defensa y representación

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DEFENSA Y REPRESENTACIÓN
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Joan Prat i Rubí
Profesor Titular de Derecho Procesal
Universidad de Barcelona
Abogado
DEFENSA Y REPRESENTACIÓN
Joan Prat i Rubí
Profesor Titular de Derecho Procesal
Universidad de Barcelona
Abogado
ÍNDICE
página
I. POSTULACIÓN PROCESAL . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
1. Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
2. La Postulación Procesal como un derecho de la parte en el proceso . . . . . . .
3. La exigencia de una doble intervención: defensa técnica por abogado
y representación procesal por procurador . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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II. LA INTERVENCIÓN DEL ABOGADO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
1. Fundamento . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
2. Contenido de la intervención del abogadoen el proceso . . . . . . . . . . . . . . . .
3. Acreditación de la intervención del abogado en el proceso . . . . . . . . . . . . . .
4. Supuestos en que es necesaria la intervención del abogado en el proceso . . . .
5. Supuestos en que no es necesaria la intervención del abogado en el proceso .
6. Procedimiento para la exacción de los honorarios de los abogados . . . . . . . .
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215
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III. INTERVENCIÓN DEL PROCURADOR DE LOS TRIBUNALES . . . . . .
1. Fundamento . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
2. Contenido de la intervención del procurador de los tribunales . . . . . . . . . .
3. Acreditación de la intervención del procurador en el proceso . . . . . . . . . . .
4. Supuestos en que es necesaria la intervención del procurador
en el procedimiento . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
5. Supuestos en que no es necesaria la intervención del procurador
en el procedimiento . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
6. Procedimiento para la reclamación de los honorarios
de los procuradores . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
7. Cese del procurador . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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DEFENSA Y REPRESENTACIÓN
Joan Prat i Rubí
Profesor Titular de Derecho Procesal
Universitat de Barcelona
Abogado
I. POSTULACIÓN PROCESAL
1. Introducción
Para que las partes puedan comparecer válidamente en el proceso deben
acudir representadas por procurador de los tribunales y defendidas por
abogado. Ostentar la cualidad de parte y cumplir los requisitos necesarios
de capacidad procesal, no permiten, sin más, comparecer válidamente en
el proceso. Se exige, pues, con carácter general, esta doble intervención
para que la parte procesal pueda sostener y mantener sus pretensiones
ante los Tribunales. Tradicionalmente denominamos Postulación Procesal
a la exigencia de esta doble y especial intervención del abogado y del procurador.
2. La Postulación Procesal como un derecho de la parte en el proceso
Veremos en los próximos apartados como el legislador exige, como presupuesto procesal de carácter general para la validez de los actos procesales, la doble intervención de abogado y procurador. No obstante, tal requisito exigido por el legislador no debe ser contemplado únicamente
como una obligación, sino, por el contrario como un derecho irrenunciable de las partes. No de otro modo puede ser contemplado al estudiar
el fundamento de la exigencia de ambas intervenciones. Ciertamente, no
cabe buscar el mismo fundamento en la intervención del abogado y en la
del procurador. Se trata de dos intervenciones bien distintas, a las que nos
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DEFENSA Y REPRESENTACIÓN
referiremos en los próximos apartados. No obstante, coincidiremos en
que, en ambos casos, tales intervenciones lo son en beneficio de la parte,
constituyendo un derecho para todos los ciudadanos el acceder a la defensa por un abogado y a la representación por un procurador. Y así se encuentra plenamente reconocido al regular el derecho de todos los ciudadanos a solicitar abogado y procurador de oficio cuando se carece de
medios económicos suficientes.
3. La exigencia de una doble intervención: defensa técnica
por abogado y representación procesal por procurador
Obviamente el legislador, al enfrentarse a una nueva Ley de
Enjuiciamiento Civil, debía abordar el tema del mantenimiento o no de la
exigencia de la doble intervención por abogado y procurador para comparecer válidamente en el proceso. La intervención del abogado esta por
obvias razones “hors de question”. Sin embargo, el legislador podría haber
optado por un sistema de exclusiva intervención por abogado. Dos son las
razones a nuestro entender que han justificado la permanencia de la tradicional doble intervención que caracteriza en España la postulación procesal. En primer lugar el convencimiento del legislador de que resulta positivo para la buena marcha del proceso la intervención de unos profesionales dedicados en exclusiva a cuidar, tanto del cumplimiento de las formalidades de la tramitación del procedimiento, como de asegurar la comunicación entre las partes y el órgano judicial, entre los abogados y el
órgano judicial y, ahora también, asegurar la comunicación de las partes
entre si. En segundo lugar habrá pesado también la historia, a la cual debemos la existencia en España de unos profesionales dedicados y con experiencia.
II. LA INTERVENCIÓN DEL ABOGADO
1. Fundamento
a) Complejidad de la materia jurídica
Evidentemente el conocimiento de la técnica jurídica no se encuentra al
alcance de todos los ciudadanos. En este sentido, convendremos en que el
ciudadano lesionado en alguno de sus derechos o intereses, debe poder ac-
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Joan Prat i Rubí
ceder a la asistencia de un abogado. De otra forma, la dificultad y tecnicismo propios de la ciencia jurídica convertirían de hecho en ilusorio el
derecho a la defensa de éste ciudadano. Ciertamente, la intervención del
abogado conlleva un mayor coste de la justicia. No obstante, sabido es que
cualquier perfeccionamiento de la actividad humana implica un mayor
coste económico. Pero no por ello hay que renunciar a este perfeccionamiento, sobre todo teniendo en cuenta que está en juego el ejercicio del
derecho a la defensa. Precisamente el coste económico derivado de la intervención del abogado podría suponer en muchos casos la indefensión de
aquel ciudadano que no pudiera hacer frente a estos pagos. Por ello la
Constitución española prevé en su art.119: “La justicia será gratuita,
cuando así lo disponga la Ley, y, en todo caso, respecto de quienes acrediten insuficiencia de recursos para litigar”. A su vez el art.20 de la Ley orgánica del poder judicial establece: “1. La justicia será gratuita en los supuesto que establezca la Ley. 2. Se regulará por la Ley un sistema de justicia gratuita que de efectividad al derecho declarado en los artículos 24 y
119 de la Constitución, en los casos de insuficiencia de recursos para litigar”. Finalmente la Ley 1/1996, de 10 de enero, de Asistencia Jurídica
Gratuita y su Reglamento aprobado por R.D. 2103/1.996 de 20 de septiembre regulan los requisitos y procedimiento para la obtención del beneficio de justicia gratuita.
En definitiva, la dificultad y tecnicismo de la ciencia jurídica justifican
plenamente la necesidad y exigencia de la preceptiva intervención del
abogado para asegurar el derecho a la defensa en el proceso. El mayor coste
derivado de esta intervención y la indefensión que de ello podría derivarse,
viene corregido por la concesión del beneficio de justicia gratuita, de
forma que este coste derivado de la intervención del abogado en el procedimiento será soportado por el Estado cuando el ciudadano acredite insuficiencia de recursos.
b) Cumplimiento del principio de la igualdad de las partes
El objeto y finalidad de las normas procesales, no es otro que el de regular el proceso jurisdiccional, bajo los principios que garantizan el derecho a la defensa de las partes y la igualdad de las mismas en el proceso.
Todo ello, en aras a la obtención de una sentencia justa.
No obstante, el formalismo y tecnicismo de las normas y ritos procesales
las hacen inasequibles al conocimiento de los ciudadanos, haciendo indispensable la intervención del abogado. Resulta evidente que si una parte
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DEFENSA Y REPRESENTACIÓN
referiremos en los próximos apartados. No obstante, coincidiremos en
que, en ambos casos, tales intervenciones lo son en beneficio de la parte,
constituyendo un derecho para todos los ciudadanos el acceder a la defensa por un abogado y a la representación por un procurador. Y así se encuentra plenamente reconocido al regular el derecho de todos los ciudadanos a solicitar abogado y procurador de oficio cuando se carece de
medios económicos suficientes.
3. La exigencia de una doble intervención: defensa técnica
por abogado y representación procesal por procurador
Obviamente el legislador, al enfrentarse a una nueva Ley de
Enjuiciamiento Civil, debía abordar el tema del mantenimiento o no de la
exigencia de la doble intervención por abogado y procurador para comparecer válidamente en el proceso. La intervención del abogado esta por
obvias razones “hors de question”. Sin embargo, el legislador podría haber
optado por un sistema de exclusiva intervención por abogado. Dos son las
razones a nuestro entender que han justificado la permanencia de la tradicional doble intervención que caracteriza en España la postulación procesal. En primer lugar el convencimiento del legislador de que resulta positivo para la buena marcha del proceso la intervención de unos profesionales dedicados en exclusiva a cuidar, tanto del cumplimiento de las formalidades de la tramitación del procedimiento, como de asegurar la comunicación entre las partes y el órgano judicial, entre los abogados y el
órgano judicial y, ahora también, asegurar la comunicación de las partes
entre si. En segundo lugar habrá pesado también la historia, a la cual debemos la existencia en España de unos profesionales dedicados y con experiencia.
II. LA INTERVENCIÓN DEL ABOGADO
1. Fundamento
a) Complejidad de la materia jurídica
Evidentemente el conocimiento de la técnica jurídica no se encuentra al
alcance de todos los ciudadanos. En este sentido, convendremos en que el
ciudadano lesionado en alguno de sus derechos o intereses, debe poder ac-
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ceder a la asistencia de un abogado. De otra forma, la dificultad y tecnicismo propios de la ciencia jurídica convertirían de hecho en ilusorio el
derecho a la defensa de éste ciudadano. Ciertamente, la intervención del
abogado conlleva un mayor coste de la justicia. No obstante, sabido es que
cualquier perfeccionamiento de la actividad humana implica un mayor
coste económico. Pero no por ello hay que renunciar a este perfeccionamiento, sobre todo teniendo en cuenta que está en juego el ejercicio del
derecho a la defensa. Precisamente el coste económico derivado de la intervención del abogado podría suponer en muchos casos la indefensión de
aquel ciudadano que no pudiera hacer frente a estos pagos. Por ello la
Constitución española prevé en su art.119: “La justicia será gratuita,
cuando así lo disponga la Ley, y, en todo caso, respecto de quienes acrediten insuficiencia de recursos para litigar”. A su vez el art.20 de la Ley orgánica del poder judicial establece: “1. La justicia será gratuita en los supuesto que establezca la Ley. 2. Se regulará por la Ley un sistema de justicia gratuita que de efectividad al derecho declarado en los artículos 24 y
119 de la Constitución, en los casos de insuficiencia de recursos para litigar”. Finalmente la Ley 1/1996, de 10 de enero, de Asistencia Jurídica
Gratuita y su Reglamento aprobado por R.D. 2103/1.996 de 20 de septiembre regulan los requisitos y procedimiento para la obtención del beneficio de justicia gratuita.
En definitiva, la dificultad y tecnicismo de la ciencia jurídica justifican
plenamente la necesidad y exigencia de la preceptiva intervención del
abogado para asegurar el derecho a la defensa en el proceso. El mayor coste
derivado de esta intervención y la indefensión que de ello podría derivarse,
viene corregido por la concesión del beneficio de justicia gratuita, de
forma que este coste derivado de la intervención del abogado en el procedimiento será soportado por el Estado cuando el ciudadano acredite insuficiencia de recursos.
b) Cumplimiento del principio de la igualdad de las partes
El objeto y finalidad de las normas procesales, no es otro que el de regular el proceso jurisdiccional, bajo los principios que garantizan el derecho a la defensa de las partes y la igualdad de las mismas en el proceso.
Todo ello, en aras a la obtención de una sentencia justa.
No obstante, el formalismo y tecnicismo de las normas y ritos procesales
las hacen inasequibles al conocimiento de los ciudadanos, haciendo indispensable la intervención del abogado. Resulta evidente que si una parte
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DEFENSA Y REPRESENTACIÓN
compareciera en el procedimiento asistida de abogado y la otra no, ésta
última se encontraría en la más absoluta indefensión. Cierto es que no
todos los abogados poseen los mismos conocimientos jurídicos y que, consecuentemente, el ciudadano asistido del mejor abogado se encontrará en
una mejor posición respecto de aquel asistido de un abogado con menos
conocimientos. Sin embargo, quedan garantizados, al menos, un mínimo
de conocimientos jurídicos al servicio de cada una de las partes.
De esta forma, pues, con la preceptiva intervención del abogado, se garantiza el principio de igualdad de las partes en el proceso.
Joan Prat i Rubí
rante toda la tramitación del mismo hasta la obtención de la sentencia.
El abogado dirige el procedimiento tanto en sus aspectos procesales
como de fondo. En este sentido, el abogado aconseja al cliente sobre la
oportunidad de la presentación de la demanda o, en su caso, sobre las
posibilidades de la oposición a la misma y cuida, en definitiva, de
todos los aspectos de su tramitación, dando contenido a las pretensiones de la parte hasta el momento final de la conclusión del procedimiento.
3. Acreditación de la intervención del abogado en el proceso
c) Colaboración en la formación del juicio jurisdiccional
Hasta aquí se ha señalado que el objeto y finalidad de la preceptiva intervención del abogado en el proceso reside en la necesidad de asegurar
y garantizar el derecho a la defensa. No obstante, hay otro aspecto que
interesa resaltar. En efecto el abogado, con su intervención en el proceso,
contribuye a la formación de una sentencia justa. El abogado, interviene,
por tanto, como un colaborador necesario de la administración de justicia. Su actividad en el proceso, aportando todos los argumentos favorables a la posición que defiende en el mismo, permite al Juez llegar al
final del proceso teniendo frente a sí todos los argumentos favorables y
desfavorables aportados por los abogados de las partes. El Juez se encuentra, por tanto, en una situación que le permite llegar a una resolución justa. En este sentido conviene recordar que el Estatuto de la
Abogacía, al que se ha hecho mención, señala en su art.39 que constituye deber fundamental del abogado “como partícipe en la función pública de la administración de justicia, el cooperar con la misma”. Señala
igualmente este artículo: “En ningún caso la tutela de tales intereses
puede justificar la desviación del fin supremo de justicia a que la
Abogacía se halla vinculada”. Hay que concluir por tanto, que la intervención del abogado en el proceso jurisdiccional, resulta, no sólo conveniente, sino absolutamente necesaria, tanto en aras a la efectiva garantía
del derecho a la defensa, sino también como colaborador indispensable
de la administración de justicia.
2. Contenido de la intervención del abogadoen el proceso
La intervención del abogado en el proceso garantiza y asegura a la
parte el derecho a la defensa desde el inicio del procedimiento y du-
214
Al contrario que en el caso de la intervención del procurador que precisa
de un poder a su favor, al abogado no se le exige ningún tipo de acreditación en cuanto al mandato recibido de su cliente. El abogado se encuentra ligado a su cliente por un típico contrato de arrendamiento de servicios regulado en el Estatuto General de la Abogacía (arts.53 a 56) y se
entiende formalizada la relación con el cliente por el mero hecho de actuar
en su defensa en un determinado procedimiento.
El nombramiento de abogado por su cliente es lógicamente libre,
fuera de los casos previstos en la Ley de Asistencia Jurídica Gratuita
(art.33.1). Sin embargo, la nueva Ley permite en el apartado 2 del art.33
solicitar que se nombre abogado, de acuerdo con las reglas previstas en
la citada Ley de Asistencia Jurídica Gratuita y a los únicos efectos de tal
nombramiento, en los supuestos en que esta intervención sea exigible y
por las razones que fuere el cliente prefiere que se le nombre el abogado
a elegirlo directamente.
4. Supuestos en que es necesaria la intervención del abogado
en el proceso
Obviamente y a tenor de lo dicho en los apartado anteriores, casi podría
omitirse este apartado. La intervención del abogado en el proceso es
siempre necesaria, salvo cuando se disponga lo contrario. Es decir, se exceptúan los supuestos a los que se refiere el artículo 31.2 de la LEC que
son objeto de tratamiento en el punto siguiente de este trabajo.
Consecuentemente con ello el artículo 31.1 de la LEC establece que “los
litigantes serán dirigidos por abogados habilitados para ejercer su profesión en el tribunal que conozca del asunto. No podrá proveerse a
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DEFENSA Y REPRESENTACIÓN
compareciera en el procedimiento asistida de abogado y la otra no, ésta
última se encontraría en la más absoluta indefensión. Cierto es que no
todos los abogados poseen los mismos conocimientos jurídicos y que, consecuentemente, el ciudadano asistido del mejor abogado se encontrará en
una mejor posición respecto de aquel asistido de un abogado con menos
conocimientos. Sin embargo, quedan garantizados, al menos, un mínimo
de conocimientos jurídicos al servicio de cada una de las partes.
De esta forma, pues, con la preceptiva intervención del abogado, se garantiza el principio de igualdad de las partes en el proceso.
Joan Prat i Rubí
rante toda la tramitación del mismo hasta la obtención de la sentencia.
El abogado dirige el procedimiento tanto en sus aspectos procesales
como de fondo. En este sentido, el abogado aconseja al cliente sobre la
oportunidad de la presentación de la demanda o, en su caso, sobre las
posibilidades de la oposición a la misma y cuida, en definitiva, de
todos los aspectos de su tramitación, dando contenido a las pretensiones de la parte hasta el momento final de la conclusión del procedimiento.
3. Acreditación de la intervención del abogado en el proceso
c) Colaboración en la formación del juicio jurisdiccional
Hasta aquí se ha señalado que el objeto y finalidad de la preceptiva intervención del abogado en el proceso reside en la necesidad de asegurar
y garantizar el derecho a la defensa. No obstante, hay otro aspecto que
interesa resaltar. En efecto el abogado, con su intervención en el proceso,
contribuye a la formación de una sentencia justa. El abogado, interviene,
por tanto, como un colaborador necesario de la administración de justicia. Su actividad en el proceso, aportando todos los argumentos favorables a la posición que defiende en el mismo, permite al Juez llegar al
final del proceso teniendo frente a sí todos los argumentos favorables y
desfavorables aportados por los abogados de las partes. El Juez se encuentra, por tanto, en una situación que le permite llegar a una resolución justa. En este sentido conviene recordar que el Estatuto de la
Abogacía, al que se ha hecho mención, señala en su art.39 que constituye deber fundamental del abogado “como partícipe en la función pública de la administración de justicia, el cooperar con la misma”. Señala
igualmente este artículo: “En ningún caso la tutela de tales intereses
puede justificar la desviación del fin supremo de justicia a que la
Abogacía se halla vinculada”. Hay que concluir por tanto, que la intervención del abogado en el proceso jurisdiccional, resulta, no sólo conveniente, sino absolutamente necesaria, tanto en aras a la efectiva garantía
del derecho a la defensa, sino también como colaborador indispensable
de la administración de justicia.
2. Contenido de la intervención del abogadoen el proceso
La intervención del abogado en el proceso garantiza y asegura a la
parte el derecho a la defensa desde el inicio del procedimiento y du-
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Al contrario que en el caso de la intervención del procurador que precisa
de un poder a su favor, al abogado no se le exige ningún tipo de acreditación en cuanto al mandato recibido de su cliente. El abogado se encuentra ligado a su cliente por un típico contrato de arrendamiento de servicios regulado en el Estatuto General de la Abogacía (arts.53 a 56) y se
entiende formalizada la relación con el cliente por el mero hecho de actuar
en su defensa en un determinado procedimiento.
El nombramiento de abogado por su cliente es lógicamente libre,
fuera de los casos previstos en la Ley de Asistencia Jurídica Gratuita
(art.33.1). Sin embargo, la nueva Ley permite en el apartado 2 del art.33
solicitar que se nombre abogado, de acuerdo con las reglas previstas en
la citada Ley de Asistencia Jurídica Gratuita y a los únicos efectos de tal
nombramiento, en los supuestos en que esta intervención sea exigible y
por las razones que fuere el cliente prefiere que se le nombre el abogado
a elegirlo directamente.
4. Supuestos en que es necesaria la intervención del abogado
en el proceso
Obviamente y a tenor de lo dicho en los apartado anteriores, casi podría
omitirse este apartado. La intervención del abogado en el proceso es
siempre necesaria, salvo cuando se disponga lo contrario. Es decir, se exceptúan los supuestos a los que se refiere el artículo 31.2 de la LEC que
son objeto de tratamiento en el punto siguiente de este trabajo.
Consecuentemente con ello el artículo 31.1 de la LEC establece que “los
litigantes serán dirigidos por abogados habilitados para ejercer su profesión en el tribunal que conozca del asunto. No podrá proveerse a
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ninguna solicitud que no lleve firma de abogado”. Se ha mantenido prácticamente la misma dicción del antiguo artículo 10.
5. Supuestos en que no es necesaria la intervención del abogado
en el proceso
La intervención de abogado en el proceso genera un coste económico
que tienen que soportar las partes. Por ello, en aquellos procesos en que la
cuantía de lo que se discute sea de escasa importancia, el legislador quiere
que tal intervención sea únicamente facultativa. No obstante, ello implica
una renuncia cualitativa en el proceso y, por ello, hay que reputarlo como
algo excepcional.
En tales casos en que la intervención del abogado no es preceptiva, cabe
que, a pesar de ello, la parte quiera comparecer asistida de abogado. Tal supuesto está previsto en el artículo 32 de la LEC, de forma que cuando una
de las partes pretenda acudir con abogado a pesar de no ser preceptiva su
intervención, lo comunicará a la parte contraria al objeto de permitir
también a la otra parte valerse de abogado y respetar así el principio de
igualdad de trato procesal.
En los supuestos en que no sea preceptiva la intervención de abogado,
los honorarios devengados en el proceso no pueden ser incluidos en la
condena en costas, salvo que el tribunal aprecie temeridad en la conducta de la parte condenada en costas o que el domicilio de la parte defendida esté en lugar distinto a aquel en que se ha tramitado el juicio
(art.32.5 LEC).
Obviamente en los casos en que la intervención de abogado no es preceptiva, si la parte pretende acudir con defensa, solo podrá llevarlo a cabo
mediante la intervención de abogado.
Los supuestos excluidos son los previstos en el art.31.2:
a) Juicios verbales cuya cuantía no exceda de 150.000,-pts. Se trata
del juicio verbal al que se refiere el art.437.2 que se caracteriza por la
existencia de una demanda cumplimentada mediante rellenar un impreso formalizado.
b) La petición inicial de los procedimientos monitorios a la que
se refiere el art.814. Ello determina en la práctica que el procedimiento monitorio que permite la reclamación judicial de deuda dineraria, vencida y exigible de cuantía hasta 5.000.000 pts, puede
216
Joan Prat i Rubí
concluir sin la intervención de abogado. Ello será así cuando el demandado en el procedimiento monitorio pague su deuda sin oposición, o cuando el demando no formule oposición. Si será preceptiva, sin embargo, la intervención de abogado cuando el demando pretenda oponerse o cuando sea necesaria la ejecución y
esta supere la cuantía de 150.000,-pts.
c) Los escritos que tengan por objeto exclusivo la personación en
juicio.
d) Medidas urgentes con anterioridad al juicio. Obsérvese aquí, la
exigencia de dos requisitos: la “urgencia” que deberá forzosamente ser
apreciada por el tribunal y que se trate de medidas “anteriores al
juicio”, es decir, que se trate de medidas solicitadas antes de la presentación de la demanda. Concurriendo ambos requisitos, la intervención de abogado estará exceptuada en los supuestos de las diligencias preliminares (arts.256 y ss), anticipación y aseguramiento de
la prueba (arts.293 y ss) y en todas aquellas medidas cautelares que la
Ley permita que puedan solicitarse antes de la presentación de la demanda.
e) Escritos de suspensión de vistas o actuaciones, salvo que la causa
de tal suspensión se refiera especialmente al abogado y éste se encuentre en condiciones de poder firmar.
6. Procedimiento para la exacción de los honorarios de los abogados
El art. 35 prevé un procedimiento privilegiado para la exacción de
los honorarios de los abogados devengados en el procedimiento.
Presentada reclamación por el abogado, alegando que los honorarios
no le han sido satisfechos, se mandará que se requiera al deudor para
que pague dicha suma. En el supuesto de que el cliente los impugnara
por “indebidos”, el propio tribunal examinará la reclamación y determinará la cantidad. Si, por el contrario, la impugnación alegara que se
trata de honorarios “excesivos”, se seguirá el procedimiento previsto
para la tasación de costas (arts.241 y ss), salvo que el abogado acredite
la existencia de presupuesto previo “escrito” aceptado por el impugnante. La cantidad fijada por el tribunal deberá ser satisfecha por el
deudor en plazo de 5 días, bajo apercibimiento de apremio. Dicha resolución no será susceptible de recurso, sin perjuicio del juicio ordinario posterior.
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DEFENSA Y REPRESENTACIÓN
ninguna solicitud que no lleve firma de abogado”. Se ha mantenido prácticamente la misma dicción del antiguo artículo 10.
5. Supuestos en que no es necesaria la intervención del abogado
en el proceso
La intervención de abogado en el proceso genera un coste económico
que tienen que soportar las partes. Por ello, en aquellos procesos en que la
cuantía de lo que se discute sea de escasa importancia, el legislador quiere
que tal intervención sea únicamente facultativa. No obstante, ello implica
una renuncia cualitativa en el proceso y, por ello, hay que reputarlo como
algo excepcional.
En tales casos en que la intervención del abogado no es preceptiva, cabe
que, a pesar de ello, la parte quiera comparecer asistida de abogado. Tal supuesto está previsto en el artículo 32 de la LEC, de forma que cuando una
de las partes pretenda acudir con abogado a pesar de no ser preceptiva su
intervención, lo comunicará a la parte contraria al objeto de permitir
también a la otra parte valerse de abogado y respetar así el principio de
igualdad de trato procesal.
En los supuestos en que no sea preceptiva la intervención de abogado,
los honorarios devengados en el proceso no pueden ser incluidos en la
condena en costas, salvo que el tribunal aprecie temeridad en la conducta de la parte condenada en costas o que el domicilio de la parte defendida esté en lugar distinto a aquel en que se ha tramitado el juicio
(art.32.5 LEC).
Obviamente en los casos en que la intervención de abogado no es preceptiva, si la parte pretende acudir con defensa, solo podrá llevarlo a cabo
mediante la intervención de abogado.
Los supuestos excluidos son los previstos en el art.31.2:
a) Juicios verbales cuya cuantía no exceda de 150.000,-pts. Se trata
del juicio verbal al que se refiere el art.437.2 que se caracteriza por la
existencia de una demanda cumplimentada mediante rellenar un impreso formalizado.
b) La petición inicial de los procedimientos monitorios a la que
se refiere el art.814. Ello determina en la práctica que el procedimiento monitorio que permite la reclamación judicial de deuda dineraria, vencida y exigible de cuantía hasta 5.000.000 pts, puede
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concluir sin la intervención de abogado. Ello será así cuando el demandado en el procedimiento monitorio pague su deuda sin oposición, o cuando el demando no formule oposición. Si será preceptiva, sin embargo, la intervención de abogado cuando el demando pretenda oponerse o cuando sea necesaria la ejecución y
esta supere la cuantía de 150.000,-pts.
c) Los escritos que tengan por objeto exclusivo la personación en
juicio.
d) Medidas urgentes con anterioridad al juicio. Obsérvese aquí, la
exigencia de dos requisitos: la “urgencia” que deberá forzosamente ser
apreciada por el tribunal y que se trate de medidas “anteriores al
juicio”, es decir, que se trate de medidas solicitadas antes de la presentación de la demanda. Concurriendo ambos requisitos, la intervención de abogado estará exceptuada en los supuestos de las diligencias preliminares (arts.256 y ss), anticipación y aseguramiento de
la prueba (arts.293 y ss) y en todas aquellas medidas cautelares que la
Ley permita que puedan solicitarse antes de la presentación de la demanda.
e) Escritos de suspensión de vistas o actuaciones, salvo que la causa
de tal suspensión se refiera especialmente al abogado y éste se encuentre en condiciones de poder firmar.
6. Procedimiento para la exacción de los honorarios de los abogados
El art. 35 prevé un procedimiento privilegiado para la exacción de
los honorarios de los abogados devengados en el procedimiento.
Presentada reclamación por el abogado, alegando que los honorarios
no le han sido satisfechos, se mandará que se requiera al deudor para
que pague dicha suma. En el supuesto de que el cliente los impugnara
por “indebidos”, el propio tribunal examinará la reclamación y determinará la cantidad. Si, por el contrario, la impugnación alegara que se
trata de honorarios “excesivos”, se seguirá el procedimiento previsto
para la tasación de costas (arts.241 y ss), salvo que el abogado acredite
la existencia de presupuesto previo “escrito” aceptado por el impugnante. La cantidad fijada por el tribunal deberá ser satisfecha por el
deudor en plazo de 5 días, bajo apercibimiento de apremio. Dicha resolución no será susceptible de recurso, sin perjuicio del juicio ordinario posterior.
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III. INTERVENCIÓN DEL PROCURADOR DE LOS TRIBUNALES
1. Fundamento
Se ha discutido mucho sobre la necesidad de mantener en la Ley la exigencia de que la parte comparezca en el proceso mediante la representación técnica del procurador. Se podría mantener, en definitiva, que el
abogado asuma tal representación de la parte en el procedimiento.
Hay que tener en cuenta, no obstante, que de no existir la representación
técnica del procurador en el proceso, ello implicaría que la parte –o eventualmente su abogado- debería efectuar continuas comparecencias ante el
tribunal. Igualmente, a la inversa, el tribunal debería efectuar continuas notificaciones en el domicilio de la parte comparecida sin representación, o
eventualmente al despacho del abogado. La función del procurador redunda, por tanto, en una mayor rapidez y funcionalidad de las comunicaciones entre las partes y el tribunal. Y aun cuando puede admitirse que esta
función puede ser realizada eficazmente por el propio abogado, lo cierto es
que en la actualidad y atendiendo a la cada vez mayor especialización imperante en todas las actividades profesionales, no puede considerarse desacertada la previsión legal de la existencia de unos profesionales dedicados y
especializados en exclusiva a la representación técnica de la parte en el
proceso. Lo cual, además, libera al abogado de unas labores que, siendo más
formales, no por ello se encuentran exentas de una gran responsabilidad.
2. Contenido de la intervención del procurador de los tribunales
Las partes deben comparecer en el proceso representadas forzosamente
por procurador de acuerdo con el artículo 23, el cual establece que la comparecencia en juicio será por medio de procurador legalmente habilitado
para actuar en el tribunal que conozca del juicio. Hay que hacer referencia
igualmente a los artículos 438 y siguientes de la Ley Orgánica del Poder
Judicial, así como al Estatuto General de Procuradores de los tribunales
aprobado por Real Decreto 2046/82 de 30 de julio.
De acuerdo con el art.438.1 de la Ley Orgánica del Poder Judicial “corresponde exclusivamente a los procuradores la representación de las partes
en todo tipo de procesos, salvo cuando la Ley autorice otra cosa”. A su vez
el art.2 del Estatuto General de Procuradores nos dice que son procuradores aquellas personas que se encargan “mediante apoderamiento con-
218
Joan Prat i Rubí
ferido adecuadamente de representar los derechos e intereses de su poderdante ante los Tribunales de justicia”. Igualmente el art.3 del mentado
Estatuto señala que “la comparecencia ante los Juzgados y Tribunales se
efectuará por medio de procurador...”.
Vemos, por tanto, que el procurador es aquella persona que tiene encomendada en exclusiva la representación de la parte en el proceso y cuya intervención es forzosa para la validez de la comparecencia de la parte en el
proceso, salvo en aquellas excepciones previstas por la Ley a las que nos
referiremos en los próximos apartados.
Las obligaciones del procurador en el proceso están recogidas en los artículos 26 y 28 de la LEC de una forma un tanto confusa y repetitiva.
Con carácter general el art.26.2.1º señala que el procurador quedará
obligado a seguir el asunto mientras no cese en su representación. Esta
obligación de seguimiento del procedimiento implica:
Obligaciones del procurador respecto del abogado defensor de su
cliente:
a) Transmitirle todos los documentos, antecedentes o instrucciones
que se le remitan o pueda adquirir (art.26.2.2º).
b) Tenerle al corriente del curso del asunto que se le hubiere confiado, pasándole copias de todas las resoluciones que se le notifiquen
y de los escritos y documentos que le sean trasladados por el tribunal
(art.26.2.3º). Esta obligación implica una gran responsabilidad del
procurador. Efectivamente, recibida por el procurador copia de cualquier resolución del tribunal, ésta debe ser comunicada de inmediato
al abogado, pues a todos los efectos la fecha de comunicación al procurador señala el momento a partir del cual empiezan a contar los
plazos para cualquier actuación procesal. Obviamente la comunicación entre abogado y procurador resulta esencial y no se nos escapan
los problemas que pueden aparecer -y aparecen en la práctica diariapor retrasos o incluso pérdidas de documentos y resoluciones judiciales. En tales supuestos permanece el problema, no resuelto, de la
delimitación de responsabilidades entre abogado y procurador por la
dificultad de acreditar el momento de la entrega del documento o la
resolución por parte del procurador al abogado y a la inversa.
c) Se recoge como novedad importante en el art.26.2.4º la obligación del procurador de trasladar al abogado los escritos de la parte
219
DEFENSA Y REPRESENTACIÓN
III. INTERVENCIÓN DEL PROCURADOR DE LOS TRIBUNALES
1. Fundamento
Se ha discutido mucho sobre la necesidad de mantener en la Ley la exigencia de que la parte comparezca en el proceso mediante la representación técnica del procurador. Se podría mantener, en definitiva, que el
abogado asuma tal representación de la parte en el procedimiento.
Hay que tener en cuenta, no obstante, que de no existir la representación
técnica del procurador en el proceso, ello implicaría que la parte –o eventualmente su abogado- debería efectuar continuas comparecencias ante el
tribunal. Igualmente, a la inversa, el tribunal debería efectuar continuas notificaciones en el domicilio de la parte comparecida sin representación, o
eventualmente al despacho del abogado. La función del procurador redunda, por tanto, en una mayor rapidez y funcionalidad de las comunicaciones entre las partes y el tribunal. Y aun cuando puede admitirse que esta
función puede ser realizada eficazmente por el propio abogado, lo cierto es
que en la actualidad y atendiendo a la cada vez mayor especialización imperante en todas las actividades profesionales, no puede considerarse desacertada la previsión legal de la existencia de unos profesionales dedicados y
especializados en exclusiva a la representación técnica de la parte en el
proceso. Lo cual, además, libera al abogado de unas labores que, siendo más
formales, no por ello se encuentran exentas de una gran responsabilidad.
2. Contenido de la intervención del procurador de los tribunales
Las partes deben comparecer en el proceso representadas forzosamente
por procurador de acuerdo con el artículo 23, el cual establece que la comparecencia en juicio será por medio de procurador legalmente habilitado
para actuar en el tribunal que conozca del juicio. Hay que hacer referencia
igualmente a los artículos 438 y siguientes de la Ley Orgánica del Poder
Judicial, así como al Estatuto General de Procuradores de los tribunales
aprobado por Real Decreto 2046/82 de 30 de julio.
De acuerdo con el art.438.1 de la Ley Orgánica del Poder Judicial “corresponde exclusivamente a los procuradores la representación de las partes
en todo tipo de procesos, salvo cuando la Ley autorice otra cosa”. A su vez
el art.2 del Estatuto General de Procuradores nos dice que son procuradores aquellas personas que se encargan “mediante apoderamiento con-
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Joan Prat i Rubí
ferido adecuadamente de representar los derechos e intereses de su poderdante ante los Tribunales de justicia”. Igualmente el art.3 del mentado
Estatuto señala que “la comparecencia ante los Juzgados y Tribunales se
efectuará por medio de procurador...”.
Vemos, por tanto, que el procurador es aquella persona que tiene encomendada en exclusiva la representación de la parte en el proceso y cuya intervención es forzosa para la validez de la comparecencia de la parte en el
proceso, salvo en aquellas excepciones previstas por la Ley a las que nos
referiremos en los próximos apartados.
Las obligaciones del procurador en el proceso están recogidas en los artículos 26 y 28 de la LEC de una forma un tanto confusa y repetitiva.
Con carácter general el art.26.2.1º señala que el procurador quedará
obligado a seguir el asunto mientras no cese en su representación. Esta
obligación de seguimiento del procedimiento implica:
Obligaciones del procurador respecto del abogado defensor de su
cliente:
a) Transmitirle todos los documentos, antecedentes o instrucciones
que se le remitan o pueda adquirir (art.26.2.2º).
b) Tenerle al corriente del curso del asunto que se le hubiere confiado, pasándole copias de todas las resoluciones que se le notifiquen
y de los escritos y documentos que le sean trasladados por el tribunal
(art.26.2.3º). Esta obligación implica una gran responsabilidad del
procurador. Efectivamente, recibida por el procurador copia de cualquier resolución del tribunal, ésta debe ser comunicada de inmediato
al abogado, pues a todos los efectos la fecha de comunicación al procurador señala el momento a partir del cual empiezan a contar los
plazos para cualquier actuación procesal. Obviamente la comunicación entre abogado y procurador resulta esencial y no se nos escapan
los problemas que pueden aparecer -y aparecen en la práctica diariapor retrasos o incluso pérdidas de documentos y resoluciones judiciales. En tales supuestos permanece el problema, no resuelto, de la
delimitación de responsabilidades entre abogado y procurador por la
dificultad de acreditar el momento de la entrega del documento o la
resolución por parte del procurador al abogado y a la inversa.
c) Se recoge como novedad importante en el art.26.2.4º la obligación del procurador de trasladar al abogado los escritos de la parte
219
DEFENSA Y REPRESENTACIÓN
contraria en la forma prevista en el art.276. En este sentido, el
art.276.1 dispone que los procuradores deberán trasladar con carácter
previo a los procuradores de las restantes partes las copias de los escritos y documentos que vaya a presentar al Tribunal.
d) Curiosamente no se recoge expresamente la obligación del procurador de recoger de su abogado aquellos escritos que deban presentarse al tribunal, aunque puede deducirse a partir del art.276.1.
e) A pagar los honorarios del abogado cuando su cliente le haya
efectuado provisión de fondos para ello (art.26.2.7º).
f ) A recoger del abogado que cese en la dirección de un asunto las
copias de los escritos y documentos y demás antecedentes que se refieran a dicho asunto para entregarlos al abogado que se encargue de
continuarlo o a su poderdante (art.26.2.5º).
Obligaciones del procurador respecto de su cliente:
a) Tenerle siempre al corriente del curso del asunto que se le hubiere confiado (art.26.2.3º)
b) Trasladar los escritos de su poderdante a las demás partes en la
forma prevista en el art.276 (art.26.2.4º).
c) En el supuesto de cese del abogado, recoger la documentación,
escritos, etc en poder del mismo, para entregarlos, bien a su poderdante, bien al nuevo abogado (art.26.2.5º).
Obligaciones del procurador como representante técnico de la parte en
el procedimiento:
a) El procurador oirá y firmará los emplazamientos, citaciones, requerimientos y notificaciones de todas clases, incluso las de sentencias
que se refieran a su parte, durante el curso del asunto y hasta que quede
ejecutada la sentencia, teniendo estas actuaciones la misma fuerza que
si interviniere en ellas directamente el poderdante (art.28.1). El legislador recoge en este apartado claramente el concepto del procurador
como representante técnico de la parte en el procedimiento. Por ello especifica las actuaciones que con carácter general llevará a cabo el procurador señalando que tendrán la misma fuerza “que si interviniere en
ellas directamente el poderdante”. Obviamente, se exceptúan aquellas
actuaciones que le corresponda llevar a cabo personalmente a la parte
220
Joan Prat i Rubí
como, por ejemplo, la comparecencia en la prueba de interrogatorio de
las partes. Al respecto el art.25.3 dispone que no podrán realizarse mediante procurador los actos que conforme a la Ley deban efectuarse personalmente por los litigantes.
b) También recibirá el procurador los escritos y documentos de las
partes contrarias produciendo plenos efectos como “notificación” y a
efectos de cómputo de “plazos o términos” (art.28.2) en la forma establecida en el art.276 antes aludido.
El art.28.3 establece igualmente una obligación de carácter institucional
que recae sobre los Colegios de Procuradores al objeto de cumplir adecuadamente con las obligaciones establecidas en los anteriores apartados: establecer un servicio de recepción de notificaciones en todos los edificios
judiciales que sean sede de tribunales civiles.
Finalmente el último apartado de este artículo 28 señala que las anteriores obligaciones del procurador no se extienden a aquellos supuestos en que los traslados, emplazamientos, citaciones y requerimientos deban practicarse de acuerdo con la ley directamente en la
persona del litigante.
3. Acreditación de la intervención del procurador en el proceso
La intervención del procurador exige lógicamente el previo otorgamiento del correspondiente poder a su favor. En este sentido, la representación técnica del procurador se objetiviza en el llamado poder general
para pleitos, constituyendo un mandato representativo típico regulado en
los artículos 1709 y siguientes del Código Civil. Así el art.27 de la nueva
LEC señala que, salvo disposición expresa, se aplicarán las normas establecidas para el mandato a las relaciones entre el procurador y su poderdante. Este poder se otorga por la parte (art.24.1), bien en la forma más
habitual ante Notario, bien también mediante comparecencia ante el
Secretario Judicial del tribunal que haya de conocer del asunto (art.281.3
de la Ley Orgánica del Poder Judicial).
En cuanto al contenido del poder para pleitos hay que decir que debe
incluir todas las facultades necesarias para que el procurador pueda comparecer válidamente en el proceso y pueda actuar realizando todos aquellos
actos procesales que sean necesarios en nombre de la parte. En la actualidad, el documento de poder general para pleitos acostumbra a ser un do-
221
DEFENSA Y REPRESENTACIÓN
contraria en la forma prevista en el art.276. En este sentido, el
art.276.1 dispone que los procuradores deberán trasladar con carácter
previo a los procuradores de las restantes partes las copias de los escritos y documentos que vaya a presentar al Tribunal.
d) Curiosamente no se recoge expresamente la obligación del procurador de recoger de su abogado aquellos escritos que deban presentarse al tribunal, aunque puede deducirse a partir del art.276.1.
e) A pagar los honorarios del abogado cuando su cliente le haya
efectuado provisión de fondos para ello (art.26.2.7º).
f ) A recoger del abogado que cese en la dirección de un asunto las
copias de los escritos y documentos y demás antecedentes que se refieran a dicho asunto para entregarlos al abogado que se encargue de
continuarlo o a su poderdante (art.26.2.5º).
Obligaciones del procurador respecto de su cliente:
a) Tenerle siempre al corriente del curso del asunto que se le hubiere confiado (art.26.2.3º)
b) Trasladar los escritos de su poderdante a las demás partes en la
forma prevista en el art.276 (art.26.2.4º).
c) En el supuesto de cese del abogado, recoger la documentación,
escritos, etc en poder del mismo, para entregarlos, bien a su poderdante, bien al nuevo abogado (art.26.2.5º).
Obligaciones del procurador como representante técnico de la parte en
el procedimiento:
a) El procurador oirá y firmará los emplazamientos, citaciones, requerimientos y notificaciones de todas clases, incluso las de sentencias
que se refieran a su parte, durante el curso del asunto y hasta que quede
ejecutada la sentencia, teniendo estas actuaciones la misma fuerza que
si interviniere en ellas directamente el poderdante (art.28.1). El legislador recoge en este apartado claramente el concepto del procurador
como representante técnico de la parte en el procedimiento. Por ello especifica las actuaciones que con carácter general llevará a cabo el procurador señalando que tendrán la misma fuerza “que si interviniere en
ellas directamente el poderdante”. Obviamente, se exceptúan aquellas
actuaciones que le corresponda llevar a cabo personalmente a la parte
220
Joan Prat i Rubí
como, por ejemplo, la comparecencia en la prueba de interrogatorio de
las partes. Al respecto el art.25.3 dispone que no podrán realizarse mediante procurador los actos que conforme a la Ley deban efectuarse personalmente por los litigantes.
b) También recibirá el procurador los escritos y documentos de las
partes contrarias produciendo plenos efectos como “notificación” y a
efectos de cómputo de “plazos o términos” (art.28.2) en la forma establecida en el art.276 antes aludido.
El art.28.3 establece igualmente una obligación de carácter institucional
que recae sobre los Colegios de Procuradores al objeto de cumplir adecuadamente con las obligaciones establecidas en los anteriores apartados: establecer un servicio de recepción de notificaciones en todos los edificios
judiciales que sean sede de tribunales civiles.
Finalmente el último apartado de este artículo 28 señala que las anteriores obligaciones del procurador no se extienden a aquellos supuestos en que los traslados, emplazamientos, citaciones y requerimientos deban practicarse de acuerdo con la ley directamente en la
persona del litigante.
3. Acreditación de la intervención del procurador en el proceso
La intervención del procurador exige lógicamente el previo otorgamiento del correspondiente poder a su favor. En este sentido, la representación técnica del procurador se objetiviza en el llamado poder general
para pleitos, constituyendo un mandato representativo típico regulado en
los artículos 1709 y siguientes del Código Civil. Así el art.27 de la nueva
LEC señala que, salvo disposición expresa, se aplicarán las normas establecidas para el mandato a las relaciones entre el procurador y su poderdante. Este poder se otorga por la parte (art.24.1), bien en la forma más
habitual ante Notario, bien también mediante comparecencia ante el
Secretario Judicial del tribunal que haya de conocer del asunto (art.281.3
de la Ley Orgánica del Poder Judicial).
En cuanto al contenido del poder para pleitos hay que decir que debe
incluir todas las facultades necesarias para que el procurador pueda comparecer válidamente en el proceso y pueda actuar realizando todos aquellos
actos procesales que sean necesarios en nombre de la parte. En la actualidad, el documento de poder general para pleitos acostumbra a ser un do-
221
DEFENSA Y REPRESENTACIÓN
cumento de redacción formularia e impresa de contenido prácticamente
idéntico en todas las notarías.
No obstante, de la actual redacción de los arts.25 y 26 de la LEC se
podría concluir que el poder general para pleitos puede prever varias posibilidades:
a) Un “poder general para pleitos” al que se refiere el apartado 1º
del art.25 que resulta indispensable para que el procurador pueda
actuar válidamente en el proceso. Este poder debe incluir todos los
actos procesales comprendidos de ordinario en la tramitación de un
procedimiento.
b) Un “poder general para pleitos” del que se excluyan “asuntos y
actuaciones para las que la Ley no exija apoderamiento especial”,
siempre que se consigne “expresa e inequívocamente” (art.25.1, segundo párrafo).
c) Un “poder general para pleitos” en él que el poderdante confiere
poder al procurador para escoger al abogado que se ocupe de su defensa (art.26.2.2º).
Finalmente exigirán poder especial las siguientes actuaciones procesales:
a) La renuncia, transacción, desistimiento, allanamiento, el sometimiento a arbitraje y las manifestaciones que puedan comportar sobreseimiento del proceso por satisfacción extraprocesal o carencia sobrevenida del objeto (art.25.2.1º). Obviamente, estas actuaciones exigen
poder especial en cuanto implican disposición sobre el objeto del
proceso y, por tanto, se trata de actuaciones que corresponde llevar a
cabo directamente la parte o, en su caso, el procurador con poder especial.
b) Aquellas facultades que el poderdante hubiera excluido del
poder general conforme a lo dispuesto en el apartado 1 del art.25.
c) Con carácter general en todos aquellos casos en que así lo exijan
las leyes.
Finalmente el art.24.2 dispone que la escritura de poder se acompañará junto al primer escrito que el procurador presente o, en su caso,
al realizar la primera actuación. Tratándose de un apoderamiento ante el
Secretario Judicial deberá ser efectuado igualmente al mismo tiempo que
222
Joan Prat i Rubí
la presentación del primer escrito o, en su caso, antes de la primera actuación.
Por último habrá que referirse al supuesto en que el poder general para
pleitos no se presente junto al primer escrito o bien sea insuficiente. El
artículo 3 de la antigua Ley señalaba claramente que en este caso “no se
dará curso” al escrito “aunque contenga protesta de presentarlo”. En la
nueva Ley no existe tal previsión, si bien el resultado no puede ser distinto. Se trata de un supuesto de falta de intervención de procurador
cuando la Ley así lo exige, lo cual impide lógicamente la tramitación de
la demanda o del primer escrito de que se trate. Si por alguna razón el
Juez omitiera tal defecto, la parte contraria debería impugnar la providencia de admisión a trámite de la demanda o, en su caso, de la contestación.
En cuanto a la insuficiencia del poder, ello puede ser debido tanto a
razones intrínsecas derivadas del propio documento, como por razones
que provienen de la incapacidad del otorgante y deriven, consecuentemente, en la insuficiencia del propio poder. En cualquier caso la insuficiencia del poder podrá ser debatida en la audiencia previa (art.416.1
LEC) si se trata de un juicio ordinario por “falta de representación” o
en la vista si se trata de un juicio verbal (art.443, 2 y 3). Ello no impide,
no obstante, que la insuficiencia del poder pueda ser puesta de relieve
por las partes a partir de la providencia que admite a trámite la demanda o la contestación, presentado el oportuno recurso contra su admisión.
Finalmente, hay que tener en cuenta que, como norma general, será posible la subsanación de los defectos en el poder, constituyendo doctrina
tradicional del Tribunal Supremo que ha declarado en repetidas ocasiones
que estos defectos son subsanables.
4. Supuestos en que es necesaria la intervención del procurador
en el procedimiento
La regla establecida en el apartado 1º del art. 23 exige, con carácter general, la intervención de procurador en el procedimiento. Poco más cabe
decir al respecto, como no sea indicar que la nueva Ley ha ampliado la intervención del procurador a supuestos en los que antes no era preceptiva
tal intervención y, además, como ya se ha visto, ha reforzado en general su
actuación en el procedimiento.
223
DEFENSA Y REPRESENTACIÓN
cumento de redacción formularia e impresa de contenido prácticamente
idéntico en todas las notarías.
No obstante, de la actual redacción de los arts.25 y 26 de la LEC se
podría concluir que el poder general para pleitos puede prever varias posibilidades:
a) Un “poder general para pleitos” al que se refiere el apartado 1º
del art.25 que resulta indispensable para que el procurador pueda
actuar válidamente en el proceso. Este poder debe incluir todos los
actos procesales comprendidos de ordinario en la tramitación de un
procedimiento.
b) Un “poder general para pleitos” del que se excluyan “asuntos y
actuaciones para las que la Ley no exija apoderamiento especial”,
siempre que se consigne “expresa e inequívocamente” (art.25.1, segundo párrafo).
c) Un “poder general para pleitos” en él que el poderdante confiere
poder al procurador para escoger al abogado que se ocupe de su defensa (art.26.2.2º).
Finalmente exigirán poder especial las siguientes actuaciones procesales:
a) La renuncia, transacción, desistimiento, allanamiento, el sometimiento a arbitraje y las manifestaciones que puedan comportar sobreseimiento del proceso por satisfacción extraprocesal o carencia sobrevenida del objeto (art.25.2.1º). Obviamente, estas actuaciones exigen
poder especial en cuanto implican disposición sobre el objeto del
proceso y, por tanto, se trata de actuaciones que corresponde llevar a
cabo directamente la parte o, en su caso, el procurador con poder especial.
b) Aquellas facultades que el poderdante hubiera excluido del
poder general conforme a lo dispuesto en el apartado 1 del art.25.
c) Con carácter general en todos aquellos casos en que así lo exijan
las leyes.
Finalmente el art.24.2 dispone que la escritura de poder se acompañará junto al primer escrito que el procurador presente o, en su caso,
al realizar la primera actuación. Tratándose de un apoderamiento ante el
Secretario Judicial deberá ser efectuado igualmente al mismo tiempo que
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Joan Prat i Rubí
la presentación del primer escrito o, en su caso, antes de la primera actuación.
Por último habrá que referirse al supuesto en que el poder general para
pleitos no se presente junto al primer escrito o bien sea insuficiente. El
artículo 3 de la antigua Ley señalaba claramente que en este caso “no se
dará curso” al escrito “aunque contenga protesta de presentarlo”. En la
nueva Ley no existe tal previsión, si bien el resultado no puede ser distinto. Se trata de un supuesto de falta de intervención de procurador
cuando la Ley así lo exige, lo cual impide lógicamente la tramitación de
la demanda o del primer escrito de que se trate. Si por alguna razón el
Juez omitiera tal defecto, la parte contraria debería impugnar la providencia de admisión a trámite de la demanda o, en su caso, de la contestación.
En cuanto a la insuficiencia del poder, ello puede ser debido tanto a
razones intrínsecas derivadas del propio documento, como por razones
que provienen de la incapacidad del otorgante y deriven, consecuentemente, en la insuficiencia del propio poder. En cualquier caso la insuficiencia del poder podrá ser debatida en la audiencia previa (art.416.1
LEC) si se trata de un juicio ordinario por “falta de representación” o
en la vista si se trata de un juicio verbal (art.443, 2 y 3). Ello no impide,
no obstante, que la insuficiencia del poder pueda ser puesta de relieve
por las partes a partir de la providencia que admite a trámite la demanda o la contestación, presentado el oportuno recurso contra su admisión.
Finalmente, hay que tener en cuenta que, como norma general, será posible la subsanación de los defectos en el poder, constituyendo doctrina
tradicional del Tribunal Supremo que ha declarado en repetidas ocasiones
que estos defectos son subsanables.
4. Supuestos en que es necesaria la intervención del procurador
en el procedimiento
La regla establecida en el apartado 1º del art. 23 exige, con carácter general, la intervención de procurador en el procedimiento. Poco más cabe
decir al respecto, como no sea indicar que la nueva Ley ha ampliado la intervención del procurador a supuestos en los que antes no era preceptiva
tal intervención y, además, como ya se ha visto, ha reforzado en general su
actuación en el procedimiento.
223
DEFENSA Y REPRESENTACIÓN
5. Supuestos en que no es necesaria la intervención del procurador
en el procedimiento
El art.23.2 señala los supuestos en que la intervención del procurador
no es preceptiva. En general, como decimos, estos supuestos se han reducido en relación con la anterior Ley de Enjuiciamiento Civil, de forma
que en la actualidad prácticamente coinciden con las excepciones previstas
a la intervención del abogado.
En este sentido hay que destacar como las excepciones de más relevancia, la del juicio verbal cuando la cuantía no exceda de 150.000 pts.
y la petición inicial en los procedimientos monitorios (art.23.2.1º).
Damos por reproducidas, por tanto, las consideraciones realizadas al
comentar estos supuestos como excepción a la intervención del abogado
en el procedimiento. Cabe, no obstante, destacar que con la anterior
LEC la intervención del procurador no era preceptiva en los procedimientos de cognición, o sea procedimientos que no excedían de
800.000,-pts., habiéndose reducido está cuantía con la actual Ley a
150.000,-pts. quedando, por tanto, equiparadas ambas intervenciones
de abogado y procurador con respecto al criterio de la cuantía del procedimiento.
Resulta también relevante la excepción, también recogida para el
abogado, relativa a la no obligación de comparecer con procurador en los
supuestos en que se soliciten medidas urgentes con anterioridad al inicio
del procedimiento (art.23.2.3º, último inciso). Damos aquí por reproducidas igualmente las consideraciones efectuadas al comentar esta excepción
para los abogados, plenamente de aplicación para los procuradores.
Finalmente hay que hacer referencia a dos supuestos que son exclusivos
para el procurador:
a) En los juicios universales, cuando se limite la comparecencia a la presentación de títulos de crédito o derechos o para concurrir a Juntas.
b) En los incidentes relativos a la impugnación de resoluciones en materia de asistencia jurídica.
En los casos en los que la intervención del procurador no es preceptiva,
cabe que, a pesar de ello, la parte quiera comparecer representada por procurador. Tal supuesto, al que ya nos hemos referido al estudiar la intervención del abogado, está previsto en el art.32 de la LEC, de forma que
224
Joan Prat i Rubí
cuando una de las partes pretenda acudir representada con procurador a
pesar de no ser preceptiva su intervención, lo comunicará a la parte contraria al objeto de permitir a la otra parte acudir también representada con
procurador y respetar así el principio de igualdad procesal.
En los supuestos en los que no sea preceptiva la representación por procurador, los derechos devengados en el proceso no pueden ser incluidos en
la condena en costas, salvo que el tribunal aprecie temeridad en la conducta de la parte condenada en costas o que el domicilio de la parte representada esté en lugar distinto a aquél en que se ha tramitado el juicio
(art.32.5 LEC).
Obviamente, en los casos en que la intervención del procurador no es
preceptiva, si la parte pretende acudir representada, solo podrá llevarlo a
cabo mediante la representación por procurador.
6. Procedimiento para la reclamación de los honorarios
de los procuradores
El procurador percibe su retribución en base a aranceles. No obstante,
el art.26.2.7º le obliga a hacer frente a todos los gastos que se causaren a
su instancia. En definitiva ello implica que el procurador responde frente
a todos los gastos que deriven del procedimiento, con excepción de los honorarios del abogado y de los peritos. En el caso de estos profesiones
–abogado y peritos- el procurador solo responde de los honorarios cuando
su poderdante le haya efectuado expresamente la correspondiente provisión de fondos (art.26.2.7º, último inciso).
Para hacer frente a tal obligación del procurador, el legislador en el
art.29.1 dispone que el poderdante está obligado a proveer de fondos al
procurador, conforme a lo establecido por la legislación civil aplicable para
el contrato de mandato.
A su vez, y para hacer frente a la eventualidad de que el procurador deba
pagar tales gastos sin que haya percibido con anterioridad la correspondiente provisión de fondos, el legislador ha previsto un procedimiento de
apremio para reclamar los fondos necesarios.
En este sentido el art.29.2 establece que, si después de iniciado un
proceso, el poderdante no habilitase a su procurador con los fondos necesarios para continuarlo, podrá éste pedir que sea aquél apremiado a verificarlo. Esta pretensión se llevará a cabo ante el tribunal que entienda del
asunto, el cual, previa audiencia al poderdante, determinará la cantidad
225
DEFENSA Y REPRESENTACIÓN
5. Supuestos en que no es necesaria la intervención del procurador
en el procedimiento
El art.23.2 señala los supuestos en que la intervención del procurador
no es preceptiva. En general, como decimos, estos supuestos se han reducido en relación con la anterior Ley de Enjuiciamiento Civil, de forma
que en la actualidad prácticamente coinciden con las excepciones previstas
a la intervención del abogado.
En este sentido hay que destacar como las excepciones de más relevancia, la del juicio verbal cuando la cuantía no exceda de 150.000 pts.
y la petición inicial en los procedimientos monitorios (art.23.2.1º).
Damos por reproducidas, por tanto, las consideraciones realizadas al
comentar estos supuestos como excepción a la intervención del abogado
en el procedimiento. Cabe, no obstante, destacar que con la anterior
LEC la intervención del procurador no era preceptiva en los procedimientos de cognición, o sea procedimientos que no excedían de
800.000,-pts., habiéndose reducido está cuantía con la actual Ley a
150.000,-pts. quedando, por tanto, equiparadas ambas intervenciones
de abogado y procurador con respecto al criterio de la cuantía del procedimiento.
Resulta también relevante la excepción, también recogida para el
abogado, relativa a la no obligación de comparecer con procurador en los
supuestos en que se soliciten medidas urgentes con anterioridad al inicio
del procedimiento (art.23.2.3º, último inciso). Damos aquí por reproducidas igualmente las consideraciones efectuadas al comentar esta excepción
para los abogados, plenamente de aplicación para los procuradores.
Finalmente hay que hacer referencia a dos supuestos que son exclusivos
para el procurador:
a) En los juicios universales, cuando se limite la comparecencia a la presentación de títulos de crédito o derechos o para concurrir a Juntas.
b) En los incidentes relativos a la impugnación de resoluciones en materia de asistencia jurídica.
En los casos en los que la intervención del procurador no es preceptiva,
cabe que, a pesar de ello, la parte quiera comparecer representada por procurador. Tal supuesto, al que ya nos hemos referido al estudiar la intervención del abogado, está previsto en el art.32 de la LEC, de forma que
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Joan Prat i Rubí
cuando una de las partes pretenda acudir representada con procurador a
pesar de no ser preceptiva su intervención, lo comunicará a la parte contraria al objeto de permitir a la otra parte acudir también representada con
procurador y respetar así el principio de igualdad procesal.
En los supuestos en los que no sea preceptiva la representación por procurador, los derechos devengados en el proceso no pueden ser incluidos en
la condena en costas, salvo que el tribunal aprecie temeridad en la conducta de la parte condenada en costas o que el domicilio de la parte representada esté en lugar distinto a aquél en que se ha tramitado el juicio
(art.32.5 LEC).
Obviamente, en los casos en que la intervención del procurador no es
preceptiva, si la parte pretende acudir representada, solo podrá llevarlo a
cabo mediante la representación por procurador.
6. Procedimiento para la reclamación de los honorarios
de los procuradores
El procurador percibe su retribución en base a aranceles. No obstante,
el art.26.2.7º le obliga a hacer frente a todos los gastos que se causaren a
su instancia. En definitiva ello implica que el procurador responde frente
a todos los gastos que deriven del procedimiento, con excepción de los honorarios del abogado y de los peritos. En el caso de estos profesiones
–abogado y peritos- el procurador solo responde de los honorarios cuando
su poderdante le haya efectuado expresamente la correspondiente provisión de fondos (art.26.2.7º, último inciso).
Para hacer frente a tal obligación del procurador, el legislador en el
art.29.1 dispone que el poderdante está obligado a proveer de fondos al
procurador, conforme a lo establecido por la legislación civil aplicable para
el contrato de mandato.
A su vez, y para hacer frente a la eventualidad de que el procurador deba
pagar tales gastos sin que haya percibido con anterioridad la correspondiente provisión de fondos, el legislador ha previsto un procedimiento de
apremio para reclamar los fondos necesarios.
En este sentido el art.29.2 establece que, si después de iniciado un
proceso, el poderdante no habilitase a su procurador con los fondos necesarios para continuarlo, podrá éste pedir que sea aquél apremiado a verificarlo. Esta pretensión se llevará a cabo ante el tribunal que entienda del
asunto, el cual, previa audiencia al poderdante, determinará la cantidad
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DEFENSA Y REPRESENTACIÓN
que estime necesaria y el plazo en que deba entregarse, bajo apercibimiento de apremio.
Finalmente el art.34 prevé un procedimiento privilegiado para la
exacción de los derechos del procurador. Presentada reclamación por el
procurador alegando que los derechos no le han sido satisfechos, se
mandará que se requiera al poderdante para que pague dicha suma. En
el supuesto de que los impugnara, el propio tribunal examinará la reclamación y determinará la cantidad, bajo apercibimiento de apremio si el
pago no se efectúa dentro del plazo de los 5 días siguientes. No cabe recurso contra esta resolución, sin perjuicio del juicio ordinario posterior.
7. Cese del procurador
Las causas de cese del procurador se encuentran recogidas en el
art.30. Este artículo comprende las causas derivadas de la propia institución del apoderamiento, es decir, la revocación expresa o tácita del
poder. Igualmente se incluyen la renuncia del procurador, el cese en el
oficio, la sanción con suspensión del procurador, cuando el poderdante
retira la acción o la oposición que hubiera formulado, conclusión del
procedimiento por cualquier causa o por muerte del poderdante o del
procurador.
Tratándose de una persona jurídica, el hecho de que sea sustituido el representante legal que ha otorgado los poderes no implica el cese del procurador de acuerdo con el art.30.2. En este caso, precisamente por actuar
el representante como mero órgano de representación de la persona jurídica, entiende el legislador, acertadamente, que la sustitución del órgano
no afecta a los poderes que a todos los efectos han sido otorgados por la
misma.
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DEFENSA Y REPRESENTACIÓN
que estime necesaria y el plazo en que deba entregarse, bajo apercibimiento de apremio.
Finalmente el art.34 prevé un procedimiento privilegiado para la
exacción de los derechos del procurador. Presentada reclamación por el
procurador alegando que los derechos no le han sido satisfechos, se
mandará que se requiera al poderdante para que pague dicha suma. En
el supuesto de que los impugnara, el propio tribunal examinará la reclamación y determinará la cantidad, bajo apercibimiento de apremio si el
pago no se efectúa dentro del plazo de los 5 días siguientes. No cabe recurso contra esta resolución, sin perjuicio del juicio ordinario posterior.
7. Cese del procurador
Las causas de cese del procurador se encuentran recogidas en el
art.30. Este artículo comprende las causas derivadas de la propia institución del apoderamiento, es decir, la revocación expresa o tácita del
poder. Igualmente se incluyen la renuncia del procurador, el cese en el
oficio, la sanción con suspensión del procurador, cuando el poderdante
retira la acción o la oposición que hubiera formulado, conclusión del
procedimiento por cualquier causa o por muerte del poderdante o del
procurador.
Tratándose de una persona jurídica, el hecho de que sea sustituido el representante legal que ha otorgado los poderes no implica el cese del procurador de acuerdo con el art.30.2. En este caso, precisamente por actuar
el representante como mero órgano de representación de la persona jurídica, entiende el legislador, acertadamente, que la sustitución del órgano
no afecta a los poderes que a todos los efectos han sido otorgados por la
misma.
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