autónomo (como el que se puede encontrar en una antología).
El primer trabajo canónico de naturaleza fractal también es un trabajo publicado en lengua española, y es parte fundamental de la literatura hipanoamericana. Se trata de la antología de Borges y Bioy, Cuentos
breves y extraordinarios (Buenos Aires, 1955), que tienen como característica extraordinaria el hecho de que no
son cuentos, sino fragmentos de textos muy extensos, o en muchos casos, la reescritura de fragmentos recordados
por los compiladores.
Por otra parte, podría señalarse el hecho de que un escritor de minificciones
escribe series de minificciones, lo cual indica la naturaleza gregaria del género. Una minificción forma
parte de una serie, es decir, de un proyecto literario. No es una ocurrencia aislada o un texto único. Incluso las
antologías de minificción tienden a constituirse en propuestas de lectura, y no sólo son colecciones de textos,
sino que revelan continuidades temáticas, genéricas, ideológicas o estéticas. En la minificción, el antologador de
minificciones (empezando por Borges y Bioy) es también un creador, pues construye un proyecto de lectura al
establecer relaciones entre diversos textos, autores y géneros.
b) Segunda Frontera: Ficción y Metaficción
Estudiar la minificción significa estudiar su naturaleza intertextual, y por lo tanto, estudiar los mecanismos de traducción que le dan sentido. La minificción está construida con diversos mecanismos de traducción
intrasemiótica, es decir, de la literatura misma. Pero además, ha sido el estudio de la minificción literaria lo que
ha permitido el estudio sistemático de formas de la minificción extraliteraria, como es el caso de la minificción
gráfica, musical y audiovisual.
Desde la perspectiva de la semiótica contemporánea, toda forma de semiosis es
también, necesariamente, una forma de traducción. Y una de las formas más complejas de traducción
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intersemiótica ocurre al pasar de la literatura al cine. La traducción (semiótica o lingüística) es una forma de
intertextualidad. Y también es evidente que la intertextualidad es la característica más compleja de la estética
posmoderna.
Por su parte, la metaficción es un rasgo propio de la modernidad, y la metalepsis
puede ser considerada como una forma extrema de la metaficción. Desde el nacimiento de la novela renacentista, con el Quijote, hasta las formas de autrorrefrencialidad tematizada, la metaficción se encuentra entre las
estrategias de ironización más características de la ficción experimental. A su vez, la metaficción es una forma de
intertextualidad, en la que un texto dialoga con sus propias condiciones de posibilidad.
En Hispanoamérica hay una fuertísima dominante metaficcional a lo largo del siglo XX, desde
la narrativa vanguardista hasta la minificción contemporánea, pasando por la novela del boom, la nueva novela
histórica, el relato posmoderno y la crónica urbana. Y en todas estas formas de escritura hay una tendencia a la
serialidad y la fragmentación textual.
c) Tercera Frontera: Ficción Realista y Ficción Fantástica
En la tradición crítica europea sólo se han producido modelos teóricos para el
estudio de la narrativa fantástica de carácter provincial, es decir, reducidos a un corpus limitado a una única lengua, un periodo muy breve o una modalidad particular. Así, por ejemplo, la teoría de Tzvetan Todorov sólo
es aplicable a la escritura fantástica francesa del siglo XX, mientras que la teoría de Rosemary Jackson se deriva
del estudio de la narrativa fantástica en lengua inglesa de la primera mitad del siglo XX. Y así sucesivamente.
La narrativa hispanoamericana del siglo XX incluye formas de lo fantástico tan diversas como el
realismo mágico de Gabriel García Márquez, lo real maravilloso de Alejo Carpentier, las ficciones filosóficas de
Jorge Luis Borges, los juegos sintácticos de Julio Cortázar y la reescritura de la historia colectiva en los universos
invocados por los relatos de Carlos Fuentes. Todo ello se manifiesta fielmente en la minificción, que es casi en
su totalidad de carácter fantástico, y que requiere la creación de un sistema teórico que dé cuenta de esta enrome
diversidad en un modelo flexible e incluyente.
En el terreno de la minificción, es fácil observar cómo más del 90% de los textos canónicos de este
género son de naturaleza fantástica, de manera similar a lo que ocurre con los textos canónicos del cuento literario hispanoamericano. Tal vez por ello el teórico Brian McHale confundió la naturaleza de la escritura fantástica
con la escritura posmoderna, y definió a esta última como aquella en la que se propone un universo ontológico
autónomo. Existe una relación muy próxima, entonces, entre minificción, posmodernidad y escritura fantástica.
La minificción (y en general, la literatura posmoderna) tiende a construir universos ontológicos autónomos, conscientes de serlo (de ahí que Linda Hutcheon la llamara metaficción historiográfica).
La minificción tiende a ser, simultáneamente, fantástica, irónica, intertextual, metaficcional y serial, y
sólo este último rasgo es específico del género. En muchos casos la naturaleza fantástica de la minificción es
fuertemente testimonial, por lo que se trata, más bien, de una escritura alegórica, construida a partir de un sistema
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de metáforas y de alusiones a una realidad histórica muy específica pero altamente generalizable (como también
suele ocurrir en la caricatura política). Estos recursos exigen la complicidad del lector, y en ocasiones, el conocimiento de un contexto específico de interpretación sin el cual es sentido último puede parecer enigmático (o
precisamente fantástico).
d) Cuarta Frontera: Verosimilitud e Ironía
La ironía puede ser considerada como un nivel de verosimilitud que presupone y a la vez subvierte a los
demás niveles, precisamente los que hace posible la existencia de la ficción narrativa. La ironía, entonces, presupone y juega con la verosimilitud lingüística, narrativa, genérica y cultural, creando un nivel de verosimilitud que
produce sus propias condiciones de posibilidad.
La minificción es un género lúdico, intertextual, irónico, y tiende a ser notablemente metaficcional,
serial y fantástico. En otras palabras, todas las fronteras de la ficción posmoderna se condensan en la escritura
minificcional, que es así el género más característico de la narrativa posmoderna.
6. Conclusión: Una puerta entreabierta
La conciencia de este nuevo género literario surgió al mismo tiempo que aparecieron las computadoras
en el horizonte cultural, en la década de 1980. La minificción, por su parte, apenas tiene 100 años, y es aún más
joven que el cine.
Todo esto significa que, así como el cine todavía está por explorar numerosas posibilidades estéticas inéditas hasta le fecha, la minificción todavía se encuentra en sus inicios. Sin embargo, ya ha sido privilegio
de los lectores y analistas en lengua española la posibilidad de proponer las primeras reflexiones sistemáticas sobre su naturaleza y sus alcances. Y será en el futuro cuando las preguntas iniciales formuladas en estas reflexiones
sean respondidas de forma sistemática con los alcances que actualmente tienen la teoría del cuento, la teoría de la
novela o la teoría del cine.
Ése será el momento en el que la minificción sea estudiada en todos los centros de investigación
literaria como una materia obligatoria, por su naturaleza lúdica y experimental.
El presente apenas está empezando.
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